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CdZ A.D. 5000 - Más allá del Cosmos - Cap. XXXVI: SENESCALES


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202 respuestas a este tema

#161 Lunatic BoltSpectrum

Lunatic BoltSpectrum

    ¡Sagrado corazón de Jesús en vos confío!

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Publicado 16 octubre 2014 - 20:04

como siempre un excelente capitulo

 

espero leer pronto la continuación

 

 

muy buena la aparicion de los caballeros negros

 

saludos



#162 ♋ Marcus ♋

♋ Marcus ♋

    Doradista Primitivo Pitufo Gruñón


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Publicado 08 noviembre 2014 - 19:45

Volviendo a publicar, pero esta no es una vez como las otras, puesto que por 3er año consecutivo, este humilde autor ha ganado el Premio Escritor SNK. Muchas gracias a todos los que consideraron que lo merecía. Es también de ustedes que siguen esta historia.
 

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Y bueno, retomamos la rutina, como siempre empiezo agradeciendo a los que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó.
Gracias Kasei por engancharte nuevamente, es lo que pretendo capítulo a capítulo, mantener conformes a los lectores (y a mí, obviamente)
Comentarios al capítulo XXIX: Después de haber nombrado las armaduras negras en la 1ra parte, los caballeros negros debían aparecer, al menos como figuras secundarias (o terciarias). Este capítulo (y parte de uno más adelante) forman el arco argumental junto con el capítulo 27, de una historia que tenía en mente como proto-historia antes de ponerme a escribir. Vemos cómo Guilty se vuelve útil a Atenea luego de ser apartado de la Orden. Era también una manera de elucubrar quién habría sido el Guilty original, el maestro de Ikki (si pudiera meter a presión mi historia en el canon). Por otro lado, a pesar del título, la historia es más sobre Guilty que sobre los caballeros negros. Los dejo siempre en segundo plano porque me pareció que destacar alguno de ellos sobre otros no hubiera sido correcto; se comportan como grupo y su historia es más colectiva que individual (para mí), pero sin dudas tienen sus 15 minutos de fama reincorporándose a la Orden junto a su "jefe" y aportando su granito de arena a la defensa de la Tierra.
Lo que me lleva a lo que me dice Rage sobre las derrotas atenienses hasta el momento... si bien este enemigo no es invencible, estas derrotas muestran lo peligroso que es, que hará falta mucho más que un par de caballeros poderosos para derrotarlo. Si hay algo terminante en la naturaleza saintseiyera, es que todas las batallas empiezan con tremendas derrotas... hasta que llega el momento del milagro y se logra dar vuelta la tortilla.
Además, como dice carloslibra, un enemigo que no conoce las derrotas causa aversión, así que ódienlo!!! jajajaja, así van a disfrutar más cuando los caballeros empiecen a destacarse.
Aclaraciones de este capítulo: El anterior y este son capítulos de transición, completado el arco de la búsqueda de las joyas pasamos a la parte final de esta sección. El título tiene que ver un poco con eso también, el paso a la acción. No fue muy complicado escribirlo, más bien fue un rejunte de ideas y luego el ponerse a conectarlas lo que demoró su realización. Ḥāǧǧī es árabe y significa "peregrino" y Dienékes es griego y significa "continuo, entero", si alguien leyó sobre las Termópilas, lo va a reconocer.
 
Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Después de pacificar a los caballeros negros, Guilty se encuentra con que tiene que defender la Isla de la Reina Muerte de los alienígenas.
 

Capítulo XXX - Tensión

 

El secreto del combate reside en el arte de dirigirlo.

Gichin Shōtō Funakoshi

 
En el Santuario se veía movimiento. Yōnā de Paloma había llegado con novedades, y todos los caballeros habían sido convocados a la gran sala del Patriarca.
Algunos lugares estaban vacíos. Todos habían sentido la muerte de sus camaradas, pero no había tiempo para llorarlos. El duelo tendría que realizarse con acciones. Continuar con la lucha era la mejor forma de recordarlos.
–Caballeros –dijo la diosa–, nos llegan noticias de una movilización del enemigo hacia aquí. Por otro lado, también nos informan que se ha formado una milicia con personas venidas de muchas partes del mundo. Han salido a cortarle el paso a la amenaza, pero están mal armados y sin entrenamiento. Es nuestro deber ir a apoyarlos. Presentaremos batalla por nuestro mundo, por nuestro futuro. Yo misma estaré allí.
Un rumor de sorpresa se escuchó al conocerse la decisión de Atenea. Sin embargo, ella estaba determinada a salir del Santuario para estar con sus caballeros y enfrentar a los invasores.
Los Senescales se encargaron de organizar el ejército defensor con la mitad de los soldados del Santuario. El Patriarca designó como general a Zhuàng-zhì de Libra. Los caballeros de oro de Piscis, Tauro, Cáncer, Leo y Sagitario serían sus coroneles. Además, caballeros de plata y bronce acompañarían como capitanes y tenientes.
La otra mitad de la tropa quedaría en el Santuario junto con el resto de los caballeros. El Patriarca y el Concejo de Senescales habían decidido no arriesgar a toda la Orden en una sola acción bélica.
Los que quedaban se despidieron de los que partían. Todos sentían la incertidumbre de lo porvenir, y en sus corazones deseaban el mejor resultado para la empresa que iban a llevar a cabo.
Con animales entrenados durante años en Rodorio, se había creado un regimiento de caballería que sería conducido por Ryōga de Leo. Al equiparse, le entregaron una silla al caballero de oro. Éste la rechazó. Montaría al fiero Shêtân, y difícilmente el león toleraría ninguna clase de arnés.
Cuando estaban por marchar, Aldebarán notó que Atreyu estaba formado entre los infantes y con su panoplia de soldado completa.
–¿Qué crees que haces? –preguntó el gigante.
–Estoy con mi compañía, naturalmente –respondió el joven.
–Eres muy pequeño para venir con nosotros.
–Soy más grande que tú cuando fuiste armado caballero –repuso Atreyu decidido–. Me entrenaste como tu escudero y puedo pelear.
–No vendrás, es una orden.
–¡Hroðgar, no puedes dejarme aquí!
Nadie llamaba a Aldebarán por su nombre excepto el muchacho. El caballero sabía en su interior que Atreyu ya estaba preparado. Pero no soportaba la idea de poner en riesgo a su pequeño amigo. Una batalla era demasiado para cualquiera.
–No diré más. Te quedarás en el Santuario.
Aldebarán le dio la espalda, finalizando la discusión. Atreyu quiso protestar, pero lo pensó mejor. Nunca había visto al caballero de Tauro tan serio en una decisión. Sin embargo, sabía que Nadyezhda iba a acompañar a Maȟpíya-lúta...
Partieron. El encuentro sería en Egipto. Allí taponarían el avance del enemigo.

 

***

 

Tras la marcha, el ejército ateniense arribó al terreno elegido para detener al invasor. Era un corredor estrecho, entre el Mar Rojo y algunas elevaciones rocosas. Según la información de los espías, el enemigo debía pasar por allí. Atenea había considerado que, si los alienígenas eran muchos, un terreno angosto les dificultaría las maniobras ofensivas.
Allí también se encontraron con los milicianos, a los que habían enviado mensajeros para advertirles sobre el plan. Éstos se asombraron al ver un ejército tan bien formado, y aceptaron formar parte de las tropas de reserva. Entonces, los soldados de la Orden Ateniense armaron lo mejor que pudieron a los voluntarios.
Casi a medio día, la tierra tembló bajo los pies de los defensores. El avance de la horda invasora cubrió el horizonte con soldados. Ya eran decenas de miles los que habían despertado de su letargo. Diez o doce de sus guerreros destacados los comandaban.
Un ejército verdaderamente bizarro era el que se presentaba en el terreno ese día. Erizado de púas y protuberancias, las corazas eran amorfas y filosas. Repulsivo para los humanos que lo veían acercarse.
–No creo que las armas modernas los afecten demasiado, vamos a tener que hacer esto a golpes de puño, punta de lanza y tajo de espada... –dijo Ḥāǧǧī de Microscopio, escupiendo al suelo luego de ver la aparición del enemigo.
Muchos perdieron el ánimo ante tal espectáculo, pero una palabra de la diosa logró infundir esperanza en sus corazones:
–Son esclavos –dijo.
Los ırkları se detuvieron al ver bloqueado el paso. El graf que los comandaba, una suerte de cefalópodo terrestre llamado Jiwi de Zenthak, pensó en usar la artillería que traían en contra de los humanos, pero le informaron que las pesadas máquinas se encontraban muy retrasadas.
–En ese caso, les daremos una carga. Ubiquen a las bestias y carros al centro –dijo entonces–. Los atropellaremos y terminaremos rápido esta batalla. No quiero que quede uno solo vivo.
Uno de los lugartenientes avisó a los jefes:
–Han destacado una partida, creo que quieren parlamentar.
–Es inútil, no hay mucho que decir. –Y el graf ordenó a algunos freiherr subordinados–: Vayan y vean qué ventaja podríamos obtener de ellos.
Atenea y Zhuàng-zhì se acercaban al medio del campo. Para ella, iba a ser la primera vez que los viera frente a frente. Se estremeció al sentir el cosmos de destrucción que manifestaban los invasores, pero supo controlarse enseguida. No había chances de mostrar debilidad en aquel lugar. Como portaestandarte los acompañaba Dienékes, caballero de plata de Escudo.
Los ırkları destacados fueron a su encuentro.
–Retiren ese ejército del campo y despejen el paso, humanos, o no quedará ni uno solo en pie.
–Soy Atenea, diosa de la sabiduría y la guerra. Responsable de proteger la Tierra y la humanidad. No puedo permitir que sigan avanzando. ¿Quiénes son sus líderes? Sólo con ellos voy a parlamentar, no con esclavos ni sirvientes.
Los ırkları se sobresaltaron visiblemente al escuchar la firmeza de la voz de la diosa. No les gustaba su apariencia. Detectaban un gran poder en ella y no lo podían comprender del todo. Estaban sin sus jefes más importantes y eran enviados a pelear, mientras que los humanos estaban apoyados por esa misteriosa mujer de gran cosmos, que se preocupaba por sus soldados. Un ligero temor se apoderó de ellos, pero el instinto de la raza prevaleció y se repusieron.
–Tal vez no fuimos claros. Vinimos para quedarnos. La Tierra es nuestra ahora, y ustedes son sólo una molestia que pronto eliminaremos.
–Éste es nuestro hogar, deben irse –replicó la diosa–. No toleraré más daños en el planeta. Costó mucho lograr la paz que teníamos antes de su llegada, y la vamos a defender a toda costa.
–Defiendan lo que quieran, ya es muy tarde –dijo un freiherr–. Somos muchísimos ahora y seremos más muy pronto, nuestro pueblo arrasará con los humanos.
–Nuestro cosmos será tan poderoso y espléndido, que ocultará la luz del sol –dijo otro.
Al escuchar esto, Dienékes plantó el estandarte en el suelo y dijo:
–¿Ocultarán el sol? Muy bien, ¡entonces pelearemos a la sombra! –y concluyó con una sonora carcajada.
Los alienígenas no podían comprender. Estaban por morir todos, ¡y ese humano se atrevía a soltar semejante bravata!
–Que mueran ahora o más tarde, no importa. El resultado será el mismo.
–Si así están las cosas, pelearemos –dijo Atenea, y dirigiéndose a sus hombres, agregó–: A sus puestos.
Retrocedieron. Los ırkları también. Cada facción iba madurando su plan de batalla. Atenea le adelantó su pensamiento a sus hombres:
–Pude sentir el miedo en su voz. Un soldado sólo puede ser buen guerrero si es libre; ellos están dominados por el látigo de sus amos. Querrán atropellarnos con sus mejores tropas y será su error.
Zhuàng-zhì, como general en jefe del ejército, dio algunas órdenes que previamente había discutido con Atenea.
–Uhura, ubica tus arqueros al centro, necesitaremos tropas ágiles allí. Aldebarán, lleva la infantería pesada al flanco derecho, Maȟpíya-lúta tendrá la falange a la izquierda, ambos deben aguantar la posición contra la infantería alienígena. Ryōga, tendrás la movilidad de la caballería, aprovéchala para envolver las tropas enemigas y empujarlas contra nuestras lanzas. Azra'eil, no sé si debas infiltrarte, no...
–Espero que no seas tan ingenuo de hablar de lealtad en batalla contra esos enemigos –se rió Azra'eil en la cara de Zhuàng-zhì–. Si no me mandas iré igual, desobedeciéndote.
–Está bien, buena suerte con tu misión –dijo Zhuàng-zhì y terminó–: Suerte a todos nosotros.
Todos los caballeros se fueron a organizar sus regimientos y a dar las órdenes a sus capitanes y tenientes.
Azra'eil, junto a dos caballeros de plata y dos de bronce, todos de la Secta de los Rostros Muertos, ya había seleccionado medio millar de soldados para tratar de infiltrarse tras las líneas enemigas. Cuando estuvieron todos, explicó:
–Va a ser difícil. Deberán cerrar los ojos hasta el final, o no podrán volver del lugar a donde vamos. Cada caballero conducirá un grupo, no pierdan contacto con sus cosmos o desaparecerán para siempre de este mundo.
Como había elegido a los más valientes, todos aceptaron. Entonces, levantando su índice derecho, exclamó:
–¡Seki Shiki Meikai Ha!
Un cosmos nebuloso envolvió por completo al batallón y al despejarse, todos los soldados habían desaparecido del campo.
Mientras tanto, los invasores también hacían sus preparativos de batalla.
–¿Nos van a enfrentar a pesar de nuestra clara superioridad bélica y numérica? –había preguntado Jiwi de Zenthak a sus enviados–. Están locos, pero les concederemos el honor de terminar con ellos.
Dirigiéndose a sus tropas dijo:
–Tenemos la oportunidad de sacarnos esta molestia de encima. Será el regalo para nuestros dioses cuando despierten, el inicio de la victoria de nuestra raza sobre este planeta. ¡Que no importen los sacrificios de unos pocos hermanos, si el final es la gloria de los ırkları!
Miles de aullidos respondieron, aprestándose para la embestida y la batalla.
Del otro lado del campo, Zhuàng-zhì de Libra arengaba a los hombres:
–Soldados, hace más de tres mil años que batallas como la que viene no tienen lugar en nuestro planeta. Pero ninguna ha sido tan necesaria como ésta. Cuando estén allí, y vean al enemigo a los ojos... si es que los tienen –acotó, provocando la risa general–, no olviden que no luchan por ustedes, sino por sus familias, por el futuro. Es el momento de decirles a estos oportunistas que se vayan por donde llegaron, de demostrarles que mientras haya un hombre en pie, no vivirán tranquilos en este planeta. ¡No toleraremos a los usurpadores! Cada soldado es ahora un muro infranqueable entre ellos y la Tierra. Y a los que le llegue su momento, sepan que habrán cumplido con su moira, y estén tranquilos, que los que aquí queden no los defraudarán. La fuerza y el cálido cosmos de la diosa está con todos los corazones. ¡lalá!
–¡Por la Tierra! ¡lalá! –gritó Leo.
–¡Por la humanidad! ¡lalá! –gritó Tauro.
–¡Por Atenea! ¡lalá! –gritó Piscis.
–¡lalá! –respondieron todos los soldados.
A una señal de Atenea, Zhuàng-zhì entregó todas las armas de Libra a los caballeros. El escudo tras su hombro en primer lugar; estaba seguro de que no lo iban a herir por la espalda.
–¿Cuáles son las órdenes, general?
–Que ellos hagan el gasto. Los esperaremos firmes aquí. ¡Que vengan!
 
  :ss6:


CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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#163 carloslibra82

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Publicado 08 noviembre 2014 - 20:47

Uf, amigo Markus, quedó en lo mejor el capítulo. Es increíble la arrogancia de estos alienígenas, creo q todos los enemigos arrogantes q han tenido los caballeros se quedan cortos. Me imagino q habrán más pérdidas dolorosas para la orden de Atenea, pero espero de verdad que al menos se empiecen a poner nerviosos los invasores. Al menos, Atenea ya los asustó un poco. Me gusta esta diosa, es decidida y toda una líder. Saludos, amigo Markus!!



#164 Kasei Sama

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Publicado 08 noviembre 2014 - 21:19

Excelente! "Un soldado sólo puede ser buen guerrero si es libre". Gran verdad, e interesante giro puede haber en las tropas irklari si estos terminan convenciéndose que del resultado de esta guerra, puede depender su libertad.

 

Impecable la postura de Atenea (demostrando porqué es la diosa de la guerra y la sabiduría), poniéndose al frente de la batalla.

 

Ahora se viene lo mejor. Intuyo que del resultado de esta batalla dependerá el resultado de la guerra. Una clara victoria por parte de los Atenienses, no solo infundiría respeto y miedo entre los los altos mandos irklari, también sembraría grandes dudas entre las tropas a su mando.

 

Espero con ansias el siguiente capítulo, que promete ser épico Saludos.


Premios del Rincón del Ocio 2° Edición.

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"If you want to go fast, walking alone. If you want to go far, better accompanied"


#165 Megarage

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Publicado 14 noviembre 2014 - 16:42

Aunque de momento no hubo acción el capítulo fue bueno , seguramente el siguiente será mejor y bueh toca esperar para saber que fue de Guilty y me intriga la armadura de Sagitario Negro  :unsure:

 

Espero que en un futuro los Senescales tengan al menos sus 5 minutos de fama en una buena batalla :unsure:

 

También será interesante ver como se desarrolla esta batalla , me gusto que Athena misma acompañe a sus tropas y se presente en el campo de batalla y no simplemente se quede como una boba en el Santuario

 

Saludos


:sonaro: ¡¡¡ Sindicato de los iluminados !!! :sonaro:
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#166 Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 17 noviembre 2014 - 22:14

como siempre un buen capitulo, 

espero ver pronto el proximo, que sin duda sera una gran batalla

 

saludos

 

:sonaro:



#167 Vulcanus no Kentha

Vulcanus no Kentha

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Publicado 18 noviembre 2014 - 15:15

Marcus! Cumplo con lo prometido y vengo para comenzar a leer este fic :D

 

El prólogo en verdad me causa bastantes impresiones, no sé si mi concepto de guerra es muy distinto a los demás, pero así como yo lo veo, es un factor necesario entre los hombres para forjar en ellos mismos el valor y la voluntad que son virtudes muy difíciles de trabajar. Por lo que se me hace incómodo el que diga que no fueron necesarios los héroes con armadura, ya que si bien podían no estar en constantes batallas, si podían ser un núcleo de entrenamiento para hombres que quisieran convertirse en héroes. Quizás me estoy desviando un poco del tema xD ya que aún no he visto si hay caballeros dorados o cualquier otro en el fic hahahahha

 

Aunque por lo que ya había oído de esta historia, los invasores serán de otro planeta y así bien veo en los comienzos del siguiente capítulo.

 

Al parecer esta raza tiene un comportamiento similar al de los humanos hoy en día pero con más tecnología xD me gusta como destacas la decadencia moral de aquellos que no buscan vivir junto a la naturaleza sino que extraen de ella lo que sea que les puedan dar y después adiós, yo no te conozco.

 

Me parece extraña la distinción de sexos que haces siendo que son seres de pura energía, aunque me hace recordar mucho a los Chayas, primera raza humana cuya misión dentro de la Tierra es formarse dentro de cuerpos físicos. Otra cosa que me causó impresión es la unión que tienen entre ellos, es como los malos del colegio que le hacen daño a todo el mundo exceptuando a los de su grupo… una de las formas más viles de egoísmo y cobardía.

 

Lo de las razas de guerreros me parece fascinante, espero poder leerlo esto a la brevedad, ya que estos temas siempre han sido de mis favoritos :D

 

En el capítulo dos, me gustó mucho que hayas comenzado con una visión de Atenas, extrañaba ya eso xD la conversación me parece excelente, es como el comienzo de un gran viaje de búsqueda y reunión de los caballeros que se han mantenido firmes en su ideal. Es como lo que sucede en la mitología que envuelve al Rey Arturo, donde cada vez que había una amenaza, los caballeros de la mesa redonda se reunían para combatir.

 

Con respecto al patriarca eso si ha estado muy extraño xD espero dentro de la semana poder leer más para descubrir como se va armando esta historia que se ve bastante interesante, saludos fraternales ^^


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#168 Rexomega

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Publicado 23 noviembre 2014 - 12:01

Saludos

 

Capítulo XXIII: Macabro.

 

Este es un buen momento para agradecer que los capítulos sean tan cortos (aunque eso nos deje con ganas de más a los insaciables), y que la diferencia entre Bronce, Plata y Oro no sea tan marcada. 

 

A grandes rasgos, me gusta cómo se va desarrollando el capítulo, el aparente descuido de los irklari (como no se escriba así, a partir de ahora les diré marcianos y ya está -_-), que me parece que iba a reprocharte hace muchos meses, cuando lo leí por primera vez, la estrategia de los santos, y el combate en sí. Tiene mucho del estilo de Saint Seiya, con una batalla corta (que en Saint Seiya se suele agarrar, si acaso, para dar cabida al discurso moral y desarrollo de personajes, junto a descripción de la/s técnica/s), basada en una sucesión de técnicas, y el arrojo de los santos. Ese "¡Si antes estaba derrotado!", debía decirse, es parte elemental de la obra (si no es que de la franquicia), y desde luego, también fue bueno que se dijera respecto a un santo de bronce.

 

Confieso que en algún punto debí subir para recordar quién era cada irklari, pero creo que fue más porque me interrumpieron varias veces mientras leía. En general, como el capítulo es corto, colocas pocos personajes en escena (esto es una muy buena idea; mi recomendación es que la apliques siempre que puedas), y además, aunque los nombres son extraños (¿los escribes de memoria o siempre es un copia y pega?), entre el significado que nos das, y que la constelación/animal que los representan es fácil de recordar, uno no tarda nada en acostumbrarse.

 

Lo que más me gusta de la batalla es la forma en que todos cooperan para llegar a la victoria, cosa que no sería posible con la diferencia oficial entre niveles. Además, las técnicas, al ser tan simples, se describen en nada, y no rompen en lo absoluto la dinámica del enfrentamiento; creo que solo me quedé pensando en la técnica ofensiva de Serpiente, si era un golpe o que aparecía una serpiente de cosmos, o qué. También ayuda (mucho) ver cómo los irklari se van liberando de las ataduras que los santos les imponen, ese tipo de cosas dan la sensación de que estamos leyendo un escena continuada, y no una batalla pokémon al estilo de los videojuegos, que es un riesgo que se puede correr al narrar batallas al estilo Saint Seiya.

 

Me suena que el capítulo previo era el de la embajada, así que este sería el de la primera gema. Siendo así, ¡terrible suerte la de los santos, que pierden a un par de compañeros (mucho hiciste ya con nombrar a un santo del Neumático), y además, sin ganar la gema! Para entonces, estaba tan metido en la batalla, que hasta me sentí mal por ellos (y creo que así fue la primera vez que lo leí). 

 

Siento que lo que tendría que hacer es dar una visión más crítica sobre los combates, pero me lo reservo para próximos capítulos. Por un lado, donde yo los escribo demasiado largos, los que leo en libros suelen ser bastante cortos (Gandalf Vs Balrog, por poner un ejemplo), y por otro, aunque siempre se puede experimentar de mil formas y hasta desviarse del estilo de Saint Seiya (sucesión, que no intercambio, de técnicas), esta ha sido una buena para ser la ¿primera? de la búsqueda de gemas.

 

Capítulo XXIV: Ilusiones.

 

Como ya te he dicho más de una vez, me agradan especialmente las referencias a eventos, lugares, y personajes mitológicos más allá de lo básico y el par de líneas de protocolo, ya que la base de SS es, en buena parte, mitos griegos. Así me pasó en aquel lejano capítulo destinado a Atenea y su telar, y así me pasó con este desde la primera lectura, desde el hecho a que sea el Oráculo de Delfos el escenario del capítulo, hasta varios de los términos que se van nombrando. También es bueno saber de algunos de los demás dioses que, aunque ya hayan dejado de molestar, no está de más que aporten algo para la defensa del mundo que un día gobernaron, sea directa o indirectamente.

 

De las, creo, tres veces que leí el capítulo, lo relacioné con muchas cosas, más allá de la fuente original (que desde luego es en la que te basaste).  

 

Primero, con un par de novelas de inspiración mitológica (Los Señores del Olimpo y otra que es mejor no nombrar), en los que el Oráculo de Delfos tiene una importancia destacada. Luego, esta vez mientras veía a los santos sucumbir ante las diversas pruebas (me había olvidado del final; algo que mi malvado cerebro rara vez hace, permitiéndome sorprenderme), me acordé del barco de Lost Canvas, que acabó con la vida de, creo, cuatro santos de bronce. Por momentos, hasta recordar el final, me cuestioné si los santos verdaderamente no tenían elección (ya hablamos del tema de las capacidades de los santos y el cambio de manga a historia escrita hace mucho, allá por el capítulo dedicado a Acuario). Al final, lo que queda es la voluntad de los santos, héroes capaces de sacrificarse con tal de lograr su misión. 

 

Finalmente, cuando Géminis deshace la ilusión, me evoca esa famosa solución de Saga en el primer tramo de la Saga de Hades, por el bien propio y de sus secretarios. No es precisamente pensada (¿Estoy en una ilusión? ¡Destruir!) y no sigue la línea de los tres santos que le seguían (sacrificio), pero por un lado, permite girar las tornas y juzgar a la adivina con la misma vara que mide (sé que había una frase más apropiada para esto, pero ahora no me viene), y por otro, a menos que yo esté muy mal, fue Alejandro Magno el que enfrentó el problema de un nudo imposible de desatar, y se limitó a cortarlo. Puede que esté siendo demasiado retorcido y el punto del final de la escena era simplemente resaltar que Géminis también es un maestro de las ilusiones, ya me dirás. 

 

Una curiosidad más (esto ya parece más una suma de curiosidades que un review -_-), es ver que Corona Boreal es un santo de hielo, así como lo es un personaje (femenino, sin embargo) en una obra posterior a este capítulo. Me llama la atención si eso se debe a algo en particular, o que simplemente la constelación sonaba a santo de hielo. En mi caso, para desarrollar las técnicas del caballero de Corona Boreal, me basé en el mito de Ariadna, Teseo y el laberinto, pero con la referencia más vaga que cualquier persona puede tener, así que no está de más preguntar. 

 

Como creo que ya dejé claro, no tengo algo malo que decir del capítulo. Es de esos que me gustaron tanto que, bien no puedo ser objetivo, bien tanto tiempo sin comentar me oxidaron y/o ablandaron (sé que siempre digo lo mismo). Entre eso, y el enorme retraso que llevo con tu historia (¡perdón!), haré tres reseñas de una para compensar.

 

Leo en las notas de autor que no querías que el capítulo 23 tuviera una batalla dinámica, y ahora siento que lo que creí que eran alabanzas, en realidad era poner el dedo en la llaga. Bueno, al menos menciono lo que, a mi entender, hace que el combate se vea dinámico. No sé si sirva de ayuda en el futuro. También, no se me ocurrió pensar que el ácido del irklari fuera a tener embriones, básicamente porque no me parece que la raza funcione así; sin embargo, poco está dicho de ellos, así que quién sabe... (¿el autor?).

 

Capítulo XXV. Sacrificio.

 

Indio, Compás, Neumático... Terrible tarea la del que quiere usar todas las constelaciones, terrible.... ¡Ejem! Dejo de divagar. 

 

La frialdad y el signo de Acuario presentan, en Saint Seiya, una relación tan representativa como Tauro y la fuerza o Géminis y la locura. Sin embargo, a la hora de contar una historia, un bloque de hielo sumamente eficiente que no se cuestiona nada, no es todo lo interesante que podría ser un personaje. Viéndolo así, entiendo el conflicto de Aisha (le diré así para evitar hacer copia y pega), que costó la obtención de la gema. Eso sí, espero que esto sirva de lección para un futuro, en le que, Atenea mediante, pueda tomar una decisión mucho más rápido.

 

Creo que el consejo que te di en su día aplica si usas siempre el mismo recurso de niño/a que interviene en la historia, pero algunas veces es inevitable. En el caso de este capítulo, de no estar Yeshua, todo lo que sabríamos del pueblo es que es un pueblo y está en peligro, lo que evita que el lector sienta algo por lo que le pase. Los personajes de fondo (¿existirá un término para eso?), rara vez sirven para crear esa sensación con la misma intensidad que un personaje con nombre y personalidad, que haga de nexo entre el escenario y los héroes. Claro que, al parecer, Yeshua es más que un nexo (¿que tenga cosmos lo convierte en un potencial alumno de Alisha?), y en realidad el pueblo no es la figura central del capítulo, sino el marco que sirve para que Acuario tome una decisión, y ¿evolucione? como personaje. 

 

Lo que quiero decir entre tanta vuelta, es que siento que la inclusión del personaje está justificada. 

 

Es un combate muy intenso, tanto que me hace dudar de la necesidad de las descripciones y los párrafos que yo gasto para llegar a resultados similares. Esa máscara en la mano del irklari (me quedé con la duda de cómo era la técnica de Indio Americano), la reticencia del santo de bronce a entregar el diamante aun inconsciente (muy Seiya), la brutalidad con la que lo arrancan la mano de un mordisco, y de nuevo, el conflicto de Aisha y la mención a la necesidad de ir más allá de la frialdad que se espera de los santos de hielo. ¿Una posible explicación a por qué Camus nunca alcanzó el Cero Absoluto y Hyoga (que luchaba por Atenea y sus amigos, aun superando el recuerdo de su madre) sí? ¿Aisha llegó a la conclusión que le permitirá utilizar el Cero absoluto? Veremos.

 

Del lado del irklari, creo que es la primera vez en la historia que mencionas esa posibilidad de unos de absorber a otros. Tiene sentido considerando cómo funciona esa raza (de hecho, si recuerdo bien, la mitad de los que iban a la Tierra fue sacrificada para llegar al planeta), pero en estos días no pude evitar acordarme del desafortunado arco final de Bleach. Claro, las divagaciones del lector no son culpa del autor (?). Este tramo sirve para reforzar la cultura de estos marcianos, que inevitablemente va a chocar, más allá del evidente conflicto territorial ya iniciado, con la que los santos defienden. Será bueno verlo en próximos capítulos.

 

En general, siguiendo la línea del 23, los irklari siguen jugando con ventaja, aunque sus victorias siguen partiendo de las circunstancias (en uno, se tuvo que escabullir el superviviente; en otro, había un pueblo en riesgo). Funciona con doble propósito, nos deja con unos villanos que parece que nunca pierden, lo que alimenta el interés en cómo lo derrotarán, pero no nos dejas con unos villanos verdaderamente invencibles. Recuerdo que cuando leí estos capítulos la primera vez, me sorprendió que la situación no fuera de menos a más (que primero los irklari perderían varias veces, y luego, en un giro de 180 grados, empezarían a quedarse con las gemas), pero ahora que re-leo estoy bastante conforme con el resultado. 

 

Evidentemente, sé de la historia más allá de este capítulo, pero en este y en próximos comentarios, trato de hacer como si no supiera.  

 

Por cierto, mientras Aisha convencía a Yeshua de ir a por el diamante, aunque las palabras y la narración sobre el sentir de Aisha decían todo lo contrario, sentí que lo estaba manipulando. Simplemente me empeciné en que así era, aunque una vez terminado el capítulo, mi maligno cerebro dejó de molestarme. 

 

***

 

Espero que estos comentarios sirvan algo de ayuda, y si no, cuando menos de ánimo para seguir publicando. Nos vemos, espero, en la próxima semana, que creo que te sigo debiendo cinco reviews. 

 

Adeus


Editado por Rexomega, 25 noviembre 2014 - 06:10 .

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#169 ♋ Marcus ♋

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Publicado 03 diciembre 2014 - 15:36

Nuevo mes, hora de continuar con la historia. Como siempre, empiezo por agradecer a los que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó.

Bienvenido Abyssal y a todos los que llegan por primera vez. Al contrario de lo que decís, no creo que la guerra sea necesaria para forjar virtudes, al contrario, creo que es un momento donde la especie humana muestra más sus defectos. Se puede estar preparado de otras maneras (capítulo 3). Por otro lado, decadencia moral es exactamente lo que busco que el invasor muestre, no quiero un antagonista gris, debe ser extrema su inmoralidad. En cuanto a que sean machos y hembras, es algo que se ve en la naturaleza, por lo que lo usé. Aunque ellos se hayan apartado del mundo natural, no pueden escapar a su proto-historia como seres naturales. Volverán a serlo? el desarrollo lo dirá. Otra cosa derivada de esto es su comportamiento egoísta y en masa. Deben sobrevivir a toda costa, y quizá sí, en eso se nos parecen. Busqué lo de los hombres chayas, pero no pude encontrar a qué te referís.

Debe tener algo el capítulo 1, que todos agradecen cuando llega el capítulo 2, jejeje. Y qué te resultó raro acerca del Patriarca? a lo mejor te lo pueda aclarar.

Y un día... volvió Rexomega!!! Exacto, es irklari!! Si bien no es necesario, a veces es inevitable caer en lugares comunes cuando se escribe sobre SS, el discurso, la descripción de la técnica, el milagro... son cosas que se esperan ver (ya sé, hagamos un concurso sobre clichés!! (?)). Y cómo será que se esperan ver, que termino de leer los capítulos y me digo: no lo puse!!, o al menos no en la cantidad "normal". Pero como tampoco es la idea calcar al original, no corrijo. Ya bastante se me estiraron los capítulos de esta parte cuando empecé con la acción (y ustedes insisten en que son cortos, jeje). Sobre todo porque pienso que la clave de la acción está en que sea dinámica, hay que ser muy bueno escribiendo para estirar algo que puede llegar a durar minutos (como los 5 minutos antes de la explosión de Namek). La lobreguez que quería lograr para el capítulo Macabro, obviamente era para antes de la acción, luego está bien que se corte en función de lo que se cuenta. Lo de Serpiente es un "golpe eléctrico" (si es que eso existe). El tema de poner pocos personajes en escena es para darles protagonismo equivalente (y no suceda como con el capítulo de hoy) y que todos tengan su momento (hasta el muerto). En Ilusiones me basé más en lo que fue la casa de Sagitario en el animé, donde cada caballero era probado hasta el límite del sacrificio. Es excelente la comparación con el nudo gordiano (me da vergüenza que no se me haya ocurrido a mí, siendo que el personaje homenajea a Alejandro), pero en realidad, Aléxandros, aunque intenta hacer lo de Saga, es vencido por la ilusión y termina sepultado. También se sacrificó para seguir avanzando, así que sí hizo lo mismo que sus compañeros. Puede parecer extraña la explicación, pero es un misterio que será resuelto más adelante. Lo de Corona Boreal es simplemente la extrapolación de la supuesta constelación de Crystal. En Sacrificio volvemos a encontrar una Aisha en conflicto con sus emociones, pero creo que aquí ella descubre realmente qué es lo que se espera de un caballero de Atenea, por más que sea un caballero de hielo (esto no quiere decir que su educación haya sido incorrecta). Y aunque sí manipula un poquito a Yeshua, toma luego una decisión que la aleja de la frialdad, pero la acerca al dominio absoluto del cosmos. Por último, la posibilidad de que los irklari se fusionen y se dividan está en el capítulo 1.

Rage, tus preguntas tienen respuesta, sólo que te estás adelantando mucho... no seas ansioso!!

Comentarios al capítulo XXX: El preludio de una batalla. Influye en el resultado cómo llegan los combatientes al campo de lucha? carloslibra tiene razón al calificar al invasor de arrogante. La arrogancia es un defecto, pero puede ser una virtud? Ellos no conocen la derrota y tienen como misión vencer sí o sí. A lo mejor no les queda más opción que portarse de ese modo. Pero creo que es distinta la arrogancia a la confianza en la propia capacidad. Saint Seiya nos ha mostrado que el arrogante termina estrellado contra su arrogancia siempre. Y tal vez sea el liderazgo demostrado por esta diosa lo que exponga esto último y nos lleve al giro que plantea Kasei. Esclavitud vs. libertad, arrogancia vs. confianza. Veremos qué sucede.

Aclaraciones de este capítulo: Obviamente, es directa continuación del anterior, así que prácticamente los escribí al mismo tiempo. Aquí la acción se vuelve masiva, pero quise al mismo tiempo contar algunos arrestos individuales, aunque encuentro un pequeño fallo, que les comentaré en el próximo capítulo (a ver si lo descubren ustedes), pero fácil de corregir en una futura revisión. Tigi es dioula y significa "jefe", Wulfgang es germano para "ligero como lobo" y Detit es chaná para "tres".

Bueno, les dejo para que lean, ojalá les guste y lo disfruten. Y comenten!!! que siempre ayuda y da ánimos para continuar.

 

Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Ante la movilización del enemigo, el ejército ateniense se prepara para la batalla cerca del Mar Rojo.

 

Capítulo XXXI - Hostilidades

 

En la ciencia militar a gran escala, cuando no podéis discernir el estado del enemigo, fingís lanzar un ataque poderoso para ver cómo reacciona.

Shinmen Takezō Miyamoto Musashi

 

El avance era brutal. A pesar de su enorme tamaño, las bestias eran veloces. Los que las conducían daban gritos para azuzarlas contra los humanos. Los acompañaban poderosos carros armados. La intención era arrollar cualquier resistencia.

Del otro lado, enfrentada a esa fuerza letal, esperaba Uhura con sus arqueros. En silencio.

Cuando la mujer vio que el enemigo había llegado a la mitad del campo, señalado por la bandera que había dejado Dienékes, se volvió hacia sus hombres:

–Apunten... –dijo poniendo en su arco una flecha de penacho rojo–. ¡Suelten!

La saeta roja salió y tras ella, miles más silbaron en el cielo. Muchos enemigos cayeron, y las bestias fueron acribilladas, pero no detuvieron su avance. Repitió la orden. Pero luego, cuando ya casi los tenía encima, no ordenó disparar, sino que gritó con fuerza:

–¡Conversión!

Inmediatamente la línea se abrió, y dos filas de arqueros se fueron hacia los flancos, despejando el centro, y dejando pasar a la monstruosa caballería en su carrera. Rápidamente se dieron vuelta, y ametrallaron a los ırkları.

–¡Biofo̱tízouses Epiptó̱seis!

El rayo bioluminiscente del caballero de bronce Ḥāǧǧī de Microscopio cegó al enemigo, aumentando su vulnerabilidad y poniéndolo a merced de los dardos atenienses.

Las extrañas fieras se retorcían por el dolor de los flechazos. Algunas, habiendo perdido a sus conductores, pisoteaban descontroladas lo que hallaban a su paso. Muchos carros fueron destrozados así.

Ciega y rabiosa, una bestia particularmente grande se desvió hacia uno de los costados, aplastando desde el lateral a toda la línea de avance ırkları, pero amenazando a la vez a Uhura, que había quedado directamente frente a su avance.

Ḥāǧǧī gritaba desesperado, tratando de avisar a la mujer, pero el fragor de la acometida impedía que Sagitario oyera las advertencias.

El caballero concentró su cosmos y en el último momento lo hizo estallar, creando una gran onda expansiva que volteó tanto al bruto con su jinete, como a Uhura y los hombres que la rodeaban, permaneciendo él solo en el epicentro.

Quedarse tan expuesto no fue bueno. La furiosa respuesta enemiga ante esta acción cubrió el cielo de proyectiles de todo tipo.

Algo entorpecido por el gran gasto de energía realizado, Microscopio no pudo esquivarlos todos. Algunos rebotaron en su armadura, pero uno alcanzó fatalmente su ojo.

Por esa herida escapó la vida del caballero de bronce.

Por suerte, Uhura de Sagitario se repuso y tras la conmoción sufrida, ordenó a sus hombres que siguieran castigando a los ırkları.

El graf Jiwi de Zenthak al ver morir a sus tropas enfureció, y escupiendo al suelo por la bronca exclamó:

–¡Malditos humanos! ¡Infantería, adelante!

Por ambos costados del campo, los pesados infantes alienígenas comenzaron su avance. Aldebarán y Maȟpíya-lúta tenían a sus hombres directamente frente a cada columna de ırkları.

–¡Sarisas al frente! –ordenó el caballero de Piscis, apuntando con la lanza de Libra.

Las largas lanzas de madera resistente bajaron a la altura del pecho de los hombres, y la primera línea apretó los escudos unos contra otros. Nada pasaría entre ellos si aguantaban el empuje inicial.

–Avanzar al paso –mandó Maȟpíya-lúta a la falange, erizada de acero.

El choque se produjo en el medio del terreno. La falange completa hubo de retroceder un paso cuando sintió el envión de la infantería enemiga, pero se repuso y no cedió a partir de allí.

Si por casualidad se abría una brecha, desde atrás, un soldado abatía al enemigo con su xíphos y cubría el espacio abierto con su propio escudo.

El caballero Tigi de Ave del Paraíso mandaba una sección en el sector más comprometido. Arengaba continuamente a sus subordinados, ayudándolos a empujar al enemigo con su cosmos. A pesar de la presión que ejercían los ırkları, ningún soldado cejaba en su esfuerzo.

Maȟpíya-lúta no estaba en la fila. Corría como un rayo dorado de un lado a otro, apoyando allí donde lo necesitaban. Un rastro de pétalos de rosa mostraba dónde había estado segundos atrás.

Por eso no lo vio venir. Una de las criaturas con unas garras largas como guadañas, saltó por encima de sus hombres y lanzó el zarpazo. Por un instante, uno solo, sus rosas no lograron cubrirlo.

–¡Volans Razor Blade!

La técnica de Nadyezhda volteó al atacante. Pero había llegado tarde, el rostro de Maȟpíya-lúta estaba cruzado por profundos cortes, que deformaban para siempre la belleza perfecta que poseía. Al calor de la batalla no le dio importancia, después revisaría esa herida. Sólo se vendó rápidamente con un recorte de su capa, para proteger a sus hombres del peligroso contacto con su sangre. Su atacante no tuvo esa suerte: luego de provocar el daño, el ırkları murió entre estertores, envenenado por la sangre del caballero de Piscis.

Por el otro flanco, la infantería pesada de Aldebarán aguantaba, hoplón al hombro y a punta de espada, a sus atacantes. Empujando con sus escudos, dejaban el alma para impedir el avance contrario.

Los alienígenas no sangraban, al menos no como los humanos. Esto no impidió que el terreno se fuera convirtiendo en un campo de barro infecto y resbaloso, donde el que caía, corría peligro de morir pisoteado.

Wulfgang de Perseo se batía con denuedo fuera de la línea. Había quedado solo. Un movimiento ondulado de la fila lo había hecho adelantarse entre el enemigo. Sus hombres habían intentado seguirlo para protegerlo y volver a traerlo a cubierto, pero no lo habían logrado.

Uno de los freiherr de gran tamaño fue atraído por su cosmos plateado y lo enfrentó. Wulfgang intentó retroceder nuevamente hacia su compañía, pero la marea de enemigos lo empujaba en dirección contraria. Desesperado y herido, quiso usar el escudo de Medusa como último recurso, pero cuando intentó quitarlo de su espalda recibió un golpe en el brazo.

Lo siguiente que vio, fue su mano en el suelo. Como no sentía dolor por la adrenalina, al principio no comprendió. Luego, con un grito que hizo retroceder un paso a sus enemigos, arremetió nuevamente contra su adversario. Su cosmos brillaba nuevamente.

–¡Atenea! No permitas que muera en este campo de batalla sin haber vencido a tus enemigos –pidió a la diosa–. ¡R’ās Al-Ghūl Gorgoneion!

La imagen de Perseo sosteniendo la cabeza de Medusa se dibujó en el cielo. Y luego, su oponente cayó, fulminado por las innumerables patadas lanzadas por el caballero de plata.

Wulfgang no tuvo tiempo de recuperarse. Manco y debilitado, cayó rodilla en tierra, y el círculo de ırkları que quedaba en pie después de su ataque, se cerró sobre él con furia incontenible.

Dos gritos se escucharon en ese momento. Uno era de Atreyu que, nadie sabía de dónde, saltaba al medio de la batalla para proteger al caballero de Perseo. El otro era de Aldebarán, al darse cuenta de dónde se hallaba su joven protegido.

Mientras la vida de Wulfgang se apagaba, Atreyu procuraba repeler a todos los enemigos que se abalanzaban contra él. El cosmos del muchacho era poderoso, pero eran demasiados en contra y no resistiría demasiado sin ayuda.

–¡Great Horn! –la técnica de Tauro abrió un corredor entre los feroces atacantes, que Aldebarán aprovechó para correr junto a su amigo.

–¿Qué haces aquí? ¡Te ordené quedarte en el Santuario! –amonestó el gigante a Atreyu.

–Discúlpame, Hroðgar, pero me enseñaste que mi lugar estaba junto a Atenea. No podía estar en otro lado que no fuera este.

Espalda con espalda, ambos rechazaban los ataques que les dirigían, y a su vez contraatacaban con la mayor fuerza posible.

–Muchacho idiota, no has logrado más que ponernos en peligro. Atiende a Perseo, debemos salir de aquí.

Atreyu se inclinó sobre el moribundo. No había mucho para hacer, salvo evitar que su cuerpo cayera en las manos carroñeras de los invasores.

Wulfgang no había perdido el sentido aún, así que era testigo de los esfuerzos de los dos hombres para protegerlo. No podía permitir que murieran por él, no hubiera sido justo. Levantó sus ojos hacia Atreyu, su débil cosmos llameó un momento y, con sus últimas fuerzas murmuró:

–Gracias.

Su armadura de Perseo comenzó a brillar, separándose del cuerpo de Wulfgang y armándose luego en el cuerpo de Atreyu. Era su legado. Cuando el muchacho estuvo totalmente equipado, el caballero de plata expiró.

En ese instante, Aldebarán los levantó a ambos sobre sus hombros y, poniendo una mano en tierra, exclamó:

–¡Titan’s Nova!

El suelo entero se dio vuelta sobre los enemigos, dándole a los caballeros la oportunidad de escapar hacia las líneas amigas.

Atreyu estaba paralizado. Miraba el cadáver de Wulfgang y luego su propio cuerpo armado. En un segundo, su vida había tomado un giro inesperado.

–¡A la batalla, caballero de Perseo! –se escuchó la voz de Aldebarán, volviéndolo a la realidad.

–Seré digno, te lo prometo –se despidió Atreyu de Wulfgang, y corrió al frente de lucha, con lágrimas en sus ojos.

Cuando el graf comandante de los ırkları vio el desastre que había causado la técnica de Tauro, ordenó reforzar con nuevas tropas ese sector del terreno. De manera que los atenienses no tuvieron un segundo de respiro.

Mientras tanto, Ryōga de Leo, espada de Libra en mano, cercenaba cabezas por el extremo izquierdo, junto a la caballería ateniense. El león se divertía matando a diestra y siniestra, los soldados ırkları eran juguetes de trapo entre sus fauces.

El regimiento montado había estado ocupado alanceando tropas irregulares y batidores hostiles. Éstos habían logrado demorarlo, pero teniéndolos ya fuera de combate, Ryōga había ordenado realizar un movimiento envolvente, de manera de entrarle al enemigo por el costado y por detrás, tomándolo desprotegido.

Armados con lanzas y jabalinas, la caballería comenzó a empujar a los alienígenas contra las sarisas de la falange de Maȟpíya-lúta. Encerrados de esta forma, los ırkları no tenían escapatoria y morían uno tras otro, incluso, pisoteados por sus mismos compañeros.

El freiherr que dirigía esa sección de la infantería, desesperado, logró desmontar a Detit de Triángulo Austral. Al momento, ambos combatientes se enredaron en el cuerpo a cuerpo, pero Detit se liberó gracias a la tongfā de Libra que portaba.

La posición amenazante del caballero con el arma hacia atrás, listo para atacar, hubiera intimidado a cualquiera menos a estos enemigos a los que no les importaba el número de muertos con tal de vencer.

–¡Ieron Tríptychos!

La técnica de Triángulo Austral aplastó a los ırkları más cercanos, aunque enseguida otros tomaron su lugar.

La tongfā giraba sin descanso, poderosa y efectiva, pero su usuario estaba sintiendo el cansancio del combate ininterrumpido. Detit mató a dos o tres enemigos más, pero no pudo detener un golpe en su espalda. Había perdido rapidez y ya no se protegía tan bien.

Luego, por cada uno que abatía, recibía un golpe o una herida. Las criaturas cerraban el cerco cada vez más y el desenlace era previsible.

Explotando su cosmos por última vez, logró machacar la cabeza del freiherr que lo había puesto en ese predicamento. Luego, hundió la tongfā en el suelo y desafió al resto:

–¡Aquí hay un caballero! ¡Vengan!

Esto terminó de enfurecer a sus atacantes. Una masa incontenible cayó sobre Detit y lo ahogó.

Cuando su cosmos se apagó, un rayo de bronce saltó, volteando a los alienígenas, y voló en dirección al puesto de mando de la Orden Ateniense. La armadura de Triángulo Austral volvía hacia la diosa. El cuerpo de Detit no se encontró luego. Sólo quedó, a manera de lápida, la tongfā, que ningún enemigo pudo arrancar de donde había sido clavada.

A pesar de esta muerte, la falange y la caballería seguían destrozando a los enemigos. Ese lado del campo pronto sería de los atenienses.

En el centro, los arqueros casi habían eliminado a sus adversarios, pero había un freiherr que resistía. Veloz y poderoso, esquivaba los proyectiles y derrotaba fácilmente a los humanos. Uhura estaba del otro lado cuando lo vio, intentando llegar hasta donde estaba la diosa.

Puso la flecha de oro en su arco, se concentró y dejó que su cosmos la guiara. La flecha de Sagitario clavó al ser en el piso, terminando la batalla en ese sector del terreno.

Entonces, Uhura fue a reunirse con Zhuàng-zhì, que apenas había entrado en acción, y estaba retrasado cerca del puesto de mando, con las tropas de peltastas reservados como refresco y apoyo.

–¿Cómo estamos? –preguntó Sagitario.

–Aldebarán resiste el choque, pero tiene grandes pérdidas. Se está llevando la peor parte, creo. Ryōga y Maȟpíya-lúta han encerrado a sus enemigos entre la falange y la caballería y los aplastan como un yunque y un martillo al metal caliente. Pronto acabarán allí. El enemigo aún tiene a su artillería intacta y numerosas tropas frescas. Debemos decidir: Usar los refuerzos para apoyar a Aldebarán o esperar a Azra'eil.

–¿Dónde está él?

Fue Atenea la que resolvió:

–Vamos hacia el ala donde está Tauro. Azra'eil vendrá a tiempo.

–Atenea, no puedes ir al combate sin tu armadura... –intentó protestar Árgyros de Cefeo, su guardaespaldas.

–Uhura, tus hombres ya hicieron mucho –continuó la diosa sin hacer caso–, quédate en la última línea y apoya ambos flancos cuando sea necesario. ¡Vamos!

Dirigieron las tropas hacia el sector derecho. Reforzarían allí, con la esperanza puesta en resistir todo lo posible hasta la llegada de Azra'eil.

De repente, una sombra alada se alzó sobre ellos. Un alienígena volador de potente voz, habló de forma amenazadora, paralizando la lucha:

–¡Humanos, soy Vöxx de Diskur, freiherr de los ırkları! No se confíen de lo que parecen victorias parciales, todavía tenemos tropas intactas que los superarán. Los acabaremos a todos si no se rinden. ¡Entreguen sus armas o mueran con ellas!

–¡Molṑn labé!

Vengan y tómenlas.

Dienékes de Escudo había dado la respuesta. Igual que el viejo rey Leónidas de Esparta a la misma demanda hecha por parte de los persas, siete mil quinientos años atrás en las Termópilas.

Luego de decir esto, el caballero de plata lanzó su escudo con tal fuerza, que cortó en dos al freiherr volador.

Un grito de júbilo y coraje partió de todas las gargantas del ejército humano. Con renovado cosmos, caballeros y soldados continuaron la batalla.

 

  :ss6:


CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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Publicado 03 diciembre 2014 - 16:12

En general buen Capítulo , la batallame parece bien manejada , un tanto emotiva la muerte de Wulfgang y como paso su armadura a Atreyu  ( Aunque me habría gustado que Wulfgang logrará usar un poco el escudo , pero bueh supongo que a Atreyu le tocara usarlo más adelante ) 

:unsure:

 

Me pregunto donde quedo el León de Leo :unsure:

 

Otro punto interesante es que Piscis la parecer ya no será el típico niño bonito y quedara desfigurado  :unsure:

 

Saludos


Editado por ...::: Kingu :::..., 03 diciembre 2014 - 21:45 .

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Publicado 03 diciembre 2014 - 19:19

Atrapante el capitulo. Como bien dijo Rage, es emotiva la muerte de Wulfang, y el nacimiento de Atreyu de Perseo. La batalla, muy descriptiva, al igual que las acciones de los personajes. Es buen capitulo a mi parecer.


Si deseas leer un fanfic, puedes echarle un vistazo a mi historia, se agradecería:

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Publicado 03 diciembre 2014 - 19:49

Uff, estos invasores son interminables. De verdad, la tienen difícil los caballeros. Muy bien descrita la batalla, pero ahora quiero ver la intervención directa de Atenea en la batalla. Gran capítulo como siempre, Marcus



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Publicado 03 diciembre 2014 - 22:02

como siempre un Excelente capitulo

 

me gusto como quedo escrito la batalla

 

espero ver pronto la continuacion



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Publicado 04 diciembre 2014 - 21:12

Excelente capítulo. Como ya dijeron, muy descriptiva la batalla. Emocionante y atrapante de inicio a fin. A pesar de las pérdidas en el bando ateniense, los irklari sufrieron bajas aún mas significativas, eso irá mellando tanta confianza y tanta alharaca. Emotivo momento tanto la muerte de Wulfgang como el legado de la armadura a Atreyu. Esperando por el siguiente capítulo. Saludos!


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Publicado 06 enero 2015 - 10:10

Y casi por cumplir 3 años desde que empecé a publicar, les traigo el nuevo capítulo. No sin antes agradecer, como es costumbre, a los que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó.

Comentarios al capítulo XXXI: Hacer una batalla campal con los caballeros es también una de las ideas primitivas que tuve (como aclaré, al no leer otros fics, no sé si es algo que ya se hizo), y finalmente la presenté aquí. Es un alivio que hayan encontrado la batalla entendible. La hice basada en todo lo que conozco de batallas antiguas, tiene un poco de Termópilas, un poco de Gránico, un poco de Troya y un poco de Hollywood, donde los soldados combaten de fondo, pero el peso de la acción recae sobre los personajes principales (es un error, pero la historia debe avanzar por sus protagonistas). Encima, cada vez que aparece uno, lo hace prácticamente para morir... qué pasa con los que  no mueren? Quedarán para una revisión futura, supongo. Igualmente, no está todo dicho, espero que la conclusión les guste tanto como el comienzo.

Rage, el león está en batalla, hay una oración que lo nombra "matando a diestra y siniestra"... te lo perdiste?

Con respecto a Atreyu, cuando hice la lista de caballeros, él iba a ser uno, pero luego, se me ocurrió que por su corta edad con respecto a los otros, sería más "cinematográfico" que fuera armado en batalla, así que tuve que crear a un caballero de Perseo previo, que le legara su armadura.

Aclaraciones de este capítulo: Aunque tiene que ver con los 2 anteriores, está un poco corrido del eje. Viene a partir de una idea que tenía para la batalla, más una idea que me acercó alguien (que me hizo replantear toda la historia del capítulo). Theódōros es griego, significa "regalo de Dios" y Phereníkē también es griego para "portador de victoria" (y son las formas originales de Fiodor y Verónica)

Bueno, espero que les guste el capítulo y lo disfruten, Lean y comenten!!!!

 

Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. En las costas del Mar Rojo, atenienses y alienígenas se baten en la más sangrienta de todas las batallas.

 

Capítulo XXXII - Réquiem

 

¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos lo que es la vida, ¿cómo puede inquietarnos el conocer la esencia de la muerte?

Kǒng Fūzǐ

 

Cuando se disipó el vaho producido por la técnica, se reveló ante los ojos de los caballeros el lugar al que habían sido enviados. Yomotsu Hirasaka, la entrada al mundo de los muertos. Un desierto pedregoso envuelto en una penumbra eterna. En ninguno de sus horizontes podía verse su fin. Por su áspero suelo, se escuchaba el arrastrar de millones de pies. Innumerables almas de los que habían dejado el mundo de los vivos, tropezaban subiendo una montaña con un cráter en su cima.

Hacia allí iban todos, cumpliendo su destino inexorable, para entrar en su última morada sobre la Tierra, en largas hileras que caían por el pozo sin fondo.

–Nadie abra los ojos en este lugar –advirtió Azra'eil a los soldados–. Manténganse al amparo del cosmos de los caballeros que los guían, y todo saldrá perfectamente.

Avanzaron en silencio por el lúgubre desierto. No era fácil conducir a tantos hombres que iban a ciegas, pero los caballeros se ocupaban en todo momento de sus subordinados.

–¿Quién vive? –el espectro les salió al cruce durante su recorrido.

–Caballeros atenienses –respondió Cáncer–. Estamos de paso por este lugar. Permítenos continuar por favor.

–¿Atenienses? No tienen nada que hacer aquí. Este no es un lugar de paso. Hay una sola salida, y está en la cima de ese monte –dijo el espectro, señalando el cráter.

–No para mí. Conozco otras salidas. Soy Azra'eil, caballero de oro de Cáncer, y éstos son mis hombres. Prometí que los conduciría a salvo por aquí, para que puedan cumplir una misión que pondrá en peligro su vida más tarde. Arriba se está librando una gran batalla y nos esperan.

–Yo soy Theódōros de Mandrágora, de la Estrella Celeste de la Herida. Guardián de Yomotsu Hirasaka. Te has equivocado al venir. Por aquí, sólo pasan los muertos.

–Siervo de Hades, ¿no te das cuenta de que esta lucha no es por nosotros, sino por todo el planeta? ¿por la humanidad de ahora y del futuro?

–¿Qué podría importarme a mí? –replicó Theódōros–. Mira a tu alrededor, cuantas más almas bajen al inframundo, más poderoso será mi señor.

–Lo siento, pero debo pasar.

–Como quieras, caballero. ¡Strangle Shrill!

El rostro de la mandrágora en la coraza del espectro emitió un alarido tan potente, que agitó la tierra bajo los pies de los atenienses, tirándolos al suelo.

Con el temblor, un soldado no pudo evitarlo y abrió los ojos. Inmediatamente, el pobre infeliz quedó convertido en una estatua de sal. La expresión de pánico de su semblante quedó fijada para siempre.

–¡Ojos bien cerrados! ¡Acubens!

Con un movimiento de sus piernas, Azra'eil golpeó a Theódōros en el pecho, destruyendo la fuente del grito y dejándolo sin sentido.

–No estás muerto –le dijo al cuerpo inerte del espectro–. Hoy nuestra lucha no es con los dioses, ni entre humanos, vive y ayúdanos si puedes.

Se preparó para continuar, pero notó que todos sus hombres estaban paralizados. Se percibía vida en ellos, por lo que no entendía qué podía pasar. ¿Qué clase de poder era ese?

A sus oídos llegaba un penetrante zumbido. Tal vez fueran insectos... pero pronto desechó esa idea, nada que estuviera vivo podría estar allí.

Además, el paisaje había cambiado. Ya no se veía la montaña, ni las almas de los muertos en su eterno viaje hacia la cima. El lugar era ahora una planicie vacía, igual e interminable. Un olor nauseabundo llegaba desde todas partes.

No tenía puntos de referencia. Sabía que si se adentraba en la llanura, se perdería. Pero era urgente continuar, y para ello necesitaba a sus hombres. Por eso, decidió ir a buscar a alguien que los liberara de esa especie de hipnosis, dispuesto a usar la fuerza si hacía falta.

Luego de lo que le parecieron muchas horas recorriendo el lugar, el cansancio físico y una gran angustia se habían apoderado de él. Comenzaba a perder la esperanza cuando a lo lejos le pareció ver a una persona.

Corrió hacia esa figura, pero a medida que se acercaba, tuvo un sentimiento a la vez extraño y familiar. ¿Conocía a quien lo esperaba allí? Detuvo su carrera y continuó al paso, desconfiando.

Una mujer vestida de un blanco fantasmal, con sus cabellos sueltos que, a pesar de no correr el aire, flotaban tras ella y que mostraba un rostro pálido y demacrado, extendió su mano para recibir al caballero.

–Acércate –dijo con voz melosa.

Azra'eil intentó no obedecer, pero no lo logró. Sus pies avanzaban a pesar de su resistencia. Había en esa mujer una fuerza inexplicable que acababa con sus defensas. Además, el zumbido interminable no le permitía pensar con claridad.

Cuando estuvo a su lado, la aparición le tomó la mano. El contacto con la piel fría lo estremeció, pero de nuevo vino a él ese sentimiento de familiaridad. ¿Quién era esa mujer?

–Veo que tienes preguntas. Es natural –la mujer respondió al interrogante no pronunciado–. Te traje conmigo para que descanses. Yo te cuidaré a partir de ahora –dijo con amabilidad.

–¿Descansar? Eso es imposible. Hay una batalla... Mis soldados...

–Ya descansan también –dijo, mostrándole una pila de cadáveres con armaduras–. Y la batalla no es tu responsabilidad.

El caballero observaba a los cadáveres sin reaccionar. Era cierto, no tenía que protegerlos ya, y la batalla estaba muy lejos. La oferta era tentadora. Sólo un pensamiento, algo tapado por el zumbido en su cerebro, llegó débil a la superficie.

–Atenea...

–¿Pondrás a esa odiosa mujer sobre mí? –dijo la aparición–. Ella sólo te exigió sacrificios. Yo te daré protección y seguridad. Tú eres mi hijo.

Azra'eil saltó como si lo hubieran pinchado. ¿Su madre? Volvió a observar a la mujer: el bajo vientre del vestido estaba todo manchado con sangre. Conocía la historia de su nacimiento y sabía que una hemorragia había terminado con la vida de la parturienta.

–Ven. Seremos felices juntos. Y tendrás el amor que no tuviste antes. Tu lugar es a mi lado, para siempre –dijo la mujer–. Me lo debes. ¡Ven!

Conocía la historia de su nacimiento.

–¡Debes estar conmigo! –insistió.

Su madre había ofrecido su vida para que él llegara al mundo, su último acto de amor. Un acto carente de todo egoísmo. Pero no había desinterés en la propuesta de la sombra. De pronto, el zumbido cesó y pudo pensar con claridad.

–No.

La aparición se transformó. Su rostro se desfiguró y sus facciones adquirieron un rictus perverso. Tiró de la mano del caballero, pero éste no se movió.

–Sólo un paso, ¡ven conmigo!

–Es inútil. Sea quien fueres, deshaz la ilusión –replicó Azra'eil.

La llanura desapareció y pudo ver dónde estaba: un paso más y se hubiera despeñado por la sima donde caían las almas.

Se oyó una carcajada, y un enorme enjambre de moscas oscureció el lugar. De allí provenía el zumbido que había entorpecido la razón de Azra'eil. Un espectro de Hades apareció tras ellas cuando se dispersaron; era quien reía.

–Eres duro, caballero. Pero no tanto, tienes tu corazoncito –dijo el recién llegado–. Soy Phereníkē de Druj Nasu, de la Estrella Celeste de la Investigación, y estás invadiendo mi territorio.

–Yo soy Azra'eil de Cáncer. Vaya territorio el que tienes. Apesta.

–¡Gracias! trato de mantenerlo cómodo para los recién llegados –respondió Phereníkē. Y agregó riendo–: ¿Azra'eil? Obviamente ese no es tu nombre... ¿qué puedes saber tú de la muerte? Déjame presentarte a mis amigas –dijo señalando a las moscas–, son las encargadas de recolectar las almas de los infelices que dejan el mundo de arriba. Se ponen furiosas si encuentran alguien vivo.

A una señal del espectro, los insectos rodearon con furia a Azra'eil, impidiéndole todo movimiento y lacerando su piel con sus aguijones.

–¿Has venido a la entrada del infierno sólo para escuchar el canto a los muertos? –preguntó Phereníkē. –Te prometo que no te irás con las manos vacías. Tengo una sorpresa para ti, caballero.

De pie tras el espectro, el bondadoso rostro de una mujer se hizo visible. Era evidente el parecido entre el caballero y esta nueva aparición. Azra'eil no dudó. Esta vez sabía a quién tenía en frente.

–La traje especialmente, porque me parece que es la ocasión de que muestres tu verdadera personalidad. ¡Burial Fort!

El ambiente se cubrió de un limo corrosivo, creado por la técnica del espectro. Todo aquello que tocaba se corrompía sin remedio, pudriéndose en el acto. Y se acercaba peligrosamente a la mujer.

–Ella ya lo hizo una vez hace mucho, ahora es tu turno para caer por el pozo de las almas. Te ofrezco pagar la deuda que tienes con tu madre, ¿o la observarás sufrir nuevamente por ti?

–¡Maldito!

Azra'eil intentó avanzar hacia la sombra indefensa, pero las moscas se lo impidieron. En el forcejeo, una gota de podredumbre cayó sobre una hombrera de la armadura de Cáncer, oxidándola de inmediato.

Al ver esto, el caballero retrocedió. La armadura de oro, la más poderosa de todas, había sido dañada por el simple contacto con ese cieno infecto. ¿Eso significaba que estaba a merced de la voluntad del espectro? No podía defender a la mujer ni evitar caer en el cráter.

Sabía que debía sobrevivir como fuera, que lo estaban esperando con urgencia en la batalla. Pero un sentimiento de nostalgia por algo que jamás había conocido, despertó en él. Miró desesperado el rostro que tenía en frente. No quería causarle más sufrimiento, deseó que ella lo comprendiera. Por un momento, sus ojos hicieron contacto, y miradas cargadas de intensos sentimientos se cruzaron.

Angustiado y sin voluntad, Azra'eil avanzó un paso hacia la sima.

–¡No! –exclamó la sombra.

–Debo hacerlo, no permitiré que te dañen...

Pero entonces, la mujer avanzó hacia la masa putrefacta que la rodeaba, acercándose al caballero. Su cuerpo tocaba el limo corrupto, pero lo rechazaba. Al llegar al borde del pozo, espantó con la mano las moscas que la separaban de Azra'eil, y sorprendentemente, éstas le hicieron caso.

Phereníkē no podía entenderlo, miraba sin creer lo que sucedía. Había dejado de reír de repente, y su rostro mostraba una expresión estúpida.

Azra'eil tampoco salía del asombro. Ahora la tenía en frente y descubría un poder desconocido para él. No era fortaleza física ni psíquica. Era otra cosa. Y que además se transmitía, puesto que él también lo estaba sintiendo.

–Tú no debes preocuparte por mí. Tu vida es mi mayor alegría. Mi amor por ti me preservará de todo daño ahora y siempre.

Inclinándose hacia el caballero, lo abrazó y le dijo unas palabras al oído. Durante el abrazo, el cosmos de Azra'eil creció visiblemente, unidos su propia fuerza y este poder nuevo que sentía.

Entonces, la mujer besó al caballero en la frente, y antes de que éste lo pudiera impedir, con una sonrisa en su rostro, se arrojó al precipicio.

Conmovido, Azra'eil se volvió hacia el espectro. Phereníkē retrocedió asustado.

–Te aprovechaste del amor de una madre para vencer a alguien que hoy no es tu enemigo. No hay perdón que te alcance.

–¿Qué te dijo al oído? –preguntó el espectro.

–Ella me llamó por mi nombre. El verdadero, el que jamás pudo pronunciar. Tenías razón, Azra'eil es sólo un apodo. Pero eso no significa que no conozca a la muerte. Tú crees que porque la ves todo el tiempo a tu alrededor la conoces, pero eres como Tántalo, condenado a estar rodeado de frutos y no poder comerlos, sumergido en el agua sin poder beberla. Ves a los muertos, pero no entiendes la muerte. Desde niño viví rodeado de espíritus que me hablaban de ella. Es un paso, una puerta que uno debe decidir abrir y a la que no hay que temer. Yo hubiera saltado al vacío y sólo sería un paso más. Tú eres siervo de la muerte... yo soy su amigo.

Al decir esto, el cuerpo de Azra'eil estaba inundado de cosmos brillante, a su alrededor se veían flotar las llamas azules de los espíritus. La masa putrefacta se había detenido y secado al calor del cosmos del caballero.

–¡Seki Shiki Konsō Ha!

Las moscas se interpusieron como un escudo entre la técnica y el espectro, pero fueron atrapadas por los fuegos fatuos. Azra'eil, dirigió su energía hacia ellas, sus espíritus serían el combustible que necesitaba. Al explotar los insectos prácticamente en su cara, Phereníkē trastabilló y cayó por el pozo de las almas.

 

***

 

Cuando Azra'eil bajó de la colina, encontró a sus hombres reponiéndose del estado hipnótico al que habían sido sometidos. Todos se recuperarían y podrían continuar, no había tiempo que perder.

De repente, tres cosmos muy poderosos se elevaron frente a los soldados atenienses. Desde el Tribunal del Silencio, llegaban Mínôs de Grifo, Rhadamanthys de Wyvern y Aiakos de Garuda, los tres jueces del Inframundo, generales de todos los espectros.

Los caballeros de plata y bronce se interpusieron entre Azra'eil y los amenazantes jueces. Con un movimiento rápido de su mano, Rhadamanthys los sacó del medio.

Cuando parecía que los grupos se iban a enfrentar, Mínôs detuvo a sus compañeros con un gesto. Tenía un libro en sus manos, con una página marcada.

–Excepto uno, todos ustedes serán juzgados en algún momento –dijo misteriosamente–. Sus nombres aparecen en el Libro de la Muerte, pero ésta no es su hora. Azra'eil ha pasado su prueba. Pueden continuar. El señor Hades está conforme con los humanos que protegen la Tierra.

 

  :ss6:


CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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Publicado 06 enero 2015 - 14:09

 

Rage, el león está en batalla, hay una oración que lo nombra "matando a diestra y siniestra"... te lo perdiste?

^^U No me lo perdí pero pense que tal vez aparecería algo más e incluso que podría haber caído  XD

 

Buen Capítulo , me gusto esta "pausa" de la batalla principal , fue bueno que aparecierán algunos espectros y que al final no se librara una batalla pues esto habría mermado al ejercito de Athena ademas de ser un duro golpe


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Publicado 20 enero 2015 - 10:53

excelente capitulo como siempre

 

un gran capitulo para el caballero de cancer

 

saludos

 

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Publicado 04 febrero 2015 - 00:44

Y de nuevo... otro mes, otro capítulo. El último de la 2da parte. Pero como siempre, empiezo por agradecer a los que leyeron y/o comentaron el capítulo anterior.

Comentarios al capítulo XXXII: La idea original de la batalla siempre fue hacer que Azrael diera un rodeo para enfrentar al enemigo, dicho rodeo iba a ser por tierra, como cualquier tropa normal.

Pero, el 15/3/13, mientras escribía aun esta parte, recibí el MP del usuario Morongo que les transcribo a continuación: "Idea para la historia de Cancer: Hola Marcus, antes que cualquier cosa, disculpa mi falta de acentos pero mi computadora tiene teclado americano. Dicho esto quisiera hacer una sugerencia para tu fic. Te la mando por mensaje privado para que no sea un "spoiler" si es que decides usarla. El caballero de Cancer no tiene nombre y su madre murio en cuanto el nacio. Estaria muy interesante que en algun punto del fic, el caballero este en graves problemas e incluso al borde de la muerte. Puede incluso estar peleando en el mundo de los muertos, haciendo fila hacia el vacio, etc. Entonces escucha una voz familiar a lo lejos que resulta ser su madre. Ella lo hace reflexionar, le da nuevas fuerzas y lo ayuda a explotar mas su poder. Seria buenisimo que la madre lo llame por el nombre que le iba a poner antes de morir y que nunca pudo pronunciar. Entonces Cancer regresa del mundo de los muertos como un ser nuevo y revitalizado (sabiendo ya su nombre). El punto clave esta en que gracias a la muerte (o a un muerto en este caso) pudo entender el verdadero significado de luchar por la vida. Obviamente con tu enorme talento puedes darle un toque brillante a esta historia. Te la presento como una sugerencia porque me quede pensando en el por que de la "falta de nombre" en los caballeros de Cancer. Un abrazo y espero con ansias el proximo capitulo. Morongo".

Entonces recordé una teoría que había en el Foro hará cosa de 10 años: creo que Saint_June decía que Mascarita podía usar Yomotsu como un portal, entraba a Yomotsu en un lugar, y salía en otro (una teoría para explicar a Mascarita entrando en la cascada de Rozan).

La cosa es que uniendo mi intención de que Azrael se infiltrara, el MP de Morongo y la vieja teoría, logré escribir lo que leyeron. Así que parte del crédito por la inspiración se lo merece este usuario, que por cierto ya no sé si está en el foro o me ha vuelto a leer alguna vez... (por las dudas le mandé un MP con el enlace).

Así y todo, sigo decidiendo dejar el nombre de Cáncer oculto (básicamente porque no lo sé), le da un aire de misterio al personaje. Y como ya había aparecido un marino, y una sacerdotisa de Apolo, pensé que era bueno hacer aparecer espectros.

Aclaraciones de este capítulo: Este es el capítulo más largo de todos cuantos escribí (hasta ahora), y cierra los arcos argumentales de esta parte. Espero que haya quedado todo redondito, si notan que no, me lo hacen saber. Fue bastante complicado de escribir por la cantidad de frentes abiertos, pero no más que otros. Gaisalaiks es visigodo, significa "hacha de rayo", Uiriato es lusitano para "portador de brazaletes", Tigi es dioula para "jefe", Sanzio es italiano para "santos" y Ëkka es wolof y significa "bueyes".

Espero que les guste y lo disfruten. No se olviden de comentar, si quieren una tercera parte!!

 

Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. En las costas del Mar Rojo, atenienses y alienígenas se baten en la más sangrienta de todas las batallas. Mientras tanto, el caballero de Cáncer se enfrentó a las pruebas que le puso Hades durante su paso por Yomotsu Hirasaka, allí conoció a su madre.

 

Capítulo XXXIII - Oscuridad

 

No creo que tu capacidad de lucha tenga nada que ver con lo grande que seas. Tiene que ver con cuánta rabia hay en ti.

Amy Jade Winehouse

 

La noche había caído. Era la décima jornada de lucha en la Isla de la Reina Muerte. Salvo los destellos y fogonazos de la pelea, no se veía prácticamente nada bajo el cielo sin luna y sin estrellas.

A pesar de la resistencia, los ırkları habían conseguido tomar el interior de la isla, llegando a la zona de cosmos oscuro que necesitaban para liberar a sus dioses de las joyas.

Allí el combate había cesado, pero todavía peleaban unos pocos caballeros cerca de la playa y en algún otro sector.

El príncipe Nakar se mostraba orgulloso utilizando su nueva adquisición: la armadura negra de Sagitario. Potenciada con el cosmos del poderoso alienígena, ésta había adquirido un halo oscuro que absorbía la luz a su alrededor, volviendo prácticamente invisible a su portador.

–Procedan con el ritual –ordenó.

Los sacerdotes colocaron las gemas en un círculo y todos los seres prepararon sus cosmos para ayudar con la ceremonia. La energía del lugar fue ascendiendo, acompañada de un fuerte viento y temblores en el suelo.

Las piedras se elevaron y comenzaron a girar sobre el plano horizontal; luego, el movimiento fue en todos los planos, de manera que se veía una esfera irisada, hasta que la velocidad fue tal que los colores se fundieron en blanco brillante. La luz que despedía cegó a los presentes. Por último, se escuchó un sonido como de madera al desgarrarse y un chasquido. Cuando los seres pudieron volver a ver, observaron más de una docena de vainas que brillaban con una luz celeste pálido en su interior.

Los dioses habían regresado, y traían a sus nuevos hijos, los guerreros más fuertes, con ellos.

Las gemas cayeron al suelo, ya sin brillo, aunque se percibía que seguían siendo objetos muy poderosos.

–Bienvenidos; Padre, Madre, hermanos –dijo Nokriy, y ordenó–: Lleven las vainas a lugar seguro y procuren que despierten. Tú –se dirigió a Roch de Wultán–: Protege las joyas y entrégalas luego a los dioses. Ellos sabrán extraer el poder que les queda.

 

***

 

Los actos de arrojo y valentía de los soldados atenienses se sucedían en todos los ámbitos donde se combatía. Aquí y allá estallaban los cosmos de los guerreros de ambos bandos, tratando de ganarle lugar a sus oponentes.

El campo de batalla estaba sembrado de cadáveres humanos y alienígenas. Los jefes ırkları veían impotentes como no sólo los humanos resistían su empuje, sino que tenían la ventaja en varios sectores del terreno. Habían desperdiciado sus bestias, y el flanco derecho había sido destrozado por la caballería comandada por el león. El flanco izquierdo todavía era fuerte, pero al gigante taurino le habían llegado refuerzos y aguantaba a pie firme con sus hombres.

El sol ya estaba muy bajo en el oeste, y apenas una leve penumbra dibujaba el terreno en los ojos de los combatientes. La noche se anunciaba oscura. Pronto ya no se podría distinguir amigo de enemigo y daría lo mismo saber quién moría o quién vivía.

–¿Ya pudieron organizarse las máquinas de artillería? –preguntó Jiwi de Zenthak–. Cuando le respondieron afirmativamente ordenó–: Batan el campo.

–¡Pero graf, nuestras tropas están allí!

–No me cuestiones, también están ellos.

Le preocupaba la presencia de esa mujer de cosmos tan poderoso. Donde ella estaba, los humanos combatían mejor y los ırkları retrocedían. ¿Por qué su raza estaba peleando sin sus jefes principales, y los hombres eran ayudados por su diosa? Para sus dioses, todos eran sacrificables, pero para la diosa de la Tierra no parecía ser así. Debía terminar con la batalla pronto. No debía dar tiempo a que sus guerreros se hicieran el mismo cuestionamiento, o seguramente el miedo los inutilizaría para la lucha.

Pronto, obuses de fuego comenzaron a caer sobre los soldados de ambos bandos. En medio de la temprana noche, la confusión fue terrible.

Los caballeros de bronce Gaisalaiks de Buril y Uiriato de Delfín estaban bastante heridos por la larga lucha, pero aguantaban, espalda con espalda, rodeados de enemigos muertos. De pronto, se encontraron en medio de la zona batida.

–¡Debemos proteger a nuestros soldados, o serán exterminados por el fuego! –dijo Uiriato.

–Intentaré hacer una barricada con esas rocas. ¡Cúbreme! –fue la respuesta de Gaisalaiks–. ¡Plaga Scalprum!

La técnica de cincel cortó las rocas en grandes bloques. Ahora, debían apilarlos para formar el parapeto. Uiriato se adelantó:

–¡Dolphin Sonar Blast! –una potente onda sónica empujó los bloques, hasta cubrir a las tropas.

Pero los dos caballeros se habían descuidado mientras realizaban esta tarea. Gaisalaiks vio cómo una gran bola de fuego acababa con la vida de Uiriato, consumiéndolo prácticamente al instante. El desgraciado no había tenido tiempo de ocultarse luego de salvar a sus hombres. El propio caballero de Buril nada podía hacer: de nuevo estaba cercado por el enemigo, y esta vez, totalmente superado. Momentos más tarde, también rendiría su vida.

 

***

 

Ya no quedaban caballeros negros en pie, todos se habían sacrificado en defensa de la isla. Pero todavía tres personas resistían.

En la negrura de la noche, Siddhārtha de Virgo, se había jugado el todo por el todo en un golpe de mano a las naves de los ırkları. Era el último intento por evitar que el mal proveniente de las joyas saliera de la isla. Pero había tenido la mala suerte de enfrentarse a los dos príncipes a la vez. Lo habían arrinconado, y el caballero de oro no hacía más que defenderse.

Tan'gun-wanggŏm de Cruz luchaba del otro lado de las naves, desesperado. Había perdido un ojo y la sangre le cubría toda la cara.

–¡Southern Cross Thunderbolt! –la presión de la técnica de Cruz, le ayudó a liberarse de los enemigos que lo rodeaban por un momento.

Guilty se batía con Roch de Wultán. El ırkları tenía las joyas y las protegía de ese humano que no le permitía avanzar. Tras una finta para poder esquivarlo, un golpe con sus poderosas alas cortó limpiamente el brazo derecho de Guilty.

El caballero de Cruz observó cómo una explosión enviaba el cuerpo sin sentido de Virgo tras las dunas cercanas a la playa. Quiso correr a ocupar esa posición, pero era tarde, la nave que contenía las vainas ırkları estaba partiendo fuera de su alcance.

Todavía quedaban agresores en la isla, el peligro no acababa aún. Se dispuso a enfrentarlos, cuando su cosmos percibió la agonía de un luchador amigo.

Lejos, debilitado por la amputación, Guilty continuaba impidiendo la retirada del späher de Wultán. Pero su cosmos disminuía a cada paso, y era evidente que, de continuar así, pronto sucumbiría.

–¡Armadura de Cruz, vuelve con tu antiguo dueño! –exclamó Tan'gun-wanggŏm.

La decisión era dura. Quedarse desprotegido en ese momento crucial era muy riesgoso. Pero entendía que las joyas no debían permanecer con aquel ser y que debía apoyar a Guilty. Él sabría arreglárselas con los restantes enemigos.

La armadura resplandeció por un instante y separándose del caballero de plata, voló hacia Guilty, vistiéndolo inmediatamente. Atrás había quedado el día en que lo rechazó. Guilty se había ganado el perdón de la diosa y de su constelación.

Al ver que su oponente se armaba, Roch de Wultán ensayó otro golpe para acabarlo, pero retrocedió desconcertado: sólo había logrado deshacer la horrenda máscara roja, y unos ojos coléricos y con renovado cosmos lo miraban ahora.

–¡Es imposible! –logró articular, con miedo.

El cuerpo de Guilty ardía. A pesar de su brazo faltante, adoptó la posición para ejecutar la técnica de Cruz. No iba a desperdiciar la oportunidad que le habían dado.

–Es probable que sea lo último que me quede por hacer –dijo el antiguo caballero–, pero tú vas a lamentar haber venido a esta isla. ¡Southern Cross Thunderbolt!

No tuvo tiempo para reaccionar. Las alas del ırkları fueron destrozadas por el impacto y un gran agujero se abrió en su pecho, matándolo al instante.

Después de semejante esfuerzo, el dolor de sus heridas se hizo sentir. De las heridas nuevas y de las viejas, aquellas que había sufrido al ser castigado por su crimen. Sus rodillas se doblaron hasta tocar tierra.

–Todavía no –se dijo a sí mismo.

Incorporándose con dificultad, llegó hasta el cadáver bestial de su enemigo y retiró un bulto de debajo del cuerpo.

–Ahora puedo... –dijo, y su cosmos le dio paso a la inconciencia.

 

***

 

El negro aterciopelado de la noche acariciaba a los combatientes. Zhuàng-zhì sangraba por un oído: un artefacto le había reventado cerca, dejándolo casi sordo. Pero su cosmos estaba intacto. Seguía luchando y, sobre todo, arengando a los ya cansados soldados atenienses.

Atenea peleaba un poco más alejada a la derecha. Aunque realmente era Árgyros quien hacía el mayor gasto: sus cadenas no habían permitido que la diosa sufriera ningún daño. Sólo cuando el caballero de plata estaba ocupado, ella había entrado en combate.

–¡No debes arriesgarte, Atenea! –le gritaba Árgyros enojado, al ver a la diosa meterse en plena batalla.

Pero, ¿quién podía impedírselo? Eran sus caballeros los que luchaban y ella debía estar con ellos. El cosmos de la mujer era enorme, y ese brillo en medio de tanta oscuridad daba esperanzas a sus hombres, y hacía que sus enemigos retrocedieran asustados.

Hacia el lado de la falange, el caballero de bronce Tigi de Ave del Paraíso, se encontraba en duelo singular con Vokkim de Tezön, el último freiherr en pie de los atacantes.

Tigi sangraba profusamente por un costado: un dardo de Vokkim se había clavado entre dos placas de su armadura. Pero resistía y había logrado contener al ırkları.

–¡Rainbow Feathers!

Una miríada de rayos de color, como pequeñas plumas, rodearon a Vokkim, que se deshizo de ellos esgrimiendo dos filosas armas como espadas.

–¿Crees que ese ataque tan débil puede derribarme? –desafió el alienígena–. ¡Mi defensa es una de las más rápidas entre los de mi raza!

–Yo no estaría tan seguro –respondió Tigi en un jadeo, señalando a su oponente varias heridas en su cuerpo.

Furioso, el veloz ser descargó golpes de espada a diestra y siniestra, pero ya no eran tan rápidos como antes. El caballero de Ave del Paraíso había logrado tocar puntos vitales.

Soldados de uno y otro lado lograron separarlos. Si sus jefes podían descansar, a lo mejor volvían a la lucha con ventaja. Pero el orgullo de Vokkim de Tezön no lo iba a permitir, atacó a propios y ajenos, buscando eliminar al que lo había dañado.

Tigi se volvió rápidamente para proteger a sus hombres, y recibió en su cuerpo las dos hojas afiladas del ırkları.

Éste quiso retirar sus armas para seguir la lucha, pero no pudo. El cosmos del caballero de bronce lo retenía en un abrazo desesperado.

–¡Rainbow Feathers! –invocó nuevamente su técnica Tigi.

Las plumas de colores rodearon a ambos combatientes y luego se pegaron a sus cuerpos, estallando al tocarlos. Al acabar, los dos estaban muertos.

Atenea sintió esta última muerte con su cosmos. La conmoción por la pérdida de otro de sus caballeros la distrajo un momento. Pero Árgyros, tras ella, detuvo una vez más un ataque dirigido a la diosa.

–Azra'eil, por favor, ¡no demores más tu llegada! –exclamó Atenea al reaccionar.

 

***

 

Siddhārtha de Virgo contemplaba el desastre en que se había convertido la Isla de la Reina Muerte.

–Fue un error el volver a traerla desde las profundidades –dijo para sus adentros.

Se dirigió hacia donde estaba Guilty caído, y con dificultad logró hacerle abrir los ojos.

–¿Dónde está Tan'gun-wanggŏm? –preguntó éste con un débil hilo de voz–. No lo habría logrado si el muchacho no me cedía la armadura...

El caballero de oro le señaló el cuerpo sin vida del joven, rodeado de enemigos muertos, a pocos pasos de donde se encontraban.

–Fue un valiente –dijo Siddhārtha, con su propia voz.

–Ahora hablas –rió Guilty. Al hacerlo, tosió sangre–. ¿Qué pasará ahora? ¿Y el enemigo?

–El destino de la isla está sellado –respondió Virgo–. El mar será la tumba de todos.

Guilty tomó a Siddhārtha de la mano y depositó en ella un pesado bulto.

–Este es mi testamento: Toma y entrégaselas a Atenea. Dile que fueron creadas para traer muerte, que las use con sabiduría. Ojalá encuentren un secreto en ellas que nos ayude a ganar esta guerra... Dile... que mi vida le pertenece para siempre.

–Descansa ahora, Guilty.

–Mi nombre es Sanzio, caballero de plata de Cruz, de la Orden de Caballería Ateniense –dijo, y con un último estertor, murió.

Siddhārtha le cerró los ojos. Luego se puso de pie y contempló el bulto que tenía en su mano: eran las cinco gemas de los ırkları, recuperadas a gran costo. Tal vez Sanzio tenía razón y podrían ser usadas por la diosa.

–¡Ōm! –con esta exclamación, el caballero de oro concentró una espiral de cosmos en sus manos. Enseguida lo liberó al gritar–: ¡Tenma Kōfuku!

Las palabras vibraron en el aire y una explosión sacudió toda la isla. La noche tembló y se desencadenó un maremoto sobre el lugar. El cataclismo hundiría la Isla de la Reina Muerte para siempre en los oscuros abismos marinos. Cuando llegara el amanecer, no habría nada que señalara dónde había estado.

 

***

 

Salieron a la superficie detrás de las líneas enemigas. Tardaron un momento en acostumbrar sus ojos, porque paradójicamente, la noche era más negra que el lugar de donde venían. La densa oscuridad se respiraba y ahogaba. El espectáculo que encontraron fue impactante: la carnicería desatada era tal, que en el campo se mezclaban los cadáveres de amigos y enemigos.

–Ocúpense de la artillería –ordenó Azra'eil a sus caballeros. Aunque pensaba que tal vez sería poco el alivio que le traía a sus camaradas.

Todos entraron corriendo en la batalla. El caballero de bronce Ëkka de Boyero acabó con varios ırkları en la atropellada inicial, solamente para toparse con un descomunal monstruo lleno de tentáculos.

–¡Aeris Flagelli!

El látigo cortó varios de los apéndices, sólo para ver que en su lugar crecían otros.

–Maldita suerte mía –protestó el caballero de Boyero y se echó hacia atrás, pensando en cómo atacar.

–¡Aeris Fagelli! –la técnica volvió a cortar los amorfos tentáculos, pero antes de que se regeneraran, invocó: –¡Ignem Flagellum!

Esta vez, los muñones eran cauterizados, impidiendo que crecieran nuevamente.

El ırkları, que no era otro que Jiwi de Zenthak, rugió de rabia y dolor, aunque continuó luchando. Cambiando la densidad de su cuerpo, logró que nuevos ataques lo atravesaran sin daño.

Ëkka maldijo por segunda vez la resiliencia y adaptabilidad de su oponente. Tal vez el enojo no le permitió pensar sus acciones y lanzó un puñetazo al enemigo. El puño penetró el cuerpo, pero antes de poderlo sacar, el alienígena volvió a cambiar su densidad, haciéndose sólido como la piedra y aprisionando el brazo del caballero.

–¡No esperabas esto, caballero! –rió Jiwi, mientras golpeaba salvajemente a Boyero, y apuraba a sus soldados para que ultimaran al hombre atrapado.

–Es cierto –dijo el maltrecho caballero de bronce–, pero tú tampoco esperabas esto: ¡Igneum Nodo! –Con lo que aún le quedaba de cosmos, el brazo dentro del ırkları quemó sus entrañas, matándolo con gran agonía.

Pero el caballero de Boyero ya no tenía fuerzas para aguantar al resto de seres que se le echaron encima. Inmovilizado y con un solo brazo, fue poco lo que pudo resistir con sus técnicas de látigo, y pronto sucumbió ante el número.

Azra'eil había sido testigo de la muerte de Ëkka y aunque luchaba sin descanso, estaba perturbado, desconcertado.

–Sabes lo que tienes que hacer –dijo una voz en su cabeza.

Lo había estado persiguiendo desde la salida de Yomotsu Hirasaka. Una voz conocida e insistente.

–¡Déjame! Esa técnica está sellada, podría lastimar a...

–¡Cobarde! No hay manera de que los lastimes más de lo que ya están –la voz era tajante en su discurso. Por debajo de ella podía oírse una risa socarrona–: Si quieres terminar esta batalla, deberás arriesgarte al daño colateral, es inevitable que los débiles mueran, siempre hay gente que está en el lugar equivocado en el momento incorrecto...

Azra'eil sonrió con pena. Era cierto. Pero también era cierto que él no estaba entrenado de esa forma. Tenía la oportunidad de refutar a la voz.

–Te lo demostraré, Death Mask. Esta técnica que ha sido sellada, saldrá a la luz hoy, pero sólo la sufrirán los enemigos.

–Sabes que si la contienes, su energía te matará –rió el espíritu del viejo caballero de Cáncer–. ¿Qué importan los que se interponen? Amigos, enemigos, serán nada más que nuevos rostros en la pared. ¡Sólo importa vencer!

Azra'eil sentía él mismo que estaba ahora en el lugar y momento equivocados. Pero confiaba en su aprendizaje. Conocía su misión.

Extendió sus brazos con las palmas vueltas hacia arriba y concentró su cosmos. Un gran cangrejo se dibujó en el cielo y un agujero negro comenzó a abrirse y a crecer entre sus patas.

–¡Seki Shiki Koketsu!

Todos los combatientes se sintieron sacudidos. Humanos e ırkları sentían la atracción del agujero negro, pero no era su cuerpo lo que éste reclamaba, sino sus espíritus. Azra'eil se concentraba para no tocar a los humanos, pero la intensidad de la técnica era tremenda. Tan voraz era el agujero, que sus ojos y oídos sangraban por el esfuerzo de controlarlo.

En el campo, la batalla había cesado. Los humanos caían desvanecidos por el poder del agujero negro. Los alienígenas quedaban con sus ojos en blanco y sus cuerpos se desmoronaban. Cáscaras vacías, nada más.

El cosmos de Azra'eil se estaba apagando, el agujero negro continuaba extrayendo los espíritus en un remolino blanquiceleste, mostrando la verdadera forma de los invasores antes de tragarlos. Cada luz que entraba en él se apagaba para siempre.

Era demasiado el esfuerzo, apoyó una rodilla en tierra, pensó en que si dejaba de controlar la técnica recobraría las fuerzas, pero mataría a todos...

–¡Azra'eil! –Era otra voz. No la cínica de Death Mask, sino la cálida voz de la diosa Atenea–: Descansa, muchacho. Ya venciste.

Con su último esfuerzo, vio cerrarse el agujero negro. Y ya no supo más.

 

***

 

Cuando despertó, el campo estaba en silencio. Todavía era de noche, pero por fin habían aparecido algunas estrellas en el cielo.

Aún con esa poca luz, alcanzó a ver algo del panorama: Los guerreros humanos que se habían recuperado buscaban sobrevivientes entre los despojos ırkları, rematándolos si detectaban alguno. Otros, se ocupaban de los centenares de heridos.

Zhuàng-zhì estaba a su lado, tenía un brazo en cabestrillo y un oído vendado, pero se las arreglaba para atender al caballero de Cáncer.

–¿Atenea? –preguntó Azra'eil–, fue su voz la que evitó el desastre...

–Ella tuvo que partir con Ryōga, Árgyros, y otros –contestó el caballero de Libra–. Hay muy malas noticias de la Isla de la Reina Muerte.

–Pero los vencimos aquí.

–¿Vencer? Perdimos dos tercios del ejército y a siete caballeros de la diosa aquí –Zhuàng-zhì negó tristemente con la cabeza–. Una victoria pírrica es una victoria amarga y fútil. Lo de hoy creo que ha sido sólo una muestra de los tiempos por venir. Los invasores han logrado despertar a sus dioses. La guerra no ha comenzado de la mejor manera para nosotros...

Azra'eil recostó la cabeza y vio las estrellas. A pesar de todo, de todas las pérdidas, él había escuchado la reconfortante voz de la diosa en su propio cosmos.

Había esperanza.

 

  :ss6:


CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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Publicado 04 febrero 2015 - 12:31

como siempre un excelente capitulao esperando la continuacion de la guerra

 

las batallas han estado geniales

 

saludos



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Megarage

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Publicado 04 febrero 2015 - 14:01

Buen capítulo y buena pelea , me parece que llego a buen termino y no fue ni muy corta ni muy larga , fue justo como tenía que ser pues no es la pelea final y supongo que para eso falta bastante :lol:

 

Espero la continuación y me gustaría que reaparezcan los senescales , también pinta interesante lo que Athena pueda hacer con las gemas , espero sea algo bien aprovechado

 

Saludos


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