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"Yo soy Mei" (Gigantomachia Fic)

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2 respuestas a este tema

#1 Shun Meiou Hades

Shun Meiou Hades

    El alma más pura, envuelta en la más profunda oscuridad

  • 228 mensajes
Pais:
Mexico
Sexo:
Masculino
Signo:
Virgo
Energia:
Cosmos:
Ataque:
Defensa:
Velocidad:
Victorias:
0
Derrotas:
0
Total:
0

Publicado 04 agosto 2013 - 13:30

Hola a todos, la verdad no soy muy de fics (ni aficionado a leerlos  o a escribirlos, XD) pero hace poco decidí probarme y hacer uno a ver que tal quedaba y creo que no quedó tan mal, XP.

 

Está basado en la novela Saint Seiya Gigantomachia, que me gusta mucho pero no es muy conocida. Mei es un personaje que me gustó mucho por su perfil, contelaicon e historia.

 

En fin, aqui se los dejo, espero les guste y dejen sus comentarios :)

 

 

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Titulo: Yo soy...
Historia de origen: Saint Seiya Gigantomaquia
Narración: Retrospectiva (flashback)
Ubicación: Centro del monte Etna, faldas del volcán y santuario.
Personajes:

Mei

Death Mask de Cancer
Patriarca
Pallas del espiritu de estupidez
Enkelados del grito de guerra
Agrios de la fuerza bruta
Thoas del golpe de relampago

Autor: shunstorm (a.k.a.) §hun Meiou Ĥades

Ilustración: shunstorm (a.k.a.) §hun Meiou Ĥades**
Capitulos: Oneshot
Tiempo estimado de lectura: 10 minutos

 

**En la historia Mei se tiñe el pelo de gris como homenaje a su maestro (Death Mask tiene pelo gris en el manga), pero en esta ocasión lo planteé según el anime, en donde tiene cabello azul y por tanto Mei tendría que pintarse el pelo del mismo color de su maestro.

 

 

 

 

"Yo soy..."

 

 

Que irónico, pasé la mayor parte de mi vida queriendo ganar mi armadura, queriendo enorgullecer a mi maestro, ver a mis hermanos y ser un santo de Atena, y ahora que lo he conseguido, pierdo a mis hermanos, mi maestro está muerto y mi armadura reclama mi vida. Pero si ese es mi destino lo acepto para salvar al mundo, mire maestro, mire, ahora soy Mei de Cabellera de Berenice.

Aun recuerdo, con que entusiasmo inicié mi entrenamiento con mi maestro Death Mask.

 

SEIS AÑOS ANTES

 

El cielo estaba nublado, no había señales de lluvia, el sol estaba oculto, un día que para muchos resultaría oscuro, deprimente y hasta temible y aun así, en ese día gris se podía sentir calma si se le prestaba atención. 

Yo era el primogénito del magnate japonés Mitsumasa Kido, por tal motivo una vida de lujos y privilegios era mía por derecho, pero no es lo que quería, no cuando mis hermanos serian enviados a un cruel entrenamiento para obtener “armaduras” y cuidar del mundo. No podía yo soportar ese peso, prefería seguir su mismo destino, cualquier sufrimiento no se compararía al de traicionar y darle la espalda a mis hermanos.

Llegué a Grecia, a la sede de los santos, el Santuario de Atena. Había escuchado que uno de mis hermanos se encontraba aquí también pero ese no era mi sitio asignado. Fui recibido por un misterioso hombre que me llevó a lo más alto del santuario por encima de 12 imponentes templos me condujo a un salón lujoso donde un hombre de elegante túnica y con rostro sombrío me recibió.

 

- Así que tú eres el muchacho aspirante a caballero que ha venido de Japón
- Sí señor, mi nombre es Mei Kido
- Muy bien, espero particularmente mucho de ti, sé que no eres como los demás, tú eres el heredero de una casa privilegiada en oriente, así que espero mucho de ti.

 

Pero yo no quería un trato especial, quería el mismo trato que recibirían mis hermanos.

- Así que este es el mocoso que quiere enjaretarme “su santidad” – Dijo un hombre de cabello azul que entraba al salón, vistiendo una imponente y bella túnica dorada, eso debe de ser una “armadura”.
- Silencio Death Mask, ya te he dicho por que es importante que hagas que este niño se haga un caballero de esa armadura especial

Mas tratos especiales ¡no! No es lo que quiero.

- Señor, no quiero nada especial, quiero recibir el mismo trato que recibirán mis hermanos
- Mira niño, tú no eres especial y créeme, no recibirás un trato especial – dijo el hombre de cabello azul – Esto no se trata de ti y si quieres recibir un trato rudo yo me encargaré de que así sea.

Ese hombre tan extraño tenía una expresión que daba un poco de miedo con sus tonos tan altaneros y burlescos, pero por un breve momento así como el día que me recibió el primer día de mi destino, la mirada de ese hombre también mostraba cierta clama si lo observabas con atención.

 

 

 

Los años pasaron, fui llevado a Sicilia para entrenar con ese hombre, “Death Mask” dijo que le llamara y “Death Mask” le decía todo mundo. Muchas veces le pregunté su verdadero nombre pero cada que lo hacía me imponía una prueba más difícil hasta que un día...

- Maestro, ya han pasado 3 años que llevo entrenando, ¿Aún ahora no me dirá su nombre?, usted ya lo sabe todo de mi.
- Bah! Mocoso insolente, veo que aun tienes energías para seguir entrenando

48 horas sin dormir dándole vueltas a un volcán con los pies descalzos y enfrentando a mi maestro, sin duda que la falta de sueño me había hecho abrir la boca aun a sabiendas de un castigo

– Pero te daré una oportunidad. Deberás darme un golpe, un golpe en el rostro y te diré mi nombre, pero si no lo logras volveremos al volcán y si te desmayas te arrojaré al volcán. ¿Has entendido chiquillo entrometido?

Y me gustaría decir que fue lo peor a lo que el maestro me sometió pero no fue así.

Cómo podría hacerlo, como darle un golpe a un guerrero como mi maestro, el era uno de los guerreros de la élite de Atena. Que grave error había cometido, pero tenía que intentar, los castigos del maestro por darme por vencido eran aun peores que sus amenazas por fallar.

A penas y podía tenerme en pie y esquivar sus golpes, el agotamiento me dominaba y mis fuerzas flaqueaban. De pronto sentí algo, al pasar por una misteriosa zona en torno al volcán sentí que mis fuerzas regresaban y de hecho aumentaban. Podía esquivar cada vez mejor los golpes del maestro, incluso comencé a intentar golpearlo y algo sucedió, mas fugaz que el centelleo de una estrella mi cosmo aumentó y pude darle un golpe en la cara a mi maestro, pero por instinto él reaccionó, aumentó su fuerza y su velocidad y me golpeó en el estomago tan fuerte que me costaba mantener la consciencia.

- Maldito niño, me has dado un gran susto – el maestro me llevaba sobre sus hombros una vez más como tantas veces en que me había desvanecido – no seré el responsable por la muerte de un niño de quien me haya dado cuenta – susurró
- No sé como ocurrió pero has empezado a despertar tu cosmo y has logrado golpearme – A penas podía escucharlo, aun estaba débil – Escucha bien niño mi nombre es.....

Tan pronto como escuché su nombre sonreí, o al menos en mi mente lo hice pues no podía sentir ya nada en el cuerpo y perdí el conocimiento.

Pero así era mi maestro, solo me mostraba un poco de compasión cuando yo me sentía a morir, aunque después de esa ocasión el maestro ya no me veía indiferente, sin embargo seguía siendo igual de estricto y exagerado.

 

 

 

El gran día había llegado, el día en que mi maestro me pondría la prueba final para obtener mi armadura y ser un santo de Atena a su lado. El maestro me había hablado poco sobre la armadura que me correspondía, al parecer ni en el santuario sabían exactamente cuál era pero sabían que tenía cualidades especiales.

La prueba consistía en ir a buscarla en el Monte Etna, era todo, parecía una misión fácil considerando mis entrenamientos en un volcán y mi ilusión creció. Pero que equivocado estaba.

- Escucha mocoso, esta es tu última prueba, después de eso podré librarme de ti, pero tengo que salir en otra misión, ahora hacia China ya que algo grande está a punto de suceder en el santuario, jajaja. Así que escucha, mas te vale que para cuando yo vuelva ya tengas esa armadura.
- Si maestro, daré mi mejor esfuerzo.
- Confío en ti… Mei.

¿Qué?, sólo en pocas ocasiones el maestro se refería a mi por mi nombre y no como “mocoso”, además me había dedicado unas palabras de ánimo, pero para cuando volteé sorprendido por tal suceso el maestro ya se estaba retirando, solo alcancé a ver su cabello azul desvanecerse por su tele transportación sin voltear a verme.

- Muy bien maestro, no lo defraudaré.

Entré a la cueva, al principio no hubo mucho problema después de todo estaba en mi ambiente de entrenamiento, pero algo pasó un derrumbe inexplicable me hizo correr y adentrarme más de lo que alguna vez había ido en el volcán.

Todo era tan raro, comenzaba a encontrar extrañas piedras brillantes en el camino, de pronto, en una cámara dentro del volcán donde el calor era casi insoportable vi cuatro grandes piedras que emitían un misterioso cosmo, que me hacía sentir temor y fortaleza al mismo tiempo, eran piedras de Lapiz Lazuli, Malaquita, Ónix y Topacio.

De ellas surgieron cuatro espíritus enormes y monstruosos

- ¿Quién está ahí, quien perturba este lugar sagrado?
- Soy Mei, he venido por la armadura
- Ahhh!!! La armadura que se encuentra en este lugar aprisionando a nuestro señor
- ¿Qué? Yo no sé nada sobre eso, vengo a buscar una armadura misteriosa
- Muy bien chiquillo, pero por qué crees que podrás conseguirlo, nosotros no te dejaremos perturbar mas este santuario.

Los espíritus surgidos del Lapiz Lazuli, el Ónix y la Malaquita tomaron una forma física y comenzaron a atacarme. Eran rápidos, no pensé que pudiera encontrar semejantes enemigos en una caverna de un volcán, pero esto no era nada comparado con la velocidad del maestro y de sus feroces entrenamientos.

- ¿Quién eres jovencito? ¿Por qué puedes esquivar nuestros ataques?

Tenía razón, sin darme cuenta comencé a moverme más rápido de lo que normalmente podía.

- Muy bien niño, veamos si puedes hacerme frente con mi máximo poder – dijo el espíritu del Ónix – Puppet Claw
- Wah!!!!!!
- Jajaja, ya decía yo, al menos servirás como sacrifico para agradar a nuestro señor

No podía quedarme ahí, tirado, no podía perder en mi primer combate real y menos sin haber obtenido mi armadura ni reunirme de nuevo con mis hermanos.

- ¿Qué? Cómo es posible, se está levantando
- Así es maldito, no voy a perder contigo espiritu estúpido.
- Ya me las pagaras mocoso, Puppet Claw
- ¡No! Esto no te volverá a funcionar
- ¿Qué? Como pudo esquivar mi técnica
- El maestro es el único que puede llamarme “mocoso”, me las pagaras por ello

No sé cómo se me ocurrió, algo me guió, esquive al gigante y corrí hacia donde estaba la piedra de Ónix.

- Oooohhh!!!! Arde mi cosmo!!! – Y logré encender mi cosmo
- Como te atreves mocoso!!!
- Waaahhhhh!!!!!

Golpeé con todas mis fuerzas esa piedra, los huesos de mi mano tronaron tan fuerte que me estremecí.

- Nooooo!!!!

 

El espíritu al que me enfrentaba se desvaneció.

- Palas fue un ¡diota.
- Con nosotros no tendrás tanta suerte chiquillo.

Los espíritus de la Malaquita y el Lapiz Lazuli se preparaban para atacarme.

- Esperen – Habló el espiritu del topacio, su cuerpo aun no tomaba una forma muy bien definida, peo era tan grande como los demás y llevaba una máscara, una temible mascara que me resultaba familiar – Yo me haré cargo de él

- Muy bien Enkelados si tú así lo quieres.

- Ahh! Ahhh! Ahh! – Estaba cansado, no pensé que el uso de mis cosmo me desgastaría así y mi mano comenzaba a dolerme más–Ahora sigues tu, ven e inténtalo monstruo

- Wahhh!!! 

El gigante comenzó a atacarme con un extraño báculo, apenas podía moverme, era rápido para ser tan grande. Comenzó después a hacer surgir de las paredes de la bóveda explosiones controladas de lava, si alguna de ellas me tocaba sería mi fin.

Los golpes que lograba conectarle parecían no hacerle daño, y después de lo que hice con el otro gigante el tal “Enkelados” no me dejaba si quiera acercarme a las otras piedras brillantes.

- ¡No! No puedo perder, no puedo darme por vencido, no ahora, no así
- Niño aquí hay algo más grande que tu y que yo, pero no te has dado cuenta, aun no estoy seguro de quien seas, pero sé que no debes seguir adelante.
- Ya lo veremos monstruo. Wooaahhh!!! Arde mis cosmo!!!

Elevé mi cosmo al máximo y el gigante se detuvo.

- Ya lo veo pequeño humano, tu eres el santo de nuestro destino, pero aún no debes venir, no hasta que nuestro señor esté listo, así que vete!!!

Clavó su báculo en el suelo y un ardiente cosmo me expulsó de la caverna, por mucho tiempo olvidé lo sucedido...

- ¿Qué? ¿Qué pasó?, Estoy afuera, au!, mi brazo, qué me pasó? La armadura!!! Y la armadura??? No, no, no!!! No he conseguido la armadura – me sentía tan mal – Cómo es que fallé, ni siquiera recuerdo que pasó, llegué a una caverna y luego... nada... no recuerdo, qué hice, qué pasó, cómo es posible – Me había fallado a mí, a mi maestro y a mis hermanos – Maestro!!! Maestro!!!

Lloré amargamente por mi fracaso, mi dolor, mi miedo y mi frustración, había fallado y no podía recordar ni el cómo ni el por qué.

El maestro se había ido a una misión a China, pero dijo que no le llevaría mucho tiempo, que regresaría, dijo que confiaba en mí... y le fallé. Tiempo después supe en qué consistía su misión, Nicole me explicó todo sobre la rebelión del santo de Géminis y que mi maestro era uno de sus cómplices contra Atena. Después de la misión a China el falso Patriarca retuvo a los santos dorados en las 12 casas y por eso mi maestro no volvió por mí, pues ninguno sabía de su trágico destino.

Cuando me asignó mi misión fue la última vez que lo vi, la última vez que escuché su voz y sus últimas palabras me animaron a seguir.

Ahora estoy aquí, siendo envuelto en los hilos de Oricalcos de mi armadura, consumiendo mi vida para sellar al maligno Tifón.

- Maestro, perdóneme. Conocí a su asesino pero no lo vengué, sentí que no debía y aun ahora estoy seguro de mi decisión, pero mire, me volví un santo, conseguí mi armadura, vi a mis hermanos, estoy salvando la vida de muchas personas y ahora… ahora podré verlo a usted nuevamente.

- Maestro, por favor espéreme, yo soy... Mei de Cabellera de Berenice.

 

 

 


Detesto las peleas y ver pelear a la gente, deseo que haya paz, y no hay mayor paz que la del descanso eterno.

 

DarkShun00.jpg

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#2 Efebo Abel

Efebo Abel

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Publicado 04 agosto 2013 - 14:55

Buen comienzo.

Nunca habia imaginado a DM entrenando a alguien...
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#3 Patriarca 8

Patriarca 8

    Miembro de honor

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Publicado 13 octubre 2013 - 15:17

Me gusto este fic,conserva la personalidad de los personajes y nos relata un poco mas sobre lo

que sentia y pensaba el personaje principal de la Gigantomachia.


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