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CdZ A.D. 5000 - Más allá del Cosmos - Cap. XXXVI: SENESCALES


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#141 Lunatic BoltSpectrum

Lunatic BoltSpectrum

    ¡Sagrado corazón de Jesús en vos confío!

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Publicado 13 mayo 2014 - 16:08

como siempre buen capitulo

 

interesantes los poderes de la sacerdotisa y de geminis



#142 ♋ Marcus ♋

♋ Marcus ♋

    Doradista Primitivo Pitufo Gruñón


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Publicado 06 junio 2014 - 19:14

Bueno, es tiempo del nuevo capítulo. Como siempre, agradezco a los que leyeron y/o comentaron el capítulo anterior. No dejen de comentar, que ayuda para mejorar aunque sea de a poquito.

Comentarios al capítulo XXIV: Incluir a Delfos en el fic me salió de la galera. No sé cuándo se me ocurrió, pero ya que había usado un marino, pensé en usar alguien relacionado con los dioses del Olimpo. Como para que no quede que habían abandonado a su suerte a Atenea. Aunque sea a regañadientes, su granito de arena aportan. Se me ocurrió además que el avance por el oráculo estuviera marcado por pruebas, como la ilusión (del animé) en la casa de Aioros... y para ilusiones, nadie mejor que Géminis. Me quemé la cabeza buscando cómo poner a prueba a los caballeros, y es lo que mejor me salió. Aunque digan que es corto, realmente no lo es, sino que se lee bastante rápido. Es la misma sensación que tuvo Leni cuando le di a leer el borrador, tal vez entre prueba y prueba deberían pasar más cosas, pero no creo que rellenar el capítulo ayude, me parece que sería al revés y cansaría al lector.

Aclaraciones de este capítulo: Este fue el último capítulo que terminé de escribir de esta parte. A pesar de tener título, idea y los demás capítulos escritos, este realmente se me complicó (incluso hasta lo moví de lugar, de 26 a 25). Lo saqué adelante recién cuando pude meter un personaje extra. Aunque con reticencia, teniendo en cuenta un antiguo consejo de Rexo sobre ese tipo de adiciones. Espero que haya quedado bien y sobre todo, que el capítulo sea coherente y se entienda. Meghrig es armenio, significa "un poco de miel", Inkillay es del quechua "mi florecita", Su¸wo¸' viene del bribri, y es "alma, viento, historia" y Yēšûaʿ es hebreo: "Dios salva".

Una vez más, los dejo para que lo lean y ojalá lo disfruten... y comenten!!!!

 

Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Para poder preguntar al oráculo de Delfos, la partida comandada por el caballero de Géminis atraviesa duras pruebas.

 

Capítulo XXV - Sacrificio

 

Lamentarse es una pérdida abrumadora de energía, no se puede construir nada sobre eso, sólo sirve para revolcarse.

Kathleen Katherine Mansfield Beauchamp

 

Tres días hacía que las llamas habían invadido los bosques de cedros de la región.

Ā'isha de Acuario, que comandaba a los caballeros Meghrig de Can Menor, Inkillay de Indio y Su¸wo¸' de Compás, había rastreado el cosmos de una de las gemas hasta aquel lugar en los montes de medio oriente.

–Ā'isha, observa ese poblado –dijo Inkillay, señalando un caserío en uno de los faldeos–, será pasto del fuego pronto. Los enemigos han de haber provocado el incendio y deben estar rondando la zona. ¿Nos acercamos a ayudar a los civiles?

–Si luego podemos salvarlos, lo haremos, pero mientras tanto, la prioridad es la misión –se escuchó la voz monocorde, neutralizada por la máscara de oro–. Busquemos esa joya.

Su maestro le había enseñado a no perder de vista su objetivo; podía ser un ejercicio muy duro, pero estaba acostumbrada de pequeña a mantener frío su corazón y cumplir con su deber sin distracciones. Sin embargo, a veces era alto el precio que debía pagar por ello.

–Pero las personas... –el caballero femenino de bronce interrumpió su protesta al percibir una señal–. Sentí un repentino incremento de cosmos muy agresivo hacia el este.

–¡Nos descubrieron! –exclamó Su¸wo¸'.

–La joya que rastreamos se encuentra en esa dirección –dijo Meghrig–, si provocamos al enemigo, el pueblo va a quedar en medio de la lucha y será peor aún.

–Entraremos al pueblo entonces –decidió Ā'isha–, pero sólo nos ocultaremos allí. No tomen contacto con las personas. Lo mejor para ellos será que no se enteren de nuestra presencia si no podemos auxiliarlos. Inkillay, irás retrasada, vigilando nuestras espaldas; Su¸wo¸' y Meghrig, por los flancos, y yo estaré al centro.

Dentro del pueblo todo era desesperación. Veían el gran incendio en las montañas y sabían que en pocas horas lo tendrían encima. Los hombres habían partido para intentar apagarlo, pero ninguno había vuelto con buenas noticias. Mujeres, niños y ancianos no hacían más que esperar y rezar.

Mientras tanto, la partida de atenienses había entrado y se ocultaba en un almacén. Sabían que la joya estaba en la salida opuesta del caserío, y ya no se detectaban los cosmos agresivos de los invasores. Sólo debían ir y tomarla.

Justo eso era lo que le hacía ruido a Ā'isha. Era demasiado clara la trampa que les esperaba.

–Evidentemente saben de nuestra presencia y les molestamos. Por eso se han arriesgado a usar la joya como carnada –reflexionó el caballero de Can Menor.

–Mejor que sea la joya y no el pueblo –acotó Inkillay–. Estas personas ya tienen mucho por qué preocuparse.

En esta discusión estaban, cuando la puerta del almacén se abrió.

Un muchacho de unos quince años entró, golpeando la puerta con rabia al cerrarla.

–¡No es justo! –exclamó.

Inmediatamente Meghrig lo derribó, tapando su boca para que no gritara.

–Te voy a soltar lentamente, si prometes no llamar a nadie –le dijo.

El muchacho asintió. Sus ojos desorbitados mostraban todo el asombro del mundo. ¿Quiénes eran esas personas?

–Somos caballeros de Atenea –contestó Ā'isha a la tácita pregunta–. Estamos en una misión.

–Mi nombre es Yēšûaʿ –se presentó a su vez– ¿Vienen a rescatarnos del fuego?

–No, hay algo más importante que hacer.

–¿Qué puede ser más importante que salvar personas? Mientras todos luchan desprotegidos contra el fuego, ustedes están aquí, con esas raras corazas... Yo pienso que vinieron para ayudarnos, si no, ¿para qué otra cosa podría ser?

Ā'isha no se movió. La inexpresividad de su máscara la ayudó a mantenerse firme. Pero Yēšûaʿ tenía razón. Era caballero de la diosa para honrar lo que ésta representaba. Y aunque le habían enseñado a mantener frío su cosmos para volverse poderosa, en el fondo, algo le decía que no siempre debía ser así. Que en algún momento debería decidir.

–¿Por qué entraste enojado a este lugar? –preguntó Su¸wo¸'.

–Mi madre... Quiero ir a combatir el fuego y ella no me lo permite. Dice que soy muy joven. Pero yo sé que puedo ayudar.

Al decir esto, el muchacho pegó una patada en el suelo para enfatizar su enojo. Ā'isha se sobresaltó: por un instante solamente, había percibido un aura de cosmos en Yēšûaʿ. La mujer sonrió bajo la máscara.

–Todavía puedes ayudar –le dijo–. Sabemos lo que causa el fuego que amenaza al pueblo. Pero no podemos hacer nada, porque los mismos que han provocado el incendio son nuestros enemigos, y nos han tendido una trampa en algún lugar en las afueras.

–¿Qué puedo hacer?

–Estamos buscando una gema. Tiene un gran valor estratégico y es muy importante que la tengamos. Pero está vigilada de cerca. Tú podrías conseguirla, he visto el cosmos dentro de ti.

–¿Cosmos?

–Sí. Es un poder que no sabes que tienes, pero te aseguro que allí está. ¿No has sentido alguna vez que el mundo es muy pequeño, que hay un universo infinito dentro tuyo?

–Sí, a veces percibo cosas que otros no. Se han reído de mí por ello, como si estuviese loco.

–No estás loco. Es tu cosmos que te habla. Si te concentras en él, puedes lograr cosas increíbles.

–¿Qué es lo que debo hacer? –preguntó Yēšûaʿ decidido.

–Encuentra la joya para nosotros. Ella es Inkillay de Indio; te acompañará. Mientras tanto, estos caballeros y yo nos encargaremos del fuego.

–¿Lo prometen?

–¡Claro que sí, muchacho! –exclamó Inkillay.

 

***

 

Los ırkları alimentaban el fuego desde el este del pueblo. Tenían el diamante a la vista, pero esperaban emboscados a los caballeros. No era conveniente tener enemigos tras sus huellas al regresar a su base. Debían exterminarlos.

–¡Graf, señor! –uno de los soldados se acercaba corriendo al jefe de la partida alienígena.

–¿Qué pasa? –preguntó Maixérr de Etherran, un individuo diminuto pero arrogante.

–Las llamas, señor. Se están apagando.

Efectivamente, hacia el oeste se levantaba un frente de aire frío que repelía el fuego de los ırkları. Maixérr se imaginó que eran los caballeros los responsables.

–Peor para ellos, la gema sigue estando con nosotros. ¡Atrápenlos en el fuego, que se consuman allí! –ordenó el graf.

Al momento, un grupo se dirigió hacia el incendio. El resto, distraídos como estaban, no habían notado el avance de Yēšûaʿ, oculto entre el humo, hacia el diamante.

Valerosamente, el muchacho se arrastraba acercándose más y más a la joya extraterrestre. Inkillay preocupada por su seguridad, vigilaba los movimientos de los enemigos. Un par de pasos y el premio sería de ellos.

¡Bien! ¡Yēšûaʿ por fin se había hecho con el diamante! Dio un salto, y a la carrera, intentó volver con la mujer caballero.

Tal vez había sido demasiado apresurado. Los ırkları finalmente notaron la presencia de los humanos y daban voces de alarma en su dirección.

–¡Entrégale ese diamante a Ā'isha! –mandó Inkillay al muchacho–. ¡Yo cubriré tu retirada!

Yēšûaʿ pasó a su lado sin detenerse, en dirección al pueblo. La mujer se preparó para enfrentar a los alienígenas que llegaban corriendo hacia ella. Con un movimiento rápido, despejó de su máscara el hollín acumulado. Su cosmos se elevó y brilló sobre su cuerpo.

–¡Indus Flying Tamahaac!

La técnica de Indio contuvo a los atacantes, pero sólo por un instante. Pronto serían demasiados para enfrentarlos sola.

 

***

 

Cerca del pueblo, el incendio forestal estaba prácticamente controlado. Las personas no sabían quiénes eran los extraños que los habían ayudado, pero estaban tan agradecidos y agotados que no preguntaban.

Ā'isha de Acuario estaba intranquila. Yēšûaʿ había vuelto solo y le había contado cómo se había separado de la mujer caballero.

Meghrig de Can Menor se había hecho cargo del diamante ahora y Su¸wo¸' de Compás atendía algunas quemaduras. ¿Debería ella ir a buscar a su compañera de bronce? ¿O asegurarse de que la joya llegara al Santuario?

Pronto tendría una respuesta categórica a estas preguntas, ya que Maixérr de Etherran se acercaba hacia los caballeros, con una sonrisa de triunfo en el rostro y sosteniendo una máscara de bronce con uno de sus apéndices.

La mujer le salió al paso. Mucho había costado apagar las llamas y no quería que el ırkları deshiciese el esfuerzo de todos.

–Apártate y entréganos la joya, quienquiera que seas –desafió Maixérr.

El cosmos de Ā'isha creció en un instante, bajando la temperatura del lugar considerablemente.

A pesar de toda su prepotencia, el graf hizo dos pasos para atrás. El frío había mordido su pequeño cuerpo.

–¡Maldita! –exclamó, agitando la máscara de Inkillay–. ¡No creas que te vas a salir con la tuya! ¡Tengo el poder para someterte! ¡Para someterlos a todos! –y agregó–: ¡El diamante ya es nuestro!

Pero la inexpresiva máscara de oro no reaccionaba. La única respuesta de Ā'isha era su cosmos congelante, que enfriaba todo cada vez más.

Esto exasperó al alienígena.

–Odio el frío... –gruñó.

Entonces, a pesar de su pequeñez, brotó de su cuerpo un poderoso cosmos de fuego, que chocó con la gelidez del caballero femenino de oro.

Ante este fenómeno, los caballeros atenienses corrieron a apoyar a su compañera, y los soldados alienígenas hicieron lo mismo en dirección a su cabecilla.

La presión de ambos cosmos era tremenda. Alrededor de Ā'isha, la humedad del aire estallaba al helarse. Pero cerca de Maixérr, el terreno se consumía y carbonizaba. ¿Quién de los dos sacaría ventaja sobre el otro?

Finalmente, el frío glacial de Ā'isha logró voltear al diminuto ırkları. Éste chocó contra unos troncos, perdiendo parte de su coraza.

–¡Circular Lightning Kick!

Con una patada giratoria a alta velocidad, Su¸wo¸' pensó en rematar a Maixérr, pero su técnica sólo mató algunos de los soldados que rodeaban a su jefe, en un intento por incorporarlo.

–Así no puedo contra ella –dijo el graf–. Debo aumentar mi poder.

Nuevamente su cosmos se elevó, pero esta vez, la presión ejercida era negativa. Su cuerpo estaba absorbiendo energía.

Los soldados ırkları comprendieron lo que sucedía, aunque no tuvieron tiempo de zafarse: sus cuerpos se deshicieron, liberando su esencia energética.

Pronto, todos los seres desaparecieron, succionados por Maixérr de Etherran, haciendo que éste aumentara su masa y su cosmos de manera exponencial.

La ira de Maixérr se desató. Con sus vigorizados apéndices aplastaba todo lo que se le ponía por delante, y su ardiente cosmos llameaba de nuevo. Si no lo paraban, el peligro hacia el pueblo volvería.

Pero Ā'isha se sentía algo débil. No estaba pudiendo alcanzar temperaturas más bajas. Se encontraba preocupada por Inkillay. Ella había sido la primera interesada en ayudar a las personas y ahora se había perdido aparentemente.

Un sentimiento desesperado se imponía sobre la frialdad de su carácter, forjado a lo largo de tanto entrenamiento.

Mantener el corazón frío para obtener el cero absoluto... ¿El cero absoluto a costa de qué? Ninguna misión debería ser más importante que ayudar a las personas, si no, no valía la pena ninguna clase de lucha. Un sacrificio debía servir para algo, si no, daba lo mismo pelear o no.

Ésta era una lección que nadie le había enseñado: no se podía ser frío todo el tiempo, ser caballero de la diosa también significaba participar de la calidez del cosmos de Atenea.

Tal dilema la paralizó por un instante. ¿Cómo ir en contra de lo que estaba programada para hacer, para sentir?

Ese momento lo aprovechó Maixérr para dirigirse peligrosamente hacia donde se encontraban Yēšûaʿ y unos aldeanos.

Su¸wo¸' corrió hacia ellos, pero un terrible manotazo lo hizo volar varios metros, dejándolo inconsciente.

–¡Eh, monstruo! –llamó Meghrig.

Mostrando la joya en alto, el caballero de Can Menor atrajo la atención del ahora gigante graf. Éste se olvidó del grupo de Yēšûaʿ y cambió la dirección de su avance.

–¡Tearing Fangs! –la técnica de Meghrig destrozó un miembro del ırkları, pero no lo detuvo.

Maixérr tomó a Meghrig por el cuello, ahogándolo. La presión era tanta que en esa zona la armadura se agrietó. El rostro del caballero estaba morado y pataleaba en el aire en su esfuerzo por respirar. Finalmente no aguantó más y se desvaneció.

Todo esto sucedió en muy pocos segundos, y Ā'isha lo había presenciado. Reponiéndose del ataque de ansiedad sufrido, se lanzó nuevamente a la pelea, decidida.

El graf intentaba quitarle el diamante al caballero de bronce, pero éste, a pesar de estar desmayado, no aflojaba la presa de su mano. Dándose cuenta de que no le quedaba tiempo, pues el cosmos de la mujer volvía a ser peligroso para él, abrió su gran boca y de una dentellada, desprendió la mano cerrada de Meghrig.

Con una sonora carcajada, arrojó a Ā'isha el mutilado cuerpo de su compañero. Y elevando su cosmos de fuego, apuntó al pueblo y a su gente.

La enorme bola ardiente destruiría todo.

Pero, trazando una línea que separaba el daño de las personas, un sólido muro de hielo se extendió a altísima velocidad:

–¡Freezing Wall!

El cántaro sagrado se veía en el cielo, apoyando la técnica de su caballero.

Lo malo era que del otro lado del muro había quedado el alienígena, con la joya en su poder.

Listo, Ā'isha de Acuario había hecho lo que había hecho. La diosa entendería. Su misión había fracasado pero las personas del pueblo estaban a salvo por el momento. No era tiempo de pensar en que se había sacrificado a Inkillay, debía volver a su carácter habitual y concentrarse en lo que vendría después a causa de la pérdida del diamante.

Miró a Yēšûaʿ: su joven cosmos era símbolo de esperanza.

 

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CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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Publicado 13 junio 2014 - 20:21

Interesante capítulo , aunque nuevamente el ejercito de Athena perdio una batalla y ademas fue mermado

 

Espero que Yēšûaʿ más adelante desempeñe algún papel de cierta importancia 

 

Saludos


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#144 Rexomega

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Publicado 14 junio 2014 - 16:52

Saludos

 

Tras medio año sin aparecerme (¡disculpas!), aquí vengo con un review para los capítulos XXI y XXII. Cualquier tontería que diga, la atribuyo a haber leído el resumen de LoS recientemente (?).

 

Capítulo XXI: Temores.

 

Cuando relatamos un conflicto de este tipo, es más sencillo centrarse en uno de los bandos mientras que los invasores quedan simplemente como "la amenaza"; sin embargo, resulta mucho más interesante hablar de los dos, y tiene mejores resultados que, creo, compensan lo que cuesta escribir así. Hasta el momento me agrada el desarrollo, con los irklan temiendo tras la primera sangre, y los santos, temiendo a un enemigo totalmente desconocido. En este sentido, los santos juegan con la ventaja de que son un ejército ya formado, con una diosa apoyándoles, y un mundo que conocen; los irklan, por su parte, están en un mundo desconocido y mermados, pero lo de invadir planetas no es algo nuevo para ellos. 

 

El capítulo es corto, pero siento que se dijo lo necesario, tanto en el primer movimiento de los santos en esta guerra (un grito apropiado, aunque hasta que lo leí en tu historia lo asociaba al daimon), como en la revisión del estado de los marcianos irklan, que a su vez se complementa con el informe. De esto último me llama la atención un detalle, que ya el primer enemigo causa problemas a Uhura de Sagitario: ¿la distancia que separa a los santos de bronce, plata y oro, está reducida respecto a lo que vemos en otras historias de Saint Seiya? No es importante que se conserve eso para contar una historia (al contrario, acentuar esa distancia complica que todo el ejército sea útil, como ya hemos visto en varias de las obras de la franquicia), pero igual quiero saber si es así para tenerlo presente.

 

Bueno, la verdad es que estas cuestiones sí que influyen algo: aunque expones un enemigo vulnerable y unos "buenos" fuertes y unidos, ¡y aún así me preocupa cómo lo lograrán! De momento, el ejército de Atenea cuenta con la ventaja numérica (50084 activos frente a un millar) y el apoyo de una diosa, pero si fallan en la búsqueda de las joyas (como imagino que ocurrirá), les tocará lidiar con los dioses irklan y esos guerreros. ¿Serían los campeones de cada raza derrotada que mencionaron al inicio (o irklan con características de cada raza conquistada), no? 

 

Eso último no lo digo en tono de crítica (pienso que es bueno, en este tipo de relatos, mantener el equilibrio entre un enemigo posible de derrotar y una amenaza digna de ser temida, ¿y cómo no hacerlo con una que ha conquistado planetas antes). Algo que sí me chocó un poco, fue imaginar a los 84 santos reunidos en la sala del Patriarca (¿la que está al final de las Doce Casas?). Más adelante, cuando se da el informe, entiendo que siguen reunidos, o al menos varios de ellos (mencionas que salen caballeros de bronce y plata, así como que los de oro ocupan sus templos). Sé que son pocos como para necesitar un grupo de representantes, pero por alguna razón me resulta raro que se tengan que juntar todos.

 

Capítulo XXII: Embajada.

 

Cuando leí este capítulo por primera vez, creo que me emocioné más de la cuenta. Fue leer "Kojima" y "General Marino", y alucinar conque la guerra iba a incluir a Poseidón y su ejército (no en vano, los irklan tienen dos dioses). Al final no fue así, pero no quita que la inclusión de Kojima es apropiada; si algo va a necesitar el ejército de Atenea, son aliados. 

 

El furibundo Aries fue algo refrescante frente al tranquilo Mu. Creo que todos acabamos tomando algo de los santos de oro originales, de un modo u otro, porque a la ora de crear una nueva élite sí o sí tenemos en mente la primera; por eso, a la hora de dar personalidad a nuestros personajes, son las pequeñas diferencias los que los hacen destacar. Claro, tampoco creo que Aries vaya a ser el gruñón/encendido del grupo; mucho debió influir que Kojima pertenezca al ejército que, miles de años atrás, persiguió a su raza *trata de eludir la Ley de Godwin*, pero igual fue algo que me llamó la atención. Excelente idea la de juntar a estos dos, hay mucho potencial para su viaje, y me hace olvidar cierto detalle de la decisión de Kojima. Recién ahora pienso en la relación entre los términos ronin y marine shogun (luego de pensar en los 47 ronin), pero Kojima, como General Marino, sigue y seguirá teniendo un señor, Poseidón, aunque no haya reencarnado en esa época. Entiendo que quiera ayudar y vengar a su gente, pero no me convence que vaya a servir a Atenea. 

 

Era simplemente evidente que la embajada no iba a funcionar, como también lo era la importancia que una raza como los irklan debía dar a la fuerza. Pero claro, esas cosas las sabemos nosotros como lectores, porque sabemos parte de lo que son los irklan y lo que hacen; el Santuario no lo sabe, y se entiende que agoten la vía de la diplomacia antes de ir a la guerra. Esto es esencial a la hora de manejar simultáneamente los dos bandos: saber qué sabe uno y qué sabe el otro, y lograr que sus planes y movimientos se basen en ese conocimiento limitado, no en todo lo que uno sabe como autor. En este capítulo te ha salido bien, aunque creo que los santos que enviaste no estarán muy de acuerdo conmigo (?). Me interesa especialmente cómo irán reaccionando aquellos santos más cercanos a la naturaleza o el equilibrio -justamente Libra y Leo están ante la base del enemigo, creo-, cuando vayan conociendo lo que los irklan realmente representan; si ya algunos se impactan con sus formas, ¿cómo reaccionarán al saber lo que pretenden hacerle al planeta? 

 

El tema de los niveles de poder vuelve a resaltar, no sólo durante la embajada, sino también en la historia de Kojima: ¡un pilar ha caído! Intuyo que no debe ser lo mismo que cuando Poseidón está presente, pero sigue siendo un indicio de lo peligrosa que será la búsqueda de las cuatro joyas restantes. Es curioso, porque cuando leí que habría 5 joyas y que el enemigo estaría buscándolas, primero pensé que eso limitaría la historia, y ahora, teniendo en mente cómo se está desarrollando la guerra, creo que le ayuda. Le da una base, y a partir de ella esta parte de la trama puede suceder en más de un escenario, puede haber dinamismo sin caer en un caos difícil de seguir.   

 

 

Soy malo para detectar errores de forma, pero como mencionas que para esta parte no tenías beta-lector, lo comento:

–Me presentaré a mí mismo. Gracias –se escuchó la voz del incursor.

 

Me suena más a "me presentaré yo mismo". 

 

El próximo sábado trataré de comentar dos más, y luego espero a la próxima actualización para ponerme al día. Muchos meses sin comentar, y siento que fui demasiado puntilloso en las "quejas", pero no puedo negar que me está gustando cómo se da todo hasta ahora, y ni qué decir que el cliffhanger "vamos al Oráculo de Delfos" funcionó conmigo; siempre es de agradecer que una historia de SS aluda a los mitos, sobre todo si se hace bien. Espero ser de más ayuda con las próximas escenas de acción (?). 

 

Adeus

 

 

 

 

 

 


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#145 Lunatic BoltSpectrum

Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 24 junio 2014 - 16:10

como siempre excelente capitulo

 

pero solo hasta ahora lo pude leer xD

 

saludos



#146 ♋ Marcus ♋

♋ Marcus ♋

    Doradista Primitivo Pitufo Gruñón


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Publicado 04 julio 2014 - 01:32

Bueno, nuevo mes, nuevo capítulo. Como siempre agradezco a todos los que leyeron y/o comentaron el capítulo anterior (que cada vez son menos... comenten, que eso ayuda para seguir!!)

Hoy a la tarde me pasé como 2 horas tratando de publicar, y cuando estaba todo listo, se borró todo, así que ahora voy por el 2do intento...

Volvieron los pergaminos de Rexo!!! se agradece que te tomes la molestia, son necesarios y muy útiles. Ciertamente es complicado relatar los 2 puntos de vista, especialmente el de los aliens que hay que inventarlo todo, sin la comodidad de poder hablar de algo conocido (aunque haya una pequeña base tomada de otro lado). Pero era inevitable, porque los 2 bandos tienen que ser conocidos para el lector para que no haya idealizaciones (especialmente de los irklari -no irklan-) erróneas.

En cuanto a la relación de poderes... son caballeros que se están preparando desde hace 30 años, si bien hay diferencias entre cada escalafón, no son tan tremendas como en el manga original. Sería raro que fuera así con tanto entrenamiento. Y para los aliens es lo mismo, tal vez en el ejemplo de ese capítulo exageré un poco (1er encuentro, oponente desconocido, debían ser sigilosos, etc), y era necesario para moverle la estantería al Santuario, pero todo se acomoda y se equilibra (al menos hasta que lleguen los nuevos guerreros).

Los 84 reunidos en la sala del Patriarca? claro que sí!! es enoooorme!! jaja.

La ley de Godwin no la conocía, apenas la busqué supe que no es para nada lo que intento hacer. Lo de Aries y Kojima salió de casualidad, después de todo, Aries es el 1er templo, fue después cuando me di cuenta del conflicto marino-muviano y decidí explotarlo. Y que Kojima vaya a servir a Athena, bueno, cada cual le puede dar un significado distinto al término, es más bien a la causa que ella representa.

Era fundamental enviar a Libra y a Leo en la embajada. Porque aunque no puse ningún informe (tal vez en alguna revisión), sólo ellos (por sus características) van a poder evaluar el daño potencial y saber transmitírselos al resto: "Son peligrosos, hay que echar a esta raza de nuestro hogar. El peligro no es sólo para el presente, sino para el futuro"

Comentarios al capítulo XXV: Como dije, fue un capítulo complicado de escribir por la dificultad de expresar la idea: que a veces decidir por el bien mayor es lo lógico, pero no lo correcto. No podemos pretender luchar por un buen futuro, si no mostramos compasión en el presente. Y es eso lo que le pasa a Aisha cuando decide salvar el pueblo de Yesua perdiendo el diamante y a su compañera, yendo contra todo lo aprendido.

Y si logra salvar al pueblo: es realmente una batalla perdida?... sólo el tiempo dirá.

El futuro de Yesua todavía no lo decidí, pero por ahora, creo que se fue al Santuario.

Aclaraciones de este capítulo: A pesar de que por las complicaciones del anterior tuve que permutar 25 por 26, creo que no hubo cambios. Se escribió relativamente rápido, excepto la acción, lo más demandante. Cuando pensaba en cómo sería la búsqueda de las joyas, me acordé un capítulo de La Isla del Tesoro y basé este en aquel. Por otro lado, usé una familia para graficar los daños en gente común. Lâang-xâang es laosiano y significa "un millón de elefantes", Wekhésa es luhya para "nacido durante la cosecha" y Beowulf es gauta para "lobo de abejas, oso". Los nombres de la familia los tomé de Los Miserables: Fantine es francés: "inocente, infantil", de Valjean no encontré significado, pero es francés y sería algo así como "Juan del valle, Juan el común" y de Gavroche tampoco encontré significado, pero es francés y es el típico niño de la calle (rapaz, pilluelo). En un momento pensé en intercambiar los roles de los hermanos, pero luego lo dejé como estaba.

Se los dejo para que lo lean, y si les gusta, mejor. Comenten!!!!! hace mucha falta.
 
Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Por salvar de las llamas al pueblo de Yēšûaʿ, la partida mandada por Ā'isha de Acuario pierde el diamante. Durante la acción desaparece Inkillay de Indio.
 

Capítulo XXVI - Asedio

 

Cada asedio, o naufragio, o expedición polar, hace surgir un héroe que mantiene el ánimo de sus compañeros.

William James

 

La niña observaba desconfiada a los cuatro sujetos que se acercaban. Estaba sola frente a la entrada de la granja, desafiante, en una actitud protectora hacia lo que tenía detrás: su hogar, su familia.

Nunca en sus doce años de edad se había topado con personas semejantes, vestidas con capas, y bajo ellas, extrañas corazas de brillantes colores.

–Buenos días –dijo uno de ellos, ataviado íntegramente de oro–. Mi nombre es Artōrius, somos caballeros de Atenea y estamos en una misión de búsqueda.

–Sea lo que sea, no lo encontrarán aquí –respondió la pequeña guardiana.

–Tranquila, niña –dijo Lâang-xâang, caballero de Octante–, no estamos aquí para dañarte a ti o a los tuyos, sino para protegerte.

–¿No hay ningún adulto en la casa? ¿Tus padres? –preguntó a su vez Wekhésa, caballero de Jirafa.

–¡Fantine! –se oyó desde dentro de la casa–. ¿Quiénes son esos extranjeros?

–No es nada, abuelo, ya se marchan.

–Hazlos pasar, nunca le hemos negado hospitalidad a nadie.

–Mi abuelo no sabe lo que dice, está postrado y confía demasiado en las buenas intenciones de las personas –explicó la niña–. Pero hay algo malvado en el ambiente, puedo sentirlo.

–Es justo por eso que estamos aquí –tomó la palabra el gigante Beowulf de Osa Mayor–. Queremos ayudar.

–Nuestra misión nos trajo a este lugar, siguiendo justamente ese sentimiento de maldad que percibes –dijo Lâang-xâang.

Sin estar convencida del todo, Fantine les franqueó la entrada a los caballeros. El hogar era pequeño, pero cálido y familiar.

Mientras la niña servía un frugal refrigerio, Artōrius pidió permiso y se adelantó hasta la habitación del anciano para presentarse y agradecerle su buena predisposición.

–Disculpen a mi nieta Fantine, por favor. Sus padres murieron el año pasado, y en lugar de que yo cuide de ella, ella vela por mí y por su hermano. Soy Valjean, y ese de ahí es Gavroche, mi nieto.

En una silla al lado de la cama del viejo Valjean, un infante de unos cinco años miraba con grandes ojos a los hombres que estaban en su casa.

–Caballeros de Atenea... mi bisabuela solía contarme leyendas sobre ellos. De una tradición tan remota, que siempre creí que eran cuentos de viejas, para asustar a los niños desobedientes con relatos de dioses malvados. Jamás pensé que aparecerían un día a mi puerta –dijo el viejo.

–Ya lo ves, son tiempos extraños, los niños cuidan a los ancianos, la desconfianza impera, y las leyendas se aparecen sin avisar –sonrió Artōrius.

–Y va a ser peor –dijo Wekhésa, asomándose a la habitación–. Percibo varios cosmos agresivos acercándose a la granja. En doce horas estarán aquí.

–¡Trajeron el peligro a mi casa! –exclamó Fantine alarmada–. ¡Sabía que no debía aceptarlos aquí! ¡Deben marcharse inmediatamente!

–El peligro ya está en todos lados, y no podemos escapar –dijo el caballero de Osa Mayor–. Y si nos vamos, tu familia quedará a merced del enemigo, niña.

–Deja que esta gente nos ayude, Fantine –recomendó el anciano a su nieta.

–Está bien, pero los supervisaré.

Los caballeros se rieron de la bravata de Fantine, pero ninguno se opuso, después de todo, era su hogar el que estaba en juego.

–Tendremos que resistir aquí mismo –resolvió Artōrius–. Apuntalaremos la empalizada que rodea la casa. Fantine –se dirigió a la niña–, ¿hay algún lugar donde puedan llevar a Valjean?

–La vieja bodega servirá, pero no por mucho.

–Trasladen al anciano y al niño allí. Beowulf, encárgate de cuidarlos.

Por lo que sabían, el enemigo no llegaría hasta cerrada la noche. Lo que restaba del día lo dedicaron a reforzar la posición, y luego, a esperar.

–¿Y cómo es que llegaron aquí? –preguntó Fantine, mientras acomodaba unos muebles a manera de barricada.

–Estábamos siguiendo el rastro de una extraña joya –respondió Wekhésa–. Y el enemigo también. Debemos estar cerca, porque los hemos encontrado.

Luego, Artōrius llamó a los tres caballeros de bronce para explicarles el plan de acción:

–Los esperaremos dentro de la casa. Serán vulnerables al momento de saltar la empalizada. Hay que evitar que entren al terreno cercado. Cada uno frente a una ventana, yo estaré en la puerta. Fantine, ve a la bodega con tu familia.

–Yo puedo pelear.

El caballero de Capricornio miró a la niña. La determinación de su rostro era inquebrantable.

–Está bien. Pero no participarás en la lucha; tu misión será observar los movimientos de los atacantes e informarnos –y antes de que Fantine pudiera objetar, agregó–: Por favor, sólo esa tarea.

 

***

 

Algunas horas después, el caballero de Octante se acercó a los demás desde su puesto de guardia.

–Escuchen –pidió.

–Sólo hay silencio –respondió Beowulf.

–Exacto –dijo Octante, señalando un punto por fuera de la empalizada. Extendió la mano con la palma abierta y exclamó–: ¡Saint Elmo’s Fire!

Una bengala de cosmos color violeta iluminó la zona. Sobre una elevación del terreno, mal escondidos, se encontraban veinte seres amorfos: los ırkları habían llegado.

Los invasores se vieron sorprendidos por la luz, y sin pararse a pensarlo, embistieron a toda velocidad la empalizada.

Desde dentro, respondieron con varios ataques de energía, que dieron de lleno en los que intentaron trepar la cerca. Algunos enemigos fueron golpeados, y al caer hacia afuera, retrocedían. Excepto uno, que se retorció en un espasmo de dolor y murió.

Al ver que la granja estaba defendida, los ırkları se retiraron a cubierto y deliberaron. Al momento decidieron mandar uno a parlamentar.

Un voluminoso humanoide de grandes brazos se destacó del grupo; al pasar junto a su compañero muerto, lo pateó burlón, y luego hizo señas a los defensores de la casa.

Artōrius se subió al alféizar de una ventana para poder apreciar mejor a los atacantes. Su pensamiento iba continuamente hacia los civiles que debía proteger. Para ello, tenía que descubrir cómo vencer en esta batalla y no extender el sitio.

–Soy Gorutta de Brakians –se presentó el ırkları–. Interrumpen nuestra búsqueda, humanos.

–Yo soy Artōrius de Capricornio y estamos aquí para cumplir la misión de la diosa y proteger a estas personas –respondió el caballero de oro–, creo que tu búsqueda termina aquí, Gorutta.

–¿Misión? ¿Ustedes creen que pueden cumplir una misión contra nosotros?

–Creo que tu compañero, muerto por mi espada, está de acuerdo conmigo –replicó Artōrius.

–Está bien, no quedará piedra sobre piedra entonces –dijo Gorutta, e hizo una señal.

–¡Atención, el enemigo nos rodea! –se escuchó la voz de Fantine desde dentro.

Al instante, más organizados que antes, los ırkları atacaron desde varios puntos a la vez. Pero los caballeros, alertados por la niña, habían podido ponerse a cubierto a tiempo y contraatacaban.

–¡Duro y no les den tregua! –gritó Beowulf, mientras varios ataques cortantes se estrellaban contra el marco de la ventana que defendía.

El polvo y el humo que se levantaba dentro de la casa, nublaban la visión de los defensores, pero Fantine seguía atenta a todo:

–¡Se repliegan!

–Caballeros, una salida rápida –dijo Wekhésa.

Al ver que salían a enfrentarlos, los ırkları que quedaban de pie dudaron y salieron huyendo. Nuevamente el ataque pudo ser repelido, y esta vez dentro del cerco, había tres muertos y cuatro heridos, que Lâang-xâang se encargó de rematar.

Por las dudas, todos volvieron a entrar a cubierto inmediatamente. El caballero de Jirafa llegó último, caminando con dificultad. Un golpe le había dado de lleno durante la lucha, y ahora sangraba copiosamente por un costado.

–¡Beowulf! ¡Lleva a Wekhésa a la bodega y atiéndelo! –ordenó Artōrius–. Les ha costado caro esta vez a los alienígenas, no creo que vuelvan a atacar sin la luz del día.

Y tenía razón: fuera del cerco, los ırkları discutían el fracaso. En menos de tres minutos habían perdido siete elementos, la mayoría de los que quedaban en pie estaban heridos, y no estaban seguros del daño causado a los caballeros.

–¡Debemos actuar a la luz! ¡Esos malditos nos están acabando! –exclamó uno que parecía una serpiente alada.

–Tranquilo, Dusamé de Vipren. Al menos Kçiss de Taxö pudo herir a uno de ellos –dijo Gorutta de Brakians.

–Eso no nos sirve de mucho –replicó el propio Kçiss–, mañana los exterminaremos, esta noche ya no tenemos ventaja sobre ellos.

 

***

 

–Fantine, muchas gracias por la ayuda que nos diste, pero ahora necesito que te quedes junto a tu familia –pidió Beowulf–. Yo debo ir con mis compañeros, y Wekhésa debe ser atendido.

–Pero todavía puedo ayudar...

–No –cortó Lâang-xâang de Octante–. Tu lugar es con tu familia ahora. Cuida de ellos y de nuestro compañero, por favor, y nos estarás dando una ayuda importantísima.

La niña entró a la bodega a regañadientes, mientras Beowulf salía de ella. La cara del caballero de Osa Mayor estaba toda arañada, por cuidar a su compañero, aún no había podido curarse él. Habló con Artōrius, moviendo la cabeza negativamente.

–No creo que pase un día más. Ha empeorado notablemente. Ha perdido mucha sangre, pero creo que más allá de eso, la herida debe estar envenenada, no he podido aliviarla de ninguna forma –informó tristemente sobre el herido.

El amanecer se acercaba rápidamente, y los caballeros se prepararon una vez más para resistir.

El tercer y definitivo ataque no se hizo esperar. Una fuerte explosión derribó un paño completo de la empalizada, y los enemigos penetraron el patio interior.

Desde dentro volvieron a llover las técnicas de los defensores. Otro enemigo cayó, cortado en dos por la espada de cosmos de Artōrius.

Pero esta vez, los invasores se enfocaron en un objetivo: la zona defendida por Lâang-xâang, que, aunque mató a dos más, se vio sobrepasado finalmente.

Cuatro de los ırkları cayeron sobre él, el resto, ingresó a la casa. Mientras lo retenían, el caballero herido y desesperado, hizo explotar su cosmos:

–¡Por la diosa! ¡Star Rain! –exclamó, y una lluvia de estrellas fugaces eliminó a sus captores.

Pero Kçiss de Taxö aprovechó el momento. Se acercó por detrás y atacó con su técnica cortante.

–Hasta aquí llegaste, caballero. Muchos problemas nos diste.

Lâang-xâang, golpeado mortalmente, pero todavía pleno de cosmos, tomó entre sus brazos al ırkları diciendo:

–Y no terminan tus problemas. Vendrás conmigo, ¡maldito! ¡Saint Elmo’s Fire!

La bengala de fuego violeta envolvió a los dos combatientes, y por un momento cegó a todos los guerreros, amigos o enemigos. Luego estalló, matándolos a ambos.

Esto conmovió a los dos caballeros que continuaban la lucha, y sus ataques se hicieron más furiosos y mortales.

–¡Excalibur! –La técnica de Capricornio era muy peligrosa en ese lugar cerrado, cortaba muebles, paredes y enemigos por igual.

Beowulf y Gorutta se tomaban de las gargantas mutuamente. Sus cuerpos y sus auras estaban enredados. La cara del caballero ya estaba morada, pero todavía sus manos presionaban a su enemigo. Hasta que finalmente, con un grito, arrancó la cabeza del alienígena.

Mientras tanto, Artōrius, remataba un par de soldados que lo habían atacado. Sus pedazos volaron luego de ser alcanzados por el filoso ataque del caballero.

–¡Mueran! –La serpiente alada Dusamé de Vipren era el último ırkları que quedaba. Había logrado penetrar la defensa, y lanzado su ataque de energía mortal dentro de la bodega.

–¡Abuelo! –Fantine se interpuso de un salto y al caer abrazó a su familia.

–¡Giraffe Speed Kick! –de una patada y con sus últimas fuerzas, Wekhésa acabó con el atacante.

–¡Gracias, caballero! –exclamó el viejo–. ¿Lo has visto, Fantine? ¡Lo logramos!

–Los vencimos, abuelo –la pequeña no se movía del lugar donde había caído y su voz sonaba muy débil.

–¿Fantine? ¡Fantine! ¿Estás...?

–Ya no regresarán –una sonrisa triste se dibujó en su cara–. Cuida a mi hermano por mí, ¿sí? Recuérdale siempre todo lo que lo quise... Y dale las gracias a los caballeros y a su diosa...

Gavroche, con los ojos arrasados, acariciaba el cabello de su hermana, cuya vida se apagaba como una vela dentro de una campana.

–¡Hija mía...! –lloró Valjean–. ¿Cómo podré?

De pronto, toda la habitación se llenó de luz cálida. Wekhésa hacía arder su cosmos y se lo entregaba al pobre anciano. Le daba sus últimas fuerzas para que éste sanara y pudiera con la tarea que le había encargado la niña. Luego, rindió su vida y acompañó a Fantine al otro mundo.

Los caballeros supervivientes observaron todo esto vivamente emocionados.

 

***

 

Sepultaron a los tres caídos a la sombra de un algarrobo. El viejo, fuera de la casa luego de mucho tiempo, arrodillado oraba por el alma de su nieta.

Luego, hicieron una pila con los cadáveres extraños y quemaron los despojos de los enemigos.

Con el corazón oprimido por las vidas perdidas durante el sitio de la granja, Artōrius se despidió de Valjean y del niño.

Cuando quiso marchar con rumbo al Santuario, sintió de pronto que lo retenían. Al volverse, descubrió los grandes ojos infantiles y llenos de lágrimas de Gavroche: con una mano tiraba de su capa, y en la otra sostenía una grande y brillante esmeralda.

 

  :ss6:


CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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#147 zeus god king

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Publicado 04 julio 2014 - 08:27

BUEN CAP....Y GRACIAS POR EL PUNTO DE ADVERTENCIA  XD .......ASI ES COMO UNO APRENDE 



#148 carloslibra82

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Publicado 12 julio 2014 - 05:07

Hola, marcus, esperé leer todos los capítulos para comentar. Es una historia genial, original, entretenida y atrapante. Espero con ansias más capítulos. Una pregunta: respecto al general marino que acompaña ahora al caballero de aries, el dice q e el único sobreviviente del ataque en el mar. Eso significa que los otros 6 generales marinos murieron en el ataque de los alienígenas, o no  habían otros generales?? Ojalá me respondas esta duda, y continúa con este genial fic. Saludos!!!



#149 lexiyuri

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Publicado 13 julio 2014 - 23:01

Es mi turno de opinar. Aunque he leido algunos capítulos sueltos, me gusta mucho el recurso de utilizar personajes de la literatura universal y adaptarlos al universo de saint seiya, es una buena técnica que ha funcionado y le da un plus a la historia, ya que no raya en lo tradicional (osea lo que sabemos del universo SS de siempre). En últimas Marcus propone un universo alternativo que bien se puede imaginar y disfrutar.

 

La ortografía está mas que impecable, además el manejo del espacio tiempo en la historia hace que haya una buena continuidad y que el lector no se pierda.

 

+10 por tu creatividad. 


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Publicado 06 agosto 2014 - 15:47

Buenas, mes nuevo, capítulo nuevo... y segundo intento de publicar después de que la otra noche se borró todo (ya parece que se vuelve costumbre). Como siempre, agradezco a los que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó; y a los nuevos lectores, bienvenidos!!

Con respecto a la cantidad de generales marinos, es posible que no hubiera más que ese solo, ya que eran sólo 15 personas en el Santuario del Mar al momento del ataque y era sólo una guarnición de reserva.

Te aclaro lexi que no son los personajes los que uso, sino sólo sus nombres. Fue una larga recopilación y algunos quedan como anillo al dedo.

Comentarios al capítulo XXVI: Otro capítulo de acción, esta vez con los caballeros encerrados en una casa, como para que la búsqueda de las joyas no sea repetitiva, que es uno de mis miedos. Aunque Yesua y su pueblo aparezcan en el anterior capítulo, fue éste el 1ro que escribí donde hay interacción con los civiles. Qué mejor que una familia para expresar cómo será afectada la gente por la invasión. Al principio Gavroche (y luego de que intercambiara su rol con el de su hermana) se iba a ir con los caballeros al crecer, pero al aparecer Yesua lo desestimé. No es cuestión de que en cada capítulo se ande reclutando gente.

Aclaraciones de este capítulo: He aquí que cobra vida otra de las ideas primitivas de cuando fui imaginando la historia hace muchos años. Siempre pensé en incluirla y ya llegó su turno, esperemos que haya quedado bien planteada y entendible. Como siempre, lo más complicado es la escena de acción, me acordé de Leni que me dijo que ella actuaba sus peleas antes de escribirlas. No la actué, pero es más práctico pensarla un rato antes. Aquí veremos algo que apareció al final del capítulo 2: el Paladión era una figura de Atenea hecha en madera, que Odiseo y Diomedes le robaron a los troyanos. Para acomodarlo a mi historia, cambié su material a metal, aunque creo que se nota aún el paralelismo con el mito.

Bueno, aquí lo tienen. Ojalá lo disfruten... y comenten!!! o hay tabla.

 

Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Después de resistir un feroz sitio a una granja familiar, Artōrius obtiene la esmeralda.

 

Capítulo XXVII - Paladión

 

Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición.

François de La Rochefoucauld de Marcillac

 

La voz clara de Aléxandros de Géminis repetía la respuesta del oráculo frente a los caballeros que estaban en el Santuario, el Concejo de Senescales, el Patriarca y la diosa Atenea:

“El que observa las aguas a través del hierro deberá cumplir el destino para el que fuera llamado. Gracias a él, lo que fue creado para traer muerte, si es destruido por justa causa, dará nueva vida. Despertarán los dormidos, que lucharán una vez más y les será concedido cerrar su ciclo heroico. Pero la batalla sólo llegará a su fin de la mano de aquel que no pertenece a este mundo.”

Cuando Aléxandros terminó de hablar, el Patriarca miró de reojo a Khalil de Altar. Una fugaz mirada de entendimiento ocurrió entre ambos.

–Como siempre, Apolo habla con enigmas –dijo uno de los Senescales fastidiado.

–No tanto, creo que comprendo el principio del oráculo –aseguró el Patriarca–. El resto, es algo oscuro todavía, pero confío en que se revelará a su debido tiempo. –Y repitió como en un sueño–: “El que observa las aguas a través del hierro...”

 

***

 

Seis años atrás, el Santuario había sido el escenario de un crimen contra la diosa.

Sucedió una noche durante la tercera guardia, cuando todos dormían en el recinto. Los soldados de la ronda ya se habían pasado la consigna y las novedades: nada fuera de lugar, todo tranquilo.

Ninguno había podido ver la sombra que se deslizaba agazapada por la ruta zigzagueante entre los doce templos zodiacales. Iba directo y sin pausa hacia la cima, donde se estaban los aposentos del Patriarca y Atenea. Sin caballeros de oro aún, y habiendo eliminado a los guardias encontrados en el camino, nadie había podido impedir su avance.

Cuando llegó a la gran sala del trono del Patriarca, se detuvo. Escuchó un momento: nada se oía allí. Seguramente el anciano se encontraba descansando en una de las dependencias vecinas.

Cruzó la sala. Su objetivo estaba más allá.

La habitación de Atenea estaba guardada por cuatro soldados armados. No sería problema, confiaba en su velocidad y en su fuerza para deshacerse de ellos. Uno a uno y en silencio, cayeron muertos bajo los furtivos ataques de la esquiva sombra.

El camino estaba libre, aunque dudó un momento con la mano en el picaporte. Si entraba, sabía que no tenía vuelta atrás. La decisión llegó, y aguantando la respiración, entró.

La habitación de Atenea, el recinto más sagrado de todos y corazón del Santuario. ¿Era consciente de ello y de la profanación que estaba a punto de cometer? A sólo cuatro pasos dormía Atenea, diosa protectora de la Tierra.

La muchacha se movió en sueños y la sombra se paralizó. Se volvió hacia ella: su hermosura era perturbadora. La respiración era tranquila y una cascada desordenada de cabello rubio enmarcaba su rostro. Sus ojos cerrados y una leve sonrisa transmitían la paz de un sueño que sólo los inmortales alcanzan. Una paz que no era para él.

–No debo mirarla –pensó. Y tragando saliva, ordenó a su cuerpo que se moviera–. Estoy aquí para otra cosa.

Sobre un anaquel se encontraban varios objetos: reliquias y atributos de la divinidad de la joven mujer que dormía. Observó atentamente y encontró lo que había ido a buscar.

–No debe tenerla –se dijo para justificarse–. Esta armadura sólo es una promesa de guerra y derramamiento de sangre. Nuevamente seríamos juguetes del capricho de los inmortales.

Sin hacer ruido, tomó el Paladión, aquella pequeña figura de metal que había caído del cielo junto a la diosa muchos años atrás. La misma que habían robado Odiseo y Diomedes durante la guerra de Troya.

Al abrir su capa para guardarlo, una armadura destelló por un instante. Y ya sin cuidarse de hacer ruido, salió disparado del aposento de Atenea como un rayo de plata.

Pasó sobre los guardias muertos sin problema, pero al regresar por la sala del trono, frenó su huida: las luces estaban ardiendo y un hombre obstruía su única vía de escape.

–Salí de la habitación del Patriarca y no pude creer lo que encontré. Hay varios guardias muertos en el camino, y tú estás donde no deberías estar –dijo Khalil de Altar, pues él era quien le cortaba la retirada al incursor–. ¿Qué tienes que decir de esto, caballero de plata de Cruz?

–Apártate de mi camino –dijo el caballero de Cruz, retirando su capa y mostrando su armadura de plata para amedrentar al otro.

–¡Traición! –exclamó Khalil al ver en manos del ladrón el Paladión robado–. ¡Armadura de Altar! –llamó mientras hacía arder su cosmos.

Una potente luz blanca inundó la sala y la armadura de Altar, respondiendo al llamado de su dueño, se equipó sobre el caballero.

–¡Has profanado la habitación de Atenea! ¡Cómo pudiste atreverte! –continuó el de Altar, cerrando el puño, preparado para atacar–. La muerte de esos hombres es imperdonable.

–Ella se encuentra bien, no la toqué. Ahora, déjame pasar –el caballero de Cruz también se puso en posición para atacar–. No quiero hacerte daño.

–Ya hiciste daño. La vida que quitaste a los soldados de la diosa te pesará. El robo cometido será tu ruina. ¿Quién te compró?

–¿No comprendes? Esta armadura será la causa de nuestra destrucción –dijo el ladrón, agitando el Paladión desesperado–. Estamos a las puertas de una invasión que será catastrófica, ¡y ella quiere que la enfrentemos sólo ochenta y cuatro hombres con las manos desnudas! Si no tiene su armadura, no se atrevería a enviarnos. No derramaremos nuestra sangre en vano. Podríamos pactar con el enemigo. Tal vez algunos mueran, ¡pero salvaríamos a muchos!

–¡Estás completamente loco!

–Por última vez, déjame pasar –imploró el caballero de Cruz, encendiendo su cosmos–. Si entrego este objeto cuando lleguen los enemigos, verían que tenemos buena voluntad para con ellos. Negociaríamos sin necesidad de la lucha que Atenea nos promete... Que no te engañen los egoísmos de los dioses, ya hemos pagado un alto precio por ellos a lo largo de la historia.

Como el otro no se movía del paso, trató de correrlo con un topetazo a gran velocidad, pero Khalil lo esquivó, al tiempo que con una patada lo hizo volar hacia atrás.

–¡Sacrificial Fire! –exclamó Khalil sin esperar a que el caballero de Cruz se levantara.

Una bola de plasma ardiente impactó de lleno en el traidor, que tosió sangre; había recibido una herida interna. Además, su armadura mostraba una gran rajadura

–¡Southern Cross Thunderbolt! –respondió éste como pudo.

Esta vez, Altar no logró esquivar la técnica y su rival se le vino encima. Golpe tras golpe, fue cediendo espacio. Se estaba debilitando. Su casco se había partido y la armadura acusaba la violencia recibida. Finalmente cayó, aunque eso no detuvo la lluvia de patadas que recibía.

–Atenea –rogó Khalil–, dame la fortaleza para vencer al traidor... Cosmos mío ¡arde con todo tu brillo! –buscó en su interior su última fuerza, el poder para despertar el séptimo sentido. Entonces, su cuerpo se envolvió en una luz cegadora.

–¿Qué? –se sorprendió el caballero de Cruz–. ¡Su cuerpo, ya derrotado, ahora está ardiendo! ¡Siento una gran presión que viene de él!

El caballero de Altar logró rechazar a su oponente. Pudo ponerse de pie, defenderse y contragolpear. Un nuevo intercambio de golpes tuvo lugar, pero esta vez el que cedía terreno era el otro. La pelea se había nivelado ahora.

Llegó un momento en que los dos estuvieron exhaustos y sus armaduras quebradas y desgajadas en varios lugares. Aunque más débiles, todavía se percibían sus cosmos ardientes.

Khalil se preparó para realizar su técnica nuevamente. Era su última esperanza de vencer.

–Esa técnica de nuevo –se rió el otro–. No me subestimes, ¿acaso no sabes que una técnica no funciona por segunda vez con un caballero?

–¡Sacrificial Fire! –invocó el caballero de Altar.

Su rival se preparó para contrarrestar la técnica, pero le fue imposible. El brazo donde había recibido el ataque ya no tenía armadura. Ésta se había desprendido por su propia voluntad y ya no lo protegería.

Una y otra vez el caballero de Altar repitió su técnica. Una y otra vez el caballero de Cruz no pudo esquivarla, recibiendo siempre los golpes en un lugar desprotegido de su cuerpo. La constelación lo castigaba abandonándolo, por su traición a la diosa.

Completamente desarmado y cubierto de sangre, su derrota fue total. Cayó sin sentido, y desde su mano inerte, rodó la estatuilla metálica.

Unas semanas más tarde se celebró el juicio. Los doce Senescales habían sido llamados de sus obligaciones fuera del Santuario, y lo presidían junto al Patriarca. Custodiado por dos caballeros de plata se encontraba el traidor, con semblante abatido y la mirada fija en el suelo durante toda la sesión. El Paladión se encontraba en el centro de la sala, como prueba acusatoria. No se veía a Atenea en el recinto.

–Tu crimen fue muy grave –explicó el Patriarca al final–. Fuiste descubierto en flagrancia, así que no hay nada que agregar. ¿La sentencia?

–Muerte –dijeron uno por uno los Senescales.

Con la sentencia pronunciada, el Patriarca se acercó a un costado de la sala e intercambió unas palabras con una persona oculta tras un cortinado.

–A pesar de que tú no lo hiciste con los hombres que mataste –dijo el anciano al regresar–, alguien ha mostrado clemencia contigo: han moderado tu pena. Recibirás cien azotes. Tu nombre será proscrito y borrado de la Orden de Caballería Ateniense.

El reo continuaba sin levantar la vista. ¿Hubiera preferido la muerte? No abrió la boca.

–Te has condenado por nada –el Patriarca tomó la figurilla entre sus manos, y sin esfuerzo, la partió–. Es falso. El verdadero Paladión sólo se revelará ante quien conozca la clave de su secreto.

 

***

 

El viento azotaba la capa de Khalil y le traía el salobre olor del mar. El cabo Sunion se mostraba agitado ese día y había tormenta en el horizonte.

–Despierta, caballero –dijo, dirigiéndose a la figura en las sombras, tras los barrotes.

–¿Caballero? No, ya no... En otros tiempos tal vez lo fui, pero hoy hasta mi nombre está vedado.

–Una vez que se es caballero de la diosa, se lo es para toda la vida, aunque ya no se posea título ni armadura.

La oscura silueta se acercó a la reja de hierro. El agua de mar, que penetraba en la celda, le llegaba hasta la cintura. El caballero de Altar lo miró conmovido, grandes y profundas cicatrices surcaban su pecho, espalda y rostro.

–No tienes idea de la tortura que me provocaba la sal marina sobre las heridas cuando aún estaban abiertas –dijo el prisionero, observando hacia dónde miraba el otro–. Mi cuerpo ha quedado deforme. Pero es lo que merecía, por mi crimen contra los hombres y contra Atenea.

–Vengo de parte de la diosa, a ofrecerte la oportunidad de redimirte, de volver a ser quien eras.

–¿Volver a ser quien fui? –el prisionero ensayó una risa irónica–. Hace seis años que me pudro en esta celda. Ya es tarde. Mi nombre no debe ser pronunciado jamás, y esa fue la peor condena. Peor que la prisión, los azotes y la tortura. –Una mano salió entre los barrotes y sorpresivamente tomó del cuello, atrayendo hacia la celda, al caballero de plata–. Ahora sólo se me conoce como Guilty.

–La diosa te reclama para su servicio. Fue ella la que salvó tu vida durante el juicio, ella la que día a día entregó su cosmos para que el mar no te ahogara. Tienes una deuda que debes pagar –replicó Khalil, sin sobresaltarse por el movimiento–. ¿Vas a quedarte lamentándote aquí, o vas a aceptar el destino que te traigo?

Al decir esto, sacó de una pequeña bolsa, una horrenda máscara roja. Un rostro desfigurado para tapar otro rostro desfigurado. La promesa de más sufrimiento, pero esta vez con un propósito.

 

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Publicado 06 agosto 2014 - 16:20

Algo breve me ha parecido el capítulo sin embargo me ha parecido interesante lo que acontecio con el caballero de Cruz , puede ser algo bueno e interesante el rol que le toque jugar como Guilty si se sabe aprovechar

 

Saludos

 

 

Por descuido me salte un capítulo pero ya lo leí y fue excelente

 

 

Lâang-xâang fue un gran personaje y aunque murío lo hizo como todo un grosso lastima que fue breve su actuación

 

 

Wekhésa , fue un santo muy noble

 

 

Al fin el ejercito de Athena obtuvo una gema !!


Editado por .:Deus Ex Machina:., 13 agosto 2014 - 21:41 .

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Publicado 19 agosto 2014 - 00:56

al fin al dia con este fic estos dos capitulos estuvieron excelentes la pelea del grupo de capricornio

 

y la historia del robo estuvieron como siempre geniales

 

saludos

 

:s50:



#153 ♋ Marcus ♋

♋ Marcus ♋

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Publicado 04 septiembre 2014 - 14:17

Otros mes, otro capítulo. Comienzo con el habitual agradecimiento a los que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó.

Comentarios al capítulo XXVII: Como les dije, este es un capítulo muy viejo en su concepción (fíjense cuánto, viendo cuáles son las armaduras que arreglan en el capítulo de Aries en la 1ra parte... ya se habían dado cuenta de antes?). Cuando hace mucho LC, ND y luego Omega presentaban a sus traidores, yo ya tenía al mío pensado. Si bien era cansador el cliché de un traidor entre los caballeros, pensé que si le daba el trasfondo necesario y un buen desarrollo posterior, rompería con esa cierta rutina generada. Espero haberlo logrado. Creo que incluir al cabo Sunion y a "Guilty" (culpable) hacen un poco la diferencia.

Aclaraciones de este capítulo: Aquí termina la búsqueda de las joyas, quise plantearlo desde la óptica del enemigo, pero de algún modo se me giró, jeje, y no pude. Hasta le tuve que cambiar el título en este mismo momento para que se acomodara, ya que al leerlo recién me pareció un poco inconexo. So-vanna-rith es khmer, significa "sueño dorado". Apangela es umbundu, significa "jornada incompleta". Qiáogēlǐ es tibetano, significa "montaña grande".

Lo dejo con ustedes, ojalá que lo lean, disfruten y comenten.

 

Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Luego de enterarse de la respuesta de Delfos en el Santuario, se recuerda un incidente que hubo seis años atrás.

 

Capítulo XXVIII - Atrapados

 

No hallo medio entre salvar a la Patria o morir con honor.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano

 

Alrededor del tronco de un gigante arbóreo de la selva amazónica, aguardaban cuatro hombres totalmente extraños al lugar.

–¿La tienes? –gritó Jvala-kṣudrá de Aries al caballero de bronce trepado, fuera de su vista, por sobre el dosel selvático.

–Ya casi, aún debo elevarme un poco más –fue la respuesta que llegó desde la altura.

So-vanna-rith de Casiopea lanzó una de sus cadenas hacia arriba, para asir una horqueta superior del pino paraná en que estaba subido, y poder alcanzar la gran amatista que reposaba en una cuna de hojas.

Apangela de Dorado, Qiáogēlǐ de Horno y Kojima de Caballo Marino vigilaban, rogando que no se presentaran problemas hasta que tuvieran la joya en su poder.

En un momento se oyó ruido de ramas al quebrarse, y un cuerpo que caía. Los que estaban abajo intentaron ponerse a cubierto, hasta que un grito de júbilo llegó a sus oídos.

–¡Es toda nuestra! –el caballero de Casiopea reía, sujeto boca abajo por sus cadenas, a un par de metros del suelo, pero con su premio en la mano.

Algunas noches después, durante su guardia, Apangela percibió con su cosmos que alguien se acercaba.

–¿Quién vive? –preguntó, alertando a los demás.

–Artōrius de Capricornio, en ruta al Santuario –se identificó el recién llegado–, ¿quién está en el camino? –preguntó a su vez.

–Jvala-kṣudrá de Aries –respondió el caballero de oro–, bienvenido. Nos encontrábamos descansando. Recuperamos una de las joyas hace unos días, y veo que traes otra.

–Perdimos hombres por ello –dijo el gigante Beowulf–. No me siento muy seguro deteniéndome con esto en la mano.

–No nos demoremos más entonces, yendo los siete juntos podremos ir más al descubierto. En marcha, ¡al Santuario!

Un par de días después estaba el grupo de caballeros ante una encrucijada: Un murallón natural se elevaba ante ellos y les interrumpía el paso hasta donde llegaba la vista.

–O escalamos, o lo rodeamos –dijo Qiáogēlǐ.

–Ambas cosas nos demorarían demasiado –replicó Apangela–, ¿qué tal si probamos ir por ese cañadón que se ve allí?

En efecto, la corriente de un arroyo había erosionado el terreno por centenares de años, creando una quebrada que subía suavemente el murallón hasta la meseta de arriba.

–Ese lugar no me gusta. Es ideal para una emboscada –dijo Kojima.

–Somos bastantes ahora como para resistir una –cortó Aries secamente–. Y ciertamente no debemos perder tiempo con estas joyas tan peligrosas bajo nuestra custodia. So-vanna-rith y Qiáogēlǐ se adelantarán a batir el terreno. El resto iremos detrás, con cuidado.

Casiopea y Horno tomaron la punta. El primero se fue por terreno alto, ayudándose a trepar entre las rocas con sus cadenas. El otro iba directo por el cauce del arroyo, mirando hacia ambos costados cuidadosamente.

La exploración se hizo durante todo el día sin novedad. Esa noche acamparon junto a la corriente.

–No hubiéramos tenido agua si íbamos por otro lado –dijo Qiáogēlǐ, mientras se refrescaba.

–Extrañaba el sonido y la frescura del agua, pero sigue sin gustarme este lugar –protestó Kojima, y tal vez no se equivocaba.

Al segundo día sin novedades, las guardias se habían relajado un poco. Esto sería un error.

 

***

 

–Graf Maixérr, los humanos que estamos siguiendo, han entrado en esa cañada hace dos días. Estamos seguros de que llevan dos de las joyas –dijo Fēltta de Walas, una criatura voladora.

–Tienen algo que queremos, tenemos algo que ellos querrán... –murmuró Maixérr de Etherran misterioso–, veremos quién impone su voluntad. Adelántense y preparen el señuelo –ordenó–; el resto, ocupe las posiciones y esperen la señal.

Lo que ellos llamaban señuelo, paralizaría a los caballeros.

Golpeada y muy lastimada, encadenaron a las rocas a Inkillay de Indio. Sin su máscara, se veía un enorme moretón que le cerraba el ojo derecho, tenía el labio inferior partido y en una mano, un par de dedos amputados. Visiblemente deshidratada, no tenía fuerzas ni para hablar. Pero el débil hilo de su vida aún resistía.

Los ırkları la dejaron allí y se escondieron, ocultando sus cosmos, para acechar a los humanos que se acercaban.

Al doblar un recodo de la cañada, los caballeros adelantados la vieron. No supieron cómo reaccionar al principio, tal fue la impresión que les causó. Luego, quisieron ir corriendo a liberarla.

–¡Alto! –era Kojima, que los había seguido–. Tenía razón sobre las trampas.

El resto de los caballeros se habían apresurado, y ahora contemplaban también a la desgraciada.

–Debemos salvarla –dijo Jvala-kṣudrá–. ¡Es nuestra compañera!

–Justamente por ello es que la han puesto allí, ¡atrás todos! –ordenó Kojima–. Y cuiden las joyas de las manos de esos malditos monstruos.

Jvala-kṣudrá intentó avanzar, pero Artōrius lo detuvo por el brazo.

–Deja que él vaya –le dijo.

–¡Es un marino! Seguramente no le importará abandonarla –protestó el caballero de Aries.

Aún así, Artōrius no le dejó el paso libre y tuvo que contenerse.

Kojima se acercó lentamente a la cautiva. Intuía lo que habría de pasar y era cuidadoso.

–Alto ahí, caballero –dijo un freiherr ırkları.

–¿Caballero? No te confundas alimaña. Yo soy Kojima de Caballo Marino, general del Pacífico Norte, y soy un guerrero de Poseidón.

–Poco importa eso. Soy Loev de Folkanet, dile a tus camaradas que entreguen las gemas si quieren que les devuelva a esta humana.

–Ellos tal vez harían el intercambio que propones. Pero yo no. Tus congéneres tienen una deuda conmigo y la pienso cobrar ahora –respondió amenazadoramente.

El ırkları retrocedió un paso al ver el cosmos resplandeciente del marino, pero se repuso y lanzó una bola de fuego al cielo.

–¡Es un aviso! ¡Todos a cubierto, protejan las joyas! –gritó el general marino hacia atrás.

Al mismo tiempo, desde arriba y por ambos flancos, llovieron los ataques de los invasores.

–¡Emboscada! –gritó Apangela de Dorado.

Pero era muy tarde para cubrirse, deberían resistir allí.

–¡Cristal Wall! –el muro de Aries evitó la primera descarga pero, ¿cuánto resistiría?

Mientras los ırkları se retiraban para cubrirse de sus propios ataques que rebotaban en la pared de cristal, So-vanna-rith de Casiopea, que estaba encargado de las joyas, pensaba qué hacer con ellas. ¿Destruirlas? A simple vista se notaba que eran demasiado poderosas para lograrlo. ¿Huir con ellas y ponerlas a resguardo? Eso significaba abandonar a sus compañeros, pero entendió que había un orden de prioridades.

–¡Nebular Shadow! –exclamó Casiopea.

Su cadena de defensa lo rodeó, formando una sombra a su alrededor que lo ocultó a los ojos del enemigo. Aprovechó entonces esta ventaja para encontrar una vía de escape, y con la otra cadena pudo izarse fuera del alcance de la agresión.

Mientras esto pasaba, Kojima luchaba con el alienígena. Había repelido el ataque de fuego de su oponente con un movimiento de sus manos, y contraatacaba a su vez:

–¡God Breath! –exclamó el general de Poseidón, haciendo que el soplo marino estrellara a Loev contra las rocas, desmembrándolo.

Luego de asegurarse de su victoria sobre el freiherr, se acercó agazapado a Inkillay.

–Tus compañeros están bajo fuego –dijo mientras cortaba las cadenas de la mujer–. Puedes ponerte a salvo ahora que el enemigo no te mira.

Inkillay de Indio no podía responder, aunque entendía lo que significaban esas palabras. Pero un caballero de Atenea no debía jamás pensar primero en sí mismo y se negó a obedecer. Desde pequeños aprendían en la agogé a valorar y respetar la camaradería. Y además, estaba la cuestión de la pérdida de su máscara...

–Sé lo que piensas –sonrió Kojima–. Mujer cabeza dura... Mi cosmos es tuyo.

Apoyó su mano en el hombro de Inkillay y ambos encendieron su cosmos. El cosmos azul como el mar remolineaba y se mezclaba con el cosmos de bronce. La figura de la constelación de Indio y un gran caballo marino aparecieron en el cielo, prestando su poder a sus protegidos.

Los ırkları dejaron de atacar el muro de cristal de Jvala-kṣudrá y se fijaron en estos enemigos que habían descuidado.

–¡Atentos! ¡A nuestras espaldas! –gritó uno de ellos.

La presión del cosmos del general marino y de la mujer caballero de bronce era terrible.

–¡Ataquen! –ordenó el graf alienígena.

–¡Rising Billows!

–¡Indus Flying Tamahaac!

Ambas técnicas fueron lanzadas al unísono en el paroxismo del cosmos de sus ejecutores y causaron estragos entre los enemigos. Los que quedaron en pie llamaron a retirada, dejando a los caídos en el lugar.

Habían repelido el ataque, pero Inkillay no pudo resistir el esfuerzo. Luego de acabar con los ırkları emboscados, rindió su vida.

Kojima de Caballo Marino, angustiado, sostenía el cuerpo inerte de la mujer.

–¡Maldito! ¡Sabía que no tenías intención de salvarla! –dijo Jvala-kṣudrá pugnando con sus compañeros por abalanzarse contra Kojima.

Éste entregó el cadáver a Artōrius y se enfrentó al caballero de oro con los puños cerrados.

–Caballero, no la deshonres –dijo el marino con los dientes apretados–. Se sacrificó por amistad a ustedes.

–¿Deshonrarla, yo? ¡Yo la vengaré, maldito! –exclamó Aries, cayendo sobre el marino.

Kojima atinó a sujetarlo por ambos brazos, inmovilizándolo.

–¿Quieres pasar mil días así? –bramó el general–, Tienes problemas conmigo desde el principio, pero no permitiré que no respetes su muerte.

Distraídos con esta pelea, los demás no observaron a Fēltta de Walas, que se levantó entre los muertos alienígenas y atacó con una poderosa lluvia de golpes, directos a Jvala-kṣudrá de Aries.

Sólo Kojima lo vio. Atinó a girar su cuerpo, entrelazado con el del caballero, y recibió el ataque pleno en su espalda.

–¡Fire Screw! –Qiáogēlǐ de Horno remató al ırkları con su técnica.

El abrazo de Kojima se relajó en los brazos de Jvala-kṣudrá.

–¿Por qué? –preguntó el caballero.

–Ella se sacrificó por ustedes. Los eligió antes que a su propia vida. Yo no la conocí, pero pude leer en su alma el significado de la camaradería. Quise honrar su elección. Quise también saber lo que es sacrificarse por un camarada.

Jvala-kṣudrá sostuvo la mano del marino hasta que finalmente expiró.

–Perdóname, no te sacrificaste por un camarada, lo hiciste por un amigo –dijo, cerrándole los ojos–. Mi deuda contigo es para siempre.

 

***

 

A pesar de todo, las malas noticias no acababan aún. A la salida del cañadón los esperaba, estaqueado con sus propias cadenas, el cuerpo muerto del caballero So-vanna-rith de Casiopea. Había fallado en su misión de proteger las gemas. Lo habían capturado, y la esmeralda y la amatista se habían perdido.

 

 :ss6:


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#154 carloslibra82

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Publicado 04 septiembre 2014 - 23:51

Q bueno q llegó este nuevo mes para la continuación de esta apasionante historia. Q lástima, ya todas las joyas están en poder del enemigo, pero pienso q si no fuera así, el fic no podría ser cada vez más emocionante. La personalidad del caballero de Aries es muy diferente a la de Mu, es muy impulsivo. Saludos, amigo Marcus, sigue así!!



#155 Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 18 septiembre 2014 - 14:50

hasta ahora tuve tiempo de leer

 

como siempre un excelente capitulo

 

la pelea quedo bien, los sacrificios que tuvieron que hacer en la batalla y todo los demas eventos del capitulo

 

me hacen pensar que es uno de los mejores hasta ahora



#156 Megarage

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Publicado 18 septiembre 2014 - 15:51

Buen capítulo lastima queel Marino Murío me habría gustado que durara más  u.u

 

También de momento me parece que la derrota del ejercito Atheniense ha sido tremenda , pues han perdido varios Santos y ademas las joyas :unsure: , por lo tanto su fracaso me parece muy grande

 

Saludos


:sonaro: ¡¡¡ Sindicato de los iluminados !!! :sonaro:
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#157 ♋ Marcus ♋

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Publicado 04 octubre 2014 - 00:55

En el mes de un nuevo aniversario del Foro, llega un nuevo capítulo de mi historia. Pero voy a empezar como siempre, agradeciendo a los que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó.

Comentarios al capítulo XXVIII: Capítulo complicado, pues debía reflejar la "tremenda derrota" como dice Rage que fue la búsqueda de las joyas, pero muy en el fondo, mostrar que la esperanza está intacta, para lo que me sirvió el sacrificio del marino (que por cierto, podría haber durado más, pero en una historia con tantos personajes, si son importantes los que viven, también son muy importantes los que mueren y cómo y por qué lo hacen).

La derrota ha sido tremenda, sin duda, pero da oportunidad a la historia de seguir avanzando, de sumar una dificultad más a vencer para los actores. Se abre ahora un abanico de posibilidades a desarrollar, que quisiera saber escribir un poco más para poder contener tanto.

Además, está bueno que haya un traspié tan importante: pone énfasis en el carácter humano y falible de los caballeros; no son superhéroes, es su espíritu de superación el que los va a sacar adelante (o no). Los muertos, son el recordatorio de que las cosas son importantes y urgentes.

Aclaraciones de este capítulo: Aquí termina de tomar forma la historia paralela de Guilty. Fue complicado encontrar la historia del capítulo, ya que sabía el principio y el final, pero no cómo unirlos. La clave fue la aparición de un reemplazante. Späher es "explorador" en alemán, no lo usé antes porque fue después que decidí que los rangos de los invasores iban a estar en ese idioma. Tan'gun-wanggŏm es coreano y significa "nieto del cielo".

Bueno, se los dejo para que lean (y sobre todo comenten). Ojalá les guste y lo disfruten.

 

Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. A pesar de todos los esfuerzos para encontrarlas, luego de una emboscada, se pierden las dos últimas gemas extraterrestres.

 

Capítulo XXIX - Negros

 

La lealtad es simplemente una cuestión de fechas.

Armand-Jean du Plessis de Richelieu

 

La deliberación entre Roch de Wultán y varios sacerdotes ırkları finalizó con el asentimiento generalizado de estos últimos.

–Señor –dijo uno de los sacerdotes a los que Nakar de Ndrox había comisionado la tarea de encontrar un lugar para realizar el ritual de revertir la técnica de las Cinco Gemas–, hacia el este, cruzando el océano, el späher Roch ha encontrado una acumulación de cosmos oscuro. Quizá sea ese el mejor lugar que podamos disponer.

El príncipe miró las gemas: las cinco juntas habían redoblado su resplandor.

–Padre, Madre, hermanos... pronto nos reuniremos y reescribiremos la historia de este planeta.

–Roch además ha visto que allí custodian armaduras, como las que tienen los que se llaman a sí mismos caballeros defensores de la Tierra.

–Podríamos aprovechar esta oportunidad para estudiarlas –dijo el príncipe, a quien le preocupaban los caballeros y su poder.

Algunos meses habían pasado desde su último enfrentamiento con los atenienses y a pesar del éxito en la obtención de las joyas y de que la horda invasora medraba exponencialmente, la aprensión del príncipe no había disminuido. Si podía obtener una ventaja, la tomaría sin dudarlo.

 

***

 

Desterrado al infierno sobre la Tierra.

Eso es lo que era ese lugar al que había sido enviado. La Isla de la Reina Muerte. Una roca ardiente en medio del océano, olvidada por los hombres comunes.

Atenea la había hecho resurgir, luego de que desapareciera durante las Guerras Santas del siglo XX, pues en ella se escondía el secreto de un poder que, aunque de naturaleza oscura, podía ser usado para provecho de la humanidad.

Pero primero, ese poder debía ser dominado.

Y esa era la misión del hombre que observaba la isla desde un otero. Por rostro, poseía una roja máscara de expresión terrible: era un símbolo de violencia y horror, y además una herramienta para su trabajo. Tener al miedo de su parte le ayudaba.

Porque a pesar de ser un desierto, la isla no estaba deshabitada. Allí habían llegado desde diversas partes del mundo, aquellos aprendices de caballero que, a pesar de ser poderosos, no habían logrado obtener una armadura de la diosa y luego, por resentimiento o despecho, pero sobre todo por soberbia, no habían permanecido en las filas del ejército ateniense como soldados.

Una vez que habían probado el poder, no lo querían resignar. Y en esa isla estaba la solución que buscaban: armaduras. Era aquel lugar el último residuo del continente Mu, el lugar donde los artesanos rebeldes habían sellado las copias negras de las armaduras. Si no podían tener una real, tendrían su sombra.

El pequeño ejército levantisco así formado, debía ser disciplinado. Y Guilty lo había logrado luego de enfrentarse a varios de los caballeros negros que pretendían mandar sobre los demás. A base de palizas, miedo y odio, se había impuesto sobre casi un centenar de hombres armados.

Desde su puesto de observación en lo alto, Guilty veía ahora extrañado, a tres personas con cajas de Pandora en su espalda que se acercaban. Con fastidio se dio cuenta de que uno de ellos portaba una caja de oro y otro una de bronce, pero se sobresaltó al ver la caja de plata que traía el último de los recién llegados: ¡La armadura de Cruz!

–Parece que el Santuario ahora manda niños a hacer la tarea de los hombres –se dijo a sí mismo malhumorado.

Efectivamente, el portador de la armadura de plata, no parecía tener más de veinte años.

–¿Quién vive? –se oyó preguntar más abajo a uno de los caballeros negros que patrullaban.

–Siddhārtha de Virgo, Yōnā de Paloma y Tan'gun-wanggŏm de Cruz –contestó el caballero de plata–. El Santuario nos envía a reforzar esta posición. Después de estar tanto tiempo inactivos, se ha detectado movimiento del cosmos del enemigo hacia aquí.

–¿No es suficiente con que la diosa nos mantenga encerrados aquí? ¿También quiere que peleemos para ella? –protestó airado el negro vigía.

–El Santuario tuvo la oportunidad de que lo sirviéramos y nos dio la espalda. No le debemos lealtad alguna –dijo otro.

–Tranquilos, Lagarto y Unicornio negros –les habló la máscara roja–. Tráiganlos ante mí.

Los recién llegados parlamentaron con Guilty, pero se veía por sus expresiones que no llegaban a un acuerdo. Finalmente, un caballero exclamó:

–¡Guilty, tu misión...!

–Mi misión era pacificar la isla –interrumpió el aludido–. Y lo hice.

–Entonces, ¿los caballeros negros?

–Los caballeros negros no obrarán contra Atenea. Pero nadie dijo que debían obedecerla.

Tan'gun-wanggŏm intentó protestar, pero Siddhārtha lo tomó del brazo, hablándole directamente a su cosmos:

–Lo que debe ser, será –dijo el caballero de oro–. Algunas cosechas son más duras de segar que otras.

Guilty había escuchado dentro de su mente las palabras. Él había expiado su culpa, las marcas en su cuerpo lo atestiguaban, ¿por qué venían a exigirle más?

–Esta es mi isla. No voy a tolerar órdenes de un adolescente, ni de un mudo –dijo, pateando el suelo con ira y retirándose a continuación.

 

***

 

Un par de días habían pasado desde la llegada de los caballeros del Santuario. Sin mucha simpatía por parte de los caballeros negros, pero sin ser molestados, se instalaron en la desértica isla.

Una noche, Yōnā fue a despertar a Guilty a su cabaña, había importantes novedades.

Guilty acompañó a regañadientes al caballero de Paloma hasta un sector deshabitado, lejos de las rondas habituales de vigilancia. Allí Yōnā se detuvo y le indicó por señas absoluto silencio. En el lugar los aguardaban Virgo y Cruz, cuerpo a tierra, observando una de las pedregosas costas. Algo se movía allí debajo.

Llegados en extrañas embarcaciones, cientos de ırkları se encontraban organizando una cabecera de playa. Trabajaban afanosamente, fortificando la zona. Evidentemente, pretendían invadir la isla.

Al verlos, Guilty sintió un nudo en el estómago. Esos seres deformes eran la oposición a la vida en la Tierra, a cualquier cosa buena conocida. En ese momento se decidió y supo qué hacer. Aún condenado, castigado y deformado, se dio cuenta de que no había más que un camino: enfrentarlos hasta el final.

Dos seres se destacaban del resto, daban las órdenes y eran obedecidos al momento. Luego de organizar a su gente según les convenía mejor, se retiraron para conversar en un lugar más tranquilo.

–Acerquémonos, tal vez se pueda escuchar algo –susurró Yōnā.

Haciendo el menor ruido posible, Guilty y los caballeros se arrastraron hasta poder oír a los alienígenas.

–... para llegar al interior de la isla –decía Nokriy en ese momento, pues eran ésta y su hermano quienes dirigían la operación.

–¿Es cierto que sólo allí podremos hacer el ritual? Detecto una fuerte presencia de humanos.

–Sí, es donde se concentra el cosmos oscuro.

–Pero, ¿y si encontramos resistencia?

–Entonces deberemos pasar sobre ella.

La firmeza de la respuesta de la princesa ırkları no dejaba lugar a duda alguna. Necesitaban hacer el ritual.

–A pesar de que conseguimos las joyas, nos hemos topado con humanos muy fuertes –dijo Nakar–. Estimo que si continúan oponiéndosenos, a la larga nos superarán. Necesitamos traer a nuestros padres, para asegurar la victoria. –Y agregó–: Es fundamental que mientras estemos aquí, los miles que ya han despertado de su letargo, se encaminen a destruir el sitio de gran poder desde donde parten los llamados caballeros. Será una manera de debilitarlos hasta la llegada de los dioses.

Un sudor frío corrió por la espalda de los que escuchaban, ¡el Santuario estaba en peligro!

Siddhārtha hizo una seña. Ya habían oído bastante. Se retiraron cuidadosamente hasta estar fuera del alcance de los invasores. Las noticias eran de gravedad. Por fin habían comprendido la importancia de las joyas y la magnitud de su fracaso al no obtenerlas.

Los caballeros deliberaron brevemente mientras Guilty se mantenía aparte, reflexionando con los dientes apretados sobre lo que había visto.

Pronto resolvieron que Yōnā volviera a alertar al Santuario sobre la movilización. No podían hacer más, la situación en la isla no debía ser desatendida.

Guilty vio partir al caballero de bronce aún sumido en sus propios pensamientos. Tan'gun-wanggŏm se acercó para hablar con él:

–Lo que sea que pretendan hacer con las joyas, deben hacerlo en el centro de la isla. Siddhārtha y yo trataremos de demorarlos cuanto sea posible. Puedes ayudar, o retirarte con tus caballeros negros.

–No se atrevan a dejarnos fuera de la defensa de esta maldita isla –respondió la voz tras la máscara roja.

Momentos más tarde, medio centenar de hombres vestidos con armaduras negras se encontraban reunidos, aguardando noticias y órdenes.

Guilty observó a sus hombres. Él los había dominado gracias al terror impuesto. Pero ahora necesitaba que volvieran a tener su espíritu.

–Caballeros... –reflexionó un instante–. Sí, ustedes son caballeros –dijo con firmeza–. Aunque las armaduras que portan sean sólo sombras de las originales, hoy tienen la oportunidad de demostrarle al Santuario su fortaleza. Que no importa el color ni el material de la armadura, sino la determinación de las personas y el poder de su cosmos. A los seres que están allí no les importa el amor, ni la paz, ni la justicia; a nosotros, esas cosas ya nos las arrebataron antes. No les pido que luchen por lealtad a Atenea, ni a esta Tierra que nos dio la espalda, encerrándonos en esta inhóspita isla que hicimos nuestro hogar. Sean libres. Dejen atrás el miedo. Vayan y venzan por ustedes mismos.

Un rugido de aprobación hizo retumbar el lugar, y los cosmos oscuros de los caballeros negros se elevaron al cielo.

Siddhārtha y Tan'gun-wanggŏm se miraron y asintieron: los acompañarían.

 

***

 

Días más tarde, se podía apreciar la carnicería que había resultado de la defensa de la Isla de la Reina Muerte. Los cadáveres de los vencidos se veían pudriéndose al sol.

A base de escaramuzas y golpes de mano, los caballeros habían logrado mantener a raya al enemigo. Pero habían perdido soldados y estaban sobrepasados en número. Sólo era cuestión de tiempo para que los alienígenas tomaran el lugar.

Guilty, junto a los caballeros negros de Unicornio, Lince, Cerbero y Orión, defendían un templete de la época muviana que contenía la última armadura sin dueño en la isla: Sagitario negro.

Cerbero negro estaba muy malherido, no duraría mucho más. Hacia el centro de la isla se escuchaban las explosiones y el tumulto de los que atacaban a los caballeros atenienses, que se habían hecho fuertes allí junto al resto de los caballeros negros. Guilty pensaba en retirarse en esa dirección, pero no quería dejar al moribundo.

–Vayan –dijo el caballero negro, liberando del compromiso a sus compañeros–. Los necesitan más en aquel sector. Yo me haré cargo de las ratas de este lado. –Al decir esto rió, tosiendo sangre.

Los tres hombres lo miraron, aceptando el sacrificio que les proponía.

Mientras se retiraban, a cubierto de los ataques, escucharon la invocación de la técnica de Cerbero negro y un estallido. Luego, silencio.

 

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#158 carloslibra82

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Publicado 04 octubre 2014 - 12:08

Vaya, Marcus, ya va tomando cada vez más forma esta batalla. No sabes las ganas q tengo de q humillen a esos invasores, me cargan aquellos q no han sido nunca vencidos. Yo creo q en la Tierra se van a llevar una sorpresa. Pero tu fic sigue apasionando, sigue así!!



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Publicado 05 octubre 2014 - 16:22

Hola Marcus. Después de una larga ausencia, he vuelto a leer tu fic.

 

Ahora a lo nuestro. A veces, alejarse de una lectura hace bien, principalmente cuando te "enbobas" con ella, ya que empiezas a perder objetividad. En algunos casos, cuando la retomas, descubres que lo que estabas leyendo no era tan bueno como parecía en un principio.

 

En otros, te encuentras ante algo realmente bueno. Justo como en este caso.

 

Para no hacer un pergamino, solo voy a decir que el manejo de atmósferas que propones es excelente, ya que logras transmitir en sensaciones lo que se está leyendo. Si hay acción, angustia o desesperación, puedes sentirla como si estuvieras presente.

 

Espero con ansias el siguiente capítulo, ya que lograste tu cometido. Engancharme otra vez. Saludos.


Premios del Rincón del Ocio 2° Edición.

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Publicado 09 octubre 2014 - 15:35

Un capítulo excelente !

 

Me ha gustado el que aparezcan los caballeros negros y que ademas mal que bien contribuyan de una u otra forma con la defensa de la tierra , también me intiga un poco saber que va a pasar con la Armadura de Sagitario Negro y por supuesto con los Santos Negros que quedan y con Virgo y Cruz

 

También creo que algo que me ha gustado de este fic es que no todo son victorias para el ejercito de Athena , aunque también espero que pronto obtengan alguna pequeña pero importante victoria que si no la moral de los Athenienses va a terminar por los suelos :lol:

 

Saludos


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