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El Mito del Santuario


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#361 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 14 octubre 2015 - 16:40

te quedo muy bien tu fan arts

 

creo reconocer a la mayoría de ellos:

 

-milo

-daidalos

-orfeo

 

 

-la chica con la venda creo que es de saintia sho aunque no estoy muy seguro

 

-el que esta a su lado no se quien sea


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#362 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 15 octubre 2015 - 18:00

hola felipe!! bueno ya me eh puesto al dia con estos dos ultimos capitulos

me gusta que a estos generales tengan una personalidad mas marcada que los de la serie

original que eran planos,y tambien que los pongas a nivel de un dorado que era de risa que que uno

de los dioses principales del olimpo tuviese a unos losers de como generales XD

 

lo dificil de verdad es el tema del nivel de poder de un tipo como poseidon...en mi opinion en la serie

original aunque desperto su conciencia,su auntentico poder nunca llego a liberarse del todo

por que atena junto a sus legendarios consiguieron sellarle otra vez...

 

tengo mucha ganas de leer cuando empiece el "intercambio de golpes" entre los legendarios y el dios de los mares

que fue uno de los momentos que mas me gustaron del original

 

y sobre tu otro fic,muy interesado en esa historia que has ido mencionando a lo largo de los capis

y ganas de leerlo un saludo y sigue con esa creatividad

Hola, Presstor! Gracias por pasarte otra vez por acá! :D

Por supuesto que sí, era un absurdo tener soldados de un olímpico, el hijo mayor de Cronos, como tipos de nivel paupérrimo. Se necesitaba un cambio.

 

Sobre Pose, será el gran desafío, como he discutido varias veces con Rexomega. Poder reflejar bien el poder del Olímpico, más allá de como quedaron las peleas con Shaka y Saga (y Krishna, pronto) va a ser muy difícil, porque el mismo Kuru no lo hizo, en mi opinión, muy bien.

 

Si estás con ganas de leerlo, imagínate cuantas ganas tengo de escribir la historia de los 4 de Oro Blanco. Aunque en realidad, nin siquiera tengo el título bien definido xD

 

Como sea, gracias por comentar, amigo :)

 

 

te quedo muy bien tu fan arts

 

creo reconocer a la mayoría de ellos:

 

-milo

-daidalos

-orfeo

 

 

-la chica con la venda creo que es de saintia sho aunque no estoy muy seguro

 

-el que esta a su lado no se quien sea

Gracias, me esforcé bastante en el dibujo!

 

La chica con la venda sí es de Saintia, es Mayura de Pavo, que en este fic ya se ha mencionado un par de veces como una discípula de Shaka que jamás responde a los llamados del Santuario. En Saintia no es su discípula, por cierto.

 

El otro también es un personaje de Saintia, Rigel de Orión, el guardaespaldas de la reencarnación actual de Eris. No tendrá exactamente el mismo papel en mi historia.

 

 

 

SHIRYU II

 

Aproximadamente seis horas desde el encierro de Saori Kido…

—¿Está seguro, maestro?

—Sí. Aldebarán ha muerto, y Poseidón ha anulado los movimientos de los Santos al interior de la Elíptica —contestó con tristeza el anciano, mirando la Gran Cascada mientras le daba la espalda, encendiendo su increíble Cosmos dorado.

Poseidón había demostrado una estrategia impecable a horas de que las lluvias comenzaran a caer y las grandes ciudades del mundo empezaran a hundirse bajo las aguas divinas. Los Santos de Oro habían quedado imposibilitados, y uno de ellos ya había caído en las trampas. Seguramente ahora los Marina estaban atacando el Santuario, y el Sumo Sacerdote Dohko de Libra no conseguiría llegar.

En China, la lluvia era muy intensa y había puesto en riesgo las vidas de los aldeanos en los alrededores de LuShan, pero Shiryu y Kiki se habían encargado de ponerlos a salvo. De vez en cuando algunos relámpagos iluminaban el cielo gris con su fervor incandescente, pero los truenos eran inaudibles detrás del bramido de la Gran Cascada.

—Nosotros debemos hacernos cargo —resolvió Shiryu.

—Sí —respondió Dohko al tiempo que alzaba los brazos hacia las nubes que dejaban caer la lluvia implacable sobre su sombrero de paja—. No puedo ir, no cuando aún tengo un trabajo que hacer, pero ustedes, jóvenes Santos, tienen la posibilidad de conseguir un nuevo milagro.

Ese trabajo del que hablaba de vez en cuando con la más misteriosa de sus voces, pero que nunca revelaba. Antes, Shiryu creía que era una excusa para no referirse a su edad, pero ahora dudaba completamente de esa idea.

—¿Pero por qué? —protestó otra vez Shunrei, abrazada a su brazo—. Shiryu está recuperándose todavía, padre.

—Shunrei, ya estoy bien, puedo pelear…

—¿¡Pero por qué?! Al fin podías tener una vida tranquila aquí, ¿y otra vez tienes que salir a arriesgar tu vida?

—Shunrei —llamó Dohko. De sus brazos salió un haz de luz suave, etérea, que se conectó con el fondo de la cascada, cuyo nivel había ascendido muchísimo. La chica que ambos amaban se arrodilló junto al hombre que adoraba como un padre, y las gotas de lluvia se mezclaron con sus lágrimas—. El destino que las estrellas marcan para nosotros los Santos es inflexible y a veces cruel, pero no podemos ir en contra de su designio, tal como decía un viejo amigo. Costó mucho que me convenciera de ello; nosotros formamos nuestra ruta de vida con nuestros actos, pero aun así están dentro de un marco estelar guiado por las estrellas de nuestras constelaciones. Eso es lo que Sion predicaba.

—¿La estrella de Shiryu desea que pierda la vida en combate?

El anciano maestro levantó el rostro hacia el cielo nuboso. La constelación de Draco no era visible desde ninguna parte de China, pero Dohko era el Santo de Oro de Libra, un hombre con más de doscientos años de edad. Su Cosmos llegó a un punto de constancia.

—Etamin, la más brillante del dragón. ¡Esa es tu estrella! —Dohko giró la cabeza hasta que uno de sus ojos grises se encontró con los suyos—. Nunca olvides tu misión, Shiryu, y Etamin te guiará de vuelta a estas tierras montañosas. Hiciste tu elección hace años, seguir tu destino, que es ser Santo de Athena, un guerrero sinigual que vele por el bienestar de la gente que no tiene culpa alguna de los caprichos de los dioses.

Shiryu lo contempló por unos instantes mientras Shunrei bajaba la cabeza con aceptación, y comprendió que ese hombre, el Sumo Sacerdote del Santuario, era el hombre más sabio que conocía y que conocería. En el pasado, Dohko de Libra también tuvo que enfrentar muchas batallas y a la mismísima muerte, pero había salido adelante, había protegido el planeta, y había sobrevivido para criarlos como personas de bien.

—Sí, maestro.

—¡Kiki! —llamó Dohko con voz gruesa. Bajó los brazos, pero el haz de luz etérea seguía paralela a la Gran Cascada, como si se sumergiera en el lago abajo.

 

El infante apareció en medio de un resplandor fugaz, y al instante tomó la mano de Shiryu. Shunrei se apartó después de abrazarlos a ambos con intensidad, como si por un momento deseara ser una con ellos, sufrir lo que sufrirían, pero a la vez, convencerse de que regresarían, ayudarlos a volver.

—Hace siglos oí que Poseidón tenía un templo bajo el mar, el cual ocultaba con su Cosmos divino desde la era mitológica, jamás pudimos hallar pistas de su paradero. Pero al pasar los años y conversar con mucha gente, logré dar con el famoso Templo.

—Sabemos que está bajo el mar, ¿pero por qué no pudo encontrarlo?

—Por culpa de los siete Pilares —contestó su maestro—. Cada uno sostiene un océano del planeta, y cuando Poseidón se manifiesta, generan una cúpula que impide a la gente incluso sumergirse, y así mantiene la miradas alejadas. También ayudan con la invisibilidad desde hace milenios, y por tanto deben ser destruidos. Cuando caigan, la cúpula podrá disolverse, aunque he oído que hay un gran tótem que conserva el poder de Poseidón, pero no sé qué será.

«¿Un tótem?» se preguntó Shiryu, pero había otra pregunta más urgente, respecto a los Pilares.

—¿Cómo podríamos destruirlos?

—Es posible que haya algo en el Santuario que los ayude con esa tarea que Poseidón considera imposible; he enviado a alguien a buscar esa arma, pero aún no llega. Esperaba que fueran juntos por este conducto que he creado, pero no podemos tardar más. Si no llega a tiempo, ustedes tendrán que derribar los siete Pilares de alguna otra manera.

—Sea como sea cumpliremos con nuestro deber —dijo Kiki. Shiryu lamentó poner un peso tan grande sobre la espalda del pequeño discípulo de Muu, pero éste ya había decidido a reemplazar a su maestro en la batalla—. Aunque sea solo un aprendiz todavía, no lo decepcionaré.

—No creo que lo hagas, hijo —sonrió Dohko, y con una mirada le indicó a Shiryu que lo cuidara, que impidiera que se arriesgara demasiado.

—Entonces al bajar por aquí…

—Llegarán sin inconvenientes al reino submarino, especialmente cerca del mar Mediterráneo, ya que he hecho resonar mi Cosmos con la misma frecuencia del de nuestra diosa. Kiki podrá acercarte con su teletransportación.

Sí. Saori también estaba allí abajo, luchando en alguna parte. Como Santo, era su deber protegerla también. Se colocó su armadura, Draco, y ya estaba listo.

—¡Vamos, Kiki! —clamó Shiryu, corriendo hacia el borde de la roca antes de entregarle la más esperanzadora de sus miradas a Shunrei.

—¡Sí! —El niño lo siguió aferrado a él, entusiasmado y algo nervioso.

—¡Vayan, y hagan que brille de nuevo la luz del sol sobre este planeta!

 

El agua estaba cálida, reconfortante y serena. Ni siquiera hacían esfuerzos para nadar, Shiryu y Kiki eran llevados por la tibieza del Cosmos de Libra como si fueran succionados hacia el fondo de los océanos. No era capaz de respirar, pero tampoco sentía un sobreesfuerzo, ni siquiera dolor en el pecho por la presión que crecía a su alrededor. Era como si flotara en la superficie y el viento meciera su cuerpo como una hoja sobre la laguna; la armadura no ejercía peso alguno.

El Cosmos de Kiki se estremeció de pronto, y Shiryu supo que usaría su habilidad, la que había aprendido de Muu de Aries y que les permitía ir de un punto del espacio a otro más rápidamente que la luz.

 

Shiryu abrió los ojos cuando sintió que estaba en postura vertical y sus pies tocaban algo sólido. El mundo era de un tono azul muy oscuro y estaba repleto de plantas flotantes. No pudo contemplarlo demasiado ya que una lanza arrojadiza casi perforó uno de sus ojos que recientemente habían recuperado sus funciones.

—¡Shiryu!

—¡Kiki, ocúltate!

A su alrededor había decenas de soldados rasos de Poseidón, cada uno de ellos armados hasta los dientes, pero temblorosos. Mantenían una casi perfecta formación delante de un inmenso templo blanco, pero lo miraban con los ojos nerviosos y los dientes rechinando.

«El Templo de Poseidón». Tan cerca, Shiryu no era capaz de contemplar los extremos del edificio que se alargaban hacia los lados donde sus ojos solo encontraban más enemigos. Detrás del Templo había una especie de monolito, como el Monte Estrellado pero liso, su cima se perdía en lo que parecía ser la superficie del mar, muy arriba.

—Fue tal como dijo el señor Dragón Marino —murmuró uno en griego, su espada se movía de un lado a otro por culpa del vaivén nervioso en su brazo.

—Han venido más Santos —dijo otro.

—D-debemos m-m-matarlos… —balbuceó un tercero.

—Ustedes —llamó Shiryu—. No hay motivos para pelear, de seguro saben que los Santos tenemos una fuerza infinita y una determinación implacable. —Les intimidó encendiendo su Cosmos—. No intenten…

Al tratar de mover el pie hacia adelante, sintió un ardor en el muslo y la rodilla, como si se los hubieran martillado de repente contra el piso pedregoso.

 

—Pensar que siguen viniendo, y siguen siendo lindos y debiluchos Santos de Bronce… No puedo decir que estoy del todo conforme con todo esto.

—¡Shiryu, cuidado! —alertó Kiki.

Una muchacha vestida con Escamas plateadas y púrpuras, y largo cabello rubio, apareció en medio de un haz de luz rosácea. Tenía una sonrisa en sus labios pintados de escarlata, y su Cosmos concentrado en su mano izquierda alzada. Era tan bella como Shunrei, pero más luminosa, con una figura sensual y una mirada destellante. También desprendía un aroma fascinante.

—Eres… tú…

—¡Shiryu, reacciona, diablos! —gritó algún niño.

En ese momento, Shiryu notó corales pegados en sus pies. Eran seres vivos, comenzaron a escalar por sus perneras rápidamente como parásitos hambrientos. Era un evento precioso, desprendían colores que jamás había…

No. ¿Por qué consideraría hermoso algo así?

 

De pronto, la mujer ya no parecía ni de cerca tan linda como Shunrei, y tenía el aura que cualquier enemigo desprendía.

—¿Quién eres? —preguntó mientras hacía todos los esfuerzos posibles por deshacerse de las criaturas que ya llegaban a su cintura y lo habían paralizado completamente de allí para abajo—. ¡Responde!

—¿Hm? ¿Acaso no te dejaste llevar por mis encantos? —La mujer se lamió los labios con la lengua y le sonrió con interés—. ¿Qué pasa con estos Santos de Bronce tan desafiantes?

—¡Shiryu no caería en tus trampas jamás, tonta! —gritó Kiki, cuyo Cosmos blanquecino brillaba a su alrededor con luz tenue.

¿Encanto? ¿Trampas?

—Usaste ilusiones —descubrió Shiryu. Kiki no había sido afectado gracias al dominio que tenía sobre su mente desde por el entrenamiento de Muu. Felicitaría el joven aprendiz cuando se librara.

—Deja de gruñir, enano. Soy Tethys de Nereida, y aunque he de reconocer que Dragón tiene bastante fuerza de voluntad para sobreponerse al Llamado de la Sirena (Mermaid’s Call), no es tanto como para liberarse de la Trampa de Corales.

—Estás loca, tonta, eso no es nada para Shiryu, se liberará de esas cosas de colores y acabará con todos los Generales y Pilares de aquí.

La causó algo de gracia que ese niño con quien tan mal se había llevado al principio lo halagara así, aunque no era tan fácil escapar de esa Trampa de Corales como él pensaba, y ya llegaba hasta su cuello. Además, estaban todos esos Marina.

—Así que ya saben sobre eso, debe ser cosa del anciano de Libra que mató a Kaldur, pero eso no cambia el futuro.

—¡Eres tonta, tonta! Cuando Shiryu y la señorita Saori destruyan todo este lugar quedarás como una tonta todavía más tonta, ¡y te comerás tus palabras, tonta cara de sardina, calamar, pulpo, lubina, cangrejo, merluza! ¡Así que mejor suelta a Shiryu, ballena tonta!

—¡Cállate, enano! —dijo Tethys, y con un gesto de sus dedos un segundo grupo de corales salió de bajo tierra y se acercó al chico.

—¡Cuidado, Kiki!

—No sé por qué debería escuchar tus groserías, eres un enemigo más de los que debe ser limpiados de este mundo por mi dios.

De pronto unas rocas cayeron encima del mar multicolor, aplastando los corales tenebrosos, y un montón más flotaba por encima del aprendiz de herrero, como si los sostuviera el aire entre las rocas y sus manos.

—¡Maldito chiquillo!

—Puede que no sea un Santo todavía, pero sigo siendo el alumno del Santo de Oro Muu de Aries. Si das un paso más, todas estas rocas caerán sobre ti.

 

La amenaza de Kiki fue valiente, pero Shiryu supo que con eso no lograría intimidar a Tethys. Reunió su Cosmos en su interior y luego lo expulsó como un manto a su alrededor. Debía apresurarse antes que Kiki se viera en aprietos.

—Así que lo tuyo es la telequinesis, ¿eh? —La Nereida desapareció y una sombra púrpura parecida a un misil chocó contra la roca más grande que Kiki sostenía. Luego pasó a otra, y una más, hasta que en un abrir y cerrar de ojos logró desintegrar cada una de las armas del aprendiz de Santo, quedando como arena.

—¡Ah, rayos! —Kiki reaccionó completamente y se alejó a toda prisa, pero la Nereida lo siguió con facilidad.

Shiryu se liberó con su Dragón Volador de la Trampa de Corales, pero fue rápidamente rodeado y atacado por los Marina que debieron pensar que Tethys tenía toda la situación bajo control. Desplegó su Dragón Ascendente, pero eso lo tardaría demasiado.

—Se acabó el juego —dijo la mujer de ojos celestes, destruyendo parte del piso para que Kiki saliera volando con la explosión.

—¡Pero qué mujer tan brusca, es igual de horrible que Shainaaaa! —Kiki cayó sobre unas escalinatas de adoquines blancos, y Tethys lo levantó agarrándolo de la camiseta verde, con la otra mano cubierta de un aura fatal.

—“El alumno del Santo de Oro Muu de Aries”… Ja, vaya con este alumno tan problemático, pero se terminó el juego. Aunque seas un niño, las órdenes de mis superiores son muy claras, pero te daré una muerte rápida.

—¡Suéltame, tonta anchoa!

—¡Kiki! —Shiryu se deshizo de una decena de soldados rasos que había en su camino, pero supo rápidamente que no lo lograría.

«Un segundo. Me faltará un maldito segundo» descubrió con pesar.

 

Un chispazo azulado casi pasa desapercibido en ese entorno oscuro, pero Shiryu tuvo que cerrar los ojos por instinto al captar el relámpago que recorrió a saltos el reino submarino. Se oyó un trueno, y Tethys tuvo que retroceder con dos pasos rápidos hacia atrás, alejándose del hueco que quedó echando humo donde antes estuvo parada.

Kiki cayó a salvo delante de una mujer cuyo cabello le tapaba la cara, que llevaba una armadura de tonos plateados y morados, y una enorme caja dorada colgada en su espalda.

—No te apresures. Primero te las verás conmigo.

—Eres… una Santo de Plata…

—¡Shainitaaaa! —gritó Kiki, quien corrió a abrazar a su salvadora. Shiryu no pudo menos que soltar un suspiro de alivio, y culparse por ese segundo que casi es fatal para el joven discípulo. Luego, sus ojos se fijaron en el diseño en relieve en las caras de la Caja de Pandora.

—Por los dioses, si hubieran esperado un par de minutos más habría venido con ustedes, casi me pierdo en este lugar hasta que capté tu Cosmos, Shiryu.

—Shaina, ¿eso es…?

—Esto es el arma del que supongo te habló Dohko, lo saqué del Santuario antes de que quedara encerrado en la cúpula gracias a sus precauciones, pero me tardé mucho en llevarlo a LuShan por culpa de las criaturas que vivían aquí abajo y que han salido hasta la superficie —explicó Shaina, descolgándose la Caja.

—Así es, los monstruos que no fueron capaces de salir por la luz del sol durante milenios han nadado hasta la superficie para limpiar el planeta —sonrió Tethys con confianza—. Fue el movimiento sorpresa del Emperador del Mar.

—¿Limpiar el planeta? ¿Movimiento sorpresa? Pero qué tontería —resopló Shaina—. Uno de ellos era más grande que los Cetos, y lo acabé con uno solo de mis Truenos. En este momento, Asterion, Jamian y los demás se están encargando de esos monstruos. Oí que hasta Mayura decidió mover el trasero, para variar.

—¿Q-qué?

—Kiki, llévales esto a los demás Santos que bajaron aquí. Con esto será posible demoler esos siete Pilares, o lo que sea.

—¿¡Qué?! —repitió Tethys con voz más aguda y con la cara deformada.

—Ya veo, así que ese era el plan de mi maestro.

—Shiryu, tú también lárgate, imagino que tienes un trabajo que hacer, así que date prisa —ordenó Shaina al tiempo que Kiki se colgaba la pesada caja en su espalda, sus piernas mostraron un ligero temblor pero el valiente niño no se quejó.

—¡Sí! Gracias, Shaina.

 

Shiryu observó un punto hacia el sur, comenzó a correr, y Kiki hizo lo mismo, dirigiéndose al oeste, buscando rastros de los Cosmos de sus compañeros. Saori estaba muy cerca, algo en el corazón se lo decía, al igual que las indicaciones de su maestro, pero lo imperativo era romper esos Pilares para que el tótem de Poseidón se volviera frágil. Supuso que tenía que ver con el monumental Templo que estaba dejando atrás.

—¿Creen que se irán estando nosotros aquí, estúpidos?

Los soldados rasos y Tethys se interpusieron en su camino, pero un gran resonar, y una seguidilla de Truenos los venció o los alejó, dependiendo de su resistencia y posición.

—¡Me encargaré de esta tipa, así que ve y pelea tranquilo!

 

Aproximadamente siete horas desde el encierro de Saori Kido.

En varias ocasiones utilizó el poder del Dragón Volador para correr más rápido y acortar la distancia entre el Templo y su objetivo, uno de los Pilares. En un mar tan majestuoso parecía imposible hallar una sola de esas construcciones, pero Shiryu supuso que era cosa de correr siempre en línea recta, siguiendo los caminos de piedra y el rastro de los soldados que seguían interponiéndose frente a él, a sabiendas o no de sus posibilidades de victoria. También alcanzó a ver un grupo de sombras gigantescas, parecidas a ballenas pero algo deformadas, que nadaban subiendo a lo lejos, pero lamentó no poder desviarse de su ruta.

Tarde o temprano se encontraría al menos cerca de alguno de los océanos, pero no esperó que fuera tan pronto.

 

En una zona rodeada de flores y vegetación que jamás había visto antes, ni siquiera en los bellos parajes de China, descubrió la silueta de un altísimo edificio que desafiaba al mar y la lógica de la física. Era un lugar paradisíaco cubierto de corales verdes, azules, rosas, y dorados, colores más intensos de los que vería en la superficie, jamás había visto tonos tan reales.

Tuvo que cruzar un pequeño edificio circular, muy similar al Templo del Ánfora que cuidó Camus de Acuario, con habitaciones y corredores en la periferia y una ruta central, cuyo piso multicolor parecía reflejar arcoíris invisibles. También vio unas extrañas figuras en lo que asemejaba el cielo, seres que flotaban tan arriba que no podía divisar detalles, pero parecían humanoides. Sin embargo, eran tan hermosos que no pudo aterrarse del pensamiento, y Shiryu estaba consciente de ello, lo oyó con claridad gracias al enigmático silencio alrededor.

El Pilar era de color amarillo mostaza, y era de base cilíndrica, con un estilo arquitectónico semejante al hindú. Había muchos edificios del mismo estilo tanto detrás como a los lados del Pilar, decorados con detalles lineales y elegantes. También había cuatro curiosas esculturas más allá de una escalera central que representaban monjes cubiertos por túnicas en actitud oratoria, pero que no parecían del mismo color ni antigüedad del Pilar en sí.

La primera sección del titán era lisa, pero desde allí, a unos treinta metros y después de un anillo protuberante muy ancho como una corona, seguía con una superficie de relieve acanalado hasta el invisible final.

Y en el piso, sentado apaciblemente con las piernas cruzadas en actitud meditativa, su enemigo lo esperaba con su Cosmos incandescente, sus ojos estaban abiertos y desprendían una energía inigualable.


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#363 carloslibra82

carloslibra82

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Publicado 16 octubre 2015 - 15:30

No había podido ponerme al día, amigo Felipe, pero ahora lo hago. Muy bien plasmado el inicio de la batalla de Shun contra Io. También me agradó la referencia a Caribdis y Escila. Con respecto al poder de los Generales, te doy mi opinión, es muy personal, no tienes pq tomarla en cuenta: a mí me agradaba q los Generales fueran inferiores a los Santos de Oro. Eso es pq Athena fue elegida como diosa protectora de la tierra, y como tal, debía tener un ejército capaz de hacerse respetar, al menos su elite, siendo muy difícil de superar, sobre todo teniendo en cuenta q casi todos los otros dioses iban a querer vencerla. Y además, ¿pq no decirlo? soy fan de los santos de oro, no me gusta cuando los igualan o superan. Como ves, es una opinión tal vez muy tonta, y me encanta de todos modos tu forma de enfocar la historia.

Con respecto a Shiryu, me da pena q recién está empezando a ver bien, y nuevamente quedará ciego ( o tal vez nos sorprendas con un cambio) Me gusta la valentía de Kiki, siempre me ha caído muy bien el pequeño discípulo de mi santo de oro favorito, me causó mucha gracia leer los insultos a Thethys, iguales a los del anime. Espero q la pelea de Shayna con la Nereyda termine de alguna forma en tu fic, ya que en el anime no le encontré mucho sentido a su final. Y además dejaste a Seiya y Shun en su peor momento en sus batallas, espero con ansias su recuperación. Ya, no te aburro más, saludos!!



#364 Patriarca 8

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Publicado 16 octubre 2015 - 15:51

 No puedo ir, no cuando aún tengo un trabajo que hacer, pero ustedes, jóvenes Santos, tienen la posibilidad de conseguir un nuevo milagro.
Ese trabajo del que hablaba de vez en cuando con la más misteriosa de sus voces, pero que nunca revelaba. Antes, Shiryu creía que era una excusa para no referirse a su edad, pero ahora dudaba completamente de esa idea.
 
-los pensamientos de Shiryu estaban lleno de temor,como se le ocurre pensar que el heroico pondria excusas para no cumplir con su trabajo Jajaja
 
No pudo contemplarlo demasiado ya que una lanza arrojadiza casi perforó uno de sus ojos que recientemente habían recuperado sus funciones.
 
-por que ese afán de convertir en ciego al pobre Shiryu XD
 
Era tan bella como Shunrei, pero más luminosa, con una figura sensual y una mirada destellante. También desprendía un aroma fascinante.
 
-primero shun y ahora Shiryu,Tethys de Nereida se los va a garchar a todos
 
Kiki no había sido afectado gracias al dominio que tenía sobre su mente desde por el entrenamiento de Muu.
 
-menos mal que se libro por ese motivo y no por un motivo tipo trolei XDD
 
—¡Me encargaré de esta tipa, así que ve y pelea tranquilo!
 
Shaina se llevo el protagonismo en este capitulo :lol:
 
-muy buen capitulo

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#365 Killcrom

Killcrom

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Publicado 25 octubre 2015 - 21:29

¿Ves como no quedaba tanto para que pasase el cometa Killcrom? 

 

¿Qué tal te va, Felipe? Espero que todo siga bien. Gracias por tu ayuda con las dudas de griego y eso. Vengo a comentarte el capítulo Saori II. Sé que te dije que agradecía MUCHÍSIMO el índice en el primer post, pero tengo que repetírtelo. Tener bien organizado tu tema me ha ayudado a encontrar el capítulo en segundos, algo que en ocasiones anteriores me llegó a tomar bastante tiempo.

 

Sin más, el capítulo me gustó. Este primer arco me está gustando bastante. Has omitido el torneo galáctico para crear una versión no ridícula de los enfrentamientos entre bronces, y vas camino de hacer lo mismo con Ikki. ¿Saldrán los santos negros? No respondas, quiero descubrirlo por mí mismo. No quiero spoilers de tu fic (al margen de los que ya sé por motivos obvios). 

 

Podría decirte que ha sido brillante, y así lo ha sido a nivel argumental. A nivel orto-gramático-esas-cosas-y-tal "tan solo" ha sido sobresaliente. He hecho alguna anotación, pero en realidad, la gran mayoría simples opciones alternativas, pues las tuyas están bien. Lo único reseñable es que yo no habría usado ciertos signos de puntuación en según qué oraciones. Veamos...

 

1.- "pero esta vez se vistió con unos jeans , zapatillas y una sencilla camisa verde de algodón"

 

--> Jeans debería ir en cursiva por ser un extranjerismo lingüístico. ¡Oh, sí, qué terrible error! 

 

2.- En esa misma frase, justo antes de la mención de que Atenea no quería verse como una princesa, yo habría utilizado el punto y coma. 

 

3.- "la mansión tenía muchísimas, pero cuando se enteró que irían a proteger el orfanato"

 

--> Cuando uno se entera, se entera de algo.

 

4.- La mención del pelo caótico de Seiya... preferiría revuelto, despeinado u otra opción más en relación con el cabello. Pero esto es cosa tuya.

 

5.- Ban dice: "—Repito, no, Kido. —A él claramente le costaba un poco más la cortesía que a Jabu—. Solo recuerdo que algo impactó contra mi nuca y después ya estaba en la cama que usted me preparó."

 

--> Disculpa si no comprendí, pero párrafos antes mencionas que recordaba que peleó contra sombras mientras estaba manipulado. ¿Por qué aquí dice que algo impactó contra su nuca y ya estaba en la cama? ¿Es que acabaron por derrotarle así? Si este es el caso, discúlpame. Recuerdo lo que sucedió, pero no los detalles. 

 

6.- "Mi maestro me habló de ella una vez, una temible técnica legendaria que solo alguien con el corazón manchado y el alma podrida podrían ejecutar"

 

--> En singular, ya que te refieres a una técnica. 

 

7.- Sobre las cadenas de Shun: con amigas (herramientas) así, no necesitas santos que te intenten matar...  :t420:

 

8.- "Quizás sea capaz de utilizar la técnica a su máximo potencial aunque no entiendo como..."

 

--> Personalmente, pondría coma antes del aunque. Has mejorado muchísimo el tema de las comas, pero creo que ahora te pasas omitiéndolas.

 

He encontrado algún ejemplo más:

 

"sugirió Shun con su dulce cara [¿coma?] que evocaba cualquier cosa menos lo que dijo."

 

"Esto es seguramente lo que buscan las Sombras aunque no sé cómo saben que la tengo yo, si les soy sincera. La he resguardado estos años tal como hizo mi abuelo antes que yo [...]" En esta seguro que sí. Debe haber una coma entre sombras y aunque

 

Parece que en tu empeño por eliminar comas te estás convirtiendo en un pequeño Hitler, ¿eh?  ^_^

 

Ahora tocan las curiosidades y comentarios random:

 

9.- "Bajaron por las largas escaleras en espiral ocultas [...]"

 

--> A Kishut NO le gusta esto.  :lol:

 

10.- "Saori abrió la gran puerta de acero con solo poner el ojo a la altura del sensor, y casi sin hacer ruido se abrió hacia adentro."

 

 --> Que rece porque no la traicionen, o conociendo lo inútil que es, acabará regalándole el ojo a Ikki por el bien de la humanidad. (?)

 

11.- "La caja de oro brillaba por sí sola."

 

--> ¿Y luego te quejas de que mis santos dorados sean como el vampiro de crepúsCulo? ¿O no fuiste tú?  :lol:

 

12.- "La Caja parecía de oro macizo aunque estaba hecha de gamanio y oricalco en su forma más pura, y el segundo era un metal dorado. Estaba repleta de adornos florales hermosos y un sol asomándose en dos de sus caras; en el frontis relucía en relieve el ornamento de un ángel con la mitad inferior del cuerpo de un caballo, era un centauro sujetando un pequeño arco tensado."

 

--> Bri-llan-te. 

 

13.- Ichi: genial. Enmarcado en su contexto. Quiero ver más de él. 

 

¡Esto es todo, amigo! Un capítulo excelente. Sobresaliente, pero no perfecto, entre otras cosas porque la perfección no existe. Pero genial. Si esto lo hiciste hace eones, ¡no quiero ni imaginar lo que eres capaz de hacer ahora! 

 

No me arrepiento para nada por haberte nominado para mejor escritor del año. Mucha suerte y sigue trabajando. 


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(Parte 3 de 3)

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#366 -Felipe-

-Felipe-

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Publicado 14 noviembre 2015 - 19:43

Bueno, después de como un mes desconectado del digimundo, vuelvo, y también regresa el fic, claro. Pero primero los reviews.

No había podido ponerme al día, amigo Felipe, pero ahora lo hago

Hola, Carlos, gracias por pasar.

Sobre el poder de los Generales, sí, sé que es una opinión personal y la valoro, pero la verdad es que... no es que sea anti-dorado, pero no soy fan de ellos tampoco. Para mí los Generales tienen que poder un nivel similar a ellos, y por eso los protas van a sufrir más de lo que lo hicieron en la obra de Kuru. Después de todo es la elite del dios (varón) más viejo del Olimpo, solo superado por Hestia. lo que sí, tu opinión no es tonta para nada, es cosa subjetiba.

Sobre la ceguera de Shiryu... lo dije en su momento, no quiero que sea una cosa de ida y vuelta, y por eso no la recuperó despues de Cáncer. Por lo tanto, espera sorpresas en la batalla con Krishna.

La pelea de Shaina sí tendrá un final contundente, gracias a tener puntos de vista de la femme fatale.

 

No aburres para nada, amigo. Saludos!

 

 

 

 

 No puedo ir, no cuando aún tengo un trabajo que hacer, pero ustedes, jóvenes Santos, tienen la posibilidad de conseguir un nuevo milagro.
 

El secreto de Shiryu es que por tantas veces quedar ciego, está bajo la influencia del temor, como cierto rubio de la India.

Sí, Tethys es una p... icarona.

Gracias, amigo :)

 

 

 

 

¿Ves como no quedaba tanto para que pasase el cometa Killcrom? 

 

Genial verte comentando, Kill, tus criticas son de las más constructivas que hay, y de las que más valoro.

 

1. Me falto la cursiva, gracias :)

2. Aquí es donde se empieza a ver los efectos de mi ex sobrepoblación de comas. Ahora no puedo dejar de quitarlas a cada rato jaja Cosas de los cambios en la trayectoria de un pseudo escritor, supongo, pero de cualquier manera cualquier críticca que reciba en el futuro de otras personas, sea en una obra de SS o no, te echo toda la culpa a ti, de aquí hasta el fin de los tiempos :D Sin presiones jaja

3. Cierto, me comí la "de".

4. Fíjate que a mí me gustó eso de caótico jaja, no sé, lo asimilé al mismo burro.

5. Por lo que Ban sabe, algo le golpeó en la nuca y luego despertó. Lo demás lo toma como un sueño borroso, no está seguro de nada de lo que pasó en ese lapso, y no es alguien que se complique demasiado con esos detalles, como harían Jabu o Nachi.

6. Wow, vaya errata esa, gracias :)

7. Come on!! xD Acostúmbrate, porque uso mucho el "amigas" como sinónimos de sus cadenas más adelante jaja

8. Sigh... lo sé, lo sé... De hecho ahora estoy tratando de poner más, pero no quiero volver a la primera etapa...

9. Obviamente xD El viejo Capricornio no podría tener cabida en mi fic, pues el Santuario completo es una escalera de caracol jaja

10. .....Damn! Pudo haber sido una buena idea!

11. Las armaduras brillan, pero jamás las usaría como lámparas de mano, mi estimado xD

12. Gracias :)

13. Ichi saldrá bastante, es un personaje diferente, único incluso entre los demás Bronces secundarios.

 

 

¿Me nominaste como escritor del año? GRACIAS... Espera... ¿De qué nominaciones hablas? xD

Como sea, un abrazo, ya me paso por tu historia, que debo haberme perdido un capítulo o dos.

 

 

 

 

En fin. Vamos con el capítulo.

SEIYA IV

 

Contemplaba con ojos bien abiertos a un hombre de cabellos rubios y mirada severa, pero al mismo tiempo amable y llena de justicia. El hombre, cuyos brazos estaban marcados igualmente por vendas blancas y músculos férreos, soltó la cuerda, y luego de un silbido más agudo que el del viento, perdió de vista la flecha que de pronto apareció clavada al otro extremo del campo, en un blanco pintarrajeado con círculos rojos concéntricos. A los lados de la barra había un par de ramitas dobladas hacia afuera, y entonces comprendió que había partido en dos la saeta anterior con una nueva, directamente al centro de la diana.

—Nunca pierdas tu objetivo, no importa cuántas veces debas alcanzarlo, e incluso si fallas, debes seguir apuntando a ese blanco —dijo su hermano, bajando el brazo izquierdo con el que sostenía el arco de avellano.

—Tú eres mi objetivo —respondió, sin control sobre sus labios.

—¿Sigues con esa idea de vencerme? —preguntó el hombre con una risita sincera—. Debes pensar más en grande. Tú estrella es Denébola, serás un Santo de Oro, y tu destino es proteger la paz en la Tierra.

—Pero para eso debo ser más fuerte, aún más fuerte que tú. —Le dio la espalda a su maestro. De pronto se le ocurrió algo, y se volteó a mirarlo otra vez—. Sé que puedo al menos darte una buena golpiza.

—No vamos a empezar con esto de nuevo… —suspiró su hermano con algo de resignación.

—Me he hecho mucho más fuerte desde la última vez que lo intenté. —En esa ocasión, unos meses atrás, su maestro lo había enviado a volar con un solo manotazo, pero ahora sería distinto—. Esta vez lo conseguiré, y si logro ganarme el reconocimiento del más poderoso de los doce Santos de Oro, significa que voy bien encaminado.

—Primero, no creo que sea el más poderoso, hay varios superiores a mí. —Siempre le hacía gracia que su hermano sonara tan sincero cuando decía eso, daba la impresión de que de verdad creyera que había hombres más fuertes que él—. Y segundo, más que pensar en vencerme o no, debes mejorar tus habilidades para convertirte en un gran hombre en el futuro, para proteger a los débiles y erradicar el mal de esta Tierra.

—¿No será que tiene miedo, maestro? —preguntó con sorna.

—El miedo es algo que debe aceptarse, no rechazarse. Si tanto quieres hacer una estupidez, ven —respondió su hermano, quizás con el orgullo tocado, aunque no se notaba por la gran sonrisa en su rostro.

—¡Aquí voy! —Avanzó a paso firme mientras encendía su Cosmos.

Y se detuvo a los tres.

 

El arquero frente a él encendió su Cosmos, y una gran presión lo forzó a caer de rodillas. Trató de levantarse, alzó la mirada para encontrarse con un titán de oro que se mantenía de pie, con llamas incandescentes a su alrededor. Sintió el sudor correr sin descanso por sus mejillas, una gota muy molesta se posó en su nariz y no pudo mover la mano para quitársela.

—Yo… yo…

—Vamos, estás frente a un enemigo, debes decidir rápidamente antes de que el tiempo te sea fatal. ¿Qué vas a hacer en estas circunstancias?

—Yo… yo… yo… —Era lo único que podía balbucear. Cualquier otra palabra audaz en su cabeza no alcanzaba a llegar a su lengua, como si un filtro eliminara todo rastro de su existencia.

—¿Y bien?

De pronto, dos palabras lograron pasar sin dificultad.

—Me… me rindo —dijo con lágrimas de impotencia en los ojos. Nunca sería como él, nunca conseguiría su objetivo.

 

Su maestro apagó su Cosmos. Él y el entorno empezaron poco a poco a disolverse en las distintas figuras de colores sin sentido, aunque lo oía claramente.

—¿Lo entendiste?

—S-sí, soy débil y… tuve… tengo miedo…

—Al contrario. Se requiere mucho valor para enfrentar a alguien que se ve superior y aun así tensar la cuerda, pero se necesita mucho más para darte cuenta de la diferencia y retornar la flecha al carcaj. Sin embargo, eso no quiere decir que te vayas a rendir.

—A-Aiolos…

—Guardar la flecha significa que debes buscar un mejor ángulo de tiro, con paciencia y sin rendirte jamás, Aiolia. Nunca pierdas el objetivo.

 

Aproximadamente siete horas desde el encierro de Saori Kido.

El objetivo. Nunca perder el objetivo, se lo acababa de decir el fantasma de Aiolos de Sagitario en sus recuerdos. Pero… nunca lo conoció.

Mientras descendía a toda velocidad, como si las Oleadas Ascendentes lo estuvieran atrayendo con la misma potencia con la que lo habían impulsado hacia la superficie, Seiya se dio cuenta de que Aiolos estaba hablando con el pequeño Aiolia en que se había convertido cuando cerró los ojos. O más bien, con los recuerdos del mismo… ¿Pero por qué vio los recuerdos de su viejo amigo?

 

Se estrelló tan ruidosamente que se le taparon los oídos. El impacto fue tan fuerte que las heridas dejadas por Salem y Baian no hicieron menos que doler mucho más. Algunas piedras le entraron a la boca que no era capaz de cerrar.

—Al fin moriste, Pegaso.

“Nunca pierdas el objetivo” dijo Aiolos.

“No te rindas” le decía Marin todos los días.

Así que Seiya se puso de pie rápidamente y escupió los pedazos de asfalto. Casi pierde el equilibrio, la boca le sabía a sangre, y tanto Baian como el Pilar a su espalda se movían en un vaivén sinuoso. El estómago le dolía muchísimo, las algas que había estado comiendo se revolvían allí.

Pero ver la boca abierta de Baian de Caballo Marino valía la pena.

—Qué rayos… ¿Estás vivo todavía? —preguntó estupefacto.

—Hay mucha gente sufriendo en estos momentos en la superficie —contestó Seiya, recordando a Miho y los niños en el orfanato, o la gente de Rodrio que lo había tratado tan bien durante su estancia de recuperación en el Santuario—. No me rindo, volvería del infierno si es preciso para ayudarlos, es mi trabajo como Santo de Athena.

—Pero no entiendo —dijo Baian, tapándose la boca con una mano que no dejaba de temblar, sus ojos estaban fijos en el peto de Pegasus—. No solo sigues vivo, sino que tu armadura está intacta, ¿acaso no eres un Santo de Bronce?

—¿Qué hay con eso?

—Usé mis Oleadas Ascendentes, ¿entonces por qué…?

Baian bajó la mano, y de pronto desapareció. Instintivamente Seiya se puso en guardia y desvió la mirada a la izquierda, pensando en un contraataque, pero Baian apareció por la derecha y agarró su hombrera.

—¿Qué estás…?

El Caballo Marino reunió su Cosmos allí y la hombrera se resquebrajó, causándole un agudo dolor en el antebrazo por la presión. Seiya dio una patada y Baian se retiró, permitiéndole alejarse unos pasos mientras se sobaba el brazo. La hombrera, que correspondía al lomo de Pegasus, se rompió y sus trozos cayeron al piso pedregoso.

—No… Sigue siendo de Bronce, ¿entonces por qué no se destruyó? —gruñó Baian como un animal.

—¿Qué? —Seiya lo repensó, no era momento de titubear.

Debía aprovechar ese momento de confusión, así que hizo resplandecer de nuevo sus Meteoros.

 

Pero así como había ocurrido antes, las estrellas fugaces se disolvieron en ondas frente a Baian, y pareció que jamás las había lanzado.

“Nunca pierdas el objetivo”.

“No te rindas”.

Seiya hizo arder su Cosmos y no bajó el brazo. Pasó un segundo y lanzó mil doscientos treinta golpes. Las estrellas fugaces seguían dispersándose, similar a la barrera de manipulación atmosférica que usaba…

«Oh, maldición, ¿cómo pude olvidarlo?» Si hasta estaba la prueba en esas ondas que se formaban por culpa de la alta humedad tan abajo en el océano, y… al reunir su Cosmos en los ojos, pudo ver el movimiento de las manos.

Superó los dos mil golpes por segundo, y en el siguiente instante, aunque estaba a punto de caer por el dolor y el cansancio, decidió concentrarse en una zona cerca del brazo derecho de Baian, más desprotegido. Y guio el Cometa hacia allá con todas sus fuerzas.

—¡Ahhhh!

—¡Le di! —exclamó Seiya antes de caer de rodillas, pero no dejó de mirar al obtuso Baian.

—¿Qué es esto? —Caballo Marino se sujetó el brazo como si temiera que se le cayese. El color anaranjado del brazal tenía una mancha rojiza—. Pudo atizarme, pero es imposible pasar la barrera…

—No es imposible. ¿Quieres verlo de nuevo?

 

Seiya se puso de pie. Primero atacó con los Meteoros, y cuando Baian alzó su defensa, remató con el Cometa nuevamente, haciendo arder su Cosmos con el costo de que su resistencia fallara todavía más. Esta vez lo golpeó en la pantorrilla, y juntos cayeron al piso.

—Ah… ¡Imposible! Otra vez me…

—¿Qué? ¿Te duele mucho? —se burló Seiya.

Baian se levantó a toda velocidad, y Seiya pudo verlo, pero cuando intentó hacer lo mismo, las piernas no le respondieron. El General del Océano Pacífico lo agarró del cuello y lo arrastró de espaldas por el suelo a través de las filosas lanzas que había dejadas allí. Recuperó el equilibrio y le propinó un puñetazo en la barba mal cortada, pero a Baian no le importó y contraatacó con un durísimo golpe en la boca del estómago que le hizo mancharse el rostro con su propia sangre, que salió como el escupitajo de una ballena.

El Marina lo tomó de una pierna, lo azotó violentamente contra una de las estatuas, y el caballo de piedra perdió la cabeza y las patas delanteras. Luego, tomó aire, listo para un nuevo Soplo Divino.

«No. No puedo permitir que me venza con eso». Clavó firmemente los pies en el suelo y levantó las manos a la altura de su cabeza, con los brazos extendidos. Hizo arder su Cosmos, y notó que su aura azul cambiaba a un tono amarillento…

 

El Soplo Divino chocó contra sus manos y uno de sus pies se despegó de la tierra por la intensa presión, pero rápidamente lo llevó hacia atrás y mantuvo la verticalidad. La intensa fiereza de la respiración de Caballo Marino lo arrastró un par de metros, hizo pedazos la estatua que tenía detrás, sintió un horrible ardor en la planta de los pies, y finalmente su espalda chocó contra el templo de Baian.

…Pero no siguió más allá.

—¿Qué… qué es eso?

—¿Eh?

—Ese brillo… ¿será mi imaginación? Pero… es imposible.

—¿Brillo?

Seiya se miró los brazos con los que había detenido el Soplo Divino, y notó que los brazales resplandecían con un incandescente brillo dorado. Así también el resto de Pegasus tenía el mismo tono, y el esmalte azul en el gamanio que siempre había tenido desde la era mitológica había sido reemplazado por el mismo dorado de los doce Mantos Sagrados de la élite de Athena.

La armadura completa era de color dorado, desprendía un aura majestuosa, cálida como el sol, tan ardiente como los lazos entre Santo y armadura, pero llevados al máximo. Era como usar nuevamente a Sagittarius. Tanto Seiya como Baian entrecerraron los ojos ante la luz cegadora que desprendían las perneras, el peto, la hombrera, e incluso los restos de la otra y el casco que yacían en el suelo a unos metros.

—¿A-acaso… llevas una armadura de Oro? ¿P-por eso no te afectó ni el Soplo Divino ni las Oleadas Ascendentes? —El rostro de Baian reflejaba tanto ira como miedo y absoluta incredulidad—. ¡No tiene sentido, Pegaso no es de Oro! ¿Acaso eres inmortal? Pero… ¡Ese tono tan brillante!

 

Y en ese momento el rompecabezas se completó, y Seiya entendió todo.

—No soy inmortal, ni mi Manto es de Oro —dijo con más calma, tomando un poco de aliento mientras el dorado en las placas de oricalco se convertían en sendas líneas amarillas, poco a poco dando paso al azul natural del barniz.

—¿Cómo dices? —inquirió Baian con la mano temblorosa.

—La resistencia sobrenatural de Pegasus se debe a la cálida sangre vertida en ella hace unos meses.

—¿Sangre?

—Sí. —Le dolía tanto el estómago como la cabeza seguir hablando, pero la manifestación de la ayuda brindada era merecedora de que todo el mundo la conociese—. Pegasus fue destruido, dejado como polvo cósmico durante la batalla en la Elíptica a manos de Aldebarán, Aiolia, y especialmente Saga de Géminis. En una situación tan compleja, debí haber dado mi sangre para repararla, tal como muchos quizás hicieron en el pasado con mi querida armadura. —Tocó el peto de Pegasus, su fiel amigo, quien lo había estado protegiendo desde el comienzo—. Pero los Santos de Oro sobrevivientes se ofrecieron en nuestro lugar, y uno de ellos, quizás el más viejo de mis amigos, dio gran parte de su sangre para reparar a Pegasus. En ese momento pensamos que solo fue un sacrificio noble, pero ahora me doy cuenta que había mucho más.

—¿La sangre de un Santo de Oro convierte un Manto de Bronce en uno de Oro? —preguntó Baian.

—Sería muy fácil si fuera así, ¿no? Sería cosa de que cada cierto tiempo los Santos de Oro pusieran su sangre sobre las demás armaduras y éstas alcanzaran automáticamente el color dorado, pero imagino que requiere que el portador sea capaz de encender el Séptimo Sentido.

—El máximo Cosmos, ¿acaso eres capaz de manejarlo?

 

«No debí preocuparme tanto de llegar al Séptimo Sentido, ya que desde el principio lo tenía. Solo era cosa de dominarlo mejor, como entrenar la vista o la audición». Esa obsesión durante la pelea lo había desconcentrado demasiado.

—Desperté el Séptimo Sentido durante esa seguidilla de batallas, y aunque no lo domino como los Santos de Oro, puedo alcanzar en ciertos momentos el Cosmos de uno de ellos, y cuando lo hago, Pegasus toma un tono dorado y una resistencia inigualable. Gracias a ello es que sigo vivo, ya que si no, probablemente tus Oleadas Ascendentes me habrían hecho picadillo.

No solo le había dado defensa a su armadura, la sangre del León también contenía algunos de sus recuerdos. Con Shiryu nunca pasó algo similar, aunque en ese caso dio solo la mitad de su sangre… O tal vez se debía a que los Santos de Oro eran seres especiales. Poco importaba.

—Es decir que solo obtienes esa defensa por unos instantes —sonrió Baian con renovada confianza.

—Sí, no puedo mantener el Séptimo Sentido por siempre. Pero…

Con toda su fuerza de voluntad, hizo brillar una vez más los Meteoros. El General movió las manos y generó su barrera atmosférica, esta vez Seiya percibió el movimiento con mucha más claridad, y rápidamente conectó su Cometa justo en el pecho de Baian, quien lanzó una maldición, fue arrastrado hacia atrás y notó su peto agrietado por primera vez. Cayó de rodillas, se quitó el casco y se rascó la cabeza con desesperación. Un hilillo de sangre cayó por la comisura de sus labios, no se comparaba con toda la que había perdido Seiya, cuyas muestras estaban repartidas por todo el piso, pero de alguna forma sentía que tenía la ventaja.

—No entiendo nada, ¡nada de nada! Está bien que por culpa de los Santos de Oro su defensa haya aumentado… ¿Pero su ataque? ¡Eso no tiene un maldito sentido! Sus brazos se han hecho mucho más fuertes y veloces, y ha acertado sus golpes a través de mi barrera.

—Eso también tiene una explicación, y se llama Lacerta. —Por primera vez Seiya estaba a una altura mayor que Baian, quien seguía arrancándose cabellos.

—¿Lacerta?

—El año pasado enfrenté a un Santo de Plata llamado Misty de Lagarto, que usaba una técnica igualita a la tuya, ja ja —rio Seiya, y tuvo que sujetarse la barriga por el pinchazo agudo que sintió. Debía admitir que no duraría mucho más tiempo de pie, pero debía mantener cierta imagen—. Movía las manos en rotación rápidamente y generaba una barrera defensiva de aire que despejaba los ataques enemigos, pero tú lo haces a la velocidad de la luz, y por eso no pude verlo hasta que mi armadura se volvió dorada. Por la elevada humedad aquí pude observar las ondas que se formaban en el aire.

—Vaya, así que a pesar de tu juventud eres un guerrero curtido —dijo Baian sonriendo, se puso de pie y se limpió el polvo de su armadura. ¿De dónde había sacado la confianza otra vez?

—Me entrenó Marin de Águila, por supuesto que soy un guerrero. Y sufrí más con los golpes de Aldebarán que con los tuyos.

—El problema es que aunque hayas descifrado mi técnica defensiva, no me podrás hacer daño —dijo Baian, haciendo caso omiso de su provocación.

—¿Qué?

—Aunque superaras mi barrera atmosférica, por más que eleves tu Cosmos, te será imposible dañar mi cuerpo y puntos vitales, ya que estoy protegido por las Escamas de Caballo Marino. Estas Escamas Mayores son muy superiores a las de otros rangos, están hechas de oricalco en estado puro, y una cubierta de gamanio dorado de la era mitológica. Es indestructible, incluso para el famoso Aldebarán que Thalos asesinó.

Esta vez, a él le tocó mantener la calma y hacerse el desentendido.

—Sí, claro… Pero no están vivas, ¿verdad?

—¿Qué dices?

—El Polvo Estelar es lo que da vida a las armaduras. Pero dejando eso de lado, no necesito destruir esas Escamas para vencerte.

 

Ya le quedaba poco. Aunque aparentara otra cosa distinta, por dentro se sentía deshecho. Era momento de terminar.

—Puede que mi Soplido Divino no pueda con el dorado de tu Manto, pero mis Oleadas Ascendentes de seguro lo reducirán a polvo marino, ¡no quedará ni rastro de ti con mi próximo ataque, guerrero de pacotilla!

—No servirá de nada. ¡Abre las alas, caballo celestial!

Baian de Caballo Marino dio un manotazo violento hacia arriba, y Seiya fue despegado del suelo inmediatamente mientras sintió que todas sus heridas del pasado se abrían y sus huesos se hacían añicos, chocando unos contra otros. Sus músculos se tensaron al máximo mientras trataba de contrarrestar la potencia de la técnica que amenazaba con convertirlo en trozos más allá de la barrera que era capaz de atravesar con su fuerza bestial.

Un remolino giraba a su alrededor, elevándolo poco a poco, y las armas de entrenamiento se convirtieron en objetos punzantes que amenazaban con clavarse en su armadura, la cual seguía del mismo tono azul y se resquebrajaba de a poco.

«Vamos… vamos, Cosmos, haz que el caballo del cielo cabalgue sobre el de mar, expándete hasta alcanzar el nivel de Aiolia…»

—¿Qué demonios? Es imposible, ¡está resistiendo! —Seiya no podía ver a Baian, pero su voz sonaba enfurecida y desorientada—. ¡Otra vez se está volviendo de Oro, es tan luminoso como el sol!

—¡Brilla, Cosmos!

 

Seiya puso su puño al centro del huracán mientras la periferia lo golpeaba una y otra vez, aunque Pegasus resistía estupendamente. Por un breve instante, descuidó su seguridad y reunió todo su Cosmos azulado en la mano derecha.

Gatilló, y el Cometa refulgente pasó a través de las Oleadas, se deshizo de los obstáculos, galopó por el aire como un caballo revivido, y coceó a Baian de Caballo Marino a través del ángulo muerto detrás de su brazo levantado…

Guardar la flecha significa que debes buscar un mejor ángulo de tiro, con paciencia y sin rendirte jamás, Aiolia. Nunca pierdas el objetivo.

“Nunca pierdas el objetivo, Seiya”.

 

Seiya no alcanzó ni la mitad de la altura de antes, y se estrelló ruidosamente en el piso por enésima vez. Le dolía cada zona del cuerpo que tuviera sensibilidad, sus extremidades no dejaban de temblar, sus labios sabían a sangre, y su mirada estaba borrosa, pero todas esas sensaciones significaban que seguía vivo.

Con las manos se dio el impulso para ponerse de pie, aunque sus piernas le indicaban que no serían capaces de sostenerlo por mucho tiempo. Pegasus estaba muy dañado, había perdido parte del lomo y una de sus patas, pero también había salido airoso.

Frente a él, cerca del Pilar que no se había mecido ni un poco durante la contienda, estaba el cuerpo de Baian, con las Escamas casi intactas, pero su sangre salía de la comisura de entre las placas escamosas y anaranjadas. Si se hubiera dejado el casco puesto quizás habría resistido un tiempo más, pero por culpa de su desesperación, recibió un impacto fatal en el cráneo. Sin embargo, todavía tenía algunas cosas que decir…

—No te alegres tanto.

—¿Qué?

—Sin importar que tu Cosmos se haya elevado al nivel de los Santos de Oro y tu Séptimo Sentido haya superado el mío, en tus condiciones no podrás destruir el Pilar del Pacífico Norte. Ni siquiera estando entero, la verdad…

—¿De qué hablas?

—Ja, ja, ja —rio Baian, cada sílaba se oyó más desgastada que la anterior—. Ni siquiera todos los Santos de Oro juntos podrían hacerle una grieta al Pilar. Vencer a los Generales no tiene importancia, desde el principio teníamos… —El Caballo Marino levantó una temblorosa mano triunfante, y mostró el derrame escarlata que caía de su frente—… ¡La victoria!

Su mano se estrelló sobre los residuos de la estatua del caballo, finalmente Baian perdió la vida.

—N-no digas tonterías… Los Santos s-somos… capaces de desgarrar el suelo con una patada… ¿Qué tan resistente…?

Pero no pudo seguir hablando. Solo le quedaba Cosmos suficiente para dar un par de golpes más. Sin perder tiempo arrojó su Cometa sobre el Pilar, pero mientras el aura salía de su puño, comprendió algo y retornó parte de ella a su cuerpo. El misil azulado salió de todas maneras y chocó contra la base cuadrada del gigantesco edificio.

«No, no tiene sentido. Tiene razón».

Caminó titubeante hacia el Pilar, que no recibió una sola muesca por su Cometa, ni siquiera tenía una mancha de polvo como si repeliera cualquier cosa que afectara su perfección. Desde la era mitológica había sostenido el océano Pacífico sobre el Templo de Poseidón, con un golpe no podría hacerle ni siquiera cosquillas, había sido demasiado arrogante al pensar lo contrario. Sin embargo, se dio cuenta de ello solo al contemplarlo en su majestuosidad, sin la distracción del General que lo golpeaba una y otra vez, y era una revelación que lo angustiaba.

Tal vez era verdad que ni los doce Santos de Oro juntos podrían hacerle una muesca. Sintió en su corazón en que por más Meteoros y Cometas que fuera a lanzar, no conseguiría nada.

 

Solo se le ocurría una manera.

Marin le había dicho cuando niño que el Cosmos de cada persona era una versión reducida de la Gran Explosión que generó el universo millones de años atrás, contenida en los cuerpos humanos. Eso quería decir que si lo hacía estallar, sería capaz de reducir cualquier objeto a polvo, sin importar qué tan resistente fuera, ya que toda la materia estaba hecha igualmente de átomos.

«Si me estrello contra el Pilar del Pacífico Norte y hago estallar mi vida, de seguro podré derribarlo… ¿valdrá la pena?» Había sacrificado tanto en las batallas anteriores, había luchado por sus compañeros, por Saori, por Miho, por Rodrio, el orfanato, el Santuario y por su propia vida. ¿Estaba de verdad listo para dar su vida por derrumbar un objeto cuando todavía quedaban seis más, sin contar el Sustento Principal, que solo quedaría vulnerable cuando cayera la cúpula?

—Por supuesto que sí —se dijo en voz alta, sonriendo—. Por favor, brilla una vez más, Cosmos. ¡Tiremos abajo ese maldito Pilar de una p.uta vez!

Encendió su aura como una incandescente llama azul, y su armadura tomó algunos tonos brillantes. Se sorprendió de que la perspectiva de convertirse en un proyectil suicida no lo asustara ni un poco.

—¡Espera, Seiyaaaaa!

—¿Eh? —De golpe apagó su Cosmos y cayó de rodillas por el cansancio al oír una voz familiar detrás de él. Giró el cuello, y se encontró con un duende ilusorio corriendo hacia él con una enorme caja luminosa en la espalda.

—¡Detente, idiota!

—¿Quién diablos eres? —preguntó, y el duende empezó a tomar humana, con cabello rojo y mofletes sonrosados. Llevaba ropas verdes y un anillo dorado en el antebrazo, de tono similar que la Caja de Pandora colgada en su espalda—. ¿Kiki? ¿Qué r-rayos… haces aquí…?

—No te tires como un imbécil sobre esa cosa, no desperdicies tu vida tan inútilmente —dijo el discípulo de Muu limpiándose el sudor de la frente. Se quitó la Caja y la dejó en el suelo, en una de sus caras relucía el diseño de una balanza.

—Eso es… ¡No puede ser!

Cinco caras del nido de la armadura se abrieron, y la esperanza salió de ella en la forma de una preciosa balanza dorada que irradiaba luz y calor. Una barra triple, tal como recordaba de la vez que se usó para liberar a Hyoga del Ataúd de Hielo, estaba desbalanceada, ya que tendía hacia la justicia. De allí caían los dos escudos de guerra por las cadenas, adornados con púas, que contenían algunas de las doce armas características del Manto Sagrado, las espadas, los tonfas y las barras dobles. La otra iba en la espalda, doblada por la mitad, flanqueada por uno de los tridentes como un asta.

La base estaba formada por el peto y las perneras, con un bloque central que contaba con el yelmo en forma de cabeza de tigre que cubría la hebilla de la cintura, las espinilleras, musleras, y brazaletes. Finalmente, a los lados estaban las hombreras, una redondeada y la otra extendida, pero igualmente segmentada.

—Es Libra, ¡el Manto de Oro de Libra! —exclamó con asombro.

—Sí, Shaina lo trajo aquí por órdenes del Sumo Sacerdote —informó Kiki.

—¿El Sumo…? ¿Te refieres a Dohko, el maestro de Shiryu?

—¿Acaso hay otro?

—E-el maestro tiene razón. —Seiya se arrastró con dificultades hacia Libra, cada paso era peor, pero debía aguantar—. Quizás con el poder de las doce armas sea posible derrumbar el Pilar.

—¿Te la vas a poner?

—¡Por supuesto que no! —replicó Seiya, tocándose instintivamente el peto de Pegasus—. L-Libra simboliza… la equidad entre los Ochenta y Ocho, y solo una persona puede vestirla… cof cof… Dohko sigue siendo el Santo de Libra, y solo él (o Saori) pueden dar el permiso para… cof cof cof… usar el poder de alguna de las doce armas.

«Solo aquellos que reciban la aprobación de Dohko, el Sumo Sacerdote del Santuario, pueden cargar con Libra, quien se inclina hacia la justicia y no el poder. Anciano maestro, ¿acaso quiere que yo…?

 

De pronto, uno de los platillos se descolgó de las cadenas, pero en lugar de caer, giró en el aire y se arrojó hacia Seiya y Kiki a toda velocidad.

—¡Cuidado! —gritó el chico, teletransportándose con increíbles reflejos lejos de la trayectoria.

Casi se le caen las manos cuando recibió el escudo de guerra, giratorio y resplandeciente. Era ridículamente pesado, tanto que inmediatamente se preguntó cómo pudo Dohko llevar las doce al mismo tiempo en sus espaldas cuando joven.

—Es tan pesado… pero parece pedir a gritos que lo use.

—¡Mira como brilla, Seiya! Hasta me parece sentir el Cosmos del antiguo maestro alrededor.

—Entonces así son las cosas. —Seiya buscó en la cara interior del escudo una cadena y la estiró con la mano derecha mientras sostenía el peso con la izquierda, usando los últimos recursos de fuerza que le quedaban—. Dohko de Libra, con su permiso usaré el poder de este Manto Sagrado… Muchas gracias.

Nunca había conocido a Dohko, pero a través de Shiryu pudo aprender mucho sobre él, y así como a Dragón, le debía la vida también al máximo Santo de entre los Ochenta y Ocho.

—¿Podrás hacerlo? —indagó Kiki.

—Sí, pero retrocede un poco, puede que sea peligroso.

 

«Vamos… vamos… solo una vez más, cuerpo, una sola vez más». Observó el titán frente a él, su cima se perdía en el mar que asemejaba al cielo, y sostenía la cúpula del reino de Poseidón. Pero si lograba derribarlo, si conseguía un milagro más, entonces el rescate de esos inocentes que sufrían en el mundo estaría un poco más cerca.

—¡Tú puedes, Seiya!

—Escudo de Libra, préstame tu poder para cumplir mi objetivo, ¡ayúdame a reducir el Pilar a escombros!

Y sin esperar más tiempo, reuniendo su fuerza física en el lado izquierdo, y su Cosmos restante en el derecho, arrojó el platillo rodante que giró colgado de la cadena, inmediatamente con rumbo hacia el edificio majestuoso que sostenía parte del mar.

Apenas hicieron contacto un resplandor lo encegueció, y pareció que el sol apareció en el fondo del océano que fue azul oscuro un segundo antes, tornándolo a amarillos y blancos por igual.

—¡Seiyaaaaaa! —alertó Kiki, cuyos sentidos eran agudísimos.

El escudo retornaba a toda potencia y velocidad en medio de la luz, girando de la misma manera que en el camino de ida. Era peligrosísimo, y ya no tenía fuerzas, así que lo esquivó y soltó la cadena; el escudo se estrelló contra el piso y en lugar de causar una grieta, lo partió por la mitad, una gigantesca fisura que incrementó el tamaño del acantilado más atrás.

Seiya y Kiki se quedaron mirando atrás unos instantes, contemplando el escenario que sus ojos y Cosmos reconocían como inimaginable.

—A pesar de usar todo su poder en el impacto al Pilar, en el retorno hizo esto, es increíble…

—Seiya, no me extrañaría que con este poder pudiera acabar con un planeta entero. Estoy temblando…

No. No era que Kiki temblara, sino que toda la zona lo hacía. Aún más, era un temblor masivo que a través de sus botas sentía se estaba dando por todo el reino submarino. Y Seiya no sabía si podría acabar con un planeta entero como aventuró Kiki, pero sí era capaz de destruir uno de los sustentos mitológicos que contenían el poder del Emperador de los Océanos.

Primero fue una grieta sencilla, luego empezaron a caer más escombros progresivamente, hasta que finalmente, la parte central del Pilar del Pacífico estalló como si hubiera tenido una bomba adentro. Los cascotes volaron por todos lados como misiles, la imagen del caballo desapareció junto a la luz que dio paso a una nube de polvo mientras el Pilar se iba abriendo en dos, derrumbándose en todas direcciones a medida que la altura de los pedregones se reducía.

Seiya no pudo sostenerse más de pie, pero Kiki le protegió de las piedras con su (cada día mejor) telequinesis. El temblor aumentó su intensidad a juego con la columna que se deshacía en moléculas grises y marrones, y el agua comenzaba a bajar el nivel, como si el cielo cayera sobre ellos. Una suave llovizna cayó sobre sus cabezas, relajante y tibia.

—E-esta lluvia… Tethys no dijo nada sobre esto —recordó Seiya, mirando el cuerpo de Baian enterrado bajo algunas rocas.

—Está bajando el nivel del mar. ¡Quizás esto ayude a drenar el agua en la superficie, Seiya!

Con dificultad, alzó el brazo y revolvió los cabellos de su ayudante.

—Tienes toda la razón, enano. H-hiciste un gran… cof… trabajo trayendo a Libra hasta acá, y juntos demostramos que es posible obtener una victoria en esta batalla. Ahora… cof cof cof… llévasela a Shun o Shaina, o quien sea que esté aquí abajo también, de seguro ya la necesitan.

—¿Tú qué harás?

—Necesito descansar un poco…

Se recostó de espaldas y cerró los ojos. La lluvia limpió sus heridas y alivió un poco su dolor. La oscuridad reemplazó los corales y las algas…

Aparecieron dos imágenes en su cabeza, con colores difusos pero formas reconocibles. Aiolos de Sagitario con un arco de madera, Aiolia de Leo, Marin de Águila, y también Dohko de Libra, como un anciano de película, ya que no lo conocía en persona. Incluso Kiki había prestado ayudas; si todos trabajaban juntos, los milagros parecían más fáciles de realizar.

 

«Sí. Tú me diste la oportunidad de realizar mi primer milagro, cortándote un cuerno… ¿Lo recuerdas, Alde?»


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#367 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 19 noviembre 2015 - 17:22

SHUN IV

Estaba casi todo oscuro, con excepción de unas antorchas viejas colgadas de los muros de piedra gris. El silencio y la quietud reinaban, solo podía oír su propia respiración, controlada y paciente, esperando las palabras de alguien importante. No podía recordar ese lugar por más que lo intentara, ni era capaz de moverse.

—Ahora… cierra los ojos —pidió una voz ecoica, con imponencia y al mismo tiempo infinita bondad. Parecía que le hablaban desde alguna parte tras de sí, pero no estaba seguro—. Mantente así por todo el tiempo que puedas.

—Sí —respondió, y obedeció, aunque no pensó en decir nada. No podía manipular sus propias acciones, así que se dejó llevar. Notó su voz muy aguda y suave, como la de un niño.

—Con la privación de uno de tus sentidos afinarás los demás —dijo una voz diferente, más pausada pero igualmente grave—. Son nada más que obstáculos a la percepción de la máxima verdad.

—Sí.

—Además, podrás concentrar tu energía y te volverás más poderoso apenas la liberes —pronunció una tercera voz, como un rayo—. En la existencia hay pocas cosas reales, pero una de ellas es la justicia, y otra la fuerza.

—Sí.

Por unos segundos nada pasó.

—¿Tienes miedo?

—¿Tienes dudas?

—¿Tienes preocupaciones?

—Sí. ¿Por qué es necesario que haga esto? —preguntó con toda la fuerza de su espíritu.

—¿Cómo dices?

—He visto a los Santos del Santuario. Aiolos de Sagitario y Saga de Géminis son casi dioses, sus poderes no tienen igual y han llevado a cabo innumerables hazañas en nombre de la justicia. Pero ustedes me piden que cierre mis ojos para que me asemeje a ellos…

—No. No para que te asemejes.

—Cuando lo consigas, te volverás el hombre más cercano a los dioses.

—Serás venerado, la gente se arrodillará ante ti.

—Una gota de tu sangre se volverá un mar de fuego.

—Cuando abras los ojos, todo lo que te rodee morirá.

—Nadie podrá derrotarte, serás invencible, tal como desea tu corazón.

—¿Mi corazón? —preguntó, aunque sabía de lo que sus maestros hablaban. A su alrededor todos sufrían, algunas personas se bañaban en el río y no temían ahogarse, desafiando a la muerte, sin muchas ansias de seguir vivos. Él no quería eso, quería ser fuerte y que nadie más sufriera en el mundo; y para eso, tenía que volverse alguien superior, para controlar el bien del mundo desde arriba…

¿Para conseguirlo necesitaba depender de la privación de su vista? ¿Eso lo llevaría a superar a Aiolos y Saga?

—Eso es lo que desea tu corazón. Y no te preocupes, pues al fin y al cabo, todo en el mundo cambia, todo es transitorio.

Las horas se convirtieron en segundos, y supo que era la noche siguiente ya. Así que abrió los ojos, y los monjes tras de sí cayeron al suelo inmóviles, como si nunca hubieran estado allí. Muertos tal vez, pero poco les importaba. Tampoco a él, estaba por encima de eso, y debía comprenderlo.

 

Luego, los muros oscuros se transformaron en mándalas resquebrajados, mientras alrededor había relámpagos y fuego incandescente. También se vio a sí mismo junto a Shiryu y Seiya… No. No era él. Era otra persona, incapaz de hacer un mínimo movimiento, por culpa de alguien que lo tenía atenazado.

—Jamás nadie había logrado algo así… Pero Ikki, despertaste tanto poder al poseer un único sentido que de seguro desaparecerás. ¿Acaso planeas matarme a costa de tu vida? ¿¡Qué sentido tiene una victoria así!?

—¡Te llevaré hasta el punto más lejano del universo, y nunca saldremos de allí, Shaka! —respondió su hermano a su pregunta, aunque en ese momento no era realmente su hermano. Deseaba llorar, pero tampoco podía, pues su corazón no le pertenecía, estaba usando el cuerpo de otra persona, una que tenía miles de dudas y que se sentía inferior a otros por primera vez. Una que falló al depender de la supresión sensorial, que fue vencido por un cuerpo vegetal.

—Detente Ikki, maldición, ¡no otra vez! —gritó Seiya.

—¡Pelea como un hombre hasta el final! ¡Sobrevive! —exclamó por última vez Ikki, tal como recordaba.

Y entonces sus dudas se incrementaron, y sintió miedo como nunca antes.

                                                                                        

Aproximadamente siete horas desde el encierro de Saori Kido

«Shaka de Virgo. Sus recuerdos» comprendió. «Debo… debo levantarme».

Debía sobrevivir, tal como había prometido a su difunto hermano. No importaba si no había hecho nada para defenderse de las bestias de Escila, ni tampoco que dependiera en gran medida de su cadena. Todo en la batalla servía para algo, incluso si era solo información y conocimiento, pero siempre y cuando no se rindiera y buscara sobrevivir.

—No intentes levantarte, es inútil, solo harás que tus heridas se abran más —dijo Ío, apoyado en una de las jaulas con los ojos entrecerrados y la mano en la barbilla, como si estuviera aburrido—. Mejor decide de una vez cuál de mis seis bestias acabará contigo.

—Es un hombre terrible… —murmuró Shun en voz baja mientras trataba de impulsarse para ponerse de pie—. Parece que sus Escamas guardaran de verdad a seis feroces monstruos bajo ellas. —En ese momento observó, y una idea cruzó su mente, para después llevarla a cabo.

—Vamos, Andrómeda, no tenemos todo el día…

—¿Por qué peleas? —interrumpió al fin.

—¿Qué?

Shun logró enderezarse, aunque todavía de rodillas. La vista le daba vueltas, y notó que su piel había perdido color. Pero no había terminado.

—Antes de continuar esta pelea, me gustaría saber por qué peleas. ¿Qué los lleva a todos ustedes a hacer este tipo de cosas?

—Veo que eres del tipo conversador, pero me agrada una plática de vez en cuando, así que continúa —farfulló Ío, antes de sentarse arriba de la jaula con una amplia sonrisa en el rostro y los ojos cerrados.

—Athena ha protegido esta Tierra durante miles de años, lo mismo con los Santos, ¿así que por qué nos atacan? ¿Por qué dañar a los defensores del mundo?

—¿El mundo? Por favor, Andrómeda, ustedes no protegen el mundo.

—¿Qué dices?

—Ustedes protegen a las personas. Las personas que habitan en la tierra, en un cuarto del mundo, el resto lo dejan de lado. Y para peor, las personas por las que velan son todas, tanto buenos como la mayoría criminal. Eso no es proteger, es mantener el status quo. No cambian al mundo, lo dejan como está ya que sigue existiendo y funcionando, pero no les importa que la humanidad haya empeorado.

—¡Eso no es verdad! —protestó Shun, y escupió sangre.

—Sabes, hace doce años era un grumete en una embarcación que navegaba desde las costas de Chile hasta la micronesia para buscar especias exóticas. Éramos marineros, no le temíamos al mar, pero siempre tomábamos precauciones. Sin embargo, durante una noche, una tormenta se desató, una terrible que ninguno de mis compañeros había visto antes, generada por la batalla entre uno de los Santos de Oro y un ejército de mercenarios en una isla donde se vendían esclavos. —Ío tomó un respiro, apagó su sonrisa, y continuó—. Si no me equivoco, fue Shaka de Virgo, pero ni a él ni al Santuario les importaron las consecuencias del despliegue de Cosmos que causó que toda la tripulación muriera. Solo yo sobreviví, y vagué por los mares de Oceanía durante una semana, sin comida ni tranquilidad, hasta que decidí morir.

—¿Morir?

—Ya no tenía otra cosa por la que vivir, el mundo se concentraba en tierra, no en el mar que yo amaba. Pero desperté en el Templo de Poseidón, bajo el mar Mediterráneo, muy lejos de donde debía estar. La voluntad de Poseidón me había salvado sin siquiera haber llegado al mundo; a diferencia de Athena, se preocupó de un marinero que quería un cambio en el mundo. Salem me dio estas Escamas y me uní a la Armada. Juntos hemos trabajado todos estos años en las sombras sin que el Santuario se enterase, protegiendo los mares del mundo y las criaturas que viven allí; seleccionando a los hombres valientes que se unirían a nuestra causa y convirtiéndolos en soldados; buscando al cuerpo de Poseidón; registrando las virtudes y defectos de las personas. ¿Creíste que solo éramos un grupo salido de la nada para enfrentarlos porque somos “malos” y queremos “dominar el mundo”? No es así de simple, Andrómeda.

—Durante todos estos años han estado peleando como nosotros.

—Así es, somos el ejército del único dios que de verdad ama este planeta y desea que cambie, que lo proteja la humanidad seleccionada que sea digna. Juré dar mi vida por proteger este Pilar y este océano, así como Poseidón, quien notó las intenciones de mi alma.

—Ya veo. —Shun, tambaleándose, logró ponerse de pie. Escila y los demás Marina no eran hombres malvados, al menos él era alguien de honor, así que iba a dar todo de sí en la lucha.

—Bueno, ya hablamos mucho de mí, ahora te toca. ¿Cómo quieres morir? ¿Por las garras de un águila o los colmillos de un lobo? No creo que sean los murciélagos, ¿verdad?

Shun no respondió. Una niebla empezó a cubrir el entorno, y el Pilar se difuminó poco a poco.

—Por los dioses, sí que te demoras en elegir, así que lo haré por ti. —Desde la muñeca derecha de Ío surgió una espada dorada donde se reunió su Cosmos—. Atravesaré tu corazón con el Aguijón de la Abeja Reina, tu fin ha llegado.

Escila desapareció, y en su lugar apareció una enorme y peluda abeja con un millar de ojos que derramaban sangre. La criatura zumbó y voló de manera extraña antes de caer en picada directo a su pecho.

 

Shun desplegó la Cadena Circular. Un chispazo enceguecedor fue seguido por la desaparición del desagradable zumbido.

—¿Cómo? ¿Qué se supone que…? —inquirió Ío con un chillido desde algún lugar invisible.

—Lo siento, pero no pienso morir aquí.

La cadena defensiva se entrelazó en círculos concéntricos hasta formar algo similar a una gigantesca telaraña, tan brillante como la Nebulosa, que detuvo a la abeja como si fuera de verdad, a pocos centímetros de Shun.

—¿U-una telaraña? N-no sabía que la cadena podía tomar esa forma, ¿cómo te las ingeniaste para…? —Tras la niebla, Ío al fin volvió a divisarse.

—Me dijiste que no siguiera usando mis técnicas cuando era inútil, creo que no pensaste que lo mismo podría decirse para ti. —El brazo le temblaba y le dolía la tensión de la cadena atada, pero era mejor que tener el corazón atravesado—. Ya me mostraste todo tu repertorio de habilidades, pero eso no significaba que yo te mostrara el mío.

—Pero es imposible, ¿cómo pudiste atrapar a una abeja que es…? —Escila se calló antes de continuar, pero Shun sabía de qué se trataba.

—¿Una ilusión? Parece que tus Escamas también son especiales como mi Manto Sagrado. Canalizas tu Cosmos a través de las piezas de tus Escamas, y ellas hacen el resto gracias a la niebla que liberan y transforma un rayo de luz con ruta impredecible y objetivo en el pecho en una abeja terrorífica. Pero mis cadenas ya estudiaron todos tus trucos; Andrómeda se adapta a cualquier ataque enemigo, ¡y por eso tu abeja ha sido atrapada!

Shun liberó la Cadena Triangular, ésta pasó a través de los espacios de la telaraña y se enroscó alrededor de la protuberancia en el guante de Ío. Luego descargó su electricidad, y el Aguijón se quemó sin que su dueño pudiera hacer nada por evitarlo.

La Abeja Reina se esfumó. Y al mismo tiempo, un temblor sacudió el piso, se sintió como si meciera todo el fondo marino, pero Shun ya había acostumbrado a esos terremotos, aunque pensó que se había acabado.

 

—No puede… ser… ¡no puedo liberar a la Abeja! —La voz de Ío indicaba confusión y dudas ilimitadas, pero sus ojos estaban puestos en algún distante punto al norte, más allá de Shun, las algas o las montañas submarinas.

Shun no le dio más importancia, no tenía tiempo.

—Así es, y lo mismo ocurrirá con las demás bestias si continúas con esto, Ío de Escila. Tus ataques son extraordinarios, del nivel de cualquier Santo de Oro, me habrías acabado en un segundo con cualquiera de las bestias si no me hubieses subestimado. Siguen un patrón limitado que Andrómeda ya dedujo, pero con mis cadenas no ocurre lo mismo.

Rápidamente Ío abrió sus alas y alzó los brazos.

—Ya veremos si no fue solo suerte, ¡intenta escapar del Agarre del Águila!

De la misma forma que con la Abeja, la cadena reaccionó a una velocidad sorprendente y se enroscó en un patrón de red cuadrangular para interceptar al águila monstruosa que lo acechaba con sus garras negras. Un ataque desgarrador, un rasguño potente, pero que las cadenas habían adivinado para adaptarse. Poco importaba si dependía de ellas, pues eran parte de él, como extensiones de sus brazos y canalizadores de su energía vital.

Con la Onda de Trueno, la cadena se dividió y quemó ambas garras de sus codos a la vez. Antes que el Águila desapareciera, una horrenda boa constrictora se alzó por sobre todo, abrió las fauces y su veneno corrió como un líquido apestoso y negro.

 

Pero al final sabía que solo era el Cosmos de Ío que llamó dos bestias al mismo tiempo. Con los codos lanzó un rasguño, y con el brazo izquierdo disparó un veneno y canalizó algo similar a una mordida grotesca. Así que después de destruir las garras azules, la cadena siguió su ruta y se enroscó en la muñeca zurda de Ío, quien trató de quitársela con la otra mano, todavía humeante, pero no logró más que una descarga eléctrica que recorrió su cuerpo sin importar la protección de las Escamas.

Al mismo tiempo, la Cadena Circular se enroscó como un espiral alrededor de la víbora asesina, y presionó tanto como la Estrangulación de la Serpiente había hecho con él minutos antes.

Escila cayó al piso de rodillas con sudor en la piel, los ojos temblorosos, ambos brazos humeantes y una agotada expresión de congoja.

—¿Te rindes? Espero que con esto te hayas dado cuenta de que es inútil seguir esta pelea sin sentido.

—No… no… Todavía me quedan tres…

—Ío…

—Pero esta vez no podrás defenderte. ¡Inhalación de Vampiro!

 

Abrió sus alas, y una colonia de negros murciélagos, como sombras de la noche, empezó a volar en todas direcciones, agitando rápidamente sus alas oscuras y mostrando sus filosos colmillos hambrientos de sangre humana. Esa le parecía la técnica más compleja de Escila, su Cosmos debía ser impresionante para que sus Escamas lo canalizaran de esa forma tan vertiginosa.

Shun hizo rotar su cadena defensiva a su alrededor para protegerse de las mordeduras por un rato mientras la otra calculaba las rutas seguras.

—Mis bestias no son solo ilusiones, sino que tienen las características reales de las criaturas que representan. Los Murciélagos tienen radares incorporados que detectan obstáculos en pleno vuelo, y al ser tantos, tus cadenas no pueden solo bloquearlos con una red o atarlos uno por uno, ¡te será imposible defenderte de ellos, Andrómeda, te chuparán la poca sangre que te queda y finalmente caerás!

«Ya acabé sin sangre una vez por culpa de mi propia cobardía a pelear, y aun así sobreviví. No volverá a pasar».

Esta vez la que tomó una forma irregular fue la cadena de ataque, que con prisa llegó con una respuesta. Se elevó y luego bajó rápidamente formando una elipse hasta llegar nuevamente con Shun. Pasó alrededor de la Defensa Giratoria y continuó con una ruta idéntica al otro lado.

—¡Imposible, la cadena está describiendo la trayectoria de un búmeran! —descubrió Ío, muy tarde ya para detener a los murciélagos.

La cadena siguió describiendo círculos repetidamente mientras destruía una por una las bestias voladoras atacándolos por la espalda, evitando así el radar para obstáculos de frente. Y finalmente, la Onda de Trueno desapareció en un agujero en el espacio para aparecer detrás del General del mar.

Arremetió con fuerza y destruyó los ganchos de oricalco que sujetaban las gruesas alas vampíricas, que cayeron al piso ocultándose por la bruma. La sangre de Ío que salió de su boca salpicó su peto, pero era una herida que no se podía comparar con el golpe en su espíritu de combate al verse en desventaja por culpa de subestimarlo.

—Ya has comprendido el enorme potencial y la versatilidad de las cadenas de Andrómeda, ¿verdad? Será mejor que te… —Shun perdió fuerza en las piernas y se tambaleó. Había perdido demasiada sangre.

Ío aprovechó ese breve instante para atacar de frente a Shun, le golpeó el pecho hasta que el peto se trisó, luego agrietó una de las protecciones en el antebrazo con una patada, y finalmente lo derribó, destrozando su casco con un manotazo que contenía todo el poder de su Cosmos herido, orgulloso e iracundo. Shun perdió el equilibrio y el sentido de la orientación, además de un poco más de sus ya mermadas fuerzas.

 

—¡Ah! —«Maldición…»

—¡Estás muerto, Andrómeda! Que los lobos te devoren sin cesar. ¡Colmillo del Lobo!

—¡No moriré!

El sabueso infernal que surgió de la niebla terrorífica aulló, y se lanzó con hambre sobre la cabeza desprotegida de Shun. Pero la Cadena Circular fue todavía más veloz, se enroscó como la Nebulosa, y en el centro tomó una ruta en zigzag que asemejó a una trampa de caza para animales salvajes.

Atrapó la pata del lobo que pegó un chillido desgarrador, y Shun arqueó el brazo derecho para golpear la frente de Ío y arrancarle el casco que voló hasta caer en uno de los precipicios detrás de los corales. El sabueso desapareció.

—¡No puedo creerlo! —clamó Ío, palpándose el rostro manchado de rojo como si el tacto le diera más credibilidad a su desventaja.

—¿Al fin te rindes, Escila? —No supo de dónde sacó más fuerzas, pero se puso de pie una vez más, y se sorprendió de que al revés que la sangre en su débil cuerpo y la resistencia física, su Cosmos no cesaba de crecer con cada segundo—. Mejor detengamos esto de una vez, destruiré el Pilar tras de ti y te dejaré vivir, y harás lo que quieras que creas ayude al planeta y a su gente.

—¿Bromeas, Andrómeda? Parece que se te olvidó contar, pues todavía me queda una bestia, y es la más temible de todas. ¡Zarpazo del…!

—¡Atrápenlo, cadenas!

Esta vez no esperó a que el Oso titánico diera un solo paso. Ambas armas en sus brazos se enroscaron alrededor de la bestia e Ío, quienes quedaron pegados en la ilusión, mientras que en la realidad solo el Marina sufría el suplicio de la inmovilidad total. Andrómeda usó esta vez su propio Cosmos, y descargó los rayos de la Nebulosa sobre los gritos de dolor de Ío, cuyas Escamas se quemaron, y las garras en sus rodillas se hicieron polvo, comprobando que la resistencia de esas armaduras no era del mismo nivel que el de los Mantos de Oro, sino que un peldaño por debajo.

«Aunque… ¿por qué mi armadura no ha sufrido daños tan graves?»

—Maldita sea, ¿acabaste con las seis? —Ío tembló, pero luego reveló una sonrisa cansada—. Así que mi destino es ser asfixiado hasta la muerte.

—¿De qué hablas? No te mataré, solo me conformé con capturar al Oso, pero cuando destruya el Pilar del Pacífico, te dejaré ir.

 

Shun caminó agotado hasta el Pilar, pasó junto al inmóvil y perplejo Marina de Poseidón, y subió la escalinata multicolor por los reflejos de los corales con las aguas que hacían del cielo. De su cuello manaba una gran cantidad de sangre, y le dolió el movimiento, pero irguió la cabeza y miró con asombro la espectacularidad del monumento creado por la divinidad.

«¿Podré destruir esta cosa?» se preguntó, pero a esas alturas no podía darse por vencido. Debía intentarlo todas las veces que fuera necesario hasta que los rasguños se convirtieran en grietas, y luego en orificios más grandes, y finalmente el Pilar en polvo cósmico.

Pero la Onda de Trueno destelló, y la punta de prisma de su maravillosa cadena no le hizo el más mínimo rasponazo a la superficie pulida del Pilar del océano pacífico del sur. No quedó ni huella, como si nunca hubiera atacado.

—¡No puede ser! ¿Cuántas veces más tengo que atacar para hacerle algún daño? —«¿Cuántas veces más podré atacar antes que se me caiga el brazo por las heridas y el cansancio?»

—Todas las que quieras, será lo mismo.

—¿Qué dices?

—Desde los viejos tiempos mitológicos, los siete Pilares han sostenido tres cuartas partes de la Tierra, jamás han sufrido una mísera grieta. —Había algo raro en la voz de Escila, un temblor por debajo, unos ojos temblorosos, como aquel que busca intimidar sin sinceridad—. ¿De verdad pensaron que podrían destruir uno de ellos así como así?

—¡No puede ser! ¿Dices que de verdad es imposible?

—Además me extraña, dada tu confianza, que pensaras que con simples cadenitas de Bronce podrías atraparme, Andrómeda, eres muy ingenuo.

El Cosmos de Ío estalló como una supernova, y se manifestó como una gigantesca llama azul similar a las doradas que tanto lo intimidaron unos meses atrás en la Elíptica. Al abrir los brazos, el General convirtió las armas en eslabones trisados que se llevó el viento que surgía del aura flameante de Ío de Escila.

—¡Destruyó mis cadenas solo con un esfuerzo!

—Dijiste que mi repertorio era limitado y el tuyo no, que te había mostrado todo de lo que era capaz, pero cometiste el mismo error que me adjudicaste.

—¿Qué es este Cosmos? Se está arremolinando alrededor de él, su presión está inmovilizando mis músculos…

—Pensé que nunca tendría que usar el Gran Tornado (Big Tornedo), pero veo que fue mi error el subestimarte tanto. Ahora quedarás hecho pedazos con el máximo secreto de Escila, ¡ten el honor de ser el primero en morir ante él!

Con las manos hacia adelante y en forma de garras de animal, Ío desató un horripilante e impresionante huracán que Shun no pudo controlar. Fue atrapado y atenazado por los fuertes vientos, que lo arrojaron de un lado para otro como si fuera un muñeco de trapo, le apretujaron los huesos, le desgarraron los músculos en un abrir y cerrar de ojos, e incluso tras un par de segundos, doblaron su cuerpo en posturas que lo romperían en dos si no fuera por la resistencia de la armadura de Bronce.

«Mi armadura».

No podía ver nada, todo daba vueltas, y el estómago se le revolvía. Durante el vaivén, sus propias cadenas lo golpearon y dañaron unas cuantas veces, también estaban anuladas, y despedían gritos de dolor en su mente. Si seguía girando de esa manera, terminaría reducido a huesos y sangre salpicada, con todo y Manto.

“Te convertirás en el hombre más cercano a los dioses”. Tales palabras, como un eco, resonaron en su cabeza. Fueron dirigidas a Shaka, quien después de la guerra civil, derramó su sangre dorada sobre Andrómeda para que volviera a vivir. Y la Fuente, nacida de las lágrimas de Athena, hizo lo mismo por Shun.

Sangre dorada, igual que los resplandores que enceguecieron su mirada cuando abrió los ojos por un momento.

 

Cayó al piso con dolores diferentes en cada músculo de su cuerpo. Bajo él se hizo un cráter inundado con su propia sangre.

—Ay, Andrómeda, Andrómeda, Andrómeda —dijo Ío con voz cansada—. Si no hubieras sido tan indulgente y me hubieses asesinado cuando tuviste la opción, mientras estaba atado, no habría reunido mi Cosmos y te habría derrotado con mi Gran Tornado. Matar bestias es una cosa, pero te hace falta más frialdad para acabar con tus enemigos de carne también. Aunque, bueno… ya es muy tarde para que oigas mis palabras.

—T-todavía no… —Con dificultad extrema, extendió los brazos y se puso de rodillas. Tenía la respiración agitada y el rostro manchado de sangre, además había horrendos sabores en su lengua. Pero…

—¿Sobreviviste? ¿Pero qué demonios pasa?

—Todavía no…

—¿Se está poniendo de pie otra vez? ¡Imposible! Y encima de eso, el Manto de Andrómeda sigue casi intacto, no entiendo lo que pasa.

Shun empuñó los eslabones rotos de su cadena de ataque, y los arrojó con todas sus fuerzas sobre el Pilar una vez más. Tal como antes, no surtió efecto, y la cadena lo golpeó dolorosamente en el cuello cuando rebotó.

Volvió a caer al suelo.

—Oye, oye, t-tu enemigo está aquí, ¿qué haces? —balbuceó Ío. Shun pensó que él comprendería sus motivos.

—T-t-todavía…

—En lo único que piensa es en destruir el Pilar, el que yo debo proteger. Es acaso… ¿No entiendes que es imposible? ¡Que el Gran Tornado te acabe ya!

 

Y volvió a lanzar su técnica máxima. Y Shun volvió a sentirse como en una centrífuga gigante, donde todo el mundo quería aplastarlo y desgarrarlo hasta que no quedara nada de él. Las jaulas desaparecieron, también algunos de los moai y las columnas de alrededor. Lo único que quedó intacto en toda la ciudadela fue el gigantesco Pilar que atacó una vez más con la cadena apenas cayó de boca al piso. Derramó algo de bilis, parecía que no le quedaba sangre adentro. Su brazo zurdo no deseaba responder, la grave herida en su estómago se había abierto demasiado, y lo mataría si no contenía las hemorragias. Pero...

«Todavía no».

Aunque fuera lentamente, lograría hacerle un rasguño al titán divino. Y más tarde una grieta, luego un orificio, y finalmente lo derribaría. La gente de la Tierra lo merecía, daría todas sus fuerzas por ellos.

—Un momento, ya lo he atacado dos veces con el Gran Tornado pero sigue vivo, y su armadura ya no sufre daños. Para peor, me ignora, tiene sus ojos fijos en el Pilar como si yo no existiera, a sabiendas de que es imposible romperlo. Vamos, ¡no seas engreído, Andrómeda!

Y por tercera vez lo azotó por todas partes, pero Shun no sintió tanto dolor, su sentido del tacto ya estaba demasiado dañado. Aunque sí sentía el pecho listo para explotar, y su piel había perdido todo color. Moriría desangrado o de falta de fuerzas, una de dos.

Pero antes de eso, todavía tenía piernas para levantarse, brazos para sujetar sus cadenas maravillosas que seguían resistiendo, y una cabeza donde guardaba sus pensamientos y deseos. El principal era destruir su objetivo, el Pilar del Pacífico.

—¿Por qué? Tu corazón aún late y me das la espalda, ¿¡por qué!?

—Ya t-te lo dije… Mi objetivo no es vencerte, sino destruir el…

—Vamos, ¿dónde crees que estás? ¡Esto es el campo de batalla! Aquí debes tumbar a tu oponente antes de cumplir el otro objetivo, ¿o acaso los Santos son así de irrespetuosos y torpes?

—D-debo… destruir…

—Si no me matas, no solo tu misión fracasará, sino que también te quitaré la vida, y con eso no podrás destruir el Pilar —amenazó Ío, pero esta vez Shun no se dignó a responderle (ni pudo), así que hizo estallar su Cosmos—. Esta vez nada te salvará, Andrómeda, ¡prepárate!

 

«¿Quieres que te enfrente? Entonces esto termina aquí. No puedo morir todavía, por Saori, por los Santos de Oro atrapados en el Santuario, y por la gente de la superficie que se ahoga. ¡Vamos, asciende hasta el máximo, Cosmos!»

—¿Qué pasa? ¡Este poder no es…!

—¡Sopla, Cosmos!

Y esta vez, después de voltearse hacia Ío, no sintió nada. Nada lo azotó ni lo golpeó, nada desgarró sus huesos ni arrebató sus fuerzas.

El Gran Tornado frente a él se había abierto en dos, se había separado tal como mares bíblicos, y los remolinos pasaron a sus lados con ensordecedores y caóticos ruidos, destruyendo todo a su paso menos su cuerpo y su mente, como si temiera acercarse a él pero no pudiera controlar su avance.

—¿¡Qué demonios está pasando aquí!?

—Ya no te muevas, por favor.

Shun lanzó sus cadenas y capturó a Ío otra vez, tal como hizo minutos atrás. Se habían reconstruido más rápidamente de lo habitual, y además…

—¿Para qué haces esto de nuevo? Antes ya destruí esta cadena, ¿crees que será diferente? No seas… Espera, ¿qué es esto?

—L-la sangre de los Santos d-de Oro ocultaba… o-otra cosa…

—La cadena brilla, ¡brilla como el oro, igual que los Mantos de élite! Pero… esto no es posible, ¡la armadura de Andrómeda completa resplandece como el sol! No puedo… romperlas… ¡Ah!

La cara de Ío se puso roja e infló los mofletes, muestra del esfuerzo de sus músculos; su cuerpo temblaba, pero no era capaz de destruir las cadenas.

«El Séptimo Sentido lo poseen tanto los Santos de Oro como los Generales del mar, pero el mío ha superado el de Escila».

—Gracias, Shaka.

—¿Sangre de Santo de Oro? Ya veo, dieron su sangre para reparar estas armaduras de Bronce; al encender tu Cosmos al Séptimo Sentido, se hizo tan resistente como una de Oro. ¡Por eso aguantó mi Gran Tornado!

—Así es. Y es en honor a ellos que… cumpliré con mi misión.

—Bah, tenerme atado no cambia nada. Debo proteger este lugar, pero veo que no tenía sentido contigo. Por más resistente que sea ahora, tu cadena no podrá derribar el Pilar.

—Entonces lo haré con mi vida.

—¿Q-qué?

—Si exploto mi cuerpo con mi Cosmos, quizás pueda hacerle una pequeña fisura, y después Seiya o los demás podrán terminar de destruirlo. Para hacer el primer daño, no me importa dar mi vida, ya he estado al borde de la muerte y salí vivo por un milagro, no le temo.

—¿Estás loco?

—Dijiste q-que tu tripulación murió por la disputa entre ejércitos de poderes sobrehumanos. En estos momentos, millones de personas en la Tierra sufren por la disputa entre dioses, gente que quedará bajo el mar que dices amar por capricho de Poseidón, y no pueden defenderse. Q-quizás Saori pueda evitarlo, pero en caso de que f-falle, cof, ¡al menos debo aportar con la destrucción de uno de los Pilares!

—Oye, ¡espera! No seas tonto, ¡no lograras nada más que quizás un rasguño! Tu Cosmos… ¡está a punto de estallar!

—Bien. ¡Explota, Nebu…!

—¡Aaaaaaaaaaaaltooooooooooo! —gritó una voz chillona.

 

Shun miró hacia atrás, y se encontró con Kiki corriendo a toda prisa hacia él con  la ropa mojada y una enorme Caja de Pandora dorada en la espalda, y se preguntó si ya estaba alucinando.

—¿De verdad eres…?

—¿Pero qué tienen estos Santos de Bronce con sus tendencias suicidas, por todos los dioses? —dijo el muchacho, deteniéndose y bajando la Caja. Una de sus caras tenía el relieve de una balanza, y se veía tan real como el chico.

—¡Kiki!

—Por poco haces la misma estupidez que iba a hacer Seiya. No importa lo que intentes, no podrás derribar el Pilar solo con tus fuerzas, ni siquiera si usas el Cosmos que te queda.

La Caja de Pandora se abrió, y una preciosa armadura de Oro deslumbró a sus ojos. Podía ser otro sueño, pero ese Cosmos imponente no mentía. Era uno de los Doce Mantos Sagrados, el que pertenecía al Sumo Sacerdote.

—¿Libra?

—Con ayuda de una de sus armas, Seiya derrumbó el Pilar del otro lado del Pacífico, me he estado teletransportando desde allá. Y antes que lo preguntes, sí, el maestro Dohko dio su permiso —explicó Kiki rascándose la nariz con una sonrisa gigantesca, como si no notara que un hombre con poder como el de un Santo de Oro estaba atado a medio metro de él.

—Seiya… ¿derribó un Pilar?

—Así que fue cierto, ¿¡ese fue el temblor que sentí hace como una hora!? —preguntó Ío con obvio miedo en su voz.

—Ahora lo entiendo. G-gracias Kiki. Gracias, anciano maestro. —De pronto sintió como si sus fuerzas se hubieran recuperado un poco, un rayo de esperanza que había iluminado el fondo submarino.

 

Desde uno de los platillos salió volando hasta sus manos una pequeña barra comprimida con puntas triangulares. La abrió con un rápido movimiento de brazo que le causó tanto dolor como asombro, pues una cadena unía ambas puntas de un magnífico nunchaku que dejó una estela de estrellas luminosas con un vaivén suave de su mano.

—Qué bonito… —dijo Kiki con los ojos como platos.

Se sintió como un niño, pero le ayudó a retomar fuerzas. Jugó un poco más con el arma de Libra y los destellos salían sin parar de los bastones, además se adecuaba perfectamente a sus dedos y su contextura física.

Ya estaba listo.

 

Igual que las cadenas de Andrómeda, arrojó uno de los bastones del arma, y la cadena se extendió más de lo que la lógica indicaba que tuviera en ese espacio reducido. Una estela multicolor iluminó la ruta, y por eso no se percató a tiempo de la sombra que saltó para interponerse en el camino.

—¡No puede ser!

—¡Eso es…!

Ío saltó atado con la cadena de Andrómeda, y el nunchaku pegó directo en su estómago. En vez de detenerse, la cadena de Libra siguió extendiéndose y el cuerpo de Escila no lo resistió, fue atropellado y arrojado de vuelta al suelo con una violencia caótica que Shun no pudo controlar.

Con el primer impacto se hizo la grieta que tanto había buscado, y pronto el Pilar del Pacífico sur empezó a deshacerse en medio de temblores y una llovizna fresca que cayó del mar disfrazado de cielo. Una más de las columnas que se decía indestructibles fue derribada por un milagro y el poder del Sumo Sacerdote del Santuario, líder de los Ochenta y Ocho.

 

Pero a Shun le preocupaba algo más.

—Ío, oye, ¿estás bien? ¡Resiste! —le pidió, arrodillado a su lado, sorprendido de las fuerzas que lo llevaron hasta allá. Kiki estaba a su lado, empapándose por el agua que caía, y meciéndose por el terremoto.

—A-Andrómeda… —Su cuerpo estaba manchado de sangre, y sus Escamas muy dañadas también, tal era el poder del Manto de Libra. Su respiración estaba entrecortada y su piel perdía color.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó mientras liberaba a su oponente de la cadena de Andrómeda. Ya no era necesaria—. Era inútil detener la trayectoria del nunchaku, ¿así que por qué saltaste?

—¿No te parece irónico que me discutas hacer algo que parece “inútil”? Ja, ja, ja, tú… usaste todas tus fuerzas en cumplir con la misión de destruir el Pilar, yo usé todas las mías en mi misión de defenderlo.

—Ya no hables, solo sufrirás más…

—Pero recuerda algo, Andrómeda. Si no corriges ese exceso de bondad que me e-estás mostrando ahora, así como en toda la batalla… si sigues siendo tan… tan ingenuo y b-blando…, algún día te… matarán… N-no lo… o-o-olv…

—¡Ío! —gritó, pero sintió que no se oyó tan fuerte. De hecho, sus ojos se cerraron poco a poco, y empezó a perder fuerzas.

—Shun, ¡resiste, Shun!


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#368 psicosis tg

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Publicado 19 noviembre 2015 - 20:02

buen fic saludos

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#369 Patriarca 8

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Publicado 20 noviembre 2015 - 16:56

SEIYA IV

 

Lo bueno:

 

-la pelea entre seiya y el general marino te quedo bien

-la enseñanza del arquero al pequeño simba de nunca rendirse fue muy buena

-se ve que seiya a pesar de ser un poco bruto aprendió bien las lecciones de su maestra

-la aparición de las armas del heroico XD,esas armas infunden temor

 

 

lo no tan bueno:

 

-no tiene mucho sentido que Aiolos no se considere poderoso ,se supone que tiene

un cosmos aproximado a saga y ademas existen dorados que no son precisamente

 muy fuertes como el bicho,el cangrejo y el pez

-Segun Trolei se suponen que fueron mas que 12 los que intentaron

derribar el pilar en la antigüedad XDD

 

 

 

 


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#370 Presstor

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Publicado 22 noviembre 2015 - 06:56

hola!! despues de unas semanas sin capis nos regalas estos que estan muy bien en mi opinion

me gusto especialmente el tema de los recuerdos en las armaduras

el desarrollo de estos combates son como en la original...pero con la sensacion de son mas epicos.

aqui ya me preocuparias si fuese un soldado de poseidon ya me han derribado dos pilares XD

sigue asi tengo muchas de seguir leyendo tu hstoria.



#371 Kibo

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Publicado 22 noviembre 2015 - 08:20

Muy buen fic,me he entretenido leiendolo.

 

Quiero más gracias


"Lo que no te mata, te hace más fuerte"

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#372 Patriarca 8

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Publicado 22 noviembre 2015 - 11:11

SHUN IV

 

Lo bueno:

 

-me agrado el flashback sobre la vida de shaka

-el combate de shun y el general marino te quedo bien, es una

de las pocas veces en las que shun vence a alguien sin

la ayuda de su hermano

-la actitud de Ío  demuestra que es un guerrero de honor

 

Lo no tan bueno:

 

sigue siendo extraño que  shun  se preocupe por la muerte de su

oponente se supone que eso es algo habitual al finalizar una batalla

ya se que eso no es tu culpa sino de kuru pero aun asi la actitud

de ese prota es muy peculiar cuando lucha


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#373 -Felipe-

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Publicado 26 noviembre 2015 - 19:31

buen fic saludos

Gracias!

 

 

SEIYA IV

 

Lo bueno:

 

-la pelea entre seiya y el general marino te quedo bien

-la enseñanza del arquero al pequeño simba de nunca rendirse fue muy buena

-se ve que seiya a pesar de ser un poco bruto aprendió bien las lecciones de su maestra

-la aparición de las armas del heroico XD,esas armas infunden temor

 

 

lo no tan bueno:

 

-no tiene mucho sentido que Aiolos no se considere poderoso ,se supone que tiene

un cosmos aproximado a saga y ademas existen dorados que no son precisamente

 muy fuertes como el bicho,el cangrejo y el pez

-Segun Trolei se suponen que fueron mas que 12 los que intentaron

derribar el pilar en la antigüedad XDD

-Muchas gracias, quise darle más dinámica que la del manga.

-La verdad esa es mi parte favorita :)

-Seiya no es bruto... No tanto...

-¡Por supuesto! Todo lo que hayan tocado las sensuales manos del hombre más poderoso de la historia del Santuario es digno de heroicidad, e infunden temor en todos los dominados por la ilusión.

 

-Aclarar que esto es desde el PdV de Aioria (a través de Seiya), por lo tanto, es lo que Aiolia piensa, ve y siente. En cuanto a Aiolos, no necesariamente se considera débil, posiblemente sea muy humilde y le haya mentido a su hermano, y se considere de verdad el más poderoso por dentro. Pero, de nuevo, esto es lo que Aiolia vio y pensó.

-Grandes momentos del doblaje latinoamericano de SS, a través de las palabras de Gerardo Reyero.

 

Gracias como siempre, amigo :)

 

hola!! despues de unas semanas sin capis nos regalas estos que estan muy bien en mi opinion

me gusto especialmente el tema de los recuerdos en las armaduras

el desarrollo de estos combates son como en la original...pero con la sensacion de son mas epicos.

aqui ya me preocuparias si fuese un soldado de poseidon ya me han derribado dos pilares XD

sigue asi tengo muchas de seguir leyendo tu hstoria.

Gracias, Presstor, como siempre :)

Sí, traté de hacer más "épicas" las batallas, eran algo aburridas en el manga xD En cuanto a los recuerdos de las armaduras, me pareció una muy buena idea que sirve para dos cosas: conectar con cierta escena del ND con Shun y Shaka; y mostrar algo del pasado de los Santos de Oro.

 

 

Muy buen fic,me he entretenido leiendolo.

 

Quiero más gracias

Muchas gracias, espero verte seguido por acá! :)

 

 

SHUN IV

 

Lo bueno:

 

-me agrado el flashback sobre la vida de shaka

-el combate de shun y el general marino te quedo bien, es una

de las pocas veces en las que shun vence a alguien sin

la ayuda de su hermano

-la actitud de Ío  demuestra que es un guerrero de honor

 

Lo no tan bueno:

 

sigue siendo extraño que  shun  se preocupe por la muerte de su

oponente se supone que eso es algo habitual al finalizar una batalla

ya se que eso no es tu culpa sino de kuru pero aun asi la actitud

de ese prota es muy peculiar cuando lucha

-Me alegro que te haya gustado. De los cuatro flashbacks dorados, el de Shun/Shaka fue el más difícil de crear.

-Bueno, el anime dañó mucho la imagen de Shun, y yo me baso más en el manga. Al menos en este fic, hasta ahora Ikki solo ha salvado a Shun UNA vez, en la pelea contra Shaka, y no fue solo él ya que también salvó a Seiya y Shiryu. Algo así ocurrió también en el monte fuji, pero no fue un rescate tan directo.

-Quería plasmar muy  clara la personalidad de este Ío. Es un hombre perezoso que se aburre fácilmente si no tiene un oponente digno, pero también es un hombre de honor que sufrió mucho en el pasado y quiere "venganza" por lo que le ocurrió en el pasado. Es un idealista, al final.

 

-Sí, es la personalidad de Shun que Kuru creó. Y la verdad yo no veo tan raro que alguien se sienta algo mal por la muerte de un enemigo, más cuando ese enemigo no es "malo", sino que alguien que piensa distinto, a quien no querías matar, y que se "suicida" por tratar de cumplir su objetivo. Es hasta realista en cuanto a la empatía.

Además recuerda, Shun en el manga es el avatar de Hades, el hombre más puro en la Tierra.

 

Gracias de nuevo.

 

 

 

SHIRYU III

 

Aproximadamente siete horas desde el encierro de Saori Kido.

El hombre reposaba en actitud de meditación frente a él. Tenía la piel marrón, un cuerpo robusto y musculoso, con una espalda amplia, pequeños ojos violeta sin cejas encima, y una melena mohicana llena de canas.

Sus Escamas eran anaranjadas y doradas. Contaban con un aro como el de las estatuas hinduistas montado en su espalda, en particular las de Virudhaka, uno de los Cuatro reyes del cielo, con adornos de tres llamas que brillaban más que el resto de la protección. El resto tenía un diseño sobrio y elegante, con pocos aspectos sobresalientes en la apariencia lisa de la armadura, con excepción de las flamas en relieve en perneras y brazales, y una serie de pequeñas joyas de distintos colores integradas en línea vertical con dos en la diadema, luego en el gorjal, y de ahí hasta el final de la falda. Seis en total.

El hombre lo miraba fijamente, sin pestañear, y a su alrededor brillaba un aura de color índigo, muy poco común según su maestro.

—¿Tú eres el guardián de este lugar? —preguntó Shiryu, sin acercarse. Algo instintivo le hacía mantener la guardia alta.

 

El General no respondió. En su lugar, arrastró una mano hacia atrás y sacó a relucir una preciosa y misteriosa lanza de tres filos dorados que parecía irradiar su aura propia. La punta del medio era lisa y recta, la de la izquierda un poco más corta y con una forma curva, mientras que la de la derecha era poco más que una protuberancia afilada.

A pesar de la distancia que los separaba, el hombre sentado cortó el aire con la lanza de forma horizontal. Shiryu sintió una punzada aguda en su mejilla izquierda, y cuando se llevó la mano allí, descubrió que tenía una honda incisión en esa zona. Sus dedos quedaron manchados de sangre.

—No puede ser, ¿solo el aire cortante me provocó una herida así? —«Debe ser un guerrero temible».

 

El hombre se puso de pie.

—General Marina guardián de Sha, el Pilar del océano Índico, Alishmakit, Krishna de Chrisaor —se presentó con voz profunda, sujetando la lanza con ambas manos y sin quitarle los ojos de encima, como si estuviera hurgando en su alma.

—Santo de Bronce de Athena, Shi…

—No me interesa —interrumpió Krishna.

—¿Qué?

—No me interesa el nombre de alguien tan poco importante. —Krishna de Chrisaor arremetió nuevamente, cortando esta vez en vertical.

Shiryu dio un paso atrás y torció el cuello, y pronto sintió una corriente de aire como una brisa fresca por encima de la hombrera. Le siguió un dolor agudo, y un derrame escarlata sobre el jade de Draco.

—¿Pero qué rayos pasa con esa lanza? ¡Ni siquiera me rozó!

—Esta no es una lanza especial —replicó Krishna—, fue creada en la era de los mitos por Hefestos como encargo de Poseidón para su hijo, Chrisaor, quien venció al monstruo Endríago con ella. Es capaz de atravesar cualquier mal que se lo oponga, sin excepción.

—¿Atravesar cualquier mal? —Shiryu miró de reojo su escudo esmeralda, reconstruido por Muu de Aries.

—Tú viniste a este reino submarino para oponerte a mi dios, quien solo desea la renovación de este mundo podrido. Serás castigado.

—¿Y quiénes se creen ustedes para juzgar a los humanos?

—Yo soy un humilde servidor. ¡Pero Poseidón es un dios!

 

Krishna lanzó una estocada más, y Shiryu la esquivó a duras penas, aunque sintió un rasguño profundo en el codo, en la zona entre la hombrera y el brazal. Luego, ante sus ojos, aparecieron dos más que lo paralizaron. Sufrió heridas varias en las piernas, brazos, abdomen y rostro, y Shiryu comprendió entonces que solo vio dos ataques, pero fueron muchísimos más.

«La velocidad de la luz».

—Trata de concentrarte, al menos. ¿O debo bajar mi velocidad?

—¡Es rápido!

—¡Baila con mi Destello (Flash)!

Shiryu abrió bien los ojos, y ya no vio solo dos ataques, sino que una lluvia de luces que danzaban desde todos lados, delante de un hombre difuso, erguido.

Krishna era extremadamente diestro con el manejo de la lanza, no solo potente. Ejecutaba ataques veloces y continuos sin descanso, y convertía al arma en destellos dorados que pasaban a su lado cuando los esquivaba. Sin embargo, tenía la sensación de que Krishna no fallaba tampoco, sino que parecía arremeter contra las zonas a donde Shiryu se movía para esquivar el ataque anterior.

Con algo de horror, entendió que el que manejaba la pelea era el mismo Chrisaor. Shiryu se movía a donde el General le indicaba que se moviera, usando fintas con la lanza y atacando donde no había nada, para que Shiryu se moviera a ese punto por inercia.

«¡Está jugando conmigo!»

 

El problema es que si dejaba de pensar, y no se concentraba en la serie de destellos que veía, sería ensartado por la Lanza Dorada, que estaría asaltando los puntos donde Shiryu no debía estar.

—¡Ah!

—Ese fue tu hígado.

—¡Ugh!

—Tu cuello. Concéntrate.

—¡Aaahhh!

Krishna apagó el Destello, giró el arma con rapidez, y lo golpeó duramente con el bastón. Fue la primera vez que lo tocó físicamente, y lo arrastró hacia atrás varios metros con el impulso.

Pronto se vio manchado con su propia sangre, de espaldas contra una de las columnas; su armadura tenía diversos raspones en la superficie. Habían pasado solo unos segundos, y ya le costaba respirar del esfuerzo por esquivar los embates a alta velocidad, además de algunos golpes de aire en el cuello. Krishna lo tenía arrinconado, amenazándolo con su arma afilada, totalmente limpia dado que todavía no tocaba su cuerpo.

—Fue un buen calentamiento. Tengo la orden de subir a la superficie para hacerme cargo de la misión que los Capitanes fallaron en el Santuario, así que este juego se acabó.

—Eres muy fuerte y veloz, y jamás vi un arma como esa, no sirve de nada esquivarla —dijo Shiryu, concentrando sutilmente su Cosmos en el brazo izquierdo mientras miraba a Krishna, quien apuntaba la lanza contra su cuello.

—Te tiemblan las piernas, el sudor y la sangre cubren tu rostro sorprendido, tu brazo derecho está frágil y con el izquierdo intentas una estupidez —notó el General, con absoluta (y merecida) confianza.

Shiryu no recordaba haber estado en tantos problemas después de un lapso tan corto de tiempo, ni siquiera contra Shura.

«¡Shura!» recordó de repente.

—Si no puedo esquivar tu lanza, entonces la detendré.

Krishna reveló la sombra de una sonrisa.

—¿Estás seguro?

—Mi escudo es el más resistente de entre los Ochenta y Ocho Mantos, fue reforzado por la sangre y Cosmos de un Santo de Oro. Según mi maestro, ahora debe ser tan resistente como una armadura de Oro.

—De acuerdo, pero esta vez no solo te rasguñaré con el aire. Probarás el poder real de la Lanza creada por Hefestos.

—Si es mi destino, no tengo problemas de morir aquí, pero haré lo posible por evitar que sea mi fin.

—Entonces encomiéndate a los dioses.

—¡Hierve, Cos… ahhhhh!

 

Le dolía. Mucho. Tenía el brazo izquierdo paralizado, la uña derecha de la lanza estaba incrustada cerca del cúbito, mientras el diente central había pasado sin inconvenientes no solo a través de su brazo y el maravilloso escudo de jade, sino que fue capaz de cruzar la zona baja del peto, cerca del páncreas, y aunque Shiryu no veía hacia atrás, sabía que la Lanza Dorada estaba saliendo por su espalda.

Tampoco podía hablar; en su lugar, solo salía una marea roja por sus labios que se le atoraba en la garganta. Y no solo era el agudo dolor que provenía de los órganos sensoriales en su interior, al ser dañados o incluso rozados por la hoja de oro, sino también el shock mental, al ver a su escudo, el mejor entre los Mantos de Bronce, el reforzado por el mejor artesano y conocedor de armaduras, atravesado como si fuera una lámina de papel, de lado a lado. No. Fue como si ni siquiera portara coraza alguna.

—¿Tan p-poderosa es…?

—No solo es el impacto y posterior perforación de tu cuerpo. La Lanza de Chrisaor también emite constantemente Cosmos en tu interior, dañándolo poco a poco, progresivamente, como pequeños choques eléctricos que recorren músculos y huesos. Mi Cosmos y el de esta arma son imparables…

—N-no puede… s-s-ser…

—Aunque en condiciones normales debí pasar de largo incluso yo. La lanza debió partirte en dos, y si no lo consiguió fue gracias a ese escudo del que tanto te enorgulleces. Lamentablemente, eso evitó que tuvieras una muerte rápida, pero al contrario agonizarás lentamente mientras te desangras desde que saqué el bastón.

Krishna trató de extraer el tridente de su cuerpo, pero Shiryu se resistió. El recordar a Shura debía significar algo, y por eso tenía un Plan B en caso de que su cuerpo no soportara la Lanza.

—¿Qué haces? ¿Usas tus músculos heridos para evitar que libere mi arma? Parece que quieres morir más lentamente.

—Soy un Santo, hace mucho que dejé de temerle a la muerte. —Shiryu alzó la mano derecha que hasta el momento había colgado inerte de su hombro—. Con el pago de mi vida, al menos cortaré la Lanza de Chrisaor en dos.

—¿Qué? —preguntó Krishna con calma.

—¡No moriré en vano! —Shiryu concentró su aura en su mano tensa, y luego de mirar su objetivo un par de segundos, la bajó con la velocidad de un rayo.

 

Y si la parte menos dolorida que tenía de su cuerpo hasta ese momento era el brazo derecho, eso se acabó en un santiamén. Después del lacerante golpe se le durmieron los dedos y perdió la movilidad de la mano, cuyos huesos crujieron, y sus poros se abrieron para que la sangre pudiera fluir y manchar el bastón de la Lanza inmaculada, impecable.

—¿De verdad pensaste que podrías romper un arma concebida por el dios Hefestos con el canto de tu mano? Qué iluso.

Krishna de Chrisaor logró sacar la Lanza Dorada cuando Shiryu perdió la concentración, y ante sus ojos vio un abundante aguacero en ascenso que salió de su cuerpo como si hubiera abierto un grifo en su piel. El General giró el bastón y golpeó sucesivamente siete veces a Shiryu en distintas partes del cuerpo cuando ni siquiera había terminado de pestañear con las gotas de sangre en el rostro.

Shiryu cayó de boca al suelo, y ni siquiera sus reflejos funcionaron para que evitara romperse los dientes y la nariz. Todavía sentía las descargas de energía que recorrían sus órganos internos como un hormigueo, y sus dedos quebrados o paralizados solo tocaban pozas de sangre fresca, maloliente y copiosa.

Pero lo peor era tanto la incertidumbre del futuro como la sensación de fracaso. Apenas esquivó los golpes de un hombre que se movía de manera similar a Shura, como si Shiryu hubiera perdido esas fuerzas que demostró en el Templo de la Cabra; pero además, tenía una mejor arma que el Santo de Capricornio. El sable Excálibur era una técnica marcial que cortaba todo, pero esta Lanza era real, un objeto que el herrero del Olimpo confeccionó en fuego divino. Mientras que él no tenía nada para enfrentarlo, su táctica no resultó, y ya estaba desangrado.

—Listo, morirás. Como dije, no fue necesario saber tu nombre.

 

Shiryu escuchó los pasos en retroceso de Krishna, y trató de levantarse para agarrar sus tobillos y suplicarle que se detuviese, demostrarle que el Cosmos era infinito y que los Santos jamás se rendían.

¿Pero de qué servía memorizar esas lindas y esperanzadoras frases si no podía llevarlas a la realidad? Los Santos eran humanos, y los humanos tenían un límite. El General del océano Índico había sobrepasado ese límite en solo los diez o quince minutos que duró su pelea; lo había dejado maltrecho y humillado, no podía ni esquivar ni bloquear el Destello, y tampoco podía romper la Lanza. No poseía ningún arma para…

La oscuridad de la desazón y la desilusión se apoderaron de su mente, pero un breve resplandor se asomó por detrás de unas nubes grises.

—¿Qué pasa, Shiryu?

—¿Quién…?

Frente a sus ojos no estaban ni Krishna ni el Pilar, ni el fondo submarino, sino un hombre de cabello negro vestido con el Manto de Capricornio, de astutos y pequeños ojos verde oscuro, de rostro afilado y una mueca de seriedad. Era una armadura fantástica, con astas en las hombreras, una larga y sobria falda, y bajo el brazo una cornamenta dorada, enjoyada con una piedra de un dorado más tenue. Pero al hombre no lo conocía; solo sabía de un dueño del Manto de Capricornio, y se llamaba Shura…

Un Shura… que jamás vio. Estaba ciego cuando luchó con él. Eso quería decir que el hombre frente a él…

—¿Te vas a rendir en un momento así?

—¡Shura de Capricornio!

Eres el Santo más noble que he conocido, solo comparable con Aiolos —dijo Shura, quien flotaba transparente sobre un estanque de sombras, bajo un cielo nuboso—. Eso te hace una figura fundamental en el nuevo gobierno de Athena, no puedes rendirte aquí.

—Pero Shura… este hombre…

—¿Acaso no entiendes por qué te salvé la vida en esa ocasión?

—¿Mi vida?

Las palabras de Shura se mezclaron con las de Dohko. Su teoría era verdad en cuanto a la leyenda del Dragón Celestial. El que ejecuta la técnica solo puede huir de su destino si la presa, que está condenada, tiene un cambio de corazón y lo impulsa de nuevo a la Tierra.

Según le habían dicho, junto a su cuerpo destrozado encontraron el Manto de Capricornus, vigilando solemnemente su rebeldía a la muerte.

—Cuando quedaste inconsciente te cedí a Capricornus, y eso te protegió en el descenso a la Tierra, pero no fue lo único que te legué, Shiryu.

—¿Qué es esto? —Así como en el combate contra Kaldur de Behemoth, el brazo derecho de Shiryu brilló con una llama dorada, evaporando la sangre que descansaba soporífera bajo él.

Saqué la espada de la piedra durante mi entrenamiento, y la afilé durante la Titanomaquia, pero mientras nos elevábamos, supe que tú podrías sacarla con más facilidad. Tu lealtad a tus amigos, tu destreza marcial, tu ideal de sacrificio, tu valía como Santo, todo eso te hace merecedor de la hoja legendaria, y por eso entregué parte de mi alma a tu brazo derecho, el que rompió el mío.

—¿Mi brazo derecho tiene…?

—asintió Shura, esfumándose poco a poco—. Para proteger a la diosa que no supe cuidar, te dejé mi alma, mis sentimientos y mi devoción. ¿Qué tiene esa lanza que te desconcierta tanto? En tu brazo derecho reposa el arma que es capaz de cortar todo lo que enfrente. —Shura alzó el brazo, y lo hizo brillar con un aura llameante, como una espada mítica—. ¡Eres el heredero de Excálibur!

 

Cuando Shiryu abrió los ojos, estaba ya de pie sobre una laguna de sangre, pero su brazo derecho ardía ahora con flamas verdes, descargando centellas que Draco reflejaba con su escudo milenario.


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#374 Patriarca 8

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Publicado 28 noviembre 2015 - 14:42

-La  lucha del dragon  contra Krishna de Chrisaor  fue una de las

que mas me gusto del anime en la saga

de poseidon (A decir verdad fue una de las pocas buenas)

 

 

-Me agrada la forma en que las has adaptado en tu fic


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#375 -Felipe-

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Publicado 04 diciembre 2015 - 11:36

Gracias, amigo. Pocas peleas memorables tuvo la saga de Poseidón, así que fue un desafío el hacerlas algo interesantes. Me alegra haberlo logrado en parte, hasta el momento. Pero definitivamente la de Krishna es una de las mejores del manga.

 

Ahora, un capítulo que, podríamos decir, es símil de los de Saga en los dos volumenes anteriores de Mito. Un capítulo "introspectivo".

 

JULIAN II

 

Aproximadamente siete horas desde el encierro de Saori Kido.

Al acercar la mano a la cascada, un río al norte de Europa cambió su curso. Y cuando comenzó a caminar por esa bella pasarela al interior del Templo, supo que cada paso significaba una ola más en las costas de la India.

Aunque fuera el Mar, por más que se concentraba, no podía escuchar la conversación entre Salem y Athena. Como habían acordado, el Mok Bipan se haría cargo de preguntar a la diosa si ya estaba lista para rendirse, era cuestión de tiempo. Pero el General de Dragón Marino apareció al otro lado del puente con la capa ondeando, mirada seria y porte orgulloso, pero malas noticias.

—¿Qué respondió? —preguntó, de todas formas.

—Se niega —contestó su solemne mano derecha—. Parece tener intención de quedarse allí hasta el final.

—¿Hasta su muerte? Es una diosa del Olimpo, a nadie le gustará que eso ocurra. Y todavía menos que sea por el bien de los humanos.

—Los dioses son comprensivos, quizás intercedan para hablar con Athena desde las alturas.

—Comprensivos, y también orgullosos. No van a bajar del Olimpo por algo que no sea realmente importante, menos por la chica que todos allá detestan.

—Parece conocerlos muy bien, mi señor.

 

Qué comentario tan estúpido fue ese. Poseidón dio un paso más hacia el General, que bajó la mirada.

—Por supuesto que los conozco bien, he convivido con ellos por miles de años, desde la era mitológica, soy el mayor de todos ellos. Estuve presente cuando Athena nació de la cabeza de Zeus.

—¿Lo recuerda con lujo de detalles?

—¿Qué dices, imbécil?

Recordaba todo, evidentemente. Su hermano, con su casco de invisibilidad en el regazo, pues de nada servía ocultarse ante sus ojos. Y el menor, sentado por sobre todos ellos en su nube, vestido con una toga blanca, y larga barba canosa de la que salían chispas. Sus hermanas siempre estaban cerca, lo mismo Hermes, que corría por todos lados con sus sandalias aladas, o Hefestos, cojo, tuerto, pero lleno de vigor, acercándose con su hacha para quitarle el dolor de cabeza. ¿Cómo podía preguntar si los recordaba?

—Nada, nada, lamento mi descortesía… —Salem levantó la mirada y sonrió con seguridad, mostrando sus dientes blancos—. Señor Julian.

 

Palpó la cascada junto a él con sus dedos, y al moverlos, un río al norte de Europa cambió su curso. Luego caminó por la pasarela, y con cada paso una ola azotaba las costas de la India. Sin embargo tenía incertidumbre, no sabía por qué se tardaba tanto Salem en volver de su conversación con Athena. Vio su reflejo en la corriente que salía de ninguna parte para desaparecer en una dimensión que los humanos no podían comprender, y descubrió rasgos que no le pertenecían, no era su verdadero cuerpo el que tenía esa expresión de incertidumbre y desazón, pero se sentía cómodo con él.

Al final, decidió involucrarse personalmente, y conectó su Cosmos con el del Sustento Principal, el tótem de su poder. Y allí estaba la muchacha, la favorita de Zeus, agotada mientras el agua del mundo caía sobre ella. No había rastro de Salem de Dragón Marino.

—¿Todavía no te das por vencida, Athena? Con solo pedirlo, te liberaría de tu prisión.

Poseidón era el Mar, y por tanto era como si pudiera verla, con el ajustado vestido que le puso Tethys, mojándose bajo la lluvia incesante, elevando la vista a los grifos con forma de cabeza de delfín. Y los espacios entre las millones de gotas distintas eran sus oídos.

No tengo la intención de salvarme si el precio es la vida de millones de personas inocentes —contestó Saori Kido, la humana.

—Tal como te dije antes, ellos morirán. Nada cambiará el destino. Lo único que estás haciendo con este berrinche es incrementar el suplicio de esas personas, solo vas a retrasar la hora de su extinción.

El tiempo es valioso en este mundo, Julian, y servirá para que los Santos te derroten.

—¡Llámame Poseidón! —gritó en voz alta. Un par de soldados haciendo su guardia cerca se detuvo unos segundos, pero luego prosiguieron con su tarea. Por culpa de su provocación, unas cuantas islas debieron hundirse en Oceanía, podía sentirlo aunque no controlara tanto poder, habiendo despertado hacía poco.

Nos enfrentamos de nuevo, Poseidón, tal como en el pasado. —Athena bajó la mirada, los ojos fijos en el agua que ya llegaba hasta su cintura—. A decir verdad no puedo recordar esa época, y tampoco mis vidas pasadas, pero eso no evita saber que mi deber siempre ha sido detenerte.

—A ti a y mi nos une un destino misterioso, Athena. Anoche, Julian Solo comprendió que era la reencarnación del dios de los mares, Poseidón, así como tú eres Saori Kido.

Somos distintos; tú ocupas el cuerpo de otra persona porque temes sentir las emociones humanas, mientras que yo las vivo en cuerpo y alma.

—Julian es parte de Poseidón, y Poseidón es parte de Julian. El griego que cumplió diecinueve años tenía el deseo de gobernar los siete mares, para así hacer de este mundo un lugar mejor bajo su mando. Ese destino es el mismo que el de Poseidón, quien nació de Rea para hacerse con el planeta mancillado por el ser humano. —Golpeó la cascada más cercana con la mano, y el agua se unió a su piel en vez de salpicar. Al mismo tiempo, las nubes se agolparon sobre Norteamérica, y los rayos empezaron a caer—. Somos dioses, pero nuestros destinos están tejidos como los de los humanos, y por eso nos encontramos una y otra vez con el pasar de las eras. Somos aquel que algún día se hará con este planeta abandonado por Zeus, y la hija de éste, que no ha sabido cuidar el legado de su padre.

Si me encomendó esa misión, será porque tenía fe en que cuidaría bien de la Tierra —protestó Athena, la diosa—. Los seres humanos han cometido errores, pero aun así…

—¿Errores? —intervino Poseidón con sorna—. Los humanos contaminaron y destruyeron el planeta que se les dio, y ahora están sufriendo. Eso no es más que la consecuencia de haber sido inútiles y desagradecidos durante los milenios. —Cruzó el puente y se detuvo ante una estatua que lo representaba, flotando sobre una fuente de piedra adornada con zafiros. En la superficie cristalina pudo ver un hombre azotando a su mujer por no llevar un velo sobre la cabeza; a una niña que lloraba, encerrada en una habitación, mientras un grupo de hombres decidían en qué posturas le tomarían fotos; unas mujeres ordenando despellejar a una jauría de perros para hacerse abrigos; un anciano demente abandonado en una plaza por unos hijos que compraban en un centro comercial—. ¿De verdad vas a sacrificarte por gente así? No deberías, ¡no vale la pena!

No todos son iguales… —musitó Saori, con la duda marcada en cada poro de su piel. Su Cosmos fluía suavemente a su alrededor, cubriéndola de la capa cristalina que era la extensión de los dedos del Mar.

—No seas ingenua. Vamos, ayúdame a elegir a las pocas excepciones entre los humanos que tengan una pizca de humildad, y construyamos una gloriosa era nueva para la humanidad.

 

En cada esquina del mundo, el mar rugió. Millones de personas sufrían en ese momento por los pecados cometidos, pero no morían todavía, por terquedad de la diosa de la sabiduría. Los océanos eran poderosos, pero también sabios, más que ella, y limpiaban solo lo que necesitaba ser limpiado.

Pero entonces, Athena elevó su Cosmos, y alzó la mirada hacia él, como si supiera exactamente desde dónde la observaba.

—¿Gloriosa era? No puede ser gloriosa si es construida sobre las lápidas de los miles de seres humanos, que a pesar de todos sus errores, siempre tratan de mejorar —dijo Saori, convencida de sus palabras llenas de sentimientos vacíos y emociones inútiles.

—¿Vas a seguir negándote a mi oferta?

 

Ella no respondió de inmediato, pero en su pausa hubo un dejo desafiante.

Dime, Julian, ¿tengo razón al sentir que este Sustento Principal está un poco más frágil que hace unas horas?

—¿Qué dices? —La ira empezó a acumularse en el aura de Poseidón.

Los Santos, los guardianes de la paz y el amor en la Tierra, han empezado a desafiar tu autoridad. Siempre lo han hecho, desde la primera Guerra Santa, y lo seguirán haciendo porque creen firmemente en la humanidad. —Y Saori sonrió, y en su sonrisa había fealdad, e inmundicia humana—. ¿Cuántos Pilares ya han sido derribados, Julian Solo?

—¡Llámame Poseidón! —exclamó enfadado, y las cataratas que hacían de muros empezaron a correr en sentido contrario, elevándose hacia la superficie. No pensó que ella sería capaz de notar eso—. No importa lo que hagan. ¡El destino del mundo está decidido!

Se desconectó entonces del Cosmos de Saori Kido, dejándola sola con sus sueños ingenuos y delirios humanos.

 

Dos de los Siete Pilares ya habían caído, y el océano Pacífico había perdido toda su fuerza, no podía manejar sus olas como él deseaba, y el agua ya se estaba drenando al interior.

«Esos tontos.» Baian de Caballo Marino, e Ío de Escila. Pero no importaba. Krishna ya estaba haciéndose cargo del discípulo del Sumo Sacerdote, lo que solo bajaría la moral del ejército entero, y el Cazador de Almas se encargaría de lo que sobrara. Salem ni siquiera necesitaría intervenir.

Solo tuvo algunos inconvenientes típicos de cualquier guerra. Fuera de eso, su victoria era segura. Athena estaba encerrada en un tótem de su poder; cuatro de los cinco Santos de Oro eran aves en su propia jaula; dos de los Santos de Bronce que entraron al reino submarino estaban fuera de combate, y el tercero tenía los minutos contados; el ejército ateniense estaba diezmado y deprimido, con un líder demasiado viejo e inútil.

Mientras que él podía hacer llover a cántaros con el parpadeo, mover lagos con la palma de la mano, cambiar corrientes con sus dedos, e hundir islas con sus pisadas. Él era el Mar, después de todo, lo dejó en claro durante esa reunión con los demás Olímpicos hace tantos milenios. Zeus, brillante y con barba blanca, su otro hermano con su yelmo invisible, decidiendo quién se quedaría con qué parte del mundo, antes de que fuera mundo. No distinguía sus rostros con detalle, más parecían pinturas de un museo, pero eso tenía que ver con que la mente humana de Julian no era capaz de concebir tanta majestuosidad.

Por eso…, por más que lo intentaba, no era capaz de recordar a Athena. La veía como una estatua de bronce, portando lanza y escudo, pero a la verdadera Athena, quien debía ser físicamente similar a Saori Kido… no, no todavía. Era el máximo obstáculo para sus fines, desde la era de los mitos. Pero quería recordarla. Quería recordar.


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#376 Piscis no Afrodita

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Publicado 04 diciembre 2015 - 16:38

Vaya bastante buenos estos ultimos capitulos

Comenzare por la batalla de Bian, muy bueno y facil de recrear en nuestra imaginación (o al menos en la mia ^_^ ), me alegra sentir que el general marino no fue facilmente derrotado como sucedió en el manga, aunque tampoco me pareció tan fuerte, ha de ser por el incremento de poder de los protas, bien allí y bueno lo demas de esta batalla y la destrucción del pilar muy buena

Ahora la batalla de Io, me gusto mas que la de Bian, me convenció el pasado de este, tiene sentido con el personaje y porque hace lo que hace (algo que pocas veces se ve... cof cof Soul of Gold cof cof ).

Comentaré sobre la batalla de krishan cuando acabe, y que bueno que al menos este Pilar no hubiese un diseño tan intricado, pero no dejar de ser un excelente escenario

ME ENCANTO EL CAPITULO DE JULIAN :D quizás sea porque este es mi tipo de "relato", donde se muestra mas la profundidad de un personaje en si, se nota que Julian vive el engaño de ¿Salem?, no se, pero es obvio que aun no ha despertado y Saori logro percatarlo, me equivoco? Bueno ya veremos ...

Bueno sin nada mas que acotar, excelente todo, Saludos y ansioso con ver como sigue

Pd: espero que hagas algo interesante con hyoga, porque en esta Saga, me pareció que su participacion fue aburrida

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Publicado 05 diciembre 2015 - 14:42

Saludos

 

Sobre el Shiryu Vs Krishna:

 

¿Algo creado por Hefesto no debería ser lo mejor que el mundo puede ofrecer? Lo menciono porque tal y como se desarrolla el Shiryu Vs Krishna veo posible que Excalibur parta la lanza dorada, y si eso ocurre y luego tenemos un nivel más en la escalera de poder (las armaduras divinas, que no sé si conservarás), la parte de "creada por Hefesto" queda un poco en nada. Me estoy adelantando de más, lo sé.

 

Sobre Julian-Poseidón:

 

Me está gustando cómo tratas los primeros vistazos al poder de un dios enemigo en tu universo. Quitando un par de detalles, como que Julian mueve dos veces el mismo río tocando la cascada si entendí bien, la aparente comunión entre Julian y el océano transmite fuerza, y cuando vemos debilidad es porque se trata de Julian, o eso es lo que yo entiendo. Ese comentario de Salem sobre los recuerdos de Poseidón no puede ser al azar, aunque el hombre está de por sí usando el océano como una extensión de sí mismo, más allá de que, al parecer, no lo controla todo lo bien que debiera. De un modo u otro: pobre humanidad; entre el río desviado y la isla hundida, me pregunto hasta qué punto el sacrificio de Saori estará sirviendo de algo, y cómo acabaría el mundo si este hombre se emborrachara. Quizá sí sea buena idea que crea ser Poseidón, bien por no-Jano.

 

Ahora, ¿persistirá esta fuerza en el enfrentamiento final? Porque Hades quedó muy bien alineando los planetas del Sistema Solar, pero en la batalla final quedó a deber. Disculpa que esté siendo demasiado exigente con este tema, culpo a Okada y su Episodio G. El poder del dios es grande y su control va en aumento, y eso que aún no ha despertado... Si es que realmente despierta en esta versión. Nada es seguro.

 

Atenea sigue en su salsa. Es algo que difícilmente puede cambiar mientras uno escribe de Saint Seiya si no quiere hacer un experimento loco. El personaje puede crecer de forma más coherente, puede ser más activa en los combates si cabe, pero la ingenuidad de sus ideales y discurso va a permanecer siempre. Mientras el dios enemigo tiene una propuesta (matar a los impuros, matar a todos los seres vivos, llevarnos de vacaciones permanentes a Marte, matar a su hermana porque la quiere mucho... Atenea, siendo en esta franquicia poco menos que la representación del bien, se queda en el otro extremo, sin hacer nada aparte de defender la oportunidad de crecer y mejorar para los humanos, su libre albedrío. Quizá es la mejor opción, quizá solo es el mensaje que se trata de transmitir, pero tanta pasividad es lo que inevitablemente me hace poner el ojo en sus rivales, aunque muchas veces también sean planos.

 

¿Y a qué viene toda esta parrafada que poco tiene que ver con el capítulo? Fue la sencilla mención a que en el Olimpo nadie quiere a Atenea (salvo Zeus, quizá) lo que me hizo recordar todo esto; aunque bien podría ser parte de la vaguedad en los recuerdos de Julian, no soy amigo de la idea de que todos en el Olimpo estén mal y Atenea esté bien, idea que tal vez nuestros bisnietos verán en la conclusión de Next Dimension.

 

Espero que en el futuro sea posible explicar por qué Julian recuerda algunas cosas y otras no, y sobre todo por qué está empeñado en recordar a Atenea. Sé que los dioses griegos son los padres de las parafilias, pero esas últimas líneas me dejaron la sensación de que hay algo importante ahí.

 

Eso me lleva a un par de detalles que en este remake podrían tratarse de forma más clara que en la versión original:

-Poseidón estaba dormido hasta que Seiya le dispara la flecha en la cabeza a Julian, pero convenientemente Julian no recuerda nada de lo que ocurrió antes de eso. Porque el desarrollo de personaje está sobrevalorado.

-Sorrento permite la destrucción de su pilar porque Kanon los estaba manipulando, pero lo cierto es que Poseidón estaba realizando la obra que todos los Generales del Mar conocían y aprobaban. ¿Hasta qué punto la traición de Kanon justifica la acción de Sorrento? Entiendo que la entrega de Atenea tuvo mucho que ver en eso, pero Sorrento siguió siendo fiel a Poseidón después de la Guerra Santa.

 

Dicho esto, me despido. ¡Hasta la próxima!

 

 

 

 


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#378 Patriarca 8

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Lo bueno:

 

-Jajaja,pobre Saori es la oveja negra de la familia 

 

-fue gracioso como relataste el nacimiento mitológico de Athena

 

-la actitud de Saori de llamarlo Julian Solo en vez de Poseidon sabiendo que eso lo enojaba

 

-Julian esta bajo los efectos del "temor" al  pensar que el heroico es un líder

demasiado viejo e inútil. XDDD

 

 

Lo no tan bueno:

 

-bue un poco extraño los daños que provoca Julian cuando no controla su poder

 

 

 

PD:Julian debio haberles mostrado a Saori:Como actuan los seguidores de  justin bieber, lady gaga y

los jonas brothers,la aprobación de leyes absurdas en estados unidos,Haruto cantando

si no la convencia con eso ,significaba que saori aun no ha despertado

los recuerdos de la diosa de la inteleligencia XDDD


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Publicado 11 diciembre 2015 - 08:36

Vaya bastante buenos estos ultimos capitulos

Comenzare por la batalla de Bian, muy bueno y facil de recrear en nuestra imaginación (o al menos en la mia ^_^ ), me alegra sentir que el general marino no fue facilmente derrotado como sucedió en el manga, aunque tampoco me pareció tan fuerte, ha de ser por el incremento de poder de los protas, bien allí y bueno lo demas de esta batalla y la destrucción del pilar muy buena

Ahora la batalla de Io, me gusto mas que la de Bian, me convenció el pasado de este, tiene sentido con el personaje y porque hace lo que hace (algo que pocas veces se ve... cof cof Soul of Gold cof cof ).

Comentaré sobre la batalla de krishan cuando acabe, y que bueno que al menos este Pilar no hubiese un diseño tan intricado, pero no dejar de ser un excelente escenario

ME ENCANTO EL CAPITULO DE JULIAN :D quizás sea porque este es mi tipo de "relato", donde se muestra mas la profundidad de un personaje en si, se nota que Julian vive el engaño de ¿Salem?, no se, pero es obvio que aun no ha despertado y Saori logro percatarlo, me equivoco? Bueno ya veremos ...

Bueno sin nada mas que acotar, excelente todo, Saludos y ansioso con ver como sigue

Pd: espero que hagas algo interesante con hyoga, porque en esta Saga, me pareció que su participacion fue aburrida

-Gracias! Que bueno que haya quedado bien descrita la batalla, era una de mis preocupaciones. Mi intención fue que los Generales se vieran más fuertes, que los protas sufrieran mucho más, y a través de eso los superaran apenas.

 

-No pude darle trasfondo a Baian porque las peleas de Seiya no dan mucho para eso, ya que son más dinámicas. Pero con Ío y Shun fue la oportunidad perfecta para dar un trasfondo, y explicar por qué los Marina hacen lo que hacen, y que han estado haciendo todos estos años.

 

-Lo lamento mucho por los diseños tan complejos de los Pilares, me alargo mucho con eso. Hace poquito describí el de Salem, y creo que quedó mucho más sencillo. Trataré de arreglar los demás a medida que vaya publicando.

 

-Esta es la mejor parte, me alegra mucho que te haya gustado un capítulo en que tenía la intención que gustara. Sí, Saori ha notado ciertas cosas, ella de por sí es muy empática, y con su creciente dominio de Cosmos, se le facilitan algunas cosas.

 

-Con respecto a Hyoga, sí, siempre fue el punto flojo de Poseidón. Por eso en la fase previa de las misiones alrededor del mundo le di más capítulos que a los demás, y una conexión más profunda con lo que ocurría en Atlantis a través de Asgard. Ojalá resulten mis cambios con respecto a él para hacerlo más interesante.

 

-Muchas gracias por el review. Son muy buenas tus críticas.

 

 

 

Saludos

 

Sobre el Shiryu Vs Krishna:

 

¿Algo creado por Hefesto no debería ser lo mejor que el mundo puede ofrecer? Lo menciono porque tal y como se desarrolla el Shiryu Vs Krishna veo posible que Excalibur parta la lanza dorada, y si eso ocurre y luego tenemos un nivel más en la escalera de poder (las armaduras divinas, que no sé si conservarás), la parte de "creada por Hefesto" queda un poco en nada. Me estoy adelantando de más, lo sé.

 

Sobre Julian-Poseidón:

 

Me está gustando cómo tratas los primeros vistazos al poder de un dios enemigo en tu universo. Quitando un par de detalles, como que Julian mueve dos veces el mismo río tocando la cascada si entendí bien, la aparente comunión entre Julian y el océano transmite fuerza, y cuando vemos debilidad es porque se trata de Julian, o eso es lo que yo entiendo. Ese comentario de Salem sobre los recuerdos de Poseidón no puede ser al azar, aunque el hombre está de por sí usando el océano como una extensión de sí mismo, más allá de que, al parecer, no lo controla todo lo bien que debiera. De un modo u otro: pobre humanidad; entre el río desviado y la isla hundida, me pregunto hasta qué punto el sacrificio de Saori estará sirviendo de algo, y cómo acabaría el mundo si este hombre se emborrachara. Quizá sí sea buena idea que crea ser Poseidón, bien por no-Jano.

 

Ahora, ¿persistirá esta fuerza en el enfrentamiento final? Porque Hades quedó muy bien alineando los planetas del Sistema Solar, pero en la batalla final quedó a deber. Disculpa que esté siendo demasiado exigente con este tema, culpo a Okada y su Episodio G. El poder del dios es grande y su control va en aumento, y eso que aún no ha despertado... Si es que realmente despierta en esta versión. Nada es seguro.

 

Atenea sigue en su salsa. Es algo que difícilmente puede cambiar mientras uno escribe de Saint Seiya si no quiere hacer un experimento loco. El personaje puede crecer de forma más coherente, puede ser más activa en los combates si cabe, pero la ingenuidad de sus ideales y discurso va a permanecer siempre. Mientras el dios enemigo tiene una propuesta (matar a los impuros, matar a todos los seres vivos, llevarnos de vacaciones permanentes a Marte, matar a su hermana porque la quiere mucho... Atenea, siendo en esta franquicia poco menos que la representación del bien, se queda en el otro extremo, sin hacer nada aparte de defender la oportunidad de crecer y mejorar para los humanos, su libre albedrío. Quizá es la mejor opción, quizá solo es el mensaje que se trata de transmitir, pero tanta pasividad es lo que inevitablemente me hace poner el ojo en sus rivales, aunque muchas veces también sean planos.

 

¿Y a qué viene toda esta parrafada que poco tiene que ver con el capítulo? Fue la sencilla mención a que en el Olimpo nadie quiere a Atenea (salvo Zeus, quizá) lo que me hizo recordar todo esto; aunque bien podría ser parte de la vaguedad en los recuerdos de Julian, no soy amigo de la idea de que todos en el Olimpo estén mal y Atenea esté bien, idea que tal vez nuestros bisnietos verán en la conclusión de Next Dimension.

 

Espero que en el futuro sea posible explicar por qué Julian recuerda algunas cosas y otras no, y sobre todo por qué está empeñado en recordar a Atenea. Sé que los dioses griegos son los padres de las parafilias, pero esas últimas líneas me dejaron la sensación de que hay algo importante ahí.

 

Eso me lleva a un par de detalles que en este remake podrían tratarse de forma más clara que en la versión original:

-Poseidón estaba dormido hasta que Seiya le dispara la flecha en la cabeza a Julian, pero convenientemente Julian no recuerda nada de lo que ocurrió antes de eso. Porque el desarrollo de personaje está sobrevalorado.

-Sorrento permite la destrucción de su pilar porque Kanon los estaba manipulando, pero lo cierto es que Poseidón estaba realizando la obra que todos los Generales del Mar conocían y aprobaban. ¿Hasta qué punto la traición de Kanon justifica la acción de Sorrento? Entiendo que la entrega de Atenea tuvo mucho que ver en eso, pero Sorrento siguió siendo fiel a Poseidón después de la Guerra Santa.

 

Dicho esto, me despido. ¡Hasta la próxima!

Qué tal, Rexo.

 

-Primero, para aclarar desde ya. La Lanza está hecha de los mismos materiales que el resto de la Escama, oricalco y gamanio, solo que un poco más concentrado, pero nada más. El verdadero Chrisaor tenía una espada hecha por Hefestos, pero Krishna simplemente está exagerando su aspecto mitológico. La lanza no fue hecha por Hefestos, sino por los mismos herreros que hicieron el resto de las Escamas y armaduras de Santos.

Lo digo porque no va a salir mencionado en la historia.

 

-Aquí tienes muchas preguntas. Para responder varias de ellas, debes tener esto en cuenta: Esto es desde el PdV de Julian. El capítulo se llama "Julian". Lo que dice es lo que cree que piensa. Si eres capaz de hacer que tu enemigo vea a su familia desde el otro lado del mundo, y luego estás convencido de que al mover un dedo se destruye una montaña... ¿realmente ocurrirá eso también? Ahí lo dejo xD

-Que Julian haga dos veces lo mismo es totalmente a propósito. De hecho, se cuestiona dos veces por qué no ha vuelto Salem del Sustento Principal, y el punto central entre los dos es la conversación que tiene con él, donde Salem lo llama "Julian".

-El sacrificio de Athena sí está funcionando. Si no fuera por ella, el mundo estaría bajo las aguas, con solo un puñado de gente "arrastrado" por la voluntad de Poseidón a lugares seguros.

-Como ya hemos discutido, mi gran desafío será representar bien el poder de un dios. Los eventos del G, en gran parte, ocurrieron también en esta historia, así que los dioses mayores no pueden ser poca cosa teniendo en cuenta que los Titanes le dieron problemas a los de Oro (Aunque en Mito nunca despertaron por completo). Todavía no escribo los capítulos claves, solo tengo adelantado una parte de uno de los últimos, pero me falta mucho desarrollo... e ideas jaja

 

-Es parte de ser Saori xD Ella es como la Ultimate Hippie, eso no puede cambiar, está en su naturaleza al ser una diosa omnipotente con sentimientos humanos. Pero recuerda, ella recién está comenzando. A los 10 años se enteró que era una diosa, pero de ahí siguió actuando como humana hasta que Jamian la rapta, donde manifiesta su poder por primera vez. Luego, cuando tiene su gran oportunidad para tomar un rol activo, Ptolemy la ataca. Finalmente, a diferencia del anime, tal como en el manga ella va directamente al reino submarino a discutir con Poseidón, pero sigue siendo en respuesta al ataque original en la Fuente, y lo de la fiesta. Tiene 16 años, y no muchas oportunidades.

Cuando esto acabe, definitivamente tomará un rol activo en emprender "una misión" por algo, y no solo defenderse de los ataques. EL primer mínimo indicio fue cuando salió a recorrer Rodrio con Alde. Dale tiempo :)

 

-¡Yo no dije que nadie quiere a Athena en el Olimpo! Lo dijo Julian xD Un tipo que... guiño guiño, cree que Zeus tiene larga barba blanca, su otro hermano un casco de invisbilidad, que Athena nació de un hachazo, y que los recuerda "como en una pintura". Ten en cuenta eso. Quienes quieren a Athena y quienes no, está por verse.

 

-Esos detalles que nombraste, o ya están arreglados, o están en proceso de ello, tranquilo :)

 

 

Hasta la próxima, amigo, ojalá sea en un próximo capítulo de Dos Tierras (que me sigue sonando a película de DC jaja)

 

 

 

Lo bueno:

 

-Jajaja,pobre Saori es la oveja negra de la familia 

 

-fue gracioso como relataste el nacimiento mitológico de Athena

 

-la actitud de Saori de llamarlo Julian Solo en vez de Poseidon sabiendo que eso lo enojaba

 

-Julian esta bajo los efectos del "temor" al  pensar que el heroico es un líder

demasiado viejo e inútil. XDDD

 

 

Lo no tan bueno:

 

-bue un poco extraño los daños que provoca Julian cuando no controla su poder

 

 

 

PD:Julian debio haberles mostrado a Saori:Como actuan los seguidores de  justin bieber, lady gaga y

los jonas brothers,la aprobación de leyes absurdas en estados unidos,Haruto cantando

si no la convencia con eso ,significaba que saori aun no ha despertado

los recuerdos de la diosa de la inteleligencia XDDD

Hola, amigo, gracias por pasar como siempre :)

-O eso cree Julian. Pero, en gran parte, sí lo es jeje

-Es la historia más épica de la mitología :)

-Saori es una humana que de niña era un poco engreída y abusona. Hay cosas, compañero, que no se pueden cambiar.

-Como te darás cuenta, un montón de gente aquí tiene altos niveles de Temor. El único que está adquiriendo la iluminación es Shiryu tras la pelea con Kaldur, pero a los demás les falta mucho jaja

 

-Los daños que cree cometer Julian.

 

 

Muchas gracias.

 

 

 

 

Ahora un capítulo de la prota favorita de todos: SHAINA!

 

... Como me reí escribiendo este capítulo xDDD

 

 

SHAINA III

Aproximadamente siete horas desde el encierro de Saori Kido.

Ya habían caído dos Pilares durante esas horas gracias a la ayuda de Dohko de Libra, pero ella todavía no era capaz de vencer a todos los Marina bajo los océanos. Además estaba la desesperante Tethys allí, contemplando la batalla, de vez en cuando disparando una ráfaga descuidada de energía que Shaina había conseguido esquivar en cada ocasión.

—¿No tienes miedo? Ya dos Santos de Bronce consiguieron sus objetivos con la ayuda del Manto de Libra. —A lo lejos, mientras se sacaba de encima a un Marina gigantón, le pareció sentir los Cosmos débiles de Seiya y Shun, pero no estaba totalmente segura.

Lo que sí fue obvio es que el nivel del mar había bajado un poco, también una llovizna se dejó caer por unos minutos, así que fuese quien fuese, alguien ya había derribado dos Pilares.

—No tiene importancia, son detalles —resopló Tethys, confiada—. Perderás de todos modos. ¡Vamos, ya venzan a esa mujer, sean hombres! —animó con una sonrisa divertida.

—¿Por qué no vienes tú a pelear directamente? Sabes que estos tipos no son nada para mí. —Shaina descargó el Fragor de Asclepios, y las docenas de soldados a su alrededor cayeron como polillas cerca de una lámpara de luz ultravioleta, paralizados de cuerpo entero.

—Soy de las que disfruta mirando, sabes. —Tethys se quitó el yelmo y pasó una mano por su ondulado cabello dorado.

 

De pronto, sus Escamas púrpuras comenzaron a brillar con fulgores de rojo pasional, y a emitir sonidos bajos, pálpitos como suspiros de satisfacción. También se extendió una extraña melodía por el aire húmedo, como una bella poesía sin letra que resonó en sus oídos, sendos compases lentos y sensuales acompañados por un aroma a lavanda, incienso y rocío, que inundó sus fosas nasales como un agradable comezón que no intentó evitar.

La Guía del mar pasó de tener una piel blanca y tersa, a una rosácea, bella, con una capa luminosa y semitransparente que cubría sus curvas desde la cabeza a los pies; sus ojos, celestes como lagunas, eran maravillosos, lo único humano en esa figura refulgente. Parecían llamarla en silencio, atraerla a un mundo donde las batallas entre los dioses no tenían razón de ser, donde lo que importaba era tanto el calor como las sensaciones que elevaban los latidos del corazón.

Tethys de Nereida la invitó con una sonrisa, y Shaina iba a aceptar. Sus ojos eran sinceros, su sonrisa no parecía mentir, y su figura era…

 

«¿Eh?... ¿Qué estoy pensando?»

Shaina se golpeó violentamente la frente y se quitó el yelmo para rascarse la cabeza con ímpetu avergonzado. Dejó que sus cabellos cubrieran su rostro para que Tethys no pudiera ver el tono carmesí en sus mejillas. La Nereida tenía otra vez su figura normal, su armadura apestosa a pescado, sus ojos desagradables y su sonrisa burlesca.

—Ja, ja, ja, ja, interesante que tengas otros gustos, Ofiuco, ja, ja.

—¡Bruja! Me hechizaste —dijo Shaina, humillada y apenada.

—Sí. Mi Llamado de la Sirena puede hechizar tanto a los hombres como a las mujeres, eras encantadora cuando me mirabas tan ruborizada como una novia, con ojos soñadores y…

—¡Cállate! —Trató de abalanzarse sobre ella para darle la golpiza de su vida, pero se vio incapaz de mover sus piernas.

Al mirar abajo, se encontró con un campo de corales que salían de bajo esa tierra submarina, que la aprisionaban como cadenas y recorrían desde las perneras al peto de Ophiucus como parásitos hambrientos. Eran desesperantes, numerosos, multicolores como un vomitivo arcoíris, y no se quemaban con el calor de la llama de su Cosmos. A pesar de que vio a Shiryu liberarse…

—¿Qué es esto? ¿¡Por qué no puedo salir de esta cosa!?

 

Tethys desprendía chispas policromáticas desde sus manos abiertas, que al hacer contacto con el suelo, se convertían en esas criaturas caníbales que ahora le molestaban. Tenía definitivamente una táctica distinta para afrontar la batalla que la de Apias de Náyade.

—Verás, ya me enfrenté a tres Santos de Bronce, y todos salieron de mi Trampa de Coral, así que decidí poner esta vez todo mi poder en ello. No voy a subestimarte, Encantadora de Serpientes, haré que te asfixies bajo mi bello coral haciendo uso de todo mi poder. —Tethys se llevó la mano a una mejilla alcanzada por el rubor—. Oh, dioses, te verás tan linda como estatua junto a Dut, el Pilar del océano Atlántico del Sur, estoy segura que a mi maestro no le importará, de veras me dará gusto verte así todos los días…

—Estás loca.

—Aprecio la belleza en todas sus formas, Ofiuco, ya sean hombres valerosos azotados por la bravura de un dragón de mar por su estupidez, mujeres lindas que son atrapadas por su torpeza en corales carnívoros, cuerpos de dioses…

 

Shaina desplegó el Fragor de Asclepios una vez más, y Tethys mantuvo la distancia, pero los corales no se deshicieron como lluvia colorida ante sus pies, como esperaba.

—¿Qué rayos? ¡Pero si son corales!

—Seres vivos, sí, pero que yo creo y controlo con mi Cosmos. No son algo que pueda ser afectado por esas ondas electromagnéticas.

El coral ya había llegado al rostro de Shaina, y poco a poco empezó a cortar su respiración. Sus piernas pesaban varias toneladas, y sus brazos eran de piedra. Recordó la batalla contra Apias, cuando requirió una elaborada estrategia, astucia y paciencia para vencerla, incluso valiéndose de la asistencia de Asterion.

¿Sería que necesitaría eso otra vez?

 

No. Eso de las estrategias y la paciencia podía dejárselo a Marin. Al-Marsik no la había entrenado particularmente en esos rubros, su fuerte era otro.

—¡Retruena, Cosmos! —logró gritar, y tras la primera sílaba el coral facial se desprendió bajo un chispazo.

—¿Hm? ¿Qué es esa energía?

—Definitivamente no voy a morir aquí, tengo mucho trabajo que hacer.

Pronto, las extremidades no se le hicieron tan pesadas, aún poseía algo de aire guardado; su Cosmos salía como relámpagos de cada poro de su piel, pasando a través de los corales, creando un espectáculo multicolor mientras los parásitos comenzaban a caer.

—¡No puede ser! Todo mi Cosmos está en esa Trampa, no debería mover ni un músculo. —Tethys disparó un centenar de veloces rayos de energía rosa, y Shaina presintió por un breve instante que no podría esquivarlos.

Pero rápidamente recordó que ella podía hacer lo que quisiera. Los Santos de Plata eran expertos del combate, así había sido desde la era mitológica, y podían adaptarse más rápido que nadie a una situación desventajosa.

Contuvo su Cosmos tras el coral que se caía, y permitió que algunos de los rayos dieran de lleno. Eso debilitaría la técnica de Tethys, y le ayudó a librarse con más eficiencia de la prisión, solo asegurándose de que los golpes no impactaran su cabeza desprotegida.

Mientras resistía, recordó la misteriosa celda en el cabo de Sunión; la súbita aparición de los Marina desde ahí; el reo que Saga de Géminis encerró; el ánfora que Milo no pudo encontrar…

—¡Aún hay cosas que debo saber antes de morir!

 

Corrió hacia Tethys, ésta liberó su hechizo poniéndose a cantar como una doncella en apuros, y volviéndose ligeramente atractiva de nuevo. Era molesta esa Llamada de la Sirena, antes se había sentido humillada, pero ya no podía afectarla de la misma manera.

—Deja eso. Incluso si mi enemigo es el hombre más guapo de la Tierra, no dudaré en hacerlo trisas por cumplir mi misión.

—¡Imposible, se resistió del todo!

Trazó una línea directa, firme y agresiva con su puño, directo a la Nereida, que comprendió que su treta no funcionaría otra vez, así que la esquivó con un ágil salto hacia a un lado. Shaina contraatacó con una patada que chocó con el tobillo de la muchacha, cuya elasticidad no fue suficiente una segunda vez.

La hizo trastabillar, y Shaina aprovechó para propinarle un golpe cargado de electricidad que Tethys bloqueó con el brazo. Pero condujo el Trueno por el oricalco, y con ello la golpeó en el rostro.

—Dijiste algo de los cuerpos de los dioses hace rato —dijo Shaina, mientras propinaba más golpes fuertes como truenos, y patadas destellantes como rayos que Tethys trataba de evitar o bloquear.

—¿Q-qué?

—Supongo que pensaste que podrías decir cualquier cosa estando yo en tu jaula, pero ahora me hablarás sobre el avatar de Poseidón antes que te haga polvo.

—¿D-de qué hablas? —La Nereida intentó contraatacar con un rayo de luz, pero Shaina la esquivó torciendo el cuello, brincó y pateó su mentón con su bota plateada—. ¡¡¡Ahhh!!!

—Vamos, abre la boca y usa esa lengua de víbora, ¡dime todo sobre él!

 

Destruyó con un rápido movimiento de revés tanto la hombrera como el brazal izquierdo de Tethys, y luego la tomó del cuello, lista para quemarla. Ella se logró zafar con una patada elástica, pero Shaina soportó el golpe y retrocedió para tomar un respiro.

—Poseidón vino a la Tierra desde el Olimpo, tomando un cuerpo humano. Lo mismo ha hecho varias veces en el pasado, pero se le ha contenido con ayuda de un ánfora que Milo no pudo encontrar esta vez. Con ella puede retenerse al tío de Athena, ¡así que dime dónde está!

—No tengo idea de qué hablas.

Los puños de ambas chocaron, y el impacto las replegó hacia atrás. Nuevos corales surgieron de la tierra para inmovilizarla, pero los pulverizó todos antes que tocaran sus pies.

—I-imposible… —musitó Tethys con cara de terror.

—Apostaría que tú encontraste al avatar de Poseidón, y lo sedujiste para que te siguiera a este lugar —aventuró Shaina sin planear nada, solo compartiendo la primera teoría que se le vino a la mente.

Dado el rostro de la Nereida, no tomó un mal rumbo.

—¿Cómo…?

—¿Cómo supe eso? No lo sabía hasta hace un segundo. Pero para que eso ocurriese alguien tuvo que dar el dato de su paradero. Me gustaría hablar con esa persona primero, diría que puede tener información sobre el ánfora perdida.

—¿Hablar con…? —El rostro de la Nereida se contorsionó en una mueca de mofa justo antes de atacarla con descargas rápidas de puñetazos. Esta vez a Shaina le tocó defenderse—. ¡Vamos, inténtalo! Salem de Dragón Marino te hará pedazos con un solo pensamiento.

—Así que Salem. Todos los soldados hablaban del tal Salem, es interesante. ¿Está en el Templo también, con Athena? ¿O se quedó en el cabo?

—¿De qué hablas, tonta? El señor Salem ya cumplió con su trabajo en el cabo, no tiene nada más que hacer ahí. —Con un fuerte manotazo la derribó al suelo, y luego encendió su brillante Cosmos rosáceo—. Es la mano derecha del Emperador, viaja desde Din hasta el Templo constantemente, no necesita seguir estancado en el portón a la superficie, es muy superior a eso.

—Así que… —Shaina se limpió la sangre del rostro, y le sonrió a su oponente con osadía—, ya no necesita estar en el cabo. ¿Estuvo mucho tiempo ahí?

—¡Él construyó la puerta que puso en jaque a todos ustedes en el Santuario! —replicó Tethys, como ofendida por algo.

—¿Y va desde uno de los Pilares hasta el Templo de Poseidón cada cierto tiempo? Debe ser extremadamente rápido y resistente, además pudo pasar por las barreras que el Santuario tiene en Atenas.

—¿Qué estás insinuando?

La verdad es que Shaina tampoco lo sabía, pero presentía que el puzle que comenzó a armar con su maestro en el cabo se estaba completando. Había piezas que se enlazaban por sí solas, y la forma de una de ellas la tenía al alcance de la mano, pero no podía atraparla.

De todas maneras, resultó que al final no era tan mala en las tácticas de Marin como pensaba.

—Bien. Salem y Poseidón, el ánfora y Athena, ahí están las respuestas. —Se puso de pie y limpió el polvo de la armadura—. Lamento que tendré que cancelar nuestra cita, linda, pero me sentiré más cómoda en la compañía de un dios, o tal vez su mano derecha.

—¿Qué? ¿Cómo se te ocurre que te dejaré…?

—Duerme.

Ya había memorizado los movimientos de la Nereida Tethys, sus patrones defensivos y tendencias de bloqueo. El Trueno pasó a través de las barreras de Cosmos, recorrió el cuerpo de la cantora, y la hizo arder bajo las Escamas de las que tanto se enorgullecían los Marina.

 

Cuando Tethys cayó, Shaina se percató por primera vez que Ophiucus había perdido varias piezas durante la batalla; le habían roto la serpiente enroscada en el brazal, una hombrera, y no sabía dónde estaba la pañoleta. Definitivamente no había sido fácil, pero lo realmente difícil estaba por llegar.

Con el fragor de la batalla, terminaron muy lejos del Templo, y sabía que se encontraría con una multitud de Marina en el camino, pero al menos ya tenía un objetivo, y quizás ahí hallaría esa pieza faltante del puzle.

—No… podrás hacer nada con el Emperador Poseidón —murmuró Tethys, desde el piso—. Él es un dios completo, una entidad incluso superior a Athena. Él está más allá de tu comprensión, Ofiuco… Yo misma… he sentido su Cosmos…

Tethys vomitó sangre, y finalmente se le apagó la consciencia. Shaina miró en dirección al Templo, tan lejano que se había perdido de vista.

—Un dios completo… sí, quizás, pero la humanidad sigue en gran parte viva. El peligroso aquí parece ser otro.

 

Salem de Dragón Marino. El hombre que Saga encerró dieciséis años atrás. ¿Cuáles eran las posibilidades de que ambas personas tuvieran relación?


Editado por -Felipe-, 11 diciembre 2015 - 08:37 .

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Publicado 11 diciembre 2015 - 19:05

Hola!! esta tanda de capis que me leido de golpe han sido bastante interesantes

el primer lugar esta el esta el desarrollo del cambate de shiryo,un rival tremendo este crysaor.

al pobre dragon siempre le toca bailar con las mas fea XD.

leyendolo me hacia recordar lo increiblemente horrible que me parecia soul of gold, por que momentos

como este, una serie asi se los cargaba por completo.

nunca eh sido partidario de resucitar persoajes por puro fanservice.

 

del capitulo de julian, decir un capi bastante interesante, siempre me gusta ver el punto de vista del villano

aunque ese punto de vista sea  "todos somos malos y hay que erradicarnos a todos " :lol:

ya podrian variar el discurso....Y puñetas quiero ver mas dioses de parte de la humanidad

nunca me parecio bien que todo el olimpo  quiera ver muerta a la humanidad a ecepcion de zeus

 

Y si.soy fan absoluto de tu shaina me encantantan las tias duras con corazon romantico

y buen capitulo este en la original nunca se supo como acabo esta lucha ,aun asi espero que esta no sea la ultima vez

que se ve a esa sirena que le eh pillado cariño :wub:

interesante manera de ensamblar el rompecabezas que tiene la chica,aunque ir a por el dragon marino no me parece muy

sensato...aunque los caballeros nunca se han caracterizado por serlos...

 

la verdad todavia tiene que pasar tantas cosas que un capi a la semana se me hace corto :lol: :lol:

el desenlace de la lucha de shiryu,hyoga,la aparicion del fenix y las maquinaciones-idas de olla de poseidon

 

nada un saludo y sigue asi.






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