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El Mito del ALCAESTO

Versión Final.

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98 respuestas a este tema

#1 Vulcanus no Kentha

Vulcanus no Kentha

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Publicado 05 mayo 2015 - 21:54

Es un gusto saludar a todos los lectores de este gran foro. En esta oportunidad les traigo un libro que acabo de terminar llamado "El Mito del ALCAESTO" donde se relata la historia de cuatro valientes jóvenes que a pesar de todas las dificultades, se encomiendan en una difícil aventura en busca del elemento primordial del universo, el Alcaesto. 

 

No quiero dar grandes adelantos, sólo espero poder brindarles buenos momentos de diversión y reflexión, acompañado de una historia que espero que quede en sus corazones. Como muchos ya saben, llevo ya más que un par de años trabajando en esta obra y se lo complicado que es sacar adelante un FanFiction así que espero poder leer sus historias también, mientras las aventuras del mundo cotidiano me lo permitan.

 

Las publicaciones serán dos veces al mes los días 5 y 20, con capítulos extensos. Aun no defino la fecha con exactitud de cuando comience a subir los capítulos, de momento les presentaré el prólogo y las fichas de los personajes. Espero que les guste esta versión final. Un gran abrazo para todos!

 

El Mito del Alcaesto  

 

Prólogo

 

Hace millones de años; Zeus, el padre de todos los dioses, gobernaba la humanidad con la ayuda de los once dioses que lo acompañaban en el Olimpo. Cada uno velaba por un aspecto sagrado dentro todo aquello que se pudiese manifestar en el hombre, desde sus más simples expresiones hasta las más complejas.

 

 

Las deidades poseían un vínculo y un contacto directo con aquellos que les rendían culto. Era una época dorada, el esplendor que los humanos llevaban consigo les permitía crear obras maravillosas. Grandes templos, desarrollo tecnológico, gloria en el arte de la paz y de la guerra, avances de todo tipo; no había elemento alguno de la naturaleza que el hombre no pudiese conquistar.

 

 

La tierra, el aire, el agua y el fuego; los cuatro elementos estaban al servicio de la población más destacada. Con sólo desearlo, los guerreros podían dominar uno de estos componentes dependiendo de su naturaleza interna. Aquel que tras duros entrenamientos conseguía la soberanía de alguno de estos, era llamado paladín.

 

 

Con el tiempo, las hazañas de los paladines fueron cada vez más honrosas y destacadas… ellos no tenían límites. Fue tanto su avance que sentían que eran inclusive tan fuertes como los mismos dioses.

 

 

Ese fue el error que condenó a la humanidad a su fin.

 

 

Sintiéndose capaces de cualquier cosa, los hombres dejaron de rendirle culto a las divinidades, olvidándolas mientras que cortaban fugazmente cualquier lazo entre ellos.

 

 

Zeus entonces, viendo desde su gran trono a la Tierra, pudo contemplar algo entristecedor; si bien los paladines eran cada vez más fuertes, el estar alejados de los dioses hacía que se fueran corrompiendo día tras día.

 

 

Seguían luchando, construyendo edificaciones aparentemente grandiosas, desarrollándose en cuanto a su conocimiento; sin embargo, habían olvidado el motivo que los llevaba a alcanzar tales logros.

 

 

Abandonando su moralidad, las personas comenzaron a pelearse entre ellas, transgrediendo todo principio de fraternidad y concordia. Los paladines que un día fueron respetados… ahora eran temidos.

 

 

Fue tanta la oscuridad que se desarrolló en el corazón de los humanos, que un siniestro ser se alimentó de esta energía pudiendo asomarse a la Tierra.

 

 

Su nombre era… Tamiel. 

 

 

Invadiendo el planeta con intenciones de gobernar sobre él, inició sus movimientos alterando el funcionamiento inherente de la naturaleza. Los mares, los volcanes, la tierra, los vientos… todo comenzó a desestabilizarse. Esto provocó que los espíritus que habitaban y animaban aquellos lugares se enfurecieran, culpando a los humanos por su corrupción y olvido de lo divino. Pero eso no fue todo, sembrando en las personas su poder, fue capaz de armar un ejército de humanos que apoyarían su causa.

 

 

No obstante, los habitantes del Olimpo no permitirían que Tamiel llevase a cabo sus planes. Llegaron a una conclusión: este demonio debía ser eliminado, pero con él también debía destruirse a toda la humanidad.

 

 

Así fue como Zeus se levantó de sus aposentos y dispuesto a luchar se dirigió hacia el campo de batalla. Sin embargo, algo sorprendente ocurrió en ese momento; al saber de los planes del rey de los dioses, cuatro valientes paladines decidieron hacerle frente.

 

 

Detuvieron al portador del rayo con una admirable convicción y le hicieron una osada propuesta: A cambio de concederles la posibilidad de recuperar, aunque sea por un instante, la conexión directa con las divinidades, ellos combatirían contra Tamiel buscando merecer que Zeus les perdonara la vida.

 

 

Ante tal muestra de hidalguía, el gran soberano convocó a Atenea, la diosa de la sabiduría en la guerra y le ordenó que combatiera junto a estos nobles guerreros.

 

 

Además, le dictó a Hefestos que tomara el poder de las doce constelaciones solares del universo y que lo plasmara en mágicas armaduras para custodiar a los paladines que decidieran unirse a esta guerra. Entonces el dios del fuego obedeció, creando doce vestiduras doradas que se unirían a los más destacados combatientes.

 

 

Los cuatro jóvenes que decidieron iniciar esta guerra, poseían el dominio sobre todos los elementos respectivamente y con estos le hicieron frente al invasor que amenazaba la armonía del mundo.

 

 

Llegaron a portar cuatro de las armaduras doradas recién forjadas, pero lamentablemente, su poder no era suficiente. Sin embargo, ellos no serían vencidos; puesto a que cada vez que caían, se ponían de pie más fuertes que antes. Conmovida ante esto, Atenea elevó su gran báculo y les concedió el don del Alcaesto.

 

 

El Alcaesto es una energía primordial de la cual derivan los demás elementos, es la fuente de todo lo que existe, es la sabiduría del alma que sólo aquella diosa puede otorgar.

 

 

Con este poder decisivo, los paladines lograron impedir el avance de Tamiel y contemplando que su ejército había sido mermado, le ordenaron que se retirara para siempre de la Tierra.

 

 

Con una burlesca sonrisa, el demonio aseguró que su victoria ya estaba decidida y que nadie podría evitarla. En ese instante, lanzó una extraña energía roja hacia los cielos y luego de un gran resplandor que encegueció a todos… desapareció.

 

Zeus miró con aprobación a los nobles muchachos que decidieron mantener firme su fe en la humanidad y los bautizó con el nombre de “Señores del Alcaesto”. Luego del dictó su sentencia.

 

 

Los humanos seguirían poblando la Tierra, sin embargo desde ese día en adelante, deberían ser ellos mismos quienes la custodiaran y procuraran que nada malo le sucediera. En caso de que las fuerzas del mal volvieran a atacar, deberían tomar las armas otorgadas por Hefestos y luchar una vez más.

 

 

Mientras tanto, las doce armaduras constelares serían resguardadas en un lugar sagrado llamado “El Templo de la Guerra” el cual es una ofrenda a la ayuda prestada por Atenea. Allí, las vestiduras descansarían para que algún día volvieran a estar prestas para ayudar a la humanidad.

 

 

Los Señores del Alcaesto juramentaron que no importase el tiempo que pasara; si Tamiel decidía regresar, lo estarían esperando con la guardia alta.

 

 

 

Millones de años después de aquel mítico suceso, los hombres han vuelto a oscurecer sus corazones. Han olvidado quienes son, han olvidado el por qué viven, han olvidado su vínculo con lo sagrado.

 

 

Ante tal ola de maldad, la profecía se cumpliría sin vuelta atrás. El regreso del ser maligno que anhelaría el caos estaba cada vez más cerca. Es hora de que la humanidad vuelva a luchar por su sobrevivencia, es hora de que los señores del Alcaesto cumplan su promesa. 


Editado por Abyssal Shinigami, 06 julio 2015 - 13:41 .

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Publicado 06 mayo 2015 - 15:51

ojala esta vez si termines tu fic,no se porque pero recorde  el telar de penelope XDD pero

como diria  George lucas las historias que valen la pena son las que generalmente nos hacen esperar mas

 

 

bueno pasando directamente a comentar sobre el prologo:

 

muy buena la historia de los paladines como dice un refrán el poder corrompe si le das mal uso.

 

hasta que por fin se que es el alcaesto..............XD

 

solo tengo una pequeña duda en tu fic das a entender que el primer gran enemigo que se emfrento a athena fue Tamiel. y no poseidon segun el manga de saint seiya

 

 

Esperando el prox capitulo

 


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Publicado 14 mayo 2015 - 10:47

ojala esta vez...

Espero que no sea como el telar de Penélope ahahhahahahha en verdad decidí volver a escribirlo porque pienso en hacer algo más profesional, inclusive con posibilidades de publicarlo, para eso tengo que cambiar muchas cosas pero la escencia de la historia se mantendrá firme :D De todo corazón deseo que esta nueva versión te guste.

Paladines serán los caballeros de este fic xD es una palabra que me parece muy buena ya que significa más o menos como el que más se destaca en algo, o el que mejor hace alguna cosa. Además que está asociado a los guardianes de la edad media :P

Aun falta mucho para saber que es en verdad el Alcaesto ahahahahaha y falta un poco más para que nuestros cuatro protagonistas lo sepan ¡A ellos si que les hace falta xd! 

Este fic no tendrá relación directa con la historia de Saint Seiya, pero la temática es similar, en un futuro quizás suba pequeñas historias alternas donde Kentha pueda patearle el trasero a Seiya ahhahahhhaa

PD: Estoy terminando de leer tu fic, no creo que te haga un review de los capítulo porq son muchos pero ya pronto me pasaré por tu tema ;) Un gran abrazo amigo!

 

Esta vez les traigo más información del fic que pronto comenzaré a publicar. Una pequeña descripción de los personajes junto a su FanArt :D

 

Todos los personajes del primer arco del Mito del Alcaesto: Campo Ónfalos, los portadores del rayo negro.

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de2ntw.png

Kentha:

 

-Edad: 15 Años.

-Signo: Tauro.

-Elemento: Tierra.

Un joven sin aspiraciones en la vida. Nacido y criado en un orfanato, Kentha vivirá una mágica experiencia que lo hará cambiar su cómoda realidad y pasar por las más duras pruebas para transformarse de un bufón ladronzuelo a todo un guerrero que lucha por Atenea.

 

1sftxu.png

Vagabundo:

 

-Edad: ¿?

-Signo: ¿?

Elemento: Ninguno.

Un peculiar y ridículo anciano que vive en los sectores más pobres del pueblo donde reside Kentha. Por algún extraño motivo, dice conocer historias de héroes que vivieron en la edad del mito, los conocidos como Caballeros del Sol. Aunque parezca inofensivo, su forma de ver la vida afectará mucho en el pensamiento del protagonista.

 

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Dante:

 

-Edad: 15 Años.

-Signo: Sagitario.

-Elemento: Fuego.

Ha decidido escapar de su dinastía para ir en búsqueda de los Señores del Alcaesto. Con una mente llena de incertidumbres y fantasías, este muchacho demostrará sin importar cuanto cueste, que él es uno de los elegidos para llevar consigo el poder que Atenea les concedía a los héroes del mito.  


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Publicado 14 mayo 2015 - 16:18

muy buenos tus fan arts

 

ojala que esta ves si acabes tu historia XDDD

 

 

esperando el primer capitulo

 

 

 


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Publicado 16 mayo 2015 - 12:30

Siempre me había interesado leer este Fic, nada mas que cuando me registré en este foro creo que ya llevabas algo adelantado, ahora que lo has vuelto empezar no me perderé ni un capitulo, siento que me hace falta mucho por aprender, me llama la atención que comentas que quieres publicarlo y crear algo profesional, así que lo tomaré como una enseñanza, la espera valdrá la pena, suerte en tu fic...

 

Terminando mi historia particular, continuaré con la que deje en preámbulo... así que hay que darle.... 


https://p4.wallpaper...per-preview.jpg

Los Guerreros del Zodiaco, Las batallas ElementalesLos Guerreros del Zodiaco, Gaia

Recuerda que no es lo que te pasa lo que te Afecta sino el como reaccionas a eso lo que te pasa :smile5: :s96:


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Publicado 24 mayo 2015 - 21:47

muy buenos tus fan arts

 

ojala que esta ves si acabes tu historia XDDD

 

 

esperando el primer capitulo

Esta vez si! Alcaesto viene con todo. Muchas novedades también, espero q sean de tu agrado :D 

 

Siempre me había interesado leer este Fic, nada mas que cuando me registré en este foro creo que ya llevabas algo adelantado, ahora que lo has vuelto empezar no me perderé ni un capitulo, siento que me hace falta mucho por aprender, me llama la atención que comentas que quieres publicarlo y crear algo profesional, así que lo tomaré como una enseñanza, la espera valdrá la pena, suerte en tu fic...

 

Terminando mi historia particular, continuaré con la que deje en preámbulo... así que hay que darle.... 

Una gran saludo Seyga! Me alegra mucho que comiences a leer esta pequeña obra. No te miento, también me han dado muchas ganas de leer tu fic, pero va muy avanzado y con los tiempos que manejo ahora, se me haría muy dificil. Pero sería bueno en un futuro hacer una pequeña batalla crossover como lo hice con T-800 Entretención hay para rato :D! Un abrazo compañero. 

 

¡Ya he decidido las fechas de publicación! Serán los 5 y 20 de cada mes. Por lo tanto el primer capítulo del Mito del Alcaesto será publicado el 5 de Junio :D Además les traigo a dos personajes más que serán muy relevantes dentro de la historia. Un fraternal saludo a todos ¡Nos estamos leyendo! 

 

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Caspian:

-Edad: 16 Años.

-Signo: Libra.

-Elemento: Aire.

Un muchacho dispuesto a todo por ser parte de la elite de guerreros fieles a Ares. Su forma extremista de ser y sus ideologías fanáticas lo llevaran a entrar en conflicto con sus compañeros y a pasar por difíciles enfrentamientos, poniendo en cuestionamiento su sentido de disciplina y de obediencia. 

 

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Louis:

-Edad: 48 Años.

-Signo: Libra.

-Elemento: Aire.

Líder y mayor autoridad dentro de Campo Ónfalos. Según él, posee contacto directo con el mismísimo Ares, el dios de la guerra. Posee un trato y duro y algo despectivo con quienes le son fieles y parece tenerlo todo controlado, pero los inesperados sucesos a los que tendrá que enfrentarse, comprobarán su verdadera valía.  


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Publicado 25 mayo 2015 - 15:57

-son muy buenos tus dibujos

 

-Agregalos a la seccion del foro de fans arts para que mas foristas

contemplen tu trabajo

 

-PD:mucha suerte con tu fic


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#8 ALFREDO

ALFREDO

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Publicado 03 junio 2015 - 22:23

Que tal Abyssal, aproveche un tiempito para leer el prologo de tu nuevo fic, el mito alcaesto 2.0. Aun no entiendo por qué el reinicio, ya q no logre leerlo entero y justo cuando estaba alcanzado lo paras XD. Bueno debo decir q el prologo lo encontre muy clasico XD, una sipnosis de una vieja leyenda de un gran enemigo antiguo, donde unos heroes surgen y despues pasa el tiempo y todo el mundo lo olvida, aqui nos resvelas el nombre del antagonistas desde el principio y nos introduces a los paladines como los antecesores de los santos, buen concepto, pero suena como al reves. Mas suena q santo sea antecesor de paladin q era mas menos un titulo de la edad media, si mal recuerdo.

 

No hay mucho q decir solo q creo q quizas la ansiedad te jugo un poco en contra ya q vi estos detalles..

 

 

 

Mientras tanto, las doce armaduras constelares serían resguardadas en un lugar sagrado llamado “El Templo de la Guerra” el cual es una ofrenda a la ayuda prestada por Atenea. Allí, las vestiduras descansarían para que algún día volvieran a estar prestas para ayudar a la humanidad.

 

 

Los Señores del Alcaesto juramentaron que no importase el tiempo que pasara; si Tamiel decidía regresar, lo estarían esperando con la guardia alta.

 

Bueno ojala este si lo cumpla las espectativas q tienes como fiker para q lo puedas terminar, desde la quinceava region te mando mi apoyo, nos vemos.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


#9 Vulcanus no Kentha

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Publicado 05 junio 2015 - 00:11

Ya es 5 de Junio y como les prometí, he aquí el primer capítulo del Mito del Alcaesto. Los cambios son muchos y espero que les guste. Les recuerdo que las publicaciones serán dos veces al mes los días 5 y 20. En verdad tengo muchas cosas que decir xD agradecer a los lectores de siempre que de alguna forma me han motivado a seguir con esto, y bueno... mejor no los aburro mas ahahahahha y los dejo con Kentha y sus aventurillas :D 

 

Respuesta a los comentarios: 

Spoiler

 

Personajes:

Spoiler
 

 

I

 

El reto parecía imposible, la mayoría de los niños del orfanato estaban expectantes ante el enfrentamiento que el mismo Kentha había provocado. Pocas veces se veía a un paladín por esos lugares, aún menos se les veía en acción, por lo tanto presenciar un combate entre cuatro de ellos, era todo un espectáculo.

 

Un cuarteto de paladines de tierra estaba reunido en el centro del patio de recreo del recinto, donde el Sol pegaba tan fuerte que el sudor cubría el rostro de los adolescentes -—¡Ya verás maldito! Después de esta paliza, no podrás volver a ponerte de pie— dijo el más alto de ellos. Sucedía que Kentha en sus desesperados intentos por fastidiar a estos tres compañeros, les había robado el almuerzo.

 

—¡El pollo estaba exquisito! Pero necesitaba algo más de condimento —Aseguró burlescamente mientras se ordenaba su marrón cabellera.

 

Ante estas palabras la furia de los muchachos se hizo presente; poniéndose en guardia, enraizaron firmemente sus pies al suelo. Este era el estilo de pelea de la mayoría de los paladines de tierra; al menos los más inexperimentados como el caso de aquellos niños, cuya edad no superaba los quince años.

 

Con un fuerte pisotón, uno de ellos levantó un pequeño bloque rocoso y extendiendo su brazo derecho hacia adelante, lo envió a toda velocidad en contra de su osado rival.

 

Kentha por su lado al ver tal ofensiva, sólo se largó a reír y con un acto inesperado destruyó el ataque utilizando su frente. Una gota de sangre recorrió su rostro, pasando por entremedio de sus claros ojos cafés. Pero más que dolor, sentía una perturbante emoción, la cual lo animaba a seguir combatiendo.

 

Al ver aquella reacción, el trío de paladines quedó un tanto alarmado, por lo que comenzaron a acorralar a su víctima arrojándole varias piedras mediante su dominio sobre este elemento. Pero el pálido huérfano sabía defenderse; utilizando sus propias habilidades creaba firmes murallas de tierra que repelían los intentos de sus oponentes por acertarle, cuales escudos forjados por sus propias manos.

 

Observando la situación con detenimiento y esmero, el ladronzuelo preparó su ubicación exacta en el improvisado campo de batalla, el cual era una pequeña rotonda, sin embargo le era suficiente para moverse libremente. Esperando el momento oportuno, puso sus pies firmes y con sus rodillas muy flectadas extendió ambos brazos hacia los lados con las palmas de sus manos abiertas. Este tosco movimiento le permitió arrastrar rápidamente las paredes anteriormente forjadas hacia sus contrincantes, arrojándolos lejos, en contra de los niños que sólo estaban observando.

 

El más hábil de los niños se puso de pie enseguida, pero el audaz buscapleitos no le dio tiempo para reaccionar, embistiéndolo en el acto y enviándolo brutalmente en contra de sus compañeros.

 

Al ver aquel movimiento, los espectadores aplaudieron eufóricos. Nadie entendía como Kentha tenía tanta fuerza, siendo que ni siquiera era un muchacho de desarrollada musculatura. Pero había algo en él, un sentimiento inexplicable que hacía que sólo su determinación le fuese suficiente para vencer inclusive en las más difíciles batallas. Esto hacía que se ganara fácilmente la admiración de los demás, que lo veían como un ejemplo a seguir y por supuesto, también el efecto contrario, que otros chicos lo odiaran por completo.

 

Enseguida, un ruidoso y molesto timbre sonó en todo el orfanato, indicando el inicio del horario en el cual los chicos podían salir de aquel lugar; en otras palabras, era su tiempo libre.

Antes de que sus oponentes consiguieran ponerse de pie, el osado pícaro se marchó con una gran sonrisa, dirigiéndose a toda velocidad hacia un lugar que él muy bien conocía.

 

Corrió cerca de veinte minutos, en los cuales se tomó sólo un par de ellos para hacer una clandestina visita a la feria del pueblo y robar algunas frutas que guardó por debajo de su ropa.

Actos como esos no le importaban, no sentía culpa alguna. Para él la moral no podía definirse tan sólo viendo lo que hacían las demás personas, sino que dependía del motivo por el cual aquellos actos se realizaran. Por eso robaba a diario y más aún, la causa de tal acto vandálico lo mantenía vivo y animoso dentro de su rutinaria vida.

 

Al llegar hasta su lugar de destino, comenzó a mirar hacia todos lados. Se encontraba en un callejón infectado de basura, donde se podía contemplar sin debate alguno, los desastres que las personas le pueden hacer un lugar sólo por culpa de su descuido. Cada vez que entraba allí, sentía una energía extraña… algo que lo perturbaba, pero no sabía bien de qué se trataba, era como si le costase respirar.

 

—¡Viejo! —Exclamó a viva voz— ¡Viejo! ¿Dónde demonios te has metido? –Sentándose en el suelo, dejó caer las frutas que cargaba— Maldición… ¿Qué estará haciendo este sucio anciano?

 

Pero mientras se tomaba unos segundos para respirar, un pequeño indigente de piel arrugada y pelo blanco salió desde un remoto escondite, cual ratón escapaba de una trampa mortal.

Al verlo de improvisto, el muchacho pegó un grito aterrado, cayendo nuevamente al suelo —¡Maldito viejo! —Reclamó molesto.

 

—¿Qué me traes? —Preguntó el ridículo anciano— puedo ver algo de fruta por debajo de tus ropajes…

 

—Es lo único que preguntas… —una gran sonrisa cubrió el rostro del muchacho mientras tomaba las manzanas— ¡Qué más da! Ya sabes cómo es el trato ¿Qué historia me tendrás para hoy?

 

Kentha y el vagabundo tenían un acuerdo desde hace algunos años. El huérfano iría a verlo cada cierto tiempo, siempre y cuando le llevase algo de comer; a cambio, el anciano le relataría cuentos de héroes mitológicos que eran capaces de llevar las doce armaduras doradas forjadas por el dios Hefestos, los conocidos como Caballeros del Sol.

 

—Entonces, el paladín de tierra —narraba el delgado indigente— vistiendo la armadura dorada de Tauro ¡Levantó sus brazos! Al hacerlo, el suelo se desprendió en apenas un segundo, destruyendo por completo el ejército enemigo. Eran alrededor de trescientos soldados, pero sólo un hombre fue suficiente para vencerlos y ese era él. Parecía como si todo el planeta estuviese a sus pies; al entrar a las ciudades la gente le rendía culto, le ofrecían mujeres y comida por doquier. Nada para él estaba prohibido.

 

—¡Increíble! —Exclamó el joven, saltando y lanzando puños al aire— yo nací bajo la constelación de Tauro ¿¡Te imaginas lo que lograría con todo ese poder!? ¡El mundo estaría a mis pies! Al igual que aquel Caballero.

 

Apenas terminó de decir aquello, el indigente sonrió de forma extraña —todo ese poder que deseas, te será concedido— agregó de forma sospechosa. Sin embargo y ante la sorpresa del vagabundo, Kentha se puso a reír arrojándose al piso.

 

¡Vaya tontería! —Dijo riendo— si estas historias fuesen ciertas ¡Que distinto sería el mundo! La maldad no existiría. De todas formas, no sé por qué, pero cada vez que te escucho hablar de esto… mi corazón se acelera.

 

El joven sólo se reía, a pesar de que estos relatos lo entusiasmaban mucho, nunca creyó del todo que pudiesen ser ciertos.

Sin embargo, el tan sólo saber de ellos, le hacía escapar por algunos minutos, de su tan triste realidad.

 

—Una pregunta… —intervino el joven paladín— ¿Por qué se llamaban Caballeros del Sol?

 

—Bueno… del Sol, porque sus armaduras eran brillantes como el mismísimo Sol y poseían una energía similar a la de este. Y Caballeros debido a que… andaban a caballo —finalizó el vagabundo con una molesta risa.

 

—¿Sólo porque andaban a caballo? Inventa algo más interesante.

 

—¡Estas no son mentiras muchacho! Es cierto que eran jinetes ¿Pero es que acaso no piensas? En esos tiempos el tener un caballo era algo que sólo la clase más adinerada podía hacer. La gente que los veía entrando a la ciudad sobre esos animales, quedaba sorprendida por tanta magnificencia y elegancia.

 

A Kentha pareció no gustarle del todo aquella respuesta, aunque el imaginar doce guerreros con tales características lo mantenía siempre inspirado. Pasaron unos minutos más y se despidió del anciano, con un humor totalmente cambiado, regresaba feliz a su orfanato. Pero mientras se iba, aquel misterioso hombre permaneció mirándolo fijamente, con una tétrica sonrisa en su rostro.

 

—Quizás… ya es hora de que comiences a creer —se dijo a sí mismo.

 

Luego de aquella conversación, el adolescente volvería a su rutinaria y monótona vida. Ya que, a pesar de que gastaba la mayor parte de su tiempo haciendo bromas y jugarretas, siempre sentía que había un gran vacío en sus días, pero lamentablemente no tenía la voluntad para cambiar su realidad.

 

De regreso al orfanato, a medida que caminaba con un ligero andar, pensaba una y otra vez como sería si llevase una de las doce armaduras de las que tanto hablaba aquel indigente.

 

—Con todo ese poder… —pensaba emocionado— si yo fuera uno de esos Caballeros del Sol, podría hacer lo que se me antojara ¡No habrían reglas para mí!

 

Las reflexiones que circundaban en la mente del paladín de tierra, perturbaban sus pensamientos cotidianos, volviéndolo un hombre deseoso de poder y gloria. Debido a que, aunque no lo notara, la postura egoísta y utilitarista del vagabundo había causado una gran influencia en él.

 

Siendo ya de noche, mientras la luna llena brillaba iluminando todo el recinto, Kentha se paseaba por los viejos corredizos golpeando los ladrillos gastados de la pared, intentando desquitarse por el repentino insomnio que aquella noche lo invadía.

 

Muchas veces había hablado con el viejo, pero sentía que en esta oportunidad algo había sido diferente. Como muchas otras cosas, no podía explicarlo… era una especie de intuición de que algo sucedería, de que de alguna forma inesperada podría tener un contacto más cercano con la fantástica realidad de la cual le hablaba su harapiento contador de historias.

 

Miraba las estrellas y deseaba en lo más profundo de su corazón, escapar de la realidad que lo mantenía sometido. En ese momento descubrió que todas las cosas insensatas que hacía para molestar a los demás y llamar su atención provenían de la misma raíz, que era huir de aquello que no tenía la voluntad de superar… la carencia de sentido de su vida.

 

—¿Cómo puedo cambiar? —Se preguntaba angustiosamente— la vida fuera de este pequeño pueblo es distinta. Allá sobrevivir es una lucha diaria, no sabes si conservarás tu vida cuando acabe el día ¡Además! ¿Qué haría afuera? Aquí soy admirado por muchos, me atrevería a decir que soy el paladín más fuerte. Pero afuera… afuera no soy nadie.

 

Aunque sus palabras eran sinceras, sentía una gran culpa al saber que era una persona capaz de hacer muchas cosas, pero que por miedo, las dejaba de lado. Por el momento, lo único que lo mantenía vivo, eran los latidos de su corazón.

 

Con una tediosa inercia de espíritu, el joven miraba hacia el cielo, contemplando lo lento que parecía el movimiento de la luna.

Pero en ese instante algo inesperado sucedió, algo que marcaría sin duda alguna el inicio de su vida, o quizás… el comienzo del fin de esta.

 

Desde el gran portón del orfanato, que lo mantenía cerrado al esconderse el Sol, unos fuertes golpes interrumpieron la tranquilidad del ambiente.

 

—¡Abran de inmediato! ¡No esperen que echemos la puerta abajo! —Órdenes de una grave y desconocida voz hicieron que muchos de los huérfanos se levantaran y fueran corriendo a ver de quién se trataba.

 

Luego de unos segundos, el silencio se apoderó del lugar. Intrigado a la vez que asustado, Kentha se acercó lentamente para ver qué estaba sucediendo. Llegó hasta sólo unos centímetros de la gran entrada y ubicando su oreja junto a ella, intentó escuchar atento.

 

Pero a la brevedad, una gran cortina de fuego salió extendida por sobre el portón, haciendo que el muchacho cayera de golpe al suelo. Alejándose algunos metros, se puso de inmediato en guardia para enfrentar lo que fuese que estuviera al otro lado.

 

Sin otro aviso, el portillo fue derribado. A través de él pasaron cinco soldados de mediana estatura, luciendo brillantes blindajes completamente negros. —¿¡Las armaduras de Hefestos!?— Pensó el joven de inmediato sin poder asumir el extraño evento que estaba viviendo; pero aquella idea fue desechaba de su mente de inmediato, al observar que las vestiduras de aquellos invasores, eran confecciones comunes que cualquier humano podía forjar. Sin embargo, por muy humanas que pudieran ser, eran una protección adicional que les ayudaría en caso de que vinieran buscando combatir.

 

—¡Evacuen de inmediato! Todo este pueblo le pertenece ahora al señor Desmith —aclaró uno de los oscuros asaltantes, mientras los otros cuatro comenzaron a hacer destrozos en el orfanato, ante la vista aterrada de los niños que allí vivían.

 

Entre los huérfanos, había una considerable cantidad de paladines, sin embargo ninguno quiso luchar. El miedo que les causaba la llegada de estos invasores los comía por dentro, dejándolos paralizados y en la mayoría de los casos, sumergidos en un mar de lágrimas. Pero este no era el caso de Kentha, que a pesar de estar en una obvia desventaja, se dio la vuelta y miró con odio a los guerreros oscuros —ustedes… ¡No se saldrán con la suya!— Expresó con valor, a pesar de que su mentón temblaba.

 

Los soldados no le prestaron atención, por el contrario, se dispusieron a continuar caminando por el patio con intenciones de irrumpir en la gran casa. Agobiado en una desesperación frustrante, el valiente joven desprendió tres pequeñas rocas del suelo y las envió directo a la cabeza de un trío de luchadores.

 

Uno de ellos se volteó para mirarlo… aquel contacto visual hizo que el inexperto paladín sintiera un frio que recorrió su espalda como si estuviera previniendo que la muerte lo asechaba. A pesar de esto, mantuvo sus pies firmes en la tierra y se puso en su rígida posición de guardia.

 

—Olvidemos por un momento la misión —ordenó aquel guerrero— aquí hay un mocoso que quiere que le demostremos nuestro poder.

 

Los cinco soldados rodearon a su víctima lentamente; mientras todos quedaron expectantes, el adolescente mantuvo su atención en todo el campo de batalla.

 

Uno de ellos tomó la delantera, girando sobre su propio eje extendió ambos brazos creando una sutil pero rápida ráfaga ígnea. Kentha por su lado, dando un fuerte pisotón formó una dura muralla de tierra que repelió el ataque. Los invasores miraron alarmados, ya que pensaron que aquel intento sería suficiente; sintieron que habían subestimado al infantil luchador, esto sin duda encendió sus deseos por vencerlo.

 

Esta vez los cinco fueron juntos a la vez, al ver tal ofensiva, el muchacho con mucho esfuerzo levantó enormes bloques de piedra, enviándolos a toda velocidad en contra de sus enemigos. Logró derribar a dos de ellos, pero los demás consiguieron acercarse.

 

Uno puso su mano abierta en el abdomen del joven y desde allí hizo explotar una esfera ardiente. El segundo, viendo que su víctima no había caído, decidió desplazar rápidamente su brazo de izquierda a derecha lanzándole una gran llamarada que dejó a Kentha bastante herido y con poco equilibrio. Entonces el tercero dio un gran salto y con una patada en el aire, golpeó su rostro logrando derribarlo. El desesperanzado grito de los huérfanos se pudo escuchar. Al perder su compañero, sus posibilidades de sobrevivir eran cada vez menores.

 

Pero el controlador de tierra no cedería tan fácilmente, escupiendo algo de sangre, se puso de pie manteniendo su postura firme. No podía darle espacio a los diálogos, ya que los soldados caídos se habían reincorporado al combate.

 

—Este no es el momento de titubear —se dijo a sí mismo, intentando dominar el temblor descontrolado de sus piernas.

Entonces uno de los soldados negros dio un gran salto mientras extendía la palma de su mano derecha, del mismo modo atacaron los demás pero desde el suelo, logrando expulsar un ardiente torrente de fuego. Ante esta ofensiva, el muchacho debía bloquear tanto arriba como abajo, nunca había tenido una prueba tan difícil. Sin embargo, una idea pudo fluir en él, en tan sólo medio segundo.

 

Deslizando su pie de izquierda a derecha, forjó una pequeña trinchera para esconderse y repeler los ataques directos. Al hacerlo, una gran cantidad de material quedó suelto a las orillas de esta y usando la tierra que se desprendió en tal acto, se creó un pequeño escudo de piedra que acopló a su antebrazo.

 

Estando muy impresionados por la eficaz defensa del adolescente, insistieron con sus ataques ígneos probando desde distintos ángulos, pero el joven repetía una y otra vez lo mismo, demostrando una protección impenetrable.

 

Por lo tanto, optaron por acercarse más y destruir la defensa del inexperto paladín cuyo sudor cubría su rostro.

Entonces con una fuerza descomunal se lanzaron en su contra, pero el joven nacido y criado en ese lugar, seguro de que el sufrimiento por el que había pasado día tras día sería su forma de haberse hecho más fuerte; se quedó quieto en el lugar y en el momento en el que más cerca estaba de ser golpeado… ¡Extendió ambos brazos hacia el cielo! Esto provocó que la tierra que se había soltado en las distintas trincheras, se levantara junto a su movimiento, formando rígidas murallas contra las que se azotaron los oscuros invasores.

 

Al ver que iban cayendo, el muchacho cerró apretados sus ojos por el miedo y endureció su cuerpo al máximo junto a tensos movimientos, esto desplazó las murallas rocosas aplastando a dos de sus enemigos y acabando con ellos.

Pero la batalla aún no había terminado, los soldados sobrevivientes se levantaron rápidamente del suelo. Al ver los cuerpos inertes de sus compañeros comprendieron que fue un gran error haber subestimado a aquel huérfano.

 

—¡Mocoso de porquería! —Exclamó furioso uno de ellos— has ido demasiado lejos, esta vez no tendremos piedad.

 

Pero el joven paladín no le prestó mayor atención, el impacto que le causó acabar con la vida de dos personas, le hizo quedar de rodillas en el suelo. Además, estaba exhausto y sus dolencias lo tenían adormecido.

 

Entonces, sus tres enemigos lo rodearon y comenzaron a girar en torno a él. Tenían pensado aplicarle la sanción más deshonrosa con la que se ejecutaba a un paladín. Esta consistía en crear entre un grupo de controladores de fuego, un torbellino alrededor de un condenado. A medida que pasaran los minutos, este cilindro ígneo comenzaría a cerrarse de a poco, concluyendo en una muerte lenta y tortuosa para quien estuviese en su interior.

 

Estando sin energías para hacer consciente el momento por el cual estaba pasando, Kentha observaba a sus adversarios con una mirada triste pero profunda, como si estuviese aceptando su muerte. Entregado por completo a lo que el destino le había preparado, el paladín de tierra comenzó a sentir el calor que el círculo de fuego provocaba.

 

A medida que el ardor aumentaba y la cortina de fuego se cerraba, el joven intentaba enviarle la orden a su cuerpo para que se moviera, pero este permanecía estático. Ya no quedaba nada, ni siquiera la esperanza de poder seguir luchando. Sabía muy bien que su muerte causaría también la de sus compañeros en el orfanato, pero ni siquiera eso le dio la fuerza suficiente para seguir combatiendo.

 

Entonces tuvo un fugaz pensamiento que muchas otras veces había invadido su mente. ¡El Caballero del Sol de Tauro! Portando su brillante armadura mágica y haciendo una gloriosa entrada en alguna ciudad. Luego se miró a sí mismo y sintió vergüenza de ser tan débil. Con una sonrisa determinante, calmó su cuerpo y a pesar de la difícil situación que estaba pasando ¡Se puso de pie una vez más! Pero de pronto, algo extraño pareció asomarse desde el cielo, era como si las mismísimas estrellas estuviesen brillando más de lo normal.

 

—¿¡Qué es eso!? —Se preguntó mirando intrigado.

 

No se trataba precisamente de las estrellas. En cosa de segundos, una rápida lluvia de esferas de fuego cubrió por completo el campo de batalla, logrando derribar a los tres soldados que estaban a puertas de ejecutar a Kentha, desvaneciendo además, aquel tortuoso cilindro ígneo.

 

Desde la entrada del orfanato, un moreno joven de unos quince años, hizo una repentina y sublime aparición. Con su largo pelo al viento y con una mirada penetrante, avanzaba a través del portón principal, logrando hacer notar su presencia. Nadie sabía si se trataba de un aliado o de un enemigo, pero a pesar de ser un paladín de fuego, no estaba uniformado como los otros invasores, sólo llevaba puesto un pantalón suelto de color negro y una playera algo gastada de tonos rojizos.

 

Sin presentarse, tomó un sable doble que portaba en su espalda y lo separó mientras lo cubría por un pequeño halo de fuego. En el instante, se deslizó por el suelo pasando sólo a centímetros de Kentha, quien lo vio como si el tiempo hubiese pasado más lento de lo habitual.

 

—¿¡Quién eres!? —Preguntó uno de los soldados, algo inquieto.

 

Pero el joven no respondió, sólo atinó a arrojarle las dos partes de su sable en un mismo punto ubicado en el centro de su armadura, logrando destruirla por completo. Sin dejar que aquel soldado reaccionase, extendió sus puños de forma agresiva y lo bombardeó con cientos de proyectiles ígneos, los cuales explotaron en el pecho del guerrero, quitándole la vida en el acto.

 

Los dos invasores que aún estaban allí, miraron al recién llegado con odio y sorpresa a la vez. Intentando rodearlo, proyectaron desde la palma de sus manos enormes ráfagas de fuego, que el joven paladín apenas pudo esquivar girando unos metros hacia adelante.

 

Luego de eso se puso de pie y comenzó a repetir su hazaña, disparando continuas esferas ardientes que lograban acertar en el blanco, sin embargo no tenían mayor resultado. Al ver aquello, los luchadores negros se dispusieron a tomar las partes del sable que estaban en el piso, pero justo antes de agarrarlas, estas parecieron moverse a metros de distancia, como si tuviesen vida propia.

 

Aquella maniobra había sido gracias a Kentha, quien movió el suelo que estaba por debajo de tales armas, pudiendo atraparlas él mismo.

 

Sin mirarse si quiera, el paladín de tierra le envió a su nuevo compañero su sable de regreso. Este, volvió a encenderlo y sin previo aviso lo arrojó directo hacia el cuello de uno de sus rivales. La velocidad del ataque no era nada especial, por lo que con una peyorativa sonrisa, el soldado intentó hacerse a un lado, pero no pudo, ya que sus pies estaban enterrados en la tierra. Ante la vista horrorizada de los huérfanos presentes, el asaltante fue decapitado.

 

Sólo uno restaba, sin embargo, su vista llena de ira de hace unos momentos, se había tornado en la patética mirada de una presa sabiendo que le esperaba la muerte. Lanzando un torrente de fuego hacia todos lados, logró desviar la atención mientras escapaba.

 

El Sol estaba recién asomándose por detrás de la montaña, cuando sus frágiles rayos iluminaron el rostro de Kentha, quien recuperando la noción del momento, desvió su atención hacia los niños del orfanato.

En vez de estar felices por su victoria, parecían estar aterrados viendo los cadáveres de los armados invasores negros. Algunos ya miraban al victorioso paladín con recelo e inclusive con odio.

 

¿Cómo podía suceder algo así? Se supone que gracias al valor de aquel joven, todos allí estaban con vida, sin embargo, el hecho de que haya asesinado para conseguir tal tesoro, era reprobado por la mayoría.

Entonces, el moreno domador de fuego se acercó hacia su nuevo compañero —¿Te encuentras bien?— Le preguntó amablemente, mientras recogía su sable.

 

—No lo sé… todos aquí me miran como si fuera un asesino.

 

—Eso no es cierto… tú eres un Señor del Alcaesto —afirmó seriamente, intentando abrir sus ojos rasgados.

 

—¿Qué es eso? 

 

—¡Vamos! No tenemos tiempo que perder —ordenó caminando hacia la salida.

 

—¿A dónde? —Preguntó el huérfano aún con su mirada perdida.

 

—Hacia el escondite de Desmith, el líder de los guerreros negros.

 

Kentha no entendió muy bien a que se refería aquel joven, pero ya no había marcha atrás. Debía salir cuanto antes de aquel orfanato y al menos despejar su mente por un instante, por lo que lo siguió hacia las afueras, dejando atrás las miradas críticas de sus compañeros y los cadáveres de aquellos que habían osado irrumpir en medio de la noche. 


Editado por Abyssal Shinigami, 06 julio 2015 - 13:42 .

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                                 FanFiction: El Mito del ALCAESTO                                                                                2hs45cj.jpg35mnl0i.png

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Publicado 06 junio 2015 - 12:26

al parecer los paladínes son algo comun dentro del universo de tu fic.

 

ya que nadie se asomobro cuando un muchacho empezo a pelear usando un elemento

 

 

-no entendi ¿porque sus compañeros se enojaron con Kentha,?si el los habia salvado

 

 

PD:la identidad del anciano vagabundo sigue siendo un misterio XDDDD


Editado por T-800, 27 junio 2015 - 20:09 .

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Publicado 27 junio 2015 - 20:09

Esperando el proximo capitulo


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Publicado 05 julio 2015 - 21:41

Teniendo en cuenta que hoy es 5 esperaba un nueva actualizacion de tu fic

 

 

PD:Te sugiero que cambies el color de letra de los capitulos anteriores para

que se pueda apreciar mejor


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Publicado 06 julio 2015 - 13:37

Un gran saludo a todos! Con un elegante día de retraso llego a publicar el segundo capítulo del Mito del Alcaesto, más abajo en la sección de personajes, aparecerán actualizados los integrantes de este nuevo capítulo con una breve reseña, les recomiendo verla antes de leer el capítulo aunque podría tener algunos spoilers, y cliquear en la imágen para agrandarla! Nos vemos el 20 para el tercer capítulo donde se vienen muchos cambios. 

 

Respuesta a los comentarios: 

Spoiler

 

Personajes:

 

Spoiler

 

II

 

—Mi nombre es Dante —agregó el enigmático paladín de fuego, mientras marchaban a paso rápido.

 

—Yo soy Kentha. Y tú… ¿Quién demonios eres?

 

—Soy la reencarnación del legendario Señor del Alcaesto, quien usó el fuego para salvar a la humanidad hace miles de años atrás.

 

—Ya… —Kentha simplemente pensó que estaba loco, aun así le dio la oportunidad de seguir hablando— y estas aquí debido a que…

 

—Te contaré como sucedió todo.

 

Con una mirada un tanto burlesca, se dispuso a escuchar a su acompañante mientras caminaban.

 

*  *  *

 

En el lugar donde vivía, el poder político recaía sobre sólo una persona; este era conocido como Shogun. Para que este fuese merecedor de tal cargo, debía probar su valía en distintos tipos de pruebas de todo ámbito, inclusive poniendo en riesgo su propia vida.

 

El gobernante que regía actualmente aquel reinado, era el padre de Dante. Un hombre admirado por todos, un ejemplo a seguir tanto por su brutalidad en combate como por su cortesía fuera del campo de batalla. Se trataba de un paladín de viento, cuyo poder se veía resaltado cuando utilizaba sus sables dobles, acto que su hijo siempre intentaba imitar.

 

Además de ser un virtuoso irreprochable, era también un muy buen lector. Gozaba de una de las bibliotecas más abundantes del mundo, a la cual también tenía acceso su primogénito. Sólo una pequeña sección dentro de esta vasta colección estaba prohibida; un pequeño salón al cual sólo él podía entrar.

 

Estaba en lo más profundo de un misterioso subterráneo. Allí, los centinelas reales hacían elaboradas guardias de custodia. Tanto misterio perturbaba las ideas de Dante, quien aun teniendo gran parte del conocimiento del mundo, no estaba satisfecho, ya que lo que más deseaba era penetrar en aquel lugar velado. Por lo que día tras día se las ingeniaba para escabullirse de los soldados y conseguir acceder hasta el pequeño portón que llevaba a la habitación secreta.

 

Había tan sólo un centenar de ejemplares; algunos hablaban de la reencarnación, otros de los diferentes tipos de mundo, e inclusive acerca de los dioses del Olimpo. Sin embargo hubo uno que le llamó mucho más la atención. Su cubierta era completamente dorada y los diseños sobresalían de la media, se titulaba: El Mito del Alcaesto.

 

Estaba escrito en un idioma desconocido, más que letras, eran sólo símbolos extraños. Lo que cautivaba al moreno guerrero, era la gran cantidad de dibujos que allí estaban estampados.

 

Cada vez que llegaba a la biblioteca prohibida, se sentaba en un cómodo sillón al más fiel estilo oriental, y veía un par de dibujos intentando memorizarlos. La mayoría era de paladines, atacando a la gente y haciendo cosas que no entendía muy bien.

Hasta que un día, vio un diseño en especial que ocupaba dos páginas del libro. En este salían cuatro hombres de oro luchando contra un demonio gigante con alas de murciélago y dos cabezas de ogro. Arriba de estos sujetos, la silueta de una mujer con un Sol en su pecho.

 

—Esos son los Señores del Alcaesto… —resonó detrás de él. Se trataba de su padre, quien lo había descubierto en el acto.

 

—Padre… ¡No es lo que tú piensas! —Fue tanto su nerviosismo, que las lágrimas cubrieron su rostro inmediatamente. No entendía si es que estaba haciendo algo malo, pero el simple hecho de hacerlo a escondidas de quien admiraba por completo, lo ponía en una situación muy compleja.

 

—¿Sabes cuál es el mayor problema? —Preguntó el Shogun dándole la espalda— Todos me ven como su guía… como un hombre perfecto y en verdad eso no está del todo mal. —Para seguir, le quitó el libro a su hijo y lo devolvió a su posición establecida—. El dilema es que esperan lo mismo de mi casa, lo mismo de mi familia, lo mismo de mi descendiente.

 

—¡Ya sé a dónde vas! No me digas eso… es como si te hubiera defraudado.

 

—No te sientas triste. Sucede que el mundo está cada vez peor, la gente está corrupta, las guerras ya no tienen sentido… ya es hora de que todo esto vuelva a comenzar, que las civilizaciones renazcan de sus cenizas. La maldad debe ser extirpada de una vez por todas y la única manera, es llevarse consigo todas las formas de este mundo viejo.

 

—No entiendo tus palabras ¿A qué te refieres?

 

—Ese libro que estás leyendo, narra las historias de cuatro poderosos paladines, que usaron la fuerza de Atenea para destruir el mal sobre la Tierra y hacer que la paz reinara nuevamente. ¿Te imaginas cómo sería tener a una diosa a tu servicio? Yo ya estoy viejo, no tengo aspiraciones de llegar a la grandeza de aquellos nobles guerreros, pero en una de mis fantasías, al ver lo virtuoso que eras, pensé que tú podías ser uno de ellos ¡Un Señor del Alcaesto! —Entonces, se tomó una pausa y comenzó a marcharse— Pero viendo tu actitud, el desafiar las leyes que tu propio padre ha decretado… veo que sólo eres un soldado común y corriente. 

 

Días enteros de golpiza y castigos no hubieran causado tanto dolor en él como aquellas palabras. Siempre se consideró un prodigio, un adolescente avanzado en todo tipo de ámbitos. Sin embargo, ahora quedaba reducido a un sirviente raso como los muchos que había en su dinastía. Luego de aquellas palabras, el Shogun se retiró de la biblioteca dejando a su primogénito sentado, sumido en su vergüenza y en su desesperación.

 

Al día siguiente el muchacho tuvo una idea muy osada. Decidió escapar de sus aposentos y buscar él mismo a los otros tres Señores del Alcaesto, con la idea de volver algún día y presentárselos a su padre.

 

 

*  *  *

 

 

—Vaya… —Agregó Kentha con un suspiro— ¡Sí que eres un idiota! ¿Qué te hace pensar que realmente eres tú uno de esos paladines legendarios? Y peor aún… ¿¡Por qué piensas que yo soy uno de ellos!?

 

—He viajado por bastantes pueblos. Esta es la primera vez que me encuentro en una situación como esta donde debo salvarle la vida a alguien. Creo que las circunstancias, los hechos… el universo se ha moldeado de forma mágica para que podamos conocernos. Así es como trabajan los dioses.  

 

–¡Ya! Tus días de lectura te han afectado más de la cuenta. Te has convertido en un charlatán sin frenos. Dejemos esas historias raras tuyas para después y concentrémonos en nuestra misión, vencer a ese tal Desmith.

 

 –Sí, el líder de los guerreros negros —Asintió, perdiendo su mirada en el horizonte.

 

Recorrieron gran parte del pueblo buscando por todos lados. Debido a esto, Dante comprobó lo gris que era el ambiente, desolado por la pobreza que se podía deducir por lo destruidas que estaban las simples construcciones y por lo tristes que parecían las personas que veían a lo lejos. Al contemplar otro tipo de realidad, alejado de la elegancia a la que estaba acostumbrado, las palabras de su padre se le vinieron a la cabeza; aquellas que resaltaban el hecho de dejar atrás las cosas del mundo viejo. —¡Quizás! El haber abandonado mis lujos sea el confirmador definitivo de que soy un Señor del Alcaesto— pensó con una sonrisa.

 

Indagaron en todos los rincones, pero no hallaron pista alguna del paradero de aquel sujeto. Incluso fueron donde el vagabundo narrador de historias, pero para la gran sorpresa de Kentha, no se encontraba en el lugar de siempre. Además de asombro, el no ver al anciano después de la invasión de su orfanato, le produjo un muy mal presentimiento.

 

—Sólo nos queda un punto en todo el mapa donde no hemos buscado —aseguró el manipulador de tierra.

 

—¿Dónde? —Preguntó su compañero con un instantáneo entusiasmo.

 

—En las afueras del pueblo, hay una pequeña cueva. No se me ocurre por qué ese tal Desmith pueda estar allí. Quizás, es un escondite perfecto.

 

Entonces guio a su compañero por el rectilíneo camino de tierra, forjado con el mismo andar de la gente. Hasta que se asomaron a la entrada de la caverna. Grandes rocas de similar tamaño estaban en las afueras, formando un elegante pasillo; sin que se pudiera saber con exactitud si aquello había sido obra solamente de la naturaleza. Para la fortuna de los dos jóvenes, una dupla de soldados negros estaba custodiando el estrecho acceso. 

 

—¡Creo que hemos dado en el blanco! —Aseguró Kentha con una gran sonrisa.

 

Mientras pensaban en como lo harían para derribar a los vigías o en el mejor de los casos, entrar sin ser vistos; un misterioso adolescente de contextura delgada, ojos verdes y cabello corto, apareció desde el frente, montando un hermoso equino marrón. 

 

—¿¡Quién eres mocoso!? —Preguntó irritado uno de los guardias.

 

El osado muchacho miró muy seriamente a ambos guardias e inflando el pecho y forzando una voz más grave de lo habitual, se presentó: —Mi nombre es Caspian —dijo con un ligero tartamudeo— y tengo la orden de acabar con ustedes.

 

Al parecer estaba solo y pretendía luchar en contra de los dos guardianes sin llevar puesto nada más que unas botas negras, un pantalón blanco y una ligera playera verde. Uno de los invasores se puso a reír, pero el otro no estaba a gusto con la provocativa de este joven de no más de quince años.

Mostrando un gran nerviosismo, sacudió su apretada vestimenta y se puso en una exagerada postura de guardia, mirando fijamente a sus enemigos, intentando intimidarlos.

 

El más molesto de los centinelas se arrojó primero. Intentó golpearlo con una lanza que tenía en sus manos, pero la agilidad del muchacho era algo excepcional y pudo esquivar aquellos ataques sin mayor esfuerzo, salvo por un par de veces que el arma rozó su negro cabello ondulado.

 

Girando sobre su propio eje, Caspian levantó sus piernas formando un ligero tornado que impulsó a su oponente contra la pared.

 

—¿¡Lo has visto Kentha!? —Dijo Dante asombrado— ¡Es el Señor del Alcaesto de aire!

 

—No sé si eres más ridículo tú, o ese de allá que hace posturas extrañas.

 

Al levantarse, el soldado extendió su brazo derecho arrojando una prominente ráfaga ígnea hacia su adversario. Pero nuevamente fue un intento inútil.

Moviéndose rápidamente, el paladín de viento se lanzó en contra de su otro enemigo y gracias a su control aéreo lo embistió con una firme patada en el rostro.

 

Parecía que el combate estaba completamente a su favor, sin embargo sucedió algo que no esperaba. El primer guerrero al que había atacado, se puso de pie y comenzó a hacer posturas de manos que el joven no había visto antes.

Aquel luchador oscuro, era seguramente uno de los más destacados dentro del grupo que había irrumpido en el pueblo. Luego de unos segundos, unas sonoras ondas eléctricas cubrieron sus brazos.

 

Al verlas, Caspian pegó un gran salto de al menos cuatro metros, pero su oponente pudo localizarlo y extendiendo su brazo derecho hacia adelante, lo impactó con un rápido rayo eléctrico que provocó un desgarrador grito de dolor en su víctima.

 

—¿Qué fue eso? —Preguntó Kentha desde su escondite.

 

—Ese guerrero ha usado el rayo —Respondió Dante con una mirada preocupada.

 

—Nunca lo había visto. Pensé que sólo eran cuatro los elementos.

 

—Y así es. Tierra, aire, agua y fuego, son los cuatro componentes básicos de la materia; pero de ellos deriva una infinidad de otras formas de energía. El rayo por ejemplo, es una manifestación del fuego.

 

Caspian había caído, los centinelas parecían estar dispuestos a acabar con él. Pero Dante al verlo en ese estado, no pudo quedarse de brazos cruzados y sin pensarlo dos veces se manifestó ante ellos.

 

—¡Déjenlo en paz! —Exclamó desafiante.

 

—Otro escuincle quiere sufrir el destino de su amigo —Asumió riendo uno de los soldados.

 

Entre los dos rodearon al moreno luchador, lanzándole rápidas ráfagas de fuego, que pudo esquivar girando hacia adelante. Luego, se puso en guardia para ejecutar uno de sus explosivos movimientos, pero repentinamente una cortina aérea lo arrojó hacia el suelo, arrastrándolo algunos metros.

 

Era Caspian, quien se había reincorporado al combate —no sé quién seas ¡Pero no te metas en esto! Es mi batalla— dijo con su rostro serio.

 

—Pero si hace un rato estabas perdiendo… —aseguró muy asombrado, el muchacho de pelo largo.

 

—Sólo estaba calentando —agregó con una sonrisa fingida— ahora ¡Hazte a un lado!

 

Pero Dante no le prestó mayor atención, su objetivo era vencer a estos soldados blindados para poder llegar hasta Desmith, quien se suponía que era su líder. Por lo tanto, tomó su sable doble y separándolo, se dispuso a combatir.

 

Sin embargo, el manipulador de viento volvió a atacarlo, arrojando muy lejos su tan preciada arma, haciendo que se perdiera de vista —¡Un verdadero guerrero usa sólo sus habilidades para luchar!— Exclamó, como si estuviera enfadado al ver las intenciones del paladín de fuego. 

 

Este último percibió en sí una rabia que hace mucho que no lo invadía; pero lamentablemente no podía manifestarla, ya que estaban de frente ante el enemigo. Desde un comienzo podían deducir que no sería nada sencillo, sin embargo sentían un ardiente deseo en su interior que los impulsaba para seguir adelante y vencer sin importar cuanto costase.

 

Pero apenas comenzaron a moverse, un nuevo guerrero se asomó al campo de batalla. Desde la lejanía se veía sobre su caballo lentamente, la puesta de Sol hacía brillar su tez morena y el viento le daba una magnificencia sin igual a su larga capa roja, meneándola con gran elegancia.

Al ver a este nuevo luchador de más de cuarenta años, Caspian se inclinó en el suelo con una forzada postura de reverencia.

 

—¡Mi señor! —Exclamó— ¿Por qué ha llegado hasta este lugar? Podría ser peligroso… yo me encargo.

 

—Ya te tardaste mucho, no cumpliste con tu deber —respondió el hombre de cabeza rapada— veamos de que están hechos estos soldaditos.

 

Los centinelas se pusieron muy molestos al ver la actitud arrogante del recién llegado. No obstante, su enemigo sólo sonrió arreglando su impecable uniforme negro. Y una vez que vio que iba a ser atacado, con un impresionante movimiento de brazos, giró en el suelo lanzando cuatro torbellinos aéreos que fueron directo donde los asaltantes oscuros, logrando azotarlos contra la pared de la cueva.

 

Poniendo ambas manos en su espalda, pegó un falso quejido, con intenciones de hacer lucir su victoria ante los jóvenes que contemplaron su técnica —¡Pensé que ya no estaba para estas cosas!— Dijo con una gran sonrisa.  

 

El combate había acabado prematuramente, el impacto había sido tan fuerte que las víctimas del viento quedaron inconscientes en el acto.

Dante quedó completamente asombrado con tal muestra de poder. Nunca antes había visto una destreza similar —¿Quiénes son ustedes?— Preguntó anonadado.

 

—Mi nombre es Louis —respondió el victorioso combatiente— ¿Y tú? ¿Qué haces solo por estos lugares?

 

—En verdad… vine con un amigo —. Apuntó hacia detrás de las grandes rocas, sin embargo, Kentha ya no estaba ahí.

 

—¡Otro muchacho! —Se dijo el uniformado a sí mismo— ¡Esperen aquí! Sólo tardaré unos minutos.

 

Sin avisarle a su compañero, el paladín de tierra había aprovechado la distracción para adentrarse en la mazmorra. A medida que avanzaba, el escenario se hacía más oscuro. Pisaba todo con mucho cuidado, de alguna forma sabía que el peligro estaba cerca, tal presentimiento hacia que su corazón latiese cada vez más fuerte y sus piernas llegasen a temblar.

 

Pero no se detuvo, y luego de unos minutos, siguió un camino más estrecho aún, el cual lo llevó hasta una cámara de gran tamaño, que a pesar de la lobreguez que la cubría, podía apreciarse en ella hermosos colores provenientes de las piedras que allí residían.

 

Este lugar es precioso… —Agregó observando todo— jamás pensé que algo así pudiese existir en el pueblo. Sin embargo, no veo al tal Desmith por los alrededores.

 

Todo parecía tranquilo, no había señales de destrozos ni de la presencia de más enemigos. No obstante, la intriga hacía que Kentha no pudiese estar tranquilo. Llegando hasta lo más hondo de la gran mina, pudo ver una luz de muchos colores que estaba parpadeando. Su brillo, aunque extraño, era muy hermoso. Debido a esto, el curioso ladronzuelo desvió su rumbo hasta ella, pero de un momento a otro ¡Un gran destello lo dejó cegado!

 

Al saber que estaba en un posible peligro, se precipitó a ponerse en una rígida postura de guardia. Apenas recuperó la vista, pudo descubrir lo que allí sucedía. Junto a los rayos multicolores, estaba un misterioso joven realizando extraños movimientos que hacían reaccionar la amatista del lugar.

 

Sin embargo, lo que causó mayor impacto ante los ojos del huérfano, fue la armadura negra que portaba este sujeto de blancos cabellos. No era como la que vestían los invasores que había enfrentado hace un rato. Esta era mucho más grande, cubriendo casi todas las partes de su cuerpo. Tenía detalles de color blanco en ella y dos grandes cuernos salían por detrás de sus hombros, marcando el inicio de su elegante capa blanca.

 

—¿Eres tú el líder de los soldados negros? —Preguntó Kentha algo atemorizado. Pero no fue escuchado —¡Responde! ¿Tú has causado todo lo que sucedió en mi orfanato?— Insistió esta vez con un tono de voz más desafiante.

 

El enigmático guerrero volteó lentamente su mirada —¿Quién se atreve dirigirse de esa forma a Desmith de Aries, encarnación del trueno?

 

—¿¡De Aries!? —Se preguntó muy sorprendido el muchacho. Un temor sin igual recorrió su mente al pensar de que esta vez, efectivamente estaba en frente a uno de los portadores de aquellas sagradas armaduras forjadas por Hefestos. Todo indicaba que aquella idea era correcta, sin contar el hecho de que esta era negra y no dorada como la de los relatos del vagabundo.

 

—¡Te he hecho una pregunta! —Reiteró Desmith provocando un eco estruendoso en el lugar.

 

—¡Mi nombre es Kentha! —Exclamó, demostrando que el miedo ya había hecho de él su presa— he visto el sufrimiento que tus subordinados le han causado a la gente inocente del pueblo ¡No permitiré que sigas con eso!

 

Con una increíble determinación nacida en ese mismo momento, el novato paladín se dispuso a atacar. Levantó al menos tres peñascos y los lanzó contra su enemigo. Sin embargo, este último se mantuvo de pie sin intenciones de esquivar aquella ofensiva. Al sufrir el impacto, se pudo escuchar como la tierra crujió debido al choque con su magnífico blindaje, mientras permanecía con su rostro serio.

 

—¿¡Cómo es posible!? —Se preguntó el huérfano muy impresionado— No has sufrido ningún daño...

 

—No debiste haber venido mocoso insensato —Agregó el misterioso luchador, decepcionado por la fuerza de su rival.

 

—¡Silencio! —Exclamó el joven abriendo sus ojos más de lo normal, sintiéndose menospreciado a la vez que se preparaba para atacar nuevamente.

 

Esta vez se dispuso a elevar sus brazos para levantar la tierra que estaba frente a él formando una gran roca y se la arrojó con toda su fuerza. Pero el líder de los asaltantes se limitó a sonreír y cuando la gran masa estaba a punto de golpearlo, sólo utilizando sus puños ¡La partió en decenas de pedazos! El muchacho abrumado al ver que sus habilidades no estaban funcionando, repitió su último movimiento una y otra vez de forma descontrolada, siempre obteniendo el mismo resultado.

 

Desmith luego de haber destruido al menos diez de sus ataques, comenzó a fastidiarse. Entonces, el desesperado muchacho preparó nuevamente otro peñasco, estando muy agotado y sin darse cuenta de lo torpe e inútil que estaba siendo. Pero en ese mismísimo instante su oponente ejecutó su movimiento. Desde sus dedos, índice y medio salieron disparados muy velozmente dos poderosos rayos eléctricos, atravesando fácilmente todo lo que se interpusiese en su trayectoria.

 

El inexperto paladín logró mover su cabeza unos centímetros, gracias a eso no recibió el impacto de lleno, pero le alcanzó a rozar un ojo, el cual quedó muy lastimado por los altos voltajes.

 

—¡Mi ojo! No es posible —reclamó Kentha sollozando y gritando lastimeramente. Al parecer era primera vez que recibía un golpe tan fuerte, por lo que quizás exageró en sus quejidos.

 

—¿No decías que venías a vencerme? —Agregó Desmith muy peyorativamente— si eso es verdad entonces ¡Deja de quejarte cobarde!

 

Ya aburrido de la presencia de su débil adversario, el poderoso guerrero lo atacó definitivamente con la misma técnica. Esta vez los rayos dieron de frente en el pecho del adolescente enviándolo lejos contra los límites de la cueva, cayendo al piso devastado.

 

—Fue una muerte absurda… patético niño.

 

Olvidándose al instante de su presencia, se dio vuelta para continuar trabajando. Pero algo inesperado sucedió ¡Kentha se levantó nuevamente!

Al borde de la inconsciencia, el agonizante luchador se levantó con mucho esfuerzo. El humo que salía desde su cuerpo debido a las quemaduras era cada vez más abundante y en el ojo que tenía descubierto se podía ver su gran sufrimiento.

 

—Quema mucho… idiota, —decía muy pausadamente— jamás me daré por vencido. Mi nombre es Kentha… —pero no pudo continuar. Algunas lágrimas se deslizaron por sus mejillas demostrando lo incapacitado que estaba para seguir hablando. Al parecer había perdido el conocimiento, sin embargo su espíritu ardiente deseaba seguir el combate y su cuerpo se mantenía de pie.

 

—Increíble… a pesar de recibir mi ataque, has sobrevivido. Pero no tan sólo eso, sino que además te mantienes de pie aún después de perder. Eso es algo realmente admirable, sin embargo me has hecho perder mucho tiempo aquí ¡Muere con honor!

 

El soldado de majestuosa armadura se estaba comenzando a preparar para efectuar su última técnica, buscando acabar de una vez con la vida de su osado rival. Pero de un momento a otro ¡Un gran torbellino lo atacó! Cual fuese un taladro lo impactó de frente,  aturdiéndolo momentáneamente y dejándolo tendido en el suelo.

 

El ejecutor de este ataque era Louis, el moreno luchador que había vencido a los dos centinelas. —¡No es posible! —Exclamó muy asombrado— esta armadura… ¿Acaso él ha vuelto?

 

En ese mismo instante vio a Kentha estando inconsciente pero de pie— este joven… no puedo dejarlo aquí tirado, debo rescatarlo cuanto antes. La amatista tendrá que esperar  —Y al ver que Desmith comenzaba a moverse, cargó al muchacho en sus hombros y huyó corriendo hacia la salida de la mina.

 

En las afueras, Caspian y Dante esperaban ansiosos —¿Ya ha obtenido lo que necesitaba? —Preguntó el paladín de viento.

 

—¡Larguémonos de aquí! —Decretó su líder— no hay tiempo que perder.

 

Sin embargo, mientras se subía a su caballo dejó ver el cuerpo que cargaba. Su subordinado al verlo, intervino de inmediato —¿Quién es él? Señor… no podemos exponernos a llevar a alguien en…—Estaba diciendo pero fue interrumpido de golpe.

 

—¡Silencio! —Reclamó muy autoritariamente— ¡Quién da las órdenes soy yo!

 

Al ver su reacción el joven pidió disculpas sintiéndose muy frustrado en su interior. Mientras tanto Dante, al ver una señal amable de Louis, se subió junto a su odiado compañero a su caballo.

 

Ambos intentaron que sus equinos cabalgaran lo más rápido posible, alejándose en pocos minutos del pueblo. Pero la curiosidad no pudo ser contenida por la mente del joven de ojos verdes.

 

—¿Qué sucedió con él? —Preguntó— ¿Qué le produjo tales heridas?

 

—Luchó contra un soldado negro —Respondió el salvador de Kentha muy seriamente, como si estuviera pensando profundamente en lo sucedido.

 

—Vaya pérdida de tiempo rescatarlo entonces, yo he vencido a cinco de esos guerreros oscuros desde que comenzamos nuestras expediciones— Dijo riendo.

 

Entonces Dante, quien muy incómodamente estaba sujeto a Caspian, miró fijamente el rostro humeante de su inconsciente amigo —¿Hacia dónde vamos? ¿Qué harán con nosotros?

 

El moreno domador de viento sonrió por un momento —Veremos de que están hechos ¡Los llevaremos a Campo Ónfalos!


Editado por Vulcanus no Kentha, 29 agosto 2015 - 21:03 .

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                                 FanFiction: El Mito del ALCAESTO                                                                                2hs45cj.jpg35mnl0i.png

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Publicado 08 julio 2015 - 16:45

—Soy la reencarnación del legendario Señor del Alcaesto, quien usó el fuego para salvar a la humanidad hace miles de años atrás.

 
—Ya… —Kentha simplemente pensó que estaba loco,
 
 
-NO ES EL UNICO QUE LO PIENSA  XD
 
 
-MUY INTERESANTE LA HISTORIA SOBRE EL LIBRO DEL CUAL
HACE REFERENCIA AL MITO DEL ALCAESTO
 
-LASTIMA QUE NO PODIA LEERLO XDDDD
 
 
 
—He viajado por bastantes pueblos. Esta es la primera vez que me encuentro en una situación como esta donde debo salvarle la vida a alguien. Creo que las circunstancias, los hechos… el universo se ha moldeado de forma mágica para que podamos conocernos. Así es como trabajan los dioses.  
 
 
-NO SE PORQUE PERO EMPIEZO A RECORDAR A DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA
 
 
 
 
Mostrando un gran nerviosismo, sacudió su apretada vestimenta y se puso en una exagerada postura de guardia, mirando fijamente a sus enemigos, intentando intimidarlos
 
—¿¡Lo has visto Kentha!? —Dijo Dante asombrado— ¡Es el Señor del Alcaesto de aire!
 
—No sé si eres más ridículo tú, o ese de allá que hace posturas extrañas.
 
 
JAJAJA ESE TIGRE FANATICO DIGO CASPIAN
 
 
 
 
POBRE Kentha LE TOCO UN RIVAL MUY DIFICIL PARA EL
,SE VE QUE ES DEL SIGNO DE TAURO AUN EN LA DERROTA SIGUE DE PIE
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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#15 Vulcanus no Kentha

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Publicado 21 julio 2015 - 12:25

Es un placer saludar a los lectores de este humilde fic :D Aquí les traigo el tercer capítulo, donde ya empezamos a entrar de lleno en la trama principal a la vez que añadimos nuevos personajes. Recuerden cliquear en la imagen de la ficha de los personajes para poder verlos más detalladamente. Nos vemos el 5 de Agosto ¡Un abrazo fraternal a todos! 

 

Respuesta a los comentarios: 

Spoiler

 

Personajes:

Spoiler

 

III

 

—¿Dónde estoy? —Se preguntaba Kentha, como si estuviese soñando— ¿Qué ha sucedido?

 

Con su cuerpo lleno de vendas, el paladín de tierra estaba recostado sobre una camilla, dentro de una carpa vieja y gastada. Sin entender algo en lo absoluto, miró hacia todos lados, pero su vista estaba tan nublada que se cansaba muy rápidamente.

 

—¿Ya has despertado holgazán? —Se escuchó desde algún lugar.

 

—¿Quién está ahí? —Preguntó el herido, sin recuperar del todo la consciencia.

 

Hasta él llegó Dante, su nuevo compañero de lucha. —¡Menos mal que has sobrevivido! —Exclamó con una sonrisa— pensé que hasta aquí había llegado tu corta vida.

 

—¿Dante? ¿Eres tú? ¿Qué está pasando?

 

—Según lo que nos contó Louis en el camino, un soldado negro te dio una paliza.

 

En ese momento el corazón del joven se estremeció recordando su recién pasada batalla. La manera en cómo fue vencido tan fácilmente y todo lo relacionado con la invasión a su orfanato; esto provocó que se alterara muchísimo y comenzara a mirar hacia todos lados poniéndose muy nervioso.

 

—¡Desmith está allá afuera! —Dijo sin control— esta batalla aún no ha terminado, debo vencerlo cuanto antes.

 

Pero con un buen golpe en el pecho, el moreno guerrero envió de vuelta a su amigo a la camilla —descansa un poco más, tienes suerte de no haber muerto— le ordenó poniéndose más serio.

 

Pero Kentha le prestó muy poca atención, su mente estaba ocupada en frustrarse debido al encuentro que había tenido anteriormente. Con mucho sufrimiento recordaba cada movimiento de su enemigo a la vez que empuñaba su mano y golpeaba el piso… al parecer era primera vez que perdía un combate.

 

Luego de un par de minutos entró a la carpa otro joven, de cabello corto y negro, tez blanca y ojos verdes; se trataba de Caspian, el muchacho que se había enfrentado a los centinelas en las afueras de la mina del pueblo.

 

—Ya se ha despertado la princesa durmiente —comentó sonriendo el recién llegado.

 

—Y tú eres… —agregó a modo de pregunta, sin estar seguro de la identidad de su receptor.

 

—Mi nombre es Caspian, gusto en conocerte novato. No sé si Dante ya te lo había mencionado pero nos encontramos en Campo Ónfalos, un territorio donde entrenamos duro día a día para hacernos más fuertes y valerosos. Supe algo de lo que pasó contigo, creo que te hicieron papilla, por suerte sobreviviste —su exagerada sonrisa demostraba lo mucho que quería agradar— al menos debes estar tranquilo, con gusto puedo enseñarte todo lo que sé con respecto al combate.

 

Al escuchar esto el herido paladín lo miró y sonrió de inmediato —no necesito que me dé instrucciones un niño que aún no le crece pelo en su barbilla, así que guárdate tus consejos. Además… ¿Cómo llegué hasta aquí? —Se preguntó a sí mismo— ¡Ya lo sé! Entonces no estaba soñando… recuerdo como en ocasiones recuperaba la consciencia y sentía como un viejo me cargaba —en ese momento soltó grandes carcajadas— ¡Qué desagradable que era! Era terriblemente feo y estaba muy maloliente.

 

Al escuchar estas palabras Caspian utilizó sus brazos para dar un gran giro en el aire ¡Dándole a Kentha una feroz patada en el rostro! Enviando a volar lejos el parche que tenía en el ojo.

 

—Si vuelves a referirte así a nuestro señor… ¡Te mato! —Haciendo un enorme esfuerzo para contener su ira, se dio vuelta y se retiró de la carpa.

 

—Que gran velocidad… —dijo el huérfano anonadado por el imprevisto golpe que había recibido.

 

Muchas formas de reaccionar pasaron por la mente del joven herido, pero en ese instante un evento inesperado interrumpió sus pensamientos; fuertes trompetas se hicieron oír haciendo que del susto, se cayera de la camilla —¿¡Qué fue eso!?— Preguntó muy alarmado.

 

—No lo sé —Respondió Dante sin intenciones de moverse.

 

—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

 

—Al menos tres meses —Aseguró el paladín de fuego con su rostro muy serio.

 

—¿¡Tres meses!? ¡Imposible!

 

—¡Es mentira hombre! Desde que llegamos, no más de dos horas. Te alientas muy rápido.

 

—Y cuando esté recuperado por completo, me levantaré y te golpearé por esto —concluyó el vendado muchacho con una sonrisa.

 

Entonces Dante ayudando a su compañero a levantarse, lo apoyó en su hombro y juntos salieron. Una vez fuera, contemplaron la magnitud del lugar. En el sector en el que se ubicaban habían decenas de carpas sucias y gastadas, ordenadas a modo de fila, seguramente eran para el hospedaje de los nuevos como ellos, porque algunos metros más allá habían otras pero con una sólida estructura.

 

Además, pudieron ver que a lo lejos, el camino se dividía en cinco recorridos distintos; cuatro de ellos parecían llegar a terrenos especializados para entrenar y el del medio y más extenso, sucumbía en una gran escalera la cual llevaba a una gran y magnifica casa blanca. Parecía como si Campo Ónfalos hubiese estado construido ahí hace siglos, debido a que, sin mencionar los improvisados refugios, todo estaba perfectamente edificado. Caminaron algunos pasos y se unieron a un numeroso grupo de jóvenes; eran al menos trescientos guerreros.

 

—¿Quién es toda esta gente? —Se preguntó Kentha muy impresionado.

 

Una vez que ya todos estaban juntos, diez guerreros salieron desde las carpas especiales. Usaban el mismo uniforme que su líder; botas y chaqueta negra, pantalón blanco y una capa roja que les daba un esplendor magnífico. Sobre aquel manto, estaba estampado un misterioso rayo negro con tres círculos pequeños en su extremo inferior.

 

Sobre la superficie del suelo, en una especie de escenario, Louis se puso delante de todos preparándose para dar sus instrucciones.

 

—¡Grandes sueños poseemos! —Recitó el moreno luchador— Ares, el dios de la guerra, nos ha encomendado una misión sin igual. ¿Por qué repito esto? Porque ayer hemos reclutado dos nuevos soldados; dos nuevos paladines que combatirán junto a nosotros en esta larga encomienda.

 

—¡Que molesto discurso! —Interrumpió silenciosamente Kentha— habla de nosotros como si estuviésemos obligados a luchar para él… ¡Creo que ya sé a dónde va todo esto!

 

—Al parecer dice tener algún vínculo con Ares —comentó Dante— no sé el motivo, pero ese líder… no me da buenos presentimientos.

 

—Después de todo lo que hemos conversado, ya no creo en tus presentimientos, intuiciones, pensamientos o lo que sea que salga de ti —agregó riendo. 

 

El ruido que hacían con su conversación molestó a los demás guerreros que estaban junto a ellos en la fila, quienes no podían escuchar las instrucciones, haciéndolos callar.

 

—En sólo dos meses —continuó Louis— tendremos un nuevo examen, para probar la valía de nuestros soldados rasos y poder ver quienes poseen las capacidades y el corazón necesario para ser los nuevos guerreros de la elite del dios de la guerra.

 

Con mucho detenimiento, el vendado adolescente observó a los jóvenes que estaban en la primera fila —¿Se habrá referido a ellos?— Pensó un tanto intrigado. Algunos tan sólo con mirarlos se podía deducir que eran soldados sobresalientes, además, el uniforme negro con rojo les daba una elegancia inspiradora.

 

Pasaron los minutos y se entendió muy claramente el motivo de aquella reunión. Era algo bastante simple, se trataba de una junta organizativa para darles a todos los miembros de Campo Ónfalos una tarea específica que debían cumplir dentro del día. Sin embargo, el único que quedó sin algún cargo fue Kentha. En ese momento Louis se acercó al nuevo integrante de la resistencia.

 

—Necesito que me acompañes —declaró, sin dar detalles.

 

Pero antes de que el muchacho siguiera a su salvador, Dante lo detuvo. —Debo pedirte un favor —agregó de forma sospechosa— yo no suelo equivocarme; todo esto de Campo Ónfalos me parece un poco sospechoso… sea lo que sea que te pregunten, di que no sabes nada.

Esto sorprendió enormemente al joven, quien quedó muy intrigado, a pesar de eso no le preguntó nada y siguió al uniformado líder sin protestar. Al verlo desde la espalda pudo notar el peculiar rayo negro con tres pequeños círculos en su punta.

 

Ambos caminaron algunos minutos y entraron a una de las carpas que al parecer estaba destinada para las reuniones con él. Con un gesto amable invitó a Kentha a sentarse.

 

—¿Cuál es tu nombre joven guerrero? —Le preguntó sin presentaciones.

 

—Mi nombre es Kentha —Respondió algo nervioso, debido a que por alguna extraña razón el ambiente se sentía algo tenso.

 

—Muy bien Kentha, el motivo de esta reunión es que como de costumbre, me acomoda conversar con los nuevos para saber si es que desean quedarse en este refugio y a la vez entrenar para convertirse en hombres más fuertes y así combatir a los soldados negros —su rostro no dejaba ver sus emociones— aquí muchos han tenido la experiencia de enfrentarse a ellos, al igual que tú. Han visto a la gente que aman morir frente a sus ojos… pero jamás pierden la esperanza.

 

—¿Perder a la gente que aman? —Pensó el paladín de tierra. 

 

Al notar la conducta reflexiva de su receptor, continuó hablando —al parecer ya han comenzado a movilizarse, invadiendo distintos pero pequeños lugares del planeta. Mi intención es que te unas a nosotros como parte de la resistencia para acabar con todos y cada uno de ellos.

 

La semilla de la duda ya estaba inserta en el muchacho, con su mirada fija sospechaba de quien tenía al frente. Ya lo había visto derribar a Desmith con sus propias manos, de ser así ¿Por qué no simplemente ir y vencerlo? ¿Para qué reunir a un ejército de jóvenes? Además, no le interesaba nada que tuviese que ver con entrenamientos de soldado ni con unirse al grupo con el que estaba hace un momento. No obstante, mientras pensaba en cuál sería su decisión, los recuerdos de las historias del vagabundo vinieron a su mente.

 

Poderosos guerreros con habilidades más allá de lo común, cuando entraban a las ciudades todos los miraban con respeto y admiración —¿Serían aquellos paladines de la primera fila como los Caballeros del Sol? —Se preguntó con algo de entusiasmo. Él no lo sabía, pero algo era seguro; los jóvenes que tenían el rayo negro en su espalda… eran más fuertes que él.

 

—No lo dudaré ni un instante ¡Me uniré a Campo Ónfalos! —Respondió con una increíble determinación.

 

—¡Muy bien! —Asintió Louis rascando su rapada cabeza— Desde hoy mismo comenzaremos con tu entrenamiento, pero antes de eso necesito preguntarte algo.

 

Ante aquellas palabras recordó el favor que Dante le había pedido, forjándolo en una postura silenciosa —dígame que necesita saber— agregó intentando avanzar la conversación.

 

—El invasor con el que te enfrentaste, Desmith de Aries ¿Qué sabes de él?

 

—Nada, ni de él ni de los guerreros que atacaron mi pueblo.

 

—¿Qué hay de los paladines que has podido ver aquí? —Insistió— aquellos que usan un uniforme igual al mío ¿Sabías algo con respecto a ellos?

 

Pero el joven no quiso contarle nada con respecto a las historias que le narraba el vagabundo y continuó con su negativa. Ambos hablaron algunos minutos más, hasta que el dirigente dio su orden como despedida —entonces levántate y ve de inmediato a entrenar ¡Al campo de tierra! — Exclamó con una gran sonrisa.

 

Al salir de la carpa, Kentha pudo ver como el Sol estaba en el punto más alto del cielo, haciendo que su sombra se hiciera lo más pequeña posible. Secando el sudor que cubría su frente, caminó en línea recta dirigiéndose hacia un terreno aledaño, el cual por su gran ornamentaria expresaba con fina elegancia que se trataba del sector designado para los entrenamientos de los paladines de tierra.

 

Comenzó a caminar, pero con un sabor amargo en la boca, era como si hubiera deducido que algo ocultaba Louis —¿Por qué Dante me habrá pedido callar?— Se preguntaba una y otra vez. Todo había sucedido muy rápido y aun no tenía tiempo de asimilar lo que había ocurrido.

 

Hace sólo unas horas, estaba en la comodidad del orfanato, haciéndole bromas a sus compañeros mientras se sumergía en una agobiante rutina. Sin embargo, ahora se encontraba en medio de un campo de entrenamiento donde cientos de jóvenes tan o más fuertes que él se pulían para vencer a este repentino ejército de soldados negros que aparecieron de la nada —¿De dónde vienen? ¿Quién es realmente ese tal Desmith, su líder?— Pensaba muy intrigado, pero tenía claro que aquello era sólo por una simple y pasajera curiosidad, ya que en el fondo nada de eso le interesaba mayormente. 

 

Luego de unos minutos llegó hasta el extenso terreno, todo estaba muy adornado con detalles que demostraban la firmeza del elemento tierra. Grandes pilares en las esquinas y enormes rocas eran parte del ambiente.

 

Al entrar vio con facilidad a un gran puñado de jóvenes que hacían distintas pruebas tanto físicas como motrices, guiados por un uniformado de esos que llevaban el rayo negro. Era de mediana estatura, tez blanca y una reducida y oscura melena rubia. Este muchacho, al ver a Kentha se acercó a él con una sonrisa y se presentó.

 

—Mi nombre es Geo y durante hoy seré tu jefe dentro de este entrenamiento.

 

—Antes de comenzar… —intervino el novato— ¿Por qué ustedes llevan puestos esos uniformes?

 

—¿Es que Louis no te explicó nada?

 

—Bueno, nuestra reunión fue algo… breve.

 

—Nosotros somos la elite de Ares. De todos los luchadores que están reunidos en este campo, sólo los más aptos tienen el honor de usar este uniforme y poder llevar con nosotros el divino rayo negro en nuestras espaldas.

 

—Ustedes acaso… —Agregó Kentha con una mirada sospechosa— ¿Alguna vez han tenido contacto directo con Ares?

 

—¡No! Eso ni pensarlo, el único que puede hacer tal ceremonia es Louis. Él es quien nos transmite el mensaje del dios de la guerra.

 

—A mi parecer eso es bastante estúpido —Concluyó el inexperto paladín sintiéndose algo decepcionado.

 

—¡Mocoso sin respeto! Veamos si tus habilidades son tan buenas como tu lengua.

 

—Dentro del orfanato del que vengo siempre fui por lejos el mejor ¡Enfréntame si quieres! Así nos dejamos de tanta palabrería.

 

A pesar de los enormes deseos que Geo tenía por patearle el trasero, tenía órdenes estrictas de no dañar por su propia cuenta a los recién ingresados. Después de todo, no era mucho lo que se les podía exigir, no al menos hasta que tuviesen una base más o menos concreta de conocimiento con respecto a lo que era en verdad Campo Ónfalos.

 

En ese momento, Geo llamó a cinco paladines más. Les hizo sólo un gesto y entendieron muy bien la orden. Ubicándose en posiciones geométricas, levantaron entre todos una enorme muralla de tierra de cuatro metros de altura.

 

—Estos cinco aspirantes a la elite de Ares —enunció el guerrero a cargo— moverán con todas sus fuerzas este bloque hacia adelante. Tú misión es ponerte junto a él e impedir que lo desplacen.

 

Sin protestar, Kentha siguió las instrucciones y tomó firmemente aquella estructura con ambas manos. Entonces comenzaron a contar lentamente desde cinco hacia atrás. Cuando todos llegaron al número cero, empezaron a empujar violentamente su magnífica creación.

 

El osado novato sintió la presión de la fuerza de manera instantánea; pudo aguantar sólo un par de segundos hasta que fue arrastrado varios metros hacia el suelo.

 

—¡Una vez más! Ese intento era de prueba… —Exigió el joven, a pesar de haber fracasado completamente.

 

Entonces el muchacho que estaba ejerciendo temporalmente las labores de líder, tomó su pelo haciendo un gesto de burla y les indicó a los demás que repitiesen la prueba.

 

Aún con su cuerpo vendado, el joven se puso en posición nuevamente y se dispuso mentalmente a lograr el objetivo de la prueba. Comenzaron el conteo decreciente hasta que llegaron a cero y empujaron. Esta vez Kentha hizo su mayor esfuerzo pero duró inclusive menos que la vez anterior.

 

—¡Es imposible! —Reclamó frustrado.

 

Pero lo que no imaginaba es que Geo arrastraría su orgullo por el suelo llamando a cinco guerreros más. Estando los diez juntos crearon una muralla de al menos siete metros de altura, sólo que esta vez fue él mismo quien se dispuso a desarrollar tan difícil labor.

 

Con una gran sonrisa en su rostro, fue capaz de detener con sólo una mano, aquella imponente estructura de piedra.

 

—Cuando puedas hacer algo como esto –le dijo de forma sarcástica— ahí recién piensa en retar a un combate a quien está al mando. 

 

La rabia invadió el cuerpo del derrotado aspirante a soldado, pero no era por la forma molesta de ser que tenía su dirigente, sino por lo débil que se sentía al compararse con él.

 

—No te enojes pequeño toro… —Dijo Geo sonriendo– hasta ahora nadie ha llegado con habilidades muy destacadas.

 

—¿Pequeño toro? ¿Cómo sabes que nací bajo la constelación de Tauro?

 

—¿No te has dado cuenta? Todos aquí poseemos un astral bañado por una personalidad de tierra; aquellas personas están regidas por una de las tres constelaciones solares: Tauro, Virgo o Capricornio. A ti por ejemplo se te nota a leguas… ¿Acaso Louis te preguntó acerca de tu elemento para enviarte a este campo?

 

—¡Es cierto! Ni siquiera se lo comenté… ¿Y qué es eso de astral?

 

—Aquí en Campo Ónfalos tendrás tus clases también, si esto no es sólo fuerza bruta. Pero para hacerte un adelanto, tu astral es el conjunto de todas tus emociones, desde la más burda hasta la más compleja. Mantener un astral firme en el campo de batalla es primordial, en el caso contrario te dará miedo o te pondrás nervioso… bueno, con el tiempo irás descubriendo mejor de que se trata todo esto.

 

Hace mucho tiempo que Kentha no aprendía algo nuevo y de tal relevancia, esto hizo que sus anteriores frustraciones se vieran un poco más opacadas. Estaba dispuesto a continuar el entrenamiento y hacer lo posible por detener aquel bloque gigante, sin embargo, unas ruidosas trompetas sonaron por todo el lugar.

 

—¡Han vuelto! —Exclamó Geo entusiasta.

 

—¿Quiénes? ¿Qué cosa? —Se preguntó Kentha. Pero no fue atendido; tan pronto como dejó de oírse, todos fueron corriendo a la entrada del recinto.

 

—¡Davis debe traer botines de su expedición! —Dijo uno de los jóvenes.

 

—¡Esta vez le pediré a Vaneris su autógrafo! —Añadió otro.

 

—¡El trío invencible! ¿¡Qué clase de historias traerán consigo!? —Comentó un siguiente.

 

De camino a la entrada, los reclutas de los cuatro elementos se reunieron en las afueras del gran terreno. Allí estaba Dante; con una perturbante sonrisa, tratando de meterse entremedio de la gente.

 

—¡Dante! ¡Dante! —Exclamó Kentha— ¿Podrías decirme que está pasando aquí?

 

—¡Tú nunca sabes nada! —Respondió su compañero.

 

—¡Esta vez te daré la razón! Sólo dime que es todo esto…

 

—Según me han dicho los otros guerreros, hace más o menos una semana salieron de expedición algunos de los integrantes de la elite de Ares, al parecer han regresado.

 

—¡No son sólo algunos de ellos! —Se escuchó cerca de ambos paladines. Se trataba de Caspian, quien arreglando su negra cabellera apareció junto a los recién ingresados. —Los que fueron de expedición esta vez, fueron los mejores dentro de los mejores.

 

—¿A dónde fueron? —Interrogó el moreno manipulador del fuego.

 

—A un bosque cercano a este lugar —Aseguró el joven de ojos verdes— se esparcieron algunos rumores de que algún tipo de… monstruo había sido visto por allí. Por eso se eligió a los mejores luchadores entre nosotros y fueron a ver que estaba sucediendo ¡Cómo me hubiera gustado estar entre ellos!

 

—¿Monstruo? —Se preguntó Kentha a sí mismo.

 

En ese instante apareció Louis, con una gran sonrisa, esperando para ver a sus discípulos. Al igual que todos, la expectación por ver con que historias llegaban le hacía temblar el cuerpo.

 

Sin embargo, a medida que aumentaba el sonido del galope de los caballos por la cercanía, algo extraño podía presentirse en el ambiente. Mirando hacia la lejanía, sólo tres guerreros sobre sus equinos podían apreciarse.

 

—¿Sólo tres?— Se preguntó el líder de la resistencia— De seguro… los demás vienen en camino.

 

Ya estaban ante la vista de todos; el primero en la fila era Davis, el hermano de Louis, un paladín de fuego cuya apariencia era muy diferente a la de su pariente, este era más alto, de piel blanca y una rubia cabellera que adornaba con una cinta roja. Lo que más causó asombro entre todos era que él siempre regresaba a Campo Ónfalos a veces en dos caballos, debido a los grandes botines de guerra que acostumbraba a obtener. A pesar de aquello, esta vez volvía con las manos vacías.

 

En el segundo puesto se encontraba Orses, de gran musculatura, tez morena y cabello castaño. Él era el líder del sector de tierra que Geo estaba reemplazando, sólo con verlo se podía deducir que su fuerza era enorme. Sin embargo su rostro estaba cabizbajo y parecía estar tratando de ocultar su mirada.

 

Más atrás estaba Vaneris, la hermana de Orses. Esta última de rasgos similares a los de su hermano, venía llorando desconsolada. La rudeza que la caracterizaba se había esfumado por algún motivo desconocido por todos. Sólo había una certeza… algo andaba mal. 


Editado por Vulcanus no Kentha, 05 septiembre 2015 - 19:32 .

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Publicado 22 julio 2015 - 22:25

-Jajaja Kentha  apenas despierta y ya empieza a luchar contra Caspian

son como el duo de protas que no se lleva bien

 

 

—¡Grandes sueños poseemos! —Recitó el moreno luchador— Ares, el dios de la guerra, nos ha encomendado una misión sin igual. ¿Por qué repito 

 

esto? Porque ayer hemos reclutado dos nuevos soldados; dos nuevos paladines que combatirán junto a nosotros en esta larga encomienda.

 

 

-Al parecer en esta nueva version  pondras  a Ares en lugar de athena como la divinidad protectora de los guerreros.

 

 

Hace sólo unas horas, estaba en la comodidad del orfanato, haciéndole bromas a sus compañeros mientras se sumergía en una agobiante rutina. Sin embargo, ahora se encontraba en medio de un campo de entrenamiento donde cientos de jóvenes tan o más fuertes que él se pulían para vencer a este repentino ejército de soldados negros que aparecieron de la nada

 

-El prota de tu fic practicamente se sumergio en la aventura casi de improviso

 

 

Pero lo que no imaginaba es que Geo arrastraría su orgullo por el suelo llamando a cinco guerreros más. Estando los diez juntos crearon una muralla de al menos siete metros de altura, sólo que esta vez fue él mismo quien se dispuso a desarrollar tan difícil labor.

 

-Kenta se mete en mas problemas que los demas aspirantes por ser bocon  XDDD

 

—Aquí en Campo Ónfalos tendrás tus clases también, si esto no es sólo fuerza bruta. Pero para hacerte un adelanto, tu astral es el conjunto de todas tus emociones, desde la más burda hasta la más compleja. Mantener un astral firme en el campo de batalla es primordial, en el caso contrario te dará miedo o te pondrás nervioso… bueno, con el tiempo irás descubriendo mejor de que se trata todo esto.

 

-este.............hablo del cosmos cierto?

 

 

-me pregunto que le habra sucedido al trio invencible,se  ve que has decidido agregarles mas

hechos a la nueva version de tu fic

 

 

 

 

 

 


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Publicado 24 julio 2015 - 16:12

...

Kentha y Caspian tienen una relación bastante especial xD sin duda será algo muy conflictivo pero que sin embargo, los ayudará a ambos a crecer como caballeros y como personas. 

Ares tendrá un rol protagonista en esta obra, al igual que en las versiones anteriores. Sin embargo, aun queda mucho por saber. El tema de los dioses es algo un tanto innovar dentro del mito del alcaesto, quizas mi nuevo nick te de alguna pista :O ! Algo que sin duda te puedo decir es que Atenea no quedará fuera de esta historia.

Exactamente, Kentha no tenía ni la más mínima intención de vivir todo lo que está viviendo, es como si la vida lo hubiese obligado xD a experimentar estas aventuras. Esto está sujeto a cambios, como en toda historia aahhaahhahaha

Lo de ser bocón, a kentha nadie se lo quita ahahahahah es un idiota al igual que Caspian xD solo que el protagonista muchas veces dice cosas ciertas que los demás no quieren escuchar... y que en el fondo, no es necesario decirlas xD 

El astral es lo que Geo dice: Las emociones, nada más que eso. Será un término que se usará durante todo el fic, seguramente cuando te acostumbres ya no te sonará tan raro xD es algo muy distinto al cosmos que es la fuerza del universo que está dentro de ti.

 

Quedando un poco más de una semana para el siguiente capítulo, les dejo aquí un pequeño párrafo sobre los nuevos personajes que aparecieron durante la última entrega ¡Espero que les guste! 

 

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Geo:

-Edad: 20 Años.

-Signo: Virgo

-Elemento: Tierra.

Segundo al mando dentro de los paladines de tierra en Campo Ónfalos. Con una personalidad engreída y un tanto infantil, será el encargado de enseñarle a Kentha los movimientos básicos que debe saber todo manipulador de tierra.  

 

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Davis:

-Edad: 28 Años.

-Signo: Aries  

-Elemento: Fuego.

Hermano de Louis. Un confiado guerrero que es popular por volver de sus expediciones con enormes botines de guerra. Muy osado con las mujeres y de carácter firme. Es el dirigente de los terrenos de fuego y siempre está dispuesto a ayudar en lo que sea necesario.

 

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Orses:

-Edad: 26 Años.

-Signo: Virgo  

-Elemento: Tierra.

Hermano mayor del trío invencible. Se dice que es el guerrero más fuerte de Campo Ónfalos. Líder de los guerreros del elemento de tierra, posee un carácter serio y muchas veces irascible. Los desafortunados hechos por los que tendrá que pasar, le harán tomar un rol protector dentro de la resistencia.

 

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Vaneris:

-Edad: 20 Años.

-Signo: Escorpio  

-Elemento: Agua.

Segunda dentro del trío invencible. Una mujer que se conoce por su personalidad fuerte y esquiva. Haría lo que fuese por proteger a sus hermanos y por demostrar que es poderosa y capaz de cuidarse a ella misma. Los eventos a los que se enfrentará la forjarán a tomar las más difíciles decisiones de su vida. 


Editado por Vulcanus no Kentha, 24 julio 2015 - 16:13 .

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Publicado 28 julio 2015 - 16:35

 

 

Quedando un poco más de una semana para el siguiente capítulo, les dejo aquí un pequeño párrafo sobre los nuevos personajes que aparecieron durante la última entrega ¡Espero que les guste! 

 

 

 

buena idea que pusieras información sobre los personajes de tu fic


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#19 ALFREDO

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Publicado 03 agosto 2015 - 20:49

Que tal Abysal, no se porqué pero creo q el primer nombre es algo q nose olvida, asi q espero q no te moleste q te siga llamando asi XD

 

Aprovechando q tenia un rato libre en la noche, me puso a  leer tu primer capitulo antes de irme a dormir, debo decir q vuestro capitulo esta muy bien estructurado, me sorprendio bastante la diferencia del nuevo estilo de tu narracion, no vi errores. Muy entendible en cuanto a la gramatica.

 

Ahora en cuanto a la trama, senti algunas similitudes con el comienzo del fic anterior, aunque es natural no me molesta ver q ocurran los sucesos del inicio q ya lei en tu fic anterior como el ataque al orfanato, lo bueno es q le cambias como suceden las cosas y eso lo hace mas entretenido.

 

Otra cosa q encontre un gran punto a tu favor es q aqui nos mencionas solo a Kenta, el vagabundo y el misteriorso salvador como personajes de entrada, muy bien. Pues en tu fic anterior metias bastantes personajes de sopeton y eso lo hacia algo confuso. 

 

Con las inquietudes me dejo la duda lo siguiente q no puedo dejar de relacionar con tu fic. Pues lo encuentro bastante parecido a la serie avatar, de nikelodeon XDD. No se si la conoces... Pero es muy buena historia.

 

-Kenta domina el elemento tierra desde q nacio?... Pues no recuerdo q hayas mencioando como se convirtio en paladin de ese elemento.

-Me llama la atencion saber por qué le das el gentilicio de controlador tierra para distinguir a los guerreros, no seria mejor maestro, aunque quizas no lo haces por plagio a avatar XD?

-No veo necesidad de reemplazar las palabras de saint seiya si estas posteando en un foro de la franquicia, podrias seguir usando las palabras de santo o cosmos.  Pues si no es fic de SS, creo q debiera ir al templo de escritor donde estan los fic de otros temas diferentes a la franquicia. Por eso creo q no deberias complicarte tanto.

-Lo q me parecio raro es q no das referencia al cosmo si no a los elementos, esperaba una explicacion del reemplazo o si esta implicitamente existente en tu historia el cosmos.

 

Bueno es todo, nos vemos...


Editado por ALFREDO, 03 agosto 2015 - 20:57 .

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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


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Publicado 05 agosto 2015 - 15:36

¡Buenas tardes a todos! Siento que han pasado sólo un par de semanas desde que empecé a publicar este fic xD y en verdad no ha sido así, sin embargo ya los hechos dentro de Campo Ónfalos avanzan enormemente y me da la sensación que estamos más cerca del final del primer arco que del inicio, aunque quizas no sea asi hahhahahaha doy nuevamente gracias a los lectores, a los comentarios y a un dibujito que me llegó hace poco ^-^ el cual subiré la próxima semana :D No los aburro mas con esto xD y los dejo con el capítulo :D 

 

Respuesta a los comentarios:

Spoiler

 

Personajes:

Spoiler

 

IV

 

Una improvisada reunión fue necesaria, en la que Louis podría entrevistarse con los tres guerreros que acababan de llegar a Campo Ónfalos. En la carpa en la que había estado con Kentha hace unas horas, ubicó una mesa rectangular y le ordenó a sus discípulos que se sentaran del otro lado de esta.

A pesar de haber pasado varios minutos, Vaneris no cesaba de llorar sin poder emitir palabra alguna. Aquello era una pésima señal, debido a que Francis, su hermano menor y tercer miembro del trío invencible, no había vuelto de la expedición.

 

—Les pido que me dejen a solas con Vaneris —decretó el moreno líder.

 

—No sé si sea una buena idea —objetó Orses.

 

—¡Es una orden! —Exclamó un tanto alterado.

 

Al ver tal reacción, Davis y el hermano mayor de Vaneris, decidieron salir de la carpa un momento.

 

—Dime… —comenzó el dirigente de forma directa— ¿Qué sucedió allá afuera?

 

Pero la muchacha tomó su marrón cabellera y sumida en un mar de lágrimas, pegó un desgarrador grito al recordar lo que había acontecido.

 

—Está bien, puedes retirarte… le pediré a Orses que —estaba diciendo pero su receptora lo interrumpió.

 

—¡No! Yo puedo hacerlo, no me trate como una mujer débil.

 

—Muy bien entonces te escucho.

 

Armándose de valor, la joven uniformada comenzó a relatarle a su mando como fue que de un grupo de diez soldados solo tres pudieron regresar…

 

*  *  *

 

Ya se habían expandido los rumores de que una extraña bestia de ojos rojos y gran tamaño, se devoraba a los aldeanos que vivían en las cercanías de un pequeño bosque. Por lo tanto, no fue mucho el tiempo que tuvo que pasar para que los guerreros de la resistencia pudiesen enterarse de aquello que mantenía a la gente aterrada.

 

Al principio muchos se lo tomaron inclusive con humor. No creían que algo así fuese posible. Sin embargo, los casos de gente desaparecida y de cadáveres mutilados a las afueras de este bosque, eran cada vez más recurrentes.

 

Louis no permitiría que sus discípulos perdieran su tiempo comprobando historias de fantasía y mucho menos, que en caso de ser ciertas, pusieran en riesgo sus vidas. Pero después de extensas discusiones, resolvió que Orses, conocido como el paladín más fuerte de Campo Ónfalos, fuera de expedición junto a los nueve mejores integrantes de la elite de Ares.

 

Como en Campo Ónfalos los entrenamientos se dividían por elemento, los líderes de cada uno de estos compartían muy pocas veces dentro del día a día. Debido a esto, Louis vio en esta exploración la posibilidad de que afianzaran más sus lazos y pasaran una instancia de colaboración juntos.

 

Por lo tanto, apenas salió el Sol al otro día, la decena de luchadores se alistó y partieron a este reducido complejo llamado el bosque de las cenizas. Los primeros en la fila eran sin duda alguna el trío invencible, de mayor a menor: Orses, Vaneris y Francis; los tres hermanos que juntos jamás habían caído en combate.

 

Orses con un estilo de pelea muy ligero, a pesar de su gran musculatura, siempre iba al frente con decisión y la mayor de las disciplinas. No hablaba mucho, para él las mejores palabras se resumían en acciones.

 

Siempre a su lado estaba Vaneris, una joven paladín de agua que siempre buscaba plasmar un estilo diferente a los demás en cuanto a su elemento. Era conocida por su mal carácter y la forma en que se distanciaba de los demás. Siempre mandaba a los que tenía a cargo con la mayor de las exigencias. Era la líder indiscutida del grupo de agua.

 

Por último, el pequeño Francis. Era el que más rabias le hacía pasar a Louis, con su carácter irrespetuoso y travieso. Su personalidad no se parecía en nada a la de su hermano mayor. Sin embargo, era muy respetado por todos porque a pesar de no superar los quince años, su poder era realmente increíble, quedándose en los primeros puestos dentro de Campo Ónfalos; después de Davis, quien tenía más de diez años que él.

 

Anduvieron en sus caballos los diez juntos, por lo menos durante tres horas, hasta que llegaron al oscuro recinto. Todo dentro de él se percibía extraño; los árboles parecían estar sin vida y los pequeños animales que allí habitaban reaccionaban de forma asustadiza o violenta.

 

La oscuridad que dominaba a este bosque, obligaba a los miembros de la elite de Ares a llevar antorchas para poder seguir con su camino. A pesar de esto, sólo podían ver un par de metros hacia el frente. La luna llena parecía estar escondiendo su brillo, detrás de unas nubes grises que hacían difusa la vista.

 

—Ten cuidado hermana, siento algo inusual en el ambiente —advirtió Orses.

 

—¡No necesito tus advertencias! —Aseguró la audaz guerrera— Sé muy bien cómo defenderme sola.

 

De pronto un fuerte ruido los hizo a todos ponerse en guardia. Francis, con la imprudencia que lo caracterizaba, se bajó de su caballo y lanzó cinco esferas ígneas de forma aleatoria.

 

—¡Basta! —Exclamó Davis— estamos en un lugar muy peligroso, ni siquiera sabemos si hay gente viviendo aquí ¡No puedes hacer algo como eso!

 

—Tú a mí no me dices que hacer —reclamó el joven— ¿Acaso crees que estás al mando por ser hermano de Louis?

 

—¡No es eso mocoso! Sé muy bien que Orses está de líder, pero… —dándose la vuelta miró hacia otro lado— ¡Da lo mismo! Haz lo que quieras.

 

En ese instante, un terrible aullido resonó en los árboles. Se apreciaba en aquel grito animalesco, una sensación extraña, como si estuviera expresando ira pero al mismo tiempo un profundo dolor.

 

Orses se adelantó a todos y comenzó a indagar en lo más profundo del recinto. En un tétrico escenario, sombras pasaban de un lugar a otro como si estuviesen tendiéndole una trampa al robusto guerrero, quien se mantenía imperturbable y con su rostro serio.

 

A los pocos minutos los demás se unieron a él —la orden será mantenerse detrás de mí— enunció manteniendo su postura hidalga.

 

Pero los aullidos se hicieron cada vez más recurrentes, esto sumado a la mirada irascible de los pequeños animales que se asomaban de vez en cuando. De pronto, mirando hacia el fondo del terreno, unos brillantes y tenebrosos ojos rojos se manifestaron ante todos. El terror cubrió sus cuerpos, jamás se les había hablado acerca de algo relacionado con monstruos o criaturas fuera de lo normal.

 

Se bajaron de sus caballos, por las indicaciones del mayor del trío invencible. A pesar de haber sido siempre un hombre muy valiente y poderoso, esta vez sus piernas también estaban temblando, ya que por primera vez se enfrentaba a algo que podría significar su propia muerte y no sólo eso, sino que también la de todo su escuadrón.

 

—¿Qué será eso? —Le preguntó Vaneris a su hermano menor poniéndose detrás de él.

 

—No lo sé, pero somos el trío invencible, no perderemos jamás.

 

Entonces, a pesar de las órdenes ya recibidas, Francis se sintió con la autoridad suficiente como para defender a su hermana y corriendo insensatamente hacia adelante, arrojó una rápida esfera de fuego hacia aquella bestia que se mantenía oculta.

 

—¡Imbécil! —Reclamó Orses.

 

En aquel instante, la criatura que los asechaba se mostró hacia la tenue luz que iluminaba aquel bosque. Era un lobo de al menos tres metros de altura, con una piel entre violeta y grisácea la cual parecía cubrir a un cuerpo que hace mucho había abandonado la vida. Unos largos huesos salían desde su espalda, destacando aún más su extrema delgadez.

 

El pequeño grupo de guerreros observó con horror como este feroz monstruo de apariencia animal mostraba sus dientes rebosantes en saliva. Los dos paladines que estaban atrás, intentaron huir sin esperar instrucciones. Cabalgaron lo más rápido que pudieron, sin embargo algo sorprendente sucedió; con un gran salto el lobo llegó hasta ellos y en cosa de segundos ¡Los devoró! Tragándose sus cuerpos por completo.

 

El pánico ya se había apoderado de los sobrevivientes quienes miraban desesperados como sus compañeros habían muerto de un momento a otro, sin embargo la única opción que tenían era luchar.

 

Un largo látigo de fuego rodeó a la gran bestia; se trataba de Davis, el hermano de Louis, quien retomando su valor había decidido comenzar la ofensiva. Pero la fuerza de su oponente era devastadora y no demoró ni siquiera un minuto en desprenderse de la ardiente atadura.

 

Orses les dio a todos la orden de atacar; pero no dio más instrucciones que eso. No estaba preparado para tal amenaza, ¿Y cómo estarlo? Si jamás había visto algo como eso. Los guerreros de la elite de Ares estaban dispuestos a combatir hasta el final, pero con cada minuto que pasaba… otro paladín iba cayendo.

 

La velocidad de la criatura era tan sorprendente; que utilizaba los enormes árboles que la rodeaban para esconderse de la vista de los guerreros, y en cosa de segundos, volver a aparecer atacando con sus largos colmillos blancos.

 

De esta forma, las habilidades de los miembros de la elite de Ares no podían manifestarse en toda su plenitud. Hecho que los llevaba a una muerte segura.

 

Ya sólo cuatro quedaban con vida; Davis y el trío invencible.

 

Un último plan les quedaba por intentar; mientras el rubio paladín de fuego intentaba aprisionar a la bestia, los tres hermanos se unirían buscando acabar con la vida de esta criatura.

 

Con un gran salto; Davis formó al menos diez anillos de fuego que rodearon al lobo gigante, mientras Vaneris tomaba el agua de los árboles que la rodeaban. Luego con exagerados movimientos de brazos, formó decenas de agujas las cuales fueron incrustadas en todo el cuerpo de su víctima, dejándola completamente inmovilizada y causándole un gran dolor que se vio reflejado en sus gritos.

 

Entonces Orses, con su gran fuerza forjó cuatro gigantes pilares rocosos alrededor de la bestia, quedando sólo su cabeza al descubierto y al instante, le dio un fuerte puñetazo al piso, haciendo que el suelo que estaba por debajo de Francis saliera desprendido hacia adelante a una impresionante velocidad, logrando que este paladín diera un enorme y rápido salto.

 

Desde las alturas, el menor del trío invencible se preparó para dar el golpe final y vencer al monstruo con un proyectil de fuego, sin embargo… algo terrible sucedió.

 

Sin poder explicárselo, el lobo se liberó de todas las técnicas que lo aprisionaban y en un acto de tan sólo un instante ¡Atacó a Francis! 

 

—¡No! —Gritó Vaneris por eternos segundos, con una expresión de desesperación en su rostro.

 

La desolación podía verse enmarcada en Davis y Orses, quienes veían el cuerpo decapitado del pequeño Francis caer hacia los moribundos pastizales.

 

La intimidante criatura miró a la joven que recién había perdido a su hermano menor y al ver tanta pena, una lágrima cayó también por su mejilla.

Ninguno de los tres entendió tal acontecimiento, es como si el lobo estuviera sufriendo por las cosas que él mismo hacía.

 

Luego de aquello y con un potente aullido, la bestia se retiró.

 

*  *  *

 

Después de haber relatado tan trágica historia, Vaneris elevó la mirada para ver a Louis y descubrió que estaba llorando pero con su rostro serio. No pudo decir nada que no estuviese de sobra, sólo se puso de pie y le indicó a los guerreros que estaban fuera de la carpa que hicieran su entrada.

 

—Lo que ha sucedido es realmente una tragedia —reafirmó rascando su rapada cabeza— lo siento mucho, pero no sé qué habrá sido eso, con lo que sea que se hayan enfrentado.

 

—¿¡Cómo no va a saber!? —Reclamó Orses.

 

—Bueno… es posible que sea un demonio.

 

—Si no sabe —intervino Vaneris— pregúntele a Ares, el dios de la guerra, se supone que usted tiene contacto directo con él.

 

—No es tan simple la situación —se excusó Louis— sólo díganme una cosa ¿Qué es lo que más desean en este momento?

 

—¡Volver! —Exclamó la fiera muchacha— quiero volver y matar con mis propias manos a ese lobo de porqueria.

 

—En dos meses más tendremos las competencias que definirán al nuevo miembro de la elite de Ares. Una vez que acaben, volveremos a ir de expedición y encontraremos a esa bestia. Mientras tanto, entrenen, entrenen duro y háganse más fuertes.

 

Después de esa breve conversación, los tres salieron de la carpa principal, con sus rostros serios y con un astral destruido, siendo esta sin duda, la peor de sus derrotas. Quizás Vaneris aún no asimilaba del todo la muerte de su hermano menor, o quizás el odio que la invadía era más fuerte. Cualquiera fuera el motivo, puso su frente en alto y juramentó entrenar cada día tan fuerte como fuese posible, para asesinar a aquella bestia que le había arrebatado la vida a Francis.

 

Unos metros más allá, Kentha, Dante y Caspian estaban mirando expectantes.

 

—¿Qué habrá sucedido? —Preguntó el paladín de tierra.

 

—No lo sé —respondió Caspian— pero no es nuestro deber andar husmeando por ahí, cuando sea el momento justo para saber, se nos comunicará

como corresponde.

 

—¡Pero si estás aquí con nosotros! —Dijo Dante mientras se reía.

 

Luego de devolverle una sonrisa, el joven de ojos verdes se volteó y se dirigió al terreno de aire para continuar con sus entrenamientos, dejando atrás a sus dos compañeros.

 

—Es hora de que regresemos nosotros también —aseguró Kentha.

 

—Qué extraño es todo esto… tantas cosas que nos ocultan. No sé qué será lo que pienses, pero si hay algo que es cierto, es que todo este asunto de Campo Ónfalos no es nada bueno.

 

—Por mientras, lo mejor que podemos hacer es seguir aquí, hacernos más fuertes y después veremos que nos depara el destino.

 

Con un fuerte golpe de puños, los inexpertos luchadores se despidieron y continuaron con su labor.

 

Después de aquel misterioso evento, los entrenamientos comenzaron a ser cada vez más duros, al menos cincuenta paladines decidieron desertar. Lo que ninguno sabía era que el motivo de tal endurecimiento, era que quien resultara victorioso de las pruebas que cada vez se veían más cercanas, tendría la obligación de partir en expedición junto los miembros que quedaban de la elite de Ares.

 

Hasta que pasaron los dos meses de práctica que se habían definido con anterioridad. Aunque igual en apariencia, tanto Kentha como Dante se sentían por completo renovados; su fuerza, sus técnicas, su habilidad en el combate, todo había surgido hasta entonces en su máximo esplendor.

 

Las trompetas matutinas se hicieron oír por todo el basto terreno y los jóvenes una vez más se reunieron para recibir las órdenes de Louis. Las instrucciones que se le entregaron fueron bastante claras. Una nueva competencia para descubrir al siguiente portador del rayo negro estaba en marcha.

 

Para desarrollarla, los guerreros se agruparían por el elemento característico que podían manipular y se trasladarían hacia una zona que había sido preparada con anterioridad. Allí deberían buscar una de las gemas que estaban escondidas entre los rincones. Los cuatro jóvenes que lograsen hacerse de una, tendían que ir al sector de entrenamiento de fuego, donde estaba dispuesta una gran plataforma de cemento; allí sería su siguiente prueba.

 

—Debes lograr hacerte con una gema, para que pueda patearte el trasero como corresponde —le dijo Kentha a Dante, quien sólo se puso a reír.

 

Comenzaron a trasladarse a los lugares que estaban bastante alejados de Campo Ónfalos, en el caso de Kentha y los demás paladines de tierra, iban guiados por Geo y Orses, que estaban preocupados de que todo se efectuara de la mejor forma posible.

 

Una vez en el terreno se formaron todos en una fila horizontal, debajo de las grandes montañas en las que se ubicaban, el ambiente era hostil y difícil de transitar. De principio se podía deducir que cualquiera que fuese el lugar donde se ubicara la gema, sólo el más apto podría conseguirla. 

 

Estaban en medio de un mar de cerros formados por un material marrón muy inestable, cada dos minutos grandes peñascos caían sobre el suelo formando nuevos cerros a la vez. Además, el Sol estaba apenas saliendo, por lo tanto la prueba se desarrollaría durante las horas en que más fuerte transmitiría su calor.

 

Geo dio el anuncio del punto de partida y apenas lo escucharon, los guerreros salieron corriendo hacia distintas direcciones. Todo estaba permitido, por lo tanto no pasaron muchos minutos antes de que ruidos exagerados tomasen protagonismo debido a los combates que entre ellos disputaban.

Kentha se mantenía prácticamente estático, era muy poco lo que se movía, sólo se dedicaba a huir de las batallas mientras trataba inútilmente de hallar el objeto deseado.

 

Ya habían pasado cerca de cuatro horas, sólo quedaba en pie la mitad de los participantes y quizás menos que eso. La desesperación y las ansias de ganar se vieron reflejadas en todos los competidores, sus deseos de vencer fueron creciendo cada vez más, se podía sentir el furor combatiente en el lugar.

 

—¡Maldición! —Pensó el huérfano— no podré obtener una de esas gemas.

 

Entonces una triste reflexión invadió sus pensamientos. Hasta hace no mucho tiempo, él estaba sumergido en su triste y monótona vida. Rodeado de niños desamparados que aparentemente estaban en la misma condición que él. Sin embargo eso no era cierto, debido a que él era mucho más fuerte que todos dentro del orfanato. Esto lo hizo siempre sentirse especial, como si de una especie de niño elegido se tratase.

 

Pero ahora, todo era distinto. Al detenerse un momento y observar a los paladines de tierra a su alrededor… se sintió común. Con las mismas capacidades que todos e incluso con menores. Nada lo distinguía ni lo hacía sobrepasar la media. Esto lo desanimaba profundamente haciéndolo sentir completamente incapaz de obtener el tesoro oculto en esta prueba.

 

De pronto, Vaneris llegó hasta el lugar de la competencia y le dijo algo al oído a Geo, ambos parecieron estar muy sorprendidos, pero Kentha quien desalentado estaba cerca de tal lugar, pudo escuchar el mensaje. Luego, se acercó de a poco a sus dirigentes.

 

—¿Acaso quieres renunciar? —Preguntó Orses con su rostro serio como siempre— mejor ponte a buscar entre las piedras y no te metas en asuntos que no son de tu incumbencia.

 

—Nos iremos durante un par de minutos —intervino Geo prendiendo un cigarrillo— concéntrate y no hagas nada estúpido.

 

Entonces una vez que se fueron, el muchacho volvió corriendo hasta donde estaban los jóvenes reunidos.

 

—¡Oigan todos! —Exclamó en voz alta— este es nuestro momento de luchar, demostremos de lo que somos capaces, que no sean sólo los caballeros de la elite de Ares los que defiendan el lugar que tanto nos ha dado.

 

Todos lo oyeron muy alarmados, algunos rieron, otros quisieron seguir oyendo, nadie sabía cuál era el motivo de sus palabras. Hasta que uno de los jóvenes hizo la obvia pregunta —¿A qué te refieres con eso? 

 

Ante esto Kentha se alarmó mucho y comenzó a sudar mostrándose muy nervioso. —¿¡No lo han escuchado!? —Preguntó haciendo exagerados gestos— un mensajero ha venido portando trágicas noticias ¡Los soldados negros han invadido Campo Ónfalos!

 

Muchos comenzaron a correr de vuelta, mientras otros paralizados por el miedo y la incertidumbre se quedaron de pie mirando hacia todos lados.

 

—¿¡Qué hacen allí cobardes!? —Insistió Kentha— Louis, nuestro maestro, puede estar en peligro, los compañeros que ya han vuelto desde su prueba están solos peleando allí abajo ¿¡Serán capaces de abandonarlos a su suerte!?

 

Aquellas palabras encendieron la llama combatiente en el corazón de los jóvenes que ya en su totalidad bajaron corriendo las montañas de regreso.

Geo y Orses no estaban muy lejos del lugar y vieron claramente como los guerreros marchaban a gran paso. Alarmados detuvieron a uno de ellos para interrogarlo —¿¡Hacia dónde crees que vas!? — Preguntó el uniformado de rubia melena.

 

—¡Suéltame! —Exclamó el joven participante de la prueba— No permitiré que nos excluyan de esta misión ¡Destruiremos a los invasores!

 

Geo quedó anonadado, miró a su compañero y descubrió que esta era una situación que se les había escapado de las manos. ¿Realmente se trataba de una invasión? Ninguno de los dos lo sabía, pero extraño era el pensar que los soldados rasos supieran de un ataque antes que ellos, sobre todo por el aislado lugar donde se encontraban.  

 

Orses, tratando de buscarle una solución al asunto, creó una enorme muralla de tierra impidiendo que los guerreros a su cargo pudiesen seguir avanzando.

 

—¡Deténganse ahora! —Exclamó muy autoritariamente.

 

Todos quedaron muy impactados al no entender por qué se les impedía seguir con su andar.

 

—Esto es algo muy grave —Intervino Geo— no podemos ir insensatamente creyendo que con eso es suficiente, debemos organizarnos y luchar juntos en esta guerra.

 

El furor se sentía en el corazón de los paladines, quienes junto a un gran grito de guerra se unieron los unos a los otros, dispuestos a luchar sin piedad alguna. Así, comenzaron a descender rápidamente rumbo a Campo Ónfalos; si bien nadie entendía muy bien lo que estaba sucediendo, no podían permitir que los guerreros invasores saquearan su lugar de residencia.

 

Pasaron algunas horas más y lejos de aquel lugar, en el territorio donde se realizaban los entrenamientos de fuego, estaba Louis esperando impaciente a que llegara el ganador del sector de tierra, ya que los demás ya se habían presentado hace mucho.

 

Caspian y Dante, ambos estaban ahí en la primera fila. Entusiastas por comenzar la segunda parte de la prueba. Además de ellos, estaba otro joven, quien había hallado el tesoro del sector de agua. Su nombre era Tyson, un muchacho de rasgos muy poco agraciados, de pelo gris y pequeños ojos negros. Este chico estaba algo aislado, al parecer no le gustaba mucho el sociabilizar con los demás. 

 

—¡Típico de los soldados de tierra! —Reclamó Louis— lentos como una mula; apuesto lo que sea a que el ganador es Capricornio, a esos no los apuras ni a palos.

 

Al escuchar aquello, Davis quien se encontraba supervisando la prueba de fuego tomó la palabra —¿Necesitas que envíe otro mensajero para apurar la prueba?— Preguntó amablemente.

 

Pero antes de que cualquiera fuese la respuesta, todos pudieron sentir el astral de un joven acercándose ¡Era Kentha quien muy agitado se presentaba ante todos! Apenas Dante lo vio fue a preguntarle de inmediato si traía la gema.

 

—¿Por qué otra razón vendría hasta aquí? —Respondió muy entusiasta y ante la sorpresa de todos le entregó la piedra a su líder.

 

 —¿Dónde están Orses y Geo? —Preguntó Louis de inmediato.

 

El silencio se apoderó del ambiente. —Me pidieron que los excusara ante usted  —dijo Kentha después de un gran aliento— debido a que no podrán asistir, al parecer… tuvieron la visita de algún extranjero.

 

El rapado paladín de viento quedó muy preocupado, pero viendo que ambos guerreros se harían cargo de la situación, decidió dar inicio a la segunda parte de la competencia, que se trataría de un torneo en el cual el ganador sería digno de formar parte de la elite de Ares y vestir el uniforme negro que tanto los enorgullecía.

 

Por lo tanto, Davis fue nombrado como organizador de este evento y se encargó de que hicieran un sorteo utilizando las mismas piedras que habían recolectado. El resultado fue el siguiente: En la primera ronda se enfrentarían Caspian contra Tyson y luego Dante contra Kentha.

 

El primer combate estaba a punto de comenzar, el duelo sería entre Caspian y Tyson, exponentes del elemento viento y agua respectivamente. —¡Combate!— Exclamó Davis y sin tregua alguna los jóvenes comenzaron su enfrentamiento.

 

Caspian como de costumbre, fue el primero en atacar. Ante la sorpresa de muchos de los presentes, una pequeña ráfaga de viento comenzó a acumularse en su pie izquierdo girando a una gran velocidad.

 

—¿Cómo es posible que pueda hacer eso? —Preguntó Kentha en voz alta.

 

—Eso es por los duros entrenamientos que Caspian ha tenido desde que llegó a Campo Ónfalos —le respondió Louis con un notorio orgullo en su rostro.

 

—Y si es tan poderoso —intervino nuevamente el paladín de tierra— ¿Por qué no es parte de la elite de Ares?

 

—Hay muchas cosas que aún no entiendes pequeño —Concluyó el líder de la resistencia.

 

Aquellas palabras hicieron enfadar mucho a Kentha, pero intentó controlar su astral y seguir viendo la pelea.

 

Utilizando el viento como impulso, Caspian le lanzó una rápida patada en pleno rostro a su enemigo logrando derribarlo de inmediato. Apenas Tyson se puso de pie, fue arrojado violentamente con una ráfaga aérea y viendo que estaba en el suelo, el joven de ojos verdes dio un enorme salto y desde las alturas repitió su técnica. Esta vez el tímido paladín de agua sólo vio el pie de su oponente que desde el cielo penetró en su abdomen dejándolo severamente lastimado.

 

—Es… increíble, sin duda un rival de temer  —dijo Dante.

 

—No es la gran cosa… —comentó su compañero— toda esa energía que demuestra no puede durar para siempre.

 

Cansado de ver como perdía por completo esta batalla, Tyson desde el mismo suelo se precipitó a generar una ofensiva. Girando múltiples veces en su propio eje creó decenas de anillos acuáticos que fueron lanzados a su oponente con la intención de desestabilizarlo y que perdiera firmeza; sin embargo Caspian al igual que un lobo furioso ni siquiera intentó detener este movimiento y utilizando su cuerpo atravesó las argollas dispuesto a darle a su rival la patada final.

 

Nuevamente concentró toda su energía en su pie izquierdo, sin embargo en el punto mínimo antes de que el ataque lograra terminar con esta batalla, Louis ingresó al escenario y sólo usando su mano derecha tomó firmemente el pie del paladín de viento.

 

—¡El ganador de este combate es Caspian! —Aclaró ante todos.

 

—¿¡En qué momento hizo eso!? —Exclamó Kentha muy sorprendido.

 

—No lo sé —respondió Dante, quien al igual que su amigo estaba completamente anonadado al haber sido testigo de la velocidad de su líder.

 

Por otro lado, en las cercanías del centro de la resistencia, el ejército de los paladines de tierra había regresado a Campo Ónfalos con un fiero furor combatiente, decididos a acabar con los soldados negros que estaban invadiendo su hogar. Pero para la sorpresa de todos… el lugar estaba completamente tranquilo.    


Editado por Vulcanus no Kentha, 05 agosto 2015 - 15:46 .

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                                 FanFiction: El Mito del ALCAESTO                                                                                2hs45cj.jpg35mnl0i.png

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