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El Mito del Santuario


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805 respuestas a este tema

#401 Killcrom

Killcrom

    Paso a paso

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Publicado 04 enero 2016 - 14:19

Todos tenemos una Brienne (o varias). En mi caso fue Astrea. He tenido mucha suerte de que publicases hoy, porque me interesaba leer tu respuesta. A todos nos pasa eso de que en algunos capítulos la molestamos. Además, por más que revises y repases un texto, más errores le vas a encontrar. Hasta la fecha, me ha sido imposible publicar un capítulo de primeras sin al menos comerme una tilde o un meter un dedazo. 

 

Bueno, no te spameo más el tema hasta el siguiente review. Me quedo tranquilo sabiendo que aunque te caiga mal Milo, si le tratas como a Hyoga, tendrá buenos capítulos. 

 

EDITO: Por cierto, soy el post #400. ¿No se merece eso un premio o algo?

 

EDITO: No, soy el #401. Mi gozo en un pozo...


Editado por Killcrom, 04 enero 2016 - 16:25 .

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(Parte 3 de 3)

Publicado: ?? de ? de 2018


#402 -ñ-

-ñ-

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Publicado 04 enero 2016 - 23:51

OMG! ¿Ñ por aquí? Ni idea que leías fics, ni menos que seguías el mío en las sombras xD Me sorprendió gratamente que leyeras toda la obra de una sola vez, soportando las horribles imágenes y la baja de calidad en el segundo volumen jaja

Bueno, me alegro que a otro lector le guste mi manera de desarrollar e interpretar a los personajes. Es en lo que más me esfuerzo, en todo caso, el diferenciarlos.

Y sí, imagino que se nota que me gustan Shun, Shaina, Shiryu, Muu, Aiolia, y que me esfuerzo por hacer un buen Milo (tuve que basarme demasiado en Mila para que me fuera más fácil); y que no me gustan Hyoga o Saori, y otros más. Sobre cómo saldrán esas armaduras, ese capítulo lo escribí hace una semana, debería publicarse en un par de meses, creo...

 

Se que faltan mujerzuelas, estimado, pero no se en qué parte de la trama meterlas. Quizás en la saga de las Saintias........... xD

 

Y no leo fanfics. Vine porque alguien, y no voy a decir quien, me dijo que merecía la pena venir a leer esto, y ciertamente no se equivocó. Ahora, como decaigas en la calidad de esto, me vas a escuchar.

 

 

P.D. Creo que tu "abejas" quería decir "murciélagos".



#403 Patriarca 8

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Publicado 05 enero 2016 - 20:56

SHUN V

 

Lo bueno:

 

-Que shun se percatara del diseño de la armadura del fenix fue una buena idea
 

 

-el poder  que desplegó Shun

 

 

 

Spoiler


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#404 Piscis no Afrodita

Piscis no Afrodita

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Publicado 06 enero 2016 - 16:30

Ohoh

Excelente capítulo, me mantuvo bastante atento y debo decir que pude rememorar eso momentos en que vi la serie clásica y disfrutaba todas sus incoherencias, este lugar fue el que me hizo ver cosas que quizas hubiesen sido mejor dejar guardadas, pero bueno fue bastante placentero el capitulo casi dejo embarazada a alguien... XD

Oye el mejor capitulo que he leido hasta ahora, bastante acertadas las escenas y con sentido, Shun no es tan tonto, pero digamos que tiene esa ventaja de haber compartido lo suficiente con su hermano como para no caer del mismo modo que sus hermanos; hicistes que Shun accediera de una manera bastante sencilla a su séptimo sentido, epa Felipe, que no se note el fanatismo Loco jaja

Cuando me respondistes en el msm anterior mencionaste que Kaça si era mas fuerte que de la manera que yo habia mencionado, pero aca siento que reafirma lo que temía, este general posee una gran habilidad ilusoria y lo demás es bastante bajo, poca habilidad en batalla un general bastante débil a la hora del te, como decimos por estos lares

El final de este capítulo si me gusto, me hace querer mas, por favor, que el siguiente sea el del fénix y no un capitulo que voy a aborrecer por tu culpa porque solo servirá para explicar algo que ya sabemos que es, osea, el capítulo de Shiryu, por favor Felipe, POR FAVOR

Bueno me despido, este ha sido un gran capitulo, ojala puedas mantener el nivel de hype que causo este jaja

Saludos!!!!

#405 AsuraNoSaint

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Publicado 06 enero 2016 - 19:59

Interesante Fic, un poco largo la verdad, apenas voy en los primeros capítulos y me costará un poco alcanzar, lo poco que he leído me parece bueno.

Saludos Felipe.

¡Visita mi FanFic y chequea la historia! Another Dimension - Saint Seiya Story!

Link: http://saintseiyafor...aint/?p=1949542

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#406 -Felipe-

-Felipe-

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Publicado 10 enero 2016 - 10:46

Todos tenemos una Brienne (o varias). En mi caso fue Astrea. He tenido mucha suerte de que publicases hoy, porque me interesaba leer tu respuesta. A todos nos pasa eso de que en algunos capítulos la molestamos. Además, por más que revises y repases un texto, más errores le vas a encontrar. Hasta la fecha, me ha sido imposible publicar un capítulo de primeras sin al menos comerme una tilde o un meter un dedazo. 

No me cae mal Milo, Killcrom, para nada. Al que detesto es a Kardia jaja Lo que me pasa con Milo es que siempre sentí que estaba como "de más", como que no tenía una identidad propia, única, y que Kurumada lo metió simplemente necesitaba llenar 12 espacios. Lo mismo con Shura, a quien tuvo que agregarle forzosamente eso de matar a Aiolos. Así que es casi como una indiferencia.

 

El post 400 gana un capítulo especial protagonizado por Mila que debería publicarse en 2033. Estate atento.

 

Ah... eres el 401, lástima.

 

 

Y no leo fanfics. Vine porque alguien, y no voy a decir quien, me dijo que merecía la pena venir a leer esto, y ciertamente no se equivocó. Ahora, como decaigas en la calidad de esto, me vas a escuchar.

Sí, re simpatico aquel. Me tinca que su nombre empieza con R o algo xD Bueno, ojalá tenerte más tiempo leyendo el fic, aunque eso, claro, depende de mi.

 

Qué dedazo eso de las abejas, gracias por hacerlo notar :)

 

 

SHUN V

Sobre los positivos, me gustó esa idea de la armadura, se me ocurrió en el momento, porque no sabía cómo iba a hacer para que Shun se salvara sin dejar mal parados a sus compañeros, y sin que Kaça parecía haberse "estupidizado" cuando llegó Shun. Qué bueno que funcionara.

 

En cuanto a los negativos, lo primero es que el Pilar del océano antártico, como notas todos antes de llegar, tiene una extraña fuerza de atracción que está más allá del poder de Lymandes. Seiya termina llegando ahí a pesar de que iba hacia el Ártico, lo mismo los otros dos. Ahora, que lleguen justo a tiempo, sí es mala suerte del General jaja

 

Sí.. quizás, lo voy a considerar, aunque no veo nada realmente extraño en es esa historia. "Ikki" le dijo que el General ya se murió por sus heridas... Tal vez debí haber puesto que directamente lo mató, ¿verdad?

 

Ahora, y aquí tengo que defenderme. Se que es difícil, pero trata de considerar el fic sin recordar siempre lo que pasó en el anime. En esta historia (y en el manga) Shun cree que Ikki está muerto, bien muerto. Shun NO ESTÁ LLAMANDO a su hermano, no tiene sentido porque no sabe que está vivo (como sí sabe Lymnades, ya que como espero recuerdes, estuvo con Ikki en la isla Canon); está repitiendo su nombre porque sintió un extraño Cosmos alrededor, aparte del de Lymnades. Mientras el General lo golpea, va dándose cuenta que no es una sospecha, y que Ikki está vivo, por lo que diciendo su nombre muestra su alegría, como si después de una catástrofe te reencontraras con un ser querido y dices su nombre mientras la abrazas.

 

Gracias por pasar, T-800 :)

 

 

Interesante Fic, un poco largo la verdad, apenas voy en los primeros capítulos y me costará un poco alcanzar, lo poco que he leído me parece bueno.

Saludos Felipe.

Hola! Bueno, ojalá te enganche la historia y la sigas leyendo.. Sí, es extensa, pero como autor, si lo veo en perspectiva, la verdad es que va como en un cuarto de lo que tengo pensado xD

 

 

Ohoh

Espero que no haya ocurrido eso, Piscis. Pagar mantención por culpa de SS te puede llevar a hacer cosas tipo Mitsumasa Kido.

 

Qué bien que te haya gustado como se desarrolló el capítulo, en especial el poder en Shun. Una cosa sobre su 7º. Tanto Seiya como Hyoga podrían haberlo despertado en batalla contra Lymnades, igual que él, de no ser por caer en la trampa. Lo hice porque, como en el manga, necesitaba GOLPEAR al General. Por eso te dije que, si bien debe ser el más débil de los 7, tiene el Séptimo Sentido, y por lo tanto, se necesita algo a ese nivel para golpearlo. El que se requiera del Séptimo, es lo que en mi opinión lo hace más fuerte que el de Kuru, a quien Shun golpeó con toda facilidad. Así que, comparando, en mi opinión es más fuerte, pero muy débil todavía comparado con los otros 6 Generales.

Y, en todo caso, la manera tan rápida a la que accedió Shun al Séptimo se debe a lo enfadado que se puso. Shun valora mucho los sentimientos y la familia, por lo que el burlarse de eso es el "Berserk Button" de Andrómeda. Seiya tal vez habría hecho lo mismo si hubiera cambiado lugares con Shun; mientras que Hyoga... tal vez no, su frialdad en la batalla podría haberle jugado justamente en contra en esa situación específica.

 

 

Y Piscis, por enésima vez, ya no hay capítulos de Shiryu en la saga de Poseidón xDDD El capítulo terminó así por el problema sensorial de Shiryu, y para no repetir la secuencia de destrucción de un Pilar, pero ya lo hizo, no te preocupes jaja

Gracias por pasaar. Ahora viene el capítulo que querías.

 

 

***************************

Una cosa. Imagino que algunos tienen problemas con los nombres de las técnicas. Probablemente todos conocen la de Lymnades como Salamandra Satánica, pero yo traduzco literalmente las del manga. "Salamander Shock", traduje lo último como "Conmoción" (tan espiritual como física, sonaba acorde), y como siempre, quito los nombres de constelaciones o animales.

 

Dicho eso...

 

 

IKKI II

 

Aproximadamente diez horas desde el encierro de Saori de Kido.

Lo golpeó en el rostro desde lo alto; no iba a darse el lujo de mostrarse ante ese monstruo con tanta facilidad, no era digno de ello.

—¿Q-quién está ahí? —preguntó el infeliz al aire, mirando a todas partes con ansiedad y horror, arriesgando su cuello en cada movimiento—. ¿Dragón? ¿O eres Ofiuco? ¿¡Quién es!?

Aprovechó golpearlo otra vez, con su quinta bajada de guardia de novato; era patético. Su sangre ensució sus Escamas, su cuerpo se contorsionó en una postura extraña, y al caer se torció un pie.

—Ja, ja.

—¡Maldita sea! ¿Quién demonios está ahí? ¡Responde y muestra tu rostro, infeliz cobarde!

Eso sí que fue gracioso.

—¿Cobarde? Resulta hipócrita que me llames así cuando te dedicas a hurgar en el corazón de los hombres para conseguir victorias fáciles con métodos sucios.

Lo golpeó una vez más desde la oscuridad, directo en el brazo con el que le había hecho daño a Shun. Ambos, Kaça e Ikki, le habían hecho creer que estaba muerto, pero por razones muy diferentes.

Lymnades cayó sobre sus posaderas, su rostro reflejo de humillación y confusión, hasta que su boca abierta reveló el haber descubierto lo evidente.

—¿A-acaso… eres tú? ¿Pudiste llegar hasta aquí, infeliz?

—¿No te atreves a pronunciar mi nombre, tú, el “Cazador de Almas”? —preguntó con sorna mientras se quitaba el velo ilusorio y encendía su Cosmos para presentarse ante ese demonio—. Soy aquel que te ha cazado finalmente, aquel que te llevará al infierno por burlarte de nuestros recuerdos y emociones.

—Phoenix… ¡Phoenix Ikki! —Kaça dio un paso hacia atrás que obviamente no pudo controlar. Ikki avanzó el mismo paso, cubierto en llamas.

—¿Te sorprende tanto verme de nuevo?

—Uno de los hombres más peligrosos en el Santuario… Creí que te había asustado lo suficiente en la isla como para que no vinieras a la batalla. —Lymnades sonrió con la más falsa de las confianzas, esas que incluían tragar saliva con fuerza y un párpado tembloroso—. Veo que tienes alma de suicida para buscarme, ahora no tienes a la diosa cerca para salvarte.

—¿Asustarme? Lo que me hiciste no tiene perdón, y por eso te mostraré lo que de verdad asusta. —Ikki levantó algunas llamas cerca de Kaça de Lymnades, quien al esquivarlas con dificultades, terminó en una locación a su derecha donde tenía tres o cuatro puntos débiles. Alzó el dedo índice y lo atacó por uno de ellos.

 

—¿Eh? —Kaça mantenía un rostro afligido y perplejo. Algunas chispas salían del pico en su yelmo.

—Listo.

—¿Qué hiciste? Tus golpes de antes fueron mucho más eficaces, apenas me duele un poco la frente, ja, ja, ja.

—¿Sí? —El hombre debió olvidar bastante información sobre ese hombre peligroso del Santuario.

—¡Te mostraré cómo se golpea! La siguiente Conmoción te hará… ¿Q-qué?

—Ja.

—¿¡Pero qué demonios es esto!? —gritó con horror el Marina, sudando copiosamente, llevándose las manos pálidas a su boca.

Ikki no pensó demasiado en qué truco usaría con su Ilusión Diabólica. Lo ideal era atacarlo donde más le doliera, así que dirigió el rayo hasta el punto donde revelara lo que más amaba. No esperó que fuera eso.

—¿Algún problema?

—Soy… soy yo… ¡Soy yo mismo!

—¿Qué pasa? ¿No ibas a mostrarme cómo se golpea? —Pensó en adoptar la postura del hombre que veía, el propio Lymnades, pero contemplando el estado mental del monstruo, comprendió que no sería necesario.

—Esto es absurdo… ¿Cómo es que me estoy viendo? ¿Qué clase de truco estás usando, Fénix?

—Mátame, vamos. Usa esa tal Conmoción con que atacaste a Andrómeda, prueba tu devoción a Poseidón. Mátame.

—No… ¡No puedo! —Kaça se llevó las garras a la cabeza y cerró los ojos, de pronto apagando el aura violeta de su Cosmos. Luego cayó de rodillas, temeroso de mirar a su reflejo, prefiriendo el suelo manchado con la sangre de sus amigos—. Con cualquier otro sería fácil, ¡pero no puedo atacarme a mí mismo! ¡¡¡Eres un maldito, Fénix!!! —Se topó entonces con su reflejo en uno de los espejos, y luego de pegar un grito, se arrastró un poco más atrás, temblando como un gusano.

 

«Pobre infeliz». Ikki deseaba darle una buena golpiza tras atormentarlo por tanto tiempo en la isla Canon, pero no tendría gracia vencer a un insecto sin valor, acobardado por su propio reflejo. Nunca pensó que ese hombre que jugaba con las emociones de la gente fuera tan débil de mente, y lo descubrió en solo cinco minutos de enfrentarlo. Decidió deshacer la Ilusión y mostrarse nuevamente como Ikki de Fénix, vistiendo la armadura que falló en imitar. Si tenía desarrollado el Séptimo Sentido, no iba a poder controlarlo con ese daño mental.

—Tonto.

—¿Qué…? —Kaça abrió los ojos y alzó el mentón puntiagudo—. Tú… ¿acaso usaste una ilusión? —Luego pareció recordar algo, y su expresión cambió a la furia tras la humillación—. La Ilusión Diabólica

—Así es. Con solo eso pude haberte vencido, pero no conseguiría lo que deseo si fuera tan fácil y no sufrieras.

—Déjate de estupideces, maldito arrogante. —Alrededor de Lymnades brilló un aura que oscureció el esmalte en las Escamas. El General se levantó y puso en guardia, y fue la peor postura que Ikki vio desde sus días en Reina de la Muerte. Un guerrero temible que atacaba por sorpresa las emociones de sus presas, pero fuera de eso…

—Te devolveré el dolor que causaste a mis compañeros con un fuego cien veces más ardiente, ¡prepárate!

 

Ikki encendió sus flamas y corrió hacia Kaça, quien lo esperó con ambos brazos hacia adelante. Se los agarró y saltó por encima de su cabeza, se los torció en medio de un horripilante grito de dolor. Lo liberó, sin intenciones de atacarlo por la espalda, y apenas se volteó…

—¡Esto es por la angustia en el corazón de Seiya!

—¡Ahhhhhh! —gritó el monstruo con la voz quebrada para siempre.

El primer golpe directo fue a su rostro, le hizo volar el casco mostrando su cabello gris y sus cejas pobladas, además de dañarle el cuello cuando su cabeza es casi separada del resto del cuerpo.

De todas formas era un guerrero, y trató de recuperar el equilibrio en el aire, preparado para contraatacar apenas tocara el suelo. Pero ese hombre había mancillado sus recuerdos de Esmeralda, no iba a permitir que tuviera un segundo para recuperar su aliento.

—¡Esto es por herir el espíritu de Hyoga!

—¡Uaaaaahh!

Antes de que aterrizara, conectó un codazo contra su pecho. Lymnades se inclinó hacia abajo por el retroceso, Ikki lo tomó del cuello y lo arrojó con todas sus fuerzas hacia el Pilar del océano Antártico, que a diferencia del General, no sufrió daño alguno. Su cara estampada contra el titán macizo pronunció algunas palabras que Ikki tardó en traducir.

—Nunca creí que enfrentaría un poder tan… arrollador… —Kaça cayó de espaldas, pero con una voltereta logró recuperar la verticalidad, sudando, tiritando y respirando con dificultad.

—Lo siguiente será por burlarte de las emociones de mi hermano Shun, te aprovechaste de su dolor al creerme muerto, y de nuestros lazos sobrevivientes a la pena. Eso te llevará dolorosamente al mundo de los muertos.

—El que irá a ese mundo serás tú, Fénix… ¡La Conmoción cortará tus alas y apagará tus llamas!

En ese momento, cuando las manos de Kaça se llenaron de electricidad y su Cosmos tomó una forma retraída, Ikki comprendió que a pesar de su debilidad física y sus mañas, Lymnades manejaba el Séptimo Sentido, y el siguiente ataque se aprovecharía de ello. Pero si había luchado tan bien hasta ese momento, quizás impulsado por su ira o la venganza, entonces él también alcanzó ese estado.

Concentró parte de su aura en sus pies, pero la mayor parte la llevó a la palma de sus manos, con las que contuvo la esfera de energía del General, quien seguía embistiendo con choques eléctricos que Ikki resistía con toda su voluntad. Una técnica temible, no estaba seguro si la contendría por mucho tiempo, así que solo le quedaba de opción una respuesta.

«El Aleteo Celestial se alimenta del fuego de nuestros corazones, de Seiya, Hyoga y mi hermano menor. Y del recuerdo de Esmeralda».

—¡I-imposible! Fénix está reteniendo mi Conmoción con sus manos… ¡y este Cosmos es…!

—¡Hasta nunca, Kaça! En el infierno recibirás una recompensa acorde al dolor que has infligido a mis compañeros, y a mis recuerdos. ¡Arde, Cosmos!

—No puede ser. Este Cosmos es muy superior al que tenía en la isla Canon, ¿acaso estaba tan débil en ese momento?

El ave inmortal despegó y se manifestó como un huracán de fuego que pasó a través de la Conmoción, arrancó pedazos del suelo, arrasó con algunas columnas de mármol, quebró espejos que mala suerte no trajeron, y azotó a Kaça de un monte a otro, destrozándolos por el vendaval.

Finalmente, el General pereció al estrellarse contra el suelo sobre las astillas liberadas de sus propias Escamas, trozos de vidrio y la sangre humeante de su piel.

 

—¡Shun, Seiya, Hyoga, resistan! —gritó Ikki, arrodillándose junto a ellos.

Todavía respiraban, pero la herida de Seiya era muy profunda y grave; si la hemorragia en su estómago no era contenida en poco tiempo, sería fatal. Shun estaba en pésimas condiciones, tenía varias heridas abiertas, pero no parecía tanto producto de la Conmoción como de alguna batalla anterior. En tanto, el Cisne…

—Ugh… I-Ikki… —balbuceó el Santo de hielo. Lentamente, la sangre en su cuello se congelaba, y una capa transparente tomaba su lugar.

—¿Hyoga?

—¡Seiyaaaaaa! —gritó alguien, a su espalda.

Un chiquillo se apareció cubierto en sudor en la entrada del patio central. Cargaba en su espalda la Caja de Pandora de Libra.

Se había enterado, mientras seguía el rastro de Kaça, que Muu de Aries tenía un discípulo que cargaba con la armadura de Oro para romper los Pilares. Debía ser ese niño.

—Trae eso aquí —ordenó, poniéndose de pie. Hyoga estaba despertando poco a poco, pero no podía quedarse esperando pacientemente a que eso pasara, tenía una misión que cumplir.

—¿Eh, qué? —El chico dio unos pasos hacia atrás, desconfiado, sus manitas agarrando con fuerza las correas de la Caja—. Tú… eres…

—No hay tiempo, dame un arma.

—¿Acaso eres… Fénix?

—En lugar de preocuparte tanto por el Pilar o el estado de esos Santos de Bronce, deberías temer más por ti mismo, Phoenix —dijo alguien, tras de sí.

El niño podía verlo, y desapareció en un segundo, apareciendo sobre una roca congelada que flotaba por encima. Ikki se volteó para encontrarse algo que no esperaba, cuidando el Pilar.

—¿Sigues vivo? Qué tipo tan molesto.

—¡Cierra la boca, gusano! —exclamó Kaça, que apenas podía sostenerse en pie. De su boca corrían hilos rojos, sus brazos estaban dislocados, casi separados de sus hombros, y sus Escamas estaban seriamente dañadas. Pero su Cosmos no se había apagado, no era cualquier cosa—. ¿Acaso creíste que podrías vencerme sin que te mostrara mi verdadera fuerza?

—¿Qué más te queda? Espera la muerte con dignidad, no tienes ninguna otra opción.

—Soy el Cazador de Almas, manipulo a aquellas que acaban con la vida de mis víctimas. —La imagen de Kaça se cubrió súbitamente con un velo borros y semitransparente, como si estuviera detrás de una cascada.

Definitivamente el desgraciado había perdido el buen juicio.

—¿Vas a transformarte en uno de mis seres queridos? Estúpido, ¿de qué te serviría? Ya lo intentaste con Esmeralda, el truco no funcionará dos veces; y como ves, Shun está a mi lado. Además, estoy consciente de lo que enfrento.

—Soy uno de los siete Generales del mar, parte de la élite que cuida a uno de los doce Olímpicos. ¿Crees que algo como “estar consciente de mi poder” sería suficiente para contrarrestarlo? ¿Crees que no prevería algo así desde que empecé mi entrenamiento?

—¿Qué dices?

El Cosmos de Kaça ascendió como una llamarada, se extendió por todo el patio, cubrió a sus compañeros como una nube, e Ikki perdió de vista al Marina. En su lugar, dos personas aparecieron ante sus ojos.

 

Una preciosa muchacha rubia de ardientes ojos verdes, con un vestido de flores, que llevaba una daga en la mano derecha; y un chico de cabello rojizo portando uno de los Mantos Sagrados, con dos cadenas cayendo de sus manos.

Ikki tuvo el instinto de mirar a su lado, buscando algo que no recordaba, pero su memoria no le ayudó y no encontró más que una densa niebla.

Somos aquellos más importantes para tu corazón —dijo la chica, con voz de ángel. Esmeralda, el amor de su vida.

Somos aquellos que nunca dañarías —secundó el muchacho, golpeando su rostro con una de sus cadenas.

Ikki sintió un dolor leve en la mejilla, mucho menor que el que tuvo en el pecho cuando su propio hermano lo atacó. Solo logró retroceder y evitar la daga de Esmeralda por instinto. Casi cae al dar ese paso, se sentía muy mareado, y tanto su hermano como su amada cambiaban de lugar constantemente, pero sin dar la impresión de moverse.

—¿P-por qué…?

—¿No serías capaz de atacarnos, verdad, querido Ikki? —preguntó ella, con lágrimas en los ojos y temblor en las manos.

Hermano, lo siento mucho, no tenemos opción —dijo Shun, y con un movimiento preciso de su muñeca, la cadena rosácea volvió a atacarlo. Esta vez se clavó en una de sus hombreras, y al sacarla, llevó con ella su sangre.

—¿Por qué me atacan? —Notó quebrada su voz. Pero por lo que recordaba, hace un rato todo estaba bien, cuando…

«Cuando… ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué estaba haciendo?». Las preguntas en su cabeza se disolvían tan pronto como las formulaba, y las respuestas no lograban arribar. El mareo era ya insoportable.

—Debemos quitarte la vida, mi amor, por el bien de todos.

—Estoy seguro que podrás comprender nuestro sufrimiento por hacerlo.

 

Un río de calor recorrió su espalda, las llamas de Phoenix que lo alertaban de un peligro. Shun y Esmeralda empezaron a perforar su armadura y apuñalar su piel con suavidad, casi ternura… Pero eso no podía ser.

Se golpeó la cabeza, y luego apartó a ambos con sus brazos. La bruma se empezó a disolver.

—Mis compañeros son bondadosos y algo confiados, por eso pudiste acabar con ellos, L-Lymna… Lymnades… —Le costó recordar el nombre, el de aquel que manejaba a su hermano y Esmeralda como marionetas. Debía encontrarlo, y luego matarlo—. Imitas a la perfección a los seres amados de las personas, y… además nublas la mente de tus… víctimas…

Un lejano Ikki sonó en alguna parte, pero no supo quién lo dijo ni dónde. Luego, la grotesca y dañada voz de Kaça se alzó con un eco nauseabundo.

—No importa que sepas nada, Phoenix. En presencia de los seres queridos las personas quedan indefensas, son incapaces de reaccionar. Tu armadura te está ayudando a defenderte de aquella que te mostré en la isla Canon, y de quien está a tu lado… ¿Pero qué tal alguien más?

 

Una mujer de ojos azules apartó a Esmeralda y Shun para que Ikki pudiera verla (y recordarla) en todo su esplendor. Vestía un camisón de tela raída, gris y manchado de aceite; estaba descalza, su largo cabello castaño estaba enmarañado y su rostro pálido, con ya varias manchas blancas, como en sus últimos días.

Sin embargo, a pesar de todo, su madre se veía tan hermosa como podía recordarla antes de que muriera, tantos años atrás; solo le faltaba el medallón. Pero si estaba ahí… ¿Entonces cómo podía estar muerta también?

Ikki…

—¿Madre? —«No, esperen… ¿Qué rayos está pasando?»

Lo lamentamos mucho, mi querido niño, pero debemos tomar tu vida —dijo su madre con su voz grave, ya rasposa, y aun así hermosa—. Luego haremos lo mismo nosotros, tu hermano y tu novia.

—¿P-por qué?

Las dos mujeres se acercaron a él mientras Shun concentraba su Cosmos en sus manos, rosa como el vestido de Esmeralda y los labios de su madre. Otra vez Ikki oyó su nombre, pronunciado por una voz aguda como la de un niño, desde muy lejos, y también las llamas de su armadura lo alertaron, pero no sabía qué era lo que debía temer exactamente.

 

Lo peligroso era el plan de Poseidón. Sus siete Generales. La inundación que azotaba las costas. ¿Hace cuánto había empezado eso, y por qué no había ido a luchar todavía?

Descansa, Ikki. Ya es hora —dijo la mujer que lo dio a luz. Lo abrazó por la espalda, y su cabello cayó por su hombro, liso y suave—. Has crecido mucho, estoy muy orgullosa.

Me salvaste de este mundo, Ikki, así que deja que te salve yo también, mi amor —agregó Esmeralda, apuntando el filo del cuchillo hacia su cuello, parándose de puntillas para alcanzarlo, mientras lloraba a mares.

 

Pero eso no podía compararse con las lágrimas de la gente que sufría en la superficie por las lluvias de Poseidón. O las de sus amigos, al reunirse con aquellos que habían partido, y que fueron engañados por Kaça de Lymnades.

«Lymnades». Ikki soltó un suspiro, y luego una risa al recordar ese nombre que parecían tan antiguo. Apartó con brusquedad a ambas mujeres, pasó junto a ellas sin mirarlas y se dirigió hacia Shun, cuyas cadenas recreaban electricidad.

Hermano. Lo siento mucho. ¡Debes morir!

—No.

Como demostró durante toda la pelea, su postura defensiva era pésima, y dejaba varios flancos abiertos. Tal como quiso hacer a través del fantasma de su amada, Ikki perforó las Escamas de Lymnades (disfrazadas de la rosa armadura de Andrómeda) y el pecho de Kaça, a la altura del corazón, con su puño derecho cubierto en llamas.

 

—¡¡¡Aaaahhhhhh!!! —gritó con la voz de su hermano menor—. ¿Pero qué…?

—Deja los juegos y esa apariencia, no te servirán de nada —le comunicó, y su oponente rápidamente recuperó sus ropas normales, las Escamas de Marina. También su piel blanca, las heridas de la batalla, sus cobardes ojos negros y la abundante sangre en todo el cuerpo. Mucha de ella salía de su pecho.

—¿C-cómo se te ocurre hacer esto? M-mataste a tu propio hermano, gusano infeliz… ¿cómo pudiste hacer… eso…? —Kaça derramó algo más de sangre, pero de todas maneras siguió hablando mientras la vida lo dejaba—. D-despreciaste a… tu propia madre, golpeaste… a la mu-mujer que amabas… y mataste…

—¡Ikki! —gritó el discípulo de Muu con alegría mientras el otro seguía balbuceando incoherencias. Esta vez quedó bastante claro que se trataba de él, estaba arrodillado junto a Shun y los otros como si intentara protegerlos. Un gesto valiente, sin duda.

—¿¡Acaso no tienes corazón, Phoenix!? —gritó Kaça con últimas fuerzas—. ¿¡Es que no eres humano!?

—Esmeralda murió. La vi morir, y nada cambiará eso. Como te dije en la isla, no eres capaz de imitar su perfección. Mi madre también murió, y ni siquiera la recuerdo bien físicamente, fue un movimiento idiota, su pelo cambiaba a cada segundo. —Ikki retorció algo al interior de la caja torácica del monstruo, y la sangre salió a raudales mientras él gritaba—. En cuanto a mi hermano, no importa cómo lo ocultes, eso no cambia que esté tirado en el suelo a unos metros de mí.

—Pero incluso… si tu fuerza mental te ayudó a superar mis ilusiones y saber que eran falsos… ¿cómo pudiste atacarlos con esa apatía, sin pestañear siquiera? Se parecían perfectamente a tus seres queridos, pero no dudaste en destrozar el corazón de Andrómeda con tu mano apenas lo tuviste cerca… Uaghh… —vomitó una vez más Kaça, cuando Ikki aplastó algo más en su interior—. ¿Ir al infierno te cambió así, Fénix? ¿En tu interior no moran… el a-afecto y el ca-calor humano? ¿A-acaso no… lloras cu-cu-cuando sufre tu c-c-corazón…?

Ikki sacó la mano de su pecho, roja y palpitante, y Lymnades cayó de boca sin que los reflejos lo salvaran.

—Imbécil, te atreves a hablar de lágrimas y corazones cuando tu alma es un basurero podrido. Aunque… tal vez tengas razón.

—¿Q-qué? —El bastardo se quedó con la duda, pues su Cosmos se extinguió apenas pronunció esas tres letras.

 

«Sí. Tal vez olvidé las lágrimas, la pureza de los sentimientos y el calor del amor después de mis años en Reina de la Muerte, y tantas batallas». Sin embargo, de no ser por la alerta de Phoenix, y los llamados del chico pelirrojo, además del calor del Cosmos de Shun cerca… Posiblemente habría muerto con un puñal en su cuello, en los brazos de su madre.

Por más que dijera que los había perdido, en realidad todavía latían en su interior los amargos recuerdos del pasado. Pero eso no estaba mal. Kaça cazaba los corazones de sus víctimas porque debía creer que el amor hacía débiles a las personas, como el mismo Ikki llegó a creer.

«Nada más lejos de la realidad» comprendió de pronto, mientras el alumno de Aries corría hacia él con un largo tridente dorado, sosteniéndolo con ambas manos. El amor permite a los seres humanos desarrollar un poder infinito y sin límites, es lo que lleva a que consigan milagros. Estuvo a punto de olvidarlo…

 Tomó el tridente con una mano, apuntó hacia el Pilar, y lo arrojó con toda su fuerza a la base del mismo. Uno menos, pero la misión no se había cumplido. El verdadero objetivo era tomar la cabeza de Poseidón, lo demás no importaba.


Editado por -Felipe-, 10 enero 2016 - 10:47 .

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Publicado 10 enero 2016 - 21:32

IKKI II

 

Lo bueno:

 

-me agrado el combate del fenix y la superioridad que demostró frente a su rival

 

 

Lo no tan  bueno:

 

la escena de la batalla multiple fue un poco extraña,hubiera sido mejor que el general

adoptase esas apariencias una por una.

 

 

 

PD:en tu fic Ikki parece en ocasiones un loco peligroso XD ,no se  si

eso es  bueno o malo  o simplemente comprensible debido a su pasado


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Publicado 13 enero 2016 - 16:02

Oie phero khe pazo?

Este capítulo no me jenero la misma sensación que el anterior, no se, no fue lo mismo que paso? Senti que el otro capítulo le pusiste mas, no se, "ganas" senti una diferencia, no creo que valla ligado a que ikki no es mi personaje predilecto, de hecho esparaba el capitulo, oero no fue lo mismo

Mas alla de eso, fue un capitulo bueno, pero con falta de "sensaciones", me logras comprender?

Bueno, me parecio interesante el modo en que usastes la habilidad de kaça, creo que era lo mas logico y lograstes unir dos escenas diferentes dentro del manga bien alli, por otro lado excelente observacion por oarte de ikki, en sobre lo que basa la artimaña por parte del general, no recuerdo si estose menciono en el MO, pero de todas manera no me importa :p

Que bueno que Hyoga se valiera por si mismo, me parece una accion que va bien con el personaje, y ahora viene su turno de "brillar", espero que valla a ser mucho mejor que en el MO y el anime, que (como recuerdo haber dicho antes) me parecio bastante aburrido y mas del mismo drama sobre un compañero del pasado y bla bla bla... Claro, usado de manera aburrida, quizas se pueda usar de mejor manera esta idea, pero kurumada lo hizo aburrido :p

Bueno un saludo Felipe, esperemos que hagas milagro con el insípido de Hyoga

Saludos!!!!

Pd: no me vallas a mandar un sicario por lo de Shyriu Felipe naguará, tampoco es que me lo repetistes mil veces

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#409 carloslibra82

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Publicado 13 enero 2016 - 23:47

Hola, amigo Felipe, aquí llegué a ponerme al día con los comentarios:

Sobre Shun, me pareció interesante el poder que demostró, está manejando mejor el séptimo sentido, aunque la ira lo ayudó. Ésta es la única vez que vi a Shun, al menos por un momento, querer matar a su enemigo. Quiero felicitarte por la coherencia de tu relato, a diferencia de Kuru, no tienes contradicciones, hilas bien los acontecimientos, aunque hayan ocurrido hace tiempo. Por eso, me agradó que Shun recordara a su hermano como muerto, sin saber que vivía. Además, pese a la habilidad de Limnades, cometió un error con lo de la armadura de Ikki, lo que demuestra que nadie es perfecto. También su técnica de Conmoción al parecer es más poderosa que en el clásico, me parece bien.

En cuanto al capítulo de Ikki, él es tan frío como siempre, creo que aún más que el original del clásico, pero no perfecto. Las técnicas de Limnades lo afectaron más, aunque pudo resisitir. Creo que quedó muy bien plasmado este General: más fuerte que en la historia original, pero aún así el más débil de todos los Generales. Fue un gran acierto por tu parte, te quedó perfecto el personaje. También señalar (horrible mi memoria, lo sé) que había olvidado la escena previa de Limnades con Ikki. O sea, ya sabía del principal punto débil del Fénix, lo que lo hace más peligroso. Me gustó también la escena de los tres personajes que usó Limnades, aunque creo (es sólo una opinión) que la madre estuvo de más, no sé. Pero de todos modos, siempre me chocó que en la historia original Limnades descubre la existencia de Esmeralda, dice que lo va a atacar con ella, sale la escena de ella atacándolo con el cuchillo, y después el General muere. Me pareció una gran incoherencia, que tú como siempre (como siempre) muy bien.

Felicidades, amigo Felipe, espero ver cambios en el Hyoga vs Isaac, que como a muchos les pasó, lo encontré muy aburrido. Saludos!!



#410 -Felipe-

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Publicado 14 enero 2016 - 10:16

IKKI II

Qué bien que te gustara, se que Ikki es uno de tus preferidos, qué bueno que no decepcionó, en tu opinión.

 

En cuanto a la batalla múltiple... Si lo hubiera hecho individual hubiera sido repetitivo, ya que Ikki ya se había enfrentado a "Esmeralda" en la isla Canon, y con "Shun", sería lo mismo que cuando el verdadero Shun peleó con "Ikki". Por eso lo hice múltiple, y para resaltar el poder ilusorio de Lymnades.

 

Y sí, a veces lo presento como un psicópata-sociópata, es intencional. Sucedieron muchas cosas en Reina de la Muerte.

 

Saludos, y gracias por pasar.

 

 

 

Oie phero khe pazo?

Lo admito. No le puse tantas ganas al capítulo de Ikki como a los anteriores, y esperaba que nadie se diera cuenta. No fue porque no me interesara o no quisiera, sino que estaba ocupado en otras cosas ese día que lo escribí, tenía otras preocupaciones, y estaba apurado. Lo intenté hacer lo mejor posible.

Igual que bueno que te haya parecido "bien" la pelea dentro de todo; algunos comentarios son calcados del manga, pero otros son míos, los que no se contradicen con la obra original.

En cuanto a Hyoga, hoy sale ese capítulo, espero que lo haya hecho bien, porque en el manganime original es claramente una de las batallas más aburridas. Hay cosas que no pude quitar por más que lo intenté, pero los cambios sutiles (y otros no tanto) son los que espero que hagan la diferencia. Además, lo escribí al día siguiente que el de Ikki, así que tengo Temor xD

 

No, no, no lo repetiste mil veces. Lo repetiste n veces, y no eras el único. Solo le puse n+1, por eso "enésima" jaja

Saludos, y gracias por el buen review. Una buena crítica, eso es lo que espero también en estos comentarios :)

 

 

 

Hola, amigo Felipe, aquí llegué a ponerme al día con los comentarios:

Me alegro que te gustaran esos capítulos, Carlos, la verdad fueron difíciles de escribir. Y el de hoy es uno de los más complicados, porque no tuve una "fuente" (el MO) interesante en este punto. Lo que sí tienes razón es que posiblemente la madre de Ikki estuvo de más, pero la puse allí por varias razones:

1. Hacer referencia a cierta pertenencia que Shun menciona llevar en varios capítulos.

2. Mostrar el pasado de los personajes, antes de la fundación. Viendo el estado en que está la madre en sus recuerdos, te puedes hacer la idea de qué clase de temprana infancia tuvieron Shun e Ikki, cosa que también mostraré en el futuro en ciertas escenas de Hades; a diferencia de la de Seiya que fue más simpática, o la de Hyoga que fue feliz antes de la fundación. La de Shiryu es la única que me falta.

3. Que fueran tres. Dos me parecía poco, pero no se me ocurría nadie más.

4. Revelar el engaño. Como Ikki tiene poca memoria de su madre, la ilusión de ella cambia mucho físicamente a cada segundo, y eso le sirve para salir de la trampa más fácilmente.

 

Así que gracias por pasar, ahora veremos si me salió bien el capítulo del ganso! :) Saludos.

 

 

HYOGA IV

 

Aproximadamente diez horas desde el encierro de Saori de Kido.

Escuchó sutilmente su conversación entre mientras el temblor que recorría todo el fondo submarino lo ayudaba a despertar, y la llovizna limpiaba sus heridas y la humillación.

—Ikki, necesito saber a cuál de los tres Pilares vas a ir ahora —dijo Kiki. El sonido metálico cerca indicaba que estaba guardando una de las armas de Libra en la Caja—. Así podré calcular donde ir después y…

—A ninguno —contestó Ikki, quien de alguna forma se las había ingeniado para regresar al mundo de los vivos otra vez.

—¿Q-qué cosa?

—¿Te llamas Kiki, verdad?

—S-sí.

—Kiki, calcula lo que necesitas con esos que están tirados allí, yo no tengo tiempo para estar destruyendo edificios en todo el mar y venciendo Generales, es un despropósito.

—¿Acaso vas a abandonarnos?

—Iré directamente por la cabeza de Poseidón, y terminaré con todo esto.

—Eh… ¿Q-QUÉ? Pero, Ikki… Los Marina dijeron que…

—No me importa. Acabo de cauterizar la herida de Seiya, así que no tengo nada más que hacer aquí.

—Pero… aún está herido, y también Hyoga y Shun. ¿Cómo los dejarás así, a punto de morir? —preguntó Kiki. Era todavía un niño, y no comprendía a Fénix.

—Es su problema —replicó éste, su voz se alejó junto con sus pasos.

—¿Cómo? —chilló Kiki.

—Incluso si el enemigo toma la apariencia de un ser querido y te engaña, o usa ilusiones, en el campo de batalla jamás debes bajar la guardia. En el caso de ellos tres, lo hicieron por tanto tiempo, y sin mostrar ningún tipo de reacción, que los dejaron así, al borde de la muerte. Fracasaron como guerreros. ¡Como Santos!

—P-pero…

—Que vuelvan a levantarse dependerá exclusivamente de la fortaleza en su Cosmos. ¡Que demuestren que no son tan débiles!

—¡Pero aun así…!

—Basta, Kiki… Él tiene razón.

—¡Hyoga!

 

Se puso de pie cuando confirmó que contuvo la hemorragia de la herida. El hielo se evaporaría de un momento a otro, así que rasgó una tira de tela de su camiseta y con ella se vendó el cuello.

—Nuestra debilidad nos traicionó, ¿verdad, Ikki? Fuimos débiles, fracasos como Santos. Me confié en el campo de batalla, hice todo lo contrario a lo que Camus me enseñó a cambio de su vida, no mantuve la firmeza. —Lo único que veía era la espalda de Fénix, de donde salían cuatro colas azules, mojadas por la llovizna. Ikki no se había dignado a voltearse a mirarlo—. Vete ya, no te preocupes por nosotros.

—No necesito que un perdedor como tú me diga lo que tengo que hacer —concluyó el hermano de Shun, y sin perder tiempo corrió en dirección al mar Mediterráneo, al Templo de Poseidón.

—¡Espera, Ikkiiii!

—Déjalo, Kiki, está bien. —«Ikki, tú sí que entiendes el significado real de la compasión, ¿verdad? Por eso te vas de aquí sin volver la vista hacia un miserable perdedor como yo».

—H-Hyoga…

—Necesito que cuides un rato más a Seiya y Shun. Son fuertes, estoy seguro que se recuperarán pronto, y apenas muestren alguna mejoría, sígueme, no tardaré mucho tiempo en tener listo el Pilar para destruirlo.

—Espera, ¿a dónde rayos vas tú?

—Al océano Ártico —contestó. Necesitaba un ambiente muy frío para poder luchar en buenas condiciones, aclarar sus pensamientos y limpiar su vergüenza.

—¿No podrías esperar un poco? Perdiste muchísima sangre, ¿y quieres ir al otro lado del mundo? Apresurarte tanto podría mat…

—Tranquilo, todo saldrá bien. Tú solo ocúpate de llevar a Libra hacia mí, debemos derrumbar los Pilares para facilitarle la tarea a Ikki. Si alguien tiene la fuerza de espíritu suficiente para pelear con Poseidón, es él.

 

Aproximadamente doce horas después del encierro de Saori Kido.

Todo lo que tuvo que hacer fue correr en dirección norte de la forma más directa que pudo, tratando de no desviarse a pesar de los múltiples soldados rasos que se interpusieron en su camino. Dos horas para correr de un lado al otro del fondo marino era lo esperado, pero en el camino no sintió temblores ni vio bajar el nivel del océano. Fuese donde fuese que estuviera Ikki, no había destruido más Pilares, tal como dijo, pero tampoco parecía haber llegado con Poseidón, o Hyoga si no hubiera oído el estruendo del choque de sus Cosmos. De todas formas, si de alguien no debía preocuparse entre sus compañeros, era del Fénix que había superado la muerte en tantas ocasiones, pero aun así…

Pensaba en ello cuando captó la sombra de la columna protegida por el General del océano Ártico. Fue al mismo tiempo en que sintió los vellos de la piel erizarse, y un escalofrío recorrer su cuerpo.

¿Frío? Solo pensarlo parecía ridículo.

 

Se hallaba en un valle sin vida, tal como el del Antártico, pero muchísimo más helado. El terreno estaba al final de un sendero cuesta arriba excavado en el fondo oceánico; rocoso, desigual, cubierto de escarcha cristalina. Hasta el patio del Pilar no había montañas, corales ni algas, el entorno estaba despejado a la altura del suelo, y predominaba en él un fuerte color azul; el mar por encima era mucho más oscuro que en los otros caminos que había recorrido.

Eso se debía a la gran cantidad de icebergs y rocas congeladas de varios metros de altura que flotaban en la superficie, proyectando una sombra que se contrastaba con el conjunto blanco de montes alrededor del Pilar, y las partículas de hielo que danzaban en el aire. El ojo común no podría notarlas, pero sí los ojos de Hyoga, quien nació y se crio en las tierras más frías del mundo.

 

Después de una serie casi infinita escaleras en ascenso, accedió al centro del patio, una zona donde los blancos y los negros se reunían sin mezclarse, creando un entorno desfasado y extraño. Sentía frío en la piel, la única vez que estuvo en una situación similar fue muchos años atrás, pero tras un intenso entrenamiento y decenas de batallas, pensó que nunca volvería a percibir algo así en el tacto.

El nivel más bajo contaba con dos escalinatas a los lados de una hendidura similar a un túnel subterráneo bajo el ras de la gigantesca columna, bordeados por barandillas de mármol. Era una hendidura del que salía una intensa y constante corriente de aire frío, y que arriba llevaba un friso con la insignia de Poseidón, el tridente que los Santos de Oro habían buscado.

Más allá de las escalinatas había un segundo nivel, una planicie abierta de losas cuadradas, azules pero con nieve encima que no parecía derretirse, del que salían cuatro escaleras más, tan altas como las primeras, y que llevaban a la planta superior, más estrecha y bordeada por muros laterales, cristalinos como espejos pulidos y coronados por un parapeto de columnas que se extendían hasta un par de profundos y oscuros acantilados de hielo del que surgían veloces remolinos.

Y tras una última, más breve escalera, estaba el pedestal del Pilar, octogonal y flanqueado por dos hileras de columnas cilíndricas y cristalinas. Era exactamente igual al del Antártico, con la sola excepción del color, azul bajo el oscuro mar del norte, bordeado por bloques de hielo, y compuesto de cuatro vigas unidas entre sí.

 

Hyoga subió a la segunda planta, y cayó de rodillas apenas tocó el suelo. No sentía dolor físico, y había controlado gran parte de la hemorragia, así que debía ser el cansancio…, pero eso tampoco parecía muy probable, era un Santo. Al tocar su cuello para comprobar el vendaje, notó un molesto cosquilleo en la garganta, le costó tragar saliva y respirar.

—¿Qué rayos está pasando? —Alzó la mirada hacia el monumento, parecía estar al interior de una cúpula de hielo, se veía difuso y algo desigual, como tras un vidrio empañado.

«No…» Comprendió de pronto que no era el Pilar, sino él mismo quien estaba al interior de una bóveda congelada. No supo en qué momento se formó a su alrededor, pero no tuvo tiempo para investigarlo. Desde las caras internas de la figura salieron protuberancias afiladas, listas para atravesar a Hyoga en todos los ángulos posibles, tal como una cámara de tortura de la Edad Media.

 

Manipuló los átomos de hielo de encima y los calentó con su Cosmos, tal como le habían enseñado para situaciones de emergencia. Escapó de la trampa justo a tiempo, cuando ésta se destruyó atravesada por su propia materia.

—Demonios. De todos los Santos que pudieron venir aquí, justo tuviste que ser tú —dijo alguien a espaldas de donde aterrizó, en un acentuado ruso como solo había oído de una persona.

—¿Quién está ahí? —preguntó Hyoga con la voz rasposa, le dolía como si la estuvieran electrocutando por dentro.

Un hombre subía las escaleras desde el primer nivel, parecía haber salido del túnel bajo el Pilar. Sus Escamas, doradas en gran parte, tenían diseño angular, complejo, con largas hombreras puntiagudas, dobles, que se conectaban al peto a través de unas hendiduras en el mismo. Su falda era larga y segmentada en varias piezas apenas verticales, muy parecidas a tentáculos. Tenía un yelmo grande, de forma cúbica, en el que había sendos trazos diagonales que llegaban hasta unas alas pequeñas en los lados. Contaba con perneras y brazales segmentados de tono anaranjado, muy robustos en apariencia, adornados por aletas agudas y algunos tentáculos más. De la espalda caía un par de alas curvas, doradas y afiladas.

Su rostro era férreo, con una nariz hundida y mejillas rectas. Llevaba largas patillas y cejas frondosas, del mismo color castaño que su cabello ondulado, el que sacó a relucir cuando se quitó el casco para sorprender a Hyoga.

—No… ¡No puede ser! —¿Acaso era otra ilusión?

—No soy Lymnades, por si te lo preguntas —dijo el General, como si leyera sus pensamientos—. Soy yo.

Uno de sus ojos era celeste como un témpano, pero el izquierdo se había esfumado; en su lugar había un agujero que por arriba y abajo mostraba una fea y profunda cicatriz que llegaba hasta el final de la mejilla. Tenía una expresión dura, severa, fría y condescendiente, nada como la que recordaba, llena de justicia y la calidez del valor.

—I-Isaak… Estás… —No podía creerlo, debía ser una horrenda jugarreta de los dioses tras el engaño de Kaça. ¿Pero qué había hecho para merecerlo? Pero eso explicaba que el Guía de Jormungandr, Slange, supiera técnicas tan similares, era su discípulo, y Hyoga lo asesinó en Asgard.

—Hola, Hyoga. Sí, estoy vivo. —El hombre frunció el ceño, se detuvo frente a él y el Pilar—. No gracias a ti, por supuesto.

—Isaak, yo… —Hyoga se interrumpió para toser, la sensación en su garganta era cada vez peor, y no tenía nada que ver con la herida de Lymnades. También estaba algo mareado, y la visión se le estaba poniendo levemente borrosa—. Sí de verdad eres tú, entonces lo primero que debería hacer es disculparme. No solo porque maté a tu alumno, Slange de Jormungandr. He viviendo muchos años con la esperanza de que…

—Hyoga —interrumpió Isaak—. Pedazo de basura.

—¿Qué?

 

No recordaba haber recibido antes una patada tan llena de potencia, furia, ímpetu y frialdad al mismo tiempo. Cayó por las escaleras, completamente inmóvil como si le hubieran congelado los nervios, se estrelló en el piso y nuevamente el frío de antes lo acorraló. Estaba totalmente consciente, era dueño de sus actos, así que ese no era una ilusión.

Realmente era Isaak, su compañero de entrenamiento, su hermano del Cosmos, su amigo. Estaba vivo y muy enfurecido.

—Pensé que lo de Slange fue obvio, por ser asesinado por el que venció al Santo de Acuario. Pero viéndote ahora, si lo mató un cretino como tú entonces no aprendió nada bien.

—No entiendo… ¿Cómo es esto posible? Estás vivo, pero convertido en un Marina de Poseidón. —Se puso de pie, pero la sensación desagradable llegó a su pecho, y llevó su mano a esa zona como temiendo que su corazón se detuviera.

—Como siempre sigues diciendo sandeces —dijo Isaak, bajando las escaleras con su blanco Cosmos bailando a su alrededor, soltando chispas azules—. Ojalá no te hubieras entrenado en el Escape de Hielo, o no tendríamos esta conversación.

—¿Escape?

La trampa en la que había caído. Si no hubiera sido por ese entrenamiento puntual de Camus unos años atrás, habría muerto en ella.

Más aún. Cualquiera de sus compañeros habría muerto sin siquiera lograr conocer a su asesino. Isaak se había vuelto un hombre implacable, sin dudas ni remordimientos, pero a diferencia de Camus, su frialdad estaba envuelta en una ira electrizante.

—Yo, Isaak de Kraken, voy a matarte, a ti, aquel que me lo ha quitado todo. —Isaak levantó su mano enguantada, y ésta se llenó de cristales azules mientras la temperatura bajaba más y más. El Polvo de Diamantes.

—¿Te refieres a esto? —le preguntó mientras tocaba el peto de Cygnus—. Sí. Tú deberías ser quien lleve este Manto Sagrado. No solo conocías las verdades profundas de la justicia, sino que tu fuerza era solo comparable a la de los prados congelados de Siberia y sus Glaciares Eternos. Pero el destino ya hizo su jugada, Isaak, y el dueño de Cygnus soy…

—Silencio.

 

Isaak disparó el Polvo de Diamantes, Hyoga lo esquivó rodando hacia un lado, pero su pierna izquierda se congeló. No podría escapar por unos segundos, y era un blanco fácil para un segundo ataque, así que no le quedó otra opción que la del contraataque.

Propulsó su propio aire frío, pero lo que destruyó el Polvo de Diamantes fue una magnífica estatua de hielo con la forma de su rival; el hielo había tomado colores muy realistas. Hyoga sintió el Cosmos amenazante tras de sí.

—¡No me engañarás con eso! —Se volteó y golpeó con su Tornado Frío, sin embargo lo que había detrás de él era una segunda estatua, que se convirtió en una bruma fría y cristales desolados—. ¿Qué?

—Patético.

Hyoga pudo controlar el grito, pero no el dolor producido por una espada de hielo que le perforó el costado derecho del abdomen, bajo el peto congelado. Su sangre salió a borbotones, y cuando se volteó, Isaak lo recibió con un puñetazo directo en la nariz que le hizo perder el equilibrio.

Al abrir los ojos ya estaba de espaldas en el suelo, pero no tardó en ponerse de pie para evitar un Polvo de Diamantes a bocajarro.

—¡Maldición! —Por unos momentos se detuvo para limpiarse la sangre del rostro, y eso lo aprovechó perfectamente Isaak, quien no daba tiempo para tomar el menor respiro.

—¡Muere ya!

Su ataque lo impulsó hacia arriba, y se estrelló dolorosamente junto al túnel bajo el emblema de Poseidón.

 

***

 

Otoño de 2005, casi dos años después de la muerte de Natassia.

—Isaak, él será tu nuevo compañero de entrenamiento, se llama Hyoga, y nació aquí en Siberia —lo presentó Camus a un muchacho un poco mayor, de ojos celestes y cabello castaño, con un cuerpo evidentemente fortificado, y que a pesar de las ropas ligeras no parecía afectado por el intenso frío.

—Sí, maestro. —El chico se acercó con confianza y le tendió la mano, roja y llena de cicatrices, mientras sonreía con gentileza—. Soy Isaak, disculpa si mi ruso todavía no es muy bueno, pero espero que nos entendamos bien, Hyoga.

—S-sí. —Con timidez le estrechó la mano e hizo lo que pudo para devolverle la sonrisa—. Mucho gusto.

 

El entrenamiento en Siberia era uno de los más duros en todo el mundo. Isaak había estado entrenando ya dos años con Camus, y los múltiples aspirantes que habían llegado ahí no habían aguantado más de un mes. Pero Hyoga tenía la obligación de permanecer allí hasta hacerse fuerte, hasta poder destruir la capa de hielo que ocultaba el barco donde su madre había naufragado. El destino era muy claro, por eso lo había llevado a entrenar allí, a solo una hora de viaje del eterno lugar de descanso de Natassia.

Pero Isaak le complicaba mucho las cosas, era extraordinariamente fuerte y su poder se originaba en su profundo ideal de justicia, en su deseo ferviente de hacer lo correcto por el mundo y ayudar a la humanidad. Periódicamente Camus viajaba al Santuario (aunque en esa época no sabían de la importancia de su rol), por lo que Isaak y él tenían que entrenarse sin un guía oficial. Sin embargo, ya al año de estar allí Hyoga descubrió que no necesitaban de eso.

El mismo Isaak ejercía ese rol involuntariamente con los mismos métodos de Camus, y Hyoga seguía sus instrucciones al pie de la letra. Nunca resultaba tal como deseaba, Isaak siempre era más fuerte, veloz, resistente e inteligente, pero también justo y bondadoso, por lo que Hyoga había llegado a admirarlo casi tanto como a Camus, era como un hermano mayor con todas las respuestas de la vida.

 

Verano de 2008.

Al pasar tres años allí, Hyoga tuvo su primera conversación seria con Isaak sobre la meta que tenían, el Santuario de Atenas. Ambos miraban el horizonte mientras la noche empezaba a caer, y la aurora se formaba sobre el telón negro con sus luces multicolores. Camus no había aparecido durante toda la jornada, pero el entrenamiento había sido intenso, encerraron sus piernas con hielo en las montañas mientras resistían el viento ártico.

—Has mejorado mucho, Hyoga, nuestras fuerzas están a la par. —Ahora ya hablaban en griego, el idioma del Santuario que Camus les enseñó con severidad.

—No se te da la falsa modestia, Isaak, eres muy superior a mí y lo sabes. Tú serás quien porte la armadura de Cisne.

—Poco importa quien lleve esa armadura mientras sirvamos a la justicia en el mundo —dijo Isaak, mientras se ponía la capucha sobre la cabeza—. Aquel que vista primero a Cygnus irá al Santuario con nuestro maestro, y esperará a que el otro consiga otra armadura, ya que ambos estamos destinados a lo mismo. Somos hermanos, y protegeremos juntos este planeta.

—¿Por eso hemos resistido tanto este entrenamiento?

—Exactamente. Pero no solo somos nosotros, gran parte de esto se debe a las enseñanzas de Camus. —Isaak suspiró y alzó la mirada—. Nunca conocí a un hombre tan noble, poderoso y justo como él, espero llegar algún día a… ser tan virtuoso como nuestro maestro. Ser igual de imperturbable e implacable ante las fuerzas del mal que él, enfrentar con frialdad y sin piedad a los que amenazan la paz en la Tierra.

—Sí, de seguro lo lograrás. Aunque de todas formas me preocupa.

—¿Hm?

—¿No te parece extraña la actitud del maestro ante las convocatorias desde el Santuario? Pareciera que lo necesitan siempre con urgencia, como si fuera uno de esos Santos de Oro de los que tanto se habla.

—Que no te sorprenda que sea uno de ellos, Hyoga, yo lo he sospechado por muchos años.

—¿¡En serio!?

—Sí. En cuanto a lo demás, seguramente se trata de los últimos rumores en el Santuario sobre el Sumo Sacerdote.

—¿Rumores?

—Incluso en el círculo interno del Santuario hay sospechas sobre el Sumo Sacerdote, y muchos Santos han llegado a rebelarse, o al menos a presentarse reservados ante él. Se rumorea que, de seguir esto así, estallará una guerra civil.

—¿Sugieres que Camus es uno de los que no dudan del Pontífice, y por eso lo llaman tanto?

—No lo sé, es posible, pero tú sabes bien que nuestro maestro solo sigue la justicia, nos enseñó a hacer siempre lo correcto según las leyes del Santuario. Por eso tampoco debemos dudar del Sumo Sacerdote. —Isaak lo miró y sonrió como aquel que no tiene dudas en el corazón—. Pero nada de eso importa, no es cosa nuestra mientras no seamos Santos. De lo único que debemos preocuparnos es de entrenar para convertirnos en defensores de la justicia en el mundo.

—Sí, tienes razón.

***

 

—¡Ahhh!

Volvió a besar el suelo cuando el Polvo de Diamantes del General Isaak de Kraken lo sorprendió desde lo alto. No había logrado verlo. Cuando atacó a Isaak, éste se protegió con ambos brazos, pero ya había disparado su ataque hacia arriba, y logró manipularlo para que cayera como una estrella fugaz sobre él.

—Por todos los dioses, qué basura de Santo, parece broma que te conozcan como el que venció a Camus.

—¿Acaso es eso lo que te tiene así? ¿Es eso lo que te llevó a convertirte en un Marina de Poseidón? —Hyoga alzó la vista y se topó con el rostro de su viejo amigo, uno cuyo ojo izquierdo había sido reemplazado por una horrenda cicatriz y una cuenca vacía.

—Qué pregunta tan insulsa. Lo que me llevó a convertirme en Marina fuiste tú mismo, Hyoga, ¿o acaso ya lo olvidaste?

—Oye… Ese ojo… ¿Acaso es por lo de esa vez? —No podía dejar de mirarlo, era como el espejo de su propia culpa, de la historia que nadie conocía, ni siquiera el mismo Camus.

—¿Esto? —Isaak se tocó la cicatriz antes de ponerse el casco de nuevo, pero la imagen siguió en la retina de Hyoga—. En efecto, me la hice por tener que salvar tu trasero, esa vez hace tres años. Apuesto que nadie la conoce, la historia secreta del Santo de Cisne.

—P-por eso que no puedo pelear bien contra ti… —Hyoga se puso de pie y se limpió la sangre del rostro. Le costaba muchísimo respirar por el cosquilleo en su garganta y el tabique roto—. La culpa y la vergüenza me corroen, pero decidí pelear con frialdad en el campo de batalla, tal como Camus nos enseñó; así que lo primero será pagar mi deuda.

Caminó hacia Isaak sin miedo, y se detuvo a un metro de él. Se apuntó el ojo izquierdo con el pulgar.

—¿Qué haces?

—Destrúyeme el ojo, Isaak. Reviéntame el ojo para que tengamos la misma herida en el rostro; y luego te enfrentaré hasta que me expliques por qué diablos te uniste al ejército de Poseidón, Kraken

—Ya veo, quieres pagar tus pecados. No estaba en mis planes, pero ya que lo propones, haré lo que gustas.

 

El movimiento fue veloz, y agonizantemente doloroso. Con su ojo derecho solo pudo ver las losas, antes azules y blancas, ahora completamente rojas. Ardía muchísimo, y en vez de decaer, la sensación no dejaba de hacerse más angustiante, era igual que el desesperante cosquilleo en su garganta y pecho, pero ahora parecía rascar el interior de su ojo, le picaba como si le hubieran echado varios litros de algún líquido picante.

—¿Q-qué hiciste…?

—Me pediste que dañara tu ojo. Lo hice.

—Te pedí que lo destruyeras, pero solo me golpeaste algo la superficie y me heriste el párpado… Entonces, ¿por qué…?

—Manipulo el cristal congelado en el aire, y ahora está al interior de tu ojo. Has perdido la visión, tal como querías, y el sufrimiento solo será peor.

—Congelaste mi ojo, y ahora es herido una y otra vez por diminutos cristales como pequeños clavos, ¿es eso…? Al estar congelado, no puede defenderse. —Se palpó la herida, pero el dolor fue horrible, y quitó la mano rápidamente—. Ah…, esa técnica… Camus nos dijo que algunos guerreros de hielo la utilizaban, pero nos la prohibió… El arte de la manipulación de cristal es una técnica de cobardes, ¿no lo recuerdas? ¡Y sin embargo tienes esparcidas esas cosas por todo el aire!

—Lo que Camus nos enseñó es a cumplir con nuestra misión, sea como sea, sin importar nada más que el éxito.

—Lo que haces es torturar a tus enemigos, ¡eso no es vencer!

—¿Torturar? Llevo tres años vagando por los mares del mundo, ayudando a limpiarlo de la basura que lo corroe, sin poder formar lazos con nadie, siempre en secreto, y tras haberlo perdido absolutamente todo. No sabes lo que es la tortura.

—¿Q-qué te pasó, Isaak? Por favor, responde, ¿qué te pasó después del incidente hace tres años? ¿Cómo llegaste aquí?

Hyoga tenía que pelear, en eso Camus tenía razón, debía cumplir con su deber, pero primero quería resolver sus dudas y controlar el dolor dentro de su cuerpo. Necesitaba tiempo.

—Bien. Vete con eso a la tumba, Hyoga.

Cuando comenzó a hablar, una serie de estacas salió del suelo y se clavó en el cuerpo de Hyoga por la espalda.

 

***

 

Invierno de 2011.

—¿Qué demonios intentas hacer, Hyoga? —preguntó tras darle un puñetazo tan duro como un Glaciar Eterno. Lo derribó sin que opusiera resistencia—. ¿Te volviste loco? Convertirte en Santo solo para ver a tu madre otra vez…

—No me detendrás, Isaak —contestó, limpiándose la sangre. Había decidido contarle sus verdaderos deseos a sabiendas de que el portador de Cygnus sería él, quería demostrarle que no se daría por vencido de todas maneras, y que se haría con una de las armaduras. La reacción de Isaak fue la esperada, pero aun así no pudo defenderse.

—¿Acaso en todos estos años no has aprendido nada lo que Camus, nuestro maestro nos ha enseñado? ¡Sigues teniendo esas inútiles emociones! Un debilucho como tú nunca podrá volverse un Santo.

—He deseado volver a verla todo este tiempo, ni siquiera mi maestro podrá detenerme, ¿está claro?

—¡Entonces yo mismo tendré que matarte, Hyoga!

Lo volvió a golpear una y otra vez. Hyoga tenía deseos personales tras la obtención de uno de los Mantos Sagrados, mientras que Isaak repudiaba pensar algo así. Pero la capa de hielo sobre el barco de su madre solo podría romperse con la fuerza del Cosmos de un Santo, y necesitaba ese poder; su amigo jamás podría comprenderlo.

Lo azotó contra un iceberg y luego lo congeló desde la cintura hasta las piernas, tal como en sus entrenamientos.

—Si Camus estuviera aquí te expulsaría de inmediato… No, simplemente te mataría por tu debilidad, ¡es lo que mereces!

—Él ya sabía mis intenciones, se las dije el primer día que llegué aquí…

—¡Pero debió pensar que cambiarías con el tiempo! —Isaak tenía el ceño tan fruncido que apenas se notaban sus ojos, de los que salían chispas de energía—. Yo también lo haría, ¿qué clase de perdedor eres? Te quería como un hermano, Hyoga, deseaba que te convirtieras en un hombre de bien, un verdadero Santo, y que lucharas a mi lado. Pero ahora solo veo un gusano que no puede dejar atrás el recuerdo de una mujer muerta, y a quien no le importa un rábano la gente de este mundo. ¿Me equivoco?

—No-no vas a detenerme, Isaak… P-por más que me golpees… —Se liberó del hielo y caminó hasta su amigo. Era más fuerte, más hábil, inteligente y diestro que él, pero nadie lo detendría. Le importaba el bienestar de la gente, pero había algo primero. Natassia.

—¡Entonces muere, infeliz!

 

Isaak lanzó un Polvo de Diamantes, y Hyoga pensó por un momento que sería su fin. Sin embargo, lo que se deshizo hasta el polvo fue algo detrás. Algo que se suponía era irrompible, y que se desplomó con un sonido grave y seco.

—I-imposible… Destruiste uno de los Glaciares Eternos…

—Eres un… cobarde miserable… —La mano de Isaak temblaba, y lo mismo sus ojos. Le dio la espalda justo después.

—Tu poder ya es digno de un Santo, eres muy superior a mí… Pero ni con eso me vas a…

—Corrientes violentas —interrumpió Isaak, comenzando a alejarse con las manos en los bolsillos.

—¿Qué?

—Camus me explicó que bajo la capa de hielo siberiano hay corrientes muy violentas, que incluso él tendría problemas en superar nadando. Son impetuosas y frías. Si te atrapan, en caso de que cometas la estupidez de bajar hasta allá para ver a tu mami, entonces ni siquiera con mis fuerzas podré salvarte.

—Isaak…

 

Unas horas después, Hyoga hizo una de las cosas más impetuosas de toda su vida, algo por lo que terminaría culpándose por siempre, algo que lo llenaría de vergüenza. Pero por más que Isaak fuera más fuerte, él también manejaba el Cosmos, y no sería aplastado por las palabras de su amigo.

Logró destruir con un puñetazo la capa de hielo que antes había sido mar, justo encima de donde había naufragado el barco de su madre. El boquete fue grandioso, era la prueba de que seis años de entrenamiento habían dado frutos.

Se sumergió. El agua estaba fría, la corriente intensa, y el barco al fondo de un acantilado submarino, cubierto de hielo, pero al mismo tiempo muy bien conservado gracias a las heladas aguas. Allí dormía su madre, y su belleza también debía permanecer intacta gracias al hielo. Pronto la vería de nuevo, podría decirle cuanto la extrañaba, contarle todo lo que había hecho para reencontrarse con ella.

Pero el mar era inclemente y cruel. Un huracán lo atrapó y lo desvió del camino, azotándolo de un lado a otro sin que opusiera resistencia. Sus brazos no eran tan fuertes para guiarlo, y sus piernas estaban congeladas. Isaak tenía razón, era un debilucho, y no podría cumplir con su promesa al alma de mamá. Durante esos segundos de suplicio, la corriente amenazó con acercarlo al barco, y pensó que sería un buen final si dejaba de aguantar la respiración cuando estuviera algo cerca, para que su último pensamiento fuera que estaba pronto a lograr su objetivo de vida; pero cada vez que ocurría la corriente lo alejaba, y él seguía peleando, buscando sobrevivir.

El problema es que tampoco podría regresar a la superficie para recuperar el aire. Estaba atrapado en una cárcel submarina, y probablemente moriría allí, tal como Natassia. “Te amo, mi Hyoga”. ¿Sirvieron de algo esas palabras al final?

 

***

—A pesar de mis advertencias, bajaste al barco, y cuando vi el boquete, no dudé en sumergirme para salvar tu maldita y desgraciada vida —dijo Isaak con voz de ira controlada.

—Logré superar la corriente después de un año más de entrenamiento, pero en esa época no era capaz. Fui un tonto —reconoció Hyoga mientras trataba de parpadear, pero no era capaz de abrir el ojo izquierdo. Salía mucha sangre de las heridas en su espalda, tras zafarse de la trampa de carámbanos de Isaak.

—Te encontré atado a las cuerdas de la vela del barco, y aunque perdiste el conocimiento, tus manos no querían soltarlas. Pensé que si ese coraje e ímpetu lo hubieras usado en favor de la justicia te habrías convertido en un gran Santo, pero por el contrario seguías siendo una basura sentimentalista. —El Kraken desvió la mirada, como si se le dificultara poner su ojo en él—. Al final te saqué porque el maestro se iba a sentir triste si tras volver del Santuario se encontraba con la mala noticia. El problema es que no podía salir llevándote contigo, la corriente era muy superior a mis fuerzas en esas condiciones.

—Nos desvió de la ruta, ¿verdad? Recuerdo abrir los ojos y verte golpeando la capa de hielo desde abajo, salía un hilo de sangre de tu ojo.

—Me lo perforé en una de las salientes, todo porque no podía dejarte morir ahí. ¿Quién diría que por culpa de eso lo terminaría perdiendo todo? El dolor fue horrible, me costó mucho sacar la cuenca de ese témpano, y luego seguí nadando hasta que encontré una zona más frágil para romper. ¡Y te saqué, basura!

—Destruiste el hielo y me sacaste. Lo recuerdo. —Sintió humedecerse el ojo sano, pero no podía llorar ahí. No volvería a hacerlo—. Al abrir los ojos y volver a respirar, sentí tu Cosmos alejarse y desvanecerse bajo el mar. No pudiste salir.

—Me quedé sin fuerzas, y floté sin rumbo bajo el océano. No sé por cuánto tiempo, pero al despertar estaba en el Templo de Poseidón. Él me había salvado, me eligió para que portara una de las Escamas Superiores. Desde ese día protegí las costas del océano Ártico de aquellos que lo dañaban y manchaban. Y también vigilé, Hyoga, te vigilé a ti, a Camus y al Santuario, obtuve información para aquel que me rescató, y descubrí la inmundicia en que también estaba el refugio sagrado de los Santos. —Isaak elevó el tono de voz, y su Cosmos desprendió cristales de una temperatura tan baja como la suya—. El Sumo Sacerdote era un usurpador, los Santos de Oro trabajaban para él, también Camus, y la Guerra Civil daba inicio contra una chiquilla que casi muere al poner un pie en el Santuario. Pero de todas maneras cumplí con mi deber, Hyoga, esperando hacerme lo suficientemente poderoso para volver y recuperar lo que había perdido, poder cumplir con mi destino, ser aquello que debía ser por derecho…

—No entiendo. Dices que sabías el estado en que estaba el Santuario, y que no estabas del lado ni de Saga ni de Saori. —Había algo extraño en las palabras de Isaak, algo que le hacían mucho ruido, pero que al mismo tiempo parecían revelar el verdadero espíritu de su amigo—. Y como Poseidón supuestamente te salvó…

—Lo hizo.

—…Entonces te pusiste de su lado, te hiciste un Marina. No quieres volver a formar parte del Santuario, y con esas Escamas, obviamente tampoco deseas mi armadura. No puedes recuperar el ojo, y ya no me considerabas tu hermano, pues me odias… ¿Qué fue lo que perdiste, entonces?

—Hemos hablado demasiado —desestimó el General.

—¡Isaak! —gritó, pero el Cosmos del Kraken se elevó por todas partes, de su aura salieron chispas azules que se concentraron en sus manos.

—Te conté todo lo que debes saber, ahora te castigaré en nombre del dios Poseidón, te hundiré en nombre de la verdadera justicia que ni tú ni Camus de Acuario protegieron.

 

Hyoga se puso de pie, pero con un solo ojo y tantas heridas, le costaba concentrarse completamente. En las manos de Isaak había dos esferas de energía congelada, no cabía duda de que manejaba el Cero Absoluto, y su Cosmos seguía siendo superior al suyo.

Una serie de carámbanos salió de todas partes, y Hyoga tuvo problemas para esquivarlos todos; algunos atravesaron sus piernas o sus brazos, mientras que otros eran reflejos de espejos para distraerlo de los más filosos. Además estaban los cristales congelados que seguían metiéndose en sus ojos, fosas nasales y boca.

—¿Acaso vamos a llegar a esto, Isaak?

—¡Sufre el rugido del Ártico, Cisne! La fuerza del magnetismo polar te hará pedazos con esta Aurora Boreal (Aurora Borealis). ¡Paga por tus pecados!

—¡No, Isaak! —Hyoga disparó su Rayo de Diamantes con todas sus fuerzas aprovechando las deformaciones de hielo en el entorno, intentando contrarrestar esa impresionante energía helada y cristalizada, pero para su sorpresa, la diferencia era abismal.

 

No solo lo estaban congelando de pies a cabeza. El cañón de hielo incluía filosos cuchillos cristalizados que lo atravesaron en todas partes para prolongar el sufrimiento. Camus estaba en contra de estos métodos, pero obviamente Isaak ya no luchaba según las enseñanzas del Mago del Hielo.

En todo caso, lo único que Hyoga sabía es que no se rendiría. Fuera lo que fuera, el pecado que cometió ya había sido saldado.


Editado por -Felipe-, 16 febrero 2016 - 01:09 .

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#411 Presstor

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Publicado 14 enero 2016 - 13:58

hola felipe,buenos capitulos

sobre el desenlace del combate del dragon....no se si estoy muy deacuerdo con sea el mejor rival para crisaor

se empeña demasiado en romper la lanza en vez de romper al usuario XD

 

muy bueno el de shun,y me gustado el de ikki,a mi me gustado la ecena de el contra sus seres queridos

y sobre todo cuando le saca el corazon al inutil bastardo...

 

sigue asi un saludo.



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Publicado 14 enero 2016 - 15:00

Fue parecido el capítulo al original, aunque se pudieron apreciar sutiles diferencias. Este Isaak olvidó todo por lo q luchaba sólo porque Poseidón, aparentemente, lo salvó. Me gustó el cambio en la actitud de Hyoga, eso sí, de sólo pagar su deuda con respecto a su ojo, pero sin rendirse a luchar. Me pareció ridículo en el clásico su actitud de luchar sin detenerse por salvar a Athena, haciendo un juramento, y en cuanto ve a Isaak, dice "mátame, no me voy a defender". Tengo una duda: Isaak es más fuerte q Camus?? Ya q Hyoga dice q maneja el Cero Absoluto, y Camus no (a lo mejor sí en tu fic, y ya no lo recuerdo). Eso sería, a esperar la conclusión de la pelea, saludos!!



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Publicado 14 enero 2016 - 16:40

HYOGA IV

 

 

 

—Iré directamente por la cabeza de Poseidón, y terminaré con todo esto.

 

el fenix debio haber llevado por lo menos una de las armas del

heroico para que tuviese oportunidad de vencer a un olimpico.XD

 

 

—No necesito que un perdedor como tú me diga lo que tengo que hacer

 

JAJAJA este tipo de frases me hacen recordar al fenix del clasico en

lugar del fenix de ND.....que da vergüenza ajena

 

 

Asi que el estido de  Isaak actualmente se enfoca en provocar

sufrimiento en lugar de simplemente 

matar al oponente ,que me late que

es del signo escorpio XD

 

 

 

 

estuvo interesante el capitulo

 

PD: No entendí si el cisne quedo tuerto o no


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Publicado 15 enero 2016 - 13:28

todo nex dimension da verguenza  ajena XD,este combate fue un tanto aburrido en la original

y el principal problema en mi opnion que las batallas de hyoga en asgard fueron mucho mejores

(al menos para mi gusto) y lo repetitivo de del guin de la saga de poseidon...aqui parece que kurumada se quedo sin ideas

y a dia de hoy todavia esta sin ideas...

al menos en este se me hace mas interesante que la serie original

yo espero que tanto hyoga como ikki evolucionen como personajes.



#415 Piscis no Afrodita

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Publicado 15 enero 2016 - 17:59

Bueno hora de comentar Who Who!!

Comencemos, en primer lugar buena forma de esquematizar el perímetro alrededor del pilar, este junto al pilar de Krishan son mis favoritos

Okay ya entrando a la presentacion del general, me doy cuenta que tomo ventaja dada a la confusión de Cignus, al principio no lo comprendia porque no habias explicado aun las habilidades "prohibidas" entre los santos de Hielo, bueno de entrada, este Isaak no es igual al del MO, este se me hace que tiene un trasfondo mucho mas trabajado y mejor llevado

La batalla es mucho mas movida y mucho mas fluidas, esta habilidad de "intercambio" que le distes a Isaak siento haberla visto en otro lado pero no recuerdo exactamente donde... Oye por cierto que "marda" por parte de Isaak el hacer que sea un dolor constante el problema visual de hyoga, un poco mas sanguinario jajaja pa mi que este calzaria bien en la pelicula "Hostal" que hasta el sol de hoy, ha sido la unica pelicula de terror que me ha quitado no solo el sueño, si no las ganas de viajar a otros paises, me volvio por una semana la personas mas paranoica del mundo XDDD HORRIBLE 7-7

Hyoga sigue igual, estas haciendo milagro pero no uno tan acentuado, bueno tambien debo entender es un remake y tiene que haber cambio, pero el personaje me sigue dando "ladilla" XD

Me parece que manejas bien el uso de las memorias, no se sienten forzadas y fluyen con el relató, otra estrella dorada

"Enseñanzas del mago de hielo" esta frase.... no me gusta por razones que cualquier persona que halla entrado una dos veces al foro, pues comprenderían al tacto, que horror >…>

Bueno Felipe, bastante bueno el capitulo, la batalla hasta ahora MUCHO mejor que la del clásico, pero bueno, tampoco es algo tan dificil de lograr, dado a que esta batalla del clásico pfff

Saludos!!!

PD: pa' que veas mi nivel de "hinthelijencia y curtura", pero bueno na' que se le hace XDD

#416 -Felipe-

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Publicado 21 enero 2016 - 13:11

hola felipe,buenos capitulos.

 

todo nex dimension da verguenza  ajena XD

 

...

Tienes razón. En algún momento debí meter un pensamiento sobre derrotar a Krishna en lugar de la lanza. Importante apunte, gracias, lo voy a arreglar para la versión PDF.

En cuanto a lo demás, le alegra que te gustara la batalla. Y estoy en ABSOLUTO de acuerdo contigo con respecto a lo aburrido que es ND, yo lo veo porque TENGO que verlo, pero recién en el capítulo recién salido se puso algo interesante. Por eso no me voy a meter con esa saga en este fic...

 

Saludos, y gracias, Presstor :)

 

 

Fue parecido el capítulo al original,

Todavía no he revelado realmente las principales motivaciones de Isaak, será una sorpresa... (Aunque no tanto para quienes noten de dónde saqué la idea xDDD). Lo de Hyoga sí, tuve que arreglarlo, el del clásico viene de recibir una tunda por sus emociones, un regaño de Ikki, y una hora después cae en lo mismo. Eso es todo lo contrario a desarrollo de personaje, así que en este caso, la única razón de que Hyoga no pelee contra Isaak, es porque le cuesta mucho, por lo "sucio" que combate el Kraken.

 

En mi fic, Camus sí maneja el Cero Absoluto, lo mismo Hyoga (Aunque a ambos les cuesta MUCHÍSIMO llegar a él). Camus solo lo consiguió realmente en su pelea con Okeanos en la Titanomaquia, y luego en la batalla final contra los guardias de Krono (que mantuve en mayor o menor medida). Luego, lo logra al congelar a Hyoga la segunda vez, pero finalmente el pato iguala esa temperatura y supera ese Cosmos. En principio respeté eso de que entre los hielines gana el que enfríe más, pero también lo modifiqué para que el Cosmos fuera la variable más importante.

 

En cuanto a Isaak... No es que no lo maneje, diría que puede alcanzarlo con la misma dificultad que Camus, ya que siempre fue el alumno aventajado; lo que pasa es que usa el hielo de forma distinta, más como arma de "perforación" que de congelación; similar a Suikyo.

 

Gracias por el review, Carlos. Saludos :)

 

 

 

HYOGA IV

Ikki no sabe realmente lo que está enfrentando, ese es el problema. Y estoy de acuerdo contigo, el Fénix de ND es... no sé, perdió toda su aura de badassería al formar parte de los "Santos normales". Ahora lo vemos a cada rato, ya no solo aparece de la nada para morir y regresar a las batallas finales, sino que forma parte de peleas comunes, sufre igual que los otros y lo vemos corriendo, lo vemos frente a la cámara, y creo que todo eso le ha jugado en contra.

 

Saqué alguna inspiración de Escorpio para este Isaak, pero no es lo principal. Me basé en otra obra, donde dos personajes que manejan el mismo elemento lo usan diferente; uno de ellos lo utiliza de forma "prohibida".

Y por cierto, Hyoga sí quedo tuerto. El problema es que le sigue doliendo...

 

Saludos, amigo :)

 

 

Bueno hora de comentar Who Who!!
 

Traté de simplificar las descripciones de los pilares después que me lo hiciste notar en los Pacíficos, me alegro que haya quedado bien, lo mismo con los flashbacks.

 

Lo de las habilidades prohibidas, lo expliqué pero en el volumen 2, en la versión PDF, no la que está publicada actualmente. Debí haberlo mencionado antes de poner el capítulo de Isaak, mi error :(

 

No conozco la película de la que hablas, pero si mi Isaak consiguió un efecto similar, me alegro. La idea era hacerlo más interesante que el clásico, cuyo nivel de interés casi es CERO.

 

Hyoga es difícil, lo admito, y quizás tenga que ver porque de los protas es mi menos preferido. Y como nunca se definió bien su rol entre los protagonistas, me cuesta mucho meterme en su cabeza. Con el de los primeros capítulos era más fácil, cuando Ikki era villano, pero después, al tratar de mantener esa personalidad fría y arrogante (a diferencia del manga), lamentablemente perdí el "desarrollo", ya que si cambia se va a parecer a cualquiera de los otros cuatro.

 

Iba a cambiar lo de Mago del Hielo, pero el apodo lo vengo usando desde el Volumen 1, así que lo dejé... Lástima que comparta con una de las personalidades más... controversiales y... bueno, ya sabes... uno de los patitos feos de por aquí.

 

Gracias por pasar, Piscis. Saludos :) Qué bueno que no me despedí de mi cuenta xD

 

 

 

*************************************

 

Ahora... un capítulo importante. Muy importante.

 

IKKI III

 

Aproximadamente once horas desde el encierro de Saori Kido.

Los seres humanos eran criaturas débiles por naturaleza, que sufrían por cosas sencillas y se angustiaban por problemas de rápida solución; eran enemigos naturales de sus emociones, las que les impedían utilizar la lógica y la razón.

Pero, mientras avanzaba por los senderos submarinos en dirección al mar Mediterráneo, Ikki comprendió que esas emociones también tenían un posible efecto contrario. Le entregaban al ser humano una fuerza ilimitada, la capacidad de hacer milagros y conseguir logros que los dioses no podían entender. Y por eso mismo es que sería capaz de cortarle la cabeza al dios Poseidón.

Hubo otra cosa que comprendió. La gran roca junto a la columna dañada a dos metros de él ya las había visto, unos quince minutos atrás, y nuevamente un par de veces más. Pensó que estuvo corriendo en línea recta, pero obviamente había dado vueltas en círculos.

«Alguien teme que llegue con Poseidón» se dijo. Ikki sonrió, confiado. «Eso significa que tengo la ventaja». Detrás de una montaña había un rastro de Cosmos concentrado, un residuo que no hubiera detectado de no ser por su entrenamiento mental en Reina de la Muerte.

 

—¡Quien sea que esté ahí, sal de una vez! —gritó hacia la formación rocosa a unos metros de él—. ¡No tengo tiempo para estos juegos!

—Ja, ja, muy bien, será como quieres.

Para la sorpresa de Ikki, el enemigo no estaba detrás de la montaña, sino que delante de ella. Apareció tras un chispazo, como si hubiera sido un fantasma, y resplandores azules brotaron de sus Escamas, los mismos que lo rodeaban como una furiosa llama, seguramente capaz de intimidar a un Santo de Oro. Llevaba un casco con alas doradas, una larga capa azul colgada de las puntiagudas hombreras, y aletas decorando las piezas anaranjadas.

«¿Qué es este Cosmos tan intenso?»

—¿Quién diablos eres?

—Lo correcto sería que el invasor se presentara primero. —El hombre de ojos azules rio, sus hombros se agitaron con estrépito—. Pero no lo harás, ¿no es así? Soy Salem de Dragón Marino, el Gran General de los Marina.

—O sea que eres la mano derecha de Poseidón, ¿no? Pero también eres un General. —Había algo extraño en ese hombre. Apareció desde la nada después de jugar un poco con él con ilusiones, y estaba en una zona desolada, lejos de todo lo demás, en el mar Mediterráneo—. ¿Por qué no estás custodiando tu Pilar?

—Cuidar Din me trae sin cuidado. En este momento eres uno de los dos únicos Santos que están en buenas condiciones. —Salem se acercó a él, y al mismo ritmo, Ikki retrocedió unos pasos sin poder controlarlo—. A pesar de tu rango, me pareces más peligroso que la Santo de Ofiuco, así que vine a interceptarte; luego me haré cargo de ella, antes de que se acerque a la prisión de Athena.

—¿Prisión de Athena? —Eso lo tomó todavía más por sorpresa que la acción de sus reflejos. Por lo que sabía, Saori Kido había bajado hasta el Mediterráneo y todavía negociaba con Poseidón—. ¿De qué diablos hablas?

—Ja, ja, ¿no sabías? Mira. —El General alzó el brazo izquierdo y apuntó con el dedo índice hacia una gran sombra vertical varios kilómetros hacia el norte, tan grande que podía verse desde esa distancia, aunque no se había percatado antes—. Ese es el Sustento Principal, detrás del Templo.

—¿Ese es el que Seiya y los otros trataban de derribar?

—Sí, y Athena está encerrada allí, la visité hace un par de horas. La lluvia de todo el mundo cae sobre ella, pero sigue aguantando la respiración con ayuda de su Cosmos, y se niega a aceptar la propuesta de nuestro dios. No le queda mucho.

—¡No puede ser! —Hizo el ademán de correr en dirección al Templo; ni Seiya ni los demás sabían nada de eso, y su deber como Santo era ayudar a Saori Kido. Pero sintió como si chocara con una pared invisible. Sus pies se quedaron enterrados en la húmeda tierra submarina— «¿Qué rayos está pasando?»

—¿No te parece irónico? El poder de Poseidón es absoluto, tanto como su piedad por los que considera justos. Nos solicitó decirles a los Santos invasores cómo destruir su imperio, destruyendo los Pilares para que el Sustento Principal perdiera su invulnerabilidad; pero al derrumbarlo, Athena morirá.

—¿Crees tener todo planeado? Sacaré a Athena de ahí antes que los otros destruyan ese Pilar.

—Por eso te dije que Poseidón es piadoso, pero que su poder es absoluto. Les dijo el método para que su imperio caiga, a sabiendas de que es imposible, y así darle a Athena más tiempo para que reconsidere su oferta de unirse a él en la administración del nuevo mundo. —Salem se detuvo a medio metro de Ikki, y su Cosmos desprendió chispas paralizantes—. Él no desea que su sobrina muera, ella no merece el mismo trato que la basura en el planeta.

—Así que un idealista extremo —dijo Ikki, e hizo arder su aura también. El hombre frente a él tenía un Cosmos impresionante, muy superior al de Lymnades, casi tan atemorizante como el de los Santos de Oro que había enfrentado, y eso que la pelea recién comenzaría. Además… era una energía nostálgica, a Ikki se le hacía similar a la de alguien de su pasado, aunque no era capaz de descifrar de qué parte de su pasado—. Detesto a las personas así, acabaré contigo y luego haré rodar la cabeza de tu dios.

—Aquel que tantos problemas le dio a los Santos más poderosos de todo el Santuario, y ahora apenas puede pestañear…

—¿Q-qué? —Era cierto. Aunque las llamas salían de los poros de su cuerpo, no era capaz de ponerse en guardia, estaba completamente paralizado por una sensación de temor irracional. Sus pies estaban bajo tierra, y sus brazos colgaban a lados de su cintura.

 

Jamás había temido enfrentarse a sus rivales, incluso si eran más poderosos que él, así que debía ser otra cosa. ¿Estaban jugando con su mente? ¿Qué clase de hombre era Salem de Dragón Marino?

Pilar Sagrado (Holy Pillar).

—¿Eh? ¡Uaaaggghhhhh!

El General concentró su Cosmos en sus manos, y al abrirlos, cinco círculos de energía aparecieron alrededor de Ikki. En un abrir y cerrar de ojos, justo tras intentar quitárselos de encima, los aros liberaron su poder y desataron un tornado azul cuyo centro se volvió el mismo Ikki.

No podía escapar de su prisión, un remolino que siguió subiendo hasta que tocó la superficie, e Ikki no podía abrir los ojos, pues el Pilar Sagrado descargaba cortes de energía que rasgaban sus ropas y partes de su Manto. Trató de resistirse, pero los giros a tanta velocidad le impedían concentrarse; solo sentía el sabor de la sangre en la boca y su olor en la nariz, mientras el caos se hacía más desesperante.

—No podrás escapar de eso, Fénix, ¡no hagas como tu diosa y ríndete! —dijo Salem, y su voz distorsionada a través de los vientos de energía se oyeron mucho más rasposas. Una voz que recordaba, el mismo acento y dialecto griego…

—No… ¡No la tendrás tan fácil! —exclamó Ikki, intentando no pensar.

La base del Pilar ejercía una fuerza contraria a la cima que chocaba con la superficie, por lo que estaba a punto de ser partido en dos. Ikki hizo estallar su Cosmos con un grito desesperado, y se impulsó hacia adelante sin mirar.

 

Se estrelló contra algo sólido, lo atravesó, y luego pasó por el centro de una segunda roca. Le dolía muchísimo el estómago y el cuello, pero no tanto como las extremidades que deseaba arrancarse para no sufrir, consecuencia del esfuerzo que hizo para contener el Pilar Sagrado.

Al abrir los ojos, se encontró con las botas doradas de Dragón Marino, y al levantar la vista se topó con su mirada confiada y orgullosa. Una mirada que por alguna razón no parecía hacer juego con el resto del semblante; había marcas que no coincidían, rasgos de edad borrosos, como si fuera un rostro falso, como la máscara de su maestro Guilty.

 

Pero era poderoso, y de eso no había duda, no se parecía en nada a Kaça de Lymnades.

—Te liberaste del Pilar con pura fuerza de voluntad. Increíble —elogió el General con voz apagada, grave pero no rasposa, diferente a la que escuchó dentro del tornado—. Eres digno de todo lo que dicen de ti.

—Todavía no has visto nada. —Ikki se puso de pie y lanzó un golpe, pero Salem lo esquivó con facilidad. Al pasar de largo perdió el foco de sus ojos, pero sus piernas se mantuvieron firmes y le ayudaron a darse vuelta y contraatacar con una patada que el General bloqueó.

Se enfrascaron entonces en una lucha desigual en que, por un lado, Ikki trataba de conectar algún golpe, patada, o descarga de energía; mientras que por el otro, Salem se dedicaba a esquivar o bloquear, dando pasos cortos hacia adelante y atrás mientras sonreía con calma, mostrando sus dientes alineados entre dos pómulos huesudos. ¿Cómo era posible que fuera tan veloz y ágil?

Pero Ikki se había enfrentado a Santos de Oro e igualado por momentos su velocidad. Había despertado su Séptimo Sentido. Había superado la muerte ya en varias ocasiones, así que obligó a Salem a retroceder hasta una gran piedra filosa, y allí conjuró la fuerza del Aleteo Celestial, su máxima técnica de ataque.

—¿Piensas atacarte con una técnica tan poderosa, Fénix?

—¿Qué dices?

Para su sorpresa y horror, la energía reunida del Aleteo Celestial se detuvo en las manos abiertas de Salem, cuyo casco salió volando por el intenso viento que se desató, dejando ver su cabello lleno de canas a pesar de la juventud del rostro.

—¡El Espejo Sagrado (Holy Mirror) es capaz de devolver cualquier ataque!

 

Tras esas palabras, y sintiendo que el viento cambiaba de dirección, Ikki se dio cuenta que su propia técnica se le devolvería. Un círculo de energía surgió de la nada, y como si fuera una cámara, el Aleteo Celestial pasó a través de él a toda potencia, impactando directo en las manos de Ikki. Fue arrastrado hacia atrás al tiempo que sus botas se hacían pedazos.

—M-maldición…

—El Espejo Sagrado redirige el ataque del enemigo concentrado en un solo punto, no podrás detenerlo con tus fuerzas mermadas por mi Pilar. —Salem dio un paso adelante con los brazos extendidos, y el círculo de energía azul delante de él se hizo más pequeño—. ¡Ríndete al poder de Poseidón!

—Ya te dije… —Sintió que sus dedos se harían polvo, al igual que su yelmo que ya era polvo de gamanio sobre su cabeza, pero había decidido su misión y nada lo alejaría de ella—. Ya te dije… ¡te dije que no tengo tiempo para tus juegos!

Con sus manos contuvo el Aleteo Celestial y entrelazó los dedos hasta que las llamas empezaron a extinguirse, a pesar del horrendo dolor en sus brazos y sus piernas, que si se rendían, todo el poder de su técnica le caería encima.

—¡Imposible!

—No debiste concentrar mi técnica en su solo punto, infeliz, ¡así es mucho más fácil de atrapar! —Y luego de que su alma gritara para liberar el ánimo a través de su garganta, logró apagar el fuego de su aura al costo de perder sus manoplas.

Pero pudo haber perdido mucho más.

 

—Esto no ha terminado, Fénix. —Salem conjuró cinco círculos de luz como antes, pero esta vez, Ikki pudo verlos surgir y dirigirse hacia él con claridad.

«Si soy atrapado me resultará imposible zafarme esta vez… Si me atrapa».

—¡Arde, Cosmos! —Con una pirueta que dolió más de lo que debió, pasó a través de los aros luminosos y sorteó el Pilar descifrando la dirección del tornado. Y aunque sintió que se le rompieron los huesos de la mano, fue reconfortante al fin golpear el rostro huesudo del General de Dragón Marino… Huesudo a la vista, porque no se sintió así al tacto, más relleno y muscular.

Salem fue derribado al piso en el mismo lugar donde estaba, su golpe no lo había arrastrado más que unos centímetros, pero era un principio. Ikki no iba a permitir que eso lo desanimara, sino que debía hacer arder más su Cosmos para aplastar a su rival y llegar con Poseidón.

Pero el Marina no estaba ayudando mucho. Su risa cambió de sobria a una muy expresiva, efusiva. Su voz se volvió mucho más ronca, pero esta vez Ikki no estaba al interior del Pilar como para que se distorsionara.

—¡Ja, ja, ja, ja! Vaya, sí que eres fuerte, no tienes nada de Santo de Bronce.

—Levántate y continuemos, Salem. Esto no ha acabado. —Ikki chocó sus nudillos y encendió su Cosmos otra vez.

—¿Salem? Ja, ja, ja, ja, muy bien, Fénix, te has ganado saber la verdad.

—¿Qué estás parlotean…? ¿¡Qué es esto!?

 

Ikki bajó de golpe los brazos y retrocedió un paso, pisando la tierra molida por la que lo habían arrastrado. El viento sopló fuerte, y el entorno azulado se hizo más oscuro, como si una gran sombra se posara sobre el mundo submarino desde la superficie. El Cosmos de Dragón Marino era anormal, una llama caótica que soltaba chispas eléctricas de manera desenfrenada.

—No debí subestimarte —dijo el General, poniéndose de pie y acercándose con sus ojos verdes e intimidantes—. Eres el que peleó de tú a tú con Saga, después de todo, y le diste problemas a Shaka también. Usar las técnicas de otro Marina puede ser eficiente contra enemigos normales, pero obviamente no contra ti, que has llegado a un grado muy alto del Séptimo Sentido. —Abrió los brazos y reunió su energía en ellos, como en una pose que había contemplado con horror tiempo atrás—. No eres un Santo normal, Fénix.

—¿Qué es este Cosmos tan increíble? Ya lo he sentido antes, pero no tiene sentido… —«Ojos verdes… pero eran celestes» recordó de pronto—. ¿Quién eres? ¿Qué demonios eres?

—Soy la oscuridad alrededor de una llama, Fénix. El hombre tras la cortina. —El cabello de Salem se levantó y tomó colores grises como el humo nacido del fuego, mientras su Cosmos se elevaba. También estaba más ondulado. Su cuerpo se agrandó, sus hombros se volvieron más anchos, y su rostro parecía el de otra persona—. Soy aquel capaz de destruir las estrellas…

—¿Q-qué? —La misma voz, las mismas palabras que escuchó antes de morir unos meses atrás. El mismo ímpetu y poder impreso en cada sílaba.

—¡Explosión de Galaxias!

 

Dragón Marino hizo chocar sus muñecas, y todo el mundo dio vueltas en medio de una explosión de energía furiosa. Ikki trató de contenerlo todo lo que pudo, haciendo uso de todas sus fuerzas, pero ese Cosmos era irreverente, una ola de destrucción masiva que desintegró cada una de las rocas y escaleras que había cerca al momento del estallido. Resonaron explosiones por doquier, y las piedras se volvieron misiles dirigidos por el impulso explosivo.

Tal como ocurrió en el Ateneo, gran parte del Manto de Phoenix se hizo añicos por culpa de la onda expansiva, pero su nueva resistencia le salvó la vida a su portador conteniendo la mayor parte del ataque. Ikki se encontró de espaldas con el rostro manchado de sangre que palpó con sus dedos temblorosos. Dobló el cuello para mirar la cara de un hombre que no debía estar allí, mientras los pedazos de su armadura resbalaban por el lado.

—Sobreviviste. Qué tenaz eres, ja, ja.

—Saga… E-eres S-Saga… ¡Saga de Géminis!

—¿Sí? —dijo el General, como aquel que oculta el remate de una buena broma, a punto de soltarlo.

—Pero es absurdo… D-deberías estar muerto, se-se supone que te suicidaste frente a Athena co-como… expiación de culpas…

—No tengo intención de expiar ninguno de mis pecados, Fénix. Así que no me confundas con el estúpido de mi hermano.

—¿Hermano? ¿D-de qué estás…?

—Soy su gemelo, mi nombre es Kanon, guardián de Din, el Pilar del mar norte del Atlántico. Me gustaría que no murieras creyendo que el trabajo lo hizo ese imbécil de Saga, ja, ja.

—¿Saga tenía… un hermano gemelo? —Como indicaba su constelación. En otras circunstancias tal vez le habría hecho gracia la ironía. La revelación de que el Santo de Géminis tenía un hermano era intrigante, eran como imágenes en un espejo, casi perfectamente iguales, dos gotas de agua que llovían sobre un refugio sagrado que solo había abierto el paraguas para una de ellas. Kanon. Ikki nunca había oído ese nombre en toda su vida, ¿de dónde había salido? Era como una mala broma: después de que muriera aquel que había tomado control por trece años del Santuario, surgiera una copia—. Pero nadie oyó de…

—¿De mí? Qué esperabas, el tipo estaba demente, se debatía eternamente entre el bien y el mal, conquistar el mundo u obedecer a un anciano, su concepto de la realidad no estaba bien definido. —Kanon sonrió otra vez; se quitó el cabello del rostro, era un poco más claro que el de Saga—. Pero a diferencia de él yo tengo mis ideas bastante claras.

—¿Acaso te uniste a las filas de Poseidón para ayudarlo a conseguir lo que Saga tenía en mente? ¿Querías impedir que Saga obtuviera una victoria sobre los dioses del Olimpo?

—¿Dioses? No me digas que te creíste lo que “Salem” dijo —escupió Kanon con sorna, haciendo énfasis en el falso nombre con los dedos—. Poseidón no me interesa más que como medio para llevar a cabo mi plan, y contigo matando a Kaça, me pones muy complicado el asunto. —El General sonrió con malicia astuta, diferente a la locura desalmada de Saga—. ¿Qué debería hacer contigo?

—Ya he recibido la Explosión de Galaxias de Saga, y también la tuya. —Ikki se puso de pie aunque le temblaba el cuerpo, todavía sacudido. Miró directo a los ojos del gemelo—. No fue más potente, créeme, sabré sortearla la próxima vez.

—Pfff, ¿tratas de herir mi orgullo? Patético. Soy aquel que llevó al Santo de Oro Saga de Géminis a la demencia extrema, tus palabras no me hieren más de lo que te haré ahora.

—¿A qué te refieres? ¿Por qué me dices todo eso?

—Ya quería decírselo a alguien, supongo. Aquí abajo es algo solitario, y al final, eres el que provocó la caída de mi hermano. Por eso no voy a matarte.

—No voy a morir por estas heridas, Kanon, te arrepentirás si…

—Te enviaré a un lugar donde sufrirás como nunca antes, por todo lo que dure la existencia misma. —Kanon encendió su Cosmos y lo concentró en su alzado dedo índice de la mano derecha.

—¿Otra Dimensión? Escapé de la técnica de Saga fácilmente…

—Como dije, no tengo punto de comparación con mi hermano. —Kanon de Dragón Marino trazó un triángulo en el aire, y los vértices brillaron con destellos azules como zafiros—. Piérdete en los confines del tiempo, Fénix.

 

El océano, las algas y las montañas fueron reemplazados por un vacío negro y sin estrellas, como un espacio infinito que sus ojos no podían ver, donde perdió cada una de sus sensaciones. Por lo que sabía no tenía cuerpo, estaba inmóvil mientras era arrastrado hacia una apertura en el aire.

Solo oía dos cosas: la voz de Kanon, y un desesperante tic-toc cuyo ritmo cambiaba constantemente, aunque no podía decir si se aceleraba o se frenaba.

—En el océano que gobierno yace el Triángulo de las Bermudas, una región maldita que extingue todo lo que se adentra en sus aguas. La gente la tiene como un mito, pero todo mito tiene parte de verdad. —Su voz se oía como un eco que hacía juego con el molesto ruido de las manecillas del invisible reloj de fondo—. Mi Triángulo Dorado (Golden Triangle) abre un portal hacia la dimensión de las Bermudas, un mundo donde el tiempo corre infinitamente, al igual que el dolor de las heridas y las marcas de la vejez. Pero allí no hay concepto del espacio, así que te quedarás congelado en una prisión aún después de que tus huesos sean polvo, y seguirás sintiendo el dolor y la tortura eterna. ¡Como el ave de la leyenda, vivirás por siempre, ja, ja, ja!

La risa se Kanon se hizo demasiado lejana como para entender más, el incesante tic-tac se descontroló, y el reloj se duplicó, luego se triplicó, y cada golpe fue a su propio ritmo.

Movió sus brazos adoloridos sin poder verlos ni saber si realmente los había movido. Creyó tocarse el pecho y encendió las llamas de su corazón y alma. Al Cosmos no le interesaba si había tiempo o espacio, y sus alas estaban más allá de la inmortalidad.

 

 

 

 

****

Prometo que en el próximo capitulo de Ikki (el que le sigue al que voy a publicar el fin de semana), voy a revelar la mayoría, CASI TODO lo que causó todo lo que ha pasado, desde el primer capítulo del primer volumen. Tengo la intención de contar de la mejor forma posible que originó la trama de Mito del Santuario.


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Publicado 21 enero 2016 - 23:08

IKKI III

 

 

-—Así que un idealista extremo —. Detesto a las personas así

 

En otras palabras también odia a shun

 

 

- estaba completamente paralizado por una sensación de temor irracional.

 

me pregunto si todos los guerreros dragones pueden hacer eso XD

 

 

al parecer este general marino tiene mas tecnicas que el del clasico

 

el destino del fenix es ser el saco de boxeo de los geminis XDD

 

estuvo interesante el capitulo

 

 

 

 

 

 

 


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Publicado 22 enero 2016 - 17:09

No te confíes Felipe, no te has despedido por pura suerte, mi intriga por saber que haras con esta historia a salvado tu pellejo esta ves, pero un error mas solo ocasionara la perdida no solo de tu cuenta, si no la de tu fama y toda tu existencia, vagaras eternamente en la mente foril como un alma en pena que pide ayuda para descansar en paz, aunque tus palabras no llegaran jamas; seras aborrecido en tu vida cotidiana lo cual te llevara a ocultarte bajo las sombras para evitar el contacto físico con cualquier otro ser humano que solo se encargara de destrozar la poca dignidad que en tu vida quedara en ese momento, no comprendes aun el tormento que puedo llegar a desatar con tan solo expresar algunas palabras, mi poder y va mas alla de la existencia del mismo dios, asi que no te confíes... khe? Me pase XDDDDD

Bueno mis impresiones sobre el capitulo son pocas, mas no quiere decir que sean malas, no hay mucho que decir sobre lo leido ya que lo veo como un capítulo que da pie a otro... no se explicar bien lo que trato de decir (siempre me pasa), osea no es que halla algo verdaderamente revelador, no se si la sensación me la dejo que hallas dicho que la etapa de revelaciones viene luego o no se, pero en si, el capítulo me pareció mas un paso medio, para por fin dar el PASO que da pie a la revelación a la que quieres llegar(yo se que me comprendes...)

La pelea a estado buena, y no perdiste la costumbre de crear al menos una técnica nueva, aunque me pareció mas bien una técnica hecha con base a... obviamente me refiero a Holy Mirror porque la otra técnica es la de el DM de LC, continuando con la idea anterior, esta técnica (HM) me recordó a la técnica de Paradox solo que repotencida, disculpa si ofendo (es que no he visto mas jeiter, sin contar Facebook, que en este foro sobre omega, y no se como lo tomes tu...), pero en fin son buenas la forma en que usastes no solo las tecnicas de Dragon Marino, si no tambien la capacidad que posee Kanon para crear ilusiones que buen detalle

Oye por cierto esta parte

"No debiste concentrar mi técnica en su solo punto, infeliz, ¡así es mucho más fácil de atrapar!"

Creo que no era "mi tecnica en su solo punto" si no "mi técnica en un solo punto"

Creo...

Bueno esas son mis impresiones dado a que en si no hay mucha revelación en el Cap, bueno, claro en que al parecer comenzasteis la batalla de ikki vs Kanon en la segunda parte y no en la primera en donde simplemente dejastes de lado una de mis frsases favoritas en el anime, lo del sapo y la serpiente sabes? XD AME ESA FRASE

Bueno me despido ya que no tengo nada mas que agregar un Saludos y el esperando con ansias en siguiente Cap!!!

#419 Kael'Thas

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Publicado 23 enero 2016 - 15:56

Esta genial el fanfic 

 

Demás esa escritura de modo a los juegos de tronos es interesante 


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#420 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 26 enero 2016 - 13:30

IKKI III

 

 

-—Así que un idealista extremo —. Detesto a las personas así

 

En otras palabras también odia a shun

La primera frase que citaste la voy a quitar cuando salga el PDF. Notaste muy bien el detalle, se contradecía con la visión y sentimientos del personaje, gracias. Fue un gran error.

 

Por supuesto, está en el contrato. Si trabajas con dragones, infundes Temor, son conceptos ligados.

 

No es que tenga más técnicas... El Holy Pillar (que salió del Canvas) y el Holy Mirror son técnicas de Salem de Dragón Marino, el original. "Jano" lo investigó harto tiempo antes de hacerse pasar por él, y aprendió sus técnicas para no levantar sospechas, pero como le admite a Ikki, no son tan poderosas como las del dueño original ni como sus propias técnicas (Galaxian Explosion y Golden Triangle). Sea como sea, sí, la cosa es maltratar a Fénix si se encuentra con un geminiano.

 

Gracias por pasar, T :)

 

 

No te confíes Felipe, no te has despedido por pura suerte,

Sabes? Me han hecho muchas amenazas en mi vida. Esta es, por lejos, una de las mejores que he recibido, te felicito xD Pero voy a hacer todo lo posible para mantener mi cuenta, lince intergaláctico.

 

Sí, el capítulo es un intermedio para el GRAN capítulo que viene después del que voy a publicar hoy. Probablemente ese capítulo voy a tener que separarlo en dos o tres partes por lo largo que es, así que imagina qué hubiera pasado si lo hubiera pegado a este también.

 

Con respecto al Holy Mirror, la verdad es que me basé en un personaje de otra serie, que también se hace pasar por otro y usa sus técnicas. Una de ellas era un escudo, así que lo usé aquí como técnica del Dragón Marino original (Salem). Por cierto, no me ofende para nada, a mí (en general) no me disgustó Omega. Y la loca fue una de mis favoritas.

 

Errata ahí, gracias por notarla. Lo del sapo y la serpiente no lo recordaba; como sabes, me baso en el manga, y ahí la pelea entre Ikki y Kanon es más breve, por lo que tuve que expandirla con mis propias ideas, y no recordé el anime.

 

Gracias por el review, Piscis, son muy buenas tus críticas :) (deberías hacer tu propio fic también, ¿por qué no?)

 

 

Esta genial el fanfic 

Gracias, ojalá te animes a seguirlo leyendo :)

 

 

 

 

*******************

Concluidas las respuestas, vamos con el próximo capítulo de... (sigh)... Hyoga. Prometo que haré lo mejor posible para que no sea tan aburrido, en serio xD

 

HYOGA V

 

El Templo que custodiaba seguía teniendo el mismo tono carmesí, pero por alguna razón, ya no se sentía tan cálido. Y estaba enfurecido. No Hyoga, sino aquel a través de cuyos ojos veía. Memorias de un hombre que le salvó la vida.

Recordaba haber tenido una audiencia con el Sumo Sacerdote para terminar con las semillas de Eris que se habían dispersado por el mundo, pero él no lo había permitido. Ninguna de ellas tenía fuerza ya, dijo. Tonterías. ¿El viejo Sion aceptaría su error si una de esas semillas despertaba y mataba a más gente?

—Milo —saludó alguien a su espalda. Su maestro, para Milo un compañero de combate, debía sentirse a gusto ahí, pues no había encendido la pira del centro del Templo.

—Acuario —contestó, todavía sentado frente a la hoguera llena de cenizas, sin darse la vuelta—. No me digas que el viejo ya te contó todo.

—Sabes que no debes llamarlo así —dijo Camus, desprendiendo su típica y fría aura, bajando la temperatura del ya helado Templo—. Por más enojado que…

—¿Enojado? —interrumpió antes que terminara la oración. El guardián del undécimo Templo no tenía la capacidad de entender las emociones de otros, para él todo era sobre la utilidad—. ¡Mira lo que le pasó, Camus! Y cuenta las muertes, de Santos y civiles, todo por un mal plan.

—Han muerto muchos Santos antes. —Camus se sentó en una silla junto a la pira, una que Paros había comprado hacía un par de días después que Milo rompió la anterior de una patada, presa de la ira—. Pensaba que eras el tipo de persona que podía separar las emociones personales de la realidad en el campo de batalla, que podías entender la muerte en función de un bien común.

—Pero pudimos evitar varias de esas muertes —dijo Milo tras una pausa—. El Pontífice pensó que los Santos de Plata tendrían que enfrentar solo Dríades, pero fue la misma Eris la que apareció, y… —Se le hizo un grueso nudo en la garganta, pero continuó—, y conmigo solo no bastaba en ese momento para ayudarlos, para que su destino no cambiara de esa manera.

—Si te refieres a Orión, él escogió ese camino por el bien mayor.

—Tienes discípulos, ¿no? —preguntó luego de una pausa todavía mayor, durante la cual podría haber pensado que el impasible Camus había desaparecido, pero su aura fría seguía presente.

—Dos.

—¿Qué harías si ellos tomaran un camino así?

—La ruta del sacrificio es aquella que cada persona decide por su cuenta, no nosotros como maestros. Si quieren llegar a ese punto por sus ideales…

—Su semilla sigue ahí —intervino sin esperar que Camus culminara su típico comentario desalmado—. Tal vez algún día tenga que enfrentarlo.

—Está muerto, Milo. —El chillido de las patas de madera indicaba que el guardián de Acuario se había puesto de pie—. Si llegas a enfrentar una semilla, será solo eso, no tu discípulo. Cada uno de nosotros escoge su propio camino, y tal vez se cruzarán entre sí de manera violenta, pero en ese momento hay que dejar atrás el pasado y enfocarse en el bien mayor del presente y el futuro. Aquel que pone en riesgo el bien de la gente es el enemigo del Santuario, sin importar quien haya sido antes.

—En resumen, crees que el viejo tiene razón y no debería ir tras las semillas.

—La batalla contra Eris tuvo muchas bajas, pero ya se declaró terminada. Lo que significa que no tienes nada que hacer, el Pontífice las considera inofensivas. Si vas a buscarlas, podrías terminar despertándolas y causar que muera más gente inocente, sin desearlo.

Se puso de pie y tomó una antorcha de la pared. Con ella encendió la pira principal del Templo del Escorpión, para que se sintiera vivo de nuevo. Poco después oyó los pasos de su maestro alejarse, tal vez incómodo por la temperatura.

—Acuario.

—¿Hm?

—¿Acaso pelearías alguna vez contra gente cercana sin sentir ningún tipo de remordimiento? ¿Realmente la tomarías como una batalla cualquiera?

—Sí. En caso de que amenacen la paz, no tendré duda alguna. Espero que tú tampoco cuando llegue el momento, Escorpión. —La puerta del salón se cerró tras el Cosmos gélido de Camus, quien tomó rumbo a su Templo.

—Vaya que eres el alma de la fiesta, ¿eh?

 

Aproximadamente trece horas desde el encierro de Saori Kido.

Abrió los ojos y el hielo se deshizo en sus párpados, pero el izquierdo tuvo que cerrarlo rápidamente cuando el intenso dolor regresó. Nuevamente era él, el Santo de Bronce Hyoga de Cisne, y estaba de vuelta en el reino submarino. Frente a él estaba el Pilar del océano Ártico, y también dos personas.

—Habíamos oído que aquel que llevaba la Caja de Oro era un mocoso, la misión de Kaça era confirmarlo, pero aquí estás… —dijo Isaak, con los dedos de una mano manchados de sangre, mientras sus ceremoniales Escamas permanecían intactas—. Llegaste justo a tiempo.

—¿Q-qué le hiciste a Hyoga? —preguntó el pequeño Kiki, temblando de pies a cabeza, pero agarrando con firmeza las correas de la Caja de Pandora.

—Lo maté, claro. Y si no quieres ser el próximo atravesado por mis cristales y congelado hasta la médula, será mejor que me entregues la Caja, chico.

—N-ni hablar… —contestó Kiki, retrocediendo un paso—. ¡N-no te entregaré esta armadura sin pe-pelear!

 

«No, Kiki, huye de aquí, no seas tonto». Hyoga no podía moverse, sangraba por todas partes y sus huesos estaban inmóviles. Cygnus todavía respiraba, pero se habría destruido de no ser por la sangre de Milo. Además, las partículas de cristal seguían atacándolo internamente.

—Pero qué valiente, admiro eso, de verdad. Pero no confundas valentía con terquedad —aclaró Isaak, reuniendo un poco de hielo en su mano con una sonrisa sobria en el rostro—. Lo mejor para ti sería que me la entregaras por las buenas.

—Soy el discípulo de Muu de Aries. —Como respuesta, Kiki abrió ambos brazos, y una serie de rocas congeladas del piso flotaron a su alrededor, brillando por su poder mental—. No-no me subestimes…

—Por todos los dioses… —suspiró el Kraken, e hizo lo que Hyoga supuso. La telequinesis tenía dificultades con los guerreros de hielo.

Cada una de las rocas estalló cuando se sobrepasó su punto de congelación, y cayeron como una avalancha sobre el pequeño que solo alcanzó a gritar.

—¡Kiki! —exclamó Hyoga, pero el nombre del chico se quedó en su interior, pues no fue capaz de separar los labios, manchados con la sangre que corría desde su ojo perforado.

 

—Camus de Acuario me enseñó a luchar con completa frialdad, pero todos tenemos nuestros límites. —Isaak se acercó al montículo de piedras bajo el cual Kiki estaba enterrado. Solo la Caja dorada relucía por encima, aún colgada a la espalda del muchacho—. Aunque seas un aprendiz de Santo, no disfrutaría matar a un niño, así que cuando recuperes la consciencia piensa mejor las cosas antes de actuar con tanta imprudencia frente a alguien superior.

«Maldición… Kiki». Hyoga decidió que el dolor no tenía importancia si lo comparaba con el que estaba sufriendo el chico, aplastado bajo todas esas piedras congeladas. Solo debía superar el hielo de Isaak, comenzó a mover los dedos para acostumbrarse, y después sería cosa de pelear con su amigo aguantando el dolor interno. «No. No un amigo.»

Eso fue lo que Camus le dijo a Milo en esa ocasión. Aquel que pone en riesgo el bien de la gente es el enemigo del Santuario, sin importar quien haya sido antes. Isaak había tomado otro camino tras haber perdido algo, y no había querido regresar en todos esos años. Amenazaba el bien de la humanidad, ayudando a cumplir los ideales de Poseidón.

 

Isaak tomó una de las correas y jaló, pero no consiguió sacar la pesada Caja de Oro de la prisión.

—¿Hm? Vaya.

—-N-no… —se oyó el débil murmullo desde bajo las piedras.

—Así que sigues consciente, mocoso. Pero ya suelta la Caja de Pandora o terminaré arrancándote el brazo junto con ella, no seas tonto.

Una de las piedras más grandes se desprendió y voló como un misil a la cabeza de Isaak, quien la esquivó a duras penas, recibiendo solo un rasguño junto a la cicatriz. Kiki asomó la cabeza por donde antes estuvo la roca; de su nariz y los labios caían hilos rojos.

—¡M-mocoso insolente!

—A-aunque me… mates… n-no soltaré esta C-caja…

Isaak usó un poco más de fuerza y arrojó a Kiki por los aires, separado de la Caja que se estrelló ruidosamente en las baldosas congeladas, junto a una nueva lluvia de rocas.

—K-Kiki… —logró decir Hyoga al fin, demasiado débilmente para que otra persona lo oyera; los cristales en su garganta y la hemorragia que se abrió en la parte posterior de su cuello se lo estaban dificultando, pero al menos ya lograba mover los dedos.

El discípulo de Muu se arrastró débilmente hacia la Caja, e hizo un último esfuerzo para teletransportarse encima de ella, ya que no logró escapar usando el mismo método. Sudaba copiosamente y los movimientos bruscos en su espalda indicaban que tenía problemas para respirar; estaba cubierto de sangre, debía ser primera vez que se enfrentaba a algo así en su vida.

—Te niegas a perder la consciencia, serías un buen Santo si no fuera porque el Santuario está dirigido por una diosa novata y un séquito de inútiles. —Isaak se acercó al chico y abrió la mano derecha, llena de blanco y frío Cosmos—. Te encerraré en un Ataúd Congelante, y cuando te saque el mundo ya estará en manos de Poseidón. Voy a interceder para que te unas a la Armada al crecer, así que no te resistas, o harás que te mate.

—T-todos están peleando… d-d-dando sus vidas en pos de la hu-humanidad, yo también cumpliré con mi… deber hasta el final. Se lo-lo prometí al Su-Sumo… Sacerdote y a Shiryu…

—Hasta pronto, niño. —El General de Kraken acercó la mano a la camisa del muchacho, pero sus dedos chocaron con la pared que creó justo a tiempo. El amigo que había querido como un hermano retrocedió alarmado—. ¿Qué rayos?

—No te acerques a él, Isaak.

 

—¿Un muro de hielo? ¡Hyoga! ¿Sigues vivo, miserable basura?

Hyoga se puso de pie y trató de contener la herida en su estómago y pecho, atravesados por agujas gigantes de hielo. Caminó lentamente hacia Kiki mientras encendía su Cosmos. Le sorprendió lo difícil que fue llegar con precisión por la falta de visión en un ojo.

—En un momento resuelvo nuestros asuntos —advirtió Hyoga, sin mirarlo. Isaak, respetuosamente, se hizo a un lado para dejarlo acercarse al niño.

—Ugh… Hy-Hyoga… —El pelirrojo respiraba dificultosamente, pero tenía las energías suficientes para poner todas sus fuerzas en la cubierta dorada de la Caja, tratando de mantenerla contra el suelo.

—Shhh —lo calló, acariciándole el cabello con suavidad—. No digas nada, amiguito, descansa.

—Hyoga, no solté… la Caja de Libra… no la solté ni por un… —Finalmente se le acabaron las energías para hablar, aunque sus ojos violetas desprendían las fuerzas del orgullo, igual que su sonrisa manchada de sangre.

—Sí, lo sé, lo hiciste muy bien, te felicito. Muu estará orgulloso cuando le cuentes. —Lo tomó en brazos y lo recostó en una de las caras de la Caja. Ya había acumulado demasiado cansancio por andar teletransportándose de un lado al otro del mar—. Por ahora descansa, aun tienes un trabajo que hacer, así que recupera las fuerzas. Yo me haré cargo ahora.

 

—¿Todavía sigues guardando tantas emociones? —reprochó Isaak.

—Me lo dijiste hace años. —Hyoga se dio vuelta para enfrentar cara a cara a su viejo amigo—. Dijiste que estaba mal que deseara ver a mi madre nuevamente, lo tachaste de pensamiento indigno de un Santo, ¿recuerdas?

—¿Me equivoqué, acaso?

—El problema es que —muy provechosamente para mí, por cierto—, tú me salvaste la vida metiendo tus emociones también. Eso no puedes negarlo. —Antes que Isaak contestara, Hyoga lanzó su Polvo de Diamantes, que Kraken desvió con un rápido movimiento de su brazo mostrando un atisbo de asombro en la cara.

—M-maldito…

—Pero por grande que sea la deuda que tengo contigo, no permitiré que sigas por este camino. ¡Te detendré, como el Santo de Athena que soy!

—¡Entonces ven, Hyoga!

 

Esta vez fue Isaak el que atacó, y Hyoga bloqueó el aire frío con su escudo. Una lluvia de cristales cayó entonces en sus ojos, pero Hyoga los despejó haciendo uso del Tornado Frío, a la vez que atacaba al mismo Isaak.

Éste se defendió conjurando carámbanos de hielo con la Tierra de Cristal, y usó unas más para atacar a Hyoga, cuyas piernas fueron atravesadas de lado a lado. La sangre enfrentó a la gravedad, y pudo verla manchando su peto, pero no se rindió.

—¡Camus estaría decepcionado, Isaak! —Disparó el Rayo de Diamantes al tiempo que se deshacía de las púas a pesar del intenso dolor y el que los cristales quedaran al interior de sus muslos, y contraatacó con una serie de patadas que el enemigo bloqueó mientras su rostro se contorsionaba en una mueca furiosa—. La voluntad de nuestro maestro me ayudará a vencerte.

Ambos conjuraron un sinfín de espejos al mismo tiempo para atacar por sorpresa, pero esta se anuló inmediatamente, y cada uno de ellos quebró diez espejos y cuatro estatuas con su forma, hasta que se toparon con un golpe en la quijada del otro.

—¿Cómo te atreves a hablar de Camus si tú lo mataste? ¡Tú me arrebataste mi oportunidad!

—¿Tu qué? ¡¡¡Ahhhh!!!

Isaak perforó su estómago con una daga hecha de hielo, y luego lo arrojó escaleras arriba de una violenta patada. Cuando Hyoga abrió el ojo, sus reflejos se activaron para que esquivara una descarga de energía magnética polar, como la usada en la Aurora Boreal que tanto daño le había hecho.

 

Hyoga se levantó tras una voltereta y disparó su Polvo de Diamantes con todas sus fuerzas, al mismo tiempo que el Kraken. Ambas ráfagas de aire frío se unieron en el centro, y quedaron flotando, contenidas por dos cables de hielo. En el momento en que uno de ellos titubeara, recibiría toda la potencia de ambos ataques; parecían igualados.

—¿A qué te refieres, Isaak? ¿De qué oportunidad estás hablando?

—¡Cállate! —Isaak encendió más su Cosmos y bajó la temperatura. Varios carámbanos congelados salieron del suelo, pero Hyoga las detuvo con una capa de hielo que conjuró a su alrededor. Sin embargo, el choque de aire frío comenzaba a romper el Manto de Cygnus.

—También querías a Camus como un padre, ¿no? Me odias porque maté a nuestro padre, ¿es eso? ¡Ambos tomamos caminos diferentes, nuestros destinos se cruzaron, ya no éramos…!

—¿Cariño? Miserable, sigues con tus sentimentalismos. —Usando la mano libre, Isaak formó una esfera de energía magnética—. Admiraba al Mago del Hielo, el máximo representante de los guerreros de hielo en la era moderna, aquel cuya fuerza igualó las aguas de Océano… Me puse bajo su tutela para aprender todo de él, para algún día… ¡Superarlo!

—¿Qué? —Hyoga levantó el escudo justo a tiempo para bloquear la esfera de energía, y aunque lo consiguió, la coraza se trizó por la mitad. Intentó olvidar en su mente la conversación que estaban teniendo, y utilizó ambas manos para tratar de contener el Polvo de Diamantes de Isaak.

—Mi meta era vencer a Camus en una batalla, probar que sería su digno sucesor, ser aquel que aprendió todo de él mejor que nadie. —Isaak dio un pisotón al suelo y un iceberg surgió para desestabilizar el centro helado, lo que causó una explosión que arrastró a ambos hacia atrás.

—¡Maldición! —Hyoga cayó de rodillas, la sangre de su cuello comenzó a saltar a borbotones, y perdió todavía más fuerzas cuando una lluvia de cristales se incrustó en su piel, a través de las innumerables perforaciones en la armadura de Cisne—. No puedo creer lo que estás diciendo.

 

Isaak ya se había recuperado, y preparaba el golpe final, la Aurora Boreal que reunía tanto las enseñanzas de Camus como los métodos que prohibió.

—Pero llegó la Guerra Civil, y escuché que llegaste hasta el Templo que el maestro protegía, y que allí lo asesinaste… ¡Perdí mi oportunidad! Perder mi ojo, casi mi vida en el fondo del mar… Eso es una cosa, y en parte es culpa mía por tener un momento de debilidad por tus sentimientos hacia tu madre, pero eso… —Isaak unió los dedos de sus manos, y allí se concentró un Cosmos tan frío como el de Camus, pero mucho más violento—. ¡Me arrebataste mi oportunidad de ser el sucesor de Camus! Con él muerto, ¿cómo puedo derrotarlo? ¡Dímelo!

«Isaak… Cuánto me equivoqué contigo.»

—¿Así que quieres matarme con tal de llenar ese espacio, solo porque fui yo quien mato a nuestro maestro?

—Lo mataste, pero dudo que lo vencieras… ¡Con matarte no conseguiré mi deseo! Camus era un hipócrita, tenía sentimientos paternales por nosotros aunque los ocultara. —Isaak disparó con todas sus fuerzas cuando Hyoga todavía estaba poniéndose de pie. Su combustible era su ira, su frustración y su tristeza—. ¡No me extrañaría que se dejase matar para enseñarte a no ser tan cobarde!

—¡Hyoga! —gritó Kiki, y ese grito fue como una patada que lo despertó.

 

Tenía una misión que cumplir.

Quería volver a Asgard a ver a Hilda y Freyja, volver a Siberia para saludar a su madre, volver al Santuario para compartir una conversación silenciosa con la tumba de su maestro… Debía destruir el Pilar por la gente del presente, conservar la esperanza del futuro olvidando el pasado.

Así que contuvo con sus manos la Aurora Boreal a pesar de romperse las falanges, pero la armadura maravillosamente resistió como nunca. Con su ojo veía su propia sangre salpicar, una explosión de diminutos cristales, un granizo húmedo y una ventisca eléctrica. Pero se mantuvo firme, no retrocedió ni un centímetro.

—¿Qué? ¡No puede ser!

—Cygnus… —Su armadura emitía un cálido brillo dorado que lo reconfortó, y disfrazó por unos momentos su color blanco nieve con uno idéntico al de la armadura de Escorpio—. Ya lo entiendo.

—¿Qué demonios es lo que está pasando? ¿Cómo es posible que continúes aguantando la Aurora Boreal en tus manos?

—Como dije antes, me asiste la voluntad de nuestro maestro. También de Milo y los demás Santos de Oro. Gracias a ello lograré vencerte.

 

Con todas las fuerzas que tenía, desvió la Aurora Boreal hacia arriba, y ésta estalló en el mar que pareció cielo, haciendo que el agua cayera como una lluvia fría sobre ellos, tranquilizando las pasiones antes que la explosión de sus Cosmos chocara otra vez y comenzara la batalla final. Porque ambos sabían que eso era lo que se avecinaba.

Isaak apenas tenía algunos rasguños, mientras que él tenía heridas muy profundas en todo el cuerpo, y también al interior, sin contar el ojo dañado. Isaak siempre había sido más inteligente, veloz, fuerte, feroz y resistente que él… Pero en las batallas entre Santos, vencía aquel que tuviera un ideal más fuerte, aquel que defendiera el deseo de su corazón con más fervor, aquel que hiciera arder más su Cosmos. Y el odiarlo por quitarle su oportunidad de obtener la gloria no era una buena defensa, no era el ideal de justicia del que hablaba cuando niño, sino que era un método erróneo para obtenerlo.

 

Se miraron en silencio por unos segundos que se hicieron interminables. El aire frío soplaba hacia ambos lados, y se estudiaron mutuamente. Isaak deseaba hacerse más fuerte para proteger a los inocentes, y para eso quería vencer a su maestro en batalla; ahora estaba frustrado por no poder, y su corazón estaba lleno de congoja e ira.

Hyoga, en cambio, quiso hacerse fuerte por el deseo egoísta de volver a ver a su madre. Ocultó todas las emociones de su corazón para disfrazar ese cariño con la personalidad de Camus de Acuario, y trató de ser siempre impasible en la batalla, con absoluta frialdad. Pero después de reencontrarse con Seiya, Shiryu, Shun y los demás compañeros de su infancia que le enseñaron el preciado valor de la amistad; con Freyja, que calentó su corazón; y con Saori Kido, que le dio un motivo a su existencia, ya podía decir que no era el chico egoísta del pasado. Su alma estaba llena de emociones que no le importaba mostrar, mientras en la pelea diera siempre todo de sí, dispuesto a mantener en la Tierra la justicia y la paz que Camus deseaba.

—No podrás soportar el último golpe, Hyoga —dijo Isaak, encendiendo su Cosmos hasta más allá del límite, congelando el aire hasta que se hizo tan pesado que sería insoportable para cualquier Santo normal, pues las partículas de aire era un montón de trozos electrizantes de hielo flotando alrededor—. Aquí se termina.

—¿De verdad vamos a hacer esto, Isaak? ¿Quieres que nos matemos entre nosotros? —Hyoga separó los brazos y comenzó a elevarlos hasta un punto sobre su cabeza. Allí reunió todo su poder congelado.

—Solo uno morirá hoy.

—¡Entonces que Camus sea el que juzgue! —Finalmente entrelazó los dedos.

—¿Qué es esto? —preguntó Isaak con el rostro deformado—. Esa postura de manos… La elevación de los brazos… Es la postura de la técnica más poderosa de los Santos de hielo, aquella que han usado todos los dueños de Aquarius… ¡La Ejecución de la Aurora!

—Así es, Isaak. No importa cuán correctos fueran tus ideales tras hacerte fuerte, ni tampoco qué tanto sufriste tras ese día que me salvaste. Pudiste haber tomado otro camino, pero escogiste el de seguir la mal llamada justicia del dios Poseidón. ¿Acaso sabes cuánta gente va a morir por culpa de todo esto?

—Camus y los demás Santos no pudieron proteger su falsa paz, la Guerra Civil solo trajo desgracia y no pudieron detener las calamidades que le siguieron. El mundo necesita este cambio, ¡ha sido todo muy injusto! Y no vas a conseguir cambiar la realidad con falsas esperanzas imitando los gestos de Camus. —Isaak disparó finalmente, un cañón de destellos dorados y blancos que llevaban toda la furia del mar Ártico—. ¡Muere con la Aurora Boreal, Hyoga!

—Es el fin, Kraken. —¿Podría hacerlo? Era la máxima técnica de los Santos de hielo, una habilidad que requería tanto el alcanzar el Cero Absoluto como el Séptimo Sentido, cosas que consiguió durante la pelea con Camus, al borde de la muerte. ¿Sería capaz de hacerlo de nuevo? No sentía ninguna partícula de agua a su alrededor, todo era hielo del más duro, y su armadura seguía brillando como el oro. El caso es que ya tenía los brazos arriba, y su Cosmos había alcanzado su cénit. Debía tener confianza en que Camus le daría la fuerza para volver a utilizar su máxima técnica—. ¡Vuela, Cosmos!

 

Hyoga bajó los brazos, y los siguientes eventos se sucedieron tan rápido que no pudo seguirlos claramente, ya que toda la fuerza de su Séptimo Sentido iba concentrada en la máxima técnica del Mago del Hielo. Para que Kiki no saliera lastimado, ambos aplicaron toda la presión posible en que el hielo no se desviara y en superar al contrincante. Nada más importaba en ese momento, solo tenían la vista uno en el otro.

El aire se congeló y también todo en el suelo, incluyendo columnas y edificios, con excepción del Pilar que solo recibió escarcha en su superficie. Las piedras se trituraron y cayeron como granizo sobre ellos, y un sinfín de esculturas de hielo se formó por todos lados generados inconscientemente por el despliegue de sus Cosmos. Muchas de ellas eran vasijas.

 

E Isaak estaba de pie, con sus Escamas totalmente congeladas, la sangre fluyendo desde su rostro pálido hasta sus piernas temblorosas, a través de brazos inmóviles. Su cabello estaba cubierto de escarcha también.

—Ugh… increíble… Eso fue increíble, Hyoga. Las Escamas Superiores están hechas de un Oricalco en el estado más puro conocido, todavía más que los doce Mantos de Oro, por lo que congelarlos y… herirme internamente de esta manera requiere el Cero Absoluto y… un Cosmos impresionante que rivalice o supere el de los Santos de Oro…

Hyoga cayó de rodillas, agotado, con el ojo en el piso todavía más blanco que al principio, si era posible. Su Manto Sagrado estaba cubierto de hielo, pero solo en las primeras capas. Por lo demás, físicamente no había recibido mucho daño. Había vencido.

—Entonces esto se terminó, Isaak. Nuestro maestro ya nos juzgó…

—Esto no se acaba hasta que uno de nosotros caiga, Hyoga, eso fue lo que nos enseñaron, ¿no recuerdas?

—¿Qué dices? —Hyoga alzó la cara, y vio a Isaak deslizarse por el aire como Camus le había enseñado, dirigido a toda velocidad con su Cosmos concentrado en sus puños a pesar de dejando una luna de sangre en el camino, a sabiendas de que la congelación se haría cada vez peor—. ¡Detente!

—Eres digno de ser el sucesor de Camus, Hyoga, así que si te derroto… ¡Ah!

 

Ambos sabían lo que iba a ocurrir. El correr con las piernas congeladas con una mano alzada donde reunir todo su Cosmos, hacia su oponente, solo traía un resultado, uno que Camus les enseñó el primer año. Después de ser congelado, si el enemigo contraatacaba de esa manera, el oponente debía bloquear y apartar el brazo atacante poniendo toda el aura en el brazo defensivo, y luego apoyar la otra mano sobre el pecho del congelado, quien no tendría la movilidad suficiente para defenderse. Isaak debía recordarlo.

Luego, tal como estaba haciendo en ese instante, había que congelar la zona del pecho a la altura del corazón, el cual no soportaría un segundo ataque helado. Congelando la armadura otra vez, e impulsado por la onda de Cosmos, los trozos congelados de oricalco se irían hacia adentro, perforando su centro sanguíneo. Hyoga lo hizo tal cual como lo recordaba, e Isaak cayó al piso con una sonrisa en el rostro, dejando una estela roja que formó una curva cerrada.

—¡Isaak!

—B-bien hecho, Hyoga… Muy bien hecho… —El hombre estaba totalmente inmóvil, y Hyoga lo levantó un poco para apoyarlo en su brazo, a pesar de sus propios dolores. Descubrió también que Cygnus había recuperado su tono blanco.

—Isaak, sabías lo que ocurriría, ¿por qué no te quedaste? ¿Por qué no te rendiste en ese momento?

—Camus nos enseñó otra cosa, ¿no te acuerdas? Las batallas se luchan hasta el final, cuando uno de los contendores cae. No debemos tener piedad por ningún enemigo, Hyoga…

—¿Enemigo? —«Sí, lo fuiste hasta hace unos segundos. Ahora me sonríes como un hermano».

—C-como dijiste antes, tomé un camino diferente, y no me arrepiento… Has aprendido todo lo que C-Camus nos enseñó… las uniste a tus propias c-creencias. —Isaak se interrumpió para toser un poco de sangre, pero continuó a pesar de las advertencias—. Superaste a nuestro maestro en todo lo que él dominaba, y también en lo que no conocía, d-de v-verdad eres… el nuevo Mago del Hielo.

—¿Y por eso me atacaste? Seguías con esa idea de convertirte en…

—No fue la-la mejor… idea… Si te vencía conseguiría m-mi deseo, p-pero tal parece que C-Camus te sigue… protegiendo. Al final nunca me hice tan f-f-fuerte como para defender la justicia…

—No necesitabas vencer a nadie para eso, Isaak.

—N-no me culpes por tener un s-sueño, hermano… Aunque solo fue… un… sueño… ¿verdad?

 

—Hyoga —lo llamó alguien. Kiki, apenas sosteniéndose en pie, traía una de las armas de Libra en sus manos.

Era un tonfa. Una vara recta sostenida por una más corta que podía usarse tanto para el ataque como para la defensa, dependiendo de hacia dónde estuviera dirigida el sector largo de la horizontal, que en este caso terminaba en un grueso bulbo, adornado con detalles florales y una pequeña joya esmeralda.

Con un veloz y potente giro de su muñeca, con las fuerzas que le quedaban y una precisión que le sorprendió, Hyoga golpeó la base con el tonfa, y las cuatro vigas azules se trituraron para luego estallar en una ruidosa explosión. Le siguió la lluvia, entonando su melancólico y frío lamento, limpiando las últimas asperezas entre dos hombres que fueron hermanos.

 

—N-no puedo más… —Hyoga cayó otra vez de rodillas, cosa que cada vez le dolía más pues las perneras se habían destrozado y el temblor no ayudó mucho. Se arrastró hasta Isaak cuando vio que alzó un brazo tembloroso—. I-Isaak…

—U-una cosa más que d-debes… saber, Hyoga.

—No hables, descansa, no es…

—¡No! E-es… importante… Escucha, Hyoga, el-el hombre que… nos dirige…

—¿Poseidón? —«No. Dijo hombre».

—No es P-Poseidón… es el Dra-Dragón Marino, Hyoga… Él c-controla todo esto. E-en caso de e-emergencia a-averigüé algunas… cosas… pa-para el Santuario…

—¿Isaak? ¿De qué estás…?

—Hyoga, por-por favor… no despierten a Poseidón.

—¿Qué? —«¿Despertar? ¿Acaso no lo está ya?» pensó, pero le dolía mucho el cuerpo y el espíritu como para hacer otra cosa que no fuera escuchar. Su vista empezó a nublarse, y su ojo seguía derramando sangre, igual que el cuello.

—Manténganlo así o… todo… N-no lo desp…

Pero eso fue todo lo que dijo.


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