Hola! Aquí traigo el Capítulo 5 para quienes aún tengan interés en mi fic. Esta vez tendré un mejor ritmo de publicación xD. Saludos!
CAPÍTULO 5:
La Fuerza
¿Cuál es esa fuerza que hace a un guerrero luchar hasta la muerte? ¿Cuál es la fuerza que hace levantarse a un guerrero aun cuando éste tiene el cuerpo destrozado? Cuando un guerrero lucha por sus ideales, la llama de su fuerza interior no se apagará hasta que éste logre cumplir con su objetivo. Esa es la teoría del cosmos.
1. El Castillo de Hades
Era difícil saber quiénes estaban más sorprendidos, si los agobiados londinenses al ver que un castillo a las afueras de la ciudad desapareció misteriosamente sin dejar rastro, o los herméticos habitantes de Anthea, quienes quedaron estupefactos al presenciar la repentina aparición de un descomunal castillo en uno de sus verdes campos.
El enorme castillo que apareció de la nada, representa la llegada de Hades a la Tierra, y sirve como hogar para el emperador del Inframundo y sus fieles guerreros, los Espectros. El lúgubre castillo apareció justo donde antes había una torre, en la que antiguamente se adoraba al dios del Inframundo. En su mayoría construido a base de mármol, granito y piedra caliza, color blanco como la nieve que cubre los campos en invierno, haciendo contraste con la oscuridad infinita que se vive en la tierra de los muertos. En la parte del frente cinco grandes ventanas circulares con bordes de oro y piedras preciosas.
Solamente había una forma de tener acceso a tan imponente edificio, y esa era cruzar la gigantesca puerta de plata y marfil de la parte frontal. Dicha puerta permitía el paso al salón principal del primer piso, en el cual se encontraba un monumento de mármol adornando el centro del recinto, con la figura de Garuda. Las zonas laterales de las hornacinas y los óculos ovalados indicaban el espacio de las habitaciones adyacentes. En el cuarto y último piso del castillo, había un largo pasillo alfombrado de blanco y rojo que conducía al trono de un dios. En aquel momento, el trono no estaba ocupado.
En la parte más profunda del castillo, tras una puerta de ocre y oro, se encontraba un enorme estanque, y dentro del agua limpia y cristalina que contenía, el desnudo cuerpo de un joven de cabello blanco y ojos azules. A su lado, también dentro del agua, estaba una mujer de larga cabellera negra y lóbrega belleza.
—Es necesario purificar su cuerpo, señor Hades —dijo la mujer, al momento que humedeció un manto blanco—. Su alma permanece tan pura como el día en que nació, sin embargo, el hecho de vivir tanto tiempo entre los humanos, ha llenado de suciedad su cuerpo —decía la mujer mientras con el manto blanco frotaba el cuerpo desnudo del joven de los ojos azules.
—Mis ojos… —musitó el joven, mientras contemplaba su reflejo en el agua—. Pandora… mis ojos han perdido su brillo.
—Señor Hades… ¿Acaso usted…? —preguntó la mujer de ojos púrpura, y dirigió su rostro hacia la mirada perdida del joven de cabello blanco.
Una vez que Hades purificó su cuerpo, se vistió con elegante túnica de seda color negro y violeta, dejando atrás los harapos que hasta hacía unas horas, vestía el hambriento Lazarus, y se sentó en su trono. A su lado, estaba Pandora, quien con gesto de admiración, acercaba su rostro a la mano del joven sentado en el trono, tocándola con su mejilla. Y frente a él, su enorme ejército, comandado por los tres Jueces del Infierno, quienes habían hecho acto de presencia ante la llegada a la Tierra de su dios, Hades.
— ¡Espectros! —Exclamó Hades, con una fuerte e imponente voz que resonó por todo el castillo—. Esta es la última de las guerras. Ha llegado la hora de poner fin al reinado de Athena sobre la Tierra. A partir de hoy, empezará el dominio de Hades, Dios del Inframundo. Demuestren el poder del mundo gobernado por las tinieblas, y castiguen a todo aquel que se atreva a oponerse a nuestros planes.
2. Yago de Cisne
Después de la aparición del cuerpo receptor de Hades en Anthea, el Consejo de Guerra Ateniense presidido por Láncelot de Capricornio, decidió enviar al lugar a un grupo de cuatro Caballeros de bronce liderado por Yago de Cisne, para que hicieran las inspecciones necesarias y así estar al tanto de los movimientos del emperador del Inframundo, si es que éste decidía establecer su base en dicho lugar, como finalmente ocurrió.
—Supongo que ese castillo de allá, el cual no estaba allí anteriormente por cierto, pertenece a Hades y su ejército —dijo el joven de blanca piel y larga cabellera oscura, y de ojos aguamarina, Yago, mientras junto a sus compañeros de bronce contemplaba el campo de tulipanes y el siniestro castillo a lo lejos.
—Si Hades ha hecho aparecer su castillo ahora, significa que un ataque masivo es inminente —agregó el pelirrojo de cuerpo robusto y pecoso, Maturin de la Tortuga.
—Sin embargo, estamos muy lejos —dijo el muchacho de piel bronceada, Yámana de Tucán—. Quizá deberíamos acercarnos un poco más para estar seguros. A esta distancia ni siquiera logro ver a los esqueletos.
— ¿Pero qué dices Yámana? —Preguntó Ptolomeo de Triángulo, el más pequeño de los cuatro—. Ni siquiera un Caballero de Oro podría mover de lugar un castillo completo, sin duda esto ha sido obra de un dios… ¡Hades!
— ¡Estás en lo cierto Caballero de Athena! —irrumpió una voz misteriosa y amenazante.
De forma repentina, los Caballeros de Bronce se vieron rodeados por tres Espectros que habían aparecido de la nada; como jóvenes crías de elefante acorraladas por hienas en la sabana africana.
—Kojiro de Tengu, Estrella Celeste de la Celeridad —dijo uno de los tres, aquel que poseía enormes e imponentes alas negras.
—Morenn de Dríada, Estrella Celeste del Aislamiento —profirió el de apariencia fina y delicada.
—Aveyron de la Bestia de Gévaudan, Estrella Celeste de la Bravura —terminó de manera agresiva el último de los tres.
— ¿Acaso son espías del Santuario? —Preguntó Kojiro—. Debieron enviar a los del brillo dorado.
—De cualquier manera, la información que tengan no llegará al Santuario —agregó Aveyron esbozando una feroz sonrisa—. ¡Se la llevarán a la tumba!
¡Meurtrière Mâchoire!
(Mandíbula Asesina)
En un instante, el cuerpo de aquel Espectro se transformó es una espesa nube oscura, que posteriormente tomó la forma de un lobo endemoniado. Aquella figura infernal se abalanzó rápidamente sobre el más pequeño de los Caballeros de Bronce, Ptolomeo de Triángulo, encajándole una bestial mordida en el cuello. La fuerza de aquella mordedura fue tal, que el muchacho de bronce salió disparado hacia atrás, formando un par de zanjas en el suelo con la presión ejercida por sus pies, que no querían rendirse, para finalmente ceder y quedar casi sepultado el suelo, con el cuello desgarrado y la cabeza casi desprendida de su cuerpo.
— ¡Ptolomeo! —gritó Yámana. Era la primera vez que los jóvenes Caballeros de Bronce se enfrentaban a la muerte de forma directa.
—No seas impaciente, todos ustedes perecerán en este lugar —dijo Morenn, el Espectro de belleza singular.
¡Flowering Crown!
(Corona de Flores)
Morenn de Dríada lanzó una pequeña y blanca flor, la cual quedó suspendida en el aire justo frente a la cintura de Yámana de Tucán. En un instante, de aquel delicado brote empezaron a emerger extrañas raíces, que en un parpadeo rodearon el cuerpo del muchacho formando un misterioso aro. Después, aquel anillo de raíces cubierto de flores se ajustó a la silueta del muchacho dejándole completamente inmovilizado. Esta corona de flores empezó a ejercer una fuerte presión que hizo gritar de dolor al joven broncíneo, hasta que finalmente el círculo floreciente se cerró, partiendo en dos el cuerpo de Yámana. El cuerpo seccionado del muchacho quedó inerte entre un vasto charco de sangre.
—De entre todos los Espectros ¿Teníamos que toparnos con los más fuertes? —pensaba Yago. Definitivamente no estaba entre sus planes morir aún, y el hecho de que estuviesen matando a sus compañeros uno a uno, le daba la oportunidad de pensar y fraguar un plan para salir vivo de tan funesta situación.
— ¡Malditos Espectros! —exclamó el pelirrojo. Jamás en su vida había sentido tanta rabia como en ese momento—. ¡Yo, Maturin de la Tortuga, los mataré a todos!
—Tú serás el siguiente —amenazó el Espectro de espeluznantes alas negras.
Kojiro de Tengu, desenvainó el sable que llevaba en su espalda y corrió apresuradamente hacía el Caballero de la Tortuga. El Espectro era demasiado veloz para el joven broncíneo, quien fue decapitado en un instante. La sangre salió de su cuerpo a borbotones, salpicando a Yago de Cisne quien simplemente estaba ahí parado.
—Parece que no le di tiempo de esconder la cabeza —dijo Kojiro, sarcástico—. Solo quedas tú, chico pálido —agregó y dirigió su mirada hacia el Caballero del Cisne.
—Es tu día de suerte chico —dijo Morenn de Dríada—. A diferencia de tus compañeros, tú tendrás el privilegio de elegir quién de nosotros tres te mandará al otro mundo.
—Humilde y respetuosamente, rechazo tan generoso privilegio, señores Espectros —dijo Yago al momento de quitar una venda de su brazo izquierdo y limpiar la sangre que había salpicado su rostro—. En realidad soy un Caballero de lealtad quebrantable. Sin perdonan mi vida, serviré al señor Hades. Estoy seguro que apreciará tener en sus filas aliados que tengan amplio conocimiento sobre Athena y el Santuario.
—Hace algunos meses, dos Caballeros de Bronce abandonaron las filas atenienses y se unieron a nuestro ejército —dijo Aveyron—. No necesitamos más Espectros de fidelidad cuestionable. Si no eliges tú, te haremos pedazos entre los tres.
—Seré yo, Kojiro de Tengu quien lo mate —dijo el de las alas negras—. Detesto el olor a Caballero de Athena —agregó—. Te atravesaré el corazón con mi espada chico pálido, después dejaré que tu cuerpo se pudra y sirva de abono para este campo de tulipanes.
— ¡Alto! —gritó un hombre al llegar.
— ¿Qué es lo que quieres, Novak de Basilisco? —Preguntó Kojiro—. ¿Por qué me interrumpes? ¿Acaso quieres salvar la vida de tu antiguo compañero?
Por un momento Yago vio la luz, Novak de Basilisco, quien anteriormente ostentaba el rango de Caballero de Bronce en el Santuario, apareció repentinamente para salvarle la vida. O por lo menos eso creyó en un primer momento.
—Así que los rumores eran ciertos —vociferó el Cisne—. Ahora eres un Espectro. Tu hermano también, supongo.
—Cierra la boca —ordenó Novak y dirigió su mirada hacia el trío espectral—. Mi intención no es salvar a este insignificante. Pero lo necesito con vida para que entregue un mensaje en el Santuario.
— ¿Acaso piensas que nos tragaremos ese cuento? —preguntó Morenn.
—No es un cuento, es la verdad —respondió el Basilisco—. ¿Acaso ustedes compañeros, se conforman con derrotar a Caballeros de Bronce? Para nosotros los Espectros, ellos son como pequeños ratones. Necesitamos atraer la atención de las ratas grandes, los Caballeros de Oro.
Novak extendió su mano y entregó una carta al joven broncíneo, quien nuevamente había recuperado el aliento. Al parecer había burlado a la muerte.
—Quiero que entregues esta carta a Kratos de Tauro. En ella lo desafío a una pelea. La cabeza de Kratos será la primera que entregue a mi señor Hades… la segunda será la de tu maestro, Denon de Acuario. Dile que no se impaciente.
3. La Carta de Novak
Tres jóvenes Caballeros de Bronce murieron de forma violenta a manos del ejército de Hades. La sangre había empezado a derramarse en esta guerra, y no dejaría de correr hasta mucho tiempo después.
—Fue una estupidez que Láncelot de Capricornio nos enviara a vigilar el castillo de Hades, era una misión muy peligrosa —pensaba Yago, estando por llegar al segundo templo del zodiaco, el templo del Toro Dorado—. ¿En qué estaba pensando? Pude haber muerto. Fue muy afortunado que entre esos Espectros haya estado ese Caballero traidor, Novak.
—¿Hacia dónde te diriges Caballero de Bronce? —preguntó el hombre alto y de piel morena—. ¿Acaso te diriges al templo de la Preciosa Urna con tu maestro?
—En realidad, tengo una carta para usted señor Kratos.
—¿Una carta?
—El día de ayer acudí a una misión en la cual murieron tres Caballeros de Bronce; del grupo fui yo el único sobreviviente —La frialdad con la que Yago hablaba de la masacre, podría resultar perturbadora. Realmente sus compañeros le importaban poco menos que nada—. Un Espectro llamado Novak de Basilisco me perdonó la vida con el único propósito de hacerme de su mensajero.
—¿Novak de Basilisco? —preguntó Kratos sorprendido. Novak era un nombre extranjero muy poco común en Grecia, por lo que inmediatamente relacionó el nombre con el antiguo Caballero Novak de Hidra.
—Así es, Novak, el mismo hombre que antes era un Caballero de Bronce —respondió Yago, mostrando aquella sínica sonrisa que tanto le caracterizaba—. El mismo hombre a quien usted dejó postrado en una cama después de hacer pedazos su espina dorsal. Parece que de alguna forma se recuperó, y se convirtió en Espectro.
Kratos tomó la carta, y tal como suponía, era un desafió a muerte. En ella se indicaba el lugar y la hora del encuentro, al cual debía acudir completamente solo.
—Señor Kratos —musitó Yago, justo antes de retirarse—. Además de la carta, ese Espectro me pidió compartirle un mensaje más. Las palabras son un poco duras y no quisiera ser descortés con un Caballero de Oro, así que entiendo si no quiere recibirlo.
—Dímelo.
—Textualmente dijo “Kratos es solamente un grandulón estúpido y débil, tuvo suerte de haberme derrotado hace tiempo, pero es alguien insignificante a quien haré morder el polvo esta vez”.
Realmente Novak no había enviado el segundo mensaje. Yago de Cisne era un personaje muy curioso dentro del Santuario, el veneno que podía salir de su boca era más peligroso que el de una serpiente. Insultar de forma disfrazada a un Caballero de Oro era una oportunidad que por supuesto, no podía dejar pasar.
4. Kratos vs Novak 2
El punto de encuentro eran las ruinas de un antiguo templo en Cirene. El lugar era conocido por ser un oasis hermoso, con agua cristalina y flores de cualquier color imaginable. Cuando Kratos llegó al lugar, se encontró con un paisaje desolador; donde antes había agua dulce y cristalina, ahora brotaba un líquido púrpura y pestilente, y en su interior, una decena de cuerpos descarnados, pudriéndose uno detrás de otro «un rostro agónico aun podía notarse en los cuerpos cadavéricos que flotaban perdidos como los muertos en el río Estigia»; donde había vegetación, ahora solo había arena, y entre la arena, estatuas de piedra, o cuerpos petrificados… ¿Cómo saberlo con Basilisco ahí?
—Ha pasado mucho tiempo, Novak de Hidra —dijo Kratos al llegar, Novak ya le estaba esperando.
—Novak de Basilisco, Estrella Celeste de la Victoria —dijo el Espectro. Parecía estar bastante confiado, jugaba con una piedra entre sus dedos—. Es un poco más largo, pero es quien soy ahora.
—No era necesario hacer todo este desastre —Al igual que otros Caballeros, Kratos había estado en las ruinas de Cirene en algunas ocasiones, por lo que guardaba reconfortantes recuerdos del lugar. Los cadáveres allí posiblemente eran soldados del Santuario en entrenamiento—. Era un lugar muy bello.
—Últimamente he descubierto que tengo habilidades más allá de mis propias expectativas —dijo Novak—. Quizá siempre estuvieron ahí, o quizá se desarrollaron después de vestir este ropaje oscuro. Cuenta la leyenda que el basilisco tenía la habilidad de contaminar lagos y secar praderas. Este paisaje puede resultar desagradable para algunos, pero siendo una extensión de mi poder, para mí es hermoso. Kratos, te aseguro que terminarás pudriéndote junto a esos de allá —Con los dedos índice y pulgar, Novak tomó la piedra que antes movía entre sus dedos y la lanzó a lo lejos. Esta cayó justo entre los cadáveres descarnados del lago envenenado.
—Yo no estaría tan seguro de eso. Con toda honestidad te digo, que yo, Kratos de Tauro, soy conocido como el Caballero de Oro más fuerte. Ya te derroté una vez, puedo hacerlo nuevamente.
—¡Esta vez no será igual!
¡Annihilation Flap!
(Aletazo de la Aniquilación)
El ataque del Espectro provocó poderosas ráfagas de viento, que en un instante formaron una gigantesca tormenta de arena; la potencia era tal, que no solo la arena se levantó, sino que los escombros y los cuerpos petrificados fueron arrastrados por la corriente de aire, siendo después engullidos por una distorsión en el espacio tiempo que los condujo directo a otra dimensión. Pero ante la sorpresa del Basilisco, Kratos de Tauro seguía en pie. El Caballero de Tauro había utilizado toda su fuerza para mantenerse firme sobre el suelo, así pudo evitar ser arrastrado por las ráfagas de viento. Lo único que Novak pudo conseguir, fue que el Caballero se desprendiera de su casco, ya que éste salió disparado por la fuerza del soplo. Los granos de arena golpeaban como vidrios cortantes los ojos de Kratos, pero aun así, permaneció en pie, como el roble que resiste el violento golpe de una tormenta, hasta que finalmente el viento cedió.
—¡No puedo creer que hayas podido mantenerte en pie utilizando solamente tu fuerza física, es imposible! —exclamó el Espectro—. Soy mucho más poderoso que antes. ¿Realmente eres el más fuerte del Santuario?
—No solo en el Santuario, no existe mortal que me supere.
—Uhm… ¡Qué insolente! Si crees que por evitar una de mis técnicas me has derrotado, estás equivocado. Aún no sabes lo que soy capaz de hacer y cuánto he aprendido en todo este tiempo.
¡Great Ardent Impulse!
(Gran Impulso Ardiente)
Las mejillas de Novak se abultaron y posteriormente, de su boca surgió un remolino de fuego que pronto se abalanzó sobre el Caballero de Oro. Kratos quedó completamente envuelto en llamas, llamas que lenta y dolorosamente quemaban su cuerpo. El Espectro tenía la confianza de estar haciendo honor a su estrella, la Victoria, pues Kratos parecía no tener posibilidad de escapar del fuego que poco a poco lo consumía. Pero una vez más, el Espectro fue sorprendido; aún envuelto en llamas, Kratos empezó a correr en dirección a él, y la velocidad con la que se movía hizo que el fuego se apagara en un instante, y cuando llegó frente a éste, le golpeó el pecho con la palma de su mano, haciéndolo volar por los aires. El impacto del golpe fue tal, que pequeños pedazos de metal oscuro y sangre habían quedado adheridos a la mano del Caballero de Tauro.
—Eso estuvo cerca —dijo Kratos mientras limpiaba la sangre en su mano—. Si me hubiera tardado un poco más, el calor de las llamas habría atravesado mi armadura y quemado mi cuerpo.
—En verdad… en verdad eres fuerte —Con dificultad, dijo el Espectro—. Pero vas a necesitar más que esto para derrotarme esta vez —agregó mientras lentamente se acercaba al Caballero de Oro.
—Tu odio hacia mí es muy grande, Novak —dijo Kratos—. Quizá haberte dejado inválido fue la peor forma de solucionar aquel conflicto, pero te salvé la vida. Deberías estar agradecido. Aunque siendo un sucio traidor, ya no espero que lo entiendas.
—Hades vino a mí cuando más lo necesitaba. Además, nunca sentí empatía por los Caballeros que eran fieles a Athena como perros, sin motivo alguno. Como tú.
—Cierto es que los Caballeros estamos en este mundo para luchar por nuestra Diosa y por la Tierra, sin embargo, esa no es mi prioridad —dijo Kratos ante el desconcierto del Basilisco—. Yo lucho por mí, por mi propia fuerza. El deseo de saberme el más fuerte es lo que me mantiene con vida y lo que me inspira para seguir luchando.
—Tus ideales me parecen realmente pobres… Kratos de Tauro. No puedo permitirme la vergüenza de ser derrotado por alguien como tú.
—¿Y cuáles son los tuyos Novak de Basilisco? ¿Qué recompensa esperas si Hades gana la guerra?
—Quiero mi libertad.
—Novak… acaso tú…
—Hace más de veinte años, las fuerzas del Santuario atacaron un viejo castillo en Hungría. Solo hubo dos sobrevivientes; mi hermano Draco y yo. En un último instante, el Patriarca del Santuario creyó que era posible cambiar el destino de aquellos bebes encontrados entre los escombros, y nos salvó la vida. Pertenecíamos a la familia Meggyesfalvi, nuestro destino era servir a Hades directa o indirectamente, por esa razón el castillo fue atacado. Era muy pequeño, quizá tenía solamente uno o dos años, pero recuerdo ver los cadáveres apilados a mi alrededor. Recuerdo el olor a humo y carne quemada, y a las aves de rapiña devorando los restos putrefactos de mi familia. Desafiando lo dictado por las estrellas, fuimos entrenados para convertirnos en Caballeros.
—Conmovedora historia —masculló el toro dorado—. No eres el único que ha tenido una vida difícil… ningún Caballero la tiene.
—No entiendes nada… nunca tuve la oportunidad de elegir; Nací en una familia sirviente de Hades sin pedirlo; Fui entrenado para convertirme en Caballero sin que fuese mi elección; Me asignaron el rango de Caballero de Bronce aun cuando mi poder iba más allá de ese nivel; Me convertí en Espectro solo por estar postrado en una cain cama sin poder siquiera alejar las moscas que revoloteaban por mi cara. Detesto tener que pelear, solo quiero que la guerra termine y vivir en paz con mi hermano, tener mi propia familia y vivir una vida común y corriente. También quiero que las imágenes de muerte y sangre desaparezcan de mi cabeza por lo menos una noche. Y tú… solo piensas en ser el más fuerte. Eres un inutil egoísta. Te detesto más que antes Kratos de Tauro.
—Lo que dices es incoherente, pues tu actitud también es egoísta. ¿A cuántas personas has arrebatado la vida para cumplir con tu objetivo?
—Tienes razón, también soy egoísta, no me importa cuántas personas mueran, simplemente deseo que Hades gane esta guerra, así no habrá más batallas, y seré libre. Mientras Athena siga con vida, siempre habrá dioses queriendo gobernar la Tierra, o erradicar la corrupción, en otras palabras, mientras Athena viva siempre habrá guerras y muerte. Con la victoria de Hades la gente corrupta perecerá en la gran purga, y las personas leales a él viviremos tranquilamente. Solo podrías entenderlo estando en mi situación, pero dudo que puedas entender algo, tus músculos parecen compensar tu falta de sentido común.
—Creo que ya todo está dicho Novak, es hora de poner fin a este encuentro —dijo Kratos, tomando la posición de ataque nuevamente.
—¿Sabías que otra de las habilidades del legendario basilisco, era convertir en piedra a sus presas con solo una mirada? —preguntó Novak confiado, y sonriente—. Kratos… aún me queda un último ataque, te juro que con esto te voy a derrotar.
¡Basilisk Final Flash!
(Destello Final de Basilisco)
Novak empezó a emitir un resplandeciente brillo azul que provenía de sus ojos. Kratos no podía hacer nada para evitar el azulado resplandor; si llegaba a cerrar sus ojos, estaría a merced de cualquier otro ataque. Cada vez sentía los pies más pesados, pues estos lentamente se convertían en piedra. Al momento que la petrificación llegó a las rodillas, el dolor era insoportable.
—¡Kratos! —gritó el Espectro—. ¡Te enviaré al Infierno! Ya te he reservado un espacio en Cocytos.
—Tengo que hacer algo… tengo que… ¡Atacar!
¡Great Stampede!
(Gran Estampida)
Un centenar de búfalos envueltos en un resplandor dorado se dirigieron hacía Novak de Basilisco. El brutal impacto fue demasiado para el Espectro y éste fue arrastrado por la estampida dorada, siendo devorado entre el fulgor de la técnica. El ropaje oscuro quedó completamente destrozado.
—Novak… —musitó Kratos al momento de mover sus pies que habían quedado libres del efecto de petrificación—. Te has vuelto muy fuerte pero aún no estás a mi nivel. He moderado la fuerza de mi técnica para dejarte fuera de combate, pero vivo. Lamento haber provocado tu parálisis y haberte orillado a ser un traidor. Te llevaré al Santuario y serás encerrado en Abaddon. Quizá no todo esté perdido contigo.
El cosmos es aquella fuerza interior que te hace levantarte una y otra vez hasta conseguir tu objetivo, sin embargo, aunque se crea en ello, no siempre será suficiente.
Algunos creen que la verdadera fuerza reside en la fortaleza del cuerpo, y aunque tengan un cosmos poderoso para mantener esta ilusión, deben saber que no siempre ganarán.
Cuando se posee la fuerza se deja de invocar a la justicia —Gustave Le Bon.
Edited by Cástor_G, 08 February 2020 - 21:49 pm.