Me he tomado un par de meses ya que no he tenido tiempo para nada :( de echo, a los lectores de Zephar les debo muchos Fan Arts que espero poder subirlos pronto, quería dejarles este capítulo con el dibujo al final como siempre, pero me comprometo a postearlo tan pronto como pueda :D Espero que les guste este capítulo.
V
A pesar de medir cerca de cuatro metros de altura, desde sus patas negras hasta la más alta de sus tres cabezas; Cerbero, el guardián del tercer círculo, se movía con una agilidad impresionante.
Zephar apenas podía mantenerse en pie dentro del fiero combate que se había extendido por más de una hora. Ya le había provocado varios cortes con la espada de Jaigidel, pero el perro oscuro no mostraba indicios de ser derrotado.
Bajo el cielo que parecía una noche como cualquier otra solo que, sin estrellas, el enfrentamiento más difícil del rubio guerrero no se inclinaba ante ninguno de los dos bandos.
En un momento de desidia, la gran bestia tomó con uno de sus hocicos al paladión de Tauro y lo arrojó fuertemente contra el suelo. Al perder su casco debido al impacto, fue expuesto el flujo de sangre que corría por su rostro.
—¿Por qué combates como una niña? —Fur-Fur que estaba escondida detrás de unas rocas negras le gritaba a su pareja— ¡Vamos! Pégale en el hocico de al medio.
«Es bastante fácil decirlo…»
El muchacho empezó a correr alrededor de su enemigo dando fuertes pisadas. Con estas desprendía enormes bloques que iba arrojando desde distintos ángulos. Apenas podía con el cansancio, pero con estos múltiples ataques sentía que iba adquiriendo ventaja en la pelea.
Al verlo, la pelirroja se puso de pie con intenciones de entrar al campo de batalla, pero Zephar levantó una gran muralla al frente de ella.
—¡Ni siquiera lo pienses! No dejaré que salgas lastimada.
Algo molesta, volvió a su escondite entre las rocas negras.
De pronto, tres cíclopes rojos aparecieron desde el suelo, los mismos que atacaron a los jóvenes a la salida de Canaán. Estos causaron que la visión del paladión de Tauro se nublara ante el reto que estaba afrontando.
«¡Como si no fuera suficiente con Cerbero! Ahora tendré que vencer a estos gigantes»
Los humanoides de piedra miraron al guardián del tercer círculo y arrojándose en su contra cada uno le tomó una cabeza distinta. Para defenderse, el can utilizó su cola la cual poseía la cabeza de una serpiente en la punta.
Poco a poco los cíclopes comenzaron a ser destruidos. Sin dejar pasar ni un segundo más, Zephar se lanzó hacia su enemigo y le atravesó el corazón con la espada de Jaigidel.
Con un desesperado rugido, la bestia se transformó en una densa niebla de color púrpura que ascendió hacia los cielos.
El guerrero de ojos azules no tuvo energía para pensar en el motivo de la ayuda recibida, tan pronto como vio que su oponente había sido destruido, se tumbó en el suelo para descansar.
La puerta hacia el siguiente círculo fue abierta, por lo que con un reclamo disimulado, el muchacho se puso de pie y llamó a su amada para llegar hasta el otro lado.
—Quizás no sea buena idea que crucemos de inmediato —sugirió Fur-Fur.
—¡Esta vez no! —respondió riendo— estoy muy cansado para hacerte mía de nuevo.
—¡No es eso estúpido! Tan sólo… mírate, estás destruido. Así no podrás vencer al siguiente guardián.
—¿Destruido? —apenas pudo sonreír por lo hinchado que estaba su rostro— estoy mejor que nunca —pero en un momento de agotamiento, volvió a caerse.
Haciendo caso a la petición de la chica, ambos caminaron por algunos minutos entre los gigantes cañones negros que conformaban el territorio. Todo era muy desértico, sin embargo, el color tan oscuro que tenían las rocas le daba al ambiente un toque muy peculiar.
Zephar a pesar de que apretaba su estómago por el hambre, tenía una gran sonrisa marcada en su rostro. Se sentía muy feliz de caminar junto a su amada. —Esta vez me costó un poco más vencer.
—¡Tonto! No me gusta verte así todo lastimado. Deberías combatir mejor.
—Si… como en el segundo círculo ¡Hubieras visto lo sencillo que fue! —decía haciendo piruetas— apenas le dije que cerrara los ojos ¡Le corté la cabeza!
Fur-Fur sonreía un poco por los ridículos movimientos que hacía el paladín, pero siempre mirando hacia el suelo, sintiéndose culpable por lo que había pasado y por no habérselo dicho.
—¿Qué sucede amor?
—Nada…
—¡No! ¡Eso es terrible!
—¿¡Qué cosa!? —preguntó asustada.
—Cuando una mujer afirma que no sucede nada… puertas a infiernos mucho más terribles que este pueden ser abiertas.
La pelirroja se puso a reír.
—¿Ves? Así estás mucho más hermosa. Incluso con tu forma de demonio, te ves sensual sonriendo.
—¡Es cierto! Qué vergüenza… me viste desnuda con esa apariencia.
—Si… ya estrené tu cuerpo de demonio, ahora me toca el de humano.
Al escuchar eso, nuevamente la muchacha volvió a su semblante serio. —Mejor… hablemos de otra cosa.
Pero su conversación fue interrumpida, ambos vieron a lo lejos un pequeño bosque desde el cual se podía apreciar, a pesar de la distancia, los enormes frutos rojos que colgaban desde cada árbol.
—¡Eso deber ser el paraíso! —Exclamó Zephar corriendo hacia allá, dejando atrás a Fur-Fur.
Al asomarse, descubrieron que no sería tan sencillo alcanzar aquel alimento, ya que toda la arboleda parecía una isla, rodeada por una laguna negra hecha de barro infecto.
Se acercaron un poco más para ver la opción de cruzar hasta al otro lado, pero una gran cantidad de gritos les hizo retroceder.
Desde aquel cúmulo de pestilencias, centenares de humanoides con sus estómagos hinchados, se arrastraban intentando salir de aquel lugar. Pero tan pronto llegaban a mitad de camino, se resbalaban y volvían a caer en el barro. Esto lo repetían una y otra vez.
—Quizás es mejor que volvamos —sugirió la demoniza.
—Ya estamos aquí y muero de hambre… no creas que daré un solo paso hacia atrás.
—Está bien… yo te ayudaré.
—¿Tú? Con todo respeto… ¿Qué puedes hacer tú?
Fur-Fur inspiró profundamente y comenzó a danzar. Era un baile hermoso, Zephar no entendía por qué lo hacía, pero estaba tan cautivado por sus movimientos que se sentó en silencio a observarla.
«Es tan… hermosa. Ver el movimiento de su brillante cabello es algo que me enamora. Lo único que deseo es poder salir de aquí para tenerla siempre entre mis brazos»
De pronto, las criaturas que yacían en el lago putrefacto soltaron gemidos desesperados. El paladión pensó de inmediato que una amenaza estaba cerca, pero nadie se acercaba. Poco a poco estos seres de estómagos hinchados se acercaron los unos a los otros y se abrazaron. Se juntaron de tal manera que formaron una fila que sobresalía del agua.
—¿Lo ves? Te dije que podía ser útil, ya recordé como se hacía esto.
—Esto es… asqueroso —con una mirada de desaprobación observó el puente hecho con los humanoides— a veces puedes dar mucho miedo.
Pero el hambre era más fuerte y haciendo un gran esfuerzo para no mirar lo que estaba pisando, Zephar llegó hasta el otro lado. —¿Quieres una?— le preguntó a su pareja mostrándole el fruto extraído del árbol.
—Bueno, pero sólo una. Me da un mal presentimiento.
Al hacer un gesto afirmativo el paladín le arrojó una pieza para luego darle un mordisco a otra —¡Está deliciosa!— afirmó con una notoria cara de placer.
Incluso después de saciar su hambre, Zephar siguió comiendo de forma desesperada.
—¡Oye! Detente… te vas a enfermar.
—Silencio pequeña mujer. Quizás en cuanto tiempo más podremos alimentarnos, hay que dejar el estanque lleno porsiacaso —concluyó con una risa.
—Pero… ya es demasiado.
Tras incontables minutos permaneció alimentándose. Fur-Fur ya estaba perdiendo la paciencia.
Una gota cayó en el brazo del rubio guerrero produciéndole una leve quemadura. Al mirar hacia arriba vio en menos de un segundo que una misteriosa lluvia negra azotaría el lugar.
En un acto reflejo encerró a su enamorada usando dos manos de piedra entrelazadas. La muchacha, al perder la visión hacia el exterior también perdió el control sobre las criaturas del lago, las que rápidamente se separaron.
El líquido oscuro comenzó a caer provocando grandes dolores en el paladión de Tauro quien ya portaba su armadura con el fin de protegerse. Osadamente se arrojó al agua infecta y nadó hasta el otro lado.
Al salir, su cuerpo mostraba severas lesiones, su piel estaba enrojecida y muy irritada. A pesar de esto, empujó la estructura de piedra recién forjada para proteger a la pelirroja hasta la puerta que se había manifestado en el lugar que venció a Cerbero, atravesándola rápidamente.
Del otro lado, el ambiente era completamente diferente. No había un cielo que poder ver, ya que habían ingresado a una gran cueva.
Esta caverna parecía estar hecha completamente de oro. A cualquier lugar que los jóvenes mirasen, sólo hallaban más y más riquezas.
Fur-Fur parecía estar en el paraíso, corría de un lado a otro buscando las piedras más perfectas para adornar sus cabellos ignorando por completo las graves lesiones de su compañero.
Avanzaron con mucho cuidado por los numerosos túneles, hasta llegar a una gran cámara en cuyo centro había un cristalino lago celeste que reflejaba los colores blanco y amarillo de aquel hermoso lugar.
—¿Quién podría imaginar que algo tan bello pudiese estar dentro de los infiernos? —Preguntó Zephar frotando su cuerpo lastimado.
—No lo sé, pero si por mí fuera, me llevaría todo conmigo.
—Ten cuidado amor, recuerda que el guardián de este círculo puede estar en cualquier lugar. Apenas lo veamos, debes esconderte de inmediato.
—No es necesario que siempre sea así, yo también puedo pelear.
Un nudo apretó el estómago del joven de ojos azules. —No digas eso. Aun no estás preparada.
—¿Y tú como puedes saber eso? —preguntó enojándose de inmediato.
—He dicho que no y punto final. No te arriesgarás a salir lastimada.
Una profunda voz interrumpió aquella discusión —¿Qué es lo que desean?
—¡Muéstrate! —ordenó el paladín de tierra.
—Yo soy Plutón, el genio de esta cueva —atravesando de forma espectral las rocosas paredes, una criatura con forma humana apareció ante la pareja.
Su cuerpo era gordo y del mismo color que el lugar donde se encontraban. Estaba cubierto por una armadura negra que cubría sólo unas pocas partes de cuerpo.
—¿Eres un genio? —preguntó la pelirroja con una peligrosa curiosidad.
—Efectivamente mi bella dama, por haber llegado hasta este lugar, les concederé un deseo a cada uno de ustedes.
—¡Yo no tengo nada que pedirte! —reclamó el muchacho— he venido para encontrar al guardián de este círculo y acabar por completo con él ¿Acaso eres tú?
—¡Deseo que mi vestido esté hecho de oro! —al realizar tal intervención, los ojos de la demoniza brillaron al imaginarse lo elegante que se vería.
—Sus deseos… son mis órdenes. —Moviendo sus manos hacia abajo y hacia arriba, Plutón hizo brillar el negro atuendo de la joven tornándolo en un instante a un brillante dorado.
Fur-Fur fue corriendo al lago para ver su reflejo. Allí quedó mirándose como si estuviese hipnotizada. Sutilmente unas ramas doradas surgieron desde el suelo envolviendo su cuerpo.
El brillo carmesí de la armadura de Tauro se manifestó furioso en aquella caverna. Zephar portando su rojo blindaje y la espada de Jaigidel en su mano, miró desafiante al supuesto genio —si no la liberas ahora, yo ¡Zephar señor de los infiernos! acabaré contigo.
Una perturbante sonrisa cubrió el rostro del residente —pequeño mocoso, no eres nadie— le dijo mientras levantaba su brazo derecho.
Esto provocó que un pequeño temblor retumbara el ambiente. Al principio el paladión no había entendido el motivo que aquel sismo, pero lo comprendió tan pronto sus piernas empezaron a temblar.
De alguna forma, para él la gravedad había aumentado al menos cien veces más de lo habitual.
—De no ser por aquella armadura que estás usando, habrías muerto en un instante.
«¡Maldita sea! Apenas puedo moverme»
Desde distintas partes de la cueva, gruesas ramas doradas con espinas surgieron intimidantes. Plutón mostraba tener un completo control sobre estas ya que las utilizaba para golpear con una fuerza impresionante a su oponente.
Este último permanecía de pie aguantando estoicamente, intentaba controlar la tierra a su alrededor, pero eran tan limitados los movimientos que podía hacer que su elemento no le respondía. De pronto sintió un insoportable dolor, seguido por una terrible fiebre que lo dejó en el suelo. Los frutos comidos en el tercer círculo le habían provocado náuseas y una pérdida casi total de energía.
—Veo que probaste del fruto de Cerbero —aseguró el guardián— detrás de esa mirada de hombre serio, hay sólo un niño ingenuo.
Zephar intentaba ponerse de pie, pero sus esfuerzos eran inútiles. Incluso su dominio por sobre la temperatura de la tierra parecía haberse esfumado.
Al verlo tendido en el piso, Plutón lo tomó desde el cuello —hasta el momento este ha sido el peor combate que he tenido. Tú morirás y la mujer que te acompaña se quedará aquí para siempre— luego lo arrojó al lago cristalino.
Mientras se hundía, el paladión sentía poco a poco como la vida se le iba escapando de las manos. Al abrir sus ojos se hizo consciente de su visión distorsionada por culpa del agua y de que lentamente su armadura se desintegraba y abandonaba su cuerpo.
«Mi cuerpo no reacciona, ¿Será que voy a morir?»
Imperceptibles lágrimas salieron desde sus ojos. Al mirar hacia el lado vio cientos de estatuas doradas pegadas a las paredes del lago. Al observar más detenidamente pudo comprobar que no se trataba de esculturas, sino de cadáveres.
«Es cierto… si no salgo de aquí, Fur-Fur se convertirá en una de esas horribles cosas, debo espabilar… pero no puedo»
De pronto las criaturas de oro empezaron a temblar, moviéndose desde su estática posición para tomar a Zephar y sacarlo a la superficie dejándolo en tierra firme. Aunque no podía moverse, pudo ver claramente lo que sucedía.
Fur-Fur en su forma demonio, vistiendo nuevamente su traje negro, se había liberado de la ilusión que la mantenía dormida y había controlado a los humanoides dorados.
Sobre la chica, una misteriosa mujer espectral permanecía levitando. Su femenino rostro estaba cubierto de vendas desde la nariz hacia abajo, su cuerpo por el contrario, parecía el de un hombre musculoso con un gran agujero en el sector del corazón.
—Veo que posees un elementario —dijo Plutón sonriendo— pero es demasiado débil para enfrentarse a alguien como yo.
—Su nombre es Carrina y gracias a ella pude librarme de tu hechizo.
Corriendo rápidamente la muchacha se fue contra su enemigo, pero este último no se quedaría quieto y moviendo circularmente sus brazos controló las enormes ramas con el fin de capturarla.
La pelirroja al ver que se aproximaban cambió el punto de apoyo de su base y dando un suave giro, extrajo una gran cantidad de agua de las enredaderas. Utilizando este elemento creó un garfio y tomó desde los pies de a su enemigo logrando arrojarlo al suelo.
El rostro del guardián cambió drásticamente, jamás pensó que se vería sobrepasado por una niña. Con un grito que demostraba su frustración, aumentó la gravedad para la demoniza, de la misma forma que lo hizo con Zephar.
En un acto desesperado, la joven de piel violeta comenzó a batir sus alas rápidamente para volar. Para su sorpresa, pudo elevarse sin problemas.
«Así que manipula el suelo de la cueva… mientras permanezca en el aire, no puede afectarme»
Al verla en el aire, dio un gran salto tomándola de una de sus alas y con la mayor fuerza posible la arrojó hacia el suelo. Pero Fur-Fur rápidamente usó el agua que traía consigo para hacer un soporte detrás de ella reduciendo el impacto contra el piso e impulsándola en frente a su oponente. Junto a este, dio dos patadas laterales que aventaron un gran torrente de agua hacia su enemigo estrellándolo en una de las paredes de la cueva.
Pensando en que sus posibilidades de vencer el enfrentamiento eran cada vez más bajas, Plutón se concentró por unos segundos tornando sus ojos de un celeste a un rojo rodeado de un círculo amarillo.
Con esto, hizo surgir más de cien gruesas enredaderas doradas para acabar de un golpe con su enemiga. Sin embargo, sus planes fueron frustrados nuevamente por la muchacha, quien usó su habilidad para extraer el agua de todas las ramas creando el mismo número de largos tentáculos acuáticos que sin hacerse esperar, golpearon una ya otra vez a su contrincante llegando incluso a perforar su cuerpo.
—¿Cómo puedes de un momento a otro ser tan poderosa? —Preguntó Plutón en su agonía.
—Tú no tienes idea de quién soy yo —le respondió con una sonrisa siniestra.
En cosa de segundos, el guardián se redujo a humo, de la misma forma que los anteriores. Al aparecer la puerta que los conduciría hacia su siguiente destino. Fur-Fur tomó a Zephar entre sus brazos.
—Cárgame, eres mi príncipe —dijo el paladión sonriendo al borde de la inconsciencia, mientras cruzaban al siguiente círculo.
—Eres mi bebé —respondió con un tono dulce— tranquilo… yo te cuidaré hasta que te mejores.