Bueno despues de mucho les triago el tercer capitulo, desde que empece a ir a la universidad y a trabajar de nuevo, se me esta haciendo cada vez mas difisil, pero aprovecho cada tiempito q tengo para escribir, ojala les guste, cualquier critica o duda me la hacen saber..
CAPITULO III.-TABU
En un remoto lugar, escabulléndose por uno hermoso valle. Enoc de Libra, había llegado a la cima de un monte, donde contempla el arroyo de un cascada y la tranquilidad de las aguas, observando maravillado a su alrededor unos altos y rocosas columnas puntiagudos que sobresalen.
—Finalmente he llegado a la milenaria cascada Rozan. Ahora cumpliré mi objetivo —decía el joven de bronceada piel y cabellera oscura, mientras se preparaba para tomar una posición de combate, mirando hacia el interior de la gran cascada.
Enoc lanzó un puñetazo de luz que dio el centro del interior, provocando que toda el agua ascienda en forma de remolino, visualizándose la tierra del interior donde pudo ver que el centro había un espejo con un sello en un pequeño altar. Enoc saltó hacia abajo y tomo el espejo del interior, antes de que toda el agua volviera a cubrir todo el lago de los cinco picos.
El joven santo de Oro contempló el hermoso espejo que tenía un sus manos y vio que tenía un sello muy enigmático, y recordó las palabras de Dante de Cáncer, pero en ese entonces. Se preguntó, como podía comunicarse atreves del espejo con el guardián solitario.
―Hay alguien ahí? ―dijo Enoc, hablándole al espejo.
Sin embargo no hubo respuesta y volvió a hablarle más fuerte, pero seguía en silencio, entonces intento agitarlo y golpearlo suavemente por detrás, pero ningún gesto parecía ser el indicado para lograr la comunicación. Cuando pensó que seguramente el sello estaba impidiendolo.
―Supongo que solo puedo hacer esto ―murmuró levantando el sello, para dejarlo a punto de retirarlo.
Enoc la pensó un momento, pero al ver que nada pudo hacer para lograr su objetivo y complacer al patriarca y Dante. Decidió que solo podía sacarle el sello del espejo para poder comunicarse y cuando lo hizo, algo sorprendente sucedió, un fulgor de luz salió del interior de la cascada, del altar se formó un agujero negro que empezó a tomar una intensa fuerza de atracción hacia el interior.
―¿Y ahora qué ocurre? ―se preguntó, cuando comenzó hacer arrastrado por el agujero submarino―. ¡Es como si una fuerza toda poderosa me arrastrara hacia el fondo del mar!
Enoc no pudo evitarlo y cayó hacia el interior, perdiendo el conocimiento en el viaje, debido a la intensa corriente que lo arrastraba en el transcurso. Muy pronto se vio que había llegado a los pies de unas escalinatas de un gigantesco templo en ruinas, en sí parecía una construcción a varios niveles rodeada de escaleras. Parecía ser como un monte en cuya cúspide se erige un gran santuario.
―¿Qué sucedió? ―se cuestionaba, poniéndose de pie―. Es como si las aguas se hubiesen ido a parar al cielo.
Fue lo que dedujo al observar hacia alrededor, notó que parecía una cúpula flotante espumosa y muy pronto se percató que se encontraba en las profundidades del océano y podía respirar normalmente como si estuviera debajo de una burbuja gigante. Cuando recordó finalmente, que solo un lugar así existe en el mundo.
―¡No puedo creerlo! ―exclamó sorprendido―. ¡He llegado al reino submarino!.
―¿Cómo es posible que alguien haya llegado hasta aquí? ―una voz varonil se hizo presente desde el interior del templo―. Está prohibido profanar este lugar.
Enoc vio como alguien salió desde el interior del gran refugio y pudo contemplar que era un hombre de piel blanca que portaba una armadura esmeralda y tenía largos cabellos ondulados de color azul. A simple vista era un santo de bronce normal, pero tenía ciertas características que lo hacían diferente, no era tan joven para ser un bronceado y su ropaje parecía cubrirlo más de lo habitual, como si hubiera evolucionado.
—¡Soy Enoc de Libra!... Y he venido a buscarte a ti, el guardián exiliado del espejo mágico y el último descendiente del santo de libra de la primera guerra santa —decía el santo de la balanza.
—Yo soy Seiryu del Dragón. Entonces ya hay nuevos santos de Atenea… ¿Qué razones puede tener un santo de Oro para venir hasta aquí?... ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la primera generación? —preguntaba el exiliado algo confundido en la época en que se encontraba.
—Pertenezco a la segunda generación de la orden de los santos de oro y tú eres el último discípulo con vida del anterior santo de Libra, por lo tanto. Necesito pedirte que me enseñes las técnicas de tú maestro, para completar mi formación como caballero dorado —explicaba Enoc de Libra.
—¿Quieres que te enseñe las técnicas del anterior santo de Libra?... ¿Qué te hace pensar que las se?. Además ¿Por qué no inventas las tuyas por tu cuenta?. Por lo que veo la cloth ya te reconoció y eso es lo que importa —Le respondió el santo del dragón, desalentándolo.
—¡¿Qué no las conoces?! Eso es imposible, ¡Yo necesito saberlas, ese linaje es mi herencia!... ¡Como el heredero de la cloth! —exclamó el joven santo de oro.
—Ya te lo dije, no las conozco. Me formaron como el santo de bronce del dragón no como el santo de oro de Libra, pero dime una cosa, ¿cómo es que conoces tú de mi existencia y sobre el espejo sagrado? —le preguntó Seiryu al ver que lo traía.
—El gran patriarca me lo revelo. Él también es un anterior sobreviviente y en total son tres santos que quedan de la anterior guerra santa, juntos en el santuario los llaman el triunvirato sagrado y el gran patriarca es el líder. El me reveló de tú existencia y el espejo sagrado que te tenia exiliado, pero no me dijo el por qué. Cuando obtuve la armadura de Libra, me pidió que te liberara de tu exilio eterno y me ayudaras a completar mi formación como santo de Libra —le reiteró el joven dorado.
—Desconozco el motivo por el cual te pidió que me buscaras, lo más importante es que el espejo es un tesoro que no se puede remover de su altar en el fondo de la gran cascada—decía Seiryu, poniéndose en posición de combate—. ¡Ahora regresa a la superficie y deja el espejo donde estaba!.
—¿Qué?... Pero si necesito que me entrenes —dijo Enoc, cuando notó que el Dragón parecía que iba atacarlo, pero no quiso creerlo—. ¿Qué haces?
Seiryu concentró su cosmos en su puño derecho, y mientras lo intensificaba, dio un gancho con su puño cerrado hacia arriba, propulsando una energía ascendente que es comparable a la imagen de un majestuoso dragón que se eleva por los aires, un soplo que golpeo y arrastró violentamente a Enoc, elevándolo por los aires mientras la imagen de un dragón lo devoraba.
-¡¡ROZAN SHO RYU HA!!-
“Dragón Ascendente”
El ataque fue tan grande que lo propulsó hasta lo más alto de la superficie del reino submarino, haciendo que salga y sea devuelto por donde vino, muy pronto el santo de Libra fue expulsado del reino submarino de una forma tan violenta tal y como había llegado.
—Imposible su ataque me devolvió a la cascada de Rozan —decía Enoc flotando en las aguas, mientras vio que el espejo mágico estaba intacto.
—Ya veo con que esa anomalía dimensional venía desde aquí —añadió una voz en lejanía.
Cuando se puso de pie, observó que un hombre se encontraba viéndolo desde el monte frente a la cascada, aquel sujeto era un hombre muy alto y de piel blanca, de cabellos grises y traía una piel de oso que cubría todo su cuerpo como una larga y gruesa capa, pero se le podía ver unas hombreras y una diadema de una armadura roja carmesí y lo más sobresalientes eran sus luminosos ojos amarillos.
—Mi nombre es Longinus de Homados, el espíritu del fragor de la batalla —decía presentándose cuando levantó su túnica de capa de oso desde el interior hacia atrás, mostrando una armadura de color rojiza—. Soy uno de los daimon al servicio del dios de la guerra.
—Jamás había escuchado hablar de los daimon.
—Los daimon somos el séquito del dios Ares, el hecho de portar esta Makhai, la armadura espiritual, es la prueba de que pertenezco a su ejército —explicaba el recién llegado.
—¿Acaso me estabas siguiendo?.. —supuso al pensar como había sabido de la reliquia y que sería precisamente hoy que él la buscaría.
—Mi misión aquí es obtener esa reliquia y gracias a ti pude encontrarla —respondió el daimon—. En recompensa a vuestra guía, te daré una muerte de guerrero.
—El espejo es un tesoro del santuario, no puedo dejar que te la lleves —agregó, poniéndose el espejo, debajo del escudo del hombro para guardarlo.
El daimon, extendió sus brazos hacia los lados y una corriente empezó a recorrer sus extremidades, deformando su brazo derecho para transformarlo en una larga y filosa jabalina, mientras el otro brazo izquierdo se extendió el protector para transformarse en un gran escudo en forma de hexágono extendido.
—¿Qué sucedió?... sus brazos los convirtió en armas?
—Específicamente es la Transmutación de la materia, la gran cualidad de las Makhai, al portarlas nuestro cuerpo pasa a ser una extensión suya, nos da la particularidad de transmutar mis brazos, para convertirlos en las armas sagradas que representa mi armadura espiritual —explicaba Longinus.
—Pueden usar armas propias para pelear, sin importar la situación.
—Exacto para nosotros no hay reglas en la guerra todo se vale, entre más clamemos nuestras armas, mas complace a nuestro dios, estas son mis armas, las dos forman el ataque y defensa en uno —decía Longinus, poniéndose de lado con un pie adelante, refugiándose con su escudo y apuntando con su lanza con el otro brazo—. ¡Tinbei y Rochin “Escudo y lanza”!
—Serás al primero que derrote usando esta armadura dorada de Libra —dijo Enoc, encendiendo su cosmos.
—¡Adelante, te concedo el primer ataque! —exclamó el de ropaje carmesí.
Enoc crea una esfera de cosmos dorado, la cual lanza con las palmas para atacar directamente a Longinus, quien se refugia en su escudo, pues al chocar con la esfera de luz, no sintió el impacto y la redujo, hasta desaparecerla por completo.
—¿Qué sucedió, acaso anulo el ataque?
—Ya viste la defensa de mi arsenal, capaz de absorber cualquier ataque hacia su interior —explicaba Longinus, cuando aparto su escudo, para desenvainar su lanza—. ¡Ahora conoce la ofensiva!
Cuando estaba a punto de lanzar su lanza hacia adelante, un rayo de luz sale disparado de la punta, tomando por sorpresa a Enoc, sintiendo el estruendo de lleno, tumbándolo en el suelo.
—Ese fue mi golpe de luz que le mande… ¿acaso me devolvió mi propio ataque?
—¡Tinbei y Rochin! —exclamó el daimon, poniendo su escudo delante de él, nuevamente—. Es la danza perfecta del ataque y defensa en uno.
—Ya veo, atacaras si tú ataque solo depende del mío, entonces atacare directamente —concluyó, lanzándose velozmente hacia él.
Enoc se disponía a darle un golpe directamente para despejarlo de las armas, pero antes de que llegara al daimon, esté se ocultó en su enorme escudo, mientras una intensa energía cargó el formidable hexágono hasta iluminarlo todo, cuando lanzó un gran resplandor.
—¡¡Imperial Execution!!—
“Ejecución Imperial”
—Si creíste que mi escudo solo sirve para la defensa estabas equivocado.
El dorado se refugió en sus escudos, pero el gran resplandor lo plasmó en todo su cuerpo, descargando un gran ráfaga destructiva que lo recorrió por completo, haciendo inútil su defensa, siendo lanzando muy lejos, chocando violentamente contra unos muros rocosos y perdiendo el casco.
—¡Se acabó! —exclamó el daimon caminando hacia Enoc—. No utilicé mi máximo poder, para no destruirte por completo ya que el tesoro debo llevarlo conmigo. Sin embargo aún así estoy impresionado por la fortaleza de vuestra armadura de Oro.
Cuando llego al derrotado Enoc, divisó que tenía la miraba baja y había quedado sentado de piernas estiradas y al parecer estaba inconsciente por el impacto, mientras el daimon ponía su lanza al lado de su hombro para rematarlo, esté sintió como llegaba su fin, pero en un instante Enoc dio un golpe ascendente para levantar la lanza sobre sí mismo y atacar con el otro puño, entonces Longinus lo repelió con su gran escudo, haciendo que se alejara.
—¿Aún sigues con vida… y por qué no aprovechaste para ejecutar tú mejor técnica a corta distancia?
—Quizás hubiera sido la mejor opción, pero solo me queda usar mis puños para derrotarte, ya que mi formación como caballero de Oro aún no está completa —respondió el santo de Libra.
—Ya veo no tienes ninguna técnica para pelear —sonrió el daimon, cuando lo señalo con su lanza cónica—. Solo te queda el camino del buki-jutsu. “Técnicas con armas”.
—¿Qué dices?
—Por lo que veo a vosotros los santos, la diosa Athena solo les enseño el arte del cosmos a combatir sin armas, por el contrario nuestro dios, Ares nos enseñó el arte del cosmos usando las armas —distinguía el daimon las enseñanzas de cada dios.
—No sé si estoy tomando le decisión correcta, pero si no lo hago de seguro moriré —razonaba, cuando saco una espada retraída detrás de su pierna, una que al desenvainarla se extendió, como si se transformara de una daga a una espada y se puso su escudo en el otro brazo para tomar la misma posición que el daimon.
—Así que intentaras imitar mi estilo perfecto de ataque y defensa en uno —dijo Longinus sonriendo—. Muy bien acepto el desafío —cuando empezó a concentrar una enorme cantidad de energía en su gran escudo hexagonal.
—¡¡FINAL EXCECUTION!! —
“Ejecución Final”
El daimon disparó desde su escudo la enorme ráfaga devastadora, pera esta vez el santo de oro contraatacó con su propio escudo, lanzándolo en forma horizontal como un disco cortante que repelió el resplandor desintegrándolo a su paso.
—¡Mis escudos tampoco son solo para la defensa! —exclamó Libra, logrando desintegrar por completo el ataque de Longinus y consiguiendo dañarlo en el impacto, destruyendo la joya que tenía en el centro.
—¡No puedo creerlo… dañó mi gran defensa perfecta!.
Enoc aprovechó el momento para saltar y caerle con un haz cortante con su espada, pero esté la esquivo y le impactó con su cónica lanza. La cual, tal colisión de armas fueron iguales.
—Ahora estamos igualados, no necesito técnicas teniendo estas armas.
—Yo no estaría tan seguro, mis armas a diferencia de las tuyas las puedo usar como técnicas.
El daimon lo atacó tratando de perforarlo con su lanza, la cual Enoc desvió el ímpetu del agudo ataque con su espada, pero esté continuo con el embate, una y otra vez haciendo retroceder al santo de oro, sin darle tiempo para contraatacar.
—¿Qué sucede?, No dijiste que estábamos igualados —dijo Longinus continuando con la estocada de lanzas que intentaba perforarlo, mientras Enoc las desviaba con su espada.
Hasta que de tanto embestir el daimon logró ser más veloz y perforó la palma de la mano derecha, con la que el joven santo dorado, sostenía su espada, haciendo que la soltara y lograr tenerlo a su merced.
—¡¡Spear of Doom!! —
“LANZA DE LA CONDENA”
El daimon perforó con su lanza en el escudo, pero no de una forma ofensiva sino como si la materia solida del escudo se ondeara ante la lanza del daimon, consiguiendo un extraño resultado, ya que se pudo ver que al perforarlo salía una gran cantidad de polvo de estrellas.
—No sentí dolor y el escudo tampoco tiene una grieta, a pesar de que lo perforó.
—Mi técnica anterior no se concentró en destruir atómicamente la solides de tu defensa es por eso que quedó intacto, sino que alcance la vida en el escudo, debió haber sido tú destino el que se lleve esta lanza, perforando tus puntos vitales, pero tu escudo te protegió. Eso fue solo una pequeña muestra, ahora atravesaré toda la vida de vuestra armadura para dejarte desnudo en el campo de batalla.
—¡No puede ser! —exclamó Enoc.
—¡¡Spear of Doom!! —
“LANZA DE LA CONDENA”
El daimon concentró una gran cantidad de energía roja en la punta de su lanza la cual extendió en forma horizontal, para disparar un tremendo rayo que plasmó sobre Enoc, haciendo que se arrodillara y una gran cantidad de polvo dorado saliera de su ropaje.
Muy pronto toda la armadura de Libra, perdió su brillo y se volvió gris, ante el mismo Enoc, intentó encender su cosmos, pero fue inútil. La armadura parecía muerta espiritualmente.
—Aunque la tengas puesta es como si estuvieras desnudo frente a mí —agregó Longinus, señalando con su cónica lanza—.Ahora que todas tus armas y tu armadura están inservibles solo me queda perforar tu corazón, para que vuestro destino también este condenado.
Sin embargo cuando estaba a punto de clavarle su lanza en su vulnerable corazón, un sonido de un disco girando, se sintió y el daimon divisó que venía por la derecha, aunque lo desvió con el suyo, el escudo desconocido, regresó como un bumerang a su dueño. Muy pronto Enoc aprovecho el momento de alejarse y se dio cuenta que fue Seiryu quien intervino. Ahora la pelea se había interrumpido y el daimon estaba frente al santo exiliado a punto de iniciar un nuevo combate.
—Por lo visto no puedes evitar hacer lo que está prohibido —dijo Seiryu mirando al santo de Oro al verlo con las armas—. ¿Cuántas reglas más vas a romper, Enoc?
Le preguntaba el santo del Dragón esbozando una pequeña sonrisa, tomando una posición de combate frente al emisario enviado por el dios de la guerra, él cual lo vio con gran desprecio.
Edited by ALFREDO, 02 November 2015 - 10:11 am.