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Stephen King


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Publicado 15 enero 2004 - 08:20

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David Spansky originario de Perú, Indiana, quien años mas tarde de haber nacido cambiase su nombre por Donald Edwin King, encontrándose en la época de la Segunda Guerra Mundial era un dedicado marino mercante. Luego de haber conocido a una persona con un gran sentido del humor, una excelente pianista, Nellie Ruth Pillsbury, contraen matrimonio en el año 1939. Creyendo ella ser esteril, el 14 de Septiembre del año 1945, adoptan a David Victor King (Nacido ese mismo año, actualmente vive en Rochester, New Hampshire).

En el año 1947, para sorpresa de la familia King, Nellie Ruth esperaba un hijo, quien vió la luz por primera vez el día 21 de Septiembre, a la 1:30 AM de ese mismo año en el Portland General Hospital, en Maine. Su nombre, Stephen Edwin King.

Donald, en el año 1949, cuando se dedicaba a ser vendedor puerta-a-puerta de Electrolux, decidió salir a comprar tabaco y nunca mas regresar a casa. No encontrando otra solucion, Nellie Ruth debe encargarse de la familia por sus propios medios, cosa que resulto bastante complicada ya que en los primeros años recorrieron casi todo el pais, pero siempre regresando a New England.

Pocos han de ser los recuerdos del pequeño Steve sobre su infancia, pero un acontesimiento, no solamente lo impresionaria, sino que lo recordaria durante muchos años. Cuando solo tenia 4 años, luego de haber pasado dos años ya sin su padre, uno de sus mejores amigos es atropellado por un tren.

Dimension X era el programa radial favorito de Steve, donde se cruzo por primera vez con el horror al escuchar una dramatizacion de Mars in Heaven! de Ray Bradbury. Poco tiempo despues, por el año 1954 o 1955 comienza a escribir sus primeras historias emulando los libros de ficcion que leia, por las cuales su madre le pagaba 25 centavos cada una y lo incentivaba para que siguiese escribiendo. Comienzan a aparecer los primeros indicios de que, en aquella persona, años mas tarde encontrarian a quien hoy no solo vende un relato a 25 centavos, sino que vende, de cada libro que publica, millones y millones convirtiendolos inmediatamente en Best Sellers.

Cuando tenia 8 años escribe su primer historia original, propia de su mente, la cual envio a varias editoriales pero ninguna de ellas la acepto. Para fortuna de todos nosotros, el joven maestro del terror no se dio por vencido.

Un año depues, en 1957, el mismo dia en que los rusos enviaban el satelite Sputnik al espacio, encontrandose en el Stratford Theater, en Connecticut, recuerda haber visto la pelicula Earth vs. the Flying Saucers, pelicula que comentaria muchos años despues en su primer ensayo de no-ficcion sobre el genero del terror, Danse Macabre.

En 1958 regresan a Maine, donde se quedarian hasta que Steve se gradura en 1970. Para ese entonces, los padres de Nellie Ruth, Guy y Nellie Pillsbury, no se encontraban bien de salud, por ello, y persuadida por sus hermanas, ella deberia cuidarlos hasta el dia de su muerte.

Desde el año en que Donald abandona la familia, hasta 1958, Ruth llevo a la familia de un sitio a otro, viviendo en Scarborought (New York), Croton-on-Hudson (New York), Chicago (Illinois), West de Pere (Winsconsin), Fort Wayne (Indiana, donde se encontraba la familia de Donald) y Stratford (Connecticut). Durante ese periodo, Stephen y David realizaban frecuentes visitas a los familiares de su madre en Malden, Massachusetts y Pownal, Maine.

A Stephen, de niño, le fascinaban los comics de William B. Gaines (Weird Science, Tales From the Cript, Tales From the Vault). Muy grata fue su sorpresa entre 1959 y 1960 cuando, encontrandose en casa de sus tios, mas especificamente en el atico, encontro una caja perteneciente a su padre que contenia libros de mediados de los '40. Libros de AVON (A pesar de ser tan conocida ahora por nuestras madres y hermanas, AVON era en esa epoca, la editorial de fantasia y ficcion), uno de ellos contenia historias como The Hounds of Tindalos de Frank Belknap Long, The Curse of Yig de Zelia Bishop y otros mas. Tambien encontro alli una coleccion de libros de H. P. Lovecraft.

Desafortunadamente, y sin saber quien fue el culpable, todos esos libros desaparecieron dos semanas depues de haberlos encontrado.

Alli consiguio tambien una maquina de escribir, gracias a la cual, comenzo a escribir y enviar relatos a varias revistas.

En 1963, el año en que Steve entra a Lisbon Fall High School, comienza a escribir Getting it on (Novela que años mas tarde pasaria a ser Rage).

Decide especializarse en Ingles, para lo cual, luego de haberse graduado, entra en la Universidad de Maine, en el año 1966, el mismo año en que publica I was a Teenage grave Robber en el fanzine Comics Review (Relato que tambien seria publicado en Stories of Suspense como In a Half World of Terrork).

Las publicaciones comienzan a sucederse, asi tambien los rechazos lo hacen. En 1967 publica The Glass Floor en Starling Mistery Stories y completa la novela The Long Walk. El año siguiente termina una novela que hasta el dia de la fecha no ha sido publicada, Sword in the Darkness.

Desde Febrero de 1969 hasta su graduacion, en 1970, escribe una columna en el periodico escolar The Maine Campus llamada King's Garbage Truck. Habilitado ya para enseñar Ingles a nivel escolar, luego de haber recibido su Bachelor of Science in English and a minor in Speech, comienza a trabajar en una lavanderia industrial, La New Franklin Laundry, porque las posibilidades de trabajar como profesor eran casi nulas. Ese mismo año publica The Reaper's Image en la revista Starling y Graveyard Shift en Cavalier.

Habiendo conocido a este nuevo personaje en su vida, Tabitha Spruce, una joven escritora, que compartiria algunas horas con Steve en la biblioteca Fogler de la Universidad, el 2 de Enero de 1971 se casan. En el otoño comienza a dar clases en la Hampden Academy por un salario anual de 6400 dolares aproximadamente. Terminando ese año nace quien seria su primer hija, Naomi Rachel King.

John Swithen, seudonimo bajo el cual publicaria The Fifth Quarter aparece y desaparece en el año 1972, luego nada mas se sabra de el.

En la primavera de 1973, la Doubleday & Co. acepta la novela Carrie para ser publicada, desafortunadamente, Nellie Ruth no viviria para ver publicado el primer libro de su hijo, puesto que, con solo 59 años de edad, un cancer le causa la muerte ese mismo año. Durante el Invierno del mismo, encontrandose en una casa de verano en el Lago de Sebago en North Windham, Steve escribe Second Coming (Novela que pasaria a llamarse Jerusalem's Lot y luego Salem's Lot). Ese año, en contrapartida con la muerte de su madre, nace su primer hijo varon, Joseph HIllstrom King.

En 1974, durante la primavera, se publica Carrie, dandole asi a Stephen la posibilidad de dejar la enseñansa y dedicarse tiempo completo a la escritura. Ese mismo año, cuando la familia King viajo a Boulder, Colorado, se hospedan en el hotel Stanley, alli, en la habitacion 217, las ideas de una nueva novela (The Shining) recorren la mente de quien, a partir de ese momento, comenzaria a ser el verdadero y unico Maestro del Terror.

Durante el verano de 1975 regresan a Maine, y, disfrutando del dinero recibido por Carrie, compran una casa en la Region Occidental de los Lagos, donde mas tarde terminaria de escribir The Stand. Ese mismo año publica Salem's Lot.

Un año mas tarde, Brian de Palma adapta Carrie y se estrena en 1976.

Habiendo proyectado una estadia de un año en Inglaterra, donde conocio a Peter Straub, solo pasan alli tres meses, volviendo a Maine en Diciembre de ese año para comprar un casa en Center Lovell. Pasado el verano, se mudan al norte de Orrington, cerca de Bangor para que Stephen pudiera enseñar escritura Creativa en la Universidad de Maine, en Orono. Ese año publica The Shining y Rage (El que seria su primer libro bajo el seudonimo de Richard Bachman).

Owen Phillip King, el segundo hijo varon de Stephen, nace en 1978. Ese año, Bill Thompson, quien en un principio lo llamara para darle las buenas nuevas sobre Carrie aquel 2 de Marzo de 1973, quien edito sus primeros cinco libros (Carrie, Salem's Lot, The Shining, Night Shift y The Stand), deja de hacerlo.

Durante la primavera de 1979 la familia King regresa a Center Lovell. En Marzo Stephen se presento como uno de los tres voceros en el panel de Ides of Moohonk donde se realizo una convencion donde discutieron sobre el genero del Horror.

El año en que se estrena la pelicula The Shining dirigida por Stanley Kubrick (1980), la familia King compra una segunda casa de invierno de estilo victoriano en Bangor, Maine. Es en ese mismo año cuando en la lista de Best Sellers aparecen simultaneamente Firestarter, The Dead Zone y The Shining.

Entre 1977 y 1984, Stephen King publica cinco libros bajo el seudonimo de Richard Bachman: Rage (1977, que en un principio era Getting it On), The Long Walk (1979, escrita entre otoño de 1966 y primavera de 1967, luego de haberla presentado en un concurso en la Bemet Cerf/Random House y haber sido rechazada, guarda el manuscrito hasta el año en que lo encuentra nuevamente y lo publica), Roadwork (1981), The Running Man (1982) y por ultimo Thinner (1984).

Los años pasaron rapidamente, asi mismo, cada uno de ellos iba acompañado de una publicacion, una edicion, un premio o algun tipo de reconocimiento.

Desde los 14 años Steve era un musico, habiendo tocado previamente la guitarra ritmica en The Moonspinners, en 1992 forma parte de los Rock Bottom Remainders, un grupo compuesto en su mayoria por escritores.

Hasta el año 1999, las unicas noticias que se tenian de Kign eran sus publicaciones, sus estrenos, pero nada fuera de lo normal. El 1 de Febrero termina de escribir The Girl Who Loved Tom Gordon, pero ese no seria el mejor año en la vida del escritor, por la tarde del 19 de Junio mientras caminaba por la ruta en North Lovell, donde tiene su casa, fue atropellado por un conductor, Brian Smith, que perdio el control de su Dodge Caravan porque, segun el, su perro lo distrajo. Muchas fueron sus heridas, algunas de ellas muy graves, de hecho, un pulmon tocado no es algo tan simple. Luego de una intensa rehabilitacion, el 9 Julio del mismo año, Steve vuelve a casa. Como contrapartida, pudiendo asi rescatar algo bueno del año 1999, nace su primer nieto Ethan, hijo de Joe y su esposa Leanora.

El año 2000 es el año de las cyber publicaciones, en Marzo Riding the Bullet causa estragos vendiendo mas de 500.000 copias en solo una semana, saturando asi los servidores de www.Amazon.com y www.Barnesandnoble.com por ejemplo. Terminando el año, comienza con un nuevo proyecto que seria la publicacion serial de una novela en Internet, The Plant.

Teniendo 54 años, el 20 de Marzo del año 2001 publica Dreamcatcher, en Mayo gana el Bram Stoker Award por On Writing como mejor libro de no-ficcion y, en Octubre, publica su segunda novela en co-autoria de Peter Straub, Balck House.



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Publicado 15 enero 2004 - 08:31

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Como nadie abría un Topic sobre este escritor que es el maestro de la Literatura del Terror contemporáneo , decidí abrirlo yo.
Cada cierto tiempo, les iré poniendo imágenes y también les hablare acerca de sus libros publicado , así como también , las películas que fueron basadas en sus novelas.
Como ya se abran dado cuenta , puse su biografía para que pudieran empezar a conocer a este autor .
Acá les pongo otros acontecimientos en la vida de King :

1976
· Es nominado para el World Fantasy Best Novel por Salem's Lot.
1978
· Publica night Shift (Primer Antologia de cuentos) y The Stand (Con el corte de 400 paginas).
·                Termina de escribir Firestarter.
·                 Actua como juez en los premios World Fantasy Award.
· Firma contrato con New American Library.
1979
· Es nominado para el World Fantasy por Night Shift
· Es nominado para el World Fantasy Best Novel por The Stand.
· Se estrena la miniserie Salem's Lot.
· Publica The Dead Zone y The Long Walk.
1980
· Es nominado para el Nebula Best Novellette por The Way Station
1981
· Es nominado para el World Fantasy Best Novel por The Mist.
· Publica Danse Macabre (Su primer trabajo de No-Ficcion), Cujo y Roadwork.
1982
· Recibe el World Fantasy Best Short story por The Reach.
· Recibe el British Fantasy Society Best Novel por Cujo.
· Recibe el Hugo Award por Danse Macabre como mejor trabajo de No-Ficcion.
· Escribe el guion de Creepshow.
· Publica The Gunslinger, Different Seasons y The Running Man.
1983
· Es nominado para el World Fantasy Best Novella por The Breathing Method
· Recibe el World Fantasy por Different Seasons
· Se editan Christine, Pet Sematary y Cycle of the Werewolf.
1984
· Es nominado para el World Fantasy Best Novel por Pet Sematary
· Se editan The Talisman (en co-autoria de Peter Straub), The Eyes of the Dragon y Thinner.
1985
· Es nominado para el World Fantasy Best Novella por The Ballad of the Flexible Bullet
· Es nominado para el World Fantasy Best Novel por The Talisman
· Dirige su pelicula Maximum Overdrive.
1986
· Es nominado para el World Fantasy por Skeleton Crew
· Se edita It.
1987
· Es nominado para el World Fantasy Best Short story por The End of the Whole Mess
· Recibe el Bram Stoker Best Novel por Misery
· Recibe el British Fantasy Society Best Novel por It
· Es nominado para el World Fantasy Best Novel por It
· Se estrena Creepshow II.
· El 3 de noviembre comienza a escribir The Dark Half.
1988
· Es nominado para el Bram Stoker Best Novellette por The Night Flier
· Es nominado para el World Fantasy Best Novel por Misery
· Se edita Nightmares in the Sky.
1989
· El 16 de Marzo termina de escribir The Dark Half.
· Es nominado para el Bram Stoker Award por The Night Flier y Dedication.
1990
· Es nominado para el Bram Stoker Best Novellette por The Langolier
· Recibe el Bram Stoker por Four Past Midnight
1991
· Es nominado para el Bram Stoker Best Novel por The Waste Lands
· Es nominado para el Bram Stoker Best Novel por Needful Things
1992
· Se estrena Sleepwalkers, la primer pelicula con guion de King exclusivo para el cine.
1993
· Es nominado para el Bram Stoker por Nightmares and Dreamscapes
1994
· Es nominado para el Bram Stoker Best Novel por Insomnia
1995
· Recibe el Bram Stoker Best Novellette por Lunch at the Gotham Cafe
· Recibe el World Fantasy Best Short story por The Man in The Black Suit
· Es nominado para el British Fantasy Society Best Novel por Rose Madder
1996
· Entre Marzo y Agosto publica The Green Mile.
· Recibe el Bram Stoker Best Novel por The Green Mile
· Es nominado para el British Fantasy Society Best Novel por The Green Mile
1997
· Es nominado para el Bram Stoker Best Novellette por Everything's Eventual
· Es nominado para el British Fantasy Society Best Novel por Wizard and Glass
1998
· Es nominado para el Bram Stoker Best Short story por Autopsy Room Four
· Recibe el Bram Stoker Best Novel por Bag of Bones
· El 22 de Diciembre termina de escribir Hearts in Atlantis.
1999
· Recibe el British Fantasy Society Best Novel por Bag of Bones
2001
· Recibe el Bram Stoker Award por On Writing.
· El 20 de Marzo se publica Dreamcatcher.

2003
El 19 de noviembre Stephen King recibió la anunciada medalla por su Contribución Distinguida a las Letras Americanas. Este prestigioso premio, otorgado anualmente por la National Book Foundation, ha generado una fuerte polémica (que seguramente continuará por mucho tiempo) entre algunos críticos literarios que defenestran la obra literaria de King y muchos otros (entre los que podemos contar a críticos, escritores y lectores) que están totalmente de acuerdo con el galardón entregado.
En el presente artículo publicamos dos opiniones bien claras y contrarias: la del crítico Harold Bloom (que siempre que puede se ensaña con King) y la de Jeff Zaleski, editor de Publisher's Weekly. La nota la completamos con una breve opinión de George Beahm, un especialista en la obra de King que escribió libros como Stephen King Country y The Stephen King Companion. Previo a todo eso, un informe sobre la noche de la ceremonia donde se entregó el premio.


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Publicado 16 enero 2004 - 08:47

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Stephen King , en un momento de su carrera , empeso a escribir novelas , bajo un nombre falso:Richard Bachman.
Escribia bajo el seudonimo de Richard Bachman
por diferentes razones y en una entrevista que les pondre a continuacion explica el porque:

Entre 1977 y 1984 publiqué cinco novelas bajo el seudónimo de Richard Bachman. Fueron Rage (Rabia, 1977), The Long Walk (La Larga Marcha, 1979), Roadwork (Carretera Maldita, 1981), The Running Man (El Fugitivo, 1982), Thinner (Maleficio, 1984). Hubo dos razones por las que finalmente me relacionaron con Bachman: la primera, porque los cuatro primeros libros, todos en rústica, estaban dedicados a personas asociadas con mi vida, y la segunda, porque mi nombre apareció en los documentos del Copyright de uno de ellos. Ahora la gente me pregunta por qué lo hice, y creo que no tengo ninguna respuesta satisfactoria. Lo bueno es que no he matado a nadie, ¿verdad?.
Puedo hacer algunas sugerencias, pero eso es todo. Lo realmente importante que he hecho en toda mi vida por una razón consciente fue pedirle a Tabitha Spruce, si quería casarse conmigo. El motivo fue que estaba profundamente enamorado de ella. Lo gracioso es que el amor por si mismo es una emoción irracional e indefinible. En ocasiones algo simplemente te dice "Haz esto" o "No hagas aquello". Casi siempre obedezco esa voz, y cuando la desobedezco normalmente me arrepiento. Lo que quiero decir es que sigo el método de la corazonada-del-jugador frente a la vida. Mi esposa me acusa de ser un Virgo exigente e imposible y supongo que a veces lo soy -generalmente, por ejemplo, sé, en cualquier momento, cuantas piezas de un puzzle de 500 piezas he colocado, pero en realidad nunca planeé nada de lo grande que alguna vez he hecho, y eso incluye a los libros que he escrito. Nunca me senté y escribí una página con cualquier cosa excepto la vaga idea de cómo las cosas deberían perfilarse. Un día me ocurrió eso, debía publicar Getting It On, una novela que Doubleday casi publicó dos años después de que publicasen Carrie, bajo un seudónimo. Me pareció una buena idea así que lo hice. Como yo digo, lo bueno es que no he matado a nadie, ¿Huh?
En 1968 o 1969 Paul McCartney dijo algo nostálgico y sorprendente durante una entrevista. Dijo que los Beatles habían discutido la idea de salir a la carretera como una banda-de-taberna llamada Randy and the Rockets (Randy y los Cohetes). Vestirían ropa de hockey y mascaras a lo Count Five, decía él que así nadie les reconocería, y solo tendrían que delirar, como en los viejos tiempos. Cuando el entrevistador les sugirió que serían reconocidos por sus voces, Paul parecía al principio sorprendido... y a continuación un poco atónito.
Cub Koda me contó una vez esta anécdota sobre Elvis Presley, y como él mismo dijo, si no es cierta, debería serlo. Cub dijo que Elvis le contó a un entrevistador algo mas o menos así: "Estaba como una vaca en un corral con un rebaño entero de otras vacas, sólo que de algún modo estaba ausente. Bien, ellos llegaron y me atraparon y me colocaron en otro rebaño, solo que este era más grande y lo tenía todo para mí. Mire alrededor y vi que las alambradas estaban tan altas que nunca escaparía. Así que dije, 'De acuerdo, pastaré.'"
Escribí cinco novelas antes de Carrie. Dos de ellas eran malas, una era aburrida, y pensaba que las otras dos eran bastante buenas. Las dos buenas eran Getting It On (que se convirtió en Rage cuando finalmente se publicó) y The Long Walk. Getting It On la comencé en 1966, cuando estaba en el último curso en el instituto. Mas tarde la encontré descomponiéndose en una vieja caja en el sótano de la casa donde había crecido -este redescubrimiento fue en 1970, y acabé la novela en 1971. The Long Walk fue escrita entre el otoño de 1966 y la primavera de 1967, cuando era un novato en la universidad.

Envié Walk a la primera competición de novela de la Bennett Cerf/Random House en el otoño de 1967 y fue rápidamente rechazada con una nota... sin mas comentarios. Dolido y deprimido, seguro de que el libro tenía que ser realmente horrible, lo metí dentro del mítico BAUL, que todos los novelistas, publiquen o aspiren a publicar, llevan consigo. No lo envié nunca más hasta que Elaine Geiger de la New American Library me pregunto si "Dicky" (como le llamamos nosotros) iba a ser similar a Rage. The Long Walk entro al BAUL, pero como dice Bob Dylan en Tangled Up in Blue, nunca escapó de mi mente. Ninguno de ellos ha escapado nunca de mi mente -ni siquiera los realmente malos.

Continua en la segunda parte thumbsup.gif

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Publicado 16 enero 2004 - 08:51

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Las cifras habían llegado a cotas muy elevadas. Eso influyó. Hay momentos que me siento como si hubiera plantado un modesto paquete de palabras y hubiese visto crecer algún tipo de planta mágica... o un descontrolado jardín de libros (MAS DE 40 MILLONES DE LIBROS DE KING EN CIRCULACION!!!, como le gusta pregonar a mi editor). O, dicho de otro modo, a veces me siento como Mickey Mouse en Fantasía. Sabía lo suficiente para conseguir que las escobas desfilen, pero una vez que comienzan a desfilar, las cosas ya no son lo mismo. ¿Me estoy quejando? No. He intentado seguir aquel otro consejo de Dylan y cantar en mis cadenas como el mar. Quiero decir, que yo podría ir hacia la esquina de los amen y llorar sobre cuan malvado es ser Stephen King, pero de algún modo no creo en esas personas que son a) parados o b) falsos influyentes durante la semana solo para mantener la hipoteca de la casa y la cuenta de la MasterCard, que deberían sentir mucha simpatía por mi. Ni Yo lo espero. Todavía sigo casado con la misma mujer, mis niños están saludables y radiantes, y me encuentro bien pagado por hacer algo que amo. Así que ¿De qué lamentarse? De Nada. O Casi.

Recordando a Paul McCartney, si estuviese allí: el entrevistador tenía razón. Ellos habrían reconocido sus voces, pero incluso antes de que hubiesen abierto la boca, habrían reconocido los lengüetazos de la guitarra de George. Yo realicé cinco libros como Randy y los Cohetes y he estado recibiendo cartas preguntándome si yo era Richard Bachman casi desde el principio. Mi respuesta a esto era la sencillez misma: Mentía.
Creo que conseguí bajar un poquito la temperatura; hacer algo como alguien diferente a Stephen King. Creo que todos los novelistas son jugadores de rol crónicos y era divertido ser otra persona durante un tiempo -en este caso, Richard Bachman. Y él desarrolló una personalidad y una historia que aparecen junto a una foto falsa del autor en la contraportada de Thinner (Maleficio) y la falsa esposa (Claudia Inez Bachman) a quien los libros están dedicados. Bachman era un colega claramente antipático que nació en New York y viajó durante diez años en la marina mercante después de cuatro años de Guarda Costa. Al final se estableció en un centro rural de New Hampshire donde escribía de noche y vigilaba su pequeña granja de leche durante el día. Los Bachman tuvieron un hijo, un muchacho, que murió en un desafortunado accidente a la de edad de seis años (sé cayo en un pozo y se ahogó). Tres años antes se descubrió un tumor cerebral cerca de la base del cerebro de Bachman; difícil de quitar con cirugía. Y murió de repente en febrero de 1985 cuando el Bangor Daily News, el periódico de mi ciudad, publicaba el artículo de que yo era Bachman -un artículo que yo corroboré. En ocasiones era divertido ser Bachman, un cicatero solitario a lo J.D. Salinger, que nunca concedía entrevistas y quien, en el cuestionario sobre autores de la New English Library en Londres, anotó "el culto al gallo" en el espacio dedicado a la religión.

Me han preguntado varias veces si lo hice porque pensaba que estaba saturando el mercado como Stephen King. La respuesta es no. No creo que estuviese saturando el mercado... pero sí mis editores. Bachman fue un desahogo para ambos. Mis "editores de Stephen King" eran como una esposa frígida que solo quiere cohabitar una o dos veces al año, animando a su cachondo marido a que se busque una prostituta. Bachman era a quien yo recurría cuando tenía que desahogarme. Sin embargo, eso no explica por qué experimentaba la incesante necesidad de publicar lo que escribía aunque no necesitara la pasta. Repito, por suerte no he matado a nadie, ¿huh?

Continua en la tercera y ultima parte thumbsup.gif

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Publicado 16 enero 2004 - 09:00


Me han preguntado varias veces si lo hice porque me sentía encasillado como escritor de horror. La respuesta es no. Me importa una porqueria lo que la gente me llame mientras pueda dormir por la noche. No obstante, sólo él último de los libros de Bachman es una historia de terror, y lo cierto es que no se me escapó. Escribir cosas que no sean de terror como Stephen King sería perfectamente fácil, pero responder las preguntas sobre por qué lo hice es como una espina en la garganta. Cuando escribía ficción convencional como Richard Bachman, nadie hacia preguntas. De hecho, ha-ha, rara vez alguien lee los libros. Lo cual nos conduce a que podría ser no la razón por la cual esa voz hablase tan fuerte la primera vez, sino lo cerca que lo hizo.
Intentas tener sentido en la vida. Todos lo intentamos, creo, y parte de ese sentido de las cosas es intentar encontrar razones... o constantes... cosas que no fluctúen. Todo el mundo lo hace, aunque quizás la gente que tiene vigilias extraordinariamente afortunadas o desafortunadas lo hacen más. Una parte de ti quiere pensar -a al menos debe especular- que tu pelea con el cáncer es debido a que eres uno de los tipos malos (o uno de los buenos, si crees en la Ley de Durocher). Una parte de ti quiere pensar que debes de haber sido un duro trabajador S.O.B. o un príncipe real, o quizás incluso uno de los Múltiples Santos, si acabas volando alto en un mundo donde la gente se muere de hambre, se matan unos a otros, incendian, holgazanean, falsean. Pero hay otra parte que sugiere que todo es una lotería, un concurso de la vida-real no muy diferente a "La Ruleta de la Fortuna" o a "El Precio Justo" (dos de los libros de Bachman, casualmente, tratan de concursos de competición). Por alguna razón es deprimente pensar que todo -o casi todo- es accidental. Por ello quizás llegue a averiguar si lo podría volver a hacer. O en mi caso, si Bachman pudiese hacerlo de nuevo.
Las preguntas quedan sin responder. Los cuatro primeros libros de Richard Bachman no se vendieron bien del todo, debido quizás en parte a que fueron publicados sin fanfarria. Cada mes las editoras de libros en rústica publican tres tipos de libros: "leaders," que se anuncian demasiado, almacenados en cajas-basura (él termino comercial para los cartones de muestra que ves en el escaparate de tu librería local), y que normalmente se caracterizan por las portadas en papel de aluminio; "sub-leaders," que se anuncian menos, menos apropiados a ser almacenados en cajas-basura, y de los que se espera vender menos millones de copias (doscientas mil copias vendidas serian una buena maldición para los sub-leaders); y los libros sencillos. Esta tercera categoría es el equivalente al armamento de defensa en el mundo de los libros en rústica. "Los libros sencillos" (el único término que puedo pensar para estos sub-sub-leaders, lo cual es realmente depresivo) son rara vez reimpresos en tapa dura; por lo general son libros de lista negra con nuevas portadas, novelas de género (goticas, romances, westerns, y cosas así), o libros en entregas como Los Supervivientes, o Los Mercenarios, o Las Aventuras Sexuales de una Calabaza Cachonda... coges la idea. Y, de vez en cuando, encontrarás novelas genuinas sepultadas en este profundo substrato, y las novelas de Bachman no son a la vez novelas que hayan sido el trabajo de escritores bien-conocidos que envían despachos de portada profunda. Donald Westlake publicó originales en rústica bajo el nombre de Tucker Coe y Richard Stark; Evan Hunter bajo el nombre de Ed MacBain; Gore Vidal bajo el nombre de Edgar Box. Mas reciente es Gordon Lish que publicó una excelente serie original en rústica titulada El Chico de piedra bajo seudónimo.

Las novelas de Bachman son "libros sencillos," en rústica para rellenar los drugstores y los estantes de las estaciones de autobuses de América. Es así por decisión propia; quería que Bachman tuviese un bajo curriculum bibliográfico. Así que, en ese sentido, el pobre tipo tenía los dados en su contra desde el principio.

Y con todo esto, poco a poco, Bachman ha ganado un oscuro séquito de culto. Su último libro*, Thinner (Maleficio), ha vendido aproximadamente 28.000 copias en tapa dura antes de que un escritor y dependiente de una librería de Washington, llamado Steve Brown comenzara a sospechar y fuese a la Biblioteca del Congreso y descubriera mi nombre en uno de los formularios de registro de propiedad de Bachman. Veintiocho mil copias no es demasiado -en verdad no lo es en el territorio del best-seller- pero son 4.000 copias más que las vendidas en 1978 de mi libro Night Shift (El umbral de la noche). Pretendía que Bachman continuara después de Thinner con una novela de suspense bastante repugnante titulada Misery, y creo que podía haber cogido a "Dicky" en las listas de best-seller. Por supuesto, nunca la sabremos, ¿verdad?. Richard Bachman, que sobrevivió al tumor cerebral, finalmente murió de una enfermedad mucho más rara, cáncer del seudónimo. Se murió con la pregunta -¿es el trabajo quien te lleva a la fama o todo es simple lotería?-. Aun sin responder. Sin embargo el hecho de que Thinner vendiera 28.000 copias cuando el autor era Bachman y 280.000 copias cuando Stephen King se convirtió en el autor, puede decirte algo al respecto, ¿huh?

Existe un estigma unido a la idea del nombre de pluma. No era así en el pasado. Hubo un tiempo cuando se consideraba el escribir novelas como una ocupación mas bien humilde, quizás más vicio que profesión, y un nombre de pluma así parecía una forma perfectamente natural y respetable de protegerse a sí mismo (y a sus parientes) de la vergüenza. Como respeto por el arte de la novela rosa, las cosas cambiaron. Los críticos y lectores en general sospechaban del trabajo realizado por hombres y mujeres que elegían esconder sus identidades. Si eso era bueno, la tácita opinión parece ponerse en marcha, el tipo debería haber puesto su nombre real en él. O si mintió sobre su nombre, el libro debe chupar como una Electrolux. Tan solo quiero acabar diciendo solo unas pocas palabras sobre la dignidad de esos libros. ¿Son buenas novelas? No lo sé. ¿Son novelas sinceras? Si, así lo creo. En cualquier caso, fueron creadas honestamente y escritas con una energía que ahora solo puedo soñar (The Running Man, por ejemplo, sé escribió en un período de setenta horas y se publicó virtualmente sin cambios) ¿Chupan como una Electrolux? Definitivamente, no. En lugares ...bien... No era demasiado joven cuando estas historias fueron escritas para que sean desechadas como juveniles. Por otro lado, era aún bastante inexperto para creer en simples motivaciones (muchas de ellas dolorosamente freudianas) y finales tristes. El más reciente de los libros de Bachman ofrecidos aquí, Roadwork, fue escrito entre Salem's Lot y The Shining, y fue un esfuerzo escribir una novela "convencional". También era, en aquellos días, bastante joven para preocuparme sobre la accidental pregunta de las fiestas-coctel, "Si, pero ¿Cuándo harás algo en serio?". Creo que también fue un esfuerzo realizar algo con el sentimiento de dolor por la muerte de mi madre un año antes -un cáncer crónico se la había llevado dolorosamente poco a poco. Después de la muerte estuve a la vez afligido y agitado por la aparente falta de sentido de las cosas. Sospecho que Roadwork es lo peor del lote, simplemente porque intenta con dureza ser buena y encontrar algunas respuestas al enigma del dolor humano. La antítesis de este es The Running Man, que puede ser el mejor de ellos debido a que es solo fábula -se mueve con la tonta velocidad de una película muda, y cualquier cosa que no sea la historia es alegremente apartada a un lado. The Long Walk y Rage están repletos de airosos sermones psicológicos (textuales y subliminales), pero también hay mucha fábula en esas novelas -finalmente el lector estará mejor dotado que el escritor para decidir si la historia es suficiente para superar todos los fallos de percepción y motivación. Solo añadiré que dos de estas novelas, quizás incluso las cuatro podrían haber sido publicadas con mi propio nombre si yo hubiese tenido un poco más de experiencia en el negocio de la publicación o si no hubiese estado preocupado, en los años en que fueron escritas, con mi primer intento de acceder a la facultad y así ayudar a mi familia. Y solo las publiqué entonces (y permito que sean reeditadas ahora) porque aún son mis amigas; son, sin duda, de alguna forma mutiladas, pero todavía parecen darme vida.
Y unas pocas palabras de agradecimiento: a Elaine Koster, al editor de NAL (que fue Elsine Geiger cuando se editaron por primera vez), que mantuvo el secreto de "Dicky" tanto tiempo y con tanto éxito; a Carolyn Stromberg, primera editora de "Dicky", que hizo lo mismo; a Kirby MacCauley, que vendió los derechos y mantuvo también el secreto fiel y adecuadamente; a mi esposa, que me alentó con estos igual que hacía con los otros que se convirtieron en grandes y brillantes fabricantes de dinero; y, como siempre, a ti, lector, por tu paciencia y bondad.

* Nota: esta introducción fue realizada mucho antes de la publicación de Posesión.


#6 Guest_HIPERION_*

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Publicado 05 febrero 2004 - 11:34

m1.gif Me parece uno de los escritores más memorables en su género desde Alfred Hitchcok, sus obras manejan un sentido muy original del terror, tendiendo mucho hacia el lado psicológico, partiendo desde personajes la mayoría de las veces de primera impresión, simples e insignificantes. Mis obras favoritas: Eso y los Niños del maíz. m1.gif

#7 Guest_arassat_*

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Publicado 10 febrero 2004 - 22:46

Me encanta Stephen King pero no creen qeu a veces al final se le enreda todo y no sabe como resolverlo y termina siendo medio enquilombado todo el final.
Por dar un ejemplo no les parece que el final de "saco de huesos" no hace merito a toda la novela ( una obra de arte)??

#8 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 16 febrero 2004 - 16:25

Tenes razon mi amigo Cangrejoso sobre los finales malos de Stephen King.
La novela es tan buena que despues talves no sabe que final ponerle.
Fijate que con It él prefirio dejar inconcluso lo que era Pennywise antes de meter la pata y revelar algo que no le agrade a los demas.
Lamentablemente este no fue el caso de:" La tienda de los deseos malignos" que es un gran libro con un final espantoso y sin sentido. s4.gif
Pero hay muchos otros finales que son para aplaudir como en el cazo de: Corazones en la Atlantida o La Tormenta del Siglo.
Atte.LuisRiddle s78.gif

#9 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 26 febrero 2004 - 08:57

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¿Nunca se preguntaron que es lo que asusta a un escritor de terror? 06.gif
Pues en esta entrevista Stephen King , habla de eso y de mucho mas:

El novelista de horror Stephen King confesó que lo que realmente lo aterrorizan son las arañas, cucarachas y lugares altos. Después de producir 26 libros en el pasado cuarto de siglo, nunca ha sufrido del bloqueo del escritor - el destino de su héroe en su último libro, Un Saco de Huesos. "Probablemente hay críticos ahí afuera que desean un bloqueo de escritor para mí. Pero he sido muy afortunado en ser capaz de entretenerme a mí mismo."

Entonces agrega, con un toque de ironía: "Pienso que si he escrito algo que logra sacar los miedos de las personas, estoy encantado".

King, realizando su primer viaje a Inglaterra en casi 20 años, para publicitar su último libro, le confiesa a los periodistas: "Hay varias cosas específicas a las que temo. Me aterrorizan las arañas. Las serpientes no me molestan. Pero odio las cucarachas. Estar encerrado en lugares chicos no me molesta. Pero las alturas sí".

La mayoría de los libros de King han sido convertidos en films exitosos, y él elige a The Shawshank Redemption, una historia de una prisión con Tim Robbins y Morgan Freeman, como su adaptación favorita. "Siempre sentí que la versión de El Resplandor de Stanley Kubrick entra en la categoría de fallas realmente interesantes."

El escritor de 51 años habla con gran fluidez y elocuencia acerca del arte de la escritura, pero admite que los tours de publicidad son agotadores para una figura básicamente en retirada. King comenta que tiene la mente abierta con respecto a lo sobrenatural, que él conjura con apetito voraz en sus novelas. "Nunca he visto un OVNI (Objeto Volador No Identificado). Nunca he visto un fantasma al que pueda identificar como tal. Todo lo que se es que cuando escribo sobre esas cosas, creo en ellas completamente."

King es un adicto al trabajo que, sin fallas, produce 11 páginas cada día - ni más, ni menos. "Me gusta mantener el trabajo caliente. Cuando trabajo en algo, quiere trabajar hasta terminarlo."

El toma galones de té, - "Un poco más de cafeína cuando trabajo desde que deje de fumar. Este trabajo es un infierno sin cigarrillos. Es mucho más fácil cuando estás fumando".

Sus editores en Inglaterra le habían prometido una oportunidad de ver un match de cricket. "Me llevaron a un match de cricket en Nottingham ayer, y el juego se suspendió por lluvia. Alguien me dijo que realmente no existe el cricket. La gente viene y se viste con esos uniformes, entonces se larga la lluvia, y se van todos a sus casas".



#10 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 26 febrero 2004 - 09:05

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Stephen King cuenta como fue su experiencia con la muerte despues de su fatal accidente en el cual por poco pierde su vida:
Cuando nos quedamos en nuestra casa de Maine, acostumbro caminar seis kilómetros por día, a menos que llueva torrencialmente. Cuatro kilómetros de ese paseo diario son caminos polvorientos a través del bosque, y los restantes por la ruta 5, de doble mano, que une las localidades de Bethel y Fryeburg.

La tercera semana de junio de 1999 fue una de las más felices para mi mujer y para mí: nuestros tres hijos, ya crecidos y diseminados por el país, habían venido de visita. Hacía seis meses que no estábamos todos juntos. Como si esto fuera poco, nos acompañaba nuestro primer nieto, de tres meses, tironeando alegremente de un globo atado a su pie. El 19 de junio acompañé a mi hijo menor al aeropuerto de Portland a tomar su avión rumbo a Nueva York. Volví a casa, dormí una siesta y salí a dar mi caminata habitual. Planeábamos ir a ver una película en familia, así que tenía el tiempo justo para volver y organizar la salida. Creo recordar que salí a las cuatro de la tarde. Justo antes de llegar a la ruta principal (en Maine, cualquier camino con una línea blanca pintada en el medio es una ruta principal), me adentré un poco en el bosque para orinar. Pasarían dos meses hasta que pudiera orinar parado de nuevo.

Cuando llegué a la ruta, tomé hacia el norte, caminando por la banquina de ripio, en sentido opuesto al tránsito. Me pasó un auto, que también se dirigía al norte. Un kilómetro después -me dijeron más tarde- la mujer que manejaba ese auto observó una camioneta Dodge celeste dirigiéndose hacia el sur. Zigzagueaba por la ruta, apenas controlada por su conductor. Cuando ya estaba a salvo, la mujer le comentó a su acompañante: "El que estaba caminando por la banquina allá atrás era Stephen King. Espero que el de la camioneta no le pase por encima".

La visibilidad es bastante buena a lo largo del kilómetro y medio de la ruta 5 por la que camino habitualmente, pero hay una pequeña colina, baja y empinada, en la que el peatón apenas puede ver lo que se avecina por el camino. Yo ya había subido las tres cuartas partes de esa colina cuando la camioneta asomó por la cumbre. Iba por la banquina. Mi banquina. Tuve quizá tres décimas de segundo para darme cuenta de eso. El tiempo suficiente para pensar "Ay Dios, me va a atropellar un micro escolar" y girar hacia mi izquierda. Después, tengo una laguna en la memoria. Del otro lado de ella estoy en el piso, mirando la parte de atrás de la camioneta, que está volcada a un lado del camino. Esa imagen es clara y precisa, más una foto que un recuerdo. Las luces traseras tienen tierra; la patente y el vidrio están sucios. Registro estas cosas sin pensar en mí. No estoy pensando.

Acá hay otra laguna en mi memoria y después me estoy enjuagando sangre de los ojos con la mano izquierda. Cuando logro ver con claridad, miro a mi alrededor y veo a un hombre sentado en una piedra. Tiene un bastón en la falda. Este es Bryan Smith, el hombre de cuarenta y dos años que me acaba de atropellar. Smith tiene un notable record de manejo: una docena de delitos, multas y apercibimientos. No estaba mirando la ruta en el instante en que nuestras vidas colisionaron porque su perro Rottweiler había saltado del baúl de la camioneta al asiento trasero, donde había una heladera de camping con carne, y él intentaba espantarlo. El Rottweiler se llamaba Bullet (Smith tenía otro en casa, llamado Pistol). Más tarde, Smith les dijo a sus amigos que pensó que se había llevado por delante a "un ciervo pequeño", hasta que vio mis anteojos ensangrentados en el asiento delantero de su camioneta. Salieron volando de mi cara cuando traté de correrme del paso. El marco estaba roto y curvado, pero los lentes estaban intactos. Son los lentes que estoy usando ahora mismo, para escribir esto.

Smith se da cuenta de que estoy consciente y me dice que la ambulancia está en camino. Habla calmado, casi alegremente. Su mirada, mientras sigue sentado en esa piedra con el bastón en la falda, podría ser descripta como de amable conmiseración, como si dijera ¿No tenemos la peor de las suertes, nosotros dos?. Él y Bullet salieron del camping en el que estaban porque "quería una de esas barritas nutritivas que tienen en el almacén". Cuando escuché eso, unas semanas después, se me ocurrió que casi muero asesinado por un personaje de mis novelas. Es casi gracioso.

La ambulancia está en camino, pienso, y es eso bueno, porque fue un accidente terrible. Estoy tirado en la zanja, tengo sangre por toda la cara y me duele la pierna derecha. Miro hacia abajo y veo algo que no me gusta: mi cintura está de costado, como si le hubieran dado media vuelta a la derecha a la parte inferior de mi cuerpo. Miro nuevamente al hombre del bastón y le digo: "Por favor, dígame que sólo está dislocada

Continua en la 2 parte  s65.gif

#11 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 26 febrero 2004 - 09:06

Segunda parte:

"No", dice. Como su cara, su voz es alegre, apenas interesada en todo esto. Podría estar viéndome por TV mientras mastica una de esas barritas nutritivas. "Está rota en cinco, quizá seis partes". "Perdón", le digo. Todo se nubla por un tiempo. No es un desmayo, sino como si se hubiera cortado la película de la memoria. Cuando despierto, una camioneta naranja y blanca está detenida al costado del camino, con la sirena y las luces de emergencia encendidas. Un paramédico -se llama Paul Fillebrown- está arrodillado a mi lado. Está haciendo algo. Creo que cortando mis pantalones, aunque eso puede haber sucedido después.

Le pregunto si puedo fumar un cigarrillo. Se ríe y me dice: "Lo dudo". Le pregunto si me voy a morir. Me dice que no, que no me voy a morir, pero que necesito ir al hospital y rápido. ¿Cuál prefiero? ¿El de Norway-South Paris o el de Bridgton? Le digo que prefiero Bridgton, el Hospital Northern Cumberland, porque mi hijo menor nació allí hace veintidós años. Le pregunto de nuevo si me voy a morir, y me responde de nuevo que no. Me pregunta si puedo mover los dedos del pie derecho. Los muevo, pensando en esa canción infantil que me enseñó mi abuela ("Este dedito fue al mercado, este dedito se quedó en casa") y en que debería haberme quedado en casa: dar una vuelta había sido una mala idea.

Entonces me acuerdo de que a veces la gente que queda paralítica cree que está moviendo el pie. "¿Los dedos se movieron, no?", le pregunto a Paul Fillebrown. Dice que sí, una sacudida fuerte y saludable. "¿Me lo juras por Dios?", le pido, y creo que lo jura. Empiezo a desmayarme de nuevo. Fillebrown me pregunta en voz baja si mi mujer está en la casa grande del lago. No me acuerdo. No me acuerdo dónde está mi familia, pero logro darle los teléfonos de la casa grande y de la cabaña al otro lado del lado, donde se queda mi hija cuando viene a visitarnos. Podría haberle dado mi número de seguro social si lo hubiera preguntado. Tengo todos los números en la cabeza. Lo que desapareció es todo lo demás.

Está llegando gente. En algún lugar, la radio del patrullero emite pedidos de auxilio. Me suben a una camilla. Duele, y yo grito. Me meten en la ambulancia y se cierran las puertas. La radio policial se escucha más cerca. Alguien dice: "Mejor cerrarlas de un portazo".

Paul Fillebrown se sienta a mi lado con unas tenazas y me dice que tiene que cortar el anillo de mi mano derecha, el que mi mujer me regaló en 1983, doce años después de casarnos. Trato de decirle que lo uso en la derecha porque el anillo de casamiento lo sigo llevando en la izquierda. Me costó quince dólares y noventa y cinco centavos en la joyería Day's de Bangor y lo compré un año y medio después de conocer a mi mujer, en el verano del '69, cuando trabajaba en la biblioteca de la Universidad de Maine. Yo usaba patillas gruesas y vivía cerca del campus, en un lugar que costaba siete dólares por semana (un cambio de sábanas incluido). El hombre había llegado a la Luna y yo, al cuadro de honor. Abundaban los milagros y las maravillas. Una tarde almorzaba con mis amigos de la biblioteca, en el parque detrás de la librería. Entre Paolo Silva y Eddie Marsh estaba sentada una chica muy prolija, con una risa infecciosa, pelo teñido de rojo, las mejores piernas que había visto en mi vida y un ejemplar de Soul on Ice. No podía creer que un estudiante universitario pudiera tener una risa como ésa. Además, puteaba como un marinero. Se llamaba Tabitha Spruce. Nos casamos en 1971. Seguimos casados. Y en todo este tiempo no me ha dejado olvidar que cuando la conocí yo creía que era la novia sofisticada y cosmopolita de Eddie Marsh. En realidad, los dos éramos de clase trabajadora, comíamos carne, apoyábamos al Partido Demócrata y sospechábamos, como típicos yanquis, de la vida fuera de Nueva Inglaterra. La combinación funcionó. Nuestro matrimonio ha durado más que todos los líderes mundiales, excepto Castro.

Una versión balbuceante de esta historia se escapa de mis labios, pero nada que Paul pueda entender, mientras asiente y sonríe, cortando el segundo anillo de la mano hinchada. Cuando lo llamo para agradecerle, dos meses después, sé que Fillebrown me salvó la vida. Él sugiere que quizás alguien más estaba cuidándome. "Hace veinte años que hago esto y cuando te vi tirado en la zanja no pensé que pudieras llegar al hospital".

La gravedad de las heridas provocadas por el impacto son tales que los doctores del hospital North Cumberland deciden que no pueden tratarme allí. Alguien pide un helicóptero y me trasladan al Centro Médico Central Maine, en Lewiston. Para entonces, Tabby, mi hijo mayor, y mi hija están conmigo. A los chicos sólo les permiten verme un rato. Mi mujer puede quedarse un poco más. Los médicos le dicen que estoy muy golpeado, pero que voy a sobrevivir. La parte inferior de mi cuerpo está cubierta. No le permiten ver el extraño modo en que giró hacia la derecha, pero pueden lavarme la sangre de la cara y sacar los pedazos de cristal del pelo.

El helicóptero aterriza en la playa de estacionamiento. Me llevan hasta él en silla de ruedas. El ruido de la hélice es muy fuerte. Alguien me grita al oído: "¿Alguna vez subiste a uno, Stephen?". Es alguien que suena alegre, entusiasmado. Trato de decir que sí, que de hecho he volado dos veces en helicóptero, pero no puedo. De pronto, es muy difícil respirar. Me suben al helicóptero. No hay una nube. Oigo más voces en la radio. Esta parece mi tarde para escuchar voces. Se me hace cada vez más difícil respirar. Le hago gestos a uno de los enfermeros. "Siento que me estoy ahogando", murmuro. Alguien chequea algo. Otro dice: "El pulmón le dejó de funcionar".

Escucho un ruido de papel, algo sale de su envoltorio y una segunda persona me grita al oído: "Te vamos a hacer una traqueotomía, Stephen. Te va a doler un poco, un pinchazo". Lo único que siento es que alguien me clava algo puntiagudo con el pulgar. Entonces se siente un silbido, como si mi cuerpo perdiera algo. De hecho, creo que era exactamente lo que estaba sucediendo. La respiración normal, el inhalar-exhalar de siempre, tiene ahora un ruido diferente: shlup, shlup, shlup. El aire está frío, pero al menos es aire y sigo respirándolo. No quiero morirme, y mientras miro el cielo azul me doy cuenta de que estoy a un paso de la muerte. Alguien me va a arrastrar para un lado o para el otro muy pronto. No hay nada que yo pueda hacer, excepto estar ahí tirado escuchando mi respiración: shlup, shlup, shlup.

Diez minutos más tarde aterrizamos en el hospital. Me sacan del helicóptero. Alguien golpea la camilla contra una pared y grito. "Perdón, perdón. ¿Estás bien, Stephen?". Cuando estás herido, todo el mundo te llama por el nombre. "Díganle a Tabby que la quiero mucho", les grito, mientras siento ganas de llorar. "No va a hacer falta que se lo diga yo", me dice el tipo que empuja la camilla. El aire acondicionado está prendido y pienso que hace una hora yo estaba caminando por la ruta, pensando en juntar frambuesas, pero rápido, porque a las cinco y media teníamos que ver 'La hija del general' con John Travolta, que había hecho de villano en Carrie, mi primera novela. "¿Cuándo? ¿Cuándo puedo decírselo?", le grito, o creo que le grito, al camillero. "En un rato", me responde. Entonces me vuelvo a desmayar. Esta vez es todo un rollo de la película de mi memoria el que desaparece. Tengo flashes de caras, quirófanos, máquinas de rayos X, alucinaciones, sueros, morfina, voces lejanas y manos que me untan una crema en los labios. Tiene gusto a menta. Pero sobre todo, hay oscuridad.

La predicción de Bryan Smith terminó siendo moderada: la pierna estaba rota en nueve partes. El cirujano que la armó de nuevo (el formidable David Brown) me dijo más tarde que, debajo de la rodilla, mi pierna parecía "un puñado de bolitas en una media". Fueron necesarias dos incisiones para aliviar la presión causada por la explosión de la tibia y lograr que la sangre volviera a circular por la parte inferior de la pierna. Si esos cortes no se hubieran hecho (o si hubieran demorado en hacerlos), hubiera sido necesario amputarme la pierna. La rodilla derecha estaba abierta a la mitad; el hueso de la cadera y cuatro costillas estaban fracturados, la columna estaba quebrada en ocho partes. La clavícula derecha había aguantado, pero estaba en carne viva. El corte en el cuero cabelludo necesitó treinta puntos. Así que diría que la predicción de Bryan Smith fue un tanto moderada.

La destreza al volante del señor Smith fue analizada por un tribunal, que lo procesó por dos delitos: conducción peligrosa (bastante grave) y lesiones importantes (un delito tan grave que significa la cárcel). Después de mucho meditarlo, el fiscal permitió que Smith se declarara culpable del cargo menor, conducción peligrosa. Fue sentenciado a seis meses de prisión en suspenso, un año de inhabilitación para manejar y probation. La inhabilitación se extendía a vehítraseros como trineos de nieve, jeeps y etcétera. Probablemente, Bryan Smith esté de vuelta en el camino para la primavera o el verano del 2001.

David Brown me reconstruyó la pierna en cinco operaciones maratónicas que me empujaron hasta el borde de mi resistencia física. Me dieron también una oportunidad de volver a caminar. Un aparato de acero y fibra de carbono fue fijado a la pierna para mantenerla en su lugar. Ocho clavos llamados Schanz atravesaban el aparato hasta penetrar en los huesos, por encima y por debajo de la rodilla. Otros cinco clavos más pequeños irradiaban de la rótula. Parecían rayos de sol dibujados por un chico. Tres veces por día las enfermeras sacaban las gasas de los clavos y limpiaban los agujeros con agua oxigenada. Nunca me empaparon la pierna con querosén para después prenderla fuego, pero si esto ocurre alguna vez, ya sé cómo se siente.

Entré en el hospital el 19 de junio y el 30 me paré por primera vez. Di tres pasos titubeantes hasta una cómoda y me senté con mi papagallo en brazos tratando de no llorar. Me dije que tenía mucha suerte. Eso funcionaba la mayoría de las veces, porque era cierto. Otras no, y entonces lloraba. Uno o dos días después, empecé la rehabilitación junto a una mujer de ochenta años, llamada Alice, que había sufrido una embolia cerebral. Nos animábamos mutuamente. Al tercer día le dije que se le veía la enagua. Ella me respondió: "Y a usted se le ve el trasero, muchachito", y siguió caminando.

El 24 de julio, cinco semanas después de que Bryan Smith me atropellara, empecé a escribir de nuevo. No podía doblar la rodilla derecha. Mi cadera rota hacía que fuera una tortura estar sentado media hora seguida. ¿Cómo iba a escribir si lo más importante en mi vida era cuánto faltaba para la próxima inyección? Pero sentía que era la única salida. Ya había pasado por momentos difíciles antes y la escritura me había ayudado a superarlos. Había una voz en mi cabeza que no se cansaba de repetir: "Ahora es el momento". Era posible desoír la voz, pero muy difícil dejar de creer en ella.

Al final, fue Tabby quien zanjó la cuestión, como ha hecho en todos los momentos importantes. Antes, era ella la que me decía que tenía que parar un poco, no trabajar tanto, pero también la que sabía que a veces escribir era lo único que me hacía salir adelante. Porque a veces escribir es un acto de fe, es escupir en el ojo de la desesperación. Escribir no es la vida, pero a veces puede ser una manera de volver a ella. Cuando le dije que lo mejor sería volver a escribir, esperaba un sermón. Pero lo único que me preguntó fue dónde quería que pusiera las cosas. Yo no tenía lamenor idea. Esa tarde, mi mujer me llevó a través de la cocina hasta mi nuevo estudio. Ahí estaban la laptop, la impresora, la lámpara, el manuscrito (con mis anotaciones prolijamente apiladas encima), varios lápices, unos libros de referencia y una foto de mi hijo menor. Me dio un beso en la sien, acomodó la silla de ruedas y me dejó solo para que averiguara si todavía tenía algo que decir.

Resultó que sí. La primera sesión duró una hora y cuarenta minutos, la mayor cantidad de tiempo que había pasado erguido desde el accidente. Cuando terminé, transpiraba como caballo y el dolor en la cadera era casi apocalíptico. Las primeras quinientas palabras eran terroríficas, como si nunca hubiera escrito en mi vida. Fui de una palabra a la otra como un viejo tratando de atravesar un arroyo saltando de piedra en piedra. Tabby me trajo una Pepsi y me reí a pesar del dolor. Escribí Carrie y Salem's Lot en la parte de atrás de una casa rodante. Mi nuevo escritorio era lo suficientemente parecido como para sentir que se cerraba el círculo. No tuve una iluminación milagrosa, pero con los días las palabras empezaron a venir cada vez más rápido. Todavía me dolía la cadera, la pierna y la espalda, pero el dolor se alejaba de a poco. Estaba en carrera. Las cosas sólo podían mejorar.

Y las cosas han seguido mejorando. Me operaron dos veces más desde entonces. También sufrí una infección bastante seria y sigo tomando alrededor de cien pastillas por día, pero el aparato en la pierna ya no está y yo sigo escribiendo. Algunos días son como arrastrarse. Otros, siento el hormigueo de la felicidad, esa sensación de haber encontrado las palabras exactas y haberlas puesto en el orden correcto. Todavía no tengo demasiadas fuerzas (apenas puedo escribir la mitad de lo que escribía antes), pero sí las suficientes. Escribir no me salvó la vida, pero está haciendo por mí lo que ha hecho siempre: convertir mi vida en un lugar más brillante y placentero.



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Publicado 26 febrero 2004 - 09:09

Stephen King dice que en la pelicula el Proyecto Blair Witch  hay un detalle que muy pocos de dieron cuenta , cual sera?.

Coincido con Hugh Taylor (Bangor Daily News, 10 de agosto) en que toda la discusión de la crítica de Christopher Smith acerca de la película The Blair Witch Project es algo grandioso. Es refrescante ver una controversia en las páginas de cartas que no tenga que ver con las armas o con Hillary. Póngame como un fan entusiasta de Christopher Smith -comparado con Marty Meltz, del periódico de Portland, Smith es un genio cultural- pero pienso que está equivocado acerca del final de The Blair Witch Project.

Yo sufrí un serio accidente en la mitad de junio, y he estado confinado en cama desde ese momento, pero la gente de Artisan Films me envió una cinta de video con una copia de Project. La vi por primera vez con mi hijo mayor cerca del final de mi estadía en el hospital, y mi reacción sobre el final del film fue similar al de Smith: ¿Esto es todo?.

Pienso que esta sería todavía mi reacción, pero volví a ver la película con mi hijo más joven, cuando él vino de Nueva York cerca de un mes atrás. Esta vez observé una pequeña pero vital pista en los primeros 15 minutos del film, que cambiaron mi entendimiento del mismo por completo. Quiero aconsejarle a Christopher Smith y a cualquiera que no quiera ver otra vez el film, que sólo presten atención a parte de la entrevista con los dos pescadores.

También quiero agradecer a todos en el área de Bangor, que me desearon una pronta recuperación. Nunca había estado tan conmovido en mi vida.



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Publicado 26 febrero 2004 - 09:11

Transcripción de la conferencia brindada por Stephen King en Killington, Vermont, el 26 de mayo de 1999, como parte del VEMA Annual Meeting. En la misma se refiere a varios sucesos en diferentes ciudades norteamericanas donde distintos alumnos asesinaron a compañeros de escuela, sucesos que se emparentan con su novela Rabia.


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Cuando hablo en público, una cosa que hago lo más raramente posible, usualmente no hablo desde un texto preparado y siempre trato duramente de decir algo serio; para citar a Mark Twain, siento que cualquiera que busca un discurso moral debe ser colgado y cualquiera que busca un guión debe ser baleado. Hoy, sin embargo, quiero hablar acerca de algo muy serio de hecho: la violencia adolescente en las escuelas americanas. Esta erupción se ha convertido en algo tan serio que un chofer de ómnibus de Conyers, Georgia, entrevistado la semana pasada en el Noticiero de la tarde de CBS, sugirió que el término de la jerga popular "postal yendo" debería pronto ser cambiado por "alumno yendo". Yo sugiero que una gran cantidad de componentes de la sociedad Americana han contribuido a crear este problema, y que todos debemos trabajar juntos para aliviar el mismo... y uso la palabra "aliviar" en lugar de "curar" porque no tengo en mente ninguna cura, al menos en el sentido de una cura rápida -que es lo que los Americanos normalmente entienden por cura; alivio rápido-rápido-rápido, como los comerciales de aspirina suelen decir. Yo pienso que tal tipo de cura no es posible. Esta es una sociedad violenta. Las estadísticas sugieren que ahora no es una época tan violenta como hace quince años atrás, pero realmente es muy pronto decirlo; sólo podemos dar testimonio de un porcentaje en un gráfico.

América nació en la violencia de la Masacre de Boston, se indemnizó en la violencia de Bull Run, Gettysburg y Shiloh Church, se avergonzó por la violencia de las Guerras Indias, se reafirmó por la violencia de las dos guerras mundiales, una acción política en Corea, y el conflicto en Vietnam. La mayoría de las pistolas llevadas en dichas acciones armadas eran portadas por chicos de la edad de los asesinos de Littleton y no mayores que Thomas Solomon, el francotirador de Georgia. Estas guerras -al igual que las Guerras de las Galaxias del futuro- pueden ser llevadas a cabo en la tienda local de videojuegos, por cincuenta centavos el estallido.

Dejando de lado la historia, nosotros sufrimos de furia a la carretera, tememos la invasión del hogar, y disfrutamos mirando a los invitados de Jerry Springer en las tardes de TV. Una vez que la alarma contra ladrones está puesta, ya está. Nos gustan las armas, y muchos ciudadanos inestables han accedido a ellas. Muchos, estamos aprendiendo, ni siquiera eran suficientemente grandes como para afeitarse. Son estos jóvenes asesinos -estas jóvenes pistolas, para usar el título de una popular película de aproximadamente veinte años atrás- el problema nuestro. Y nos traen un montón de problemas. Cientos de chicos se matan a sí mismo en las carreteras americanas cada mes, pero incluso cuando un gran número de ellos mueren juntos, raramente son noticia nacional. Entendemos las causas subyacentes, se pueden ver -normalmente esto conduce a la misma mezcla letal: inexperiencia, alcohol y esta creencia adolescente, a la vez amada y terrorífica, que Dios los puso en la Tierra para vivir por siempre. Cuando la muerte llega como el resultado de disparos y explosiones, nosotros o no entendemos o nos decimos a nosotros que no. Nuestro miedo genera una criatura sin rostro, una que yo conozco muy bien: es el coco. Cuando los chicos mueren en la carretera, es triste pero no es noticia nacional. Cuando ataca el coco, de cualquier manera... es diferente. Entonces todos, incluso los políticos, hablan de la noticia.


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Publicado 26 febrero 2004 - 09:12

Eric Harris y Dylan Klebold tenían dieciocho y diecisiete respectivamente, cuando soplaron sus cerebros peligrosos e infelices, ninguno de los dos era suficientemente mayor como para comprar una caja de balas, o alquilar un auto, o tener más que un simple seguro obligatorio de un automóvil de su propiedad. No son suficientemente grandes para ser cocos, en otras palabras, pero son genuinos peligros, que es lo mismo. Han cerrado escuelas en muchos estados y causado ausentismos masivos en otros, donde no solamente un trato violento es necesario para desquiciar a los chicos, maestro y padres; los vagos rumores ("un tipo que conozco escuchó algo acerca de un tipo que tiene un arma...") o un e-mail anónimo es suficiente. Como el más reciente incidente de Georgia lo ilustra claramente, Harris y Klebold continuaran participando en el proceso de educación americano desde ahora y hasta el fin del ciclo escolar. Harris y Klebold, demasiados jóvenes para ser cocos; pueden ser llamados niños-cocos, si lo desean. Pienso que es un término que los define bien.

Que yo sienta pena por estos niños-cocos no debería sorprender a nadie; una y otra vez me he referido a estos jóvenes desahuciados y sin poder, y he escrito tres novelas acerca de adolescentes llevados al crimen. Carrie (1974), Rabia (publicada en 1977 bajo el seudónimo de Richard Bachman), y Alumno Aventajado (1982). En Carrie, una niña atormentada por sus compañeros asesina a la mayoría de ellos en el baile de graduación después de un gran truco final que lleva a ella al borde. En un sentido ella fue la original chica del tumulto. En Rabia, un chico llamado Charlie Decker lleva una pistola a la escuela, asesina con esta a su profesora y mantiene a la clase de Algebra secuestrada hasta que la policía logra cercarlo y le disparan. En Alumno Aventajado, un joven llamado Todd Bowden descubre a un criminal de guerra Nazi viviendo en su vecindario y lleva al anciano de vuelta a una vigorosa vitalidad. En la superficie, Todd es el perfecto estudiante de la escuela secundaria californiana. Por debajo, él está fascinado por el Holocausto y el poder manejado por los Nazis; un miembro de la Mafia de Trinchera, en verdad, pero sin la trinchera. Después de un largo (y psicóticamente incremental) baile con su mascota nazi, Todd toca fondo. Su respuesta, no mostrada en la película que alcanzó las salas cinematográficas el año pasado, es llevar un poderoso rifle a un lugar cercano, donde le dispara a todos los que se mueven hasta que es asesinado. Su muerte es lo que en verdad la policía llama a veces un "triste suicidio".

Yo simpatizo con los perdedores del mundo, y hasta cierto punto entiendo la furia ciega y hormonal y el pánico que siente uno cuando el corredor que uno puede elegir se estrecha cada vez más, hasta que la violencia parece ser la única respuesta posible al dolor. Y si bien siento piedad por los que dispararon en Columbine, estoy en una posición para hacer eso, pienso que los hubiese matado yo mismo, si hubiese sido la única opción; terminar con ellos de la forma en que uno termina con un animal salvaje que no para de morder. Entonces se llega a un punto en que los Harrises y los Klebolds se tornan insalvables, cuando pasan a través de una tierra donde cada impulso violento es dejado libre. En este punto, los problemas sociales dejan de importar, y sólo está el trabajo de salvar a toda la gente que sea posible de lo que parece ser el mal actual, en el sentido de la palabra que impone el Viejo Testamento. Aunque las autoridades, políticos y psicólogos clamen ante el mundo -yo clamo ante mí mismo- nada parece encajar en la concreción de estos actos y en el resto que queda detrás. Y en la presencia del mal, cualquier piedad o simpatía que podamos sentir debe ser dejada de lado y reservada para las víctimas.



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Publicado 26 febrero 2004 - 09:14

Este punto de no retorno siempre puede ser evitado antes de que el tiroteo y la matanza comiencen, y normalmente lo es. La violencia al nivel de la que se vio en el Columbine High School es todavía rara en la sociedad americana, aunque se ha convertido en más común; hay una poderosa unidad amplificadora enganchada a la política y cultura del adolescente, lista para entrar en funcionamiento. En esta cultura amplificada, cosas como el tatuaje y la perforación del cuerpo se propagan a la velocidad del e-mail; el señuelo del arma puede extenderse de la misma manera. Y las armas están ahí afuera. Como dije en Apocalipsis, en una extensión desmesurada, todo este material está ahí afuera, simplemente esperando que la persona equivocada lo recoja.

Hasta cierto punto, lo que pasó en Columbine ocurrió a causa de lo que ocurrió en Jonesboro, Arkansas (cinco muertos), Paducah, Kentucky (tres muertos), y Springfield, Oregon (cuatro muertos, dos padres y dos niños en un baile escolar). De manera similar, los disparos y rumores de disparos en las semanas y meses que sigan ocurrirán debido a Harris y Klebold y el Columbine High; debido a T. J. Solomon y el Heritage High. Es una cosa de la cultura amplificada. Harris y Klebold pueden estar muertos, pero seguirán vivos por un tiempo. Créanme cuando digo esto. Sé bastante acerca de los fantasmas, y más de lo que me gustaría acerca de chicos que juegan con armas.

En el despertar de los disparos, los films, la TV y la gente del ámbito de los libros han señalado con el dedo a la industria de las armas y a ese popular coco, el NRA. La gente del ambiente de las armas se defendió acertadamente, diciendo que la industria del entretenimiento americana ha creado una cultura de la violencia. Y detrás de todo estamos bombardeando el infierno viviente de Yugoslavia, porque esa es la manera en la que resolvemos nuestros problemas cuando esos molestos líderes extranjeros no hacen lo que nosotros consideramos que es correcto. ¿Quién es realmente el culpable?. Mi respuesta es todos los anteriores. Y hablo desde una experiencia personal y mucho como un escrutador de almas. No puedo asegurar que Michael Carneal, el chico de Kentucky que disparó a tres a sus compañeros cuando oraban delante de la escuela, haya leído mi novela Rabia, pero los reportes periodísticos que siguieron al incidente indicaron que una copia del libro fue encontrada en su cajón. Probablemente lo tenía. Rabia ha sido mencionado en al menos otro evento escolar con disparos, y en el proceso de investigación de aquel caso un agente del FBI me preguntó si podría reportearme acerca de este tema, con el fin de determinar un perfil computarizado que pudiera ayudar a determinar adolescentes potencialmente peligrosos. El incidente Carneal fue suficiente para mí. Le consulté a mi editor para sacar de circulación a la maldita novela. Eso ocurrió. ¿Hay todavía copias disponibles de Rabia? Sí, seguro, en bibliotecas donde ustedes, damas y caballeros, pueden acceder a la misma. Porque, como las armas y los explosivos y las shurikens ninjas que se pueden comprar por Internet, todo ese material está ahí, esperando a alguien que lo tome.

¿Pienso yo que Rabia haya provocado que Carneal, u otra persona joven, disparara el arma? Es una pregunta importante, porque va al corazón de la disputa sobre quien es el culpable. Ustedes también querrán preguntar si yo creo que la mera presencia de un arma hace que la gente desee usarla. La respuesta es problemática, pero necesita ser enfrentada: en algunos casos, sí. Probablemente lo sea. ¿Habitualmente? No, no lo creo. ¿Qué habitual es habitualmente? Eso no es para que lo diga yo u otra persona normal. Es una pregunta que cada parte de nuestra sociedad debe responder por sí misma, así como cada estado, por ejemplo, debe responder a la pregunta de cuando un chico es suficientemente grande para tener una licencia de conducir o comprar alcohol.

Hay factores en el caso de Carneal que hacen que sea dudoso creer que Rabia haya sido el factor definitivo, pero debo reconocer que es en mi propio interés que me siento de esa manera; ya que es perjudicado mi propio nombre. También debo reconocer la verdad de que una novela como Rabia puede actuar como un acelerador en una mente traumada; uno no puede divorciar la presencia de mi libro en el cajón de aquel chico de lo que hizo más de lo que uno puede divorciar los groseros crímenes sexuales cometidos por Ted Bundy de su extensiva colección de revistas porno orientadas al sadomasoquismo. Sostener un discurso libre ante tan evidente unión (o sugerir que otros pueden obtener una catarsis de semejante material que solo permite realizar atrocidades en las fantasías) me parece inmoral. Estas historias, videojuegos (Harris era adicto a un violento juego de computadora llamado Doom), o escenarios fotográficos existirán más allá de adonde nos conduzca la pregunta. El asunto es que no quiero ser una parte de esto. Una vez que supe lo que había pasado, apreté el pulsador del asiento eyector de esta pieza de mi trabajo. Retiré de circulación Rabia, y lo hice con alivio más que con pesar.



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Publicado 26 febrero 2004 - 09:16

Por otra parte, si me preguntan si la presencia de personas potencialmente inestables u homicidas hacen que sea inmoral escribir una novela o filmar una película en la que la violencia forme parte, debo decir absolutamente que no. En la mayoría de los casos, no tengo mucha paciencia con este razonamiento. Lo rechazo como malos pensamientos y mala moral. Nos guste o no, la violencia es una parte de la vida y una parte única de la vida americana. Si soy acusado de ser parte del problema, mi respuesta es la respuesta del reportero venerable: "Hey, yo no hago las noticias, sólo las informo."

Yo escribo fantasías, pero nacen del mundo que veo. Si esto algunas veces duele, es porque la verdad usualmente lo hace. John Steinbeck fue acusado gratuitamente cuando escribió acerca de la migración de los Okies a California en Las Uvas de la Ira, incluso de tratar de fomentar una revolución doméstica, pero muchos de sus acusadores -como aquellos que hacen acusaciones similares contra Upton Sinclair cuando escribió acerca de la esencia corrupta de la industria del embalaje de carne en La Jungla- son gente que prefiere cuentos de hadas y finales siempre felices. A veces la verdad de cómo vivimos es fea, eso es todo. Pero apartarse de estas verdades o dar la idea de que escribir sobre la violencia causa violencia, es abrazar la hipocresía. En Washington, la hipocresía engendra políticos. En las artes, engendra pornografía. Mis historias de violencia adolescente nacen, en ciertos aspectos, de mis propias memorias de la escuela secundaria. Esta verdad particular, que recuerdo cuando escribo como un adulto, no es suficientemente placentera. Yo recuerdo la escuela secundaria como una época de miseria y resentimiento. En los juicios iroqueses de masculinidad, guerreros desnudos eran enviados a correr por una pasarela rodeada de personas que los pinchaban con las puntas de las lanzas. En la escuela secundaria el objetivo es el Día de Graduación en lugar de la masculinidad, y las armas son reemplazadas por insultos, desaires y epítetos, muchos de ellos raciales, pero me imagino que los sentimientos eran los mismos. Las víctimas no están siempre desnudas, pero una buena parte de esto comienza en los campos de juego y los cuartos de baños, donde las marcas se visten delgadamente o no se visten en absoluto. El cuarto de baños es donde comienza Carrie, con chicas arrojando toallas femeninas a una joven sexualmente ignorante, que cree que está sangrando hasta la muerte.

No le creo a la gente que recuerda a la escuela secundaria con cariño; muchos de ellos formaron parte de la mayoría, aquellos que eran provocadores en lugar de provocados. Son los que menos entenderán a los cocos y los que rechazarán cualquier simpatía hacia ellos (que no es lo mismo que condonar sus actos, un aspecto que no debería ser hecho, pero que probablemente lo es). Son los mismos que habitualmente sugieren que libros como Carrie, The Catcher in the Rye y A Separate Peace deben ser removidos de las bibliotecas y librerías. Debo decirles que esta gente tiene menos interés en reducir la atmósfera de la violencia en las escuelas que el que tienen en olvidar lo mala que mucha gente -ellos mismos, en muchos casos- era mientras estaban allí.

Y queda... por esto y aquello, como decía Robert Burns, la atmósfera de la cultura amplificada de hacer o creer que la violencia en la que muchos chicos de hoy día viven debe ser considerada parte del problema. Nos gustan nuestras películas de Jackie Chan, la serie Walker Texas Ranger en TV, y las novelas ultraviolentas -por no mencionar las novelas pseudo-religiosas en las cuales los Días de Tribulación prometidos en el Libro de las Revelaciones son narrados con detalles sangrientos-, pero necesitamos reconocer que estas cosas nos están lastimando, así como muchos debemos reconocer que los cigarrillos nos están dañando, pero también los disfrutamos.

También hay otros aspectos del ambiente de los niños-cocos, y muchos de ellos poco tienen que ver con los libros o los films. Los niños-cocos están profundamente fuera de contacto con sus padres, y sus padres están fuera de contacto con ellos. Gravitan hacia grupos liderados por adultos y con líneas de formación cuasi-militares: grupos de scoutismo, clubes de karate y artes marciales, grupos militares y paramilitares, clubes de coleccionistas. La mayor excepción está dada con el deporte. Los niños-cocos raramente ganan competencias escolares... excepto, por supuesto, si en la escuela que cursan tienen un equipo de tiro con rifle.

Los niños-cocos provienen de familias donde otros miembros se han destacado en actividades deportivas, académicas, artísticas, religiosas o programas de servicio a la comunidad. Los padres o parientes cercanos son comúnmente personal militar. Los niños-cocos no ganan carreras, son besados por la Reina de la Bienvenida, o galardonados con cintas azules. Son profundamente inarticulados y no expresan mucho (Eric Harris se dejó vencer cuando le preguntó a una chica si quería ir al baile de graduación con él). En casa, permanecen en sus cuartos. Si son presionados, los padres de los niños-cocos deben admitir que temían por sus chicos muchos antes que se quebraran y cometieran actos de violencia. Si agregan que no sabían exactamente porque tenían miedo, nadie debe quedarse sorprendido; estos padres, normalmente brillantes, no-abusivos y activos participantes de la comunidad, raramente se destacan en la comunicación familiar. Uno desearía que estas familias pudieran leer juntas, dejar que un escritor razonablemente articulado haga su charla para ellos pero, claro, esto raramente ocurre.

Los niños-cocos hacen nuevos amigos, y todos estos son también locos y confundidos como ellos. Su atracción mutua, a veces homo-erótica, tiene su propio efecto de cultura amplificada a medida que los amigos empiezan a armonizar en sus vidas, duplicando las ropas favoritas de los otros, los discos, películas, videojuegos y salones de chat de Internet. (Los libros, violentos o de otra clase, raramente brillan en el espectro de color del entretenimiento de los niños-cocos.) Estos iconos culturales, desde Metallica ("Sal de la luz/entra en la luz", es como comienza el coro de una de sus canciones) y Marilyn Manson hasta films como Scream, crean un lenguaje para aquellos que no pueden hablar de otra manera. Por un instante puede ser suficiente; puede ser suficiente incluso para que se cometan los actos irrevocables. En algunos casos, de cualquier manera, la presión es muy grande. Incapaz de interiorizar sus sentimientos de enojo e insuficiencia, incapaz de exteriorizar los mismos hablando libremente con cualquiera, la olla finalmente rompe el hervor y los restos de vapor se disparan en todas direcciones. Cualquier en su camino sufre las consecuencias. En Colorado, doce de ellos fueron llevados a la muerte.

Los niños-cocos, no hace falta que lo diga, siempre tienen acceso a las armas. Pero en América, ¿cuándo empieza lo correcto? ¿No es justo decir que en América una de las grandes religiones es La Sagrada Iglesia de los Nueve Milímetros? A la gente de armas no le gusta oír esto, pero pienso que debe ser dicho. Y si nosotros en las artes estamos hablando de poner la sangre en nuestras manos, pienso que ellos necesitan poner la sangre en las suyas.

Pero repito que es inútil en este punto entrar en la mala-cultura contra el argumento de la disponibilidad de las armas; la misma se ha degenerado al punto donde uno espera ver stickers que digan "Las armas no matan a la gente, los CDs de AC/DC matan a la gente". Y en cualquier caso, ambos campos operan no desde dos líneas de pensamientos, sino desde dos poderosos miedos. El primero es que ellos deben ser culpados... y que ellos merecen ser culpados. El segundo es más primitivo, y este es el miedo de los fantasmas. Los niños-cocos, vagando a través de los corredores de Cualquier Lado, USA; susurrando que hay una manera de igualar las cosas, que hay mucha medicina potente en un Tec-9 o en una bomba de cañería. ¿Puedo estar embotado? Este miedo es debido a que la violencia no está terminando, sino solo comenzando. No es completamente racional, pero comprendo que todos los miedos irracionales son los más poderosos de todos. En este caso, la idea es que hemos vivido bien mientras muchos viven mal, hemos comido bien mientras muchos en el mundo tienen hambre o están desnutridos, vestido a nuestros hijos de la mejor manera, mucha de esta ropa ha sido hecha por chicos de otros países que tienen pocos sueños, los cuales a veces son los violentos sueños americanos que ven en TV. Tenemos todo esto, algunos de nosotros -quizás muchos de nosotros- parecemos pensar, y debe haber un precio. Tiene que haber una paga. Quizás tiene que haber un juicio. Entonces a nuestras mentes llegan las imágenes de los niños-cocos, que disparan tan bien porque se han adiestrado en sus computadoras hogareñas, y en los videojuegos del shopping.

El Presidente Clinton ha hecho unos pequeños esfuerzos que apuntan a este problema, pero uno sólo puede bostezar ante el espectátrasero cómico pero no intencional de este hombre que castiga a las armas delante de las cámaras mientras bombardea Yugoslavia, donde al menos veinte no-combatienentes han muerto por cada inocente estudiante del Columbine High. Es como escuchar a un hombre con una pipa de crack hablándole a los niños sobre los peligros de las drogas. Hay soluciones, y hay también una sensación tranquila de perspectiva que necesita ser puesta en juego. Esta perspectiva comienza con entender que la mayoría de los chicos en la escuela no son niños-cocos sino buenos chicos, interesados en obtener educación y teniendo vidas sociales placenteras, no necesariamente en ese orden. Las soluciones a largo plazo están donde siempre estuvieron, en la familia vive con énfasis el amor, la comunicación, y el conocimiento de lo que los chicos están viendo, lo que están diciendo, y a los que ellos están acostumbrados el fin de semana.

Una solución inmediata, o un paso adelante, está en las oficinas de Consejo de las escuelas americanas, donde un esfuerzo mejor y más fuerte debe ser hecho para identificar a potenciales Eric Harrises, Dylan Klebolds y Thomas Solomons; se necesita un cambio con énfasis de la guía del trabajo a la guía psicológica (si bien a veces son la misma cosa). Cuando esta ayuda es rechazada, hay necesidad de un proceso para remover a potenciales chicos violentos de los ambientes escolares. El ACLU no lo querrá, pero no puedo imaginarme a estudiantes del Columbine High como John Tomlin y Rachel Scott siendo asesinados en la Fiesta de Graduación. Y si vamos a restringir los derechos de nuestra Constitución liberal, debemos restringir los derechos de los que hacen lobby con las armas también; este país necesita restringir la venta de armas de manos más estrictamente de lo que lo hace. Verificar las tiendas de armas es sólo un primer paso.

Y si, hay necesidad de hacer una re-examinación de la violenta cultura de la imaginación de América. Debe ser hecha sobriamente y con tranquilidad; una caza de brujas no ayudaría. Nunca serviría quemar los discos de Marilyn Manson en una gran fogata fundamentalista o remover de la biblioteca local los libros de Anne Rice porque algunos jóvenes pudieran ponerse ropa gótica y empolvarse la cara con polvo blanco; vayamos más allá de la pregunta de si la siguiente generación de asesinos por naturaleza está actualmente forjando sus habilidades en el Arcade 2000 del shopping local. Es tiempo de una examinación de porqué los americanos de todas las edades son propensos a los conflictos armados (Rambo), los conflictos sin armas (Federación Mundial de Lucha) e imágenes de violencia. Estas cosas no sólo deben ser dichas a potenciales asesinos adolescentes, sino a muchos de nosotros. Permanecen en nuestra psiquis nacional hasta el punto que los crímenes de Columbine dominan nuestros titulares y poseen nuestros pensamientos hasta la exclusión de otras cosas, incluyendo el éxodo masivo de millones de Kosovares y el conflicto armado más peligroso del mundo desde Vietnam.

Harris y Klebold están muertos y en sus tumbas, pero tememos a ellos lo mismo; ellos son la Muerte Roja en nuestro majestuoso castillo (donde, a medida que se aproxima el siglo veintiuno y el mercado accionario crece a niveles más altos, la fiesta nunca ha sido más febrilmente alegre). Ellos son nuestros niños-cocos, y quizás el primer paso real para hacer que ellos se vayan es decidir que hay en ellos para que les temamos tanto. Es una discusión que debe comenzar en las familias, escuelas, librerías y en foros públicos como este. Que es donde les robé su atención y su indulgencia en su tema tan poco apetecible. Gracias


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Publicado 26 febrero 2004 - 09:18

En las fiestas, la gente se acerca al escritor de novelas de terror con una rara mezcla de asombro e indignación. Siempre te miran a los ojos antes de lanzar, siempre, la misma pregunta: "Me encantó su última historia pero... ¿de dónde saca esas ideas?"

La pregunta, claro, es conocida por cualquier escritor de cualquier género. Pero lo que cambia es el tono en que es articulada. Tono admirativo para el escritor de policiales. Tono de respeto casi religioso para el escritor de ciencia-ficción que se atrevió a especular sobre el futuro. Tono de seriedad absoluta para el novelista de ideas.

El tono en que se la hacen al escritor de novelas de terror es el mismo tono con que, seguro, algún periodista le preguntó a Landrú o al Hijo de Sam qué sintió al despachar a todas esas personas. Nos miran raro y la verdad, sépanlo, es que la mayoría de nosotros somos personas perfectamente normales. No apuñalamos gente en la ducha, no torturamos a nuestros hijos, no sacrificamos al gato de la casa dentro de los limites de un pentagrama al sonar las doce campanadas de la medianoche.

Robert Bloch, autor de Psicosis, se parece bastante a un vendedor de autos usados. Ray Bradbury tiene un preocupante parecido con Charles M. Schultz, el autor de Peanuts. Y el escritor al que generalmente se reconoce como al maestro del horror del siglo XX -me refiero a H. P. Lovecraft- tenía el inequívoco aire de uno de esos vendedores de seguros ligeramente neuróticos.

TERAPIA CONSTRUCTIVA

Así que, ¿dónde queda ese lugar del que provienen las buenas ideas? Para mí, la respuesta es bastante sencilla. Las buenas ideas provienen de mis pesadillas. No me refiero a los típicos paseos nocturnos, no hace falta estar dormido en realidad. Hablo aquí de esas fisuras que separan lo consciente de lo inconsciente Una buena manera de empezar a reconocerlas es el tener claro que lo que nos asusta probablemente asuste a otros. Un psicólogo se apresuraría a estampar la palabra fobia sobre todo el asunto; pero yo creo que hay una mejor palabra para bautizar al fenómeno.

Joseph Stefano -autor del guión de Psicosis y productor de una antológica serie de televisión que se llamó "The Outer Limits"- agrupó a todos estos miedos en un grupo al que dio en llamar "los diez ositos". Es un buen término para todo aquel que se proponga escribir ficción terrorífica porque nos obliga a precisar las fobias generalizadas en ideas argumentales concretas para así poder asustar al lector. Y asustar al lector es el nombre de este juego, amigos.

Así que, antes de seguir adelante, lo mejor será precisar algunos de estos ositos, los ositos más reconocidos por todos nosotros. Tal vez quieran sacar alguno o agregar otro, pero en lo que a mí respecta, éstos son mis diez ositos más exitosos a la hora de la verdad:

1. Miedo a la oscuridad.
2. Miedo a esas cosas gelatinosas.
3. Miedo a las deformidades físicas.
4. Miedo a las serpientes.
5. Miedo a las ratas.
6. Miedo a los lugares cerrados.
7. Miedo a los insectos (especialmente arañas y cucarachas).
8. Miedo a la muerte.
9. Miedo a los otros (paranoia).
10. Miedo por los otros.



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Publicado 26 febrero 2004 - 09:19

Los ositos pueden ser combinados entre ellos, claro. Una vez agarré al osito 1, al osito 10 y escribí una historia llamada The Boogeyman (El Coco), que no tardó en ser vendida a la revista Cavalier. Para mí, el miedo a la oscuridad siempre estuvo focalizado en un terror infantil: la Terrible Cosa que se esconde en el placard o debajo de la cama y que sólo sale cuando se apagan las luces. Como adulto que retrocede en el tiempo para inspeccionar estos temores (temores de los que, conviene aclarar, nunca nos libramos del todo), llegué a la conclusión de que lo más terrorífico de la cuestión es que nunca llegamos a comprenderlos en su totalidad.

Pensamos que todo se soluciona del mismo modo en que nuestros padres pensaban que todo se solucionaba. Prendemos la luz, abrimos la puerta del placard y le decimos a nuestro hijo eso de "¿ves?, no hay nada ahí, no pasa nada...". Y apagamos la luz y nuestro hijo -igual que nosotros cuando teníamos su edad- vuelve a ver y a creer en la Terrible Cosa que acecha en las sombras.

En otra oportunidad escribí un cuento llamado Graveyard Shift (El Ultimo Turno), donde el protagonista indiscutido iba a ser nuestro querido osito 5. Ratas, ratas y más ratas. La historia concluía con el protagonista atrapado en un lugar oscuro -bienvenidos, osito 1 y osito 6- mientras los roedores se acercaban con ganas de probar la especialidad de la casa. Lo siento por el tipo, pero yo gané 250 dólares con su muerte.

DESCANSA EN PAZ, CONDE DRACULA

El futuro escritor de historias de horror podrá sentir la tentación de detenerse aquí mismo para exclamar que la mía es una lamentable lista de ositos. ¿Dónde están los vampiros, los hombre-lobos, las momias?, se preguntará con furia revisionista. Mi humilde respuesta y consejo es que están muy bien, descansando en paz, y que no deben ser molestados. Están gastados y no conviene frecuentar su compañía a menos que sea para proponer una interesante vuelta de tuerca como la de Richard Matheson en I, Legend, novela en la que todos eran vampiros menos un hombre y se invertía la naturaleza de lo monstruoso.

Tampoco se debe caer en excesos de confianza por el simple hecho de conocer a los ositos. Esto no es fácil. El género al que me refiero es, paradójicamente, uno de los más delicados y difíciles de manejar. Muchos de los más grandes escritores de la humanidad han intentado alguna vez meterse con las Terribles Cosas.

Me refiero aquí -para citar algunos- a Shakespeare, Chaucer, Hawthorne, Henry James, William Faulkner, y la lista continúa. Conviene aclarar que no se siente catarsis alguna cuando se describe algo particularmente espantoso. Uno está ahí afuera, mirando y haciendo hipótesis. Y, de improviso, todo comienza a desarrollarse, a crecer. En mi caso particular, debo admitir que aprendí mucho del oficio con los escritores naturalistas como Theodore Dreiser y Frank Norris. Gente que tiene perfectamente clara su condición de testigo privilegiado de la acción; ellos saben que no es lícito mirar para otro lado o cerrar los ojos. Por lo que hay que ser consciente de los propios limites.

En una oportunidad, cuando estaba en el college intenté escribir una novela pornográfica. No pude hacerlo. Llegué hasta la página 50 y me di por vencido, Las palabras estaban ahí; pero no pude soportarlo. Fue tan extraño. Llegué hasta la parte donde las hermanas gemelas estaban haciendo el amor en un jacuzzi, suspiré resignado y volví, feliz y contento, a jugar con mis queridos diez ositos.



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Publicado 26 febrero 2004 - 09:22

[Stephen King se sentó consigo mismo la tarde del 3 de Junio de 2002, para discutir su progreso en las tres últimas novelas de La Torre Oscura, y para hablar un poco acerca de lo que sus lectores pueden esperar. Y para cuando. La entrevista finalizó con el juego de los Red Sox aún en marcha, pero podía notarse que iban a perder. Finalmente, perdieron los Yankees.]

Steve: Muchas gracias por hacerte un tiempo para hablar acerca de La Torre Oscura a los visitantes de tu website.

S.K.: Bueno, es tu website también, vos lo sabés.

Steve: Es verdad.

S.K.: Y esto tendrá que ser realmente corto, porque los Red Sox están jugando esta noche. Eché un vistazo sin embargo, y Pedro dio un Home Run al bateador líder de los Tigers, así que quizás no sea una prioridad.

Steve: Lo haremos corto lo mismo. Como una cuestión de curiosidad personal, encontrás difícil entrevistarte a vos mismo.

S.K.: No. Todos los escritores se hablan a sí mismos, creo. Esto es sólo otra versión de eso.

Steve: ¿Qué estás escuchando estos días?

S.K.: Bueno, el nuevo álbum de Eminem te rompe el trasero. El tipo es divertido, y a veces shockeante. Esas son las cosas que busco en el rock and roll.

Steve: Eminem es un rapero.

S.K.: Es todo rock and roll para mi, aunque Eminem puede no estar de acuerdo del todo con esto. De hecho, probablemente mandará a su amigo Slim Shaddy a que me llame por teléfono y me diga que me vaya a la porqueria.

Steve: ¿Viste alguna buena película?

S.K.: Unfaithful. Buen suspenso y hermosamente fotografiada. Todos están hablando sobre Diane Lane, pero quedé sorprendido por el maravilloso pero menospreciado giro que Richard Gere le dio a su papel.

Steve: ¿Vistes Clones?

S.K.: (Risas) Sonó como esa publicidad: "Got Milk?" No. La semana próxima, creo. Estuve esperando que las multitudes se achiquen. Probablemente la disfrutaré. La gente ha caído en el hábito de esperar demasiado de estas películas, sabés - de la primera en adelante han estado adorando las recreaciones de las series con las que George Lucas pudo haberse enganchado de chico - la clase de cosas como Flash Gordon ó Buck Rugers. Nada expresa esto tan claramente como títulos del tipo Una Nueva Esperanza y El Ataque de los Clones, o cualquiera que sea. Y entonces los críticos actúan enojadamente porque obtienen películas pochocleras en vez de a Truffaut.

Steve: Volvamos al negocio.

S.K.: Vamos. Te quedan sólo diez minutos.

Steve: ¿Entonces por qué gastaste mi tiempo molestando acerca de George Lucas y Eminem?

S.K.: Fue mi tiempo también. No se si entendés.

Steve: (Suspiros) Está bien, ¿dónde estás con respecto a La Torre Oscura?

S.K.: Bueno, el libro 5 - Lobos de Calla - y el libro 6 - La Canción de Susannah - están ambos terminados de pasar al papel. He dicho que el último libro, el cual se llama simplemente -La Torre Oscura-, está cerca del tercio del camino. Esto es un total de 1900 páginas manuscritas desde el pasado Julio. Es tranquilamente el proyecto más grande que jamás he tomado, y le estoy lanzando con todo lo que tengo. Incluyendo una pequeño pieza de arte, de hecho. Pero estoy cansado, así que...



#20 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 26 febrero 2004 - 09:23

Steve: Se acabó el tiempo, ¿verdad?

S.K.: Sí. Necesito desconectar todo por un tiempito y recargar.

Steve: ¿Durante cuanto?

S.K.: Si la pantalla de la computadora se mantiene oscura y me puedo contener de agarrar una hoja de papel oficio, un mes debería alcanzar. Voy a estar loco para el 4 de Julio, pero debería estar descansado y listo para rockear.

Steve: ¿Igual estás contento con todo esto?

S.K.: No sé cómo me siento. Raro, supongo. Tenés que recordar que este proyecto abarca mas de treinta años de mi vida, y un montón de otros libros que he escrito lo tienen como base. Me siento un poco como Cal Ripken, haciendo su gira de despedida por todos los estadios de la Liga Americana. Pero en el tranquilo cuarto donde trabajo, nadie está festejando. Espero que algunos lo hagan cuando lean las páginas. Tenés que recordar que, para la mayoría de los lectores de Steve King, Roland el Pistolero nunca ha sido una prioridad. Los libros de La Torre Oscura son - bueno, son diferentes.

Steve: El Padre Callahan de Salem's Lot aparece en estos libros, ¿no es así?

S.K.: Sí. También Ted Brautigan de Corazones en la Atlántida; Sheemie, el chico de la taberna de La Bola de Cristal e incluso Dinky Earnshawe de la historia corta Everything's Eventual.

Steve: ¿Quién está haciendo el arte para las ediciones de Donald Grant?

S.K.: Algunas buenas personas. Grandes personas, de hecho. Berni Wrightson va a hacer las ilustraciones para Lobos. He visto algunos borradores, y son de cochina madre. Darrel Anderson va a hacer La Canción de Susannah, y espero que Michael Whelan firme para realizar las pinturas para el último volumen, La Torre Oscura.

Steve: Wow, el hizo los del primer tomo, ¿no?

S.K.: Si, y es su versión de Roland la que siempre veo en el ojo de mi mente cuando escribo. Realmente espero que esto suceda. El sería el único en hacer pinturas para dos de los libros, pero dado que él estuvo ahí al principio, sería grandioso si estuviera al final. Alfa y Omega, baby.

Steve: Gran pregunta. ¿Cuándo van a estar publicados?

S.K.: Esta es una pregunta imposible de responder mientras los libros no estén terminados. Dejame ponerlo de esta forma. Si todo fuera perfectamente - de la forma en que lo hace en tus ensoñaciones, donde sin ningún esfuerzo ganás Premios de la Academia - Lobos será publicado por Donald Grant Publishers en algún momento a finales del 2003. Canción y Torre deberían seguirlo a corto plazo.

Steve: ¿Querés decir que saldrían en tres meses separados?

S.K.: Algo así, si.

Steve: Si estamos hablando de libros grandes, estos serán items caros - Grant hace un trabajo hermoso, y también están las ilustraciones.

S.K.: Van a ser caros, está bien. Las ediciones de Grant han sido siempre caras, desde el Tomo 1, El Pistolero.






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