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The doom of the Knights of Athena

La condena de los santos

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289 respuestas a este tema

#281 ALFREDO

ALFREDO

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Publicado 16 mayo 2020 - 19:29

CAPITULO 61.- EN EL ABISMO.

 

menos mal que no cayo en la trampa

 

las palabra de Nike son muy enigmáticas

 

fue buena la batalla entre el caballero y la santia  aunque algo corta

 

asi que Ares es un anarquista que quiere ver al mundo arder

 

a los dioses de tu fic les gusta usar a los humanos como peones para sus entreverados planes

 

¿la batalla con ares fue un sueño?

Hola t-800 Gracias por comentar...

 

Que bueno que te agradó la pelea, en mi historia los dioses son extremistas en las idelologias que siguen. Básicamente se dividen en dos corrientes los que están de lado del caos representado por Ares, Themis, Eris. Mientras los que están de lado del orden serían Athena, Nemesis, Nike. Aunque esto no quiere decir que el caos se el ma ni el orden sea el bien. Jujuju.

 

Lo q si todos coinciden en usar a los humanos como les plasca xd

 

Antes que me arrepienta de cambiar algo, decidí publicar ya que lo tenia listo hace rato este cap 

 

CAPITULO 62.- REENCUENTRO EN EL INFRAMUNDO

 

Por fin habían dejado atrás la región infernal del rio flegetonte que separaba el límite del Tártaro y el Érebo. Este último, el dominio de Hades. Ahora por lo difícil que parezca después de venir de una región volcánica. Enoc y Juno sentían mucho frio, tanto que Juno descendió para caminar sobre un suelo cubierta de hielo. Los dos siguieron caminando mientras veían como se extendía un valle glaciar a su alrededor, se dirigieron lo más al norte posible en la zona elevada donde podían ver un estanque con una meseta en el centro, donde un árbol gigante se erguía, como el único signo de vegetación que parecía tener el lugar.

Enoc y Juno llegaron a un estanque de aguas grisáceas, situado en su centro un ciprés blanco. Un árbol gigante que parecía como una columna vertical por sus ramas elevadas. Los dos se sintieron tentados a tomar de las aguas debido de que venían de salir de un infierno asfixiante literalmente, donde en su interior se encontraban muy deshidratados y solo sus cosmos los mantenían estables para caminar.

En la misma zona central un palacio se veía a lo lejos como un santuario de mármol, el cual tenía un ángel en la entrada. Mas allá del templo a la derecha también podían ver que otro estaque de aguas que se extendía, donde se erguía un álamo blanco, un árbol gigante muy hermoso, que hacía ver sus aguas más cristalinas, totalmente en contraste con el ciprés que causaba intimidación al verlo.

Los dos se encontraban extrañados, ya que estaban experimentado un deja vu, ya que en el pasado visitaron un lugar semejante, con dos fuentes de aguas diferentes en el interior de la montaña de la colina de la luz, el Yomotsu Hirasaka Hikari. La antesala para subir al monte olimpo.

 

 

—Estos dos estanques y si no me falla la memoria deben ser las fuentes sagradas del Lete y el Mnemosine. Las aguas del olvido y la memoria respectivamente que hay al final del inframundo.

—Significa que llegamos a la zona más baja, ese santuario en su centro debe ser el del mismo señor de los muertos —agregó Juno.

—No conocemos bien esta región y para salir, no nos queda otra que pedirle permiso al mismo Hades para regresar a la tierra.

—Realmente crees que nos dejará volver.

—Bueno, no lo sé. De todos los dioses con el que Athena nunca ha tenido un conflicto es Hades. 

—Tu optimismo ya no me alegra como antes.

—Si no conservo mi optimismo es como si perdiera las esperanzas de volver a la tierra.

—¿Qué extraño escuchar sentirlos esperanzados? Estando aquí en Giudecca —dijo una voz desde los cielos, dejando ver una silueta de alguien descendiendo portando un ropaje tenebroso—. Su olor los delata, ustedes están vivos en los dominios del señor Hades.

—¿Tú quién eres? —cuestionó Juno al ver que no era un dios. Ni ningún muerto.

 

Ya que el sujeto era un hombre de larga melena azulada y piel bronceada, vistiendo una armadura que nunca antes habían visto, de color oscura violeta pero brillante.  Sin embargo, Enoc se quedó estático al verlo, pues parecía reconocerlo.

 

—Es imposible. Ese tipo es igual a uno de los santos exiliados, el primer santo que conocí cuando inicié mi aventura… ¡Seiryu del Dragón!

—¿Seiryu? Debes estar confundiéndome con otro, mi nombre es Radamanthys de Wyber. Uno de los tres jueces elegidos por el señor Hades para juzgar a los muertos.

—No puedes ser él, ya que su alma fue asimilada por mí.

—Ustedes son emigrantes extranjeros invasores sin permiso para entrar al Hades, no sé cómo llegaron tan lejos sin ser vistos. Sin embargo, tengo el deber de cuidar del estanque del Olvido, en especial del Árbol del duelo del señor Hades.

—No tenemos tiempo para esto, apártate Enoc. Debemos salir de aquí usando la fuerza —dijo Juno al ponerse en una posición de combate—. ¡Recibe mi patada destellante!

 

¡Jamping Stone!

 

El recién juez aparecido, se ocultó entre sus alas como un capullo al ver que la doncella de plata se le abalanzó para propinarle una feroz patada voladora. La cual no pudo moverlo, y de un rugido al desplegar sus alas la mandó a volar emitiendo una onda de presión con el movimiento de sus alas espectrales, tanto que Enoc se cubrió el rostro con uno de sus escudos.  

Mientras Juno se reincorporó molesta, levantando su brazo derecho para imprimir una hoja cortante de cosmos que el Juez alcanzó a esquivar elevándose por los aires, por muy poco. No obstante, esta vez Radamanthys quiso devolverle el ataque, dirigiéndose violentamente hacia ella con una velocidad que antes de que elevara su brazo para cortar, él la detuvo.

 

—¿Qué, pudo atrapar mi hoja antes de que desenfundara mi espada?

—Se le llama defensa con las manos desnudas. Tú espada es mortal, el solo roce me hirió los dedos. Sin embargo, tu movimiento de ataque es predecible ya que solo atacas en línea recta.

 

Le explicó el juez al darle una voltereta que la impactó en la tierra, para luego volverla a levantar del mismo brazo mientras se elevaba con sus alas para asestarle un feroz golpe, pero fue detenido cuando su puño chocó con un escudo dorado en el aire, interviniendo Enoc en el clímax del ataque.

 

—Parece ser que tendré que recordarte usando la fuerza, observa esto Seiryu —dijo Enoc al engancharle desde ahí un puñetazo que elevó con una fuerza torrencial verdosa—. ¡Dragón Ascendente!

 

El juez se sorprendió de que lo atacara a corta distancia, y recibió el ataque de un dragón esmeralda de frente, aunque no quedó muy herido ya que solo consiguió hacerlo retroceder unos metros para salvar a Juno.

 

 

—Conoces esta técnica, es el ataque básico de Rozan, tu alma debe recordarla muy bien.

—¿Qué dices? No hay nada que recuerde —se encogió de hombros—. Mi alma fue purificada de mi vida terrenal bañándome en las aguas del Lete. Para servir al señor Hades.

—Debes recordar —exclamó Enoc, expulsando de su cuerpo el ropaje de su torso—. Observa la marca del heredo del Dragón. De seguro, tú tienes una en tu espalda también.

—¿Qué son esos dos dragones ascendentes en dirección opuestas? —preguntó Radamanthys asombrado—. De seguro podrás explicarme, porque lo único que conservo de mí es esto.

El nuevo juez del inframundo, solo se sacó el protector de la espalda para mostrar que también tenía un tatuaje de Dragón ascendente sin saber por qué lo traía, ni cuando fue que se lo hizo. Entonces ambos empezaron a emitir un fulgor.

—Es igual que con los cloth resuenan, solo que sus tatuajes brillan —añadió Juno.

—Solo los iniciados en las disciplinas de Rozan poseen estos tatuajes. Eres de la orden secreta de los hombres. Aquella que surgió entre los santos como una rama oculta para vigilarlos en caso de que se corrompieran.

—No sé de qué hablas —dijo al ponerse el ropaje—. Mi nombre ahora es Radamanthys de Wyber, yo morí hace mucho según me dijeron y mi alma fue elegida por el gran Hades para servirle.

—Ya veo, quizás el tiempo aquí transcurre de forma diferente al de nuestro mundo. Entonces al menos sabes que la tierra está en un grave peligro.

—Así es, ahora en la tierra Ares planea ejecutar su último recurso para gobernarla. Planea corromper a los seres humanos para que se revelen contra los dioses —añadió Juno.

—No puedes permitirlo, debes ayudarnos después de todo fuiste un santo de Athena, antes de ser juez del inframundo, debes pelear por la tierra para protegerla.

—Yo … —Se quedó callado por unos momentos pensativo, cuando sintió un gran cosmos en los cielos—. Alguien más está llegando.

—Este cosmos… Es el de ese sujeto.

 

Un vórtice de fuego se manifestó, revelándose un alto sujeto de manto rojizo con tonos purpura en su capa, con una diadema cuernuda el cual manifestó un cosmos asesino que lo intimidó a todos como si estuviera enojado.

 

—¡Deymos! —exclamó Enoc.

—He buscado por todos lados y no está. ¿Dónde está la Pithos?

—Todavía no la encuentras, si el santuario está desprotegido. Para el dios del terror, buscar una aguja en un pajar es complicado —dijo Juno sonriendo.

—¿Deymos dices? —frunció el ceño con extrañez, el juez se encontraba realmente confundido—. Me parece haberlo visto antes.

—Ahora mismo acabaré contigo —secundó Enoc poniéndose en una pose de combate, mientras encendía su cosmos—. ¡Pagarás el haberme hecho caer al Tártaro!

—Solo cayeron en su antesala cerca de la gran torre del señor Ares, no esperaba que salieran, de cualquier forma, me alegra pues debo sacarles la información que necesito —respondió el dios cuando miró fijamente con quien estaban a su lado—. Tú, no es posible se supone que estás muerto.

—Tú eres el dios del terror. Este territorio tampoco te incumbe, estás invadiendo el terreno del señor Hades.

—¿Qué? No me digas que fuiste revivido por Hades —añadió Deymos—. Se supone que tu cuerpo fue utilizado como recipiente de una semilla maligna de Eris y moriste por la mano de Tauro.

—Ahora es nuevamente utilizado por otro dios, qué tiene de valor su alma qué llama la atención de tantos dioses —se cuestionó Juno cruzando los brazos.

—Así es siempre me pregunté eso, Deymos por qué no lo mataste sí ya no era un elegido cuando me heredó su escudo imperial.

—Bueno, ya no importa. De cualquier manera, los mataré, los elegidos eran potenciales candidatos para nuestro señor Ares, es por eso que los queríamos de nuestro lado por ello logramos corromper a algunos, aunque él que más corrompimos para nuestro control fue el santo del Fénix.

—Maldito, recibe esto Deymos.

¡Libra Shoten Ha!

“Ascensión Celestial de la Balanza”

 

La columna de luz que originó el puño de Enoc abrazó todo el cuerpo del dios hasta consumirlo en su torbellino luminoso el cual se dispersó por dentro al ver que algo perforó la columna de luz. Los demás vieron como Deymos había sacado desde su capa una lanza de hoja diamantina que originó un campo de fuerza, entonces el dios una vez terminado ese ataque lanzó su lanza sobre el suelo dejándolos a todos paralizados.

 

—No intenten hacer nada, la lanza del pánico ha creado una barrera mágica que los detiene con un cosmos superior al que puedan moverse.

—¡Mi carne, mi propia piel es intensamente dañada como si sintiese mucho dolor!

—Tonto santo de libra, ya te lo dije es una barrera que afecta psíquicamente vuestros receptores de dolor. Sus nervios serán destrozados si se mueven.

 

Entonces Deymos sacó otra cosa que ocultaba, una caja pequeña la cual reconocieron como la urna que contenía todos los males de Pandora. Usando la caja pudo sentir una vibración que delató en Juno como si ocultara algo, pues su cuerpo comenzó a emitir la misma vibración que proyectaba la caja de Deymos.

 

—Esa es la otra caja de Pandora, la que contenía los males.

—Ahora lo entiendo, está dentro de ti. La contraparte de esta urna.

—Juno, ¿Cómo aprendiste a hacer eso?

—Cuando me sacaste la manzana dorada, aprendí que al ser una receptora de la sangre mestiza de Athena. Puedo usar mi cuerpo para sellar algunas cosas.

—Tonta, ahora sentirás un profundo dolor —dijo Deymos al acercarse un poco y extender su palma sobre ella, para atraer algo que le salió del pecho, ocasionándole una hemorragia.

—No tan rápido…

 

Juno fue capaz de agitar sus alas y detuvo la caja con sus manos al salir de su cuerpo, para dar una estocada con su brazo desangrado el cual partió en pedazos la lanza del pánico, dejando al dios totalmente anonadado.

 

—¿Cómo pudo?

 

No tuvo tiempo de decir nada cuando Juno gritó con fervor su más grande técnica sobre el dios del terror para atacarlo directamente con todas sus fuerzas.

 

—¡Higi Kenyoku Tenbusho!

“Danza Celestial de Alas de Destellantes”

 

Juno alzó su mano dando forma a una ráfaga de grandes proporciones que desintegró la capucha purpura del dios en una tempestad como si fuese un terrible viento tumultos que lo mandaría a volar, pero solo consiguió hacerlo retroceder unos metros.

Después de que la polvoreada se dispersara, la doncella quedó agotada desplomándose, sosteniéndose la caja de pandora, cuando vio que el dios solo había quedado sin su manto y ahora contemplaba su ropaje sagrado, una vestimenta escarlata de grandes protecciones que le daban una apariencia siniestra, con alas y garfios desde su espalda.

 

 

―Vaya eso fue sorprendente para una santia de Athena has logrado llegar al nivel de los santos de oro ―la alabó de forma irónica―. No obstante, nunca podrás hacerme el menor daño con ese nivel.

 

Deymos alargó sus garfios de su coraza con una velocidad que no le dejaron escapar, perforando sus cuatro extremidades, la inmovilizó haciéndola desangrar como si estuviera empalándola sobre sí mismo.

 

―Ahora sí, sentirás el verdadero horror en todo tu cuerpo―afirmó el dios al descargar sobre ella una feroz energía eléctrica que la hizo gritar de forma demencial―. Imagina tu peor dolor en la vida multiplicado por mil. Un estímulo directo a tus receptores de dolor, el cual no se terminará nunca hasta que tu cuerpo no lo soporte y termines como un cascaron vacío.

 

Mientras Juno era torturada. Enoc sacó una daga dorada de su pierna, la cual se transformó en una espada, lanzándose con un impulso feroz cortó los garfios del ropaje de Deymos, tomando el cuerpo de Juno en el aire saltando unos metros más alejado. No obstante, quedó expuesto a que el dios los atacara, pues él vio que había soltado la caja dejándolo a sus pies, por lo que les lanzó una descarga de presión de su cosmos que los mandó a volar a ambos hasta el gran árbol. Entonces cuando se disponía a tomar ambas cajas, se fundieron en una oscuridad perpetua que las ocultó de los ojos del dios sin que entendiera a que se debía, ahora ambas cajas de pandora habían desaparecido.

El dios se molesto y alzó su brazo para dar una corte de cosmos que apartó la oscuridad sin que viera a donde se fueron las urnas, solo contempló al juez del inframundo quien se mantenían emitiendo un gran cosmos.

 

―De nuevo tú, te interpones en mi camino no importa la clase de Dragón que seas. Eres solo un humano insignificante ante mí.

―Ya te dije estás en el territorio del señor Hades, todo lo que haya o llegue aquí ahora le pertenece, apártate de ese árbol.

―Maldito seas, entonces tendré que disculparme con Hades después de que te mate.

―No si yo te mato primero.

―¡Greatest Caution! —

“Gran Caución”

 

Radamathys separó sus brazos a 180 grados, haciendo arder su cosmos al máximo, lo concentró entre sus manos como una esfera que empezó a acumular energía, entonces la liberó como una onda expansiva, que se despliega a su alrededor en forma de círculos concéntricos, los cuales se extendían y avanzaban destruyendo todo a su paso. Mientras un aura de una cabeza de Wyvern aparecía tras él como si estuviera consumiendo toda la tierra.

La terrible onda de choque levantó atrinchero la tierra alejando al dios del estanque, entretanto Enoc recostaba a Juno y se disponía a ir a ayudar, cuando ella lo detuvo del brazo.

 

―Espera no vayas, te matará.

―¿Qué dices Juno? Debo ir, se lo debo.

―No, quiero darte algo más ―dijo la doncella recostada cuando sacó de su cinturón una daga dorada la cual estaba dañada―. Recibe la daga de la diosa. Quizás sea la única arma que pueda detenerlo.

―Juno esa es la daga del patriarca, cuando fue que la obtuviste.

―No hay tiempo para explicaciones. Quiero que uses mi sangre para que la daga vuelva a nacer.

―Ya estás herida, dar vuestra sangre te dejaría al borde de la muerte.

―No importa, ya estoy muriendo de cualquier forma. Si puedes usar mi sangre para restaurar la daga, mata a Deymos y recupera las urnas.

―No puedo perderte, ya no quiero ver morir a nadie más.

―Debes tomar una decisión. Por favor salva el amor que hay en la tierra.

Enoc prefirió no usar su sangre esta vez y la recostó sobre el tronco del árbol, sellando las heridas de Juno

golpeándola en su shinouten para darle más tiempo al detener la hemorragia.

 

Alejado de ellos, el juez del inframundo miró como el dios del terror, apareció flotando en los cielos con su ropaje dañado en el pecho, como el único rastro de estar herido, mientras que él ya estaba llegando a su límite. El juez se sacó el casco del Wyber, en señal de frustración al ver su gran esfuerzo solo sirvió para hacer enojar más al heraldo de Ares.

Pues ahora el cosmos de Deymos estaba ardiendo más intenso, pues empezó a cubrir todos los cielos con una niebla purpura.

 

―Después de todo es un dios, aunque sea un juez del inframundo soy inferior.

―Nuevamente has logrado tocarme levemente, por primera vez un humano me ha hecho enojar a mí que siempre he sido el heraldo más pasivo de Ares, esta es la primera vez que deseo castigar a unos humanos con toda mi fuerza divina.

 

Por primera vez el dios del terror, parecía irradiar un temperamento colérico al emanar un gran cosmos rojizo, quiso castigar al juez sin impórtale nada pues lo señaló con un dedo para originar desde la punta de su dedo índice un rayo carmesí.

¡BLOODY STREAM!

“Corriente Sangrienta”

 

Gritó con fervor el dios al golpearle con un finísimo rayo escarlata, como si fuera un latigazo mortal sobre el cuerpo de Radamanthys, quien se protegió con el blindaje de sus alas, pero el rayo plasmó en él una intensa descarga eléctrica que lo hizo sentir un terrible dolor por dentro.

Entonces no siendo uno suficiente, Deymos creó otro rayo sangriento con el que lo golpeó separándolo desde los antebrazos con coda latigazo, lo elevó sobre los aires mientras lo electrocutaba.

 

―¿Qué es esto? Siento un fuego por dentro como si me estuviesen incinerando hasta los huesos.

―Sientes esa corriente recorrer cada gota de tu sangre, pues tu misma simiente aviva mi Bloody Stream, hasta que esta no se incinere por completo seguirás sufriendo ―explicaba Deymos sonriendo.

 

Enoc al verlo sufrir se disponía ir ayudarlo, pero Juno lo detenía para que tomara una decisión cuando justo Deymos estaba creando otro látigo rojizo este se incrustó en un hilo invisible que lo detuvo, entonces un viento tumultuoso alejó la descarga sangrienta sobre el cuerpo del Wybern. Fue cuando el dios miró hacia la dirección de dónde venían esos contraataques para ver como dos hombres más habían llegado, con vestimenta semejante a la Radamanthys.

 

―Vosotros…. ¿Quiénes sois?

―No nos importa quien seas, pero al que estás lastimando es a uno de los tres jueces ―dijo un hombre de cabellos pelirrojos y casco cuernudo, ocultando la mitad de su rostro―. Tendrás que enfrentarme a mí también, Aiakos de Garuda.

―Si te metes con un juez, te metes con los tres. Minos de Grifo también te enfrentará ―añadió el más bajo de tez bronceada y cabellos marrones.

―Ustedes han venido por mí.

―Que esperabas, no podemos ser los tres jueces si llegas a morir.

―El señor Hades nos mandó para ayudarte al ver que el invasor es un dios, no es alguien que solo tú puedas manejar.

―El rey Hades piensa que con los tres jueces puede contenerme ―vociferó Deymos expresando una mueca―. Debe ser el más ingenuo de los tres grandes dioses Zeus, Poseidón y Hades, si cree eso.

―¿Qué dices? ―miró de reojo el juez de Grifo, al apretar los nudillos―. Te enseñaré a no faltarle el respeto frente a nosotros.

 

El juez de Grifo desplegó de sus dedos varios hilos los cuales brillaron evidenciando estar sujeto a las extremidades del dios. Cuando se dio cuenta que algo no permitía concretar su técnica especial.

 

―Ya veo, este hilo cósmico que creas fue capaz de desviar mi Corriente sangrienta.

 

El dios emanó de los hilos un destello que empezó a conducir una descarga rojiza que llegó al Juez de Grifo quien perdió la movilidad, perdiendo la concentración de su técnica empezó a sufrir de la misma manera que su compañero Wybern hace un rato. Cuando Aiakos alejó la descarga con un aleteo de sus alas para ponerse al frente.

 

―No te pongas de rodillas todavía solo fue un saludo ―agregó Deymos.

―Minos, ataquémoslo al mismo tiempo ―propuso Aiakos al cruzar sus brazos mientras una atmosfera de ojos gigantescos lo rodeaban―. ¡Toma esto!

¡GALACTICA ILUSION!

 

Aiakos lo transporta a un pavoroso y extraño mundo espacial, levantando las manos por encima de la cabeza, donde las dimensiones y espejismos se mezclan, grandes ilusiones de enormes ojos oculares parpadeando generando un impacto emocional por unos momentos sobre el dios desorientándolo y dejándolo vulnerable por unos momentos.

 

―¡Vuelve al Tártaro con este viento mortal! ―exclamó Minos―.  ¡ALETAZO GIGANTESCO!

 

Grifo responde con una técnica semejante pero netamente física, a diferencia de la de Aiakos que era física y mental al mismo tiempo, la técnica de Minos consiste en mandarlo a volar con el aleteo de sus alas, en un terrible tornado gigantesco el cual parecía llevarlo hasta dimensiones lejanas. Sin embargo, el dios frenó el impacto final antes de salir volando, al desplegar dos de sus látigos rojizos sobre el árbol del Lete para sujetarse.

 

―¿Cómo se recuperó en el mismo momento para evitar salir volando?

―Pequeños jueces, solo me confundieron brevemente. Debo reconocer que si hubiera sido un mortal es posible me hubiesen matado, pero atacarme con ese pobre nivel ilusorio no conseguirán desorientarme para mandarme al Tártaro.

―Entonces esta vez, también yo me uniré ―dijo Radamanthys poniéndose al medio.

―Por mí pueden pelear los tres al mismo tiempo.

―Cuanta confianza tiene, para ser un dios de segunda nos subestima demasiado.

―No seas insolente ―dijo al momento de lanzarle una esfera de energía que le destruyo el casco, revelando que no era otro que él que una vez fue el mismo recipiente de su señor Ares―. Ya veo, también has revivido de parte de Hades. Amón del Fénix.

―Amón del Fénix es Aiakos de Garuda ―corroboró Enoc―. Entonces Minos de Grifo es… ¡Baihu del Tigre!

 

Dijo Enoc cuando un halo de energía lo envolvió desapareciéndolo del campo de batalla sin que nadie entendiera a donde se había ido, pero Radamanthys percibió que solo alguien podía teletransportar en el infierno.

 

―Ustedes murieron y fueron elegidos por Hades, vaya vuelta del destino no imaginé volver a reencontrármelos en el infierno.

―Ya habíamos conocido a este dios en la tierra ―agregó el Wyber a los demás.

Los otros dos se miraron extrañados, pero Deymos no quiso darles explicaciones. Cuando desapareció de la vista de los tres, quedándose perplejos por unos momentos, apareciendo por detrás del Juez de Grifo, como una sombra que lo atemorizó con la mirada dejándolo intimidado, tanto que no pudo moverse.

―Empezaré contigo…

¡DEAD SCREAM!

“GRITO MORTAL”

 

El dios emitió un finísimo silbido como si fuera un murciélago, lanzando una onda mágica de sus labios que lo paralizó al juez quedando estático tiñendo su piel de un gris muy pálido que lo dejó como un cadáver.

 

―¡Minos!

―Ahora sigues tú ―dijo Deymos al aletear sus alas espeluznantes de donde salieron incontables murciélagos negros―. ¡Recibe mi aletazo demoniaco!

¡NIGHT RAID!

“PESADILLA NOCTURNA”

 

Deymos dirigió una horda de murciélagos diminutos que en realidad parecían demonios voladores con ojos rojizos devorando todo a su paso convirtiéndolo en energía. El juez de Garuda intentó contenerlos con su aletazo de Garuda alejándolos en un tornado que se elevó en una columna hacia el cielo, pero no fue suficientes pues había tantos que parecían interminables que algunos alcanzaron al juez, intentando morderlo en manada sintió un agudo dolor por dentro que parecían como si los mismos murciélagos le extrajeran el alma a mordiscos.

Entonces Wyber atacó una vez más con su mortífera onda de choque, pero fue rebotada sin ningún esfuerzo por parte del dios, haciendo que el mismo reciba el impacto.

 

 

                                                                                                 ***

 

Entretanto Enoc llegó al otro lado del palacio de Hades, donde había un Árbol con forma de Álamo blanco sobre un lago de aguas cristalinas, el cual reconoció que había sido teletransportado por un cosmos muy poderoso, pero justo en ese momento tuvo una visión de lo que pasaba de lo otro lado, a los tres jueces sufriendo, pero por unos momentos pareció ver a sus tres amigos por un instante. Tanto Ganimedes, Surt y Gabriel en el momento que enfrentaron al papa. Entonces escuchó una voz en su mente que lo dejó pensativo.

 

―¿Quieres ayudarlos? entonces bebe del lago de la memoria.

 

Esa voz lo dejó pensativo con lo que le pedía, pero el tiempo apremiaba. Decidió arriesgarse acercándose para beber con sus manos un poco. Mientras que del otro lado el dios del terror continuaba torturando a los tres jueces, regocijándose de placer. Sintió un estallido de cosmos a lo lejos que se detuvo al ver como tres halos de energía salieron volando en dirección a los jueces que estaban en el suelo, tres esferas de luz las cuales se transformaron en una espada sobre Aiakos, un Orbe sobre Minos y un Escudo sobre Radamanthys.

 

―Esos objetos no puede ser, son los tres tesoros imperiales ―dijo asombrado al ver como estos fueron tocados por cada uno de los jueces, emitiendo un fulgor en resonancia― ¿Qué significa esto?

―Significa que hemos vuelto hacer quienes éramos. ¡Somos los santos exiliados!

 

Gritaron los tres al unísono al recordar sus identidades, manifestando un aura de fuego, verde y blanca.  Tanto que pareció iluminar los cielos del inframundo por unos momentos.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


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Publicado 17 mayo 2020 - 10:31

asi que Seiryu del Dragón es igual a  Radamanthys de Wyber,es me recuerda a los diversos personajes que se parecen en el anime de saint seiya

 

buen combate entre el juez y  Enoc estuvo plagado de heroismo

 

la habilidad de esa  lanza es bastante fumada

 

Juno fue bastante importante en este capitulo

 

hacer enoja a una divinidad no es una buena idea

 

así que hades transformo a todos los que murieron en sus jueces

 

la escena final fue epica

 

te felicito por tu fic ,es como un juego de ajedrez en que cada personaje aunque parezca sin importancia puede alterar todo el  panorama

 

 


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#283 ALFREDO

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Publicado 22 junio 2020 - 19:41

asi que Seiryu del Dragón es igual a  Radamanthys de Wyber,es me recuerda a los diversos personajes que se parecen en el anime de saint seiya

 

buen combate entre el juez y  Enoc estuvo plagado de heroismo

 

la habilidad de esa  lanza es bastante fumada

 

Juno fue bastante importante en este capitulo

 

hacer enoja a una divinidad no es una buena idea

 

así que hades transformo a todos los que murieron en sus jueces

 

la escena final fue epica

 

te felicito por tu fic ,es como un juego de ajedrez en que cada personaje aunque parezca sin importancia puede alterar todo el  panorama

Hola T-800

La verdad es que sí es él santo Dragón que apareció en Rozan al principio. No es que tenga un parecido semejante con el juez. Solo que Hades solo lo habia resucitado sin memoria.

La habilidad es solo un kekkai como los dioses principales pero depende del arma.

Juno tenía pensado asesinarla por la mano de Deymos en una versión anterior, pero me quedó mejor así para sacarle mas jugo al personaje.

Hades siempre recluta a los antiguos santos para su causa desde los tiempos mitologicos.

 

Bueno continuando aquí les dejo la continuación...

 

CAPITULO 63.- PACTO SAGRADO EN EL INFIERNO

 

Las cosas se habían volcado en un nuevo escenario trayendo un rayo de esperanza que parecía haber dado más ventaja al grupo humano que enfrentaba al dios del terror,  conformado por Enoc de Libra, Juno de Pavo Real y los tres jueces del infierno, Radamanthys de Wyber, Minos de Grifo y Aikos de Garuda, estos tres últimos quienes en vida fueron los santos exiliados del Dragón, Tigre y el Fénix, habían recobrado sus memorias debido a que volvieron a portar los tesoros imperiales.

Enoc había sido trasladado por un poder divino hacia lago de la memoria. La fuente del Mnosime y al beber de sus aguas recobró todo su conocimiento olvidado, eso incluía el cosmos que una vez despertó, el supremo séptimo sentido. El cosmos de la nada que es capaz de aflorar milagros si se arde con intensidad, pero no solo eso, sino que también al romper su límite cósmico, nuevamente fue capaz de recobrar el escudo espejo imperial, como si el despertar de su supremo sentido le haya permitido indagar en la fuente de la vida y restaurarlo como si se tratase de uno de sus sentidos.

 

—Ahora lo dejo en sus manos, amigos.

Dijo Enoc cayendo abatido por el esfuerzo, mientras los objetos se desplazaban como tres halos de energía hacia el otro extremo donde estaba el árbol álamo de la diosa del inframundo y su alrededor fluía el lago del olvido, el Lete. Cerca de ahí estaba Deymos que se enfrentaba a los jueces, quienes mirándose nostálgicos.

—No importa, siguen siendo humanos.

―Realmente piensas que solo nos vencerás por eso.

―Por supuesto, soy un dios ―contestó irascible, incrementado su aura rojiza―. ¡Los castigaré a todos al mismo tiempo!

¡BLODY STRAEM!

“Corriente Sangrienta”

 

Clamó Deymos al proyectar desde la punta de dos de sus dedos finísimos rayos rojizos, los cuales serpentearon los cielos. Sin embargo, empezaron a ser rasgados en el aire por cientos de rayos blanquecinos.

¡Byakko Gansenran!

                                        “Tempestad de los cien colmillos del Tigre Blanco”

 

Baihu había alargado sus uñas, disponiendo de fuertes garras que lanzó con sus puños, golpes a la velocidad de la luz que se transforman en múltiples rayos cruzados, terminando anulando por completo la técnica de Deymos, quedando este asombrado de tal habilidad solo con dar unos zarpazos.

 

―Parece que mi velocidad sigue siendo gloriosa.

―Tú Grifo te has sacado tu coraza? ―le dijo desconcertado al verlo descubierto de su torso―. Así serás presa fácil para mi técnica más sangrienta…

 

¡NIGHT RAID!

“PESADILLA NOCTURNA”

 

Alzando sus enormes y puntiagudas alas, liberó una horda de demonios voladores de ojos rojizos los cuales se abalanzaron como una plaga oscura con un bullicio muy desagradable, cuando comenzaron a manifestarse se detuvieron frente a un muro de fuego que se le levantó de la nada.

 

¡HO YOKU TENSHO!

“ALAS DEL FENÍX SUBEN AL CIELO”

 

Una onda de fuego se originó cuando Aiakos con un soplo destructor de llamas ígneas colisionó contra la horda oscura de Deymos, incinerando a todos los demonios los cuales caían como aves quemadas, convirtiéndose en polvo cósmicos.

Cuando terminó la embestida de la horda de demonios, el dios miró como Aiakos permanecía alzando su espada flamígera como si esta hubiera servido de catalizador para incrementar la potencia de su ataque.

 

―Tus alas espeluznantes no sirven contra las ardientes alas del Fénix.

―Ya veo, ahora lo entiendo. No obstante, no serán capaces de resistir esto…

 

¡DEAD SCREAM!

“Grito de la Muerte”

 

Pronunció con sus labios un silbido muy agudo, el cual al principio se fue expandiendo cuando vio como fue implosionando como si hubiera sido encerrado en una burbuja celeste en su cabeza, como si esta contuviera la voz del dios.

 

―¡A creado una barrera invisible!

―No podrás escapar mientras el escudo imperial brille ―dijo al ponerse el pequeño escudo blanco por detrás de su brazal―. ¡Recibe esto! ¡La más grande técnica del Dragón!

 

¡Los cien Dragones Ascienden!

 

Extendiendo sus brazos, liberó una onda expansiva de cientos de dragones gaseosos de color esmeralda, que parecían impactar frente a un muro invisible que Deymos levantó con sus manos extendidas.

 

―Es inútil ya conocí tus habilidades la primera vez.

―Esta vez es diferente, observa la variante de mi técnica ―exclamó Seiryu al juntar los brazos empuñados hacia al frente.

 

Pues al surgir los 100 dragones, estos se unen en un solo dragón gigante que atacó al enemigo devastándolo con más potencia y magnitud, además la postura que adoptó al ejecutar la técnica es igual a la del Rozan Shō Ryū Ha.

 

―¡Está concentrado todo su poder en un solo punto! ―se cuestionó mientras tenía la cabeza encerrada en una burbuja, usando sus manos para amortiguar el impacto―. No puedo concentrarme, ¿Acaso esto era su plan?

 

Deymos terminó en una gran explosión que resquebrajó su coraza, quedando herido parcialmente, mientras los miraba con desprecio pues había comprobado que con los tesoros los tres jueces parecían igualarlo. Cuando miró que detrás de él estaba Enoc, quien había regresado al campo de batalla, el dios supo reconocer de inmediato que él fue causante de que los jueces obtuvieran de nuevo las reliquias, pero no se explicaba cómo lo hizo. Pues se supone que Athena le había privado de toda su experiencia adquirida.

 

―Gracias al lago de la memoria recordé como despertar mi cosmos de la Nada. Por lo que lo elevé hacia el máximo para alcanzar la fuente de la vida y volver a resurgir los tesoros de mis amigos que se fundieron en mí. Solo germine las semillas que Gabriel y Surt me dejaron.

―¡Maldito escriba!

Cuando los tres jueces se pusieron alrededor de él formando un triángulo, cosa que lo hizo extrañar al dios.

―Ustedes qué creen que hacen…

―¡Te destruiremos de una vez por todas!

 

De pronto Amón alzó su espada flamígera la cual irradió una estocada que afectó el cuerpo de Deymos debido a que ya estaba muy debilitado, pues sintió como su cuerpo era dañado hasta la más recóndita de sus fibras por dentro, no obstante ahí no acabó la cosa ya que al mismo tiempo comenzó a sentir como su mente era presa de una ilusión provocada por el escudo de Seiryu, el cual podía sellar el alma a lo que equivalía encerrar su conciencia en una burbuja. Donde se veía siendo castigado por todos los seres humanos que torturo injustamente, ya que había perdido su divinidad, pues de su boca comenzó a expulsar una sustancia oscura, la cual se arremolino en un pequeño universo en miniatura, el cual era contenido por poder mágico del Orbe que era capaz de afectar el espíritu, la fuerza divina.

 

―Los tres han conseguido fragmentar a Deymos en cuerpo, mente y espíritu.

―¡Ahora Enoc! ¡Destrúyelo!

―No podemos movernos, ni tampoco creo que aguantemos mucho tiempo tenerlo así.

―¡Date prisa y acabalo de una vez!

―Guarde esto como último recurso ―dijo el escriba al desenfundar una pequeña daga dorada, la cual estaba trizada―. Esto es por ti, Juno.

 

Enoc clavó la daga en el espíritu de Deymos, provocando que estallara en una nube de gas purpura, desintegrando su divinidad en mil pedazos cósmicos. Por lo que el cuerpo de Deymos cayó sin vida y su ropaje el cual estaba dañado, volvió a formar su tótem tomando la forma de un humanoide alado. Entonces de pronto, creyendo que todo había terminado se extrañaron que la armadura todavía albergaba cosmos y este parecía aumentar en su interior.

 

—¿Qué está sucediendo? ¿Acaso es un residuo del cosmos de Deymos?

—La armadura tiene vida propia igual que las cloth.

—¡Ahora recuerdo, las Makhai canalizan energía psíquica de las batallas!

—¿A dónde se dirige?

 

Exclamó Enoc al recordar sus peleas con los daimon en Rozan, y el sacrificio espiritual, por lo que la armadura parecía haber albergado gran cantidad de energía, entonces sucedió que salió disparada hacia los cielos en una columna de fuego. Los jueces se quedaron extrañados con la última voluntad de Deymos. No obstante, Enoc recordó algo.

 

―¿Qué sucedió con las cajas de Pandora?

―Fueron tragadas por las tinieblas del señor Hades.

 

                                                                                                        ***

 

En la tierra, solo había quedado una mujer entre todas las santias con vida. La que fuese el recipiente de Eris, Shedir de Casiopea, la que ahora se encontraba sola en todo el santuario. En la zona oriental, detrás de las doce casas, ya totalmente recuperada después de su batalla en el la isla de Chipre con la diosa Afrodita.

 

―Ya nadie de mis hermanas está con vida. ¿Qué se supone que hare ahora? ―se cuestionaba la santia―. Juno desapareciste y me dejaste sola mientras dormía.

 

Acaso también habría muerto, era lo que presentía cuando divisó una pluma llegar cerca de ella, la cual contenía un rastro de su cosmos. La doncella de piel bronceada recogió la pluma la cual originó un torbellino que se dispersó e hizo aparecer la armadura de Pavo Real en su forma object, mientras que el cuerpo de Juno se hizo presente solamente vestida con su túnica blanca, totalmente inconsciente en el suelo.

 

―¡Juno! ―exclamó acercándose, cuando un cosmos la hizo retroceder―. ¿Qué es esta luz que emana de ella?

―Tú eres la santia de Casiopea, no es así. Por favor lleva este cuerpo hacia los aposentos de Athena donde reposaba su sagrada armadura.

―Esa voz de dónde viene? ―preguntó ella, cuando divisó como del interior de Juno, una estatuilla en forma de ángel aparecía―. ¡Nike! ¿Acaso la diosa de la victoria me está hablando?

―Pude salvar su cuerpo desde las entrañas del infierno. Sin embargo, no tengo el poder de salvar su vida. Antes de que su cuerpo pierda todo su cosmos llévala ante el trono de Athena para que sea embalsamada y reciba el sagrado espíritu de la diosa de la diosa de la guerra.

―¿Qué dices? ¡Juno albergará el espíritu de Athena!

―Es la única manera de salvarla, por fin se ha purificado de las impurezas del mundo terrenal y ahora puede ser digna de recibir el espíritu de la diosa. Date prisa.

 

Casiopea obedeció de inmediato llevando el cuerpo de su amiga hacia la cúspide del santuario, atravesando los caminos secretos que conectaban directamente el templo de Capricornio con Temiscira. Llegando a los aposentos de Athena, depositó el cuerpo de Juno en el trono, sin saber qué esperar.

Cuando la estatuilla de la diosa de la victoria se posó en el brazo derecho de Juno se convirtió en un báculo con el símbolo de un Olivo dorado. Entonces entre los cielos la armadura de Athena descendió volviendo a tomar la forma de gran estatua de la diosa sobre el pedestal. Envistiendo todo el templo con su armonioso cosmos de nuevo, fue cuando finalmente Juno abrió sus ojos, con un color diferente tomando un plateado y su lacia cabellera marrón comenzó a cambiar de a un purpura cristalino.

 

―¡Athena! ¿Cómo es posible esto?

―Casiopea. Escúchame, esto solo es un envoltorio temporal. Sin embargo, no es importante, quiero que prepares a la nueva orden de santias que se encarguen de mi educación, yo renaceré dentro de 200 años terrestres aproximadamente.

―¿Doscientos años? ―se encogió de hombros―. Pero cómo reconstruiré el santuario yo sola.

―No estarás sola, quiero que solo te encargues de entrenar a la nuevas santias. A los santos quiero que sea él, quien los entrene como el nuevo pontífice.

 

Entonces de la nada Athena hizo aparecer en una burbuja transparente el cuerpo de un congelado muchacho de tez blanquecina y cabellos rubios, desprovisto de sus ropajes solo con su ropa blanca de entrenamiento.

 

―¡Ganimedes!

―Despierta Ganimedes, la vida todavía no te abandona. Puedo sentirla dentro de ti ―dijo Athena cuando se hizo una herida en su muñeca para dejar caer su sangre―. Se que puedes escucharme. No dejaré que mueras todavía.

―¿Athena? ―se cuestionó abriendo los ojos sorprendido―. Yo estoy en el santuario, pero si recuerdo que me encerré a mí mismo en una urna de hielo con el espíritu de Ares. Tuve que vaciarme de toda mi sangre para lograrlo.

―Ganimedes estás bien.

―Shedir. Sí siento que la sangre arde en mí de nuevo, quizás con más intensidad.

―Ganimedes esto era lo menos que podía hacer por ti, después todo lo que pasamos. Ahora estoy libre influencias terrenales y te comprendo mejor. A modo de expiación de culpas quiero que seas tú quien levante este santuario, siendo uno mucho más recto y noble ahora que será gobernado por un descendiente del lado derecho de mi simiente. No como Leví que, por su sangre del lado izquierda, solo corría la ambición y los placeres carnales.

―Ya veo, ya me había hecho la idea de morir. Si somos los únicos sobrevivientes entonces quiere decir que Enoc, Gabriel, y Surt están muertos.

―Ellos eran los elegidos por los tesoros imperiales, su destino estaba trazado desde antes de su nacimiento. Serán bienvenidos, si es que algún día regresan.

―Athena. ¿Qué sucedió con Ares?

―Él está congelado en una urna de hielo gracias al sacrificio en conjunto de Oannes de Piscis, Andrós de Géminis y Ganimedes quien uso su sangre mestiza, pero lamentablemente ese sello se desvanecerá pronto. Por eso quiero pedirle una última misión. Cuando Juno despierte, quiero que las dos vayan a la isla Death Queen, he visto en tus memorias perdidas Shedir y ahora sé dónde está el Tártaro, vayan y recuperen la caja benigna, solo así sanarán al mundo de la influencia de Ares.

―Por qué no lo recordaba, creo que Eris me dejó una laguna. Ya veo entonces eso haremos.

―Cuando despierte Juno ella se convertirá en mi nuevo oráculo, como la fuente de todo mi conocimiento, que me heredará cuando yo renazca.

―Usted renacerá de ella, dentro de cuánto tiempo.

―Mi voluntad sabrá el momento, pero yo volveré aparecer en la estatua de Athena sin intervención alguna de nadie.

 

Dicho esto, Athena desapareció sin dejar rastro, dejando a los sobrevivientes preocupados ya que aún tendrían que pelear una última vez con Ares. ¿Cuánto tendrían que esperar?

 

                                                                                                       ***

 

 

Sin entender que había sucedido los jueces fueron mandados a reportarse junto con Enoc quien al ver su amiga Juno había desaparecido se entristeció, pues supuso que quizás había muerto convirtiéndose en polvo cósmico al ver que su armadura había vuelto al santuario. Enoc junto con los tres jueces llegaron a la entrada del templo de Hades en el inframundo, Judeca. Cuando entró sintió un silencio abundante como si no hubiera nadie, pero una mujer salió a recibirlos, aquella mujer estaba envuelta en un velo blanco que no permita vérsele la cara, pero Enoc podía sentir que en su interior albergaba un gran cosmos, pues incluso los jueces se arrodillaron ante ella, por lo que él hizo lo mismo.

 

―Yo soy Enoc de Libra del santuario de Athena. Mi señora, discúlpeme por aparecer sin aviso. Quería agradecerle al señor Hades por enviar a los jueces a ayudarme en contra de Deymos el dios del terror.

―No sé de qué hablas extranjero, el señor Hades no ha hecho eso. No obstante, sintió tu presencia y quiere verte para saber cómo es posible que hayas aparecido del mismo Tártaro teniendo un cuerpo humano. Solo los condenados sin vida están ahí.

―Muy bien le explicaré al señor Hades.

―Los jueces pueden esperar aquí, el señor Hades solo quiere verte a ti.

 

Enoc asintió y aprovechó para despedirse de Seiryu y los demás esperando que no fuese la última vez que los viese. Cuando dejó atrás el pasillo del recibidor llegó a la sala principal. La cual se extendía en una oscura habitación, y en su final tenía un trono oculto por unas cortinas transparentes, a su lado dos dragones dando una apariencia espeluznante al trono el cual se erguía con unas escalinatas de mármol. Enoc se arrodillo al ver que alguien estaba sentado sin poder ver como es, solo podía distinguir una figura masculina como una sombra.

 

―Discúlpeme por presentarme así señor Hades. Vengo de una batalla, la cual creo que usted ya sabe, quería agradecerle ya que estoy seguro que fue usted quien me habló en el estanque del lago del a memoria.

―No te confundas santo de Athena, solo te di un mensaje para que terminaras la palea rápidamente, pues no deseaba que se siguiera extendiendo el combate en mis dominios. Supuse que solo tú podías darles la victoria a mis jueces.

―Ya veo, solo quiero retirarme a la tierra sin causar más disturbios en su reino.

―No puedes irte sin decirme cómo estás vivo en el inframundo sin mi protección.

―Bueno eso es debido a que no atravesé el inframundo, sino que caí directamente en el Tártaro.

―Tu alma debió perder su voluntad y someterse a mi potestad. Ningún humano antes había llegado con vida excepto los semidioses, acaso tú eres uno.

―No ―respondió rotundamente Enoc―. Yo no soy de naturaleza divina, solo he despertado la conciencia amala.

―¿Qué dices? ¿La conciencia amala? ―Se cuestionó un poco―. Ya veo, ahora lo entiendo tú eres el gatillador.

―¿Gatillador? Señor Hades, no hay ningún problema en que me vaya.

―Lo hay. No puedo dejarte ir. Incluso tu presencia en la tierra sería un peligro.

―¿Qué quiere decir?

―El espíritu de Ares aún continua en la tierra, y cada vez toma más fuerza. Muy pronto su esencia cubrirá toda la superficie y el mundo volverá a pertenecer a las huestes del Caos. Te lo mostraré.

 

Hades hizo aparecer una imagen en el aire, sobre la tierra. Donde Enoc contempló como en varias partes del mundo, la gente estaba en guerras, saqueaban aldeas y reinos vecinos, robando y asesinando sin ley ni orden. Toda conducta humana en los hombres fuertes y de poder parecía irracional, solo los pobres y los más desdichados eran los que no estaban siendo afectados por una locura ciega e insaciable debido a que nadie dejaba registros de la historia, ni se atrevían a pelear por la justicia. Solo por placer y promover la crueldad del fuerte contra el débil.

 

―Esto es… ¡Finalmente lo que predijo Themis se está cumpliendo! ―exclamó Enoc preocupado―. Ahora Athena ya no podrá volver a reencarnar.

―Todavía no podríamos asegurar eso. La maldad de los humanos no llega a su punto máximo. Mientras eso no suceda, pueden detener a Ares para que su mundo de guerra no sea eterno. Sin embargo, si tú que eres un humano con acceso al cosmos, pisa la tierra le estarías contribuyendo a Ares con bastante energía.

―¿Qué? Cómo esta drenando tanta energía.

―Ares a estado vagando por la tierra desde hace años, siendo tan solo un espíritu ha implantado semillas y ahora que está congelado, recurrió a su último recurso. La armadura de Deymos, se implantó en el sol amarillo para contaminarlo con la energía del cosmos asesino y provoque radiación solar roja como en su mundo. Por eso la locura en los humanos se ha acelerado, su maldad y crueldad brotan con más intensidad. Es posible que tu cosmos resista un tiempo, pero terminarás sucumbiendo ante la radiación solar roja.

―Ahora en el santuario no hay nadie, es el lugar más seguro para estar fuera de la influencia de Ares. Sin embargo, debo encontrar la manera de limpiar los cielos del kekkai de Ares.

―Es imposible que puedas detener la voluntad de un dios, aunque hayas despertado la conciencia primordial de los humanos. No obstante, todo esto ha provocado incontables muertes y los juicios no pueden llevarse a cabo con absoluta justicia. Debido a que los hombres cometen actos inconscientes, producto de la influencia de Ares.

―Señor Hades debe haber algo que pueda acabar con esto para que pueda volver la justicia tanto en la tierra como en el inframundo.

―La fuente del poder de Ares es canalizada atreves de la gran torre que hay en el Tártaro. No obstante intentar destruir el pilar de Crios, es imposible el fuego que irradia es eterno. Ya que es una fuerza primigenia, ni siquiera yo podría lograrlo, la única manera sería cerrar las fronteras que unen todos los reinos para que su influencia no llegue cruzando dimensiones. Pero no se puede debido a que los sellos que separaban los reinos fueron destruidos.

―No es así ―dijo Enoc―. Es posible volver a cerrar las puertas. Ya que yo los he restaurado.

―¿Qué?

―Yo me he apropiado de la sabiduría del titan Prometeo. Por lo que puedo usar los tesoros imperiales para cerrar las puertas, pero debe permitir que los jueces me acompañen al Tártaro.

―Estás consciente que eso, podría provocar tanto la salvación como la ruina absoluta. Ya que a medida que más te acercas al pilar del mal. Este te afectará, además hay un problema. Yo ya he tomado medidas al respecto, mi divina voluntad ya ha alterado el inframundo y estoy separando el Tártaro del Erebus para siempre, convirtiéndolo en una dimensión de bolsillo, así su influencia se esparcirá por el universo y demorará años luz en llegar a la tierra.

―Eso no detendrá a Ares, solo eliminará su influencia. Pero continuaría en la tierra.

―Pero ya no podría ejercer su divinidad, será una simple alma separada de su divinidad.

―Por favor, concédame esa petición. Déjeme ir al Tártaro para derrumbar la torre de Crios.

 

Hades guardó silencio por unos momentos ante tal petición, fue cuando decidió finalmente abrir las cortinas para mostrar su rostro, envuelto en una túnica grisácea, de piel blanca como la nieve, largos cabellos negros y de ojos preciosos como dos piedras esmeraldas. La mirada del rey del inframundo parecía la de un noble ángel.

 

―Enoc es tu nombre no es así, no me gusta que se altere el orden. Sin embargo, solo te puedo dar tres horas para tu misión, debido a que ya no puedo volver a distorsionar las dimensiones y estaré debilitado y ocupado deteniendo el avance de la distorsión. Solo podré hacerlo por tres horas, después se convertirá en una dimensión de bolsillo y se me será imposible volver a abrir las puertas. Si no eres un dios no podrá salir de ahí.

―Entonces tengo su permiso, gracias. Recordaré este favor.

―No tan rápido. Te estoy concediendo la oportunidad de salvar tu mundo, pero debo pedirte algo a cambio.

―Usted quiere algo de mí.

―Estarás dispuesto a dármelo, solo si aceptas lo que te pido te concederé la oportunidad que deseas.

―Si con eso salvo la tierra, yo aceptaré pagar el precio.

―Entonces tenemos un pacto, júralo por el nombre del sagrado rio Estigia. Ya que es irrevocable, una vez que lo hagas deberás cumplir con tu promesa.

―Lo sé, no tengo otra opción. Juro en nombre de Estigia que cumpliré mi parte si me concede el favor que le pedí.

―Entonces yo también lo juro en nombre de Estigia. ¡Escuchaste Zeus y todos los dioses!

―Solo una última cosa. Señor Hades usted tiene las cajas de Pandora no es así.

―Esas urnas están siendo separadas por mis heraldos lo más lejos posible una de la otra. Solo se debe abrir una estando lejos de la otra por no querer desencadenar un caos. Es por ello que Tanatos lleva la urna del mal al Tártaro donde pertenece mientras Hipnos lleva la urna benigna a los campos elíseos ya que esa dimensión se encuentra a años luz de distancia del infierno.

―Necesito esas urnas para solucionar el problema.

―Sabes lo que sucederá si abres cualquiera de ellas? ―cuestionó Hades―. Pandora abrió la caja del conocimiento del bien y el mal, dándoles a los humanos todas sus virtudes y defectos que conoces, pero a la vez les dio el libre albedrío lo que originó el despertar del cosmos en ellos. Por otro lado, ocultó la urna del bien, la cual los humanos de le edad de oro experimentaron sus frutos, eran de larga longevidad y no conocían la desobediencia, aunque estaban unidos bajo una sola nación y una sola cultura.

 

En su interior Enoc pensó en Juno, el mundo que ella deseaba era este último un mundo puro y sin prejuicios, pero desprovistos del conocimiento del cosmos, que era el verdadero tesoro de los humanos según Enoc.

 

―Ares ha descontrolado nuestras emociones y deseos, haciéndonos extremistas. Por ello solo nos queda purificarnos, aunque ello conlleve renunciar a nuestra conciencia cósmica.

―Estamos de acuerdo entonces, realmente eres el elegido por el cosmos para enderezar la ecuación entre el bien y el mal. Ve Enoc y toma la caja del Tártaro al igual que Pandora, solo entonces una vez que selles el mal, podrás traer la esperanza abriendo la urna Benigna.

―Pero cómo lo haré si la está depositando en un lugar inaccesible.

―Un lugar inaccesible para todos menos para el gatillador de la ecuación entre el bien y el mal.

―Ya veo entonces de seguro encontraré la manera.

Enoc se retiró finalmente mientras abandonaba la sala se despedía del dios haciendo una reverencia, unos momentos después la enigmática mujer de velo blanco entró.

―Señor Hades por qué lo dejó ir, si él es causante de tantos disturbios en todos los reinos.

―Por una simple razón Perséfone ―contestó Hades empezando a descender para acercarse a ella cara a cara mostrando una mueca―. Por la única constante que existe, la causalidad acción y reacción. Causa y efecto.

―Entonces la verdadera pregunta es por qué Enoc estaba aquí.

―Así es esposa mía ―le acarició la mejilla sutilmente―. Enoc está aquí para causar un bien o un mal en todos los reinos, tal y como Pandora. Es el gatillador escogido por el destino. 

―Es por eso que hizo un pacto con él, pero no tendrá acceso a la segunda opción si no tiene la urna del bien como hará la elección.

 

Hades rio un poco antes de mostrarle un vistazo de la ubicación de las dos urnas en un lugar desconocido para ella.

 

―Eventualmente las encontrará lo que él no sabe es que cree que realmente tiene la elección igual que los otros gatilladores ―entonces deshizo la imagen en sus manos―. De cualquier forma, su reacción será un beneficio para mí.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 29 julio 2021 - 11:17

Buenas a todos, ha pasado un poco mas de un año que no hago alguna actualización, no se si todavía hay alguien por ahí que lea mi historia, pero quiero terminarla ya que me falta sus tres caps aproximadamente, así que continuaré.

 

CAPITULO 64.- PANDEMONIUM

 

Después de esa gran pelea contra el dios del terror, el santo de Libra se dirigía en búsqueda de la caja de Pandora la cual estaba depositada en la gran torre el pilar del Tártaro, que se elevaba hasta los cielos en el centro del reino entre el valle más árido que escondía el desierto eterno. Al llegar ahí con los jueces divisó como una pirámide escalonada se alzaba alrededor de la gran torre de fuego.

Los jueces decidieron esperarlo en la entrada del Zigurat, pues solo era misión de Enoc encontrar la caja. Cuando entró al primer nivel dentro del palacio percibió como el silencio abundaba en la sombra, sin nada a su alrededor a simple vista.

Enoc continuó su ascenso, después de una larga transición llegó a una zona volcánica fuera del primer nivel, llegando a un terreno descubierto del techo donde pudo divisar siete estatuas las cuales rodeaban una estatua de Athena, teniendo una forma de prisioneros, pudo reconocer que eran tres hombres y tres mujeres, pero el ultimo rostro no le pareció reconocible.

 

―Esas caras son… ¡Los siete aspirantes caídos!

―Ha pasado un tiempo, Enoc mi sucesor elegido ―dijo una voz en el aire―. Por fin has llegado a mi prisión en el tártaro, bienvenido al Pandemónium.

―Tú eres… ¡Raziel el aspirante de Libra! ―exclamó Enoc al ver como de su propio ropaje emanó un espíritu humanoide, comenzando a tomar forma.

―¿Cómo es posible? creí que estabas muerto.

―Y continúo así, solo que en la armadura de Libra deposité un vestigio de mi sangre y gracias a ti puedo manifestarme. No te preocupes solo deseo ser un guía en tu recorrido por este santuario demoniaco.

―Supongo que no tengo opción, después de todo es mejor subir por alguien que ya estuvo aquí.

Caminó por una hora sobre la gran pirámide escalonada hasta que llegó a la parte más alta del santuario donde se elevaba un recinto con cabeza de demonio. 

 

 

Llegó al trono vacío de Ares. Donde divisó que detrás se ocultaba un gran portón que era la entrada a un horno gigantesco donde se alzaba en su base una columna por donde nacía el sol rojizo en la cúspide de la torre.

Pudo contemplar el gran horno, estando a las puertas donde nacía el fuego carmesí. La misma esencia de Ares estando en estado de reposo, pudo percibir como incontables voces se lamentaban como si vinieran de las mismas flamas, estar ahí le parecía un infierno y la sensación más terrible que había vivido a pesar de todas sus experiencias.

 

―El señor Hades dijo que debiese tomar la caja de las profundidades del gran Horno. ¿Cómo podré obtenerla sin quemarme? ¿Qué saldrá de su interior?

―Los espíritus del mal y del bien no son en realidad específicamente unos daimones, ni tampoco fueron un regalo. Si no otra cosa, en la antigüedad solo había paz y armonía con la naturaleza, pero los seres humanos empezaron a inquietarse y terminaron haciendo un culto al mal al adorar a los dioses y pelear en sus guerras dañando la creación, la madre tierra. Ya que ellos les enseñaron a utilizar el cosmos. La fuerza para destruir en vez de crear.

―¿Quieres decir que no nacimos con esta cualidad?

―No te equivoques no quiero decir eso. Sino que los humanos despertábamos con eso don innato del séptimo sentido. Sin embargo, un arma es una herramienta se puede usar para obrar el bien como el mal, debido a que los dioses nos lo restringieron al alterar nuestra naturaleza. Por ello Prometeo al vernos creo la segunda Pithos para dormirnos pues vio que nos llevaría a la destrucción en el futuro, mientras la caja original contiene el conocimiento del libre albedrio del cosmos.

―Una nos despertará todo el conocimiento del cosmos y la otra nos dormirá para olvidar nuestros orígenes. Prometeo solo encontró la forma de controlarnos para los dioses.

―No divagues Enoc, ese titán solo era el artífice de los dioses en un principio y nos trajo al mundo ser esclavos, pero luego sintió piedad hacia nosotros, por ello se reveló generando un odio con los que lo encerraron. Su cercanía con los humanos lo humanizo, así como le sucedió a Athena.

―El cosmos primordial siempre ha sido nuestra fuente de vida, nuestro creador.

Enoc comprendió y se despojó de sus ropajes dorado, mientras su cosmos ardía de forma pacífica en una energía fluctuante blanquecina, traspasó el portón, como si fuera un fantasma, ¿Qué le sucedería en el interior del gran horno?

                                                                                                      ***

 

Nadie diría que se podría ir directamente al Tártaro desde la tierra por un agujero en el volcán de la isla Death Queen. Sin embargo, atravesarlo era un reto de morir en la caída o sobrevivir.

Hasta la entrada del volcán habían arribado, Juno de Pavo real y Shedir de Casiopea, quienes se cuestionaban su misión.

 

—El olor que emite este volcán es una peste si no fuera porque estamos protegidas con la sangre de Athena, seguramente los vapores tóxicos nos llevarían a la locura.

—Debemos intentarlo, Shedir. Si no llegamos al Tártaro con vida, no podremos detener el holocausto de Ares.

—Lo sé, solo que venir aquí me recuerda por quien traicione a Athena y a mi hermana.

—Si conseguimos la caja de Pandora lograremos salvar la tierra y el orden natural volverá a como era antes.

 

Las doncellas de Athena se habían introducido por un camino secreto dentro del volcán de la isla Death Queen, saltando encima de un pozo con un agujero negro el cual creían que las destruiría por la tremenda presión que sintieron sus cuerpos, pero de alguna forma sobrevivieron y ahora estaban a los pies de un gran santuario cubierto por tinieblas y en su cúspide una llamarada rojiza lo alumbraba.

Las dos contemplaron un santuario de grandes proporciones y construido por niveles de mayor a menor anchura a medida que se eleva, teniendo unas enormes murallas para impedir el acceso al lugar que no sea por su escalera central, cuando alguien les salió en la entrada. Un hombre en vuelto en un ropaje tenebroso de pequeñas alas con un casco cuernudo dejando ver sus mechones pelirrojos. 

 

—Ha pasado mucho tiempo, Shedir  ―dijo el hombre de ropaje tenebroso sacándose su casco evidenciando un rostro con dos cejas bermellón.

―No puede ser… ¡Amón del Fénix!

―Ahora soy Aiakos de Garuda. Uno de los tres jueces del dios Hades.

―¿Qué por qué sirves a Hades?

―Por un juramento inquebrantable que hice con él después de morir. Ahora mi misión es proteger que nadie interrumpa la cruzada de Enoc.

―Enoc está adentro ―corroboró Juno―. Entonces debemos ir con él lo antes posible.

―Me temo que no las puedo dejar pasar, nadie puede hacerlo. Fue una orden de Hades que nadie interfiera en su cruzada.

―No tengo tiempo para esto ―decía Juno cuando saltó para propinarle una feroz patada―. ¡Te quitaré a la fuerza!

 

La doncella de plata lanzó su patada mortal, cortando el espacio a una gran velocidad. Pero Amón se teletransportó esquivándola para volver aparecer en el mismo lugar y le atrapó el pie una vez que termino de ejecutar la patada. Entonces la sujetó con ambas manos.

 

―¡Te devolveré hacia la superficie!

¡Aletazo de Garuda!

 

Gritó el juez lanzándola muy lejos en un ciclón de energía perdiéndose en los cielos tenebrosos. Sin embargo, luego de tres segundos, cayó como un meteorito impactándose entre las escalinatas de la entrada a los pies del Juez.

―Creo que solo alcanzó a rosar la superficie del Tartaro.

―Maldito como te atreves no has cambiado, sigues siendo el mismo hombre que conocí. Ahora que tengo la oportunidad, vengaré a mi hermana Makeda por haberla manipulado ―decía Shedir incendiando su cosmos elevando su brazo derecho―.

¡La gran Erupción!

 

Shedir lanzó desde su brazo derecho toda la fuerza de la naturaleza en forma de un volcán arrojando lava a su paso. No obstante Amón la recibió de lleno, pero milagrosamente salió de entre las llamas de magma como si nada.

 

―¿Qué? Maldito insolente no te atreviste a esquivarla, o realmente te alcancé.

―Para nada, aún tu calor no es suficiente para llegar a quemarme. Quise darte algo de ventaja, creo que te la mereces. 

―No necesito que me tengas consideración ―vociferó Casiopea saltando eufóricamente para golpearle el rostro con un puñetazo, pero el juez le volvió a poner la mejilla.

―Quería disculparme de alguna manera contigo, pero creo que tenerte consideración te deshonra como guerrera. Entonces te honraré con la técnica más fuerte de Garuda…

 

¡ILUSION GALACTICA!

 

En un acto de danza cósmica, cruzó sus brazos para hacerla caer en un abismo de espacio tiempo irracional, donde varios órganos con un solo ojo la alumbraron quemando sus nervios mientras sentía al mismo tiempo un terrible impacto cósmico que la dejó peor que Juno totalmente destrozada en un cráter.

 

―Lo siento Shedir. No creí volver a verte, creo que las utilicé a ambas en mi egoísmo en vida, pero no le mentí a tu hermana acerca de mis sentimientos.

 

Fue entonces que se fijó que mientras él reflexionaba. Juno se había puesto de pie y se había adelantado, pues vio cómo se estaba alejando. Entonces cuando se proponía a seguirla, unas estacas de hielo muy pequeñas se le clavaron como dardos en las piernas.

 

―¿Quién osa interponerse?

―Yo Ganimedes de Copa, he llegado con la misma misión. No me importa quien fuiste en el pasado, pero no dejaré que tomes la vida de las santias.

―¿Acaso no eres un escudero? ―agregó Amón con una mueca―. Te vez muy rudo, me recuerdas un poco a David de Acuario.

―Con que lo conociste.

―Creo que con él también lo manipule, pero ya no puedo enmendar mis errores del pasado. Solo debo centrarme en el presente. Es por eso que te aplastaré como a las demás sin misericordia.

―No podría ser diferente. ¡Aprovecharé de vengar cualquier afrenta que le hayas hecho a mi antecesor! ―aclaró Ganimedes llenándose de su aura helada, mientras creaba orbes azules a su alrededor―.

 

¡Lanzas de hielo del Loto Blanco!

 

―Recibe el aletazo de fuego del ave inmortal…

 

¡VUELO CELESTIAL DE LAS ALAS DEL FENIX!

 

Aiakos alzó sus manos hacia adelante para liberar una onda ígnea de gran poder que amortiguó y contuvo el avance de todas las lanzas de hielo, las cuales impactaron en el centro produciendo una terrible colisión que los hizo retroceder a ambos, Ganimedes cayó con su ropaje de plata dañado en algunas partes, pero el  juez al tener una armadura superior se puso de pie antes y justo cuando se pensaba aprovechar de que aún estaba entumecido para reincorporarse, el espectro quiso cortarle la cabeza pero se dio cuenta que tenía el brazo entumecido, muy pronto verificó que tenía perforaciones diminutas las cuales habían cristalizado su brazo derecho de una forma tardía.

 

―Vaya… quizás si hubieras traído otra armadura hubieras salido mejor parado que yo, teniendo la oportunidad de vencerme.

―Mi armadura dorada quedó dañada después de enfrentar a Ares.

―Entonces es una lástima, ahora prepárate para morir.

―¡Espera Amón! ―exclamó Shedir quien se había recuperado―. Ganimedes alcanza a Juno, él y yo tenemos algo pendiente.

―Está bien te lo encargo.

―De cualquier manera, no llegarás muy lejos ―agregó Amón.

                                                                                                  ***

Entretanto, Juno se encontraba subiendo todavía las escaleras llegando al segundo nivel del Zigurat el cual había que introducirse por el interior de un pasaje cubierto de maleza y dándole una atmosfera de un bosque sombrío donde el camino a seguir subiendo se hallaba después de atravesar ese oscuro túnel.

Juno cortó la maleza que ocultaba el camino cuando algo la detuvo que no pudo seguir podando el lugar con su afilado brazal.

 

―¿Qué sucede mi brazo no se mueve? ―se cuestionó la doncella. Cuando divisó que tenía incrustado un finísimo hilo blanco―. ¿De dónde viene este hilo?

―Mejor vuelve por donde viniste ―dijo una voz más aguda acercándose desde la pasarela superior, un hombre de ropaje tenebroso de enormes alas―. Yo soy Minos de Grifo.

―Eres otro de los enviados de Hades. Déjame adivinar, también fuiste un santo exiliado.

―Así es, pero eso no tiene importancia ahora. Si quieres continuar te haré bailar hasta que mueras.

―Bailar?... ¿Qué dices? Aunque sea una doncella nunca me verás bailar como una vulgar mujer.

 

―¡Marioneta Cósmica! ―

 

En eso entonces Minos creó desde sus dedos múltiples fibras invisibles las cuales sujetaron las extremidades de la santia del Pavo Real, quien no pudo zafarse y comenzó a moverse de forma bizarra, como una verdadera bailarina de un harén. Cosa que le desagradó totalmente a Juno, recordando como el papa trataba a sus hermanas.

 

―No te gusta bailar, pues entonces acabaré con tu sufrimiento de un solo movimiento ―decía el juez de Grifo al alzar un brazo―. ¡Con un solo giro, te voltearé la cabeza en 180° grados!

 

No obstante, al momento que Juno comienza a sentir como su cuello se dobla unas estacas de hielo cortaron la presión soltándola parcialmente a Juno de las ataduras del Juez. Ganimedes de Copa había llegado para auxiliar, acto seguido le propuso atacar al juez al mismo tiempo. Por lo que Juno asiente y afila su brazo libre y el copero empuña su nudillo de un puñado de hielo para atacar junto a ella, pero el juez nuevamente se mofa de los dos ya que redirige los ataques hacia ellos mismos con su marioneta cósmica, cosa que Ganimedes choca su puño congelado contra la espada de Juno, produciendo una colisión que le saca astillas de hielo al puño y ella termina con su brazo dañado.

 

―Fueron unos tontos, mis hilos siempre los detendrán y harán que yo los manipule como quiera. Nadie se resiste a mi manipulación de cuerdas cósmicas ―explicaba muy confiado el juez, cuando vio que algo lo jaló también a él―. ¿Qué?

 

Minos vio con asombro como Juno se resistió al afilar sus extremidades, incendiando su cosmos más allá de su límite, dio origen a dos espadas de luz en cada brazo. Todavía estando sujeta al control con algunos hilos.

 

―Una técnica vista no funciona dos veces en un santo, ya deberías saberlo sí fuiste uno ―bramó Juno al extender dos hojas cortantes como sables de luz en cada brazo―. Ahora observa el filo de mis espadas…  

 

¡Danza Gemela Excalibur!

 

Juno desplegó múltiples ráfagas cortantes las cuales ondearon en el viento cortando todas las fibras cósmicas de Grifo dejando libre a Ganimedes y a ella, quedando perplejo el Juez pues resistió la embestida de hojas cósmicas al protegerse detrás de sus enormes y solidas alas.

 

―No puedo creerlo, ¿cómo cortó los hilos de la marioneta cósmica?

―Mi espada se ha afilado a su máximo nivel, ahora que he cortado todos tus hilos. Estás acabado.

―No estaría tan seguro ―dijo Minos al tirar de su dedo índice y sujetar desde un hilo la cabeza de Juno―. Este último no pudiste cortarlo, es el hilo del inframundo y es indestructible.

―No puede ser ―agregó Juno cuando sintió como su cuello comenzaba a desangrar―. No puedo respirar…

 

Justo en ese momento Ganimedes desenfundó una daga de hielo, con la que pudo cortar ese último hilo, salvándole la vida a Juno en el último momento. Cosa que ella notó que había roseado la daga con su propia sangre dándole un toque semidivino a la pequeña estaca.

 

―Maldito, ¿Cómo fue posible que pudieras cortar el hielo del inframundo?

―Nos subestimas demasiado, somos nazir tenemos muchas formas de usar nuestra simiente a nuestro favor ―aclaró el copero al ponerse delante de la santia―. Deprisa Juno. Tu destino es alcanzar a Enoc.

―Gracias.

 

El juez quiso detenerla, pero se dio cuenta que una onda en el aire lo inmovilizó, muy pronto percibió como todo su cuerpo estaba sellado debido a la humedad que lo rodeaba por todo su cuerpo.

 

―Maldito, me has sellado mis movimientos para permitir que escape.

―Solo fue momentáneo. Muy bien ahora que ya no puedes usar tu marioneta cósmica. ¿Qué harás? 

―Pues usaré mi mejor arma. Mi naturaleza salvaje, mi cuerpo ―dijo el Juez al desprenderse de su torso superior y sus alas, quedándose solo con la parte inferior de su surplice―. ¡Pelearé como el hombre que fui, Baihu del Tigre!

―Estás loco, estando desnudo ahora eres presa fácil para ser empalado por mis lanzas de hielo ―respondió el santo de plata al cristalizar varias estacas producto de la humedad en el aire―.

 

¡Lanzas de hielo del Loto Blanco!

 

Ganimedes le lanzó varias estacas de hielo, las cuales intentaron perforar en Baihu, cualquiera pensaría que con tan solo clavarle una, sería suficiente teniendo su cuerpo desprotegido del pecho, pero él las esquivó corriendo velozmente una a una, sin ser alcanzado por ninguna hasta llegar al santo y quedar a un centímetro de atravesar su abdomen con su mano desnuda.

 

―¿Cómo lo hiciste?

―La madre naturaleza me guía sin necesidad de usar mis ojos.

 

Baihu le sorprendió dándole una patada doble que lo tumbó al suelo, entonces lo embistió de una forma que no pudo ver, pues varios ataques le rebotaron por distintas zonas del cuerpo, Ganimedes sintió la presión de cada golpe, cayendo de cuclillas.

 

―¿Qué fue eso? No tuvo necesidad de acercarse y pudo golpearme de esa forma.

―Me subestimas demasiado, pensaste que la marioneta cósmica era mi mejor arma. Pero desconoces mi verdadera naturaleza ―le devolvió con una mueca el juez.

 

          ***

 

Entretanto el combate entre Casiopea y el ex santo del Fénix estaba llegando a su clímax. Cuando ella incendió su cosmos con toda su fuerza, liberando la mejor de sus técnicas para atacar sin piedad al hombre que una vez amó y solo consiguió alejarla de su hermana, y ahora se arrepentía. Ella elevó su brazo derecho concentrando su cosmos en su mano, para posteriormente lanzar una erupción volcánica contra el enemigo en forma de lluvia de meteoritos minúsculos, el magma arrojado en contra de su rival en la forma de miles de meteoritos.

 

―¡Con esta técnica te reduciré a cenizas, Amón! ―vociferó ella con todo su ser―. Recibe el fuego sagrado de Casiopea…

                                               ¡Lluvia de lava ardiente!

 

Amón salió volando por la gran explosión que terminó como un vórtice ígneo, el cual elevó el cuerpo del Juez hasta los cielos, perdiéndose en las nubes. Cayendo Casiopea agotada por el esfuerzo, quedó de rodillas con una leve sonrisa de satisfacción.

 

―Hermana, espero que con esto me perdones.

―Yo creo que solo tú eres la que no se perdona ―dijo una voz desde los cielos.

―¡No puede ser! ―exclamó atónita viendo al juez de brazos cruzados en lo alto de una torre―. ¿Acaso usaste tus alas de Garuda para escapar?

―No fue suficiente. Aunque no estuvo mal, te enseñaré como soltar todo el fuego interior sin necesidad de que brote de emociones negativas.

―¿Qué dices? ―se encogió de hombros―. Mis llamas son destructivas y justas, acaban con todo reduciéndolo a cenizas.

―Enserio, pues entonces te mostraré la verdad de tu alma ―aclaró el Juez al señalarla con su dedo índice, produciendo un destello.

 

El juez disparó un pequeño rayo sobre su frente, que la cegó por unos momentos. Perdiéndose en la oscuridad, se vio a sí misma desprendida de su ropaje de bronce, cuando era una niña, caminando por un estrecho sendero todo puntiagudo mientras sentía que era castigada por subir la colina llena de espinas, solo podía ver la cima donde se veía una fuente para beber agua, y un lecho donde podía descansar, pero al cargar a una bebé en los brazos la travesía se le hacía más lenta y pesada. Entonces el olor de un festín le llamó la atención para apresurarse más por llegar a la cima, cosa que empezó a correr con más prisa, subiendo más rápido cuando por fin pudo llegar se sintió más aliviada, pero algo le pasó que miró hacia atrás de nuevo.

 

―¿Qué sucede acaso olvidaste algo? ―Le cuestionó una voz desde los cielos.

―Por qué llegue tan rápido.

―Será porque soltaste tu gran carga. No traías a tu hermana en tus brazos…

―¡Yo nunca haría eso! ―exclamó empuñando los dedos―. Yo soy la más justa, me sacrifique a mí misma para no hacer sufrir a mi hermana.

―Enserió creíste que lo hiciste por ella, en vez de hacerlo por ti.

 

Fue entonces que una víbora salió de la arena sorprendiéndola se le enrolló en el cuerpo estrangulándola con gran presión, reconociendo esa voz y esa aura tan oscura que emanaba la víbora carmesí.

 

―¡Eris!

―Fuiste una tonta al venir al Tártaro, ya no puedo regresar a la tierra. Sin embargo, al venir aquí esta vez te sentenciaste por la eternidad a ser mi cascaron.

―No, otra vez ―dijo mientras intentaba respirar con dificultad―. Yo prefiero la muerte.

Shedir se golpeó a sí misma en su pecho, atravesando su corazón sacó su mano cubierta de sangre, comenzó a agonizar cayendo lentamente, cerró los ojos yéndose a negro. Volviendo a la realidad, la doncella se quedó horrorizada quedándose inmóvil ante el juez.

 ***

 

 

Justo cuando Juno estaba llegando a la zona más elevada del Zigurat, en la entrada de la cámara del trono de Ares. Se detuvo al sentir como el cosmos de Shedir se esfumó dejándola preocupada, tanto que la hizo voltearse queriendo ir a ayudarla. 

 

―Perdóname Shedir, pero debo continuar ―la doncella volvió a voltearse, pero justo divisó como alguien se acercaba lentamente desde el interior―. Sabía que serías el último. Tú Radamanthys de Wyber.

―Ya es tarde Juno. Será mejor que te retires, Enoc  ha entrado a un lugar de no retorno. 

―¿Acaso ha encontrado la caja de Pandora?

―Él ha entrado al corazón del Tártaro, en el gran horno. Ahora no podrá salir de ahí sin abrir una de las urnas sagradas.

―Debo alcanzarlo, sal de mi camino. ¡Seiryu o Radamanthys como diablos te llames! ―dijo Juno al darle un espadazo, no obstante, el juez le esquivó poniéndose a un costado.

―Estás cubierta de heridas, tus extremidades están desgastadas por llegar hasta aquí ―respondió el Juez al desplegar sus enormes alas y embestirla con su bíceps en el cuello―.        

                                                   

                                                                                         ¡GLIDING ROAR!

      “Rugido Deslizante”

En un ataque aéreo la sostuvo y elevó por sobre los cielos, para dejarla caer abruptamente sobre las escalinatas, impactándola de un estruendo al suelo. No obstante, la doncella de plata se puso de pie nuevamente. 

 

―Tú comenzaste adoctrinar a Enoc con ídolos falsos, él regresó cambiado desde que volvió de Rozan ―decía Juno culpándolo de todo, cuando su brazal derecho se afilo creando una hoja de cosmos―. ¡Por eso note perdonaré!

 

¡Excalibur!

 

Descargando una ráfaga cortante sobre él, quiso apartarlo del camino destruyendo los cimientos del techo para sepultarlo, dejando al juez cubierto de escombros. Sin embargo, desde el interior una onda explosiva se originó mandando a volar todas las rocas junto Juno nuevamente. Se vio como una era presa de un gigantesco Wyber en los cielos, pero la santia alzó sus alas cayendo de pie.

 

―Tal y como un dragón no dejará que entre a la cueva para llevarme su tesoro ―decía Juno al ver como el juez levitaba en el aire mientras su coleta azulada zigzagueaba―. ¡Debo evitar que Enoc traiga su  injusticia al mundo!

―Tú sabes lo que hay más allá.

―Athena me ha dado una visión de lo que se encuentra. Las dos cajas de Pandora están ahí, si Enoc abre la caja del mal sentenciará a la humanidad a que nos alejemos de la protección de los dioses, de Athena. Pues él siempre ha querido que los hombres tomen el conocimiento perdido, por encima de la vida virtuosa que nos brinda Athena y los dioses si abrimos la Pithos la urna del bien.

―Así que eso piensas. Cual crees que fue la caja que abrió Pandora la primera vez entonces ―se quedó callado un momento esperando una respuesta de parte de ella―. La caja del mal, como la llamas en realidad nos trajo el conocimiento del cosmos y tú planeas abrir la Pithos la cual dices que nos otorgará una vida virtuosa del agrado de los dioses. 

―El mundo ahora sufre una enfermedad causada por Ares, los humanos se corrompen por su influencia. Solo la luz de la sagrada Pithos purificará los corazones de la humanidad para que volvamos a nuestro comportamiento natural.

―Quizás consigas eso, sin embargo, lo que harás será dormir la conciencia del cosmos en el corazón de los humanos como Athena hizo una vez. No es la primera vez que sucede que los hombres se alejan de los dioses, vuelven a reiniciar la conciencia humana borrando nuestro conocimiento del cosmos, para volver a educarnos como niños a su imagen y semejanza.

―¡Blasfemias! ¡Athena nunca nos haría nada para perjudicarnos! ―exclamó Juno al extender su brazo en forma de garra hacia él, proyectando el aura de un Pavo Real―.

 

¡Danza celestial de Alas destellantes!

 

La doncella convocó un vendaval desde la palma de sus manos emanando una ráfaga de intensos vientos con rastros de plumas multicolores, mientras su oponente sostuvo su brazo izquierdo mientras extendía el otro, liberando el aura de un Wyber haciendo crecer una esfera de cosmos desde el interior.

 

―¡Gran Caución!

 

Las dos ráfagas impactaron al unísono, provocando un estruendo en la tierra. Sin embargo, la doncella de plata cayó de cuclillas mientras que el Juez aún se mantenía de pie.

 

―Como era de esperarse, aunque usé mi mejor ataque aún continua en una pieza. De que están hechas sus armaduras oscuras.

―Eso fue sorpresivo, un segundo más y no hubiera salido ileso. Estás determinada a alcanzar a Enoc sin importar las consecuencias, no es así. Pero con este último golpe te terminaré… ¡Dragon Ascendente! ―respondió el Juez al ver que ya no le quedaban fuerzas, quiso destruirla al darle un puñetazo para perforar su corazón. No obstante, chocó con el brazal circular de Juno que le hizo retroceder el impacto―. ¿Qué? Eso es un escudo.

―Todavía no, no debo morir hasta llegar con Enoc. Solo una descendiente directa del linaje benévolo de Athena puede abrir la Pithos.

―Crees que Enoc no es digno, él es uno de los portadores de los tesoros.

―Eso no importa, yo debo seguir peleando hasta llegar con él.

Fueron las últimas palabras de Juno cuando se desplomó. En eso, un temblor se sintió en toda la capital del mundo de los demonios. Muy pronto se dieron cuenta que los cielos comenzaban a distorsionarse por una extraña razón, como si el mismo tiempo espacio se deformara.

 

 

                                                                                                  ***

En todo el Tártaro se presenció el destello en los cielos, entretanto la batalla de Minos de Grifo y Ganimedes Copa. La pelea parecía que se había detenido por unos momentos, pero luego se reanimó cuando el santo de Crateris comenzó a emanar su humedad.

 

―No tiene caso continuar la pelea, por fin Enoc lo hizo. Con esto la humanidad se conectará con la naturaleza original y olvidará a los dioses.

―¿Qué dices? ―se desconcertó el copero―. Qué fue lo que hizo, acaso no está peleando por lo mismo que nosotros.

―Vosotros han venido, a preservar el orden de Athena. No es así, pues nosotros buscamos lo contrario. La hermandad del hombre siempre buscó esto.

―Deja de decir tonterías, y mejor pelea. Tengo que terminar con esto de una vez ―dijo el copero de plata formando orbes cristalizados―. ¡Te empalaré con los colmillos del loto blanco!

 

¡TORMENTA GIRATORIA DE LANZAS DE HIELO!

 

El copero cruzó sus dos brazos cristalizando múltiples saetas de hielo, las cuales se solidificaron a su máxima dureza cuando estallo la gran tormenta del Copero.

 

 ―Será inútil, ya descifré vuestra técnica inicial ―decía el Juez reuniendo un aura fría semejante a la humedad de Ganimedes―. ¡Te trituraré con los colmillos del tigre!

 

¡La Garra del Tigre Blanco!

 

En una danza de sus brazos y patadas, el juez disparó múltiples ráfagas desde sus extremidades como finísimos rayos blanquecinos rasgando el espacio en distintas direcciones. La técnica rayos pareció dominar la lluvia de lanzas de hielo reuniéndolas en unos vórtices que las dispersó en los cielos.

 

―¡No puede ser! Fue capaz de manipular la trayectoria de mi tormenta ―se asombró el copero cuando no tuvo tiempo de relajarse y Baihu le salió de frente y en un instante rasgo su ropaje de plata con sus garras cósmicas―. ¡Mi armadura, ¿acaso es superior a mí?!

 

Ganimedes cayó al suelo a los pies del Juez, cuando sintió que sus fuerzas le abandonaban tuvo un impulso en su interior y atrajo fuerzas del exterior al inhalar un soplo de aire, fue capaz de ponerse de pie.

 

―¿Qué? ―Grifo lo miró con extrañez reconociendo su fortaleza―. Por un momento sentí como atrajo fuerza del mundo exterior, cómo lo hizo ningún santo del santuario sigue las doctrinas de nuestro culto.

―De qué hablas. Piensan que son los únicos que descubren nuevas formas de alimentarse del cosmos. Yo desarrollé esta habilidad de recuperarme milagrosamente, de la misma manera que mi cloth de Copa es capaz de sanar las heridas.

―Entiendo ya veo inconscientemente tú espíritu adquirió la habilidad sagrada de tu Cloth. Había escuchado sobre la legendaria copa que Athena bendijo al tomar agua y ahora veo que tú eres la prueba viviente.

―Mientras mi sangre continúe ardiendo seguiré levantándome hasta congelar a mis enemigos.

―Tendrás que congelarnos a todos ―se escuchó una voz, desde atrás apareciendo el juez Garuda cargando entre sus brazos a una inconsciente doncella―. Te traje un regalo de despedida.

―No es la única ―dijo una voz desde arriaba en los cielos levitando otro espectro de largos cabellos azulados cargando otra doncella de rubios melena―. Llévate a tus hermanas y abandonen este mundo.

―Shedir, Juno… ¡Malditos!  ―bramó el copero sintiendo acorralado por los tres jueces.

―Esta es la última oportunidad, retírense o los enterraremos aquí en este mundo.

―Este reino se distorsiona, dentro de una hora quedará alejado del infierno por el poder de nuestro dios Hades. Por lo que no podrás salir si no se van ahora.

―¿Qué dices? ―se encogió de hombros el copero cuando veía como poco a poco los cielos se deformaban―. ¡No es mentira el espacio tiempo de este mundo se deforma!

―Ya perdieron, nosotros regresaremos al reino de Hades a ver los cambios de la nueva era.

―Todavía no ―replicó el copero―. ¡Aún hay esperanza mientras sigamos con vida!

 

De pronto de entre los cielos, tres cometas luminosos cayeron sobre los mestizos envolviéndolos con su luz, los jueces contemplaron como Juno, Shedir y Ganimedes fueron cubierto por ropajes dorados. Los cuales estaban levitando sobre los tres jueces como si fuesen ángeles de luz descendiendo sobre los infiernos a castigar a los demonios. 

 

 


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 18 enero 2022 - 20:17

Ha pasado un buen tiempo y este fic sigue igual :( 

 

Bueno, todavía tengo los dos últimos caps que publicar para terminar esta historia de una buena vez. Aquí va el penúltimo capitulo.

 

CAPITULO 65.- LA ELECCION ENTRE EL BIEN Y EL MAL.

 

En el interior de la cámara oscura, nadie imaginaba que el escriba había atravesado el muro de fuego del gran horno, y en vez de quemarse. Algo sobrenatural le había sucedido pues había llegado a una lejana dimensión donde nadie más podía acceder. Se vio flotando en una tierra plana, una isla inmaculada y alejada de toda presencia divina. Pues no sentía el cosmos de nadie, solo un largo paisaje de campos paradisiacos, los cuales llegó a confundir con los prados de los campos elíseos. Sin embargo, no estaba ahí.

Enoc aterrizó sobre un campo de gases, los cuales erosionaban una extraña sustancia blanquecina como burbujas de forma que le daba una sensación de tranquilidad, pues podía sentir que todo el lugar albergaba una armonía cósmica. El escriba siguió llegando a la orilla de una playa, cuando se detuvo al divisar como alguien salían de entre las aguas.

Un hombre de cabellos ondulados aguamarina en vuelto en un ropaje dorado con forma de pez en el casco.

 

—Bienvenido seas Enoc, al reino de Hiperbórea. Donde la vida misma se originó.

—Esa voz, te recuerdo. Tú eres Oannes de Piscis, pero no es posible.

—Aquí no soy más que una proyección, ya que no alcancé a concluir mi entrenamiento en el cosmos de la nada, lo suficiente como para darme forma corpórea, ni siquiera estoy usando la armadura dorada verdadera.

—Ya veo, dijiste Hiperbórea. Solo una vez escuche sobre este mundo. La tierra que se decía queda más allá del norte, pero cómo fue posible que llegase del Tártaro hasta aquí.

Enoc tu voluntad te ha guiado debido a tu cercanía con el cosmos de la nada. Has llegado a la fuente.

—Este lugar parece emitir tanta energía como si estuviera regocijante, creo que nunca me cansaría. No obstante, puedo incluso percibir vuestros sentimientos, hay algo que nunca tuviste oportunidad de decirme.

—Aquí aflora la verdad del alma, es cierto Enoc puedes deducirlo por ti mismo —dijo Oannes sonriendo—. Yo soy tu padre biológico.

—Yo soy un nazir mestizo, nacido del árbol de Athena. Se supone que ninguno de nosotros tiene un padre, ya que somos creados.

—Ohh sí, pero yo cambie eso. Pues inseminé mi sangre en el árbol para cambiar la matriz de la creación, dando como resultado un hombre más natural. Tú como todos eres hijo de la tierra, la cual es tú madre y debes proteger. Yo solo di mi sangre para que buscaras la verdad. Originalmente los nazir solo eran seres creados por una mezcla entre la sangre de Athena y la Gorgona. Dando como resultado seres egoístas y mundanos que vivían una vida injusta, yo produje una anomalía al crearte a ti. Que buscas solo la verdad y la justicia.

—Pero entonces, ¿quién te creo a ti.?

—Un hombre común y corriente introdujo su sangre para que yo naciera siendo la primera anomalía, Seiryu del Dragón. De cualquier manera, la vida que escogiste te ha traído hasta aquí.

—Significa eso que Juno, Ganimedes y todos los de la sangre derecha son mis hermanos…

—No necesariamente, ya que mi sangre se diluyó con el tiempo. Sin embargo, la esencia principal se preservó ya que vosotros son seres espirituales idealistas que buscan la verdad del Cosmos.

—En el fondo todos vamos por diferentes caminos, pero buscamos lo mismo, un mundo ideal cercano a la verdad, al cosmos. Sin saber que realmente existía, buscaba llegar a Hiperbórea.

—Puedes descansar todo lo que quieras, ya no te preocupes de nada. Has regresado a casa, finalmente puedes dedicarte a vivir en paz.

—Pero mis amigos y la tierra.

—Ya no perteneces a ese reino inferior. Enoc quédate aquí y disfruta de esta armonía aquí nunca llegarán los dioses ni ningún mal, estamos en el reino más superior de todos.

—¿Como estás tan seguro? —se cuestionó Enoc, encogiéndose de hombros—. Tienes razón ya no siento ese gran peso que sentía en la tierra, pero eso no me hace olvidar que necesitan mi ayuda.

—Aquí puedes dedicarte a estudiar este mundo y entrar en contacto con el todo, puedes escribir tu libro como siempre quisiste.

—Es cierto, ya casi lo había olvidado. Mi única pasión era el estudiar el mundo y preservar el conocimiento.

—Aléjate de las cuerdas del pasado, Enoc. Aquí puedes comunicarte con todos los antepasados que quieras sí entras en la meditación correcta.

—Enséñame este lugar.

 

Oannes lo llevó a dar un recorrido levitando su cuerpo por encima del campo de gases que mantenían los cielos purificados de una atmosfera luminiscente. Al seguir su camino recorrió un valle donde había varias especies de animales, los cuales nunca había visto y creía extintos, pero había visto sus imágenes por los registros del santuario. Enoc vio como una manada de enormes rinocerontes lanudos bañándose en un lago, mientras por un sendero rocoso, una manada de tigres dientes de sable corrían ágilmente tratando de cazar unas aves de largas patas, pero de cortas alas las cuales no podía reconocer, pero tenían un aspecto del terror. Por otro lado, llegó a la zona más elevada donde se topó sin querer de una parvada de aves las cuales parecían que lo iban a atacar, pero mágicamente fue protegido por un campo de energía que las esquivó a todas.  Entonces fue atravesando la zona más fría, donde veía que la tierra estaba congelada y podía ver mamuts andando, realmente todo le parecía como si estuviera en la época de antaño de la tierra solo que los animales aquí nunca se extinguieron pues jamás ocurrió algún cambio que afectó el ecosistema.

Por fin Enoc llegó a la zona más protegida después de unas horas por la inmensa tierra plana después de ver toda clase de animales prehistóricos. Entró a un área más reservada donde los animales no se acercaban por alguna razón, pues sentía como el ambiente era más pesado. De pronto cayó sobre un nauseabundo pantano, una tierra neblinosa que escondía un profundo bosque desahitado por el silencio que abundaba.

 

—¿A dónde hemos llegado?

—Esta es la zona más densa, estamos en el corazón de Hiperbórea. No pienses que el cosmos solo vive en nosotros, nos rodea a todos y se expande. No obstante, para encontrar la armonía se necesita conocerlo en sus dos extremos tanto en la energía viva y la energía cósmica.

—El cosmos de la nada y el cosmos asesino, representan la vida y la muerte. Ya veo, este pantano representa esta última.

—Puedes indagar todo lo que quieras, descansar en este mundo. Pero si no consigues dejar de pensar en tus preocupaciones jamás conseguirás el balance para vivir aquí. ¿Qué es lo que te aún te inquieta?

—Lo siento soy tan perceptivo —sonrió el escriba mientras empuñaba el puño—. En el fondo no puedo dejar ir todo, me gustaría realmente quedarme, pero no podré hacerlo hasta no terminar mi misión en la tierra.

—Entonces, en ese bosque encontrarás la caverna primordial. Te aseguro que ahí encontrarás lo que buscas, pero no podré guiarte hasta allá.

—Entiendo, gracias debo ir entonces. Aunque prometo volver.

 

Enoc se introdujo por el bosque dándose cuenta que la maleza era muy nauseabunda, pues la neblina era tan espesa a medida que se adentraba que lo mareaba un poco, pero fue capaz de llegar a una extraña formación rocosa, la cual parecía ser la fuente de donde se emitía toda esa niebla. Enoc entró lentamente con bastante precaución pues sentía como el cosmos que albergaba el interior lo deformaba todo, muy pronto se dio cuenta que estaba recorriendo un oscuro sendero que cuando divisó bien estaba frente a un abismo primordial sin fondo.

 

—Esto es una realidad muy extraña. Siento que me podría despedazar en cualquier momento. ¿Dónde están las cajas?

 

De pronto las dos urnas se materializaron de la nada frente a él, una gigantesca de color blanca y otra pequeña negra como el ébano. Enoc le pareció que fue él mismo quien las llamó con el pensamiento, pero eso no le sonaba nada lógico.

 

—¿Qué es esta realidad?

—Por fin has llegado al punto cero del universo. Aquí fue donde se gatilló el big-bang —dijo una voz omnipotente desde las sombras—. Te estaba esperando, Enoc.

 

Una amalgama de galaxias se materializó de la nada. Enoc se sintió horrorizado al ver lo diminuto que era en comparación con esa nebulosa que emanaba un cosmos que se sentía en toda la realidad la cual parecía infinita.

 

—¿Acaso es un dios? No es posible ninguno sería capaz de llegar a este reino primordial.

—Enoc has sido el elegido para venir aquí, tu llegada no es más que una causalidad obrada por las moiras, las hermanas del destino. Yo soy el tiempo mismo, el creador de todo el mundo vivo aquel que dio origen al universo.

—Eres el dios del tiempo. ¿Tú eres Cronos el titan?

—Mi nombre es Chronos, el dios del tiempo sin forma. Naturalmente me confunden con él, no me extraña pues no es más que una burda imitación que controla el tiempo de una de mis emanaciones primitivas, el mundo inferior humano. Por otro lado, yo controlo las edades del tiempo universal.

—Disculpadme, señor Chronos. Nunca esperé encontrármelo, porque dice que soy el elegido para venir aquí.

—Así como viniste otros han venido para provocar un pequeño big-bang en tu mundo, al reino inferior al que perteneces.

—Otros elegidos, los tesoros imperiales terminaron uniéndose a mí. Eso quiere decir que soy el elegido para provocar un big-bang.

 

En ese instante Chronos proyectó unas imágenes en el espacio alrededor del escriba, dando él una mirada en 360 grados donde podía ver a cinco sujetos, en la misma caverna, lo más seguro en distintas épocas. Algunos se parecían a él, otros no. Incluso portaban armaduras, pero le eran desconocidas, eso le hizo pensar que quizás la orden de santos de Athena. No era la primera que peleaba por la justicia, hubo otras apoyando a otros dioses en otras partes del mundo, adorando otras culturas, acaso realmente habían existido otras humanidades. Eso lo hizo darse cuenta de lo antiguo que era todo esto que sucedía, un ciclo sin fin que vuelve acontecer cada cierto tiempo.

Enoc dedujo que quizás fueron sus reencarnaciones anteriores, luego se preguntó siempre le sucedía lo mismo cada vez que reencarnaba, hasta que vio que una de los elegidos era una mujer, abriendo una caja. La elegida anterior, pues dedujo que era la Pandora original.

 

—Un reinicio del cosmos. Un despertar o un silencio. Tú decides así está escrito en las estrellas, por las hijas de la noche. Un humano cada cierto tiempo debe llegar a la fuente para liberar unos pocos del mundo inferior y reiniciar el proceso para que la humanidad vuelva a nacer de la guía de los dioses, abriendo la caja del conocimiento que naturalmente producirá que otro elegido vuelva a nacer para producir el mismo evento.  Si eliges la Pithos no es más que una ilusión de la espera de la extinción hasta que un día los gobernantes se harten de la vida y provoquen la destrucción de toda especie.

—Toda la vida hemos estado viviendo en una edad cíclica, de la que alguna manera he sentido que algo no estaba bien. Una ilusión creada por vosotros o como te refieres a tus creaciones los gobernantes, que no son más que emanaciones inferiores de ti, los dioses. No obstante, solo unos pocos, se revelan ante eso los que me introdujeron en el camino del cosmos verdadero para llegar a este momento.

—Impresionante —vociferó la magnánima presencia—. Tu percepción es más rápida que la de los otros que han venido, pero aun así tenían tus mismos principios y estaban condicionados con las mismas atribuciones que los hacían predecibles, simplificando la función para la que fueron creados, aunque tengas dos opciones la salvación o la condena. Ambos sabemos cuál elegirás.

—Salvación o condena dices, yo lo llamaría sabiduría o la ignorancia. No obstante, estamos aquí como lo planeaste para que tome una decisión —decía Enoc cuando se postró en el suelo ruborizándose y comenzando a temblar—. Después de todo soy el santo de Libra aquel que tiene la elección de usar las armas por la justicia, pero antes fui el santo del Escultor, el que moldea la historia.

 

Enoc comenzó delirar, hasta que se abrazó a sí mismo y sollozó por lo que tendría que hacer, sería capaz de condenar a la humanidad o salvarla. Entonces Chronos le mostró lo que sucedía en la tierra, como Ares estaba volviendo hostiles a los humanos. Mientras en el Tartaro. Los santos vivos del sequito de Athena, se encontraban combatiendo contra los jueces. Sus amigos se peleaban entre sí, un caos sucedía en todos lados. En la tierra los seres humanos estaban comportándose sin lógica y siendo crueles sin criterio, robando y asesinando, sin ley ni orden. Incluso fue capaz de ver como los mismos dioses del Olimpo se estaban debatiendo que hacer, si destruir a la humanidad o enviar una nueva protectora que imponga el orden como Athena. Enoc se dio cuenta que ella ya no estaba en ningún lado, tampoco podía sentirla en alguna parte, como sí su misma presencia se hubiese esfumado. ¿Dónde estaba Athena?

Fue entonces cuando le hablo desde el interior de su corazón, inexplicablemente se sintió más aliviado al escucharla.

 

—¿Enoc tú que quieres hacer? —le cuestionó la diosa—. Piensas que si eliges el conocimiento como los elegidos anteriores salvarás a los humanos, pero los dormirás en la ignorancia. No obstante, si conoces la verdad de la Pithos algún día tendrás la esperanza de que los humanos despierten el cosmos liberándose hasta que llegue el día del juicio.

—Athena por qué toma partido por los humanos si usted es una descendiente de los gobernantes, me pregunta ¿qué quiero hacer en vez de lo que deba hacer?.

—Porque ese es mi propósito, fui creada para proteger el conocimiento y eso hacía en un principio. No entendía a los humanos por eso reencarné en uno para poder experimentar eso que los hacia únicos, el amor aquello de lo que carecen los dioses pues nacimos del universo sensible y finito. Mientras que vosotros los humanos son espíritus que nacieron del universo inteligible e infinito.

—Ya veo, eso quiere decir que no tiene caso elegir. Se lo agradezco Athena por orientarme sobre mi verdadero propósito —se dijo Enoc al tocarse el corazón—. ¡Chronos! ¡Esperas que haga una elección!

—¿Cuál mundo eliges crear? Eliges ser un salvador o un demonio. 

—¡Yo no soy un salvador! ¡Ni ningún elegido, soy solo Enoc el que moldea la historia! —respondió Enoc al tomar la caja pequeña y envés de abrirla para dejarla fluir sobre la fuente primordial, comenzó a abrir la Pithos también—. ¡Elijo mi propia elección fuera de tú ecuación!

—¿Qué haces? ¡Acaso intentas crear un caos! Un mundo infinito no tiene control, tarde o temprano provocará su propio fin.

—Sin embargo, será un mundo libre y las decisiones que tomemos de ahora en adelante serán por nuestra propia voluntad.

 

Enoc continuó dejando fluir ambas materias inorgánicas de las dos urnas hasta que un estallido se originó de la fuente primordial. Una gran luz magnánima se implosionó creando una onda expansiva que llegó a trascender todos los mundos en una resonancia cósmica.

                                                                                           ***

                                                                      

 

Nadie esperaba que, en la última hora, antes de que el Tártaro desapareciera del círculo de los mundos quedando como una dimensión de bolsillo. Las armaduras doradas descendieran a salvar las vidas de los santos mestizos de Athena.

 

―La armadura de Acuario nuevamente me ha elegido ―declaró Ganimedes.

Casiel la antigua discípula del papa quien me heredó Excalibur. Me ha honrado con la armadura de Capricornio ―dijo Juno.

―A mí la armadura de Tauro me ha escogido ―agregó Shedir de Casiopea.

―Los descendientes de Athena, portando armaduras doradas. Es claro que el santuario sigue privilegiando al nepotismo sanguíneo ―comentó el Juez de Garuda.

―¡Insinúas que no las merecemos! ―exclamó Shedir molesta.

―¿Quieren volver  a pelear? ―cuestionó Baihu a los mestizos―. De cualquier manera, la armadura solo es un complemento. Deben saber que lo que determina el combate es el cosmos.

―El mundo del Makai se colapsará en menos de una hora, y si no se van vosotros quedarán atrapados para siempre ―respondió el Juez de Wyber.

―¿Qué sucederá con Enoc? ―preguntó Juno.

―Él ha vuelto a la fuente. Si no regresa es porque tomó la decisión correcta, liberando el conocimiento del bien y el mal.

―Dejen de decir tonterías, los venceremos y llegaremos a la cámara secreta ―dijo la doncella de Tauro ardiendo en cosmos―. ¡Vamos acabémoslos a los tres juntos!

 

La doncella se rodeó de un magma ardiente, y al soltar toda su energía tectónica la expandió con un pisotón de lava, petrificando el suelo a medida que se extendía la técnica logrando alcanzar los pies de Garuda y Grifo, no obstante, el Wyber se elevó sobre los cielos como si hubiese esperado que los atacara así.

 

―¿Acaso ya conocía mis técnicas?

―¡Ryu Darkness!

“El dragón de las sombras”

 

El juez liberó desde sus alas unas tinieblas las cuales tomaron forma de Dragón tenebroso que devoró entre sus fauces a la doncella, donde parecía que la estaba dejando sin energía vital al dejarla de un color gris. Sintiendo ella asfixiarse cuando de pronto la atmosfera fue polarizada por una humedad más nítida, que el alcanzó a salvar a la doncella. Radamanthys vio como Ganimedes purificaba el ambiente expandiendo su cosmos.

El copero de oro se preparaba para cristalizar sus lanzas, pero de pronto vio como antes de que alcanzaran su punto de más baja temperatura fueron destruidas todas por unos rayos de luz blanca, siendo no más que Baihu el causante, quien se había liberado junto con Garuda.

 

―No creyeron que nos detendrían con eso.

―¡Ya basta de esto, los derrotaré a los tres con un solo aletazo! ―exclamó el juez pelirrojo al extender un brazo―. ¡Las alas del Fénix suben al cielo!

 

Emanando un soplo ígneo descargó una terrible ráfaga ardiente sobre los tres dorados. Sin embargo, aquel ataque fue dividido en dos al ser separado por una briza cortante. Siendo Juno la responsable al ponerse delante ejerciendo su Excalibur.

 

―Está claro que, si seguimos peleando así, nunca terminaremos y el tiempo apremia.

―¡Terminemos con esto. ¡Usando todo nuestro arsenal!

Los seis se miraron seriamente, incrementando su cosmos hasta el máximo para ejecutar sus mejores técnicas, donde solo un bando saldría con vida.

 

―¡Lluvia ardiente de fuego!

―¡Ejecución de Aurora!

―¡Danza de Excalibur!

 

Gritaron los tres dorados, lanzando sus técnicas en dirección a los jueces quienes respondieron al mismo tiempo.

 

―¡Alas ardientes del Ave Fénix!

―¡Garra del Tigre del Loto Blanco!

―¡Los cien Dragones!

 

El torrente glaciar de Acuario chocó contra el viento ígneo de Garuda, mientras por los cielos unas estrellas como meteoritos ardientes impactaban contra infinitas cruces de rayos cósmicos entretanto unos dragones eran rebanados en un tumulto de cortes. Todo un espectáculo cósmico de avalanchas se veía en un radio que los circundaba a todos. Cuando algo aterrizo en el medio deteniendo la tremenda colisión de técnicas. Un báculo con forma de Olivo paralizó el campo de batalla.

 

―¡Nike!

 

Entonces proyectó un halo cósmico de donde se originó una forma etérea humanoide de una hermosa doncella de vestido blanco y largos cabellos castaños, portando una diadema sagrada. Todos reconocieron que se trataba de una proyección de Athena.

 

―¡Deténgase por favor! No tiene caso que continúen. No deben matarse entre seres humanos, todos ustedes son dignos guerreros. Mejor usen esa fuerza para pelear por la tierra y salvar la vida en la superficie de la influencia maligna que proviene del pilar demoniaco del Tártaro.

―Athena usted está diciendo que destruyamos, la torre del mal. Uno de los cuatro pilares que sostienen al mundo.

―Así es, ya que como sabéis este Pandemónium alberga el espíritu de Ares en el gran horno. Su esencia primigenia, la fuente de todo el mal. Destruyan este lugar para que termine el holocausto de Ares en la tierra.

―Nosotros ya no somos sus santos, Athena ―agregó Amón―. Usted nos exilió por pensar diferente, aunque tuviéramos como objetivo salvar la vida. Ahora somos los jueces del dios de los muertos.

―Sean, santos, jueces o daimons. Siguen siendo humanos, su misión siempre fue preservar la vida. No les pido esto como su diosa, sino como alguien que aprecia por sobre todo la paz antes que la guerra.

 

Los jueces silenciaron permaneciendo cabizbajos, mientras Ganimedes tomó la palabra para dirigirse a la diosa.

 

―Athena. ¿Cómo podemos destruir este pilar gigantesco esculpido por los dioses?

―No es momento de cuestionamientos, vosotros tienen eso que los hace únicos. Usen su imaginación para obrar un milagro. Estoy segura que encontrarán la manera, solo deben buscar en el interior de sus corazones.

 

Fueron las últimas palabras de Athena cuando se desvaneció, entonces todos quedaron perplejos, pues no encontraban alguna manera de destruir tal colosal santuario ni apagar el fuego sempiterno del averno.

 

―El corazón de este santuario es el gran horno no es así. Pues entonces apaguémoslo ―exclamó Juno.

―¿Cómo propones apagar el fuego primigenio? ―cuestionó Amón―. No podrás ni acercarte, sus llamas son tan ardientes que calcinan todo, incluso vuestras almas y armaduras serían reducida a cenizas.

―No necesitamos acercarnos, tampoco nos vendría mal algo más de optimismo de tu parte ―respondió Acuario―. ¡Vayamos a las puertas del gran horno!

―Es inútil, pueden intentarlo si quieren. Ya no los detendremos ―dijo Baihu.

―Yo tampoco haré nada, un juramento nos ata a la voluntad de Hades, vayan ustedes jóvenes santos. Solo puedo desearles suerte.

 

Los tres dorados se miraron entre ellos y los adelantaron, dejándolos en el camino. Mientras ellos parecían lamentarse pues por un momento pudieron ver como de sus ojos lágrimas de sangre caían de los rostros de los antiguos santos exiliados.

Dentro de unos minutos llegaron a la zona más elevada, donde Juno había alcanzado a llegar la puerta de la cámara que ocultaba el gran horno en su interior. Al entrar comenzaron a sentir un gran calor, pues rápidamente sus cuerpos sudaron y el aire se hizo más denso. Cuando finalmente pudieron llegar a las puertas del gran horno después de atravesar la sala del trono. Juno fue la primera en destruir la puerta de un espadazo, pero cuando lo hizo provocó que unas llamaradas salieran haciéndolos retroceder, los tres quedaron con leves quemaduras, pues Juno quedó con su brazo herido, Shedir le alcanzó a rozar las piernas destruyendo su faldón, mientras que Ganimedes pareció el más afectado pues el fuego le consumió en un momento la hombrera derecha y le calcino un ojo con el solo roce del viento, quedando tuerto del lado izquierdo.

 

―Están bien, lo siento no esperaba que por volar la entrada nos hiciera este daño.

―No te disculpes, esto no es nada ―dijo el copero de oro poniéndose de pie mientras reunía su aire congelante elevando sus brazos―. ¡Haré que esta sea mi mejor aire glaciar!

 

¡Ejecución de Aurora!

 

El copero bajo sus brazos liberando un soplo de aire congelante hacia el interior del horno, pero fue repelido pues el calor lo consumió todo en unos momentos. Entonces Shedir quiso controlar las llamas expandiendo el calor, usando su energía tectónica pero solo consiguió agrandar las flamas. Nada parecía funcionar, incluso Juno se vio frustrada cuando lanzó varios haces cortantes para dividir las llamas, pero no consiguió nada.

 

―¡Maldición, qué podemos hacer!

―No entiendo como lo hizo Enoc?

―Siendo solo un hombre pudo atravesar este fuego infernal.

―Por lo que veo no hay signos de combate, no intentó destruir el gran horno. ¿Acaso solo se lanzó al fuego?

―Quizás está muerto ―agregó Shedir sin tenerle mucha fe de tal proeza.

―Yo no creo que lo esté, hay una fuerza que lo protege que lo hizo llegar tan lejos que incluso las llamas del Tártaro se apartaron de él.

―Tal vez si usamos nuestra sangre impregnada como lo hice con Ares podamos afectar las llamas, aunque es una idea arriesgada.

―Nos dejaría al borde de la muerte.

―Quizás sea la única opción que tengamos ya que no podemos acercarnos al nivel que tenían Gabriel, Surt y Enoc quienes fueron más allá del séptimo sentido logrando derrotar al papa.

―Ganimedes tú estabas ahí, dime acaso tal milagro solo fue producto de las reliquias.

―Bueno eso pensaba, pero Athena dijo que nosotros solo debemos buscar en nuestro interior, por lo que creo que sí tenemos una posibilidad.

―Aunque sea mínima ―añadió Shedir con una sonrisa.

―¡Entonces superemos nuestro limite también! ―vociferó Juno poniéndose al frente―. Yo separaré las llamas, Ganimedes quiero que las congeles lo más que puedas cuando te de la señal. Solo entonces Shedir atacará hacia el abismo.

 

Los tres asintieron, entonces Juno decidió arriesgarse, pues se hizo cortes en sus muñecas y nuevamente hizo su técnica maestra de danzar sus piernas para liberar un torbellino cortante que dispersara las llamas de forma momentánea, dándole la señal al copero quien al ver el fuego dividido separó sus extremidades lanzando ondas congelantes cubiertas de sangre logrando afectar por primera vez el fuego, pues comenzó a solidificar los muros del gran horno cubriéndolo de un velo azul, fue capaz de contener las llamas expandidas. Pues todo el interior del gran horno se había convertido en un abismal agujero congelado. Fue entonces que Shedir se acercó para gatillar el último golpe y creó una esfera de fuego cubierta con su simiente, con toda su energía tectónica la lanzó hacia el abismo.

Entonces de las profundidades del vacío una luz se comenzó a divisar que hizo ascender una columna de luz que expulsó hacia el techo destruyéndolo en el proceso mientras el pequeño sol en la cúspide de la torre explotó en una onda expansiva. Muy pronto un terremoto comenzó a hacer caer los muros del Pandemónium y en la zona de la entrada los jueces miraron incrédulos como todo el zigurat comenzaba a derrumbarse.

                                                          

 

 


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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#286 ALFREDO

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Publicado 18 enero 2022 - 20:14

Ha pasado un buen tiempo y este fic sigue igual :( 

 

Bueno, todavía tengo los dos últimos caps que publicar para terminar esta historia de una buena vez. Aquí va el penúltimo capitulo.

 

CAPITULO 65.- LA ELECCION ENTRE EL BIEN Y EL MAL.

 

En el interior de la cámara oscura, nadie imaginaba que el escriba había atravesado el muro de fuego del gran horno, y en vez de quemarse. Algo sobrenatural le había sucedido pues había llegado a una lejana dimensión donde nadie más podía acceder. Se vio flotando en una tierra plana, una isla inmaculada y alejada de toda presencia divina. Pues no sentía el cosmos de nadie, solo un largo paisaje de campos paradisiacos, los cuales llegó a confundir con los prados de los campos elíseos. Sin embargo, no estaba ahí.

Enoc aterrizó sobre un campo de gases, los cuales erosionaban una extraña sustancia blanquecina como burbujas de forma que le daba una sensación de tranquilidad, pues podía sentir que todo el lugar albergaba una armonía cósmica. El escriba siguió llegando a la orilla de una playa, cuando se detuvo al divisar como alguien salían de entre las aguas.

Un hombre de cabellos ondulados aguamarina en vuelto en un ropaje dorado con forma de pez en el casco.

 

—Bienvenido seas Enoc, al reino de Hiperbórea. Donde la vida misma se originó.

—Esa voz, te recuerdo. Tú eres Oannes de Piscis, pero no es posible.

—Aquí no soy más que una proyección, ya que no alcancé a concluir mi entrenamiento en el cosmos de la nada, lo suficiente como para darme forma corpórea, ni siquiera estoy usando la armadura dorada verdadera.

—Ya veo, dijiste Hiperbórea. Solo una vez escuche sobre este mundo. La tierra que se decía queda más allá del norte, pero cómo fue posible que llegase del Tártaro hasta aquí.

Enoc tu voluntad te ha guiado debido a tu cercanía con el cosmos de la nada. Has llegado a la fuente.

—Este lugar parece emitir tanta energía como si estuviera regocijante, creo que nunca me cansaría. No obstante, puedo incluso percibir vuestros sentimientos, hay algo que nunca tuviste oportunidad de decirme.

—Aquí aflora la verdad del alma, es cierto Enoc puedes deducirlo por ti mismo —dijo Oannes sonriendo—. Yo soy tu padre biológico.

—Yo soy un nazir mestizo, nacido del árbol de Athena. Se supone que ninguno de nosotros tiene un padre, ya que somos creados.

—Ohh sí, pero yo cambie eso. Pues inseminé mi sangre en el árbol para cambiar la matriz de la creación, dando como resultado un hombre más natural. Tú como todos eres hijo de la tierra, la cual es tú madre y debes proteger. Yo solo di mi sangre para que buscaras la verdad. Originalmente los nazir solo eran seres creados por una mezcla entre la sangre de Athena y la Gorgona. Dando como resultado seres egoístas y mundanos que vivían una vida injusta, yo produje una anomalía al crearte a ti. Que buscas solo la verdad y la justicia.

—Pero entonces, ¿quién te creo a ti.?

—Un hombre común y corriente introdujo su sangre para que yo naciera siendo la primera anomalía, Seiryu del Dragón. De cualquier manera, la vida que escogiste te ha traído hasta aquí.

—Significa eso que Juno, Ganimedes y todos los de la sangre derecha son mis hermanos…

—No necesariamente, ya que mi sangre se diluyó con el tiempo. Sin embargo, la esencia principal se preservó ya que vosotros son seres espirituales idealistas que buscan la verdad del Cosmos.

—En el fondo todos vamos por diferentes caminos, pero buscamos lo mismo, un mundo ideal cercano a la verdad, al cosmos. Sin saber que realmente existía, buscaba llegar a Hiperbórea.

—Puedes descansar todo lo que quieras, ya no te preocupes de nada. Has regresado a casa, finalmente puedes dedicarte a vivir en paz.

—Pero mis amigos y la tierra.

—Ya no perteneces a ese reino inferior. Enoc quédate aquí y disfruta de esta armonía aquí nunca llegarán los dioses ni ningún mal, estamos en el reino más superior de todos.

—¿Como estás tan seguro? —se cuestionó Enoc, encogiéndose de hombros—. Tienes razón ya no siento ese gran peso que sentía en la tierra, pero eso no me hace olvidar que necesitan mi ayuda.

—Aquí puedes dedicarte a estudiar este mundo y entrar en contacto con el todo, puedes escribir tu libro como siempre quisiste.

—Es cierto, ya casi lo había olvidado. Mi única pasión era el estudiar el mundo y preservar el conocimiento.

—Aléjate de las cuerdas del pasado, Enoc. Aquí puedes comunicarte con todos los antepasados que quieras sí entras en la meditación correcta.

—Enséñame este lugar.

 

Oannes lo llevó a dar un recorrido levitando su cuerpo por encima del campo de gases que mantenían los cielos purificados de una atmosfera luminiscente. Al seguir su camino recorrió un valle donde había varias especies de animales, los cuales nunca había visto y creía extintos, pero había visto sus imágenes por los registros del santuario. Enoc vio como una manada de enormes rinocerontes lanudos bañándose en un lago, mientras por un sendero rocoso, una manada de tigres dientes de sable corrían ágilmente tratando de cazar unas aves de largas patas, pero de cortas alas las cuales no podía reconocer, pero tenían un aspecto del terror. Por otro lado, llegó a la zona más elevada donde se topó sin querer de una parvada de aves las cuales parecían que lo iban a atacar, pero mágicamente fue protegido por un campo de energía que las esquivó a todas.  Entonces fue atravesando la zona más fría, donde veía que la tierra estaba congelada y podía ver mamuts andando, realmente todo le parecía como si estuviera en la época de antaño de la tierra solo que los animales aquí nunca se extinguieron pues jamás ocurrió algún cambio que afectó el ecosistema.

Por fin Enoc llegó a la zona más protegida después de unas horas por la inmensa tierra plana después de ver toda clase de animales prehistóricos. Entró a un área más reservada donde los animales no se acercaban por alguna razón, pues sentía como el ambiente era más pesado. De pronto cayó sobre un nauseabundo pantano, una tierra neblinosa que escondía un profundo bosque desahitado por el silencio que abundaba.

 

—¿A dónde hemos llegado?

—Esta es la zona más densa, estamos en el corazón de Hiperbórea. No pienses que el cosmos solo vive en nosotros, nos rodea a todos y se expande. No obstante, para encontrar la armonía se necesita conocerlo en sus dos extremos tanto en la energía viva y la energía cósmica.

—El cosmos de la nada y el cosmos asesino, representan la vida y la muerte. Ya veo, este pantano representa esta última.

—Puedes indagar todo lo que quieras, descansar en este mundo. Pero si no consigues dejar de pensar en tus preocupaciones jamás conseguirás el balance para vivir aquí. ¿Qué es lo que te aún te inquieta?

—Lo siento soy tan perceptivo —sonrió el escriba mientras empuñaba el puño—. En el fondo no puedo dejar ir todo, me gustaría realmente quedarme, pero no podré hacerlo hasta no terminar mi misión en la tierra.

—Entonces, en ese bosque encontrarás la caverna primordial. Te aseguro que ahí encontrarás lo que buscas, pero no podré guiarte hasta allá.

—Entiendo, gracias debo ir entonces. Aunque prometo volver.

 

Enoc se introdujo por el bosque dándose cuenta que la maleza era muy nauseabunda, pues la neblina era tan espesa a medida que se adentraba que lo mareaba un poco, pero fue capaz de llegar a una extraña formación rocosa, la cual parecía ser la fuente de donde se emitía toda esa niebla. Enoc entró lentamente con bastante precaución pues sentía como el cosmos que albergaba el interior lo deformaba todo, muy pronto se dio cuenta que estaba recorriendo un oscuro sendero que cuando divisó bien estaba frente a un abismo primordial sin fondo.

 

—Esto es una realidad muy extraña. Siento que me podría despedazar en cualquier momento. ¿Dónde están las cajas?

 

De pronto las dos urnas se materializaron de la nada frente a él, una gigantesca de color blanca y otra pequeña negra como el ébano. Enoc le pareció que fue él mismo quien las llamó con el pensamiento, pero eso no le sonaba nada lógico.

 

—¿Qué es esta realidad?

—Por fin has llegado al punto cero del universo. Aquí fue donde se gatilló el big-bang —dijo una voz omnipotente desde las sombras—. Te estaba esperando, Enoc.

 

Una amalgama de galaxias se materializó de la nada. Enoc se sintió horrorizado al ver lo diminuto que era en comparación con esa nebulosa que emanaba un cosmos que se sentía en toda la realidad la cual parecía infinita.

 

—¿Acaso es un dios? No es posible ninguno sería capaz de llegar a este reino primordial.

—Enoc has sido el elegido para venir aquí, tu llegada no es más que una causalidad obrada por las moiras, las hermanas del destino. Yo soy el tiempo mismo, el creador de todo el mundo vivo aquel que dio origen al universo.

—Eres el dios del tiempo. ¿Tú eres Cronos el titan?

—Mi nombre es Chronos, el dios del tiempo sin forma. Naturalmente me confunden con él, no me extraña pues no es más que una burda imitación que controla el tiempo de una de mis emanaciones primitivas, el mundo inferior humano. Por otro lado, yo controlo las edades del tiempo universal.

—Disculpadme, señor Chronos. Nunca esperé encontrármelo, porque dice que soy el elegido para venir aquí.

—Así como viniste otros han venido para provocar un pequeño big-bang en tu mundo, al reino inferior al que perteneces.

—Otros elegidos, los tesoros imperiales terminaron uniéndose a mí. Eso quiere decir que soy el elegido para provocar un big-bang.

 

En ese instante Chronos proyectó unas imágenes en el espacio alrededor del escriba, dando él una mirada en 360 grados donde podía ver a cinco sujetos, en la misma caverna, lo más seguro en distintas épocas. Algunos se parecían a él, otros no. Incluso portaban armaduras, pero le eran desconocidas, eso le hizo pensar que quizás la orden de santos de Athena. No era la primera que peleaba por la justicia, hubo otras apoyando a otros dioses en otras partes del mundo, adorando otras culturas, acaso realmente habían existido otras humanidades. Eso lo hizo darse cuenta de lo antiguo que era todo esto que sucedía, un ciclo sin fin que vuelve acontecer cada cierto tiempo.

Enoc dedujo que quizás fueron sus reencarnaciones anteriores, luego se preguntó siempre le sucedía lo mismo cada vez que reencarnaba, hasta que vio que una de los elegidos era una mujer, abriendo una caja. La elegida anterior, pues dedujo que era la Pandora original.

 

—Un reinicio del cosmos. Un despertar o un silencio. Tú decides así está escrito en las estrellas, por las hijas de la noche. Un humano cada cierto tiempo debe llegar a la fuente para liberar unos pocos del mundo inferior y reiniciar el proceso para que la humanidad vuelva a nacer de la guía de los dioses, abriendo la caja del conocimiento que naturalmente producirá que otro elegido vuelva a nacer para producir el mismo evento.  Si eliges la Pithos no es más que una ilusión de la espera de la extinción hasta que un día los gobernantes se harten de la vida y provoquen la destrucción de toda especie.

—Toda la vida hemos estado viviendo en una edad cíclica, de la que alguna manera he sentido que algo no estaba bien. Una ilusión creada por vosotros o como te refieres a tus creaciones los gobernantes, que no son más que emanaciones inferiores de ti, los dioses. No obstante, solo unos pocos, se revelan ante eso los que me introdujeron en el camino del cosmos verdadero para llegar a este momento.

—Impresionante —vociferó la magnánima presencia—. Tu percepción es más rápida que la de los otros que han venido, pero aun así tenían tus mismos principios y estaban condicionados con las mismas atribuciones que los hacían predecibles, simplificando la función para la que fueron creados, aunque tengas dos opciones la salvación o la condena. Ambos sabemos cuál elegirás.

—Salvación o condena dices, yo lo llamaría sabiduría o la ignorancia. No obstante, estamos aquí como lo planeaste para que tome una decisión —decía Enoc cuando se postró en el suelo ruborizándose y comenzando a temblar—. Después de todo soy el santo de Libra aquel que tiene la elección de usar las armas por la justicia, pero antes fui el santo del Escultor, el que moldea la historia.

 

Enoc comenzó delirar, hasta que se abrazó a sí mismo y sollozó por lo que tendría que hacer, sería capaz de condenar a la humanidad o salvarla. Entonces Chronos le mostró lo que sucedía en la tierra, como Ares estaba volviendo hostiles a los humanos. Mientras en el Tartaro. Los santos vivos del sequito de Athena, se encontraban combatiendo contra los jueces. Sus amigos se peleaban entre sí, un caos sucedía en todos lados. En la tierra los seres humanos estaban comportándose sin lógica y siendo crueles sin criterio, robando y asesinando, sin ley ni orden. Incluso fue capaz de ver como los mismos dioses del Olimpo se estaban debatiendo que hacer, si destruir a la humanidad o enviar una nueva protectora que imponga el orden como Athena. Enoc se dio cuenta que ella ya no estaba en ningún lado, tampoco podía sentirla en alguna parte, como sí su misma presencia se hubiese esfumado. ¿Dónde estaba Athena?

Fue entonces cuando le hablo desde el interior de su corazón, inexplicablemente se sintió más aliviado al escucharla.

 

—¿Enoc tú que quieres hacer? —le cuestionó la diosa—. Piensas que si eliges el conocimiento como los elegidos anteriores salvarás a los humanos, pero los dormirás en la ignorancia. No obstante, si conoces la verdad de la Pithos algún día tendrás la esperanza de que los humanos despierten el cosmos liberándose hasta que llegue el día del juicio.

—Athena por qué toma partido por los humanos si usted es una descendiente de los gobernantes, me pregunta ¿qué quiero hacer en vez de lo que deba hacer?.

—Porque ese es mi propósito, fui creada para proteger el conocimiento y eso hacía en un principio. No entendía a los humanos por eso reencarné en uno para poder experimentar eso que los hacia únicos, el amor aquello de lo que carecen los dioses pues nacimos del universo sensible y finito. Mientras que vosotros los humanos son espíritus que nacieron del universo inteligible e infinito.

—Ya veo, eso quiere decir que no tiene caso elegir. Se lo agradezco Athena por orientarme sobre mi verdadero propósito —se dijo Enoc al tocarse el corazón—. ¡Chronos! ¡Esperas que haga una elección!

—¿Cuál mundo eliges crear? Eliges ser un salvador o un demonio. 

—¡Yo no soy un salvador! ¡Ni ningún elegido, soy solo Enoc el que moldea la historia! —respondió Enoc al tomar la caja pequeña y envés de abrirla para dejarla fluir sobre la fuente primordial, comenzó a abrir la Pithos también—. ¡Elijo mi propia elección fuera de tú ecuación!

—¿Qué haces? ¡Acaso intentas crear un caos! Un mundo infinito no tiene control, tarde o temprano provocará su propio fin.

—Sin embargo, será un mundo libre y las decisiones que tomemos de ahora en adelante serán por nuestra propia voluntad.

 

Enoc continuó dejando fluir ambas materias inorgánicas de las dos urnas hasta que un estallido se originó de la fuente primordial. Una gran luz magnánima se implosionó creando una onda expansiva que llegó a trascender todos los mundos en una resonancia cósmica.

                                                                                           ***

                                                                      

 

Nadie esperaba que, en la última hora, antes de que el Tártaro desapareciera del círculo de los mundos quedando como una dimensión de bolsillo. Las armaduras doradas descendieran a salvar las vidas de los santos mestizos de Athena.

 

―La armadura de Acuario nuevamente me ha elegido ―declaró Ganimedes.

Casiel la antigua discípula del papa quien me heredó Excalibur. Me ha honrado con la armadura de Capricornio ―dijo Juno.

―A mí la armadura de Tauro me ha escogido ―agregó Shedir de Casiopea.

―Los descendientes de Athena, portando armaduras doradas. Es claro que el santuario sigue privilegiando al nepotismo sanguíneo ―comentó el Juez de Garuda.

―¡Insinúas que no las merecemos! ―exclamó Shedir molesta.

―¿Quieren volver  a pelear? ―cuestionó Baihu a los mestizos―. De cualquier manera, la armadura solo es un complemento. Deben saber que lo que determina el combate es el cosmos.

―El mundo del Makai se colapsará en menos de una hora, y si no se van vosotros quedarán atrapados para siempre ―respondió el Juez de Wyber.

―¿Qué sucederá con Enoc? ―preguntó Juno.

―Él ha vuelto a la fuente. Si no regresa es porque tomó la decisión correcta, liberando el conocimiento del bien y el mal.

―Dejen de decir tonterías, los venceremos y llegaremos a la cámara secreta ―dijo la doncella de Tauro ardiendo en cosmos―. ¡Vamos acabémoslos a los tres juntos!

 

La doncella se rodeó de un magma ardiente, y al soltar toda su energía tectónica la expandió con un pisotón de lava, petrificando el suelo a medida que se extendía la técnica logrando alcanzar los pies de Garuda y Grifo, no obstante, el Wyber se elevó sobre los cielos como si hubiese esperado que los atacara así.

 

―¿Acaso ya conocía mis técnicas?

―¡Ryu Darkness!

“El dragón de las sombras”

 

El juez liberó desde sus alas unas tinieblas las cuales tomaron forma de Dragón tenebroso que devoró entre sus fauces a la doncella, donde parecía que la estaba dejando sin energía vital al dejarla de un color gris. Sintiendo ella asfixiarse cuando de pronto la atmosfera fue polarizada por una humedad más nítida, que el alcanzó a salvar a la doncella. Radamanthys vio como Ganimedes purificaba el ambiente expandiendo su cosmos.

El copero de oro se preparaba para cristalizar sus lanzas, pero de pronto vio como antes de que alcanzaran su punto de más baja temperatura fueron destruidas todas por unos rayos de luz blanca, siendo no más que Baihu el causante, quien se había liberado junto con Garuda.

 

―No creyeron que nos detendrían con eso.

―¡Ya basta de esto, los derrotaré a los tres con un solo aletazo! ―exclamó el juez pelirrojo al extender un brazo―. ¡Las alas del Fénix suben al cielo!

 

Emanando un soplo ígneo descargó una terrible ráfaga ardiente sobre los tres dorados. Sin embargo, aquel ataque fue dividido en dos al ser separado por una briza cortante. Siendo Juno la responsable al ponerse delante ejerciendo su Excalibur.

 

―Está claro que, si seguimos peleando así, nunca terminaremos y el tiempo apremia.

―¡Terminemos con esto. ¡Usando todo nuestro arsenal!

Los seis se miraron seriamente, incrementando su cosmos hasta el máximo para ejecutar sus mejores técnicas, donde solo un bando saldría con vida.

 

―¡Lluvia ardiente de fuego!

―¡Ejecución de Aurora!

―¡Danza de Excalibur!

 

Gritaron los tres dorados, lanzando sus técnicas en dirección a los jueces quienes respondieron al mismo tiempo.

 

―¡Alas ardientes del Ave Fénix!

―¡Garra del Tigre del Loto Blanco!

―¡Los cien Dragones!

 

El torrente glaciar de Acuario chocó contra el viento ígneo de Garuda, mientras por los cielos unas estrellas como meteoritos ardientes impactaban contra infinitas cruces de rayos cósmicos entretanto unos dragones eran rebanados en un tumulto de cortes. Todo un espectáculo cósmico de avalanchas se veía en un radio que los circundaba a todos. Cuando algo aterrizo en el medio deteniendo la tremenda colisión de técnicas. Un báculo con forma de Olivo paralizó el campo de batalla.

 

―¡Nike!

 

Entonces proyectó un halo cósmico de donde se originó una forma etérea humanoide de una hermosa doncella de vestido blanco y largos cabellos castaños, portando una diadema sagrada. Todos reconocieron que se trataba de una proyección de Athena.

 

―¡Deténgase por favor! No tiene caso que continúen. No deben matarse entre seres humanos, todos ustedes son dignos guerreros. Mejor usen esa fuerza para pelear por la tierra y salvar la vida en la superficie de la influencia maligna que proviene del pilar demoniaco del Tártaro.

―Athena usted está diciendo que destruyamos, la torre del mal. Uno de los cuatro pilares que sostienen al mundo.

―Así es, ya que como sabéis este Pandemónium alberga el espíritu de Ares en el gran horno. Su esencia primigenia, la fuente de todo el mal. Destruyan este lugar para que termine el holocausto de Ares en la tierra.

―Nosotros ya no somos sus santos, Athena ―agregó Amón―. Usted nos exilió por pensar diferente, aunque tuviéramos como objetivo salvar la vida. Ahora somos los jueces del dios de los muertos.

―Sean, santos, jueces o daimons. Siguen siendo humanos, su misión siempre fue preservar la vida. No les pido esto como su diosa, sino como alguien que aprecia por sobre todo la paz antes que la guerra.

 

Los jueces silenciaron permaneciendo cabizbajos, mientras Ganimedes tomó la palabra para dirigirse a la diosa.

 

―Athena. ¿Cómo podemos destruir este pilar gigantesco esculpido por los dioses?

―No es momento de cuestionamientos, vosotros tienen eso que los hace únicos. Usen su imaginación para obrar un milagro. Estoy segura que encontrarán la manera, solo deben buscar en el interior de sus corazones.

 

Fueron las últimas palabras de Athena cuando se desvaneció, entonces todos quedaron perplejos, pues no encontraban alguna manera de destruir tal colosal santuario ni apagar el fuego sempiterno del averno.

 

―El corazón de este santuario es el gran horno no es así. Pues entonces apaguémoslo ―exclamó Juno.

―¿Cómo propones apagar el fuego primigenio? ―cuestionó Amón―. No podrás ni acercarte, sus llamas son tan ardientes que calcinan todo, incluso vuestras almas y armaduras serían reducida a cenizas.

―No necesitamos acercarnos, tampoco nos vendría mal algo más de optimismo de tu parte ―respondió Acuario―. ¡Vayamos a las puertas del gran horno!

―Es inútil, pueden intentarlo si quieren. Ya no los detendremos ―dijo Baihu.

―Yo tampoco haré nada, un juramento nos ata a la voluntad de Hades, vayan ustedes jóvenes santos. Solo puedo desearles suerte.

 

Los tres dorados se miraron entre ellos y los adelantaron, dejándolos en el camino. Mientras ellos parecían lamentarse pues por un momento pudieron ver como de sus ojos lágrimas de sangre caían de los rostros de los antiguos santos exiliados.

Dentro de unos minutos llegaron a la zona más elevada, donde Juno había alcanzado a llegar la puerta de la cámara que ocultaba el gran horno en su interior. Al entrar comenzaron a sentir un gran calor, pues rápidamente sus cuerpos sudaron y el aire se hizo más denso. Cuando finalmente pudieron llegar a las puertas del gran horno después de atravesar la sala del trono. Juno fue la primera en destruir la puerta de un espadazo, pero cuando lo hizo provocó que unas llamaradas salieran haciéndolos retroceder, los tres quedaron con leves quemaduras, pues Juno quedó con su brazo herido, Shedir le alcanzó a rozar las piernas destruyendo su faldón, mientras que Ganimedes pareció el más afectado pues el fuego le consumió en un momento la hombrera derecha y le calcino un ojo con el solo roce del viento, quedando tuerto del lado izquierdo.

 

―Están bien, lo siento no esperaba que por volar la entrada nos hiciera este daño.

―No te disculpes, esto no es nada ―dijo el copero de oro poniéndose de pie mientras reunía su aire congelante elevando sus brazos―. ¡Haré que esta sea mi mejor aire glaciar!

 

¡Ejecución de Aurora!

 

El copero bajo sus brazos liberando un soplo de aire congelante hacia el interior del horno, pero fue repelido pues el calor lo consumió todo en unos momentos. Entonces Shedir quiso controlar las llamas expandiendo el calor, usando su energía tectónica pero solo consiguió agrandar las flamas. Nada parecía funcionar, incluso Juno se vio frustrada cuando lanzó varios haces cortantes para dividir las llamas, pero no consiguió nada.

 

―¡Maldición, qué podemos hacer!

―No entiendo como lo hizo Enoc?

―Siendo solo un hombre pudo atravesar este fuego infernal.

―Por lo que veo no hay signos de combate, no intentó destruir el gran horno. ¿Acaso solo se lanzó al fuego?

―Quizás está muerto ―agregó Shedir sin tenerle mucha fe de tal proeza.

―Yo no creo que lo esté, hay una fuerza que lo protege que lo hizo llegar tan lejos que incluso las llamas del Tártaro se apartaron de él.

―Tal vez si usamos nuestra sangre impregnada como lo hice con Ares podamos afectar las llamas, aunque es una idea arriesgada.

―Nos dejaría al borde de la muerte.

―Quizás sea la única opción que tengamos ya que no podemos acercarnos al nivel que tenían Gabriel, Surt y Enoc quienes fueron más allá del séptimo sentido logrando derrotar al papa.

―Ganimedes tú estabas ahí, dime acaso tal milagro solo fue producto de las reliquias.

―Bueno eso pensaba, pero Athena dijo que nosotros solo debemos buscar en nuestro interior, por lo que creo que sí tenemos una posibilidad.

―Aunque sea mínima ―añadió Shedir con una sonrisa.

―¡Entonces superemos nuestro limite también! ―vociferó Juno poniéndose al frente―. Yo separaré las llamas, Ganimedes quiero que las congeles lo más que puedas cuando te de la señal. Solo entonces Shedir atacará hacia el abismo.

 

Los tres asintieron, entonces Juno decidió arriesgarse, pues se hizo cortes en sus muñecas y nuevamente hizo su técnica maestra de danzar sus piernas para liberar un torbellino cortante que dispersara las llamas de forma momentánea, dándole la señal al copero quien al ver el fuego dividido separó sus extremidades lanzando ondas congelantes cubiertas de sangre logrando afectar por primera vez el fuego, pues comenzó a solidificar los muros del gran horno cubriéndolo de un velo azul, fue capaz de contener las llamas expandidas. Pues todo el interior del gran horno se había convertido en un abismal agujero congelado. Fue entonces que Shedir se acercó para gatillar el último golpe y creó una esfera de fuego cubierta con su simiente, con toda su energía tectónica la lanzó hacia el abismo.

Entonces de las profundidades del vacío una luz se comenzó a divisar que hizo ascender una columna de luz que expulsó hacia el techo destruyéndolo en el proceso mientras el pequeño sol en la cúspide de la torre explotó en una onda expansiva. Muy pronto un terremoto comenzó a hacer caer los muros del Pandemónium y en la zona de la entrada los jueces miraron incrédulos como todo el zigurat comenzaba a derrumbarse.

                                                          

 

 


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Publicado 25 enero 2022 - 21:52

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Publicado 30 agosto 2022 - 22:51

Les dejo el ultimo capitulo de este fic

 

CAPITULO 66.- EL DEMIURGO

 

Parte 1

Se dice que antes que existiese el universo, solo había caos y en medio de eso estaba el huevo cósmico que ocasionaría el nacimiento del universo. Saliendo de ese huevo, el primer ser que constituye el origen de la procreación y generación de todas las cosas. El cual no tenía forma definida, producto de los dos padres sin forma, Chronos el tiempo primigenio y Ananké, la ineludible fuerza del destino. Estos fueron los creadores del mundo elemental, del cual nacieron posteriormente Urano, Gea y los demás dioses. Ninguno de ellos imaginaría que en realidad habitan un plano inferior desde su creación y solo ellos dos están en un plano superior el cual estos seres sin forma habitan fuera del alcance de los dioses más jóvenes.

Este reino superior desconocido por los dioses, fuera del tiempo y espacio es llamado por ellos como Hiperbórea. La sala de la creación. Donde alberga la gran matriz de todas las ideas, que estaban antes que ellos, pero entonces quien es el verdadero dios que creo el reino superior anterior a Chronos y Ananke que usaron sus componentes para crear un mundo a su imagen y semejanza que controlar.

Fue cuando Juno despertó después de escuchar todas esas palabras, se vio en medio de un altar frente a Enoc, quien parecía sereno despojado de su ropaje dorado. Los dos estaban al medio de una oscura caverna abismal que solo el piso parecía ser el único sendero para salir de extraña caverna.

 

―¡Enoc! ―exclamó Juno al reconocerlo detrás de ella, el cual parecía sereno y no traía ningún ropaje solo su vestimenta de entrenamiento―. Finalmente lo hiciste, verdad.

―¿Qué crees que hice realmente?

―Tomaste la elección egoísta de despertar el conocimiento del bien y el mal para que nos autodestruyéramos en vez de elegir la Pithos, que contenía el árbol de la vida eterna, como en los tiempos de la mitología.

―Juno tomé una decisión distinta, hice la única elección fuera de la ecuación. Ni los dioses pudieron predecirlo.

―¿Qué dices?

―Destruí el ciclo del elegido que implicaba reiniciar el cosmos según esas dos opciones, ya nadie despertará el cosmos por el destino de los dioses para usarlo para el bien o el mal, ni tampoco olvidaremos nuestra conciencia original para vivir una larga vida de paz, en la ignorancia que puedan influenciar los dioses como en la primera edad. Desde ahora una resonancia cósmica avanza para que cada uno busque su espiritualidad según lo que deseen, sin necesidad de creer en entidades que llaman dioses.

―Quiere decir que el pensamiento de las personas creará una realidad diferente donde nunca imaginarán que convivimos con dioses, sino que cada uno podrá encontrar su propio camino según su voluntad.

―El libre albedrio ya no será una ilusión, sino una voluntad otorgada por la realidad infinita de ideas que nos creó a los humanos, esa realidad es externa a este mundo finito creado por los vigilantes que llamas dioses. El todo, la verdad, o el dios verdadero está en nuestro interior y nuestro único nexo es el cosmos que es infinito.

―Empiezo a comprender, pues entonces oremos entre los dos para encontrar la armonía con el cosmos en nuestros corazones.

―Este cielo estrellado oscuro que vez a tu alrededor no es más que una barrera, así como la Hiperdimensión que es el último muro antes de llegar a los campos Elíseos. Solo intento hacer lo mismo que tú, cuando atravesaste la barrera del espacio tiempo, originando un milagro que te hizo llegar hasta aquí.

 

Los dos se sumergieron en un trance mientras sus cosmos se reunían alrededor de ambos como un huevo cósmico entre ellos. Fue cuando vieron como un ser espiritual nacido de su esencia de los dos, nació del huevo estelar, tomando una forma como un pequeño ángel de fuego muy diminuto.

 

―¿Qué es esa entidad?

―No lo sé, pero siento que no es nuestro enemigo.

―No soy solo más que la voz de su conciencia superior, que tomó forma. Gracias a la unión del cosmos de la nada. Yo soy el primogénito de todos las cosas y seres humanos, nací en el inicio del universo. Producto del gran huevo cósmico que crearon Chronos y Ananke para formar su mundo material, mi luz gatilló el big-bang y me dispersé en todas cosas y toda la vida, yo soy el cosmos mismo.

―¡Eres el cosmos!

―No es más que un fragmento de lo que fue ―dijo una voz femenina desde la nada, personificándose una entidad serpentina por el cielo estrellado―. Tú destino era desaparecer, inevitablemente. Por mí Ananke.

―Vuestra existencia impregnó todos los elementos como el soplo de la vida. Sin embargo, yo como el padre del tiempo, cree un ciclo de fin para todos los seres vivos, para que nunca se reúna tu esencia en una unidad de nuevo. ¡No eres el cosmos! Solo un deseo inherente que surgió, por eso te denominamos, Phanes.

―Para gatillar el big-bang yo unifique todas las ideas del mundo superior en un arma definitiva. Que me ayudo a mí, ahora les paso este conocimiento a ustedes, Enoc y Juno les brindo mi Chakram, el anillo de la Creación. Sin embargo, deben saber que es un arma doble filo, por eso el costo de usarla será un sacrificio.

 

Dijo el ser cuando fue absorbido en un tornado que lo dispersó dejándolo en la nada. Entonces dos burbujas envolvieron a Enoc y Juno, arrastrándolos a ambos fuera de la caverna. Juno contempló el mundo exterior de Hiperbórea, una tierra plana iluminada por un cielo cristalino con luces flotando como espíritus celestiales, haciendo contraste con el firmamento de estrellas fijas del interior de la caverna.

De las nubes muchos espíritus de luz se juntaron tomando la forma de un águila gigante las cuales hablaron con una sola voz.

 

―Athena, fue usted. Ha logrado separarse de la realidad finita al desinteresarse del mundo material.

―Enoc, estoy aquí observando, así que Juno también vino. Puedo escuchar lo que desean, pero nadie antes a llegado al cielo Empíreo. Es inaccesible desde la creación del universo.

―Siento el cosmos de Athena, pero ¿Qué es ese cielo de dónde bajó?

―El cielo cristalino de los daimon. No podemos alcanzarlo, pero si ellos pueden acercarse, ahora Athena también es un ser espiritual. Un espíritu del bien.

―Puede ayudarnos, díganos que podemos hacer para forjar el Chakram de Phanes.

―Enoc en vuestro interior yace la llave para reunir la energía de todos y formar una vez más el gran poder que necesitas.

―¿Es posible que tengamos ese poder? ―se cuestionó Juno―. Capaz de doblegar a Chronos y Ananke, no será que ellos permitan tal proeza para su conveniencia.

―¿Quién ha dicho que no podamos invertir el flujo de la cascada en sentido contrario? ―dijo Enoc esbozando una mueca.

 

Él elegido fue capaz de crear por encima de él los tres tesoros para que los tres a su vez llamasen a la Cornupcía sagrada, el cuerno de la abundancia que había sido destruido. Él lo tomó y lo sopló tan fuerte, originando un sonido de trompeta que se sintió como si varios campanazos sonaran al unisonó. Produciendo que, del cielo, bajaran cientos de espíritus de luz, los cuales tomaron forma humanoide. Primero dos de ellos, tomaron la espada y el orbe. Encabezando la fila, de cientos de santos formados.

 

―Gabriel, Surt. Sabía que los volvería a ver, mis fieles amigos.

―No solo nosotros, los santos caídos de esta generación han venido, sino que todas las generaciones de santos del pasado, presente y los del futuro convergen aquí.

―Todos ellos han escuchado tu suplica, ahora es posible que originemos un big-bang.

―Ahora podremos hacerlo todos juntos, ¡Que el máximo milagro se haga con el fulgor de nuestros cosmos!

 

Los seres angelicales trajeron los fragmentos de las doce armas de Libra los cuales habían sido dispersados en la caverna, entonces en un remolino los combinaron, transmutando su composición original para crear una sola arma en forma de circulo con las doce armas rotando como si fuera un sol plano.

 

―¡Esto es el Chakram! ―exclamó Enoc tomándolo desde el centro con sus dos manos, teniéndolo al frente―. Juno, necesito que me impulses lo más fuerte que puedas para llegar al centro de la caverna.

―Si hago eso, ya no podrás regresar te perderás en medio de la destrucción que tanto deseas elevarte.

―Lo suficiente hasta que pueda alcanzar la distancia adecuada para no destruir Hiperbórea.

―Confiaré en ti esta vez Enoc ―dijo Juno reunir toda su fuerza en una briza entre sus brazos―. Vuela y moldea la historia con este soplo divino.

 

Juno liberó desde sus manos una tormenta cósmica que impulsó a Enoc en un torbellino hacia lo más alto mientras él comenzaba a elevar el anillo gigante que portaba por sobre su cabeza, extendió las palmas para hacerlo girar. el Chakram con su cosmos, mientras los demás espíritus lo apoyaron impregnándose en el disco de luz que estaba formando, el cual Enoc arrojó violentamente como un bumerang que entró en la gran caverna, perdiéndose en el vació.

En el interior el Chakram comenzó a absorber el abismo que formaban Chronos y Ananke, conteniéndolos en el centro del anillo mientras reunía toda su esencia hasta que hizo explotar todo el abismo tenebroso como una gran hecatombe de luz que impregno todo el infinito sin fondo, la gran montaña se eclosionó como un volcán, haciendo volar a Enoc y Juno fuera de la tierra plana de Hiperbórea.

Fue tan terrible que los dos fueron socorridos por el espíritu de Athena en forma de águila en los cielos. Todos vieron salir un gran resplandor, Enoc y Juno se acercaron cuando terminó la explosión viendo que ahora solo quedaba un terreno plano con una pequeña sustancia como una fuente cósmica de diminutas galaxias en miniatura. El milagro que originaron había logrado reducir a Chronos y Ananke a un pequeño universo. Por fin entre todas las almas de los seres vivos habían conseguido emular una explosión tan colosal que destruyeron la barrera del universo material que habían originado las dos deidades primordiales, logrando que solo quedara su creación.

 

―Ahora que el destino y el tiempo quedaron reducidos, yo me haré cargo de depositarlos en el Olimpo en un plano más inferior donde no puedan interferir.

―Ya no podrán envolver al mundo con su esencia la cual actuaba como un velo entre mundo inferior y superior, ahora los humanos podrán conectar al mundo de las ideas ocasionando un milagro dependiendo de sus cosmos, ahora sí habrá un libre albedrio verdadero y no serán más los dioses primordiales quienes permitan dar esa facultad, nunca más.

 

Enoc y Juno vieron como una rosa de luz, descendió del cielo cristalino. Como si fuera un medio de transporte que permitía elevar a seres mortales hacia el cielo Empíreo. El lugar donde permanece el único dios.

 

―Enoc nadie puede ver al altísimo dios creador, si se te está permitiendo subir para conocerlo es para nunca más descender.

―Los espíritus de mis amigos vuelven al cielo cristalino, yo también debo hacerlo, ya es hora de regresar estas facultades, creo que aquí nos despedimos.

―Yo regresaré a la tierra debo hacerlo, aún me necesitan.

―Entonces yo te ayudaré Juno ―dijo Athena.

―Vuelve a la tierra, pero no mates a Ares por favor.

―¿Como me pides eso? ¿acaso quieres que esclavice a los humanos en el mundo físico?

 

Decía la doncella cuando se dio cuenta que estaba siendo atrapada en un vórtice de energía, del cual no pudo liberarse mientras comenzaba a desvanecerse.

 

―Escúchame Juno, no existe mal ni bien perfecto. Ningún ser es completamente benéfico o maligno, Ares es solo un recipiente de la maldad. Alguien incomprendido que fue elegido por Ananke para personificar el mal, pero en su origen no es así.

―¡Enoc, tú no volverás!

―Adiós Juno, gracias siempre me sentiré honrado por tus sentimientos. Ahora utiliza esa misma fuerza del amor para crear un mundo más equilibrado como el que querías.

 

Fueron sus últimas palabras cuando ella desapareció de ese mundo sin dejar rastro, mientras Enoc soltó unas lágrimas. Entonces subió, siendo elevado por la rosa cristalina, hacia un plano superior.

 

Fin parte 1


Editado por ALFREDO, 19 febrero 2023 - 10:27 .

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Publicado 19 febrero 2023 - 10:26

Parte 2

 

En la isla de la reina muerte, tres estrellas salieron del interior del volcán, aterrizando a sus pies. Tres hombres de ropajes tenebrosos cargaban a dos santos de oro inconscientes, el primero en pisar tierra fue el espectro de alas más pequeñas de cabellos rojizos, quien cargaba una mujer, mientras que otro a su lado, el un espectro de alborotados cabellos negros y enormes alas blindadas, quien traía a un joven de rasgos albinos, mientras que el ultimo espectro de cabellos azules alas draconianas venia solo con una mirada de preocupación. Uno de los dos santos de oro, era un joven chamuscado de cabellos rubios y un ojo herido y el otro una joven de cortos cabellos marrones de tez blanca y también bastante golpeada por las diversas batallas que habían librado hasta ahora.

 

—Despierten, Shedir y tú también Ganimedes —exclamó el juez de alas oscuras y cabellera azulada.

—¿Dónde estamos? —se preguntó la doncella de oro, abriendo los ojos.

—Han vuelto a la tierra, lo han conseguido. En hora buena —dijo el juez pelirrojo.

—Vosotros dos junto con su amiga Juno, lo han logrado han destruido el gran Pilar de fuego del Tártaro. Ahora los seres humanos dejarán de contaminarse con su influencia.

—Escuchaste eso Ganimedes, pero donde esta Juno. No la veo por ningún lado —dijo Shedir.

—No pudimos salvarla, es posible que se haya perdido en la oscuridad de las dimensiones o tal vez pudo ir más lejos…

—Solo espero que Juno y Enoc estén bien —espeto el copero de oro.

—De cualquier forma, ahora todo a terminado.

—¡Por qué tan confiados, acaso ya se han olvidado del dios de los ejércitos! —exclamó una voz como un trueno en los cielos.

 

Una nube de fuego se originó por encima del volcán, y una columna en llamas descendió, que puso a todos en alarma, pues los presentes se alejaron del lugar, muy pronto un meteoro salió del interior del volcán, cayendo un capullo fosilizado, del cual se empezó a desprender, revelando de su interior un sujeto con armadura carmesí. Un hombre alto y atlético de tez grisáceo, cabellos cenizas y grandes músculos, fue cubierto por la columna de fuego, quien todos pensarían que se incineraría, pero absorbió como si de energía se tratase y abrió los ojos como dos llamas incandescentes.               

 

—¡Ares! ¿Cómo es posible? Creí que habías sido contenido en la urna de hielo que cree.

—Vosotros creían que una prisión de hielo me contendría por siempre, mientras no seas un dios no podrás contenerme —dijo Ares al señalarlo con su puño y disparar un destello de fuego.

 

El dios dio un golpe a distancia tan veloz que Ganimedes no pudo verlo, un puñetazo a presión que perforó el pectoral del copero produciéndole un estallido de sangre, una hemorragia manchando todo su pecho de líquido viscoso.

 

—En tan solo un instante traspasó mi armadura dorada como si fuese una lanza ¿acaso me golpeó más rápido que la luz? —se cuestionaba Ganimedes ensangrentado en el suelo.

 

Rápidamente los demás se pusieron en guardia. Siendo la primera en atacar Shedir con una patada voladora por detrás, que él dios solo con sentir la briza la esquivó. Para quedar deteniendo un derechazo de Seiryu de Wyber y una patada de Byakko de Grifo. Entonces los mandó a volar con un rugido tan temperamental que estremeció el suelo como una onda explosiva.

 

—Vosotros sois jueces de Hades, por qué interfieren por la tierra sí todas las muertes que produzca solo beneficiarán al inframundo de su dios con más almas que aprisionar.

—Pero todas las almas que sean enviadas por tu mano de muerte no podrán ser juzgadas con justicia por haber cometido actos involuntarios —Justificó Amón de Garuda, cuando dio un puñetazo a distancia dando un finísimo rayo cósmico—.  ¡Ahora siente la culpa de tus pecados! ¡Genmaken!

 

Ares se quedó inmóvil por unos momentos mientras sus cabellos taparon sus ojos al quedar con la cabeza mirando hacia el cielo, como si estuviese recordando algo. Que se podría encontrar en la cabeza del dios de la guerra, acaso sería un infierno. Tendría algo que lo haga sentir miedo, culpa, o tal vez desdicha. No parecían ser los sentimientos que afectasen al dios más iracundo de los hijos de Zeus. Este se vio a sí mismo en un tiempo lejano, en un lugar fuera del alcance de los mortales, en el monte Olimpo. Estaba un joven dios Ares, siendo incomprendido por sus demás hermanos, aborrecido por sus padres, incluso solo Afrodita lo buscaba por placer, pero lo odiaba por su temperamento hostil. Nadie parecía simpatizar con él, por ser un apasionado de las batallas y las masacres. Es lo que se hacía preguntarse a sí mismo después de haber tenido una audiencia con los demás dioses que lo había amonestado debido a sus constantes faltas de ser el más problemático del Olimpo.

 

—¿Por qué soy así? —Se dijo a sí mismo viéndose en las aguas—. Sí soy el dios de la destrucción, no debería sentir ni la más mínima empatía por nadie ni nada. Sin embargo, siento una duda en lo más profundo de mí

—¿Qué veo, Ares el dios de la guerra confundido? —preguntó una voz femenina.

—Athena, qué haces en mis dominios —dijo al ponerse en guardia—. ¿Acaso has venido a pelear en mi propio santuario del planeta Marte?

—Tranquilo solo estoy de paso, para informarte una orden de Zeus.

—Ahora haces las tareas de Hermes. ¿Qué quieres, es extraño que vengas a mi templo siendo yo él dios que más odias?

—Estas equivocado, incluso yo comprendo tu comportamiento hostil por eso mismo sé que no es tu culpa y no te odio por eso. Solo siento lastima por vuestra pobre alma.

—Que dices… ¡Maldita! —exclamó Ares al intentar dar un golpe, que Athena esquivó señalando con dos dedos frente a su rostro—. No puedes herirme en el Olimpo por Zeus no puedes pelear.

—Eso lo sé, pero debes saber tú que no debemos pelear entre dioses estando en nuestro hogar. Ares te preguntas por que naciste para ser odiado por todos. Bueno alguna vez fuiste incluso tan amado como lo eres ahora de odiado. Siendo un ser muy justo.

—¿Qué dices?

En una era diferente, fuiste llamado Tyr dios de la justicia y la guerra en una tierra del norte. Tú encarnaste el bien y eras la fuerza conservadora y protectora del cosmos. No obstante, en esta era, has nacido para reencarnar la fuerza destructora que trae el cambio.

—¿Cómo sabes todo eso? Si tú y yo encarnamos dos fuerzas opuestas. ¿Quién nos eligió para eso?

—Yo sí recuerdo mi vida anterior. Pobre Ares por eso te compadezco, aunque seas mi rival. Somos dos de las tres fuerzas del universo necesarias para mantener el equilibrio, Ares tú destino es ser un destructor.

 

Ares quedó perplejo cuando volvió a la realidad y encendió su cosmos de un estallido, riendo ante la confusión de su antiguo receptáculo, quien lo miraba extrañado.

 

—Todo viene de la nada y vuelve a la nada. La base de la existencia y la cualidad fundamental del cosmos es la vasta nada. Las galaxias son solo un pequeño suceso; un salpicón. El resto es todo un vasto espacio vacío. Ese es el vientre del que todo nace, y ese es el olvido en el que todo es absorbido de vuelta. Todo viene de mí y todo vuelve a mí, Ares.

—¿Qué, Acaso solo le hice ver una ilusión del pasado?

—Gracias mi viejo cascaron. Por hacerme recordar mi destino, ahora más que nunca sé cuál es mi papel en esta era, y es aplastarlos a todos para renovar el mundo.

 

Solo con sus ojos pronunció una serie de estallidos en todo el cuerpo de Amón, haciendo vibrar cada célula de su cuerpo hasta caer muy lejos, acto seguido, convocó su gran hacha para dar un corte que los engulló a todos en una onda expansiva destructora. Ares provocó un terrible estallido que terraformó toda la tierra de la isla en un árido terreno putrefacto que quizás mantenga por siempre el clima hostil y oscuro sobre los cielos de la isla.

 

 

Los dos santos de Athena y los tres jueces quedaron fuera de combate, Ares se disponía a cortarles las cabezas con su gran hacha, para clavarlas en estaca como los que intentaron detenerlo en su momento de gloria. No obstante, alguien se puso de pie. Ganimedes de Acuario se reincorporó con dificultades asombrando al dios. Mientras que los demás parecían sepultados por los escombros.

 

−Anteriormente también sobreviviste a mí anterior combate, no es normal en un humano.

−Mi cuerpo posee una cualidad única de revitalizarse mientras aún me quede algo de energía, gracias que mi cosmos absorbió las propiedades curativas del cloth de Copa. Aunque cada vez que lo hago mi aspecto cambie.

−Ya veo, eres casi inmortal sin embargo puedo ver que eso te produce un desgate excesivo en tus células vitales, es probable que tu vida se esté acortando debido a todas las veces que hiciste uso de esa habilidad.

−No me importa no tener una larga vida, con tal de que tenga fuerzas para pelear para cumplir mi misión –Dijo al momento de elevar sus brazos juntándolos−.  ¡Te congelaré para detener tu crueldad!... ¡Escudo de Hielo!

 

Ganimedes atacó con un torrente glaciar, pero Ares manifestó un gas ardiente desde su cuerpo que lo calcinaba todo, chocando ambos vapores. Aunque lamentablemente el copero comenzó a perder terreno poco a poco, cuando ya no pudo más. Un escudo dorado detuvo el avance del gas ardiente, reflejando un destello.

 

−¡El escudo de la justicia! –vociferó Acuario, cuando vio como un portal se había abierto arriba del volcán−. ¡Juno!

−Esta doncella, es el receptáculo de Athena.

−Yo te detendré definitivamente, Ares –aseguró la doncella dorada, blandiendo su brazal derecho−. ¡Danza Excalibur!

 

Juno dio varias estocadas a la velocidad de luz, produciendo una red de infinitos cortes para atrapar al dios. No obstante, el cuerpo de Ares comenzó a zigzaguear en medio de la las estocadas, adelantándose a los movimientos cortantes, fue capaz de esquivarlos con facilidad.

 

−¿Acaso se movió más rápido que la luz? −se cuestionó la doncella de capricornio cuando el dios se adelantó tanto que logró sujetarle las muñecas.

 

Entonces le apretó los tendones, para inutilizar sus extremidades de un solo movimiento. La doncella se desplomó al ver como se desangraban sus venas, quedando imposibilitada de desenvainar su espada.

Sin embargo, antes de que ejecutara el movimiento final, el gigante Ares fue sorprendido ya que Ganimedes sujeto sus piernas por detrás, intentado congelarlas al cero absoluto.

 

−Estúpido, de nuevo intentas congelarme contigo adentro usando tu sangre.

−Esta vez tengo un plan diferente… ¡Hazlo ahora!

−¡¿Qué?! −se quedó perplejo Ares al ver como una lluvia de lava se aproximaba hacia el−. ¡No puedo moverme! ¡Aunque no es necesario!

 

Ares expulsó de su cuerpo un terrible gas ardiente que quemó parcialmente a Ganimedes alejándolo de él, y a la vez llegó hasta Shedir quien era la que ejecutó su lluvia de lava ardiente, pero esta vez quiso contener tal gas logrando acumularlo en un punto usó su fuerza ígnea para desviar el gas. Sin embargo, Shedir cayó agotada.

 

―Imposible, fue capaz de controlar mi vapor ardiente ¿Qué es esa espuma que está comenzando a salir de la Labrys?

―Un cosmos muy cálido, pero su sensación de pureza me es repulsiva.  Parece que ya no es la misma ―dijo Shedir mirando como tomaba forma humanoide―. Diosa del deseo.

―¡Afrodita! ―exclamó Ares―. Pensé que había reducido a tu espíritu a un estado inanimado.

―Ares ya no continúes haciendo esto, y arrepiente de tus pecados. Enfrentemos el juicio de Zeus juntos.

―Tonterías, puedes regresar al Olimpo si deseas. No creo que te guste el mundo que crearé.

―Entonces te detendré yo misma, aunque tenga que sacrificarme.

―Bromeas, tal y como Athena no te gusta pelear. Incluso ni siquiera en tu vida lo has hecho.

―No pelearé contigo, sino que desapareceré todo deseo de ti.

 

Afrodita comenzó entonces a transformarse en un torbellino de espuma que engulló el cuerpo del dios en un capullo de vapor el cual no lastimaba, pero si le estaba infligiendo algo que para él sería como extirpar su esencia.

Pues cuando termino evaporándose por completo solo quedó el cuerpo de Ares estático sobre la tierra sin emanar su amenazador cosmos, sino que se encontraba en un estado de estaxis donde todo pareció haberse detenido. Incluso la atmosfera del terror en los cielos comenzó a despejarse las nubes carmesíes desaparecieron, volviendo el azul gaseoso.

Todo sentimiento de maldad, venganza, ira, pasión, rabia, pereza, amargura o cualquier emoción desapareció en el dios de la guerra. Quedando solo un cascaron vació.

                                              

 

En la tierra todo parecía haberse calmado, con el sacrificio de Afrodita la amenaza de Ares había desaparecido y quien tenían al frente ya no emitía ningún cosmos ofensivo hacia ellos.

 

―¿Qué fue lo que paso? ―se cuestionó Ganimedes acercándose a Ares―. Ya no siento ningún cosmos maligno emanar de Ares.

―No me digas que esa diosa caprichosa hizo algo desinteresado y se sacrificó purificando su alma, me parece imposible de creerlo.

 

Entonces Juno un rayo cayó en el campo de batalla deteniendo las mentes de todos, excepto la de Juno. Era el mismo cetro de Athena, emanando un aura dorada.

 

―¡Nike! ―dijo sorprendida la doncella en el suelo, cuando de su sangre emanó un cosmos dorado―. Siento como un soplo divino me brinda fuerzas, Athena usted nuevamente me utilizará como recipiente…

―No, Juno esta vez te otorgaré la elección de dar el golpe final. Usa la espada de Cryso y perfora el corazón de Ares.

―Me concede tal honor de acabar la guerra, pero no puedo aceptarlo ―dijo Juno al soltar la espada y tomar el escudo dorado con su brazo desangrado, produciendo un destello inusual de multicolores―. ¡Brilla intensamente, Escudo de la justicia!

 

Ares fue bañado por un intenso resplandor que lo envolvió en un manto de luz sagrada, expulsando de él una esencia escarlata, como si fuese una sustancia cósmica que regresó a un estado inanimado como un orbe. Mientras Ares se desmayó, el espíritu de Athena se materializó.

 

―Enoc esto era lo que querías.

―Gracias Juno, sabía que tomarías la elección correcta. Por eso los demás creerán que lo mataste como una guerrera, no entenderían la piedad a hacia mi hermano.

 

En las mentes de los demás, vieron como una Juno usó la espada de Cryso para atravesar el corazón de Ares, produciéndole un haz cortante que salió disparado como un rayo de luz hacia los cielos, mientras el cuerpo de Ares se desintegraba.

 

―¡Ares murió! ¡Todos aclamen a Juno! ―exclamó Shedir.

―Ahora la tierra volverá a estar en paz finalmente.

 

Los jueces entonces fueron teletransportados sonriendo antes de desearles buena suerte en la reconstrucción del santuario. Pues ahora la tierra estaba a salvo.

 

―Hades se los llevó.

―Ganimedes, ahora eres el patriarca de los santos y tu Shedir la matriarca de las santias ―dijo Juno al despojarse del cloth de Capricornio―. En lo que a mí se acabó la vida de guerrera.

―¿Quieres decir que nos abandonas?

―Lo siento, nunca me gustó vivir en el santuario, solo espero que sepan guiar mejor la siguiente generación, yo viviré como una humana lejos de este mundo.

―Juno sí así eres feliz, entonces buena suerte.

                                                                      

                                                                                                   ***

 

En algún lugar del universo, dos almas llegaron a un reino vació mientras viajaban por la Hiperdimensión sus espíritus tomaron forma corpórea al llegar a una tierra plana con un firmamento eclipsado.

 

―¿Dónde estoy?

―Ares puedes sentirlo, aquí estás libre de la influencia del cosmos asesino del reino inferior. Incluso yo ya no poseo mí cosmos divino. Esto es Hiperbórea.

―Creía que fue apartada de nuestro alcance. Aquí no siento necesidad de pelear, por qué me has traído aquí.

―Porque no tiene caso que nos enfrentemos solo somos parte de un ciclo, el bien encarnó en mi para crear orden en el mundo inferior y el mal encarnó en ti para traigas la destrucción. Sin embargo, el humano se encarga de preservar el orden cósmico, él es el protector. No puedo culparte por tus actos en el mundo inferior, ya que el bien y el mal se alternan entre nosotros dos en diferentes épocas.

―¿Qué dices? ―Ares se encogió de hombros, cuando sintió como sus memorias parecían converger―. Ya lo recuerdo, tú Athena también reencarnaste como la personificación del mal en otro tiempo, incluso con otro nombre.

―Así es, y en esa época tú tomaste la personificación del bien para combatirme. Nuestro destino no es diferente al de los humanos, también olvidamos y volvemos al reino inferior con otra identidad.

―¿Cuánto tiempo llevamos en este ciclo sin fin? ¿Por qué nosotros?

―No tiene caso preguntarse eso, nosotros creíamos ser dioses, pero incluso hay entidades superiores que manejan nuestras vidas como nosotros la de los humanos.

―¡Debemos detener esto! ―exclamó Ares enfureciéndose, empuñando su puño. Cuando se dio cuenta que varias entidades fantasmales empezaron a rodearlos―. ¿Vosotros quiénes son?

 

De pronto bajando en un trono flotante, de las nubes alguien en forma corpórea apareció. Vestido con una túnica blanca, como un sacerdote despojado de las impurezas mortales ya no parecía un humano, pues emanaba una energía destellante que no permitía ver su rostro debido al aura luminosa que lo envolvía.

 

―Ellos son sus demás hermanos, emanaciones del mundo material. Los demás vigilantes que han encarnado en el reino inferior y han sido conocido como dioses. Aquí solo son Daimon, los espíritus del bien y el mal.

―Esa voz… ¡Enoc! ―exclamó Ares, cuando vio como el halo luminoso que lo envolvía se apagó para dejar ver su rostro―. ¡Tú eres el elegido, él que reinicia nuestras vidas!

―Así es, pero esta vez fue diferente y ese orden ya se liberó, ahora se preservará con el libre albedrío de los humanos, ellos decidirán si traerán el mal o el bien ―Dijo Enoc al señalarlo con su mano y hacerlo tomar una forma incorpórea como los demás espíritus―. Ya puedes descansar, ya no necesitas volver a ser atado a las influencias del reino inferior.

―Ahora mi hermano se convertirá en un observador desde las alturas, pero eso quiere decir que el mal tomará otra forma. Si es así yo me convertiré en la personificación del bien nuevamente ―se empezó a preguntar Athena―. Enoc cuéntame pudiste ver el cielo Empíreo.

―Perdóneme Athena no pude ver nada, pero se me otorgó la máxima vestidura. La Ars Magna de Fanes. Un arma divina capaz de traer vida para restaurar el equilibrio. Athena tú deseas volver a la tierra para combatir al mal, no quieres observar y descansar de tu vida terrenal.

―Así es, quiero volver con los humanos. Siento que no me he redimido lo suficiente, saber que he manchado la verdadera obra del creador universal y que no soy más que un producto de la obra de Chronos, me entristece saber que vosotros los humanos que son producto del mundo superior poseen la entelequia, para desarrollar milagros y no pueden vivir como los seres que realmente son.

―No te preocupes, dios que puede verlo todo ya que se encuentra incluso más arriba y fuera de este universo, ha otorgado a los humanos ese espíritu que los vincula con el reino de las ideas, eventualmente así como yo, habrá otros que logren milagros para guiar a los humanos como verdaderos héroes, yo lo he visto en un futuro, ya no habrá más avatares como yo, sino que aparecerán varios en una época muy lejana, serán los protectores de la tierra, ellos serán conocidos como los santos de la esperanza.

―Entonces os ruego que vuestro dios, me envié a mí para guiarlos a que se conviertan en lo que están destinados ―dijo Athena haciendo una reverencia―. Pídele a vuestro dios que interfiera por mí que no soy digna.

―No hables así, dios se ha conmovido con tus actos. La prueba es que ha permitido que ustedes los seres del mundo material tomen la forma de daimons espirituales para vigilar el mundo inferior, él desea que vosotros protejan su creación.

 

Entonces Enoc la envolvió en un cosmos que transformó el espíritu de Athena en un universo en miniatura muy brillante en un pequeño sol naciendo, el cual parecía escucharse un llanto cuando la luz se desvaneció mostrando que había tomado la forma corpórea de una bebé.

 

―¡Ahora, volverás a la tierra! ¡Aunque me tomará años luz llegar, en unos cuantos 200 años terrestres!

 

Dijo Enoc al envestirse con un ropaje alado, de color blanco emanando un cosmos sagrado. Tomó a la criatura entre sus manos y la envolvió con su capa, mientras alzaba el vuelo. Se convirtió en una estrella tan veloz que desapareció de ese reino en un instante.

 

Fin del capitulo.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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#290 ALFREDO

ALFREDO

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Publicado 30 abril 2023 - 14:49

Bueno finalmente he venido a publicar el Epilogo de esta historia para ponerle fin de una vez, han pasado casi 10 años que comencé a escribirla. Aunque tuvo sus altos y bajo me gustó como quedó, espero si alguien llega hasta aquí me deje algún comentario.

 

 

EPILOGO

 

En lo más profundo del infierno, precisamente en el último circulo de las cuatro esferas invernales, en el templo de la ultratumba, Judecca. Hasta ahí habían llegado los jueces, quien se encontraban frente al trono de su señor que estaba recibiéndolos, viéndolos detrás de una cortina. Vestido con una túnica oscura que no permitía ver su rostro, sin embargo, su sola presencia denotaba un aura que parecía iluminar toda la sala junto con la de su esposa Perséfone, una mujer de cabellos castaños, vestida con largo vestido negro, quienes parecían dos lámparas que iluminaban las tinieblas en la sala de trono.

 

―Bienvenidos, mis tres jueces. El enemigo del mundo a muerto, por lo que su presencia en la superficie ya no era necesaria.

―Gracias señor Hades, por otorgarnos la oportunidad de pelear una vez más por la tierra ―dijo Seiryu de Wyber, arrodillándose―. Usted es realmente un dios muy justo.

―Descuida, vosotros tres tienen un descanso bien merecido. Por un momento pensé en enviar a Hypnos y Tanatos, pero veo que pudieron cumplir con su misión.

―Ahora los humanos podrán morir siendo enjuiciados con justicia ―dijo Amón de Garuda.

―Señor Hades, que será de los santos de Athena ahora que ella ya no volverá ―preguntó el juez de Grifo.

―No lo sé, solo deben preocuparse en seguir siendo los hombres más justos que hayan existido para juzgar a las almas. Aunque Ares haya desaparecido, el corazón de los humanos quedó con una semilla con tendencia hacia el mal. Por ello es probable que sigan obrando de mala manera, en un futuro próximo la tierra llegará a una era de degradación que no quedará mas que ser purificada. Solo hasta entonces tendrán que volver, pero ya no para salvarla sino para destruirla y volver a restaurar una utopía.

 

Los tres jueces se retiraron muy sorprendidos por tales declaraciones, esperando que ese día nunca llegase y muy pronto se quedaron los dos dioses en la sala a solas, Hades se puso de pie para dirigirse hacia una zona más elevada por detrás del trono, subió junto con Perséfone unas largas escaleras, hasta llegar a un gran muro el cual tenía el rostro de dos hombres alados esculpidos. Fue entonces cuando de ahí una fisura se abrió, como una puerta hacia otra dimensión.

 

―Una fisura dimensional se abierto en el muro de los lamentos.

―¡Eso es, el camino de los dioses! ¿Quién se acerca por ahí?

―Tranquilízate Perséfone, no es más que Enoc.

―Espero que ellos nunca se corrompan, realmente son los hombres más justos que he conocido ―dijo una voz del interior, saliendo un joven de tez bronceada con túnica blanca como sacerdote―. No ha sido fácil llegar, he venido a cumplir mi promesa.

―¿Como puedes caminar en la Hyperdimensión siendo un humano?

―Eso es porque he logrado ver la gloria del cielo Empíreo, el reino más elevado, caminar por la Hyperdimensión ya no es un impedimento para mí desde que fui transformado.

 

Nadie imaginaria que en el universo se componía de dos realidades, el mundo material conocido como el reino sensible y el mundo de las ideas o inteligible, el cual era totalmente desconocido para todos incluso los dioses. El primero el reino sensible, donde era todo material a su vez se componía en distintos submundos materiales. Separándolos del reino invisible por una barrera serpentina entre los dos dioses primigenios mas antiguos Chronos y Ananke, los cuales ahora habían sido sellados en miniatura. Estos dos entes habían creado todo en el centro de su núcleo, un mundo plano conocido como Hiperbórea, el primer edén de la creación que vio nacer a la especie humana primordial y este a su vez fue desterrado a capas inferiores cada vez mas profundo, como el tenkai que volvió hacer de una barrera cristalina imitando a los dioses primordiales para a su vez crear sus propios hijos en el Jardín de las Hespérides y este volvió a crear una humanidad mas imperfecta, esta vez en la tierra donde residen actualmente los humanos desterrados de su verdadero legado en el reino mas elevado, el mundo de las ideas, donde fueron concebidos por el gran creador alfa que detonó el big-bang para alejar a Chronos y Ananke de su creación y que lo más profundo la humanidad volviera a conectar con su mundo atreves del cosmos. El puente para imaginar y crear un vinculo con el reino invisible, capaz de obrar milagros en el reino inferior. Sin embargo, realmente existió una deidad anterior a Chronos y Ananke, el tiempo y el destino. Era lo que el escriba se preguntaba ahora que había salido del universo material y se elevaba a un nuevo reino totalmente desconocido.

Enoc comienza a recordar su ascenso al reino más elevado. En un mundo de luz incandescente, separado de los otros. Fuera del tiempo y del espacio, Enoc se encontraba flotando en un vacío silencioso, un lugar eternamente inmóvil, el cual parecía no tener limite espacial ni estaba constituido por materia. Solo podía escuchar leves voces que lo animaban, pero parecía estar fuera del alcance de todos, cuando abrió los ojos no se vio frente un gran trono, esperando encontrar a un ser anciano en él, sino que estaba frente a un individuo igual a él, de cabellos negros, piel bronceada, de mediana estatura portando una misteriosa armadura que nunca antes había visto, la cual ocultaba bajo una túnica blanca. ¿Quién sería ese ser idéntico a él?

El santo de Libra, también se sorprendió que el cloth se había restaurado para protegerlo, y las armas estaban acopladas a él una vez más, pero no podía sentir el cosmos de nadie, excepto el de él mismo, como si estuviera frente a un espejo.

 

—Este lugar lleno de esplendor es el cielo Empíreo. ¿Por qué hay un sujeto igual a mí aquí?

—Que esperabas, después de todo yo soy dios, yo soy uno y también soy tú.

—¿Tú eres yo? —se dijo Enoc, frunciendo el ceño—. ¡Esto es una ilusión!

 

El santo de Libra se puso en guardia emanando su cosmos de forma agresiva, mientras el otro ser igual a él no parecía preocupado de que lo atacara.

 

—No sé quién seas, pero no dejaré que me engañes. Ya he sacrificado mucho para llegar hasta aquí…. ¡Muéstrame tu verdadera cara! —manifestando una onda de agua de sus pies, salieron múltiples espíritus de dragones gaseosos, los cuales se elevaron—. ¡Los colmillos de los dragones dorados son capaces de perforar lo que sea! ¡Los cien dragones ascendentes de Rozan!

 

Enoc embistió con su sequito de dragones al sujeto que creía se estaba haciendo pasar por él, sin embargo, no consiguió nada y el individuo los sumergió en el interior de él mismo, como si los mandara a otra dimensión.

 

—¿Qué clase de ser eres?

—No hay una palabra para definirme, así que dios sería lo más adecuado. Aunque me gusta definirme como el primer pensamiento, anda Enoc, enséñame todo tu poder.

—Sí eso es lo que quieres… ¡Recibe el juicio de los cielos! —exclamó Enoc desenvainando todas las armas de Libra por encima de él, mientras acumulaba energía solar—. ¡Justicia Final!

 

Enoc arrojó todas las armas como meteoros de luz los cuales parecían destruir cualquier cosa, pero en un instante fueron inmovilizadas como si el tiempo mismo las detuviesen antes de impactar al ser desconocido. Acto seguido volvió a envainar las armas acoplándolas a él. Dejando perplejo a Enoc.

 

—¿Acaso eres dios o un titan?

—Para nada, soy una entidad completamente diferente de los vigilantes del mundo inferior, yo soy incluso inefable para que alguno de ellos comprenda mi existencia. ¿Enoc esta es la fuerza del milagro capaz de cambiar el destino?

—¡Que dices, ahora te enseñaré el máximo poder del noveno sentido! —exclamó Enoc elevando su cosmos, cuando sintió como su cloth empezó a moverse sutilmente.

 

Enoc de repente vio como su cloth fue desprendida de su cuerpo y esta volvió a formar su tótem de la balanza delante de él.

 

—¿Por qué la armadura de dorada me abandona, acaso no estoy peleando por la justicia?

—¿Qué harás ahora? Nunca antes nadie había logrado lo que tú hiciste. Salir de la misma realidad de los nueve mundos para alcanzar el cielo empíreo, el mismo mundo de las ideas el cual era imposible incluso para los seres que llamas dioses, y aun así ahora que estás en flotando en el reino superior no puedes obrar el milagro. Esperaba más de el elegido entre el bien y el mal, te sigues cuestionando en tu interior, no puedes creer donde estás solo con fe.

—¿Fe? Realmente estoy aquí en el seno de los registros akashicos, donde solo con pensar puedo crear una realidad, pero como puedo hacerlo. ¿Por qué no puedo creerlo? —Se dijo Enoc cayendo de rodillas, cuando recordó una enseñanza de Prometeo y comenzó a entrenar y comprendió que eran las mismas palabras que él transmitía cuando era un santo de bronce para recordar el conocimiento dormido—. ¡No debo ir en contra de la corriente! ¡Debo redescubrir desde mi interior!

 

Fue cuando su cuerpo comenzó a brillar y de distintas direcciones unos rayos de luz lo envolvieron en un torbellino creando una nueva armadura de los trozos que le habían quedado de su antigua cloth de bronce del Escultor.

 

—¿Qué este ropaje surgió de la nada y además su aura parece superior que la armadura divina de Libra?

—Es la armadura de Phanes. La oración de todos los daimon del bien resonaron para otorgártela, con ella estarás detrás de mi trono. Solo yo seré más grande que tú. Los dioses primordiales solo imitaron su vestidura sagrada, creando Kamuis o armaduras inferiores, pero este ropaje es la armadura original, la única forjada en el seno de las ideas.

—Con este ropaje sagrado puedo escuchar las voces de todos. Ahora lo entiendo, ya sé que debo hacer. Gracias.

—Ve Enoc, moldea la historia como debe ser.

 

Enoc le agradeció y apreciando su nuevo ropaje blanco con un resplandor creciente en su interior, decidió crearse una capa para ocultar su gloria resplandeciente, entonces abandonó el cielo Empíreo que, por primera vez, pareció tener movimiento al ordenarse para recrear la armadura espiritual, la Gloria definitiva de los daimon.

 

 

 

―Ya veo, muy bien. Enoc, cumple tu palabra en nombre Estigia ―dijo Hades en seco.

―Señor Hades, usted me pidió la gran Urna del bien para encerrar el cosmos de la Nada y así los humanos no despertasen nunca el Arayashiki para que no pudieran evitar perder la voluntad.

 

Enoc hizo aparecer la gran urna contentando al dios. Pero cuando la abrió una amalgama en forma de tinieblas salió del interior y se introdujo en Hades rasgando sus vestiduras dejando ver sus ondulados cabellos negros y su piel rosada comenzó a teñirse de cenizas hasta oscurecer su aura divina, este se desplomó inconsciente en los brazos de Perséfone.

 

―¿Qué fue lo que hiciste?

―Solo le otorgué la esencia del mal, el cual se extrajo del alma de Ares y había vuelto a la urna. Ahora se encuentra en animación suspendida e ira naciendo eventualmente, aunque tardará mucho tiempo.

―¡Maldito humano, despreciable! ―dijo Perséfone cuando hizo aparecer una lanza con la cual quiso herir a Enoc, pero un escudo circular se interpuso―. ¿Qué?

―Este es el escudo de la justicia. Capaz de expulsar el mal, como hacer lo contrario, Perséfone tú que comiste el fruto del inframundo para anclarte a este lugar, ahora yo te haré probar el fruto de la vida.

 

Enoc alzó el gran escudo iluminándola con un gran resplandor de energía dorada a la joven diosa, la cual fue quemando su piel, cambió a un color más opaco su tez brillante por el cual su cuerpo había sido bañada por la luz de los campos elíseos y sus cabellos marrones se hicieron negros, sus iris se ennegrecieron y sus colores se perdieron junto con su cosmos divino también se esfumó.

 

―Ahora se ha humanizado ―dijo una voz saliendo de la Hiperdimensión.

―Así es, diosa Athena llévasela hacia el mundo de la superficie. Que crezca en una buena familia, su destino está atado a Hades eventualmente regresará a él.

―Ahora Hades tomará la antorcha del mal, no es así.

―El dormirá y despertará siendo alguien diferente. No obstante, será en una era muy lejana. Que los dioses gemelos se hagan cargo de él en los campos Elíseos.

―Muy bien, pues entonces la llamaré Pandora y la pondré a vivir en una familia muy lejos del santuario.

―Como la del mito, la mujer que trae el mal.

―Merece una oportunidad como todos.

―Confió en usted, váyase ahora antes de que vuelvan los dioses gemelos. Siento que su presencia se acerca.

―Adiós Enoc. Hasta que nos volvamos a ver.

―Estoy seguro que así será, Athena.

                                                                                              ***

 

 

En la tierra, el santuario se había reconstruido. Las doce casas ahora estaban imponentes, aunque tenían sus cambios, en la zona oriental ya no estaba el reino de las santias, sino que solo había un templo abandonado. Era un día bastante tranquilo, en la capilla de starhill se hallaba un hombre de avanzada edad escribiendo sobre unos pergaminos, envuelto en una túnica azulada teniendo un casco de oro el cual había dejado en su escritorio, con una lacia cabellera gris que ocultaba bajo su manto sacerdotal. Aquel sujeto parecía hacer una especie de bitácora.

 

Ya han pasado casi 500 años desde que comenzó la edad oscura del hombre y también fue la última guerra santa contra Ares que comenzó al poco tiempo de la guerra de Troya. El mundo ha pasado por muchos cambios, pero ahora por fin las personas han avanzado como civilización y el periodo de violencia y masacre sin sentido que había entrado en crisis el mundo por fin va terminando, ya que ahora los humanos están recuperando la escritura, se organizan en ciudades-estado. Incluso están emigrando hacia oriente, lo único que me preocupa es que la guerra entre ellos no ha disminuido. Han avanzado como civilización, pero ven la guerra como una forma bella de crecer culturalmente y enriquecerse, no puedo hacer nada para cambiar ese pensamiento. Los grandes gobernantes solo piensan en conquistar y expandir sus reinos. Es por ello que ya no servimos a una nación sino a todo el mundo.

No obstante, nuestra orden ha vuelto a resurgir para pelear contra el mal que asecha en las sombras, en secreto nos hemos mantenido y nuestro nombre se ha hecho una leyenda.

 

Terminaba de escribir el sumo sacerdote, cuando sintió un estruendo. Rápidamente salió del monasterio para ver como los cielos se iluminaron y una estrella cayó en la estatua de Athena, en las alturas con su aguda vista pudo ver como un dragón blanco descendía el cual parecía traer una jema en sus fauces.

 

―¡Athena! Ese cosmos, no puedo equivocarme ―dijo el sacerdote apresurándose a ir a su encuentro.

 

En tan solo unas horas llegó a los aposentos de la diosa frente al gran altar donde pudo encontrarla a sus pies, una hermosa criatura recién nacida que aún albergaba un cosmos sagrado. No obstante, alguien más se hizo presente en forma serpentina.

 

―En hora buena, te vez muy bien para tener 518 años, Ganimedes ―espeto un ser espiritual el cual se enroscaba alrededor de la estatua de Athena―. Vuestra longevidad te ha permitido vivir muchos años, pero siento que escondes todavía el fulgor de tu juventud.

―¡Enoc! ¡No puedo creerlo! ¿Qué te sucedió? ―Exclamó sorprendido―.  Athena antes de irse me confió el misopetamenos para conservar mi juventud, pero siento que tú has cambiado más que yo.

―Lamentablemente mi venida fue solo para dejar a Athena a este mundo, solo quiere decir una cosa. El mal está a punto de resurgir.

―¡Una nueva guerra santa! ¡¿Esta vez contra quién?! ―preguntó muy angustiado el sacerdote―. Hemos tenido otras batallas después de Ares, pero Athena nunca volvió. Dime por favor, tú debes saberlo.

―No importa quien sea la cara del mal. Pero no temas, ten por seguro que el bien también surgirá.

―Te refieres a Athena.

―Me refiero a los jóvenes santos, ten fe en ellos. Ya que en su interior se haya la esperanza, por el momento yo también volveré a ser el santo de Escultor, aunque con otro nombre ya que tengo un asunto pendiente. Ese sujeto aún se encuentra con vida verdad…

―Así es, lo dejamos encerrado en el Cabosunión. De alguna forma también despertó, ya que el hielo que lo aprisionaba se derritió.

 

Entonces el ser serpentino también se transformó en una criatura, como la otra convirtiéndose en un recién nacido, y el papa tomó en sus brazos a ambos.

 

―Ya veo, entonces te llamaré Enshi, para que termines tu misión como el joven que moldea la historia.

 

Fin

 

 


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

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