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El Mito del Santuario


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#341 carloslibra82

carloslibra82

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Publicado 09 septiembre 2015 - 22:43

Amigo Felipe, me había perdido varios días, y has publicado varios capítulos. En general han estado geniales, como siempre. Ese Mikhail es o solo se cree aún más fuerte q Dragon Marino?? Creo q todos tus Leviatanes tienen un complejo de grandeza, jajajaja. Me gustó la reunión de los generales con sus guías detrás, aunq, siendo honesto, me confundo un poco con el idioma q usas, creo q es atlante, verdad?? También me gustó la pelea de Sorrento contra Aldebarán, y me agrada q el cosmos de Athena intimide a los enemigos por una vez. A la vez, creo q Julián va recuperando poco a poco sus recuerdos como Poseidón, eso me parece acertado. Tengo otra duda: El Dante q aparece en el último capítulo no es Cerbero, o sí?? Ya q él es un caballero de plata, y creo q está muerto, o no? Además, sólo hay santos de bronce, por lo q mencionaste. Y me gusta  el "encierro" de los caballeros de oro, tiene más lógica q el q Mu no los deje ir (o Dohko) pq se venía la guerra contra Hades. Muy buenas entregas, a la espera de lo q sigue!!



#342 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 11 septiembre 2015 - 10:34

 

LO BUENO:
 
-me agrado el enfrentamiento entre los soldados de ambos bandos, le da un toque de realismo  a esa 
guerra
-Mikhail demostro ser un rival poderoso por poco acaba con todos los caballeros de bronce de aquel sitio
-La pelea de Nesra fue muy emotiva
-Tiene sentido que ataquen a  Rodrio ya que ayuda al santuario

Spoiler

-Muchas gracias, a mí me gustó escribirlo.

-Mikhail es el comandante de los guías, entrenado por Salem, así que sí, es poderoso. Aunque en sí, los Santos de Bronce que estuvieron allí no eran la gran cosa, no estaban ni Jabu, ni June, etc. El primer gran reto será Retsu que acaba de llegar, el Bronce más poderoso (solo superado por los cinco protas)

-Gracias. La verdad, igual me costó matarlo, aunque solo había aparecido un poco durante la batalla de los doce templos enfrentando a Shaina. Pero logró su cometido.

-Por supuesto :)

 

-Las primeras dos frases. No se oyen raras ni mal, SON RARAS Y MALAS. Fue totalmente intencional, Mikhail dice y piensa esas cosas, está creado para ser un HDP sin escrúpulos, y le gusta afectar psciológicamente a sus oponentes. Meterme en el PdV de Mikhail me convirtió en un maldito por un rato xD

-Lo de Poseidón y el refriegerio también fue intencional que sonara extraño, Mikhail tiene toques de bufón.

-Lo de las lluvias, desde mi forma de ver, sí tiene sentido, y tiene que ver con el gran plan de Salem. Julian cumple años el 21 de marzo, y Tethys y Sorrento descubrieron que era el avatar de Pose, y también sabían que Saori Kido asistiría. Por eso, de antemano, Salem redujo los ataques al Santuario y al mundo, para que Saori se confiara y relajara, a pesar de las advertencias de Mu y Milo. Por eso no puso un campo de fuerza, por su ingenuidad natural al estar recién aprendiendo a ser diosa. Nunca se esperó que atacaran el Santuario el mismo día que ella va a la fiesta de cumpleaños y es llevada al reino submarino, justo cuando las lluvias empiezan a caer. Todo estuvo planeado.

 

Gracias por pasar como siempre, T-800. A la tarde leo una tanda más de tus capítulos.

 

 

 

Hola felipe, lento pero seguro aqui he avanzo dos capitulos mas. Así q ya voy en el quinto XD

 

Me agrado el capitulo de Shun, sobre sus dias en la isla de andromeda, me resulta raro q uses a daidalos y no albiore como la mayoria prefiere, incluso pusiste a la maestra de june, pero siempre se intuia q el maestro de todos en la isla de andromeda era el santo de cefeo, aca pusiste una tal Cap invalida creo como santa de casiopea?

 

Me parecio raro q Shun interfiriera en la prueba de Leda, al menos eso fue lo q entendi, me hubiera gustado q muriese y q frenaran la intervencion de Shun, pero por lo q lei se entiende que apenas lo libera las cadenas se aferran a él....

 

Otra cosa durante el capitulo me deja la duda, si la isla de la reina muerte y la de andromeda son considerados dos de los tres infiernos en la tierra, donde queda el tercero?

 

 

Con el capitulo de aioria, nuevamente vemos otra de las pruebas de los protas, esta vez con la de seiya, me parece acertada la desision de poner a un rival mas digno a seiya q cassios, pues este no conocia el cosmos, y en sí, fue incoherente por parte de kuru o no lo vio venir. Poner a él como el ultimo rival siendo entrado por shaina y no le haya enseñado lo basico. Aunque me deja la duda si es el dante de cerbero o no, ojala q no XD.

 

Seguire avanzando con estos capitulos cotidianos, espero llegar pronto a la trama principal, aunque se q basicamente se trata de cubrir los agujeros, pero creo q hay una trama personal que desarrollaras, no?

Muchas gracias, Alfredo :D

Sí, yo me baso en el manga y no el animé (en su mayoría), por eso está Daidalos. Y Caph es la ex santo de Casiopea, actualmente nadie es dueño de esa armadura.

Shun interviene porque, a pesar de que Leda lo trata pésimo, lo considera un compañero y no desea que muere. Shuncosas.

El tercer infierno sobre la tierra, lo verás más adelante, pero no creo que sea ningún spoiler si lo digo: Es la isla Canon.

 

Que bueno que te haya gustado el cambio de Cassios a Dante, para mí tenía mucho más sentido. Y Sí, este Dante es ESE Dante, pero al mismo tiempo no. Ya que solo uso las 88 constelaciones modernas, no existe la armadura de Cerbero, así que usé a Dante en otro papel, aprovechando que es italiano como Shaina. El pobre, pobre Dante...

En general sigo la trama del manga, pero hay muchísimos cambios para que tenga coherencia, y por lo bajo, hay una historia que todavía se desarrolla y apuesto nadie ha descubierto muajajaja.

Gracias por pasar :)

 

 

Amigo Felipe, me había perdido varios días, y has publicado varios capítulos. En general han estado geniales, como siempre. Ese Mikhail es o solo se cree aún más fuerte q Dragon Marino?? Creo q todos tus Leviatanes tienen un complejo de grandeza, jajajaja. Me gustó la reunión de los generales con sus guías detrás, aunq, siendo honesto, me confundo un poco con el idioma q usas, creo q es atlante, verdad?? También me gustó la pelea de Sorrento contra Aldebarán, y me agrada q el cosmos de Athena intimide a los enemigos por una vez. A la vez, creo q Julián va recuperando poco a poco sus recuerdos como Poseidón, eso me parece acertado. Tengo otra duda: El Dante q aparece en el último capítulo no es Cerbero, o sí?? Ya q él es un caballero de plata, y creo q está muerto, o no? Además, sólo hay santos de bronce, por lo q mencionaste. Y me gusta  el "encierro" de los caballeros de oro, tiene más lógica q el q Mu no los deje ir (o Dohko) pq se venía la guerra contra Hades. Muy buenas entregas, a la espera de lo q sigue!!

Muchas gracias. Mikhail... se siente más poderoso, pero creo que no es ningún spoiler decir que en realidad Salem es MUY superior. Y así como recuerdas a Hadar de Leviatan, este MIkhail se parece bastante, aunque no está tan loco y no tiene planes tan profundos como el que tuvo mi personaje de Alpha.

Sí, uso atlante, lamento que te confunda, pero es parte de la idea, ya que no todo se puede revelar desde el principio. Lo siento :(

Como le dije a Alfredo, el Dante que aparece -y muere- en el capítulo, es el discípulo de Shaina que reemplaza a Cassios como último rival de Seiya por Pegasus, pero está basado tanto en físico, como en personalidad y técnicas en el Dante clásico, pero yo no tengo ningún Santo de Cerbero.

 

¡Y por supuesto que tiene más lógica lo de encerrar a los de Oro! Kurumada cometió un error tamaño buque con lo que hizo en el manga, no tengo miedo a admitir que mi idea fue mejor xD

Gracias por pasar, como es habitual, Carlos :)

 

 

 

 

SAORI IV

 

11:15 a.m. del 22 de Marzo de 2014.

Abrió los ojos con dificultad, parecían pesar una tonelada cada uno. Estaba en un lugar tranquilo, una cama cómoda, con almohadas de plumas y sábanas de seda sobre su cuerpo. El techo era color azul cobalto, igual las paredes decoradas con grabados de criaturas marinas. La cama tenía cortinas semitransparentes al interior de una cúpula que parecía una mujer de mala vida marina. También notó, al levantar la tela, que el atuendo confeccionado por Sophía había sido reemplazado por un vestido blanco de terciopelo con un escote incómodo que se le ceñía al cuerpo.

—Parece que despertaste, Saori.

Se levantó bruscamente al escuchar la voz. En la puerta de la habitación sujeta por columnas de mármol aguamarina en perfecto estado, con estrías blancas y bases como espuma marina, había un hombre fornido de cabello castaño cuyo rostro aún no alcanzaba a distinguir bien por la luz detrás. Llevaba una larga y elegante túnica blanca de cuello alto y dorado, de la que caía una estola violeta atada de los hombros por broches de oro, que se arremolinaba por sus brazos. También usaba un cinturón de cuero con lo que parecía una esmeralda al centro.

Saori se restregó los ojos y se fijó bien. La sorpresa llenó en principio cada poro de su piel y partícula de su alma, pero pronto empezó a reordenar las piezas del puzle. Los ojos azules, la nariz puntiaguda, la mirada penetrante, atractiva pero ambiciosa y deseosa. ¿La había raptado y estaba trabajando con Poseidón? O…

—¡Julian!

—Lamento que Sorrento te haya dormido así, pero nadie puede conocer el camino hasta mi Templo. No lo culpes, fue mi orden. También, Tethys tuvo que cambiar tus ropas, llegaron empapadas por el viaje. Lamento todas estas molestias —dijo Julian, quien se inclinó para tomar su mano y besársela como si estuviera a gusto con él.

¿Pero cómo estarlo? Ya era bastante evidente el asunto.

 

—Tú eres Poseidón. Siempre fuiste tú.

—Sí —respondió Julian, quien casi era dueño de los siete mares por herencia familiar, ahora lo era también por designio divino—. Aunque a decir verdad no lo recordé hasta hace unas cuantas horas, después de que me rechazaste.

—Y comprenderás entonces que ahora tengo aún más motivos para haberlo hecho —dijo Saori, enojándose más con cada segundo que pasaba. Aquel era el hombre que planeaba hundir al planeta.

—Ja, ja, aunque mis memorias aún están algo difusas, hay alguien llamada Anfitrite en el Olimpo que no aceptaría algo así, de todas maneras. Y además… —Su sonrisa se volvió traviesa, como si todo fuera un gran juego que ya había ganado de antemano—. Eres la hija de mi hermano.

—Julian o Poseidón, poco importa. Eres mi enemigo.

—Hablaremos de eso más tarde —replicó Poseidón como si sus palabras tuvieran mínima importancia—. Eres mi invitada de honor, así que descansa aquí, y siéntete cómoda en este Templo. Puedes hacer lo que te plazca… Athena.

 

Julian salió y cerró la puerta. Saori oyó sus pisadas bajando unas escaleras que emitían un sonido agudo como de cristal, y decidió que no iba a dejar que se saliera con la suya así nada más.

Salió de la cama y se colocó solo una capa que había en una repisa. Abrió la puerta y corrió por el pasillo ante la mirada de una decena de soldados rasos. Ninguno hizo el menor intento por detenerla.

—¡Espera, Julian!

Lo encontró bajando a mitad de una escalera gigantesca, en un salón que hacía ver pequeños a los Templos del Zodiaco. Los muros eran segmentados por gruesas columnas y bellas cascadas que salían de la nada, cayendo sobre un corredor en las orillas que formaba un río artificial que se reflejaba en las paredes. El piso parecía de cristal por lo brillante, aunque emitía el reflejo breve del mármol. Por doquier, tanto en el centro como los bordes, había estatuas de criaturas marinas, caballos y guerreros antiguos.

—¿Ocurre algo, Saori?

—Si tanto deseas destruir a la humanidad, ¿entonces por qué no me has asesinado también?

—Ja, ja, ¿asesinar? Qué palabra tan vulgar para una señorita. —Su sonrisa triunfante y falsamente galante era despreciable, y cuando sus ojos notaron que Saori no estaba para juegos, continuó un poco más serio—. Está bien, Athena, seré claro contigo.

Julian esperó que se le acercara, pero empezó a avanzar cuando ella quedó a centímetros detrás de él. Una nueva y sutil burla que Saori no había vivido.

 

En esa parte del Templo no había techo, simplemente un cielo hecho de mar, donde podía ver luz pero no sol. Estaba realmente bajo el océano, en lo más profundo del mismo, donde podía respirar y caminar como si estuviera en tierra firme. Era el territorio sagrado de Poseidón, así como el Santuario debía serlo para ella. Pero no era momento de admirar el poder del hermano mayor de Zeus.

—Incluso con todo mi poder, Athena, no puedo subyugar tan fácilmente el territorio que te entregó mi hermano, un lugar que es protegido por tu Cosmos en el Santuario y por sus guardianes, los Santos. Ya lo he intentado anteriormente, aunque no lo recuerdes, pero de alguna forma te las ingeniaste para superarme y conseguir sobrevivir a través de ese Santuario. Por lo tanto, asesinarte no sería en realidad relevante, ya que lo importante es acabar con los vestigios que has dejado en la Tierra.

—¿Acabar? —Saori sintió una puntada en el estómago y un nudo en la garganta, tuvo el peor de los presentimientos—. ¿Q-qué has hecho?

—Mientras hablamos, una fuerte lluvia cae en todo el planeta desde mi poder. Es el Mabelmok dicho en atlante, la Gran Inundación. Durante treinta días lloverá sin parar hasta que el mundo quede totalmente bajo el agua.

—¿Qué cosa? ¡No puede ser! —«¿Cómo puede alguien hacer llover en todo el planeta con tanta tranquilidad? Ni siquiera siento su Cosmos».

Poseidón se acercó a una de las cascadas que generaban un ruido sordo en el ambiente, y le invitó con la mano a mirarla más de cerca. Saori aceptó, y para su sorpresa, se encontró con la imagen traslúcida de la Estatua de la Libertad en New York mezclándose con su propio reflejo. El monumento estaba hundido hasta la mitad por las aguas que lo rodeaban, y bajo la intensa lluvia que caía del cielo gris.

—Esto está ocurriendo en este preciso momento.

—¡D-debe ser una broma!

Los soldados de Poseidón cuchicheaban entre ellos, algunos quizás se reían de ella. ¡Ese era el poder de un verdadero dios! Julian pasó la mano por encima de la superficie de las aguas cristalinas, y a juego con el movimiento la estatua se disolvió y fue reemplazada por el puente de Londres, el cual ya no colgaba, sino que flotaba sobre el Támesis.

—Con el mes cumplido, el agua se quedará sobre los continentes por ciento cincuenta días más. Pero el mar solo puede limpiar lo que está sucio, así que solo sobrevivirán aquellos más fuertes y puros de corazón que puedan repoblar este planeta lleno de luz. Aunque en esta era dudo que sean muchos los calificados.

—¡E-ere… eres un monstruo! Condenarás a toda la humanidad porque no te gusta la gente. —Saori sintió como se agolparon las lágrimas en sus ojos, pero no le daría a Poseidón el gusto de verlas caer como esa lluvia. Imaginó que esa gente ya debía estar sufriendo a pesar de las pocas horas que habían pasado desde que empezó a llover: Tatsumi, sus doncellas, esa niña de pecas que tomó su mano en Rodrio, tantos familiares que esperan juntos en sus hogares con la esperanza de poder sobrevivir al hundimiento…

Con un segundo movimiento de su mano, el puente dio paso a una visión oscura y borrosa de una casona gigantesca en medio de un bosque de olas; había mayordomos y mucamas apoyados contra sus ventanas en el tercer piso con caras de pánico, y una yegua relinchaba desesperada, tratando de montar a uno de los techos para escapar.

«Es Nube. Es mi hogar». No pudo seguir mirando y volteó el rostro hasta Julian, sus ojos ardían y sentía temblar su mentón y sus manos, pero no lloraría frente a él.

—Tu padre me dejó el mar en la era mitológica para que lo cuidara, así que no creo que le moleste que amplíe un poco mis fronteras.

—¡Eres un asesino, no un dios!

—Tranquila, tranquila, no voy a condenarte por los pecados de mi hermano menor. Y puede que esa gente que viste sobreviva de todas formas, y también ese caballo. Dependerá de qué tan puros y fuertes sean. —Se oía sincero, como si de verdad creyera en sus palabras, tal como cuando le propuso matrimonio antes. No intentaba hacerla enfadar a propósito…

 

«Simplemente está loco».

—Mis Santos te detendrán, no podrás evitar tu derrota.

—¿Tus Santos? Ya viste cuánto sufrieron en una burda guerra civil, y en estos meses han tenido todas las dificultades del mundo para contener a mis hijos y aliados. Los únicos de temer eran tus seis Santos de Oro…

—¿Eran?

—Tauro ya fue vencido por Sorrento ante tus ojos; Libra nada puede hacer estando tan viejo. En cuanto a los demás, están bloqueados por mi poder, los he encerrado en el Santuario hasta que todo esto termine. —El rostro de Julian tornó de uno confiado a uno orgulloso, herido pero triunfante—. A través de las eras me he topado contigo en cada reencarnación, de una u otra manera. Aunque acabara con tu vida humana, tus Santos de Oro terminaban por arruinar todo. Esa molesta tradición ya ha culminado, y tus demás guerreros nada podrán hacer.

Julian siguió avanzando a pesar de dejarla atrás. Saori estaba aterrorizada, sentía que un miedo profundo había sembrado raíces que le impedían moverse.

«Feliz cumpleaños, Seiya». Recordó esas palabras de repente, sin saber por qué, pero de pronto ya estaba libre de sus ataduras y corrió nuevamente hasta el dios de los mares. No. No iba a dejar que muriera tanta gente.

 

Después de dar vuelta en una esquina (y recibir varios saludos protocolares e inclinaciones de reverencia), Poseidón la guio a un amplio corredor sin techo ni cascadas, solo decorado con pilares tan gruesos como los de los Doce Templos. Saori puso la vista en el suelo y sus pies, intentado hallar ahí una solución.

—Eres un dios malvado…

—¿Malvado? —El tono de ira de Poseidón casi le hace desfallecer, retumbó en su cerebro como si le dieran de martillazos.

Cuando Saori alzó la mirada solo pudo encontrar el rostro enfurecido y los ojos altaneros del Emperador del Océano. Pero no se rendiría…

—Sí, lo eres. No tienes problemas para matar a tanta gente inocente si no es para cumplir la ambición que como Julian Solo me revelaste en la azotea. Pones de excusa que quieres hacer del mundo algo mejor, ¡pero yo solo veo un asesino!

—¿Me dices todas esas tonterías a pesar de que para darle el gusto a mi lado humano he optado por salvarte? ¡Podría matarte con un solo pensamiento! —Al fin el Cosmos de Julian se alzó, y ella se sintió pequeña a su lado, como un pez que disfruta saltando en un río, esquivando el frío y las piedras, pero no puede escapar del cebo en una caña de pescar, una caña que tiene el poder de terminar con todo lo que había conocido, con el poder del dedo de un solo hombre que tira de la cuerda.

Pero no. Zeus le había dejado la Tierra, confió en ella a través de las eras, y de alguna manera siempre salió victoriosa. Solo tenía que encontrar la manera.

—¿De qué sirve que yo sola me salve si voy a ver morir a tantos inocentes?

—¿¡Inocentes!? ¡Son pecadores, mentirosos, violadores, ladrones, asesinos, violentos, lujuriosos, soberbios y traidores! ¿Por qué salvarías esa inmundicia?

 

¿Así pensaban todos los dioses?

—¡Todos tienen una opción de mostrar su lado bueno! Todos lo tienen.

—¡No lo tienen! Julian Solo estaba destinado a hacerse con los siete mares, las tres cuartas partes del planeta, y no fue casualidad. ¡Era para limpiar el mundo! Así nadie sería rechazado, defraudado y traicionado otra vez. ¡Y tú, Athena, tienes la opción de salvarte también! —Poseidón le agarró el brazo con una mano fría y colocó un dedo de la otra contra su pecho, en la piel que dejaba descubierto el escote del vestido—. ¡Gobierna este planeta junto a mí! Los conoces mejor que yo, puedes ayudarme a decidir cómo se organizará el mundo después del Mabelmok, es solo cosa de que esperes y veas lo que ocurrirá, y de seguro serás convencida de que era lo mejor. ¡Contempla el futuro de la Tierra junto a mí, continúa siendo una diosa que está por encima de esta humanidad abandonada por el Rayo! ¡Protejamos este mundo de la destrucción a la que los otros dioses, Ares, Hades y los demás quieren someterla!

Saori tomó con su mano el dedo que reposaba contra su pecho y lo alejó de ella con toda su fuerza. Poseidón soltó su otro brazo bruscamente y mostró por primera vez una sombra de miedo y sorpresa que no había tenido hasta ese punto.

 

Ese brillo del que hablaban esos niños, esa luz que Marin de Águila le dijo que solo algunos podían ver. Era el Cosmos, y debía hacerlo estallar con su ira, su determinación, su valor, su esperanza. ¡Y su deseo de creer en sus Santos!

—No te lo permitiré.

—¿¡Acaso quieres ser destruida junto con esos humanos, Athena!?

—Hace mucho tiempo que estoy preparada para morir, Poseidón. —Ese día en Delfos vio la esperanza del futuro, contempló cosas maravillosas que le daban valor y fuerzas. Si los Santos de Oro quedaban anulados, otros podrían llevar a cabo su deber. El ave de hielo y el de fuego, la princesa, el dragón, el caballo alado y muchos otros. La humanidad no se dejaría vencer—. ¡No me voy a quedar en silencio en este lugar mirando como destruyes las vidas de inocentes fingiendo que no ocurre nada! Yo soy parte de esa gente, y mi deber es protegerlos hasta que llegue mi hora final, sea como humana o como diosa.

Se sintió fatigada, pero decidida. Se dio cuenta que aunque había elevado su Cosmos, la presión que ejercía el de Poseidón la había estado enfrentando y superando poco a poco.

El rostro de Julian se apaciguó y recuperó su sonrisa triunfante.

—Entonces optas por morir junto a ellos y confiar en tus Santos, ¿no es así?

—Sí.

—Está bien… —suspiró Poseidón—. Te desafiaré de tal forma que veas con tus propios ojos que eso no servirá de nada, y rogarás por ponerte de mi lado. Te vas a sacrificar por ellos.

—¿Sacrificar?

Poseidón se alejó de ella e hizo a un lado. Saori dio un instintivo paso atrás cuando se encontró con una nueva y más imponente sorpresa. ¿Cómo no la vio antes? ¿Acaso el dios bloqueaba su mirada con su Cosmos?

 

Frente a ella, al final del corredor del que parecía la parte final del Templo, había un enorme pilar quizás tan grande como la estatua que la representaba en la cima del Santuario. Quizás pues no veía su punta, se perdía en el mar que hacía de cielo, se formaba un círculo blanco alrededor como si fueran nubes atravesadas por un cohete. Para llegar hasta él se subían tres tramos de largas escaleras, y allí se hallaba la base cuadrada de la columna, aunque era prácticamente una pirámide que solo formaba tal vez un décimo de la longitud total del pilar, al menos hasta donde se podía ver. Su grosor rozaba en el absurdo visual, ya que era el doble del Templo del Toro o el Templo Corazón. Desde allí crecía la columna, de caras totalmente lisas con excepción del relieve en una pequeñísima puerta al final de la pirámide escalonada. Era de sección cuadrangular que iba reduciéndose hasta la cúspide, con aristas enromadas y sin decoraciones, excepto la imagen de un tridente sobre la puerta. También le pareció ver una ventana tan pequeña que bien podía ser una mancha en su ojo.

—Eso es… —Saori apenas daba crédito a que algo tan grande se encontrara al fondo del mar, dejaba pequeño incluso el Templo que había dejado atrás. Por inercia siguió a Poseidón hasta él, con el cuello cada vez más torcido mientras subían las primeras escaleras.

—El Sustento Principal del mundo marino —dijo Poseidón, ya sin mirarla—. Es el punto vital de todo mi reino, el que sujeta en mayor proporción la cúpula que nos da aire y mantiene el mar encima; es el que entrega poder a mis súbditos y de donde nace el agua que cae sobre la Tierra. Lo construí en la era de los mitos para que fuera un tótem de mi Cosmos, cuya base está bañada en mi Icor para que sea absolutamente indestructible.

—¿Icor?

—La sangre dorada de los dioses, Athena. En este momento tenemos sangre roja por usar cuerpos humanos, pero alguna vez fue dorada.

—¡Yo no uso un cuerpo humano!

—Y por eso puedes morir, como toda esa gente. ¿Quieres una oportunidad mínima para salvar a todos esos criminales? Muy bien.

Llegando a la pequeña puerta, la abrió solo con apoyar su mano sobre la superficie en relieve pero sin pomo con algo de su Cosmos, igual que ocurría en la Cámara del Sol. Al interior había una gran sala con cuatro paredes de piedra que llegaban tan alto que se perdía en la oscuridad. En el centro de cada muro había una toma o grifo con forma de cabeza de delfín que apuntaba hacia abajo. En las esquinas había cuatro columnas grises, y en medio de la habitación una pasarela de baldosas blancas que conectaba una plataforma romboide, elevada sobre el piso.

—¿Aquí dices que me sacrificaré? —preguntó al entrar, pero al voltearse, la puerta se cerró en su rostro amenazando con aplastar su nariz. Retrocedió por la pasarela súbitamente asustada, pero trató de recuperar la compostura.

«No. No debo tener miedo, eso solo me debilitará más. Ahora es cuando más fuerte debo ser». Miró a todos lados tratando de no hacer caso a las aisladas gotas que caían de los delfines de piedra, y casi cae al tropezar con una de las baldosas que estaba suelta. «No. No suelta». Algo brillaba muy débilmente bajó la plataforma, como una estrella solitaria en un cielo nublado.

—¡Athena! —lo llamó Poseidón, y Saori miró hacia arriba fingiendo estar tan tranquila y confiada como antes. El Emperador del mar se asomó por la pequeña ventana que estaba un par de metros por sobre la puerta, al que se accedía (según notó antes de entrar) por una breve escalinata en zigzag esculpida en la base.

—Esos grifos… ¿Pretendes ahogarme?

—Depende de ti, Athena, estoy brindándote un desafío al que te puedes negar. Cuando cierre esta ventana, el agua empezará a caer sobre ti, llenando esta cámara hasta arriba. Pero no es agua normal, sino que la que cae en este momento sobre la Tierra; serás sacrificada en lugar de toda esa gente mientras aguantes la respiración, ya que esa agua está destinada a caer sobre un ser humano.

—¿La lluvia de la Tierra caerá sobre mí? ¿Cómo podría sobrevivir?

—No podrías —replicó Poseidón—. Eso significa un sacrificio, ¿no? Aunque podrías usar tu Cosmos para que el agua suba a tu alrededor sin que te toque y ahogue, pero dudo que tu resistencia dure hasta que el agua llegue a la cima del Sustento Principal.

«¿Usar mi Cosmos como impermeable? ¿Cómo podría hacer algo así?». Pero la pregunta que tenía era otra.

—¿Cuánto tardará el agua en llegar arriba?

—Aproximadamente dos días, quizás… Después de eso no podrás evitar que caiga completamente sobre la Tierra, y allí podrás aguantar con tu Cosmos hasta que ocurra un milagro imposible, o puedes rendirte y ahogarte aquí.

—¿Es imposible acceder aquí?

—Solo yo puedo entrar, y romperlo es prácticamente imposible, pues es el tótem de mi poder.

—¿Prácticamente? —Saori había aprendido a leer las intenciones de la gente con solo verla, sus dudas y confusiones. Y cuando dijo que no era estrictamente imposible romperlo, vio el tambaleo en su barbilla, el desvío de su mirada.

—Hay siete Pilares que sujetan los siete océanos: Ártico, Antártico, Índico, y los Pacífico y Atlántico divididos en dos. Afirman la cúpula de aire sobre nosotros a lo largo y ancho de todo el mar. Si se rompieran, el Sustento Principal perdería su invulnerabilidad… Pero aun así, créeme, sería imposible. Serían ocho milagros que tus Santos tendrían que conseguir.

 

—Lo harán —dijo Saori, absolutamente convencida. Seiya, Shun, Shiryu y muchos más podían hacer milagros porque estaban determinados a superar todos los desafíos y mantenían la esperanza incluso ante la muerte segura.

—No lo harán, Athena. Desiste, te darás cuenta por ti misma que…

—Recibiré el agua en mí, y aguantaré.

—El agua que ya ha caído de todas formas permanecerá en el planeta por ciento ochenta días; las lluvias amainarán mucho, pero continuarán, y el oleaje también. La gente impura será expulsada de la Tierra de todas maneras mientras mi Cosmos lo siga sustentando…

—-…Y te derrotarán —añadió Saori, cada vez más segura, haciendo caso omiso de las palabras amenazantes de Poseidón.

—¿Derro…? Ja, ja, ja, veo que tienes mucho humor todavía —rio Julian—. Es mínimamente posible que consigas tu objetivo de sobrevivir, salvar a la gente tanto pura como sucia, y convencerme de posponer el Mabelmok. ¿Pero vencerme? Es imposible siquiera pensarlo, ¡soy un dios, el Emperador de los mares! En todas las guerras pasadas hasta ahora has neutralizado los planes de los avatares que tomo, pero la única forma de evitar que yo cumpla con mis objetivos sería vencerme de verdad, y eso es imposible.

—Ya lo veremos…

—Hm. Muy bien, comenzaremos entonces. Periódicamente mi consejero y segundo al mando, Salem de Dragón Marino, viene aquí a rezar por la limpieza del planeta, y tiene la misma autoridad que yo para abrir las puertas del Sustento Principal. Si te arrepientes… díselo.

—Tranquilo, no lo haré.

—…Eres una tonta. —Poseidón cerró la ventana, y el agua automáticamente comenzó a caer sobre las cuatro caras de la cámara, llenando el suelo.

Sintió como se humedecía el aire rápidamente, y recordó que ni siquiera podría dormir allí. Tenía que concentrarse, aguantar la respiración como pudiese y esperar a que el agua llegara hasta sus hombros para tratar de expandir un campo de fuerza a su alrededor como Muu le había enseñado. Y desde ahí… resistir hasta que llegara a la cima.

Pero si sus Santos podían realizar actos milagrosos rompiendo los Pilares, ella podía resistir con su Cosmos durante todas esas horas para que no cayera tanta agua sobre la gente. Todos lo lograrían, no se rendirían ante el capricho de un dios por más poderoso que fuera. Y Saori era Athena, la diosa protectora de la Tierra a quien Zeus eligió.

«¿Me ayudarás, padre?» preguntó en su mente pensando si el dios que parecía haber desaparecido del Olimpo la escucharía. Con los reflejos del agua, Saori contempló un débil chispazo dorado bajo uno de sus pies.

Al inclinarse, descubrió que la baldosa podía quitarse del suelo.


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#343 carloslibra82

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Publicado 11 septiembre 2015 - 21:05

Amigo Felipe veo q elegiste la versión anime para el encuentro de Athena y Poseidón. No sé si recuerdas q hace algun tiempo me habías dicho q no siempre Athena había ganado las batallas, y yo había dicho q creía q sí. Ahora entiendo tu punto. En algunas ocasiones Athena misma era vencida, pero sus santos ganaban la guerra, no es así?? O sea, q las fuerzas o ejército de Athena es en realidad el q nunca ha perdido una batalla. Es así o sigo equivocado?? También llego a la conclusión como lo has dejado ver un poco indirectamente q Poseidón es en realidad más poderoso q Athena, pero son los santos los q le han ayudado a equiparar o incluso superar al Emperador. Eso también creo entender. Me gusta de todos modos la actitud de Saori, y como desafía directamente a sus enemigos. Me pregunto q es eso de brillo dorado bajo el Sustento Principal. Y debo confesar q me tienes intrigado con respecto a Salem, pero me imagino q a su tiempo todo se aclarará. Muy buen capítulo, vuelvo a decir q a pesar de q algunos son casi iguales al clásico, de todos modos es muy divertido leerlo. Saludos, amigo, sigue así!!



#344 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 12 septiembre 2015 - 14:07

Lo bueno:
 
-—Ja, ja, aunque mis memorias aún están algo difusas, hay alguien llamada Anfitrite en el Olimpo que no aceptaría algo así[/size]
-Por un momento me imagine que Pose decia entre si-si se entera mi esposa me mata XD:ph34r:
 
-Libra nada puede hacer estando tan viejo[/size]
-En otras palabras Pose debe saber que ese dorado en su juventud tenia el poder de vencer facilmente a los olimpicos XD

 

Spoiler


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#345 -Felipe-

-Felipe-

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Publicado 18 septiembre 2015 - 21:03

Amigo Felipe veo q elegiste la versión anime para el encuentro de Athena y Poseidón. No sé si recuerdas q hace algun tiempo me habías dicho q no siempre Athena había ganado las batallas, y yo había dicho q creía q sí. Ahora entiendo tu punto. En algunas ocasiones Athena misma era vencida, pero sus santos ganaban la guerra, no es así?? O sea, q las fuerzas o ejército de Athena es en realidad el q nunca ha perdido una batalla. Es así o sigo equivocado?? También llego a la conclusión como lo has dejado ver un poco indirectamente q Poseidón es en realidad más poderoso q Athena, pero son los santos los q le han ayudado a equiparar o incluso superar al Emperador. Eso también creo entender. Me gusta de todos modos la actitud de Saori, y como desafía directamente a sus enemigos. Me pregunto q es eso de brillo dorado bajo el Sustento Principal. Y debo confesar q me tienes intrigado con respecto a Salem, pero me imagino q a su tiempo todo se aclarará. Muy buen capítulo, vuelvo a decir q a pesar de q algunos son casi iguales al clásico, de todos modos es muy divertido leerlo. Saludos, amigo, sigue así!!

Sí. O sea en el manga también se encuentran, pero es más breve, sin tanto blabla, así que opté por el manga y agregarle algunas cosas como las visiones del mundo ahogándose.

 

Exactamente, Carlos. Algunas Guerras Santas se han "perdido", Athena ha sido derrotada, y un dios ha mantenido poder sobre la Tierra durante cierto tiempo. Por ejemplo, en mi historia, la Peste Negra fue culpa de un dios, y duró varias décadas porque la reencarnación de Athena, muy débil físicamente, sucumbió a la enfermedad. Pero de alguna forma los Santos se han reorganizado y han logrado milagros, pero en ocasiones quedando uno o dos Santos sobrevivientes.

 

En cuanto a Poseidón, la verdad esta es la quinta vez que viene a la Tierra, un número "menor" comparado con otros dioses. La primera vez (la primera Guerra Santa) es la narrada en Alpha, y Athena ganó apenas obtuvo sus armaduras, pero hubo varias circunstancias raras, relacionadas con el efecto sorpresa. La segunda vez también fue victoria de Athena, pero principalmente gracias a los Santos, y terminó con tres Santos vivos y gran parte del mundo bajo las aguas. De ahí hubo una situación similar, y la última fue la intervención donde aparecieron Degel y Kardia. Así que Athena nunca ha podido ponerse realmente por encima de su tío. ¿Será esta la primera vez?

 

Lo del brillo bajo el Sustento Principal, y sobre Salem, se irá revelando después. Muchas gracias por pasar, Carlos :D

 

 

 

 

Lo bueno:
 
-—Ja, ja, aunque mis memorias aún están algo difusas, hay alguien llamada Anfitrite en el Olimpo que no aceptaría algo así[/size]
-Por un momento me imagine que Pose decia entre si-si se entera mi esposa me mata XD:ph34r:
 
-Libra nada puede hacer estando tan viejo[/size]
-En otras palabras Pose debe saber que ese dorado en su juventud tenia el poder de vencer facilmente a los olimpicos XD

 

Spoiler

Poseidón tiene un mínimo de respeto al matrimonio xD

 

Y no sé de que hablas. Dohko no necesita de esa "juventud" para vencer a los olímpicos jajaja

 

Por otro lado, no es que sea malo, sino que es su forma de ver las cosas, y de convencer a Saori. Por cierto, la yegua Nube ha aparecido antes en el fic en algunas ocasiones, su nombre viene de una yegua que aparece en una de mis novelas, mi "obra magna" xD

 

 

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Muy bien. ¿Recuerdan cuando les conté que había escrito un capítulo muy triste que me dejó deprimido hace varias semanas?

 

Este es. Disfrútenlo.

 

 

MILO IV

 

11:30 a.m. del 22 de Marzo de 2013.

Estuvo toda la madrugada golpeando una y otra vez esa superficie invisible que cubría el Santuario como una insoportable cúpula de agua, con sus Agujas Escarlata desde el Templo Corazón, sin éxito. Los misiles carmesí simplemente chocaban contra las gotas de lluvia y se dispersaban hacia adentro.

«Maldición». Bajó las escaleras a toda prisa a través del sinuoso camino de la Elíptica que conocía de memoria desde hacía doce años. ¿Cómo podía ser que Poseidón los encerrara tan fácilmente en solo una noche? Además, a pesar de que la Elíptica estaba en una dimensión relativamente separada, la lluvia la afectaba y golpeaba como si fuera una montaña ordinaria, cayendo desde nubes más altas que la mismísima estatua de Athena.

Milo se levantó de su cama pasada la medianoche cuando empezó a llover con fuerza, y se encontró con ese increíble Cosmos que rodeaba al Santuario. Era definitivamente un aura superior al suyo en cada gota deprimente, y Muu se comunicó telepáticamente con los otros tres Santos de Oro presentes para informarles que se le había imposibilitado la teletransportación hacia afuera del refugio sagrado. Estaban atrapados como animales en una jaula.

No encontró a Aiolia y Shaka en sus hogares, pero sí a Muu a las afueras del Templo del Carnero, justo en el límite del pórtico junto al Meridiano, donde las gotas formaban una evidente barrera si se observaba con atención. Más allá…

 

«Oh, por todos los dioses». Había tres Guías del mar y decenas de kokas en el Coliseo. Tenían atados con una larga cadena al pueblo de Rodrio, arrodillados y mojándose con la lluvia, incluso niños y ancianos, esperando con angustia su final aun en sus ropas de dormir. Entre ellos estaban su criado Paros con su pequeña y dulce hijita; además reconoció a Lithos, la hermanita de Aiolia, quien trataba de tranquilizar a una señora que no dejaba de toser. Las que más se enfrentaban con las palabras a los Marinas eran las dos doncellas que no habían acompañado a Athena a la estúpida fiesta.

Los soldados rasos de Poseidón golpeaban en masa a tres Santos de Bronce de los que reconoció dos: Leo Minor y Lupus, amigos de Hyoga. El otro parecía ser Equuleus. Uno de los Guías llevaba una guadaña en la mano y observaba la escena pacientemente, mientras otro amenazaba con asesinar a los prisioneros hasta que los Santos de Bronce se interponían y seguían dando lucha. Alrededor se veían decenas de cadáveres de los soldados rasos del Santuario, tanto en la arena mojada del estadio como en sus estradas.

El tercero, que emitía un Cosmos impresionante, luchaba contra Retsu de Lince, el más veterano de los Santos de Bronce. El joven discípulo de Noesis daba pelea usando todas sus fuerzas, y parecía ser la principal razón de que los Marinas no hubieran asesinado todavía a la gente, pero su armadura ya estaba hecha trisas y a su paso dejaba un rastro de sangre.

 

—¡¡Qué demonios pasa aquí, maldita sea!!

—Calma, Milo —dijo Muu, delante de él, proyectando su Cosmos sobre la barrera con su mano.

—¿Qué me calme? Esos chicos están peleando, esa gente está a punto de morir y no podemos hacer nada, ¡no me pidas que me calme! —Milo le sujetó el brazo y descubrió con sorpresa que tiritaba. Muu trataba de mantener su rostro impávido, pero se notaba el temblor en su barbilla y sus ojos cristalinos.

—¡¡¡Demonios, rómpete de una vez!!! —rugió Aiolia, lanzando por enésima vez un Rayo Relámpago sin éxito, igual que él.

Shaka tenía los ojos cerrados y permanecía en silencio, pero hacía crujir los dientes débilmente y fruncía el ceño. Todos debían estar sintiendo lo mismo: al igual que durante la rebelión de Saga cuando se pusieron en contra de Athena, de la misma forma los estaban controlando e inutilizando.

Uno de los Guías tomó a Retsu de la cabeza y dio un gran salto hacia ellos cargándolo como si fuera una bolsa. Estrelló su rostro contra las piedras del suelo mojado a metros de los cuatro Santos de Oro, quienes nada pudieron hacer más que mirar.

—Así que esta es la élite de la diosa de la guerra, ¡qué imponentes y temibles se ven! —sonrió el Marina, restregando el rostro del Lince contra el suelo. Con que Milo diera dos o tres pasos rápidos hacia adelante podría hacerlo pedazos, pero sus botas chocaban contra la lluvia como si fuera un niño intentando cruzar una cascada, lo hacía retroceder.

—¿Quién demonios eres, bastardo? —preguntó una voz a su lado.

—Mikhail de Leviatán a su servicio, señor… Aiolia de Leo, ¿verdad? Soy el líder de los Guías de Poseidón, el Mok Tolem de mis hombres. —El hijo de p.uta alzó el rostro ensangrentado de Retsu, quien seguía con fuego en sus ojos, y lo volvió a estrellar contra la laguna pedregosa. La sangre pudo atravesar la lluvia y manchar los zapatos y perneras de Scorpius.

—¡Déjalo en paz, desgraciado!

—¿Dónde está Athena? —preguntó Muu, encendiendo su Cosmos pero sin lograr intimidar al Marina.

—Como le dije al que maté allá en la iglesia, el tal Nesra… si uno de ustedes consigue tocarme, se los diré, ja, ja, ja.

 

Retsu arqueó los brazos hacia arriba y agarró el cuello de Mikhail. Con un repentino y brusco movimiento, lo hizo girar hasta estrellarlo de espalda contra el mismo suelo ensangrentado.

—¡No te burles de los Santos de Oro, maldito!

Retsu procedió a darle una fuerte patada que lo arrojó hacia la barrera que cubría el Santuario por completo. Leviatán lanzó un grito y con un movimiento elástico y veloz, incrustó sus manos en la tierra y puso su aura en sus pies para evitar el roce. Se detuvo de golpe a centímetros de Milo, antes de la barrera. Hasta podría tocarlo si levantaba el brazo y pudiera atravesar la lluvia.

—¡Ufff! Casi, casi, ja, ja, ja.

Ese freno tan rotundo solo podía significar que gracias a las Escamas debían ser capaces de atravesar la barrera de Poseidón. Retsu lo comprendió gracias a su experiencia, y los Marinas notaron su gesto de esperanza.

—¡Ya te tengo! —El Lince lanzó su Huracán de Garras hacia Mikhail. Sería como sacar a un luchador de un cuadrilátero, que en este caso lo dejaría a merced de la ira de Milo y Aiolia.

 

De pronto, una muchacha gritó, y otro de los Guías le despedazó un brazo con un huracán de Cosmos.

—¡LITHOOOOOOS! —rugió Aiolia con ira descontrolada, su Cosmos se encendió como fuego del infierno. Su asistente perdió su brazo mecánico, y por lo que Milo sabía, estaba conectado al sistema nervioso, así que debió doler tanto o más que perder un brazo real.

Retsu detuvo en seco su ataque, y Mikhail de Leviatán aprovechó la opción. Con un solo golpe atravesó el pecho del Lince, cerca del hombro, causando que la sangre saliera a raudales y se convirtiera en una poza roja para la lluvia incesante. Milo tuvo la impresión de que el golpe fue hacia su corazón, pero Retsu mostró unos reflejos impresionantes.

El Santo de Lince se arrastró unos metros hacia atrás sujetándose la herida con la mano ensangrentada, mientras su Manto Sagrado se iba cayendo a cuajos por el camino.

—Maldito cobarde… —dijo con debilidad, sus ojos todavía emitían valor.

—¿Cobarde? En el campo de batalla todo se vale, ¿verdad, Ohiro?

El Guía que le había arrebatado el brazo a Lithos asintió. Todavía tenía a la chica del cuello, hasta que el Santo de León Menor se arrojó contra él convertido en un bólido de fuego. El tal Ohiro soltó a Lithos, quien fue atrapada y arropada por Paros; luego le dio un rodillazo en el estómago y un golpe en la nuca que lo estrelló contra el piso.

 

No importaba si eran débiles, los Santos de Athena se enorgullecían de combatir incesantemente hasta el final. Milo recordó a su último discípulo, quien perdió la vida con valor y dando todo de sí para controlar el despertar de Eris cuatro años atrás. ¿Tenía que ser simple testigo otra vez?

El Santo de Lobo alejó a algunos soldados rasos lanzando cuchilladas de Cosmos, pero el tipo de la guadaña reaccionó y le dio una ruidosa patada que le destruyó la armadura y lo lanzó de espaldas. Eran demasiado pocos para defender a toda esa gente, los demás Santos estaban repartidos por el mundo controlando a las bestias de Poseidón y ayudando a las personas con las inundaciones; la diosa Athena estaba en paradero desconocido, quizás atrapada por el Emperador de los mares; Aldebarán no se había reportado tampoco, quizás estaba muerto. Era obvio que se habían confiado demasiado con el aparente debilitamiento de los Marinas, quienes (con una admirable estrategia) los atraparon desprevenidos, y ya estaban ganando la Guerra Santa.

Aiolia cayó de rodillas, impotente e iracundo, golpeando el suelo; Muu no podía dejar de temblar, controlando su furia, y Shaka no daba crédito a su propia inutilidad como Santos de Oro. Milo tardó en darse cuenta que, sin pensarlo, ya estaba lanzando sus Agujas otra vez contra la cúpula; en su boca sentía el sabor de la sal de sus lágrimas y la sangre al romper sus labios con los dientes. Poseidón los había atrapado con tanta facilidad como si fueran ratones en el experimento de un científico, en un laberinto eterno del que no podrían salir a menos que lo desease un capricho divino.

Esos Marinas repotenciaban su Cosmos con el de su dios, era una injusticia que estuvieran ganando sin usar su propio poder, y una vergüenza también.

—En nombre del Emperador Poseidón y mi maestro, yo, Thalos de Tritón, limpiaré a la Tierra de las manchas en Atenas —anunció el hombre de la guadaña levantándola con facilidad a pesar de su escuálido cuerpo. Estaba frente a la gente de Rodrio, de los cuales algunos cerraron los ojos, otros abrazaron a sus seres queridos, y la mayoría lloró.

Los Santos de Bronce utilizaban sus últimas fuerzas para acercarse a ellos, pero no les quedaba Cosmos alguno. Solo Retsu logró una vez más ponerse de pie y abrir los brazos entre el pueblo y el verdugo, pero no era capaz ya de atacar.

—Acábalo también, hombre —apremió Mikhail con una sonrisa ganadora.

—La Guillotina del Príncipe reconoce a los puros de corazón que deben ser salvados, y solo ellos sobrevivirán, aquellos que no tengan mancha alguna. —Tritón abanicó y bajó la hoja afilada brillante como rubíes…

 

Un relámpago furioso cayó entre el verdugo y los condenados, un haz de luz. Milo tardó en darle forma, como si sus ojos hubieran perdido la costumbre de contemplar la velocidad de la luz. Al fijarse bien y despejarse el resplandor, vio un hombre enorme vestido de oro y sol, sujetándole el brazo al Tritón con una fuerza titánica y envidiable, tanto que con solo un segundo lo hizo crujir y se lo arrancó del hombro ante el grito de dolor del Guía, que cayó al suelo.

—¡Ah, maldición, otro más! —chilló Leviatán.

—No es cualquier Santo, ¡es un Santo de Oro! —Ohiro encendió su Cosmos al ver el aura furiosa y llameante del Toro dorado.

—¡A-Aldebarán! —exclamó Aiolia con alegría, aunque poco duró.

—Ha regresado al Santuario… pero…

—No puede ser.

Mikhail también lo notó y comenzó a reírse a carcajadas a pesar de tener a uno de sus compañeros quejándose en el suelo. A pesar de que su Cosmos era lo suficiente para imponer presencia y hacer retroceder a los kokas del mar, no era ni de cerca el nivel normal de su compañero. Aldebarán se veía agotado y afligido, se veían marcas de batalla y sangre sobre todo su cuerpo e incluso sobre la armadura que estaba sorprendentemente agrietada, como jamás pensó que vería en su vida. De sus orejas colgaba un hilo de sangre reseca, y su postura era inclinada y débil, diferente a la recta y orgullosa que mostraba normalmente el Toro. Además…

«Athena no está con él»

—¡Aldebarán! ¿Qué te ocurre?

—¡Aldebarán, responde por favor!

El gigante no parecía reaccionar o siquiera oír sus gritos. Y fue Mikhail el que dio con la respuesta.

—¡Así que era verdad el rumor de los kokas, Ohiro! Ja, ja, para proteger a su diosa, Aldebarán recibió el Clímax de Sirena, su Cosmos debe ser un grano de sal en este momento, ¡ja, ja, ja! Pobre idiota, quizás cuánto rato estuvo escuchando la canción de Sorrento, ya debe estar sordo también.

—¿Clímax? ¿De qué demonios hablas?

—¿Sordo?

—¿Qué rayos pasó, Aldebarán?

 

Thalos de Tritón alzó la guadaña con su otra mano, enfurecido, y la estrelló contra el cuello de Aldebarán, quien la esquivó justo a tiempo para que la hoja no cruzara todo el cuerpo, pero no lo suficiente como para evitar recibir un profundo corte cerca del oído.

—¡Ahora tú, Caribdis! —apremió Mikhail.

—¡Gran Ciclón! —exclamó Ohiro, y con ambas manos lanzó un torbellino que dio en el pecho de Aldebarán y lo arrastró unos cuantos metros.

—Me toca, ja, ja. ¡La Danza de Serpiente!

Leviatán se convirtió en un rayo y golpeó con una brusquedad irreverente el estómago del Toro. Ante la sorpresa de Milo y sus compañeros, aunque no pudo atravesar la coraza dorada, sí consiguió agrietarla, y aparentemente la onda expansiva crujió en sus órganos internos. Aún de pie, de los labios de Aldebarán cayó una pequeña cascada roja que manchó su armadura. El Santo de Oro tenía una respiración cansada y pausada, parecía obvio que de verdad le habían anulado su Cosmos horas antes.

—¡Ya dejen de hacerle daño al señor Aldebarán! —gritó una de las doncellas de Athena, la de cabello rojo. Los que limpiaban su hogar también alentaron al guardián del segundo templo.

De repente, de los ojos del Toro salieron chispas doradas, y usó el Brazo de Acero para propinarle un formidable manotazo al Mok Tolem, a quien se le salieron algunos dientes mientras volaba, hasta estrellarse contra una columna del estadio. Los otros dos Guías quedaron paralizados.

—¡Mikhail!

—Maldición, todavía le quedan fuerzas a este tipo.

—¡No subestimen a los Santos de Athena! —bramó el Santo de Oro.

Aldebarán desencadenó su Gran Cuerno para deshacerse de cada uno de los kokas que tuvo cerca, en un parpadeo de tiempo. Luego corrió hasta Ohiro de Caribdis y lo estampó contra el suelo con el Brazo de Acero. Tritón llegó por atrás pero el Toro le propinó un codazo en el cuello que lo habría asesinado de no ser por la fortaleza que le daba el Cosmos de Poseidón.

Eso era lo peor de todo el asunto, los Marinas jugaban sucio.

 

—Debe haber alguna manera de salir de aquí —dijo Milo. Era alentador ver a Aldebarán pelear, pero también tenía que ser sincero y admitir que, con el nivel de Cosmos que tenía, no duraría mucho.

—Por más poderosos que seamos no podemos atravesar la defensa de un dios —habló Shaka por primera vez, ligeramente impaciente.

—Está usando el cuerpo de un humano, ¡eso debería ser suficiente como para que podamos atravesar esta maldita jaula! —gritó Aiolia.

—Quizás, pero…

Muu tuvo que callarse cuando un grito estridente como el de una bestia de los mitos les hizo taparse los oídos instintivamente. Un Leviatán, un monstruo de la antigüedad, que vio que su presa aún seguía con ganas de combatir.

Aldebarán cayó de rodillas abrazándose el cuerpo con sus enormes brazos, quejándose de un dolor que debía estar recorriendo cada fibra de su ser. Retsu y los demás Santos de Bronce, y la gente de Rodrio, también soltaron alaridos de dolor; y hasta Shaka presentó quejidos leves.

Era como si lo torturaran bruscamente, arrancándole pedazos de su alma con las manos desnudas de un demonio. El Cosmos que emitió Mikhail atravesó con facilidad la barrera de agua y se adentró en sus cuerpos con su grito… Pero supuestamente Aldebarán estaba sordo, ¿cómo podía…?

—Ja, ja, ja, sé que no me oyes, Taurus, pero imagino que lo estás pasando mal. —Mikhail se adelantó hasta Aldebarán al igual que los otros dos Guías, que ya habían sido superados por el poder del Toro que volvía a caer en la debilidad del Cosmos, ya era demasiado incluso para un Santo de Oro—. Aunque te hayas roto los tímpanos, las ondas de sonido entran a tu cuerpo por la piel y destrozan tus órganos internos, ja, ja.

—Desde el principio no tuvo posibilidad —reflexionó Thalos.

—¡Caribdis!

—¡Sí! —respondió el aludido. Concentró su Cosmos en sus manos y generó un tornado que acercó a la cabeza de Aldebarán, quien no pudo defenderse.

 

Ante la mirada atónita de los presentes, el Gran Ciclón empezó a cortar su piel y sacar litros de sangre de bajo la armadura, como si lo estuvieran triturando lentamente. Aiolia golpeó con todas sus fuerzas una y otra vez la barrera y Milo lo imitó, pero no estaban más cerca de ayudar a su compañero.

—¡Señor Aldebarán, no se muera, por favor! —gritó la doncella pelirroja, y la apoyó con alientos la hija de Paros, aunque éste trató de callarla entre llantos.

Los Santos de Bronce de Caballo, León y Lobo trataron de socorrerlo, pero fueron controlados fácilmente por las armas de la veintena de soldados kokas que todavía seguían vivos. Lithos lloraba desconsolada, y eso solo hacía que Aiolia golpeara con más fuerza la cascada hasta romperse los nudillos y demás huesos. El rostro blanco de Muu estaba marcado por ríos de lágrimas, y Shaka por primera vez empezó a arrojar destellos de Cosmos hacia arriba, inútilmente.

Aldebarán no emitía quejido alguno, y tampoco lo hizo cuando Thalos de Tritón concentró todo su Cosmos repotenciado en la guadaña. Con ella logró casi un milagro, atravesando el Manto de Oro en la zona del vientre donde Mikhail lo había golpeado antes con su Danza de Serpiente. Ni la lluvia que Poseidón había creado se comparaba con el fluido rojo que caía debajo de Aldebarán, ni tampoco con las lágrimas de dolor y rabia que derramaban los testigos, el pueblo que había presenciado en innumerables ocasiones el vigor y el valor del Toro dorado, cuyos órganos internos eran ahora despedazados por la Guillotina del Príncipe.

—¡No, no muera, señor Aldebarán! —gritó un niño que fue abrazado por la doncella más cercana de Athena, la de cabello castaño, a pesar de las cadenas que los tenían atados.

—¡¡La señorita Athena nos dijo que era el hombre más fuerte del mundo!! —añadió otro niño, cerca de Lithos.

—¡El señor Aldebarán no puede perder! —siguió la hija de Paros.

—¡Ya déjenlo en paz, por favor! —Esta vez fue la doncella pelirroja.

—Oh, por favor que alguien calle a esa mocosa —ordenó Mikhail.

Un soldado vestido de pescado se acercó a ella, y le dio un cobarde puñetazo en la cara que la derribó de inmediato. La otra doncella trató de ayudarla pero las cadenas se lo impidieron, y solo le restó gritar de desesperación.

—¡¡¡EUROPA!!!

 

De pronto, se escuchó el sonido rotundo e inspirador del encender de una llama a presión. Milo miró hacia arriba y notó que la segunda hora del reloj ardía con fuegos azules. En el mismo instante tuvo que volver la vista y contempló al Toro ponerse de pie en medio de un fulgor dorado, una pira que brillaba desde cada poro de tanto Aldebarán como Taurus, su armadura.

—¿¡Qué demonios…!? —gritó Caribdis, quien intentó retroceder pero fue contenido por una mano de Aldebarán que se agarró a su cuello y lo elevó del suelo empapado.

—¿Qué? ¡Tritón, ayúdalo, con un demonio!

—N-no puedo, ¡la Guillotina del Príncipe está atorada en su estómago! —replicó el Guía flacucho, quien se retorcía tratando de salvar su guadaña en lugar de soltarla.

—Así es como quería tenerlos, bastardos. Recibir todos esos golpes tuvo su recompensa… —Aldebarán sonrió y el fuego del Zodiaco salió de sus ojos como centellas de una fogata—. ¡Athena fue con Poseidón para ayudarme, pero parece que hallé una forma de pagar parte de mi pecado, ja, ja!

Su Cosmos parecía a punto de estallar, era rebosante de energía pura como si nunca hubiera oído ese tal Clímax. Muu arrojó su Cosmos sobre la barrera al mismo tiempo que Shaka, y Milo acompañó a Aiolia con golpes cargados de energía. Los cuatro se dieron cuenta al instante de lo que ocurriría.

—Oh, no lo harás, torito, ¡escucha el Grito Castigador!

Pero Aldebarán gritó antes que Mikhail, y hubo tanta fuerza en ese gesto que el Leviatán tuvo que desistir, protegiéndose con los brazos del improvisado ataque del Toro.

—¡Muu, Athena está a salvo según su raptor, Poseidón solo la quiere como testigo de su plan! De seguro los jóvenes Santos podrán salvarla, ¡confíen en ellos!

—¡Aldebarán!

—La voluntad de un Santo es inquebrantable. ¡Oigan el mugido del Toro destellante! —De pronto miró al Lince con una presión tan potente que el Santo de Bronce saltó sin dudar hasta el sitio entre Alde y la gente—. ¡Retsu, la Garra de Cristal (Resso Shuijing)!

—¡Sí!

Lynx cruzó los brazos y creó una barrera en forma de cruz que se expandió a los lados lo suficiente para cubrir a la gente encadenada. El escudo tenía forma de corrientes de aire plateadas, viento concentrado.

 

Aldebarán desencadenó su mejor técnica, el Máximo Cuerno, dando su vida, su valor, su determinación férrea, transformándolo en un resplandor de luz tan potente que los encegueció. La tierra tembló y Milo sintió que las gotas de la barrera cayeron hacia adentro, empujadas por la presión. Una torre de fuego se levantó desde Aldebarán hasta Mikhail a pesar de estar un poco más lejos que sus compañeros, y abarcó también parte de la Armada submarina. Incluso la lluvia tomó la dirección del ataque, y las rocas que salían rebotadas eran contenidas por las Garras de Cristal de Lynx.

—¡¡¡ALDEBARÁÁÁN!!! —No supo quién gritó, pudo ser Muu o Aiolia, o tal vez Retsu o alguien de Rodrio.

O quizás fue él mismo, no lo supo. No sentía la garganta y sus sentidos eran un torbellino de caos desorientador.

 

Cuando la luz se apagó, había tres cadáveres en el suelo con las Escamas hechas polvo. Dos de ellos eran prácticamente manchas escarlata con forma humanoide, y el otro parecía quemado. También había un hombre vestido de Oro y sol, de pie, con los brazos hacia adelante y los ojos cerrados.

Cuando pasaron unos segundos de completo silencio e inmovilidad de los presentes, Lithos soltó un chillido doloroso, Aiolia cayó de rodillas, Muu gimoteó, y Aldebarán bajó bruscamente los brazos. No había rastro de Cosmos en él, no sabían si estaba vivo.

—Maldición, ¡demonios, DEMONIOS! —dijo Milo, golpeando inútilmente la superficie fluida y desigual de la cascada frente a él.

—Aldebarán… —musitó Muu con la cabeza gacha.

—Aún sigue de pie protegiendo a la gente tras de él —dijo Shaka, quien tocaba la lluvia caótica después del ataque, como si estudiara algo en ella.

—Esto no será en vano… —susurró Aiolia, en el suelo.

—Ja, ja, ja, vaya que son llorones.

 

Milo abrió los ojos de golpe, tan fuerte que sintió dolor en la frente. Una mano titubeante se alzaba frente al inmóvil Aldebarán, parecía calcinada y muy delgada, pero viva. Le siguió el rostro de un infeliz sonriente cubierto en sangre, y luego el cuerpo desprotegido que se inclinaba para después ponerse de pie. El Guía del mar Mikhail de Leviatán se limpió el polvo mojado de su cuerpo y les brindó la más despreciable de las sonrisas.

—¡I-imposible!

—El malnacido está… vivo aún.

—¿El poder de Poseidón lo protegió?

—¡Pero si recibió todo el poder del Máximo Cuerno de Aldebarán!

—Supongo que fue buena idea pararme detrás de Thalos, su guadaña absorbió gran parte del daño que debía caerme a mí. Ja, ja, al final fue útil.

—¡Eres un… ah…! —Retsu trató de ponerse de pie, pero se derrumbó con rapidez, agotado.

—Sigo en el campo de batalla como corresponde, y mis contendientes no son capaces de reaccionar. Eso significa que me quedo con la victoria… —El Guía se acercó, tambaleándose, hasta la gente que se apretujó, trataron de estar lo más cercanos posibles unos de otros. Si un solo Santo de Bronce pudiera golpearlo, lo mataría en batalla, estaba débil, pero a nadie le quedaba energía.

—¡Aléjate de ellos ahora mismo! —rugió Aiolia.

—¿Vas a atacar a gente desprotegida? —preguntó Shaka, de cuyo puño salía un río carmesí.

—Esa era mi misión desde el principio. No sé si mi grito tenga la capacidad de discernir entre los puros y los impuros, pero lo intentaré…

Tomó aire y encendió el poco Cosmos que le quedaba. Jamás en su vida pensó Milo que se podría sentir tan impotente, frustrado, débil y enfurecido al mismo tiempo. Los Santos de Bronce se arrimaron al grupo de Lithos, Paros, y las doncellas de Athena. ¿Querrían absorber el ataque? Parecía imposible.

—¡Detente!

—Despídanse de la Tierra de Poseidón, ¡Rugido Castiga…!

 

Las pozas de agua chapotearon cuando un relámpago las pisó a una altísima velocidad. Las gotas de lluvia fueron más lentas y Milo la captó perfectamente. La Santo de Plata que le tapó la boca con su garra de águila a Mikhail ardía en ira como ninguno pensó la vería alguna vez.

—¡Marin!

—Silencio. —Con su mano libre le golpeó la garganta al Guía, pero éste se liberó con una patada para que no fuera fatal. Los nuevos rivales retrocedieron unos pasos y encendieron sus Cosmos.

—No s… qu… n… e…s —balbuceó Mikhail, incapaz de hablar bien, con su aura reunida en su puño—, p… con l… Da… d… S…te  te aca… ré…

—Ven.

El Marina atacó y Marin desapareció como la lluvia en la bruma. Apareció detrás del enemigo, quien se volteó con buenos reflejos para darle una fatigada patada, pero la segunda Águila también era una ilusión. La tercera, la definitiva, atacó con el Destello de la Garra, la técnica que según Aiolia ocupaba de la mejor manera la velocidad y la precisión entre los Santos de Plata.

A Mikhail se le quebró la mandíbula y el cuello, y cayó de espaldas. Marin se inclinó sobre él y utilizó el Meteoro directamente en su rostro. Hasta para Milo fue algo difícil de ver.

 

El Águila de Plata se levantó con la mano manchada de sangre, y se acercó a los habitantes de Rodrio, cortando sus cadenas con fuertes golpes cósmicos. En ese momento, con una sonrisa, Aldebarán se desplomó finalmente ante ellos, de espaldas, dejando una estela roja en su ruta inclinada.

—Lamento… no haber podido llegar antes, me apresuré lo más que pude —escucharon disculparse a Marin, inclinada sobre el cuerpo de Aldebarán. Todos pudieron oírla, nadie decía una palabra y hasta la lluvia parecía haberse callado. Le tomó una mano, la que Milo, Muu, Aiolia y Shaka sentían estar sujetando también.

—Cumpliste con tu deber. Seiya tuvo la mejor maestra, ja, ja, ja… —rio Aldebarán para sorpresa de todos, vivo, y como si la hubiera oído. Pero también sabían que esas palabras…

—Señor Aldebarán. —Algunas personas se acercaron también. La doncella pelirroja tenía el rostro magullado y su vestido manchado de sangre, pero tuvo las fuerzas suficientes para despedirse del Santo que había sacado fuerzas de la nada cuando golpearon a una inocente.

—Oh, Europa. Gracias por la flor, s-se veía… b-bastante bien… con… el t…

Pero Aldebarán de Tauro no dijo nada más. Solo la lluvia sobre el mundo podía compararse con el llanto de los niños.


Editado por -Felipe-, 22 septiembre 2015 - 17:46 .

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#346 carloslibra82

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Publicado 18 septiembre 2015 - 21:57

................. Me quedé mudo un buen rato. En serio leí este capítulo?? Me hiciste llorar, de verdad. No puedo creer el fin q le diste a Aldebarán. Tengo q decirlo, fue un capítulo impactante, desgarrador, y,pq no mencionarlo, una obra maestra. Recuerdo q dijiste hace tiempo q cuando llegaras a Hades, ibas a hacerlo casi como de nuevo, como una historia diferente. Y ya hay un evidente cambio!! Mataste ahora al Toro. Pero este final q le diste es mucho más digno y heroico q el del original. Murió como todo un guerrero de Athena. Entiendo q te haya dejado muy triste el capítulo, pero ya sé pq. Debo decir q es el mejor capítulo q he leido de los muchos q has escrito. Te agradezco la forma en q eliminaste a esa basura de Leviatán, bien por Marín, era un ser despreciable. Ahora espero con ansias el resto de la Saga, ya sólo quedan los personajes por todos conocidos según el clásico (Tetis y los siete generales). Un saludo, amigo, y espero no me hagas llorar más, jejejejeje!!!



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hola felipe!!  han pasado varios capis,bueno una lastima que usases a ikki en algun capi

aunque entiendo tu postura,tu idea de encerrar a los dorados realmente es mucho mejor

idea que la original que no tenia ningun sentido

estuvo muy bueno el comienzo la saga de poseidon tal y como la conocemos

el anterior capitulo era un que esperaba...si es una guerra deben haber ,mas bajas

digamos importantes y lo has conseguido en ese...

y ya en este te has coronado,dijiste que habrian cambios y vaya cambio

y debo decir que a mejor.....

de este capitulo anterior....me quito el sombrero

ganas de seguir leyendo

un saludo.



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Publicado 22 septiembre 2015 - 16:30

Spoiler

 

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Publicado 25 septiembre 2015 - 10:23

................. Me quedé mudo un buen rato. En serio leí este capítulo?? Me hiciste llorar, de verdad. No puedo creer el fin q le diste a Aldebarán. Tengo q decirlo, fue un capítulo impactante, desgarrador, y,pq no mencionarlo, una obra maestra. Recuerdo q dijiste hace tiempo q cuando llegaras a Hades, ibas a hacerlo casi como de nuevo, como una historia diferente. Y ya hay un evidente cambio!! Mataste ahora al Toro. Pero este final q le diste es mucho más digno y heroico q el del original. Murió como todo un guerrero de Athena. Entiendo q te haya dejado muy triste el capítulo, pero ya sé pq. Debo decir q es el mejor capítulo q he leido de los muchos q has escrito. Te agradezco la forma en q eliminaste a esa basura de Leviatán, bien por Marín, era un ser despreciable. Ahora espero con ansias el resto de la Saga, ya sólo quedan los personajes por todos conocidos según el clásico (Tetis y los siete generales). Un saludo, amigo, y espero no me hagas llorar más, jejejejeje!!!

Wow, qué genial que te haya gustado a ese nivel, no esperaba algo tan así. Me alegro mucho.

 

Y pues sí, aquí el primer gran cambio. Hades va a ser muy diferente, este es el primer indicio. Desde ahora la historia seguirá su curso normal, sin grandes sorpresas, pero no he visto demasiadas cosas que cambiar la saga de Poseidón.

 

Gracias como siempre Carlos :D

 

 

hola felipe!!  han pasado varios capis,bueno una lastima que usases a ikki en algun capi

aunque entiendo tu postura,tu idea de encerrar a los dorados realmente es mucho mejor

idea que la original que no tenia ningun sentido

estuvo muy bueno el comienzo la saga de poseidon tal y como la conocemos

el anterior capitulo era un que esperaba...si es una guerra deben haber ,mas bajas

digamos importantes y lo has conseguido en ese...

y ya en este te has coronado,dijiste que habrian cambios y vaya cambio

y debo decir que a mejor.....

de este capitulo anterior....me quito el sombrero

ganas de seguir leyendo

un saludo.

Que hay, Presstor? Me alegra que te hayan gustado los cambios múltiples y agregados que he metido.

 

Muchas gracias :)

 

 

 

Spoiler

 

Spoiler

La idea de matar a Alde aquí fue de antes que saliera a SoG, así que es coincidencia, una interesante, la verdad xD

 

Gracias por pasar, como siempre :)

 

 

SHUN II

 

13:00 p.m. del 22 de Marzo de 2013.

La cadena de Andrómeda tomó una ruta de parábola y se ató al cuello del último Ceto que vio. El monstruo fue estrangulado segundos después ante gritos que juraban una venganza inútil.

—¡Sigamos, June!

—¡Sí!

 

Sintieron un Cosmos muy violento en dirección al Santuario, pero Shun y June tuvieron que quedarse en las islas egeas durante horas para salvar a la gente que perdía sus hogares por la lluvia y la subida repentina de las aguas. Obviamente era obra de Poseidón, que en secreto cumplió su objetivo. Ayudaron a la policía a refugiar a la población en las zonas más altas, pero tuvieron que dejar ese trabajo en sus manos cuando los Cetos volvieron a atacar acompañados de un ejército de avanzada de los Marina. No vieron Guías, pero por el número, el enemigo ya era peligroso, y esas bestias no eran cualquier cosa. Además, Venator estaba en el sur de Inglaterra y Shaina había viajado al este, estaban solo ellos dos.

Corrieron a toda velocidad por la orilla del Mediterráneo, que reducía la tierra cada vez más. El cabo de Sunión se había achicado, era apenas una pequeña colina con un templo sobre el mar. La lluvia arreciaba invencible, imbatible, era una fuerza antinatural de origen divino que enfriaba sus huesos y entumecía sus músculos, golpeaba su cuerpo como látigos transparentes y nublaba su visión.

Pero sus sentidos seguían intactos, y percibieron una explosión a lo lejos, en el lejano Santuario donde una batalla para protegerlo se anunciaba. Sin embargo, lo que Shun sintió fue tristeza, pena incalculable y frustración innombrable, como si una estrella del firmamento cayera sobre la Tierra un día al azar, los atrapara a todos bajo fuego celestial sin que pudieran hacer nada para detenerlo, sin siquiera anunciarse antes.

—¿Sentiste eso, Shun? —preguntó June, deteniéndose junto a él.

—Sí, un gran Cosmos ha estallado… —Shun frunció el ceño y vio temblar a su amiga; un calor salado surcó sus mejillas.

—Y se extinguió casi un segundo después. ¿No será…?

—Creo… creo que fue Aldebarán. —Shun no pudo dar crédito a sus propias palabras, se sintieron tan falsas e improbables.

—¿Un Santo de Oro ha…? ¡Es imposible! Y Athena…

—Saori debe estar… ¿Qué es esto?

Casi se desgarra los brazos cuando las cadenas atadas a estos se precipitaron hacia el lado, apuntando al mar cercano que ahora se extendía por donde antes hubo árboles y casas. Parecían un par de sabuesos que habían captado el olor de quien buscaban, se irguieron en posición horizontal no afectados por la gravedad, la punta de prisma alcanzaba la altura del promontorio que servía como cárcel del Santuario. Allí había una prisión extraña con un Cosmos sobrenatural.

—¡Shun! ¿Qué sucede?

—No lo sé, reaccionaron ante el nombre de Athena. ¡Andrómeda! ¿Qué es lo que pasa? ¡Responde!

 

Y su armadura respondió. Nunca con palabras o gestos, pero su Cosmos se transmitía a su cerebro en forma de información. No era progresivo, sino que de pronto ya conocía la respuesta a la pregunta.

—¿Es Athena?

—Sí. Andrómeda siente su presencia bajo el Mediterráneo, en grave peligro.

—¿Athena bajo el fondo del mar? ¿Pero por qué? Además desde que está lloviendo el agua parece infranqueable, algunos buzos dijeron que no eran capaces de sumergirse más de un metro o dos antes de ser repelidos.

Shun recordó las palabras de esa pareja de aterrorizados deportistas. Nunca había sufrido algo así, y cuando los Cetos aparecieron, comprendieron que algo de verdad malo estaba ocurriendo. Que el Cosmos de Aldebarán se apagara solo confirmaba más aún que había un problema más allá de todo entendimiento.

—Debo ir por Saori, de todas maneras. Los Mantos Sagrados buscan estar siempre al lado de su diosa, esas fueron las palabras de Daidalos. Y si abajo hay algo con oxígeno donde esté Athena viva…

—¿Crees que tus cadenas…?

—No lo sabré hasta que lo intente —resolvió convencido. Se acercó a la marea que cada vez abarcaba más terreno, varias calles habían desaparecido—. No puedo pensar en Aldebarán ahora… Saori… Athena es la única capaz de enfrentar a Poseidón, es la protectora de la Tierra, ¡no podemos perderla!

—Lo sé. —June se le acercó por la espalda y lo abrazó. La lluvia pareció disminuir su intensidad, cuando sus manos se posaron en su pecho palpitante—. Yo iré al Santuario y ayudaré a la gente de Rodrio, y tú nadarás hasta allá abajo y le darás la golpiza de su vida a Poseidón, porque es nuestro destino. Somos Santos de Athena, de Saori Kido, ¿está claro? Que no te tiemble la mano.

—Sí.

—Y ni se te ocurra morir en un lugar como ese, aún hay mucho que hacer.

—Lo prometo —asintió Shun, y tomó las manos de June con las suyas.

 

Se aproximó al mar hasta que éste, furioso, le golpeó los tobillos. En un par de segundos comenzó a alcanzar sus rodillas, pero por sí solo sabría que no podría adentrarse más allá sin ser repelido. Pero no estaba solo.

—Andrómeda, atraviesa las dimensiones y las barreras divinas, cruza el mar y la lluvia, ¡llévame con Athena! —ordenó tratando de que su voz sonara tan firme como la de Aldebarán cuando los invitó a comer en Rodrio durante esos días de recuperación, a él, Seiya, Shun y Hyoga.

Y las cadenas asintieron. Se elevaron hasta el cielo nublado y extendieron más de lo que era lógicamente posible, pues eran infinitas. Luego se sumergieron bajo las aguas turbulentas con más potencia que cualquier gota de lluvia, y más velocidad que la que pudiera controlar. Las cadenas buscaban desesperadamente a su creadora.

Shun miraba el agua, pero tras pestañear ya estaba con los ojos cerrados, la presión intensificándose contra su cuerpo, el mar enfriando sus músculos. Estaba de cabeza arrastrado por sus cadenas, girando como si estuviera al interior de un tifón. No tenía pensamientos claros, progresivamente se olvidó de Athena, Alde, June, el Santuario y su propia existencia…

 

…No podía respirar.

 

Tiempo indeterminado después.

Despertó. Al recuperar primero la conciencia, recordó que debía estar bajo el agua, así que no abrió los ojos ni intentó respirar hasta cerciorarse de que estaba en un lugar seguro para ello. Pero no sentía la presión del mar, y el aire era como suaves brisas, no como pensó serían las corrientes oceánicas. Abrió los ojos y se encontró con un mundo azul, como en el más extraño sueño.

Arriba, el cielo no tenía nubes ni descargaba lluvias. El sol no se hallaba por ninguna parte, pero aun así había una luz etérea de color celeste que rodeaba todo lo visible. Había acantilados, rocas, colinas, y caminos de adoquines blancos que subían y bajaban por doquier, cosas que parecían habituales, pero definitivamente no lo eran. Los árboles habían sido reemplazados por corales y algas verdes, y la gente por un vacío silencioso y aparentemente infinito. Ni siquiera había animales a la vista, como si las extrañas criaturas submarinas de las más extravagantes formas que había oído vivían allí abajo fueran solo un mito.

 

«Este es el fondo del mar. Las cadenas me han arrastrado al reino del dios Poseidón» pensó Shun. Había mirado en todas las direcciones, con excepción de hacia atrás. Llevado por una presión especial, un presentimiento como el de antes de una catástrofe, se volteó, y se encontró con una montaña gigantesca, de forma rectangular como el más perfecto monolito de tierra.

Pero no, notó que era una construcción de piedra o algo similar, no una formación natural, pero es que jamás había visto algo tan grande e imponente, con excepción de la estatua de Athena. La torre parecía atravesar el símil del cielo, como un desafío a la autoridad de la lógica humana. Delante de la columna había un magnífico templo antiguo, un edificio de estilo griego, robusto y de color oro, tan enorme como el Partenón y desprendiendo un Cosmos similar al de Saori.

Shun no podía ver sus puertas ya que apareció a la izquierda del templo, a un par de kilómetros detrás de formaciones rocosas, colinas de piedra y campos de coral; pero las cadenas estaban desesperadas apuntando hacia allá, buscando a su diosa. Cuando tuvo la intención de bajar a las escalinatas zigzagueantes que cruzaban el valle azul, se detuvo de golpe y ocultó tras un muro rocoso.

Un ejército de Marinas hacía una ronda alrededor del edificio en perfecto orden y sincronía. Eran cientos en formación de cuadro, rondando los alrededores con miradas sutiles, vigilantes y armados hasta los dientes con espadas, escudos, lanzas y martillos. Los más grandes cargaban anclas plateadas, brillantes como la luz de la luna.

Con toda su fuerza de voluntad trató de controlar el ímpetu de las cadenas que seguían apuntando al templo y la torre. ¿Acaso Athena estaba allí? Solo había una manera de averiguarlo.

 

Se adentró con sigilo entre las rocas y los corales multicolores, y avanzó en silencio al edificio que atravesaba el mar, el lugar donde se concentraba el mayor Cosmos que hubiera sentido en mucho tiempo, desde que Saori se presentó como Athena en su mansión. Mientras más se acercaba dando saltos, agachándose y ocultándose entre los diversos arrecifes, más fuerte sentía la presencia de algo mayor a lo natural, algo que enfrentaba la lógica de los seres humanos. Sus pies se sentían tambaleantes y el sudor corría por su rostro como las gotas de lluvia en la superficie; sentía temor, un miedo irracional que a la vez que le advertía que no se acercara, también le impedía detenerse.

«¿Acaso este es el poder de un dios enemigo? Lo que sentí en los Templos de los Gemelos y la Doncella no se asemejan en nada a esta sensación tan horrible y asfixiante, es como ser una hormiga acercándome a la boca de un hambriento león» pensó Shun. Se sintió mareado y trastrabilló, sus botas golpearon algunas piedras que cayeron en lugar de flotar. Y eso que el templo aún estaba lejos.

—¿Escucharon eso? —preguntó una voz cercana justo cuando se ocultó detrás de una roca.

—¡Hay alguien aquí! —advirtió un segundo con voz de alarma.

 

En seguida sonó una trompeta y los Marinas separaron su formación para buscar al intruso. Las cadenas reaccionaron al peligro y se inquietaron, listas para atacar a cualquier enemigo que vieran y darse prisa para ir por Athena. En ese momento, Shun comprendió con una sonrisa que no tenía ninguna aptitud para el trabajo de vigilancia con Andrómeda como su compañera.

Salió de su escondite y los Marinas lo atacaron sin siquiera preguntar su nombre u objetivo. La orden debía ser “ataquen a cualquiera que no sea de aquí”. Pero Shun ya había aprendido que en esa guerra no solo tendría que defenderse, sino también…

—No quiero lastimarlos, ¡así que no me obliguen! —Arrojó la cadena de la mano derecha con toda su fuerza y con ella golpeó a una decena de enemigos que estaba en el rango del diamante. No necesitó dar muchas órdenes aparte de “hazme camino hasta el templo”.

—¡Es un Santo de Bronce!

—De todas formas no lo dejen pasar.

—¡¡¡Mátenlo!!!

Su Cadena Circular se ató en una saliente rocosa, y con ella se balanceó hasta adelante por encima de los Marina. Muchos le lanzaron jabalinas y pesadas anclas de hierro, pero las pudo esquivar con algunas dificultades. De todas formas no eran nada comparadas a las rosas de Aphrodite.

 

Sin previo aviso, un ser de luz rosa con forma femenina se interpuso en su camino y le dio un fuerte golpe en el estómago cuando aún estaba en el aire. Fue un movimiento rápido, efectivo e inteligente, obviamente no era cualquier Marina.

No. Cuando Shun aterrizó y fue rodeado por los enemigos, un grupo se hizo a un lado para dar paso a una mujer de larga cabellera rubia con ojos celestes y una sonrisa triunfante que llevaba Escamas rojas como las de Apias.

—¿Tienes mucha prisa, Santo de Bronce? —preguntó con una voz tan bella que por un instante Shun bajó la guardia. Rápidamente levantó las cadenas para defenderse.

—Mi nombre es Andrómeda Shun, y estoy en búsqueda de la diosa Athena de la Tierra.

—¿Athena? Vaya, vaya, así que el primero de sus hombres en venir por ella es un jovencito con ojos bonitos.

¿Qué tenía esa voz? Era como un canto angelical pero en un tono normal sin altibajos, le hizo sentir mareado, y por culpa de la presión que lo asfixiaba desde hace un rato proveniente del templo, eso no ayudaba. Además, todo lo que decía parecía una invitación atractiva, o mínimo un cumplido.

—¿Está con Poseidón? Mi misión es terminar con… con… las lluvias y…

—¿Con qué? Veo que no tienes mucha convicción, chico —dijo la mujer llevándose un dedo a los labios sonrientes e insinuantes.

—¿Qué me pasa? —La visión se la había vuelto borrosa, y las cadenas se habían paralizado, no reaccionaban ante ningún estímulo de sus dedos.

—¿Sabes? Eres bastante lindo, creo que haré un trato contigo. Si vences a todos estos vigorosos hombres de la guardia de Shomdewil, y luego tocas cualquier parte de mi cuerpo, yo, Tethys de Nereida, te diré dónde está tu diosa y cómo detener estas lluvias. ¿Qué te parece, Shun?

—M-mi… cuerpo… no responde…

—Parece que hiciste mucho ejercicio, se ve que estás bien constituido, pero en tan poco rato corriendo ya te cansaste. No te has acostumbrado a la presión aquí en el fondo del océano, y estás ante las puertas del Templo de Poseidón.

Shun perdió el equilibrio y cayó de rodillas. Sin embargo, rápidamente golpeó el suelo y se puso de pie, empuñando con más fuerzas sus cadenas a la vez que encendía su energía.

—Cosmos, no me dejes caer…

—¿Hm? Vaya que eres lindo, ¿tantas ganas tienes de atraparme y tocarme?

—Mi misión es… ayudar a Athena en lo que pueda, y vencer a Poseidón, ¡nada me impedirá conseguirlo!

—¡¡¡Bien dicho, Shun!!!

—¿Qué?

 

Tethys miró un punto detrás de Shun, y éste también se volteó a pesar de haber reconocido a su amigo solo por la voz. Nunca se había sentido tan alegre de que el impetuoso y bocón de su compañero apareciera con su altanería típica.

—Seiya…

—¡Espero que el trato también vaya conmigo, ya que todos estos tipos están en mi rango de mira!

El Santo de Pegaso disparó su Meteoro desde una colina submarina de color gris en lo alto, y después de vencer rápidamente a algunos Marina que no fueron capaces de hacer nada para evitar su derrota, descendió a toda velocidad hasta alcanzarlo. Lo ayudó con sutileza a ponerse de pie ante la mirada impávida de la Guía de Nereida.

—¡Imposible, es Pegaso! ¿Dos Santos ya han entrado al Reino submarino?

—Hola, Seiya… Veo que no te afecta esto de estar bajo el agua…

—Por supuesto que no, llevo tres días corriendo aquí abajo.

 

—¿Qué? —preguntó todo aquel que tuviera boca.

—¿Cómo dices? ¿¡Un simple Santo de Bronce entró aquí antes que…?! —La Guía de Nereida se calló repentinamente como quien está a punto de mencionar un tabú.

—¿T-tres días, Seiya?

—Sí. Cuando nos separamos de Retsu y su discípulo, Jabu y yo nos metimos otra vez al agua cerca de donde peleamos con unos Cíclopes, bajo el continente perdido de Mu.

—¿Cíclopes? —preguntó Shun, cada vez más confuso. Seiya tenía la mala costumbre de explicar cosas como si todos supieran lo que había vivido antes.

—Sí, nos costó mucho navegar por esas corrientes, pero al final los Cetos atacaron y Jabu se quedó a pelear. Yo nadé aquí abajo aprovechando el caos, pero no creo que él pudiera seguirme, pobrecito…

—¡Imposible! Un Santo de Athena no pudo…

—Ah, ¿tú eres una de esas Guías? Mira, no lastimo mujeres, pero de todas formas preferiría que te callaras, no me caes bien desde que te apareciste allá en Sudáfrica. Sí, te recuerdo —aclaró Seiya como si fuese necesario, abriendo muy grandes los ojos y levantando las cejas—. Para peor, apenas he podido dormir en algunas colinas…

—¿Y estuviste corriendo todo este tiempo?

—Sí, todo lo que he comido son algas, así que los baños improvisados están llenos de ellos, ja, ja, ja.

—¡Qué puerco! —Tethys atacó sorpresivamente con un puñetazo rápido y una perfecta postura de combate, pero Seiya lo bloqueó con una sola mano.

—Como dije, preferiría no lastimar mujeres, no quisiera que me dejaras sin opciones, sirenita.

Shun notó que la voz de Tethys se había oído normal, sin ningún tipo de encanto ni insinuación inquietante. Eso decía mucho del tipo de habilidades que era capaz de usar…

—¡Maldición, atáquenlos!

—¡Sí, señorita Toglish!

 

Por alguna razón la mayoría de enemigos fue contra Seiya. Shun no pudo entender por qué alguien haría una estupidez así. Tethys aprovechó de retroceder convertida en una mujer de luz.

—¡Shun, no la pierdas de vista!

—¡Sí!

Su cadena se enrolló alrededor de Tethys, pero ésta se escapó con agilidad y flexibilidad impropias de un ser humano, saltando lejos del alcance de los rosas eslabones que habían recobrado energías de pronto. Shun, sin embargo, todavía no se acostumbraba completamente.

Seiya derrotó a todos los que tenía cerca con golpes y patadas tan rápidas como las que debió usar quizás contra Aiolia o Saga. Luego saltó sobre un grupo de retaguardia y arrojó una descarga de luz azulada hacia Tethys, quien volvió a esquivarlo como con la cadena.

—¡Maldición, es maldita trucha!

El templo estaba tan cerca, pero tenían ya tantos problemas para acercarse que casi parecían piezas en un juego de tablero de los dioses. No debían perder más tiempo.

—¡Seiya, mis cadenas dicen que Saori está cerca de aquí!

—¿Qué? ¿¡Saori!?

Tethys se esfumó de pronto, pero los brazos de Shun recibieron un breve sacudón, y junto con Seiya la persiguieron hacia el templo pasando por encima de todos los Marina que se encontraron. La Nereida era rápida, apenas le seguían el rastro como una mancha de luz rosácea que se distinguía entre los haces luminoso que atravesaban el cielo marino. La cadena trataba de alcanzarla, pero la chica de cabellos dorados siempre se le escapaba con gracia y sutileza.

Finalmente se detuvo ante las escaleras del gigantesco templo, que estaba a su vez rodeado de feroces Marina armados. Parecía que ninguno alcanzaba del todo a comprender la situación.

—Es la Toghlish...

—¿Por qué trajo a estos hombres aquí, señorita?

—¡Esta será su tumba, Santos de Bronce, justo ante las puertas del Templo de mi señor! —resonó la voz de Tethys repentinamente.

 

Juntó sus manos y curvó las cadenas, y de sus dedos salió un resplandor multicolor tan bello que Shun perdió de pronto la concentración. Todos sus sentidos se vieron afectados…

El aire se tornó relajante, olía a plantas aromáticas y brisa de verano, como si estuviera en una bahía frente al mar y el ocaso. Una melodía calma, como el canto de una sirena, le hizo bajar los brazos y lo sedujo como un encantamiento. Oía un suave oleaje y las notas agudas pero suaves de un coro angelical. En su lengua sintió sabores diversos que desvanecieron cualquier rastro de hambre. Del suelo surgieron corales de todas las formas imaginables, bellos y luminosos y el ambiente azul oscuro de alrededor se tornó blanco y dorado, como en una…

«Una ilusión».

—¡Shun, ten cuidado!

—¿Qué? —Shun se estremeció al volver a la realidad, y notar que aunque seguía oyendo, viendo y oliendo cosas, seguía siendo una técnica en la que había caído fácilmente.

Sus piernas estaban paralizadas, envueltas por una capa de multicolores ramas como si fueran maderos gruesos. Era coral, e iba subiendo rápidamente por sus muslos como si devoraran su piel y la armadura. A su lado, Seiya estaba en la misma situación, desprovisto de movilidad mientras esas criaturas submarinas intentaban devorarlo sin compasión.

Trampa de Corales (Coral Trap) —anunció Tethys, quien se oía con claridad debajo del canto de sirena—. Serán convertidos en bellas estatuas de coral cuando terminen de paralizarlos y asfixiarlos, y los presentaré a mi señor Poseidón como regalo para Athena de parte del ejército que limpiará al mundo para llenarlo de belleza y colores.

—M-maldición… —se quejó Shun con dificultad. El coral presionaba contra su pecho y hasta las cadenas habían perdido su movilidad, también habían sido sepultadas al interior de esas criaturas hambrientas.

—No puedo dejar que… ¡Ahhh! —Seiya tuvo que callarse. Aunque tenía los brazos libres, el coral de Tethys había tomado otra ruta y ya estaba sobre su rostro, impidiéndole ver, hablar y respirar; el Santo de Pegaso era cubierto como en una momificación multicolor.

—¡Se-Seiya!

—Vamos, ríndanse, sean lindos y conviértanse en regalos para el Emperador de los siete mares.

 

El canto ya no era angelical, sino que se sentía como aullidos del infierno, era desesperante y no relajante. El olor se había tornado a la sangre que salía de su piel ante la presión de los corales.

De pronto, la cabeza de Seiya pareció estallar, pero solo fueron los corales pequeños que tapaban su rostro. El Santo de Pegaso había gritado, aunque la Trampa de Corales aisló gran parte del relincho.

—No voy a permitir que una cosa como esta me mate, ¡no voy a morir en este lugar así de fácil!

Seiya rasgó el aire con su puño libre y encendió su Cosmos azulado. Se oyó una explosión, rápidamente el ambiente dorado volvió a su tono oscuro de cobalto, y los corales salieron dispersados como partículas de polen que se llevaban las suaves corrientes submarinas.

Shun se movió rápidamente apenas se vio libre. Corrió hasta la espalda de Tethys quien no pudo reaccionar, tomó su brazo y lo arqueó hacia atrás mientras ataba su cuerpo con las cadenas de Andrómeda.

—Lamento hacer esto, pero no me dejaste opciones… —se excusó. Al final no era muy caballeroso lo que hacía.

—No te disculpes, Shun, es nuestra enemiga. Una que debe cumplir con su promesa, ya que la atrapaste —dijo Seiya.

—¡M-malditos! —exclamó Tethys.

Los Marina cercanos que se habían limitado a ser testigos de la contienda, alzaron sus armas y se acercaron, pero Seiya les dedicó una de sus miradas llenas de falsa sed de sangre y ellos se detuvieron.

—Shun, dijiste que Athena estaba por aquí, ¿verdad? —preguntó Pegaso sin bajar la guardia, atento a cualquier movimiento de un Marina.

—Sí, mis cadenas la sienten cerca.

—Debe estar adentro de este templo. Según lo que descubrí en estos días, aquí también descansa el tío de Saori, así que aprovecharé de darle la paliza de su maldita vida.

—No, ¡no te atrevas a entrar allí, Pegaso!

—Encárgate de ella, Shun, ¡que te diga cómo detener los planes de Pose!

Seiya subió las escaleras a toda prisa mientras se sacaba más guardias de encima. Abrió unas gigantescas puertas de lo que parecía ser piedra, y entró por fin al templo de Poseidón.

—¡¡¡Ningún Santo puede entrar a ese lugar sagrado!!! —rugió la Nereida, aun intentando soltarse de las cadenas, sin éxito.

—Por favor dime como detener las inundaciones que azotan todo el planeta. Me lo prometiste.

—¿Cómo crees que…?

—¡Bien! Ahora habrá que ver dónde estará… ¿Eh?

 

Seiya se quedó paralizado al salir de las puertas por las que acababa de entrar segundos antes. Su rostro era una mezcla de las más extrañas emociones.

—¿Seiya?

—¿Shun? ¿Cómo entraste aquí?

—¿Entrar?

Seiya miró hacia arriba y luego hacia todos lados. Pronto descubrió con una maldición que estaba de nuevo en la entrada del templo. ¿Pero por qué se había devuelto sin motivo?

—Seiya, ¿qué te trajo de regreso? De verdad puedo encargarme de ella, no te preocupes.

—¿De regreso? ¡Pero Shun, si todo lo que hice fue avanzar!

Shun miró a Thetys, pero ella tenía exactamente el mismo rostro extrañado que el Santo de Pegaso. Éste se dio media vuelta y volvió a ingresar al edificio dedicado a Poseidón, pero en un par de segundos ya estaba de vuelta en las escaleras blancas.

—¿¡PERO QUÉ DEMONIOOOOS!? —pataleó su amigo.

—¡Seiya!

—Es como la jugarreta de Saga en el Templo de los Gemelos. Aquí adentro hay un corredor y una gran puerta, pero al cruzar el umbral vuelvo aquí, ¡esto es desesperante, maldita seaaa!

—¿Qué? ¿Hay alguien con manejo de ilusiones entre los Marina?

—Ninguno de ese estilo… —murmuró Tethys en voz baja. Tenía la boca abierta y los ojos confundidos; el sudor corría por su nariz.

—¿Trajiste a los Santos aquí? ¡Pero qué estupidez!

De pronto, Shun fue alzado por los aires y no pudo evitar soltar a la Guía del mar. Algo lo levantaba y mantenía en el aire, al igual que a Seiya en lo alto de las escaleras. Súbitamente ambos fueron arrojados uno contra otro, el codo de Pegaso se enterró en su tabique, y una de las botas de Shun dio inevitablemente contra el estómago de su amigo; después del doloroso y sorpresivo choque, se estrellaron violentamente en el suelo, al pie de las escalinatas y Tethys.

—¡Ah! ¿Qué fue eso?

—Ten cuidado, Shun, un enemigo poderoso está cerca.

 

Y Seiya tuvo razón. Al limpiarse la sangre del rostro, Shun vio un hombre con Escamas anaranjadas y doradas, luciendo una larga capa azulada. Tenía un casco alado con cresta, y aletas repartidas en los brazales y perneras; cargaba gruesas hombreras dobles y un gran peto adornado y escamoso. Su cabello liso era blanco como el de un anciano, pero sus ojos eran celestes y vibrantes, y su piel tersa como la de un joven adulto.

—¿Q-quién eres tú? —preguntó Seiya, poniéndose de pie.

—Le hiciste una promesa a unos simples Santos de Bronce, estúpida, ¡ahora cumple con tu juramento como te corresponde! Supongo que te enteraste ya que eres la única que queda por culpa de un solo imbécil que tu inútil maestro dejó vivo. ¡Quisiera que la única Guía tuviera algo más de cerebro!—gruñó el General del Mar con voz ronca y enfurecida, haciendo caso omiso de la pregunta de Seiya. Ese Cosmos impresionante, como el de un Santo de Oro, y ese porte altivo eran pruebas de que no podía ser menos que uno de los Generales de los que Apias había hablado.

—L-lo siento mucho, señor Salem… digo, Shomdewil.

—¿Salem? ¿Tú eres el tal Salem que nombraban los Marina allá en África?

—No te atrevas a dirigirme la palabra, mocoso insolente. —Salem alzó una mano, y aunque vieron el gesto, ni Seiya ni Shun fueron capaces de evitar el golpe deslumbrante que los atrapó y dejó en el piso en un abrir y cerrar de ojos.

 

Dolía mucho, en un breve instante les habían desquebrajado algunos huesos con una facilidad impresionante.

—Este tipo… hijo de… de… —Seiya se interrumpió para vomitar un poco de sangre, y se llevó la mano al estómago.

—I-imposible… Nos hizo tanto daño con… una sola… ¡Ahhhh! —A Shun le estaba costando respirar otra vez.

—Diablos, los mataría aquí mismo con uno de mis dedos si no fuera porque el señor Poseidón le prometió a Athena que les daría una oportunidad a ustedes, Santos de Bronce miserables.

—¿Athena? ¿Saori todavía está aquí?

—¡Silencio! —Salem volvió a atacar, y los revolcó nuevamente por las piedras del suelo como si fueran cualquier cosa. Seguía doliendo, y su Cosmos ejercía una presión que solo presenció en los Santos de Oro—. Athena está adentro, trata de negociar un pacto con Poseidón, y de seguro peleará con él, pero no logrará conseguir nada.

—D-debemos ir con ella…

—¡Debemos ayudarla!

—¡Que se callen de una maldita vez! —Y por tercera vez, Salem los atacó. Y otra vez no pudieron detenerlo.

Se sintieron mareados, desprovistos de fuerzas y energías, una aplanadora les había pasado por encima y eran incapaces de siquiera pensar en defenderse.

—¿Quién es… este sujeto…?

—Es parte del pacto. Tethys, cuéntales cómo se abrirán las puertas de este templo para ellos y se detendrá el Mabelmok. Diles solo eso, de todas formas no son más que basura ateniense, ¡una burla de nuestro señor Poseidón para la niña ingenua de Athena que cree que tienen alguna oportunidad!

Y ondeando la capa tras de sí, Salem desapareció al interior del templo.

 

—Está bien… habla… —ordenó Seiya cuando logró ponerse de pie. Shun lo imitó, pero apenas podía mantener el equilibrio.

Tethys sonreía con confianza.

—Esta es la muestra del honor que solo nosotros, la Armada de Poseidón, tenemos. El reino de nuestro señor se extiende por todo el mar, con una cúpula de aire que les permite respirar y moverse como en la superficie, además de entregarles el Don de Poseidón a sus más leales súbditos mientras estén cerca de este bello y celeste mar.

—No me interesa eso, solo quiero saber cómo entrar allí a darle una golpiza al dios del agua…

—Tonto, horrible e irrespetuoso, típico de los Santos, ja, ja. Como dijo el hombre que acaba de tratarlos como los gusanos que son, Salem de Dragón Marino, las puertas de este templo no se abrirán a menos que consigan debilitar la barrera. —Pero a Shun no le pareció que Tethys sonara convencida durante esas palabras en particular. Y él sabía notar esas cosas, pero lo dejó pasar.

—¿La barrera? ¿Esa cúpula que está arriba?

—Es sostenida por siete enormes Pilares como el que ven ahí, detrás de este templo. Ese es el Sustento Principal, indestructible gracias al poder de los dioses, el que representa a nuestro Señor.

—¿Qué siete Pilares?

—Los Pilares que están repartidos en los siete mares, y que sujetan la cúpula que impide la entrada de los seres humanos impuros a este mundo… con la obvia excepción de ustedes dos. —Tethys suspiró pesadamente y continuó—. Cada Pilar es custodiado por uno de los Siete Generales, donde reposan junto a sus soldados y su Guía, donde entrenaron y se convirtieron en los guerreros divinos que son.

—Imagino que si rompemos esos Pilares la cúpula se destruirá, ¿no?

—Eres perspicaz, lindo, pero no lo suficientemente perspicaz —contestó Tethys al comentario de Shun—. Solo se debilitará si lograran superar a los Siete Generales y consiguieran el milagro de romper los Pilares bajo los siete mares. Si lo hicieran, el Sustento Principal perdería su indestructibilidad y… bueno, solo los dioses podrían destruirlo para que las inundaciones se detuvieran.

—Y es bueno que tengamos a un dios de nuestro lado, ¿verdad, Shun? —sonrió Seiya con confianza renovada—. Saori debe estar peleando también en este momento contra Poseidón, así que hagamos lo mismo. Entre los dos podremos hacer pedazos a esos Generales.

—Pero, Seiya… Salem…

—Solo fuimos tomados por sorpresa, ten confianza, ¿o no eres el que acabó con el Pez Dorado?

—Seiya… Sí.

—¿Qué? ¡Están locos! Pidan una audiencia con Dragón Marino para que les permita unirse a las filas de Marina y se salven del Mabelmok, no sean estúpidos.

 

Shun miró a un lado y Seiya al otro, dándole la espalda ambos a Tethys. No tenían tiempo que perder, y lo sabían. Incluso teniendo a Saori tan cerca, la misión principal de los Santos era proteger a los seres humanos, se lo había jurado a June. Impedirían que las lluvias siguieran cayendo, costara lo que costara.

—Para allá debe estar el océano Pacífico desde el que llegué.

—Pero si son siete mares, tanto el Pacífico como el Atlántico deben estar divididos en dos Pilares, ¿verdad? —Con la mirada, Shun supo que decía la razón aunque Tethys no asintió.

—Vamos allá entonces y luego por los demás.

—¿A-acaso creen que pueden lograr tantos milagros tan fácil? Derrotar a un General guardián es tan difícil como arriesgar la vida contra un Santo de Oro; destruir los Pilares es difícil incluso para dioses, y el Sustento Principal es… es…

—Los Santos estamos acostumbrados a conseguir milagros, accedemos a ellos más fácil que la gente común, ¿no, Shun? —Dicho esto, sin esperar respuesta, Seiya se alejó corriendo en dirección al océano Pacífico. Sería una larga carrera de muchísimos kilómetros, pero los Santos de Athena eran capaces de todo.

—Sí. La esperanza es parte de lo que nos da fuerza. Si la gente sufre, es casi imposible que no podamos lograr lo que nos propongamos para evitarlo.


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#350 carloslibra82

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Publicado 25 septiembre 2015 - 14:53

Insisto, amigo, a pesar de q es lo q conocemos, disfruto mucho de leerlo  Claro y conciso, aunq no dejas de introducir pequeños cambios q me agradan. Sin más q decir, espero la próxima entrega, saludos!!



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Publicado 25 septiembre 2015 - 16:22

Spoiler


Editado por T-800, 25 septiembre 2015 - 16:22 .

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#352 ALFREDO

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Publicado 27 septiembre 2015 - 15:32

Que tal Felipe aqui sigo avanzando, he llegado al capitulo de shiryu el cual esperaba ansioasamente tu vision del combate contra seiya y me encuentro q nunca se dio el torneo, y todos los protas se conocen de una manera totalmente distinta, me parecio un capitulo muy raro...

 

 

De por si creo recordar q saori no tenia por qué saber q los santos estaban en anonimato si ella nunca crecio en el santuario, ademas de q ella queria hacerce mostrar para combatir al santuario desde el comienzo, por eso hace el torneo y hasta en el Sho, lo respaldan. Por lo que no veo sentido q hayas quitado el torneo, yo pense q lo ibas a dar enterito y a diferencia del manga lo ibas a terminar XD.

 

Primer gran cambio. Veamos como sigue el resto...


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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#353 Rexomega

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Publicado 28 septiembre 2015 - 09:59

Saludos

 

Si hiciera una lista de mis cien personajes favoritos de toda la ficción, es probable que la mitad se repartiera entre villanos, antagonistas, y personajes tan awesome que pueden estar en la posición cliché de los dos anteriores siendo un héroe. Hasta entre los enemigos de FMA, que no podrían tener un plan más mezquino, encuentro a mi personaje favorito de la obra en cuestión. 

 

Dicho esto, sobra decir que cuando un villano me cae tan mal que quiero verlo muerto, lo que pienso es que el autor lo hizo muy bien... O que me estoy haciendo viejo y blando, porque últimamente me pasa mucho (?).

 

Salvando distancias, llegó un momento en el que Mikhail me desagradó como si su apellido empezara por F. Hiciste un buen trabajo al sustituir el risible papel de los Santos de Oro en la Saga de Poseidón, todo en base al sensual senil Viejo Maestro, por un sentimiento de impotencia demoledor. La situación que creaste me dejó pensando, a medio capítulo: Como al final Mikhail sobreviva para que lo mate uno de los protagonistas, me sentiré molesto.

 

Creo que lo mejor del asedio de Rodorio (¿Se supone que hay que llamarlo Rodrio o es decisión del autor?) es cómo las tres castas tienen algo que decir. En parte, cuando vi al Toro Dorado llegar tan lastimado, ya veía venir que no mataría a Mikhail, que como mucho vencería a los otros dos... Pero eso no quitó el tono épico de la escena, y por un instante realmente creí que Aldebarán lo había conseguido, y sobra decir que me sed de ver a Mikhail muerto aumentó al ver que había sobrevivido. Y entonces, a falta de la mejor amazona de SS Marin le pone fin a ese hombre. No negaré que disfruté esa última parte en la misma medida que el capítulo me dejó una sensación de malestar. Fue una buena forma de combinar lo trágico y lo épico de este tipo de muertes, características de SS, aunque aquí presentada en otro formato.

 

¿Lo malo de todo esto? Dos cosas:

-¿Cómo te las apañarás para que las batallas contra los Siete Generales estén a la altura de este prólogo?

-El sacrificio de un carismático y/o entrañable secundario es la clase de escena que opaca a los protagonistas, demasiado inmortales como para que, avanzada a la historia, uno se preocupe por ellos. ¡Cuidado! Se me ocurren algunos casos, pero aunque confío en la neutralidad en este nuestro foro, prefiero no ser yo el que encienda la llama. 

 

Sobre el último capítulo, por un momento pensé que los protagonistas iban a partir desde un nivel similar a aquel que sirvió para cruzar el Zodiaco, pero el enfrentamiento contra Salem, a quien comparas con un Santo de Oro varias veces, me hizo cambiar de opinión. No tengo queja, me gusta que el nivel de los protagonistas de SS no sea estable... Excepto en ND. 

 

Yo tampoco creo que se pueda cambiar la Saga de Poseidón si va a ocurrir una Saga de Hades luego. Bueno, sí, se me ocurren un par de ideas que implican que el ejército de Poseidón deba enfrentar al de Hades mientras los atenienses se recuperan, pero eso suena más a UA que a remake de Saint Seiya, ¿no? Aun en la batalla de Poseidón, no creo que haga falta romper las armaduras de oro para que el dios demuestre que estas no son nada para él. Quizá sería bueno que haya una explicación al hecho de que el tridente de Poseidón no parta en dos a quien lo recibe, sea quien sea.

 

Lo que sí, voto por:

-Evitar el comentario de Seiya de que Baian no se compara a los Santos de Oro. Nunca me gustó la idea de que, encima de que Poseidón tiene siete guerreros de élite en vez de doce, digan que uno ni siquiera llega a Santo de Oro. 

-El enfrentamiento entre Ío y Shun es todo un alarde de variedad, un soplo de aire fresco en una historia que básicamente se basa en lanzar la misma técnica hasta que conecte. ¡Debe ser conservada! Pero, si puedes conservar la esencia evitando comentarios como que la cadena de Shun es tan genial que puede atrapar un oso... Lo apreciaré. 

-Conservar la derrota de Poseidón del manga. Con esto, me refiero a que quien sea el que recibe el tridente, mínimo quede inconsciente. Y por supuesto que sea Saori la que lo selle, sin la parte en la que los cosmos de los protagonistas intervienen. ¿Por qué digo esto? Porque para ese momento los protagonistas no deberían poder a afectar a un dios en la plenitud de sus fuerzas, de tal modo que cuando eso ocurra en el futuro, armaduras divinas mediante quizás, si las conservas, sea una novedad. 

(En realidad es para que Saori deje la impresión de que sirve de algo por sí misma). 

 

No sé si me harás caso en la tercera con todo eso de que para destruir cada Pilar hace falta el poder de un dios, pero no pierdo nada con intentarlo. En buena medida, a lo que más estoy al pendiente en esta saga es en cómo podrás expresar el poder de un dios luego de la batalla entre Ikki y Shaka. Ya has sentado la base con el comentario de Shun, pero recuerda la batalla de Atenea y Palas: que alguien diga que están chocando cosmos divinos no hace que dos mujeres chocando espada y bastón con un fondo agradable dejen de ser dos mujeres chocando espada y bastón con un fondo agradable.

 

Lo tienes difícil, es muy rara la batalla de dioses en SS que sienta como una batalla de dioses, pero para eso están los retos, para superarlos. Sé como Seiya, que ya cree que le va a dar una paliza a Don Pose, ¡hay que ser optimista! 

 

Qué largo me quedó el review... Yo que sólo vine a decir que me alegraba de que Mikhail muriera, incluso si murió como lancero a manos de gigante. Bueno, hasta la próxima.

 

Adeus


Editado por Rexomega, 28 septiembre 2015 - 11:49 .

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#354 -Felipe-

-Felipe-

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Publicado 01 octubre 2015 - 21:37

Insisto, amigo, a pesar de q es lo q conocemos, disfruto mucho de leerlo  Claro y conciso, aunq no dejas de introducir pequeños cambios q me agradan. Sin más q decir, espero la próxima entrega, saludos!!

Muy conciso amigo, gracias como siempre :D

 

 

Spoiler

¿Por qué te pareció extraño? o.O

 

Pero sí. Al menos para mí, Shun siempre ha tenido esperanzas. Este no es el Shun de TOEI jaja

Gracias, T-800 :D

 

 

Que tal Felipe aqui sigo avanzando, he llegado al capitulo de shiryu el cual esperaba ansioasamente tu vision del combate contra seiya y me encuentro q nunca se dio el torneo, y todos los protas se conocen de una manera totalmente distinta, me parecio un capitulo muy raro...

 

De por si creo recordar q saori no tenia por qué saber q los santos estaban en anonimato si ella nunca crecio en el santuario, ademas de q ella queria hacerce mostrar para combatir al santuario desde el comienzo, por eso hace el torneo y hasta en el Sho, lo respaldan. Por lo que no veo sentido q hayas quitado el torneo, yo pense q lo ibas a dar enterito y a diferencia del manga lo ibas a terminar XD.

 

Primer gran cambio. Veamos como sigue el resto...

Respondiendo a tus dudas:

1. Saori no creció en el Santuario, pero sabe mucho sobre el mismo gracias a las cientos de investigaciones que hizo Mitsumasa Kido con los años, recopilando datos sobre avistamientos de Santos, misiones secretas, guerras donde participaron, etc. Y dado que es super misterioso todo, no fue difícil concluir que el Santuario trabaja anónimamente.

 

2. Mostrarse al Santuario está bien como idea, pero en la práctica es un suicidio. En el Santuario todo el mundo cree que Athena está en el Ateneo, ¿así por qué le creerían a una ricachona japonesa? Debía ser precavida, ir paso a paso. Y mostrar por la tele mundial a 10 Santos peleando entre sí, con riesgo de que murieran (cosa totalmente desfavorable), arriesgar la Cloth de Sagitario, y a ella misma, es una imprudencia GIGANTESCA. Por otro lado, bien pudo haberles dicho todo desde el principio en vez de hacerlos pelear.

 

Espero haya resuelto las dudas :) Pero sí, definitivamente es el primer gran cambio.

 

Muchísimas gracias por seguir la lectura :D

 

 

 

Saludos

 

Si hiciera una lista de mis cien personajes favoritos de toda la ficción, es probable que la mitad se repartiera entre villanos, antagonistas, y personajes tan awesome que pueden estar en la posición cliché de los dos anteriores siendo un héroe. Hasta entre los enemigos de FMA, que no podrían tener un plan más mezquino, encuentro a mi personaje favorito de la obra en cuestión. 

 

Dicho esto, sobra decir que cuando un villano me cae tan mal que quiero verlo muerto, lo que pienso es que el autor lo hizo muy bien... O que me estoy haciendo viejo y blando, porque últimamente me pasa mucho (?).

 

Salvando distancias, llegó un momento en el que Mikhail me desagradó como si su apellido empezara por F. Hiciste un buen trabajo al sustituir el risible papel de los Santos de Oro en la Saga de Poseidón, todo en base al sensual senil Viejo Maestro, por un sentimiento de impotencia demoledor. La situación que creaste me dejó pensando, a medio capítulo: Como al final Mikhail sobreviva para que lo mate uno de los protagonistas, me sentiré molesto.

 

Creo que lo mejor del asedio de Rodorio (¿Se supone que hay que llamarlo Rodrio o es decisión del autor?) es cómo las tres castas tienen algo que decir. En parte, cuando vi al Toro Dorado llegar tan lastimado, ya veía venir que no mataría a Mikhail, que como mucho vencería a los otros dos... Pero eso no quitó el tono épico de la escena, y por un instante realmente creí que Aldebarán lo había conseguido, y sobra decir que me sed de ver a Mikhail muerto aumentó al ver que había sobrevivido. Y entonces, a falta de la mejor amazona de SS Marin le pone fin a ese hombre. No negaré que disfruté esa última parte en la misma medida que el capítulo me dejó una sensación de malestar. Fue una buena forma de combinar lo trágico y lo épico de este tipo de muertes, características de SS, aunque aquí presentada en otro formato.

 

¿Lo malo de todo esto? Dos cosas:

-¿Cómo te las apañarás para que las batallas contra los Siete Generales estén a la altura de este prólogo?

-El sacrificio de un carismático y/o entrañable secundario es la clase de escena que opaca a los protagonistas, demasiado inmortales como para que, avanzada a la historia, uno se preocupe por ellos. ¡Cuidado! Se me ocurren algunos casos, pero aunque confío en la neutralidad en este nuestro foro, prefiero no ser yo el que encienda la llama. 

 

Sobre el último capítulo, por un momento pensé que los protagonistas iban a partir desde un nivel similar a aquel que sirvió para cruzar el Zodiaco, pero el enfrentamiento contra Salem, a quien comparas con un Santo de Oro varias veces, me hizo cambiar de opinión. No tengo queja, me gusta que el nivel de los protagonistas de SS no sea estable... Excepto en ND. 

 

Yo tampoco creo que se pueda cambiar la Saga de Poseidón si va a ocurrir una Saga de Hades luego. Bueno, sí, se me ocurren un par de ideas que implican que el ejército de Poseidón deba enfrentar al de Hades mientras los atenienses se recuperan, pero eso suena más a UA que a remake de Saint Seiya, ¿no? Aun en la batalla de Poseidón, no creo que haga falta romper las armaduras de oro para que el dios demuestre que estas no son nada para él. Quizá sería bueno que haya una explicación al hecho de que el tridente de Poseidón no parta en dos a quien lo recibe, sea quien sea.

 

Lo que sí, voto por:

-Evitar el comentario de Seiya de que Baian no se compara a los Santos de Oro. Nunca me gustó la idea de que, encima de que Poseidón tiene siete guerreros de élite en vez de doce, digan que uno ni siquiera llega a Santo de Oro. 

-El enfrentamiento entre Ío y Shun es todo un alarde de variedad, un soplo de aire fresco en una historia que básicamente se basa en lanzar la misma técnica hasta que conecte. ¡Debe ser conservada! Pero, si puedes conservar la esencia evitando comentarios como que la cadena de Shun es tan genial que puede atrapar un oso... Lo apreciaré. 

-Conservar la derrota de Poseidón del manga. Con esto, me refiero a que quien sea el que recibe el tridente, mínimo quede inconsciente. Y por supuesto que sea Saori la que lo selle, sin la parte en la que los cosmos de los protagonistas intervienen. ¿Por qué digo esto? Porque para ese momento los protagonistas no deberían poder a afectar a un dios en la plenitud de sus fuerzas, de tal modo que cuando eso ocurra en el futuro, armaduras divinas mediante quizás, si las conservas, sea una novedad. 

(En realidad es para que Saori deje la impresión de que sirve de algo por sí misma). 

 

No sé si me harás caso en la tercera con todo eso de que para destruir cada Pilar hace falta el poder de un dios, pero no pierdo nada con intentarlo. En buena medida, a lo que más estoy al pendiente en esta saga es en cómo podrás expresar el poder de un dios luego de la batalla entre Ikki y Shaka. Ya has sentado la base con el comentario de Shun, pero recuerda la batalla de Atenea y Palas: que alguien diga que están chocando cosmos divinos no hace que dos mujeres chocando espada y bastón con un fondo agradable dejen de ser dos mujeres chocando espada y bastón con un fondo agradable.

 

Lo tienes difícil, es muy rara la batalla de dioses en SS que sienta como una batalla de dioses, pero para eso están los retos, para superarlos. Sé como Seiya, que ya cree que le va a dar una paliza a Don Pose, ¡hay que ser optimista! 

 

Qué largo me quedó el review... Yo que sólo vine a decir que me alegraba de que Mikhail muriera, incluso si murió como lancero a manos de gigante. Bueno, hasta la próxima.

 

Adeus

Antes de responder a lo demás, FMA es mi manga favorito (y Brotherhood mi animé predilecto). Solo por curiosidad, ¿cuál es ese villano favorito del que hablas?

Pero bueno, me alegra que te haya gustado tanto el cambio a la situación dorada, como el villano de turno. Yo la verdad no soy de villanos, históricamente creo que los únicos que me gustan bastante en la ficción ni siquiera son de medio japonés, el Joker y el Riddler de Batman. Pero igual me esforcé bastante para que Mikhail fuera odiable. Muy odiable.

 

Sobre lo de los Generales, a estas alturas ya tengo escrito hasta Kaza, y hay cambios necesarios, como los que referías a su poder. Tranquilo, aquí no será tan fácil, y esa frase de Seiya fue completamente eliminada. Con los demás consejos, también se han considerado ya de antemano. Obviamente, y esto es un spoiler (lol), Seiya, Shiryu, Hyoga y Shun sobrevivirán a esta batalla, y llegarán a la saga de Hades (looool), pero trato de esforzarme para que parezca que de verdad están en riesgo, y por eso cambié mucho las batallas contra los Generales en cuanto a los despliegues de poder, y el aguante humano/cósmico de los Santos de Bronce. Qué desagradable es tener a un cuarteto protagonista que sabes que no va a morir por ser protagonistas, jajaja... Ay... Ned, Ned Stark...

 

¿Enfrentar a Hades con Pose? Sí, es una idea genial, pero no la usaré, porque como dices, se aleja demasiado del remake. Solo Hades tendrá cambios más drásticos, y aun así seguirá una línea estable. Pero mi más grande desafío, como hemos conversado antes, es el de hacer ver a Poseidón como un dios de verdad imponente, más después de mostrar al Shaka megailusorio y al tanque Saga. Tengo varios planes para eso, ojalá resulten. Soy optimista, aunque no como Seiya jaja

 

Muchas gracias por el review, Rexo :D

 

¿Para cuándo empiezas a publicar?

 

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SEIYA III

 

Aproximadamente cinco horas desde el encierro de Saori Kido…

Alejarse de ese templo y el monolito gigante era relajante, pero nunca pensó que se cansaría así con correr a toda velocidad por tanto rato en dirección a un pilar perdido en medio del océano Pacífico. ¿Cómo iba a encontrar algo así con facilidad? Decidió pedir algunas referencias…

—Habla.

—Arg… ah…

—Vamos, no entiendo nada.

Tenía agarrado del cuello a un Marina que quiso atacarlo por sorpresa con un ancla, mientras sus compañeros estaban derribados sobre rocas y algas a su alrededor. El hombre no era capaz de pronunciar ni una letra, así que soltó un poco el apretón.

—¿Dónde estoy?

—A p-partir de este punto se… e-extiende el territorio del s-señor Baian…

—¿Baian? ¡Oye, cuidado! —protestó Seiya cuando agarró el brazo del tipo quien intentó otro ataque sorpresa. Se lo torció hacia atrás.

—¡¡¡Ahhhhh!!!

—¿Tan difícil es aceptar una derrota? Pero en fin, ¿quién es el tal Baian?

—E-el General del… P-Pacífico… —el Marina alzó su mano temblorosa e irguió su dedo índice hacia un punto lejano al norte. En medio del azul oscuro del agua protegida por la cúpula de Poseidón había una gran sombra. Una parecida a la de la gigantesca columna detrás del Templo, un objeto vertical tan alto que se perdía en la oscuridad de lo que asemejaba el cielo.

—¿Ese es el Pilar del que habló la rubia? Vaya, sí que es grande, aunque no lo será tanto cuando lo reduzca a polvo. Ok, muchas gracias por el dato. —Y con un rápido golpe en el cuello, Seiya dejó fuera de combate al Marina, igual que a los demás. No había razón para matar a soldados que solo cumplían su deber en aras de un mundo mejor, por más errados que estuvieran. Por lo que Aiolia dijo, ellos debían ser pescadores o marinos entrenados que habían visto demasiadas calamidades en el planeta y deseaban un cambio.

 

Seiya atravesó rocosas escalinatas y sendos valles desolados hasta adentrarse en una zona que bruscamente estaba llena de vegetación. Algas de exóticos colores amarillos y anaranjados y otras especies marinas similares, quizás corales. Había una entrada única desde el centro donde las rocas cambiaron a baldosas azules de forma pentagonal que abrían paso a la plaza principal, a través de un puente de piedra superando un barranco cuya profundidad era imposible de admirar. Los lados eran decorados por varias filas de columnas unidas en la parte alta por frisos dóricos, seguían hacia arriba por una escalera sin barandas hasta un nivel elevado donde había un templo antiguo de piedra azul a la derecha, muy grande y adornado con estatuas de imponentes y robustos caballos.

A las afueras estaba la plaza principal bordeada por más filas de columnas cilíndricas de más de setenta metros, rocas puntiagudas y algunas lanzas y escudos enterrados en el suelo, que daban la impresión de ser un centro de entrenamiento para los soldados rasos guardianes de la zona. Era un espacio cuadrado y abierto, coronado por corales azules y rojizos.

Pero ni las armas, ni las estatuas ni el enorme templo se comparaban en sorpresa y majestuosidad con lo que había por el centro, al final del valle rocoso y delante de sombrías montañas submarinas, atravesando la cúpula y el mar hasta alcanzar la superficie. Uno de los siete Pilares que mencionó Tethys de Nereida, una construcción quizás de piedra caliza de tono rosáceo salmón. Contaba con cuatro secciones, de las que las primeras tres eran cuadradas en regresiva estrechez y separadas por cornisas de piedra. La primera y segunda componían una base con forma de pedestal que fácilmente era treinta veces más alta que Seiya; al final de la tercera había un adorno de una escultura de bronce representando un caballo alado, acompañado por figuras de hipocampo tallados en relieve. Desde ahí, el Pilar tomaba forma circular y estaba desprovisto de decoraciones, totalmente liso. Seiya pensó que si los Doce Santos de Oro se ubicaban alrededor de la columna no lograrían abrazarlo completo por más que se estiraran.

—Así que esa enorme cosa es la que sostiene la cúpula en el océano Pacífico del norte… ¡cuánto he corrido, vaya! —se sorprendió Seiya de sí mismo. A pesar de todo no se sentía cansado, los meses de recuperación habían surtido su efecto.

 

Miró hacia los lados y agudizó sus sentidos, no veía enemigo alguno en esa plaza, y tampoco sentía algún Cosmos enemigo. Su misión era derrumbar el Pilar para debilitar la cúpula, no necesariamente enfrentar y derrotar al guardián. Si él no estaba allí…

«Un Pilar indestructible, ¿eh? Vamos a darle un nuevo significado a esa palabra» pensó. Preparó su Cosmos, su cuerpo y su mente, y reunió toda su aura en su mano derecha empuñada. Recalculó mentalmente los puntos que conectaría con su Meteoro y la potencia que utilizaría en cada uno de ellos, para reunir cada estrella fugaz en su solo foco. El Cometa.

El rayo de luz azulado salió apenas extendió el puño hacia adelante con una potencia que le sorprendió. Ni siquiera tuvo que acercarse demasiado, presintió que con ese Cosmos impreso sería capaz de…

—Vaya que tienes confianza, ¿eh, Santo?

 

Y Seiya quedó con la boca abierta cuando un hombre detuvo su Cometa con una sola mano, la energía concentrada quedó pegada en sus dedos como si fuera una pelota de tenis. Luego, al cerrar la mano, el Cometa se disolvió como el humo de una vela que se apaga.

—¿Quién rayos…? —Seiya no podía disimular su asombro. Que alguien pudiera atrapar y deshacer su mejor técnica como si fuera cualquier cosa solo era algo que los Santos de Oro podían hacer.

—Ja, ja, ja, tu cara es tan digna de una foto, ja, ja —rio el General que salió de la nada sin que Seiya notara su presencia hasta ese momento, un hombre cuyo Cosmos no tenía nada que envidiar a la élite ateniense.

Era robusto y muy alto. Tenía sucio y revoltoso cabello castaño bajo un yelmo integral anaranjado con ojos azules y una cresta membranosa igual que las aletas de las perneras y brazales; tenía ojos grises y una barba mal afeitada. El resto de su armadura mezclaba tonos dorados y naranjos, y contaba con hombreras puntiagudas y de tres segmentos, enganchados al elegante peto con sellos florales en el pecho; para los antebrazos llevaba protecciones pequeñas, unidas entre sí por cadenas rojas, iguales que la que rodeaba la falda, bajo un emblema dorado con forma pentagonal. Toda la Escama estaba decorada con motivos florales como los de los Mantos de Oro.

—¿Te burlas de mí?

—Era imposible que le hicieras una grieta al Pilar que custodio, pero ya el hecho de intentarlo es una grave ofensa a mi dios. Soy Baian de Caballo Marino, uno de los siete Generales del mar.

—Y yo soy Seiya, Santo de Bronce de Pegaso.

—¿De Bronce? Pfff —rezongó Baian, mientras se limpiaba la mano con la capa azul que caía de su cuello.

—¿Qué te pasa?

—Así que era verdad el rumor de que los que habían entrado a este Reino submarino eran Santos de Bronce. Qué lástima, tenía muchas ganas de enfrentar gente más importante.

—Soy un Santo como cualquier otro, y no estarás tan confiado cuando te haga pedazos. ¡Debo hacerlo para romper ese maldito Pilar!

—¿Ah, sí? —preguntó Baian con desgano.

—¡Cómete esto! —Seiya lanzó sus Meteoros con todas sus fuerzas. No era de importancia el poder del enemigo, ya que había comprobado que incluso si sus oponentes eran en el papel mejores, él podía salir victorioso del combate, siempre que no se rindiera. Y Marin no le había enseñado a rendirse.

 

Pero cada una de sus estrellas fugaces, ante su sorpresa mayúscula, fueron presas del efecto mágico de una barrera invisible. Como piedras arrojadas a una laguna, los Meteoros desaparecieron en forma de ondas frente a Baian, quien no movió un músculo. Ninguno de sus ataques ni siquiera se acercó lo suficiente para rasgar la superficie de sus Escamas, e incluso la energía pareció dejar de existir, como si nunca hubiera atacado.

—¿Cómo demonios…?

—Ja, ja, pero qué tonto. —De pronto, Baian desapareció frente a sus ojos.

—¿Dónde está? —No pudo sentirlo, la presencia del enemigo aparecía y se esfumaba tan sutilmente como sus Meteoros. Y cuando percibió una respiración en su espalda y una voz desde el sur, supo que debía voltearse para defenderse, pero también que ya era tarde.

—Te mostraré por qué un Santo de Bronce no tiene nada que hacer en el fondo submarino —dijo Baian antes de inflar el pecho tomando aire.

Seiya se despegó del suelo y perdió el equilibrio, también se sintió incapaz de controlar los movimientos de su cuerpo, como si una potente borrasca o un impresionante huracán lo hubieran atrapado de pronto, anulando cada uno de sus movimientos. Cuando logró mirar hacia abajo a la vez que era lanzado como un muñeco de trapo, ¡notó que Baian estaba soplando! Una y otra vez el General de Poseidón tomaba aire, llenaba sus pulmones y lo soltaba generando un torbellino que tenía a Seiya a su merced.

Al estrellarse contra una de las columnas laterales, comprendió que no podía subestimar a ese hombre, quien con un simple y teóricamente inofensivo soplido había conseguido la victoria del primer asalto. Seiya cayó de frente al piso, y éste se manchó con algunas gotas de su sangre.

—Ese fue un Soplido Divino (God’s Breath). Comparado conmigo eres tan débil que basta con exhalar algo de aire. Desaparece de mi vista.

—Esto no es nada, lo he pasado p… ¡Ah! —Seiya tropezó al ponerse de pie. ¿De verdad lo habían golpeado tan fuerte con solo el aire pulmonar? No tenía sentido, ¿acaso ese hombre era más fuerte que los Santos de Oro?

 

Antes de intentar contraatacar, recibió cinco golpes potentes quién sabe de dónde o de quién, y durante ese segundo perdió toda la concentración. Solo supo que el mundo giró unas cuantas veces, y que se le rompió una costilla. Le dolía un brazo, su hombro, y la rodilla opuesta, además de que había perdido un diente. No llevaba ni cinco minutos peleando y ya estaba agotado…

—No intentes seguir, es una gran estupidez. Esperaba a los Santos de Oro para vengarme, conformarme con un Santo de Bronce es una humillación para los Generales del mar, así que con derrotarte obligaré a la élite a venir de una forma u otra. Tú, aquel que salvó a Athena.

—¿Vengarte? —preguntó Seiya, fue lo único que le quedó en la memoria de las palabras de Baian.

—Más bien cobrar lo que debo. —Baian tomó aire y sopló nuevamente.

Esta vez Seiya se estrelló con el techo del templo donde el General residía, pero alcanzó a protegerse, y apenas tocó el suelo, contraatacó nuevamente con sus Meteoros. El ataque sorpresa, sin embargo, no funcionó.

—¿¡Otra vez mi ataque se disuelve!?

Baian ni siquiera estaba mirándolo, todavía estaba de espaldas, pero era como si ningún ataque se atreviera a alcanzarlo. Al voltearse, Seiya vio su capa ondear, pero rápidamente perdió de vista su objetivo, y sintió el horrendo dolor de una patada en la zona lumbar. Trató de usar el impulso para contraatacar con un Cometa, pero Baian apareció encima de él y con una flexibilidad sorpresiva, se puso en posición vertical y le azotó el rostro contra las baldosas pentagonales. El yelmo de Pegasus quedó girando en el piso, proyectado solo por el impacto…

—Qué poca cosa, ¿de verdad eres aquel que le cortó un cuerno al Manto de Oro de Taurus?

—¿Qué sabes tú de Aldebarán?

—Ja, ja, ja, qué bueno que lo menciones. —Baian lo levantó agarrándolo de los cabellos con una fuerza titánica, y cuando Seiya trató de romperle el brazo con una patada, el General le bloqueó fácilmente con su mano libre.

Luego se puso a correr cargándolo como si fuera una bolsa de basura, y lo arrojó al interior del templo a toda velocidad, deteniéndose de golpe. Seiya quebró un jarrón y una ventana, pero antes de caer sobre una cama de madera, se sintió succionado por un Cosmos inusual. Sin poder hacer nada para evitarlo, tomó el camino de regreso a la salida del templo, de cuyo interior solo supo que estaba oscuro; Baian lo estaba esperando con el brazo en horizontal, el cual usó para estamparlo contra las rocas, dañándose por culpa de las lanzas que había cerca.

—Ah… maldita sea…

«¿Cómo es posible que este tipo tenga este poder? Si Poseidón no tiene influencia… ¿¡Entonces por qué no puedo enfrentarlo!?»

—Tal vez no estabas enterado, las noticias se mueven más rápido aquí abajo donde el tiempo es mucho más fluido… —Baian sonrió, le pateó el estómago otra vez y continuó con voz alta—. ¡Aldebarán de Tauro ha muerto!

—...Q-qué… ¿Qué dijiste? —No sabía si reírse de esa broma o tomársela en serio. Como si Aldebarán fuera a morir…

—¿No me crees? —preguntó Baian al notar su rostro de desconfianza.

—Por supuesto que no. Hablas mucho del Toro dorado, no sé qué tendrás en su contra, pero no por eso vas a inventarte eso de que está muerto, es ofensivo, ten más respeto. —Seiya se puso de pie y levantó la guardia, se sentía muy inquieto por alguna razón, pero las heridas ya no le dolían tanto—. Es uno de los más poderosos Santos de Athena.

—Sí, pero tuvo que enfrentarse a uno de los Generales a la vez que protegía a la princesita en apuros.

«¿Princesita?». Saori. ¿Por qué Aldebarán estuvo protegiéndola? Por lo que sabía, Saori estaba en el Templo principal con Poseidón, ¿así que qué tenía que ver Aldebarán en todo eso?

—No voy a creer nada de lo que d… —Seiya no pudo terminar la oración, ya que recibió un golpe en el pecho tan veloz y potente que le cortó la respiración. Ese hombre tenía una fuerza bestial en todas partes, brazos y pulmones por igual.

—Aldebarán de Tauro perdió la vida… ¡y asesinó a Thalos!

—¿T-Thalos?

—Mi discípulo, y también mi amigo y protegido. Lo he cuidado desde que era joven, y lo entrené duramente para que nunca le hicieran daño por culpa de su frágil apariencia. ¿¡Entonces viene ese Santo de pacotilla y se atreve a asesinarlo?!

—Por lo que dices, el tal Thalos atacó primero —replicó Seiya, tratando de decir cualquier cosa para obviar eso de que Aldebarán podía estar muerto. Era imposible, uno de los más fuertes, y quizás el más bondadoso, el de la mejor risa, quien lo invitaba a comer en Rodrio y contaba todo tipo de bromas; aquel que pudo convertirlo en una mancha en la pared en su contienda, pero prefirió probar de qué era capaz…

—Un imbécil que defendía a Athena, una diosa que solo quiere lo peor para una humanidad que ya nada en la mugre. Thalos y yo no deseamos vivir eso, pero para él, el mundo nuevo de Poseidón ya no será posible. Yo cumpliré su deseo. —Baian encendió su Cosmos, y aunque las corrientes bajo el mar eran suaves, se convirtieron de pronto en una multitud de ráfagas huracanadas, todo se movía de su sitio, el templo temblaba y las armas del suelo amenazaban por ensartarlo—. Si acabo con aquel que hizo rendir a Aldebarán de Tauro, al menos podré retribuir un poco el espíritu de lucha de Thalos.

—¿Así que planeas acabar conmigo? M-muchos lo han intentado. —Le dolía hasta hablar y sus piernas se tambaleaban, pero hizo arder su Cosmos más que antes, pues era infinito—. Vamos, no importa cuántas veces uses ese Soplo Divino, me seguiré poniendo en pie hasta que te derrote, y luego haré caer ese Pilar.

—No pensaba usar esto con nadie más que los Santos de Oro, pero viendo que deseas tanto morir, te asesinaré con mi mejor técnica y llevaré tu cuerpo ante la estúpida diosa de la Tierra.

—¡No la llames estúpida! —Se preguntó si él había dicho eso, pero pronto tuvo que cerrar los brazos por instinto para protegerse del Cosmos estruendoso que salía del cuerpo de Baian y olvidó el asunto.

—¡Oleadas Ascendentes! (Rising Billows)

Baian golpeó el aire en forma vertical con la palma de la mano, ni siquiera se acercó a tocar a Seiya, pero la velocidad y la potencia fueron tan espectaculares que generaron un vórtice de tan alta presión. Seiya se sintió como un asustado niño en medio del océano, golpeado una y otra vez desde abajo por centenares de tsunamis, sin descanso. Y empezó a subir más y más sin que pudiera hacer nada para evitar el ascenso, como una caída libre en dirección opuesta, mientras sentía sus huesos romperse y los músculos desgarrarse por la intensa presión.

«¿Qué demonios? ¡Sigo subiendo!» notó con algo de temor. Jamás había recibido un golpe tan fuerte…

 

Chocó con algo más denso y continuó el ascenso sin poder abrir los ojos. El aire se hizo más frío y finalmente frenó… Seiya descendió y se estrelló contra algo helado y moviéndose en un constante y suave vaivén, como una cuna.

«El mar… El verdadero mar» comprendió de repente. La lluvia caía sobre su espalda, sentía los cabellos mojados, y el peso de la armadura lo hundía poco a poco. Al abrir sus ojos se topó con un terreno oscuro y solitario a lo lejos, como una sombra con punta, triangular y deforme.

«¿Una isla? No… Debe ser una montaña…» entendió Seiya antes de acabar de sumergirse otra vez. Baian de Caballo Marino era tan fuerte que hacía parecer tanto el Portador del Mazo como el Bombardero Propulsor como bromas de mal gusto. Las Oleadas Ascendentes lo habían hecho viajar desde el fondo del océano por muchos kilómetros a través de las aguas e incluso la barrera, y llevarlo hasta la mismísima superficie, mucho más arriba que antes de las lluvias. Era un poder despiadado y bestial, y él no pudo hacer nada contra ello.

Pero no comprendía por qué. Cuando la gente nacía, despertaba el sentido de la audición y no tenía que esforzarse para escuchar cada vez que lo requiriera, simplemente se quedaba allí. Lo mismo con los demás sentidos, pero el Séptimo, aquel que lo había puesto al nivel de los Santos de Oro… ¿Qué había pasado con su máximo Cosmos? La élite del Santuario la dominaba y les permitía atacar a la velocidad de la luz, pero para él todo se hacía difícil.

Antes de que una fuerza de atracción inexplicable empezara a hundirlo con rapidez progresiva, como si se hubiera adentrado en un tifón, Seiya notó que las aguas brillaban intensamente… Y así también comprendió por qué aún podía pensar en todas esas cosas.

 

Cerró los ojos, y en medio de la oscuridad, algunos colores se asomaron y empezaron a tomar formas. Se creó el cielo, azul y lleno de nubes; y la tierra, campos verdes y montañas rocosas a los lados. Las manchas coloridas siguieron su proceso, se unieron unas a otras para formas figuras con sentido, y entonces, Seiya se vio difusamente, desde más abajo y con ropas azules que nunca había usado. Revoltosos cabellos de un castaño mucho más claro caían sobre sus ojos, y llevaba mejores sandalias que las que nunca usó. Frente a él, un hombre fornido tensaba la cuerda de un arco de madera.


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Publicado 02 octubre 2015 - 10:00

He leído el primer capítulo, buena historia y buena expresión, creo que me gustará, sigue así.


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Publicado 03 octubre 2015 - 17:39

-Por la forma poco favorable en la que se expresa Baian del toro sospecho

que es seguidor fanático de las ideas de kuru XDDD

 

-Jajaja me pregunto porque siempre los del bando contrario llaman estúpida a saori.

 

Spoiler


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Publicado 09 octubre 2015 - 09:41

He leído el primer capítulo, buena historia y buena expresión, creo que me gustará, sigue así.

Muchas gracias, espero verte seguido.

 

 

-Por la forma poco favorable en la que se expresa Baian del toro sospecho

que es seguidor fanático de las ideas de kuru XDDD

 

-Jajaja me pregunto porque siempre los del bando contrario llaman estúpida a saori.

 

Spoiler

-Baian se leyó el manga completo, por eso esa opinión.

 

-¿Por qué será...? xD

 

-Sí, tiene nivel dorado, este no es el Baian del manga, lo cree como alguien mucho más fuerte, digno representante de un dios olímpico. Lo mismo hice con todos los demás Generales.

 

Gracias como siempre, T-800. Estoy pensando seriamente en meter un personaje con tu nombre, o similar... como ya varios han hecho jaja

 

 

 

SHUN III

Aproximadamente cinco horas desde el encierro de Saori Kido…

Se tardó demasiado en cruzar los océanos y dejar fuera de combate a esos Marina que se encontró, pero al fin arribó a la zona sur del océano Pacífico. Y a su objetivo: el enorme Pilar más allá de un arrecife de corales y una vía pavimentada con piedras azules cuadradas e irregulares. Los corales medían fácilmente un par de metros y se elevaban por encima de las escaleras y sobre la base del conjunto arquitectónico. Todas las estructuras tenían color verde claro que daban un aura natural al entorno.

Para alcanzar el Pilar, Shun tuvo que recorrer una carretera de un par de metros de ancho, bordeado en los últimos metros por un pórtico de seis columnas de unos diez metros de alto en cada lado, con base cuadrada pero eje cilíndrico, y que terminaban en un ábaco redondo sin capitel. Más allá de un templo cuadrado de gran tamaño de los mismos tonos como musgo (quizás donde entrenaba o vivía el guardián) y una serie de jaulas vacías como de circo, de barrotes gruesos y bases de madera, había una escalinata donde la plaza se hundía en una pequeña calle que conducía al complejo de la columna. Ésta se encontraba sobre una base de piedra perpendicular respecto a la plaza como una pared, en cuyo centro se veía una hendidura profunda donde se hallaban tres tramos de escaleras, uno frontal (que llevaba directamente al Pilar) y dos laterales, erigidos para partir el edificio desde el mismo punto. Al final de éstos había unas esculturas extrañas que Shun ya había visto en algunos libros; monolitos de roca con forma humanoide, hechos de un torso y una gran cabeza cuadrada, con narices enormes, una hendidura para las bocas, y ojos tallados en piedras blancas, los moais de una isla en el Pacífico.

El complejo completo era rodeado por muros de corales grises, de formas irregulares cerca del límite, un piso decorado con frisos que representaban todo tipo de formas geométricas. Todo tenía un tono ligeramente oscuro, la flora era de todo menos reluciente.

El Pilar se alzaba decenas y decenas de metros de altura, su cima invisible al sumergirse en las aguas que asemejaban del cielo. Estaba construida de cuatro secciones: tres cuadradas y con perfil cambiante, cada una más estrecha que la anterior, separadas por cornisas sutiles de piedra; y la cuarta, cilíndrica, lisa y tan alta que no se apreciaba su cima, naciendo desde un adorno tallado en relieve de un ser grotesco con cuatro alas, tan deforme que no puso saber qué era.

 

—No veo a nadie aquí —dijo Shun. Miró su cadena izquierda, se balanceaba en un vaivén inquieto de adelante hacia atrás—. Pero Andrómeda está nerviosa, siente un enemigo en los alrede…

—¡AUXILIOOOOO!

Shun buscó alarmado con la mirada la fuente de aquel grito femenino tan aterrador, tan súbito. Las cadenas apuntaron desesperadas hacia el frente, al Pilar, pero los ojos de Shun se desviaron hacia la parte alta del mismo una segunda vez. Había una mujer atada a la columna con grilletes brillantes como la plata y cadenas del mismo color enroscadas por detrás de la columna.

—Pero… ¿cuándo?

—¡Auxilio, por favor! ¡POR FAVOR! —lloró la joven. Era de piel blanca y cabellos rubios que se mecían como si flotaran sobre las olas; llevaba un vestido semitransparente y una sola sandalia en el pie derecho. No lograba distinguir bien sus rasgos faciales, pero oía sus gemidos y quejidos.

«Aunque… ¿en qué momento llegó allá arriba? ¿Por qué no la vi antes?». Por un momento dudó en ayudarla, podía ser una trampa, pero si no…

—¡E-espera, por favor!

—Necesito ayuda, llevo seis días aquí, ¡por favor! —suplicó la doncella.

Shun alistó una de sus cadenas para que rompiera las de la joven con un solo ataque, pero ésta estaba inquieta. Desobedecía sus órdenes, quería atacar algo en la parte baja de la columna, algo invisible. Con todas sus fuerzas, Shun controló la fuerza de Andrómeda y cambió su objetivo, pero la cadena no parecía hallar ningún blanco. Igual que en el Templo de los Gemelos. Una ilusión.

 «¿Acaso… no hay nadie ahí arriba?» Se preguntó si debía arrojar la cadena así sin más, hasta que de pronto, la joven se calló.

 

—Vaya, vaya, no pensé que esa maldita cadena fuera tan lista —dijo una voz perezosa, lenta y grave desde las sombras verduscas de la plaza—. Pudiste atacar el Pilar desprotegido, pero… pfff, decidiste mirar a una chiquilla, qué aburrido va a ser todo esto.

La mujer se desató por sí sola con solo extender los brazos, y al descender, sus pies no tocaron las baldosas; se quedó flotando delante del Pilar, frente a un Shun confundido y boquiabierto.

—¿Quién eres?

Como respuesta, la mujer dio un grito que no se asemejó en nada a algo humano. Más bien pareció el rugido de un millar de bestias, el aullido de animales sufriendo, algo anormal a juego con la deformación del cuerpo de la muchacha. Sus cabellos se desvanecieron uno por uno hasta que quedó casi calva, su cuerpo adelgazó hasta hacerse huesudo, y sus ojos desaparecieron para dejar espacio a un par de cuencas vacías.

Al alzar los brazos, la falda se levantó junto con la explosión de un Cosmos imponente y muy violento; las piernas quedaron descubiertas, blancas y juveniles, pero se esfumaron para dar paso a algo horripilante: una jauría de perros rabiosos y negros como sombras, de seis patas cada uno, hocicos tan grandes como el resto del cuerpo, colmillos enormes y ojos rojos que derramaron sangre en su carrera hacia él.

Shun arrojó la cadena de la mano izquierda hacia arriba, y ésta giró y se enroscó alrededor de su cuerpo como un remolino de hierro. Los perros rabiosos no fueron capaces de agarrar la cadena con sus fauces demoníacas, y al embestir fueron repelidos como si chocaran con un muro de acero, gracias a la increíble velocidad con que giraba y se elevaba hasta su mano zurda.

Quiso taparse las orejas para no escuchar los rugidos y alaridos rabiosos, quiso cubrir sus ojos para no ver esos colmillos sangrantes atacando una y otra vez como si el objetivo de su existencia fuera devorarlo, pero era también un Santo de Athena, y sabía que esas cosas no debían afectarlo. ¿Era una ilusión? Era tangible, pero al mismo tiempo no parecía ser tan real como se sentía a través de sus armas.

 

Finalmente los perros embistieron un par de veces más y, convencidos de que no lograrían su presa, empezaron a retroceder poco a poco, gruñendo y mirándolo con ojos de odio escarlata. Se fueron desvaneciendo con la bruma que se esparcía en el aire, que también había cubierto a la doncella monstruosa.

«¿Bruma? No la vi salir, igual que a la chica… Esa chica…» Shun comenzó a recordar las leyendas del mar, los mitos antiguos de la era en que los monstruos dominaban el planeta junto a los dioses.

—Ya había oído sobre la capacidad extraordinaria de defensa que posee la cadena de Andrómeda. Rayos, al final superaste un poco mis expectativas —dijo de nuevo la voz apagada de antes.

 

Pero esta vez pudo verlo. Un hombre bajando pausadamente por una de las escaleras laterales, bajo uno de los moai, irradiando un Cosmos imponente de color azul que hizo a sus cadenas ponerse en guardia nuevamente y a la neblina desvanecerse.

—¿Tú eres… el guardián de este lugar?

—Sí, sí, el General del sur, Ío de Escila —respondió el hombre rascándose el mentón afilado. Tenía piel bronceada y cuerpo alto y esbelto, aunque estaba algo encorvado, con las manos a la altura de donde estarían sus bolsillos. Su cabello era rojo, cubierto por un yelmo similar al de Nachi, semejante a la cabeza de un lobo pero de color anaranjado. Tenía los ojos cafés y pequeños, casi enterrados en el rostro a los lados de la prominente nariz, de color café amarillento.

Sus Escamas eran asimétricas: la hombrera derecha más larga y segmentada que la izquierda; el protector del corazón en ese lado se hallaba por encima del otro, como si fuera una chaqueta cerrada, y de ahí caía el resto del pecho como placas aglutinadas de color dorado hasta la falda que solo lucía por el lado zurdo de la cintura. En la zona de los codos tenía un par de garras como de ave de presa, dobladas y visiblemente afiladas, adornadas por plumas insertadas desde las protecciones delos antebrazos; pero las muñecas eran diferentes, la izquierda tenía un pequeño escudo que representaba la cabeza de una víbora, con el cuerpo enroscándose hasta las garras; el derecho llevaba una protuberancia puntiaguda, como una pirámide dorada. Bajo las musleras había un par de garras azules de tres uñas, de las que se integraban las perneras fragmentadas.

Tras su espalda resplandecía un par de alas de murciélago, membranosas y al mismo tiempo tan sólidas como el oro, con los “huesos” representados por cuerdas anaranjadas entre las facciones intermedias.

—¿Escila? Claro, ahora tiene sentido.

En la mitología, Escila y Caribdis custodiaban un estrecho en Sicilia por donde los barcos estaban obligados a navegar. El segundo era representado como un peligroso remolino que destruía cualquier barco cercano, aunque no le importaban los marinos que quedaban en el agua desolados, pero el primero era el realmente peligroso. Escila tomaba la forma de una bella doncella…

—La doncella de la que salía una feroz jauría de perros hambrientos que devoraban a los navegantes, ¡esa es la mujer que vi en esa ilusión!

—Ja, ja, ja, sí, pero no era una ilusión —dijo Ío, apoyándose en una de las jaulas cercanas, cuyo techo estaba lleno de corales—. Ya lo descubriste, ¿o no?

—Fue un ataque de verdad… —confirmó Shun.

—Caribdis ha muerto, asesinado a manos de un toro rabioso, pero Escila sigue en pie, y cualquiera que se acerque a su costa será devorado. Aunque los mitos son algo inexactos sobre la naturaleza de lo que había bajo el vestido de la doncella, y tú, Santo de Bronce, serás la primera carnada de mis animales en esta Guerra Santa. —Ío alzó ambos brazos, y los arqueó para apuntar con las garras de sus codos—. ¡Te arrepentirás de entrar en mis dominios!

«Va a atacarme».

—¡Defiéndeme, Cadena Circular!

—¡Pfff, esa cadena no podrá protegerte del Agarre del Águila (Eagle Clutch)!

—¿Águila?

Ío bajó los brazos con fuerza, y de sus manos salió una luz en forma de cruz tan pequeña como un canario, que movía el asta horizontal como si fueran alas. Tomó velocidad y al acercarse a Shun, sus puntas se extendieron y el destello se transformó en una enorme ave rapaz, emplumada de negro, con garras afiladas y tan grandes como su cuerpo, un pico rojo igual que sus ojos sangrantes.

Pasó por encima de las cadenas con facilidad, y luego sus garras gigantes se insertaron en el lado derecho del abdomen de Shun. Sintió un dolor agudo y se mareó al perder el equilibrio, antes de ser derribado al suelo por el peso de la bestia cuando pasó de largo batiendo sus alas, generando un remolino con las mismas que lo arrastró hacia el borde del precipicio, muchos metros atrás.

 

De espaldas, mirando el cielo submarino iluminado por la cúpula del dios de los océanos, Shun llevó su mano a la zona herida y luego la contempló. Gotas de sangre cayeron sobre su rostro, frescas y rojas. Se puso de pie con dificultad, y puso su mirada sobre Ío.

—¿C-cómo es posible que… s-superaras mi Defensa Giratoria con t-tanta facilidad? —preguntó antes de extender su Cadena Triangular.

—Bah, si ya te dije que una defensa así no sirve de nada contra un General del mar, no deberías sorprenderte. Al contrario, yo debería estar sorprendido de que el Santuario nos subestime tanto al enviar un Santo de Bronce aquí.

—Esa águila no pudo matarme.

—Sí, pero es que todavía estoy aburrido. Vamos con el siguiente. —Ío corrió hacia él a una velocidad impresionante, ni parecía que se estuviera esforzando, pero Shun no fue capaz de seguir sus movimientos.

Le tocó el hombro, y cuando Shun se dio vuelta, un feroz perro gigante y negro, similar a los anteriores pero mucho más grande, se le montó encima, lo derribó, y le mordió con tanta fuerza el brazo izquierdo que Shun sintió que con un solo tirón se lo arrancaría.

—¡No perderé con esto! —Con su mano libre, Shun lanzó la otra cadena sobre el perro gigante antes de que sus fauces se apoderaran de su cuello, pero la cadena pasó de largo entre una figura que se desvaneció en un gas como cuando se apaga una vela.

Ío estaba de pie delante de él, contemplando sus heridas con la mano en la barbilla, como si lo estudiara.

Colmillo de Lobo (Wolf’s Fang). Si no hubieras reaccionado ya habrías perdido el brazo, es una lástima que tengas dos cadenas—. Escila se acercó a Shun con una caminata confiada, totalmente segura de su superioridad, mientras de su brazo derecho salía la protuberancia como una espada atada a su muñeca, y su Cosmos se concentró allí—. Vamos, lárgate de aquí, pareces un buen chico, tal vez el Mabelmok de Poseidón no te condene.

—N-nunca…

—Ah, rayos... ¡Aguijón de Abeja Reina! (Queen Bee Stinger)

—¡Ah! —Shun trató de mover su Cadena Circular, pero su brazo izquierdo estaba entumecido y no le respondió. Una abeja casi tan grande como su cabeza, peluda, de ojos gigantes y sangrantes, y con un aguijón proporcional que dejaba una estela gaseosa y negra, voló hacia él con movimientos impredecibles, sinuosos y vibrantes, generaba un ruido reverberante que hizo un eco molesto en su mente.

El aguijón se clavó en su pecho y rápidamente la abeja se disolvió en una nueva bruma del entorno, visto cumplida su misión. No atravesó su armadura, pero de alguna forma consiguió pasar su defensa y le causó un dolor agudo en el corazón que lo llevó a caer de rodillas mientras intentaba acallar las vibraciones en su cabeza.

«Rayos, ¿qué son estas cosas? Parecen seres demoníacos, y este hombre ni siquiera se mueve. Además, Escila no tenía más que perros».

 

—Vamos, Andrómeda, no seas idiota, no es como si disfrutara lastimando a alguien con esa cara. Regresa a la superficie.

—¡Ya te dije que no lo haré! —Shun reunió toda su fuerza de voluntad y usó la Cadena Nebular, aunque sus armas no se sincronizaron por culpa de lo débil que tenía su brazo izquierdo, y fueron fácilmente esquivables.

—¡Estrangulación de Serpiente! (Serpent Strangle)

Esta vez, Ío concentró su Cosmos en el escudo atado a su muñeca zurda, y los ojos dibujados en éste brillaron con un intenso ardor rojo. La niebla se hizo tan densa que todo desapareció, incluso el Pilar, perdidos en un entorno gris nuboso. Solo quedaron Shun, sus cadenas, y una majestuosa víbora negra con ojos como llamas del infierno. La bestia abrió su boca y sus colmillos derramaban un líquido púrpura, de la cual se desprendió una gota que cayó sobre la pierna de Shun.

Al instante, la extremidad se le paralizó, pero sintió una horrenda angustia y dolor en el resto de su cuerpo, no pudo evitar gritar. Luego, la boa se arrastró con lentitud, y al interior de una pequeña fracción de su cuerpo escamoso, abrazó a Shun y aplicó una presión sin igual que rápidamente lo dejó casi sin oxígeno, salpicando sangre desde su boca hasta su peto. Sintió que sus huesos se hicieron añicos, no fue capaz de mover ni un músculo.

La bruma se disolvió, y el General del pacífico sur apareció de pronto en lugar de la serpiente, arrodillándose junto a Shun, y agarrándolo del cuello sin que opusiera la menor resistencia.

—Eres débil —dijo Ío con una mueca decepcionada—. Demasiado débil. Por un momento pensé que con esas cadenas y tu historial contra los Santos de Oro darías un mejor espectáculo, y por eso no he acabado contigo todavía. ¿Acaso ya debo hacerlo?

—N-no… no soy…

—He oído de los demás. Aiolia de Leo, el Héroe de la Titanomaquia; Milo de Escorpio, líder del contraataque a la diosa de la discordia; Shaka de Virgo, uno de los Santos más poderosos, y Muu de Aries, el máximo conocedor de Mantos Sagrados en el mundo. Pero aquí solo está un chico que se nota que teme pelear y mancharse de sangre, ¿acaso tienes miedo de morir desangrado?

 

«¿Qué? Mi sangre… La perdí completamente en mi batalla con Aphrodite, y sobreviví por obra de un milagro». Shun no estaba seguro si lograría aguantar ese evento otra vez.

—S-seguiré peleando hasta que mi vida se extinga. —Shun tomó el brazo de Escila y lo apartó, antes de ponerse de pie. El cuerpo no le respondía bien, estaba muy pesado, y sus piernas no parecían querer aguantar al resto de sí, pero de todas formas levantó ambos brazos y encendió su Cosmos, proyectándolo sobre ambas cadenas—. Actívate, Nebulosa.

Era tan brillante como la constelación de Andrómeda, las cadenas caían y se desplegaban en círculos alrededor de su cuerpo, en el piso. Cualquier enemigo que se acercara al radio era atacado, y si llegaba a pisar un solo eslabón recibía una intensa descarga eléctrica.

—Hm, una defensa muy peculiar. —Ío suspiró pesadamente y de pronto las alas de su espalda se abrieron hacia los lados—. Pero igualmente inútil. ¡Lo que temes perder será lo que lleve a tu derrota, Andrómeda! Inhalación de Vampiro (Vampire Inhale).

Esta vez, cuando la niebla misteriosa apareció, no fue solo una, sino un centenar de bestias el que apareció delante de él, y también atrás, y a donde fuera que mirase. Eran murciélagos, mamíferos voladores, negros y desprovistos de ojos, sus colmillos eran los de color escarlata, volaban en direcciones impredecibles de un lado a otro a una velocidad imposible de seguir.

La Nebulosa reaccionó, pero aunque se multiplicó a tiempo, no pudo dar con una sola de las criaturas. Fue como si tratara de atrapar abejas en un panal con una aguja diminuta, los murciélagos esquivaban los embates con una facilidad ridícula, Andrómeda no fue capaz de acertar.

—¡Los murciélagos se valen de radares para detectar obstáculos en pleno vuelo! Con esa cadena no podrás darles caza —dijo Ío, aunque Shun no fue capaz de verlo. Al final, un grupo pequeño de bestias lo atacó al mismo tiempo, pasó por entremedio de los eslabones como si fueran de goma, y unos cuantos de ellos enterraron sus afilados colmillos en su piel. El dolor fue angustiante, lo hicieron sentir indefenso y débil a medida que los vampiros chupaban su sangre y él no era capaz de hacer nada por evitarlo, estaba paralizado. Uno de ellos emitía un agudo y horripilante chillido, clavado en su cuello, bajo el yelmo.

«Entre los Ochenta y Ocho Mantos Sagrados, las cadenas de Andrómeda no tienen igual, pero han sido inutilizadas por este sujeto en pocos minutos. Me estoy desvaneciendo… ¿Es porque estoy perdiendo mi sangre? ¿Acaso podré salir vivo de eso otra vez?»

—No… ¡no puedo caer todavía! —gritó, agitando los brazos para quitarse las criaturas chupasangre de encima, pero ya no había ninguna de ella cerca. Era algo mucho peor.

Zarpazo de Grizzli (Grizzly Slap).

Un oso. Un oso casi del tamaño del Pilar con ojos sangrantes, colmillos como espadas, y garras tan grandes y filosas como las de una criatura de la peor pesadilla, estaba de pie detrás de Ío, quien tenía las manos sobre las rodillas, como en una actitud de disfrute al ser testigo de la paliza, como si estirara el cuello para ver mejor la sangre que salía de su cuerpo, u oír mejor el crujir de sus huesos.

El animal, cubierto en un pelaje tan negro como la noche, con una silueta que cortaba como una sombra la niebla blanquecina, le dio un manotazo del que no se pudo defender. El mundo le dio vueltas, el olor de la sangre se le hizo nauseabundo, se le revolvió el estómago, y sintió que perdió los huesos con ese sencillo ataque.

 

Cuando Shun cayó al suelo, se dio cuenta de que ese oponente era tan fuerte como cualquier Santo de Oro, mientras que él seguía siendo un Santo de Bronce que había sucumbido a la muerte al ser envenenado por Aphrodite, que se salvó solo por un milagro, y que temía quedar al borde de la aniquilación otra vez.

No tenía miedo de morir, de eso estaba seguro, pero cuando la rosa más poderosa de Piscis, la Rosa Sangrienta, se clavó en su corazón, presintió que no volvería a ver a sus amigos, que no podría compartir con ellos sus emociones y sus deberes. Seiya, Shiryu, Hyoga, June… Saori, su diosa y amiga, quien lloró por él durante tantas noches. También recordó a Ikki, quien dio su vida para proteger a Seiya, y probablemente nunca dudó.

—Los mitos son incorrectos. Representan a Escila como un monstruo con perros bajo sus faldas, cuando en realidad era capaz de invocar cualquier criatura que quisiese. Nadie había sobrevivido, así que contaron cualquier historia que se les ocurriese en los libros de la antigüedad, pero ahora que Escila probablemente revivió y está atacando las costas del mundo en este momento, por fin sabrán la verdad de su habilidad.

—¿Escila está… viva? —Shun recordó los Cetos. Si esos ya eran un problema casi sin solución, ¿qué se podría esperar de Escila?

—Sí. Y Poseidón le dio la habilidad de invocar bestias a la mujer, y en eso basó mis Escamas, las cuales contienen seis bestias en su interior, cuyo poder yo, el guardián del Pacífico Sur Kut, puedo llamar.

—Seis… bestias…

—En este momento lo único que puedes mover es tu boca, ¿verdad? Me has divertido bastante, no fuiste un oponente digno, pero al menos resististe a las seis. Ninguna de mis bestias usó poder letal, así que por tu debilidad te haré elegir cuál de ellas quieres que te mate, y juro que la usaré. Te mataré de un solo golpe, no sentirás tanto dolor, no pareces ser del tipo de persona que merezca sufrir.

—No usó… t-todo su p-poder… —El cielo submarino era tan lejano, vacío y lúgubre, no tenía ninguna nube. ¿Iría más allá cuando muriese?

—¡Vamos, elige! —apremió Ío.

¿Y ya estaba pensando en su muerte otra vez? Igual que en el Templo de los Peces, donde sobrevivió de suerte sin una gota de sangre. Shun se sintió como un debilucho y un cobarde, uno que debió morir contra el Pez Dorado, era una idea que se había apoderado de su mente como un virus.

 

Y ya era hora de acabar con esa idea.


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#358 Piscis no Afrodita

Piscis no Afrodita

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Publicado 12 octubre 2015 - 18:30

Disculpa pero no pude evitar comentar ya que no me he leido la primera parte del fic, y en parte se debe a que no he podido descargar el documento por alguna razón que desconozco aún, pero bueno ya leeré cuando tenga un poco mas de tiempo esa parte...

Bien no es una critica mas bien un elogio complicado (¿?) Tengo un problema con tus escenarios, son bastante intricandos y dificil para mi mente juvenil tratar de armas en esta inmadura cabeza (¿?), me tocara dibujar cada parte, cuando lei la de las doce casa no se me hizo tan complicado porque tenia como referencia epi g, que si bien el interior de las casa no fue nunca vista era mas faciles de imaginar... pero este fondo marino ni con nada entiendo jeje, ademas que mi diccionario aun no es muy ancho oir lo que algunas cosas no las comprendo tendre que investigar (tarea >.>)

Siento una pequeña diferencia entre este Io y el original, digamos que el antiguo (a pesar de que la batalla se da de manera parecida) era menos relajado, por decirlo asi, porque este cambio de actitud? Planeas hacer algo parecido en los otros generales? Bueno, sea lo que sea que hagas me gusta la narración y la manera en como logras plasmar bien la personalidad de los santos, con algunos cambios pero no tan drásticos.

Seiya no me gusta mucho pero va muy bien tambien su batalla, Bian sera algo que quiero observar bien, nunca me gusto el personaje siempre me pareció muy plano, este al menos tiene a su alumno eso le da algo de profundidad al personaje lo cual se aprecia, y Seiya bueno... Sigue igual...

Me he dado de cuenta que has usado varias cosas de las demas obras, LC no me importa mucho y Epi g tampoco, pero has usado de Saintia Sho, como la guerra de Eris, ¿implantaras algun personaje de este? Como las protagonistas por ejemplo, por hay lei que eres Miista (no se como ca*ajo ponerlo pero tu me entiendes ) la incluiras algun dia como sucesor del caballero del delfin que ha muerto? Bueno no se pero quiero ver mas

Pd: Reitero lo dicho al principio, de verdad siento no haber leido los primeros capítulos tu historia es excelente y de verdad quiero seguirla leyendo mientras dejo mis impresion de esto que estas publicando, ya me pondré al dia con los primeros

Saludos y un abrazo psicológico!!!!

#359 -Felipe-

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Publicado 12 octubre 2015 - 18:59

Normalmente no respondo hasta que publico un nuevo capítulo, pero haré una excepción.

 

Que no hayas entendido la descripción de los escenarios en el fondo marino no es tu culpa, sino mía. Debí ser más relajado en ese aspecto, pero el problema es que, a diferencia de los Templos que son todos distintos, el fondo marino, aunque bello, es demasiado "parejo", todo ahí es igual, y por eso tuve que diversificar las distintas descripciones. En el manga, por ejemplo, TODOS los pilares y escenarios son IDÉNTICOS. Exactamente iguales! Así que me vi en la necesidad de utilizar cosas del animé, y todavía más para que fuera un lugar más heterogéneo.

Pero comprendo la queja, y por eso en los siguientes capítulos haré las descripciones más amigables para el usuario xD

 

Sobre la actitud de Ío, sí, lo cambié. Los Generales originales (así como casi todo enemigo después de los Santos de Oro) son muuuuuuy planos, y por eso en el primer capítulo de Mikhail les di una personalidad distinta y específica a cada uno. Baian es un tipo bruto, agresivo y algo ignorante, pero con sentimientos y lealtad; Ío es un hombre relajado que se aburre con facilidad, pero con mucho honor y humildad, dado su pasado (que se revelará en el próximo capítulo que le toque a Shun); Sorrento es algo así como Soujiro de Rurouni Kenshin; Isaac también cambiará. Solo Kanon, Kaça y Krishna se mantendrán en términos generales. Las tres K jaja

 

 

 

Sobre lo de Saintia.

 

Primero, mencionar que Mii YA SALIÓ EN EL FIC. Es Alicia, la hijita de Venator de Delfín que anda mostrando su foto a cada rato jaja Y por cierto, él no ha muerto todavía. Durante la batalla contra Mikhail cayeron varios, pero no Venator.

 

Y sobre la trama en sí de Saintia Sho... está dividida en dos partes. Una, con las protagonistas (Mii de mayor, y las demás), tengo pensado que vaya en una futura saga, post-Hades pero pre-Omega.

La otra, a la que se hace referencia varias veces en el fic, ocurrió tres años antes de la historia actual. Sobre eso... bueno, voy a aprovechar de dejar esto por aquí. Tómenlo como "material promocional" xDDD

 

15dx3wi.png

 

 

La batalla de los "Cuatro de Oro Blanco" (a los que se ha hecho referencia en algunas ocasiones a lo largo de este fic) contra las dríades de Eris, va a ser una suerte de spinoff, cuya historia ya he comenzado a trazar. Empezaré a publicarla cuando termine la saga de Poseidón.

Servirá para explicar muchísimas cosas sobre la situación actual del Santuario, como el por qué Daidalos se rebeló contra Saga, por qué Milo teme formar ciertas "relaciones" con sus camaradas; por qué Mayura, la discípula de Shaka, nunca responde a los llamados del Santuario, y el paradero de Orphee.

 

 

Muchas gracias por comentar, amigo. Espero que puedas leer los primeros capítulos, ya que con esta respuesta ya he metido varios spoilers jaja


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#360 Presstor

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Publicado 13 octubre 2015 - 12:03

hola felipe!! bueno ya me eh puesto al dia con estos dos ultimos capitulos

me gusta que a estos generales tengan una personalidad mas marcada que los de la serie

original que eran planos,y tambien que los pongas a nivel de un dorado que era de risa que que uno

de los dioses principales del olimpo tuviese a unos losers de como generales XD

 

lo dificil de verdad es el tema del nivel de poder de un tipo como poseidon...en mi opinion en la serie

original aunque desperto su conciencia,su auntentico poder nunca llego a liberarse del todo

por que atena junto a sus legendarios consiguieron sellarle otra vez...

 

tengo mucha ganas de leer cuando empiece el "intercambio de golpes" entre los legendarios y el dios de los mares

que fue uno de los momentos que mas me gustaron del original

 

y sobre tu otro fic,muy interesado en esa historia que has ido mencionando a lo largo de los capis

y ganas de leerlo un saludo y sigue con esa creatividad






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