un capitulo genial, los ataques de Assiut, la historia de Senefer, la decision de la reina y no puedo comentar mas porque le hago adelantos innecesarios a los demas lectores
vuelvo a decir genial este capitulo
Espectro, muchas gracias n.n, la verdad la historia de Sennefer es de mis favoritas es de mis invensiones favoritas, éste personaje tiene varias cosas que hacer más adelante ;). Ésta ARC de Egipto aún no termina XD, y faltan otras pequeñas sorpresas.
Gracias Efebo =D.... jajaja me tardé mucho en publicar, pero pues ya vez, jajaja mejor tarde que nunca, gracias =3
-Muy buen inicio, las descripciones bien hechas como siempre. Como dijo Anfinn, parece que Jack será uno de los grandes! Resulta interesante no sólo porque notablemente serfá alguien muy poderoso, sino por ese pasado tormentoso que tiene ju.
-Veo que que has rescatado del olvido la Fuente de Athena, creo que se mencion a en un syde story, verdad? Interesante ^^. Y también has rescatado a Alexer!
-Me gustó el detalle de los búhos, claramente me los pude imaginar volando por diferentes partes del santuario ^^
-Y bueno, para terminar decirte que como en varios capítulos, al leer me da la impresión de estar viendo viejas películas chinas jaja, es genial, en este capítulo ha sido el encuentro entre Jack y Nauj, no sé como explicar esto que digo xD, pero la verdad me gustó.
Saludos seph! ^^
Edito para comentarte sobre el Capítulo 5, seph. =)
-Aparece un nuevo caballero dorado, esta vez fue el turno de Kenai de Cáncer, de quien nos muestras muy poco, pero ya lo veremos más adelante a ver qué tal juju.
-Oficialmente nacio el caballero de Capricornio juju. con el ya legendario trasfondo de Excalibur que no podía faltar =).
-Souva no pierde oportunidad parar mostrar cuan cool es XD. Me agrada.
- Lo que más me gustó del capítulo, fue la parte final, cuando "la voz" empieza a atormentar a Albert. Creo que manejaste muy bien la situación, a ver qué pasa con esto más adelante juju.
Nos vemos!
Vuelvo a editar Seph, ahora para comentarte sobre el capítulo 6!
-Seph, no recuerdo si ya te lo había preguntado... ¿Es Sujita el protagonista? o ¿Hay un grupo de protagonistas?
-Sujita es muy inocente, totalmente opuesto a los capricornio de antes juju.
-Me srprendio la invación de los guerreros de Asgard! Aunque ya veía venir algo así desde que presentaste a Sieg. Y más curioso me resultó imaginar al guerrero Phecda Gamma como mujer!
-Centauro y Medusa hacen su apareción, y parece que han vuelvo en una versión corregida, aumentada y recargada! juju.
-Algo que me pasa con los fics, es que me pierdo cuando en un capítulo intervienen muchos personajes! jaja, me ha pasado en éste capítulo, pero bueno, eso es cosa mia y de mi mente que se distrae y confunde fácilmente! ;_;
-Por cierto, en la parte que ataca el lobo aparece la palabra "cuadrúproblema", me imagino es por el filtro que no permite la palabra "p e d o". La duda es, sigue funcionando el filtro choto ese? Porque éste capítulo no es reciente.
Saludos!
CASTOR, amigo mio XD un gustaso que sigas leyendo... bueno ya leiste varios en este tiempo asi que contestemos por capitulos =D
Cap 4.
-Sobre Jack, sí él puede ser muy poderoso, lo unico que no le ayuda es su actitud medio depresiva XD pero algún día espero que se despavile ;)
-Sí la fuente de Atena es algo que leí por ahi pero obviamente no me lo imagino como el 'fanart' que hay de el por ahi, asi que hice mi version mas sencilla. Así es, Alexer tambien es algo que he rescatado del manga original jejeje creo que al ver como en algunos fics lo han hecho participar pues me inspiró para usarlo de la misma manera, ademas que Bluegard me servirá en algo para el futuro jeje =D
-Lo de los Buhos se me hizo apropiado ;) un detalle cute de mi cosecha para el renovado Santuario de Atena =D
-Jajaja ¿peliculas chinas? woaw pues es agradable leer que te provoca una sensación asi jaja n.n y sobretodo el encuentro entre Jack y Nauj, el cual al estar en medio de la nad ay bosques da todavia mas es aimpresión verdad? los dos viajeros que se encuentran, con sus pensamientos tan contrastantes XD no pues sí entiendo lo que quieres decir :D, estos dos aún tienen cosas que pasar juntos en el futuro jeje n.n
CAP5
-Todo caballero dorado tendrá sus momentos para 'destellar', unos más que otros. Kenai de Cáncer tendrá su papel importante más adelante ;), algunos me comentaron que esperaban ver a otro Death Mask o Manigoldo, pero bueno, denle chance al pobre jajaja no todos los que tienen contacto con el inframundo deben ser unos sadicos o exentricos lunaticos XD..... ya lo verán cuando se enoje jajaja
-Sip, ya otro caballero dorado más a la lista y todavía faltan más =D
-Jejeje Souva es de mis caballeros favoritos, es una alegria que le tengas simpatia n.n
-Jajaja nuestra amiga 'la voz' que atormenta a Albert tambien tendrá su revelación mas adelante jaja a ver cómo lo toman XD
CAP 6
-no chico, no me habias preguntado si Sugita era el protagonista y eso. Cierto es que no es el prota, pese a que decidí empezar con él fue porque va a ser el más joven de la nueva Orden dorada, por lo que a traves de sus ojos inexpertos e 'inocentes' quería que el lector conociera las pequeñas reformas del Santuario jaja. La verdad es que hace tiempo dejé atras el que el protagonismo recaiga sobre un solo personaje, y aqui en mi fic lo estoy empleando, el protagonismo roleará de uno a otro dependiendo de lo que ocupe, incluso los villanos (que no gasta una neuronas dioquis XD)
- Sobre los asgarianos XD, si ellos tambien han tenido sus cambios en su tierra. Jajaja lo de hacer a Pechda gamma mujer no fue idea mía, sino de un amigo y pues... bueno ta bien... :p no pasa nada.
- Sip, invente algunos plateados para no hacer las cosa smuy monotonas jejeje de Medusa estoy muy orgullosa *-*
- Te entiendo, a mi me pasa en ocasiones que con tanto personaje nuevo en una escena medio uno se pierde jejeje disculpas por eso n.nUUU pero no pasará muy seguido ya que empiezan las peleas de 1 vs 1 clasicas jaja n.n
- No sabía que habia filtro! jajaja y ni me fije que habia eso de 'cuadruproblema' jajaja pero si, era cuadru p e d o" pero parece que sí XD si sigue.....
Muchisima sgracias por continuar ;), ojalá puedas seguir avanzando jejeje
Bueno, y ahora si, el capitulo 17 para todos ustedes....... XD Enjoy!!!
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En algún lugar de Norteamérica existe una aldea de leyenda, habitada por una tribu de shamanes que cumplen los designios de los Grandes Espíritus.
Allí se vive con humildad en edificios de adobe o madera. La habitan personas generosas que viven bajo reglas sencillas, en constante comunión con la naturaleza y se sustentan a base del comercio.
El actual regente de la aldea es un hombre llamado Silver, elegido por el mismo Shaman King para gobernar durante sus ausencias.
Por tradición, en la aldea se seleccionan a diez shamanes con el rango de Oficiales, para convertirse en los emisarios del Shaman King, así mismo son los guardianes de la tribu y del territorio sagrado donde resplandecen los espíritus de la Tierra. Es un grupo formado por los mejores y más bravos shamanes de la región que no dudarán en luchar contra aquellos que atenten contra la tranquilidad del pueblo.
Ese día, en la aldea hubo una ligera conmoción cuando un heraldo de las arenas arribó desde los cielos. Convertido en una saeta de fuego cayó en medio de la plaza principal asustando a más de algún diligente.
Hombres, mujeres y niños que pasaban por allí se maravillaron ante la armadura esmeralda que envestía al forastero. El contraste del color verde y los detalles dorados de la vestimenta despertaron interés en la población, intentando adivinar el lugar de origen del visitante.
Con el paso de los años han visto a hombres similares a él caminar por la aldea en busca de consejo del Rey de los shamanes, pero como en todo pueblo pequeño la llegada de un extranjero causaba expectación.
Las alas metálicas en su espalda creaban una pronunciada sombra sobre sí mismo, dotándole de un equivocado aspecto amenazante. El hombre no se movió, como si temiera siquiera dar un paso en la tierra de los Grandes Espíritus permaneció estático. Contempló con nostalgia a los habitantes, sus ropas y accesorios sobretodo…
El visitante reaccionó hasta que tres personas que vestían telas relucientes y máscaras ceremoniales se le pusieron enfrente. Como si se tratara de espíritus que habitan en el viento, aparecieron en el lugar al soplar la brisa de la tarde.
El hombre dedicó una mirada a los Oficiales quienes lo rodearon con discreción. Él entendía bien las precauciones ya que no era la primera vez que pisaba suelo sagrado, para la mayoría de los que allí lo recordaban siendo un criminal, un traidor que veinte años atrás se dejó influenciar por las ambiciones del temible Hao Asakura.
Pero él ya no era ese mismo niño de antes, hace años que reconoció el error cometido y su vida fue salvada, condenado sólo al exilio en vez de la muerte. Se prometió jamás volver... pero su nuevo hogar bien valía la humillación.
— He venido para ver al Shaman King —anunció el Apóstol Sagrado de Osiris*.
Los Oficiales guardaron silencio algunos segundos, hasta que uno de ellos se adelantó al resto para decir —Existen formas más apropiadas para llevar a cabo tal solicitud… tú mejor que nadie deberías saberlo— una voz masculina fue clara aún con la máscara de búfalo cubriéndole el rostro.
El sujeto sonrió con melancolía—El tiempo apremia, pido disculpas por no seguir la formalidad del protocolo— el Apóstol respondió con tranquilidad, ocultando su verdadera urgencia.
— Nichrom*, ha pasado mucho tiempo ¿no te parece? —indagó el enmascarado antes de descubrirse el rostro.
—Kalim*, esto es importante —insistió, importándole poco si el Oficial deseaba hacer remembranzas del pasado; ésta no era una visita de placer.
Kalim era un hombre alto, muy fornido. Las facciones de su cara eran duras y alargadas, resaltando una nariz de largo tabique. Poseía cabello negro y ojos oscuros que resaltaban en su piel rojiza al ser nativo de las tierras del norte.
Para Nichrom, Kalim no había cambiado mucho más que por las arrugas que se le acentuaban alrededor de los ojos.
Por otro lado, para el apache fue difícil reconocer al hermano menor del fallecido Chrom; debajo del Alba de Osiris había un joven de tez rojiza, cabello oscuro entrenzado y ojos ligeramente claros; de un perfil mucho más fino a diferencia del resto de la tribu.
—Necesito urgentemente ver a Yoh Asakura —volvió a decir, impacientándole la actitud pasiva de los Oficiales—, algo muy grave está ocurriendo en las tierras de mis señores. Necesito su ayuda.
—Hay cosas que no cambiarán —el apache comentó soltando un leve suspiro. Nichrom siempre fue muy impaciente desde que era un niño, pero percibía la genuina ansiedad que le palpitaba en el pecho y que al mismo tiempo le oprimía el corazón.
Los años le han permitido a Kalim adquirir una sabiduría y comprensión que jamás imaginó obtendría, por lo que en su ser no albergaba ningún rencor hacia Nichrom como para negarse a ayudarlo.
— Tu preocupación es clara, en tus ojos veo que algo muy delicado ocurre en Oriente. Haré lo que esté a mi alcance para que el señor Yoh te reciba en el menor tiempo posible. Sígueme —dio una señal para que el resto de los Oficiales rompieran la formación, permitiéndole al forastero caminar con libertad por la aldea.
Dentro del bosque sagrado Nichrom aguardó donde le ordenaron que lo hiciera, ignorando la presencia de los dos apaches que lo vigilaban con recelo.
El Apóstol permaneció con la vista en el inmenso remolino de luz al que tanta devoción le tuvo alguna vez. El recorrido por la aldea Apache le hizo revivir recuerdos que estaban muy enterrados en su conciencia. Alguna vez fue feliz viviendo allí… eso podía admitirlo; nació con un potencial fuera de lo común, algo que se demostró cuando a los ocho años fue nombrado Oficial de la tribu ya que sus capacidades estaban a la altura de los más fuertes shamanes de la aldea, incluso se llegó a creer que quizá él podría ser el próximo Shaman King.
Nichrom se esforzó por ser de los mejores gracias a la inspiración que recibió de su hermano Chrom, quien fue un apache devoto, con un gran sentido del deber hacia los Grandes Espíritus… no había un deseo más fuerte en su corazón que el de llegar a ser un shaman como Chrom ya que poseía una luz en el alma que cualquiera envidiaría. Pero llegó a cierta edad en la que comenzó a cuestionar muchas de las reglas o tradiciones a las que la tribu estaba sometida, una etapa rebelde que culminó con la muerte de su hermano mayor a manos de un shaman al que debió poner a prueba y enseñar una nueva técnica…
La venganza contaminó su alma, se vendió a los perversos planes del primer sujeto que le prometió satisfacción, se perdió a sí mismo en el vórtice de un conflicto por el que estuvo a punto de morir. Fue juzgado como un traidor, pero la faraona Inet lo salvó, intercedió ante los apaches al exigir que se respetara el designio que existía en el joven shaman al no estar destinado a morir allí, sino a servir a Ra en el futuro.
Fue un adolescente descarriado que se enamoró de aquella mujer que le dio un sentido a su existencia, a la que juró defender con su vida. Le ha servido con devoción desde hace veinte años, fue bendecido con el Alba Sagrada de Osiris, nombrado el guardián de la Faraona y el Esposo Real… algo que había cumplido sin ninguna falla hasta hoy…
Nichrom salió del trance en el que lo sumergieron sus pensamientos al ver al Oficial Kalim, apareció de la nada entre dos tótems ceremoniales que allí se erigían. El Apóstol aguardó por la respuesta.
— Él te recibirá Nichrom… —dijo el apache con solemnidad. El gesto de Kalim le extrañó, parecía confundido y a la vez preocupado.
Nichrom pasó por el portal que lo trasladó al sitio más sagrado de la aldea (quizá del mundo entero), justo a los pies del tornado luminoso, los Grandes Espíritus. Allí caminó en solitario por el sendero empinado. Pese a que era la primera vez que entraba a ese espacio, divisó rápido el altar en medio del círculo de tótems, había alguien sentado en el.
Intentó hacer memoria de la última vez que vio a Yoh Asakura, no pudiendo recordarlo con exactitud, después de todo durante sus esporádicas visitas a Egipto no había estado presente. Al verlo de espaldas no pudo evitar compararlo con el derrotado Hao Asakura por su largo cabello oscuro cubriéndole la espalda. Conforme más se adentraba al territorio, más era la fuerza espiritual que sentía en el ambiente… ¿Lo que percibía era el Ka del Shaman King? Yoh siempre fue poderoso, pero ahora estaba lejos de poder ser comparado con cualquier otro shaman que haya conocido…
Una vez que se acercó lo suficiente Nichrom realizó una cordial reverencia— Honorable Shaman King, gracias por esta audiencia —se anticipó a cualquier saludo o reacción de parte del Rey—. Traigo noticias de carácter urgente, por lo que espero perdone mi rudeza. Mi señora pide su intervención en las tierras de Egipto, un gran mal está afectando al pueblo de Ra. Una vengativa alma que fue sellada por uno de sus predecesores ha escapado después de milenios. La Faraona y toda la familia real corren un grave peligro y es por eso que…
— Creí que en Egipto se jactaban de no necesitar ayuda de nadie —interrumpió el Shaman King, sin volverse.
Nichrom se contrarió un poco por palabras tan frías, pero prosiguió— La situación lo requiere así. El enemigo cuenta con un poderoso artefacto que usted debe de conocer: El Cetro de Anubis, forjado por Sennefer, él ha vuelto y…
—¿Y qué esperas que yo haga, Nichrom? —preguntó el Shaman King con aire sosegado.
El Apóstol levantó la cabeza en un sobresalto, miró desconcertado al hombre que continuaba dándole la espalda. Admitía que Egipto había decidido florecer por sus propios medios, rechazando muchas veces el apoyo de otras naciones, pero Yoh Asakura jamás se mostró descontento por ello, existía una buena relación diplomática y, hasta donde sabía, entre la Faraona y él existía una gran simpatía.
La indiferencia del Shaman King perturbó al Apóstol lo suficiente como para que la altanería dominara su boca— ¿Acaso no me has escuchado?... Necesitamos tu ayuda. La maldad de Sennefer ha regresado y engullido las tierras de Egipto, planea repetir la misma sangrienta cruzada de antaño. En el pasado un antiguo Shaman King ayudó a frenar sus ambiciones y trajo paz. Nuevamente necesitamos de esa intervención.
El Shaman King no reaccionó ni por la quebrada voz del Apóstol.
El Rey de los Shamanes giró un poco el rostro por encima del hombro, permitiéndole al Apóstol notar la máscara de madera que lo cubría— El pueblo de Egipto se enorgullece de ser quienes dieron inicio con las artes de los shamanes— comentó con tranquilidad—. Se vanaglorian por ser los padres del shamanisno, y por ende cualquiera pensaría que no existen rivales para ustedes en ese ámbito…— bajó las piernas del pedestal y caminó un poco alrededor de él— ¿Qué sucede Nichrom? ¿Vas a decirme que después de tantos siglos han sido sobreestimados? ¿Qué es un simple espectro del pasado contra la gran nación que son ustedes?
—¡No juegues conmigo! —Nichrom espetó con furia. Sabía bien con quién estaba tratando, pero por el pasado que comparten juntos conoce la clase de persona que es Yoh Asakura, ¡siempre le irritó su forma de ser!—. ¡El Cetro de Anubis no es algo que puedas ignorar! No habría tenido que venir hasta aquí y humillarme para pedirte apoyo de no ser por ese objeto. ¡La vida de mi Faraona peligra! —gritó exasperado, sin poder comprender al Rey—. ¡Te lo suplico!— se dejó caer de rodillas al suelo en el acto más humilde que alguna vez ha hecho frente a alguien.
El Shaman King inclinó la cabeza para obsérvalo detenidamente, la frente del Apóstol tocaba el suelo.
La máscara ceremonial con forma de águila impedía que sus verdaderos sentimientos quedaran a la vista de cualquiera. Con la misma rigidez que mostraba la madera, el Shama King dijo— Sennefer todavía no ha hecho nada que ustedes no sean capaces de resolver…
Nichrom se estremeció, temblando de frustración por lo escuchado. Levantó la cabeza de inmediato con una gran furia destellando en sus ojos, mas no era suficiente para atemorizar al Rey.
— Creo que están subestimándose, Nichrom. Inténtenlo y descubrirán que no me necesitan para tal tarea —la decisión no cambiaría.
— ¿Estás diciendo que esperarás a que la situación sea irreversible para decidir actuar? ¡¿Es eso?! —el Apóstol Sagrado de Osiris se levantó de golpe. Seguía sin poder creer lo que escuchaba. El Shaman King es aquel que guía a las personas, el que vela por la humanidad y sus pueblos ¿por qué se niega a colaborar? Yoh nunca fue alguien egoísta, ¿entonces por qué…?
— ¡¿Qué pasa contigo?! —Nichrom alargó el brazo con el que intentó sujetar a Asakura por la túnica.
La sola intención de querer ponerle un dedo encima hizo que aparecieran unos gruesos grilletes que le aprisionaron las muñecas.
Un par de cadenas se tensaron en el aire al ser lanzadas por dos apaches que aparecieron en el lugar. Le jalaron los brazos quedando totalmente extendidos a la altura de los hombros, siendo un tercer individuo quien le colocara una daga sobre la yugular.
—¿De verdad creíste que permitiría que alguien con tus antecedentes estuviera a solas con el señor Asakura? —escuchó la penetrante voz de Kalim quien sujetaba la daga que podría degollarlo con facilidad.
—No hay necesidad de derramar sangre en suelo sagrado, Kalim— intervino el Shaman King, sin moverse de su sitio—. El Apóstol ya se marchaba.
Nichrom apretó los dientes para reprimir la ira. El poder que tiene ahora le permite sentir confianza en sí mismo, podría vencer a Kalim y a los otros dos guerreros, pero luchar contra Yoh Asakura era una cuestión diferente…
—¿No es así? —reiteró el enmascarado.
No había viajado hasta Norteamérica para iniciar una contienda inútil, aunque le descorazonaba la frialdad con la que las suplicas de su pueblo habían sido ignoradas.
El Apóstol Sagrado de Osiris cerró los ojos, siendo su silencio lo que afirmó lo dicho por el gobernante de los apaches.
— Acompáñenlo a la salida —Yoh ordenó a los Oficiales—. Y lleva éste mensaje a los tuyos, Nichrom: Como el Shaman King, sé cuando debo actuar… que sea la última vez que osen decirme cómo hacer mi trabajo —advirtió en un tono que nadie jamás había escuchado de él, incluso Kalim mostró preocupación.
Una vez que lo liberaran Nichrom lanzó una última mirada al Shaman King y susurró— Has cambiado, Asakura… ya no te reconozco.
Capitulo 17
El Cetro de Anubis Parte I
Monstruos
La ciudad de Meskhenet necesitó de siglos de espera y el paso de muchas generaciones para florecer a un costado del Río Nilo.
Con la caída de Egipto en el año 30 a. C. tras la muerte de Cleopatra, los ancestros de los fundadores de Meskhenet se refugiaron dentro del corazón del desierto una vez que el reino se convirtió en una provincia del Imperio Romano. Allí vivieron durante décadas, resguardando las antiguas costumbres, leyes, creencias y cientos de tesoros, pero la posesión más preciada de todas fue el linaje de los antiguos Reyes de Egipto.
Bajo el manto protector de los dioses egipcios sobrevivieron a una vida de sacrificios y enclaustramiento, aferrados a la promesa de un reino próspero bajo el sol en el futuro.
Muchos fueron los reyes que nacieron en el anonimato, mas ninguno pudo reclamar la corona de un país que no estaba listo para resurgir de la arena. Sólo hasta que el mundo sufrió el cambio pronosticado por los sacerdotes una reina pudo ser nombrada, siendo Inet la primera Faraona de la nueva era. Ella creó el reino que su pueblo idealizó, también abrió las puertas a todo huérfano de patria que buscara un lugar al cual pertenecer.
La ciudad estaba sencillamente distribuida, cuatrocientos metros al sur de las murallas del palacio se aglomeraban las construcciones y mercados que la población habitaba. Todavía más al sur, junto al Nilo, se encontraban los campos de cultivo de cebada, trigo y vid. Más allá de las cosechas estaban los pastizales y el ganado.
A orillas del río se desarrollaba la actividad pesquera, siendo un punto donde se reunían tanto comerciantes locales como foráneos.
Al este y al oeste del palacio se edificaron los templos dedicados a los diferentes dioses del pueblo. Estos recintos eran custodiados por los Apóstoles consagrados a dicho dios, así como por cierto número de sacerdotes que llevaban a cabo las ceremonias y ritos de alabanza.
Al norte unas bellísimas pirámides y obeliscos lucían como montañas custodiando el palacio. Allí se encuentra un oasis rodeado por las más verdes plantas y las más bellas flores que se hayan visto en el reino, un jardín conmemorativo a los dioses de Egipto que muy pocos privilegiados podían visitar.
Con trabajo duro, decisiones sabias, un sentido correcto de la justicia y colaboradores dignos, la Faraona edificó una de las ciudades más importantes del mundo actual… resultaba increíble cómo es que algo que tardó tanto en realizarse pudo desmoronarse en menos de un día…
Sennefer apareció junto al Nilo durante el alba; las aguas del río se tornaron en sangre y de ella emergieron un sin número de espectros malignos que azotaron sin piedad a los habitantes.
Los Apóstoles entraron en funciones, logrando repeler a las hordas infernales, mas Sennefer atacó con un gran repertorio de espectros poderosos que lograron asesinar a algunos de los Apóstoles, siendo desgarrador verlos regresar del más allá como enemigos.
Además, el príncipe desterrado contó con un aliado de tremendo poder, uno que arrastraba las pestes que alguna vez aterrorizaron a Egipto en la antigüedad.
La Faraona ordenó a cinco de los Apóstoles proteger al pueblo pese a que disminuiría la fuerza bélica de la armada. Así fue como el Apóstol Sagrado de Anubis, Bastet, Maat, Sobek y Thot reunieron a los sobrevivientes dentro del Real Templo de Osiris, Isis y Horus.
Alrededor de los tres recintos, los guerreros tomaron diferentes posiciones con las que formaron los cinco vértices de una pirámide. Los Apóstoles conectaron sus energías, formando paredes impenetrables para cualquier espíritu maligno. Una pirámide de luz se alzó por encima del más alto obelisco de la ciudad, siendo una abominación para los espectros.
Han transcurrido muchas horas desde que la contienda dio un inesperado giro, cuando Sennefer capturó al príncipe Atem. Ante tal hazaña, el diabólico príncipe se dio el gusto de obligar una negociación. La Faraona no lo dudó ni un instante, aceptó cada una de las demandas… excepto la de entregar a su pueblo.
Los Apóstoles sabían bien que en el momento en que apartaran la barrera, todos esos engendros comenzarían un festín de sangre y muerte. Las criaturas han golpeado sin descanso las murallas pese a la energía que ha calcinado los cadáveres putrefactos. Los muertos vivientes entraban constantemente en frenesí por el aroma del miedo y lágrimas de los inocentes refugiados.
El cansancio de los defensores de Ra comenzaba a notarse, y no sólo en los semblantes de los guerreros de Egipto, sino en la efectividad de la barrera. Ya algunos de los demonios son capaces de meter un brazo o cualquier otra bizarra extremidad a través de ella sin sufrir daño.
Osahar, el Apóstol Sagrado de Anubis, permanecía en el vértice lateral izquierdo del campo de fuerza. Su alba estaba formada por brillantes placas negras; líneas doradas adornaban hombreras, peto, guantes y botas; incrustaciones de preciosas esmeraldas resaltaban en la tenebrosa coraza. El casco poseía la forma de la cabeza de un chacal, el cual cubría en su totalidad el cráneo y rostro.
Los gruñidos, lamentos y gemidos de los espíritus no era algo que lo desconcentraran, permanecía con los ojos cerrados aún cuando manos huesudas estaban por darle alcance. Él junto con sus hermanos Apóstoles han conseguido sobrellevar la desesperación y el cansancio para cumplir con la tarea encomendada, pero por muy diestros que fueran, los cinco guerreros se sobresaltaron al percibir la repentina muerte de la Faraona.
Osahar escuchó el llanto del desierto, incluso el de su propia Alba por el acontecimiento. El Apóstol cerró fuertemente los puños ante la agobiante sensación que lo atravesó como una lanza por la espalda.
— Ya no tiene caso que continúen con ésta inútil encomienda —escuchó de una voz femenina que resaltó de entre el mar de lamentos—. Se acabó Osahar, lo sabes.
Por los dos orificios en el casco de Anubis pueden verse los ojos oscuros del Apóstol Sagrado, los cuales se abrieron repentinamente vibrando en cólera y frustración.
Osahar deseó abandonar su posición, emplear todo su Ka para descomponer a la traidora en partículas de polvo.
— ¿Qué vienes a hacer aquí maldita serpiente? —recriminó el Apóstol Sagrado de Anubis—. ¿No entiendes que tus estúpidas proposiciones no me interesan?
— Desearía que pudieras ver las cosas como yo lo hago ¿acaso no lo entiendes? —cuestionó Hehet, Apóstol de Sekhmet* —. Desde el principio no existía oportunidad, Sennefer está fuera de nuestras habilidades, ha transformado su maldición en una ventaja imparable. Además el Cetro de Anubis es su llave para obtener cualquier victoria.
— La cobardía no viste bien en un guerrero de Ra, eres repugnante… ¡Lárgate, tu lengua llena de veneno no hará dudar a mi espíritu!
— ¿Acaso la muerte de nuestros camaradas no te enseñó nada? —a su alrededor los engendros y cadáveres se alejaron un poco—. Osahar, aunque todos me odien siguen siendo mis compañeros, por eso estoy dispuesta a interceder por ustedes. Aparten la barrera, acepten a Sennefer como el nuevo Faraón y él les perdonará la vida así como perdonó la mía.
— ¡Tu desvergüenza me abruma Hehet…! Así como tú ofreciste la vida del príncipe a ese monstruo, ¡¿esperas que sacrifiquemos a nuestro pueblo para salvarnos?!— el guerrero espetó iracundo, recordando que fue Hehet quien sacó al joven príncipe Atem del palacio para llevárselo a Sennefer.
— Lo único que pido es que vengas a mi lado, quiero que estemos juntos… —musitó cabizbaja—. Te amo Osahar, eso nunca cambiará.
El Apóstol sagrado de Anubis bufó todavía más fuerte y rabioso— ¡Cierra la boca! ¡No quiero escucharte más! ¡Esa palabra carece de valor viniendo de tus labios! ¡Soy el Apóstol Sagrado de Anubis, nací para servir a la Casa Real de Meskhenet, jamás aceptaré aliarme a un demonio enemigo de Egipto! —un resplandor rojo destelló por los ojos del casco de Anubis— ¡Aplastaré a todo aquel que atente contra la seguridad de éste país! ¡Sea quien sea!
Hehet se intimidó por el fulgor rojo que desprendieron los ojos de feroz chacal, sabía perfectamente lo que tal manifestación significaba.
Tras varios segundos de silencio, Hehet habló con resignación— Dime Osahar, Visionario de la Muerte* del templo de Anubis, ¿cómo voy a morir? ¿Serás tú mi verdugo?
El Apóstol no respondió al instante. Como Visionario de la Muerte tiene la capacidad de ver la forma y el tiempo en que una persona va a morir. En la actualidad es el único visionario que posee la capacidad de lograr una premonición detallada, otros apenas son capaces de ver las heridas por las que van a perecer.
Osahar vio marcadas sobre Hehet las lesiones que le darían muerte, también la miró transformada a la edad en la que sucedería. Cerró los ojos para desvanecer la ilusión, no
siendo una habilidad que le gustara usar demasiado, mucho menos en aquellos que son cercanos a él… Nunca imaginó que lo usaría contra la mujer que llegó a amar.
— En su momento… sí, yo mismo pondré tu corazón en la balanza frente al gran dios Osiris… —murmuró con desafecto—, pero antes deberás pagar en vida muchas de tus faltas, iniciando tu penitencia ahora.
Justo en ese momento una fuerte detonación sacudió el suelo bajo sus pies, Hehet se volvió para ver la embravecida ola de luz, estrellas y galaxias que fulminó a todos los cadáveres ambulantes de la zona.
Hehet de Sekhmet retrocedió antes de ser devorada por la avalancha resplandeciente, reapareciendo lejos de la pirámide protectora.
El Apóstol Sagrado de Anubis notó la estructura dorada cubriendo al hombre que detonó la explosión galáctica. Por un instante lo confundió con su compañero Assiut, pero en cuanto la arena y bruma cósmica comenzaran a desvanecerse reconoció la vestidura sagrada de un guerrero de Atena.
Hehet estaba confundida, ¿cómo es que un santo del Santuario había llegado a Egipto? Según las palabras de Sennefer, los Apóstoles que viajaron a Grecia no podrían revelar nada de las actividades ocurridas en Meskhenet, ¿acaso sus compañeros sucumbieron ante la desesperación?
— Apóstoles Sagrados de Ra —dijo el santo de cabellera azul clara, fijando la vista en la Apóstol de Sekhmet—, prosigan con su tarea sin pendiente, el Santuario ya está al tanto de la situación y unirá fuerzas con ustedes para erradicar el mal que aquí se ha desatado —aseguró el Santo de Géminis.
Osahar recobró un poco de fuerza al escuchar la noticia, algo de luz todavía existía al final del conflicto.
— ¿Géminis? —preguntó extrañada Hehet—. Tenía entendido que Albert de Géminis murió en la batalla junto al Apóstol Sagrado de Horus, ¿cómo es esto posible?
La única herida visible en Albert es aquella echa por los sables de Horus en su frente, pero el guerrero se encontraba en perfecto estado pese a las circunstancias en las que se le dio por muerto—. Tus compañeros apostaron el todo por el todo para transmitir la verdadera intención de la Faraona. Estoy enterado de la verdadera situación, incluyendo la traición de uno de ustedes —puntualizó con desprecio.
— Ya veo, así que encontraron la forma de burlar a Sennefer, ¡qué osados! —alabó con amargura—. Pero lamentablemente han llegado muy tarde, la Faraona ha muerto, el desierto aúlla de dolor, ¿no lo escuchas? —dijo entre los constantes silbidos del viento que azotaban la noche—. Todo fue en vano, ni siquiera la presencia de un santo cambiará el resultado… ¡No estás capacitado para enfrentar las fuerzas que aquí existen! —exclamó—. Pudiste reducir a cenizas al batallón de cadáveres, sin embargo solo has roto sus burdos cascarones, algo que vas a lamentar.
Albert sintió un espeluznante escalofrió expandiéndose por su pierna izquierda. Volteó buscando explicación, viendo como una mano transparente lo había sujetado por el tobillo. Un espectro comenzó a emerger del suelo, seguido por otras decenas de ánimas que tapizaron la tierra.
Albert pateó al esperpento, mas no consiguió nada al golpear el aire.
— Vaya, parece que puedes verlos —Hehet comentó sonriente—, pero eso no significa que estés capacitado para combatirlos. ¡Sí que Assiut es un desconsiderado, enviarte aquí sin ninguna clase de advertencia!
Albert guardó silencio, conservando la calma pese a que otros engendros comenzaron a trepar por su cuerpo.
— En eso te equivocas Hehet —intervino el Apóstol Sagrado de Anubis—, Assiut contaba con nosotros para apoyar al santo de oro, ¿o acaso olvidas quién soy yo? —Osahar se hirió la mano con un trozo de metal de su alba, acumulando la sangre emergente en la palma—. Por mis venas corre la misma sangre de Zubari, antiguo Apóstol Sagrado de Anubis quien fue hermano de Sennefer, antiguo Apóstol Sagrado de Seth. Soy aquel que camina más cerca de las puertas del Duat y lleva las almas a su juicio con Osiris —el Apóstol arrojó el puñado de sangre hacia el santo de Géminis, manchando su cloth.
Las ánimas que rodeaban a Albert chillaron acongojadas, retrocediendo de inmediato. Aquellas que tocaron la armadura dorada resultaron heridas, por lo que ahuyentadas se desvanecieron hacia lugares donde la oscuridad las abrazaría.
— He creado un vínculo por el que le transfiero la misma fuerza que edifica ésta barrera, así que no podrás escudarte detrás de ningún fantasma Hehet, llegó la hora de afrontar las consecuencias de tus actos.
Hehet sudó invadida por cierto temor. Sabe bien que la piedra angular del conjuro de protección es Osahar, no por nada es el Apóstol bendecido por Anubis. Sin mencionar que es descendiente directo del linaje al que perteneció Sennefer en vida, por lo tanto la misma sangre con la que se creó el Cetro de Anubis circula por el cuerpo del Apóstol, lo que le brinda una mayor defensa contra todo lo relacionado con el místico artefacto.
Albert contempló sin miedo a los indecisos espectros que mantuvieron la distancia. Dio un inofensivo paso hacia la izquierda, alborotando a los seres intangibles que se encogieron temerosos, comprobando que en verdad eran repelidos por el nuevo cosmos que sentía flamear en su cloth. Ya no tendría que preocuparse de ellos.
Géminis regresó su atención a la sierva de Sekhmet —Por haber traicionado a tu nación y a tus camaradas —acumuló cosmos en la mano—, por haber puesto en peligro a los habitantes del Santuario, ¡recibe mi Espiral Galáctica!
Palacio Real de Meskhenet
— Que el caos reinicie la marcha —Sennefer comentó sonriente, siendo una indicación imperativa por la que los esbirros alados atacaron.
Sugita se encontraba confundido, no era capaz de percibir algún cosmos de esas dos bestias por lo que no estaba seguro de cómo atacar.
Assiut respondió a los gruñidos de los monstruos con su propio grito de guerra, lanzándose contra ellos en un fugaz movimiento.
Impulsado por el rencor y los recuerdos del pasado, el puño de Assiut atestó un potente golpe contra el rostro de Erebus que resonó por toda la cámara. Al mismo tiempo el demonio de cabello anaranjado, Mastema, se desplazó por un costado, enredando su brazo alrededor del cuello del Apóstol para someterlo. Sin embargo, Assiut sujetó con fuerza las garras del adversario, torciéndole la muñeca para liberarse, atestando un gancho directo por debajo de la mandíbula que aventó a Mastema hacia el techo contra el que golpeó y quedó colgando.
Sobreponiéndose al primer golpe, Erebus cayó sobre sus cuatro extremidades al suelo, impulsándose como fiera hacia el Apóstol con las zarpas extendidas.
Capricornio no se animó a intervenir. Veía alrededor de Assiut un tornado de fuertes emociones que arrasará con todo aquel que esté a su alcance sin importar que sea aliado
o enemigo. No podía hacerlo entrar en razón, pero cuando menos evitará que lo maten de ser necesario.
Discretamente Sugita lanzó una mirada hacia Sennefer quien le dedicó un gesto totalmente despreocupado. Se había sentado en un peldaño de la escalera, parecía no importarle mucho la batalla de sus lacayos y toda su atención se centró en el guerrero del Santuario a quien cínicamente sonrió.
— ¿Y cuál se supone es tu papel aquí? —musitó curioso—. Creo que ese hombre pretende quedarse con toda la diversión para él solo, no entiendo para qué trajo consigo a dos santos dorados —inquirió, contemplando de vez en cuando el cetro en su mano.
Sugita se giró hacia Sennefer, adoptando una posición de combate.
—¿Realmente planeas pelear contra mí? —río descaradamente.
El Santo de Capricornio no se amedrantó, sus ojos mostraron seguridad y convicción— Según tengo entendido todo esto no es más que un juego para ti… pues bien, si tú eres el rey en el tablero de juego todo acabará al vencerte.
—De nuevo me desafías —murmuró sonriente—. Pero no tiene ningún caso, puedo verlo en tus ojos… existe una diferencia abismal entre tú y yo, por lo que no me interesa pelear contigo —aclaró con desgano.
— ¿Qué estás diciendo? —preguntó confundido.
— Que no tengo deseos de pelear contra alguien que no ha matado a nadie en su patética vida —repitió fastidiado—. Prefiero a los oponentes que, como ese Apóstol de allá, destruyen los límites impuestos por la disciplina, logrando pelear con su verdadero potencial, sin restricciones estúpidas como el honor o la moral.
Sugita permaneció pasmado por lo que escuchaba.
— Él de verdad quiere matarme —prosiguió, refiriéndose a Assiut quien combatía con las criaturas—, sus sentimientos son genuinos, embriagadores, por eso vale la pena el darle la oportunidad. Cuando un ser humano deja de razonar libera sus instintos y muestra su auténtico ser… —explicó al ponerse de pie una vez más—. La realidad es que todos los humanos somos monstruos… ¡Monstruos creados por los dioses a su imagen y semejanza! —señaló a las numerosas figuras esculpidas en las columnas de la habitación.
El santo permaneció contrariado, buscando algo con qué refutar dichas palabras que, sin saber porqué, comenzaban a intimidarlo.
— Eres muy joven —Senefer comentó de pronto, complacido por la confusión despertada en el santo—, creo que estoy siendo injusto contigo. No entenderás lo que trato de decirte a menos que lo experimentes primero, por lo que está bien —una bruma escarlata cubrió al egipcio e hizo reaccionar el rubí en el Cetro de Anubis—… seré generoso, permitiré que conozcas a la bestia que duerme en ti.
—¡Basta, no permitiré que intentes distraerme más! —gritó, invadido por un temor que no podía entender. ¡La mirada de ese hombre, su voz, lo estaban encerrando en una jaula invisible dentro de la que se sentía sofocado!
—Percibo tu miedo, tu ansiedad, estás listo. ¿Qué esperas? ¿Por qué no me atacas? —incitó conforme avanzaba hacia el guerrero dorado—. Golpéame con todo tu poder, si no lo haces entonces yo atacaré primero… —masculló con una sonrisa retorcida.
Pero Sugita no se movió, se sentía encadenado al suelo. Ante la inactividad, Sennefer lo apuntó con el dedo, generando una chispa eléctrica que lanzó sin demora.
Capricornio rebotó el destello con la palma de la mano.
Satisfecho por la reacción del adversario, Sennefer repitió el mismo ataque repetidas veces a gran velocidad. Sugita repelió cada una de las ráfagas con el filo de excalibur cubriéndole el brazo derecho.
Inesperadamente Sennefer se desvaneció, materializándose detrás de Capricornio para atacarlo, mas el santo fue veloz, bloqueó el puñetazo con la rodilla al efectuar una voltereta con la que se alejó del egipcio.
—¿Acaso en el Santuario sólo les enseñan a huir? —cuestionó—. Me confundes joven santo, he aceptado tu desafío pero parece que estás evitándome…
Sugita blandió su brazo derecho para decir— A distancia es cómo mejor se aprecia el verdadero resplandor de mi espada, ¡Excalibur!
La ráfaga dorada partió el suelo conforme avanzó hacia Sennefer. El antiguo Apóstol Sagrado vio los abundantes hilos de sangre oscura salir de su muslo y brazo izquierdo. Un profundo corte se abrió en su pierna mientras su brazo se desprendió.
El egipcio tensó el entrecejo, mas su sonrisa se mantuvo aún cuando un segundo destello venía en camino.
—Muy interesante —murmuró para sí, extendiendo el Cetro de Anubis con el que golpeó la energía cortante. El ataque de Capricornio se desvaneció en partículas de luz que desaparecieron con rapidez—. Parece que después de todo podrías ser un buen rival… Me has mostrado lo que eres capaz de hacer, pero desperdiciaste la única oportunidad que tenías para hacerme un daño significativo —contempló tranquilamente el brazo que yacía en el suelo, cómo si la idea de permanecer manco de por vida no le molestara—. Qué fastidio… nacimos del polvo y al morir debemos volver a él— comentó al contemplar cómo su extremidad cortada poco a poco se convirtió en granos de arena.
—Luchar sin ninguna clase de armadura contra un santo no es algo sensato —comentó Capricornio manteniendo la guardia en alto.
—Je, volverse dependiente de una coraza de metal tampoco lo es… Ustedes se fían demasiado de esas criaturas —señaló el manto sagrado de Capricornio—. Según sé, las renombradas cloths del Santuario son especiales pues están vivas… —un gesto diabólico le curveó los labios— eso significa que así como tú y cualquier otro mortal también pueden morir. Jamás he visto fallecer a una armadura de oro, será interesante ver lo frágil que pueden ser…
Sugita no había terminado de escuchar la frase cuando sintió a Sennefer detrás de él. Capricornio se giró lo más rápido que pudo con intención de atacar, mas quedó inmóvil al ver como Sennefer había puesto su dedo índice en el punto medio del peto de su cloth. Una sensación de peligro le recorrió la espina al verlo sonreír.
Sugita sintió un intenso calor atravesarle el cuerpo, seguido de algo tibio que comenzó a caer por su espalda y abdomen. Sus piernas se debilitaron rápidamente, retrocediendo sólo un poco antes de caer de rodillas al suelo.
Assiut se volvió al ver el relámpago blanco que destruyó un muro de la sala. Se alarmó al observar al santo ateniense de cuclillas y a merced del demonio Sennefer.
Armándose con los sables de Horus buscó deshacerse de la bestia que ha sabido eludirle desde el comienzo de la batalla, pero el murciélago batió con fuerzas las alas, desatando un tornado que empujó a Assiut hacia un rincón lejano de la habitación.
El segundo espectro alado finalmente reaccionó, sacando su cuerpo del techo al que quedó adherido por sus filosas zarpas. Mastema rugió de manera amenazadora, abalanzándose sobre el Apóstol Sagrado de Horus.
El sabor de la sangre no era algo que Sugita de Capricornio desconociera. Su infancia no fue una vida de lujos ni mucho menos de buenos tratos.
Al palpar la herida en su pecho es el momento en que agradeció haber tenido un maestro tan estricto y de mano dura… sólo así fue capaz de sobreponerse al dolor con tanta rapidez.
Sennefer se acercó al abatido santo creyéndolo indefenso, colocó su dedo sobre la corona de la cloth dispuesto a repetir el mismo suceso. Pero antes de que el resplandor apareciera, el brazo de Sugita se tornó en una navaja de luz dorada que cortó la muñeca del egipcio.
Levantándose de golpe, el santo de Capricornio trazó una par de cortes más que golpearon directamente el cuerpo del enemigo.
El sonoro quejido de Sennefer alertó a sus sirvientes, los cuales abandonaron la lucha contra el acorralado Assiut para ir en su ayuda.
El Apóstol Sagrado de Horus estaba por impulsarse detrás de ellos, conteniéndose al ver cómo el santo de Atena se dio media vuelta para encararlos él mismo con su cosmos al máximo.
Sin permitirles acercarse lo suficiente para herirlo, Sugita lanzó un golpe al aire en el instante en que exclamó —¡Excalibur Justice! —liberando un centenar de hilos de luz formando una cuadricula que pasó a través de los demonios alados, quedando marcadas las líneas horizontales y verticales sobre ellos.
Frenados por la fuerza del cosmos, los cuerpos de Mastema y Erebus se dividieron en pedazos rectangulares que cayeron al suelo sobre un gran charco de sangre.
Assiut contempló anonadado los restos, lanzando una mirada de confusión hacia el joven santo del que jamás esperó una reacción similar. Cierto que su primera impresión sobre él fue insignificante, pero ahora comenzaba a cambiar.
— Esto comienza a ser un fastidio— ambos jóvenes escucharon la voz del conquistador de Egipto.
El mutilado cuerpo de Sennefer se mantenía a flote envuelto por Ka de color escarlata, algunas piezas se volvieron arena mientras las cascadas de sangre negra comenzaron a solidificarse.
El santo y el Apóstol observaron detenidamente cómo el fluido oscuro tomó la forma del brazo y mano perdida del espectro, volviéndose extremidades cubiertas de escamas negras que de igual forma rellenaron los espacios huecos que dejaron los cortes de Excalibur.
Manteniendo un gesto burlón y ególatra habló —Esos ojos tuyos son engañosos— río—, jamás esperé que bajo tal envoltura existiera un arma tan peligrosa… —la oscuridad de las escamas nuevamente comenzó a ceder, tornándose del mismo color que el resto de la piel de Sennefer quien sujetó con fuerza el Cetro de Anubis sin desvanecer su Ka.
— No hubo que escarbar demasiado profundo para que me mostraras tu verdadero ser. Tenía tiempo sin ver a alguien que pudiera hacer llover sangre, estoy complacido.
— Es verdad que me sentí confundido con tu sarta de palabrerías, pero bastó éste gesto tuyo —cubriendo el agujero en su peto— para hacerme recordar que como santo de Atena tengo prohibido dudar. Levantaré mi puño contra cualquier enemigo del Santuario y lo exterminaré.
— Eso será algo difícil de lograr, ¿no lo crees? —sus pies volvieron a tocar el suelo—. No importa cuántas veces hieran o destruyan mi cuerpo, volverá a reconstruirse ya que es el templo de una gran maldición gracias a la fuerza combinada de los dioses de Egipto y el mismísimo Shaman King. Mi alma está encadenada a mi cuerpo original, ni el cielo o el infierno pueden reclamarla; fue toda una pesadilla permanecer dentro de una vasija inmóvil e inútil durante centurias… Estaré en deuda con mi nuevo señor quien le transmitió vida a mis pétreos huesos y piel marchita.
— ¿Estás diciendo que ésta es una lucha inútil?— inquirió Capricornio con el ceño fruncido.
— ¡No!— exclamó Assiut exponiendo su luminoso Ka—. ¡Quizá no pueda ser destruido, pero sí puedo devolverlo al lugar del que jamás debió salir!
Assiut lanzó los sagrados sables de Horus hacia el enemigo, los cuales se clavaron en el suelo marcando los radios de un círculo dentro del que Sennefer era el centro.
— “¡Por Osiris…”— recitó Assiut rodeado por flameante Ka que inundó la habitación completa.
Sennefer notó cómo es que de las hojas de los sables emergieron jeroglíficos de luz que comenzaron a girar uno tras otro formando un aro perfecto a su alrededor.
— “… por Isis…” —un segundo aro se formó— “… por Horus! —y un tercero— ¡La divina trinidad de nuestro pueblo”
Del suelo, justo a espaldas de Senefer, emergió un sarcófago destapado— ¡Muerte…— del interior repleto de sombras emergió un sin número de vendas que envolvieron al egipcio desde los pies hasta la cabeza— … esperanza…— Sennefer fue jalado dentro del sarcófago, siendo sellado por una tapa ceremonial. Los aros de luz se convirtieron en cadenas que se ataron alrededor del ataúd— … y resurrección! ¡Por los sellos de la pirámide sagrada yo te ordeno que vuelvas a dormir!— los sables de Horus se despegaron del suelo para clavarse por el medio del ataúd, atravesándolo y girando como si fueran las llaves de un místico cerrojo.
Sugita observó con detenimiento al Apóstol Sagrado, estaba asombrado por la fuerza de su cosmos que es capaz de rivalizar con el santo de Géminis. Percibía la vibra espiritual de todo el entorno, una esencia muy similar a la que ha sentido en el templo del cangrejo dorado.
Visiblemente agotado, Assiut apaciguó su Ka mientras pensaba en que había tenido éxito y finalmente su padre había sido vengado, sin embargo…
— Qué iluso de tu parte— volvieron a escuchar la cruel voz de Sennefer— ¿Acaso no me estabas escuchando? ¿De verdad crees que tu débil Ka es suficiente para retenerme?
Assiut quedó descorazonado al ver cómo las cadenas del sarcófago comenzaron a romperse.
Una densa bruma roja empezó a salir de la fisuras de la tumba— Se necesitó del poder de los dioses de tu pueblo y del Shaman King para aprisionarme la primera vez, ¡una vez que ese sello fue roto es imposible de imitar!— rugió, provocando la ira del cielo oscuro. Las nubes nocturnas se adornaron con relámpagos que tronaban en la lejanía.
Conforme el Ka de Senefer se incrementaba, el sonido del viento se intensificaba sonando como una jauría de animales feroces. De la oscuridad de las dunas aparecieron miles de puntos rojos, los ojos del ejército del antiguo Apóstol de Seth.
Assiut y Sugita sintieron como el Palacio entero comenzó a temblar, quizá todo Egipto lo hacía.
El sarcófago estalló en cientos de pedazos, dentro de la bruma sangrienta la sombra del demonio Sennefer les sonrió con maldad. Para los dos guerreros era la primera vez que sentían una presencia tan poderosa e inquietante.
— Espero ahora comprendan que no les conviene ser malos invitados— prosiguió con sorna—, o tal vez yo he sido un mal anfitrión —rió descaradamente—. Es algo que puedo solucionar, permítanme vestirme con mejores ropas, mi más reciente adquisición.
El Cetro de Anubis destelló entre la neblina roja, abriendo un portal del que salió algo que no pudiron distinguir en la penumbra.
— ¡Zohar de Estéropes*, despierta y cubre mi cuerpo!
El resplandor de los relámpagos permitió a Assiut y a Sugita observar cómo una armadura blanca se ensambló al egipcio. El Apóstol podía saber que no se trataba de ninguna de las Albas sagradas de Ra, sino del tesoro que la Faraona debió entregar a cambio de la seguridad del Príncipe Atem.
El Zohar era una armadura completa que parecía estar formada por relucientes diamantes blancos y placas rojizas. El yelmo protegía toda la cabeza, contaba con una celada sobra la se grabó un enorme ojo en el centro, quedando a la vista la barbilla del egipcio.
El Ka de Sennefer continuó aumentando mientras los lamentos del desierto resonaban en los oídos de los guerreros sagrados. La alabanza espectral incitó al egipcio a atacar.
De su cuerpo Sennefer liberó una cantidad alarmante de relámpagos carmesí que arremetieron contra todo lo que se hallaba dentro de la habitación del trono.
Assiut intentó resistir, pero el dolor le hizo perder la poca energía que le quedaba, terminando estampado en la muralla más próxima, y aún allí siguió siendo vapuleado por las tremendas descargas hasta que dejó de reaccionar.
Sugita quiso eludirlos, pero resultó inútil al ser alcanzado por uno de ellos. Las descargas lo sacudieron con violencia, pese a que luchó para que su cosmos lo mantuviera de pie terminó boca abajo en el suelo retorciéndose de dolor.
Los estruendos cesaron en cuanto los pasos metálicos de Sennefer se dejaron escuchar. El egipcio caminó hacia donde Assiut colgaba de la pared, contemplándolo como si fuera una gran pintura de la que estaba muy orgulloso.
— Me entusiasma cómo es que la cosas tienden a repetirse… la forma en la que la historia se recrea por tan pequeñas coincidencias —comentó con arrogancia al sujetar el cabello del Apóstol hasta levantarle la barbilla y exponer su cuello—. Tú, así como el mismo Horus en la antigüedad, buscó vengar la muerte de su padre quien fue asesinado por Seth… lamentablemente para ti nadie intercederá para devolverte el reino que tanto deseas arrebatarme —rió estrujando todavía más los cabellos del Apóstol hasta que éste emitiera un quejido en su inconsciencia—. Del mismo modo, a diferencia de Seth yo no sólo he logrado destruir a Osiris, sino también a Isis y muy pronto a Horus… ¡La familia real completa, tal y cómo el mismo dios del desierto lo deseó alguna vez!— río con malicia, restregando la cabeza del Apostol contra el muro.
Sennefer percibió el cosmos hostil del caballero dorado que se había puesto de pie. La armadura dorada no sufrió mayores daños, pero el santo se veía herido y agotado.
— Para ser alguien que tiene el pecho perforado no te ves tan mal— comentó, soltando al inconciente Assiut.
— No importa cuántas veces… lastimes mi cuerpo, mi cosmos me levantará… las veces necesarias hasta cumplir con mi misión— aclaró, envainando a Excalibur.
La ráfaga cortante escapó del brazo de Capricornio en un fulgor mortal. Senefer recibió el impacto que dibujó una línea vertical en su armadura. Sugita esperó ver como la coraza cedía como un cascaron, pero quedó absorto al ver cómo Excalibur no causó ni una leve fisura en el material.
Sennefer se carcajeó victorioso— ¡Maravilloso, parece que la historia que me contaron sobre éste ropaje es verídico! —comentó extasiado—. No es que le tema a recibir uno o dos golpes, ya comprobaste que todo intento es inútil, pero incluso alguien como yo aprecia la integridad de su persona —con pasos tranquilos llegó hasta donde estaban los restos de sus cadavéricos subordinados. El Santo de Capricornio y el Apóstol Sagrado de Horus habían dejado de interesarle—. Éste entretenimiento fue inesperado… innecesario pero placentero— apuntó el Cetro de Anubis hacia los pedazos de carne y huesos—, aunque no necesito de bufones en mi corte— la sangre y restos de los demonios reaccionaron ante el fulgor del cetro maldito, transformándose en una masa orgánica que comenzó a tomar forma—, sino guerreros que fortalezcan mi ejercito de inmortales.
Capricornio miró con horror como Mastema y Erebus volvían a vivir, aunque sus cuerpos habían ganado una mayor musculatura, incluso se veían mucho más altos que antes.
— Mi tiempo fue detenido hace siglos, ahora que ha vuelto a correr ya nada lo detendrá— dijo al dar media vuelta hacia el santo—. Y en vista que pronto recibiré la visita de más agentes del Santuario, lo más propio es que me prepare para darles un buen recibimiento. ¡Desaparece!
FIN DEL CAPITULO 17
Osiris: Osiris es el dios egipcio de la resurrección, símbolo de la fertilidad y regeneración del Nilo; es el dios de la vegetación y la agricultura. Es el responsable de juzgar a los muertos en la Duat.
Nichrom & Kalim: Personajes originales de la serie de Shaman King.
ANUBIS: Era el encargado de guiar al espíritu de los muertos al "otro mundo", la Duat, dentro de las creencias egipcias.
SEKHMET: Diosa leona representante del Sol en su aspecto maléfico.
El nombre significa La Potente. Simbolizó también la guerra y fue colaboradora de la diosa cósmica Hathor, enviada a la tierra por Ra para exterminar a los rebeldes a su fe.
Visionario de la muerte: Persona a la que se le dio el poder de ver las condiciones en las que un individuo morirá en el futuro. (De mi fanfic LOST SOULS)
Estéropes: En la mitología griega, Estéropes (en griego ‘el que da el rayo’) formaba junto con Brontes y Arges la primera generación de Cíclopes, hijos de Urano y Gea.