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Némesis Divino I: El juicio de las Horas


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549 respuestas a este tema

#101 Vulcanus no Kentha

Vulcanus no Kentha

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Publicado 28 noviembre 2014 - 15:21

Buenas tardes Killcrom aprovecho estos minutos de descanso para saber si por fin Iskandar salvará a Selina o no :P En verdad ahora pesa un poco más lo lento que avanza la historia ): Veamos!!!

 

Que bien educado que está Milo! Me encantó que haya ofrecido lo que tenía a Escorpio, me encantó esa parte ^^

 

Pero qué! Hahahahahaha hasta el temblor todo iba relativamente normal xD lo del manto negro fue sin duda muy sorpresivo… ¿Será el aviso de muerte que había presagiado Ístvan?

 

¿No será que te has quedado tú dormido? …. ¿Por qué nos torturas con esas frases xD ¿ ya no sé lo que está sucediendo… que es lo real y que no :O estoy realmente leyendo este fic o todo es una ilusión…. Aahahahahaha hasta el momento está genial xD

 

Melena castaña? Eso es como un café oscuro o no? Recuerdo que habías dicho que Iskandar tenía el pelo color miel…

 

Átropos!! Uuuh has puesto a las Moiras xD en verdad siento que es el tema prohibido dentro de los fics porque si bien en la mitología se menciona que sus decisiones afectan inclusive a los dioses, eso no quieres decir precisamente que sean más fuertes que ellos, es un tema muy difícil de explicar pero veamos como lo abordas en esta historia, para serte franco tengo fe en que lo harás bien.

 

El aspecto de la viejita me ha dejado con ganas de ver a mi novia lo más rápido posible para olvidarme de aquella imagen mental xD hahahahahhaa aunque quizás si me la imagino desde atrás…. Prefiero que no xD hahahahaha

 

De repente estaba leyendo y dije: Creo que me he confundido… esto es el fic de Zeus God King xD me pareció algo fumada la demostración del mundo que hizo la Moira, espero que no te moleste esto xD pero me sucede mucho que siempre discuto con mis compañeros de curso con respecto al tamaño del hombre en el universo. Lo que se nos enseña a nosotros en la escuela de filosofía es que el hombre es una versión a escala de los mismos dioses y que todo con respecto a los tamaños del universo es una simple ilusión ya que todo es reflejo de algo más grande o más pequeño. En mi fic lo abordó así pero creo q ese tema saldrá en mucho tiempo más cuando aparezcan los dioses XD aún así me interesa mucho seguir viendo como tratas este tema en tu fic.

 

Seré muy honesto contigo, como siempre las descripciones y la estructura están perfectas se nota que esto es lo tuyo, sin embargo la trama no sé… quizás soy muy “realista” xD u ortodoxo con algunas cosas pero me deja un sabor amargo en la boca, quizás el cambio de una batalla entre hermanos hasta la aparición de Átropos fue muy drástico, asi como cuando tienen un hijo en una serie y esta cambia por completo xD ahhahaha pero prefiero no criticar sin antes saber que se viene en esta historia, aun falta mucho… las verdaderas intenciones de la Moira, la misión de Iskandar, etc, etc, etc.

 

Un gran abrazo Killcrom y felicitaciones por tu obra ^^


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#102 -Felipe-

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Publicado 29 noviembre 2014 - 13:46

Pues a mí sí me gustó lo de los rubíes xD Y también el detallito de la ignorancia sobre la redondez de la Tierra.

 

 

En fin.

Qué IMPRESIONANTE forma de mostrar a un dios frente a un humano que por más oro que se ponga encima, sigue siendo humano. ESTA es la manera de presentar a un ser divino en toda su gloria (y vestida de vieja, aún así), no haciendo un ridículo y vende-humo eclipse. ¡Aprende, Kuru!

 

 

Tengo una duda, eso sí. Este Escorpio tiene técnicas nuevas, no vistas antes en la franquicia, ¿cuál es tu opinión sobre las técnicas clásicas como las agujas? ¿No te gustan o simplemente quisiste darle un toque nuevo?

 

 

Por lo demás, como siempre, un gusto leer este fic.


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#103 ALFREDO

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Publicado 29 noviembre 2014 - 18:44

Hola Kilcrom, sigo con la lectura y acabo de leer el capitulo 2. Parte 2.

La historia continua lentamente igual q la mia XD, es corto eso si, basicamente se centra en pedir el permiso de Athena para salir del santuario. No hay mucho q intuir se pudo ver al santo de piscis quien parece ser muy excentrico para estar despierto tan temprano y tambien a una joven Athena, quien parece tener todo los rasgos de una adolecente regalona a simple vista. 

 

En cuanto a la escritura no hay mucho que decir, continuas formidable en tu redaccion, creo q por ahi habia un par de palabras mal escritas, no erroneas pero si cambiadas, un por una. Detalles, lo que sigo esperando hasta ahora es saber quienes seran los antagonistas aparte de Istvan quien no a vuelto a salir. Pense q atacaria en los primeros capitulos pero no ha aparecido, que estara planeando.

 

Bueno, nos vemos....


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


#104 mihca 5

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Publicado 29 noviembre 2014 - 19:22

Vaya una moira ya hizo acto de presencia y en que forma, la plantastes imponente…en realidad siempre pensé que las tejedores del destino contaban con un nivel tremendo

PD: como últimamente se esta poniendo de moda las Moiras en la zona de Fic

Saludos Kill!!

¡Si una hembra te rechaza es por el bien de la evolución!

 

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#105 Killcrom

Killcrom

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Publicado 30 noviembre 2014 - 15:05

¡Muy buenas noches, compañeros lectores y escritores!

 

Por fin estoy en casita después de este pequeño viaje, y por fin puedo contestar los comentarios que me habéis dejado. No sabéis la ilusión que da regresar a casa, encender el ordenador y ver que han leído tu historia. ¡Gracias a todos!  :lol:

 

Buenas tardes Killcrom...

 

Gracias por dedicar tu tiempo libre a leer esta historia, Abyss.

 

Por cierto, debo comentarte sobre tu nombre de usuario (recuerdo que me dijiste que no te gustaba). Tengo que hacer muchas cosas en estos días (leer, corregir, publicar, escribir...), por lo que puede que no me acuerde de enviarte un mensaje privado. Si no te he escrito antes del día 4, escríbeme tú, please.

 

Milo tiene esa personalidad debido a su situación personal. Nunca llegué a ahondar en ella, pero se supone que sus padres murieron y quedó al cargo de su hermana, por lo que ha sufrido bastante. Ese sufrimiento le ha llevado a tratar a los demás de forma madura y educada. 

 

Ístvan no estaba equivocado para nada. Y no, esto no es un spoiler.  :rolleyes: Ya lo verás. 

 

La verdad es que me gusta mucho jugar al despiste, pero cree que en esta ocasión, todo quedará explicado. Lo vas a saber todo, todo, y todo sobre Iskandar e Ístvan a mitad del capítulo seis. 

 

El castaño es una tonalidad entre el rubio oscuro y el café con muy poca leche. Pensaba que era una palabra neutral, pero ya veo que no. Tomo nota. Y sí, Iskandar tiene el pelo color miel. Hay una ligera diferencia entre tonalidades que se debe, sencillamente, a un error por mi parte. Aviso de que este error también figurará en el personaje que protagonice el siguiente arco argumental (aunque intentaré corregirlo, por supuesto). 

 

Me atrevería a decirte que no te preocupes por el tema de Átropos, pero no puedo decirte el motivo porque te comerías un spoiler de tamaño familiar. Sea como sea, sí te puedo avanzar que Némesis Divino no se va a convertir en una confrontación entre fuerzas cósmicas fumadas. No. :lol:

 

Némesis Divino seguirá siendo una historia de humanos: de hermanos, amores, vicios y virtudes,

todos ellos en un pequeño trozo de ese hermoso planeta que Átropos mostró a Iskandar. 

 

Por una vez me vas a permitir que sea soberbio: la parte de Átropos está perfectamente controlada.

 

El tema del tamaño del hombre en relación con el cosmos... uf, amigo, estás hablando con alguien que hizo la carrera de filosofía. Soy plenamente consciente de que nosotros somos como una burbuja en mitad de la inmensidad del océano de nuestro planeta (frase que NO es mía XD), que a su vez no es más que un suspiro en el infinito del cosmos.

 

No acabo de entender a qué te refieres con el tema de los tamaños y la ilusión. ¿Quieres decir que somos pequeños? ¿Grandes? Podemos discutir este tema por privado (aún recuerdo que te tengo que escribir). 

 

¿Cómo trataré este tema en el fic? De ninguna manera. No te preocupes. Todo seguirá siendo igual que hasta ahora (excepto en estos capítulos, que por motivo argumental, necesito a Átropos). 

 

Que te quedase un sabor agrio en la boca al ver el ENORME cambio en la trama es exactamente lo que quería lograr. Agradezco tu honestidad, pero insisto en que no debes preocuparte por nada. El mismo día 4 de enero podrás descubrir a qué me refiero. Némesis Divino es una historia humana (perdona que me repita).

 

Gracias por las felicitaciones. Y te pido que sigas leyendo el fic. Sé que va lento, pero conforme entremos en el argumento y vayan apareciendo más personajes, vas a encontrar una obra realista/ortodoxa (en ese sentido en el que tú hablas).

 

¡Confía en mí, amigo!  :lol:

 

Pues a mí sí me gustó lo de los rubíes...

 

¡Notaste el detalle! Bueno, podría haber sido más sutil, pero...  :lol: Lo de los rubíes, a mí me pareció una buena idea. Y creo que queda bastante bonito, pero falla en provocar la repugnancia o espanto que debería sentir el lector al ver a Iskandar "echando los pulmones por la boca". Usaré más este recurso, pero trataré de ajustarlo al contexto.

 

Debo agradecer que me tome tan en serio las descripciones de los dioses a Rexomega. Para él, son criaturas infinitamente superiores a los seres humanos, y así quise describirlo. Parece que eso sí lo logré. Aunque ahora que me pongo a pensar, viendo lo que hizo la abuelita Átropos, si el enemigo final de este fic resultase ser un dios en "forma divina", ¿cómo podría describir ese abismo? 

 

Sobre el tema de las agujas escarlata... Sé que hay quienes piensan que son un ataque muy débil e incapaz de traspasar armaduras doradas. Hay otros que las endiosan. Para mí, Aguja Escarlata (sin Antares) es una técnica media (digamos un 6 sobre la escala de 10). De Antares (la de Milo) no puedo decir nada, porque jamás la vi en el manga original. Si la "leyenda" de que mata fuese cierta, debería ser un golpe devastador (entre el 8 y el 9 de potencia). Si la leyenda fuese un fraude, la técnica completa de Milo sería poco más que mediocre. 

 

En lo personal, Milo y sus técnicas me gustan, pero quise dar un toque nuevo. Lo haré con *casi* todos los personajes. Con unos dorados haré guiños: el provisional "Escudo Prismático" de Aries, el "Incendio Carmesí" de Piscis o la propia "Antares" de Iskandar. Pero por norma general, las técnicas de mis santos dorados serán diferentes a las que conocimos en el manga de Kuru. 

 

Gracias por tus palabras. Espero seguir así, Felipe.

 

Hola Kilcrom... 

 

¡Me alegra leerte, Alfredo! Gracias por tus palabras. Es más que probable que haya dedazos en el texto, porque al ir editando siempre quedan palabras sueltas que luego no concuerdan. Intentaré tener más cuidado.

 

Los antagonistas... ¿de verdad quieres saberlo? ¿No prefieres ir imaginándolo poco a poco? Cuando leas el capítulo 3 empezarás a ver de quién (o qué) puede tratarse. Pero la respuesta no la daré hasta el 13. Lo siento.  :devil:

 

Solo te pido paciencia. Tengo el defecto de ser muy lento, pero creo que el fic te acabará gustando.  ^_^

 

¡Un abrazo!

 

Vaya una moira...

 

¡Gracias por leerme, Mihca!

 

Es que estas diosas son personajes muy interesantes. Pero creo que su fama es más una casualidad que otra cosa. 

 

Para que te hagas a la idea de cómo son mis dioses usaré números (como si fueran enemigos de Dragon Ball Z). No te los tomes en serio porque los estoy improvisando. Eso solo es una aproximación mal hecha. 

 

Entiéndase que entre números correlativos hay una diferencia ENORME. Por eso, que un humano tenga "1" y un santo de bronce un "3" no quiere decir que 3 humanos igualen a un bronce. Lo mismo para los demás rangos.

 

Humano: 1

Soldado del santuario: 2

Santo de bronce: 3

Santo de plata: 4

Santo de oro: 8

Kamei de bronce: 20

Kamei de plata: 35

Kamei de oro: 80

(A partir de aquí Killcrom fuma y se inventa los números)

"Límite" humano (séptimo sentido + armadura épica de @#€~€# potencia): 300

Semidiós: 650

Dios menor: 1.500

Dios mayor: 25.000

Dios Olímpico: 250.000

Zeus: +250.000

Moiras y otras entidades no especificadas: +250.000

 

¿Quiere esto decir que si mi Atenea se pusiera la armadura y pelease a la cabeza del ejército, ganaría sin problemas? No

 

En mi "universo", los dioses tienen distintos estados: formas reducidas, formas aumentadas, formas humanas, formas divinas y formas reales. Ahora mismo, Átropos está usando en torno al 1% de su cosmos (forma reducida, humana, y con la toga de Océano). Aun así, con eso le sobraría para destruir el mundo solo estando en él.

 

Tal y como lo imagino, tendríamos: 

 

Dioses en cuerpos humanos (forma humana, forma reducida):

Saori/Julián Solo/Shun (Hades) --> pueden utilizar un poder máximo parecido al de un semidiós. Son necesarios milagros y recursos argumentales para derrotarlos.

 

Dioses en cuerpos humanos, despiertos al 100% (forma aumentada):

Saori (VS Hades), Shun (Hades), Julián Solo (cuando despierta Poseidón) --> pueden utilizar un poder máximo parecido al de un dios menor. 

 

Dioses usando su verdadero cuerpo (forma divina): 

Tánatos, Hypnos, Hades en Elíseos --> Tienen el poder acorde a su rango. Si yo hubiera escrito el manga original, Saori-Atenea JAMÁS habría podido derrotar a Hades en Elíseos, y los milagros de las armaduras divinas NUNCA habrían bastado para detener a Tánatos/Hypnos. Habría sido necesario que la auténtica y mitológica Atenea apareciese en su forma divina. 

 

Tal y como tengo concebida mi historia, no deberían aparecer dioses con su verdadero cuerpo en Némesis Divino, pues su poder es tan grande que podrían provocar cataclismos solo con estar ahí.

 

Dioses liberando todo su poder (forma real):

¿Se supone que esto ocurre cuando crean universos o algo así? El aspecto de un dios con forma real sería simbólico. Quizá Zeus se convirtiese en un universo. Fumadas demasiado gordas como para usar en un fic. --> Su poder sería absoluto. Ni idea de cuánto. Si aparece alguno en mi fic, significará que me harté y que no escribiré más.  :lol:

 

---------------------------

 

Y ya dejé de fumar. PERDÓN por esta innecesaria e imprecisa compilación de números y niveles. Tan solo la compartí para que sepáis qué se pasa por mi cabeza a la hora de pensar en dioses, héroes y santos. 

 

Con esto termino de responder vuestros comentarios. ¡El día 4 seguimos con más!

 

¡Muchas gracias por vuestras palabras! ¡Seguiré dándolo todo!  :lol:


Editado por Killcrom, 30 noviembre 2014 - 15:08 .

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(Parte 3 de 3)

Publicado: ?? de ? de 2018


#106 Killcrom

Killcrom

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Publicado 04 diciembre 2014 - 11:10

El tiempo pasa tan rápido que a veces da miedo. Hace unos meses empecé a publicar mi historia, y ya vamos por el capítulo 5. ¡Espero que todo siga saliendo igual de bien y pueda aumentar el ritmo de publicación!

 

En primer lugar, quería pediros disculpas. Quizá algunos no lo sepáis, pero este fin de semana estuve fuera de casa, y he notado mucho no haber tenido ese tiempo, porque he estado demasiado ocupado desde el lunes hasta hoy, ya jueves.

 

El resultado: no he podido dejar comentarios a nadie. Pero tranquilos, eso no quiere decir que no vaya a seguir leyendo vuestras historias. Todo lo contrario: esta semana, sesión doble. Intentaré ir dejando un par de comentarios por día para no darlos todos de golpe. ¡Tenedme paciencia!  :lol:

 

Bueeeeeno, vamos a lo que nos toca: el capítulo cinco (primera parte). Aquí las cosas podrían ponerse algo complejas, pero si me permitís un consejo, sed como Iskandar. Lo que le entra por una oreja, le sale por la otra. Solo leed y dejad que mis palabras cumplan con su misión. ^_^  

 

----------------------------------------------

 

RESUMEN DEL CAPÍTULO 4 (PARTE 2)

 

Spoiler

 

PERSONAJES RELEVANTES

 

Iskandar de Escorpio: un joven santo dorado de gran corazón.

- Ístvan de Hésperis: el viejo caballero de Escorpio, hermano de Iskandar. Ahora una de las 12 Horas.

- Diké: diosa de la justicia y señora de Ístvan de Hésperis. Artífice del Juicio de las Horas

Selina: joven durmiente

- Átropos: diosa del destino. Una de las Moiras.

 

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(Capítulo 5. Parte 1 de 2)

 

22 de diciembre de 1491

 

Las palabras de Átropos tensaron la situación. El silencio se hizo entre la diosa y el mortal, ahora adversarios. Aquella energía descomunal que envolvía a la anciana, aun vestida con la toga de Océano, tornó en ráfagas de viento que alzaron polvo de plata a su alrededor. Este, emitiendo destellos como briznas de diamantes, rodeó su cuerpo decrépito. Y el desierto empezó a temblar, zarandeándose en todas direcciones.

 

Los bramidos de la tierra quebraron la calma previa al combate. Eran como gritos desgarradores y agudos que golpeaban en el pecho del santo con ecos de cólera. Átropos estaba envuelta en niebla roja. Sus seis alas, desplegadas, dibujaban los vértices de un hexágono perfecto: el primer par se balanceaba sobre su cabeza; el intermedio quedó en paralelo con el horizonte, y el último casi tocaba la tierra. Las plumas de plata, que se tejían unas sobre otras entre destellos, parecían palpitar con vida propia.

 

«¿Acaso esas alas están hechas con los hilos de la vida de los hombres? —Iskandar no lo comprendía demasiado bien, pero de aquella mujer divina no podía esperar menos. Se decía señora del destino, y por su cosmos, infinito, no parecía ninguna broma—. ¡Me va a matar!»

 

Un último crujido estridente marcó el inicio de la pesadilla.

 

—Teme, lucha, llora o escapa. El resultado será el mismo. ¡Mi ira caerá sobre ti, pues la has reclamado!

 

La diosa enjuta ascendió entre aleteos melódicos. A cada brazada de aquellas alas, una nota aguda, dulce, la elevaba varios palmos sobre el suelo. Como abrazando el vacío, extendió los brazos.

 

—¡Cetro del Origen, ven a mí! —La gigantesca cadena de plata, que aún seguía erguida sobre el desierto, resonó con energía luminosa. Los eslabones empezaron a vibrar y a contraerse hasta ser envueltos por un manto de brillos rojos, rosas y púrpuras. Poco a poco, fue transformándose en una vara rígida, enhiesta, de en torno a dos metros de altura. No fue hasta que emitió un último halo de cosmos que dejó apreciar su forma: un báculo de metal cárdeno acabado en una corona espiral de cristales diamantinos.

 

La diosa del destino agarró la herramienta, y tras mirarla, la blandió cortando el aire. El silbido que emitió vibró en los tímpanos de Iskandar, a quien le pareció ver que se abría una grieta en el vacío; era como una herida flotante. De ese corte, que se quedó varado en la nada, empezó a brotar líquido azul, salpicando al santo por todas partes.

 

Aunque Iskandar vestía su maltrecha armadura, sentía la piel ardiendo. El fluido extraño le abrasaba la piel bajo el metal dorado. Gritó alzando la cabeza al cielo, pues el dolor era apabullante; como ser arañado con infinitas agujas oxidadas. Cuando ya no le quedó más aire en los pulmones para gritar, el escozor terminó por dominarle. Su manto de oro empezó a agrietarse aún más. De las hendiduras de este, empezó a brotar sangre roja, que al contactar con el líquido azul, se fundió en un rosa vivo y pulsante.

 

—Conoce el terror de la dýnamis divina. ¡Nova de las Sombras! —La anciana gritó henchida de voluntad y soberbia. La propia naturaleza pareció obedecer sus órdenes, y del corte que seguía abierto en el vacío, brotaron borbotones de oscuridad.

 

Las espinas que se formaron en la nube negra avanzaron hacia Iskandar. Sus puntas, de noche infinita, impactaron sobre su cuerpo incesantes veces. Cada golpe era más fuerte y rápido que el anterior. El santo se vio envuelto por un enjambre de flechas que teñía todo en derredor de negro, ávido de devorar su vida. Las placas doradas de Escorpio apenas resistían los impactos, que como una lluvia torrencial, no le daban descanso. Fue alcanzado un sinfín de veces; sus entrañas ardían con fuego del infierno. Brazos, piernas, pecho, rostro. Las saetas infernales pellizcaban su tierna carne para atravesarla; ni sus ojos se libraron del tormento. Sintió la garganta perforada, cada uno de sus dedos… todo. Y fue anclado al suelo con crueldad. Tras el azote incesante, un último estallido volvió a traer la anhelada quietud.

 

La tortura había durado apenas un parpadeo, pero se le hizo eterna. No podía moverse; estaba atravesado por incontables varas de luz negra que penetraban en el suelo. La sangre resbalaba a borbotones, pero era imposible saber si acababa perdiéndose en el suelo, o bajo el manto de oscuridad que formaban las saetas negras que habían penetrado su cuerpo.

 

Aunque debía haber quedado ciego, pues las flechas crueles le perforaron los ojos, seguía viendo. Y de alguna forma, se dio cuenta de que ni su armadura ni su piel habían sido agujereadas en realidad… Pero el dolor era insoportable. Hasta parpadear era una tortura hiriente. Y la confusión, mayor aún, le impedía saber lo que había sucedido.

 

Los restos de la marea de varas negras empezaron a disolverse en el aire. Escorpio cayó al suelo de bruces. Había sangrado tanto que ya no debía quedarle ni una gota en las venas, o eso pensó antes de escuchar a la Moira.

 

—Los dioses no necesitamos herir el cuerpo para causar daño. La Nova de las Sombras afecta directamente a tu espíritu, y ninguna protección humana o divina puede impedirlo. Tanto tu armadura como tú estáis al borde de la muerte. Ese líquido rojo que ves no es tu sangre, sino la propia vida de tu alma, que se derrama.

 

Con valentía, Iskandar levantó. El dolor le desfiguraba el rostro, y su cuerpo pesaba tanto como la primera vez que vistió a Escorpio. Sintió que había olvidado cómo encender el cosmos, y sin cosmos, una armadura de Atenea no era más que un amasijo de metal inútil.

 

«No estás herido, cálmate —se decía—, no estás herido. ¡Ella misma te lo ha dicho! —A pesar de todo, la sangre no dejaba de resbalarle por la piel y el dorado de la armadura, que ahora parecía un alfiletero, tan agrietada y sucia que daba lástima.»

 

—Claro que estás herido —respondió la anciana, que podía leerle la mente sin más esfuerzo que aguzar un poco el oído.

 

—¡No! No puedes… no me puedes engañar —acertó a decir entre sollozos entrecortados. Se balanceó hacia atrás, para terminar de erguirse. Aunque su cuerpo no hubiese sido atravesado, notaba la carne flácida, los músculos perforados. Era algo tan desagradable que se le contrajo el estómago y a punto estuvo de vomitar. Logró contener la arcada a duras penas—. ¡Esto no es nada!

 

—¿Intentas convencerme, o más bien te hablas a ti mismo? —Átropos, desde la distancia, observaba los espasmos de dolor del caballero—. Eres fuerte, sin duda, pero solo un mortal.

 

—Un mortal, sí… Pero el escudo de los hombres —murmuró. A pesar de sus palabras, no podía dejar de pensar en que no había sido capaz de prever la turba de flechas que le golpeó—. ¡Nosotros somos los defensores de la humanidad! —gritó. Su voz vino acompañada de una bocanada de sangre. Y las lágrimas le resbalaron por la cara al contemplar a Selina, que seguía a su lado, presa del hechizo de la Moira. Estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos, que dudó de su cosmos, de la promesa que le hizo a Milo. Sus palabras eran pura fachada—. ¡Te lo demostraré, Átropos!

 

Aunque el alma le gemía y sollozaba, Escorpio hizo arder su cosmos, que brilló como no recordaba haberlo hecho nunca. Junto con el resplandor de oro, la tierra se alzó, ardiendo en polvo ceniciento.

 

El halo de energía que rodeaba a Iskandar era lo único majestuoso en él. Su pose intentaba ser desafiante, pero daba más pena que otra cosa: las piernas le temblaban y le costaba respirar. Para colmo, la armadura dorada no estaba mucho mejor: le faltaba la espinillera izquierda y era todo un milagro que no se cayese a trozos, como lo había hecho un instante antes la única hombrera que le quedaba a la prenda. Los desconchones, grietas y agujeros también eran numerosos. La pechera parecía ahora un amasijo de metal machacado y surcado por el carmesí de sus venas.

 

—¡Antares! —Iskandar logró una velocidad impensable para alguien en su estado. Su agilidad le llevó a recorrer la distancia que le separaba de la anciana en un parpadeo. Dio un salto ágil con el que se colocó más alto que ella, y apoyado solo en el viento, con una mueca desesperada en su rostro, extendió el brazo derecho emulando la picadura del escorpión. Una línea de luz roja descendió veloz hacia Átropos, que detuvo su avance arqueando la huesuda mano que no sostenía el cetro. La flecha escarlata se estrelló contra un muro invisible en vez de golpearle el pecho, lugar al que se dirigía. Pero Iskandar, que ya había visto aquella barrera antes, lo tenía calculado: aprovechó la inercia del salto para colocarse a espaldas de la diosa y repetir el movimiento. Esta vez sí. El destello escarlata golpeó el espinazo de la anciana en el momento exacto en que él tocaba tierra. Al darse media vuelta, acompañado por su melena ondulada, se permitió una breve sonrisa.

 

—No creo que sea suficiente, pero al menos te he dado. Deberás cumplir tu palabra ––declaró. Su respiración seguía agitada, entrecortada. Átropos se dio media vuelta hacia el santo de Atenea. De haber tenido ojos en aquellos huecos vacíos, ahora reflejarían furia incontenible. Eso pensó el santo antes de ver la sonrisa mordaz en el rostro de momia de la anciana.

 

—Implacable, sin duda. Digno de ser uno de los doce hombres más fuertes de este mundo. —A pesar del éxito de Antares, no parecía haberle hecho ni una pizca de daño. La vieja alzó la palma de la mano para mostrar una pequeña esfera roja, que aplastó con sus huesudos dedos. La energía se dispersó como una nubecilla de polvo—. Lástima que yo también pueda moverme a la velocidad de la luz.

 

—No me digas que… —Iskandar no podía creerlo. ¡Pero si había visto con sus ojos cómo había dado en el blanco!

 

—Fue sencillo. La atrapé al vuelo. Por muy santo dorado que seas, eres un simple humano. Tus ataques se mueven muy rápido, y eso es innegable, pero tus movimientos te delatan y son previsibles. —El caballero de Escorpio comprendió, intimidado, que su idea no había servido para nada. Átropos había aplastado a Antares como si fuera un insecto—. Tu lucha no significa nada para mí. ¿Aún quieres sorprenderme? Tendrías que superar la velocidad de la luz, y eso no es posible —dijo con rotundidad—. ¿Cómo podría explicar algo tan complejo a alguien que acaba de descubrir que su planeta es redondo? Lo intentaré, aunque será como hablarle a un sordo…

 

»Ningún concepto humano existe. Nada de lo que ha creado el ser humano tiene sentido salvo el que vosotros le otorgáis. Eso ocurre por la concepción antropocéntrica y egoísta que tan bien os define. Por simple evolución, llegasteis a interaccionar socialmente, y creasteis ideas que se transmitieron de generación en generación. Pero esas ideas son falsas. Vuestras matemáticas, en su mayor parte, no sirven de nada.

 

»Vuestra física y la que vendrá en los siglos siguientes solo se acerca en parte a la realidad de este universo, pero en su mayor parte es una entelequia. Y el tiempo no existe; todo es cambio, mutación, movimiento.

 

»Esa es la única verdad: el cambio. Se ha repetido desde el principio de los tiempos. Se ha comparado con la circunferencia, el Ouroboros, la serpiente que se muerde la cola. En resumen, todo lo que nace, muere. Y vuelve a nacer.

 

»La mente humana ha dado realidad a cosas que no la tienen, y en su deseo de que fuera así, se ha aferrado a ellas produciendo miedo, dolor, y violencia. Pero el bien y el mal no existen. El karma no existe. Todo lo decidimos mis hermanas y yo. Y vosotros, ingenuos, creéis en la ilusión de la libertad y su producto: la ciencia.

 

»Pero los dioses dominan un estado de consciencia superior al de los mortales, donde el ego se pierde a sí mismo y simplemente existe lo que existe. No hay ley más allá de esa existencia cambiante, circular. La luz no es una excepción.

 

»Todos los seres, incluso los imperfectos como vosotros, son parte del reino de la existencia, Ananké, y pueden alcanzar ese estado. Pero desengáñate, pues apenas ha habido en toda vuestra historia un par de seres que se han acercado a esa única realidad.

 

»En fin, todo ser es el universo mismo, y como tal, puede hacer lo que quiera. No existen límites. Carecen de importancia. Lo que es, simplemente es. Y yo soy, por lo que puedo hacer cuanto me venga en gana, incluso si va contra las leyes de vuestra hija, la más que imperfecta ciencia.

 

»Sé sincero: ¿has comprendido algo?

 

—¿Que puedes moverte más rápido que la luz, sea lo que sea que signifique eso?

 

—Entre otras cosas, así es. Hagas lo que hagas, acabarás obedeciéndome, porque yo lo he decidido así —declaró la anciana de cabellera rala.

 

De alguna forma, las palabras de Átropos fueron un mazazo para Iskandar, que frunció el ceño y la miró, resentido. ¿De veras no podía hacer nada? ¿Acaso todos sus intentos acabarían como Antares, aplastados? Se negaba a creerlo. Podía contar con los dedos de una mano —y le sobraban— las veces que Antares no había acabado con la vida de un oponente.

 

Átropos, la sabia, señaló en dirección a Selina con su Cetro del Origen. El cuerpo de la dama empezó a flotar. Su rostro lucía relajado, sonriente, y presa de una palidez nívea. Tal imagen hizo arder el corazón de Escorpio, que no comprendía las intenciones de su enemiga.

 

—Todo esto es por vosotros dos —sonrió la anciana—. Por vosotros estoy yo aquí.

 

—¿Cómo dices? —el joven de melena castaña negaba, ladeando la cabeza repetidamente. Tenía la extraña certeza de que no hablaba el mismo idioma que la Moira. Sus expresiones eran siempre tan… ¿raras?

 

—Te lo repetiré —la anciana parecía molesta por la torpeza del mortal, pero hizo el esfuerzo y le contestó—. Por vosotros dos estoy en este mundo. Sois mis elegidos.

 

Entre palabras, Iskandar pudo contemplar otro de aquellos hilos plateados que ya le eran tan familiares. Este unía el corazón de la chica con el suyo. Se llevó la mano al corazón intentando tocarlo. Logró sentir el tenso hilo en la palma de la mano, y se quedó sorprendido por la textura tan rugosa y poco uniforme que sintió. Además, parecía irradiar una calidez que se instaló en sus entrañas.

 

«Selina… tú lo eres todo para mí. ¿Puede ser que yo te… ame?

 

De repente, el hilo envió una pequeña descarga eléctrica que hizo ver destellos del pasado al santo. Las imágenes se sucedieron en vorágine frenética hasta iluminarle. Y comprendió el significado del egoísmo del que le había acusado su hermano, Ístvan: era amor. Jamás debía haberle desobedecido. Había acudido a su propio funeral, y todo por culpa de una mujer. ¿No dijo momentos antes que él era el escudo de los hombres? ¡Qué irónico!

 

—¡Devuélvemela! —gritó. Se supo un egoísta, un traidor. Pero no le importaba. Su corazón lloraba lágrimas de tristeza; amaba a aquella joven que veía flotar ante sí, y mirándola en su desesperación, lo sintió con la claridad del alba. Su cosmos se encendió, renovado, con más intensidad de la que había imaginado poseer—. Devuelve… a… ¡Selina! —exclamó con todas sus fuerzas y los ojos muy abiertos. La esperanza en su voz recobró la vitalidad. Y Selina, aún entre dos mundos, abrió los ojos y le sonrió.

 

—Iskandar… —pronunció débil.

 

—Hilos dobles —dijo Átropos de forma escueta—. Se supone que cada uno de los mortales debería tener un hilo, pero algunos poseen dos. Y eso es inadmisible —declaró—. ¿Por qué dos, Iskandar Thalassinos? ¿No comprendes que solo nosotras, las Moiras, tenemos potestad sobre el destino? ¡Solo puede haber un único hilo por ser vivo en cada una de las dimensiones! —Iskandar escuchaba las palabras de la diosa, pero puso más atención en el hermoso rostro de Selina, enmarcado por su melena de rizos morados, que danzaban en el aire—. Voy a mostraros algo, hijos de los hombres.  

 

La toga de Océano, que envestía a Átropos, comenzó a llorar; a verter sobre la tierra verdosa un líquido salado que no podía ser más que el agua del mar que tejía su tela. Lo que al principio fue un charco bajo las endebles piernas de la anciana, se expandió rápido anegando la roca seca, que bebía sedienta el don bendito. El líquido se expandió hasta el horizonte, más allá incluso del campo de visión de Iskandar. También empezó a ascender como una catarata invertida. Primero fueron lágrimas alzándose, luego pequeños torrentes, y finalmente un oleaje turquesa e imparable que atrapó al dorado, a Selina, y a la propia Átropos en un abrazo largo y húmedo.

 

La espuma marina a veces dibujaba contornos blancuzcos; serpientes siseantes. De alguna forma, la magia de la diosa llenaba el espíritu de Iskandar, quien empezó a ser consciente de su vulnerabilidad. Átropos —intuyó— podía escribir en el libro abierto que era su corazón.

 

Cuando las aguas de Océano inundaron todo y se calmaron, Iskandar contempló algo que le dejó estupefacto: estaba ahí, de pie en el fondo marino. Pero aquel era un fondo plagado de flores y color vívido. Las había de todos tipos y tamaños: desde pequeñas florecillas tímidas hasta enormes rosales lejanos, más grandes incluso que él. También oscilaba la verde hierba, como si estuviesen en un prado infinito de vida inmaculada. Y podía respirar; tanto fue así que percibió los olores del campo, de su mundo. Pero no era su mundo. ¿Dónde estaba? Allí ya no había agua; parecía hallarse en uno de esos lugares mitológicos, lejanos e imposibles.

 

—Las Puertas del Tiempo Absoluto —esgrimió la Moira como leyendo sus pensamientos—. Eres el primer mortal que las visita.

 

—¿El primer mortal? —Respondió mirando a Selina, que ahora estaba a su lado. Todavía tenía sangre reseca por el rostro y el vestido blanco, pero no le parecía que ella fuese otra cosa más que humana. Además, la anciana les había llamado "hijos de los hombres". Entonces, ¿por qué el primero?

 

—Escúchame, Iskandar —la divina pareció seria; tanto que el joven asintió—. Puede que para ti no signifique nada, pero que varios mortales tengáis un duplicado del hilo de vuestro destino, y que ni los dioses podamos acceder a cierto punto de vuestra dimensión, o como quiera que comprendas lo que te digo, es un mal augurio.

 

»Un manto de tinieblas se cierne sobre vosotros, y ni yo misma puedo leerlo. Tan solo puedo acceder a un momento anterior a que vuestro mundo… se desligue del tiempo absoluto.

 

—¿El tiempo absoluto? —preguntó el santo, presa de una curiosidad creciente tanto por las palabras como por el lugar idílico en que se encontraban.

 

—Mirad detrás de vosotros —pidió la diosa señalando al horizonte. El caballero y la joven giraron para ver algo estremecedor. En aquel prado infinito al que Átropos había llamado Puertas del Tiempo Absoluto, muy al fondo, casi tan lejanas que parecían perderse en la planicie sin fin, Iskandar pudo ver dos columnas en cuyos capiteles, que tocaban el cielo verdoso con dedos rígidos, una corona en forma de arco cerraba la silueta inconfundible de un portal. El portal tenía dos hojas que, como puertas de oro tachonado, cerraban el acceso a algún lugar.

 

¿Puertas? ¿Para qué habría puertas en mitad de la nada, si ni tan siquiera daban acceso a un edificio? Lo cierto es que a juzgar por cómo se veía aquel portón de grande en la distancia, sus columnas debían ser tan altas como la más alta de las montañas del mundo. Era mejor no pensar en su anchura. Fuera como fuese, la puerta les evocó una emoción similar a la del estudioso que comprende que no es más que una mota de polvo en la infinidad del cosmos.

 

—Nosotros, los dioses, viajamos a través de los distintos universos mediante esas puertas. ¿Recuerdas cuando hablábamos de las manzanas? —se aventuró la anciana, dirigiéndose al santo, que le daba la espalda mientras contemplaba el lejano portón—. Los gusanos están condenados a vivir en una manzana. ¿Pero qué hay de quienes las cuidan? Ellos pueden comparar unas con otras, ¿no es así?

 

—No entiendo a dónde quieres llegar. —El tono de Iskandar seguía siendo hostil, desconfiado, pero empezaba a sentir algo que no entendía por la Moira. Esa extraña historia comenzaba a interesarle, por lo que se dio media vuelta tras agarrar la mano de Selina. Lo primero lo hizo por mera educación; lo segundo, como un acto reflejo que sintió desde el corazón.

 

—¿Qué haces? —preguntó ella, sonrojándose. A pesar de su pregunta, entrelazó los dedos con el cariño y la magia de la primera vez.

 

—Los dioses somos como el guardián del jardín. Lo vigilamos, miramos una manzana, miramos otra… Tomamos entre nuestras manos todas las que queremos. Vosotros, los hombres, os tenéis que conformar con vivir en una de esas manzanas.

 

»Como he dicho antes, hay incontables manzanas. Una por cada posibilidad. Por eso los dioses somos eternos. Nos movemos en el tiempo absoluto. Podemos viajar a cualquier momento de cualquier universo. Podemos encarnarnos en gusanos para ser reyes. ¿Comprendes entonces que existen dos formas de concebir el tiempo?

 

—No —replicó Iskandar con su más sincera vergüenza. La muchacha expulsó una risita nerviosa. ¿Qué le hacía tanta gracia? ¿Es que no comprendía que estaban en una situación muy peligrosa? El caso era que, desde que despertó, su dulce rostro guardaba un gesto de valentía muy diferente al que él recordaba; como si siendo la frágil Selina de siempre, hubiese madurado.

 

—¡Ah, eres uno de los doce hombres más fuertes del mundo —resopló la diosa—, pero creo que de los más tontos! Al menos has sido sincero.

 

—Es que no sé de qué me estás hablando —admitió el joven—. ¿Manzanas? ¿Universos? ¿Tiempo? —Iskandar se sentía idiota, pero al menos, todo el cansancio de la fugaz pelea con Átropos se había desvanecido nada más llegar al prado infinito. En un arrebato, preguntó a la doncella que amaba—: ¿Tú lo entiendes, Selina? ¿Soy solo yo, o no se le entiende?

 

—Ella lo entiende —replicó Átropos—. Ha pactado conmigo. No lo sabía, por supuesto, pero en su sueño, cuando tú decidiste atacarme, tuvo las visiones que debo otorgarte ahora a ti. Esta humana, Selina, ha querido utilizar su luz para ayudarme. —Aunque pareció afirmar que la muchacha de rizos morados colaboraba abiertamente con la Moira, el santo no acabó de creer aquello.

 

—Iskandar, escúchame —dijo la dulce damisela apretándole la mano. El dorado asintió, mirándola con ternura—. Un mal se cierne sobre el mundo, y está más allá de los dioses. Al parecer, en nuestro futuro, seremos aislados de ese prado del que habla la señora Átropos.

 

—¡¿Pero qué nos importa a nosotros el prado?! —El gesto del guerrero fue casi exagerado: se encogió de hombros a la vez que dibujaba una mueca de desconcierto en su rostro sucio.

 

—El prado es la totalidad de universos posibles. Para que lo entiendas, todos los mundos que, aislados unos de otros, conforman la realidad y el reino de los dioses —explicó la diosa.

 

»Cada manzana es un planeta Tierra con sus correspondientes habitantes. En cada universo, en cada planeta Tierra, y para cada habitante, hay un hilo que es vuestro destino y que es el que tejemos nosotras, las Moiras. Y resulta que únicamente en este mundo, hay personas que poseen dos hilos en vez de uno. Para colmo —añadió señalando a la pareja con los dedos índice y corazón—, el futuro de vuestro mundo desaparece del prado como si se lo hubieran llevado los espíritus.

 

—¿Los espíritus?

 

—Algo ajeno a hombres y dioses —aclaró Selina, aún sin estar muy segura de qué decía.

 

—Existe una fuerza por encima de todos los dioses —comenzó Átropos, todavía vestida con aquella toga de Océano—, se trata de Ananké, o la Gran Voluntad, como se le conoce. Te hablé antes de ella como la existencia. Sus reglas son axiomas de todos los universos, del prado.

 

—¡Espera! —interrumpió el dorado—. ¿Axio-qué?

 

—Humanos… —La anciana se llevó la mano a la frente y suspiró—. Leyes que no pueden ser cambiadas y que hacen que todo funcione como funciona. Esas leyes decretan que todos los mundos posibles deben ser accesibles en cualquier momento y estado a cualquier dios, en forma divina o encarnado como humano. Seas dios, hombre, o cualquier cosa viva, es imposible no cumplir esas reglas, pues son las que conforman la realidad de lo que existe.

 

—Comprendo —mintió Iskandar. Bueno, algo más o menos iba captando…

 

—Para que un mundo se desvincule de Ananké debe existir una segunda Gran Voluntad. O eso es lo que temo. ¿Pero cómo podría una segunda Gran Voluntad penetrar en los axiomas de la realidad? —Ahora la anciana parecía hablar para sí—. Sea como sea, en torno al año 1500 de vuestro mundo… —vaciló—, los lazos con Ananké serán cortados. Y ya en torno a 1496, las presencias divinas que corresponden al axioma de la Gran Voluntad empezarán a ser desterradas. Ni yo, ni Atenea, ni Hades, ni el mismísimo Zeus somos admitidos en ese punto. ¿Pero sabes por qué? —Iskandar se limitó a negar con la cabeza—. No es por falta de poder, ni mucho menos. Cualquier dios podría irrumpir en cualquier mundo… si este estuviera bajo las leyes de Ananké, las leyes de todo lo que existe. Pero si ese mundo dejase de responder a las leyes de Ananké, no habría forma de penetrar en él, ni de salir. Sería como si simplemente no estuviera ahí. Eso es lo que creo que sucederá en vuestro futuro.

 

—¿Vamos a desaparecer? ¿Y por qué me cuentas todo esto?

 

—No puedo leer en mis hilos qué ocurrirá en este mundo a partir de 1496. Sin embargo, la aparente escisión de Ananké, de darse, ocurrirá en 1500. Tú vas a ser mis ojos durante ese periodo, Iskandar Thalassinos.

 

—¿Yo?

 

—Tú fuiste quien acudió a la llamada que hice a través de la muchacha que te acompaña. ¿No es así?

 

Tras la revelación, Iskandar abrió los ojos como platos. Todo encajaba. Los últimos días habían sido un puzzle guiado por los hilos de Átropos: Selina cayó en un sueño interminable y Milo buscó ayuda. Se topó con Ístvan, que a merced del poder de una diosa llamada Diké, le remitió a él mismo. Cuando el escorpión accedió a ayudar a Selina, Ístvan le asaltó y le advirtió de un futuro negro. ¿Era ese futuro el que la diosa Átropos estaba vaticinando? ¿Un futuro donde todos los caballeros dorados morían a causa de su egoísmo?

 

—Átropos —dijo, llamando la atención de la anciana.

 

—Habla, mortal. Ya temía que tu cerebro hubiese dejado de funcionar…

 

—Mi hermano Ístvan tuvo unas visiones… Pudo ver un futuro donde todos los caballeros dorados moríamos por egoístas. ¿Es ese el futuro que temes?

 

—No seas estúpido —contradijo—. Los dioses no tememos a nada. Pero no, no es esa mi preocupación. ¿Recuerdas que te expliqué que varios humanos de este mundo teníais dos hilos del destino en vez de uno?

 

—Sí. Pero no sé qué significa eso…

 

—Yo misma no lo alcanzo a ver, pero lo único que puede provocar que un mortal tenga dos destinos contradictorios y a la vez complementarios es un cosmos divino. Es una paradoja. Se me ocurren soluciones, pero no las entenderías. Lo único que puedo decirte es que si es cierta mi hipótesis, los axiomas de Ananké ya han sido afectados de alguna manera, y empiezan a quebrarse.

 

»Ese es el motivo de que tú vayas a ser mi campeón: averiguarlo.

 

—Tu campeón —repitió el dorado, incrédulo.

 

—Serás mis ojos, mis oídos, mi nariz, mis manos… Por mi naturaleza como diosa, no puedo permanecer en tu mundo sin arrastrarlo a su destrucción… Como Moira, no puedo hacerlo ni encarnándome, por lo que tengo que utilizar heraldos.

 

»Ya te habrás dado cuenta de que sin el manto de Océano, tú mismo, uno de los doce hombres más poderosos de este mundo, no podías soportar mi presencia. Y eso fue mostrándome sin mi armadura, en mi forma más reducida, y con un artefacto para reducir mi poder…

 

—¿Qué debo hacer? ¿Por qué debería aceptar? ¿Realmente puedo ser un campeón divino?

 

—Ya eres el campeón de Atenea, ¿no? —contestó—. Aceptarás porque no tienes más elección. Y no deberás hacer nada; sólo guardar en tu alma un pequeño espejo que me mostrará todo cuanto suceda en este mundo hasta 1500… Ese espejo reflejará lo que sientas. Todo llegará a mí, y serás la esperanza de que este mundo no sea tragado por esa otra Gran Voluntad, si es que ese es el problema. Por otro lado, enviaré a los Astra Planeta. Ellos deberían resolver el problema si no tiene que ver con Ananké.

 

—¿Astra… Planeta?

 

—Así es. Y por lo que imagino, ya están en tu mundo —sonrió—. Son las pequeñas paradojas del tiempo absoluto. ¿No es gracioso? Cuando deje de hablar contigo, les ordenaré que acudan a tu mundo, pero ellos ya están aquí porque los enviaré a tu pasado.

 

—Y si acepto ese espejo, ¿Selina despertaría? —cuestionó el dorado. Hablaba de heraldos, futuro, dioses, paradojas… pero lo que más le importaba era la joven que tenía a su lado; la muchacha por la que había desarrollado un amor incondicional casi sin darse cuenta.

 

—Si aceptas ese espejo, la humana morirá —afirmó la Moira con frialdad.

 

—¡¿Cómo?! —De nuevo, el rostro de Iskandar palideció. Sus ojos se desorbitaron cuando miró a Selina. Logró captar un atisbo de miedo en la joven, y soltó su delicada mano—. ¡No! ¡Ella no puede desear eso! ¿Cómo podría yo…? —El santo empezó a temblar. Su cosmos se alteró, palpitando de forma arrítmica.

 

»¿Es que no te vale con tenerme como campeón? ¿No te vale con mis sentidos? ¿Por qué debe morir ella? —El joven de ojos verdes gruñó, asqueado, a la vez que apretaba los puños.

 

—Porque será el espejo que lleves en el alma. —La Moira resolvió toda duda con su respuesta, precisa e hiriente. Agarró el Cetro del Origen con las dos manos y apuntó hacia la joven, que se encogió asustada, quedando en cuclillas sobre el prado. Algo detuvo a Átropos, quien ya estaba lista para realizar el sortilegio que convertiría a Selina en espejo. Iskandar aprovechó el momento para ponerse ante la muchacha, protegiéndola con los brazos extendidos.

 

—¡No lo permitiré! —gritó.

 

—Hijo de los hombres —la diosa anciana titubeó un momento—, ¿por qué no quieres que muera? ¿No comprendes que va a ser parte de ti? Eso debería alegrarte…

 

—Pretendes matarla, convertirla en un espejo, dejar solo a su hermano… ¿de verdad tengo que responderte? ¡Eres una diosa! ¡Tú deberías saberlo!

 

Por primera vez desde que lo blandió, el cetro de la diosa se desvaneció entre lucilos de colores ocres y rojos. Esta arqueó un ala, y fijándose en las plumas de plata, sostuvo una pequeña trenza de hilos que se desenlazó sobre la palma de su diestra. Entre todos ellos, dos brillaban con un resplandor anaranjado.

 

—Mientes —afirmó la diosa, rotunda. No dejó posibilidad de réplica. Su cabellera canosa y escasa se zarandeaba a la vez que asentía de forma incesante—. Es amor. Déjame que lea en ti.

 

»Iskandar Thalassinos, hijo de Leando Thalassinos y Ofelia Caristeas, hermano de Ístvan Thalassinos y una niña nonata, ¿qué escondes en tu corazón? ¿Qué guardas más allá de lo que muestras? No hay nada que yo no pueda ver…

 

«Ístvan… —El santo de Escorpio recordó las palabras de su hermano. Sintió rabia por no haberle hecho caso. Quizá podría haber actuado de otra forma…»

 

—¡Aletheia!

 

Los dos hilos avanzaron prestos hacia el corazón de Iskandar, penetrándolo como si ignorasen por completo la protección de su maltratada coraza. El resplandor plateado en que brillaron hipnotizó al santo, que alzó la mirada con los ojos muy abiertos. Sus iris se desvanecieron, quedando tan solo el blanco vitral de la esclerótica.

 

Selina, a escasos pasos de Iskandar, hizo amago de querer acercársele, pero quedó paralizada por el miedo al ver cómo empezaba a convulsionar. ¡Parecía que le hubiese caído encima un rayo! Apenas se atrevió a alzar una de sus manos en un amago inútil.

 

El caballero de Escorpio se alzó un par de pies sobre el suelo, como si fuera una marioneta humana. Sus facciones no reflejaban nada. ¿Había perdido el conocimiento? Átropos asintió, como comprendiendo todo cuanto quería saber de la vida del joven.

 

—El juicio de Némesis. Tu hermano se sacrificó por ti. Hizo bien, pero el destino no puede cambiarse… no sin mi consentimiento. Y aun así, requiere sufrimiento y dolor. —Guardó silencio otra vez mientras seguía leyendo en el alma del joven, cuya melena castaña se mecía azuzada por los erráticos y constantes espasmos que dominaban su cabeza—. ¿Ícor? ¿De verdad pensabas que era ícor lo que cogiste de él? Pobre loco, lo que hace el amor… —se detuvo en seco—. Espera, ¿amor? Esto no es solo amor… ¡Ha sido potenciado por el Juicio de las Horas! ¿Pero no se supone que ese juicio existe para destruir el egoísmo? ¡Eso lo explica todo!

 

La diosa del destino extrajo los hilos de plata del corazón de Iskandar, que cayó al suelo con violencia. Selina se agachó para auxiliarle, pero la voz que escuchó hizo que, de nuevo, quedase quieta de puro miedo:

 

 

—No le toques, humana, o harás que enloquezca aún más. Tenía que haber imaginado que sus sentimientos hacia ti no eran normales… Ahora ya solo nos queda una solución. 

 

----------------------------------------------

 

¡Aquí dejo el capítulo! Como sabéis, acepto consejos, críticas, zapatazos, insultos y demás muestras de cariño. Esta parte es un poquito más densa, pero creo que agradable de leer. Lo que viene... ¡pues ya casi que podéis ir esperando el desenlace de este arco!

 

¡Nos leemos pronto en este tema, y mucho antes en los vuestros, cuando comente vuestras historias!  ^_^ 

 

¡ABRAZOS!


Editado por Killcrom, 13 diciembre 2014 - 06:22 .

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(Parte 3 de 3)

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Publicado 04 diciembre 2014 - 12:00

al fin al dia como siempre el fic esta genial, los cambios respecto a la versión anterior me parecen geniales

y da todavia mas esplendor al fic

 

no comento mucho asi que dejo una pequeña opinion sobre cada capitulo y quedo a la espera de la continuacion del fic

 

 
muy buena la parte de eurito y escorpion
 
3
 
muy buena la pelea de los 2 hermanos
 
4
 
me gusto la aparicion de la moira
 
5
 
me ha gustado mucho la conversacion y el relato de la moira


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Publicado 04 diciembre 2014 - 12:48

¿1500? Ahora veo porque decías que este fic iba a durar mucho jaja De verdad, felicidades por plantearte un proyecto tan ambicioso.

 

Aunque no entiendo algo, ¿Por qué la Moira necesita un ojo en la Tierra ahora si el "caos" recién va a empezar en 1946, y solo para cuatro años después los dioses quedarían eliminados del mundo?

 

Y un comentario más. Como dije antes, hacer de Atropos una diosa con ese poder tan magnánimo es brillante, es como me gusta ver a un dios... ¿Pero no será complicado después representar otros dioses? Especialmente aquellos que estarían por sobre el destino.


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Publicado 04 diciembre 2014 - 20:55

Buenas noches, compañeros.

 

Ya he empezado a daros los reviews de esta semana, que los llevo atrasados. Por eso, habrá ración doble de comentarios en vuestros temas. ¡Estad atentos!  :lol:

 

Por el momento, solo he comentado a Tetza y Unikron, pero los otros llegarán. 

 

 

al fin al dia como siempre el fic esta genial, los cambios respecto a la versión anterior me parecen geniales

y da todavia mas esplendor al fic

 

no comento mucho asi que dejo una pequeña opinion sobre cada capitulo y quedo a la espera de la continuacion del fic

 

 
muy buena la parte de eurito y escorpion
 
3
 
muy buena la pelea de los 2 hermanos
 
4
 
me gusto la aparicion de la moira
 
5
 
me ha gustado mucho la conversacion y el relato de la moira

 

 

¡Me alegra mucho leerte por aquí, amigo Espectro! ¡Pasó tanto tiempo que ya pensé que habías dejado de quererme! JOJOJO

 

Muchas gracias por tus palabras. Me animan a seguir escribiendo y esforzándome. Yo estoy mucho más contento con esta nueva versión, aunque también siento que por las diferencias, la historia ha cambiado algo. 

 

Sobre Átropos, decirte que en el fic original, si te acuerdas, Iskandar solo quería salvar a Selina, pero aquí he introducido la parte del plan. Espero que siga siendo un buen arco argumental a pesar de todo. 

 

¡Un abrazo!

 

¿1500? Ahora veo porque decías que este fic iba a durar mucho jaja De verdad, felicidades por plantearte un proyecto tan ambicioso.

 

Aunque no entiendo algo, ¿Por qué la Moira necesita un ojo en la Tierra ahora si el "caos" recién va a empezar en 1946, y solo para cuatro años después los dioses quedarían eliminados del mundo?

 

Y un comentario más. Como dije antes, hacer de Atropos una diosa con ese poder tan magnánimo es brillante, es como me gusta ver a un dios... ¿Pero no será complicado después representar otros dioses? Especialmente aquellos que estarían por sobre el destino.

 

Ya ves... la idea es que la historia se prolongue unos cuantos años en la época. El proyecto es tan ambicioso, que a veces siento que para un fic es demasiado. Me dan ganas de tirarme del pelo y desear que caiga un meteoro, o que Átropos se enfade y destruya el mundo. Eso solucionaría todos mis problemas.

 

Siendo un poco más preciso, cada arco argumental se centra en unos pocos días. Pero de un arco a otro habrá saltos, generalmente de meses, y es posible que de años. Sigo escribiendo por el capítulo 16 y apenas llego a marzo de 1492, pero digamos que este es el año de las Horas :lol:. 

 

---

 

La pregunta que me haces de Átropos es muy interesante. De hecho, tiene dos posibles respuestas. 

 

A) La primera: una exigencia del guion. Como escritor que eres, te habrás encontrado con la típica situación en que tienes que describir algo en un momento concreto y no en otro. Átropos tiene este problema. El único momento posible para su aparición era este. ¿Y por qué? Porque el papel de fondo de Átropos (mi propósito en este primer arco argumental) es "mostrar" al lector que está pasando algo muchísimo más importante en segundo plano; por detrás de los problemas y luchas de los protagonistas.

 

B) La segunda. Justificación argumental: Si te das cuenta, la moira menciona que ha enviado a los Astra Planeta al pasado de Iskandar. Se supone que tienen que actuar a partir de 1496, pero la fecha exacta a la que son enviados es el 13 de octubre de 1485. ¡11 años antes! ¿Qué puede concluirse de este único dato? Que a Átropos le gusta tenerlo todo bajo control y anticiparse a los posibles problemas que pueda haber en su jardín. ¡Y que es muy puntual!  ^_^

 

---

 

Presentar a Átropos así tiene un motivo. Como uno de los seres más poderosos que existen en el universo de mi historia, tenía que hacer gala de un inmenso poder. ¡Y eso que solo apareció en forma reducida! Ahora, como bien has señalado, esto tiene un inconveniente: ¿cómo presentar a dioses y otras criaturas poderosas en el futuro? Eso será algo muy difícil. 

 

Te seré sincero: me siento ante un reto que no sé si voy a poder lograr. Pero llegará el momento de intentarlo. Sin entrar en spoilers, habrá personajes para los que necesitaré crear un sentimiento específico en el lector. Si con Átropos quise mostrar un poder extremo, habrá otros personajes que requerirán que sepa evocar otros sentimientos con la misma intensidad: miedo, amor, asco, bondad, maldad...

 

No sé si te he respondido. Me quedo con un sabor agridulce, la verdad...

 

Yendo a la pregunta en concreto, creo que sería difícil presentar a otros dioses más altos que la moira, pero me queda un consuelo: existen otros recursos; otras palabras. En Átropos solo me centré en mostrar un poder enorme que tiene que ser controlado. ¿Y si hubiera sido Fobos? ¿O Afrodita? ¿No habría tenido que intentar evocar amor o miedo? 

 

Eso es lo bonito de escribir. La escritura te exige y tú tienes que dar lo mejor a la vez que aprendes. Pero eso me hace comprender que sí es posible lograrlo. Sería complicado representar a otros dioses tras Átropos, pero confío en que lo lograría, o mejor dicho, confío en que lo lograré. Y en que tú podrás leerlo y juzgar (y darme un golpe de remo si es necesario.  :lol:)

 

Hasta aquí llego. Felipe, en breve te comentaré en tu historia. Tuve un fin de semana delicioso, pero muy ocupado.  :smile5:


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(Parte 3 de 3)

Publicado: ?? de ? de 2018


#110 unikron

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Publicado 04 diciembre 2014 - 21:33

buen capitulo a ver si puede salvar a la joven iskandar y si se salva



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Publicado 04 diciembre 2014 - 22:24

Un capitulo muy interesante. Atropos se ve muy poderosa. Que bueno que despertó Selina, es muy triste que tenga que irse. Esos astros errantes se oyen muy poderosos si son los gatos de la moira. Te quedo muy bueno este capitulo; esperando el siguiente C:


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Publicado 05 diciembre 2014 - 16:36

diran que soy muy inteligente.......pero estuve como Iskandar no entendia casi nada de la explicasion ya al final las cosas fueron mas faciles de entender.

 

ojala  Selina se salve

el prota de tu fic es mas testarudo que seiya XD


Editado por T-800, 05 diciembre 2014 - 16:37 .

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Publicado 08 diciembre 2014 - 19:18

Jeje así que hay una segunda voluntad que podría superar a las míticas diosas del destino
Por otro lado se ve que gusta o bien hacerlo sufrir en demasía al Escorpion o hacerlo parecer como martil, en todo caso haber como son los enviados a la tierra!!

¡Si una hembra te rechaza es por el bien de la evolución!

 

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Publicado 14 diciembre 2014 - 09:57

Un gran saludo Killcrom! He vuelto de mi viaje directo a ver que me he perdido, sé que hoy mismo subes otro capítulo, pero bueno xD esto de ser un caballero dorado le quita mucho tiempo de ocio a uno :/

 

Veamos entonces! El capítulo comienza de forma espectacular con las descripciones que siempre bien te quedan. Dicen que para describir bien sólo tienes que leer, leer y seguir leyendo. Eso es mentira hahahhaha yo leo bastante y no le llego ni a los talones a tu capacidad de bajar una imagen desde la mente hasta el escrito.

 

La técnica de la Moira me pareció algo… extraña. Un tajo volador que escupe líquido, eso lo he visto sólo en mis fantasías eróticas películas muy antiguas xD hahahhahaha

 

En fin los poderes los dioses suelen ser bastante fumados y como no xD si son dioses; sólo me causa impresión ver estas habilidades al comienzo de una historia, ya que la gran mayoría suelen comenzar con combates entre luchadores de poca experiencia (Sí en Alcaesto habrán muchos fumes dentro de unos meses xD), no digo que esté mal por el contrario me parece bastante innovadora la forma en que has incluido a Átropos y como ya te lo he dicho antes, estoy muy expectante a ver que sucede con ella.

 

Después del ataque de Iskandar he quedado muy reflexivo xD es un hecho que la Moira no será el villano principal, entonces quien? Como podras describir a un ser aun más poderoso que este… eso si que va a ser una sorpresa.

 

La explicación de átropos al igual que la vez anterior no me ha gustado, pero creo que el tema del tamaño del hombre con respecto a los dioses es algo que podría discutir con todos los escritores de estos lugares haahahahahha soy muy cuadrado con mi forma de pensar ¿Será por qué soy tauro xD? Pero respeto tu forma de ver las cosas… cada vez que leo más de este arco quiero saber como terminará xD

 

La explicación con respecto a las dimensiones haciendo la comparación con el prado y las manzanas me pareció muy acertada, le da un toque fresco al lector que esta lentamente tratando de entender todo lo que dice la Moira xD

Ojos verdes? Ya has cambiado nuevamente a los personajes, antes habías mencionado que los tenía color lila (me siento como un nerd reclamón xD) ahahahaha pero aunque la mayoría ni lo note es algo que no sé… mas de algun pesado como yo se fijará.

 

Ahora sólo nos queda una solución… ¿Cuál?? Vamos cual!!??? (Golpeando el monitor) hahahahaahah como dejas hasta ahí el capítulo te mereces lo peor xDDD la última parte me encantó, como se entrelazaban los últimos hechos para dar una merecida conclusión, espero poder leerla pronto, un gran abrazo ^^


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#115 Killcrom

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Publicado 14 diciembre 2014 - 15:12

¡Buenos días! ¿Qué tal va todo? Espero que hayáis tenido una semana tranquila. Yo he hecho un poco de todo. Siento que cuando encuentre trabajo voy a echar mucho de menos tanto tiempo libre.  :lol:

 

Antes de publicar el desenlace del capítulo 5 responderé los últimos reviews. He esperado hasta hoy para evitar el repost y no entorpecer a los demás escritores del foro, así que lamento si hice esperar demasiado. 

 

Spoiler

 

¡Ahora sí que sí! Procedo a publicar la segunda parte del capítulo 5. ¡Espero que os guste! Quedé satisfecho, pero como siempre os digo, nunca llueve al gusto de todos. No dudéis en criticar lo que queráis.  ^_^

 

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RESUMEN DEL CAPÍTULO 5 (PARTE 1)

 

Spoiler

 

PERSONAJES RELEVANTES

 

- Átropos: Moira y diosa del destino. Cree que sucederá algo terrible en el mundo de Iskandar.

Iskandar de Escorpio: un joven santo dorado de gran corazón.

Milo: un niño de Atenas que busca la ayuda de Iskandar.

Selina: joven durmiente

 

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(Capítulo 5. Parte 2 de 2)

 

Selina escuchó la orden de la anciana y quedó paralizada. No sabía si obedecer o ayudar al joven que intentaba salvarla. No era tan necia como Iskandar, que desafiaba una y otra vez a la Moira, pero tampoco soportaba verle ahí, tirado ante ella y sufriendo.

 

—¡Está herido!

 

—Lleva herido desde el principio, por si no te habías dado cuenta —señaló la divina—. Pero sus heridas son tanto físicas como mentales. Su amor por ti no es real; ha sido potenciado por un hechizo mágico. O más bien una maldición…

 

—Aun así… yo… —La núbil doncella esperó a que Átropos asintiese. Nada más ver a la Hilandera asentir, sostuvo a Iskandar y le ayudó a colocarse en su regazo. Instantes después, este recuperó la conciencia y sus ojos verdosos escudriñaron alrededor, como buscando una explicación al lugar en que estaba. Se topó con el dulce rostro de su amada y el corazón se le agitó, entre pálpitos potentes.

 

—Selina, yo… —Los rasgos de Escorpio volvieron a dibujarse, cargados de frustración. Una lágrima le resbaló por la mejilla, pero la dulce damisela, con una caricia, impidió que rodase más allá del pómulo.

 

—Estás vivo, ¿no? Eso es lo que importa —le dijo con una sonrisa dulce. ¡Qué hermosa era! Por ella lucharía contra lo que fuese necesario.

 

La diosa del destino analizaba cada uno de los gestos y palabras que surgían espontáneos de cada uno de los jóvenes. Seguía viendo algo que le desagradaba, y chistó.

 

—Debemos continuar. El Juicio de las Horas ha sido alterado. No podrás ser mi campeón con el alma tan mancillada. Debes devolver lo que no te pertenece… y para ello he de purificarte —explicó con su voz solemne—. Espero que puedas soportarlo.

 

Antes de obtener respuesta, la Moira colocó su brazo derecho en paralelo con el florido suelo. El Cetro del Origen volvió a formarse entre olas de luces vivas, rojizas, cárdenas. La vara morada se clavó en la tierra, y la corona de cristales brilló con luz propia.

 

—Debo anular el Juicio de las Horas —afirmó la diosa. La pareja de jóvenes la miraba, expectante—. Cambiar algo que ni la propia Diké comprende. La corrupción de las Horas no era necesaria en lo más mínimo —masculló, de tal forma que el santo de oro no llegó a escucharla—. ¡Esto va a dolerte mucho, Iskandar Thalassinos!

 

El grito amenazante le hizo alzar la guardia. Escorpio se levantó como movido por una voluntad superior, y agarró a Selina por la cintura. Cargado de determinación, adoptó con el otro brazo una postura defensiva. De alguna forma, tras haber llegado a las Puertas del Tiempo Absoluto, se sentía renovado.

 

La diosa del destino zarandeó el báculo con ira. Dos grietas se abrieron en el vacío, revelando una textura tan negra como el cielo que les observaba. Los cortes, suspendidos en la nada, empezaron a rezumar aquel líquido azul que ya conocía Iskandar. Si todo sucedía igual que antes, era inminente la lluvia de hilos negros. ¡Tenía que escapar de allí!

 

«¡Ahora o nunca!»

 

Iskandar sintió un vuelco en el estómago. Aseguró la posición de Selina estrechándola contra su pecho. Antes de que las primeras gotas azules resbalasen contra el suelo florido, saltó con toda su energía varios metros hacia atrás, esperando hallarse fuera del alcance de la técnica de la diosa. Y esta, con resplandor en sus facciones de momia, gritó algo incomprensible al cielo; una retahíla de palabras en idioma desconocido.

 

Tal y como había imaginado el santo de Escorpio, un sinfín de saetas negras empezó a florecer de las grietas. Se movían con violencia, velocísimas y trazando arcos. Las primeras lluvias de flechas cayeron alrededor de Átropos, pero conforme seguían brotando, su rango iba aumentando, clavándose más y más cerca de la pareja de jóvenes. Tenían que seguir retrocediendo, y así fue como el dorado volvió a saltar.

 

Era una persecución. Cuando Iskandar y Selina tocaban el suelo, los hilos negros se desviaban, girando hacia ellos. Eran infinitos. Tras cada salto, volvían a moverse, energizados por una magia maléfica y cargada de poder. La turba sombría se iba clavando en el suelo mullido, entonando una sinfonía uniforme, demasiado parecida al fragor de la batalla, pero a la vez tan diferente… Era como si las armas chocasen entre ellas desgarrando acero con acero. Y cada vez sonaba más cerca.

 

«¡Estamos perdiendo ventaja! —notó el guerrero. Selina se agarró con fuerzas en torno al cuello de su príncipe y chilló, conmocionada.»

 

—No tengas miedo —acertó a gritar Iskandar, entre saltos—. ¡Te voy a proteger! ¡Aunque me cueste la vida, volverás junto a tu hermano!

 

Las últimas palabras fueron ahogadas por el bramido de las lanzas negras. Estaban demasiado cerca. El estruendo se iba dibujando ensordecedor, y a él iban incorporándose los quejidos de la roca agrietándose y rompiéndose.

 

«¡Solo un par de segundos…! ¡Puedo hacerlo!»

 

Escorpio acumuló su cosmos en apenas un parpadeo. El resplandor anaranjado que le envolvió, entre destellos ascendentes, quemó las escasas briznas de hierba que fueron arrancadas del prado. Lanzó a Selina al aire, y esta, horrorizada, gritó. Pero antes de que pudiera estrellarse, la envolvió con el Lazo Carmesí, la técnica que podía usar tanto para atacar como para defenderse.

 

La cinta de energía roja se volvió rígida como un escudo tras rodearla por la cintura varias veces. Aprovechando que estaban en el aire, el santo la arrojó lejos, más allá de la tormenta de sombra y destrucción. Aunque estaba en sus ideas que el lazo se convirtiera en una esfera protectora, no pudo cerciorarse, ya que apenas le quedaba un suspiro para ser golpeado por la Nova de Sombras de Átropos. Las primeras flechas sombrías, iracundas, se clavaron a su alrededor.

 

—¡Atenea, dame fuerzas! —Iskandar se encogió, como si con ello fuera a reducir el daño recibido. Pero no estaba en sus planes ser golpeado de nuevo. Gritó y expulsó todo el cosmos que había aglomerado, formando una rudimentaria barrera de energía que le sirvió para desviar la vanguardia de saetas—. ¡Tormenta de Furia!

 

La técnica que había conjurado se arremolinó en torno a su cuerpo, esbozando un huracán de corrientes escarlata. Aunque siempre la había utilizado a la ofensiva, estaba obligado a crear un escudo con ella. Rezó por lograrlo. En el momento exacto en que la turba de varas de sombra arrasó todo lo que le rodeaba, la tormenta de energía osciló y osciló infinitas veces, haciéndose tan gruesa como para encarar la frenética nova de Átropos.

 

Iskandar se había convertido en un tifón de vientos granates. Toda la ira de su corazón, todo cuanto le afligía, había sido creado para formar aquel muro tempestuoso. A cada impacto sobre él, un crujido similar al de un trueno desgarraba el aire. Y seguían golpeando por centenares.

 

La ofensiva de la Moira parecía no tener final. Los bramidos ensordecedores arañaban con crueldad los oídos del santo, que gritaba en el interior de su barrera. No podría mantenerla por mucho tiempo. La Tormenta de Furia le exigía más cosmos del que podía darle, y había perdido el control sobre ella. Si no acababa ya aquello…

 

«¡Me va a devorar! ¡No puedo aguantar más! —Iskandar, llevado por la desesperación, levantó los brazos y los movió en círculos, ordenando a su propia técnica que se moviese. La energía huracanada se expandió hasta estallar contra el corazón de la tormenta de oscuridad.»

 

Una sarta de explosiones detonaron al unísono, provocando un largo y agudo rugido ensordecedor. Trozos de tierra se quebraron en todas direcciones, iluminándolo todo con destellos morados y grises. El santo se llevó las manos a la cabeza y cayó de rodillas; sus sentidos estaban colapsados: le pitaban los oídos, los ojos no le permitían ver por los fulgores que se habían grabado en su retina.

 

A pesar del esfuerzo de Escorpio, varios proyectiles de Átropos superaron la explosión huracanada, clavándose a su alrededor. Habían sido desviados, por suerte. Improvisar le había salvado la vida. La congoja se apoderó de él cuando solo una flecha de sombras, furtiva, le alcanzó en el muslo derecho… rozándole. La muslera que le protegía amortiguó el golpe, saltando en pedacitos de metal.

 

«¿Hemos sobrevivido? —Lo primero que hizo Iskandar, sabiéndose a salvo, fue mirar hacia donde había caído Selina. En la distancia, y enredada por una maraña de cosmos rojo, la muchacha parecía sana. Suspiró algo aliviado, pero estaba al límite de sus fuerzas. ¿Qué haría ahora?»

 

La diosa lo contemplaba todo desde su posición, lejana. Había alzado el vuelo. Iskandar la veía pequeña en la distancia, como a un par de cientos de metros. Todo fue tan rápido que apenas le dio tiempo de darse cuenta de lo mucho que se habían separado.

 

—¡Selina! —intentó gritar, débil. La joven, algo más cerca de él que la Moira, seguía enredada como una gata traviesa en los entresijos del Lazo Carmesí. Estaba sentada de mala manera y lo contemplaba todo con sorpresa. Cuando Iskandar decidió acercársele, la damisela gritó. No le dio tiempo a reaccionar.  

 

—Tu coraje es grande —escuchó el santo. Era la voz de Átropos, pero sonaba como si estuviera justo detrás de él. Al darse media vuelta, se la topó a menos de un paso de sí. Recibió un fuerte revés en el rostro. La huesuda mano anciana se clavó en el agotado y sucio rostro de Iskandar, quien se vio obligado a retroceder varios pasos por la fuerza del golpe. Notó el sabor a óxido de la sangre por la comisura del labio.

 

«¿Cuándo se ha movido? —Solo pudo pensarlo. Antes de articular palabra, recibió otro golpe idéntico, en el mismo lugar, con la misma mano en apariencia frágil. La brutalidad de la Moira le lanzó hacia atrás, contra el prado devastado. Átropos arqueó el cetro y lo hizo girar por encima de su cabeza varias veces antes de lanzarlo contra Iskandar. Por fortuna, este logró virar sobre su cuerpo, alzándose de una voltereta lateral. Se había enfrascado en un combate cuerpo a cuerpo contra la Moira—.»

 

—¡Antares!

 

No le quedaban fuerzas para mucho más. Por enésima vez, la técnica insignia de Escorpio acortó distancias como un rayo endiablado. Átropos movió la mano, trazando un círculo, y la flecha roja le orbitó el cuerpo como un satélite. Antes de un parpadeo, la línea de luz roja volvió sobre sus pasos y se clavó en el pecho de Iskandar, explotándole en las entrañas.

 

El eco metálico del impacto resonó por todo el prado, reverberando unos instantes. Selina ahogó un grito de espanto al ver cómo su caballero era atravesado por su propia técnica. El Lazo Carmesí que la protegía se desvaneció a la vez que el joven caía de espaldas.

 

«No puede ser. Es absurdo…»

 

Mors certa[1], humano. Ese es el destino de quienes se revelan contra los dioses; ser atravesados por sus propias armas.

 

Selina empezó a correr, desesperada, hacia donde yacía el maltrecho santo de Escorpio. Cuando estuvo a pocos pasos de él, este la disuadió con un parco movimiento con la mano. Seguía vivo. La doncella se detuvo horrorizada por la herida espantosa que vio en su pecho. Aunque la hendida coraza escondía la carne, se filtraban por sus grietas escandalosos regueros de sangre que resbalaban por ambos costados, regando la tierra removida.

 

Para sorpresa tanto de la joven como de la diosa, el guerrero se levantó guiado por una voluntad poderosa. Los hilos rojos descendieron por el cinturón, goteando, hasta caer sobre el suelo. Selina contó cinco pequeños charcos en los que caía sin cesar la vida de su héroe.

 

—¡Iskandar, detente! —gritó ella, agarrándose a la cintura del joven y dejándose caer de rodillas. Empezó a llorar. No soportaba verle sufrir así—. ¡Para de una vez! ¡Haz lo que te dice! ¡Hazlo! —Sus palabras le desgarraron el corazón y también empezó a llorar, pero apretó la mandíbula con rabia y frunció el ceño, dedicando a la Moira una mirada resentida.

 

—No voy a permitir que te la lleves —susurró, para concluir con un alarido desesperanzador—: ¡No te la llevarás!

 

La diosa chasqueó los dedos. De repente, Iskandar se sintió pesado. Aquella parálisis no era causada por sus graves heridas, sino por el empuje de la gravedad. Ya conocía esa sensación de antes. Aunque intentó oponerse, no podía más que sentir cómo el suelo le atraía y cómo un peso enorme se cargaba sobre sus hombros. El martirio de Atlas, que cargaba con el peso del mundo, debía haber sido algo similar a aquello.

 

El guerrero no pudo mantener los brazos alzados; se le convirtieron en vigas soldadas a la cintura. Uno de ellos aplastaba la frágil mano de Selina. Por más fuerza que hacía, no era capaz de separarlo. La chica no gritaba, pero podía verse reflejado el dolor en su rostro. El rictus se hizo intenso cuando el hueso cedió, crujiendo. El brazal agrietado de Iskandar, afilado como un cristal roto, había penetrado en la carne de la doncella, que empezó a chorrear, herida.  

 

—¡Ah! —El santo no podía hablar. Sus ojos imploraban piedad para su amada. Pero el semblante de la Moira no cambió en absoluto; seguía rezumando seriedad a través de sus labios, arrugados y cerrados.

 

Átropos, contemplativa, murmuró algo inaudible. Varios hilos de plata volaron hacia el santo clavándosele por todo el cuerpo: dos para los brazos, otros dos para las piernas, uno en el estómago, otro en pleno corazón, y el último en el cuello. Los recibió todos a la vez. El dolor era intenso, pero él solo pensaba en el martirio que su enamorada debía estar sintiendo. Si no hacía algo rápido, era más que probable que ella perdiese la mano.

 

La héptada de hilos atravesó el cuerpo de Iskandar y se ancló en la tierra. Parecía tener vida propia —y cruel—. Desde su posición no podía hacer más que mirar y sufrir. Intentó gritar, pero solo salió un susurro débil de su boca.

 

—¡Detente, por favor! —gritaba Selina—. Yo seré su espejo. ¡Detente, por favor! ¡No le hagas más daño! ––Sus chillidos eran como una herida abierta. Aquella voz doliente, pero tan cargada de valor, avergonzó al santo.

 

«Le dije que la protegería. ¿Qué estoy haciendo? Soy un fracaso… —La mano de Selina crujió de nuevo, rompiéndose por completo. Su alarido rasgó el cielo, y el hombre, prisionero, no pudo ni dedicarle una mirada compasiva—. Soy basura.»

 

—Eres inteligente, hija de los hombres. En tu finitud, comprendes que es imposible negar el destino. Pero para que este hombre pueda albergarte, ha de ser purificado.

 

»Habiendo recibido el Juicio de las Horas —explicó ignorando el sufrimiento de ambos—, su egoísmo ha sido potenciado. Su propio hermano le condenó. Tenía buenas intenciones, pero el Juicio, aunque en primer momento pretendió salvar a los santos dorados, fue alterado.

 

»No puedo tener un campeón maldito. Tengo que limpiar esa maldición. ¿Lo comprendes? —Dirigiéndose a Iskandar, señaló—: Voy a anular la carga que te ha impuesto el Juicio de las Horas para que puedas servirme y no cometas más estupideces de las necesarias.

 

«¿Es verdad eso? ¿Mi hermano me condenó? No puede ser… Él luchó para que yo dejase de guiarme por mis sentimientos, ¿no? —se dijo el santo—. Pero falló. Al fin y al cabo le maté. Y no derramé ni una sola lágrima… Soy lo peor.»

 

Los hilos de plata que atravesaban la carne de Iskandar se calentaron al unísono. Su temperatura ascendió tanto que empezó a oler a carne quemada. Iskandar gritó. Ahora sí que brotó su voz, cargada de desesperación, impotencia, dolor… Selina seguía llorando; no podía aguantarlo más.

 

—Te va a doler mucho. Muchísimo. Precisamente por eso, tu cosmos se elevará hasta límites inhumanos —declaró la divina—. El sufrimiento será inconcebible, pero es el precio para cambiar el destino. Si no te debilito antes, podrías volverte loco por el dolor.

 

Selina hizo fuerzas con el brazo atrapado. Sentía los huesos y la carne machacada bajo el brazal de Escorpio. Fue como desenvainar una espada. Se deshizo del agarre desgarrándose la extremidad. El sonido fue tan desagradable que se le revolvió el estómago, y su mano izquierda se convirtió en un amasijo de escozor y rojo palpitante. La joven cayó en cuclillas al suelo y vomitó, manchándose de nuevo su vestido blanco. Jamás volvería a utilizar la mano izquierda, si es que aún la conservaba entera. No se atrevió a mirar. Tenía algo que hacer…

 

Átropos previó la estupidez de la humana, y arqueando una de sus seis alas, arremetió contra ella creando una ráfaga de aire que la lanzó varios metros hacia atrás. La joven chocó de espaldas contra el mullido prado, ahogando un grito. Solo sentía la mano latiéndole, al igual que sólo le llegaba el olor a carne quemada desde Iskandar.

 

La frustración se adueñó de Iskandar. La ira aumentaba sin cesar en lo más profundo de su alma. Y poco a poco, iba llenándole la mente de escenas violentas, de odio, resentimiento. Maldijo a la diosa mientras trataba de quebrar los hilos al rojo vivo. El corazón le latía demasiado rápido para lo herido y débil que se encontraba.

 

—El hilo de cada hombre es formado por siete fibras —expuso la divina con solemnidad—, y siete son las fibras que atraviesan tu cuerpo. Son fibras de plata. En cada una de ellas está grabada parte de tu destino. Ahora que han sido teñidas con tu sangre, puedo purificarte reescribiéndolas. Pero ya te he dicho que es un proceso muy doloroso. Sería mejor que quedases inconsciente —rio—, ya que si rompes una de esas fibras, te suicidarás.

 

Escuchar los aullidos dolientes de Selina era demasiado. No podía aguantarlo más. No quería. La rabia se convirtió en la diosa de su alma: el corazón le empezó a palpitar aún más rápido. La adrenalina hizo que todo en derredor se iluminase. Con cada pulso, sentía los hilos de plata quemándole, y eso acrecentaba el deseo de venganza que había ido forjando. Su cosmos empezó a expandirse, y un destello áureo le rodeó el cuerpo. Soportando el malestar de haber sido atravesado y el hedor de su propia carne ardiendo, proyectó la masa de energía hacia el cielo, haciendo que esta dibujase una bóveda de luz de oro de diámetro inconmensurable. Junto a ella, la tierra empezó a temblar. Pero Átropos seguía impasible; nada parecía sorprenderla.

 

—Era de esperar que no te fueses a quedar quieto —chistó—. Te haré comprender que da igual que patalees, grites o llores—. Átropos arqueó otra de sus alas para tensar las siete fibras que retenían al santo.

 

«No puedo ceder. No voy a ceder —se repetía una y otra vez Escorpio.»

 

Un resplandor nocturno empezó a brotar del cuerpo de la anciana. Conforme se iba haciendo más poderoso, Iskandar comprendió lo que iba a suceder: Átropos le atacaría sin miramientos. Lo peor de todo es que seguía sin poder moverse a pesar del cosmos que había desplegado. Un pitido agudo le perforó los tímpanos, resonando más aún que los gritos de la doncella detrás de él. Los ecos se transformaron en un aullido cada vez más estridente. Notó cómo se le helaba la sangre a pesar de los hilos ardientes.

 

La Moira alzó el Cetro del Origen. Un delgado hilo rojo ascendió hasta el cielo. Los fulgores azabache que oscilaban en derredor de la diosa se proyectaron en espiral, y en un parpadeo, una lanza roja, rodeada en su totalidad por miles de anillos negros, atravesó la campana dorada de cosmos de Iskandar.

 

—No puedo ceder. No voy a ceder —dijo él entre dientes. Seguía forcejeando contra la inmensa energía de gravedad que le retenía. Tenía que salvar a Selina al precio que fuese. ¿Pero cómo hacerlo? No podía confiar en las promesas de la Moira. ¿Ser su campeón y permitir la muerte de su amada? Jamás.

 

El cosmos divino de Átropos opacó la presencia de Iskandar y Selina con un silencio estridente. El suelo continuó temblando con más violencia aún que el terremoto que había sacudido Atenas. Los vaivenes tronadores hacían trastabillar a Iskandar, siempre atado por aquella energía que seguía sin poder vencer. Al moverse, los hilos cauterizantes laceraban su carne abrasada. Pero le daba igual: no saldría de allí con vida. Ya se lo había advertido su hermano. Ante la muerte, ¿qué menos que darlo todo por la persona a la que amaba? Y entonces recordó aquella técnica que había visto una horas antes, la Spira Mirabilis; el legado de Ístvan.

 

Escorpio solo la había visto una sola vez, pero sabía que podría emularla. Era una técnica que dejaba muchos huecos vacíos, y podría utilizarla para destrozar el suelo a su alrededor y acabar con el anclaje de los hilos que le inmovilizaban casi por completo, sin romperlos. Luego, la propia gravedad le arrojaría al suelo, expulsándolos de su cuerpo.

 

«Con el dolor y el sufrimiento, el cosmos aumenta. El cosmos siempre acompaña a la desesperación. No puedo fallar —pensó—. ¡Ahora!»

 

Un milagro de cosmos redirigió toda la energía de su cuerpo hacia el brazo derecho, que pudo mover. Logró alzarlo, a pesar de que sentía cómo se le desgarraban los tendones y cómo el hilo iba cauterizando sobre la marcha la herida, cada vez más grande. El dolor era lo más intenso que había sentido en vida. Podía ver cómo la sangre que le resbalaba por el brazal iba hirviendo. Se mareó, pero usó la misma extremidad para agarrarse al hilo y no desfallecer.

 

«Mis dedos aún funcionan. No me caeré. Los hilos me sujetan… —Guardando el equilibrio, el santo de Escorpio sonrió por la ironía; trataba de librarse de la atadura de los mismos hilos que le permitirían usar su técnica sin caer.» ¡Spira Mirabilis!

 

Con todo su espíritu en ello, aglomeró la energía en el brazo alzado, y esta danzó trazando círculos por toda la extremidad, nerviosa. Cuando se arremolinó, un mar de luz de oro nació, moviéndose encabritado y rasgando cielo y tierra por igual. El choque de las embestidas de oro lechoso atronó el anclaje de las fibras, destrozándolo junto con el suelo bajo sus pies, que voló en incontables fragmentos. La destrucción se extendió en un radio mucho mayor del que había calculado, llegando más allá de Átropos y Selina. Pero su objetivo no había sido alcanzarlas, sino zafarse del agarre cruel. En el momento que los hilos se soltaron del suelo, Iskandar cayó de espaldas quedando libre de ellos. Tal cual había imaginado, abandonaron su carne como cabellos arrancados.

 

Átropos ya estaba lista para replicar. Lo había estado desde que creó la lanza roja.

 

—Devastación de la Eternidad. —La voz de la anciana fue suave; apenas un murmullo. La energía que desplegó fue, por el contrario, un infierno desatado. Se tragó los remanentes de luz dorada de Iskandar, bañándolos en el tono del ocaso junto a todo lo que había en la llanura de las Puertas del Tiempo Absoluto.

 

El agarre de la gravedad había cesado, e Iskandar se dio cuenta al instante. Miró a Selina, detrás de él, casi inconsciente por el dolor de haberse desgarrado la mano. Supo que aquel golpe que preparaba la Moira la mataría irremisiblemente. Tenía que protegerla. Debilitado como estaba, dio a duras penas dos zancadas largas y se lanzó sobre su querida damisela, usando su propio cuerpo para protegerla. A escasos diez centímetros de su rostro, en una intimidad donde solo existían ellos dos, le sonrió.

 

«Si voy a morir, que al menos ella viva.»

 

—Te amo. —La muchacha le acarició el rostro con los labios entreabiertos. Y él se sintió más humano que nunca. La besó mientras se fundían en un abrazo desesperado, sabiendo ambos que no llegaría un mañana en el que amarse. Era demasiado tarde.

 

Se escuchó un tremor desgarrador e infinito que no provenía de ningún lugar, pero a la vez de todos ellos. Fue el aullido de la propia lanza carmesí justo antes de clavarse en el suelo y explosionar. El ulular de aquel timbre pavoroso, acompañado por una onda candente que asoló todo, bañó el prado infinito con presagios de muerte. Las Puertas del Tiempo Absoluto tornaron en un erial abrasado y destruido donde el fuego lamía la oscuridad del cielo inexistente.

 

Iskandar recibió la ira del infierno en su espalda, pero ni todo el fuego del mundo sobre su cuerpo hizo que abriese los ojos. Seguía concentrado en los suaves y dulces labios de Selina. Todo su ser, todo su amor —incluso el de su yo póstumo— sería de ella.

 

Escorpio se fundía como el estaño. Usó los remanentes de su vida para derramarse sin tocar la piel de la doncella. Esa fue la voluntad de su portador.

 

Todo se calcinó alrededor del abrazo infinito. Tierra, hierba, flores… Solo quedó un mar de piedra fundida, latente y anaranjada, e incontables dedos ígneos que desprendían humaredas tiznadas. La calma regresó entre nubes de polvo, escombros y restallidos de vientos huracanados.

 

Iskandar se sintió ahogado por un denso manto de ceniza gris. Bajo su cuerpo abrasado se hallaba Selina, que parecía inconsciente, mas intacta. Pudo levantarse. Tenía la piel chamuscada por todas partes, y no quedaba sobre su cuerpo ni una sola de las piezas de la otrora majestuosa armadura de oro que le había protegido. Su melena había desaparecido, quemada. Era un milagro que siguiese con vida.

 

La ceniza resbaló por sus quemaduras hasta el suelo, levantando una pequeña polvareda que ocultó a la muchacha un instante. Al verla ahí tendida, ilesa, Iskandar empezó a reír entre lágrimas.

 

«¿Seguimos vivos? ¡Atenea!»

 

A pesar de que la Moira debía haber sido afectada por su propio ataque, seguía allí, impávida e ilesa, contemplando su obra. Aunque sus ojos eran cuencas vacías, lo veía todo; no existía detalle en el que no hubiera reparado.

 

—La energía de los dioses es algo que queda más allá de vuestra comprensión, mortal —espetó Átropos con una sonrisa mordaz—. Tenemos cosmos, como vosotros, pero también poseemos el poder de la dýnamis, el vínculo que nos une con Ananké. El motivo de nuestra necesidad y vuestra contingencia es precisamente esa dýnamis.

 

Al escuchar la voz funesta de la Moira, Iskandar alzó la guardia. Tenía el cuerpo entumecido. Le escocían hasta los párpados. Y estaba desnudo, tal y como había nacido, entre llagas y quemaduras supurantes. Notaba la espalda tersa y le ardía la piel. Pudo ver por primera vez el agujero que tenía en el pecho y que él mismo se provocó con Antares. ¿Cómo seguía vivo? Debería haber muerto mucho tiempo atrás. ¿Acaso era por el efecto restaurador que había tenido sobre él hallarse en las Puertas del Tiempo Absoluto? De nuevo, la diosa leyó sus pensamientos.

 

—Si quisiera matarte, habría cortado el hilo de tu vida con mis tijeras —explicó—, pero no he venido aquí para eso. Tampoco lo hubiera necesitado. Tú mismo lo te has dado cuenta: deberías haber muerto. Y sin embargo estás vivo, delante de mí. ¿Atenea? No, no es ella quien te ha protegido —declaró—. He sido yo.

 

—¿Cómo dices? ¡Es absurdo! ¿Por qué atacarme entonces?

 

La Moira Átropos arqueó una de sus alas para agarrar el hilo de la vida de Iskandar. De nuevo, este se dividió en siete filamentos. Los hilillos se separaron entre sí, formando un heptágono. Algo brilló en su interior; una pieza pequeña y amoratada. A Iskandar no le llegaba la vista para saber qué podría ser aquello.

 

—Porque ese ataque no fue más que una distracción —sonrió enseñando sus dientes, piezas de brillo parecido al acero—. Un juego para evitarnos más dramas.

 

Iskandar abrió los ojos. Sintió un escalofrío que le recorrió de arriba abajo. Al girarse hacia Selina, descubrió que no se había movido todavía. Corrió hacia ella, se agachó y la sostuvo entre los brazos, chamuscados.

 

—¡Selina! —gritó—. ¡Selina! —Como no reaccionaba, le dio un par de bofetadas en la mejilla. Pero no hubo respuesta alguna. Estaba tan fría como la primera vez que la vio en casa de Milo. La única diferencia era que ahora no respiraba—. ¡No es posible! —gritó Iskandar con la cabeza alzada al cielo—. ¡No puede ser! ¡La he defendido con mi vida!

 

La Moira se alzó y avanzó hacia Escorpio. Sus aleteos resonaban como notas de música de una sencilla melodía. Una vez se halló a escasos dos metros sobre el santo, tomó la pieza morada de entre las fibras del hilo de Iskandar y se la mostró con el brazo extendido. No había dudas: Átropos tenía un corazón cristalizado en la palma de su mano izquierda. Reflejaba el terror que se había adueñado de Escorpio.

 


[1] Mors certa significa "la muerte es segura". Está escrito en latín. 

 

--------------------------------------------------

 

Hasta aquí el capítulo 5, amigos. La próxima parte pondrá punto y final al encuentro con la Moira. 

 

Os agradezco todo el apoyo que me estáis dando y la paciencia que tenéis con este lento fic. ¡Espero poder corresponder vuestras palabras de ánimo con comentarios y una buena historia que os haga vibrar!

 

Como sabéis, el día 24 de diciembre será un día especial para muchos de nosotros, que solemos reunirnos en familia. Es posible que adelante o retrase un día la publicación de la primera parte del capítulo 6. En principio intentaré publicar el día 24, pero si me adelanto o retraso, al menos que lo sepáis. 

 

Sin más, un abrazo ENORME para todos vosotros.  :lol: 


Editado por Killcrom, 14 diciembre 2014 - 15:15 .

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(Parte 3 de 3)

Publicado: ?? de ? de 2018


#116 unikron

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Publicado 14 diciembre 2014 - 16:05

a ver como temrina la batlla con la moira buen fic 



#117 -Felipe-

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Publicado 14 diciembre 2014 - 16:12

Excelente capítulo, como siempre. Conmovedor y con acción, buena mezcla.

Unos cuantos comentarios...

 

1. Primero, me llamaron mucho la atención algunos epítetos, como damisela, príncipe, y similares... No es que estuvieran mal, al contrario representan bien la gran relación y el romance entre Iskandar y Selina, pero algo me hizo clic al leerlos, como que se salían un poco de la atmósfera de la época (a pesar de estar en un lugar atemporal), no sé cómo explicarlo, pero no te lo tomes a mal, porque en realidad me gustó, pero aún así había algo curioso. "Doncella" si me supo bien.

Sin embargo hay algo que no sé si será a propósito o no, pero si bien por un lado los sentimientos de Escorpio a la chica son evidentes, no me ha dado la misma impresión a la inversa. Tal vez es porque te metes más en los pensamientos del Santo que los de ella, pero no sé ¿Fue mala percepción mía o fue a propósito? ¿Son sentimientos recíprocos? Al final, por el beso y todo lo que ella intenta salvarlo, puedo suponer que sí, pero no me queda tan claro como de parte de él.

 

2. Lo otro, no entiendo muy bien el funcionamiento de la Tormenta de Furia. Quiero decir, comprendo su función defensiva, protegiendo al Santo de Escorpio como un remolino, pero Iskandar menciona que la usa normalmente de manera ofensiva, ¿Cómo es eso? ¿Es como la Nebula Storm de Shun? Si es así, estas son las mejores técnicas escorpinas hasta la fecha :D

 

3. —¡Selina! —intentó gritar, débil. La joven, algo más cerca de él que la Moira, seguía enredada como una gata traviesa en los entresijos del Lazo Carmesí.

Selina... gata... y yo que acabo de leer un cómic de Catwoman jeje.

 

4. Selina contó cinco pequeños charcos en los que caía sin cesar la vida de su héroe.

Aquí siento que el "contó" está como mal puesto. ¿Por que se pondría a contar cuantos charcos había? Tal vez hubiera sido mejor "vio", aunque también puede ser que me esté poniendo demasiado en la idea "PdV" por culpa de mi fic. Si es así, mis disculpas :(

 

5. Iskandar se puso emo xDDD Sinceramente, la forma en que describiste cuan mediocre se considera así mismo, llamándose basura y demás, mientras a la vez se levanta una, dos, tres veces... fue magistral. Y al mismo tiempo sufre más por Selina que por él, está muy bien escrito. El tipo está en una situación límite, y ocurren todas estas situaciones y emociones distintas, sencillamente es delicioso leer esas "mezclas".

 

6. Algunos detallitos...

a) Tú mismo lo te has dado cuenta: deberías haber muerto. El "lo" está de más.

b) Instantes después, este recuperó la conciencia. Creo que ahí va un tilde, en "éste", pero puede que me equivoque.

c) En esta en realidad tengo una duda, tal vez me ayudes a resolverla ya que la he tenido mil veces al escribir. No era tan necia como Iskandar, que desafiaba una y otra vez a la Moira, pero tampoco soportaba verle ahí, tirado ante ella y sufriendo. Usas el "que" para referirte a Iskandar, ¿No debería ser "quien"? No es una crítica, es que francamente no lo sé xD Y si se puede usar ambas, me gustaría saberlo para no complicarme la vida más adelante.

 

7. Dejo el final para el final. El final... valga la redundancia. Iskandar soportó de todo, cada una de las torturas del infierno se le puso encima, se le rompió una de las armaduras más poderosas del mundo, le atravesaron el pecho y lo quemaron una y otra vez, aguantó de todo mientras daba un último beso esperando morir para salvar la vida de la chica, y ante todo pronóstico sobrevivió. Era un milagro, algo que mostraba la determinación y el poder humano, las facultades del amor, las...

Y pum, sales con eso de que la diosa era más diosa que nunca, y se había cargado ya a la chica usando ese ataque tipo tanque como distracción. "Como un mono que cree que ha corrido miles de kilómetros, pero solo estuvo siempre dando vueltas sobre la palma de Buda"... Frustrante, detestable, te hace sentir insignificante, y aún así maravillosamente escrito.

Mis más sinceras felicitaciones.

 

 

Espero no haber sonado muy crítico, pero como sabes (y como también has hecho conmigo en mito del Santuario, lo cual agradezco cien veces) es para ayudar siempre, y no algo negativo. Este es el mejor fic que he leído en muuuuuuuuuchos años, y por eso espero lo mejor de él. Y es que a pesar de esas críticas, es una narrativa genial.

 

Ansioso por el siguiente capítulo, y aquel en que llegue Zeus a aplastar a la mald*ta Moira xD


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#118 Vulcanus no Kentha

Vulcanus no Kentha

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Publicado 17 diciembre 2014 - 15:18

Buenas tardes compañero! Con gusto llego a seguir leyendo tu fic, veamos que sucederá esta vez con el pobre Iskandar, si esto sigue asi tendrá que seguir los secretos de Shiryu para no morir desangrado xD

 

Recuerdo que la vez pasada quedaron metidos en el rollo de que el caballero había sufrido los efectos del Juicio de las Horas. Creo q su forma de purificación será a través del dolor y más dolor y más dolor xD

 

Y sí ahahahahha estaba en lo cierto pero me ha dado mucho gusto que por fin Escorpio recuerda que lucha por una diosa! Aunque sea para pedirle ayuda xD

 

Pasa serte franco Killcrom y disculpa si soy muy antipático ): pero el capítulo se me está haciendo algo largo… y sabes que siempre me pasa lo contrario con tu obra xD creo q el combate se ha extendido demasiado aunque si hay muchas partes que te dejan pensando.

 

Noto que los sentimientos de Iskandar llegan a punto de ser no sé… como obsesivos xD quizás hasta que punto sean verdaderos o no.

Recuerdo cuando Shina de Ofiuco se mostró enamorada de Seiya, lo que adornó esa escena fueron sus flaskbacks de cuando era niña y bla bla xD

 

Hahahaahahah eso de gata traviesa me ha hecho leerlo dos veces para ver si estaba en lo correcto xD Vas tan serio en el relato y pam! Sale eso ahahaahahha aunque si me sirvió la verdad para prestarle más atención al relato.

 

Veo el gran sufrimiento de Iskandar, creo que ya esta tomando consciencia de lo débil que es ante la Moira. Con tanta quemadura y armadura rota ahora me lo imagino como Anakin Skywalker luego de que es derrotado por su maestro xD es una terrible imagen mental ):

 

Lo que sucede al final es sin duda… magnifico xD ahahhahaha algo así como ya definitivamente yo soy la diosa y tu un gusano quemado xD nada de modos milagrosos ni Ikki viniendo a salvar la situación hahahahhaa

 

Bueno hasta ahí quedo :B el capítulo ha estado muy bueno ¿Cómo no con esa redacción? Pero creo que ya es hora de un cambio de arco. De todas formas espero con muchas ansias saber que pasará con Iskandar luego de este tan abrumador encuentro xd un abrazo amigo! Nos leemos :D


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#119 Patriarca 8

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Publicado 17 diciembre 2014 - 19:58

el ultimo capitulo demuestra  a la perfección la enorme diferencia entre el poder de un humano aunque sea un caballero dorado y una divinidad

 

La Moira Átropos tiene un poder fumado

pobre caballero de escorpio,tanto dolor que soporto y al parecer no pudo salvar a su amada

 

me hacer recordar que según la mitología ni siquiera los olímpicos podían alterar lo que las moiras decidian

 

buen fic


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#120 Killcrom

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Publicado 19 diciembre 2014 - 08:06

¡Buenos días desde esta parte del mundo, amigos y compañeros escritores y lectores! Después de cinco días sin aparecer, he decidido venir a contestar los comentarios que me habéis dejado y -espero- a leer algunas de vuestras historias. 

 

a ver como (...)

 

Ya queda muy poco para que termine, Unikron. Apenas en la próxima parte tendrás el ansiado desenlace.  :lol:

 

Abrazos y gracias, amigo. Dale un saludo a Hatome. 

 

Excelente capítulo (...)

 

Muchas gracias por tus palabras, Felipe. ¡Voy a responder tus comentarios uno por uno!

 

1.- El tema de los epítetos no tiene más magia que la pura necesidad de encontrar sinónimos para no repetirme. Sé que hay algunos que no encajan tan bien como otros, pero prefiero utilizarlos antes que por ejemplo, escribir una y otra vez "la joven". Llevas toda la razón en que algunos no encajan del todo bien, pero por el momento, mi vocabulario no da para más. 

 

No me tomo a mal ningún comentario que me hagas, pues sé que lo haces con la intención de ayudar. Muy por el contrario, te lo agradezco.  :lol:

 

Sobre lo que dices de los sentimientos de Escorpio, aunque yo uso un narrador omnisciente, ya te habrás dado cuenta de que me centro más en el personaje principal que en los demás. Por eso no he hecho demasiado énfasis en qué siente Selina. Lo sabrás en la siguiente parte que publique; al fin y al cabo, Átropos puede responder a todo, y seguro que aún puede trolear más al alacrán.

 

Si me preguntases a mí directamente, creo que Selina sí quiere a Iskandar, pero no de la forma "corrupta" en que él la quiere a ella. No han pasado tanto tiempo juntos. En realidad, no han tenido tiempo de enamorarse de forma "normal"... ¿Qué podré hacer?  :unsure: ¡Jajaja!

 

Y por cierto, sí que lo has entendido todo bien. Que no haya nada de Selina es algo intencionado. Ya verás por qué.

 

2.- En sus orígenes, Tormenta de Furia era una lluvia de agujas de cosmos. Conforme el tiempo pasó, empecé a verla como la Tormenta Nebular de Shun. Y así es como la imagino a día de hoy. Que Iskandar la usara de forma defensiva es posible precisamente porque crea un muro de vientos huracanados (o lo que sean esas corrientes de cosmos). 

 

Aún te falta por ver LA técnica de Escorpio (herencia de la armadura). Aunque sinceramente, no sé si dejarla u omitirla. Esta parte me está saliendo más larga de lo que quería en un principio. Igual no arreglo demasiado si quito esa parte, así que probablemente permanezca. 

 

3.- No se me ocurrió nada mejor para describir la posición ridícula en que imaginaba a Selina. Como me encantan los gatos, se me vino eso a la cabeza y así lo escribí. La mujer gato creo que tiene más estilo que nuestra doncella.  ^_^

 

4.- No, llevas razón. Habría sido mejor "vio" o "contempló", o algo así. Ahora que lo mencionas, es cierto que "contar charcos" no parece lo más apropiado cuando están machacándote a palos.  :unsure:

 

5.- Piensa que ahora mismo Iskandar está maldito y corrupto por el Juicio de las Horas. Su razón no funciona bien. Por eso dice lo que dice y piensa como piensa. Pero aún queda el desenlace. ¿Se hará realidad el presagio de Ístvan? 

 

Sobre las mezclas de emociones y situaciones: me encantan. Quisiera ser capaz de escribir una escena (y en el futuro un libro) que narre una mezcla entre lo más cándido y hermoso y lo más aberrante y cruel. Creo que sería... épico. Hasta entonces, a seguir aprendiendo.

 

6.- Veamos...

 

a) Corregido. Gracias por apuntarlo. Por más que uno revise, es imposible arreglar un texto al 100%.  :t420:

 

b) Las tildes en "este", "esta", "ese", "aquel"... (pronombres demostrativos según la fuente que consulto) están en desuso. Puedes prescindir de ellas al igual que de las tildes en "solo" y en "guion" y similares. 

 

Te copio una cita del Instituto Cervantes:

 

Spoiler

Está extraído de aquí: 

 

 

Gracias por apuntarlo de todas formas, pero por suerte esta vez no es un fallo.

 

c) En este caso particular creo que sería mejor usar "quien" en vez de "que", pero yo diría que "que" no es incorrecto tampoco. Tiendo a utilizar más el "que", pero ya que lo mencionas, el uso del "quien" podría ayudarme a repetir menos palabras. ¡Gracias!

 

7.- Creo que en realidad, los que estáis sufriendo más que Iskandar sois vosotros leyendo un combate TAN largo. Los demás serán mucho más cortos. Pido perdón.  :unsure:

 

Átropos es una auténtica hi*a de pu**. Es una diosa, y para ella, los humanos no son más que herramientas. Al igual que un niño disfruta atrapando una mosca y arrancándole las alas sin matarla, esta Moira ataca y ataca controlando su poder para probar la determinación humana. Y luego, siega toda esperanza. 

 

Aún te queda por ver lo peor y lo mejor. Gracias por esas felicitaciones. También gracias a ti por aguantar estoicamente esta parte tan densa. 

 

8.- De hecho, te agradezco que seas crítico. Este fic tiene agujeros argumentales y fallos. De algunos soy consciente. De otros no. No aprenderé nada si no me criticas. Por tanto, esto que haces es lo que en realidad me da la vida. 

 

Yo intentaré seguir ayudando en tu fic, pero es que, salvo la puntuación, hay muy poco más que señalar. Vas por el buen camino. Me gustaría que me contases algún día por qué escribes.  :lol:

 

Espero mejorar la narrativa en un futuro haciéndola más sencilla y accesible. Ya ves, en vez de tirarme 50 páginas para una escena, intentar condensar un poco sin perder calidad. 

 

PD: Me pregunto si el Zeus de la mitología podría hacer algo contra Átropos. Supongo que depende de la versión... 

 

¡Abrazos, amigo!

 

Buenas tardes compañero! (...)

 

¡Gracias por seguir siendo fiel a mi historia, Abyss!

 

Al pobre Iskandar no le quedaría sangre en condiciones normales... /suspiro. 

 

Correcto. Iskandar debe sufrir un dolor terrible para ser purificado. Es probable que eso suceda en la siguiente parte. Por suerte, será el desenlace de este enfrentamiento. Te pido disculpas porque sé que se me ha ido de las manos. Esta parte de Átropos superaba las 10.000 palabras sin ser corregido, y tras la revisión aumentó considerablemente el volumen. Como compensación, te confesaré que solo quedan dos partes con Iskandar. El desenlace del combate y el desenlace de su arco argumental. El capítulo seis, en resumen.

 

Los recuerdos de lord Iskandar son obsesivos. De hecho, está afectado por el Juicio de las Horas, que potencia sus sentimientos y los expone en su versión más enfermiza. Si le preguntases a Iskandar por qué quiere tanto a Selina, no podría responderte. 

 

Hmm... si te hizo prestar más atención al relato, creo que no lo estoy haciendo muy bien. ¡Perdón!  :doh:

 

Quizá te ayude la imagen de Bolvar Fordragón tras un "pequeño" percance que tuvo con el Rey Exánime en el universo de Warcraft. 

 

Spoiler

 

La verdad, creo que las heridas de Iskandar son aún peores. Pero sí, está hecho polvo...

 

No quiero que haya deux ex machina en esta historia. Intentaré evitarlos a toda costa (alguno se colará, seguro). Átropos tiene un propósito, Iskandar otro. Todos sabemos quién va a ganar. Y sin embargo, habrá una sorpresa. 

 

Te doy la razón. Es hora de un cambio de arco. ¿Podrás esperar hasta el capítulo 7? ¡Solo 2 partes más! Y un adelanto: Iskandar cambiará. No te voy a decir si cambiará de estado (de vivo a muerto) o de personalidad (de idiota sin cabeza a un poco menos idiota XD). 

 

Un abrazo. Nos leemos, amigo. 

 

POR CIERTO: me encanta tu nueva firma. Dile a Leo Oscuro que se prepare, que le voy a enviar a Átropos a que le dé conversación.  :lol:

 

el ultimo capitulo demuestra  a la perfección la enorme diferencia entre el poder de un humano aunque sea un caballero dorado y una divinidad

 

La Moira Átropos tiene un poder fumado

pobre caballero de escorpio,tanto dolor que soporto y al parecer no pudo salvar a su amada

 

me hacer recordar que según la mitología ni siquiera los olímpicos podían alterar lo que las moiras decidian

 

buen fic

 

¡Hola, T-800! 

 

Creo haberlo mencionado, pero cualquier dios o semidiós en esta historia será muy superior a un caballero dorado. Si el enemigo fuese un semidiós, lo tendrían muy complicado para ganar. Espero poder solucionar eso.  :lol:

 

Iskandar ha fracasado miserablemente. Es hora de ver cómo llora como una niña.  :devil:

 

En esta historia aún no decido si los dioses olímpicos están atados por el destino o no. Yo creo que lo están, aunque de distinta forma. Sería interesante profundizar en eso. 

 

Muchas gracias por tus palabras, amigo. Espero que el desenlace y el próximo arco argumental te animen a seguir leyendo. 

 

PD: nunca perdonaré que acabases así con la vida de

Spoiler
  :lol:


Editado por Killcrom, 19 diciembre 2014 - 08:13 .

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