Primero que nada, amigos del foro, quiero aclarar que este es mi primer Fanfic. Esta será una especie de remake del antiguo manga y anime clásico Saint Seiya. Habrá algunas cosas que serán cambiadas por necesidad de la trama y otras que se mantendrán igual por respeto a la obra original de Misami Kurumada. Sientánse libres de realizar cualquier crítica de su parte.
Prólogo
Grecia
El cuerpo del joven que Mitsumasa Kido tenía delante de él estaba cubierto de grandes y profundas heridas. Él estaba agonizando, viviendo los últimos distantes de su vida. Para su sorpresa, Mitsumsa también notó que el joven traía consigo una especia de lujosa y brillante dorada, al igual que un bebé, el cual no paraba de llorar.
‘Por favor…’, él joven le estaba diciendo, ‘… tome… tómela…’.
‘¿Qué cosas estás diciendo, muchacho?’, Mitsumasa le preguntó.
‘Usted… puede salvarla…’.
Mitsumasa se sentía enfermo por la enorme cantidad de sangre que brotaba del cuerpo del joven. ‘Iré… iré a buscar ayuda…’.
‘No…’, el joven le dijo. ‘Ya… es muy tarda para mí. La bebe… usted aún… aún puede salvarla. Por favor… aún no es muy tarde’.
Mitsumasa, todavía sintiéndose mareado, se acercó aún más al joven. ‘¿Qué me estás pidiendo muchacho?’.
‘El Santuario ha sido profanado…’ él dijo. ‘El Patriarca ha… ha sido… Athena… Athena corre… peligro…’.
Mitsumasa no entendía nada de lo que él joven le estaba diciendo. ¿Santuario? ¿Patriarca? ¿Athena?
‘Por favor, señor…’, él joven insistió. ‘Cuide de ella y de mí armadura. Protéjalas… protéjalas… con su vida. Se lo encargo…’.
El joven repentinamente dejó de moverse. Pocos segundos después, la luz pareció escapar de sus ojos, como una llama al ser extinguida.
{Lo lamento mucho, muchacho}, Mitsumasa pensó mientras cerrabas los ojos del joven y tomaba a la bebé de sus inertes brazos. {No sea quien hayas sido, pero haré lo que me pediste. Cuidaré a de esta bebé. Aunque dudo mucho que alguna vez averigüe lo que me estabas tratando de decirme…}.
16 años después
Mu se encontraba en la cámara del Patriarca, situada en la cima del Santuario, reunido con el resto de sus hermanos, los caballeros de oro, los guardianes de las doce casas y los protectores de la diosa Athena.
‘Es bueno verte de nuevo, Muu ’, una voz familiar le dijo.
Mu volteó. Al hacerlo, él pudo ver a su antiguo camarada, el alto e imponente guardián de la segunda casa, Aldebarán de Tauro.
Mu sonrió. ‘Mucho tiempo sin vernos, Aldebarán’, él le dijo a su amigo. ‘¿Cuántos años han pasado? ¿Tres?’.
Aldebarán sonrió. ‘Cinco’, él le dijo. ‘Veo que aún sigues siendo el mismo sujeto, Muu . Siempre tomándote las cosas a la ligera’.
‘No tienes por qué alterarte, Aldebarán. Todos podemos cometer errores, ¿no lo crees así?’.
De pronto otro de sus hermanos se acercó a ellos.
‘Mu. Aldebarán. Me alegra que hayan podido venir’.
‘Es un placer verte de nuevo, Milo’, Mu le dijo al guardián de la octava casa, Milo de Escorpio.
‘Debo admitir que jamás pensé que el día en que todos nosotros tuviéramos que reunirnos nuevamente en un mismo lugar fuese a llegar tan pronto’, Milo dijo.
‘Eso significa que el Patriarca tiene noticias muy importantes para nosotros’, Aldebarán dijo.
Mu asintió al tiempo que miraba hacia su alrededor.
Además de ellos tres, había cinco caballeros dorados más: Máscara Mortuoria de Cáncer, guardián de la cuarta casa; Shaka de Virgo, guardián de la sexta casa; Shura de Capricornio, guardián de la décima casa; Camus de Acuario, guardián de la undécima casa y por último Afrodita de Piscis, guardián de la duodécima y última Casa.
De pronto, el anciano Gigas, el mayordomo personal del Patriarca se acerco al centro de la cámara. ‘El Patriarca aún se encuentra meditando’, él les dijo. ‘No se impacienten, caballeros. Su Santidad se reunirá con ustedes en muy poco tiempo’.
En ese momento, el caballero faltante, el guardián de la quinta casa, Aiolia de Leo, entró a la cámara. Mu y el resto de los presentes observaron al caballero de voluntad indomable caminar hasta una esquina solitaria de la cámara sin siquiera emitir palabra alguna. Todos conocían a Aiolia y su carácter evasivo, el cual se debía en gran parte a la deshonra que había caído sobre él gracias a las acciones de su hermano.
Una vez que todos se reunieron, Mu recordó a sus tres de sus hermanos se encontraban permanentemente ausentes. Los dos primeros eran Saga de Géminis y Aiolos de Sagitario, el hermano mayor de Aiolia, los guardianes de la tercera y novena casa, respectivamente. Tiempo atrás, ellos habían sido dos de los caballeros de mayor edad y experiencia en el Santuario.
Con algo de esfuerzo de su parte, Mu consiguió recordar vagamente a sus dos hermanos.
Tanto Aiolos como Saga eran fuertes, nobles y leales, queridos por todos habitantes de todos los pueblos cercanos al Santuario, llenos de un gran sentido de la justicia y una enorme compasión y generosidad. A pesar de haber nacido bajo constelaciones representes de signos opuestos, los dos caballeros no podían haber sido más cercanos. Ambos eran mejores amigos, inseparables y llenos de un profundo aprecio y respeto mutuo.
Sin embargo, todo eso cambió la noche que Aiolos cometió traición hacia el Santuario al tratar usurpar el puesto del Patriarca para así poder asesinar a la bebé que había sido escogida por la mismísima Athena para ser su reencarnación terrenal.
A pesar de su historia, Saga no había dudado en tratar de detener y enfrentarse al traidor de Aiolos, el hombre que él alguna vez había llamado su mejor amigo. Trágicamente, los dos antiguos camaradas terminaron siendo muertos el uno a manos del otro.
De su trágico y terrible enfrentamiento, sólo Shura de Capricornio había sido testigo.
El tercer caballero ausente, por otra parte, era el antiguo maestro guardián de la séptima casa, Dohko de Libra, quien era, al igual que el Patriarca, un sobreviviente de la anterior guerra santa. El viejo maestro se encontraba en el monte Lu, el cual, por encargo de la diosa Athena, él jamás debía abandonar.
Súbitamente, la voz de Gigas volvió a escucharse en la cámara.
‘Su Santidad el Patriarca’, Gigas anunció.
Al ver al Patriarca entrar a la cámara, Mu y todos sus hermanos se arrodillaron como signo de respeto y lealtad por el hombre que era el representante y voz de Athena.
Mu vio al Patriarca caminando solemnemente, usando su máscara y túnica ceremonial, símbolos de su dignidad semidivina. Tiempo atrás, el Patriarca alguna vez había sido conocido por el nombre de Shion de Aries, el guardián de la primera casa… y el antiguo maestro de Mu.
El Patriarca tomó asiento. ‘Caballeros’, el Patriarca dijo en su profunda voz, efecto de la máscara que llevaba puesta. ‘Los he convocado aquí para hacerles saber de un asunto de grave importancia. He recibido noticias muy preocupantes provenientes de Japón. Al parecer una joven muchacha llamada Saori Kido ha organizado un torneo especial que busca reunir a varios combatientes provenientes de todo el mundo. Todo parece indicar que ella pretende hacer que los guerreros asistentes luchen entre sí con el fin de ser el campeón de la competencia y de esa manera obtener un valioso premio’.
‘Con todo respeto, Santidad’, Aiolia interrumpió, ‘no entiendo que por qué debería de importarnos lo que una niña tonta al otro lado del mundo pretenda hacer. Los asuntos de las personas comunes y corrientes no tienen ninguna relevancia para ninguno de nosotros, mucho menos para el Santuario’.
‘Aiolia…’, el Patriarca dijo, ‘… escucharte hablar de esa manera tan insolente me hace recordar al infame de tu hermano'. Muu pudo ver cómo el rostro de Aiolia se llenaba de una apenas notable expresión de vergüenza. ‘La razón por la que digo esto es porque los combatientes que la muchacha Kido ha reunido son caballeros de bronce de Athena, y el premio no es otro que la desaparecida armadura dorada de Sagitario.
{¿Qué?}.
Mu notó el rostro de sorpresa en el rostro de sus hermanos caballeros.
‘¿La armadura dorada de Sagitario?’, Aiolia exclamó. ‘Santidad, ¿está hablando en serio? ¿Está seguro de lo que dice?’.
‘Completamente’, el Patriarca dijo. ‘No hay duda: de alguna manera esa chica Saori Kido se ha hecho con la posesión de una armadura dorada. Y lo que es más, ella ha convencido a varios caballeros de bronce a luchar por sus caprichos con la intención de obtenerla.
‘Eso es una blasfemia, Santidad’, Milo dijo.
‘Debemos detener esa locura de inmediato’, Aldebarán dijo.
‘¿Cuáles son sus ordenes, Santidad?’, Shura preguntó, interviniendo por primera vez.
El Patriarca pareció considerar por un momento sus palabras. ‘Camus de Acuario’.
‘¿Santidad?’.
‘Tú tienes un joven discípulo, ¿no es así?’.
‘Así es, Santidad’, Camus contestó. ‘Su nombre es Hyoga’.
‘¿Acaso confías en él?’.
{Me pregunto qué es lo que está intentando hacer el Patriarca}.
Camus asintió. ‘Así es, Santidad. Él es un buen estudiante. Le he enseñado casi todo lo que sé. Hace poco tiempo atrás él adquirió su propia armadura, la armadura del Cisne. No tengo ninguna duda de que algún día él tal vez llegué a ser tan fuerte como yo’.
‘Ya veo’, el Patriarca dijo. ‘Entonces quizás debamos poner su lealtad a prueba’.
‘¿Santidad?’.
El Patriarca se levantó de su asiento. 'Dile a tu discípulo que tengo una misión para él', él dijo. 'Dile que el Santuario y Athena necesitan de sus servicios'.
Editado por Arquero Dorado, 18 abril 2018 - 13:43 .