Capitulo 23
El Maestro Simón
— ¡¿Cómo te atreves a gritarme?! ¡Sabes que soy un Caballero Dorado, mocoso impertinente!
—Jejejeje. —Rió Zando y le sacó la lengua.
— ¡Si no fuese un Caballero, ten por seguro que te mataría!
—Eres gracioso. ¿Quieres ver al Maestro Simón o no?
—…De acuerdo, veamos a ese tipo.
Zando chasqueo los dedos y aparecieron en un gran campo de flores, el cielo estaba azul, un paisaje completamente hermoso.
—Tele transportación, por supuesto. Pero… este sitio tan hermoso…
—Esta es la Tierra Sagrada de Shangri-La. —Le respondió Zando.
—Shangri-La…
Yuno se quedó perplejo observando el paisaje, pero su vista se detuvo al ver una figura a lo lejos.
— ¿Qué es…?
—Oh, ese es el Maestro Simón.
Yuno caminó lentamente hacia la figura, que poco a poco adquiría más forma humana, hasta que pudo verlo mejor.
Era un hombre de tez negra, con la cabeza rapada, usaba un atuendo de monje shaolin. Estaba meditando con los ojos cerrados.
—… ¿Hola? —Saludó temeroso Yuno, ya que pese a que no podía sentir ningún cosmos, sentía una energía distinta.
—Caballero de Athena, ¿qué te trae a la Tierra Sagrada de Shangri-La? —Preguntó el hombre.
—Yo… busco el secreto del cosmos, el máximo poder, para así cumplir mi deber como Patriarca, y ayudar a liberar a la Tierra. ¿Es usted el
Caballero Dorado de Virgo?
—Así que es poder lo que buscas. Tú no tienes nada que hacer aquí.
—Espere, he buscado por tanto tiempo… ¿es usted el Caballero Dorado de Virgo? Si es así, por favor, necesito que me ayude a hacerme
más fuerte, y si es posible… que se una a la batalla.
—Mi respuesta es no. Shangri-La es una tierra sagrada destinada a la meditación y a la paz mental, no para pelear. Si quieres meditar
puedo aceptarte como pupilo, pero entrenarte para la pelea es algo que no puedo hacer.
—Veo que tiene razón… yo buscaba a un Caballero de Athena… y usted no parece serlo. Perdón por las molestias.
Yuno caminó de regresa a Zando, pero entonces se percató de algo, y se detuvo.
—Aun no responde mi pregunta. ¿Es usted el Caballero Dorado de Virgo?
— ¿De qué te sirve esa respuesta?
—Para al menos saber si mi viaje fue en vano o no.
—No soy el hombre que buscas.
—…De acuerdo…
Yuno se dio la vuelta y siguió su camino, pero antes de llegar al niño, sintió un enorme cosmos. Sin embargo, no era el cosmos de un
Caballero, pero tampoco era el de un Espectro…
Entonces, ¿qué era?
Yuno volteo otra vez y vio la enorme aura azul que rodeaba al Maestro Simón, al mismo tiempo que un aire marino inundó el campo de
flores.
—No puede ser… ¿un General Marina?
Zando entonces apareció junto a Yuno, con su sonrisa infantil y burlesca.
—El Maestro Simón es uno de los Generales del Dios Poseidón, Simón de Krisaor.
—Yuno, yo, como General Marina, soy por ende tú enemigo. Sin embargo, debido a que nuestros dioses, aquellos a quienes servimos, no
están más en este mundo, no tenemos necesidad de pelear…
—Entonces…
—Entonces ahora te haré yo una pregunta, ¿piensas en serio que este mundo pueda ser salvado?
—Sí. Cómo Patriarca…
—No te pregunto cómo Patriarca, ni tampoco como Caballero de Athena. Te pregunto a ti, al hombre llamado Yuno.
Yuno se tomó su tiempo para responder, ya que era la primera vez que le pedían pensar como persona, y no según su rango.
—En realidad, nunca me había detenido a pensar en eso. Como Caballero diría que sí, ya que obviamente es lo que busco. Pero como ser
humano… realmente tengo mis dudas si siquiera este mundo merezca ser salvado.
—¿Por qué?
—En mi vida he visto mucho mal, tanto de los Espectros como de los seres humanos… Sin embargo… a los Caballeros siempre se les
instruye para ver el lado “bonito” de las personas, pocas veces se menciona esa “oscuridad”. Pero a pesar de eso… daría con gusto mi vida
por una pequeña esperanza…
— ¿Eso a qué se debe?
—Porque, si algún día llego a tener hijos… quiero que vivan en un mundo hermoso…
—Ya veo, esa es la más humana de las metas que podría tener una persona. Está bien, con gusto entrenaré al Yuno “humano”. No te
ayudaré a crecer como Caballero, sino que te ayudaré a crecer como persona… si es que eso quieres.
—…Sería un honor, entrenar con usted, Maestro Simón.
Yuno se sentó para meditar.
—Bien, empecemos entonces. Abriremos tus chacras.
— ¿Chacras?
—Liberaremos tu esencia abriendo tus chacras, que como los de toda persona, se encuentran bloqueados. Pero te advierto, será muy
doloroso… no físicamente, sino mental y emocionalmente.
—No entiendo muy bien… pero hagámoslo.
—Bien. El primer chacra es el chacra de la Tierra, Muladhara. Es el chacra de la inocencia. Está abierto en la niñez, pero se cierra cuando
perdemos esa inocencia… ¿Cuándo fue que “creciste”?
—Oh…
Esa fue una pregunta dura para Yuno, que lo llevó a recordar cierto momento de su vida…