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"Saint Effect": El Capitulo Final

Saint Effect Parodia Humor absurdo Fanfic Aún no me cierran el tema

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41 respuestas a este tema

#21 Patriarca 8

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Publicado 26 septiembre 2017 - 17:35

Ojala que esta vez Hades logre ganar una guerra---XD


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#22 Macairo de Cancer

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Publicado 02 octubre 2017 - 18:20

Hasta ahora es de lo mejor que leí... tu si sabes sacar una sonrisa xD.

 

Albiore simplemente es tan... tan XD.

 

Y menudas referencias a series jajaj. 

La verdad es que es cierto... De todas las babosadas previamente hechas por mi, nunca antes había escrito algo tan poco serio como la historia de Albiore y la Aryan Knight, es más, admito que en un principio contaba con que Xenna me cerrara el post y por lo tanto no tendría que acabar ni siquiera con la Misión Suicida... Y mira donde estoy ahora...

 

Igual, no durará mucho... Acabo de hacer algo que nunca jamás en la vida había hecho: Escribí un boceto de la historia. Ya sé como termina estoy, más, siempre lo supe, pero jamás se me ocurrió el como conectar esto con esto otro, etc etc y etc. Previamente sacaba capítulo tal cual Kurumada escribe Next Dimension, más, empecé con esta porquería el... 18 de enero, y sigo aquí, con solo cinco capítulos hasta ahora. Pero no más, ahora sé cuantos capítulos serán, y terminamos con la trilogía de Saint Deffect... Digo, "Effect".

 

PD: Y sí, esta mi$rda solo vive de referencias, es su único sustento económico.


Ojala que esta vez Hades logre ganar una guerra---XD

Mi$rda que nadie le tiene esperanzas a Hades  :t420:


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Fanfic parodia: "Saint Effect"

Parte 1: La Misión Suicida Parte 2: El Regreso de Zeus


Parte 3: El Capítulo Final (Aún no escrito)


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Publicado 06 octubre 2017 - 16:03

Dejo esto aquí y me voy por el momento...

 

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Publicado 06 diciembre 2017 - 11:11

Capítulo 6: Valores

 

En pleno campo alemán, en un terreno llano, cerca de abundantes hectáreas de cultivo, el Volkswagen negro iba descendiendo poco a poco, cada vez perdiendo más altura. Además de unas cuantas abolladuras en este mismo, el auto lucía triunfalmente, mientras se acercaba en el suelo, bajo un cielo que anochecía. Descendió lo suficiente como para rozar el suelo suavemente con las ruedas hasta que finalmente alcanzó andar en él. Luego fue perdiendo velocidad, y guardando sus alas. Finalmente, el auto se detuvo, y el constante sonido del motor dejó de oírse.

 

Una vez que el terreno se había sumido en un profundo silencio, las puertas delanteras del mismo auto (más la trasera del lado izquierdo) comenzaron a abrirse, las tres casi al mismo tiempo. Primero salió Sirius, con el rostro pálido, quién se desplomó en el suelo y comenzó a vomitar y a hacer arcadas. El soldado alemán también bajó, armado con su rifle. Asterión se limitó a dirigirse hacia Sirius y a hacerle palmadas en la espalda con el fin de ayudarlo a vomitar.

 

-Ya... Calma...-decía en tono paternal.-Hemos logrado huir.

 

Sin embargo, su compañero no terminó de devolver toda la escasa comida de la que se había alimentado en los últimos días, más finalizó pasados unos tres minutos, cuando el suelo ya se había llenado de sus vómitos, provocando un olor nauseabundo. A pesar de que el Caballero de Plata ya había logrado incorporarse (aunque mantenía una posición encorvada), su expresión de nauseas no se le quitó de encima. Pero, para Asterión, tal estado era "aceptable", y supuso que ya era tiempo de planear cual sería el siguiente paso del grupo.

 

-Bien...-dijo en tono autoritario, chasqueando los dedos.-Debemos seguir adelante. Hay que buscar un refugio, y después de eso, ver qué se supone que vamos a hacer después.

 

-Ya que lo mencionas...-comenzó a decir el soldado alemán, quién permanecía vigilante, mirando para todos lados.-No lejos de aquí se encuentra el cuartel militar al que yo me dirigía. Como ya dije anteriormente, algo muy gordo se está cociendo allí, después de todo, cada soldado, en servicio o en reserva, debe de dirigirse allí.

 

Asterión ya había olvidado la presencia de tal hombre quién los acompañaba hace no más de una hora. Se rascó la cabeza y comenzó a hablarle, sin moverse de su lugar.

 

-¿Y tú? ¿Quién demonios eres?-preguntó Asterión, intrigado.

 

-Llámame Heiser.-se presentó el soldado.-Como decía, estoy seguro que nos dejarán entrar a los tres, mientras vayan conmigo.

 

Luego de decir eso, Sirius comenzó a intentar hablar nuevamente, haciendo sonidos con la garganta. Tanto Asterión como Heiser voltearon sus cabezas para verlo. El Caballero de Can Mayor abrió la puerta delantera del auto, tomó el bolso verde, y comenzó a rebuscar algo en él.

 

-¿Qué buscas?-preguntó Asterión, pero Sirius no le hizo caso.

 

Finalmente encontró lo que buscaba: La cajita roja que previamente había robado de la base de los Ángeles, ese mismo día. Se alejó del auto y se la mostró a sus compañeros.

 

-No sé que demonios posee en su interior.-reconoció Sirius, seriamente.-Pero, dado toda la operación que los Ángeles se montaron para asegurar esto, seguramente es algo importante.

 

-¿Cómo se la robaste a los Ángeles, por cierto?-le interrogó Asterión.

 

-Me infiltré en un almacén el cual se encontraba protegido por ellos.-respondió Sirius.-Según tengo entendido, se encuentran llevando a cabo una gran operación a nivel global para recuperar diversos objetos de su interés, y estos son depositados en almacenes como en el que yo entré. Ahora hay que ver qué car@jo tiene dentro.

 

Y dicho eso, alzó la mano derecha y le quitó la tapa a la cajita. A su vez, tanto Heiser como Asterión se acercaron lentamente para ver su contenido, el cual dejó sorprendido también al mismo Sirius. En esta misma solo había un pequeño objeto: Una esfera luminosa celeste, la cual incluso parecía ser una pelota un poco más grande que una canica. Sirius soltó la tapa de la caja roja, y con la mano libre, la tomó para examinarla detenidamente.

 

-¿Pero qué mi$rda es esto?-se preguntó Sirius.

 

Heiser y Asterión se encogieron de hombros. Sirius, al notar que había ya poca luminosidad, extendió el brazo hasta el cielo para poder apreciar mejor el objeto con los últimos rayos del sol. Al hacerlo, este objeto comenzó a iluminarse aún más, y de este mismo salió disparado hacia el cielo un gigantesco rayo de luz celeste. Los tres hombres permanecieron en silencio, con los ojos como platos (en especial Sirius) mientras veían tal rayo volando. Este, poco a poco iba perdiendo altura.

 

-Espero que no hiera a nadie...-dijo Sirius con la voz quebrada.

 

...

 

La batalla en el Castillo de Hades se extendió por los siguientes veinte minutos, embargando una gran conmoción en todos los presentes. Se había dado la orden de proteger al Castillo a como de lugar, siendo Perséfone la que intentaría levantar una barrera para defender la estructura, a su vez, Hades permanecería a su lado, actuando como la última línea de defensa hacia esta. Por otra parte, eran los hombres de confianza de Hades los que dirigían la batalla en los alrededores, comandando a los ejércitos de Espectros y Esqueletos del dios del inframundo.

 

Aiacos reunió a una compañía de Espectros (junto a Albiore, Cristal y Bud), y marchó por la retaguardia del castillo, internándose en el bosque, y solo saldrían cuando se de la señal para que la compañía flanquease al enemigo. Hasta entonces, los Espectros de Hades se limitarían a resistir el ataque de tal fuerza invasora compuesta por seres humanoides con rostro de perros negros (cada uno cargando un cetro), asistidos por ángeles caídos y harpías. Para evitar que el enemigo apele a la misma táctica que ellos (flanquear al adversario), se apostaron una serie de tiradores en el castillo los cuales se encargarían de mantener a raya al enemigo. 

 

A su vez, la Aryan Knight sobrevolaría por el terreno de combate, atacando a las harpías y a los ángeles caídos (para otorgarles un respiro a los soldados de tierra). En esta misma habían sido apostados unos cuantos Espectros quienes defenderían la nave, y atacarían a algunos enemigos en la zona de combate. A la nave también se le dio otra función y es la de dar apoyo táctico a los Espectros allá en la tierra. Por eso mismo, el juez del infierno, Minos, abordó en ella, pues desde tal posición podía dirigir sin problema alguno la batalla. Por otro lado, Rhadamanthys dirigiría a los Espectros en el suelo. Con él también estaban Jango, Rafaelo y Valentine.

 

El juez del infierno optó por no llevar al grueso del ejército para dar una sensación de "vulnerabilidad" ante el enemigo logrando que estos se confíen, y recién allí pedir refuerzos los cuales esperaban dentro del castillo. Hasta entonces, marchó con sus tropas hasta la zona acordada y allí ordenó instalar una barricada la cual los Esqueletos armaron en un par de minutos. Mientras las defensas eran preparadas, Rhadamanthys reunió a todos los Espectros que le acompañaban, así como también a Jango y a Rafaelo.

 

Se reagruparon en medio de tal linea defensiva, pero a diferencia de los protocolos del Santuario (los cuales ordenaban que los soldados se agruparan en fila cuando su superior les dictase ordenes), todos estaban dispersos alrededor de Rhadamanthys, tal cual un grupo de camaradas. Tal característica fue del agrado de Rafaelo quién por lo general acostumbraba a saltarse todo tipo de reglas.

 

-La orden es sencilla.-afirmó Rhadamanthys.-Debemos proteger esta posición y aguantar hasta que el grupo de Aiacos ataque el flanco de nuestro enemigo, entonces abandonaremos esta posición y cargaremos de forma directa ¿Alguna pregunta?-interrogó el Juez a sus hombres.

 

Un espectro de mediana estatura y con el cabello alborotado, cuyo casco le ocultaba los ojos, alzó la mano, a lo que Rhadamanthys le dio permiso de hablar luego de asentir con la cabeza.

 

-Señor.-comenzó a hablar con una voz juvenil, no debía de pasar ni los diecisiete años.-Esa táctica parte de la creencia de que el enemigo solo atacará directamente, ¿Y si nos rodea?.

 

-De eso no te preocupes.-le calmó Rhadamanthys mientras iba y venía, recorriendo paseándose entre sus hombres.-Hemos apostado centinelas en el castillo.-afirmó mientras señalaba dicha fortaleza.-Ellos mantendrán a raya a todo aquel que intente dispersarse por el campo de batalla, y sacar partido a nuestro punto débil. También nos brindarán apoyo táctico. Por otro lado.-dijo viendo hacia las tropas enemigas las cuales se estaban reagrupando.-Minos se encargará de esos malditos seres voladores.-luego volteó, encarando nuevamente hacia sus hombres.-Voy a otorgarles a cada uno de ustedes un puesto.-y dicho esto, señaló a Rafaelo.-Tú...

 

El Caballero de Junini estaba algo distraído, y al ver que el Juez del infierno le señalaba, se sobresaltó un poco.

 

-¿Qu... Qué sucede?-preguntó Rafaelo nervioso.

 

Tal acción promovió unas pequeñas risas nerviosas entre los Espectros más jóvenes, aunque también influía el factor de la batalla inminente que se avecinaba, la adrenalina de esta misma. Pero Rhadamanthys siguió hablando naturalmente, sin cambiar su expresión.

 

-Tú seres nuestro centinela.-le dijo Rhadamanthys.-Necesito que los mantengas a raya y nos proporciones apoyo táctico desde esa posición.-y señaló un pequeño puesto elevado que los Esqueletos habían armado.

 

Ese puesto de centinela se encontraba en la parte trasera de aquel "campamento". Rafaelo estaba tenía ganas de protestar pero no dijo nada, y el Juez siguió asignándoles sus puestos a cada Espectro.

 

-Raimy.-llamó al Espectro de Gusano.-Tú nos darás "apoyo subterráneo", ¿Entiendes a lo que me refiero?.

 

Pero no hacía falta detallarlo más, inmediatamente el Espectro de Gusano esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

 

-¡No se diga más!-dijo este.

 

Sin más preámbulos, comenzó a escavar en el suelo a toda velocidad, hundiéndose en un par de segundos, dejando un pequeño hoyo en el suelo.

 

-¡Que alguien tape eso!-ordenó Rhadamanthys.

 

Y en un par de segundo aparecieron dos Esqueletos robustos, ambos portando una pala cada uno, y comenzaron a tapar el hueco que Raimy había dejado. Mientras trabajaban, Rhadamanthys continuó organizando las defensas. Distribuyó a los Espectros, colocando al menos a tres en cada posición defensiva.

 

-Cube, Giganto, Pharaoh.-nombró.-Ustedes al lateral izquierdo.

 

Tales Espectros asintieron y fueron hacia donde se les ordenó.

 

-Jango, Valentine.-llamó Rhadamanthys, luego de que el anterior grupo ya se hubiese ido.-Ustedes irán al frente conmigo, necesito a los mejores apoyándome en la vanguardia.

 

-Así que vamos a ir al frente, ¿No?-comentó Valentine, mirando a Jango.

 

-No me lo perdería por nada...-afirmó Jango, pero luego se mostró escéptico ante Rhadamanthys.-Oye ¿Qué te hace pensar que soy de los mejores?.

 

-Escuché de tus hazañas.-le respondió Rhadamanthys.-Tu participación en la batalla de Asgard, y tus contribuciones en el primer asalto al Castillo se volvieron muy populares últimamente.

 

Jango estaba por hablar nuevamente pero Rafaelo se le adelantó y encaró a Rhadamanthys.

 

-Oye.-comenzó a decir.-Seguro también oíste hablar de la "Explosión de Jalashkian".

 

-Quizás...-comentó Rhadamanthys cerrando los ojos.

 

El Caballero de Junini estaba a punto de volver a hablar pero Jango le interrumpió.

 

-¿Sucede algo?-le preguntó.

 

-Mira, nunca he sido un centinela.-comenzó a decir Rafaelo.-Esto es nuevo para mi.

 

-No le des mucha importancia.-le calmó Jango de forma despreocupada.-Imagina que será como ese juego que me comentaste la vez pasada... ¿Cómo se llamaba? ¿Call of Duty?.

 

-Ese mismo...-respondió Rafaelo, no muy animado.-Como sea...-Y empuñó su par de pistolas Berettas de Bronce.-Supongo que te veré al otro lado.

 

-Eso sonó patético...-le comentó Jango, riéndose.

 

Rafaelo también se rió y se marchó hasta su puesto, Jango también hizo lo mismo mientras empuñaba la Espada de Balmung, al frente, en donde Rhadamanthys y Valentine ya le estaban esperando. Los Esqueletos habían cavado hoyos en el suelo al frente para dificultar el paso de las tropas enemigas. Luego de preparar las defensas, todos fueron a sus puestos de batalla, cumpliendo más que nada el papel de soporte para los Espectros. Jango volteó y pudo ver a Sylphid detrás de ellos, no muy lejos de su posición. Había sido apostado en la retaguardia, y les apoyaría en el caso de que el juez del infierno así lo ordenase.

 

Ya estaba anocheciendo y por lo tanto los Esqueletos también habían traído materiales para encender una hoguera y varias antorchas. Pero con un enemigo como lo eran los Ángeles, no hacía falta esto mismo. Jango recordó como Cristal una vez le había comentado que, en la batalla de Asgard, la mayor debilidad de los Ángeles había sido el vestir Armaduras brillantes. También evocó el recuerdo del primer asalto al Castillo de Hades, y el como los Espectros se camuflaban en la oscuridad, y como los Ángeles fracasaban por dicho detalle. "Quizás la suerte esté de nuestro lado otra vez" pensó. Pero luego recordó a aquellos perros humanoides y a los ángeles oscuros, esta vez no iba a ser tan fácil, "Y Dios quiera que no hayan traído otra vez a esos malditos Titanes", pensó.

 

Allí, en tal linea de defensa, aguardaron en silencio todos, expectantes, vigilando cualquier movimiento del enemigo. Valentine se le acercó a Jango y comenzó a murmurarle.

 

-¿Sabes?.-comenzó a decir.-En esta vida, yo crecí en el campo, un sitio igual de tranquilo que este. Me crió mi tío hasta que cumplí doce, los días de semana se marchaba a trabajar y volvía a la noche. Hasta que un día, el cielo se oscureció, y él no regresó. Me armé de valor y salí a buscarlo, y lo encontré allí afuera, reposando sobre la hierba, herido por dos balas. Un par de idi@tas lo confundieron con un animal nocturno, y él estaba ahí, muerto, en la oscuridad de la noche. ¿Puedes sentirlo?.-y luego de preguntarle eso, miró a Jango.

 

Este no entendía a qué se refería.

 

-¿Si puedo sentir qué?.-le preguntó Jango.

 

-Cientos de almas en una noche.-respondió Valentine.-Todas en silencio, aguardando su destino. Es el sonido de la muerte. Tranquilo, sereno, aguardando el momento de atacar, y cuando este llega, no lo ves venir.

 

Jango recordó a su madre, asesinada por ese Ángel al que tanto le odiaba. Volteó la mirada y vio a todos aquellos que combatían de su lado y reflexionó, ¿Cuantos de ellos tendrían historias similares a la suya? ¿Alguno de ellos habría perdido a algún familiar o quizás a un amigo?. Pensó también en todo aquellos que posiblemente morirían ese día, incluso cabía la posibilidad de que el también se les uniera. La historia de Valentine tenía un mensaje claro: Ante la muerte nadie está preparado, esta ataca sin previo aviso. Y él estaba ahora ahí, en medio de un campo de batalla.

 

-Entonces.-volvió a hablar Valentine.-¿Te consideras ahora un Caballero de Atenea?.

 

-No.-respondió Jango casi de inmediato, sin apartar la vista de las tropas enemigas.-Yo soy un Caballero Negro, no le debo la vida a nadie, solo peleo por mi propio bienestar o por la causa que yo elija, nadie más toma esa decisión por mi. No...-dijo luego de hacer un paro.-Yo soy mi propia causa.

 

Valentine esbozó una pequeña sonrisa.

 

-Sabes, yo era como tú.-afirmó.-Me sentía libre, no debía preocuparme por nada ni nadie, no tenía obligaciones, solamente hacía lo que se me cantara. Pero después me di cuenta que en realidad no era libre, era esclavo de mis propios intereses, y estos no me permitían ver más allá de mi mismo. Comprendí que existe la libertad en luchar por una causa y prestar juramento, que este era mi lugar. Yo, aquí, ayudando a mi dios a que este purificara el mundo y le de un nuevo orden. La vocación es lo que nos hace libres, el caminar herrado es lo que nos ata.

 

-Bien por ti...-le respondió Jango sarcásticamente.-Pero yo estoy bien donde estoy, gracias...

 

Pasados unos minutos, las tropas del enemigo comenzaron a marchar hacia el Castillo de Hades, y por lo tanto, también dirección de aquella linea de defensa que habían armado. Rhadamanthys preparó a sus tropas, avisándoles de que el enemigo se acercaba, y que bajo ningún concepto les den cuartel puesto que ellos no estaban dispuesto a tenerles piedad a los Espectros. Eran ellos o sus enemigos, la vida o la muerte, el triunfo de Hades o el de Zeus.

 

La marcha de los ejércitos del Olimpo pronto se transformaron en una carga hacia los Espectros quienes aguardaban, preparados para lo peor. Una vez que ya estaban en posición, Rhadamanthys ordenó el primer ataque.

 

-¡Tiradores!-llamó Rhadamanthys.-¡Fuego!

 

Los centinelas del Castillo comenzaron a disparar a diestra y siniestra, lo mismo hizo Rafaelo. Los tiros impactaron contra los Ángeles quienes componían el grueso de la primera oleada. Aquellos que impactasen en sus Armaduras no surtieron mucho efecto en ellos, pero aquellos que dieron en aquellas zonas desprotegidas, fueron muy efectivos, derribándolos, y, en el "mejor de los casos", acabando con sus vidas. Cuando ya estuvieron a una distancia prudente, Rhadamanthys volvió a lanzar una orden.

 

-¡A la carga!-gritó con potencia.

 

Y dicho esto, cargó violentamente contra los Ángeles, seguido por Jango y Valentine. El Caballero Negro, sumido en la atmósfera de la batalla, no pensó en nada más que en abatir a sus enemigos. Empuñando la Espada de Balmung, asesinó al primer Ángel que cargó contra él, y luego decapitó al más cercano. Empaló a otro, y asesinó al cuarto de un tajo limpio en el pecho. Se manchó de la sangre de sus enemigos la cual recorrió por todo su cuerpo. La Espada de Balmung estaba sedienta de sangre. Asesinó a sus enemigos sin parar. Escuchaba nada más los gritos de la batalla y los sonidos del acero, pero no les prestaba atención.

 

Valentine de Harpía extendió sus alas y lanzó el ataque, "Avaricia de la Vida", con la que acabó con la vida de varios Ángeles. Pero ni él ni Jango se comparaban a Rhadamanthys de Wyvern. Verlo en acción provocaba la admiración en sus aliados, y el miedo en sus enemigos.

 

-¡Gran Caución!-gritó el Juez.

 

Y dicho esto, ejecutó su terrible técnica, lanzado cientos de rayos y eliminando a varios Ángeles a la vez. Por el momento, tal batalla parecía sencilla para el bando de los Espectros. Pero de pronto, mientras Jango combatía contra otro Ángel, sintió un aullido terrorífico. Atravezó con la Espada a su enemigo para luego girar la cabeza y ver que se trataba de uno de aquellos perros quién cargaba hacia él, empuñando su cetro. Era al menos medio centímetro más alto que Jango, lo que le provocó una descarga de temor que casi paraliza su cuerpo. Logró responder a tiempo y corrió hacia su enemigo, deteniendo el ataque de su cetro valiéndose de la Espada de Balmung.

 

Ambos combatientes lucharon, cada uno valiéndose de sus habilidades de esgrima. Pero luego, cuando notó que su enemigo había bajado la guardia, Jango le atravesó con la Espada de Balmung, provocando la muerte de su rival. Retiró la espada antes de que aquel ser cayera al suelo, pero antes de que se diera cuenta, había un Ángel detrás suyo, dispuesto a asesinarle. Jango intentó responder pero ya era demasiado tarde para eso, sin embargo, su enemigo recibió un impacto y cayó al suelo. El Caballero Negro volteó hacia atrás y pudo ver a Rafaelo, con sus armas, haciéndole un gesto con la mirada. Jango asintió, y luego volvió a girar hacia el enemigo, dándose cuenta de que ahora venían muchos más seres humanoides como el primero que ya había abatido. Blandió con fuerza la Espada y cargó contra ellos junto a sus compañeros.

 

Mientras la batalla se llevaba a cabo, harpías y ángeles caídos se acercaban hacia tal puesto de defensa, con el fin de atacar a los Espectros. A su vez, varias tropas del Olimpo estaban comenzando a sortear a los centinelas del Castillo de Hades. En eso, la Aryan Knight hizo gala en el cielo, y atacó directamente a las hordas de harpías y ángeles caídos, valiéndose de sus armas, y de un ataque combinado con los Espectros que la tripulaban, entre ellos, Minos.

 

-¡Pilotos!-ordenó el juez.-¡Lleven la nave hacia los laterales del puesto de defensa! ¡Acaben con aquellos que intentan atacar por los costados a las tropas de Rhadamanthys!

 

-¡Entendido, señor!-respondió el pilo jefe de la nave.

 

Esta comenzó a bombardear el campo de batalla, acabando con las tropas del frente y laterales, dándoles un respiro a los combatientes de la superficie. Minos comenzó a hablarle al Cosmos de Rhadamanthys.

 

-¿Cuál es la situación?-le preguntó al Espectro de Wyvern.

 

-¡Es...tamos aguan...tando!-respondió Rhadamanthys entre jadeos y algunas interrupciones por encontrarse en ese mismo combatiendo.-¡Pero no sé si... podremos resistir... mucho tiempo!-agregó.-¡¿Aún no... hay señales de... Aiacos?!.-preguntó al final.

 

-¡Todavía no!.-le informó Minos.-¡Pero es preciso que seamos pacientes! ¡No tenemos más opción que confiar en Aiacos y los otros!.

 

...

 

Krishna, quién aún blandía su lanza, apuntaba hacia Maxul quién hacía malabares con su martillo de plata, algo sorprendente a causa de que tal arma daba la impresión de ser mucho más pesada de lo que en verdad era: Un arma ligera.

 

-El Castillo de Hades caerá.-le dijo a su oponente.-Los Espectros serán abatidos esta noche. Tus amigos también morirán. Luego iremos por Asgard y el Palacio de Poseidón, y finalmente acabaremos con los Caballeros de Atenea sobrevivientes. El Olimpo vencerá, y el mundo volverá a ser propiedad de los dioses Olímpicos. Y por supuesto, tu también morirás esta noche.

 

-Sobre mi cadáver.-dijo Krishna, amenazante.

 

Maxul le fulminó con la mirada, detenidamente. Luego detuvo su arma, y la empuñó con ambas armas.

 

-Eres valiente, General Marina.-alagó a su rival.-Eres un guerrero sin igual, y admiro tu valentía. Pero para ganar una guerra hace falta más que eso, ¿Por qué no rendirte de una vez?-le preguntó.-No tiene sentido que sigas luchando. Si te rindes ahora e imploras el perdón de Zeus, quizás este te permita seguir viviendo y deje que te pongas a su servicio.

 

-Eso solamente hacen los cobardes.-le respondió Crishna con el ceño fruncido.-Traidor es aquel que compra su seguro de vida con el enemigo cuando todo está perdido. Y créeme cuando te digo que un General Marina se mantiene implacable hasta el final, ¡Un Marina de Poseidón jamás se rinde!-afirmó con fiereza.-Io y Sorrento murieron no sin antes dar la cara en batalla, eso es lo que se puede esperar de una Marina de Poseidón. Y créeme cuando te digo que si esta guerra termina acabando con nuestra derrota, entre los esclavos no habrá ningún Marina puesto que habremos muerto todos en batalla. Por Poseidón, por mis camaradas, por los caídos, y por mi.

 

-De acuerdo.-dijo Maxul, preparándose para atacar.-Te daré el final épico que tanto añoras.

 

Pero de pronto se sintió un fuerte sonido a lo lejos seguido por un gran retumbar de la tierra, esto sorprendió a Krishna quién giró la cabeza a todos lados (sin bajar la guardia), sorprendido por esto. Pero por el lado de Maxul, este solo frunció el ceño, como si ya supiera que era lo que estaba sucediendo en ese momento.

 

-Esta aquí...-comentó.

 

-¡¿Quién?!-preguntó Krishna alzando la voz.

 

Su enemigo no respondió. Casi al instante, Maxul sacó de su bolsillo un pequeño espejo dorado, y de él, Krishna pudo oír la voz de Reiyel.

 

-Maxul.-llamó a su compañero.-¿Ya has acabado con el General Marina?

 

-Aún no.-respondió Maxul.

 

-Olvídate de él, ven rápido, te necesito aquí.-le ordenó Reiyel.

 

-De acuerdo.-dijo Maxul tranquilamente, para luego guardar el espejo. Luego miró a Krishna con desdén.-Tuviste suerte, General Marina, debo marcharme ahora.

 

Pero Krishna le apuntó con su lanza.

 

-¡Espera!-le gritó con furia.-¡¿Vas a abandonar este combate así como así?! ¡¿Acaso piensas que estoy pintado?! ¡No me ningunees!.

 

-Te respeto, General Marina.-le dijo Maxul.-Pero sigo siendo superior a ti, si seguimos luchando tan solo firmarías tu sentencia de muerte. Tan solo mira tu propio estado.

 

El General Marina bajo la cabeza para ver su cuerpo y se sorprendió al ver su Escama repleta de grietas. Y no solo eso, además sangraba por la boca, sus brazos estaban repletos de heridas. Tocó su sangre con la mano derecha y se la llevó al rostro para contemplarla mejor, poco a poco esta comenzó a temblar, y Krishna abrió los ojos de par en par, sin poder creerlo.

 

-Esto no es...-intentaba decir, pero sus palabras se entrecortaban.

 

"¡¿En qué momento este maldito me atacó?!" se preguntaba Krishna atónito. Creyó haber esquivado todos y cada uno de los ataques de Maxul, en ningún momento se percató de que él había acertado en algunos ataques. Dejó de ver su mano, y, frunciendo el ceño, vio a su adversario quién permanecía triunfal, sin un solo rasguño.

 

-Pertenezco a la Élite del dios Zeus.-declaró Maxul.-Un simple humano, por más que este sea un General Marina, no es un rival digno para mi. Aunque debo admitir que terminaste siendo más fuerte de lo que yo esperaba. No importa, ha sido divertido, guerrero de Poseidón, pero ahora debo marcharme. Ve y únete a la batalla, encuentra la muerte como tú quieras, no me importa. Hasta luego.

 

Y dicho esto, alzó el vuelo con sus alas y se marchó. Krishna se quedó allí de pie, aturdido por lo que acababa de suceder. No había podido vencer a su rival, pero lo que más le dolía era el hecho de que no pudo vengar las muertes de sus compañeros. Estaba destrozado y con la moral en los suelos. No pudo mantenerse de pie por el impacto, soltó su lanza y quedó de rodillas en el suelo, allí en medio del bosque. Luego golpeó el suelo con sus puños, de sus ojos brotaron unas cuantas lágrimas.

 

-No soy digno de ser un General Marina.-pensó con furia.-¡Dejé que mi enemigo me superara, y no pude hacer nada para evitarlo!.

 

En eso sintió como si alguien apoyara una mano en su hombro. Volteó violentamente la cabeza y se quedó atónito por lo que vio. Allí, en donde se suponía que no debía de haber nadie, había un hombre parado y este vestía una Escama así como él. Era el mismo Sorrento de Siren quién le devolvía la mirada.

 

-¡Sorrento!.-exclamó Krishna atónito.-¡Pero tú estás muerto!.

 

-Lo estoy...-afirmó Sorrento bajando la mirada, para luego volver a alzarla.-Pero aún vivo en tu corazón y en el de los demás Generales Marinas. Sigo vivo en tus acciones y en tus actos, por que nosotros no morimos, nos volvemos inmortales en nuestros compañeros, y dejamos nuestras causas en las manos de aquellos que seguirán luchando, en los que mantendrán vivo nuestro legado. Y por eso te pregunto, Krishna, ¿Vas a dejar que una derrota te destruya?, tú vales más que eso.

 

Y después de decir eso, otro hombre apareció al lado de Sorrento, era Io de Scylla.

 

-¡El weon tiene razón!.-dijo Io.-Por que la wera de la vida se vuelve una wea difícil no significa que tienes que tirar la toalla así o nuestros esfuerzos valdrán hongo, po weon. Morí pero jamás arrugué, hace lo mismo, weon.

 

-Io...-comenzó a decir Krishna.-Nunca te entendí una mi$rd@ pero sé que me estás dando ánimos para que siga adelante. Eso es...-se dijo a sí mismo.-No puedo morir aquí, todavía hay quienes me necesitan y no les puedo fallar. Seguiré luchando hasta que ganemos esta guerra o muera en el intento.-y luego miró a sus compañeros.-¡Sorrento, Io!-les llamó.-¡Les prometo que sus muertes no serán en vano!.

 

-Así será, Krishna.-dijo Sorrento.

 

En ese mismo instante, Krishna abrió los ojos. Estaba tumbado en el suelo, se había desmayado después de la batalla contra Maxul. No perdió el tiempo, se incorporó y recogió su lanza. La miró detenidamente y se aferró a esta. Luego alzó la vista y vio como dos rayos luminosos, en el cielo, se dirigían a toda velocidad hacia el Castillo de Hades.

 

-Será mejor que me apresure.-se dijo a sí mismo el General Marina.

 

...

 

El grupo de Aiacos estaba compuesto por una larga tropa de Espectros, y entre ellos se encontraban algunos de los mejores guerreros de dicho Ejército. Junto a ellos iban Bud y Cristal, y al frente, marchando junto a Aiacos, se encontraba Albiore. Se habían movido sigilosamente para pasar desapercibidos y así poder flanquear al enemigo en cuanto estén en posición, y Minos de la orden. Pero a su vez, se habían movido muy lentamente puesto que Aiacos había apostado en mandar exploradores para que investigaran el área y así poder asegurarse de que ningún enemigo se encontrase acechando por el bosque, lo cual provocaría que el plan fracasase.

 

Salvo por los retrasos que habían tenido, la operación estaba siendo todo un éxito. Iban a poder llegar hasta el punto acordado, según el plan de Minos, en tiempo y forma. El camino era algo tortuoso teniendo en cuenta que les estaba prohibido hablar a todos los soldados a excepción de Aiacos para que este pudiese seguir dando órdenes a los suyos. Albiore se estaba preguntando acerca de qué tan lejos debía de estar el punto acordado en donde debería reportarse y esperar las órdenes de Minos.

 

Pero de pronto, el grupo completo oyó un fuerte sonido el cual no estaba lejos de su posición. Aiacos, inmediatamente, alzó la mano izquierda en señal de que todos debían de parar. Dio media vuelta, encarando a los suyos, señaló a un par de Espectros que ejercían la función de exploradores, para luego señalar hacia delante. Ambos Espectros entendieron a la perfección la orden y se fueron a explorar, procurando no hacer el menor ruido posible. Regresaron pasados un par de minutos, al parecer no habían visto nada sospechoso, por lo que al grupo no le quedó más que avanzar. Aiacos levantó la mano derecha, y todos siguieron avanzando. Tenían cuidado de no tropezar con alguna rama, teniéndose en cuenta que ya casi oscurecía por completo.

 

Desde tal posición podían escuchar los sonidos del campo de batalla los cuales cada vez eran más cercanos, se estaban acercando al punto acordado. Luego de un par de minutos más ya prácticamente estaban allí, pero luego sintieron otra vez ese fuerte temblor. Aiacos volvió a alzar la mano izquierda, y con la derecha levantó un solo dedo y señaló hacia un árbol, luego levantó dos dedos y señaló hacia otro árbol, y así sucesivamente hasta que señaló a otro árbol luego de levantar cinco dedos. Anteriormente le había asignado un número a ciertos Espectros, y con tales señas les estaba dando órdenes. Estos fueron directamente hasta las posiciones asignadas y se quedaron allí, vigilando. Luego señaló a otro par de Espectros (uno alto de barba rala negra llamado Mateo, y otro de estatura media y de cabello rojo de nombre Máximo, ambos eran poderosos soldados bajo las órdenes de Aiacos), a Albiore, a Bud y a Cristal. Se señaló a sí mismo y comenzó a caminar hacia los lindes del bosque, siendo seguido por aquellos a quienes nombró.

 

El grupo se atrevió a asomarse para poder contemplar la situación. El enemigo estaba reagrupándose, pero lo peor de todo no era eso puesto que pronto pudieron ver de primera mano el origen de tales temblores: Un titán mucho más grande que aquellos a los que Albiore y los demás se habían enfrentado en el primer asalto al Castillo de Hades. Vestía una túnica blanca como los demás Titanes, y su cabello era negro. Luego de dar órdenes a los ejércitos del Olimpo, se apartó del campo de batalla, dirigiéndose a la retaguardia.

 

-¡Miren el tamaño de esa cosa!-murmuró Máximo, atónito.

 

-Está claro que van a necesitar nuestra ayuda.-afirmó Aiacos.

 

Luego de decir eso, ordenó a los suyos que regresasen con los demás. Aiacos hizo lo mismo, y mientras se dirigía con su grupo, logró comunicarse con Minos.

 

-Minos.-llamó a su compañero y líder.

 

-¿Ya están en posición?-le interrogó Minos a Aiacos.

 

-Así es.-respondió este.-Estamos esperando tu señal.

 

...

 

Los combatientes que defendían las afueras del Castillo de Hades se encontraban intentando rechazar una oleada bastante dura en la que ya habían perdido a algunos Espectros y Esqueletos. Por otro lado, Jango luchaba incansablemente, liderando a los Espectros junto a Rhadamanthys. Más de una vez, cuando todo parecía perdido, la Espada de Balmung desfilaba por toda aquella linea de defensa y daba ánimos a los demás para seguir combatiendo. Pero esta vez estaban siendo empujados por sus enemigos. Fue cuando Rhadamanthys dio la señal y los refuerzos del Castillo de Hades salieron a socorrer a los suyos, algo que sorprendió a los soldados del Olimpo y los tomó por desprevenidos.

 

Sin que pudiesen hacer algo al respecto, todos cayeron ante tal fuerza de choque que emanaron los Espectros quienes no habían perdido energías en la batalla al igual que sus compañeros los cuales habían dado lo mejor de sí en la defensa del Castillo de Hades. Jango había luchado contra otro de aquellos perros humanoides el cual le había obligado a recostarse en el suelo, y allí intentó esquivar los golpes de su adversario. Pero fue salvado por un Espectro quién arremetió contra el adversario de Jango por medio de un arma larga, lo que parecía ser un bastón. Luego de eso, le extendió una mano a Jango para ayudarlo a incorporarse, cosa que este accedió. Se levantó y pudo comprobar que estaba frente un Espectro dientón, cuya arma no era un bastón si no que un remo.

 

-Tú eres el Espectro que a su vez es el barquero del río Aqueronte.-dedujo Jango.-¿No es así?.

 

-Así es.-respondió el Espectro Caronte de Aqueronte.

 

-Dime, ¿Viste a una Caballero Dorado dirigiéndose al Inframundo en estos últimos días?.-preguntó Jango.

 

-Qué curioso que lo menciones...-comentó Caronte, sonriendo.

 

Sacó de su bolsillo un medallón y se lo entregó a Jango quién se sorprendió por tal presente.

 

-Tú debes de ser Jango, ¿No es así?.-dedujo Caronte.-Tu madre me pagó una buena suma adicional para que te entregue esto, muchacho.

 

Jango tomó el medallón y se percató de que este podía abrirse. Así lo hizo y en él pudo ver una foto de su madre sosteniendo a un bebé, el Caballero Negro esbozó una pequeña sonrisa al ver esto. Luego de eso, se lo colocó en el cuello.

 

-Gracias.-le agradeció Jango al Espectro, a lo que este le miró con desdén.

 

-Oye, no me agradezcas, muchacho.-le dijo.-Lo hago también como parte de mi deuda hacia Albiore.-afirmó.

 

Tal declaración sorprendió un poco a Jango.

 

-¿Hacia Albiore?.-preguntó este atónito.

 

-Así es.-dijo Caronte.-En una ocasión participamos juntos en una misión en la que pude haber muerto, pero él logró que regresase con vida.-luego miró para otro lado.-Digamos que al ayudarte a ti podríamos decir que también le estoy ayudando a él, ahora tú eres parte de su "grupito suicida" por así decirlo.

 

El Caballero Negro iba a responder algo pero luego vio a Valentine quién estaba de cuclillas, y se acercó a él lentamente.

 

-No me digas que ya te cansaste.-le dijo Jango en forma burlona.

 

-Eso nunca.-declaró Valentine.

 

Jango se le quedó mirando y de pronto hizo algo que jamás se le hubiera ocurrido que haría alguna vez, le extendió una mano a Valentine para ayudarle a levantarse. Este tiró de esta y se incorporó. "¿Esto cambiando?", se preguntó a sí mismo. Volteó para ver a Rafaelo, y luego volvió a sumirse en sus propios pensamientos. Supuso que quizás la compañía del Caballero de Junini y de los demás había influido seriamente en su conducta, la muerte de su madre a manos del Ángel, el sentimiento de compañerismo, el altruismo, la lucha por una causa... "No...", se dijo a sí mismo, "Soy el mismo de siempre, solo que ahora sé trabajar más en equipo, es todo".

 

En eso, las tropas del Olimpo habían terminado de reagruparse y ahora cargaban nuevamente hacia los defensores del Castillo de Hades los cuales se habían reforzado con la inclusión de más soldados en la defensa.

 

-¡Preparados!-ordenó Rhadamanthys.

 

Todos los combatientes regresaron a sus posiciones, Jango regresó al frente junto a Valentine y Rhadamanthys, y ahora también les acompañaba Sylphid en el frente, todos listos para rechazar la siguiente oleada enemiga la cual parecía ser la última y contenía a todos aquellos soldados que aún permanecían con vida, el grueso del ejército. Cuando estos ya estuvieron a mitad de camino, la Aryan Knight, la cual sobrevolaba el campo de batalla, lanzó bengalas verdes.

 

Una vez que estas fueron vistas por el grupo de Aiacos, estos cargaron al enemigo por el flanco. Esto generó gritos de emoción por parte de los defensores del Castillo de Hades, la esperanza regresaba a los corazones de todos. Pero luego, dos rayos de luces en el cielo sobrevolaron todo el campo de batalla.

 

-¡¿Qué demonios es eso?!-preguntó Jango atónito.

 

Tales rayos iban en dirección al Castillo de Hades y chocaron con este, más no dañaron la estructura, simplemente traspasaron el escudo y entraron en el castillo.

 

-Mi$rd@.-murmuró Valentine...-Deben de ser dioses.

 

...

 

De regreso en aquel jardín, en el que la batalla entre Perséfone y Ares había concluido, la esposa de Hades había creado una barrera con la que protegía al Castillo de Hades, y para mantenerla esta se encontraba de pie, extendiendo sus brazos hacia los costados, más es esta era consciente de todo lo que estaba sucediendo puesto que el crear esa barrera no le hacía perder el conocimiento, y mantenía los ojos abiertos. Delante de esta, su esposo, Hades, con el ceño fruncido, empuñaba su espada con ambas manos. Delante de este habían aparecido dos dioses, Hermes y Démeter.

 

Ambos habían recibido órdenes directas de Zeus de acabar con Perséfone a toda costa, y ambos se habían presentado para cumplir con su labor. Pero en el caso de Démeter, esto no era más que un asunto personal puesto que después de todo, ella era su hija.

 

-¿Qué hacen ustedes dos aquí?-preguntó Hades fríamente.

 

-Hemos venido a acabar con Perséfone.-respondió Hermes con una sonrisa, rascándose la nariz con un dedo.-Claro que sabíamos que tú no lo ibas a permitir así como así, siempre fuiste un incordio, dios del Inframundo.

 

Y dicho esto, desenfundó una daga que llevaba consigo, arma digna de un dios tan cobarde como él que siempre apuñala a sus enemigos por la espalda. En el caso de Démeter, esta se contentó con desenvainar una espada, y blandirla con firmeza.

 

-¿Solamente dos?-preguntó Hades con decepción.-Soy uno de los dioses más poderosos, dos de ustedes no podrán eliminarme ni a mi ni a Perséfone.

 

-Hablas mucho.-afirmó Démeter a su hermano.-Veamos que tan bueno eres en realidad.

 

Y dicho esto, tanto ella como Hermes se lanzaron para combatir a Hades. Démeter siempre intentaba atacar a su enemigo de frente, mientras que Hermes optaba por flanquearlo, lo que hacía que ambos formasen una mortal combinación, incluso para un dios de la talla de Hades. Pero este rechazó todos sus ataques valiéndose de su espada con la cual maniobró de manera impecable, balancéandola de aquí a allá. De vez en cuanto, cuando el dios del Inframundo se encontraba distraído, Hermes intentaba tomar ventaja de la situación para ir y atacar a Perséfone, pero Hades siempre llegaba a tiempo para interponerse entre él su presa.

 

Apenas podían con él, ambos dioses no podían dividirse los roles, que uno contenga a Hades mientras el otro acabara con Perséfone. Ambos no eran rivales para el dios del Inframundo y optaron por llevar la batalla en el cielo, en donde valiéndose de sus habilidades divinas para emprender el vuelo, lucharon en una impactante batalla área, atacándose con sus armas y, de vez en cuando, arrojándose alguna técnica la cual un mortal no podría resistir.

 

Mientras esta batalla tenía lugar, los Espectros apostados en el Castillo de Hades la veían, boquiabiertos, comprendiendo de primera mano cual era la diferencia entre ellos y un ser divino. Pero pronto comprendieron que mientras su dios hacía todo lo posible por defender su posición, ellos también debían de cumplir sus labores asignadas. Por lo tanto volvieron a su trabajo como tiradores, asistiendo a los Espectros que allá, en tierra, se encontraban luchando para que el Castillo no sucumbiese ante las hordas de los ejércitos del Olimpo.

 

La batalla entre dioses se detuvo por un momento, Hades se mantenía triunfal, suspendido en el aire, con su espada en la mano, esperando el siguiente ataque. Démeter y Hermes se encontraban juntos, a unos metros de él, jadeando. Ya estaba claro que ambos no eran rivales para su enemigo.

 

-Esto es imposible...-comentó Hermes frunciendo el ceño.-¿Cómo puede ser que no podamos hacerle daño alguno?.-se preguntó.-Un dios enfrentando a dos, ¿En dónde más se ha visto esto? Es humillante.

 

-Debemos coordinar mejor.-le dijo Démeter sin apartar la vista de Hades.-Si no trabajamos en equipó, no habrá manera de que le ganemos.

 

-Quizás deberías de enfocarte más.-le reprendió Hermes.-Si fueses al menos un poco más atenta, quizás ya habríamos completado con nuestra misión.

 

Este comentario enfureció a Démeter.

 

-Quizás si tú no fueses un dios inútil que solo ataca por la espalda-comenzó a decir esta.-ya habríamos acabado con él.

 

Eso casi genera una discusión entre ambos dioses pero fueron interrumpidos por Hades quién contemplaba, divertido, tal escena.

 

-Qué linda pareja...-comentó Hades a lo lejos, sobresaltando a sus adversarios.-¿Van a seguir discutiendo o van a volver a atacarme los dos a la vez?.-les preguntó con arrogancia.

 

-Tú tan solo espera...-respondió Hermes con furia.-Solo dos dioses saldrán con vida de aquí esta noche.

 

-Eso quiero verlo.-afirmó Hades sarcásticamente.

 

Y dicho esto, los dioses reanudaron su combate nuevamente.

 

...

 

El grupo de flanqueó cargó hacia la retaguardia de los ejércitos del Olimpo. Cuando estos se percataron de tal estrategia ya era muy tarde, tenían a los Espectros pisándoles los talones para luego estos empujarlos de atrás.

 

-¡Por el Inframundo!-rugió Aiacos.

 

Tal grito de batalla se extendió por toda el área, sorprendiendo a aquellos que nunca lo habían visto antes cargar contra un ejército enemigo. Chocaron con los ejércitos del Olimpo y entablaron batalla. Por otro lado, la Aryan Knight sobrevolaba el campo de batalla y seguía atacando a las Arpías y a los ángeles caídos quienes intentaban atacar a los combatientes allá en el suelo. Minos, quién seguía dirigiendo la batalla, ordenó a los otros dos Jueces que intentaran rodear al enemigo con los Espectros y Esqueletos, y de esta forma atacarlos por todos los frentes posibles.

 

Tal estrategia comenzó a ser llevada a cabo por Rhadamanthys y Aiacos quienes coordinaron a sus tropas en la batalla. Dicha táctica comenzó a tener resultado, estaban abatiendo a sus enemigos los cuales prácticamente se estaban quedando sin salida alguna. La batalla ya parecía ganada cuando de pronto, tal retumbar se escuchó nuevamente. Allá, en la retaguardia del grupo de Aiacos, a tan solo unos metros de distancia, había aparecido nuevamente aquel Titán que parecía dirigir la batalla, y se dirigía directamente hacia aquel lugar en donde la lucha se estaba llevando a cabo. La Aryan Knight recibió órdenes de atacarlo, bombardeándolo, más tales ataques apenas lo detuvieron un poco, para luego continuar marchando hasta los soldados de Aiacos.

 

-¡Esto tiene que ser una broma!.-exclamó el Espectro Mateo.

 

El Caballero de Cefeo, Albiore, evaluó la situación y se dio cuenta que si ese Titán se acercaba hasta el campo de batalla, la lucha podría estar perdida, y todos los intentos por rechazar a los Ejércitos del Olimpo serían en vano.

 

-¡Aiacos!.-llamó Albiore de Cefeo.-¡Si permitimos que ese mastodonte se acerque hasta nosotros, estamos bien en el horno!.

 

-¡¿Propones atacarlo?!.-le preguntó Aiacos mientras combatía con un par de Ángeles.

 

-¡Tú reserva a tus hombres!.-le dijo Albiore.-¡Nosotros nos encargaremos de esto!.-y dicho esto, miró a sus compañeros.-¡Bud! ¡Cristal!.-Ambos respondieron casi al instante.-¡Síganme!.-y dicho esto, empuñó su Ak-47 de Plata, Cristal empuñó su MP5 de Plata, y Bud llevaba una Desert Eagle de Plata de la cual se habían olvidado anteriormente.-¡Minos!.-llamó al Juez vía Cosmos.-¡Necesito apoyo aéreo cuando te lo demande!.

 

-¿Qué piensas hacer?.-le preguntó la voz de Minos.

 

-Lo que mejor sé hacer.-respondió Albiore.-Improvisar.

 

Y dicho esto, dio media vuelta y se apartó de la batalla junto a Bud y Cristal quienes le seguían por detrás. Ambos corrieron directamente hasta el Titán el cual se estaba acercando.

 

-¡Sepárense!.-les ordenó Albiore a sus compañeros.-¡Cristal, ve por la izquierda! ¡Bud, por la derecha!.

 

Ambos asintieron, y mientras Albiore seguía encarando al Titán, Bud y Cristal fueron hacia sus costados. El Titán recibió los balazos y comenzó a retorcerse, luego juntó sus manos y comenzó a acumular Cosmos en él.

 

-No puede ser... ¿Me estás j@diendo?.-se dijo a sí mismo Albiore con una mezcla de sarcasmo, preocupación e ironía en su voz.

 

El Titán dejó de acumular Cosmos y le arrojó todo ese poder en un solo rayo ken a Albiore quién lo esquivó de un gran salto. Pero el impacto de la explosión lo lanzó lejos, retumbando la tierra. Bud y Cristal se menearon por dicho temblor. Albiore cayó al suelo pero se incorporó rápidamente de un salto. Miro hacia su costado y allí pudo ver un gran cráter en el suelo.

 

-¡Este no es un titán cualquiera!.-exclamó Bud.

 

-¡¿En serio?!.-le preguntó Albiore sarcásticamente.-¡No me di cuenta!.

 

Aquel Titán intentó aplastar a Cristal quién se encontraba cerca, pero este retrocedió de un gran salto. Pero para sorpresa de este, el Titán ya se esperaba tal movimiento, y lanzó rayos ken con su mano hacia la posición en la que el Caballero de Cristal se dirigía, logrando acertar unos cuantos tiros. Aún así, Cristal no iba a rendirse y siguió corriendo. Por otro lado, Bud intentó atacarlo físicamente.

 

-¡Recibe la Garra de Tigre de la Sombra del Vikingo!.-exclamó Bud mientras de las uñas de sus manos se transformaban en garras gigantescas.

 

Corrió a grandes velocidades y dio un gran salto para ponerse a la altura de su rival, quién estaba de espalda por que seguía yendo a por el Caballero de Cristal. Bud lanzó su ataque, y luego de un pequeño destello de luz, cayó al suelo. Alzó la vista y se sorprendió al ver que el Titán no había recibido daño alguno.

 

-¡¿Pero qué?!.-exclamó Bud.-¡Esa era mi mejor técnica!.

 

El Titán dio media vuelta y le encaró. Juntó ambas manos nuevamente para lanzar otro ataque. Bud comenzó a correr mientras el Titán apuntaba hacia él, pero Albiore lanzó sus cadenas hasta el brazo de su enemigo, logrando desviar tal técnica la cual fue a parar dos metros más lejos que Bud, y aún así el suelo retumbó, y este cayó al suelo, para luego volverse a levantar. El Titán giró hacia Albiore y le encaró, luego volvió a preparar su técnica para arremeter contra su pequeño enemigo.

 

En ese preciso instante, un rayo de luz celeste, que venía desde el cielo, cayó exactamente por encima del Titán, y su técnica le explotó a él mismo, dañándolo un poco. "¿De dónde demonios salió ese ataque?", se preguntó Albiore pero no le dio importancia, ya sabía cual era el punto débil del Titán. De pronto se le ocurrió una idea descabellada pero que quizás podría funcionar.

 

-¡Sigan resistiendo!.-exclamó Albiore.

 

-¡Imagino que tienes un plan!.-le gritó Cristal quién seguía disparando.

 

-¡Algo así!.-afirmó Albiore.

 

Mientras hablaban, el Titán comenzó a cargar contra Bud, intentando aplastarlo.

 

-¡Suena genial!.-exclamó Bud con sarcasmo mientras corría.-¡Espero que funcione antes de que este hijo de p$t@ me aplaste y me deje como una calcomanía!.

 

-¡Tú sigue así!.-le animó Albiore.-¡Lo estás haciendo bien!.-y luego de decir eso, llamó nuevamente a Minos.-Minos, ordena a la Aryan Knight que sobrevuele por encima del Titán, y prepárense a atacar cuando yo lo ordene ¿Entendido?.-preguntó Albiore.

 

-¡Así será!.-respondió Minos.

 

-Bien...-se dijo así mismo Albiore.-La hora de la verdad.

 

Empuñó su arma y corrió hasta donde se encontraba el Titán quién todavía intentaba aplastar a Bud. Este estaba a punto de ser alcanzado por su enemigo el cual iba a darle un gran golpe con su mano derecha, pero de pronto, un cuarto combatiente apareció para apoyar al dios Guerrero. Corrió velozmente y se lanzó hasta el Titán, empalandole la mano con lo que parecía ser una lanza. El Titán retrocedió, adolorido por tal ataque.

 

-¡Krishna!.-exclamó Bud.

 

El General Marina cayó limpiamente al suelo, por delante del dios Guerrero. Volteó la cabeza hacia él, y Bud pudo notar que llevaba una sonrisa de oreja a oreja.

 

-Siento llegar tarde.-dijo el General Marina. Luego volteó nuevamente hacia el Titán, este ahora miraba con furia al recién llegado.-Parece que tienen un gran problema...-comentó Krishna con una tranquilidad sorprendente, mientras se aferraba a su lanza la cual apuntaba a su enemigo.

 

-Sí.-le corroboró Bud.-¡Uno muy grande en verdad!.

 

En eso, el Titán cargó hasta donde se encontraban ambos guerreros, y pisó el suelo con una fuerza extraordinaria la cual hizo temblar la fuerza. Estaba intentando aplastarlos a ambos, pero estos lograron esquivar tal ataque a tiempo, dando ambos un gran salto en direcciones opuestas: Krishna por la derecha, Bud por la izquierda. El Titán ya se esperaba esto, y cuando Krishna estaba en el aire, le dio un potente golpe el cual lo lanzó hasta el suelo. Krishna logró recomponerse a tiempo, cayendo de cuclillas mientras se arrastraba en el suelo. Logró detenerse y se limpió la sangre que brotaba de su boca con su brazo.

 

-Sí que eres duro.-comentó Krishna frunciendo el ceño.-De acuerdo...-dijo mientras se incorporaba y empuñaba su lanza.-Juguemos.

 

Y dicho esto, corrió hasta el Titán. Cuando estaba a una distancia razonable, su imponente enemigo intentó darle un golpe en el suelo, con una mano. Krishna logró esquivarlo, deslizándose por el terreno, entre los pies del Titán, y le clavó su lanza en la pierna derecha. La retiró del cuerpo de su rival (el cual estaba retorciéndose), y comenzó a correr. Su enemigo estaba a punto de seguirlo, pero Albiore, quién ya había llegado, le lanzó sus cadenas, agarrándole fuertemente del brazo.

 

-¡Oye!.-le llamó Albiore.-¡Aquí, gigante $stúpido!.

 

El Titán volteó hasta Albiore, y cuando lo hizo, el Caballero de Cefeo comenzó a elevar sus Cosmos, retando a su enemigo.

 

-¡Cristal, Bud, Krishna, apártense ahora mismo!.-les ordenó a sus compañeros.-¡Confíen en mi!.

 

Estos dudaron por un momento, pero al final optaron por obedecer a Albiore, sin saber siquiera qué demonios estaba tramando este. Por otro lado, el Titán, quién ahora solo se enfocaba en Cefeo, comenzó a preparar su técnica nuevamente. "Eso es...", pensaba Albiore, "Aquí me tienes...". Bud, Krishna y Cristal, los cuales se habían alejado de la batalla, observaban a Albiore, impactados.

 

-¡¿Qué demonios está haciendo?!.-exclamó Bud.-¡¿Por qué no huye?!.

 

Pero aún a pesar de que quedarse quieto era prácticamente una muerte segura, Albiore no se movió, y el Titán siguió preparando su técnica. "Un poco más..." pensaba Albiore. Cuando notó que su enemigo ya había comenzando a inclinarse hacia él, Albiore salió corriendo.

 

-¡Ahora!.-gritó el Caballero de Cefeo a Minos.

 

En ese precisos instante, la Aryan Knight sobrevoló por el encima del Titán y le bombardeó con todo lo que tenía. Minos y los demás Espectros que la tripulaban lanzaron también sus ataques. La técnica de aquel ser, la cual ya estaba muy desarrollada, le estalló nuevamente, produciendo una terrible explosión que lo engulló. La onda de choque lanzó disparados a Krishna, Bud, Cristal, y a Albiore hacia las direcciones opuestas.

 

Cuando estos se incorporaron, notaron que había un gigantesco cráter en dónde se encontraba el Titán. Corrieron hasta este y, allí, en el fondo reposaba este con severas heridas a causa de las quemaduras que le provocaron su propio ataque. Los cuatros bajaron hasta el fondo de tal hoyo, y allí pudieron contemplar que el Titán aún seguía con vida a duras penas. Krishna se atrevió a dar unos pasos hacia él.

 

-¿Por qué los Titanes se aliaron con el Olimpo?.-le interrogó Krishna.-¡Responde ya!.

 

-Nos... Pro... Metieron... Beneficios...-respondió el Titán con dificultad.

 

Bud se acercó hasta donde se encontraba Krishna.

 

-¿Hay más como tú?.-le preguntó Bud.

 

-Si...-respondió el Titán y luego esbozó una sonrisa de malicia.-Y nuestro líder es el más poderoso de todos los Titanes. No importa que hayan ganado esta batalla, muy pronto todos ustedes c...

 

Pero antes de terminar su frase, comenzó a hacer arcadas, para luego dejar de sonreír. Terminó de emitir sonido alguno, y finalmente no se movió más. El grupo se le quedó mirando por un rato, reflexionando, para luego todos saltar para salir fuera del cráter. Allí afuera pudieron contemplar el como los Espectros prácticamente ya habían ganado la batalla, los pocos sobrevivientes del Olimpo comenzaban a rendirse. Krishna y Bud intercambiaban miradas serias, por otro lado, Cristal se le acercó a Albiore.

 

-Esto es serio.-le dijo a su compañero y líder.-Hemos ganado ya varias batallas, y a pesar de eso, siempre me da la impresión de que nuestro enemigo va siempre un paso delante de nosotros.

 

-Por eso hemos venido a aliarnos a Hades.-le recordó Albiore.-Debemos ver si, después de esto, acepta nuestra oferta.

 

-Tiene que aceptarla.-afirmó Bud.

 

-Eso espero.-confesó Albiore.-De lo contrario, me temo que no podremos seguir perdiendo más el tiempo aquí, Dohko, Aioros, y los otros confían en nosotros.

 

...

 

Los dioses seguían luchando entre ellos. Démeter giró la cabeza y pudo ver como allá, en la superficie, la batalla estaba perdida. No lo dudó más y abandonó la batalla, dejando a Hermes solo resistiendo contra Hades. Pero la diosa no huyó, en cambio, se dirigió hasta la posición de Perséfone la cual seguía manteniendo la barrera. La inmovilizó por la espalda, y encaró a Hades con ella en manos. El dios del Inframundo, al darse cuenta de que la diosa se dirigía hacia donde se encontraba su esposa, lanzó al suelo a Hermes con un potente ataque y cargó lo más rápido que pudo, pero no llegó a tiempo.

 

-¡Detente!.-le exclamó Démeter con Perséfone a la que agarraba con un brazo, y con el otro (con el cual empuñaba su espada) apuntaba hacia el cuello de su hija.-Detente ahora o la mataré.

 

Hades, a regañadientes, obedeció. Frunció el ceño aún más que nunca.

 

-Bien, hermano...-comenzó a decir Démeter.-Ordena a tus tropas que se rindan ahora mismo si no quieres ver como le corto el cuello a ella.

 

Eso impactó a Hades quién se quedó helado por un momento, y abrió los ojos de par en par. Pero pronto volvió en sí. No estaba dispuesto a permitir que Démeter asesinara a Perséfone.

 

-De acuerdo...-dijo Hades luego de reunir el valor suficiente para decir tales palabras.

 

Pero tal respuesta decepcionó a su mujer la cual frunció el ceño aún más que nunca.

 

-¡$stúpido!.-reprendió a su marido.-¡¿Vas a permitir que todos tus esfuerzos hayan sido en vano?! ¡¿Qué las muertes de todos aquellos que juraron luchar por ti no tengan sentido alguno?! ¡¿Qué clase de hombre eres?!.

 

-¡No puedo permitir que mueras por mi culpa!.-exclamó Hades.

 

-¡Para ganar una guerra tienes que hacer sacrificios!.-exclamó Perséfone.-¡Si mi muerte sirve para que te pongas los pantalones de una maldita vez entonces estoy dispuesta a aceptarla!.-pero luego cambió el tono a uno más familiar.-¡Pase lo que pase, siempre estaré aquí contigo!.

 

El dios del inframundo apretaba su espada con fuerza, estaba indeciso y no sabía qué hacer. Por otro lado, escuchar tales palabras sorprendieron a Démeter la cual también estaba inmóvil. Luego de unos diez segundos, Hades por fin tomó una decisión.

 

-Tienes razón.-dijo por fin, y su esposa le asintió.-Si cedo ahora a mis deseos egoísta, jamás me lo perdonaría, y tú tampoco...-y luego miró a los ojos a Démeter.-¡Si vas a hacer algo entonces hazlo ya!.

 

Pero esta permaneció inmóvil, paralizada.

 

-No puedo...-dijo por lo bajo.-No mataré a mi propia hija.

 

-¡Madre!.-exclamó Perséfone sin atreverse a creerlo.

 

Pero luego de tal respuesta, Hermes reaccionó y arrojó la daga directamente hasta donde se encontraban ambas diosas. La hoja las atravesó a ambas. Hades abrió los ojos de par en par, lo mismo hicieron Perséfone y Démeter, sorprendidas por tal acción. Lentamente, el dios de la muerte vio como estas caían al suelo. Volteó la cabeza y pudo ver como detrás suyo estaba Hermes.

 

-Te lo dije, Hades.-afirmó el dios.-Solamente dos dioses saldrían vivos de aquí.

 

Y dicho esto, se marchó a toda velocidad del lugar, elevándose en el cielo, convirtiéndose nuevamente en lo que parecía ser un rayo de luz. Pero Hades no estaba dispuesto a permitir que Hermes se marchase así como así.

 

-¡Maldito!.-rugió Hades mientras le arrojaba técnicas, más ninguna acertó.

 

Luego de eso fue hasta donde estaba Perséfone, tanto ella como su madre no tenían pulso, el mismo Hades lo comprobó. Se quedó allí, al lado del cuerpo de su mujer, para luego arrodillarse. Albiore y su grupo llegaron hasta allí, corriendo. Se detuvieron al ver la situación, y el Caballero de Cefeo bajó la vista al ver a Perséfone muerta. Luego de eso, se aproximó hasta Hades, pero este le habló.

 

-Aléjate, Albiore.-le ordenó al Caballero de Cefeo.-No quiero volver a verte ni a ti ni a ningún otro Caballero de Atenea nunca más.

 

Albiore estaba por insistir pero se contuvo, dio media vuelta y siguió caminando.

 

-Al menos Perséfone lo hubiera entendido.-dijo Albiore mientras se retiraba.-Ella lo sabía muy bien...

 

...

 

La victoria en el segundo asedio del Castillo de Hades pronto se vio interrumpida por la noticia de la muerte de la diosa Perséfone. Las celebraciones se detuvieron de inmediato, lo que antes parecía ser un logro pronto se transformó en una derrota. Habían perdido a algunos soldados en esa batalla. Jango pudo contemplar el como transportaban en una camilla el cuerpo de aquel Espectro joven que había dudado de la táctica que los Jueces elaboraron. Se quedó mirando los ojos de ese joven los cuales miraban a la nada. Solo había silencio, nadie hablaba, solo trabajaban, así aliviaban el dolor. "El sonido de la muerte" recordó Jango.

 

Rafaelo se le acercó y se quedó allí parado a su lado, haciéndole compañía a su amigo. Él había tenido la suerte de salir tan solo con unos cuantos rasguños, por otro lado, Jango se había ganado una nueva cicatriz en el rostro por un descuido mientras luchaban con varios Ángeles a la vez. Ver a los Espectros despechados produjo una cierta sensación de vacío dentro de Jango. Ya habían sido comunicados de que Hades había rechazado tal alianza con Atenea, sintió el amargo sabor de la derrota dentro de él.

 

Pronto, Albiore, Cristal, Krishna y Bud se reunieron con ellos. Rafaelo le lanzó una mirada expectante a Cristal, como si aún tuviese la esperanza de que Hades haya decidido cambiar de opinión a último momento, pero su compañero negó con la cabeza, por lo que Rafaelo bajó la vista. Una vez estando el grupo completo nuevamente, quedaron enmudecidos. Albiore quería decir algo pero se quedó callado. Fue Bud quién rompió el silencio.

 

-Hemos fracasado...-dijo este con pesar.-¿Qué se supone que haremos ahora?.-preguntó, mirando a Albiore.

 

-Tenemos que irnos...-respondió Albiore.

 

-Pero sin el ejército de Hades no podremos hacer nadar.-dijo Jango.

 

-Tendremos que encontrar otra forma.-afirmó Albiore a todo el grupo.-No lo olviden, nosotros somos la punta de la lanza.-y luego sonrió.-No podemos desanimarnos ahora, muchos confían en nosotros. Tenemos que seguir luchando juntos, y encontraremos la manera de parar esta guerra.

 

Jango y Bud permanecieron serios, pero Rafaelo comenzó a esbozar una sonrisa, Cristal asintió con la cabeza, y Krishna miró a Albiore con aprobación. No habían logrado su objetivo esta vez, pero no todo estaba perdido aún.

 

-Bien...-comenzó a decir Albiore.-Volvamos a la Aryan Knight y vayámonos a la mi$rd@de una vez por todas.

 

Y dicho esto, comenzó a caminar, seguido de su grupo, hasta la nave la cual había aterrizado cerca del Castillo de Hades. Pero en el camino se cruzaron con el Juez, Aiacos de Garuda, el cual iba seguido por una pequeña tropa de Espectros, entre ellos Valentine de Harpía (quién también había recibido algunos ataques durante la batalla).

 

-Albiore...-le saludó Aiacos.-Vengo a darte mi regalo de despedida.

 

-¿Regalo de despedida?-preguntó Albiore, sorprendido.

 

Aiacos se le acercó un poco.

 

-Le debemos mucho a ti y a tu grupo.-afirmó Aiacos.-Por eso, déjenme compensarlos por todo lo que hicieron por nosotros todo este tiempo.

 

Miró para todos lados, luego se le acercó más a Albiore, y le entregó una nota de papel en la mano al Caballero de Cefeo.

 

-Sé que no es mucho.-dijo Aiacos.-Pero esta nota contiene datos de una excavación que están llevando a cabo los Ángeles del Olimpo. Nuestros exploradores los han avistado por todo el mundo buscando objetos enterrados. Según lo que nos informaron, están buscando un "arma letal". Espero que esta pista te sirva, amigo mío.

 

Y luego de decir eso, se marchó junto a su tropa, dejando solos al grupo de Albiore.

 

-Bueno...-dijo este con optimismo.-Creo que ya sé dónde podemos empezar...

 

Dicho esto, se dirigieron hacia la Aryan Knight y la abordaron. Después de un rato, la nave despegó finalmente, y el grupo de guerreros, en los cuales todos depositaron sus esperanzas, se marchó hacia su próxima aventura.


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#25 Patriarca 8

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Publicado 06 diciembre 2017 - 16:40

-me pregunto para que servirá esa esfera

 

- Rhadamanthys. es todo un lider estrategico

 

-Valentine se ve que es leal  a su ejercito

 

-para mi que  Krishna fumo de la mal y por eso empezó

a imaginarse a sus camaradas

 

-lastima que dohko no estaba ahi el hubiera podido vencer fácilmente al titan--XD

 

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#26 Macairo de Cancer

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Publicado 07 diciembre 2017 - 14:40

-me pregunto para que servirá esa esfera

 

- Rhadamanthys. es todo un lider estrategico

 

-Valentine se ve que es leal  a su ejercito

 

-para mi que  Krishna fumo de la mal y por eso empezó

a imaginarse a sus camaradas

 

-lastima que dohko no estaba ahi el hubiera podido vencer fácilmente al titan--XD

 

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1)Na, la esferita solo incrementa en gran magnitud el poder del usuario, no tiene una función muy relevante para la trama, lo importante es el contenido de la otra caja, la que desenterraron la otra vez.

2)Minos, Minos es la posta.

3)Todos son leales, más o menos.

4)El único que fuma es Saga.

5)Albiore y los otros siguen las órdenes de Dohko, en teoría, cada enemigo al que matan en realidad es asesinado por Dohkodios.


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#27 Macairo de Cancer

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Publicado 26 enero 2018 - 00:46

Capítulo 7: Cautivos

 

A partir de la información que le entregó Aiacos a Albiore, una importante excavación, dirigida por los ejércitos del Olimpo en secreto, estaba siendo llevada a cabo en el desierto de Nevada en los Estados Unidos, por lo que la orden del Caballero de Plata fue que la nave se dirigiera hasta allí. No debía de preocuparse por los sistemas de detección aérea de dicho país, este había sido devastado en la primera oleada de ataques que realizaron los ejércitos del Olimpo, tan solo debían de preocuparse de no ser vistos por estos.

 

Mientras esperaban que la nave llegase, el equipo de la tripulación comenzó a hacer los preparativos para esta misión. Rafaelo tomó una siesta en su camarote, el cual compartía con el Caballero de Cristal. Ante los fuertes ronquidos de su compañero de habitación, este optó ir a tomarse un baño, por otro lado, Krishna fue a la enfermería a que le revisasen una herida que se había abierto en su batalla contra Maxul, Albiore fue hasta una habitación sin ruido para intentar comunicarle las noticias al Patriarca Dohko. Bud y Jango se sentaron a conversar en la sala de juntas la cual poseía una mesa la cual en ese momento se encontraba vacía.

 

Platicaron sobre distintos temas, actualidad, noticias del frente, la situación en Asgard, el movimiento de los Ejércitos del Olimpo, etc. A Jango le caía bien Bud, era un soldado y muy experimentado, un digno dios Guerrero. Este le contó su anécdota acerca de la batalla que ellos habían tenido contra aquel Titán, en el segundo asalto al Castillo de Hades.

 

-Dijo que no era el único.-rememoró Bud preocupado.-Se necesitó un ataque de gran magnitud para acabar con él, ¿Qué tal si tienen de reserva un ejército entero de esos?.

 

-Van a caer.-afirmó Jango confiado.-Por más poderosos que sean, solo tienen una cabeza cada uno. Córtasela y se dejarán de mover, ya lo verás.

 

-No creo que sea tan sencillo.-reflexionó Bud, aunque ya no parecía darle tanta importancia al tema.-Y quizás tengamos suerte, es decir, hemos gozado de mucha hasta ahora, ¿No?.

 

-Bueno, es cierto...-le corroboró Jango. Luego de una pausa, decidió cambiar el tema.-Por cierto, me dijeron que tú estuviste allí con Albiore y Cristal desde el principio, ¿No es así?.-preguntó.

 

-Creo que "desde el principio" no es el término que yo usaría.-respondió Bud.-Todos los compañeros que en verdad estuvieron junto a Albiore desde el principio, murieron, a excepción de Aioros. En cambio, estuve allí cuando se pasó por Asgard, y lo acompañé por el Inframundo.

 

-¿Al inframundo?.-preguntó Jango, sorprendido e incrédulo a la vez.

 

Y en eso, la puerta de la sala de juntas se abrió, dejando al descubierto al Caballero de Cristal quién aún estaba secando su cabello con una toalla. Volvía a vestir su Armadura, preparado para cuando la Aryan Knight aterrice. Detrás de él estaba Rafaelo aún somnoliento, Cristal le había despertado para que su compañero esté preparado cuando sea necesario.

 

-Yo soy testigo de eso.-afirmó Cristal quién había oído la conversación.-Yo estuve ahí cuando hicimos un sorteo para ver quién acompañaría a Albiore hasta el inframundo.

 

-Sorteo...-repitió Jango, sospechando acerca de a que se refería su compañero.

 

-Jugamos a la ruleta rusa.-dijo Cristal como si fuese un tema natural.

 

Y dicho eso, se sentó en una silla libre. Rafaelo también lo hizo mientras se reía.

 

-¿Eso es verdad?.-preguntó sonriendo.-Debes contármelo algún día.

 

El Caballero de Cristal asintió. Nótese que cuando este hacía alguna expresión con su rostro, sus cicatrices en el rostro resaltaban, detalle que no pasó desapercibido por Jango ni por Rafaelo.

 

-Por cierto...-comenzó a decir Jango, dirigiéndose a Cristal.-Me estaba preguntando últimamente, ¿Dónde te hiciste esas cicatrices?.

 

-Ah, ¿Estás?.-le preguntó Cristal, señalándose el rostro.-Mi padre era un alcohólico...-comenzó a decir en tono natural.-Un día bebió más de la cuenta y se puso violento. Mi madre tomó un cuchillo de la cocina para defenderse, a él no le gustó eso, ni si quiera un poco. Lo vi todo...-afirmó mirando a todos los presentes mientras fruncía el ceño.-El volteó hacia mi y me preguntó, ¿Por qué tan serio, hijo?, y me colocó el cuchillo frente a mi rostro. "Le voy a poner una sonrisa a ese rostro", dijo.

 

-¿Eso es cierto?.-preguntó Jango, abriendo los ojos.

 

-Nah...-respondió Cristal, meneando la cabeza, para luego mirarle.-Uno de tus hombres me lanzó un rayo ken en la isla de la Reina Muerte, y me deformó el rostro, es todo.

 

-Hay...-se lamentó Jango, sin cambiar su expresión de sorpresa.-Bueno, lo siento...

 

-Ni me importa.-le calmó Cristal.-Me ofrecieron llevar una máscara como el fracasado que enseña en la isla de la Reina Muerte, pero la rechacé, me gustan mis cicatrices a decir verdad.

 

Y una vez que Cristal dejó de hablar, Bud miró a Rafaelo.

 

-Bien, Caballero de Junini.-le dijo.-Es hora de que comiences tu historia, ¿En qué momento te uniste al grupo?.

 

-Soy un Caballero Sonota.-explicó Rafaelo.-Pero hice un trabajito que podríamos considerar "ilegal", bajo los ojos del Santuario, claro.-aclaró ante la mirada de desaprobación de Bud.-Eh... Contrabando ilegal de plantas alucinógenas...

 

-Pero eso es ilegal en muchas partes del mundo.-le contradijo Bud, frunciendo el ceño.

 

Por otro lado, Cristal y Jango se rieron.

 

-Sí, ya lo sé...-lo reconoció Rafaelo.-Cuando me atraparon con las manos en la masa, uf... Se armó un despelote bárbaro.-comentó en tono sarcástico.-Ya tenía cargos por otras estúpideces, ya sabes... Sobornos, peleas con otros caballeros, trabajar estando ebrio, cosas así. Pensaron seriamente en quitarme la Armadura y el rango de Caballero, pero uno de los jerarcas de alto rango, Saga de Géminis, intervino para que la condena sea menor, así que solo me suspendieron por un par de meses. Y después me enteré por que él habló en mi nombre...-y miró a todos los presentes.-El cargamento era para él...

 

-Perdona que te interrumpa.-dijo Bud alzando las dos manos.-Pero, siendo así, ¿Cómo demonios te volviste un Caballero?.

 

-Es que en realidad no soy un Caballero por así decirlo.-respondió Rafaelo.-Entrené para obtener una Armadura, sin embargo, al final de mi entrenamiento, Tony, uno de los altos jerarcas, al que nosotros le llamábamos "El loco Tony", vino hasta mi y me dijo.-y Rafaelo comenzó a imitar la voz de un hombre con voz gruesa.-"Mira, Rafaelo, eres buen sujeto y todo, lo sé, pero... No da... ¿Entiendes?, es decir, eres una mi$rd@, Rafaelo, un desastre, uno de los peores reclutas que vi en toda mi vida, así que por favor, si algún día un sujeto te ofrece unirte a él para irte del Santuario, vete a la reverenda mi$rd@, por favor". Pero el Patriarca Shion había visto mis habilidades y me ofreció un puesto entre los Caballeros Sonotas, y aquí estoy.

 

Estaba claro, a Bud no le agradaba mucho Rafaelo pero estaba dispuesto a colaborar con él por el momento. Aún así recordó a Jango e inmediatamente se le vino a la mente que él posiblemente había hecho cosas peores como líder de los Caballeros Negros. Estaba allí, en medio de todo un grupo de "marginados", guerreros virtuosos y despreciables, honorables y pragmáticos, personas no muy valoradas por sus aspectos sociales, pero cuyos superiores no dudan en llamarlos cuando todas las demás tácticas convencionales fallan.

 

Se marchó de la habitación dejando solos a Cristal, Rafaelo y Jango, y se quedó de pie en un pasillo de la nave, solo, aguardando hasta que esta llegase a su destino. Luego de estar largo rato en silencio, sacó de su bolsillo una daga maltratada por el tiempo, en cuya empuñadura había una B. Se quedó mirándola largo rato, y no se percató de que Krishna, quién regresaba de la enfermería (con unas cuantas banditas en el rostro, y una venda en su brazo derecho), se acercó sigilosamente hasta él, y se quedó de pie cerca hasta que finalmente decidió romper el silencio con su gruesa voz.

 

-¿Qué es eso?-le preguntó el General Marina.

 

Bud se sobresaltó un poco por esto y estuvo tentado en guardar la daga rápidamente, pero se detuvo al darse cuenta de que esto no serviría de nada, que su compañero ya le había visto con ella.

 

-¿Cuanto estuviste observándome?-le preguntó Bud molesto y frunciendo el ceño.

 

-No mucho.-le respondió Krishna en tono natural.-Por cierto ¿Me vas a decir que tienes entre manos?-volvió a preguntarle.

 

-Ah ¿Esto?-dijo Bud primero mirando a su daga y luego hacia Krishna, dejando de fruncir el ceño e intentando quitarle importancia a la daga.-No es nada, es una simple arma de reserva que llevo conmigo.

 

El General Marina notó el nerviosismo en la voz del dios Guerrero por lo que no dejó de insistir y se la arrebató de la mano en un movimiento rápido que ni el mismo Bud pudo prever. Si el General Marina lo hubiese intentado antes del asalto al Castillo de Hades, posiblemente habría fallado, pero desde su pelea con Maxul, sus habilidades y sentidos se habían agudizado.

 

-¡Oye!-le gritó Bud molesto.-¡Devuélveme eso!

 

Pero fue demasiado tarde, y Krishna desenfundó la daga. Como lo esperaba, la hoja estaba impecable aún a pesar de que la funda estaba un tanto maltrecha por el pasar de los años. Pero no pudo revisarla mucho ya que Bud se la quitó rápidamente y la volvió a enfundar.

 

-Esa arma nunca ha visto una batalla.-afirmó Krishna astutamente.-Incluso dudo que alguna vez la hayas utilizado para algo.-y luego sonrió de forma burlona.-No me digas que ese objeto tiene un valor sentimental para ti.

 

El dios Guerrero de Mizar Zeta estaba preparado para contradecir las palabras del General Marina, y estuvo tentando de intentar inventarse cualquier excusa que justificase el hecho de que portara tal daga, pero para su sorpresa, el deseo de revelar la verdad fue más grande que esto.

 

-Así es.-respondió Bud hecho una furia.-Lo tiene ¿Algún problema con eso?

 

Y dicho eso, se lo guardó en el bolsillo nuevamente. Krishna estaba a punto de hablar nuevamente, pero ambos fueron interrumpidos por Albiore de Cefeo quién acababa de llegar. Vestía su Armadura de Plata, y llevaba en manos su Ak-47 de plata.

 

-Bud, Krishna.-les llamó a ambos, en tono natural.-¿Qué hacen acá?

 

Ambos giraron la cabeza hacia Albiore quién comenzó a caminar tranquilamente hasta donde se encontraban ellos. Bud permaneció quieto, pero Krishna se le adelantó y fue con el Caballero de Plata, algo que preocupó al dios Guerrero puesto que temía que le hablase a Albiore acerca de la daga que llevaba consigo. Pero Krishna no lo hizo, más intentó desviar la pregunta inicial de Albiore.

 

-Estábamos teniendo una conversación amistosa.-afirmó Krishna naturalmente.-Y luego emprendimos una inspección rutinaria en la nave, ¿Y tú?-le preguntó a Albiore.

 

-Ya he contactado con el Patriarca.-le respondió Albiore seriamente.-Se ha enterado de la situación. Tal parece que está retrasando el ataque al Olimpo por nosotros así que espero que valga la pena lo que sea que vayamos a encontrar en esa excavación.-y luego encaró a ambos guerreros.-Avisen a todos que llegaremos pronto al desierto de Nevada.-les ordenó.

 

...

 

Asterión intentaba conducir el auto, tarea de gran dificultad a causa de que las rutas alemanas se encontraban en un estado lamentable a causa de una guerra civil que había comenzado en el país. Conducía siguiendo las indicaciones de Heiser, con el fin de llegar hasta la base militar de la que él les había hablado unas horas antes. Ya había oscurecido, lo que les daba más seguridad a Asterión, Sirius y a Heiser a causa de que así sería menos probable de que el ejército del Olimpo les encontrase. De todas formas no pasaba ninguna alma por las rutas además de ellos, por lo que si alguien se acercaba, ellos se enterarían al instante.

 

Luego de un largo viaje, lograron ver a la dichosa base militar a lo lejos, iluminada como una antorcha encendida en medio de la oscuridad. Ocupaba una parcela de tierra cuadrada, y se encontraba resguardada por grandes vallas electrificadas. A lo alto se alzaban torres de vigilancia las cuales posiblemente se encontrarían ocupadas por francotiradores. Sirius pudo ver un aeropuerto lleno de cazas de combate, y cerca un estacionamiento en donde estaban apostados varias docenas de tanques.

 

-Allí es.-le indicó Heiser a Asterión.

 

Se aproximaron un poco más a esta hasta que pudieron ver un camino  de tierra que llevaba hasta la entrada de la base la cual estaba vigilada por un puesto de control conectado a una valla la cual no se levantaría a no ser que el guardia diera la orden. Asterión se aproximó hasta este y bajó la ventanilla del auto con el objetivo de hablar con quien quiera que sea que se encontrara allí vigilando. Fue grande su sorpresa al percatarse de que el puesto de control se encontraba completamente vacío.

 

-Aquí hay algo raro.-afirmó Asterión un tanto confundido.-¿No se supone que debería de haber alguien vigilando la entrada?

 

-Sería lo normal.-le corroboró Heiser quién también parecía desconcertado.

 

-Tendremos que bajar para averiguar qué sucede.-dijo Asterión.

 

Y dicho eso, bajó del auto y se aproximó hasta la valla, mientras tanto Heiser y Sirius hicieron lo mismo. Heiser miró de arriba a abajo la valla, le apuntó con su brazo derecho y le dio un potente golpe la cual la mandó despedida hasta el otro extremo, chocó contra una estructura, y se hizo añicos. El soldado alemán se quedó estupefacto por esto, pero Asterión y Sirius entraron naturalmente ya que para ellos era algo común el destruir de un solo golpe un objeto tan resistente como ese.

 

Los tres entraron y se pasearon por la base la cual parecía estar desierta. Pasaron por estructuras con alojamientos para los soldados, armerías, comedores, talleres, salas de entretenimiento, etc. No parecía haber nadie, o al menos eso creyeron por un momento hasta que tanto Asterión como Sirius se percataron de que en realidad estaban siendo observados por varios ojos a la vez. Ambos se detuvieron en seco y voltearon con gran velocidad, y gracias a esto pudieron ver como siluetas, a lo lejos, se ocultaban. Heiser también se detuvo al darse cuenta de que los otros dos ya no avanzaban.

 

-¿Qué hacen?-les preguntó a ambos Caballeros.

 

-Nos vigilan.-respondió Asterión seriamente.

 

Al oír esto, Heiser retrocedió hasta donde estaban ellos, y vio hacia la nada con la esperanza de poder encontrarse con algunos de sus camaradas.

 

-¡Oigan!-les gritó.-¡¿Me escuchan?!-preguntó a quién quiera que sean aquellos que les seguían.-¡Soy yo, Heiser!

 

Y al oír ese nombre, se escucharon murmullos por toda la base. Sirius y Asterión intercambiaron miradas. Finalmente, una voz, a lo lejos, se escuchó.

 

-¡¿Heiser?!-preguntó una voz masculina.-¡¿Eres tú en verdad?!

 

Y luego de eso, varias luces de linternas se pudieron divisar, las cuales provenían de varias direcciones. Las llevaba militares que vestían el mismo uniforme que Heiser, y la mayoría portaban fusiles G36. Eran un grupo numeroso, de quizás doscientos soldados, y su cabecilla era un soldado de cabello claro y barba rala. Este era quién había reconocido la voz de su compañero, y también a quién Heiser se dirigía.

 

-¡Heinrich!-le saludó Heiser, alegre.

 

-¡Heiser!-exclamó Heinrich.-¡Pensábamos que estabas muerto!-y luego vio a los dos Caballeros de Plata.-¿Quienes son estos sujetos?-preguntó.

 

-Ellos son Sirius y Asterión.-les presentó Heiser a sus compañeros.-Son dos guerreros muy poderosos, no me creerían si les dijese de lo que son capaces.-afirmó el soldado.

 

Uno de los soldados alemanes que estaba presente, de cabello oscuro y mandíbula cuadrada, corroboró esa aclaración.

 

-Eso es cierto.-afirmó con una voz gruesa.-Yo les vi. Uno de ellos destruyó la entrada con tan solo un golpe.

 

Y dicho eso, todos los soldados comenzaron a hablar en alemán entre ellos, parecían estar discutiendo algo. Algunos sonaban escépticos, otros sorprendidos. Esto molestó un poco a Asterión quién era el único presente que no entendía nada de lo que hablaban, en cambio para Sirius y Heiser, el alemán era su lengua madre, y siguieron la conversación.

 

-¡Oigan!-les gritó Asterión a todos, interrumpiéndolos.-¿Pueden dejar de hablar entre ustedes? No hemos venido aquí a perder el tiempo. Oímos que algo extraño estaba sucediendo por aquí.

 

-Es cierto.-le corroboró Heiser.-¿Qué se está cociendo por aquí?-les preguntó a sus compañeros.

 

Heinrich y los demás soldados, al oír esto, comenzaron a mirarse a los rostros los unos a los otros, con preocupación y nerviosismo. Y ante las expresiones de confusión de Heiser, Asterión y Sirius, decidió hablar.

 

-Merkel está aquí.-dijo Heinrich con dificultad.-Y nos ha ordenado reunirnos aquí para rendirnos hasta el enemigo. Todos los altos mandatarios de cada país Europeo (y creo que también de otros países como Japón o Estados Unidos) han recibido una "oferta de paz" la cual exigía la rendición de las fuerzas armadas a cambio de no ser exterminados.

 

Esa respuesta sorprendió a los tres, sobretodo a Sirius quién frunció el ceño como nunca antes lo había hecho, estaba verdaderamente furioso.

 

-¡¿Qué dijiste?!-les pregunto con cólera.-¡¿Cómo pudieron permitir eso?!

 

Los soldados alemanes se sobresaltaron ante tal reacción por parte del Caballero de Plata. Por otro lado era Heinrich quién más sorprendido estaba puesto que Sirius se dirigía a él.

 

-Escucha...-comenzó a decir con la voz quebrada.-No es que nos agrade la idea pero tampoco podemos hacer nada, son órdenes de arriba, ¿Entiendes?

 

-"Ordenes de arriba".-repitió Sirius en tono burlón y luego miró a su alrededor, dirigiéndose a todos los soldados.-Escúchenme, grupo de ineptos, ustedes son soldados alemanes, y los soldados alemanes jamás se rinden ¿Les quedó claro?-les preguntó e hizo una pausa, para luego continuar.-Los soldados alemanes no fueron derrotados en la Segunda Guerra Mundial sin antes dar todo lo que tenían, aún a pesar de que los atacaban por todos los frentes y les cortaban las líneas de suministros todo el tiempo. Eran guerreros, y ustedes descienden de ellos, lo llevan en la sangre. Díganme, ¿Cómo creen que se sentirían ellos si vieran que sus descendientes son unos fracasados que no pueden proteger lo que ellos amaron? ¡Pónganle huevos, j@der!-y luego miró directamente a Heinrich.-Llévame hasta Merkel ahora.-le exigió.

 

El soldado alemán no puso objeciones, asintió con la cabeza, y comenzó a caminar hacia el norte guiando a Sirius quién le siguió de cerca. Asterión no dudó en seguir a su compañero. Por otro lado, los demás soldados quedaron inmóviles, conmocionados por ese discurso que Sirius había recitado, es más, en realidad había sido un reproche. Heiser se colocó al frente de todo el grupo y volteó hasta estos.

 

-Ese hombre no se equivocó en nada de lo que dijo.-afirmó Heiser con decisión.-Era nuestro deber proteger nuestra tierra y no hicimos nada para evitar que todo esto sucediera. Voy a apoyarlo.

Y dicho esto, siguió a Sirius, Heinrich y a Asterión los cuales ya se les habían adelantado. Pasado un momento, el soldado de la mandíbula cuadrada sonrió y decidió seguir a Heiser quién aún no estaba muy lejos.

 

-¡Por fin alguien pone orden!-exclamó mientras marchaba, empuñando con decisión su rifle francotirador.

 

Y no se fue solo ya que al menos una docena de soldados le siguieron. Luego otro par decidió marchar también, luego otra docena, y así siguió hasta que finalmente todos los soldados marcharon hasta donde Merkel se encontraba.

 

Heinrich condujo a Sirius y Asterión hasta un gran edificio de ladrillo en medio de la base militar, cuya entrada eran unas doble puertas de un color verde oscuro, blindadas. Del interior se oían cientos de voces, todas gritando cosas diferentes, sin embargo los dos Caballeros de Plata no tenían ni idea acerca de como la estructura luciría por dentro a causa de que no tenía ninguna ventana.

 

-Aquí es.-le dijo Heinrich a Sirius.-Allí adentro podrás encontrar a la canciller junto a diversos funcionarios del gobierno. El resto de las fuerzas armadas se encuentro dentro, y también están abajo, en un bunker subterráneo.

 

Mientras él le hablaba, Heiser les alcanzó y se posó cerca del grupo, formando un cuarteto. Luego de oír lo que Heinrich tenía para decir, Sirius no lo dudó en ningún instante y se acercó a la puerta. Respiró hondo, y le propinó una patada la cual provocó que esta, por más blindada que se encontrara, se abriera de par en par, emitiendo un muy agudo ruido que inundó a toda la gran sala, y cayó a todo el mundo. Sirius no perdió el tiempo y entró seguido de Asterión, luego de Heinrich, y finalmente por Heiser.

 

Adentro había una gran sala de mando repleta de computadoras ocupadas por estadistas y otro tipo de trabajadores. Los funcionarios del gobierno se paseaban por la sala, controlando que todo salga bien. También habían militares por todos lados, portando sus rifles, y cuidando que no hayan disturbios. Y al fondo, sobre una especie de escenario, y sentada en una silla dorada estaba Angela Merkel (y detrás de ella, dos soldados de alto rango resguardándola). Todo el mundo giró violentamente hasta Sirius quién llamó la atención de toda la sala.

 

-¡Heinrich!-gritó uno de los soldados que cuidaban de Merkel.-¡¿Quién es este irreverente?!-le preguntó.

 

El soldado Heinrich siempre había seguido las órdenes de sus superiores, y los dos guardaespaldas de Merkel no eran la excepción. Pero esta vez se aproximó junto a Sirius y respondió desafiantemente.

 

-¡El es Sirius!-le presentó a todos los presentes.-¡Un soldado alemán, y me pesa decir que es el último de los soldados alemanes! ¡Tienes las pelotas bien puestas, no como tú!

 

Ante tal declaración, hubo una oleada de murmullos entre todos los presentes los cuales estaban sorprendidos por dicha insubordinación por parte de Heinrich. Sirius no se quedó callado y se dirigió directamente a Merkel.

 

-He venido a detenerte, vieja bruja.-afirmó Sirius.-Durante años has destruido el orgullo del pueblo alemán, lo humillaste, permitiste que inmigrantes entraran si freno a violar a todos nuestros ciudadanos. Para ti, todo hombre que no sea alemán o sea un.-y en este punto, Sirius cambió su tono a uno burlón.-"un pobre discriminado por la sociedad".-y recuperó su tono normal.-tiene más valor que un ciudadano alemán.
 

Pero Merkel no se quedó callada, se incorporó y dio unos pasos hacia Sirius.

 

-Compañeros presentes.-dijo ella dirigiéndose a todos el mundo.-¿Acaso ven a un hombre de piel oscura junto a este sujeto? ¿O a una mujer? ¿O a un homosexual? ¿O a un vegano? ¿O a un musulmán? ¿O sobretodo a un judío? Pues no, por que él es un intolerante discriminador, solo escuchen su discurso lleno de odio.-afirmó ella como si fuese algo obvio.-Alemania está progresando.

 

-Y también será destruida por tu culpa.-afirmó Sirius con furia.-Yo he venido a salvar a Alemania para garantizar un futuro para los alemanes, pueblo al que yo pertenezco.-y luego miró a su alrededor.-¡Compatriotas! ¡¿Vamos a dejar humillarnos otra vez?!

 

En ese preciso momento apareció el resto de los soldados alemanes que habían seguido al grupo, y estos se posicionaron detrás de Asterión, Sirius, Heirinch y Heiser.

 

-¡Pues claro que no!-afirmó el soldado de la mandíbula cuadrada.

 

-¡Alemania está despertando!.-exclamó Heiser.

 

Pero de pronto, Merkel comenzó a sollozar.

 

-¡Intolerantes llenos de odio!-exclamó.-¡Por culpa de Alemania, millones de vidas se perdieron en la Primera y Segunda Guerra Mundial! ¡Fue nuestra culpa! ¡Ustedes son unos nazis!

 

Al escuchar esto, Sirius no lo dudó y se posicionó detrás de Merkel, aprovechando el hecho de que podía moverse al match 5. Y sin que nadie se lo esperaba, le dio un pequeño golpe en el cuello provocando que la canciller de Alemania cayera al suelo, inconsciente. Luego de eso, Sirius golpeó a los dos soldados que la resguardaban, y estos también cayeron inconscientes.

 

Cuando los demás soldados que vigilaban la sala se percataron de ellos, intentaron todos alzar sus armas, pero aquellos que habían seguido a Sirius se les adelantaron, entraron con la velocidad de un rayo en la sala, y apuntaron hacia todos lados.

 

-¡Tiren sus armas!-ordenó Heinrich.

 

Hubo algunos gritos por parte de los civiles no armados. Por otra parte, los guardias no tuvieron otra opción y decidieron todos comenzar a arrojar sus armas, sin embargo Sirius volvió a gritar.

 

-¡Alto, no!-exclamó, y nuevamente todos centraron su atención en él.-¡Somos soldados alemanes todos, camaradas, hermanos de armas. Nosotros no luchamos entre nosotros, nos ayudamos, y trabajando juntos salimos adelante!

 

Dicho esto, bajó del escenario y comenzó a pasearse de la sala mientras seguía hablando.

 

-Yo no estoy por encima de ninguno de ustedes.-afirmó.-Y yo tampoco estoy por debajo de ninguno. Todos somos iguales. Y nuestros héroes, los cuales antaño murieron por defender esta tierra, no deben de ser olvidados ni recordados como bestias sanguinarias. Mucho se ha dicho de que los Nacionalsocialistas eran unos monstruos desalmados, y diversos homicidas intentaron quitarnos lo que es más importante para nosotros ¡El orgullo de ser alemanes! ¡Nuestro nacionalismo! Intentaron mezclar nuestra raza germánica para volvernos seres sin hogar, sin cultura, todo en nombre de lo que llaman "diversidad" y "multiculturalismo, y los que no estaban de acuerdo con el asesinato de su raza siempre fueron tratados de intolerantes, de personas llenas de odio. Querían que rechazáramos a la familia tradicional, obligarnos a creer que los géneros pueden ser modificados, arrebatarnos nuestras creencias, nuestro orgullo, y nuestras esperanzas ¡Pero no lo lograron! ¡Por que somos alemanes y estamos orgullosos de serlo!

 

Finalmente dejó de pasearse y se acercó nuevamente a los soldados que le habían acompañado.

 

-Pero ahora el mayor problema no son los políticamente correctos.-afirmó Sirius.-Hoy nos enfrentamos a un enemigo que nuevamente amenaza nuestro futuro ¡No se rindan ante él! ¡Síganme, por favor, y luchemos para asegurar el futuro de los alemanes! ¡Hacia la victoriaaaaaaaaaaaaaaaa!

 

Al principio su grito fue lo único que se escuchó, pero luego otras voces le acompañaron. Todos los presentes gritaron, y la resonancia de miles de almas gritando llegó hasta varios kilómetros de distancia. Asterión se sorprendió, Sirius lo había logrado: Le devolvió el orgullo a un pueblo que había sido despojado de él, y nuevamente les dio esperanza de un nuevo mañana.

 

...

 

Para la infiltración en la excavación que el Olimpo estaba llevando a cabo, Albiore no pudo prescindir de ninguno de sus compañeros. Debían de proceder con cuidado, haciendo el menor ruido posible, según el plan. La Aryan Knight dejaría a los seis guerreros en una zona cercana a la excavación para luego retirarse de inmediato. Cuando Albiore lo ordenase, la nave regresaría para recogerlos y así evacuarían la excavación. La nave sobrevoló la zona desde una gran altura para no ser vistos, y logró encontrar la zona de la excavación la cual se encontraba justo en donde Aiacos les había indicado. Aún era de noche, pero pudieron verla a causa de que estaba completamente iluminada, y podían distinguir varias pequeñas siluetas brillantes en ella, por lo que dedujeron que eran Ángeles trabajando.

 

Ya hecho esto, Albiore ordenó a la nave aterrizar, y esta les dejó a varios kilómetros de distancia para no correr riesgos, y luego se marchó dejando al Caballero de Cefeo, Cristal, Krishna, Jango, Bud y a Rafaelo en tierra.

 

-Debemos avanzar hacia esa dirección.-dijo Bud señalando hacia el norte.

 

-Esto va a ser muy divertido...-comentó Jango con sarcasmo.

 

Dicho esto, el grupo se puso en marcha. No hablaron mucho durante todo el camino para ahorrar energías, debían de estar en perfectas condiciones para cuando llegaran a su destino para así infiltrarse en la base. Aprovecharon la oscuridad para no ser detectados fácilmente por los ángeles si es que alguno se encontrara allí mismo. Y a pesar de que no era muy posible de que eso sucediera, procedieron con cuidado. Caminaron si parar por horas hasta que se encontraron con un camino empinado por el cual debían subir para continuar.

 

Albiore estaba a punto de llegar a la cima cuando, por su instinto, Cristal le detuvo por último momento, tomándolo del hombro.

 

-¡Espera, Albiore!-exclamó por lo bajo Cristal.

 

El Caballero de Cefeo se detuvo en seco y, para su asombro,aquella zona en donde él estaba por dirigirse fue iluminada por una gran luz la cual luego se alejó para iluminar otra zona.

 

-¡Todos pónganse cuerpo a tierra!-exclamó Albiore por lo bajo.

 

Rafaelo, Bud, Krishna y Jango obedecieron y se recostaron sobre el suelo. Albiore y Cristal, quienes iban por delante, lo hicieron también, subieron un poco y pudieron ver a lo lejos aquella excavación: Una estructura fabricada de un material que nunca antes habían visto en su vida. A su lado se encontraba un gran agujero, tal parecía que lo habían excavado los mismos Ángeles los cuales todavía, a la luz de la luna, seguían trabajando. Por otra parte, la estructura se encontraba acompañada por torres de vigilancia las cuales tenían grandes focos haciendo de faroles con los cuales vigilaban el perímetro.

 

-No podemos entrar ahí como si nada.-comentó Albiore.

 

Y luego de eso, retrocedió junto a Cristal y reunió a todo el equipo.

 

-Escuchen todos.-comenzó a decirles Albiore.-No tendremos otra oportunidad para entrar allí por lo que debemos de hacer todo bien, y para eso necesito que tú, Bud.-dijo dirigiéndose al dios Guerrero.-Hagas un reconocimiento, acercándote a esa estructura lo más que puedas sin ser detectado. Cristal y Rafaelo.-llamó a los otros dos.-Ustedes darán un rodeo a toda la excavación, Cristal por la izquierda, y tú Rafaelo, por la derecha. Yo, Jango y Krishna nos quedaremos aquí por si algo sucede, ¿De acuerdo?

 

Bud y Cristal asintieron, por otro lado Rafaelo lo hizo a regañadientes pero también obedeció. Los tres guerreros se marcharon a hacer un reconocimiento rápido a la excavación, dejando a los otros tres solos a la espera del regreso de sus compañeros. Albiore aguardó pacientemente, por otro lado Jango y Krishna comenzaron a hablar entre ellos.

 

-No será fácil entrar allí.-afirmó Krishna seriamente y entrecerrando los ojos.-Debemos de tener sumo cuidado.

 

-¿Tú qué crees que podamos encontrar allí?-le preguntó Jango algo intrigado.

 

-No lo sé.-lo reconoció Krishna.-Pero si el Olimpo gasta recursos en ello, debe de ser muy importante.-dijo astutamente.-Quizás antaño se enterró conocimientos importantes, un arma de alto calibre, y hasta incluso un objeto de gran valor. Una vez escuché hablar de ese tipo de objetos, enterrados por los dioses en la Guerra Mitológica por que no podían confiar en que nadie más se apoderara de ellos, para solo desenterrarlos en un momento de gran necesidad ¿Qué crees que les sucedía a aquellos que los enterraban?

 

-Déjame adivinar.-dijo Jango deduciendo la respuesta.-Les asesinaban para guardar el secreto, ¿No?

 

Krishna asintió. Esperaron por un tiempo hasta que finalmente regresó Bud quién les comunicó que los Ángeles que resguardaban la entrada tenían una ruta prefijada la cual seguían al pie de la letra. Hecho esto, Albiore comenzó a formular un plan en silencio, por lo que los demás se limitaron a esperar el regreso de Cristal y Rafaelo. Bud se sentó en el suelo, y a su lado se ubicó Krishna quién permaneció callado por un tiempo. Fue Bud quién rompió el silencio.

 

-Pensé que le hablarías a todos acerca de la daga.-le susurró a su compañero sin mirarle.

 

-Estuve tentado, lo admito.-afirmó Krishna.-Aún así, déjame decirte que me malinterpretaste. Yo jamás me burlaría por que lleves algo así.-dijo Krishna.-Quizás no tanto.-añadió luego de una pausa.-A propósito, ¿Cuál es su historia?

 

Bud no iba a responder, ni tampoco hubiera tenido tiempo para hacerlo puesto que más pronto que tarde llegaron Cristal y Rafaelo contaron todo lo que habían visto durante la misión de reconocimiento. Una vez que terminaran sus relatos, Albiore se puso manos a la obra.

 

-De acuerdo.-dijo el Caballero de Cefeo.-Haremos lo siguiente.-y dicho esto, volteó para ver a Krishna.-Oye Krishna, pasame tu lanza, ¿Quieres?-y Krishna se la entregó, la cual Albiore tomó con ambas manos y comenzó a garabatear en la arena.-Según lo que Bud, Cristal y Rafaelo contaron, la entrada de aquí.-dijo dibujando una puerta.-es una entrada trasera por lo que no es altamente vigilada, tan solo hay dos Ángeles que se turnan para vigilar la puerta en pequeños lapsos de tres minutos aproximadamente.-y dibujó dos palitos los cuales terminaban en un círculo (que representaba sus cabezas), les colocó extremidades, y una carita sonriente a cada uno, a uno le dibujó una X en la cabeza y al otro una Y.-Bien, cuando X se vaya.-y lo dibujó marchándose.-Bud atacará a X.-y dibujó otro palito pero este tenía el casco de un tigre en la cabeza.-Luego de eso, yo y los demás, a excepción de Cristal quién se quedará atrás para ayudar a Bud, entraremos.

 

-Me parece bien.-dijo Bud.

 

-Cuando Y regrese, ustedes deberán acabar con él así como lo hicieron con X.-continuó explicando Albiore.-Y se quedará vigilando por si algo sucede. En ese caso deberán avisarnos, ¿De acuerdo?

 

-Así será.-dijo Cristal confiado en su habilidades.

 

-Por otra parte...-comenzó a decir Albiore.-No tengo ni idea de que nos podemos encontrar una vez que estemos adentro, pero si todos hacemos nuestra parte, podremos salir de aquí, ¿De acuerdo?

 

Todo el grupo asintió. Luego descansaron un rato para prepararse y llevar a cabo la misión. Cuando ya estuvieron listos se pusieron en marcha hacia la excavación, primero partieron Bud y Cristal para llevar a cabo su parte en el plan. Bud le atacó por la espalda al Ángel, y Cristal le remató cuando ya estaba en suelo, luego escondieron el cuerpo, y le hicieron señas al grupo de Albiore para que se aproximase.

 

-¿Por qué tengo la impresión de que todo esto va a salir mal?-se preguntó Jango un tanto molesto.

 

Corrieron procurando no ser enfocados por las luces de las torres de vigilancia, y llegaron hasta donde el Caballero de Cristal y Bud les esperaban.

 

-¡Suerte!-susurró Albiore mientras entraba primero.

 

Fue seguido por Jango, luego por Rafaelo y finalmente por Krishna. Los cuatro entraron haciendo el más mínimo ruido, andando casi en puntas de pie. No sabían que se encontrarían allí, tan solo tomarían lo primero que se encontraran y después se marcharían lo más rápido posible. Cruzaron pasillos los cuales parecían estar hechos de metal y a su vez estos desprendían luces que iluminaba por dentro la estructura. Iban hacia donde no veían Ángeles y así continuaban su camino hasta que finalmente dieron con una habitación la cual parecía estar vacía.

 

Esta estaba casi completamente a oscuras de no ser por que en un extremo había un ordenador con una gran pantalla que desprendía algo de luz. Entraron inmediatamente y cerraron la puerta con cuidado.

 

-¿Hay algo de valor aquí?-preguntó Rafaelo.

 

-Eso vamos a averiguar ahora.-afirmó Krishna quién se acercó al ordenador y comenzó a escribir con un teclado que este tenía.

 

Albiore, Jango y Rafaelo se acercaron hasta ese aparato y se quedaron contemplando a Krishna quién trabajaba silenciosamente, tecleando sin parar. Parecía estar muy concentrado en lo que hacía.

 

-Oye Krishna.-le llamó Rafaelo.-¿Sabes lo que haces?

 

-Eso creo.-dijo el General Marina.-Esta computadora tiene un lenguaje de programación muy extraño pero que, al hacer bien las cosas, sientes una sensación de tranquilidad, es difícil de describir.

 

Tal declaración confundió un poco a Rafaelo y a Albiore. Por otro lado, Jango se cruzó de brazos, bajo la cabeza y cerró ambos ojos.

 

-¿Qué quiso decir con eso?-se preguntó Rafaelo, estupefacto.

 

-Que no sabe qué car@jo está haciendo.-respondió Jango.-Pero por pura suerte le está saliendo bien.

 

-No suena tan mal...-comentó Albiore.

 

De pronto, en la pantalla apareció algo que los dejó estupefactos a todos: Un objeto que parecía ser un gigantesco cañón de metal el cual estaba apoyado en el suelo en dos patas.

 

-¿Qué es eso?-le preguntó Albiore a Krishna.

 

-Es una especie de "super-arma".-respondió Krishna aunque también estaba confundido.-Es uno de los tantos objetos que vinieron a desenterrar, y según lo que dice aquí, es un arma tan peligrosa que ni si quiera el Olimpo se atrevió a probar alguna vez.-afirmó mientras leía, luego hizo una pausa de forma brusca.

 

-¿Qué sucede, Krishna?-le preguntó Rafaelo.

 

-Su fuerza equivale a la de siete dioses Olímpicos.-dijo Krishna estupefacto.

 

Pero de repente, los cuatro guerreros escucharon una voz, alguien les hablaba a sus Cosmos.

 

-¡Albiore!-gritaba la voz la cual reconocieron que era la de Cristal.-¡Bud y yo hemos sido descubiertos! ¡Necesitamos ayuda pronto o no podremos resistir mucho tiempo!

 

-J@der.-se quejó Albiore.-¡Si el Olimpo utiliza esa arma, estamos perdidos! ¡Debemos encontrarla, destruirla e ir a ayudar a Cristal y a Bud!

 

-Propongo algo mucho mejor, Albiore.-le dijo Krishna con astucia.-Nos la llevaremos nosotros.

 

Tal idea sorprendió a sus compañeros los cuales quedaron un poco estupefactos, sin embargo pronto todos fruncieron el ceño.

 

-¡No podemos cargar esa cosa!-afirmó Jango molesto.

 

-Verás que sí podremos.-dijo Krishna.-Esperen un segundo.

 

Y comenzó a teclear rápidamente hasta que la pantalla se puso roja, y finalmente se apagó. Del gabinete del ordenador salió humo, luego abrió una bandeja y de ella salió una pequeña moneda de metal la cual tenía un botón rojo. La moneda colgaba de un pequeño hilo, quizás antaño fue portada como un collar.

 

-¿Qué es eso?-preguntó Albiore, estupefacto.

 

-Ese es el cañón.-respondió Krishna aunque también estaba confundido.-Tal parece que al apretar ese botón, la moneda se transforma en una poderosa arma.

 

-Pe... Pero...-tartamudeó Rafaelo quién estaba completamente perdido.-¿Cómo es...?

 

-¡No hay tiempo que perder!-le interrumpió Jango.-¡Tomen esa cosa y larguémonos de aquí!

 

Y sin decir nada más, Albiore tomó la moneda y se la colocó en el cuelo, por debajo de la ropa que venía con su Armadura (sintió el frío haciendo contacto con su piel), y se marcharon todos de la sala, directamente hasta la salida. No tardaron mucho en encontrarla, y al salir pudieron ver al Caballero de Cristal y a Bud, ambos de espaldas, y enfrentando a un buen grupo de Ángeles los cuales estaban a punto de atacar.

 

-¡Cristal!-gritó Albiore.

 

El Caballero de Cristal volteó hasta él, sorprendido. Palideció casi al instante cuando vio al Caballero de Cefeo y a los demás aproximándose hacia ellos.

 

-¡¿Qué haces aquí, Albiore?!-le gritó.-¡Les dije que escaparan cuanto antes!

 

Ante tal declaración, Albiore se detuvo en seco, y lo mismo hicieron Rafaelo, Jango y Krishna. Los cuatro ya se encontraban fuera de aquella estructura, y se percataron de que habían sido rodeados por casi un centenar de Ángeles. Pero más les inquietaba lo que el Caballero de Cristal le había gritado a su amigo Albiore.

 

-¡Dijiste que necesitaban ayuda!-exclamó Rafaelo confundido y frunciendo el ceño.

 

Eso también dejó estupefacto a Cristal.

 

-Imposible...-murmuró este y luego volvió a alzar la voz.-¡Les dije que debían de marcharse cuanto antes o nos matarían a todos! ¡Jamás les pedí ayuda! ¡Esto no tiene sentido!

 

Para el grupo de Albiore no hubo mucho tiempo para reflexionar acerca de lo ocurrido ya que en un abrir y cerrar de ojos, un ataque fue directo hacia ellos y los cuatro dieron un gran salto para esquivarlo, y cayeron todos de pie, junto a Cristal y Bud, reuniéndose así el grupo.

 

-Juntos nuevamente...-comentó Krishna con ironía.

 

-Me alegro volver a verlos.-dijo Cristal con sarcasmo.

 

-Les dije que todo esto saldría mal.-afirmó Jango molesto.

 

-Deja de quejarte, ¿Quieres?-le exigió Albiore.-Ahora no tenemos tiempo para discutir.

 

Pero de pronto una gran figura apareció de entre los Ángeles, una silueta negra que adoptó la forma de un titán de cabello largo y negro y de ojos rojos, vistiendo una Armadura negra hecha de un material que parecía ser obsidiana, y que le cubría todo el cuerpo como si fuese una especie de "tanque guerrero".

 

Apenas hizo presencia acto de presencia, se dirigió directamente al grupo de guerreros.

 

-Cayeron en nuestra trampa.-sentenció el titán.-Ahora están acorralados.y no podrán escapar.

 

-Efectivamente.-dijo una segunda voz la cual les resultó muy familiar al grupo de Albiore.

 

El hombre que habló se encontraba entre los ángeles los cuales comenzaron a hacerse a un lado para que este pudiese pasar. Y allí se encontraba el Ángel Reiyel, y detrás de él (y cubriéndole las espaldas) se encontraban Midas y Maxul. Los ojos de Jango se encendieron por la furia apenas vio a Reiyel, algo muy similar le ocurrió a Krishna cuando cruzó miradas nuevamente con Maxul.

 

-¡Tú!-exclamó Jango con cólera.

 

Pero Reiyel no le prestó atención a él, tan solo tenía ojos para encarar a Albiore quién le devolvía la mirada de forma desafiante aunque tan solo lo veía como a otro enemigo más, no como a su "rival" tal y como Reiyel lo hacía.

 

-Reiyel.-llamó el Titán al Ángel.-Tú y tus compañeros ya saben lo que tienen que hacer.

 

-Así será, señor Hyperion.-le respondió el Ángel y luego encaró al grupo de Albiore.-Todos ustedes van a ser derrotados aquí y ahora, sin embargo tienen suerte de que Zeus los quiera a todos con vida.

 

Midas, quién aún permanecía detrás de Reiyel, caminó lentamente hasta su compañero y superior, y se posó a su lado.

 

-Nosotros tres los derrotaremos.-dijo frunciendo el ceño y con una sonrisa en el rostro.

 

Escuchar eso sorprendió a Albiore, Rafaelo, Krishna y Cristal, provocó que Bud y Jango fruncieran el ceño.

 

-¿Acaso nos están subestimando?-le preguntó Bud.

 

-Somos parte de la élite del Olimpo.-afirmó Maxul con orgullo.-Estamos por encima de los Caballeros Dorados de Atenea, de los dioses Guerreros de Asgard, de los Generales Marina de Poseidón, y de los tres Jueces del infierno de Hades. Con tres de nosotros es más que suficiente.-luego alzó su puño derecho, apuntó al grupo de Albiore, y bajó su pulgar.-Están perdidos.-sentenció.

 

-Eso lo veremos.-dijo Jango desafiantemente, aferrándose a la espada de Balmung.

 

Maxul, quién aún estaba detrás de Reiyel, se colocó a su lado como también lo había hecho Midas.

 

-Yo me encargaré del General Marina.-sentenció.-Aún tenemos cuentas pendientes.-dijo mientras hacia contacto visual con Krishna quién frunció el ceño y se aferró a su lanza.

 

-A mi no me importa para nada tus asuntos personales, Maxul.-le dijo Reiyel sin mirar a su compañero.-Vamos a hacer nuestro trabajo solamente por que Zeus así lo quiere, ¿Está claro?

 

Dicho comentario habría molestado a cualquiera, pero Maxul era paciente con Reiyel ya que lo conocía desde hace años y sabía cual era su temperamento, por lo que se limitó a asentir con naturalidad.

 

-Yo me encargaré de Albiore.-dijo Reiyel.-Ustedes dos repártanse las sobras.

 

-¿Las "sobras"?-repitió Rafaelo un tanto ofendido.-Oye oye oye... ¿Nunca oíste hablar de "La Explosión de Jalashkian"?-y luego se señaló hacia él mismo con un dedo.-¡Soy el m@ldito Caballero de Junini, j@der! ¡¿Nadie escuchó hablar de mi?!-preguntó a todos los presentes.

 

Todos los Ángeles permanecieron callados, alimentando a un silencio incómodo que vino después de dicha pregunta. Algunos Ángeles no sabían si tenían permitido reírse por ese comportamiento tan estúp$%@ por parte del Caballero, más no lo hicieron por su profesionalismo.

 

-Oye Midas.-le dijo Maxul a su compañero.-Encárgate de ese idi@ta.-le exigió.

 

-Me parece bien.-dijo Midas de acuerdo con la idea.-A propósito, ¿Con quienes pelearás tú?-le preguntó.

 

-Con el General Marina.-respondió Maxul.-Y también con el dios Guerrero y con el sujeto que lleva una espada en la mano.-dijo refiriéndose a Bud y a Jango.

 

-En ese caso lucharé también con el otro Caballero Sonota.-concluyó Midas con optimismo aunque un poco decepcionado.-Como siempre tu te quedas con toda la diversión, yo solo tengo dos enemigos.

 

-No te preocupes.-le tranquilizó sarcásticamente Jango.-Por que cuando acabe con tu amiguito seguirás tú.

 

-Se ve que te gusta mucho hablar.-comentó Maxul despectivamente.

 

Ambos Ángeles caminaron un poco, dejando atrás a Reiyel quién no dejaba de fulminar con la mirada a Albiore. Maxul hizo aparecer su martillo, y Midas hizo aparecer una larga lanza la cual empuñó con ambas manos. Se detuvieron en seco, cara a cara contra los rivales que habían escogidos (los cuales ya se habían dividido en Jango, Bud y Krishna, y Cristal y Rafaelo). Luego de una pausa en la que chocaron miradas, ambos se lanzaron rápidamente hasta sus rivales, comenzando una feroz batalla, y dejando atrás a Albiore quién seguía enfrentado a Reiyel.

 

El Ángel, sin dejar de verlo, hizo aparecer una espada la cual tomó de la empuñadura con ambas manos. La hoja no era muy larga, era tan solo un poco más larga que las espadas romanos, y tenía algo escrito en ella. La empuñadura era completamente del mismo material que su Armadura, brillante y de plata. Albiore quería combatir cuerpo a cuerpo contra él por lo que soltó su Ak-47 de Plata y se valió tan solo de sus cadenas las cuales sujetó con ambas manos.

 

-Hace tiempo que quería luchar contigo...-comentó el Ángel fríamente.-Soñé muchas noches con la llegada de este día.

 

-Aún no se por qué me odias tanto.-le dijo Albiore.-Ni si quiera te conozco.

 

-Odio...-repitió Reiyel un tanto confundido pero sin cambiar su extraña mirada fría.-No, no te odio, Caballero de Plata. Pero te tengo un gran resentimiento.-y ante la mirada confusa de Albiore, volvió a hablar.-Durante años yo he servido lealmente a la causa del dios Zeus, yo y mi esposa. Luché en diversas batallas, sobreviví a cientos de enfrentamientos, vi a muchos amigos caer, tuve que tomar decisiones... Difíciles.-y dicho esto último cambió su expresión a una de que daba la impresión que estaba conteniendo una gran furia dentro de él, pero luego se contuvo y volvió a tener su mirada fría.-Así me gané la confianza de Zeus y mi puesto dentro de la Élite. Sin embargo, con tu llegada, él comenzó a poner en dudas mis capacidades, creyó que yo no estaría a la altura. Tantos años de trabajo solo para que mi señor me desprecie de esa manera...-pareció volver a reprimir una gran furia para luego adoptar su expresión habitual.-No te odio, Caballero de Plata, pero tampoco puedo permitir que otros consideran que eres superior a mi. Debo derrotarte aquí, no es nada personal.

 

-De acuerdo.-dijo Albiore comprendiendo a su enemigo.-Qué así sea, luchemos.-y luego decir eso se puso en guardia.

 

Ambos rivales comenzaron a luchar fieramente. Reiyel se valió de su espada con la cual rechazaba los ataques que Albiore intentaba propinarle empleando sus cadenas. Al notar que esta táctica no le serviría para nada, dejó de usarlas e intentó golpear a Reiyel quién esquivó el ataque, y al notar que el Caballero de Cefeo había bajado la guardia, estuvo decidido a cortarle con la espada, tajo que Albiore esquivó con rapidez dando un gran salto. En el cielo comenzó a arrojarle rayos ken a su oponente quién no se quedó quieto en el suelo, y esquivó tales ataques, saltando y yendo a toda velocidad hasta la ubicación de Albiore. Intentó darle un tajo en el aire, pero falló.

 

El Caballero de Cefeo no era el único que estaba teniendo problemas en su batalla. Maxul dominó con total facilidad a Bud, Krishna y Jango, aún a pesar de que se encontraba luchando contra tres oponentes. En teoría, no era más poderoso que la fuerza combinada de ese trío de guerreros, en cambio su mayor fuerte era su gran capacidad de adaptación y sus buenas estrategias para dominarlos. Los tres atacaban juntos: Jango por delante, Krishna por los costados, y Bud intentaba golpearlo por la espalda, pero Maxul supo esquivarlos a todos, y de vez en cuando chocar su martillo con la lanza de Krishna o con la Espada de Balmung.

 

El problema para ellos es que sus ataques se volvían muy rutinarios, y Maxul (quién tuvo algunos problemas al principio) comenzó a leerlos. Sin problemas supo el momento preciso en el que Bud intentaría atacar por la espalda nuevamente, y fue cuando, por instinto, dirigió su martillo hacia su espalda. Y en efecto, logró darle en el torso a Bud quién escupió sangre. Sin esperar más le dio un nuevo golpe en las costillas que lo hizo volar unos cuantos metros. Maxul estaba a punto de saltar para poder tomarlo en el aire y así evitar que muera, pero Krishna se le adelantó, dio un gran salto y lo tomó.

 

-¡Bud!-le gritó Krishna intentando que el dios Guerrero reaccionara.

 

Fue en vano debido a que Bud estaba ya inconsciente. Cayó de pie y depositó a su compañero en el suelo. Luego se puso en posición de guardia, apuntando con la lanza a Maxul, mientras Jango se acercaba a Krishna.

 

-Debemos atacar juntos.-le dijo Krishna.

 

-¡No gracias!-se negó Jango.

 

Y luego de decir eso corrió directamente hasta Maxul quién lo esperaba, blandiendo su martillo. Krishna intentó detenerlo tomándole del brazo pero no pudo lograrlo. Jango intentó darle un tajo a su enemigo con la espada de Balmung, pero el Ángel era astuto y también podía leer los movimientos de su adversarios. No necesitó utilizar su martillo para frenar los ataques de Jango, simplemente lo esquivó con total facilidad hasta que vio que su rival había bajado la guardia y le golpeó con el martillo en el torso (cuando Jango alzó la espada hacia el cielo, dispuesto a golpear con toda su fuerza a su enemigo).

 

Jango no se esperaba eso y abrió los dos ojos. Pero ese no fue el último ataque de Maxul ya que luego le volvió a golpear en el torso pero esta vez valiéndose de su puño, luego le golpeó dos veces el rostro, y finalmente atacó otra vez el torso de su rival quién cayó al suelo, también inconsciente.

 

-Pagarás por eso.-afirmó Krishna amenazante.

 

-Si lo que quieres es que te vuelva a destrozar...-comenzó a decirlo Maxul mientas jugaba con su martillo para luego apuntar con él a Krishna.-entonces ataca.

 

Krishna aceptó esa "invitación" y cargó con furia hasta su adversario, intentando empalarle con la lanza repetidas veces, pero sin lograrlo ya que Maxul las esquivaba a todas.

 

-¡Esperaba más de los Generales Marinas!-afirmó Maxul mientras esquivaba los ataques.

 

Midas no era tan poderoso como sus compañeros pero sus trucos y estrategias también lo volvían un rival de temer, y eso lo demostró en la manera en la que pudo manejar tanto a Cristal como a Rafaelo. Él no atacaba directamente, en lugar de eso esperaba que sus enemigos se acercaran, y cuando lo hacían, se teletransportaba de lugar en un instante. También se mofaba de ellos en varias ocasiones, lo que molestó mucho al Caballero de Junini quién era infantil por naturaleza.

 

Claro que no solo se limitaba a "escapar" de sus enemigos, también ocasionalmente les golpeaba en la espalda, algunas veces lo hacía fuerte, y otras veces más despacio. Pero si había algo seguro era el hecho de que pudo haberlos derrotado con facilidad desde el principio, pero se limitó a jugar con ellos.

 

Cristal y Rafaelo estaban algo heridos por la batalla, y se reagruparon mientras vigilaban atentamente los movimientos de su enemigo.

 

-Tengo una idea.-le dijo Cristal a su compañero.-Yo le distraeré, tu prepara la técnica de la Explosión de Jalashkian y luego atácale con ella, ¿De acuerdo?

 

-Parece un buen plan...-comentó Rafaelo.

 

Sin más que decir, Cristal fue hasta Midas quién le estaba esperando, y volvió a "jugar con él" mientras Rafaelo preparaba su técnica. Extendió sus brazos y de ellos salió una gran energía cósmica la cual estaba concentrando, luego los junto nuevamente y los hizo retroceder hasta su pecho en donde acumuló la energía la cual estaba preparando para lanzar.

 

Midas volteó y pudo ver a Rafaelo haciendo eso, y abrió de par en par los ojos. Estaba a punto de ir hasta allá para atacarlo, pero Cristal lo sujetó con ambos brazos para que no pudiera moverse.

 

-¡Hazlo, Rafaelo!-gritó Cristal.

 

Dicho eso miró directamente hasta Midas quién le observaba con asombro, pero luego sonrió burlonamente y desapareció, sorprendiendo a Cristal. Este alzó la vista nuevamente hasta donde estaba Rafaelo, y allí vio como Midas ya se encontraba detrás del Caballero Sonota y le golpeó en la espalda con una gran fuerza. Esto provocó que Rafaelo, levantara ambas manos hasta el cielo, y su técnica salió disparada hasta el aire. Luego cayó inconsciente.

 

Volviendo con Albiore y Reiyel, estos continuaron luchando en el suelo hasta que Reiyel dio un gran salto, y Albiore lo siguió, y reanudaron su batalla en el aire hasta que la Explosión de Jalashkian les rozó a ambos, y esta explotó no muy lejos de ellos.

 

Los dos no permanecieron mucho tiempo en el aire y comenzaron a caer, y aún así ambos intentaron atacarse, pero ninguno tuvo éxito alguno. Solo Albiore tuvo éxito en darle un golpe a la mano de Reiyel quién soltó su espada la cayó al suelo. Casi antes de tocar el suelo, ambos chocaron sus puños, y el impacto provocó que los dos salieran disparados en direcciones contrarias, pero no tardaron en correr ambos hasta donde se encontraba su rival. Al encontrarse nuevamente intentaron golpearse, sin éxito alguno hasta que finalmente Reiyel golpeó de lleno la barriga de su enemigo.

 

Albiore escupió sangre a causa del ataque, pero hizo lo impensado y le devolvió el ataque a su rival quién no se esperaba dicho contraataque a causa de que le había propinado un excelente golpe a su enemigo. El Caballero de Cefeo golpeó de lleno el rostro del Ángel el cual le hizo perder el conocimiento por un momento. En verdad no se lo esperaba, ni si quiera se había dado cuenta de ello cuando comenzó a salir disparado, estaba atónito. Comenzó a tener visiones de él, su esposa fallecida, y su pequeña hija, y cuando recordó a esta última, pudo escuchar una voz en su interior.

 

-¡Papá!-gritaba una voz femenina con desesperación.

 

Creyó que era de su alucinación, pero mientras era arrastrado por la onda de choque que produjo el golpe que le propinó Albiore, pudo despertar al ver que, entre la multitud de los Ángeles que observaban el encuentro, se encontraba su hija, vistiendo la Armadura de Satelite, observando el encuentro, y preocupadísima por lo que acababa de suceder. Estaba gritando y quizás incluso llorando. Al principio no entendió bien lo que sucedía, pero de pronto despertó y automáticamente regresó a la batalla. Cayó al suelo, pero se incorporó en un instante y se dirigió hasta Albiore a quién atacó a diestra y siniestra. El Caballero de Plata tampoco se esperó ese contraataque y recibió todos los golpes, sin la posibilidad de poder esquivarlos. Finalmente Reiyel le hizo un uppercut, y Albiore cayó al suelo violentamente.

 

Reiyel le había vencido, y estaba jadeando por ese combate tan corto pero intenso. Luego volteó y pudo ver como Maxul ya había vencido a Jango y a Bud, y como Midas jugaba con Cristal (ya que Rafaelo había sido el primero en ser vencido). Se "teletransportaba" en diversos lugares del campo de batalla siempre que Cristal estaba a punto de alcanzarlo, y algunas veces aparecía detrás de él y le daba una patada en la espalda.

 

-¡Maxul! ¡Midas!-les gritó a sus compañeros.-¡Acaben con ellos de una vez!

 

Y al oír esto, Midas aplaudió y se dirigió a Cristal.

 

-¡Ya oíste al jefe!-exclamó Midas en tono satírico.-¡Me he divertido mucho pero ya es tiempo de acabar!

 

Se colocó detrás del Caballero de Cristal nuevamente, le golpeó la espalda, y este cayó inconsciente al suelo. Por otro lado, Maxul le dio un martillazo en el torso a Krishna (quién había bajado) la guardia, y salió disparado. Midas se teletransportó y logró detenerlo, le sujetó y lo arrojó al suelo.

 

-Está inconsciente.-afirmó.-Como todos los demás.

 

Una vez que los seis guerreros habían sido vencidos, Hyperion se dirigió al trío de Ángeles.

 

-Buen trabajo ustedes tres.-les felicitó.

 

-No fue nada, señor.-dijo Reiyel.

 

El Titán se aproximó hasta estos y les miró desde arriba.

 

-Le hablaré al dios Zeus de sus esfuerzos.-dijo el titán.

 

Los tres Ángeles le dedicaron una gran reverencia.

 

A lo lejos, un hombre había estado observando toda la batalla. Llevaba una capucha que le tapaba hasta el rostro, pero el viento se la quitó: Era Valentine de Harpía a quién se le había asignado la misión de seguir al grupo de Albiore.

 

-Han sido derrotados.-murmuró sorprendido pero sin perder su expresión de seriedad.-Será mejor que se lo comunique a Aiacos y pronto...


Editado por Macairo de Cancer, 26 enero 2018 - 17:31 .

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Perfecto

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Publicado 26 enero 2018 - 19:48

-Que me late que Cristal es fans del Joker---XD

 

-Junini y las drogas--JAJAJA

 

- el discurso de Sirius  fue épico 

 

-buen fic


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#30 Macairo de Cancer

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Publicado 14 marzo 2018 - 22:16

Capítulo: ¿?


Proyectos y obligaciones:
  • Quemar todo Toronto (en espera de que el Ejército del Olimpo se retire de la zona).
  • Reemplazar el "muñeco de Io" (me faltan botones para los ojos).
  • Hacer un muñeco que reemplace a Sorrento (a la espera de que Baian haga la Escama con cartón, y nos falta una flauta de juguete).
  • Interceptar la marihuana de Saga (aún desconozco su posición pero me han dicho que sigue con vida, y seguro aún fuma).
  • Conquistar el mundo a través de los siguientes pasos:
  • Ganar la Guerra Santa.
  • Supervisar la reconstrucción del mundo.
  • Hacer miles de monumentos en mi honor en donde se relatarán mis hazañas en la guerra (la mayoría serán inventadas).
  • Cuando tenga influencia, me presentaré para presidente, si gano entonces seguiré con el paso 5 (de lo contrario iré directamente al paso 6).
  • Reescribir la historia conmigo a la cabeza del ejército que luchó contra el Olimpo (en donde yo mato a Zeus al final).
  • Matar a Poseidón Matar a Atenea (fácil).
  • Drogar a Saga, travestirlo y colocarlo en lugar de Atenea.
  • Iniciar una Guerra Santa entre el Santuario y el Inframundo.
  • Derrotar al bando que salga ganador.
  • Meter en el ánfora a Poseidón.
  • Hacerme con el poder de las tres potencias del mundo.
  • Conseguir el ánfora de Poseidón. (El autor de esta lista añadió a este punto una nueva línea de texto con un bolígrafo rojo, al menos dos semanas luego de escribir el punto original) Creo que la tiraron a la basura... Mi plan se fue a la mi$rda...
  • Congelarme para luego despertar mil años en el futuro y reiniciar mi plan de conquista mundial. (Una nueva línea fue agregada tiempo después) Hablé con Isaac y le conté mi idea, me dijo que soy un idi@ta...
  • Ayer perdí un mapa de las cloacas en el Castillo de Hades, en alguna zona de Alemania. No creo que sea muy importante. (Una nueva línea fue escrita un día luego) Creo que la c@gué...



  • Hoy me enteré de un ataque al Castillo de Hades gracias a que un Ángel se infiltró por las cloacas de este mismo... La c@gué.

Lista de tareas de Kanon de Dragón de Mar


Editado por Macairo de Cancer, 14 marzo 2018 - 22:55 .

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Publicado 15 marzo 2018 - 12:40

Interesante ambos capitulos y ver a Radamantys dirigir me gusto, bastante intensa la batalla 


Editado por Mystoria de Acuario, 15 marzo 2018 - 12:40 .

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Publicado 15 marzo 2018 - 22:18

Interesante ambos capitulos y ver a Radamantys dirigir me gusto, bastante intensa la batalla 

Bueno, Minos es el "estratega" en el ejército, Aiacos la "reserva estratégica", y Rhadamanthys la vanguardia. Obviamente distribuí tales roles para los tres de acuerdo a sus habilidades y personalidades. Quizás si se hubiesen desenvuelto en la Guerra Santa del manga original, el Santuario habría sido boleta, pero los villanos siempre deben de ser unos idi@tas  :t420:


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Publicado 16 marzo 2018 - 17:11

Kanon tiene planes mas loco que su hermano

 

PD:

 

cuando actualizas tu otro fic


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Publicado 16 marzo 2018 - 17:16

Kanon tiene planes mas loco que su hermano

 

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cuando actualizas tu otro fic

Tengo que terminar este primero, ya es hora de cerrar la trilogía.


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Publicado 16 marzo 2018 - 17:20

Tengo que terminar este primero, ya es hora de cerrar la trilogía.

 

 

buena idea


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Publicado 18 marzo 2018 - 19:34

Capítulo 8: Convicciones

 

El ejército alemán se había puesto manos a la obra desde la llegada de los Caballeros de Plata, Sirius y Asterión. A este último le sorprendió darse cuenta que Sirius se había convertido en un líder natural, impulsado por sus deseos de lucha y supervivencia, y por la camaradería con los demás soldados alemanes. Sin perder un solo segundo, les ordenó a Heinrich y a Heiser que convocaran a todo el ejército alemán una vez que se había encargado de la Canciller Merkel. Obedeciéndolo, reunieron a todos los soldados que quedaban los cuales en total eran un ejército de 2200 hombres, una cantidad insignificante teniendo en cuenta que el Heer por lo general contaba con aproximadamente 60.000 hombres, aunque Sirius lo vio como un comienzo.

 

Lo primero que hizo fue comunicarles a todos los soldados acerca de a qué tipo de enemigo se enfrentaban, y también les contó toda su historia, desde la misión que cumplió con Algethi (a quién le rindió homenaje) hasta su llegada a la base militar. Una historia increíble y difícil de creer para personas que nunca antes habían oído qué era un Caballero de Atenea, el Cosmos, el Olimpo, etc. Sin embargo, con el apoyo de Heiser, pronto los soldados comenzaron a darle crédito a la historia debido a que, a pesar de que todo era muy sobrenatural, no les parecía que había otra explicación "racional" a toda las catástrofes que ocurrieron en el mundo. Además los dos Caballeros de Atenea hicieron una demostración de su fuerza, destruyendo objetos de metal tan son valiéndose de sus dedos.

 

A pesar de las reservas de algunos soldados, todos comprendieron que al menos una buena parte de la historia de Sirius era real, y por lo tanto comenzaron a movilizarse, a trabajar manteniendo los vehículos de guerra, a hacer control de calidad en las armas, a preparar los suministros, etc. Volvieron a montarse guardia en las torres de vigilancia, y todos los soldados trabajaron para preparar el contraataque. También se enviaron mensajes a los demás soldados alemanes que se encontraban dispersos por todo el país, exigiéndoles que se dirijan a esa base militar. Contaban con el factor sorpresa ya que los Ángeles no sospechaban que el ejército alemán podría estar reorganizándose nuevamente, y muchos menos que se encontraba bajo la supervisión de un par de Caballeros de Atenea.

 

Sin embargo, lo que más sorprendió a Sirius fue cuando, pasadas unas horas, le llegó la noticia (gracias a Heiser) de que los soldados alemanes le habían elegido general de los ejércitos de la Bundeswehr. Nunca antes había estado a cargo de unos cuantos hombres, mucho menos de todo un ejército, pero Asterión le tranquilizó un poco.

 

-Tan solo mira todo lo que has logrado.-le dijo en tono tranquilizador.-Ahora tenemos más posibilidades de ganar que antes. Tenemos un ejército, tropas, suministros, armas, nuestra situación no podría ser mejor.

 

Aún así, la idea de dirigir a los soldados alemanes en el contraataque lo atormentó inmediatamente, y luego de dar un pequeño grito de horror (mezclado con incomodidad), se apresuró por llegar hasta la habitación que los soldados le habían preparado para que se hospedara hasta el día del ataque, y cerró la puerta con llave. Esta pequeña habitación comunicaba con un baño al otro extremo, se dirigió hasta allí, y también cerró esa puerta con llave, metió barros cerrojos, y para rematar, clavó varias tablas de madera en la pared para sellar la entrada. Cuando ya creyó estar a salvo, se quedó mirándose frente al espejo, y allí se puso a pensar a cerca del papel que sus camaradas, los soldados alemanes, querían que cumpliese.

 

Sirius no era un hombre modesto, pero tampoco se creía a la altura de la situación, al frente del ejército de su patria. Se quedó mirándose al espejo por un largo rato, imaginándose dándole órdenes a los demás quienes le saludan con respeto, y no como a otro simple Caballero de Plata como estaba acostumbrando en el Santuario. Recordó a sus camaradas, entre ellos a Algheti, a Dio, a Albiore, a Argol, entre otros, todos eran guerreros respetables, es cierto, pero quienes en verdad se encontraban por detrás de toda la organización eran los Caballeros Dorados, ¿Qué era un Caballero de Plata al lado de un Caballero de Oro? La diferencia era inmensa.

 

Pero pronto se fue calmando poco a poco, recordó que su héroe, Adolf Hitler, tampoco comenzó como un hombre de alta posición quién tenía todas las soluciones bajo la manga, fue un soldado como Sirius, luchó en la "Gran Guerra" y se ganó el reconocimiento de sus hombres. Luego lucho incansablemente para restaurar a su país y devolverle el orgullo a sus hermanos germánicos. Pero lo que más resaltaba en Hitler en realidad no era su gran don de la oratoria puesto que no es la habilidad de hablar lo que le da credibilidad a los argumentos de un hombre, si no que era su capacidad de liderazgo y de ejecutar todas aquellas promesas que les daba al desalmado pueblo alemán el cual debía de pagar los platos rotos de la Gran Guerra.

 

Quizás Sirius no era un líder nato, ni tampoco el más hábil en la batalla ni el más listo, pero una cosa era segura y es que alguien debía de encontrar una solución a todo ese lío que tanto atormentaba al mundo, y el único que podía era él mismo, no podía darse el lujo de esperar a que otro tome la iniciativa puesto que no había garantía de esto, había que hacer algo ahí y ahora. Inmediatamente recordó como hablaba Adolf Hitler, la pasión en sus palabras y los gestos que él hacía. Recordó a su profesor de historia que una vez dijo "Lo mejor no era lo que decía si no que cómo lo decía". Observó en el espejo su propia postura encorvada y se enderezó, un líder debía de verse bien para transmitir seguridad a sus colegas. Luego miró su propio rostro, y en lugar de su habitual expresión de sorpresa, frunció un poco el ceño para aparentar ser mucho más serio de lo que habitualmente era.

 

Sus dos brazos se los llevó a la espalda, y luego volvió a verse en el espejo. Notó que se veía serio pero tranquilo y disciplinado, un excelente modelo a seguir para los soldados. Inmediatamente probó con caminar un poco con esa postura, y notó que en verdad se veía como un buen dirigente, lo suficiente como para transmitir valor y coraje a los suyos. Fue entonces cuando el reflejo de Sirius en el espejo sufrió una metamorfosis rápida, y así el Caballero de Plata pudo ver que quién le devolvía la mirada al otro lado no era nadie más que Adolf Hitler.

 

-Y bien, Sirius.-comenzó a decir Hitler tranquilamente.-¿Ya te has decidido?-le preguntó.

 

-Así es.-afirmó Sirius con decisión, sin cambiar su postura.-Yo voy a estar a la cabeza de los ejércitos de Alemania, mi patria.

 

-Una decisión admirable.-declaró Hitler con admiración.-Estás donde perteneces, este es tu destino, la Providencia así lo quiso.-y luego de eso miró detrás suyo como si buscara algo o a alguien, para luego volver a ver a Sirius.-Debo irme, Caballero de Plata, esta será la última vez que nos veremos.-dijo con nostalgia.-Y algún día, cuando mueras, aquí nos veremos, camarada. Un soldado alemán más nunca nos viene mal cuando se trata de molestar a Stalin, Churchill y a los demás bast@rdos aquí arriba.-luego de decir eso, se recompuso, se colocó firme, y extendió su brazo derecho, haciendo el saludo característico de los Nacionalsocialistas.

 

Sirius sin dudarlo le devolvió el saludo mientras una lágrima le caía del ojo. Luego de eso, Hitler desapareció, y fiel a su promesa, esa fue la última vez en la que el Caballero de Plata le vio, más nunca más volvería a cruzar palabras con el Führer de Alemania, ¿O quizás sí luego de morir? Solo Sirius sabrá la respuesta...

 

En las afueras de la habitación, Asterión y Heiser se reunieron para discutir acerca del estado de Sirius puesto que ya habían pasado dos horas desde que el Caballero de Plata se encerró, y no sabían con certeza cuanto este iba a tardar, lo que preocupó mucho al Caballero de Asterión quién intentó llamarle varias veces por su nombre, sin conseguir respuesta alguna.

 

-Quiero que llames a un par de cerrajeros.-le dijo Asterión a Heiser mientras le señalaba con el dedo.-Diles que abran la puerta inmediatamente.

 

Por obra del destino, cuando terminó su frase, la puerta de la habitación salió volando hasta el extremo opuesto del pasillo en donde la habitación se encontraba. Primero Asterión y Heiser clavaron sus ojos en esta, luego voltearon y allí vieron a Sirius adoptando una postura la cual nunca antes Asterión la habría asociado con él.

 

-Oye, Sirius.-le llamó Asterión un poco preocupado.-¿Estás bien?

 

Y para su sorpresa, Sirius no respondió a la pregunta con su forma despreocupada de ser, y en lugar de eso se dirigió a él con un tono cálido y calmado, como si de un hermano a otro se tratara.

 

-Me encuentro en perfecto estado, compañero, gracias.-le respondió Sirius con cortesía, y luego giró la cabeza hacia Heiser.-Soldado.-le llamó.

 

-¿Qué sucede, señor?-le preguntó Heiser de forma entrecortada ya que también estaba sorprendido.

 

Pero Asterión se aproximó hasta él, y gentilmente le colocó su mano derecha en el hombro, de forma paternal.

 

-Eres un buen amigo, y un hombre de confianza.-le alagó Sirius.-Por favor, ve a buscar a los altos mandatarios del ejército y ordénales que se reúnan todos en el centro de mando, y quiero que tú y Heinrich también estén presentes, ¿De acuerdo?

 

Luego de dar esa órden, Heiser (quién aún seguía un poco confundido) se marchó corriendo lo más rápido que pudo, llevando aún su arma en manos. Asterión quedó impresionado por la forma en la que Sirius se había dirigido a él.

 

-¿Qué tienes en mente, Sirius?-le preguntó a su compañero.

 

-Vamos a planear la estrategia con la que le pondremos fin a esta guerra.-respondió Sirius con profesionalismo.

 

Dicho esto, y sin perder más tiempo, ambos Caballeros de Plata se dirigieron hasta la "sala de mando" la cual se encontraba en uno de los edificios mejor custodiados en la base alemana. Por dentro era un pequeño salón con una pequeña mesa cuadrada rodeada por cuatro sillas. En la pared había un pantalla la cual mostraría cualquier tipo de archivo que se colocara en el proyector. En la mesa había un mapamundi el cual había sido colocado allí por órdenes de Sirius.

 

Cuando ambos Caballeros de Plata entraron a la sala de mando, se encontraron con que esta ya estaba siendo ocupada por cinco hombres, Heinrich, Heiser, y tres soldados los cuales lucían un gran número de condecoraciones en sus trajes formales. Apenas lo vieron entrar, los tres hombres se incorporaron en señal de respeto al Caballero de Plata quién ahora era el superior de todos allí presentes.

 

-General Sirius.-le saludó Heinrich, y luego señaló con su mano derecha a cada uno de los tres generales.-Permítamente presentarle a Frederich Aigner.-el general más joven de los tres, de quizás cincuenta años y cabello castaño claro.-Hansel Schneider.-y señaló al general del medio quién tenía rostro severo y el cabello repleto de canas.-y Rudolf Vogel.-dijo Heinrich mientras le presentaba al último general quién no parecía ni muy joven ni muy anciano, pero su rostro estaba repleto de cicatrices.

 

-Un placer conocerlos, caballeros.-les saludó Sirius a los tres, mientras alzaba su mano en señal para que los tres se sentaran.-Por favor, tomen asiento.-les ordenó con cortesía.

 

Los tres obedecieron al instante, por otro lado Asterión se apoyó en una pared y se quedó de brazos cruzados observando toda la situación. Heinrich y Heiser se posicionaron cerca de la mesa, a la espera de que Sirius comenzase a hablar, este esperó a que todos estén listos para finalmente decir lo que tenía en mente.

 

-¿Para qué nos llamó, señor?-le preguntó Frederich quién tenía una voz grave, afectada por el paso del tiempo.

 

Sirius se acercó hasta la mesa y se apoyó con ambos brazos en ella, y miró a todos los presentes.

 

-Vamos a terminar la guerra.-declaró con seguridad.-Reclutaremos a todos los hombres que necesitemos, y aprovechando nuestra potencia de fuego, cargaremos contra el ejército del Olimpo con una brutal ofensiva lo suficiente como para acabar con su base de operaciones, derrotando a todos aquellos que se encuentren allí. Si todo sale bien, todos nuestros enemigos capitularán luego de que su moral esté en los suelos.

 

Antes de que alguno de los presentes pudiese decir algo, Sirius sacó un control remoto de su bolsillo y encendió el proyector el cual iluminó la pantalla que estaba colgada en la pared, y en esta se reflejó la imagen de un mapamundi completo. Sirius caminó tranquilamente hasta esta, con un marcador rojo a mano, y encerró con un círculo a todo Europa.

 

-El ejército del Olimpo está concentrado en esta zona.-afirmó el Caballero de Plata con profesionalismo.-Europa es un caos.-declaró, para luego voltear hacia donde estaban todos los presentes observándolo.-Los Ángeles sabían que quienes tenían más posibilidades de detenerlos éramos nosotros, y por eso atacaron sin vacilar a Grecia, Inglaterra, Francia, España, Suecia, Austria, Hungría, Bulgaria, Rusia, Alemania, y a los demás países Europeos, y no se contentaron con eso.-volteó nuevamente hasta el proyector y encerró con un círculo a Estados Unidos, a Medio Oriente y luego a algunos países Asiáticos como Japón y China.-Las grandes potencias de este mundo fueron el blanco principal en el primer ataque, y tras su caída, los dioses Olímpicos creyeron que ya tenían la victoria asegurada.

 

-Eso significa que todos nuestros aliados potenciales fueron destruidos.-observó Heinrich.-¿Entonces como piensas reclutar a más hombres?

 

-Sencillo.-dijo Sirius con tranquilidad mientras sacaba otro marcador pero de color azul.-Buscaremos a aquellos quienes los Ángeles no consideraron una amenaza desde el principio.-y luego encerró con el marcador azul a dos zonas del mundo.-América Latina y África.-dijo Sirius.

 

Eso sorprendió a todos los presentes quienes no se esperaban dicha idea. Frederich se rascó la cabeza a causa de un tic nervioso.

 

-Espera un momento.-le dijo a Sirius.-¿Lo que quieres es carne de cañón?

 

-Para nada.-le contradijo Sirius quién se molestó por dicho término.-Reclutaremos a policías, militares, a ex militares, a todo aquel que sepa manejar un arma. Y si otros quieren sumarse, serán bienvenidos puesto que necesitamos a la mayor cantidad de hombres posible para este asalto frontal.-y luego comenzó a pasearse por la sala mientras los demás le seguían con la mirada.-Hace mucho tiempo, el ejército de los Nacionalsocialistas se volvió la armada más multicultural de toda la historia: Alemanes, franceses, británicos, austriacos, judíos, turcos, todos lucharon hombro a hombro para derrotar a una ideología, el comunismo, por eso tantos se unieron en una misma causa. Hoy en día los alemanes nos vemos ante la necesidad de pedir ayuda nuevamente para luchar por una causa que todos compartimos: Libertad o muerte. Que todos lo sepan, tenemos que permanecer juntos para vencer.

 

-De acuerdo...-comenzó a decir Heinrich quién más que nada estaba intentando poner a prueba a Sirius.-Intentaremos reclutar a la mayor cantidad de personas posibles, ¿Pero y luego qué? ¿Sabemos dónde se encuentra la base del enemigo o como lograremos penetrar en sus defensas?

 

-Gracias por preguntar.-le agradeció Sirius con sinceridad, y luego, con un marcador verde, encerró en un círculo varias áreas del mundo.-Una vez que hayamos reclutado a la mayor cantidad de hombres posibles, traeremos al grueso hasta Alemania, y los demás se quedarán dispersos por todo el globo.-explicó Sirius, confiado.-Los Ángeles se concentran en Europa y en las demás áreas del mundo. Nuestros hombres crearán disturbios en su contra en varios puntos estratégicos, incluido Europa, pero sobre todo América Latina y África, es decir áreas en donde no hay mucha vigilancia. Pronto deberán mandar efectivos hacia esas zonas sin descuidar a Europa, y así vaciaremos un poco el Olimpo. En cuanto se de la señal, el grueso del ejército atacará la base del enemigo valiéndonos del Blitzkrieg.

 

Al decir esta última palabra, los generales se miraron entre ellos, sorprendidos, no por que les pareciese que la estrategia de Sirius era descabellada si no por que tenía sentido.

 

-Blietzkrieg...-repitió Frederich a quién le costaba cerrar la boca por la sorpresa.

 

Esto también resultó ser algo increíble tanto para Heinrich como para Heiser. En cambio, el único que no entendía nada acerca de lo que estaba sucediendo era Asterión quién le habló a Heiser.

 

-Oye.-le llamó.-¿Qué demonios es el Blietzkrieg?

 

-Significa "Guerra Relámpago".-le explicó Heiser.-Es una táctica que el ejército alemán utilizó en numerosas ocasiones en el pasado. Consiste en un bombardeo inicial para luego desplegar innumerables tropas, atacando rápidamente al enemigo, y evitando que este realice acciones defensivas.

 

-Entramos cuando menos se lo esperen, y los derrotamos rápidamente.-repasó Asterión el plan, luego cambió su expresión a una de aprobación.-Me gusta.

 

Mientras hablaban, Sirius siguió marcando en el mapa, valiéndose del marcador verde, varios puntos estratégicos en los cuales se debían de crear disturbios para distraer al ejército del Olimpo. Finalmente, con el cuarto marcador (amarillo) encerró en un círculo un determinado punto en Grecia, luego volvió a voltear para encarar a sus compañeros. Extendió para atrás su brazo derecho y con él señaló a ese punto para que llamase la atención de todos.

 

-Eso de ahí es el Monte Olimpo.-explicó Sirius.-Es la entrada al Olimpo, valga la redundancia.-dijo con profesionalismo.-Una vez escuché hablar a mis superiores acerca de este lugar. Para poder acceder al Olimpo, es necesario cargar con una velocidad que iguale o supere la velocidad de la luz, de esa forma se abre un portal interdimensional el cuál nos llevará hasta el Olimpo, y allí atacaremos con todo lo que tenemos.

 

-Ahí está el problema.-observó Asterión.-¿Cómo lograremos que los soldados y las armas de nuestro ejército puedan traspasar la velocidad de la luz para llegar hasta el Olimpo? Eso es imposible.

 

-No, no es imposible.-le contradeció Sirius con confianza, como si tuviera algo debajo de la manga.-Tengo algo en mente y para eso te necesito también a ti, Asterión.-y luego volvió hacia los demás.-Voy a grabar un mensaje en video y quiero que lo difundan en los territorios que ya he mencionado, ustedes deben de encargarse de llevarlos hasta allí y reclutar a todos aquellos que quieran prestarnos su ayuda, ¿Entendido?

 

La respuesta de los militares alemanes fue un directo "Sí señor" acompañado de un saludo de visera. Inmediatamente Heiser trajo una cámara la cual apoyó en la mesa, apuntando hacia Sirius.

 

-¿Está listo, señor?

...

 

-Ustedes tres le han hecho un gran servicio al Olimpo.-decía un Ángel de cabello canoso.

 

Dentro de una habitación, la cual parecía más que nada un despacho ya que tenía consigo una mesa de escritorio (con varios papeles encima), bolígrafos guardados y a la espera de ser utilizados, y una silla la cual se encontraba en ese mismo descorrida ya que el Ángel que usualmente se sentaba allí ahora se encontraba de pie. Al otro lado de su escritorio (más bien al frente) se encontraban los Ángeles Reiyel, Maxul y Midas, los tres de pie y firmes.

 

Los tres habían sido llamados para ser felicitados por sus hazañas en el combate, y por la manera en la que pudieron manejar al grupo de Albiore en una batalla individual, en donde lograron derrotarlos sin la necesidad de matarles (tal y como se les había ordenado).

 

-Zeus ya fue informado de esto.-les comunicó el Ángel a los soldados.-Los tres tendrán una condecoración formal en cuanto nuestro Señor llegue hasta aquí y todo este asunto se liquide. Por el momento limítense a tomarse un descanso, es una orden, ustedes se lo merecen. Lo haré llamar recién en una hora, estarán dentro de la comitiva que acompañará a Zeus hasta aquí.

 

Los tres Ángeles supusieron que el informe ya había terminado por lo que, sin decir una sola palabra, le dedicaron una reverencia a su superior y se marcharon de la sala de forma rápida y tranquila. Los tres caminaron un poco por los mismos corredores por los que Albiore y los demás habían pasado hace no más de unas horas. Estos se encontraban abarrotados de Ángeles los cuales en su mayoría estaban reforzando las medidas de seguridad, otros iban de un lado a otro entregando mensajes, también estaban aquellos que formaban parte del equipo científico y se dirigían para continuar haciendo experimentos con los objetos desenterrados.

 

Se les había ordenado a los tres que tomasen un descanso, pero lo cierto que los Ángeles difícilmente conocían el significado de esa palabra puesto que eran una especie de seres muy serviciales y que siempre están trabajando, el ocio no era algo muy bien visto por ellos. Aún así órdenes eran órdenes, y tenían que cumplir con lo que se les exigió. Supusieron que quizás podrían descansar en una sala de mantenimiento la cual estaba provista por unos cuantos asientos cómodos con tal de que de vez en cuando los Ángeles que trabajaban en las instalaciones pudiesen despejarse por un rato para luego volver al trabajo.

 

Ellos, a pesar de ser "amigos", no hablaron mucho durante el trayecto. Fue hasta que Midas, el más informal del trío, decidió romper el silencio con una duda que lo carcomía desde hace un momento.

 

-Oye, Reiyel.-le habló a su compañero, con intriga.-¿Podría hacerte una pregunta?

 

-De acuerdo.-asintió el Ángel, aún con el aire de seriedad que tanto le caracterizaba.

 

Los tres se detuvieron en medio del pasillo, Maxul se limitaba a escuchar sin intervenir en la conversación.

 

-Te vi durante tu pelea con Albiore.-le comunicó Midas.-Eres excepcional, los años no te han quitado habilidad, lo reconozco, Rei.-le alagó, aunque en realidad él solo estaba intentando encontrar una buena forma de introducir el tema que le interesaba en verdad.-Pero nunca te he visto lucha de esa forma, quizás no lo notaste pero tus ojos ardían, ¿Acaso tu asunto con el Caballero de Plata era personal?

 

Reiyel se le quedó mirando fijo con una mirada fría. De pronto, a Midas se le pasó por la mente de que estaba conteniendo una gran furia en su interior, quizás incluso parecía una bomba de tiempo a punto de estallar. De no ser por el hecho de que eran compañeros y aliados, Midas hubiera dado un par de pasos hacia atrás, pero en lugar de eso se quedó de pie, devolviéndole la mirada de forma desafiante, aunque una gota de sudor se balanceó por su rostro.

 

-Si, es cierto.-respondió Reiyel, rompiendo el silencio.

 

Y sin decir nada más, se marchó caminando en solitario, en dirección a aquella sala de mantenimiento. De pronto, Midas sintió un gran alivio que hasta incluso suspiró profundamente. Luego se limpió la gota de sudor con su mano derecha, y volteó para ver a Maxul quién estaba serio y tenía clavada su mirada en la dirección en la que Reiyel se había marchado.

 

-¿Qué rayos le sucede?-le preguntó Midas a su compañero.

 

Aunque en realidad no esperaba respuesta alguna, solo la aprobación de este. Pero en lugar de eso, Maxul si le respondió.

 

-Está frustrado.-observó Maxul mientras le vía marchar.-Se sintió muy presionado durante estas últimas semanas.

 

-¿Pero por qué?-le preguntó Midas quién estaba confundido.

 

-Por que sintió que su orgullo fue lastimado.-afirmó Maxul pensativamente.-Tenía que vencer al Caballero de Plata a como de lugar, y recuperar la total aprobación de Zeus.

 

Dicha respuesta le aclaró muchas de sus dudas a Midas quién comenzó a encontrarle un sentido a la frustración de su compañero, aunque no se conformó solo con eso e intentó indagar aún más acerca del tema.

 

-Yo pensaba que Rei era frío.-declaró Midas.-Que mantenía la mente despejada en todo momento y que jamás perdía el control de la situación. Pero fue por su orgullo por lo que actuó de esa manera, jamás habría pensado que haría algo semejante.

 

-Tu no lo conoces como yo.-afirmó Maxul frunciendo el ceño, primero mirando a su compañero, y luego volviendo la vista hacia donde Reiyel se había marchado.-Él es mucho más emocional de lo que aparenta a simple vista, y en el pasado lo fue aún más. Yo lo sé bien por que fuimos compañeros de armas durante mucho tiempo.-y luego volvió la vista hacia Midas.-¿Oíste hablar alguna vez de la guerra del Caos?

 

-Pues claro, todos sabemos lo que fue.-asintió Midas naturalmente puesto que para él era un tema muy conocido.-Esa guerra se desató hace años y enfrentó al Olimpo contra los dioses Primogénitos. Yo no fui llamado al servicio activo, aún estaba en medio de mi entrenamiento, pero oí hablar muchas veces de esta y lo atroz que fue. Luego ya conoces la historia, me incorporaron a la armada de Zeus, y pronto pasé a ser uno de sus soldados de Élite, ya sabes que soy un prodigio, modestia aparte.-dijo finalmente con confianza.

 

Maxul ignoró las últimas palabras de su compañero, y volvió a hablar.

 

-Yo y Reiyel luchamos en ella.-le relató a su compañero.-En ese momento eramos mucho más jóvenes, aunque ya desde entonces él nos superaba a todos y por mucho. Luchamos juntos en numerosas ocasiones, formábamos parte de un numeroso pelotón entre los que se encontraban muchos de nuestros más grandes amigos y compañeros, a varios de ellos los conocíamos desde nuestros tiempos en el campo de entrenamiento. Pero sobre todo, entre ellos estaba Meroden.

 

-¿La esposa fallecida de Reiyel?-le interrumpió Midas para hacerle esa pregunta.-Escuché un poco sobre ella, es una especie de "símbolo" en el pelotón 19, una modelo a seguir, ¿Qué tiene que ver con todo esto?-le preguntó aunque ya estaba deduciendo la respuesta.

 

-La guerra exige actos heroicos.-continuó Maxul.-Algunos incluso rozan un patético pero desinteresado sentido hacia el cumplimiento del deber. Nuestro pelotón solo tenía una misión, pero era imposible completarla sin tomar decisiones difíciles. Él era el tercero en la cadena de mando dentro del pelotón, pero tras la muerte de nuestro líder y del segundo, él asumió el mando. Planeó una estrategia con la cual podríamos cumplir con nuestro objetivo, y gracias a ella pudimos lograrlo, pero las cosas no salieron tal y como él las había previsto. En varias ocasiones pudo ordenar una retirada, pero jamás lo hizo. Obtuvimos la victoria pero a un alto costo puesto que solo sobrevivimos tres.

 

-Increíble...-comentó Midas mientras agachaba un poco la cabeza.-Eso tampoco nunca lo hubiera imaginado.

 

-Después de eso, fuimos condecorados.-prosiguió Maxul con pesar.-A Reiyel con todo los honores. Pero para él, eso era una burla. Una medalla a cambio de su esposa, de su hermano menor, y de todos nuestros amigos. De no ser por su hija, él habría considerado que toda su familia murió en el campo de batalla, seguro aún tiene pesadillas con eso, que yo sepa nunca se perdonó por lo que sucedió. Aunque al final comprendió que todos murieron por la causa por la que luchaban, y que debía de respetar eso. Quizás ahora su enojo se debe a que consideró que no merecía ser tratado con desdén por Zeus luego de todos los sacrificios que tuvo que hacer, al derrotar al Caballero de Plata intentó demostrarle que vale más que eso.-y de pronto miró hacia el fondo del pasillo.-¿Verdad, Reiyel?-preguntó retóricamente.

 

...

 

Albiore, Cristal, y los demás habían sido trasladados a una especie de sótano, en las instalaciones de aquel centro dedicado a la excavación. Si bien los seis quedaron inconscientes una vez finalizada la batalla, de todas formas fueron arrastrados hasta allí, y luego los Ángeles se encargaron de hacerlos despertar uno por uno en ese mismo lugar. Cristal abrió los ojos, él no vio ningún "sótano", más que nada parecía ser una especie de calabozo de alta tecnología ya que habían dispositivos y aparatos electrónicos por todos lados, y del techo colgaban cadenas las cuales terminaban en unas esposas. Rápidamente dedujo que se las colocarían a ellos, por lo tanto intentó liberarse, pero se percató de que su cuerpo no le respondía (salvo la cabeza).

 

Dos Ángeles corpulentos lo cargaron hasta el centro del sótano, lo colocaron de pie, alzaron sus dos brazos y le colocaron las esposas, luego se marcharon para despertar a otro miembro del grupo (a base de golpes). Mientras ellos tomaban a Rafaelo, Cristal se percató de que poco a poco su cuerpo volvía en sí, sin embargo, a pesar de que intentó liberarse, las esposas estaban hechas de un material demasiado resistente, incluso como para que un Caballero de Atenea pudiese liberarse de ellas destruyéndolas. Enfocó su vista nuevamente en Rafaelo, y notó que este ya estaba un poco despierto. Los Ángeles, al darse cuenta de ello, lo arrastraron hasta el centro de la sala tal y como a Cristal.

 

-¿Qué demonios sucede?-preguntó Rafaelo un tanto alarmado.

 

Pero los dos Ángeles no le respondieron, se limitaron a ignorarlo, y repitieron el mismo proceso con el que había esposado a Cristal. Rafaelo giró la cabeza hacia su izquierda puesto que había visto algo interesante con el rabillo del ojo. Su instinto no le falló puesto que así pudo ver como había un esqueleto el cual también antaño había sido esposado.

 

-Oh, mi$rda, esto tiene que ser una broma...-se dijo a si mismo.

 

Cuando el ya había sido colocado, los Ángeles se marcharon para buscar a otro de los cuatro restantes. Por su parte, Rafaelo aún seguía con la vista clavada en el esqueleto.

 

-Qué lugar más aterrador, ¿No, amigo?-le comentó al esqueleto. Su voz sonaba tensa, estaba claro que intentaba aliviar la situación.-Se ve que llevas mucho tiempo aquí, ¿A que hora dan de comer? ¿No lo sabes?

 

-Rafaelo...-le nombró Cristal con cierto aire de reproche.

 

El Caballero de Junini giró la cabeza hacia la derecha, en donde esta Cristal (al lado suyo).

 

-Ah, hola, Cristal.-saludó a su compañero mientras fruncía el ceño.-¿Lo ves? Ya hice un nuevo amigo.-y señaló al esqueleto con su mano izquierda.-Su nombre es "Tenemos que salir de aquí".

 

Cristal, sarcásticamente, clavó su mirada en el esqueleto.

 

-Un placer...-le dijo al esqueleto, luego miró a Rafaelo.-¿Ves algo con lo que podríamos liberarnos?

 

-No.-lo reconoció el Caballero de Junini, algo molesto.-Si tuviera al menos una mano libre, quizás podría romper un poco mi armadura para quitarle un pedazo e improvisar una ganzúa, pero tengo las dos manos encadenadas.

 

Luego de decir eso, ambos Caballeros Sonotas permanecieron en silencio mientras veían trabajar a los Ángeles. Uno a uno, todos fueron encadenados, comenzando por Jango (al cual colocaron en la última cadena a la derecha), luego por Bud, Krishna (ambos a la izquierda de Jango), y finalmente Albiore (a la derecha de Cristal). Una vez finalizado su trabajo, ambos Ángeles se marcharon por una puerta de metal que estaba al frente de los seis cautivos.

 

-Bueno, ¿Y ahora qué?-preguntó Rafaelo una vez que los seis se quedaron solos.

 

-Usemos la cabeza.-sugirió Bud, y luego miró a los dos compañeros que tenía a su lado.-Krishna, Jango, ¿Alguno conserva su arma?

 

-No.-le respondió Jango con enojo.

 

-Yo tampoco.-afirmó Krishna.-La Espada de Balmung y la Lanza de Crisaor se encuentran allí.-e hizo señas en un determinado punto, con la cabeza.

 

Todos clavaron sus vistas en aquel lugar en el que señalaba Krishna, y allí pudieron ver como, apoyadas con la pared, estaban ambas armas. A su vez también se encontraban allí los fusiles que ellos habían traído, entre ellos la AK-47 de plata de Albiore.

 

-Estamos en el horno.-lo reconoció Albiore.

 

-Miremos el lado positivo.-dijo Rafaelo intentando quitarle gravedad a la situación.-Aún podemos intentar planear algo para escapar de aquí, esto podría ser peor.

 

Dicho esto último, la puerta de la entrada se abrió de par en par, y allí entraron cinco guerreros los cuales vestían Armaduras similares a los Ángeles que resguardaban las instalaciones, con la única diferencia es que las tonalidades de estas no eran de un "plata" vivo si no que más bien estas desprendían rayos dorados tal cual como si hubiesen sido fabricadas a partir del sol, es más, los cinco llevaban un emblema del sol grabado en sus cinturones. El cabello de todos se meneaba como si fuese una antorcha encendida. Estas características Albiore ya las había visto, también sus compañeros, sobre todo Rafaelo y Cristal, puesto que habían sido guerreros de esa índole con los que habían luchado en la batalla de Asgard.

 

-¡¿Puedes cerrar el pico de una vez?!-le reprendió Jango a Rafaelo, con rudeza.

 

Los cinco guerreros del Sol caminaron lentamente hasta estar a una distancia corta del grupo de cautivos.

 

-Así que por fin te capturaron.-comentó el Ángel que iba a la cabecera, un sujeto de cabello rojizo. Se dirigía directamente a Albiore.-Parece que no eres tan invencible después de todo, aunque me sorprende que nos haya llevado tanto tiempo.

 

-Claro, capo...-le respondió Albiore un tanto desconcertado por el hecho de que ese Ángel le hablase como si ya se conocieran.-Este... ¿Quién sos vos?-le preguntó.

 

-Mi nombre es Flaios.-respondió el Ángel.-Soy un Ángel al servicio de Apolo, y uno de los guerreros del Sol. Hace un tiempo me ordenaron acabar contigo, cuando te encontrabas en la Isla de la Reina de la Muerte, incluso recuerdo haberle "pagado" (si así es como podemos definirlo) a un niño para que te siguiese y me informara de tus actividades. Al final sufrí unos cuantos contratiempos y no logré llegar hasta ti.

 

-Ja, qué gente contratan ¿Eh?-se burló Albiore mientras esbozaba una sonrisa.

 

Flaios se molestó un poco por ese gesto por parte de Albiore, sin embargo intentó mantener la calma todo lo posible.

 

-Pues claro...-continuó Flaios aunque frunciendo un poco el ceño.-Yo fui quién informó sobre tu paradero en Asgard y por eso el ataque fue un poco más brutal de lo habitual. Pero pues claro, yo solo serví de mensajero en esa batalla, quién la comandó en verdad fue Layon, un guerrero del Sol como yo. A propósito, ¿Qué fue lo que hicieron con él?-y al hacer dicha pregunta, giró la cabeza hacia Bud, reconociéndolo como un dios Guerrero de Asgard.

 

El dios Guerrero de Mizar Zeta se sorprendió un poco al notar que se dirigían a él, pero mantuvo la compostura y respondió.

 

-Que yo recuerde, fue el único sobreviviente de esa batalla.-respondió Bud.-Los demás fueron masacrados así que era vital tenerlo con vida ya que era el único a quién podíamos sacarle algo de información. Ese tal Layon intentó acabar con Hilda así que nos excedimos un poco con él cuando lo interrogamos.-lo reconoció Bud.-Algunas veces entrábamos en pareja a su celda, otras veces en grupos. Yo y Frodi les hicimos algunas preguntas un par de veces, yo hice el papel del "poli malo". Al final dijo algunas cosas, la mayoría era información errónea. Cuando llegamos a la conclusión de que no nos iba a decir nada, simplemente lo dejamos encerrado en su celda. Quizás en diez o quince años le permitamos salir, váyase a saber.

 

-¿Osea que lo cag@ron a trompadas para que hable?-le preguntó Albiore a Bud, sorprendido.

 

-Pues claro.-respondió Bud como si se tratase de algo natural.-Siempre lo hicimos así. Él nos atacó primero, luego le hicimos el favor de perdonarle la vida, de darle techo, comida, vestimenta, lo único que pedimos a cambio es que nos revelase algo de información. Yo creo que es un trato justo. Y si no quiere hablar, le damos un poco de motivación.

 

-Mirá vos, che.-comentó Albiore.-¿Pero sabés el quilombo que se hubiese armado si ustedes le hubieran interrogado de esa manera allá en Argentina? Para comenzar, el delincuente tiene más derechos que una persona común, es considerado un "reprimido por la sociedad" quién no tuvo "otra opción", y si se te llega a ir un poco la mano con él, uf... Te caen la ONG, los Derechos Humanos, la DAIA-y con su mano esposada comenzó a levantar un dedo por cada organización que enumeraba.-Salen los familiares del delincuente, por televisión, pidiendo que se haga "justicia", que "el Jonatan no hizo nada, era un laburante", que los discriminan por su color de piel.

 

Dicho comentario hizo que todos los Guerreros del Sol comenzasen a reír de una manera cruel.

 

-Simios imbécIles...-comentó uno de ellos.

 

-Por esa razón no atacamos Argentina.-declaró Flaios.-Ni tampoco ninguno de los demás países bananeros de su alrededor como Chile, Uruguay, Perú, Venezuela, etc. Son solamente escoria, y es cuestión de tiempo para que se maten solos entre ellos.

 

Albiore estaba a punto de hablar, pero Bud se le adelantó.

 

-Ahora que lo recuerdo...-comenzó a decir el dios Guerrero.-Cuando interrogamos a ese tal Layon, me parece que mencionó a un tal "Falios", dijo que era un sujeto arrogante, de pequeña estatura, con cara de pocos amigos, y que si no fuese por su fuerza, no tendría ninguna otra salida laboral por que carece de cerebro.

 

Dicho esto, los guerreros del Sol dejaron de reír de forma brusca. Flaios frunció un poco más el ceño mientras encaraba a Bud.

 

-Mi nombre es "Flaios".-le corrigió con frialdad.

 

-¿Osea que si admites que ese Ángel se refería a ti?-le preguntó Krishna de forma burlona.

 

-¡Tú cállate, General Marina!-le ordenó Flaios mientras le señalaba con el dedo.

 

-Tranquilo, señor Falios.-le dijo Krishna intentando tranquilizarlo de forma sarcástica.

 

Que confundiesen su nombre otra vez irritó mucho al Ángel quién frunció aún más el ceño.

 

-Ya les dije...-comenzó a decir lentamente.-Que mi nombre es...

 

Pero fue interrumpido por uno de los guerreros del Sol quién estaba a su lado.

 

-Señor Falios.-le comenzó a decir mientras revisaba una especie de cuaderno en el que tenía un informe escrito en él.-No deberíamos de retrasarnos mucho para poder llegar a tiempo a la...

 

Mientras decía eso, alzó un poco la vista para ver a su superior. Este había volteado violentamente para verlo cara a cara, y al notar que fruncía el ceño como nunca, su compañero se cayó rápidamente.

 

-Eh, disculpe...-comenzó a decir este a quién comenzaba a llenársele la cara de gotas de sudor.-Verá, "Falios" y "Flaios" suena casi igual y estos prisioneros me hicieron confundir... Espero que no se moleste mucho...-y luego de eso soltó una risa nerviosa, intentando aliviar la situación, pero Flaios le seguía encarando con una expresión de furia.

 

Al ver esa situación, los seis cautivos comenzaron a reírse desenfrenadamente. Eso fue la gota que colmó el vaso para Flaios, y para echar más leña al fuego, Rafaelo volvió a hablar.

 

-¡Debería de ser un poco más indulgente con sus soldados, señor Falios!-le dijo mientras reía.

 

El guerrero del Sol no lo toleró más, se aproximó hasta Rafaelo y le dio un fuerte golpe en el estómago. Este inmediatamente escupió saliva, y se sorprendió por esto, sus compañeros también.

 

-Denles una lección a estos irreverentes.-les ordenó a los demás.-Excepto a Albiore, yo mismo me encargaré de él.

 

Dicho esto, los guerreros del Sol comenzaron a golpear a los desarmados compañeros quienes no pudieron hacer nada para evitarlo. Cada golpe que Flaios le daba a Albiore le producía una gran satisfacción.

 

-Dentro de poco, Zeus vendrá por ustedes.-le decía Flaios en tono burlón a Albiore mientras le golpeaba.-Será mejor que te prepares, Caballero de Plata, por que todas tus hazañas no le causaron nada de gracias al gran Zeus ni tampoco a mi señor Apolo.

 

Así estuvieron por unos minutos, sin darles descanso a sus víctimas, hasta que finalmente Flaios dio la orden de que todos paren, alegando de que Zeus, al fin y al cabo, los quería a los seis vivos, y que si seguían así entonces les matarían en cuestión de tiempo. Dicho esto, los cinco guerreros del Sol se marcharon por la misma puerta por la que habían entrado, dejando solos a los seis nuevamente. Habían sido golpeados brutalmente, y combinado a los ataques que recibieron en la pelea en la que se enfrentaron al trío de Ángeles de Élite, los daños eran considerables.

 

-Rayos...-se quejó Jango a quién le sangraba el rostro.-Malditos hijos de p%ta...-y luego se dirigió hacia Rafaelo quién estaba en la otra punta.-¿Y bien? ¿Seguirás siendo optimista?

 

-Bueno...-comentó Rafaelo, dolorido por los golpes que había recibido.-Pudieron habernos matado pero no lo hicieron. Tenemos suerte.-y luego giró un poco la cabeza (con dificultad) hacia su derecha, como si intentase ver a Albiore.-Lo que aún no entiendo es el por qué Zeus le tiene tanto interés a Albiore.

 

Pero este no dijo nada al respecto, se mantuvo callado. En cambio fue Cristal quién habló por él.

 

-Quizás quiera acabar con lo que empezó.-observó el Caballero de Cristal.-Después de todo es su culpa que Albiore aún esté vivo.

 

Dicho comentario sorprendió a Jango, Krishna y Rafaelo quienes nunca antes habían escuchado la historia completa del Caballero de Cefeo y su equipo en la misión suicida en la base de Ares.

 

-¿Qué significa eso?-preguntó Krishna con interés.

 

-Albiore fue asesinado por dos Caballeros Dorados.-les explicó Bud.-Luego de eso, él fue revivido por Zeus ya que necesitaba a alguien que le hiciese el trabajo sucio. Junto con otros Caballeros, reunió un equipo entre los que nos encontrábamos yo y el Caballero de Cristal, y atacamos la base de Ares. Perdimos a muchos amigos allí, y al final todo fue en vano puesto que lo que Zeus quería era "eliminar la competencia" ya que ambos planeaban atacar la tierra.

 

Dicha declaración frustró un poco a Jango.

 

-Espera un momento.-dijo atando cabos.-¡¿Le ayudaste a Zeus?! ¡¿Tú fuiste quién causó todo esto?!

 

-¡Yo no tenía ni idea de lo que estaba haciendo!-se defendió Albiore con furia.-¡Pensaba que estábamos ayudando al mundo!

 

-¡Pues muchas gracias!-le dijo Jango sarcásticamente.-¡Por tu culpa, mi madre ahora está muerta!

 

Albiore estaba a punto de responder a eso, pero tanto él como Jango fueron interrumpidos por Krishna quién había estado reflexionando algo hasta ese entonces.

 

-¡Cállense ustedes dos!-les gritó con furia, y luego volvió a su tono normal.-No hay tiempo para discutir eso ahora, tenemos que permanecer fríos y enfocarnos solo en salir de aquí.

 

Sin embargo eso no impidió que el Caballero de Cristal, quién había permanecido callado durante de la discusión, saliera en defensa de su amigo.

 

-¡Jango!-le gritó con furia.-¡No seas hipócrita, tú eras un terrorista! ¡Me la pasé en la Isla de la Reina de la Muerte limpiando a escorias como tú! ¡Vi como tus hombres abusaban de los demás! ¡¿Y aún así tienes el descaro de acusar a los demás?!-le preguntó en tono de reproche.-¡Yo también ayudé a Albiore así que si quieres meterte con alguien entonces primero métete conmigo!

 

Jango estaba a punto de responder a esa provocativa, pero fue interrumpido por Bud (quién se encontraba a su izquierda).

 

-Yo también estuve ahí, Jango.-le recordó al Caballero Negro.-Además no importaba si ayudábamos a Zeus o no, de todas formas el Olimpo ya tenía planes de atacar la tierra. En cambio pudimos eliminar a Ares a tiempo en vez de tener que lidiar con dos ejércitos a la vez. Todo esto no es nuestra culpa.

 

Cabe destacar que Bud, a diferencia de Cristal, se encontraba al lado de Jango, demostrando que no le tenía ningún miedo a su compañero. Jango quiso decir algo, pero por segunda vez fue interrumpido y esta vez por Krishna.

 

-A mi no se me presentó la oportunidad de acompañarlos.-aclaró el General Marina.-Pero mi compañero, Io, si participó en esa misión y confío en su criterio. Él no solo era un compañero, también era un amigo, un hermano, y si él confió en Cristal, en Albiore y en Bud entonces yo también creo en ellos.

 

-Bueno...-dijo Rafaelo quién estaba en la otra punta.-Yo no participe en esa "misión suicida" así que no me grites a mi.-aclaró mientras le hablaba disimuladamente a Jango.-Pero Aioros sí ayudó en esa ocasión, y luego me recomendó a Albiore para que me reclutara. Aioros y Cristal.-añadió mientras intercambiaba miradas de confianza con Cristal (quién a pesar de tener las manos encadenadas, logró levantarle el pulgar).-Así que...-dijo nuevamente dirigiéndose hacia Jango.-si tienes algo en contra de Bud, de Cristal o de Albiore, me temo que estás solo.-y luego estiró la cabeza para intentar ver al Caballero de Cefeo.-Albiore, estamos contigo, bro.

 

El voto de confianza de sus compañeros alegró a Albiore y le hizo la situación mucho más llevadera, llegando incluso a esbozar una sonrisa de satisfacción. Había recorrido un largo camino hasta allí, y había llegado bastante lejos, pero sabía muy bien que quienes en verdad estaban detrás de todas sus victorias (y también quienes le acompañaban en sus derrotas) eran sinvergüenzas como Rafaelo o amigos "de toda la vida" como Cristal y Aioros. Recordó cuando decidió marcharse del Santuario en solitario con la idea de que él mismo podría lograr todo lo que había hecho hasta el momento, pero ahora sabía muy bien que eso no hubiera sido posible.

 

-Muchas gracias a todos.-les dijo Albiore a su equipo mientras miraba a ambos lados, tanto Cristal como Krishna le asintieron con la cabeza. Luego de eso volteó hacia la derecha para intentar ver a Jango.-Y por cierto, Jango.-le dijo.-Yo no le causé la muerte a tu madre, y si lo hice entonces por favor, perdóname, pero nunca fue mi intención.

 

El Caballero Negro no respondió, en lugar de eso permaneció callado y dirigió su vista hacia el suelo en el que clavó su mirada. Por otro lado, Albiore no se mantuvo callado y siguió hablando.

 

-También todos ustedes.-les dijo a los demás.-Todo esto es mi culpa, quizás hasta aquí llegamos.

 

-Para nada.-le contradijo Bud.-Todos tuvimos la culpa de esto. Y además...-añadió mientras sonreía con esperanza.-Creo que por primera vez, el irresponsable de Rafaelo no se equivoca, tenemos que ser optimistas, aún no se ha terminado todo.

 

Dicho adjetivo calificativo no le causó nada de gracia a Rafaelo quién entrecerró los ojos y frunció el ceño.

 

-"Irresponsable"...-repitió.

 

Pero nadie le prestó atención, en lugar de eso, Krishna fue el siguiente en hablar.

 

-Aún si este fuese nuestro fin...-comenzó a decir.-No se preocupen puesto que Poseidón, Atenea y Odín ya están aliados, estoy seguro de que nuestras muertes no serán en vano.

 

-A decir verdad.-dijo Cristal.-No sé si moriremos o no, pero propongo que si Zeus entra por esa puerta, y nos desatan a todos, lo tumbemos entre los seis ¿Qué dicen?

 

Dicho esto, todos (a excepción de Jango) rieron alegremente.

 

...

 

Los Caballeros de Atenea se habían limitado a esconderse desde que el Santuario fue destruido. En conjunto con los Caballeros Negros (y al mando de Dohko quién era el Patriarca del Santuario desde la muerte de Shion) realizaron operaciones de "guerrillas", moviéndose de un lado a otro (puesto que los pasajes subterráneos en los que se habían refugiado en un principio no los iban a mantener seguros por mucho tiempo). Se trasladaron por diferentes zonas de Grecia en dos grupos, siendo el principal el de Dohko (quién se encontraba con el grueso del ejército el cual incluía a soldados del Santuario, Caballeros de Bronce, Plata, Oro y los Caballeros Negros) mientras que el segundo grupo era liderado por Saga y este siempre se encontraba cerca del Monte Olimpo.

 

El trabajo del pequeño grupo de Saga (el cual tenía apenas nueve integrantes) era básicamente servir de exploradores e informar de cualquier actividad extraña cerca de las puertas del Olimpo. Con el fin de no ser detectados, cambiaban de ubicación todo el tiempo, siempre estableciéndose en cavernas en donde montaban su base de operaciones la cual era resguardada por tres Caballeros de Bronce (Jabu, Ichi y Nachi), dos de Plata (Dante y Capella) y Afrodita de Piscis. Por otro lado, Saga de Géminis, Ptolemy de Flecha Sagitta y Shura de Capricornio espiaban la entrada y salida de Ángeles al Olimpo, y dicha información era directamente enviada al Patriarca Dohko, siendo útil para poder tomar acciones evasivas y evitar al ejército de los dioses.

 

Ptolemy era muy bueno en su trabajo como explorador, prácticamente era el miembro más útil en eso mismo. Sabía como camuflarse entre la naturaleza y no dejarse ver por las miradas curiosas de los Ángeles quienes pasaban por esas zonas (aunque generalmente con prisa, sin tiempo como para detenerse y mirar mejor a su alrededor). Siguiendo las indicaciones del Caballero de Plata, se ocultaban detrás de árboles, en arbustos, e incluso algunas veces cavaban trincheras y desde allí podían observar mejor todo lo que ocurría (aunque no recurrían mucho a esa táctica por lo arriesgada que era).

 

Habían encontrado un patrón en las salidas de guardia que realizaban los ángeles, sabían bien cuando entraban y cuando salía ya que estos seguían un horario fijo, por lo tanto en las primeras semanas, los Caballeros no tuvieron la necesidad de turnarse para hacer guardia al Monte Olimpo puesto que generalmente los Ángeles no cambiaban de guardia en horarios nocturnos. Pero últimamente había habido mucho movimiento debido a causas desconocidas, por lo que Saga ordenó que se doblasen las guardias para poder vigilarlos más atentamente, medida que causó un poco de descontento entre los Caballeros de Bronce por la pérdida de horas de sueño.

 

Ichi, cuando los demás no le veían, se aprovechaba de la situación, apoyaba la cabeza en la mesa, y mientras fingía leer con atención algunos documentos, dormía, pero en realidad todos sus compañeros se percataron de esto. Jabu tomó un bote de agua y se lo arrojó en la cabeza para despertarlo, algo que tomó inmediatamente por sorpresa a su compañero quién se levantó de repente y comenzó a toser.

 

-¡Vamos, a trabajar!-le ordenó Jabu.-Ya dormiste suficiente.

 

-Esto es inaudito...-dijo Ichi molesto.-Nos tienen trabajando de forma inhumana...

 

Pero sin poder decir nada más, Capella y Dante le tomaron uno de cada brazo, y lo arrastraron hasta su puesto de trabajo.

 

-A trabajar y deja de llorar.-dijo Capella de muy buen humor, casi sonriendo.

 

Mientras ambos de encargaban de Ichi, el grupo destinado a la exploración se preparaba. Tenían pensado quedarse a vigilar el Monte Olimpo por dos días por lo que prepararon varias botellas de agua, suministros, equipo de supervivencia, en conclusión todo lo que Ptolemy (el "especialista" de la expedición) aconsejó que llevaran. Shura (quién era parte de esta) miraba entretenido el como Dante y Capella arastraban a Ichi, en cambio Saga le daba mantenimiento a su m4 dorada.

 

Estaba casi seguro de que sus todos los disparos que hacía con la m4 se desviaban hacia la derecha, estaba comenzando a fallar, pero no había tiempo para hacerle una limpieza más profunda por lo que se la colocó en la espalda y se preparó para partir, pero Afrodita (quién generalmente se quedaba a cargo en la base cuando Saga se ausentaba) se acercó hasta su superior para comunicarle un mensaje.

 

-Saga.-le dijo.-Me acaban de informar que el Santuario ha enviado a un Caballero de Plata hasta aquí. Tal parece que tiene algo muy importante que decirnos.

 

-Tendremos que esperarle, entonces.-respondió Saga con seriedad.-Pero más vale que se apresure, nuestra misión es lo primero.

 

-No creo que ese sea un inconveniente.-observó Afrodita mientras meneaba la cabeza de lado a lado.-Ya está aquí...

 

Dicho esto, sonidos metálicos provenientes de la entrada inundaron toda la cueva en la que los Caballeros se refugiaban. Eran pasos de un hombre vistiendo una Armadura, algo que alarmó a todos aquellos que no se esperaban la llegada de dicho individuo: Capella, Dante, Jabu, Nachi e Ichi quienes corrieron hasta el frente y se pusieron en posición de combate hasta que el Caballero apareció.

 

-Yo le conozco...-dijo Dante bajando la guardia.-Es Agora de Loto, un Caballero de Plata de Atenea.

 

Y dicho esto, todos los Caballeros se tranquilizaron. Ptolemy, Shura y Afrodita observaron con interés a Agora quién se aproximó a Saga el cual permanecía de brazos cruzados, mirándolos.

 

-Buenos días, comandante.-le saludó Agora con un saludo de visera a su superior.

 

-Comandante...-repitió Saga arqueando las cejas pero sin perder el aire de seriedad.

 

-El Patriarca Dohko le ha nombrado comandante de los ejércitos para el asalto final.-le comunicó Agora.

 

-Pero supongo que nos has venido hasta aquí solo para condecorarme.-comentó Saga.

 

Dicho esto, Agora sacó de su bolsillo un objeto que se asemejaba a una pequeña pirámide de metal, y la depositó en una mesa. De la punta de esta apareció un holograma en el que se encontraban de pie el Patriarca Dohko, Aioros de Sagitario y Arles de Altar. Agora se quedó allí de pie, por otro lado los demás Caballeros (en especial Saga) se acercaron con interés. Cuando Dohko por fin pudo ver al Caballero de Géminis, sonrió con astucia.

 

-¿Todo bien, comandante?-le preguntó Dohko.-Necesito que cumplas con una tarea que solo a ti puedo confiarle.

 

-Ve al grano, Dohko.-le pidió Saga con respeto.-¿Qué es lo que necesita el Patriarca de un Caballero Dorado?

 

-Del mejor Caballero Dorado.-agregó Dohko.-Creo que eso es lo que lo vuelve interesante, ¿No?-luego de decir eso, miró al Caballero de Plata de Altar.-Arles...-le nombró.

 

Como si fuese una orden, el asistente del Patriarca dio un paso al frente, se llevó ambos brazos a la espalda, y se puso firme, mirando hacia Saga.

 

-Han pasado horas desde el último informe del Caballero de Plata, Albiore de Cefeo.-comunicó Arles.-En él detallaba el como él y su grupo se infiltrarían en una excavación ubicada en el norte de América. Dado el nivel de peligro de la misión, y por el tiempo transcurrido desde la última vez que comunicó sus avances, nos esperamos lo peor. Por eso queremos que vayas tú a averiguar qué sucedió, y de ser posible, rescatar a Albiore y su equipo.

 

-Ya me han informado cual es la situación...-repasó Saga.-Y a pesar de que respeto mucho a Albiore, aún no me han dicho por que razón debería de arriesgar la vida de mi equipo para salvar a un solo hombre.

 

-Por que podría ser de vital importancia.-respondió Arles.-Tal parece que en esa excavación, el Olimpo encontró una potente arma la cual podría sernos de gran utilidad para terminar esta guerra. Si Albiore logró hacerse con ella entonces tenemos que ayudarlo a como de lugar.

 

-Además...-agregó Aioros.-No te llevarás a tu equipo contigo, ellos continuarán con la misión asignada. En lugar de ellos, Agora te acompañará hasta allí, por eso le hemos enviado.

 

Saga miró a Agora quién le asintió con la cabeza, y luego volvió la vista hasta Aioros y compañía.

 

-Recuerda Saga.-le comenzó a decir al Caballero de Géminis.-No se trata solo de la misión si no que también acerca de qué tanto valoramos la vida humana, y después de todo lo que hicieron esos hombres, no podemos abandonarlos ahora. Además, si todo sale bien, será la última misión antes del asalto final en el Olimpo, por eso es vital que se complete con éxito. Necesito al mejor en esto, y ese eres tú.

 

-De acuerdo...-asintió Saga.-Haré lo que pueda.

 

-Sé que así será.-comentó Dohko quién luego miró también a los demás.-Suerte a todos ustedes.

 

Dicho esto, la transmisión finalizó por lo que Agora tomó la pequeña pirámide y volvió a guardársela en el bolsillo. Saga terminó con sus preparativos y se colocó firme.

 

-¡Atención!-ordenó a todos los presentes quienes le prestaron atención.-La misión proseguirá como nos lo ordenaron. Nachi de Lobo irá en mi lugar junto a Ptolemy de Flecha Sagitta y a Shura de Capricornio, los demás se quedarán aquí y vigilarán la base. ¡Afrodita!-llamó mientras miraba al Caballero de Piscis.-¡Tú estarás a cargo como siempre!-dicho eso, volvió la vista hacia los demás.-¡Cumplamos esta misión y terminemos con los preparativos para el asalto final! Nos queda poco para ganar esta guerra, por eso tenemos que encomendarnos completamente a ella, no podemos fracasar, ¿Entendido?

 

-¡Señor, sí señor!-gritaron los demás Caballeros (incluido Ichi), de pie y firmes.

 

Saga volteó y se dirigió a Agora.

 

-Guíame.-le ordenó al Caballero de Plata.

 

-Como usted ordene.-asintió Agora.

 

Este dio media vuelta y se dirigió caminando hasta la salida, siendo seguido por Saga.

 

...

 

Valentine de Harpía había vuelto al Castillo de Hades en Alemania lo más rápido que pudo. Evitó todas las patrullas de Ángeles con las que se topó en su camino de regreso. Este irrumpió en el despacho que Aiacos ocupaba en el Castillo de Hades cuando no se encontraba custodiando el Inframundo. Pero allí también se encontraba Rhadamanthys quién discutía con su compañero Juez. Cuando le escucharon entrar, ambos voltearon hacia él, quién, cuando vio al Espectro de Wyvern, se detuvo en seco puesto que él no estaba enterado de la situación, y era posible que les acuse de insubordinación.

 

-Entra, Valentine.-le pidió Aiacos con tranquilidad.

 

Al Espectro no le quedó más opción que obedecer y entró con cuidado mientras Rhadamanthys le seguía con la mirada.

 

-¿Qué está sucediendo?-preguntó Rhadamanthys con seriedad.-Se supone que Valentine es uno de mis hombres, ¿Por qué ahora obedece órdenes tuyas?-le preguntó a Aiacos, levantando la voz.-Movilizas al ejército, das órdenes que no te autorizaron a dar, mientes, ¡¿Qué demonios está sucediendo, Aiacos?!

 

Pero el Juez de Garuda no se inmutó ni un poco. En lugar de eso, se limitó a quitarse su casco y a depositarlo en su escritorio, así pudo ver cara a cara a Rhadamanthys.

 

-Le di información clasificada a Albiore con respecto al Olimpo.-respondió el Juez de Garuda.-Yo y muchos otros Espectros decidimos devolverles el favor que nos hicieron durante estos días.

 

Esa respuesta perturbó la paz de Rhadamanthys quién en un instante se hizo una fiera.

 

-¿Acaso estás demente, Aiacos?-le preguntó el Espectro de Wyvern.-Eres un m@ldito Juez del infierno, hiciste un juramento a Hades, y tú también, Valentine.-le dijo al Espectro de Harpía.-¿Y aún así son capaces de traicionar así a Hades?

 

-Compórtate, Rhadamanthys.-le exigió Aiacos.-Tu lealtad a Hades es elogiable, casi tan grande como tu obstinación. Tú lo dijiste, soy un Juez como tú, pero no le he vendido los secretos de nuestro ejército al enemigo, tan solo le he dado cierta información a unas personas, y es posible que con ella puedan debilitar a nuestro verdadero enemigo. Yo y los demás no hemos hecho nada malo, actué de la forma que me pareció la más conveniente ante la situación, y si crees lo contrario, puedes acabar conmigo ahora.

 

Ante dicha provocación, Rhadamanthys estaba a punto de atacar a su compañero, pero en lugar de eso se contuvo, sin dejar de clavar la vista en él. Lentamente se calmó un poco, pero no quitó su expresión de amargura.

 

-Tú también crees que la única forma de ganar es aliarnos con el Santuario y Poseidón, ¿No es así?-le preguntó Rhadamanthys a su compañero luego de un rato. Después de que Aiacos le asintiera, volvió a formular una pregunta.-¿Y qué sucedería si al final Hades vuelve a negarse?

 

-¿Y tú que crees?-le preguntó Aiacos.-¿Es que no dijiste que soy un Juez como tú?-luego miró a Valentine quién permanecía callado, expectante.-Lealtad a Hades hasta el final, ¿Cierto, Valentine?

 

-Le serviría incluso después de la muerte, si pudiera hacerlo.-afirmó el Espectro de Harpía.

 

Ante tales respuesta, Rhadamanthys recobró completamente la compostura, y a regañadientes, se dirigió a Aiacos.

 

-De acuerdo...-le dijo el Juez.-¿Qué tienes para decir?

 

El juez de Garuda miró a Valentine, en espera de su informe. Este captó inmediatamente el mensaje y comenzó a hablar.

 

-El grupo liderado por Albiore ha sido capturado pero no asesinado.-informó Valentine.-Los seis, incluyendo al líder de los Caballeros Negros, Jango, y también al General Marina, Krishna, se encuentran con vida, pero ahora son cautivos allí mismo. Pero no solo eso, también me enteré que consiguieron una potente arma capaz de destruir todo a su paso. Creo yo que aún la tienen consigo, y valdría la pena rescatarlos para hacernos con ella.

 

-Entonces así será.-concluyó Aiacos.-Enviaremos un equipo para rescatarles.

 

-Espera un momento.-le detuvo Rhadamanthys.-¿Piensas actuar a espaldas de nuestro señor Hades otra vez?-le preguntó con seriedad.

 

-Nada de eso.-le respondió Aiacos.-Él sabrá que nos proponemos, se enterará de todo en unos minutos, frente a todo el ejército de Hades.

 

Dicho comentario sorprendió tanto a Rhadamanthys como a Valentine. Hades había convocado a todo el ejército en el salón principal del Castillo para decidir el destino de este mismo en la Guerra Santa, por lo que también asistirían los dioses gemelos y Pandora. Sería la primera reunión formal desde la batalla que hace poco había tenido lugar allí mismo. Aiacos era astuto, planeaba informar de la situación a Hades con todo el ejército observando, tal vez para presionarlo a aliarse con el Santuario.

 

Pero peor que eso es que también había un alto riesgo de que ellos tres (junto a aquellos que se prestaron para ofrecer ayuda a los Caballeros), fuesen acusados de insubordinación y enviados a ejecución. Pero valía la pena correr el riesgo.

 

-Solo espero no arrepentirme de esto...-comentó Rhadamanthys a regañadientes.

 

-Nadie pidió tu ayuda.-le tranquilizó Aiacos.-Tan solo permanece en el margen. Si ocurre lo peor, el Ejército debe de tener a dos de sus Jueces activos.

 

Luego de oír tal propuesta, Rhadamanthys aceptó acompañar a Aiacos y a los demás pero mantenerse al margen todo el tiempo. Una vez decidido eso, Aiacos envió a Valentine para que se adelantase y ganase terreno, comunicándole el plan al resto de los Espectros que se encontraban del lado del Juez de Garuda. Por otra parte, este último, junto al Juez de Wyvern, se marcharon al cabo de un rato, y se reunieron con Minos quién ya los estaba esperando en donde los tres siempre se reunían cuando convocaban al ejército en una reunión de índole.

 

-¿En dónde estaban?-les preguntó Minos con curiosidad.-La reunión está a punto de empezar.

 

-Un contratiempo.-respondió Aiacos con astucia.-Cuestiones laborales, las resolveremos en cuanto todo esto termine.

 

Aiacos y Rhadamanthys habían acordado en no decirle nada a Minos puesto que no estaban seguros si este se prestaría para unirse a su "grupo", sobretodo teniendo en cuenta el estricto y rígido sistema militar bajo el que se encontraban. No desconfiaban de él, pero los Jueces tampoco eran exactamente "amigos", y Minos era conocido por ser prácticamente la cabeza del Ejército de Hades por lo que si hablaba en contra de ellos, su voz tendría mucho peso. Aparentaron normalidad, y luego de reunirse los tres, caminaron con prisa por los largos pasillos del castillo hasta llegar al gran salón el cual se accedía a través de una doble puerta de metal hecha de un material oscuro muy parecido al metal con el que se fabricaron las Sapuris.

 

Minos, quién iba por delante del trío, abrió ambas puertas, una con cada mano, y los tres Jueces entraron a una amplia y larga habitación en donde se encontraban todos los Espectros formados en dos filas (dejando algunos huecos entre ellos, lugares que tendrían que ocupar los Espectros fallecidos) dejando todo un camino vacío en el medio el cual daba a la entrada, fue por allí por donde los Jueces pasaron. En el otro extremo de la sala habían unas pequeñas escaleras que daban hasta una plataforma, allí estaba Hades quién era acompañado por Thanatos e Hypnos quienes estaban detrás suyo. Más a la derecha se encontraba Pandora de pie.

 

A unos metros de Hades, los tres Jueces se detuvieron y se arrodillaron frente a él.

 

-Bienvenidos, Jueces.-les saludó con cortesía, Hades, sin cambiar su inexpresivo rostro.-Antes de comenzar esta sesión, me gustaría felicitarlos a ustedes tres por el rol que tuvieron en la batalla. Sin el coraje de ustedes quizás el desenlace habría sido distinto. Por favor, pónganse de pie.-les ordenó.

 

Los tres Jueces obedecieron, y con respeto y solemnidad asintieron mientras se llevaba el puño al corazón.

 

-Muchas gracias, señor.-le agradeció Rhadamanthys con sinceridad.

 

Una vez hecho esto, Hades miró a los tres desde lo alto.

 

-Si antes de comenzar esta sesión, alguno de ustedes tiene algo que informar...-comenzó a decir Hades.-Que lo diga ahora y yo lo escucharé.

 

Dicho eso, Rhadamanthys le lanzó una mirada de seriedad a Aiacos, y este le asintió, confiado. Miró de lleno a Hades, y firme comenzó a hablarle a su dios.

 

-Yo, mi señor.-le dijo Aiacos, obteniendo así toda la atención en dicha sala.-Yo, Aiacos de Garuda, La Estrella Divina de la Valentía, y Juez del infierno.-se presentó, y comenzó a caminar de un lado a otro.-Quiero comunicarle que ahora, en este momento, Albiore de Cefeo y los guerreros que le acompañan se encuentran cautivos bajo el poder del Olimpo, y si no hacemos nada, no solo morirán si no que también perderemos la mejor oportunidad que tenemos para ganar esta guerra. Un arma.-dijo mirando a todos los presentes.-Les robaron una poderosa arma que el Olimpo desenterró por miedo que la utilicen en su contra. 

 

Luego de dar ese discurso, Hades le fulminó con la mirada. Thanatos e Hypnos intercambiaron miradas, por otro lado los Espectros también quisieron hacer lo mismo pero todos se mantuvieron firmes.

 

-¿Cómo obtuviste ese tipo de información?-le preguntó lentamente, Hades a Aiacos.

 

-Yo les di esa información.-lo reveló Aiacos.-Envié a uno de nuestros hombres (cuyo nombre no mencionaré) para que les siguiese y obtuviera información de su parte sin que ellos lo supieran. Al final cayeron en una trampa, pero siguen con vida y en posesión de dicha arma. No tenemos por que ser enemigos del Santuario, mi señor, si unimos fuerzas quizás podamos ganarle al Olimpo.

 

Pero a Hades no le importó las últimas palabras del Juez de Garuda.

 

-¿Quién fue el Espectro que te ayudó?-le interrogó mientras levantaba la voz, y también comenzaba a fruncir el ceño.-¡¿Dónde está?!

 

Aiacos estaba a punto de abrir la boca para decir que no delataría a su ayudante, pero en lugar de eso alguien más respondió por él.

 

-¡Yo lo hice!-dijo con firmeza Valentine quién se encontraba en las filas traseras.-Yo, Valentine de Harpía, Estrella Divina del Lamento.

 

-Ven aquí ahora mismo, Valentine.-le ordenó Hades inmediatamente.

 

El Espectro, sin decir nada más, se acercó hasta donde estaba los Jueces y se arrodillo ante Hades.

 

-Explícate.-le ordenó el dios del inframundo.-¿Por qué lo hiciste?

 

-Por usted.-le aseguró Valentine con firmeza.-Cualquiera que haya sido el propósito de esa excavación, valía la pena arriesgarse para descubrir que tramaba el Olimpo. Quizás pueda considerar que mis actos son inmorales, pero le aseguro que mi devoción hacia usted aún es igual de fuerte.

 

-Y solo por eso no te mataré.-afirmó Hades.-Ni a ti ni a Aiacos. Pero sus actos no quedarán impunes, ambos recibirán el castigo que más considere adecuado, pero para la próxima vez no seré tan benevolente.-y luego se dirigió a los demás Espectros.-Que sepan todos que desde ahora no toleraré ningún acto de traición. La pena de muerte será el único medio de redención, incluso si lo hace un Espectro, ¿Queda claro?

 

Luego de decir eso, hubo una pausa hasta que Aiacos se atrevió a hablar nuevamente.

 

-Usted es justo, mi señor.-le elogió Aiacos.-Pero ¿Qué hay con respecto a mi petición?-le preguntó el Juez.

 

-Continuaremos con el mismo rumbo que siempre.-respondió Hades con firmeza.-Nunca hemos necesitado de la ayuda de alguien del exterior, y este caso no es una excepción. No vamos a hacer ningún movimiento por ayudar al Caballero de Plata y a su grupo, tampoco para aliarnos con Atenea ni los demás. El Inframundo permanecerá fuerte, y lograremos vencer así como lo hemos hecho en esta última batalla. Ganaremos sin la ayuda de nadie.-decretó.

 

Dicha declaración fue un golpe duro para Aiacos quién, por primera vez en horas se inmutó y comenzó a sudar. La batalla ya estaba perdida, sabía que de seguir insistiendo solo lograría que lo ejecutasen. Valentine tampoco parecía dispuesto a continuar, la esperanza de una alianza ya se había perdido por completo en los Espectros... O al menos eso parecía ya que un último Espectro no se contentó con dicho resultado. Cuando parecía que el silencio inundaría por completo el gran salón, la última voz resonó por todo este.

 

-¿Eso es todo?-preguntó.

 

Hades alzó la vista para mirar al extremo de la habitación, entre las últimas filas. Saliendo de su formación apareció el Espectro, Caronte de Aqueronte, en medio de ambas filas. Se quitó el casco y lo sostuvo con ambas manos, dejando ver su peculiar y extraño rostro. Su cabello rojo inmediatamente se alborotó una vez que estuvo libre.

 

-Soy Caronte de Aqueronte.-se presentó ante todos los presentes.-Estrella Celestial del Espacio y barquero del Río Aqueronte. Le he jurado lealtad a Hades, como todos ustedes, como Lune, como Damián, como Murie, y los demás Espectros muertos.-le dijo a hablándoles a todos sus compañeros Espectros.-Algunos estamos aquí por destino, por conveniencia, o por obligación, pero con la creencia firme de que el dios Hades puede crear un mundo mejor.-dicho esto, sacó una pequeña bolsa de su bolsillo y se la mostró a todos, acto seguido vació su contenido en su mano derecha, mostrando que adentro tenía monedas de plata.-Admito que soy un canalla.-lo reconoció Caronte.-Pero aún así, alguien como yo puede luchar por un ideal, ¿No es así?

 

Ante tal comentario, Valentine (quién aún se encontraba al lado de los tres Jueces) le asintió con la cabeza en señal de apoyo. Aiacos y Rhadamanthys estaban sorprendidos por tal intromisión, pero por otro lado, Minos (quién no se enteró de los movimientos de Aiacos hasta ese momento) permaneció en silencio, observando toda la escena, entretenido. Hades permaneció en silencio junto a los dos dioses Gemelos quienes tenían diferentes expresiones: Thanatos se veía un poco molesto ante tal discurso, pero Hypnos permanecía tranquilo y sereno, escuchando atentamente al Espectro.

 

Thanatos estaba a punto de ordenar que le echen del salón, pero Hypnos le lanzó un gesto con la mano en señal para que se detenga, interesado en oír a Caronte. En lugar del dios de la Muerte fue Pandora la que habló.

 

-¿Cuál es tu punto?-le preguntó Pandora con su característica fría voz.

 

-Que estoy decepcionado.-respondió Caronte.-Mi dios solo es un cobarde que se oculta detrás de su orgullo.-declaró Caronte, provocando una oleada de murmullos de sorpresa y de exclamación.-Tengo todo el dinero que quiero.-prosiguió mientras se aferraba a las monedas de plata.-¿Pero de qué me sirve? Estas riquezas no valdrán nada en un mundo en donde el Olimpo nos derrotará por que no pudimos dejar a un lado nuestras diferencias con el Santuario.-y las arrojó al suelo, para luego chocar miradas con Hades.-Tú nos vas a matar a todos.

 

Una vez dicho esto, el gran salón permaneció en completo silencio por unos momentos. Era la primera vez que un Espectro se oponía abiertamente a las órdenes de Hades puesto que lo que habían hecho Aiacos y Valentine es simplemente actuar a escondidas de este aún a sabiendas de que lo que hacían podría causarle disgusto a su dios. Thanatos e Hypnos se miraron con sorpresa, con expresiones que transmitían un solo mensaje: "Este sujeto es hombre muerto". A los tres Jueces se les erizó el pelo ya que Caronte había llegado muy lejos. En cambio, Hades permaneció sereno y sin perturbar hasta que finalmente habló de nuevo.

 

-Aiacos, Valentine...-llamó a ambos Espectros lentamente.-¿Quieren dejar en claro su lealtad?-les preguntó retóricamente.-Quiero que ejecuten a Caronte ahora mismo.

 

Esa orden provocó una oleada de conmoción entre todos los presentes, sobretodo en Aiacos y en Valentine quienes abrieron los ojos de par en par por esa orden. Caronte también se sobresaltó por eso mismo y estuvo tentando en dar dos pasos atrás instintivamente, pero permaneció de pie en el mismo lugar, casi temblando. Thanatos no hizo gesto alguno, en cambio Hypnos se le acercó a Hades por la espalda.

 

-Señor.-comenzó a hablarle a su líder.-Caronte es un Espectro que nos ha servido fielmente durante varias encarnaciones, se merece un juicio en donde se recuerden todas sus labores las cuales deberían atenuar su condena, esa es la ley.

 

Hades volteó hacia el dios del sueño y le señaló con el dedo índice el cual se lo colocó debajo de la cara.

 

-No cuestiones mis decisiones, Hypnos.-dijo frunciendo el ceño y en tono amenazante.-Puede que seas un dios como yo, pero sigues siendo uno de mis consejeros, y no me importaría reducir la lista de dos consejeros a uno solo.

 

Hypnos no insistió más y se quedó callado. Cuando dejó en claro su autoridad, Hades volvió a voltear hacia las filas de Espectros y se dirigió a Aiacos y a Valentine quienes aún permanecían rígidos en sus lugares.

 

-¿Y bien?-les preguntó Hades.-¿Harán los que se les ordena o es que prefieren acabar como él?

 

Aiacos miró a Valentine quién estaba indeciso y esperaba una orden del Juez de Garuda. Este volteó hasta Caronte, y al ver dicha reacción, Valentine suspiró y le siguió por detrás. Ningún Espectro intentó interferir en la ejecución de Caronte, pero eso no necesariamente significaba que todos estaban de acuerdo con dicha decisión ya que Caronte era un compañero después de todo. Aún así, él no se quedó callado.

 

-¡¿Esto es lo que Perséfone habría querido?!-le preguntó Caronte a Hades.

 

Si anteriormente a todos los presentes se les erizaron los pelos entonces no hay palabras para describir la impresión que causó en todo el mundo puesto que esta vez Caronte se había pasado de la raya en verdad, tanto que incluso Aiacos y Valentine se detuvieron en seco. Hades ya no fingió tranquilidad, volvió a fruncir el ceño y su rostro pasó a ser el de una fiera.

 

-Tú no tienes idea de como me siento.-declaró Hades intentando contener su furia.-¡No tienes derecho a juzgarme!-y luego miró a todos los presentes.-¡Ninguno de ustedes tiene derecho a hacerlo! ¡Y el que se atreva a hacerlo, morirá! ¡Sigan con la ejecución!-les ordenó a Aiacos y a Valentine.

 

El Espectro de Aqueronte no intentó escapar, se quedó rígido y muerto de miedo. Valentine le lanzó una mirada de culpa y se colocó detrás suyo. Por su parte, Aiacos se posicionó por delante de estos dos.

 

-De rodillas.-le ordenó Aiacos a Caronte, con pesar.

 

Este obedeció y se colocó de rodillas. Luego Aiacos levantó su mano derecha en señal para que Valentine se prepare, y este lo hizo levantando su brazo en el cual concentró su Cosmos. Ninguno de los dos quería asesinarlo pero no tenían más opción.

 

Hades contemplaba la escena con tranquilidad, y disfrutaba cada segundo de ella. Le pareció conveniente que en esa reunión, sus soldados más leales (los Espectros) contemplaran la ejecución de un "traidor" para que sirviese de ejemplo para todos. El momento clímax estaba a punto de llegar y no podía perderse ni un instante de él.

 

-Caronte tiene razón.-dijo una voz.

 

El dios del Inframundo abrió de par en par los ojos. De pronto le pareció que el mundo se había detenido. Nadie más parecía haber escuchado dicha voz, solo resonaba en su mente, y Hades sabía muy bien de quién se trataba.

 

-¡Perséfone!-exclamó Hades en su mente.-¿Dónde estás?-le preguntó.

 

-Te prometí que siempre estaría contigo.-le respondió Perséfone.-Y tú me prometiste que dejarías de guiarte de tus propios deseos egoístas, y aún así permitiste que tu odio dominara tus acciones.-le reprendió la diosa.-Vas a castigar a los hombres que intentaron ayudarte, y quieres ejecutar a aquel que te dijo toda la verdad.

 

-Es que no puedo perdonar.-lo reconoció Hades con la voz quebrada.-No puedo perdonar a Atenea, ni a Poseidón ni a nadie más, durante milenios se burlaron de mi, ¿Acaso está mal querer un poco de respeto?-le preguntó a su mujer.

 

-Lo que tú quieres no es respeto.-le contradijo Perséfone.-Solo venganza, y debes aprender a perdonarles. Ahora necesitan tu ayuda, ¿No crees que tu odio ya ha durado demasiado?-le preguntó Perséfone intentando persuadirle.-No permitas que te domine, y que mucho menos provoque que arremetas contra aquellos que te respetaron y que aún hoy te respetan de verdad.-le aconsejó Perséfone.-Tú eres su líder. Si tu no los llevas hasta la victoria, nadie más lo hará, recuérdalo...

 

Dicho esto, Hades volvió en sí. Intentó llamar nuevamente a Perséfone pero esta no volvió a responderle. Sintió como lentamente su enojo desaparecía, tan solo quedaba en él una sensación de vacío y de remordimiento, incluso se sentía avergonzado. Había bajado la vista, pero luego volvió a alzarlo y vio como Aiacos estaba por dar la orden de ejecutar a Caronte a Valentine. Armándose de valor, Hades habló.

 

-¡Detente, Aiacos!-le ordenó al Juez.

 

Este detuvo su mano al instante cuando estuvo a punto de bajarla para ordenarle a Valentine acabar con la vida de Caronte (quién tenía los ojos cerrados). Los tres los abrieron de par en par, sorprendidos, y no eran los únicos ya que incluso los dioses Gemelos se quedaron perplejos. Pandora, los Jueces, los Espectros, todos.

 

-De pie, Caronte.-le ordenó Hades al Espectro.

 

Este primero dudó pero terminó por obedecer al dios del Inframundo. Una vez que él estuviera de pie, Hades volvió a hablar.

 

-Tenías razón.-lo reconoció Hades, cerrando los ojos, y con el rostro sereno.-He sido un cobarde y me comporté de forma egoísta, mi odio hacia los demás dioses me cegó todo este tiempo...

 

Dicha declaración fue la gota que rebalsó el vaso y dejó estupefactos a todos, nadie se atrevía a darle crédito a lo que oían.

 

-Mi señor Hades...-comenzó a decir Thanatos con dificultad por que estaba boquiabierto.-Yo...

 

-Thanatos.-le nombró Hades sin mirarle.-Tú sabes que es verdad. Yo soy su líder y no me comporté como tal.-y abrió los ojos nuevamente.-Pensé que ya lo había entendido durante la batalla en el Castillo, pero lo único que hice fue alimentar mi ego, y entiendo que muchos ahora piensen mal de mi. Así que si quieren, pueden marcharse ahora mismo, no lo impediré.-luego miró directamente hasta Caronte.-Tú, Caronte.-le nombró.-¿Volverías a pelear por mi?

 

Por un momento no hubo respuesta alguna, el gran salón permaneció en completo silencio, hasta que finalmente Caronte, cuando parecía que la respuesta sería "no", esbozó una sonrisa.

 

-¡Por supuesto que sí!-exclamó y se arrodilló.

 

Hades se sorprendió y luego miró a los demás.

 

-¿Y ustedes?.-les preguntó.-¿Jueces y Espectros?

 

Ante dicha pregunta, los demás se arrodillaron a él. También los dioses Gemelos, y Pandora. A su vez, un fuerte ruido retumbó por todo el Castillo, algo que asombró a todos los presentes por no conocer cual era la causa. Hades se marchó del salón siendo seguido por su ejército de Espectros, subió con prisa hasta la torre más alta del Castillo (que no había sido derrumbada durante la batalla), y se acercó al balcón. Valentine, los Espectros y Caronte se colocaron detrás de él y pudieron contemplar los alrededores del Castillo.

 

Daba la impresión que el pasto verde se había transformado en una oscura mancha, pero la luz del amanecer delataba la verdad: Los Esqueletos, quienes no habían asistido a la reunión, se habían colocado alrededor del Castillo y también se habían arrodillado ante Hades. Cuando la multitud vio que este se había asomado por el balcón, inmediatamente se colocaron de pie y se pusieron todos firmes en señal de respeto.

 

-¡Soldados!-les llamó Hades.-¡Gracias por apoyarme aún, pero todavía necesito que me ayuden para terminar esta guerra!-exclamó el dios del Inframundo.-¡Todavía hay muchas personas que nos necesitan en este momento, y el Inframundo les va a brindar el apoyo que necesitan! ¡Desde hoy declaro al Santuario, al Templo Submarino y a Asgard nuestros hermanos de armas! ¡Ayudemos al equipo de la Aryan Knight y firmemos nuestra alianza con ellos! ¡Comiencen los preparativos por que el Inframundo cargará contra el Olimpo cuando llegue la hora!

 

Los Esqueletos comenzaron a vitorearle a su dios, lo mismo hicieron los Espectros. Aiacos, Rhadamanthys y Valentine se miraron con entusiasmo. Ya estaba decidido, los Espectros apoyarían a la alianza que ya se había formado entre Atenea, Poseidón y Odín.

 

Hades volteó y vio a los tres Jueces del inframundo detrás suyo (junto a los demás Espectros que habían subido a la torre junto a ellos). Luego de eso se dirigió hasta Minos y le puso una mano en el hombro.

 

-Minos, amigo mío.-le llamó al Juez.-Quiero que comandes a un grupo de Espectros y rescates al Caballero de Plata y los demás.-luego miró a los demás Espectros.-Llévate contigo a Valentine y a Caronte, y a un par más, y no se atrevan a volver sin ellos, ¿Entendido?

 

Ante dicha orden, Minos, Valentine y Caronte se arrodillaron ante Hades.

 

-Como usted ordene.-respondió Minos.

 

...

 

Había pasado largo rato desde el grupo de la Aryan Knight había sido encadenado, y desde entonces permanecieron cautivos allí en ese calabozo moderno. Jango, Bud y Cristal permanecían silencio, mientras que Rafaelo, Albiore y Krishna jugaban a un juego para matar el tiempo.

 

-Veo, veo...-dijo Krishna con cansancio en su voz.

 

-¿Qué ves...?-le preguntó Albiore quién también estaba harto de jugar a ese juego.

 

-Una cosa...-prosiguió Krishna.

 

-¿Qué cosa?-preguntó Rafaelo el cual estaba a punto de llorar.

 

-Maravillosa...-continuó Krishna.

 

-¿De qué color?-preguntaron Albiore y Rafaelo al unísono.

 

-¡Del color de que me quiero ir a la mi$rda de aquí!-exclamó Krishna.

 

Luego de decir eso, los seis permanecieron en silencio y no dijeron palabra alguna. Rafaelo sentía que no se había sentado en años, y dicho sentimiento lo compartió con los demás quienes también ya detestaban las postura en la que habían sido colocados.

 

-Bueno, juguemos a otro juego...-recomendó Rafaelo.-Cada uno dice cosas que no pueden suceder durante los próximos diez minutos. Si sucede entonces debe de sacarle la mugre del ombligo con la lengua a todos los demás, ¿De acuerdo?

 

-Por mi está bien...-comentó Bud.-Pero primero empieza tú.

 

-De acuerdo...-respondió Rafaelo con seguridad.-Veamos...-comenzó a pensar hasta que se le ocurrió una idea.-Ya sé.-y señaló con el pie una pared que se encontraba a la derecha de la entrada.-Apuesto a que nadie destruye esa pared para entrar a este calabozo en los próximos diez minutos.

 

Como si fuese una predicción, la pared inmediatamente estalló, y los bloques de ladrillos salieron disparados hasta el otro extremo de la habitación. Una capa de polvo se levantó por esto, y cayeron algunos escombros, provocando que los seis guerreros cerrasen los ojos para protegerlos. Cuando el polvo se disipó por fin, pudieron ver como, al otro lado de la pared estaba Saga de Géminis (quién tenía su puño al frente, lo que significaba que había sido él quién derrumbó la pared), y detrás suyo venía Agora de Loto.

 

Una vez que Saga notó que ya era factible entrar, bajó su puño y pasó por aquella pared derrumbada, siendo seguido por Agora. Dicha presencia dejó boquiabiertos a los cautivos.

 

-¡Ustedes!-exclamó Cristal sorprendido.

 

-Agora de Loto y el Caballero de Géminis, Saga...-les nombró Bud con curiosidad. Nótese que Bud ya conocía a Agora puesto que ambos participaron en la Misión Suicida.

 

-¿Por qué demonios tardaron tanto?-les preguntó Rafaelo algo molesto.

 

Mientras el Caballero de Junini les hacía esa pregunta, Saga y Agora se aproximaron con tranquilidad hasta el grupo, y se detuvieron cerca de ellos.

 

-Lo siento, proveedor de drogas.-se "disculpó" Saga ante Rafaelo.-Pero nadie estaba seguro de lo que les había ocurrido.-y luego miró al Caballero de Cefeo.-Albiore, ¿Conseguiste algo?

 

-Así es.-respondió este.-Tengo un arma muy potente conmigo, es un larga historia pero te la contaré en cuanto salgamos de aquí.

 

Luego de que dijese esto, hizo movimiento con sus manos, intentando resaltar el hecho de que los seis estaban encadenados.

 

-Ese es el problema.-señaló Krishna.-Estas cadenas están hechas de un material muy resistente, ¿Creen que pueden romperlas?

 

-Eso veremos.-dijo Saga.-Y aunque no pudiese, tengo órdenes de llevármelos conmigo, y lo haré aunque tenga que hacerlo arrastrando toda esta estructura.-les tranquilizó el Caballero Dorado de Géminis. Dio unos pasos atrás y miró al Caballero de Loto.-Agora...-le llamó.

 

-Sí...-le respondió Agora, entendiendo que Saga le estaba pidiendo ayuda.

 

Él se puso en posición de Loto y comenzó a meditar, mientras que Saga preparaba su técnica. Esto asustó a Rafaelo quién veía la posibilidad de que al final terminasen matándoles a ellos de paso. Los demás cautivos también se inmutaron pero al final tuvieron que confiar en las habilidades de los dos Caballeros. Cuando ya estuvieron listos, ambos lanzaron unos potentes ataques que provocaron un estallido de luz en todo el calabozo que obligó a los seis cautivos a cerrar los ojos.

 

Una vez que el estallido de luz terminó, los seis pudieron abrir los ojos nuevamente, y para su sorpresa, las cadenas habían sido casi completamente destruidas. En el caso de Bud, tan solo quedaban las muñequeras las cuales estaban completamente agrietadas. Por otro lado, a Jango todavía le quedaba una en la mano izquierda más un pedazo de cadena el cual también estaba agrietado.

 

-Libertad, por fin...-exclamó Cristal satisfecho mientras se tocaba las muñecas.

 

-Aún no.-dijo Saga.-Todavía tenemos que salir de aquí, y estoy seguro de que los Ángeles del Olimpo ya se han enterado de que nos hemos infiltrado.-comentó con absoluta seriedad.-Tomen sus pertenencias y salgamos pitando de aquí.

 

Ante dicha declaración, la tripulación de la Aryan Knight no tardó en recoger sus pertenencias y en prepararse para luchar si es que era necesario para salir. Una vez que Saga comprobó que estaban todos listos para partir, les ordenó que los siete le siguieran mientras él corría nuevamente hacia el hueco que había abierto en la pared. Corrieron por los pasillos de aquella base de operaciones, y durante el camino encontraron a varios Ángeles tendidos en el suelo los cuales habían sido abatidos por Saga y Agora cuando se infiltraron allí.

 

Para sorpresa de algunas, habían muchos huecos en la pared que Saga había abierto a modo de atajo para entrar, siendo también útiles en ese momento, la retirada. Pasaron por pasillos, habitaciones, salas de mantenimiento, en todos lados había rastros de batalla, y a Saga no le costó nada acabar con sus enemigos quienes tenían rastros de quemaduras en sus cuerpos.

 

Pronto llegaron hasta una encrucijada de cuatro pasillos que daban a caminos diferentes, y Saga ordenó al grupo (quienes iban en fila india) detenerse, por lo que estos pararon en seco.

 

-¿Qué sucede?-preguntó Jango quién sonaba exaltado.-¿Por qué nos detenemos?

 

-Alguien viene.-le respondió Saga señalando los pasillos a excepción de aquel por el que había venido.

 

-Yo también los escucho...-comentó Bud.

 

Inmediatamente los ocho se reagruparon y formaron un círculo. Albiore preparó su Ak-47 de Plata, Bud sacó sus garras, Cristal bajó la temperatura con su mano, Jango tomó la Espada de Balmung, Krishna se aferró a su lanza, Saga sujetó la M4 dorada, Rafaelo tomó sus dos Berettas de Bronce, y Agora juntó sus dos manos en señal de rezo. Pronto, de los pasillos comenzaron a venir oleadas de ángeles quienes se dirigieron hacia ellos a toda velocidad, y allí mismo el grupo de ocho les rechazó con fiereza.

 

Más que una pelea, dicho enfrentamiento fue toda una masacre. Aquellos Ángeles rasos no eran rivales para sus enemigos. Jango le cortó la cabeza a varios con su espada, Krishna empaló a varios ángeles a la vez con la lanza de Crisaor, y Albiore, Rafaelo, y Saga acribillaron a varios enemigos con sus armas de fuego. Por otro lado, Agora, con sus potentes técnicas aprendidas por Shaka, despejó completamente un pasillo al eliminar a todos los Ángeles que provenían de allí. Una vez que el camino estaba libre, Saga ordenó que se pusieran en movimiento nuevamente.

 

Los ocho corrieron a toda prisa hasta llegar a la salida en donde se podía ver como afuera ya estaba amaneciendo. Cuando llegaron al mismo terreno en donde anteriormente había tenido la pelea contra el trío de Ángeles (Reiyel, Maxul y Midas), volvieron a detenerse bruscamente ya que delante de ellos estaba aquel Titán de cabello negro y Armadura oscura, Hyperion. Y por si fuera poco no estaba solo ya que venía acompañado de dos Titanes más quienes también vestían una Armadura semejante a la de su líder. También, cayeron, de quién sabe donde, varios Ángeles, y aterrizaron alrededor del grupo..

 

Los ocho permanecieron en silencio por la sorpresa, pero Hyperion no se quedó callado y dio unos pasos delante hacia el grupo, mientras aplaudía de forma sarcástica.

 

-Felicitaciones, Caballero Dorado de Géminis.-le elogió Hyperion burlonamente.-Una hazaña digna del Caballero Dorado más poderoso, Saga. En verdad ustedes son una molestia para el Olimpo.

 

Pero Saga, quién aún iba adelante del grupo, no se inmutó.

 

-Retírate, Titán.-le dijo Saga en tono amenazante.-No tienes por qué morir ahora.

 

Dicho comentario promovió una risa cruel entre todos los soldados del Olimpo presentes quienes se mofaron de las "ocurrencias" del Caballero de Géminis, más este siguió sin inmutarse y permaneció firme.

 

-Mis órdenes solo eran capturarlos inicialmente.-explicó Hyperion.-Pero ya no tengo obligación de mantenerlos con vida a ustedes ocho. Pueden rendirse y volver con el rabo entre las piernas por donde vinieron, o afrontar las consecuencias.

 

-No gracias.-dijo Jango inmediatamente.-Ya hemos disfrutado demasiado de su "hospitalidad".-y tomó con fuerza la Espada de Balmung.

 

Al igual que Jango, ninguno de los ocho parecía dispuesto a rendirse en ese momento, lo que provocó que, al cabo de un rato, Hyperion volviese a hablar, decidido.

 

-De acuerdo...-dijo este.-Zeus deberá entender que no tuve otra opción...

 

Sin decir nada más, la batalla inició inmediatamente. Todos se movieron a altas velocidades y comenzaron a atacarse los unos a los otros. Albiore y Cristal combatieron contra uno de los Titanes que acompañaban a Hyperion, el otro de estos entabló batalla contra Bud y Jango. Hyperion, en cambio, luchaba con Saga y Agora quienes hacían una excelente combinación ofensiva/defensiva. Por otro lado, Krishna y Rafaelo se encargaron de los demás ángeles presentes a quienes dominaron casi sin dificultad alguna.

 

Jango se precipitaba demasiado en la pelea contra el Titán y por eso era alcanzado varias veces por este, en cambio Bud logró esquivar la mayoría de sus ataques. De no ser por que estaba constantemente cuidándole la espalda a Jango, habría podido hacer más daño a su enemigo (quién tenía pocos puntos descubiertos en donde no le protegía su Armadura).

 

-¡Garra de Tigre de la Sombra del Vikingo!-gritó Bud.

 

Intentó arremeter al Titán con su técnica, pero falló por poco. En lugar de eso, el Titán aprovechó para contraatacar a Bud, y le pateó con su gran pie, lanzándolo lejos. Bud aterrizó en el suelo, boca abajo, pero se levantó en un instante y volvió a cargar contra su enemigo.

 

No fue el único que tenía problemas con los Titanes puesto que también el dúo formado por Albiore y Cristal se las vieron negras con su enemigo el cuál era lo suficientemente fuerte como para hacerles un gran daño al golpearlos, y también lo suficientemente ágil como para esquivar los ataques de sus enemigos. De no se por que pronto Rafaelo se les unió a la pelea, la situación habría empeorado para los dos Caballeros.

 

Durante la lucha contra los Ángeles rasos, Krishna decidió que podía vencer a toda la hora él solo, y por eso mandó a Rafaelo para que ayudase a Albiore y a Cristal. El Caballero de Junini, a regañadientes(por tener que enfrentarse a otro Titán) accedió, y se dirigió corriendo para socorrer a sus compañeros quienes aceptaron su ayuda de buena gana.

 

Por otro lado, Hyperion demostró ser un rival digno y astuto. Saga intentó acabar con él utilizando la Explosión de Galaxias, pero fue en vano ya que su enemigo podía bloquear los ataques creando una barrera invisible con su mano izquierda, mientras que con la derecha lanzaba potentes llamaradas de fuego las cuales estaban a punto de dar de lleno a Saga, pero Agora apareció a último momento y le protegió con un escudo psíquico.

 

El poder de los puños de Hyperion provocaron fuertes ráfagas de viento que arrastraron con fiereza a Saga y a Agora hasta el extremo opuesto, pero lograron caer al suelo y dejar de ser arrastrados por el viento. Allí permanecieron inmóviles evaluando la situación.

 

-Nos supera por mucho...-comentó Agora sin perder la calma.-No podemos vencerlo de forma convencional...

 

-Entonces tenemos que planear una nueva estrategia.-sugirió Saga astútamente.

 

Una vez que se pusieron de acuerdo, cargaron nuevamente hasta Hyperion quién ya se dirigía a ellos. Ambos corrían juntos por lo que Hyperion le lanzó un rayo ken, provocando que ambos comenzaran a correr hacia direcciones opuesta (Saga a la izquierda y Agora a la derecha), sin embargo esto era parte de su plan. Por instinto, Hyperion comenzó a atacar a Saga quién era el más poderoso de los dos, y a su vez este contraatacaba con ataques de Cosmos mientras corría y esquivaba los rayos de su enemigo.

 

Mientras esto sucedía, Agora aprovechó la oportunidad para intentar darle un poderoso ataque en el cuello a Hyperion (el cual estaba desprotegido), sin embargo este movimiento ya había sido anticipado por el Titán y por eso, cuando Agora le lanzó un ataque de Cosmos, su enemigo lo esquivó ágilmente. Pero esto no era más que parte del plan propuesto por Saga quién aprovechó para cargar directamente hacia Hyperion (quién estaba distraído) dando un gran salto. Hyperion volvió a voltear hacia el Caballero de Géminis y le arrojó un ataque de Cosmos lo suficientemente poderoso como para lanzar muy lejos al individuo que lo reciba.

 

Eso era lo que Saga se esperaba, y por esa razón lanzó un rayo ken hacia el cielo. Este era lo suficientemente potente como para impulsarlo nuevamente al suelo y esquivar el ataque de Hyperion. Una vez que se encontraba en la suficiente, cargó corriendo contra Hyperion, y subió por sus piernas tal cual un hombre que corre por las paredes. El Titán intentó darle un golpe mientras Saga intentaba llegar hasta la cabeza de su enemigo.

 

Debido a que él estaba demasiado concentrado en Saga, Agora (siguiendo el plan de Saga) pasó a la siguiente fase e intentó atacar nuevamente al Titán con ataques de Cosmos, pero estos también fueron esquivados por Hyperion, y en respuesta a dicha ofensiva, contraatacó con un pequeño rayo ken el cual alcanzó a Agora y lo mandó disparado hacia el cielo.

 

-¡De acuerdo!-gritó Agora.-¡Veamos si esto funciona!-exclamó mientras se elevaba hacia el cielo.

 

Dicho esto pasó a la última parte del plan de Saga, y se rodeó a sí mismo de una barrera protectora la cual se asemejaba a un brillo rosado que le envolvía completamente. En ese mismo instante, Saga de Géminis esquivó otro ataque de Hyperion, dio un gran salto hacia el cielo, y apuntó con su mano derecha hacia la dirección a la que Agora se dirigía.

 

-¡Explosión de Galaxias!-exclamó.

 

Hecho esto, por encima de Agora se produjo el gran estallido característico de dicha técnica, logrando que Agora, en vez de seguir elevándose, cayera disparado hacia Hyperion (sin daños a causa de la protección de la barrera, aunque esta si estaba un poco maltrecha por el impacto). Por supuesto, el Titán hizo lo posible para esquivar dicho ataque y se apartó. Antes de que Agora cayese y se impactase con el suelo, Saga dio un gran salto en su dirección para socorrerlo, tomándole con ambos brazos, salvándole así la vida. Ambos cayeron al suelo, a unos metros de Hyperion.

 

-Estuvimos tan cerca...-se lamentó Saga.

 

-Debemos volver a intentarlo.-le aconsejó Agora.-Pero esta vez, cuando esquive el ataque, vuelve a lanzar tu técnica para impulsarme por segunda vez, eso no se esperará.

 

Dicha idea asombró a Saga.

 

-No seas t@nto.-le reprendió el Caballero de Géminis.-Eso podría matarte.

 

-Puedo resistir más que eso.-le aseguró Agora.

 

Pero no hubo tiempo para discutir más ya que, en ese instante, la Aryan Knight sobrevoló por el cielo, provocando que todos los luchadores alzaran la vista. Albiore de Cefeo, mientras luchaba con el Titán junto a Cristal y a Rafaelo, sintió que alguien intentaba comunicarse con él vía Cosmos por lo que respondió.

 

-Buenos días, Albiore.-le saludó una característica voz.

 

El Caballero de Plata de Cefeo se percató al instante de quién era.

 

-¡Minos de Grifo!-exclamó Albiore.-¡¿Acaso tú estás en la Aryan Knight?!

 

-Nos topamos con ella de camino hacia aquí.-le explicó el Juez del inframundo.-Pero ahora no hay tiempo que perder, ¿Necesitan apoyo?-le preguntó, aunque ya prediciendo la respuesta.

 

-¡Pues claro que sí!-exclamó Albiore.

 

-¡Entonces apártense de ese sujeto!-exclamó Minos.

 

Una vez dicho esto, Albiore le exclamó a Cristal y a Rafaelo que se alejaran todo lo posible de aquel Titán, y estos (para sorpresa de su enemigo) obedecieron al instante. Cuando ya estaban a una distancia prudente de él, la Aryan Knight sobrevoló nuevamente por el campo de batalla y le lanzó un potente ataque con sus cañones al Titán. A su vez, un grupo de Espectros (entre ellos Minos) los cuales estaban en la escotilla de entrada, le lanzaron ataques de Cosmos.

 

-¡No nos quedemos atrás!-exclamó Cristal.

 

Este, junto a Albiore y Rafaelo también lanzaron sus técnicas (Cristal el Polvo de Diamantes, Albiore un potente rayo ken, y Rafaelo la Explosión de Jalashkian). Con tantos ataques combinados, el TItán no pudo resistir el poder de sus enemigos, y estalló, dejando un gran charco de sangre el cuál bañó a Rafaelo quién era el que se encontraba más cerca.

 

-¡J@der!-exclamó el Caballero de Junini.-¡¿Por qué esto siempre me pasa a mi?!

 

En ese momento, Minos volvió a contactar con Albiore, y su voz también la escucharon los demás.

 

-¡Debemos evacuarlos ahora mismo!-exclamó el Juez.

 

-¡No podemos!-exclamó Saga.-¡Debemos acabar primero con este Titán!-dijo refiriéndose a Hyperion.-¡Es demasiado poderoso como para dejarlo con vida ahora!

 

Además de Saga y Agora quienes luchaban contra Hyperion, Bud y Jango aún unían fuerzas para enfrentar al otro Titán que todavía seguía vivo. Estos fueron rápidamente socorridos por Albiore y los otros quienes significaron una fuerza combinada de cinco guerreros contra un solo Titán. Por su parte, Krishna aún contenía a aquellos Ángeles que intentaban intervenir en la batalla en favor de los Titanes.

 

-¡Entonces dense prisa!-les gritó Krishna a Saga y Agora.-¡No podré seguir así por mucho tiempo!

 

Saga y Agora asintieron y se prepararon para intentar acabar con Hyperion.

 

-De acuerdo.-dijo Saga dándole su aprobación a Agora.-Intentemos lo que tú dices.

 

Los dos Caballeros se prepararon, y luego cargaron contra el Titán nuevamente. Saga sirvió de distracción para Agora mientras este daba un gran salto hacia el cielo. Saga esquivó lo mejor que pudo los ataques de Hyperion, y luego, cuando comprobó que su compañero estaba en el cielo, apuntó hacia él. Pero el Titán no caería en el truco dos veces, y dio un gran golpe a Saga cuando este se distrajo para preparar su técnica.

 

Saga fue lanzado con fiereza, pero aún así reunió las fuerzas suficientes y lanzó la Explosión de Galaxias hacia el cielo luego de que Agora activara la barrera. Nuevamente, Agora se lanzó disparado hacia Hyperion quién volvió a esquivar el ataque, con astucia. Pero para su sorpresa, Saga lanzó nuevamente el ataque hacia el suelo, y la onda de choque volvió a arrastrar a Agora hacia Hyperion. A pesar de que el plan era ingenioso, Hyperion no iba a dejarse alcanzar por el Caballero de Plata y estaba a punto de esquivar dicho potente golpe.

 

Minos, quién observaba todo desde la Aryan Knight, se percató a tiempo de que Hyperion lograría esquivar a Agora a tiempo. Sin decir una sola palabra, se arrojó de la nave la cual estaba en pleno movimiento, y cayó disparado hacia el suelo, apuntando al Titán con sus dos manos. Hyperion logró divisarlo con el rabillo del ojo e intentó lanzarle algunos ataques de Cosmos, pero Minos los esquivó a todos.

 

-¡Marioneta Cósmica!-exclamó el Juez de Grifo.

 

Con dicha técnica consiguió inmovilizar al Titán aún cuando él mismo seguía cayendo desde el cielo. Agora no desaprovechó esa oportunidad y arremetió contra el torso del Titán con gran furia. Primero traspasó su Armadura, luego la carne de su enemigo, para finalmente acabar detrás de este, cayendo limpiamente al suelo. En cambio, Hyperion cayó al suelo, y acto seguido explotó.

 

-¡Bue!-exclamó Albiore quién veía la pelea desde lejos.-¡Ni que fueran los Power Rangers!

 

En cuanto a Minos, este hubiera impactado en el cielo violentamente de no ser por que los pilotos de la Aryan Knight maniobraron y lograron acercarse lo suficiente al Juez como para que este lanzara sus hilos hacia la nave y se sujetara de ella, salvándose así de la caída. Por otro lado, Agora echó otra ojeada a dónde Hyperion había caído muerto (el cual no podía ser divisado ya que ahí mismo había comenzado a expandirse una gran llamarada).

 

-Eso es por Shiva y por el maestro Shaka.-dijo este.

 

Pero no había tiempo para festejar por que cada vez llegaban más Ángeles a la batalla, y Krishna no deba a basto. Minos volvió a comunicarse con el grupo.

 

-¡Nos acercaremos todo lo que podamos!-les dijo Minos alto y claro.-¡Cuando estemos cerca, salten hacia la escotilla de la nave y los recibiremos! ¡Nosotros les cubriremos mientras tanto!

 

Una vez escuchado eso, todo el grupo abandonó las peleas que se encontraban librando y corrieron hacia la Aryan Knight la cual, tal y como lo comunicó Minos, comenzó a acercarse al suelo. La escotilla ya estaba abierta y allí se encontraba Minos, Valentine, Caronte, y dos Espectros más lanzando ataques de Cosmos a todos aquellos que intentaban seguir a Saga, Albiore y compañía. Primero subieron Saga y Agora, luego Albiore, Cristal y Rafaelo, después Bud y Jango.

 

Solo faltaba Krishna quién iba al último, pero no había tiempo para esperarle, por lo que Minos le arrojó la Marioneta Cósmica y con ella lo sostuvo mientras la nave ascendía nuevamente. Los Ángeles (y el Titán que aún quedaba con vida) intentaron derribarlos por medio de rayos ken, pero la nave hizo varias maniobras con las que logró esquivar los ataques enemigos. Minos, Albiore y Saga lograron subir a Krishna, y cuando este ya estaba a bordo, cerraron las escotillas, y la nave se alejó a toda velocidad.

 

Cuando ya supusieron que estaban a salvo, una sensación de satisfacción los invadió a todos. Habían logrado escapar con total éxito. Albiore, quién se había caído al suelo luego de tirar de Minos para poder subir a Krishna, aún permanecía recostado. Se incorporó un poco, y se sentó sobre el suelo. Aún jadeaba.

 

-Minos...-nombró al Juez.-No creí verlos a ustedes los Espectros aquí...-dijo entre jadeos.

 

-Ha decir verdad yo tampoco...-lo reconoció Minos.-Recibimos órdenes de rescatarlos.

 

Esa noticia sorprendió a todos los presentes excepto a los Espectros.

 

-¿Cómo dices?-preguntó Albiore, estupefacto.

 

-Que ahora somos aliados en esta Guerra Santa.-respondió Minos.

 

...

 

Shura, Ptolemy y Nachi observaban, escondidos, una especie de "reunión" de los Ángeles del Olimpo cerca del Monte Olimpo. Ptolemy fue quién aconsejó acercarse un poco debido a lo inusual que era eso mismo. Allí mismo estaban presentes Reiyel, Maxul y Midas, aunque los Caballeros de Atenea no tenían ni idea de quienes se trataban. Dos Ángeles de alto rango discutía acaloradamente, pero de pronto se callaron cuando una enceguecedora luz apareció en medio de dicha comitiva.

 

Cuando esta desapareció, en su lugar se encontraba el líder de los dioses Olímpicos con un inmenso Titán el cuál posiblemente medía el triple que sus compañeros, algo que sorprendió a Nachi quién hasta entonces nunca había visto ni si quiera a uno de "los pequeños".

 

-Don Pepe y los Globos...-murmuró Shura entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño.

 

-Zeus...-murmuró Ptolemy seriamente.

Por otra parte, toda la atención de Nachi estaba en aquel inmenso Titán de Armadura amarilla.

 

-Oh, mier$@ ¡Mira su tamaño!-exclamó por lo bajo.-¿Quién es él?

 

-Su nombre es...-comenzó a decir Shura (nótese que la situación es lo suficientemente j@dida como para que hable normal).-Cronos...


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Publicado 18 marzo 2018 - 20:13

-históricamente hablando el ejercito aleman siempre a contado fama de ser poderoso

 

-Sirius es un plateado con gran potencial aunque su admiración por cierta figura de la historia

es algo cuestionable--XD

 

-Aunque como se menciona en tu fic ,la oratoria de Hitler fue bastante buena ,tanto que

le sirvió para estar en el top 10 de los lideres a nivel mundial que inspiraron a sus ejercitos

 

-Fue interesante la historia de Reiyel

 

-la reflexión de Albiore sobre el trato a los delincuentes lamentablemente  también se da en  muchos países de latino américa y esas personas "incomprendidas" tienen mas derechos que las personas normales

 

-Valentine es un guerrero muy leal

 

-Jajaja--Shura  esta mas loco que Saga

 

 

 

 

PD:

 

Ojala que Sirius no se vuelva adicto al poder y renuncie a su cargo una vez que ganen la guerra


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Publicado 18 marzo 2018 - 20:23

PD:

 

Ojala que Sirius no se vuelva adicto al poder y renuncie a su cargo una vez que ganen la guerra

Y... Puede ser... Osea, lo dejo como una posibilidad  :t420:


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Publicado 05 junio 2018 - 11:07

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Publicado 20 julio 2018 - 15:58

Que la pases muy bien en tu día

 

 

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