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Titán de Ataque II (Narración alternativa SNK)

Fanfic SNK Shingeki no kyojin Attack on titan

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1 respuestas a este tema

#1 Australio

Australio

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Publicado 10 agosto 2020 - 06:20

¡Saludos a todxs! Vuelvo a estos foros después de mucho tiempo con ganas de compartirles algo. Se trata de un trabajo literario que proporciona una narración alternativa de los hechos contados en el manga Shingeki no Kyojin posteriores a lo que está actualmente adaptado en la serie animada (primeras tres temporadas), es decir, a los hechos ocurridos a partir del capítulo 90 del manga. Utilizo la narración en primera persona con un personaje diferente narrando cada capítulo. Me he tomado algunas licencias (ligeras modificaciones) y, de manera obvia teniendo en cuenta el formato elegido, la forma y el orden en que los hechos son contados difiere de la historia original; pero los sucesos son, a grandes rasgos y en buena medida, los mismos. Para el fin de mantener el ritmo semanal, no me tomo todo el trabajo que debería; en cuanto a corregir errores de tipeo, repeticiones y aspectos mejorables de la redacción y la narración en general. Creo, sin embargo, que esta narración alternativa, a partir del formato utiizado, aporta cosas interesantes a la historia; y considero que puede tratarse de una lectura enriquecedora tanto para quien haya leído el manga como para quien sólo haya visto la serie animada y quiera conocer como sigue la historia.

Al tanto de las reglas de este subforo, me tomo la libertad, por esta única vez, de postear dos capítulos seguidos. Subiré uno nuevo cada sábado. Cualquier comentario será sumamente apreciado.

Por último, les cuento que este fic está hecho originalmente para transmitir esta continuación de la historia a personas cerca a mí y no para ser publicado. Tal es así que aquí sólo haré el pegado del texto; pero la versión original en PDF incluye varias imágenes (y no se ajustaría a las reglas del foro). Quien esté interesadx en esta versión, está más que invitadx a contactarme. 

¡Aquí el primer capítulo!

 

Al morir, la fundadora Ymir dividió su poder en nueve titanes.

Cada titán tiene un nombre.

Este es el titán que nunca ha sido capturado.

En todas las eras se ha matenido luchando por la libertad.

Su nombre es...

Titán de Ataque.

(Eren Kruger; Año 832)

 

Titán de Ataque II

(Adaptación del manga Shingeki no Kyojin de Hajime Isayama)

 

I

“Los Guerreros"

 

- ¿Qué haces?  Es peligroso aquí. Tienes alas. ¡úsalas! ¡vuela lejos!

 

Memorias de Falco Grice

 

-  ¡Vuela lejos! - Pensé, antes de darme cuenta de que me encontraba consciente. Luego supe que no pude haber estado desmayado más que un par de segundos, pero en aquel momento sentí como si hubiera dormido por meses. Estaba herido, desorientado y no podía recordar qué hacía allí. El estruendo de las ametralladoras enemigas me recordó que la gaviota que sobrevolaba el campo de batalla era la menor de mis preocupaciones.

Mis compañeros, los soldados eldianos de la nación de Marley, yacían inertes, ensangrentados, en el suelo que me rodeaba. Quizás sólo yo había sobrevivido; y de todas formas estaba demasiado cansado como para pensar en hacer algo.

- ¿Por qué han muerto todos? La guerra es terrible. Quizás sería mejor morir...

- ¡FALCO! - Era la voz de mi hermano.

- Colt...

- ¿Qué estabas haciendo en la primera línea?

- ¿Qué...? - No logré hablar.

- Olvídalo... Me alegra que estés a salvo.

Los disparos se oyeron más cerca.

- ¡Cuidado nos atacan! - Gritó mi hermano llevándome consigo cuerpo a tierra. Con una lluvia de disparos persiguiéndonos, logró arrastrarme hasta la primer trinchera, en donde nos refugiamos. Allí se encontraban Gabi, Udo y Sophia. Al verme, los tres exclamaron mi nombre y se acercaron.

- ¡Falco! ¿Dónde te han herido? - preguntó Gabi con una preocupación que no me resultó sincera. El Coronel Magath, que se posicionaba también tras la trinchera, se anticipó para hablar con mi hermano.

- ¡Colt! ¿Cuál es la situación?

- La unidad eldiana en primera línea resultó un blanco fácil para la artillería enemiga y fue prácticamente aniquilada.

- ¿Y qué hay de las trincheras!

- ¡No podemos volver a intentar cavar una trinchera más adelante! - respondió mi hermano, enfático.

- ¿No podemos? ¿Me vas a decir lo que podemos y no podemos hacer, escoria eldiana? - Replicó el coronel, enardecido. Otros oficiales marleyeses se sumaron a reprender a Colt.

- Cuida tus palabras, engendro del diablo - alegó uno con repulsión. Mi hermano se calmó, respiró y reformuló su argumento.

-. Coronel, dada la situación, creo que en caso de...

Yo observaba su conversación aún sin terminar de recobrar el sentido, mientras Udo limpiaba la herida en mi cabeza.

- ¿Qué...? ¿Qué estamos haciendo aquí? - seguía preguntando en voz alta.

- Parece que el golpe lo ha afectado - proclamó Sophia.

- ¿No lo recuerdas, Falco? - Me indagó Udo, preocupado. - Hoy es el día en que podremos fin a esta guerra contra Medio Oriente, que hemos librado durante los últimos cuatro años.

- La guerra terminará... - repetí confuso, tratando de recobrar la lucidez.

- Parece que a éste va a haber que explicarle de nuevo toda la operación - sentenció Gabi. - Escúchame sólo a mí. Esta guerra que nos ha consumido cuatro años por fin se acabará. Todo lo que debemos hacer es tomar el Fuerte Slava, frente a nosotros. Bueno...- se autocorrigió. - Más precisamente, lo que debemos hacer es hundir la flota de la Alianza de Medio Oriente que se encuentra en la estación naval, justo bajo el fuerte. Entonces habremos ganado esta guerra para Marley. Pero el Fuerte Slava defiende la estación naval desde una posición elevada. Es imposible atacar la estación a menos que se controle el fuerte.

- No entiendo por qué la Armada no los ataca por mar. - Interrumpió Sophia.

- ¿Piensas que podemos contar con que esa Armada haga algo bien?- Le contestó Udo, enardecido. - Les tomó cuatro años controlar el mar en esta zona, y por eso la guerra se ha extendido tanto. ¡Los muy inútiles perdieron más de la mitad de la flota! ¡Sin mencionar todas las naves de reconocimiento que han sido enviadas a la Isla Paraíso los últimos tres años! ¡No ha regresado ninguna! ¡Nos dicen a nostros, el ejército, que debemos tomar un fuerte antes de que ellos puedan hacer algo! ¡Como si nada!

Aún me encontraba mareado y no lograba recordar con claridad. Alzé la mano frente a Udo, indicándole que interrumpiera su parloteo.

-  Pero...¿por qué estamos nosotros, cadetes de doce años, en el frente de batalla? - interpelé, ingenuo.

- Es porque se acerca la hora de decidir; Falco. - A Gabi le brillaban las ojos. Forzó un acento misterioso que la hizo ver un poco tonta. A mi primo, el Subcapitán Reiner, no le quedan más que dos años. El Coronel Magath debe querer evaluarnos el campo de batalla. Pronto seleccionarán a uno de nosotros cuatro como el próximo guerrero; el heredero del Titán Acorazado.

- Si nos fijamos en las calificaciones, - marcó Udo-  los cuatro nos posicionamos con posibilidá...

- Seré yo - proclamó Gabi, interrumpiendo.

- No te duermas en los laureles, Gabi - dijo Sophia, burlona. - No pienso dejártela fácil.

- ¡No es cuestión de las calificaciones! - replicó la presumida recluta. - Lo que me hace mejor es que ustedes...es que yo estoy preparada. - El brillo en sus ojos se hizo más notable, - Preparada para salvar el destino de todos los eldianos. Y asesinar a todos los demonios de la isla, que nos han causado tanto sufrimiento. A todos, hasta el último. Voy a ganar contra ellos y demostrarle al mundo que todos los eldianos que quedan somos buenos eldianos. - Mientras hablaba, Gabi envolvía unas cuantas granadas de mano en una redecilla hecha con soga. - No voy a fallar. Los voy a liberar a todos de la zona de reclusión.

Mientras tanto, Colt continuaba hablando con el Coronel Magath.

- Es imposible que una fuerza de infantería como la nuestra logre destruir las vías del tren artillado. - Continuaba sosteniendo, convencido. - La ametralladora frente a nosotros no deja huecos en la defensa. Si nos quedamos aquí, el tren se acercará y nos destruirá a nosotros eventualmente.

- ¿Tienes una idea mejor, Grice? - Magath se veía molesto, aunque intrigado.

- Usemos al Titán Mandíbula y al Titán Carreta - declaró mi hermano. - Galliard y Pieck pueden elliminar a los hombres en la ametralladora y la trinchera sin darles tiempo de reaccionar.

- De ninguna manera. - Sentenció el Coronel. - Si no jugamos nuestras cartas en el orden correccto, nos espera la derrota.

- ¡Coronel! - interrumpió un soldado marleyense. - ¡El tren está a la vista y acercándose!

- Ese tren que recorre las vías alrededor del fuerte tiene ocho cañones anti-titán; la nueva arma desarrollada por la Alianza de Medio Oriente - Señaló Magath. -Sus proyectiles podrían matar un titán de un disparo; incluso, si es uno de los nueve.

- Pero Coronel... - Insistió Colt, - Los titanes de Galliard y Pieck son los más rápidos. Es difícil que el enemigo consiga darles en la nuca.

- Y si lo llega a conseguir, ¿entonces qué? - interpeló el Coronel.

Mi hermano se quedó en silencio.

- Escúchame bien, Grice - continuó Magath. - Se acerca el día en el que heredarás el Titán Bestia, y es bueno que vayas entendiendo ciertas cuestiones. - Mi hermano escuchaba tenso, pero con el pecho erguido. - “El poder de los titanes es supremo.” Ése es el axioma de Marley. Hace cuatro años, perdimos al Titán Colosal y al Titán Hembra en la Isla Paraíso. Nuestro poderío se vio debilitado a los ojos del mundo. Eso provocó esta guerra, que hoy debemos concluir.Si llegáramos a perder otro titán, no solamente nuestra supremacía sería cuestionada y eso generaría más guerras; sino que además se retrasaría algún más la recuperación del titán fundador, a la que hemos aspirado por nueve años, desde el 845. Mientras ese tren pueda circular, ningún titán saldrá al campo de batalla. Con que unos pocos logren lanzarle granadas al tren, bastará. Permitiré que los aspirantes a cadete se queden en la trinchera. - No negaré que me sentí al aliviado al oírlo. - ¡Unidad Eldiana! - gritó de pronto. - ¡Prepárense para atacar! ¡Su objetivo es el tren artillado!

- ¡Pero Coronel! - Replicó desesperado mi hermano mayor. - ¡No puede enviar una unidad de ochocientos soldados a una muerte casi segura!

- ¿Otra vez me vas a decir qué puedo hacer, eldiano de porqueria? - Ahora el Coronel se veía realmente enojado. - Colt Grice, en un año serás el capitán de los guerreros, ¡demuestra algo de liderazgo! ¡no puedes estar llorando por ochocientos eldianos! Ustedes no tienen derecho a vivir en primer lugar. Cuando te conviertas en guerrero, tú y tú familia serán marleyenses honorarios. ¿Así es como agradeces a Marley? ¿Esta es tu lealtad?

Colt se quedó estupefacto. El pánico se sintió en los ochocientos soldados que llevaban el brazalete rojo, el distintivo que los eldianos no debían quitarse jamás.

- ¡Coronel! - Se oyó a un oficial Marleyense. - ¡El tren artillado viene hacia aquí!

- Óptimo. - Sentenció el comandante. - Eso mejorará nuestros posibilidades. ¡Grice!- se volteó hacia Colt. - ¡Ataquen inmediatamente!

Gabi dio un paso al frente, colocándose delante de Colt, y se dirigió a Magath con firmeza.

- Coronel, déjeme hacerlo. Me encargaré del tren yo sola.

- Denegado. - respondió Magath antipático. - La nación de Marley ha gastado mucho dinero en entrenarlos. Los cadetes aspirantes a guerrero se quedarán en la trinchera. Sólo irá el futuro capitán.

- Ya veo... - Respondió Gabi, tranquila. - Soy única; mi talento es tan inigualable que mi vida vale más que la de ochocientos soldados y la del futuro Titán Bestia. Le agrado tanto, Coronel, que sacrificará a ochocientas personas y al futuro de los guerreros con tal de preservar mi genialidad.

- Está bien. - Replicó Magath de mala gana. - Puedes intentarlo.

Gabi se quitó velozmente el uniforme, quedando en ropa interior.

- ¿Qué haces? - la interpelaron.

- Es necesario para llevar a cabo mi plan. - Contestó. - Coronel, solicito permiso para quitarme el brazalete, será poco tiempo.

Normalmente, los eldianos sólo podíamos quitarnos el brazalete dentro de nuestros baños.

- Adelante - dijo Magath.

- Le demostraré que soy digna de heredar el Titán Acorazado - declaró la aspirante, llena de confianza.

Gabi ató las granadas que había envuelto a su tobillo. Sin preámbulos, dio un salto fuera de la trinchera. Alzó las manos en señal de rendición. Comenzó a caminar torpe y lentamente hacia adelante. Desde la trinchera, todos observábamos con nerviosismo.

- Los soldados sin uniforme van contra las leyes internacionales - apuntó mi hermano.

- ¿Y si no queda nadie para reportarlo? - soltó risueño un oficial marleyense.

Paso a paso, Gabi avanzaba. En cualquier momento podían dispararle. Gritó y cayó al piso. Se oyó un disparo. No temí. La mayoría de nosotros habíamos visto con claridad: Gabi había caído instintivamente, antes del disparo. Se mantuvo tendida unos segundos. El tren se acercaba.

Ágilmente, se levantó de un parpadeo al tiempo que lanzaba las granadas hacia las vías. Fue un lanzamiento espectacular. Las granadas aterrizaron pocos metros delante del tren. Explotaron justo debajo del vagón delantero, que dio un salto y descarriló, provocando el vuelque de la formación entera.

En la trinchera se llenó de exclamaciones de asombro y alegría. Gabi se apresuró a correr hacia atrás, buscando refugio en un pequeño pozo que algún soldado de primera línea había logrado cavar antes de ser despedezado por la ametralladora. Comenzaron a dispararle. Los proyectiles se multiplicaban; el polvo se levantaba y dificultaba la puntería enemiga. Pero cuando ya se acercaba al pozo, Gabi tropezó y cayó. ¡La matarían!

No estaba lejos. Podía ayudarla. Cuando lo pensé, ya había recorrido la mayoría de la distancia. Los disparos aún no me llegaban. Seguí corriendo hacia esa chiquilla insoportable, que no sé no por qué tanto me importaba. Le tendí mi mano. Oí el estruendo de la ametralladora. La ráfaga de disparos nos alcanzaba. Una gran sombra nos cubrió; a ella y a mí. Algo muy grande nos protegía de los disparos. Miré hacia arriba. Era como un hombre cinco metros, parado sobre sus manos y pies como un chimpancé. Llegué a ver su larga cabellera rubio y su rostro cubierto por esas corazas impenetrables que conformaban el cuerpo de algunos titanes. Su prominente dentadura brillaba de manera inquietante.

- ¡Galliard! - exclamé al unísono con Gabi. Nos miramos de manera extraña, y de inmediato comprendimos que debíamos aprovechar la covertura del Titán Mandíbula para regresar a la trinchera. Mientras volvíamos, el Titán cargaba contra la trinchera enemiga. Gabi había cumplido el objetivo. Era el turno de Galliard y Pieck.

Impulsados por la arremetida del titán, los Eldianos salieron de la trinchera y se lanzaron al ataque. El Titán Mandíbula había destrozado las posiciones enemigas del centro. Vi pasar una figura inconfundible, lanzándose velozmente al flanco derecho de los medioorientales. El Titán de Galliard se desplazaba en dos o cuatro temas según fuera conveniente, como algunos monos. En cambio, el titán de Pieck era totalmente cuadrúproblema. Su andar era una mezcla de una mula y una rana, con los brazos largos por delante y las piernas fuertes y centradas, flexionadas hacia afuera. La cara prominente, que se asemejaba al pico de un ave, completaba lo cómico de su aspecto. Pero Pieck no causaba ninguna gracia al enemigo. Con una rapidez que no dejaba posibilidad de reacción, un blindaje que protegía su lomo y ojos, y una torreta de tres cañones a cuestas; el Titán Carreta era un arma infernal. El flanco derecho de las defensas de Medio Oriente fue arrasado por los disparos de los tres cañones.

En mi regreso a la trinchera, advertí un soldado enemigo herido. Estaba incapacitado y necesitaba primeros auxilios. Lo arrastré conmigo y seguí tras Gabi hasta donde se refugiaban Udo y Sophia.

- ¿Qué se supone que estás haciendo, Falco? - Me preguntó Gabi; molesta.’

- Necesita ayuda. - Respondí.- Si podemos frenar la hemorragia, lo tomaremos prisionero. Pásame un torniquete, Udo.

- ¿Qué pretendés, Falco? - me interpeló Gabi. - ¿Hacer el héroe? O quizás... ¡Ya sé! Quieres que sobreviva para que me reporte ante los organismos internacionales y te elijan como Guerrero en vez de a mí, verdad.

- Piensa lo que quieras... - Le contesté indiferente. Sólo pensaba en heredar el titán. Yo no entendía por qué Gabi ansiaba tanto acortarse la vida.

Mi prisionero me hablaba, me repetía algo. Yo no era capaz de entender su lengua, pero supe que Udo podría.

- ¿Qué está diciendo, Udo? Tradúcelo.

Udo prestó atención y una expresión sombría se apoderó de su rostro.

- Dice... - Declaró con seriedad. - “Demonios. No me toquen. Prefiero morir a ser tocado por Eldianos.”

No quise oír más, y presté atención a la conversación que Magath sostenía con mi hermano.

- ¿Qué opinas, Grice? Lo interpeló el Coronel.

- Pieck y Galliard han desvastado el frente enemigo; es momento de replegarnos y dejar que el equipo aéreo termine el trabajo.

- ¡Retrocedan! Empezaron a gritar los soldados delante, el tiempo que tomaban posición nuevamente en nuestra trinchera. Tras cubrir la retirada de la infantería, Pieck y Galliard también se retiraron a posiciones de apoyo. A partir de ese momento, con el frente de batalla despejado y posicionados frente al fuerte, fuimos espectadores de lujo del resto de la batalla. Gabi fue la primera en mirar hacia el cielo.

- ¡Ha empezado!- Exclamó entusiasmada.

Un zepelín se posicionaba sobre el fuerte. Se abrió la compuerta posterior, y comenzaron a caer personas en paracaídas. Pero había algo extraño. Esas personas estaban inertes, inmovilizadas. Pronto comprendí lo que sucedía. Había escuchado sobre los “bombardeos kinéticos” del Capitán Jaeger, pero sería la primera vez que los vería. La imagen no me agradó en lo más mínimo.

Esas decenas de personas que caían eran eldianos que habían traicionado a Marley. Cuando todos los paracaídas estuvieron desplegados, pudimos oír con claridad el caudaloso grito del capitán de los guerreros. El cielo sobre el Fuerte Slava se plagó de destellos. Cada uno de los lanzados en paracaídas emitió un gran rayo de luz en todas las direcciones y, en un parpadeos, tres veintenas de enormes y grotescos titanes comenzaron a caer sobre el fuerte, como una bizarra lluvia de horror.

 

La fortaleza se vio dañada por doquier. Caían torres y más torres, se desplomaban más y más estructuras. Varios sectores resultaron derrumbados en su totalidad. Lo peor, sin embargo, estaba por venir. Lentamente los mosntruos humanoides se recuperaban de la caída y comenzaban a actuar; a hacer lo único que eran capaces de hacer: Apresar a los humanos a su alrededor y devorarlos. El vapor titán comenzó a emanar del fuerte. Los titanes si levantaban sin una pierna, sin un brazo, sin media cabeza. No importaba, se regenerarían rápidamente. Sólo pensaban en comer.

Mientras ver a los guerreros titanes en batalla, con sus ágiles movimientos y sus letales armas, resultaba un grato espectáculo; ver a estos titanes puros, eldianos condenados, constituía una experencia macabra, totalmente horrorosa. Torpes, irracionales, casi sin aparente percepción de lo que los rodeaba y lo que hacían, estos humanoides de más de diez metros sólo se dedicaban a sujetar a con la mano a los humanos que encontraban, llevarlos a su boca y masticarlos. Sus horripilantes rostro de humano malformado eran totalmente inexpresivos, burlonamente graciosos para una existencia tan nefasta.

- Qué demonios más asquerosos... - nos increpó un oficial marleyense. - ¿Ven? ¡Esa es la verdadera forma de su raza! ¡Son unos monstruos! Nuestros antepasados marleyenses también fueron devorados de esa manera repulsiva. ¡Por eso es que ustedes no tienen derecho a nada!

No dijimos nada, pero miramos. Los oficiales nos molestaban menos si nos veían contemplar el horror de nuestro linaje. El enemigo comenzaba a utilizar toda su artillería anti-titán dentro del fuerte. Se incrementaron los sordos cañonazos. Algunos titanes eran derribados o despedazados. Parecía que el enemigo estaba preparado para resistirlos.

Se volvió a ver a alguien cayendo en paracaídas desde el zepelín; aunque esta vez se trataba de una persona sola y no se encontraba inmovilizada. A lo lejos distinguimos su cabello rubio. El Sub-Capitán Braun se lanzaba a la batalla.

- Reiner...ten cuidado. - Oí murmurar a Gabi.

Con un despliegue lumínico impresionante, el Titán Acorazado se formó justo sobre la torre principal izquierda del Slava, destrozándola al caer. Se puso de pie rápidamente y, con una mano barrió todas las defensas superiores del flanco

El titán del Sub-Capitán Reiner era imponente. De quince metros de altura, cuerpo ancho y músculos firmes y prominentes, provocaba una total sensación de poder. Además, la armadura que le cubría todo el cuerpo lo hacía parecer totalmente invencible.

Le dispararon desde otra parte del fuerte; y se vio a Reiner retroceder. Los disparos se repitieron, y todos observamos atónitos: la nueva artillería de Medio Oriente podía atravesar la armadura del Titán Acorazado. Reiner estaba siendo visibilmente dañado; intentado cubrirse con los brazos para minimizar el efecto de los cañones anti-titán. Pero los proyectiles enemigos lo mantenían a raya, y no lograba acercarse a los cañones. Nos invadió la preocupación; el Sub-Capitán se encontraba acorralado.

De pronto, una gran figura se abalanzó desde el flanco derecho, arrasando con dos de los cañones que le disparaban a Reiner. Galliard había vuelto al ataque. El Titán Mandíbula dio otro gran salto y cayó sobre otra posición de la artillería enemiga en un sector más lejano. Rápido, el Sub-Capitán Braun arrancó una atalaya entera y la utilizó para destruir los cañones restantes. En la trinchera se empezaba a proclamar la victoria; la amenaza había sido eliminada. Faltaba, sin embargo, ver en acción al arma más poderosa de Marley.

No lo noté lanzarse en paracaídas; sólo lo advertí con la explosión luminosa de su transformación titánica. El Titán Bestia, Capitán de los guerreros, aparecía por fin. La expresión de su rostro, puesta como estaba en una especie de gorila superatlético de 17 metros de alto, lo delataba como el rey del terror. Sin perder tiempo, el Capitán Jaeger tomó un puñado de bombas enemigos y las arrojó en un soberbio lanzamiento hacia la estación naval. En el horizonte, vimos los barcos enemigos explotar. Nuestra flota ya se abalanzaba sobre la de Medio Oriente. La victoria era nuestra. Por fin, Marley había ganado la guerra.

Desde la estación naval se vio venir a una velocidad inverosímil un haz luminoso. Se dirigía precisamente a la posición del Capitán Zeke. Célere, el Titán Acorazado se interpuso, colocándose como escudo del Capitán. La explosión fue terrible, como nunca había visto antes. Desde la trinchera observábamos asustados. El Acorazado se encontraba tendido en el suelo, boca arriba, con el pecho totalmente destrozado. El miedo se apoderó de nosotros. Veíamos que la nuca no había sido afectada; Reiner no estaba en peligro de muerte. Sin embargo, se lo veía destrozado; y nos llenaba de terror el ver lo que un solo disparo podía hacerle incluso al poderoso Titán Acorazado.

La flota marleyesa no tardó mucho en tomar la estación y, tras la aplastante derrota, la Alianza de Medio Oriente se vio obligada a presentar la rendición ante Marley. Luego de cuatro años de sufrimiento, logramos poner fin a la guerra. Pero no olvidaríamos ese miedo, esa sensación de que los titanes podían caer. Ese recordatorio inquietante de que los invencibles guerreros de Marley eran, en realidad, sólo guerreros.

 

Continuará...

 

 

Anexo

Guerreros de Marley

Son soldados eldianos de élite de la nación de Marley, a los que se les otorga uno de los seis poderes titanes bajo el control del ejército marleyense. Son seleccionados y entrenados desde muy corta edad. Cuando un eldiano hereda un titán y se convierte en guerrero, él y su familia inmediata son nombrado marleyenses honorarios, siendo esta la única forma en la que un eldiano puede aspirar a salir de las zonas de reclusión. Con su poderío, Marley se ha impuesto militarmente sobre el resto del mundo durante un siglo.

 

Coronel Theo Magath

Es el oficial marleyense que tiene autoridad sobre la unidad de guerreros, así como el principal responsable de su entrenamiento.

 

Capitán Zeke Jaeger

Es el Capitán de la división de guerreros. Porta el Titán Bestia desde hace doce años. A los siete años de edad, denunció un movimiento de insurrección eldiana que encabezaban sus padres, condenando a todos a deambular como titanes puros en la Isla Paraíso. Su fluído espinal tiene  propiedades únicas: Si un eldiano lo ingiere, un grito de Zeke basta para que éste se transforme en un titán puro. Además, los titanes puros generados de esta manera obedecen los comandos de Zeke y se mantienen activos con la luz lunar. Esta habilidad no tiene precedentes entre los guerreros marleyenses, y se desconoce de donde proviene. A esto se añade su letal destreza en el lanzamiento de proyectiles con las manos. Fue enviado a la Isla Paraíso a buscar noticias de sus compañeros y prestarles auxilio en el año 850, pero regresó derrotado.

 

 

Sub-Capitán Marcel Galliard (Fallecido)

Heredó el Titán Mandíbula hace once años, en el 843. En el 845, fue puesto al mando de la operación para infiltrarse en la Isla Paraíso y recuperar el titán fundador. Murió en el comienzo de la misión, antes de poder infiltrarse en las murallas, devorado accidentalmente por un titán puro de los tantos que deambulaban por la isla.

 

Sub-Capitán Reiner Braun

Heredó el Titán Acorazado en 843. En 845 fue enviado en la operación de infiltración a la Isla Paraíso. Tomó el mando del equipo ante la muerte de Marcel y vivió durante cinco años infiltrado en las filas enemigas. Tras la derrota en 850, fue el único de los cuatro enviados inicialmente en regresar a Liberio. Asumió la responsabilidad por el fracaso de la operación; y su firme lealtad hacia Marley le valió el perdón y, eventualmente, la designación como Sub-Capitán.

 

Pieck Finger

Heredó el Titán Carreta en 843. En 850, fue enviada a la Isla paraíso junto con Zeke Jaeger. Participó como unidad de apoyo en la batalla decisiva, en la que logró rescatar a Zeke y a Reine tras la derrota.

 

Berthold Hoover (situación desconocida)

Heredó el Titán Colosal en 843. En 845 participó de la operación de infiltración en la Isla Paraíso. Vivió durante cinco años infiltrado en las filas enemigas. Tras la derrota decisiva en 850, fue capturado por el enemigo. Se cree que es improbable que siga vivo, y que posiblemente el enemigo le haya arrebatado el poder del Titán Colosal.

Annie Lionhart (Situación desconocida)

Heredó el Titán Hembra en 843. Participó de la operación de infiltración a la Isla Paraíso en 845. Fue capturada por el enemigo en 850. Mientras algunos creen que el enemigó la asesinó y posiblemente robó su titán, otros dicen que podría estar viva.

 

Porco Galliard

Hermano menor de Marcel Galliard. A pesar de no haber sido seleccionado como guerrero en 843, continuó destacándose al servicio de Marley. Heredó el Titán Mandíbula en 850, después de que la eldiana que había demorado a su hermano en 845 se entregara voluntariamente.

 

Colt Grice

Ha sido seleccionado para heredar el Titán Bestia dentro de un año, siendo así el próximo capitán de la división de guerreros.

 

Gabi Braun

Prima menor de Reiner Braun. Principal candidata a heredar el Titán Acorazado de su primo dentro de dos años.

 

Falco Grice

Hermano menor de Colt Grice. Aspirante a heredar el Titán Acorazado dentro de dos años.

 

Udo

Aspirante a heredar el Titán Acorazado dentro de dos años.

 

Sophia

Aspirante a heredar el titán Acorazado dentro de dos años.


¡Y aquí el capítulo II!

 

II

“La Isla Paraíso”

 

- No te dejarán sentarte a la mesa, pero insistí en que te permitieran estar presente. Más pronto que tarde serás el Capitán de los guerros.

 

Memorias de Colt Grice

 

-  Debes aprender a comportarte en este tipo de reuniones. - había continuado el Capitán Zeke, cuando me ordenó que lo encontrara en la entrada del devastado Fuerte Slava para asistir a la reunión de oficiales que evaluaría las consecuencias de la batala y de la guerra; y también los pasos a seguir. Mientras caminaba junto al Capitán, mi nerviosismo se acrecentaba. En sólo un año yo ocuparía su lugar: sería el capitán de los guerreros, un marleyense honorario y un oficial del ejército marleyense. Pero mi brazo aún tenía el brazal amarrillo de los eldianos conscriptos, y no podía olvidar la forma en la que el Coronel Magath, que estaría en la reunión, me había tratado durante la batalla. No podía olvidar como todos los marleyenses me habían tratado. Toda la guerra; toda mi vida. - ¿Creés que tenés derecho a hablar, eldiano de porqueria? - Resonaba en mi cabeza; como tantas veces había escuchado. Pero era cierto, no podía olvidarlo. Somos los descendientes del demonio, no tenemos derecho a hablar. Por eso los marleyenses me intimidaban. - Si fuera un marleyense honorario, si tuviera un brazalete rojo como el Capitán Jaeger...

Pero sólo faltaba un año. Un año más y yo sería un marleyense honorario. Mamá, Papá y Falco también lo serían. No hacía falta que Falco se conviertiera en un guerrero. De todas formas, Gabi estaba mucho mejor calificada para heredar el Titán Acorazado. Ella debía ser la elegida. Falco podría vivir una vida larga y pacífica, como cuidadano marleyense, y también mis padres; sólo porque yo heredaría el Titán Bestia.

Pero aún faltaba un año. Aún era un eldiano; no tenía derecho a hablar y los marleyenses podían hacer lo que quisieran conmigo. Altos oficiales del ejército, como los que estaba a punto de ver, hacían lo que querían incluso con ciudadanos naturales marleyenses. Era cierto que me debía ir acostumbrando a las juntas; pero era una locura que un conscripto eldiano como yo asistiera a la reunión oficial de los más altos oficiales del ejército, presidida por el mismísimo General Calvi. Estaba aterrado. Las rodillas me temblaban cuando el Capitán Jaeger me indicó que habíamos llegado al sitio señalado.

Al ingresar en la habitación, noté que ésta, al igual que todas las que habíamos pasado, carecía de techo. Supongo que no quedaba ningún cuarto con el techo en pie. No lograba comprender el motivo de llevar a cabo una junta tan importante la edificación que había sufrido los efectos de la batalla pocas horas antes. Al margen; la imagen de todos los altos oficiales del ejército marleyense sentados a una mesa en un cuarto sin techo y con las paredes medio derrumbadas resultaba cómica, lo que me ayudó a relajarme. Con mi mejor porte, me quedé de pie, duro como la piedra, en un sitio contra la pared cerca del asiento que tomó el Capitán Jaeger. Me sentí avergonzado cuando percibí que sólo nos esperaban a nosotros. El General Calvi dio inicio a la junta.

- Cuatro años de una guerra inesperada. Cuando yo me sentaba a los costados de esta mesa, como están hoy ustedes, caballeros, nos hubiéramos reído hasta el cansanco de la sola idea de que la Alianza de Medio Oriente pudiera hacerle la guerra a Marley. Y han resistido cuatro años. El mundo nos ha perdido todo el respeto.

El General hablaba distraído, apático, mirando hacia un costado. Tras esta primera declaración, se quedó en silencio, sin volver la mirada. Un oficial tomó la palabra.

- Esta claro que esta guerra, y todas las calamidades que nos trajo; fueron producto del fracaso en la Isla Paraíso. Oyeron de nuestra derrota, de que ya no contábamos con dos titanes; y eso los ha envalentonado.

Las miradas se volvieron hacia el Capitán Jaeger y el Coronel Magath, que estaba sentado junto a él. El Coronel se quedó en silencio, con un semblante de gravedad, mientras el Capitán se mantenía totalmente inexpresivo.

- ¡Al diablo con los titanes! - interrumpió otro. - La razón por la que el mundo se atreve a desafiarnos es que la ingeniería comienza a dar armas más poderosas que nuestros monstruos eldianos. ¡El daño sufrido por el Titán Acorazado está en todos los periódicos del mundo! “El fin de era de los titanes.” “El inminente triunfo de la inteligencia humana.” ¡Eso es lo que se dice a lo largo y a lo ancho del planeta! ¡Ya no temen a Marley y sus gigantes homófagos!

Los oficiales parecieron adherir, con excepción del Coronel Magath y el Capitán Jaeger. La atención se tornó hacia el General Calvi, que comentó con su indiferencia característica.

- Si el Acorazado no se hubiera interpuesto; nuestro chico maravilla no estaría hoy sentado aquí, entre nosotros.

El chico maravilla. Así se referían al Capitán Jaeger, que había sido un niño prodigio en todos los aspectos. Había mostrado su lealtad a Marley al denunciar la traición de sus padres a los siete años de edad. Podía convertir en un titán que obedecía sus órdenes y se mantenía activo a la luz de la luna a cualquier eldiano que hubiera ingerido su fluído espinal. Esta habilidad era exclusiva de Zeke Jaeger, desconociéndose la causa por la que esto ocurría. Calvi continuó.

- Más aún, he oído que el Acorazado también tuvo problemas con las baterías anti-titán del enemigo, y debió ser asistido por el Mandíbula. ¿Qué opinión le merece todo esto, Coronel Magath?

- Mi General, la mayoría de esta guerra se ha dado por mar; dejándonos imposibilitados de usar a nuestros titanes en la mayor parte de los casos. Si se la compara con la flota enemiga, la nuestra está muy atrasada; tanto en lo tecnológico como en lo humano.

El comandante de la marina replicó ofuscado.

- Ahora nosotros fuimos el problema, ¿verdad, Magath?  Por otra parte, mi General, - se volvió hacia Calvi - creo que el poder de los titanes ha hecho que nos durmamos en los laureles. Nos hemos confiado y estamos pagando las consecuencias. Mientras, seguros del poder de los titanes, descuidábamos la carrera armamentística, otras naciones dirigían todos sus esfuerzos al desarrollo de armas capaces de enfrentar a los titanes. Esfuerzos que, al cabo de un siglo, han dado sus frutos. Y por eso hemos llegado a esta situación.

- Sí, parece que así están las cosas. - Respondió el General con liviandad. - ¿Alguna objeción de su parte, Coronel Magath?

- No, mi General - replicó Magath, solemne. - A pesar de eso, nuestros titanes continúan siendo las armas terrestres más poderosas.

- A la velocidad en la que se están desarrollando las armas aéreas, - intervino el comandante de la fuerza aérea - no tardará en llegar el día en el que bombas de varias toneladas nos caigan desde el cielo. Entonces, el cielo será el escenario en el que se definan las guerras, y los titanes, las armas más terribles de la tierra, sólo podrán mirar desde abajo.

El oficial miró hacia el cielo, y el resto lo siguió. Durante un cómico momento, todos los oficiales contemplaron el firmamento desde sus asientos en la habitación sin techo.

- Es una pena que no tengamos titanes con alas... - comentó el General. - Entonces, ¿creen que la supremacía militar de Marley se encuentra en peligro?

- En mi opinión, General, - participó nuevamente el comandante de la fuerza aérea- ya hemos quedado detrás.

- Ya veo. - Contestó Calvi, siempre neutral y pensativo. - La gran nación de Marley, que derrotó a los demonios eldianos. Mírennos ahora. - Esbozó una sonrisa burlona. Por un momento, el silencio se apoderó de la junta.

- ¡Mi General - Intervino, para mi sorpresa, el Capitán Jaeger, con su brazalete rojo de marleyense honorario. - ¿Puedo cometer la osadía de expresar mi opinión?

- Oh, Zeke - respondió Calvi despreocupado. - Adelante, habla con libertad.

- Mi General, como usted ha dicho, Marley es la gran nación que derrotó a los demonios de mi raza. Por eso las naciones del mundo nos tienen respeto a la vez que nos temen. Tanto el respeto como el temor se están desgastando, es verdad. Pero mientras aún se mantengan al menos parcialmente, es menester que emprendamos una nueva operación en la Isla Paraíso y nos apoderemos del Titán Fundador.

Se vio el descontento en los ojos de los oficiales. Tras un momento, fue Magath quien contestó.

- ¿Es que no has oído una palabra de lo que se ha dicho, Zeke? Marley no tiene futuro si continúa dependiendo del poder de los titanes.

- Sí, mi Coronel. - Replicó Jaeger, con tranquilidad. - Y concuerdo plenamente con lo expuesto. Marley se debe centrar en el desarrollo de armas convencionales de ahora en adelante. Se trata de un salto científico, tecnológico e industrial que esta gran nación necesita dar. Se necesiten importante proyectos para desarrollar nuestra minería, nuestra metalurgia, nuestras máquinas y nuestros procesos de fabricación; atraer científicos extranjeros y conseguir que le enseñen a los nuestros. Y mientras hacemos todo eso, ¿podemos contar con que nuestros enemigos se quedarán de brazos cruzados, aguardando amablemente a que consigamos un nivel de progreso adecuado?

Por primera vez en lo que iba de la reunión, al General se lo notó interesado, y miraba fijamente al Capitán eldiano. Habiéndose percatado de tal interés, el Capitán Jaeger continuó, seguro y enfático.

- Lo que necesitamos, el plazo más corto posible, es un titular en cada periódico del mundo diciendo que Marley ha derrotado a los demonios de la Isla Paraíso y cuenta con el poder de todos los titanes, incluyendo el Titán Fundador. Sólo eso mantendría a raya a los enemigos de esta nación.

 

Zeke Jaeger era un hombre extraordinario, excelente en cada aspecto. Desde niño, había sido el guerrero perfecto, sobresaliente por su capacidad física, su inteligencia y su lealtad. Personas como él hacían bien a la imagen de los eldianos. Gracias a su impecable comportamiento, todos los oficiales marleyenses podían ver que un eldiano podía ser un soldado honorable. A pesar de que yo había resultado el mejor entre cientos, no me sentía a su altura. El heredar su poder y su posición constituía una enorme responsabilidad. Yo no estaba preparado, no era tan bueno como él. En sólo un año yo ocuparía su lugar, pero jamás llegaría a ser como Zeke Jaeger. Él era especial: Un respetado eldiano cuya opinión era valorada incluso por los comandantes del ejército de Marley.

- Le recuerdo, Capitán Jaeger, que sólo le queda un año de tiempo... - Señaló tranquilamente el General Calvi.

- Y tengo mucha curiosidad por saber si todas mis habilidades serán transmitidas a Colt. - Declaró Zeke, con entusiasmo. Me sentí nervioso al ser nombrado, y me puse rígido para mantener la postura. - Pero aún me queda un año y, como ya dije, creo que la prioridad debe ser retomar la operación de la Isla Paraíso. Necesitamos hacernos con el Titán Fundador lo más pronto posible.

- Ya veo. Entonces quieres usar tu último año para vengarte por lo ocurrido hace cuatro años, ¿no es así? - El General siempre hablaba con suma calma; casí con desdén por las palabras ajenas y las propias.

- Todo esto lo ha provocado la escoria de Grisha Jaeger. Seré yo, su antiguo hijo, quien le ponga fin. - El Capitán hablaba con gran convencimiento y un sagaz brillo en la mirada.

- Con que así estamos, ¿Eh, Zeke? - respondió risueño el General. - Siempre he confiado en tu criterio, ¿sabes? Con respecto a la Isla Paraíso... Ya van tres años en los que ninguna de las expediciones navales que enviamos consigue regresar. No es un dato muy alentador. ¿Cuáles son nuestras chances de derrotar a los muchachos de...? ¿Erwin Smith, verdad?

- La máxima autoridad militar de la Isla Paraíso es un hombre que ostenta el título de Generalísimo. - Replicó Zeke; rápido, confiable. - Sin embargo, se limita a ejercer la justicia militar sobre todas las fuerzas desde la capital. De todas estas fuerzas, la única bien preparada para la batalla es un cuerpo de caballería de sólo un par de cientos de soldados, conocido como la Legión de Exploración. El General Erwin Smith era su comandante cuando nos derrotaron en 850. Sin embargo, creemos que pudo haber muerto en la batalla. En ese caso, la comandante sería una mujer llamada Hange Zoe.

- ¿Una mujer es la comandante? - preguntó un oficial con desconfianza.

- Las mujeres eldianas son temibles. - Señaló Calvi. - Piensen en ello. Finger, Lionhart, Braun...

- Es cierto. - Dijo un tercero.- ¡Si serán abominaciones los eldianos, que no hay diferencia entre los hombres y las mujeres!

- Entonces...- Intervino el comandante de la Marina. - ¿Un cuerpo de caballería de un par de cientos hombres es su fuerza principal? ¿Qué peligro puede implicar eso? ¿Cómo podrían hacer frente a nuestras armas si pelean a caballo? - Soltó una sonrisa irónica.

- La Isla Paraíso tiene numerosas y poderosas armas. - Contestó Zeke con seriedad.  - Usan equipo de combate especialmente diseñado para enfrentar titanes. Poseen unos dispositivos llamados “equipos de maniobras tridimensionales”, que les permiten volar mientras tengan de dónde sujetar los cables, y pueden usar incluso al mismo enemigo para ello. Tienen arpones de uso manual que dan descargas de alto voltaje; capaces incluso de atravesar la armadura del Titán Acorazado. Hace cuatro años subestimamos esas armas, y regresamos derrotados.

Los oficiales callaron por un momento. Se impuso la seriedad. Luego habló en General.

- ¿Crees que cuentan con algún titán además del de Ataque, Jaeger?

- Bueno, no creo que un solo titán pudiera haber derrotado a las expediciones navales que enviamos. - Señaló el Capitán. - Como mínimo, el Titán de Ataque debió haber contado con la ayuda de otro titán. Mi medio hermano, Eren Jaeger, quien posee el poder del Titán de Ataque, posee también al Titán Fundador y; si bien no domina completamente la Coordenada, parece que al menos una vez ha utilizado parte de su poder. Tanto Lionhart como Hoover fueron capturados por el enemigo y, si creemos que han robado el poder de uno de ellos, tanto más probable es que hayan robado ambos. De ser así, la Isla Paraíso contaría con el poder de cuatro titanes en total: Eren Jaeger con el de Ataque y el Fundador; y otros dos con el Hembra y el Colosal.

La seriedad se intensificó. Hasta el General se veía preocupado.

- Además de los titanes, la Isla Paraíso tiene dos guerreros Ackerman. - Continuó Jaeger. - Hasta que los descubrimos allí, pensábamos que los Ackerman eran sólo una leyenda. Se trata de seres humanos con fuerza y destreza sobrenaturales; subproductos de la ciencia titán. El más peligroso, Levi Ackerman, me hubiera matado en sólo unos segundos de no ser por Pieck. Y la otra Ackerman es una mujer joven; pero su forma de combatir es impresionante y logró vencer al Sub-Capitán Braun. Son aterradores; preferiría no tener que enfrentarlos de nuevo.

- Ya veo. - Dijo el General Calvi. - Muy bien, Jaeger. Tal como pides, transmitiré al Gobierno la voluntad militar de concentrarse en una nueva operación en la Isla Paraíso.

El Capitán Zeke era asombroso. Había logrado convencer incluso a los comandantes del ejército de Marley. Minutos después, el Capitán Jaeger y yo regresábamos por donde habíamos ido. Se lo veía calmo y sonriente mientra disfrutaba de un cigarro. El Capitán era tan enigmático como admirable.

Sabía que a los siete años de edad había denunciado a sus padres por traición, siendo éstos condenados. Sin embargo, aparentemente su padre había sobrevivido y se había infiltrado entre los demonios de la Isla Paraíso. La historia no me quedaba clara; y me pareción que era una buena ocasión para preguntarle al Capitán al respecto.

- Capitán... - Le dije con timidez. - ¿Qué es lo que su padre...hizo en la Isla Paraíso?

- Esa información no es fácil de conseguir. - Respondió Zeke sonriente, - Incluso al Gobierno de Marley le ha llegado más tarde que pronto.

- Disculpe, Capitán. - Me sentí un idiota por haber preguntado,

- Está bien Colt, te lo contaré. El Búho fue un rebelde eldiano que logró infiltrarse en el ejército como ciudadano marleyense. Poseía el poder del Titán de Ataque; que nunca ha podido ser capturado por Marley. En el 832, transmitió su poder a mi padre, que estaba condenado a vagar como un titán puro por la Isla Paraíso. Con ese poder, mi padre sobrevivió y se instaló dentro de las murallas. Allí, la familia real Fritz había cambiado su nombre a Reiss y vivía en el anonimato; controlando el gobierno desde lejos mientras un falso rey ocupaba el trono. El Rey Fritz, cuya voluntad se traspasaba de generación en generación con el Titán Fundador, quería que su gente viviera una existencia pacífica dentro de las murallas el mayor tiempo que fuera posible; sin intención de oponer resistencia cuando Marley fuera a eliminarles. Grisha Jaeger robó el poder del Titán Fundador y se lo traspasó junto con el Titán de Ataque al hijo que había tenido dentro de los murallas. Por culpa del Búho y de mi padre, ahora el Titán de Ataque y la Coordenada están juntos y son una amenaza para la humanidad.

- Entonces... - Pregunté confundido. - ¿El Rey Fritz nunca fue un enemigo de Marley?

- El Rey Fritz quería realizar una utopía de paz entre las murallas el mayor tiempo que fuera posible. Sin embargo, huyó abandonando a su pueblo en el continente. Ahora los demonios de la isla lo han traicionado; y la guerra es inevitable.

- Ya veo... - No sabía qué decir. - Perdón por preguntar lo que no debo, Capitán.

- Descuida. - Zeke me sonrió. - En un año heredarás mis memorias. Quizás descubras mi pequeño secreto.

La curiosidad me invadió; pero no me atreví a preguntar. ¿Qué ocultaría el Capitán Jaeger, tras las propiedades únicas de su fluido espinal?

Esa noche, después de tanto tiempo, tomamos el tren de regreso a casa. Estaba feliz de poder ver a mis padres de nuevo; y sobre todo de devolverles a Falco con vida. Falco...apenas había logrado salvarlo la última vez. No quería que mi hermano muriera joven. Después de su última hazaña, era seguro que Gabi sería elegida para heredar el Titán Acorazado. Esperaba que eso decepcionara a Falco y lo hiciera dejar el ejército, buscar una vida pacífica. Por ser mi hermano, sería un ciudadano marleyense y podría salir de la zona de reclusión y vivir sin ser maltratado. No había necesidad de que se sacrificara él también. Pensaba alabar a Gabi frente a todos los oficiales marleyenses con los que tuviera oportunidad; asegurarse de que todos se convencieran de que ella era la más capacitada para heredar el titán de su primo.

En el tren, todos estaban contentos de regresar por fin a sus hogares. El Sub-Capitán Braun parecía recuperado de sus heridas. Para mi asombro, quien se veía pálida y agotada y se ayudaba con una muleta para caminar era Pieck.

- ¿También te han herido, Pieck? - Pregunté al saludar a la portadora del Titán Carreta.

- Colt, habían pasado dos meses desde la última vez que me había transformado en humana. Cuando paso tanto tiempo como titán, luego me cuesta caminar con sólo dos piernas.

Los otros guerreros sólo podían pasar unas pocas horas convertidos en titanes, pero la resistencia de Pieck Finger era excepcional.

- Al menos ahora podrás descansar, Pieck. - Dijo Porco Galliard, que se acercó a tomar asiento junto a su compañera.

- Porco, deberías dejar en paz a Reiner. - Le dijo ella. Era sabido que Galliard y el Sub-Capitán Braun no se llevaban bien. Galliard culpaba a Reiner por la muerte de su hermano Marcel en la Isla Paraíso.

- ¡Ey muchachos! - Dijo luego Pieck, buscando algo en su cartera. - Me han regalado un licor excelente. ¿Por qué no bebemos para celebrar?

La última vez que había bebido había hecho el ridículo, o eso me habían contado. No había conseguido recordar nada y me había sentido fatal. A decir verdad, no solían terminar bien las ocasiones en las que bebía. Pero, ¡cómo necesitaba relajarme! Ya era todo un hombre, debía acostumbrarme a beber un poco y mantener la compostura. Lo haría poco a poco. Tras cuatro años de guerra, valía la pena celebrar.

 

 

Continuará...

 

 

Anexo

Resumen del reporte de Reiner Braun sobre la operación en la Isla Paraíso

En el año 845, cuatro guerreros son enviados a Isla Paraíso: Marcel Galliard, elTitán Mandíbula; Berthold Hoover, el Titán Colosal; Annie Lionhart, el Titán Hembra; y Reiner Braun, el Titán Acorazado. El Sub-Capitán Galliard es puesto al mando. Su objetivo es infiltrarse entre las gente de las murallas, localizar al Rey Fritz y robarle el poder del Titán Fundador, la Coordenada.

 

Año 845.

Desembarcamos en la isla. Debimos caminar durante un día y medio desde el puerto a la muralla. Incluso lejos de las murallas, hay una gran cantidad de titanes puros; es un viaje peligroso. Tras una jornada entera de caminata, acampamos en un bosque para descansar algunas horas.

Durante las primeras horas de la mañana, el Sub-Capitán Marcel Galliard fue devorado por un titán puro. No pudimos seguirlo hasta que volviera a su forma humana. Hemos perdido al Titán Mandíbula. Su servidor, Reiner Braun, toma el mando de la operación.

La primera fase completada con éxito. La concentración de titanes en los lindeles de la muralla era muy alta. El Titán Hembra casi se ve sobrepasado al acercarnos corriendo a ella, ya que debió hacerlo sola mientras estaba planificado que rotara con el Titán Mandíbula. Como estaba planeado, atrajo a los titanes puros en su camino. Me tuve que transformar en titán para defender a Lionheart mientras Hoover rompió la muralla con el Titán Colosal. También usé el Titán Acorazado para destruir la puerta interna. Los titanes que atrajimos ya han invadido la zona protegida por la primer muralla. Están refugiando la población tras el siguiente muro. Logramos hacernos pasar por refugiados; y ahora dormimos entre ellos.

La gente de las murallas no sabe nada sobre los eldianos y el poder de los titanes. Piensan que son los únicos seres humanos vivos en un mundo tomado por los titanes, y no tienen conocimiento de la naturaleza de éstos. Su ciencia y tecnología están dos siglos atrasados. El Rey Fritz gobierna desde la capital, en el centro, junto a su corte.

 

Año 846.

No hay señales del poder del Titán Fundador. El Rey Fritz reina hace más de cuarenta años. No creemos que sea auténtico, al menos no posee la Coordenada. Para pasar al distrito anterior, donde viven el Rey y sus funcionarios, se necesita un permiso especial. Sólo Annie consigue infiltrarse fingiendo ser prostituta, y aún así no le es sencillo circular cerca de personalidades influyentes. La investigación es dificultosa y muestra pocos avances.

Año 847.

Para acercarnos al gobierno, hemos decidido ingresar como reclutas al ejército. Debemos quedar entre los diez mejores para poder ingresar en la Policía Militar. De esa manera tendremos acceso a la capital y estaremos cerca de nobles y funcionarios; con muchas mejores posibilidades de investigar a la familia real. Creemos que la verdadera estirpe del Rey Fritz se oculta en alguna parte.

Año 848.

Entrenamos como cadetes del ejército. En nuestro grupo hay una mujer de habilidades físicas sorprendentes. Se apellida Ackerman, como los guerreros superpoderosos que, según la leyenda, protegían al Rey Fritz. Annie continúa infiltrándose en la muralla interior cuando nos dan algún día libre, pero no ha logrado encontrar una pista que nos lleve al Titán Fundador. Annie está soprepasada; pronto ingresaremos en la Policía Militar para que todo el peso de la investigación no recaiga sobre ella.

 

Año 849.

La Policía Militar Interior es un regimiento de élite dentro de la Policía Militar, que actúa dentro de la capital. Annie sospecha que tienen algún vínculo con el verdadero Rey Fritz. En particular captó su atención un oficial cuyo nombre completo no pudo averiguar; aunque oyó a sus subordinados llamarlo “Capitán Kenny”. Este “Kenny” tiene más pinta de matón de los barrios bajos que de alto oficial, pero incluso los altos funcionarios del gobierno acatan sus órdenes.

Kenny es muy astuto. Descubrió que Annie lo investigaba. Además de su gran porte, es sorprendentemente diestro: sorprendió y atacó a nuestra compañera. Consiguió derrotarla, a pesar de que Annie no tiene rival en el combate cuerpo a cuerpo. Podría tratarse de un Ackerman. Por poco, Annie consiguió escapar. Debemos interrumpir la investigación de Kenny hasta que entremos en la policía militar. Annie no cree que Kenny haya podido ver bien su rostro; pero es peligroso segirlo investigando por ahora.

 

Año 850.

Nuestro entrenamiento como soldados ha finalizado. Hemos conseguido quedar entre los mejores e ingresaremos en la Policía Militar. Decidimos que, para forzar al Rey Fritz a mostrarse, romperemos la segunda muralla y haremos que los titanes la atraviesen. Como hicimos hace cinco años, Berthold romperá la muralla exterior y a las pocas horas yo romperé la puerta interior. De esta manera, la población ser verá obligada a recluírse en el distrito interior. El espacio y los recursos no serán suficientes, y se desatará un gran caos. Esperemos que esto obligue al Rey a mostrarse; y estaremos cerca para verlo como miembros de la Policía Militar.

Berthold hizo un hueco en la muralla exterior; pero abortamos la operación después de un descubrimiento sorprendente: Uno de nuestros compañeros de promoción tiene el poder del Titán de Ataque. Parece ser que descubrió su habilidad de convertirse en titán durante el desarrollo de la batalla. Su nombre es Eren Jaeger; y fue criado junto con Mikasa Ackerman. Con su ayuda, el ejército ha conseguido reparar el hueco en la muralla, y eliminar a los titanes que habían penetrado. Sin embargo, creemos que el Titán de Ataque puede ser una pista que nos lleve al Titán Fundador. El regimiento al que se unirá Eren Jaeger, la Legión de Exploración, es una pequeña fuerza encargada de realizar expediciones al exterior de las murallas y combatir allí a los titanes. Berthold y yo nos uniremos también, para vigilarlo de cerca; mientras que Annie irá a la Policía Militar para seguir buscando pistas de la realeza en el distrito interior.

La Legión de Exploración logró capturar vivos a dos titanes. El General Erwin Smith y la Sub-General Hange Zoe son astutos y audaces. Si progresan en sus investigaciones y descubren la verdad sobre los titanes, se complicarán las cosas para nosotros. Por orden mía, Annie se ha infiltrado en el campamento a la noche y matado a las titanes. Nadie la ha descubierto.

Berthold y yo hemos ingresado en la Legión de Exploración. Mantenemos correspondencia con Annie. En un mes, la legión hará una expedición al exterior, con nosotros dos y con Eren Jaeger en sus filas. Hemos decidido que será la mejor oportunidad para capturar el Titán de Ataque. Annie atacará con su Titán Hembra y lo capturará. Berthold y yo le informaremos la posición del objetivo.

La captura del Titán de Ataque ha fracasado. Hemos subestimado al enemigo. En primera instancia, Smith y Zoe lograron capturar al Titán Hembra, y Annie apenas pudo escapar antes de ser extraída; usando su habilidad para atraer titanes puros. Luego de eso, Annie regresó al ataque y logró capturar a Eren Jaeger. A pesar de que eliminó a muchos soldados, fue derrotada por Mikasa Ackerman y un soldado conocido como el Capitán Levi. Este último tiene una capacidad de combate incomparable, al punto que podría enfrentarse sólo a uno de los nueve titanes. Annie perdió al prisionero; pero logró escapar sin que su identidad sea descubierta. Aún quedan muchos soldados que combaten de manera excepcional usando el dispositivo de maniobras tridimensionales, que les permite combatir por los aires. La Legión de Exploración es un enemigo temible.

El enemigo nos ha descubierto. Hemos recuperado al Titán Mandíbula. La mujer que había devorado a Marcel resultó ser también miembro de nuestra promoción y de la Legión de Exploración. Lo había mantenido en secreto. Annie fue descubierta y capturada; desconocemos los detalles. Antes de que nos descubran también, Berthold y yo decidimos actuar. Atacamos con los titanes Colosal y Acorazado e intentamos capturar al Titán de Ataque y el Mandíbula. Lo habíamos logrado, pero la Legión de Exploración nos persiguió en nuestra retirada y logró recuperar al portador. Eren Jaeger logró manipular titanes puros durante la batalla. Creemos que tiene el poder de la Coordenada, aunque ignora su existencia y cómo utilizarlo. Hemos localizado al Capitán Zeke Jaeger, enviado en nuestra ayuda con Pieck Finger. El Titán Mandíbula será enviado de vuelta a Marley.

Sabemos que el enemigo intentará cerrar la brecha en la muralla que abrimos hace cinco años. El Bestia, el Colosal y el Acorazado los esperaremos allí y los emboscaremos, con el Carreta como apoyo. El Capitán Jaeger ha preparado un plan brillante, con el que podremos capturar a Eren Jaeger y eliminar a la Legión de Exploración.

Hemos sido derrotados. Berthold fue capturado por el enemigo. La Legión de Exploración ha desarrollado unos arpones de mano que golpean con descargas eléctricas; capaces incluso de atravesar la armadura del Titán Acorazado. El Capitán Jaeger fue derrotado por el Capitán Levi y Pieck consiguió rescatarlo antes de que éste lo asesinara. Lo mismo me ocurrió a mí, que fui derrotado por Mikasa Ackerman, Hange Zoe y otros. Eren Jaeger logró derrotar a Berthold; y Zeke y Pieck no pudieron rescatarlo. Creemos que el General Smith ha muerto en la batalla, así como la gran mayoría de la legión. El enemigo ha conseguido recuperar el territorio que le hicimos perder hace cinco años. El Capitán Jaeger, Pieck Finger y yo regresamos a Marley. La operación ha fracasado.

 

 

En el próximo capítulo...

 

Tendido en el suelo, las patabas de Annie me seguían cayendo como truenos. Era una luchadora formidable. Pero yo ya no sentía dolor. Ya no sentía nada. Oía a Berthold pedirle a Annie que se detenga, mientras ella me seguía gritando.

- ¡Debiste morir hace un momento en lugar de Marcel! ¡Te mata la culpa, la verdad! ¡Pues muere! ¡Liberate de tu culpa y muere de una vez!

Se encontraba fuera de sí, con los ojos llorosos y la expresión desfigurada. Comprendía su frenesí, no la culpaba. Pero debía mostrarle por qué yo no estaba así; por qué yo sería más fuerte.

Me dio un respiro. Estaba cansada. Lo aproveché: Me puse de pie de un salto y me lancé a su cuello; derribándola con una llave. Después de todos los entrenamientos de combate cuerpo a cuerpo que habíamos tenido, era la primera vez que yo lograba derribar a Annie. Comenzé a hacer presión sobre su cuello.

- Reiner ha muerto. - Recuerdo las palabras que le dije, como si hubieran sido las primeras palabras de una nueva vida. Berthold, muy asustado para intervenir, me gritaba que la suelte. - Si necesitas a Marcel, yo seré Marcel.

 

 

III

"Regresar"


Editado por Australio, 10 agosto 2020 - 06:22 .


#2 Australio

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Publicado 15 agosto 2020 - 08:13

III

 

“Regresar”

- Reiner es fuerte, inteligente y siempre nos ayuda cuando no entendemos la instrucciones. - Apuntó Connie. - ¡Es obvio que el sería el mejor líder de entre todos nosotros, hasta yo me doy cuenta!

 

Memorias de Reiner Braun

 

-  ¡Mikasa es la más fuerte, come poco y siempre comparte su cena! - Insistió Sasha. - Antes que a cualquiera, ¡Yo la seguiría a ella sin dudarlo! ¿Verdad, Mikasa?

- Creo que Armin es el más adecuado para dar órdenes. - Contestó la joven prodigio. - Piensa mejor que cualquiera.

- Yo seguiría a cualquiera que no sea un idiota suicida. - Intervino Jean, buscando saña. - Esa clase de...

- Yo creo que tu podrías ser un buen líder, Jean. - Interrumpió Marco; impidiendo que Jean siga haciendo enfadar a Eren. - ¿Tú que crees, Ymir?

- ¡Es obvio que Christa es quien reúne todas las cualidades para el mando! - Replicó la joven, para sorpresa de nadie. - ¿Acaso no es a quien más y más gustosos seguirían todos?

- Pues... - Intervino Eren. - Yo también creo que Reiner es el mejor soldado y el mejor líder. Más allá de sus aptitudes, es confiable y siempre sabe ver y hacer el bien común. Tiene la clase de fortaleza que también hace fuertes a las personas que lo rodean.

 

Eso había sido antes, cuando entrenaba para ser un soldado; pero recuerdos como ése me asolaban en cada momento. Había sido un soldado; llevaba las alas de la libertad. Cabalgaba bajo las órdenes del General Erwin Smith para recuperar el territorio que los titanes le habían arrebatado a la humanidad. El destino de la toda la raza humana estaba en nuestras manos, las de la Legión de Exploración. La población no podría sostenerse por mucho tiempo más si no reconquistaba la muralla que Berthold y yo habíamos roto. Ciertamente; todo era nuestra culpa. Annie corrió hasta la muralla, Berthold la pateó hasta hacer un hueco; y yo derribé la puerta interior. Eran el Titán Hembra y el Titán Colosal; yo era el Titán Acorazado. Cientos de miles perdieros sus casas; otros tantos fallecieros. Los adultos fueron mandados al muere y los huérfanos se multiplicaron. La mamá de Eren fue devorada; y aquel granjero se suicidó. La humanidad entre las murallas se vio sumida en la miseria y la violencia. Por eso no pude ser un soldado. Porque yo ya era un guerro.

  Era un guerrero; era el Titán Acorazado. Un marleyense honorario. Un eldiano, de la raza de los demonios que habían atormentado a la humanidad; que comprendía su pecado y juraba lealtad a la gran nación de Marley. Porque, si los malditos eldianos, que no tenían derecho a nada, mostraban capacidad, dedicación y fidelidad a Marley; entonces podían ser admitidos. Podía expiar los pecados de su sangre y convertirse en ciudadanos de Marley. Pero mientras existieran los eldianos de la isla; Connie, Sasha, Jean, Marco, Ymir, Mikasa, Armin, Eren y todos los demás. Sobre todo Eren. Marco ya había muerto; devorado por ese horrible titán. Yo había vengado su muerte, había matado a ese titán. Pero había visto todo. En realidad fue Annie quien lo asesinó, dejándolo indefenso ante el titán. ¿Por qué Annie haría eso? Yo se lo había ordenado. Al menos había vengado su muerte. Marco murió por ser demasiado perspicaz; y yo lo vengué. Ymir murió porque quiso hacerlo. Comenzaba a entenderla. Mientras existieran esos demonios de la isla, no podríamos demostrar al mundo que los eldianos que quedamos estamos arrepentidos de nuestros pecados. Pero Christa era diferente; tenía el corazón más puro que se haya visto. A ella la rescataría, la sacaría de esa isla llena de demonios. Demonios que nos habían abandonado.

- Hemos sido abandonados. - Me repetía mi madre cuando era niño. - El Rey Fritz se marchó a la Isla Paraíso y nos dejó en el continente. Por eso es que vivimos en esta zona enrejada. Por nuestras venas corre la sangre de los demonios que han atormentado a la humanidad por siglos. Por eso tenemos que estar encerrados, para que no volvamos a molestar a nadie. Por eso tu padre no está con nosotros. Tu padre es un marleyense. - A mamá se le humedecían los ojos cuando hablaba de papá. - Va en contra de la ley que un marleyense tenga un hijo con una eldiana, ¿entiendes, Reiner? Por eso no podemos estar juntos, porque somos eldianos y descendemos de los demonios. Por eso lo de tu padre es un secreto, y no puedes contárselo a nadie, ¿entiendes?

Ya casi lo había olvidado, pero ahora lo recordaba. Era por eso que todo había empezado. Lo único que yo quería...era sacarle esa tristeza a mi madre. A la madre que me dio sustento y cariño, que siempre luchó sola contra el mundo por mi bienestar. Sólo quería hacerla feliz.

Si se convertía en un guerrero, podría ser un marleyense honorario, y también su padre. Podrían vivir todos juntos. Yo tendría un papá; y mamá por fin sería feliz. Por eso tuvo que esforzarse al máximo.

- ¿QUIÉN LES DIJO QUE PODÍAN CAMINAR, ELDIANOS DE porqueria? ¡CORRAN, DIABLO! ¡CORRAN SI ALGUN DIA QUIEREN DEJAR DE SER UNA BASURA, AUNQUE NO SE LO MERECEN! ¿ASÍ LE AGRADECEN A MARLEY QUE LOS ENTRENE EN LUGAR DE QUEMARLOS VIVOS, COMO DEMONIOS QUE SON? ¡CORRAN! - Repetía el entonces instructor Magath. Y tenía razón. Eran demonios, no merecían nada y debían esforzarse al máximo.

Debía esforzarme para ser un marleyense honorario y reunir a mamá y papá. No importaba que Marcel siempre fuera por delante en todo. No importaban las veces que Annie me hiciera morder el polvo en el entrenamiento de combate. No importaba que Berthold me derrotara en las prácticas de tiro. Que Pieck y Porco siempre me vencieran en todo. Yo debía dejarlo todo para convertirme en guerrero.

- Cinco de nosotros serán elegidos para convertirse en guerreros. - Había dicho Porco una vez. - El restante tendrá que esperar trece años. Es obvio que ése serás tú, Reiner. Eres el peor en todo. Sólo ingresaste por la lealtad a Marley que muestras en los exámenes escritos. Porque te la pasas lamiéndole las botas al instructor: “¡Sí, señor! ¡Mataré a todos los demonios de la isla, señor!” No eres más que un lamebotas.

- ¿No entiendes que en esa isla están los demonios que atormetaron al mundo durante toda la historia? - Le respondí furioso. Me había tocado donde me dolía. - ¿Acaso estás menospreciando nuestra misión?¿O es que estás de su parte? ¡Eres un traidor , un eldiano restauracionista! ¡Lo sabía! ¡Te voy a reportar y...!

Porco me calló con un golpe. Caí tendido al suelo. Dijera lo que dijera; sentía una triste realidad.

- ¡Cualquier idiota puede quejarse de lo mucho que a odia a los demonios de la isla! - Me gritó Porco mientras Marcel lo sujetaba para que no me siguiera golpeando.

Marcel se llevó a Porco, y los demás también se fueron. Berthold acudió a ayudarme.

En esas épocas nos decíamos cosas terribles, en especial, Porco y yo. Pero otras veces todos corríamos y reíamos juntos. En esos tiempos, hasta Annie reía a veces. Niños. Niños que se sometían a un cruel entrenamiento. Los adultos lo hacían por conveniencia; pero los niños teníamos sueños. Corríamos, reíamos y teníamos sueños. Como Gabi, Falco, Udo y Sophia. Pero yo ya no tenía sueños. Apenas había podido contener el llanto, cuando vi el otro día a los cuatro niños; celebrando haber ganado la guerra, ilusionados con convertirse en guerreros. ¡Esa misma ilusión que yo tenía cuando me eligieron!

- ¡No puede ser! - Se quejó Porco luego del anuncio. - ¿Cómo puede ser que te hayan elegido, Reiner? ¡Eres el peor de nosotros!

- Si no te han elegido a tí... - Me sentía pleno, realizado. - ¿Eso no significa que el peor eres tú?

Porco iba a golpearme, pero Marcel otra vez lo detuvo.

- Porco, ¿estás discutiendo una decisión del Ejército de Marley? - Reprendió el flamante Sub-Capitán a su hermano.

Finalmente, fui elegido como guerrero. Heredaría el Titán Acorazado. Lo había conseguido. Era un marleyense honorario, y mi madre también. Podríamos vivir fuera de la zona de reclusión. Podríamos vivir con papá. Podríamos ser una familia. Recuerdo la ilusión que tenía cuando ingresé a los talleres donde mi madre había trabajado en su juventud. Los talleres a cargo de mi padre.

- ¡Papá! - Fue lo primero que le dije. - ¿Verdad? Mi mamá trabajó en estos cuarteles; aquí te conoció. Karina Braun. Cuando vi tu rostro, super que eras tú. - Me lanzó una mirada aterrada, pero aún no le había dicho lo más importante. Le señalé mi nuevo brazalete rojo. - ¡Mira! ¡Mamá y yo ahora somos marleyenses honorarios! ¡Podemos salir de la zona de reclusión! ¡Podemos vivir todos juntos!

- Tu madre te envío, ¿verdad? - Me contestó por fin, con una expresión que no entendí. - ¡ESA cain ELDIANA TE ENVÍO! ¡QUIERE VENGARSE! ¡QUIERE ARRUINAR MI VIDA! ¡SI SE ENTERAN DE ESTO ESTOY ACABADO! ¡ESO ES LO QUE QUIEREN TÚ y TU MADRE, ARRUINAR MI VIDA! ¡SON UNOS DEMONIOS DE porqueria! ¡ALÉJENSE DE MÍ!

Nunca lo hablé con mi madre. Ella nunca preguntó. Supongo que presentía la verdad; mas la rechazaba. Ella seguía hablando bien de mi padre. Incluso lo mencionó el día que nos despedimos.

- Estoy orgullosa de tí, Reiner. - Me dijo ese día en el puerto, con lágrimas en los ojos. - Confío en tu éxito en esta misión. Seguro que tu padre también estará rezando por tí.

No tenía un padre, pero al menos mi madre estaba orgullosa. Orgullosa de mí. Nos habían hecho desfilar por Liberio antes de llevarnos al puerto. Todo el pueblo había salido a vernos. “¡Nuestros guerreros elegidos!” “¡Nuestros héroes!” “¡Sálvennos de los demonios de la isla!” gritaba la multitud entusiasmada. No necesitaba un padre; era uno de los guerreros eldianos elegidos para eliminar la amenaza de Isla Paraíso. Éramos cuatro, la gente nos animaba y nos elogiaba, tenía sus ilusiones puestas en nosotros. El extraordinario Marcel Galliard, Sub-Capitán de los guerreros y líder de la operación; ya que el Capitán Zeke se quedaría en Marley junto con Pieck. Marcel era sobresaliente en todo, responsable y buen compañero. Él siempre llevaba la ventaja, pero ayudaba a todos y no dejaba que nadie se quedara atrás. Además estaba Berthold Hoover, de gran fortaleza física y mente fría y calculadora, aunque de personalidad débil y maneras suaves; con excepcionales habilidades de tiro. Luego, Annie Lionhart. Sombría, algo cínica y poco proclive a relacionarse con los demás; pero de gran destreza y un prodigio en las artes marciales. Por último, estaba yo. No tenía sus virtudes. No era fuerte, hábil ni listo. Pero había logrado llegar hasta allí. Éramos los cuatro guerreros que salvarían al mundo de los demonios de la Isla Paraíso. No; eso éramos para los demás. Éramos sólo cuatro niños. Cuatro niños que corrían, reían y soñaban. Cuatro niños con brazaletes rojos, en el centro de un desfile, siendo aclamadas por todos y a punto de partir hacia una tierra desconocida. Creo que fue la última vez que pudimos ser niños. Nada más al desembarcar en la Isla Paraíso; todo cambiaría. Más aún; yo sería el único en regresar. Ya no podía cargar con eso.

Desde el preciso momento en el que pisamos la Isla Paraíso, sentimos que las cosas no andaban bien. Sólo debíamos ajustarnos al plan: Primero, acercarnos a la muralla. No habría muchos titanes mientras esuviéramos lejos. Luego; Marcel y Annie se turnaría para llevarnos corriendo a la muralla, mientras atraían tras ellos a la mayor cantidad posible de titanes puros. Una vez allí, Berthold abriría una brecha a patadas. Mi parte comenzaría después de eso: Debía derribar la puerta interior para asegurarnos de que todo el territorio tras la muralla quede desprotegido de los titanes puros. Pero comenzamos a divisar titanes al poco tiempo de adentrarnos en la isla. Pudimos evitarlos con nuestros caballos; pero parecía que las cosas no irían según lo planeado. Luego de andar toda la tarde y toda la noche; nuestras monturas estaban agotadas y decidimos detenernos. Notaba cierta desazón en mis tres compañeros. Yo era todo ilusión y entusiasmo. Tonto; pensé que podría animarlos.

- ¡Vamos! ¿Qué es lo que les pasa? ¡Estamos cerca de castigar a los demonios que aterrorizan al mundo! ¡Que han atormentado a la gran nación de Marley! ¡Por fin podremos...!

- Reiner, discúlpame. - Me interrumpió Marcel. Esas inesperadas palabras; entonces no las entendí. Pero con ellas fue que la persona que era comenzó a desplomarse. - Tú no deberías estar aquí, Reiner. Todo es mi culpa. Iban a elegir a mi hermano. Yo le llené los oídos a los oficiales. Le inventé a Porco mil defectos y a tí un millón de virtudes. Yo hice que te eligieran. Es mi culpa que estés aquí. Por eso te pido disculpas.

En ese momento, no logré entender por qué Marcel se disculpaba conmigo. Yo era un guerrero, un marleyense honorario, el más grande reconocimiento al que hubiera podido aspirar jamás. ¿Por qué se disculpaba? Ahora lo comprendo. Comprendo lo que sentía. Sentía lo que yo sentí en el tren que nos trajo de regreso a Liberio luego de la guerra con la Alianza de Medio Oriente. Habían pasado cuatro días de eso; y el descanso era un tormento para mí.

Ese idiota de Colt, el que heredaría el Titán Bestia dentro de un año, se había emborrachado otra vez. Satisfechos con la victoria, los oficiales hicieron la vista gorda. Andaba por todo el tren con mi prima Gabi montada sobre sus hombros; y lo seguía un bullicioso grupo de conscriptos eldianos, también borrachos.

- ¡La joven maravilla de Liberio! - Repetía Colt Grice. - ¡La muchacha que salvó a ochocientos soldados con su audacia! ¡La chica que enfrentó al tren blindado con sólo un manojo de granadas, y salió victoriosa! ¡SALVE GABI!

- ¡GABI! ¡GABI! ¡GABI! ¡GABI! - Arengaban los conscriptos.

Mi prima ya era todo una heroína. Sería elegida para heredar mi titán. Dos años más y compartiría mis memorias; y mi destino. Sin saber por qué; clavé mi mirada en Falco, que observaba sentado cerca mío.

- No deberían darle de beber a mi hermano. - Dijo para romper el silencio. - Y, con todo respeto, creo que su prima se deja llevar demasiado, Sub-Capitán.

- Puede que así sea. - Le respondí. - Sin embargo, parece que ella heredará mi titán dentro de dos años. - No sé por qué le dije eso, a él que también aspiraba a heredar mi titán. No sé qué esperaba que me dijera. Quizás, aunque fingí que no, esperaba que me dijera lo que me dijo.

- Si Gabi hereda el Titán Acorazado dentro de dos años, eso significa que sólo le quedan quince años de vida. - Apuntó el jovencito. - Eso si un arma de artillería moderna no la mata antes. ¿No le entristece saberlo?

- Falco, ¿estás cuestionando el honor de convertirse en guerrero? - Repliqué precipitadamente. Me inquietó la idea de que hubiera adivinado lo que estaba pensando. - ¡Tendré que reportar esto de inmediato! Aunque no lo haga, cualquiera que te hubiera oído lo informará sin dudarlo. ¡Tu hermano se perderá de heredar el Titán Bestia! ¡Entre los titanes puros que caigan de los zepelines en la próxima guerra, estarán tú y tu familia! ¿No es la primera traición de los Grice, verdad? ¿Qué me dices de tu tío?

- Señor, permítame rectificarme. - Falco tenía terror en los ojos. Me había excedido. - ¡Yo, Falco Grice, dedicaré hasta la última gota de mi sangre por la grandeza de la nación de Marley! ¡Pagaré por los pecados de mis antepasados demonios!

- ¿Y qué piensas de convertirse en un guerrero? - Lo insté a seguir; yo aún estaba enardecido.

- ¡Ser un guerrero y un marleyense honorario es el mayor anhelo que un eldiano puede tener! - Respondió Falco, disciplinado. - ¡La más grande oportunidad de demostrar toda nuestra lealtad a la gran nación de Marley!

- ¿Quieres ser un guerrero, Falco? - Me avergonzaba lo que le había dicho entonces. No sé por qué, pero sentí que me ayudaría. Que se preocupaba por Gabi igual que yo. - Tú puedes heredar el Titán Acorazado. Si te esfuerzas, si superas a Gabi. Entonces puedes protegerla de este destino.

No sé en qué estaba pensando; pero creo que, de alguna manera, el niño me comprendió.

- Heredaré el Titán Acorazado, Sub-Capitán Braun. - Me dijo lleno de firmeza y convencimiento.

No me perdonaba haberle pedido eso a Falco; sólo un niño. No soportaba recordarlo. Pero, como tantas otras cosas que no soportaba. Había sucedido. Yo lo había hecho. Como la mamá de Eren, como ese granjero y como Marco. Como Annie y como Berthold. Como Marcel.

Después de todo, Porco tenía razón. Me lo había dicho esa misma mañana, antes de que tomáramos el tren.

- Reiner, te he visto a través de las memorias de Ymir. - Me dijo, sin preámbulos, con el rencor de siempre en la mirada. - Eras confiable y generoso, siempre te sacrificabas por los demás y ayudabas a quien lo necesitara. Marcabas el bien común y eras el primero en ponerse a trabajar para conseguirlo. Acaso...¿Acaso tratabas de imitar a Marcel?

- Porco, Reiner fue herido en la batalla. - Había interrumpido Pieck. - No deberías molestarlo. Ven a ver lo que traje.

Eso era exactamente lo que había hecho en la Isla Paraíso, cuando fui un soldado. No; no sólo allí. En todo momento desde que Marcel había muerto, había tratado de imitarlo. Entonces lo comprendí. Comprendí por qué Marcel me había hecho nombrar guerrero en lugar de Porco. Era lo mismo que yo intentaba hacer con Falco y con Gabi. Aún seguía actuando como Marcel. Desde ese momento, jamás había dejado de hacerlo. Desde ese momento en el que Reiner murió.

- Perdóname, Reiner. - Me seguía diciendo Marcel. De pronto, vio algo detrás mío. Antes de que yo pudiera reaccionar, se abalanzó sobre mí y me empujó hacia un lado. Cuando volví a mirar, ese titán ya se lo estaba devorando. Había aparecido de la nada, detrás mío. El cuerpo de Marcel se partió en dos; con la mitad de arriba dentro de la boca del monstruo. El terror me invadió. Corrí con todas mis fuerzas. Corrí, corrí y corrí. Esa fue la última vez que me pude permitir tener miedo.

Lo siguiente que recuerdo es que, después de correr y correr, llegué hasta un árbol. Me detuve junto a él. Me tendí boca abajo contra el suelo, exhausto. Antes de que mi mente pudiera procesar lo que había pasado, fui levantado de un violento puntapié en el abdomen.

- Bien hecho. - Me dijo Annie. Estaba casi sin aire y llena de sudor, pero las arregló para esbozar una sonrisa burlona. - Es la primera vez que me ganas una carrera.

Berthold también llegaba junto a nosotros, agotado.

- Si nos hubiéramos mantenido cerca de ese titán... - Continuó Annie, recuperando el aire. - Hubiera regresado a ser humano. Podríamos haberle capturado y así no perder al Titán Mandíbula. Pero ustedes corrieron, y no supe qué hacer.

- ¡Apareció de pronto! - Le repliqué desesperado. - ¡Se suponía que no habría titanes tan lejos de las murallas en primer lugar!

- Bien, ya tuve suficiente. - Contestó ella. - Busquemos al Titán Mandíbula, todavía debe andar cerca. Luego regresaremos. No podremos hacer nada sin el liderazgo de Marcel. La operación ha fracasado.

- Cierto. - Apoyó Berthold. - Movámonos antes de que aparezca otro titán.

La operación no podía fracasar. Mi madre tenía fe en mí. Tenía que demostrar que era un guerrero.

- ¡Esperen! - Les grité cuando ya se marchaban. - ¡No podemos regresar así!

- Tú no puedes. - Replicó Annie. - Te sacarán tu titán por este error, y serás devorado por el próximo guerero. Pero a mí no me importa.

- ¿Estás tan segura de que sólo me culparán a mí? - De pronto, pude ver las cosas con claridad, - ¡Los tres hemos salido corriendo! ¿Qué les hace pensar que a ustedes los perdonarán? ¡El Titán Mandíbula es más rápido que los nuestros! ¿No han pensado que la persona que devoró a Marcel usaría su poder para escapar?

- No hay manera de dominar el poder de los titanes tan rápido. - Sentenció Berthold.

- ¡Tú dominaste el Titán Colosal al instante! - Le respondí. - Aunque consiguiéramos recuperar al Titán Mandíbula, ¡Nos reemplazarán de todas formas si sólo volvemos con este fracaso! ¡Si les decimos que simplemente perdimos a uno y nos acobardamos! Debemos recuperar el Fundador. - Les dije intentando demostrar convicción. - Es la única manera en la que podemos regresar.

- Si hubieras mostrado esa compostura hace un momento, no habríamos perdido a Marcel, o al menos al Mandíbula. - Annie se veía furiosa. - ¿Ahora quieres asustarnos para convencernos de que te sigamos? ¿POR QUÉ MEJOR NO LE EXPLICAS TÚ A MAGATH?

Annie me cruzó una patada a la cara, que me volvió a dejar en el suelo. Desde arriba, continuaba golpeándome.

- ¡DILE QUE TODO FUE TU CULPA! - Gritaba llena de rabia. - ¿GUERRERO? ¿MARLEYENSE HONORARIO? ¿MARLEY? ¿ELDIANOS? ¡ME IMPORTAN UNA porqueria! ¡SON TODOS IGUALES! ¡TODOS SE PREOCUPAN POR SI MISMOS! ¡Pero yo soy igual! ¡Por eso necesito sobrevivir! ¡Lo único que me importa es regresar!

Tendido en el suelo, las patabas de Annie me seguían cayendo como truenos. Era una luchadora formidable. Pero yo ya no sentía dolor. Ya no sentía nada. Oía a Berthold pedirle a Annie que se detenga, mientras ella me seguía gritando.

- ¡Debiste morir hace un momento en lugar de Marcel! ¡Te mata la culpa, la verdad! ¡Pues muere! ¡Liberate de tu culpa y muere de una vez!

Se encontraba fuera de sí, con los ojos llorosos y la expresión desfigurada. Comprendía su frenesí, no la culpaba. Pero debía mostrarle por qué yo no estaba así; por qué yo sería más fuerte.

Me dio un respiro. Estaba cansada. Lo aproveché: Me puse de pie de un salto y me lancé a su cuello; derribándola con una llave. Después de todos los entrenamientos de combate cuerpo a cuerpo que habíamos tenido, era la primera vez que yo lograba derribar a Annie. Comenzé a hacer presión sobre su cuello.

- Reiner ha muerto. - Recuerdo las palabras que le dije, como si hubieran sido las primeras palabras de una nueva vida. Berthold, muy asustado para intervenir, me gritaba que la suelte. - Si necesitas a Marcel, yo seré Marcel. Vamos a cumplir esta misión juntos; para poder regresar.

Después de todo, se lo había dicho a Annie. Yo sería esa persona fuerte y valerosa en la que ellos podrían apoyarse. Yo tomaría el mando. Yo sería Marcel.

Así continuamos con el plan. Así, Annie corrió hasta la muralla atrayendo una gran cantidad de titanes. Agotó sus fuerzas y perdió el conocimiento, pero logró acercarnos lo suficiente como para que yo pudiera completar el trayecto con mi titán, que era mucho más lento. Incluso desde el principio, el mayor peso de la operación siempre recayó en Annie. Ella jamás se quejó.

Con todo nuestro empeño, lo logramos. Debí defender a Berthold y a la inconsciente Annie mientras el primero rompía la muralla exterior. Al cabo de eso, casi se lo comían; pero pude rescatarlo. Luego derribé la puerta interior del distrito de Shiganshina. Logramos derribar la Muralla María e infiltrarnos como refugiados en la Muralla Rosé. Yo, que nunca debí ser seleccionado como guerrero, que lo hice todo por el sueño no correspondido de una madre desdichada. Yo, que debí haber muerto en lugar de Marcel; ya no podía volver atrás. Ocuparía su lugar y completaríamos la misión. Debíamos ver qué movimiento hacía el Rey Fritz y encontrar la forma de robarle el Titán Fundador.

Como refugiados, fuimos enviados a trabajar tierras abandonadas. Fue allí que conocimos a ese granjero.

- Mi aldea estaba en las montañas, al sudeste. - Nos había contado apesadumbrado. - A diferencia de lo que pasó en los pueblos prósperos de la rivera, los titanes llegaron antes que la noticia de que el muro había sido roto. Fue al atardecer; el ganado comenzó a mostrarse inquieto, y luego sentimos que la tierra temblaba. El estruendo se sentía más y más. Abrí la ventana y vi el infierno. El rostro de un titán estaba justo frente a mí. Luego, no recuerdo nada. Sé que subí y a mi caballo y escapé. No pensé en nada. Tenía tres hijos, niños como ustedes. Fui el único sobreviviente de toda la aldea.

No sé por qué nos contó todo eso, justo a nosotros. Quizás porque éramos tres y le recordábamos a sus hijos. Quizás, en algún lado, supo que nosotros éramos los responsables. Lo menos que yo podía hacer era escucharlo; aceptar la culpa por lo que había hecho. Ese hombre se suicidó la noche siguiente, lo hallamos colgando de un árbol, con la soga al cuello. Eso era lo menos que yo podía hacer; aceptar la culpa por lo que había hecho. Pero ya no lo soportaba. De eso habían pasado nueve años.

Continuamos trabajando la tierra en la Isla Paraíso durante dos años más. No lográbamos encontrar pistas que nos pudieran guiar hacia el Rey Frtiz. No teníamos más tiempo, teníamos que hacer algo. Por eso se me ocurrió que, aunque fueran tres años de entrenamiento, valía la pena enrolarnos como soldados para ingresar en la Policía Militar. Era la única forma de acercarse a al realeza. Teníamos cumplir nuestra misión cuanto antes. No debíamos olvidar para qué habíamos ido allí.

- ¿Y TÚ? - Me había interpelado a los gritos el Instructor Shadis, como parte de su rueda de humillaciones al azar, en el primer día de nuestro entrenamiento como soldados. - ¿TÚ PARA QUÉ HAS VENIDO AQUÍ, PEDAZO DE porqueria?

- Vine para salvar a la humanidad. - Le respondí, convencido.

Y así fue que nosotros, que éramos guerreros, estuvimos durante tres años entrenando para ser soldados. Conviviendo con los demonios de esa isla.

- Reiner debío vivir durante cinco años entre esos demonios. - Había dicho Gabi en la cena familiar que organizaron mis tíos tras nuestro regreso de Medio Oriente. - Entiendo que es información clasificada, y no puedes contar nada. Pero debe haber sido muy duro para tí.

- Está bien, Gabi. - Respondí con automatismo; acostumbrado a decir lo que un oficial marleyense querría escuchar. Sabía que podían poner micrófonos en las casas de nuestras familias. - Hay algunas cosas que puedo contar. Durante mi estadía en la Isla Paraíso...estuve infiltrado en el ejército. En plena ceremonia de iniciación, una mujer comía una patata. Cuando el instructor la interpeló al respecto, le dijo que la había robado de las provisiones, porque se veía sabrosa. Cuando se dio cuenta de que estaba quedando mal parada...intentó sobornar al instructor con la mitad de la patata. Así son los demonios de la isla.

Toda la familia me escuchó con horror.

- ¡Me encargaré de exterminarlos a todos! - Aseguró Gabi, con su coraje característico.

De eso habían pasado tres días y, después de dos de descanso; Gabi y yo ya  habíamos reanudado nuestros servicios en los cuarteles de Liberio. Cuando nos dirigíamos al cuartel, mi joven prima me volvió a preguntar al respecto.

- Reiner, en la cena; cuando hablaste de la Isla Paraíso. Estás actuando extraño. Sé que estás mintiendo en algo. Quiero que sepas que puedes confiar en mí. De todas formas, heredaré tus memorias.

No podía decirle a Gabi que en realidad Sasha no daba miedo. Que, a pesar de ser una hamburrienta, siempre era la primera en compartir. Que nos descostillábamos de la risa al ver las técnicas que inventaba cuando hacía entrenamiento de combate con Connie, un tipo tan idiota que olvidaba hasta para qué había ido al baño. No podía contarle que era el mismo Connie que, junto a Jean, había inventado un sistema de predicción climática en base a la posición en la que amanecía durmiendo Berthold. Ni de cómo se burlaba de él Ymir, ni de cómo Christa reprendía a ésta. Hubieran creído que había enloquecido; si les hablaba de Christa, tan bella y tan llena de bondad. Si las que Berthold y yo nos quedábamos en vela, contando historias con Eren y Armin. Berthold no había vuelto; tampoco Annie. Por eso a nadie le podía hablar de esos cinco años. Porque sólo yo había podido regresar.

¡Pero me estaban pidiendo que volviera! ¡Regresaríamos a la Isla Paraíso! Lo había dicho Zeke, hacía sólo un día.

- No es habitual que nos reunamos todos en su habitación, sin presencia de oficiales marleyenses. - Había señalado Porco. ¿Qué dirás los altos mandos de esto, Capitán Jaeger?

Pieck y Colt también se encontraban allí. Zeke comenzaba a llevabar a Colt a todas las reuniones; lo preparaba para ocupar su lugar.

- Sólo estamos compartiendo una taza de té - Dijo el Capitán sonriente. -  Los altos mandos no están aquí.

Pero yo sabía lo que estaba ocurriendo. Antes de cada operación importante, el ejército nos hacía un examen ideológico. De seguro había micrófonos; Zeke era su cómplice.

- La situación del pueblo eldiano es muy delicada. - Comenzó Zeke. - Durante un siglo, Marley se ha impuesto sobre el mundo gracias al poder de los titanes. Nosotros aceptamos luchar por Marley para redimir los pecados de nuestros antepasados; y eso es lo correcto. Sin embargo, esto ha hecho que el odio hacia nuestra raza es esparza por el mundo. Hoy se levantan en todo el planeta las voces que piden el exterminio de nuestra gente. Por otro lado, la ingenieria está comenzando a desarrollar armas más poderosas que los titanes. Pronto Marley perderá su ventaja táctica. Marley es la pared que nos protege del resto del mundo. Si Marley cae... La mayoría de las nacionas han coincidido en que no es necesario aplicar a los eldianos ningún concepto de derechos humanos. Este es el difícil panorama que tenemos.

- ¿Y qué vamos a hacer? - Preguntó Colt; que siempre mostraba admiración por su mentor.

- Lo que debemos hacer es tomar el poder del Titán Fundador. - Sentenció Zeke. - Esto asegurará la supremacía de Marley por el momento, además de entregarnos los recursos de la Isla Paraíso y eliminar la amenaza que ésta representa para el mundo. Si el mundo se entera que los Guerreros, eldianos del continente, han acabado con los demonios de la isla; vamos a quedar mejor parados.

Eso significaba que debía regresar a esa isla. Volver a enfrentarme a Eren, a Mikasa, a Levi.

- Incluso si logramos recuperar el Titán Fundandor...- Marcó Pieck. - Puede que las cosas no resulten y el odio que el mundo nos tiene no disminuya.

- Brillante como siempre. - Respondió el Capitán. - Tienes toda la razón, Pieck. Lo importante es qué historia será contada. Necesitamos, en primer lugar, hacerle ver a todas las naciones la amenaza que la Isla Paraíso representa. Y toda historia necesita un narrador. Parece ser que la familia Tybur se ha ofrecido a ser nuestra voz en este asunto.

- ¿La familia Tybur? - Preguntó Colt, sorprendido. - ¿Los guardianes del Titán Martillo?

- Así es, Colt. - Asintió Zeke. - La familia Tybur fue la primera casa eldiana que se rebeló contra el Rey Fritz, hace más de un siglo. Por eso Marley les ha permitido conservar su fortuna y su nivel social, además del titán que pasa de generación en generación en su familia. Como marleyenses honorarios, jamás se han mostrado en público ni invertvenido en la política; pero en estas circunstancias se han ofrecido a colaborar.

- Tiene sentido... - Analizó Pieck. - Los Tybur nunca han usado su titán contra ejércitos de otros estados. Tienen importantes lazos comerciales en varios países. El mundo los escuchará.

- Exactamente. - Sonrió Zeke.

- La familia Tybur nunca ha arriesgado su vida para defender esta nación, a pesar de poseer el poder de un titán. - Cuestionó Porco. - Ellos viven en grandes mansiones en las principales ciudades, mientras el resto de los eldianos está confinado a las zonas de reclusión. ¿Y ahora vendrán a jugar el papel de héroes?

- A la familia Tybur le preocupa el futuro de Marley, igual que a nosotros. - Contestó el Capitán, tajante.

- Pero no podemos... - Porco iba a insistir, pero yo lo interrumpí. Era obvio que nos estaban escuchando. Si el muy idiota no lo notaba, se metería en problemas.

- Si esto hará bien a la gran nación de Marley, debemos apoyarlo sin más. - Me limité a declarar,

- Totalmente, Reiner. - Zeke prosiguió. - Dentro de pocos días se celebrará un gran festival aquí, en Liberio. William Tybur invitará a grandes posibilidades de todo el mundo. Entonces, en conferencia de prensa internacional, declarará que Marley tomará el control de la Isla Paraíso en menos de un año. Nuestra gente, Marley, el mundo entero; dependen de que podamos cumplir esa importante misión.

Pero yo no podía. Ya no podía regresar. No podía volver a esa isla. Volver a enfrentar al idiota de Connie, que aún intentaría que le diga las razones por las cuales quiero destruirlos. Volver el odio en los ojos de Jean, de Sasha, de Mikasa, de Eren y de Armin. Volver a mostrarles que, aunque junto a ellos fui un soldado, yo siempre había sido un guerrero. Ya no podía. Ya no estaba Marcel, ni Annie, ni Berthold. Yo ya no quería hacerlo. Yo sólo quería descansar. Descansar como ellos. Era lo único a lo que podía aspirar. Iría a descansar con Annie, con Berthold y Marcel. También con Marco, Ymir y ese granjero. Quizás volver a ser niños; volver a correr, a reír y a soñar. No; ello ya había terminado. No podía regresar. Ahora sólo quería descansar.

 

 Introduje el cañón del rifle largo en mi boca, apuntando hacia arriba. Así, la muerte sería instantánea y segura. Ya lo había pensado varias veces. Recordé una vez más a Christa, a su dulce mirada; no podría salvarla. Me sentí aún peor por eso. Ya no podía soportar nada más quería terminar cuanto antes. Sólo tenía que jalar el gatillo.

- ¡Sub-Capitán Reiner! - Llamaron fuera de mi habitación. No era normal; parecía la voz de un niño. - ¿Se encuentra ahí?

- ¡Falco! - Exclamé al abrir la puerta. Temí que notara algo raro en mí. No sabía qué decirle.

- Sub-Capitán, estoy con prisa. - El niño estaba empapado en sudor y en entusiasmo. - Debo llegar a tiempo a la oficina postal. Pero quería pasar a decirle que hoy logré vencer a Gabi en las pruebas de velocidad y resistencia. - Falco se estaba esforzando. Se estaba esforzando para salvar a Gabi de mi destino; incluso condenándose él. Me dejó sin palabras. - ¡Bueno, debo irme Sub-Capitán! ¡Hasta luego!

No podía. Si Falco no se rendía, yo tampoco podía rendirme; sin importar lo mal que me sintiera. Aún estaban ellos. Falco, Gabi y los demás. Ellos corrían, reían y soñaban.

Por cierto, ¿para qué iría Falco a la oficina postal?  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará...

 

 

Anexo

Última información obtenida sobre la Isla Paraíso

Desde la derrota en 850, y gracias a posteriores investigaciones y a la colaboración de la familia Tybur, Marley ha conseguido nueva información sobre el reino de la Isla Paraíso.

 

El Rey Fritz cambió su nombre a Reiss y gobernó a la humanidad de las murallas desde las sombras; poniendo a un falso Rey Fritz en su lugar. Su intención era prolongar la paz lo máximo posible; creando un paraíso terrenal entre las murallas. Con este fin, manipuló los recuerdos de sus súbditos para mantenerlos dentro de las murallas.

Con la ayuda de un rebelde infiltrado en las fuerzas de seguridad de Marley llamado el Búho; el eldiano restauracionista Grisha Jaeger obtuvo el poder del Titán de Ataque y logró infiltrarse en el reino tras las murallas. Le robó el Titán fundador al Rey Fritz; para luego traspasarle ambos titanes a su hijo, Eren Jaeger.

En 850 tuvo lugar un golpe militar; la isla ya no se encuentra bajo el control de Rey Fritz ni de sus cortesanos.

El Ejército de la Isla Paraíso cuenta con al menos dos guerreros Ackerman. Este linaje eldiano es un subproducto de la ciencia titán con la que experimentaba el antiguo imperio. Los Ackerman utilizan el poder titán sin cambiar su forma; pudiendo manifestar fuerza, destreza y resistencia sobrenaturales. El mayor, Levi Ackerman, es tan poderoso como si se tratara de unos de los nueve titanes; y la joven Mikasa Ackerman está prácticamente al mismo nivel.

Desde la victoria ante los Guerreros de Marley en 850; los eldianos se han expandido fuera de las murallas y controlan todo el territorio de la isla.

 

 

 

En el próximo capítulo...

 

Udo y Sophia me llevaban abrazado; como a un flamante campeón de boxeo. Estaban mucho más emocionados que yo. Iban festejando; incluso se lo contaron a los soldados marleyenses que vigilaban la puerta del cuartel.

- ¡Falco le ganó a Gabi! - Les dijo Udo, alegre.

- ¡Es la primera vez que Gabi pierde en algo! - Añadió Sophia.

- Vaya, muchacho, bien hecho. - Me felicitó uno de ellos. - ¿Eso significa que serás tú quien herede el Acorazado?

- ¡Por supuesto que no! - Intervino Gabi, qué caminaba tras nosotros rebalsando enfado. - ¡Tengo las mejores calificaciones hace años! ¡Es demasiado tarde para que intentes quitarme el lugar, Falco!

- Aún no han anunciado quién heredará el Acorazado. - Le respondí con la tranquilidad que me daba la victoria. - Hasta ese día; voy a seguir luchando.

- ¡TÚ Y TUS PADRES YA SERÁN NOMBRADOS MARLEYENSES HONORARIOS CUANO TU HERMANO HEREDE EL TITÁN BESTIA! - Gabi se puso furiosa. ¿POR QUÉ ES QUE TANTO QUIERES QUITARME EL ACORAZADO?

 

 

 

 

 

 

IV

“Seguir luchando”






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