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El Mito del Santuario


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803 respuestas a este tema

#281 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 15 mayo 2015 - 16:53

ojala te animes a continuar tu fic


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#282 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 15 mayo 2015 - 19:14

No he podido continuar porque mi pc se echo a perder hace unas semanas (uso el de mi hermano), y aun tengo que recuperar los datos, solo por eso no he seguido la historia.

 

Espero paciencia, porque creo que pronto ya podre recuperar los datos :D


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#283 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 16 mayo 2015 - 14:20

Mientras tanto voy a oner uno de los capitulos que ya habia guardado, para que esto no quede en el olvido. Es el primero de tres que corresponden al "mini arco de Aiolia", ojala lo disfruten. Hay algunas algunas fallas en las fuentes, como los guiones y algunas otras cosas que no he arreglado porque no es mi computador. Hagan de cuenta que no los ven xD

Creo que en los proximos dias podre subir las otras 2partes.

 

AIOLIA II

 

12:10 p.m. del 2 de Enero de 2013.

---¡Ese sí que fue un viaje largo! Por los dioses, ¡me duele tanto la espalda y hace tanto calor y...!

---¡Oh, por favor no te quejes, Seiya! Y eso que no vinimos a pie como lo haría un verdadero Santo solo porque todavía estás sensible.

---¡¿Te burlas de mí, poni?!

---¡Silencio los dos! ---interrumpió separándolos con los brazos--- Según lo veo ambos son unos quejicas, ¿les es tan difícil admirar el paisaje que tiene frente a ustedes, enanos? ¡Ahora tomen sus Cajas y avancen!

Qué hipócrita se oyó, actuaba exactamente igual que ellos cuando era más joven, ya incluso siendo un Santo de Oro. Pero ellos no tenían por qué saberlo.

 

Llegaron a la Bahía del Búfalo, la costa más austral de África en la región de Knysna, Sudáfrica, el lugar donde se registró la mayor cantidad de temblores en los últimos días. Era una villa pequeña de tipo familiar con oleaje suave y arenas blancas, ideal para descansar después de una larga jornada de trabajo o para unas vacaciones; una zona muy tranquila pero que se había visto azotada por fuertes olas los últimos días, y se había reportado una seguidilla de ataques nocturnos de parte de personas con ropas azules.

En lugar del frío invierno griego, allí hacía un calor difícil de soportar; el sol consideró buena idea apostarse justo sobre ellos, sus rayos caían al mar azul y cristalino como lanzas doradas. Les habían dicho que los sismos ocurrían a veces cada dos horas, y se hizo evidente eso cuando Seiya y Jabu bajaron a la playa y el remezón los derribó a la arena bajo las pesadas cajas de Bronce casi al instante, no les dio tiempo para meditar. Fue intenso, de inmediato las mareas se agitaron y las aves huyeron con pavor instintivo. Y había un ingrediente extra...

---¡¿Qué demonios pasa?! ---preguntó Seiya saltando a una gran roca para evitar las olas. En pocos segundos, el sismo empezó a calmarse--- Me sentí algo mareado, perdí el equilibrio.

---Ese temblor no fue normal--- dijo Jabu, acomodándose los guantes de motociclista---. Un Cosmos en el mar, pude sentirlo.

---¿Deberíamos interrogar a la gente?

---¿Ves a alguien aquí, Seiya? ---trató de expandir su Cosmos y ubicar la fuente de los terremotos. Era evidente que el aura que salía del mar como espuma era especial--- Los lugareños dejaron las inmediaciones hace unos días, el gobierno sudafricano abrió las vías solo para que nosotros le halláramos una solución a esto.

---¿Y siente algo, señor? ---inquirió el Unicornio con el respeto de la jerarquía. Si hubiera traído a Lithos ya se estaría riendo a sus espaldas.

---No es necesario que me hables con tanta cortesía. Y sí, hay algo, aunque no sabría cómo expresarlo ---era una sensación de misterio, una pesadez mística, como algo que su cerebro no era capaz de procesar--- Para eso necesitaré primero algunas respuestas.

---Pero si tú mismo dijiste que no había nadie aquí.

---Se evacuó a toda la gente, pero el Santuario no está incluido en esa regla, por eso le pedí al informante que enviamos a investigar en primera instancia que nos ayudara, debe estar por llegar.

Los dos equinos se sentaron en la arena junto a sus Cajas de Pandora, y le pareció irónico que el destino los hubiera llevado juntos a tantas aventuras y desafíos desde que volvieron de sus lugares de entrenamiento siendo que eran tan parecidos de personalidad y fueran representados por esas constelaciones. Pegaso y Unicornio, dos bestias míticas capaces de extraordinarias proezas, una con alas que lo convertían en un amo de los vientos, y la otra dueña de un cuerno mágico.

---¿Por qué demonios viniste si estás en esas condiciones? ---cuestionó el de ojos verdes al ver como Seiya seguía sobándose la espalda.

---Ya te dije que tan herido no estoy, Jabu ---contestó el de vista castaña con un suspiro desganado, mientras jugueteaba con la arena entre sus dedos---, puedo valérmelas solo. Si pude con Saga, Aldebarán y un ejército de rosas venenosas, entonces un poco de arena no va a ser molestia.

---¡Ajem! ---carraspeó.

---Ah sí, y pude sobrevivir a Shaka también, lo olvidé, gracias Aiolia.

---De verdad eres...

Jabu no terminó la oración ya que tuvo que usar toda su concentración en bloquear el puñetazo de un enemigo misterioso que apareció de la nada vistiendo una armadura que olía a pescado. Seiya hizo lo mismo para evitar una patada, y recién en ese instante se dio cuenta de que también él había sido atacado, pero a ambos enemigos los había detenido con las manos sin darse cuenta, solo llevado por el instinto.

---¿Quiénes son estos?

---Merluzas.

---Son Santos... ---murmuró uno de ellos con evidente sorpresa y temor. Los enemigos se ubicaron en línea al fallar su ataque sorpresa.

---¡Somos kokas de la Armada Submarina! ---gritó con un pésimo acento griego el más grandote, ofendido. Una de sus palabras no pudo entenderla--- ¿Qué no han oído que no deben acercarse a este lugar?

---¿Ko qué?

---Vaya, ¡qué honor conocer al líder de este lugar! ---dijo Seiya abriendo los brazos como si quisiera saludarlos--- No sabía que tenían como costumbre vestirse así en este país.

---¿Se atreven a hablarnos así? Contra gente como nosotros los Santos no tienen ninguna oportunidad, ¡los sacaremos de aquí a la fuerza!

---¿Por qué lo harían, tienen algo que ocultar?

Sin esperar respuesta, los cuatro Marinas saltaron a la vez intentando verse amenazantes, como matones en grupo que se encuentran potenciales víctimas en un callejón sin salida. Uno de ellos, quizás más inteligente, se demoró en atacar junto a los demás, pero todos coincidían en ir armados con mazas y escudos que parecían hechos de escamas aglutinadas de color aguamarina oscuro.

---Apuesto que los venzo más rápido...

---¡El que gane se lleva la Caja del otro también en la espalda!

---¡Acepto!

Y así fue como decidió no hacer nada más que mirar.

Seiya arrojó sus Meteoros, su técnica favorita con la que quería que todos lo conocieran al parecer, la habilidad de lanzar puñetazos dispersos de luz a toda velocidad que Marin le hizo creer que ella inventó, pero que sin embargo era la técnica guardada al interior de Pegasus. Con ella se deshizo rápidamente de los que intentaban arrojar su cabeza al piso, incluyendo al más grande.

El más prudente y su compañero igualmente fueron presa fácil del Galope, el arte característico de Monoceros que consistía en una rapidísima sucesión de patadas que aprovechaban tanto el impulso como la sorpresa para destrozar las armaduras de sus oponentes.

---¿Cómo... cómo pudieron...? ---musitó uno desde el suelo. Dijo algunas cosas más que no entendió, un idioma que nunca escuchó. Había perdido sus Escamas, solo llevaba unos pantalones oscuros igual que sus compañeros.

---Pero si son Santos de Bronce... ---el grandote quedó con los ojos pegados en las Cajas de Pandora blancas que no llegaron a necesitarse--- Según el señor Salem deberíamos ser capaces de...

---¿Salem? ---al fin algo interesante. Se acercó a los cuatro kokas agonizantes al tiempo que Seiya y Jabu le daban espacio. Se arrodilló junto al que se había comportado más cuidadoso--- ¿Quién es Salem?

---Mok Bipan en delik du gwenog, Makit Geran en delik du saleh.

---¿Qué cosa?

---¡No quiere que lo interroguemos!

---Atlantis dolin epkel, ¡kelim Mabelmok!

---¡¡¡Mabelmok!!! ---repitieron no solo ellos, sino también las decenas de soldados rasos marinos que surgieron de las aguas como espuma, caminando sin problemas como si fuera tierra, sin necesidad de respiración artificial, levantando los mazos y lanzas con vítores de guerra. Sus pies sonaban como golpes de tambor, marchaban con perfecta sincronía.

---¡Hay más! ---exclamó Jabu. Concentró su Cosmos en las piernas y avanzó hacia su Caja de Pandora. Seiya lo imitó todavía sobándose la espalda.

---Al final igual tendremos que pelear, qué molestia...

Un Cosmos externo se asomó, no pertenecía a ninguno de los Marinas. El viento se tornó un huracán... y lo supo: de nuevo no necesitaría pelear.

---¡Todos abajo! ---gritó al llegar finalmente, justo a tiempo. El Huracán de Garras arrasó con arena y mar, una lluvia de filosas ráfagas de viento que se volvía más fuerte con la fricción con el aire.

Aiolia solo tuvo que cubrirse con los brazos, pero Seiya y Jabu se agacharon al sentir el potente Cosmos y reconocer la voz del recién llegado respectivamente, así que dejaron pasar la técnica arrolladora del más experimentado de los Santos de Bronce. Los Marinas (kokas aparentemente) sobrevivientes huyeron raudos al fondo del mar dejando sus armas atrás, mientras que los demás se convirtieron en cadáveres atravesados por agujeros verticales como si los hubieran clavado con cuchillas en una actuación de circo fallida.

---Ja, ja, Lynx Retsu, si hubieras llegado así hace años, esa Gorgona habría salido corriendo como una culebra ---saludó al Santo que apareció por la orilla de la playa, aquel de quien se hizo amigo durante la Titanomaquia.

Retsu era de ascendencia china y japonesa. Tenía piel pálida y lampiña, y cabellos lisos y negros que jamás se peinaba, caían casi descuidadamente sobre su rostro aguzado. Portaba un Manto de tinte ocre que contaba con tres garras de felino saliendo de sus hombreras, una protección férrea para el cuello y pectorales pero dejaba al descubierto el estómago, la cintura y los muslos. Cargaba brazales cortos y perneras de poco peso, pero bajo la armadura llevaba ropa oscura de tela especial, una aleación de gamanio sumamente resistente que cubría las zonas más  desprotegidas que ganó como premio por sus incontables hazañas a través de los años en misiones en el exterior, además de su reconocido pasado como maestro.

---Hola, Leo, mucho tiempo que no nos veíamos ---Retsu se quitó el yelmo de largas orejas que también asemejaba la forma de bigote, se decía que con ese casco se ampliaba la capacidad telescópica de la visión. Puso sus ojos en sus dos acompañantes de Bronce.

Esos ojos eran lo más llamativo en él. Eran de color avellana, casi dorados, pero sus pupilas eran un poco alargadas, rasgadas como las de los felinos, una ironía del destino disfrazada de anormalidad, aunque él mismo decía que no le afectaba en lo más mínimo, incluso aducía que tenía mejor vista que los demás.

---¡Maestro!, ¿usted es el que se envió a investigar aquí? ---saludó el Santo de Unicornio acercándose.

---Jabu, veo que tu Cosmos ha crecido ---contestó Retsu estrechándole la mano---. Sí, yo fui el enviado del Santuario, he estado vigilando estas costas desde que esos temblores se han intensificado y repe..., miren, aquí viene otro.

 

12:45 p.m.

No fue tan duradero, pero sí muy fuerte, tuvieron que subir a una colina para alejarse de las olas que se habían descontrolado, y escucharon como algunos edificios cercanos crujían, vieron como cayeron árboles y postes de electricidad, y algunas casas terminaron de destruirse. Retsu les informó que el extraño Cosmos que provocaba los terremotos estaba en algún lugar más allá de las olas, quizás en una isla deshabitada más allá de África.

---¿Y por qué no has ido a investigar allá?

---Lo intenté, pero eso es lo más raro de todo este asunto. No se puede.

---¿Cómo es eso de que no se puede?

---El mar desde aquí al sur es lo más extraño que podrás encontrar en tu vida, Aiolia... ---Retsu lo meditó, supuso que recordó---… bueno, después de ver a doce entes primordiales resucitar y todo eso.

---¿Qué pasa con el mar? ---preguntó Seiya, y el Santo de Lince recién tomó atención en él.

---Tú eres... Pegasus, ¿cierto?

---Sí, ¿está mal, acaso? ---desconfió el chico levantando una ceja.

---Al contrario, eres quien salvó a nuestra diosa a pesar de ser tan joven, no puedo hacer más que agradecerte ---Retsu se giró a Aiolia, se acercó a su oído y ubicó su mano como pared para que no le leyeran los labios que ya empezaban a reír--- ¿Él es quien te dio la patada, cierto? Ja, ja.

---No molestes.

---Bueno, el caso es que nada puede entrar allí. Fui en bote aunque me advirtieron que todos los barcos pesqueros eran desviados de su curso por vientos furibundos, como una barrera huracanada varios kilómetros más allá ---el Lince levantó los hombros y sonrió con desgano--- Y bueno, también me pasó, Leo. No importó lo que hiciera, solo hasta cierto punto pude navegar pero el bote se giraba y daba la vuelta, como un gato que teme entrar al mar, o un caballo aterrado en un bosque peligroso.

---¿Y en barcos más grandes?

---Sería peor, Jabu. Todos los buques que transitaban la zona se perdieron, se hundieron como si no hubieran sabido flotar.

---Entonces... ¿qué hacemos? --- Seiya se rascó la cabeza con impaciencia--- Debe haber una forma de llegar allá, es obvio que hay algo raro.

---Las cosas raras no han terminado, Pegasus ---al parecer, Retsu aún tenía cosas que relatar, tomó aire y continuó---. Esta mañana vimos a un hombre llegar en un humilde bote a esta misma playa.

---¿Un hombre?

---¿Vimos?

---¿Por el mar?

---Una pregunta a la vez, por favor. Kazi está hablando con él ahora, ya que se crió en Kenia, se maneja perfectamente en el idioma nativo, ha sido de más ayuda de la que pensé originalmente.

---¿Quién es Kazi? ---tenía que recordarlo, Retsu tenía la mala costumbre de hablar como si todos supieran de qué, pero luego le encantaba explicar las cosas.

---Es... ¡ahí viene! ---excepto esa vez.

Subiendo por la colina desierta llegaron dos personas de lo más diferentes. Uno era un anciano de aspecto humilde, no llevaba puesto más que unos shorts raídos negros, unas sandalias dañadas y una chaqueta abierta de color mostaza; su pecho huesudo se agitaba por el esfuerzo. Era calvo y de mirada honesta, con ojos pequeños y grises, una nariz larguirucha y piel oscura. Estaba encorvado, requería de un bastón irregular de madera para desplazarse.

El otro era un chico de la misma edad de Seiya y Jabu, y así como ellos cargaba una Caja de Pandora en la espalda. Al dejarla en el suelo pudo comprobar que había aún más coincidencias al ver el relieve de una cabeza de equino en el frontis. Tenía mirada lánguida y piel bronceada, aunque su cabello era plateado como la luna, lo llevaba peinado y aplastado hacia atrás. Usaba una camiseta azul de manga larga a juego con el tono de sus ojos como mares nostálgicos, denotaban tristeza y cansancio a igual medida, aunque su cuerpo estaba notoriamente entrenado, se veía enérgico y fuerte. Debía ser el que Yuli registró como el más nuevo de los Santos de Bronce, porque jamás lo había visto en el Santuario.

---Hola ---saludó con un tono de voz cortés pero extenuado, no de una manera física sino como alguien que se ha cansado en el alma. Su mirada se quedó clavada unos segundos de más en Seiya con un ligero toque de desdén que para él no pasó desapercibido, había aprendido a reconocer esas miradas desde la noche en que Aiolos escapó con Athena.

---Aiolia, Seiya, Jabu, les presento a mi más reciente discípulo Kazi de Caballo ---introdujo Retsu y luego le interrogó--- ¿Qué nos tienes?

---El señor aquí se llama Orkaan, dice que conoce estos océanos como la palma de su mano y por eso sabe una ruta para navegarlos sin ser atrapado por los vientos ni ser hundido por los mares ---se detuvo, puso los ojos otra vez por un instante sutil sobre Seiya y continuó---. Nos puede llevar.

---¿Qué quiere a cambio?

---Cuando le dije que éramos Santos, aceptó hacerlo gratis. Dice que hay una isla que no había visto antes unos diez kilómetros al sureste, y que hay gigantes ahí ---dijo Kazi como si nada.

---¿Gigantes?

---Sí, eso fue lo que dijo, no me parece que tenga otro significado más que el que conocemos.

Hasta ese momento el anciano se había quedado mirándolos paciente, con los brazos tras la espalda y una quietud que hasta Shaka querría, los pocos cabellos canos que tenía sobre las orejas eran lo único que se movía.

Retsu cruzó miradas buscando la orden. Ahí recordó que era un Santo de Oro y los deberes que tenía.

---Ah sí, dile que aceptamos con gratitud su oferta, Kazi. Tomen sus cosas, vamos a ver qué pasa allá.

 

13:30 p.m.

No le había tomado tanto peso a las palabras de su viejo compañero, pero no podía negar que le faltó exagerar. El mar estaba más que violento, pero la mini lancha del anciano pasaba a través de las olas con maestría, manejaba el timón como si tuviera veinte o treinta años menos. El clima estaba muy agresivo, las olas golpeaban contra la barca como si fuera su destino de vida derribarla; los vientos eran imposibles de resistir, hasta él necesitaba aferrarse a su Caja de Pandora, pero la lancha pasaba por la única y secreta ruta por donde el extraño campo de fuerza no hacía efecto.

El anciano no había dicho una sola palabra, se mantenía impasible, siempre sonriente, nada le perturbaba. ¿Era de sospechar? Por supuesto, pero mientras los llevara a la zona cero de los terremotos por ahora podía solo expresar calma y conservar la vigía silenciosa.

A lo lejos se veían, insertos en una bruma pesada que salió de la nada, trozos de tierra como pequeños islotes de no más de un kilómetro de longitud cada uno, eran restos de quizás un volcán creciente o una isla ya hundida hace...

«No puede ser». Retsu lo miró quizás recordando lo mismo, y no pudo hacer menos que golpearse la cara por olvidar algo tan importante en la historia del Santuario. ¿Cómo pudo ser tan idiota?

La lancha a motor se detuvo junto a unos roqueríos resistentes mientras las olas seguían azotando con vigor los alrededores. Kazi le preguntó algo al anciano en su idioma, quizás si había algún problema o si realmente esa era la isla de la que hablaba, pero el viejo permaneció imperturbable, no daba muestras de oír al Santo de Caballo.

Y no le sorprendía, su nivel de sospecha había aumentado a su límite máximo, se puso de pie con todas sus fuerzas intentando mantener el equilibrio.

---¡¿Quién eres?! ---le interrogó ante la mirada confusa de Kazi, pero el viejo seguía dándole la espalda.

---¿Qué pasa Aiolia?, ¿Retsu? ---Seiya se le acercó y trató de impedir que avanzara, siempre sosteniéndose de la guarida de Pegasus.

---Este lugar... ---musitó el Lince---¿Marin nunca te enseñó...?

---¡¿Qué?!

---¡¡Oh por todos los malditos dioses, miren eso!! ---exclamó Jabu, su dedo tembloroso apuntaba hacia los islotes ya no tan deshabitados.

Entre la niebla podían divisarse siluetas de titánicas criaturas de quizás diez metros de alto, o más. Solo las siluetas oscuras, como cuerpos invisibles de los que solo sale a relucir su aura aterradora, semejaban cuerpos gruesos de brazos largos y piernas deformes, estaban de pie sobre las islas y levantaban los pies lentamente como si celebraran un ritual.

---¿Qué demonios son esas cosas? ---Seiya se alejó de él y tocó la cubierta de su caja, pero un viento lo azotó y lo arrojó al suelo de la lancha que empezó de inmediato a resquebrajarse, como si no quisiera seguir en la existencia. Sin fisuras anteriores, había revisado, solo se empezó a romper completa de un momento a otro. El anciano al fin se giró.

Tenía los ojos en blanco y una sonrisa inquietante con dientes faltantes. La risa no tardó en salir, era atemorizante, y al mismo tiempo uno de los gigantes lejos de ellos levantó algo del suelo, algo brillante por sí misma, un bastón largo de tres puntas casi tan largo como sus brazos, como un tenedor enorme o un tri...

---¡¿Quién diablos eres, anciano?! ---volvió a preguntar tomándolo de la chaqueta, su rostro huesudo no daba muestras de temar, había desaparecido todo rastro de honestidad.

---El Héroe de la Titanomaquia, esperaba más inteligencia de ti...

---¿Qué dices?

---Bienvenido al continente perdido...

---¡Todos sepárense! ---ordenó Retsu a los más jóvenes, justo a tiempo.

---Yo, el amo de los vientos, hijo del Emperador del océano, tendré que castigarte por tu osadía al venir aquí en nombre de Athena...

El gigante invisible tras la niebla gris que sostenía el tridente lo hizo golpear violentamente contra el piso al mismo tiempo que sus compañeros lanzaban un estridente grito.

El tsunami que destruyó por completo la barcaza no se hizo esperar.

 

 

Retsu de Lince.

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#284 Patriarca 8

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Publicado 16 mayo 2015 - 15:38

muy buen capitulo con la paticipacion de tres protas:

seiya el prota mas famoso,  aiolia el prota dorado,

jabu el...................................prota de..............................los conocedores de saint seiya XD

 

me parecio muy buena la idea de incluir a nuevos caballeros como el del  Kazi de

Caballo ,porque sera que tiene antipatia por seiya

 

muy intrigante el final

me pregunto si sobreviviran Retsu y Kazi

 

 

 

 

Si pude con Saga, Aldebarán y un ejército de rosas venenosas, entonces un poco de arena no va a ser molestia.

---¡Ajem! ---carraspeó.

 

---Ah sí, y pude sobrevivir a Shaka también, lo olvidé, gracias Aiolia.

 

Pobre seiya si puso a Aldebaran e indirectamente a afro como mas poderosos que shaka y Aiolia significa que tantos golpes en la cabeza le estan dando una inteligencia similar a homero simpson.XDDDDDDDDDD

 

 

 

PD:la mayoria de tus fans art son muy bueno,ojala tambien los pusieras en la seccion de Arte de los fans

 

Saludos,buen fic

 

 

 


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#285 -Felipe-

-Felipe-

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Publicado 21 mayo 2015 - 15:13



muy buen capitulo con la paticipacion de tres protas:

seiya el prota mas famoso,  aiolia el prota dorado,

jabu el...................................prota de..............................los conocedores de saint seiya XD

 

me parecio muy buena la idea de incluir a nuevos caballeros como el del  Kazi de

Caballo ,porque sera que tiene antipatia por seiya

 

muy intrigante el final

me pregunto si sobreviviran Retsu y Kazi

 

 

 

 

Si pude con Saga, Aldebarán y un ejército de rosas venenosas, entonces un poco de arena no va a ser molestia.

---¡Ajem! ---carraspeó.

 

---Ah sí, y pude sobrevivir a Shaka también, lo olvidé, gracias Aiolia.

 

Pobre seiya si puso a Aldebaran e indirectamente a afro como mas poderosos que shaka y Aiolia significa que tantos golpes en la cabeza le estan dando una inteligencia similar a homero simpson.XDDDDDDDDDD

 

 

 

PD:la mayoria de tus fans art son muy bueno,ojala tambien los pusieras en la seccion de Arte de los fans

 

Saludos,buen fic

Me alegra que te agradara el capitulo, gracias por comentar, como siempre :)

 

No me habia puesto a pensar que eran protas. Mas bien era que fueran cinco, tres caballos y dos gatos xD

 

A mi me satisfizo mucho el personaje de Kazi, aunque hay mas en el de lo que se muestra en primera instancia, se ira revelando poco a poco en este y el sgte capitulo. Y que no te sorprenda la inteligencia de Seiya xD

 

Saludos.

 

 

 

Parte dos.

SEIYA II

 

13:40 p.m. del 2 de Enero de 2014.

Aterrizó bruscamente en uno de los islotes después del impulso otorgado por su renovado Pegasus que gracias a la sangre de Aiolia y los trucos de mecánica de Muu estaba en perfectas condiciones. Estaba en una zona desierta muy amplia pero llena de rocas sin alma, un lugar que no había visto cuando llegaron en la lancha; fue como ser arrojado en una de esas dimensiones con las que a Saga le agradaba jugar. Dunas y formaciones rocosas hasta donde alcanzaba la vista, bajo un cielo azul. Ni rastro del mar.

---¿Oyes eso? ---le preguntó Jabu, no había notado su presencia. También se había puesto su armadura, era de tonos morados como las uvas.

---¿Eh? ---agudizó la audición..., exclamaciones y vítores de voz gruesa se escuchaban a lo lejos, debían ser esas extrañas y gigantescas criaturas--- Sí, ¿qué crees que sean esas cosas?

---No tengo la menor idea.

---Yo sí ---interrumpió Kazi. Retsu dijo que su alumno se crio en Kenia pero evidentemente no nació allí: era de piel clara, ojos azules y cabellos plateados. Equuleus, su Manto Sagrado, era el tercer equino del cielo que Marin había mencionado una vez. Bueno... tal vez más de una vez, pero solo recordaba una.

Era blanco con reflejos celestes. Su yelmo se parecía al que tenía Pegasus originalmente, con alitas que asemejaban orejas. Tenía hombreras alargadas y una pieza especial muy grande en la zona del corazón, junto a una placa central más pequeña que sostenía las correas del peto. Vestía un faldón largo partido en cuatro piezas de forma pentagonal.

---¿Sabes quiénes eran esos?

En lugar de responder de inmediato, primero se tomó unos segundos para observarlo detenidamente, sus ojos eran reflejo de tristeza e incomodidad, aunque no sabía por qué.

---Son Cíclopes.

El viento sopló muy fuerte y la tierra se movió un poco. Si no hubiera sido por las armaduras habrían salido todos volando, pero su mente no se concentró en ello tanto como en masticar las palabras del Santo de Caballo. Jabu retomó el habla antes que él.

---Disculpa, ¿qué?

---¿No oyeron a Retsu y el señor Aiolia? ---Kazi suspiró con desgano, como quien se molesta con tener que usar la voz---. Admito que me costó descifrarlo, pero ustedes también deberían saber qué había antes, hace muchos siglos, en este lugar al sureste de África.

Muy bien, era hora de usar la memoria nuevamente. «Marin hablándome de África, Marin hablándome de África... ¿el Manto de Hércules se guarda aquí?, no, no es eso... Marin, África, Marin, África, Mantos... ¡armaduras!»

De nuevo el Unicornio se le adelantó, pero supuso que se tenía que ver con los golpes en su cabeza con que tanto se habían entretenido los Santos de Oro; ya volvería a la normalidad.

---¡El continente de Mu!

---Es donde se supone que Athena construyó las armaduras gracias a los artesanos en estas tierras... ¿pero no que no existía?

---Se hundió hace siglos.

---Sí, pero imagino que la han sacado a flote, aunque solo las zonas más altas, las colinas y montañas que son los islotes donde estamos parados.

---¿Cómo pudieron hacer algo así?

---Porque son Cíclopes, hijos de Poseidón ---explicó Caballo---, y en la era mitológica solían vivir aquí. Imagino que con el despertar de su padre han salido a la luz, mi maestro y Retsu me dijeron muchas veces que eso suele ocurrir cuando los dioses se manifiestan en la Tierra, traen consigo a las criaturas de las leyendas.

---Oye, espera... ¿no es Retsu tu maestro?

—No, Kazi tiene la misma edad que yo, pero fui yo el discípulo del maestro Retsu hasta hace poco tiempo, a quien le entregó la armadura de Monoceros.

—Entonces... ¿qué...?

Nuevamente el Caballo suspiró desganado, sus ojos parecían tan pesados que amenazaban con caerse al piso arenoso para después ser llevados por los crecientes vientos.

—Quien me educó como Santo no fue Retsu de Lince, él solo retomó mi entrenamiento y me hizo entrega de Equuleus —clavó su vista nuevamente en él, era algo atemorizante—. Mi instructor original fue Sirius de Can Mayor.

Una pesada roca le cayó encima apenas oyó el nombre. El más viejo de los Santos de Plata, un hombre de honor, recto y disciplinado, uno de los tantos que fue enviado a asesinarlo durante la guerra civil. Fue quien más respeto le tuvo, a diferencia de Dio y Algheti..., y junto a ellos, falleció cuando Sagittarius llegó a salvarlo y resplandeció su brillo dorado.

«Me había olvidado de todos los que cayeron» reconoció con una tristeza repentina y angustiante. Había tantos Santos enterrados en el cementerio, tantos que murieron injustamente por unirse al bando equivocado durante la guerra civil.

—-Será mejor que nos movamos, hay que encontrar al señor Aiolia y mi maestro cuanto antes y buscar a esos Cíclopes o lo que sea —los adelantó Jabu, quizás suplicando que lo siguieran en vez de ponerse a pelear. Pero Seiya no tenía ninguna intención de enfrentar a Kazi, ni esperaba que él buscara venganza o algo.

Otro fuerte grito acompañado de un remezón impidió que ocurriera algo que lamentaran. Las piedras de las formaciones rocosas empezaron a caer en avalancha sobre ellos como una lluvia de granizo ruidosa y gruesa de tonos pardos, oscuros como sombras.

Pero eran Santos. De un salto y con unos cuantos golpes pudieron pasar a través del derrumbe; subieron hasta las zonas altas que debían ser las puntas más elevadas de las montañas de Mu. Y ahí fue cuando los vio.

Todos los vieron.

 

Ya no eran siluetas mezcladas con la bruma gris, sino que eran de verdad criaturas fantásticas, reales como las que dicen viven en los infiernos, como las que Shiryu vio en el Yomi. Una decena de enormes hombres velludos pero calvos, de piel dorada y vestidos solo con taparrabos oscuros de cuero de animal atados con sogas y lianas. Estaban algo encorvados, tenían brazos larguísimos que medían casi lo mismo que sus piernas, hechos de músculos hercúleos y pelos tan gruesos que parecían ser camisas. Como era de esperarse, en su rostro arriba de la boca gruesa de dientes deformes y la ancha nariz, se hallaba un único ojo. Un simple óvalo blanco con un punto ínfimo al interior que debía ser la pupila, aunque eran tan grandes que hasta esos detalles podía distinguirlos a la distancia.

Pero había algo más. Sobre ellos, flotando en el aire como si levitara, había un hombre. Era un insecto comparado con esas bestias titánicas, pero esa postura inclinada y el color de la ropa indicaba que era el anciano que los había llevado hasta allí, ese que se hizo llamar en perfecto griego Amo de los Vientos y también Hijo del Emperador. ¿A qué podían referirse esos títulos? El extraño viejo movía las manos de un lado para otro, y desde el suelo se levantaban tornados como si él los estuviera creando mientras los Cíclopes pateaban el suelo con fuerte, lanzaban gritos y... uno de ellos tenía algo en la mano.

«Un tridente». Lo pudo ver con claridad ya que su tamaño era acorde al de quien lo sostenía. Una punta central alargada y las laterales que se curvaban al final hacia abajo, hechas de un metal tan brillante como el sol que seguía ardiendo con furia y calor salvaje las tierras del continente perdido. El bastón era del mismo tono dorado, largo y rodeado por una cinta de algún tipo de tela blanca. El titán de un ojo lo giró entre sus manos, luego lo puso en vertical con las puntas hacia abajo y finalmente lo estrelló contra la tierra como una estrella fugaz.

Esta vez la tierra no simplemente tembló, sino que se trituró. Las colinas sobre las que estaban parados se partieron en dos, se formaron fisuras en la arena como cicatrices de batalla.

 

Pero al saltar la gravedad no los atrapó. Los vientos que salían del anciano los agarraron y arrastraron hacia donde esperaban los gigantes de un solo ojo. Uno de ellos se quedó petrificado mirándolos, caía saliva de su boca abierta en una expresión idiota.

—¿Qué es esto?

—¡No puedo salir!

—Estamos atrapados...

—No... ¡Aún no! —repartió su Cosmos equitativamente sobre su cuerpo, se convirtió a sí mismo en un tornado que giró a una dirección contraria del que lo cargaba, el Meteorito que Marin le enseñó. Le dolía todavía el cuerpo, los daños quizás serían irreparables, pero no iba a permitirse ser asesinado por una brisa veraniega o los jugos gástricos de tuertos deformes.

Salió a duras penas, pero sus compañeros no estaban teniendo tanta suerte, y en caída libre él tampoco lograría auxiliarlos. En el momento que cayera a la tierra que se destruía, si es que no era devorado por una de las fisuras, perdería demasiado tiempo en volver a saltar e intentar salvarlos.

Un resplandor dorado lo cegó un segundo, y el sonido de trueno retumbó en sus oídos. Ahora que el anciano los había acercado podía ver más claramente la situación: el viejo perdió la concentración y tuvo que llevar las manos al frente para detener el Rayo Relámpago que salió de la mano del Santo de Leo, un punto brillante a los pies de uno de los Cíclopes junto a un resplandor rojo que lanzaba cuchilladas de aire para todos lados.

Jabu y Kazi iban directo hacia una grieta enorme que se formó en lo que quizás alguna vez fue una colina alta. Pero Seiya ya había aterrizado, tomó impulso en un peñasco que se iba a destruir de todas maneras y saltó con todo su Cosmos. Los vientos estaban dirigidos a Aiolia y Retsu, así que pudo pasar a través del aire como en una vía exclusiva. Atrapó a sus compañeros equinos y descendió junto a ellos sobre la costa de un islote más al norte, pero aún lejos de ellos. Era pequeño, pero eso hacía más difícil que los encontraran.

Al fin volvía a ver el mar.

—¿Están bien? —preguntó con sincera preocupación, aunque la situación también era bastante divertida.

—Nunca comentarás esto con nadie, ¿escuchaste, burro alado? —respondió Jabu moviendo la cabeza de lado a lado como si quisiera ponerla nuevamente en su lugar después de ser azotada por un huracán.

—¿Y tú, Kazi?

Pero el joven no contestó de inmediato, le daba la espalda. Cuando se dio vuelta luego de unos segundos que parecieron siglos, puso su dedo en el pecho de Seiya con actitud amenazante.

—Oye bien, Pegaso, no te debo nada —sus ojos eran tan melancólicos, ¿aún sufría la pérdida de su maestro o luchaba con sus deseos de venganza?— Si esos vientos nos hubieran llevado hasta allá podríamos habernos liberado y ayudado a Retsu y el señor Aiolia (tal vez las dos cosas). Perdimos esa oportunidad.

—¿En serio, y cómo se habrían soltado? —ya se sentía irritado, lo que pasó fue triste pero también parte de la guerra, ¡y él se estuvo defendiendo!— Sé que me deseas un poco de mal, pero estamos juntos en esto ahora, y que yo sepa Jabu no tiene una técnica como mi Meteorito para zafarse de eso, ¿qué tal tú?

—¿Crees que te deseo mal?

—No, debí haberlo inventado mientras me gritabas como un loco irracional.

—Chicos... —dijo alguien, no le importó quién.

—¡Mataste a mi maestro! La estrella más brillante de Canis Major, mataste a quien me adoptó y crio.

—¡Trató de asesinarme!

—Oigan, chicos...

—Quise ser como él, ser su compañero en las batallas contra la oscuridad y ayudar a traer la paz al mundo, ¡pero quedé abandonado cuando se te trabaron las palabras y no le explicaste de qué lado estabas!

—¡Lo hice un montón de veces, ninguno de ellos me creyó!

—¡Chicos!

—¡Él te habría creído si te hubieras sabido explicar, era un hombre lleno de honor y justicia!

—Al final un traidor a Saori como todos los demás, ¡no supo ver a través de las mentiras de Géminis!

—¡Con un demonio, cállense y peleen imbéciles! —gritó Jabu, esta vez pudo reconocerlo, y giró la vista justo cuando una montaña con forma de puño cerrado caía sobre él.

Equuleus también saltó, consideraron que podían olvidarse de su discusión unos instantes. La montaña no era tal, sino que de verdad un puño, la mano de un Cíclope que había encontrado a su siguiente presa; se veía digno de una película de terror, era una bestia deforme con dientes afilados y sangrantes, y un ojo que al parecer era capaz de captar hasta un trío de personitas a kilómetros de distancia, sin la capacidad de profundidad. O tal vez tenían un olfato fino.

Y no vino solo: otros gigantes más se acercaron a zancadas largas pasando por encima de las aguas como si saltaran charcos, cargando mazas tan enormes como robles de cien años. En ese momento comprendió esa información sobre criaturas que estaban saliendo de las aguas y aterrorizando las costas. ¿Sería que había más de esas cosas por todo el globo?

—¡Tregua temporal! —pidió mientras se arrastraba hacia un lado para evitar la maza del enemigo, que al impactar contra el suelo creó una cortina de humo tan densa que tuvo problemas para encontrar a sus compañeros y también para hablar cuando la boca se le llenó de arena.

—¡Como sea! —respondió Kazi, en alguna parte a su derecha. Encendió su Cosmos y pudo verlo, despejó la tormenta de arena. Seiya pudo admirar su aura de vivo color azul añil, con la cual formó una esfera de energía entre sus manos que no tenía nada que ver con el exterior triste y cansado que reflejaba el Caballo, era casi una bala de cañón azulada que sostenía con dificultad como si despidiera una increíble presión— ¡Abajo todos o mi Supernova los atrapará!

«¿Supernova?» Eso sonaba peligroso. Para todos.

Al darle un puñetazo a la bala de cañón su energía interna estalló como una explosión de estrellas. Los tres Cíclopes descerebrados que habían acercado sus rostros a Kazi para quizás devorarlo fueron envueltos por la Supernova y sus ojos resultaron quemados. Se lanzaron de espaldas al suelo con las manos en la cara moviéndose de un lado a otro mientras esperaban la muerte.

Los chillidos de dolor eran peor que cualquier avalancha o huracán, le rompían los tímpanos con ira agonizante, y era triste matar a esas criaturas que habían vuelto a la vida para darle la bienvenida a su padre. Pero también habían atacado a la gente en las costas de Sudáfrica, habían dado muerte a aquellos que navegaban por sus aguas, y ahora trataban de asesinarlos a ellos. No tenía opción.

Meteoro. Cien, doscientas, quinientas veces durante el tercer segundo. Lo mantuvo un rato mientras golpeaba el estómago inflado pero durísimo de los gigantes y quebraba sus rudimentarias armas, pero el brazo se le cansó y se vio en la necesidad de usar el izquierdo; no estaba en perfecta forma como para enfrentar criaturas mitológicas que revivieron en la era moderna.

Aunque había oído algo en el pasado. Cuando los titanes se manifestaron diez años atrás, se dijo que momias y monstruos de todo tipo salieron de la tierra para acabar con la humanidad que se oponía a las fuerzas divinas y primordiales de la naturaleza. Según se enteró durante sus días de recuperación, cuando Aiolia al fin pudo relatarle con lujo de detalle su vida como Santo de Oro (y no como guardia raso), le explicó que a Saga la pareció graciosísimo enviar a Leo a todas las misiones posibles a pelear con esas cosas en tiempo récord como castigo por su constante rebeldía.

Y si alguien podía considerarse semejante a Aiolia de Leo era él. Inspirado por eso volvió a levantar su mejor brazo y disparó sus ráfagas azules a los puntos vitales (o cerca de ellos) en el cuerpo desnudo de los Cíclopes.

—¡En el ojo, Seiya! —alertó Jabu quien estaba varios metros por encima de ellos. Con su pierna derecha atravesó la pupila del monstruo que tenía enfrente y usó toda la agilidad de la que se enorgullecía para escapar del garrotazo del que estaba al lado— Ellos dependen totalmente de su vista, ¡así que aún si sobreviven no podrán hacer nada más!

Kazi, quien había sido alcanzado por su propia técnica la primera vez, oyó también al Unicornio y voló por encima del puño de uno de los enemigos. Corrió por su brazo con una velocidad digna del discípulo del más experimentado de los Santos de Plata, y esta vez se limitó a concentrar su Cosmos en su puño izquierdo, era demasiada aura y difícil de controlar, si fallaba podía explotarle en la cara...

Lo entendió de repente. «A él realmente ya no le importa morir».

El Santo de Equuleus pasó a través del ojo y la cabeza del monstruo como un bólido de fuego y salió por la nuca bañado en sangre negra. Vio otro gigante más tratando de atacarlo por la espalda, así que lo perforó con todo el Cosmos que tenía en un Cometa formidable.

 

Y en ese preciso instante, detrás del cuerpo titánico que caía sobre la tierra que se rompía, apareció el Hijo del Emperador.

—Me han dado muchos problemas —dijo sonriendo. Caminó por el aire como si hubiera allí una pista invisible flotando. Su Cosmos era formidable, no había podido captarlo al estar preocupado de los Cíclopes, pero estaba mínimo al nivel de un Santo de Oro— Eolo tendrá que acabar con ustedes, los llevará al punto más lejano del planeta con sus vientos.

—¡¿Eolo?!

Un hijo semidiós de Poseidón, la entidad mitológica que controlaba los vientos de los cuatro puntos cardinales. Ese día no podía ser más extraño, jamás había estado frente a una divinidad que no fuera Saori, y ella era más humana que cualquier Olímpico, nunca habría pensado que tenían cuerpos tan decrépitos y al mismo tiempo tan poderosos.

—Comenzaré la limpieza de mi padre con ustedes, ¡fuera de mi vista!

Remolinos y huracanes, tornados y borrascas, tifones y vendavales, él era capaz de controlarlo todo. Se vio atrapado entre corrientes devastadoras que intentaban triturar sus huesos, eran como ser convertido en un muñeco de trapo y ser sometido por un chiquillo inquieto que le dobla los brazos y las piernas sin saber si está vivo o no...

Gritó con fuerza, cerró los ojos después de ver al mundo dando vueltas a toda velocidad, no podía concentrarse ni pensar en un plan. Sintió los Cosmos de Jabu y Kazi en las mismas condiciones, oyó los alaridos de los otros caballos desde todas direcciones dependiendo de la postura en que lo tuviera el semidiós del viento en ese segundo exacto.

 

Y aún con los ojos cerrados... pudo ver la chispa del relámpago. Un rayo digno del padre de Saori. Un trueno que hizo eco en todas las moradas del mundo e incluso en los cielos olímpicos. O tal vez fue solo un destello de lámpara con la suficiente fuerza como para desatarlo de los “hilos” con quien Eolo los sostenía. De cualquier manera dos cosas eran evidentes.

Lo primero es que no se puede dejar atrás un Santo de Oro sin asegurarse de que está muerto.

Lo segundo es que estaba mareado.

 

 

Kazi de Caballo.

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Editado por Felipe_14, 21 mayo 2015 - 15:16 .

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Publicado 21 mayo 2015 - 20:32

Lo bueno:

 

-la incorporación de criaturas mitológicas (parecido a episodio G pero sin fumadas XD)

-seiya demostrando su prodigiosa memoria (Marin deberia ser nombrada la mejor maestra del santuario,

el heroico tendra paciencia para proteger los sellos pero no para entrenar a semejante despistado XDDD)

-La aparición del continente de Mu

-vaya hasta que por fin se supo por que pegaso no le cae bien Kazi,me parece buena forma de no olvidar a

los plateados,que en el anime solo sirvieron de carne de cañon

 

 

 

Lo .................no tan bueno:

 

-La apariencia de  Eolo no termina de convencerme del todo si esta luchando en una guerra sagrada no seria mejor usar un cuerpo humano joven de recipiente (a lo mejor oyo que el dorado mas poderoso de todos es un anciano y por eso no le importa XD)

-la escena graciosa entre seiya y jabu me parecio un poco innecesaria (No digo que este mal solo que fue innecesaria me hiso recordar a yato (Lc) que paso de personaje secundario a personaje innnecesario durante gran parte de la trama)

 

 

 


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Publicado 23 mayo 2015 - 05:25

anda!! me alegra que hayas vuelto tenia ganas de seguir con tu historia,

en general me han gustado....aunque debo ser el unico que no le gusta que le pongan a seiya

como un tontaina que no se entera de la misa la mitad.... XD

me gustado este nuevo caballero del equilus,aunque debo decir que soy mas de shoko...

pobres ciclopes me nuda forma de apaleales....y al parecer los enemigos no han calculado bien la

fuerzas de los caballeros  actuales...si unos de bronce les apalean de esa forma

es por no estaban bien informados...

 

aqui una pregunta totalmente off-topic...que te parece la nueva personalidad de death mask en "sol o gordo"?

a mi la verdad no hay manera de me la crea,demasiado forzado XD....

 

un saludo y esperando mas capitulos...



#288 -Felipe-

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Publicado 27 mayo 2015 - 18:32

Lo bueno:

 

-la incorporación de criaturas mitológicas (parecido a episodio G pero sin fumadas XD)

-seiya demostrando su prodigiosa memoria (Marin deberia ser nombrada la mejor maestra del santuario,

el heroico tendra paciencia para proteger los sellos pero no para entrenar a semejante despistado XDDD)

-La aparición del continente de Mu

-vaya hasta que por fin se supo por que pegaso no le cae bien Kazi,me parece buena forma de no olvidar a

los plateados,que en el anime solo sirvieron de carne de cañon

 

 

 

Lo .................no tan bueno:

 

-La apariencia de  Eolo no termina de convencerme del todo si esta luchando en una guerra sagrada no seria mejor usar un cuerpo humano joven de recipiente (a lo mejor oyo que el dorado mas poderoso de todos es un anciano y por eso no le importa XD)

-la escena graciosa entre seiya y jabu me parecio un poco innecesaria (No digo que este mal solo que fue innecesaria me hiso recordar a yato (Lc) que paso de personaje secundario a personaje innnecesario durante gran parte de la trama)

Siempre me gusto la idea esa de las bestias en el G :D

Hay que valorar la memoria del prodigio Seiya, que en este caso ayuda a hablar de su personalidad.

El continente de Mu aparecio por primera vez en mi otro fanfic, Alpha, y alli habitaban los ciclopesjunto a los muvianos, asi que de ahi lo saque.

Hay mas de Kazi aun, se vera al final de este capitulo, es una pequeña sorpresa.

 

Lo de la apariencia de Eolo se explica en este capitulo.

 

Gracias como siempre por comentar :)

 

 

anda!! me alegra que hayas vuelto tenia ganas de seguir con tu historia,

en general me han gustado....aunque debo ser el unico que no le gusta que le pongan a seiya

como un tontaina que no se entera de la misa la mitad.... XD

me gustado este nuevo caballero del equilus,aunque debo decir que soy mas de shoko...

pobres ciclopes me nuda forma de apaleales....y al parecer los enemigos no han calculado bien la

fuerzas de los caballeros  actuales...si unos de bronce les apalean de esa forma

es por no estaban bien informados...

 

aqui una pregunta totalmente off-topic...que te parece la nueva personalidad de death mask en "sol o gordo"?

a mi la verdad no hay manera de me la crea,demasiado forzado XD....

 

un saludo y esperando mas capitulos...

Gracias. Si bien volvi con estos capitulos de Seiya y Aiolia, fue porque los habia salvado de mi compu malo. Por eso habra que esperar un poco mas hasta que logre salvar lo demas y seguir publicando, lamento mucho las molestias, pero es algo que esta fuera de mi control.

 

Ahora, lo de Seiya. Voy a ser sincero: segun yo veo a Seiya, el no es tan tonto, pero se HACE el que lo es. Es parte de su forma bromista de ser. Aunque sí es algo olvidadizo y un poco mas torpe que sus compañeros, no lo es tanto como el lo quiere hacer parecer, ya que despues de todo, es un Santo, y uno extremadamente habil.

Me hubiera ENCANTADO poner a SHOKO, pero como ya dije, esta dificil. Sin embargo, ya tengo un plan para ellas, y habra algunas referencias en los siguientes capitulos, pero la historia de esas 5 chicas vendria, en mi universo, despues de Hades y antes de Omega, al menos ese es el prototipo del plan.

 

DM? Hm... creo que quisieron "remakear" a Manigoldo, ya que este DM no tiene NADA que ver con el clasico (menos con el que yo hice xD) Pero no me desagrada.

 

 

Ahora, el final del arco de Africa.

 

AIOLIA III

14:20 p.m. del 2 de Enero del 2014.

Admiró un Cíclope golpeando con un tridente gigante la tierra que vio nacer las armaduras de los Santos, pero su Cosmos estaba dirigido al anciano. Al semidiós. Eolo, un nombre demasiado significativo en su esencia como para no pensar que los dioses estaban jugando con él. Al fin y al cabo, su nombre y el de su hermano eran variantes del de aquel que ahora enfrentaba. Tal parecía que su madre provenía de las islas Eolias, o algo así decía Aiolos...

—¡Basta!

—¿Sigues vivo?

—Para mí lo que arrojas son solo brisas de playa —replicó mientras Retsu ayudaba a los jóvenes—. De verdad eres muy confiado.

—Háblame con respeto, ¡soy un dios! —repitió el anciano decrépito lo que había balbuceado durante toda la pelea. “Soy un dios” esto, “soy un dios” aquello. Pero Aiolos le había dicho (aunque referido a otra cosa) que una declaración así perdía validez.

“Si un rey tiene que repetir incesantemente que lo es para que los demás lo acepten, entonces o no es digno de su título, simplemente no es rey”. Lo mismo se podía decir de un supuesto semidiós.

—¿Están bien, chicos? —preguntó Retsu con la cara salpicada de sangre y el Manto de Bronce dañado, pero no se iba a rendir por cosas tan insignificantes. No desde que decidió vivir para honrar a su maestro.

—Duele... —musitó Jabu.

—Creo que quiero vomitar —dijo Seiya mirando a los Cíclopes que aún seguían vivos. Eran criaturas enormes pero estúpidas; no era de sorprender que se enfadaran tanto porque los derrotaran guerreros mucho más poderosos que ellos.

—¿Kazi?

—Bien... —fue todo lo que contestó Equuleus dándole la cara al suelo. Su Manto estaba gravemente trisado; lo habían visto lanzarse de una manera casi suicida al ojo de uno de los gigantes. ¿Por qué haría algo así?

—Te conozco, Leo Aiolia, todo el Olimpo ha oído de ti —Eolo descendió y se ubicó flotando exactamente a la misma altura que él— Se te llama el Héroe de la Titanomaquia, el digno guerrero que pudo superar sus propios límites y vencer a los dioses anteriores a Zeus... —el anciano sonrió mostrando sus dientes torcidos— pero también sabes, claro, que no es una gran hazaña asesinar a alguien dormido.

Hablaba de los Titanes, aquellos seres más allá del tiempo y el espacio encerrados en el Tártaro. Ninguno de ellos despertó su verdadero poder por culpa de la voluntad divina de alguien más allá...

Y sin embargo, los consideraba superiores a ese viejo que predicaba la limpieza del mundo.

—¿Vas a seguir hablando o te pondrás en guardia de una vez?

—¿Qué?, ¿lo volverás a intentar? ¡No puedes atacar a un dios!

Tal como había hecho las ocasiones anteriores, Retsu levantó su Ojo del Huracán (Jùfêng Yên), una barrera de ráfagas de aire huracanadas en vertical para desviar ataques enemigos y protegerse a sí mismo y sus compañeros. Así tenía más libertad para disparar su Rayo Relámpago, aunque no sabía cuánto más aguantaría el Santo de Lince.

Su puño comenzaba a entumecerse por la presión de más que aplicaba en el ataque, pero era necesario para poder derrotar a ese semidiós. Nuevamente éste lo detuvo manipulando las corrientes de aire a su alrededor: hizo que el Rayo se desviara hacia arriba y se perdiera entre las nubes.

—¡Maldición!

—Como ya te lo dije, es una pérdida de tiempo. Soy un dios, por lo tanto no puedo ser tocado por simples mortales.

—¡Eres un semidiós! —aclaró—. Hasta donde sé, puede que seas parte del plan divino y destructivo de tu padre Poseidón.

—Desperté del Olimpo en esta Tierra gracias a la manifestación de sus poderes, fui invitado por mi padre para construirle un camino directo desde el sueño eterno en que Athena lo puso hace cientos de años hasta el exterminio casi completo de la raza humana —Eolo movió las manos con una velocidad tal que parecían haberse multiplicado. Ya había visto varias veces esa jugada durante la batalla, y aun así era incapaz de salvarse de lo que sabía que le seguía.

Fue arrojado vehemente hacia los cielos como si fuera un muñeco de trapo, el semidiós era un niño aburrido de su juguete y usaba los vientos para maltratarlo y desquitarse. Al abrir los ojos se encontró con un pulgar que se le aferraba al estómago, un enorme pulgar. El resto de la mano gigante lo sintió presionando contra su espalda.

—¡A un lado!

Lince hizo resplandecer sus garras, cortó los dedos y luego atravesó el ojo del Cíclope para ayudarlo. Sin embargo un nuevo vendaval lo arropó con sus sábanas blancas y lo arrojó fieramente al suelo arenoso que se hacía pedazos.

—¡Retsu!

—Aiolia, maldición... ¡eres el único que puede hacer algo!

 

Trató de recobrar el equilibrio y utilizó el Plasma Relámpago como ataque sorpresa sobre la semi-divinidad, pero él solo rio y volvió a manejar los vientos para desviar cada uno de sus miles de golpes lumínicos por segundo. Eolo lograba imitar la indestructibilidad de los dioses, pero no era uno. Si no era así..., ¿qué les quedaba para enfrentar la amenaza de Poseidón?

—Los vientos son míos, Leo, y también el aire —el viejo cerró una de sus manos y Aiolia sintió cómo se mareaba y perdía la concentración.

—¡Aioliaaaa! —gritó esta vez Seiya, quien se levantó para utilizar su Meteoro una vez más. En su lugar.

El mar era controlado por un dios olímpico que empezaba a manifestarse, la tierra era mecida por los golpes del misterioso tridente del titán de un ojo, y los vientos eran dominados por un anciano...

“Eres el único” dijo Retsu. Pero los elementos estaban en su contra.

 

Un día de primavera diez años atrás...

—¿Por qué te fuiste? —recitó lo mismo una vez más frente a la tumba de Aiolos que puso en un jardín cerca de la cabaña que tenían en la periferia de Rodrio. No había cuerpo allí, pero servía— ¿Cómo podré enfrentar a estos seres divinos sin tus flechas de luz que guiaban a los perdidos? No soy nada más que un Santo de Oro que los demás desean muerto...

—¿Señor Aiolia? —lo llamó alguien desde atrás.

Antes de darse vuelta, verificó que no estaba llorando y se giró.

—Lithos.

Ella ya había perdido su brazo, pero eso no le quitó jamás la sonrisa de compasión y dulzura a pesar de su corta edad. Era como una hermana para él, un sustituto perfecto (pero diferente) de Aiolos de Sagitario.

—¿Por qué se tortura tanto?

—Has visto lo que estos seres son capaces de hacer, entran al Santuario como si nada y amenazan la paz del mundo con descaro —respondió. Ella permitía que se desahogara—. Si mi hermano estuviera aquí, sería todo más fácil.

—Su hermano está aquí, señor Aiolia. Siempre está aquí, vive en sus garras y colmillos, usted fue quien me lo dijo, me pidió hace tiempo que se lo recordara cada vez que se le olvidara.

—Aiolos tenía bellas alas doradas y una flecha que despejaba la oscuridad. Pero Crono es capaz de manipular todas las fuerzas de la naturaleza: el mar, el fuego, los vientos, todo lo que pueda sentir en el universo.

—Menos el rayo.

—El rayo... —repitió. Alguna vez tenía que metérselo en la cabeza.

—Mi padre siempre me contaba que el papá de Zeus fue derrotado por uno de sus rayos porque no era capaz de controlarlo —explicó la niña doblando las rodillas junto a él frente a la tumba improvisada, una simple piedra con el nombre de su hermano—, y también me dijo que el señor Aiolos creía que usted era el heredero de esa fuerza legendaria. El único.

—Pero yo no puedo volar como él, ni tengo flechas para acertar el corazón de la oscuridad.

La pequeña lo pensó un rato mirando el cielo, con la manita sobre la rodilla para sostener la cara.

—Entonces corra muy rápido —respondió al fin. Siempre hallaba respuestas sumamente sencillas para problemas que él mismo se creaba—, y rasgue o muerda la oscuridad hasta que acabe con ella, aunque le tome tiempo. Con eso podrá proteger a los inocentes, ¿y no es eso lo que quería?

 

«El Rayo... ¡Keraunos

—¡Imposible!, ¿estás resistiendo mis vientos, Pegaso?

—Por supuesto... —gruñó Seiya avanzando a través de la ventisca sacando fuerzas de quien sabe dónde.

Con los brazos sobre la cara y las piernas temblando llegó a medio metro del anciano que solo levantaba una mano, y de ella salía la fuerza del tornado.

Deseó ir a ayudar pero los Cíclopes se le interpusieron, le tomó un rato deshacerse de ellos a punta de Plasma Relámpagos.

—Qué extraño, ¿será que podrías ser elegido para sobrevivir al Mabelmok? —otra vez esa rara palabra, la que habían aclamado los soldados rasos temprano, ¿sería posible...?— Parece que no puedes rendirte.

—Lo siento, no estoy familiarizado con esa palabra —sonrió y en seguida disparó sus Meteoros otra vez pero fue como si un magnetismo les impidiera avanzar, se devolvieron hacia el mismo Seiya y lo golpearon en todos lados.

—¡Seiya! —Jabu saltó y lo empujó hacia un lado, ambos cayeron cerca de una fisura que se hacía cada vez mayor en la tierra que alguna vez fue quizás una colina. Eolo volvió a arremeter, pero se detuvo al ver a alguien a su lado.

—¡A ver si aguantas esto! —en ese instante Kazi de Caballo formó una esfera de energía explosiva entre sus manos, a centímetros del semidiós, una Supernova capaz de destruir todo lo que estaba cerca.

La expresión de horror de Retsu no se hizo esperar, y en ese momento lo supo. La razón detrás de las batallas en esas circunstancias contra un poder mayor.

 

Noesis de Triángulo, un Santo de Plata famoso por su nobleza y dignidad que se sacrificó para que su alumno, Retsu de Lince, pudiera seguir viviendo.

Sirius de Can Mayor, el Santo de Plata quizás más justo, un reconocido maestro de jóvenes con potencial, se sacrificó por una diosa inexistente y entregó su discípulo al cuidado de Retsu para que no quedara solo.

Aiolos de Sagitario, el más grande de los Santos de Oro, sacrificó todo por sus ideales y sueños.

Kazi quería vivir eso, sentirse como ellos, sacrificarse por un bien mayor. Pero eso no era todo lo que significaba ser un Santo.

 

Eolo lo paralizó con una brisa fresca antes de que pudiera golpear la esfera de energía azulada que había creado. Lo miraba con desdén, como si estuviera ante un insecto agonizante.

—¿Por qué intentarías algo así? —preguntó con los ojos fríos e imponentes y la boca dibujando una línea recta— Es mucho Cosmos el acumulado aquí, ¿no tienes miedo a una muerte vacía?

—No será vacía... —murmuró Caballo, se debía estar rompiendo los huesos y los tendones del brazo por tratar de acercarlo a la Supernova. La sangre salía de sus labios por tanta presión— ¡Acabaré contigo o al menos te dejaré herido para que mis compañeros terminen el trabajo!

—Oh..., bueno, imagino que está bien irse pensando en ello.

Batió la otra mano mientras entre sus dedos se formaba un remolino. Lo lanzó al aire y lo dejó caer..., pero no importaba que tan rápido volara una brisa, el resplandor del relámpago aún era superior.

Por un momento el día se oscureció. Con un chispazo de sus dedos lanzó una corriente eléctrica que golpeó la mano de Eolo y permitió que Kazi quedara libre, aunque cayó al polvo y no pudo usar su técnica. Posteriormente arrojó un rayo hacia el enemigo de verdad, y le atravesó el pecho musculoso para que dejara de moverse tanto con ese tenedor gigante.

—-Atrás, Equuleus... —ordenó mientras avanzaba dejando un cementerio de Cíclopes detrás.

—-¡¿Qué has hecho?! —gritó aterrado Eolo, amo de los vientos, mirando al gigante retorciéndose de dolor un poco más allá. El tridente perdía Cosmos— Lo has golpeado, ¿cómo te atreves a hacerle eso a un heraldo de mi padre?

—Ese tridente —cargó su energía en su puño derecho, ya no iba a permitir más estupideces— ¿Qué es?

—Tonto humano ignorante, es el arma de Poseidón que solo le entrega a aquellos en quien confía, ¡a mí!, su hijo preciado venido del Olimpo nuevamente a la Tierra para hacerle un camino y...

—Tienes solo la habilidad necesaria para manejar unas cuantas brisas en la zona de África, y el poder para manifestarte únicamente a través de un viejo débil, ¿no pudiste buscar una mejor imagen, acaso?

—¡Aiolia! Espera, yo te...

—No, Seiya —clavó sus ojos en Pegaso, no iba a admitir desobediencia—. Ve con Retsu hacia ese gigantón y quítenle el tridente, es lo que está causando los terremotos, pero también me da la impresión de que sirve para otra cosa —ahora observó de nuevo al semidiós que se había quedado paralizado—, ¿me equivoco? Diría que es para llamarlo del Olimpo, para indicarle la dirección correcta a través de las dimensiones después de tantos siglos dormido.

—Ahora entiendo, no quieren que ocurra lo de la última vez, cuando se manifestó al fondo de la perdida Atlántida —dijo Retsu, detrás de él. A pesar de haber acabado con tantos monstruos su Cosmos seguía tal como al principio, era normal que se le considerara el más capaz de los Santos de Bronce.

—Así es, en esa ocasión se le pudo controlar. Que un dios se manifieste en una dimensión como la Tierra debe ser sumamente difícil, por eso Athena lo hace reencarnando con un cuerpo humano pero solo cada doscientos años, y Eolo no tiene mejor forma que la de un vejestorio que necesita un bastón para caminar.

—¿Cómo te atreves a hablarme así?, ¡soy un dios!

—Veinticinco veces has dicho lo mismo, eres patético, por eso necesitas de un gigantón como el de allá para que haga el trabajo sucio, en realidad solo sirves como distracción —suspiró y repitió la orden de antes—. Jabu, cuida a Equuleus; ustedes dos vayan a quitarle el arma de Poseidón. Me encargaré de este tipo.

A lo lejos, el Cíclope volvía a ponerse de pie a pesar de ser atravesado en el estómago por uno de sus mejores Rayos, y levantó el tridente con un rugido de voz que hizo temblar todo. Él era el verdadero problema, pero confiaba en que Lince y Pegaso podrían controlarlo.

 

Ya casi no quedaba tierra, todo se estaba hundiendo nuevamente.

—¿Acabar conmigo? Ni siquiera me has tocado porque soy... — repensó lo que iba a decir, después de todo era un idiota susceptible... un humano al que se le dio una oportunidad divina—, no puedes hacerme daño.

—Los dioses son imposibles de dañar porque las fuerzas humanas retornan como si chocaran con muros, eso es porque están a un nivel simplemente superior al humano; pero en tu caso es que simplemente usas la fuerza que manejas, los vientos, para neutralizar y desviar los ataques enemigos —hizo tronar sus dedos y los llenó con su electricidad, con el poder del león dorado—. Un buen truco, pero que no deja de ser un truco.

—¡Gusano! —gritó Eolo. Movió las manos con vehemencia y materializó un caótico huracán frente a él— Ya puedes despedirte del mundo aún imperfecto de mi padre, es tu... ¿qué?

—¿En serio?, pasa que aún no he empacado.

—¡No puede ser, no puedo moverme! —prorrumpió el semidiós con un rostro escandalizado. Seiya y Retsu confiaron en él y corrieron hacia el gigante, se los agradecería después— ¡¿Qué me has hecho?!

—¿Creíste que lanzaría mi Rayo Relámpago tantas veces para nada? —era extraño hacerle eso a un venerable ancianito, pero no lo suficiente para olvidar que no era tal cosa, así que lo primero fue romperle la mandíbula de un puñetazo.

—¡¡¡Ahhhh!!!

—Cree un campo de energía magnética a tu alrededor aprovechando el calor del movimiento en los átomos de tus remolinos, lo transformé en viento eléctrico positivo —golpeó el suelo para aplicar su Colmillo Relámpago, el cual atacó con más potencia y agresividad desde las fisuras ya creadas en la tierra—. Se contrarresta con cualquier ataque que implique encender tu Cosmos para acelerar partículas de viento caliente, al final es todo una cosa de lógica. Lógica humana.

—No..., aún puedo... —se tuvo que callar cuando le rompió el brazo que intentaba levantar, pero el miedo lo hizo más lento.

—No, no puedes. Así que dime, ese tal mabemon o como se llame, ¿qué diablos es?

—Algo que ni tú ni yo, ni ningún humano podrá evitar —sonrió el viejo con los dientes desalineados—. La gran voluntad del Emperador de los Mares es algo absoluto, más allá de su comprensión, nadie podrá respirar en un mundo donde él esté presente a menos que él lo desee.

«¿Respirar?»

—Será mejor que vuelvas por donde viniste, Eolo —advirtió, le iba a dar esa opción... aunque sabía que no la tomaría—. Regresa al Olimpo.

—Ja.

Eolo contestó como lo esperó, lanzando toda su artillería de huracanes y tornados, pasando por encima de la detención magnética que aplicó antes. Pero tenía otro as bajo la manga, por supuesto.

Corona Relámpago...

Una chispa de luz que daba vueltas en torno al enemigo, que hizo que su propio ataque se le regresase como si hubiera chocado con una pared eléctrica, un remolino creado por el Cosmos de Leo.

Todo el poder de los vientos usado quedó concentrado y contenido en ese lugar con el semidiós como centro, por lo que fue aplastado por ambas fuerzas. Gritó y maldijo, pero en pocos segundos no pudo decir nada más. Nunca más. Se deshizo en un haz de luz al perder su cuerpo, el alma del semidiós quedó libre y no pudo seguir viviendo en esa dimensión...

«El rayo. El Keraunos. Puede que no llegue al nivel de Zeus, pero todavía puedo usarlo para defender a las personas. Mis colmillos aún siguen afilados después de la Titanomaquia».

 

No perdió tiempo y corrió hacia la bahía del islote. Los temblores habían acabado y el Cíclope había sucumbido, estaba enterrado en el suelo por su propio peso, atravesado por el Huracán de Garras de Lince y los Meteoros de Pegaso.

Pero el tridente...

—¡Seiya, Retsu!

Sus compañeros estaban inmóviles frente a lo que parecía una sirena, una criatura luminosa como flores y corales con cuerpo superior de mujer y el inferior de pez. No se le distinguían rasgos internos como el rostro ni nada parecido a una armadura, tampoco se veían las escamas en su cola, pero sabía lo que era. Sostenía el tridente con una de sus manos, se había encogido hasta un tamaño normal como por arte de magia.

«Es como el que peleó con Milo» Y así como el Escorpión, tampoco pudo hacer nada. Ahora lo entendía: mientras estuvieran en el mar, los Marinas estaban protegidos por el Cosmos manifiesto de Poseidón.

—Aiolia, esa tipa tomó el tridente y...

—Santos de Athena, creo que llegaron demasiado tarde —dijo la sirena, recostada sobre el mar como si fuera sólido—, el tridente de mi Señor ya ha hecho su efecto, el santuario submarino ya ha sido reconstruido, y el dios de todos los océanos ha encontrado su camino hasta acá.

—¡Bruja marina! —Seiya levantó el puño pero Kazi lo detuvo, apareciendo de improviso. Tenía razón, de nada serviría en la superficie del mar.

—Ya perdieron, Santos —y algo que parecía una sonrisa se asomó donde debía estar la cara de la criatura, como un corte en la cortina luminosa de la que estaba hecha. Y en un abrir y cerrar de ojos comenzó a desvanecerse en la bruma... —Prepárense para recibir al nuevo mundo perfecto.

Desapareció. Y el continente de Mu volvió a convertirse en un paraíso submarino olvidado por los hombres.

 

15:30 p.m.

Las olas rugían en las costas africanas, pero ya no había monstruos por lo menos en esa zona. No sabía si los temblores se detendrían definitivamente o las tierras seguirían alteradas por la manifestación de Poseidón, pero estaba seguro que los grandes terremotos se habían acabado. Por ahora.

Desde ahí tenía que decidir rápidamente. Informar al Santuario sería lo primero, y él como líder de la misión sería el encargado, pero necesitaba dejar a alguien cuidando la zona en caso de que aparecieran nuevas amenazas, y también para seguir investigando. Evidentemente había una conexión con las tierras de Mu, ¿para qué las hicieron reflotar si luego las hundirían por los propios temblores otra vez? Todo parecía que tenía que ver con la aparición de las criaturas mitológicas como esos enormes Cíclopes que no sabían dónde (o cómo) enterrar.

¿Quién sería la mejor opción? Se acercó a unas rocas en la colina donde se habían encontrado con el tal Orkaan que resultó ser un semidiós despierto para prepararle el camino a su padre. Allí estaban los cuatro Santos de Bronce reunidos después de descansar un rato, y vio perfectamente a su objetivo.

—-¿Seiya? —llamó al llegar a la cima, pero una mano se le posó rápidamente en el hombro.

—Espera, Aiolia, deja que terminen —le advirtió Retsu.

—¿Terminar? —los volvió a mirar, más fijamente. Conversaban sin mirarse.

 

—Así que... —Seiya se llevó la mano a la cabeza y titubeó— ¿Sirius era tu...?

—No solo mi maestro, también mi padre adoptivo —contestó Equuleus con un dejo de tristeza, aunque ya no había rastro de ese odio vengativo que le tenía al Santo de Pegaso—. Nací en Grecia pero en un viaje a Kenia mis padres murieron de una enfermedad, y el señor Sirius me encontró allí cuando era muy pequeño. Me entrenó cuando alcancé edad suficiente.

—Seiya no quiso matarlo —dijo Jabu—, ninguno de nosotros quiso luchar en esas batallas contra nuestros pares.

—Lo sé. Aun así fue frustrante perderlo, cuando una vez más quedé solo. Y luego sentí que estaba cargando con algún tipo de maldición, ya que también el maestro de mi nuevo maestro, Noesis de Triángulo, falleció en cumplimiento del deber, sacrificándose por otros. Y Retsu estaba decidido a morir también, peleando contra un semidiós, igual que el de la Titanomaquia.

Eso fue diez años atrás, presenció eso justo después de visitar la tumba de Aiolos. Por supuesto ser parte del equipo que eligió él, el hermano de Sagitario, debió contribuir a su pesar.

—Nuestro deber no implica necesariamente morir en el campo de batalla, es un efecto secundario, por así decirlo —le dijo recordando los entrenamientos con Aiolos, por más que fuera un pésimo estudiante— No tememos a la muerte, pero deseamos vivir una batalla más para poder proteger a los inocentes otro día.

—Sí, la verdad eso también me lo han dicho mis dos instructores —por vez primera Kazi sonrió. Jabu le puso una mano en la espalda y Seiya miró a otro lado para rascarse la nariz...

«Chiquillo presumido»

—Honré a mi maestro viviendo en su honor —dijo Retsu, la viva imagen de los ideales de Noesis—. No te pido que hagas lo mismo por mí, pero sí por el Can Mayor. Debe haber alguna manera, ¿no crees?

—Sí, creo que sí —Equuleus miró al cielo, el sol brillaba ardiente, no había rastro de una voluntad que impidiera respirar—. Sirius no era el nombre real de mi maestro, creo que se llamaba Stern o algo así. Escogió el nombre de la estrella más brillante de su constelación, la más hermosa del cielo.

—Los Santos pierden su apellido (si es que tienen) al recibir sus Mantos, y obtienen uno compartido con ellos, pero otros incluso han cambiado su nombre —explicó recordando a DeathMask, Aphrodite o Aldebarán, y muchos otros antes que ellos—. Es una costumbre histórica en el Santuario.

—¿Así que como piensas llamarte, caballito? —-comentó Seiya rodeando el cuello de Kazi con el brazo como si fueran amigos de toda la vida, aunque Pegaso nunca había sido de los que respetaban el espacio personal— Porque de verdad tu nombre no es el más guerrero o intimidante, hasta parece de mu...

Jabu le dio un manotazo tan fuerte que hasta las olas se callaron. El Santo de Caballo sonrió.

—Llámenme... Kitalpha.

 

 

Aiolia de Leo y Restu de Lince.

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Seiya, Jabu y Kitalpha.

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Publicado 28 mayo 2015 - 16:38

Este capitulo sirvió como un homenaje al episodio G cuya historia es muy buena siempre y cuando

olvidemos su estilo de dibujo XD del autor

 

Asi que te la ingeniaste para presentar a un personaje de omega y darle una historia de fondo,

 

me pregunto si aparecerán mas XD

 

Un capitulo muy bueno


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Publicado 28 mayo 2015 - 20:57

gran capítulo, felipe, y q bueno q le has dado mas participacion a los dorados. Q bueno q kazi/kitalpha arregló sus cosas con seiya, no me parecía justo con el pegaso. Saludos, espero tu proxima publicación!!



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Publicado 04 junio 2015 - 15:11

:smile5: Hola Felipe que bueno el tenerte de vuelta por acá. Tu Fic me ha agradado bastante. Excelente por como has ido desarrollando toda la historia y aunque tu base sea del manga original igual hay mucho de tí en cada parte que describes o en los cambios y mejoras que aplicas en algún personaje. De verdad lo haces muy bien.

 

Muy buenos estos últimos capítulos sin desperdicio alguno, no tengo de que quejarme, simplemente quedo a la espera del próximo, aguardaré con paciencia jeje. Bueno para no extenderme mucho me despido desde ya no sin antes enviarte la mejor de las vibras para que pronto puedas solucionar el inconveniente con tu PC y así poder seguir leyendo más de "El Mito del Santuario"  ^_^ 


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#292 -Felipe-

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Publicado 21 junio 2015 - 10:34

Este capitulo sirvió como un homenaje al episodio G cuya historia es muy buena siempre y cuando

olvidemos su estilo de dibujo XD del autor

 

Asi que te la ingeniaste para presentar a un personaje de omega y darle una historia de fondo,

 

me pregunto si aparecerán mas XD

 

Un capitulo muy bueno

Sí, en cierta forma fue un homenaje. Espero que aparezcan más en el futuro :) pero no lo sé xD

 

Muchas gracias por comentar, como siempre.

 

 

gran capítulo, felipe, y q bueno q le has dado mas participacion a los dorados. Q bueno q kazi/kitalpha arregló sus cosas con seiya, no me parecía justo con el pegaso. Saludos, espero tu proxima publicación!!

Gracias!! La verdad es que parece que las historias de SS no funcionan si no tienen dorados al por mayor, así que... xD

 

 

:smile5: Hola Felipe que bueno el tenerte de vuelta por acá. Tu Fic me ha agradado bastante. Excelente por como has ido desarrollando toda la historia y aunque tu base sea del manga original igual hay mucho de tí en cada parte que describes o en los cambios y mejoras que aplicas en algún personaje. De verdad lo haces muy bien.

 

Muy buenos estos últimos capítulos sin desperdicio alguno, no tengo de que quejarme, simplemente quedo a la espera del próximo, aguardaré con paciencia jeje. Bueno para no extenderme mucho me despido desde ya no sin antes enviarte la mejor de las vibras para que pronto puedas solucionar el inconveniente con tu PC y así poder seguir leyendo más de "El Mito del Santuario"  ^_^ 

Muchas, muchas, muchas gracias!

 

Bueno, ahora sí arreglé los asuntos que tenía, pude recuperar mis archivos, y podré continuar escribiéndolo (aunque por ahora solo tengo cinco capítulos en el archivo, así que tendré que darme prisa para no volver a otro hiatus) Sin embargo, me faltan los programas de edición de imágenes, pero no afectará en sí el relato.

 

 

Seguimos.

 

SHAINA I

 

11:00 a.m. del 2 de Enero de 2014.

Las olas del mar Egeo rugían descontroladas por las extrañas fuerzas que se desataban cuando un dios decidía aparecerse en la Tierra. Uno de los libros de la biblioteca que Yuli le prestó, Athena, diosa de corazón humano, decía que cuando la diosa guardiana del planeta llegaba a los pies de la estatua, reencarnaba como una niña de carne y hueso para sentir igual que las demás personas, y por eso no se producían cataclismos ni ningún tipo de manifestación extraña en la tierra o en los mares. En cambio, los demás dioses tendían a usar cuerpos como recipientes, era algo totalmente distinto, y la aparición de un ser tan superior en un mundo mortal conllevaba cierto tipo de caos.

Pero aunque sufría más que cualquier otro en el Olimpo, ser una diosa humana tenía sus ventajas. Shaina había tratado de asesinar a la suya en el pasado, pero Saori Kido no solo la perdonó, sino que también la nombró líder de los Santos de Bronce y le encargó la investigación en una de las zonas que más preocupaba a los Santos de Oro.

Porque allí en la costa del Egeo, la parte del Mediterráneo comprendida entre Grecia y Turquía, fue de donde debió salir ese mini ejército de expedición que atacó la Fuente y a la misma Athena, aunque ignorantes de la presencia de Milo, evidentemente.

—¿Qué buscamos exactamente?

—Pistas. Cualquier rastro que nos lleve al escondite del ejército submarino.

Solicitó la compañía de cuatro personas para la misión: un Santo de Plata y tres de Bronce. Juntos tomaron rumbo hacia el sur del Ática, a unos 70 kilómetros del Santuario, para internarse en las islas egeas. Desde cualquiera de ellas se podía admirar el principal motivo por el que Athena sospechaba de esa zona: Sunión.

Habían llegado informes sobre la preocupación de la gente en las islas por unos hombres de armadura azul que se veían por la noche y que aparentemente vigilaban en secreto a la población, se metían a las casas y hoteles o se reunían en las plazas. Tanto griegos como turcos estaban atemorizados pero nadie quiso huir. ¿Las razones? Una, por miedo a que esos extraños de azul estuvieran espiándolos de día y los persiguieran, la policía era incapaz de hacer algo sin tener pruebas contundentes de que eso del espionaje fuera algo más que un rumor, y no podían iniciar algún tipo de conflicto entre los países del Mediterráneo; la segunda razón, porque la principal actividad en las islas egeas tenía que ver con el turismo: que se dijera en todos lados que había misteriosos hombres de azul que solo aparecían por la noche a espiar a las personas atraía multitudes.

Por eso tuvieron que llegar vestidos de civiles, mezclándose con la gente e inspeccionando a posibles soldados de Poseidón sin revelar que el Santuario ya se había puesto en acción. Prefería vestirse con las armaduras de entrenamiento pero una misión de vigilancia traía consigo lo contrario, y también hacía bastante frío aunque no llovía. Así que se puso una camiseta negra con una gruesa chaqueta púrpura encima, unos jeans, y un par de pulseras de metal que se colocó en la muñeca izquierda que Yuli le prestó, y que hasta podrían servirle para conducir su Cosmos eléctrico.

Guardaron las Cajas de Pandora en grandes mochilas confeccionadas por las más hábiles jóvenes de Rodrio que servían perfectamente para las misiones de investigación. Parecían simples turistas buscando algún hotel en Andros, una de las más abarrotadas islas de las Cíclades que se hallaba directamente en frente del cabo de Sunión. Cuando le cayó encima la primera interrogante, habían llegado a la plaza principal de la isla, donde la gente conversaba y compraba despreocupada en el mercado, seguramente de esos misteriosos avistamientos que le traían más visitantes extranjeros, o del ruidoso comportamiento del mar.

—¿Hacemos preguntas? —inquirió Venator de Delfín, uno de los mayores entre los Santos de Bronce. Le mostraba todo el respeto correspondiente a la jerarquía a pesar de ser cuatro años mayor. Se puso pantalones grises y holgados y una chamarra amarillenta que hacía juego con su cabello, rubio como buen inglés, decía él. Era bajo y de rostro afable, con nariz respingada y ojos azules y brillantes.

—Por ahora observaremos los movimientos y actitudes de la gente, es posible que los soldados marinos estén aquí así que los seguiremos en cuanto se empiecen a mover. No creo que estén espiando a la gente como se cree, sino que analizan los movimientos del Santuario desde estas islas.

—¿Vamos a espiar soldados que nos vigilan a nosotros? —preguntó Shun de Andrómeda, el que mató a Aphrodite. Estaba lleno de vendas pero su rostro, gentil y puro, seguía tal cual como antes de la guerra en la Elíptica. Llevaba unos pantalones blancos con suspensores que pasaban por sobre sus hombros, y una camisa verde oscuro que indicaba que pasar tantos años en uno de los infiernos sobre la Tierra le había dado cierta resistencia a los cambios climáticos.

—Exactamente. Veremos quién descubre al otro primero, pero estoy segura que están repartidos en estas islas.

—¿Por qué?

—Por eso —indicó con la uña afilada el promontorio que se veía a lo lejos cruzando el mar. En la parte más sur de Atenas estaba el alto cabo de 60 metros de altura en cuya cima se había construido uno de los más antiguos templos dedicados al dios de los mares. Solo quedaban ruinas de ese edificio, pero seguía siendo un símbolo para los seguidores de Poseidón, y muy probablemente les servía de faro a los soldados que se ocultaban en las islas egeas tal como alguna vez sirvió para divisar los barcos que se acercaban a Atenas.

—¿Y cómo sabremos quiénes de entre todas estas personas son Marinas disfrazados? — June de Camaleón, una muchacha valiente que luchó junto a ella para defender a Athena de los soldados engañados por Saga. Tenía su cabello rubio atado en una cola de caballo y vestía con un largo suéter de lana gris que dejaba al descubierto sus hombros; y unos pantalones de seda negros muy ajustados. En la Caja que cargaba como mochila había un látigo capaz de descubrir los puntos vulnerables del enemigo.

—De eso se encarga Asterion, por supuesto.

El aludido optó por un largo jubón marrón cuyo cuello le tapaba el rostro como si esa tenida misteriosa mejorara sus habilidades telepáticas. Una tontería, desde luego.

—Si Athena se molesta por estar espiando en la mente de las personas será tu culpa, Shaina.

—¿No es eso lo que haces siempre, Sabueso?

—En enemigos, sí. Pero en civiles... —soltó un suspiro de resignación y se acercó a comprar un refresco en un puesto cercano. Shaina logró ver sus ojos brillar con un resplandor dorado.

—Como sea, avancemos. Avisen por cualquier cosa sospechosa y... —tuvo que detenerse mientras Shun y June avanzaban. Venator se quedó atrás mirando su teléfono celular... —¡Delphinus!— ...tal como durante el viaje a pie y en lancha.

—¡Ah, señorita Shaina, lo siento! —se disculpó ruborizándose.

—¿Otra vez?

—Es que... ¿no es linda mi hijita? —preguntó con ojos de borrego y una sonrisa del tamaño de Sunión, mostrándole las fotos que tanto miraba en su teléfono: una niña pequeña de risos dorados que posaba sonriente para la cámara.

—Tienes que estar enfocado en esto.

—Alicia cumple hoy tres años, así que no puedo estar más de acuerdo. ¡Voy a terminar con este trabajo para poder ir a verla! —dijo con el puño en alto.

—Sí, sí, como sea... ¡Avanza!

Pero por dentro... muy dentro, se sintió algo enternecida. Algunos Santos habían formado una familia y se esforzaban el doble en su trabajo para protegerlos también a ellos, era una motivación extra que traía aportes positivos (y negativos) en el campo de batalla. Se preguntó si ella algún día viviría algo como eso, una vida aparte alejada del Santuario, peleando por personas que amara.

«Seiya», pensó de repente. No pudo hacer menos que golpearse el rostro y seguir adelante a pesar de las miradas confusas de los mercantes.

 

18:50 p.m.

Sabía que la misión quizás sería larga y en principio poco productiva, pero no se percató de su propia paciencia. Cuando el sol comenzó a ocultarse bajo las aguas y el cielo empezó a cambiar del azul celeste a un rojo anaranjado tras las nubes rosáceas, la frustración tomó un cupo en su mente donde antes se halló la determinación. Aparte de una chica vestida de manera extravagante que tomó la misma ruta que ella y no cesaba de tomar fotos por todos lados, y de una pareja de ancianos que se besaba con pasión juvenil, no había nada raro en Andros.

Pidió una soda dietética y se sentó sobre una banca del mirador al oeste para contemplar el cabo de Sunión, convertido en una sombra por las luces del atardecer tras de sí. Iba a tener que hacer el mismo recorrido por cada una de las islas egeas, y quizás los Marinas ni siquiera estaban allí. Tal vez su escondite estaba en otro lado o...

«Hm... ¿Habrá sido buena idea que Athena me escogiera a mí para una misión de vigilancia? Aunque soy más apta que Seiya o Aiolia, tampoco soy la más paciente en el Santuario. Deben estarla pasando genial allá en África».

Un tipo grandote y barbudo se le acercó por el costado, tal vez un luchador o un levantador de pesas. Lo inspeccionó rápidamente y descubrió que no poseía control del Cosmos. No era uno de ellos, pero si no fuera por la incipiente barba y el tono de piel se parecería mucho a Cassios...

—¿Tan sola, preciosa? —preguntó desabrochándose el primer botón de la camisa con horrible sutileza—. ¿Te gustaría que te presentara los alrededores y...?

...Aunque mucho menos respetuoso que Cassios.

—Piérdete.

Soltó un poco de Cosmos desde sus dedos y el tipo se alejó apresurado al ver las chispas como un cobarde. Estaba tan aburrida y molesta que... «Oh», se dio cuenta. Fue una idiota, desató algo de su energía y se hizo visible ante los posibles enemigos. Otra persona se acercó por su espalda y estuvo a punto de ponerse en guardia hasta que se topó con esos ojos de brillo dorado.

—Vaya que estás tensa.

—Maldición, ¡ya lo sé! —trató de recuperar la calma y se concentró en los alrededores para saber si alguien la había descubierto, pero lo único raro seguía siendo la chiquilla turista de camisa multicolor (parecía un arcoíris de tela) aún con sus fotos y la pareja de abuelos que aún no se soltaba. También se sumó un niñito en la mesa de al lado que se puso a hacerle morisquetas—. ¿Descubriste algo?

—Nada aquí —contestó Asterion apoyando la espalda en el muro junto a ella, frente al ocaso—, no descubrí a nadie que pudiera manejar el Cosmos, aunque la gente común tiene pensamientos divertidos, ¿ves esos ancianos ahí?, estaban...

—Preferiría que no me dijeras lo que pensaban. Será mejor que busquemos un lugar donde descansar y continuar mañana en la isla de al...

La mesa se tambaleó y un remezón general interrumpió sus pensamientos. Un nuevo temblor en Grecia. Cruzó miradas con el Sabueso y ambos entendieron qué hacer; si había algún extraño entre la multitud espiando agentes del Santuario tendría algún tipo de conducta imprevista. Quizás una lentitud en la reacción ante un terremoto provocado por ellos mismos.

El pueblo parecía acostumbrado a eso, ninguno hizo más que afirmarse de algún árbol o mesa, proferir alguna maldición o un quejido menor, y reírse entre ellos a medida que el sismo alcanzaba una intensidad media. Si alguien hacía cualquier otra cosa había que sospechar de...

—¡Hola! —exclamó alguien junto a ellos. Al voltearse se encontraron con un lente oscuro que apuntaba hacia ellos. Sonó un clic y un fuerte resplandor los cegó por unos instantes.

«¡Qué demonios!» Afinó las garras y se preparó para el combate, pero el Sabueso la detuvo a tiempo. La mocosa camarógrafa estaba frente a ellos con una sonrisa idiota y el maldito aparato en la mano. Tenía su cabello negro atado en dos trenzas (una más arriba que la otra) y un par de enormes incisivos que hacían juego con los lentes gigantescos que amplificaban el tamaño de sus ojos.

—¡¿Por qué hiciste eso?!

—Tranquila, Shaina...

—Ustedes Santos, ¿sí? —preguntó de repente en pésimo griego con acento norteamericano. En ese momento Asterion no pudo seguir pidiendo calma, y él fue quien protestó.

—¿Quién eres y cómo sabes eso? —sus ojos brillaron y pronto se metió en la cabeza de la chica.

—¡Todos saben ustedes, he querido conocer uno desde vine Grecia! —dijo la muchacha con una sonrisa cada vez más boba—. ¿Ahí guardan armaduras de pelea? —apuntó el lente de la cámara hacia su mochila y tomó una foto—. Cool.

—Escucha, niña... Estamos en una misión importante, te agradecería que no hablaras en voz alta y nos permitieras hacer nuestro trabajo.

—¡Quizás pueda ayudar ustedes! —exclamó con las mejillas sonrosadas—. Me llamo Apias, soy fotógrafa, estado tomando fotos desde días al enterar que cosas raras pasando aquí.

—¿Cosas raras? —se volteó hacia Asterion y éste le indicó con la mirada que la chica estaba limpia.

—Miren —le mostró las fotografías desde el mismo aparato, tecnología que no se veía a menudo en el Santuario, y de inmediato Shaina quedó estupefacta—. Las tomé noche, ayer. Por eso busqué famosos Santos.

Hombres iguales a los que había descrito Milo, vestidos de negro con armaduras azules que incluían aletas y escamas. La imagen se veía borrosa, pero se notaba con claridad que era una tropa de Marinas reunidos en torno a una fogata. En la siguiente fotografía estaban de pie, y en la última marchaban lejos del lente.

—¿Dónde tomaste esto? —preguntó.

—Los llevaré, vengan con mí.

Asterion llamó con un silbido a June y Shun que vigilaban sentados en una plaza, y a Venator, quien se había quedado pegado en sus propias fotos a unos metros, cerca de una fuente.

 

Bajaron por una colina y se adentraron en la penumbra de un frondoso bosque de espinos en la costa sur del islote después de caminar por casi media hora. En esa zona ya no había mucha gente, solo algunas parejas que paseaban y se sacaban fotos tomados de la mano y otras pocas que se ocultaban pésimamente entre los arbustos aprovechando que ya caía la noche. Antes de tener uno más de sus pensamientos imbéciles, se dio un pequeño manotazo en la frente sin que sus compañeros la vieran.

—¿Así que esta chica descubrió a los Marinas en esta isla? —indagó June en un susurro mientras la muchacha avanzaba con torpeza por entre las rocas bajando por la pendiente, cruzando ramas puntiagudas—. ¿Es de fiar?

—Por ahora es lo mejor que tenemos. Además es solo una niña, en caso de que sea información falsa es solo cosa de esperar a la noche a ver si pasa algo, y si no, al día siguiente en una de las islas de al lado.

—No siento un Cosmos traicionero en ella.

Nunca sientes un Cosmos traicionero en nadie, Shun.

—Ojalá diga la verdad, así acabaremos con la amenaza pronto —suspiró Venator mirando las fotos de Alicia otra vez.

—Es por aquí... —susurró Apias tras la maleza. Al cruzar, descubrieron una hermosa bahía semicircular bordeada por roqueríos y pequeñas cuevas, además de una playa de arena oscura. Sus aguas de color oscuro, reflejo de la noche que ya se asomaba, se conectaban con el Egeo a través de un corto canal.

Al mirar al oeste, Shaina se encontró con el cabo de Sunión en línea directa a través de los árboles, lo único perfectamente distinguible desde allí, un lugar idóneo para reunirse si eres un perro del dios de mar.

—Parece ser un escondite perfecto —musitó Venator, oculto en la maleza como los demás para evitar que los vieran, aunque no se sentían Cosmos extraños.

—¿Estás segura que es aquí, Apias? —al preguntar, de repente le sonó muy raro el nombre de la muchacha, para ser estadounidense como indicaba su acento y su estrafalaria... demasiado estrafalaria apariencia.

—Sí —respondió la chica sin detener su caminata, bajó con cuidado por la colina con intenciones de adentrarse en la bahía. Su cámara realizaba un curioso vaivén colgando de su cuello.

—¡Oye espera! —dijo Asterion con un grito silencioso, como un carraspeo alargado—. Te lo agradecemos, pero es muy peligroso que estés aquí.

—Por supuesto que es peligroso —dijo la chica sin voltearse.

Una de las mochilas se abrió repentinamente y dos serpientes metálicas salieron de allí con desesperación. Se ataron inmediatamente en torno a los brazos de un muchacho sorprendido.

—¿Shun?

—¡Las cadenas sienten un enemigo muy cerca, alguien poderoso!

Las armas maravillosas del Manto de Andrómeda apuntaron hacia la chica de los moños asimétricos quien se quitó la camiseta multicolor por sobre la cabeza y lanzó la cámara al suelo. En vez de piel, un peto rojo y plateado resplandeció bajo su cuello: dos piezas metálicas en sus pechos conectadas a una larga que llegaba hasta el cinturón en forma de M. También aparecieron unas figuras curvas sobre sus hombros como larvas y un casco que se alargaba hacia atrás en su mano.

—¡No puede ser!

—Maldición... —Ophiucus despertó de su letargo y la cubrió con serpientes y oricalco de plata.

Shaina cargó la energía eléctrica en su mano y arremetió contra el soldado del ejército submarino que de alguna forma se las arregló para engañarlos. Ésta se limitó a abrir los brazos como si les saludara.

—¡Gracias por venir a nuestro humilde escondite, Santos de Athena! —dijo en perfecto griego esta vez—. Esh, Kidanish, les doy cordialmente la bienvenida.

Antes de que sus garras alcanzaran el cuello de la enemiga que también hablaba un idioma irreconocible, la laguna se estremeció y una cosa enorme salió de ella en menos de un instante. Parecía escamosa, aunque imposible de distinguir por toda el agua que tenía encima. Pero algo brilló en la cima tras la catarata monstruosa, como unos ojos rojos y resplandecientes. Detuvo su carrera.

—¡¡¡Cuidado, Shaina!!!

—Que tengas un buen viaje al infierno del Ceto —sonrió la chiquilla poco encantadora, y tras de ella se abrieron las aguas y aparecieron cosas que parecían rocosas piedras blancas muy puntiagudas. Como colmillos.

 

Los cinco protas de este arco.

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Editado por Felipe_14, 21 junio 2015 - 10:36 .

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#293 carloslibra82

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Publicado 24 junio 2015 - 00:00

Un interesante capítulo como siempre, me encanta esa faceta humana q le das a los caballeros, como a Venator con su hija. Sinceramente, no recordaba q Asterión había quedado vivo en tu fic, es q ha pasado tanto tiempo, jejejeje. Pero me agrada q al menos alguno de todos esos plateados q murieron en el clásico los utilices ahora peleando al fin por los buenos. Me pregunto como la chica engañó a todos, incluso a Asterión en su habilidad para leer la mente. Y me agradó el " Nunca sientes un cosmos traicionero en nadie, Shun" Es tan típico en él, me dio risa. En fin, tuvo de todo este capítulo, espero con ansias el siguiente



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Publicado 24 junio 2015 - 16:48

muy buen capitulo

 

aunque un poco gracioso se volvio  a demostrar que los caballeros no son muy buenos para misiones de espionaje un poco mas y se parecen a los de SOG XDDD


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Publicado 26 junio 2015 - 18:29

Un interesante capítulo como siempre, me encanta esa faceta humana q le das a los caballeros, como a Venator con su hija. Sinceramente, no recordaba q Asterión había quedado vivo en tu fic, es q ha pasado tanto tiempo, jejejeje. Pero me agrada q al menos alguno de todos esos plateados q murieron en el clásico los utilices ahora peleando al fin por los buenos. Me pregunto como la chica engañó a todos, incluso a Asterión en su habilidad para leer la mente. Y me agradó el " Nunca sientes un cosmos traicionero en nadie, Shun" Es tan típico en él, me dio risa. En fin, tuvo de todo este capítulo, espero con ansias el siguiente

Gracias, Carlos. Como siempre es genial leer tus reviews.

 

Y sí, mis disculpas por ello, pero es normal olvidarse de lo de Asterion. En sí, en el manga tampoco se le vio morir (aunque según recuerdo sí en el animé, Marin acaba con él); pero en el manga Kuru se olvida de él, y luego aparece su tumba. Yo opté por no olvidarme del pobre Sabueso xD y lo traje de regreso. De todas formas, está contado en el recuento de los dorados unos capítulos atrás como uno de los siete Santos de Plata vivos (incluyendo uno desaparecido):

1. Corvus Jamian

2. Aquila Marin

3. Ophiucus Shaina

4. Canis Venatici Asterion

5. Pavo Mayura

6. Crux (???)

7. Lyra

Lo de la lectura de mentes se va a revelar un poco a medias, lo admito, es que la explicación es algo simple, pero funciona para mí.

 

Por cierto, así como el detalle de que Kazi de Caballo resultara ser Kitalpha de Omega, cuando joven; también hay un detalle interesante con Venator de Delfín. A ver si lo descubren jaja

 

 

muy buen capitulo

 

aunque un poco gracioso se volvio  a demostrar que los caballeros no son muy buenos para misiones de espionaje un poco mas y se parecen a los de SOG XDDD

Hay pocos Santos vivos que puedan funcionar como espías/vig,ilantes. Mu y Shaka entre los Golds, Marin entre los Silver, Shiryu, Shun y quizás Higía y Kitalpha entre los Bronce. Los demás, que se dediquen mejor al combate jaja.

 

 

En fin. Vamos con la segunda parte del arco del mar Egeo.

 

SHUN I

 

19:20 p.m. del 2 de Enero de 2014.

—¡Señorita Shaina!

Comprendió entonces que su grito no salió, sino que se quedó al interior de su boca paralizada por el asombro. Jamás había visto algo igual en la realidad, solo en cuentos de los que leía cuando niño.

Una bestia parecida a una serpiente, cuya cola se alcanzaba a divisar más cerca del cabo de Sunión que del islote, una visión aterradora y humillante. La criatura estaba cubierta de escamas verdes y azules de manera irregular, como si una u otra fueran manchas en la piel. Se veían durísimas, no tenían ni un rasguño a pesar de las fuertes olas y las rocas cercanas, como si fueran más bien piezas de una armadura. Sobre la espina curvada del cuerpo serpenteante de la bestia que se alzaba para mostrar su imponencia, se veían aletas membranosas sin igual, negras y espinadas como un animal que eriza sus cabellos en su estado de ira o miedo. El grosor del cuerpo era cercano a uno de los templos del Zodiaco.

Más allá del canal, la cola se asomaba igual que la de una ballena en el horizonte, azotaba las aguas mientras guiaba a la criatura como un timón. También parecía tener algo similar a brazos, aunque si eran tal cosa, no las necesitaba; las mantenía bajo las aguas. Pero por lo que sabía, el Ceto poseía garras que cortarían el acero como papel.

Aunque lo más terrorífico de todo, sin dudas, era la grotesca cabeza. Gigantesca, una deformidad comparada con el resto del cuerpo. Sus dientes eran espadas filosas que brillaban con resplandores azulados bajo las primeras estrellas; las fosas de su nariz exhalaban humaredas negras como las del volcán en la isla de Andrómeda. Tenía pequeños e intimidantes ojos dorados que se degustaban con el banquete que tendría en poco tiempo, brillaban con luz propia como soles endemoniados; y sobre ellos una cresta membranosa casi tan oscura como el firmamento. El Ceto cerró las fauces con Shaina de Ofiuco adentro.

¿Y cómo sabía que era el Ceto? Por supuesto nunca había visto realmente uno, pero era la leyenda más famosa en la isla de Andrómeda. La criatura enviada por Poseidón para devorar a la princesa de Etiopía como castigo a los reyes Cefeo y Casiopea por no pagar tributo a su divinidad.

—Le encantan los Santos frescos. ¿Quién sigue? —preguntó Apias, soldado de Poseidón. Se había quitado los anteojos y desatado el largo cabello negro. Sus ojos eran perlas grises altivas y apáticas. A pesar de estar bajo la barbilla escamosa de la bestia, no parecía nerviosa ni el Ceto intentaba hacerle daño.

—¡Maldita sea! —gruñó Asterion y saltó antes que cualquiera de ellos. Por algo era un Santo de Plata...

«No. Hay algo más». Notó el Cosmos del Sabueso, iracundo, lleno de fuego como un río de lava o una tormenta ígnea. Ceto...

—¡Shun, hay que atacar! —dijo June vistiendo rápidamente su armadura. Él la imitó y también Venator, quien usaba un Manto de colores celestes asimétrico, tal como lo recordaba de la vez en que luchó contra Jabu. Con una sola hombrera a la derecha y un faldón que se orientaba a la misma dirección, dejaba descubierto el lado zurdo para atacar con mayor facilidad.

Debían vencer rápido a la criatura si querían mantener a salvo la ciudad. Ya podía oír los alaridos y gritos desde arriba, sobre la colina y el bosque. Ver una serpiente marina mitológica no podía ser más que una pesadilla realista y ellos, como Santos, debían ser los que mantuvieran la compostura.

¿Pero es que cómo era posible que de verdad algo así estuviera frente a sus ojos? ¿Podía ser una muy compleja ilusión?

Muerte Marina (Bad Dhimasho) —dijo Apias en somalí, a pesar de no tener rasgos de una nativa. Golpeó la laguna tras de ella con sus botas plateadas, y la salpicadura se transformó en lanzas puntiagudas que volaron hasta Asterion como una lluvia azulada.

Pero mientras desplegaba las cadenas, Shun pensó que por alguna razón, el Sabueso no pudo leer correctamente la mente de Apias. Así como la resistencia de Kaldur de Behemot frente a Milo, debía ser culpa de la manifestación del dios de los mares, habilidades especiales cerca de las aguas.

Sin embargo, Asterion de Lebreles seguía siendo un Santo de temer aún sin su telepatía. Él mismo lo enfrentó en la playa junto a June, mostró una temible combinación con...

«Mozes. Mozes de Ceto».

Con su Millón de Fantasmas, Asterion se multiplicó y pasó a través de las lanzas de agua sólida sin problemas, con una pierna extendida para atravesar el cuerpo de la joven, y del monstruo si era preciso. La criatura se movió, y fue ahí cuando Shun hizo reaccionar a las cadenas de la nebulosa.

Así como pudo salvarse a sí mismo y a Leda de la Prueba del Sacrificio antes que un Ceto manifestado como olas y cadenas lo devorara, esta vez también dejaría en evidencia que la historia había cambiado para el representante de la princesa Andrómeda. No se sometería a las calamidades de Poseidón.

Ató al monstruo con ambas cadenas y no fue necesario que tirara de ellas ya que su armadura hizo todo el trabajo, enfurecida al presenciar al enemigo número uno de sus mitos. La bestia sacó la larga y roja lengua hacia afuera y chilló de dolor al igual que los turistas desde arriba al presenciar la intensa batalla. Y si necesitaban algo para ocultar la visión, llegó desde el lugar más inesperado.

Cuando Asterion y Apias se enfrascaron en una lucha cuerpo a cuerpo que a la Marina no pareció preocuparle, una tormenta eléctrica surgió del interior del Ceto iluminando el cielo con tonos violetas y azulados. El Látigo Mimético golpeó a la criatura en las aletas para que no pudiera navegar, y una patada con todas las fuerzas de Venator le destruyó el estómago. Las cadenas terminaron por asfixiarlo, y antes de ver una escena nauseabunda y aterradora, el monstruo se hundió derramando espuma, órganos internos y una abundante cantidad de sangre. La humareda no cesaba tampoco.

—¡Ahora busquen a Shaina! —ordenó Asterion, repentinamente el de más alto rango, después de ver también los resplandores eléctricos—. Yo me encargaré de esta mujer, ya ven que los amigos de Poseidón no son la gran cosa.

—¿En serio? —la Marina hizo un giro imposible en el aire como si bailara sobre las gotas que salpicaban desde el mar descontrolado por el peso que le cayó encima. Le dio una patada en la nuca a Asterion y se dirigió a ellos—. No deberían subestimarnos, Santos de Athena.

Pasó a través de ellos a una velocidad altísima. Venator cayó aunque Shun no pudo ver qué o cómo lo golpearon. June alzó su látigo para defenderse, pero en segundos fue derribada al piso. La cadena de la mano izquierda reaccionó a tiempo para formar su muro de hierro impenetrable, pero aun así la mano de la chica atravesó la Defensa Giratoria, y con ella dio un fuerte golpe en la mandíbula que casi se la arranca si no fuera por la intervención de Asterion que persiguió a Apias a pesar del ataque traicionero.

—Vaya, me parece que son demasiados —sonrió la Marina como si la desventaja numérica fuera un problema menor—. Bueno, ya he hecho lo que tenía que hacer, los dejaré con algunos amigos. Gamok.

Y después de lo que pareció una despedida en un idioma extraño, la chica que los había engañado despareció tras una cortina de sus lanzas marinas.

 

Shun corrió hacia sus compañeros y los ayudó a levantarse. Se sentía tan débil e inútil, como si aún no hubiera podido recuperar toda la sangre que perdió por culpa de la Rosa Sangrienta. Aunque estaba vivo, al menos (cosa que su mente le decía era muy poco probable).

—Maldición, qué tipa más desagradable.

—Parece que definitivamente no voy a ver mi hijita hoy.

—Basta de lamentaciones, señores —Asterion avanzó a paso firme hacia la criatura que flotaba destripada sobre la laguna. Su semblante seco y recto los devolvió rápidamente a la realidad. Sin asco, se metió entre los órganos que parecían gusanos marinos para buscar a la Encantadora de Serpientes.

—Alicia va a odiarme —lamentó Venator por enésima vez dirigiéndose al agua, hasta que un aullido lo puso en guardia igual que los demás.

Cuando miraron hacia el oeste, más allá del oscuro promontorio del sur de Grecia, pudieron ver la silueta de una criatura casi tan grande como el cabo. Un monstruo serpenteante que surgió de las aguas con un chillido horripilante como el despertar de una bestia.

—No puede ser... ¿Otro más?

—¡Miren allá! --alertó June.

Al este, otro Ceto salió de las aguas después de dormir por miles de años. Los amigos de los que Apias había hablado estaban anunciando que Poseidón volvía a tener poder sobre el mundo. Tal como le habían dicho, los dioses eran capaces de despertar a las más tenebrosas criaturas por muy de cuentos y leyendas que parecieran en principio, solo con bajar desde el Olimpo.

—Shaina no está aquí —advirtió el Sabueso con las manos manchadas de sangre oscura y maloliente. No se había molestado en quedarse embobado viendo el nacimiento de los monstruos míticos—. Debió ser llevada por la corriente.

—Señor Asterion, hay más de un Ceto y...

—Ya me di cuenta, Delfín. Cada dios trae su propio ejército de monstruos consigo como su propia alfombra roja y egocéntrica, y estos deben ser los de Poseidón. Saldrán de cada uno de los siete mares. Nuestro deber es terminar con ellos antes que empiecen la maldita limpieza del mundo —de repente, el Sabueso cerró los ojos y sonrió soltando un bufido—. Ja, ¿qué diría Mozes si viera como su constelación está amenazando así la humanidad?

Mozes de Cetus, a quien él mismo asesinó. No había tenido tiempo de pedirle disculpas a Asterion por lo ocurrido, por matar a su compañero de tantas batallas pasadas.

—No es necesario que lo hagas, Andrómeda —dijo, leyéndole la mente. Aún lo sorprendía esa habilidad—, él cumplió con su deber y tú con el tuyo, no hay nada que lamentar.

—S-Sí.

—Por ahora hay que concentrarse en esas bestias, estoy seguro que pueden encargarse de ellas, pero no se acerquen a la tal Apias, es peligrosa. Incluso tú, que pudiste con el Pez dorado, no estás en condiciones óptimas. De ser posible yo me encargaré de ella cuando llegue el momento, pero ustedes ocúpense de las serpientes esas.

—¿Usted qué hará?

—Buscaré a Shaina —resolvió el Sabueso adentrándose a las aguas después de quitarse el yelmo y algunas otras partes pesadas de la armadura—. De seguro vamos a necesitarla, así que la encontraré sin importar dónde esté. Después de todo es una de mis hermanas.

—¿Shun?

—¿Eh? ¡Ah, sí! —desplegó la cadena de la izquierda que podía funcionar como instrumento de radiestesia. Le pidió que buscara el aura de Shaina: el anillo rosa comenzó a vibrar y moverse como péndulo en dirección al noroeste, lo que indicaba la dirección de su líder y también que estaba viva—. Hacia allá.

—Bien, nos veremos después entonces —los despidió el Sabueso y luego se sumergió en las aguas.

 

22:00 p.m.

La noche llegó para quedarse con su manto de sombras, y los Santos de Bronce lo aprovecharon para no alertar a nadie de la presencia de esas bestias en las islas cercanas. Aquellos que vieron al primer Ceto los interrogaron y quisieron saber más detalles, la mayoría eran turistas deseosos de compartir información por las redes sociales, pero Venator les aclaró en el idioma más común de la Tierra que el peligro había cesado y que solo se trató de una criatura ya registrada por los científicos, pero que normalmente navega en lo más profundo de los mares, y que tuvieron que ejecutarla por lo dañina que pudo llegar a ser. Los más escépticos siguieron con su idea de que había algo misterioso en el asunto, pero el Santo de Delfín era un buen diplomático y logró convencerlos de volver a sus hoteles y no divulgar información innecesaria. De todas formas, las fotos que hubieran tomado estarían demasiado borrosas con todo el movimiento y además a oscuras.

—Serán tan creíbles como las del monstruo en Loch Ness— dijo Venator mientras corrían por la costa tratando de alcanzar al monstruo más cercano que solo la cadena podía ver.

—Eres buen negociador.

—Sí, los Benethol somos una familia política, encargados del control de las masas desde hace siglos. Heredé eso, y por ese motivo formaba equipo con Izar y Gliese en las misiones. Él se encargaba del aspecto más violento y ella de la estrategia, yo era el pacificador —informó el Santo de Delfín. Boyero fue asesinado por Ichi durante aquel combate donde Shiryu perdió la vista, y Tucán estaba en ese momento en una misión junto a Hyoga. Y también con el mismo Ichi. Esa debía ser una situación bastante incómoda.

—En este caso sirvió, pero no será de mucha utilidad contra esas mascotas de Poseidón, te necesitaremos peleando... sin distracciones. —June miró hacia atrás con suspicacia y se percató del teléfono en manos del Delfín, cosa que Shun ya había notado desde que comenzaron a correr—. ¿Otra vez?

—No volverá a ocurrir —se disculpó con una sonrisa tímida, guardando las fotos de su hija. Pero a pesar de eso era uno de los más experimentados Santos de Bronce, podían contar con él en la batalla.

 

En el puerto contrataron una lancha para enfilar hacia la isla al oeste, y se sorprendió de que el dueño fuera el anciano de antes, aun apasionadamente abrazado de su esposa. No parecían percatarse de lo que sucedía.

—Gente normal, personas con parejas, o como Venator incluso con hijos. ¿No es algo que a veces desearías llegar a tener, Shun? —le preguntó June en su susurro delante del Delfín que conducía.

—¿Eh?

—Quiero decir una vida normal, lejos de las batallas.

June también era una verdadera guerrera, tal como Venator. ¿Pero él podía considerarse uno? ¿O debía soñar con una vida como la de esa gente que vio a los monstruos como una atracción de circo, o como esa pareja de ancianos que compartían una vida desde hace años? Él dependía de sus cadenas, y cuando venció a Aphrodite tuvo que usar todo su Cosmos y arriesgar su vida para su Tormenta Nebular, no era algo que pudiera usar siempre que perdiera las armas de sus brazos. Sin embargo...

—Creo que nuestro trabajo es permitir que esa gente siga viviendo de esa manera, sin preocupaciones. Alguien tiene que hacerlo, y estoy dispuesto a seguir peleando y hacerme más fuerte en pos de conseguir un mundo pacífico. Por eso debemos destruir esas criaturas renunciando a una vida normal, no es un mal destino si lo piensas —resolvió con toda su sinceridad. June lo miró unos segundos sin expresión alguna en el rostro.

—Ya veo... —luego se volteó y se enfocó en el océano que se mecía calmo y paciente, no se habían repetido los temblores nuevamente.

—¿June?

—Ja, ja, ser tan bueno conlleva una molesta cantidad de ciega inocencia, ¿verdad, Camaleón? —rio Venator de Delfín detrás de ellos, aunque Shun no entendió el comentario.

Antes que alguno pudiera responderle, el bote se meció con brusquedad y casi se caen las mochilas donde nuevamente habían guardado las armaduras. El Santo de Delfín trató de recuperar el control, pero aparentemente el motor se dañó sorpresivamente. Las olas bailaron con fuerza y las aguas entraron al navío como invitadas inesperadas.

—¿Qué demonios pasa?

—¡Parece que estamos cerca de un Ceto!

Tal como antes, ambas cadenas salieron de su mochila y se enrollaron a sus brazos. Esta vez se colocó la armadura sin perder tiempo y sus compañeros lo imitaron. Tal era la significancia del principal enemigo de la princesa de Etiopía que las cadenas eran especialmente violentas aún después de todo el tiempo que Shun pasó tratando de dominarlas.

El bote se mecía amenazando con volcarse. La isla más próxima estaba aún lejos, aunque eso sería lo mejor en caso de que un Ceto apareciese, lo más lejos posible de la población. Afortunadamente no había barcos pesqueros ni buques mercantes alrededor tampoco.

—¡No veo nada! Shun, ¿dónde está la bestia?

—Según Andromeda... —estudió los movimientos agresivos de cada uno de los eslabones, parecían perros hambrientos que olían un delicioso banquete de carne marina. Se le hizo un nudo en la garganta mientras se aferraba a la madera con todas sus fuerzas— ¡justo debajo de nosotros!

Algo con forma de V apareció a un costado de la lancha repentinamente. Era membranoso como aletas, de un color azul tan oscuro que costaba distinguirlo en medio de la oscuridad. Cuando la cola se alzó, el bote se hizo pedazos como si hubiera tenido una bomba adentro, las astillas se mezclaron con las gotas salpicadas del fuerte huracán provocado por el choque del oculto Ceto con el mar vehemente. Las Cajas de Pandora cayeron inertes al mar, pero eran capaces de volver con las armaduras por sí solas siempre que sus dueños lo deseasen, no era de preocuparse.

Los tres saltaron al mismo tiempo, y la experiencia le indicaba que sus cerebros buscarían en primer lugar una zona donde aterrizar. Lamentablemente, un pensamiento más oscuro ocupó esa plaza de sus mentes cuando a lo lejos, cerca de otros islotes, surgieron como espuma marina listos para elegir quienes serían las primeras víctimas de la limpieza de Poseidón. Si es que eran las primeras en realidad...

Que tales criaturas, tan magníficas y aterradoras, se encontraran en número mayor solo en las islas egeas... ¿Sería posible que de verdad fuera un evento replicado en las tres cuartas partes del mundo? ¡¿Tal era el poder de los dioses?! Aún en la oscuridad pudieron divisar tres con toda claridad, brillando como jade y zafiros, mientras que muchas otras, solo eran siluetas nocturnas a lo lejos como montañas zigzagueantes.

Cuando vio la corona membranosa y humeante en la cabeza del monstruo surgir bajo él como un volcán submarino, supo lo que tenía que hacer. Como podía esperarse, también sus compañeros.

—¡Vayan por ellos, yo me encargo de los más cercanos!

—¿Seguro?

—Sí, ¡nadie puede vivir en buenas condiciones después de la Vorágine del Cielo! (Heaven’s Maelstrom) —la patada de Venator fue tan potente que generó un verdadero torbellino desde el fondo del mar que atrapó la cabeza de la bestia y a pesar de sus alaridos y sed de sangre empezó a arrancarla del cuello. Una acción siniestra para alguien que se decía un pacifista.

Shun y June aterrizaron sobre el cuerpo espinoso de la serpiente que se movía descontrolada por el dolor, y corrieron por el lomo para tomar impulso. Saltaron al mismo tiempo antes de ser alcanzados por la Vorágine y volaron hasta las islas cercanas brincando en roqueríos que había en el camino con cálculos perfectos, tal como Daidalos y Caph les habían enseñado.

—¡Shun, yo al norte y tú al sur!

—¡De acuerdo! —usando las cadenas como lazos, tomó más velocidad atándose de las rocas por más lejos que estuviesen. En segundos logró alcanzar un Ceto más delgado pero larguísimo antes de que se apareciese en todo su esplendor frente a la costa de lo que debía ser Sérifos.

No tuvo que dictar ninguna orden. La Cadena Nebular atacó por cuenta propia al monstruo luego de reaccionar con brusquedad, pero el Ceto la aferró con los filosos dientes de sierra y tiró de ella. Shun, en el aire, no pudo evitar ser arrojado contra las aguas, pero las maravillosas cadenas de la nebulosa aún tenían mucho que decir. Dependía de ellas aún...

 

Se sujetaron de la pendiente de isla que seguía en penumbra silenciosa (los testigos ya debían estar encaminados hacia allá de todas maneras, alertados por los alaridos), y como un gancho lo desplazaron a unas piedras dañadas por las olas furiosas. El esfuerzo lo dejó débil como jamás lo hubiera esperado. ¿Le faltaba sangre? ¿Energía? El caso es que un segundo engendro mitológico lo atrapó por sorpresa en sus fauces nauseabundas y calurosas, surgiendo por detrás, pero no estaba dispuesto aún a perder la vida.

Puso ambas manos en el paladar blando y humeante del que caían gotas de baba hirvientes. Con los pies firmes sobre la lengua resbalosa, usó toda su fuerza para hacer presión hacia arriba y evitar que lo devoraran vivo.

«¿Qué diría Ikki si me viera morir de esta manera?». Pensó que había muerto en el Templo de los Peces, pero claramente el firmamento lo salvó. Aún tenía un destino que cumplir.

Encendió su Cosmos y sujetó el cielo de su hocico con una sola mano. En la otra reunió su energía arremolinada, mientras las cadenas perforaron a toda velocidad las paredes malolientes al interior de la víbora marina. Dio un fuerte puñetazo en el paladar que hizo un eco y lo bañó de sangre, pero el grito fue tan estridente y duradero que le permitió salir del Ceto vivo.

Afuera se encontró con la visión de un montón de gente que actuaba de las maneras más diferentes.

Algunos, los más inteligentes, huían despavoridos de la serpiente que se levantaba imponente e inmóvil frente a la costa, como eligiendo su próxima presa. Otros, definitivamente menos listos, se dedicaban a grabarlo y tomarle un sinfín de fotografías con sus teléfonos. Shun se preguntó si la perduración de un hito, por más histórico e importante que fuera, era más importante que la vida de una persona. Para él al menos, quitando de la ecuación el que hubiera algo después de la muerte o no, la vida era lo más preciado del ser humano.

“Sobrevive” le había dicho Ikki.

Haciendo uso de su Cosmos, la oscuridad y las cadenas reforzadas por la sangre de Shaka, ató del cuello a la bestia y se sumergió bajo el mar. Si pudo romper las ataduras durante el Sacrificio, por más débil que estuviera, debía ser capaz de asfixiar a la criatura o al menos hundirla aun estando bajo el mar. Era un Santo de Athena, el hermano menor del Fénix, alguien que logró llegar hasta el Templo de los Peces. June le decía una y otra vez que por más puro y dulce que fuese, debía creerse de una buena vez que era capaz de grandes hazañas.

Sin embargo, antes de jalar, la cadena de ataque se movió inquieta en su brazo. Por más que abriera los ojos, en esa oscuridad submarina no vería nada a menos que concentrara la luz del Cosmos en sus globos oculares.

Así pudo distinguir a la criatura serpenteante que nadaba a toda velocidad hacia él con la boca abierta, con sus colmillos como espadas hambrientas de carne humana. Con el brazo izquierdo ocupado en sostener al Ceto que intentaba desesperado de soltarse, solo tenía el brazo derecho libre para defenderse. Pero el Santo de Plata de Cefeo solía decir que la mejor defensa era un buen ataque, y la cadena que culminaba en una pirámide estaba especializada en ello.

La Onda de Trueno rugió y voló en zigzag a través de las aguas hasta alcanzar su objetivo; sin importar a cuantos años luz estuviera de distancia, siempre lo conseguía. Permitió que toda la descarga eléctrica de sus armas atravesara los cuerpos a los que de repente se encontró afiliado, y aún bajo el agua pudo oír el clamor de la muerte, la desesperación del sufrimiento y la tortura. Sintió lástima, pero ya había aprendido que para salvar vidas, a veces había que llevar a cabo esos actos por más penosos que fueran, especialmente cuando los atacantes eran tan despiadados y dispuestos a todo para asegurarle una estadía placentera a un dios como Poseidón, que quería exterminar casi toda vida para crear una nueva.

 

Escaló por el islote agotado y empapado, y algunas personas lo ayudaron al final. Comentaban cosas de las más diversas e interesantes.

—Pero... ¡si es un niño!

—¡Él nos salvó!

—Mató a un animalito...

—¡Mató a lo que los hubiera devorado si seguían tomando fotos como en un maldito museo!

—¿Será uno de esos famosos Santos?

—Qué lindo es...

Les pidió que se pusieran a salvo, confiando en que los más prudentes hicieran lo posible por obligarlos incluso a la fuerza a ocultarse. El problema no había terminado. A lo lejos pudo divisar un monstruo paralizado en la penumbra seguramente por el Iris Paralizante (Paralýontas Íris) de June. También escuchó el tronar de los tornados de Venator. Si ellos seguían peleando él también lo haría. Sin importar que se le acabara definitivamente la sangre o perdiera sus cadenas, su deber y destino ya estaban selllados.

Otro monstruo navegaba como una sombra a lo lejos, en dirección sur hacia lo que debía ser Creta. Aunque le costara todas las fuerzas de su Cosmos iba a detenerlo. Esa era su vida, y si nunca antes había renegado de su destino, menos comenzaría ahora. Era un Santo de Athena, no hallaba motivo para no cumplir con su deber y defender a los demás, aquellos que vivían de manera distinta.


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Publicado 27 junio 2015 - 07:58

-Lo bueno del capitulo:

 

-la aparicion de mostruos marinos

-el buen uso del mito de andromeda

-que shun este dispuesto a pelear sin tener que depender de su hermano

-La forma que se organizan los caballeros para poder pelear mejor

-el personaje del  Santo de Delfín  es un personaje con gran dosis de humanidad y me parece un buen detalle que piense en su familia

 

 

 

-Lo Toei ...................no tan bueno:

 

-shaina imitando a saori siendo secuestrada XD (a lo mejor espera que seiya la rescate)

 

-Shun se pasa de........................distraido e inocente ,June le envio una indirecta muy directa y

el no se da cuenta.(Ikki dberia hablarle de ciertos temas a su hermao XD)

 

 

 


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Publicado 28 junio 2015 - 04:17

bueno a favor de Ikki  de fenix  se puede decir que tener un hermano como el suyo es

algo desesperante  y concuerdo en que Shun no hubiera durado un solo día

 

Desesperante o no, Ikki ADORA a su hermano. Hasta más allá de lo decente.

 

Shun no habría durado ni un día en la Isla de la Reina Muerte, pero Ikki habría vuelto sin armadura o muerto en la prueba del  sacrificio en la Isla Andrómeda. Para superarla hay que despertar el Séptimo sentido, cosa que Shun consiguió sin esfuerzo; mientras que Ikki tuvo que ser basureado y puesto al borde de la muerte por Shaka para lograrlo.  ^_^


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Publicado 28 junio 2015 - 21:39

Desesperante o no, Ikki ADORA a su hermano. Hasta más allá de lo decente.

 

Shun no habría durado ni un día en la Isla de la Reina Muerte, pero Ikki habría vuelto sin armadura o muerto en la prueba del  sacrificio en la Isla Andrómeda. Para superarla hay que despertar el Séptimo sentido, cosa que Shun consiguió sin esfuerzo; mientras que Ikki tuvo que ser basureado y puesto al borde de la muerte por Shaka para lograrlo.  ^_^

 

-Me parece bien que Ikki quiera proteger a su hermano pero hay momentos que exagera,si shun decidio ser

un caballero debe estar preparado para luchar hasta el final

-Si shun fuera debil seria comprensible en parte su actitud pero ya se ha demostrado que es fuerte solo que le hace falta madurar y eso es dificil si a cada momento lo ayudan

 

-¿En que parte dice que se necesita el septimo sentido para  superar la prueba de andromeda? shun solamente elevo su cosmos pero dudo que haya logrado desperar el septimo sentido en aquel momento


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#299 Πραχια δε ζεō

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Publicado 29 junio 2015 - 06:53

Entonces deberías culpar a Ikki por sobreproteger a su hermano, ¿no crees? 

 

Aunque yo creo que entre los protagonistas siempre se salvan entre ellos sin dramas, pero cuando Shun es salvado (no por otro) por Ikki, ya es un big deal, por parte de los fans de éste último.

 

Lo de cuándo consiguió despertar el séptimo sentido, es debatible. Yo creo que para la prueba del sacrificio es necesario, de ahí que tantos  bronces "corrientes" no la superaran. Ikki para llegar a su máximo nivel tiene que recurrir al odio ¿? Y ese no era el método de enseñanza de Daidalos/Albiore, por lo que no habría superado la prueba y muerto ahogado.  :lol:

 

Cada uno fue adonde tenía chances de salir victorioso. Está bien expuesto la idea de que se les dio los destinos después de muchas entrevistas para conocer su perfil. Lo de la lotería era absurdo.


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#300 -Felipe-

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Publicado 29 junio 2015 - 11:06

Hm... no se lo tomen a mal, chicos, pero preferiría que discutieran ciertas cosas fuera de este tema, como el momento de despertar el séptimo sentido de los protas. Recuerden que este fic es un remake, por lo que las cosas que mencionan no ocurrieron de igual manera en esta historia, o incluso no ocurrieron, y puede llevar a confusiones de los que leen.

 

O peor. Que yo me confunda! xD

 

 

 

Gracias por su atención :D


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