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El Mito del Santuario


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#321 Patriarca 8

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Publicado 25 julio 2015 - 22:17

Jajjajaja el duo milo e ichi aunque un poco extraño es efectivo

 

me pregunto porque los de asgard siempren quieren matar al bicho XDDDDDDDDD

 

 

No intentes nada estúpido —amenazó Slange, mientras Loki agarraba a Hyoga de las muñecas como si sirviera para convencerse de su triunfo.

—Nada de eso. Solo necesitaba enterarme de la situación, del pasado y todas esas cosas, y ya lo logré, Muu estaría orgulloso

 

 

Pobre Muu-esa fue una indirecta muy directa (Toei eres un..........)

Editado por T-800, 25 julio 2015 - 22:18 .

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#322 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 31 julio 2015 - 19:49

 

Amigo Felipe, fue un capítulo extraordinario!!, por qué te dejó deprimido y te dolió escribirlo?? De hecho, para mí, ha sido el mejor de esta mini saga de Asgard. Pienso q MIlo se lució, dominando a tres guerreros azules y luego fingiendo su derrota, además de la gran actuación de Hyoga. Ya me parecía extraño q un guía fuera capaz de someter a un santo de oro con tanta facilidad. También me gustó la incursión de Jano en Asgard (es obvio quien es, pero no lo voy a decir de todos modos, jajajajajaja), es un manipulador experto. Espero con ansias el último capítulo de esta mini saga, q promete ser de lo mejor, saludos!!

NO, no, Carlos, el capítulo que me dejó deprimido va a tocar ser publicado como en dos meses más jaja. El de Milo lo escribí hace mucho tiempo, y al contrario, me gustó bastante escribirlo, más siendo un tipo semijeiter de los Escorpio xD

Por lo demás, muchas gracias por tus palabras. No digas quién es Jano, nadie lo sabe... :ph34r:

 

joer que buen capi...mira que no soy de dorados pero este milo es la leche

y nunca falta el clasico de caballero de athena "me hago el derrotado para saber que cojones esta pasando,para luego

patear traseros hasta que el cuerpo aguante" XD

 

bueno,un saludo y a esperar el proximo capi

Sí, era necesario poner ese cliché en alguna parte. Milo y Hyoga me parecieron la opción correcta para llevarlo a cabo xD

Gracias por comentar siempre, Presstor :D

 

 

 

Jajjajaja el duo milo e ichi aunque un poco extraño es efectivo

 

me pregunto porque los de asgard siempren quieren matar al bicho XDDDDDDDDD

 

 

No intentes nada estúpido —amenazó Slange, mientras Loki agarraba a Hyoga de las muñecas como si sirviera para convencerse de su triunfo.

—Nada de eso. Solo necesitaba enterarme de la situación, del pasado y todas esas cosas, y ya lo logré, Muu estaría orgulloso

 

 

Pobre Muu-esa fue una indirecta muy directa (Toei eres un..........)

¡La pareja escorpión-serpiente es efectiva! Imagino un enemigo al que Milo está torturando, y mientras lo tiene en el suelo sufriendo de dolor agudo, el otro lo envenena xD

Y no sé por qué el odio de Asgard a Milo jaja Pero aquí Soul of Gold no entra, de todos modos xD

 

Gracias como siempre, T-800 :D

 

 

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HYOGA II

 

20:50 p.m. del 2 de Enero de 2014.

La mejor técnica de Loki de Fenrir se llamaba Jauría de Lobos (Ulveflokk), y en todas las ocasiones en que se enfrentaron durante esas horas (incluso cuando estaba en posición incómoda), la utilizó con la mano derecha. Era un movimiento similar al Meteoro de Seiya, arrojaba un sinfín de golpes con la mano en forma de garra, intentando rasgar al oponente en cada embate, y le había causado bastantes problemas.

En condiciones normales, su plan solo se habría limitado a inmovilizarle el brazo y luego noquearlo; pero Loki cometió el error que le costó el brazo. Cuando estaban frente a frente en la parte baja de la biblioteca en lo profundo del Valhalla, amenazó a Hilda y Freyja en primer lugar.

“Sería bueno que te callaras de una buena vez” le dijo. Entonces Hyoga luchó con él tratando de protegerlas a ambas, con el inconveniente de que su armadura, Cygnus, no iba a poder llegar allí tan abajo a socorrerlo. Cuando el cobarde atacó directamente a Freyja, Hyoga usó su cuerpo para recibir el golpe en su lugar, e Hilda se ofreció como sacrificio para calmar la ira de su padrastro.

Los guardias asgardianos se llevaron a la princesa Hilda, y después Hyoga usó sus últimas fuerzas para hacer tiempo y conseguir una vía de escape para Freyja. Luego, lo tomaron prisionero.

Así que después de descubrir el plan de Milo, y notar que el de Drbal con la espada Balmung había fallado, dejó de fingir y quitó el hielo de su corazón que había imitado una detención sanguínea. Lo primero fue arrancarle el brazo, lo segundo sería llamar a su armadura, lo tercero sería acabar con su vida, y lo último liberar a Hilda del barco en la estatua. También congeló las piernas de Ullr y Rung aprovechando su debilidad por las batallas con Milo.

—¡Ahhh, maldición! —gritó Loki, agarrándose el antebrazo derecho desde donde antes había salido el resto del brazo, ahora un montón de cubos de hielo en el suelo que comenzaba a llevarse el viento. Había aplicado tanto hielo que no iba a brotarle sangre en un buen rato.

—¡Cygnus! —llamó, y sintió su Cosmos conectarse con el de un ave blanca que tomaba vuelo desde algún risco de hielo en la periferia de Sinigrado, y que ahora volaba hacia él.

Se vistió y sintió el frío del gamanio congelado hacer contacto con su piel, el peso del escudo renovado por Muu y la sangre de Milo en su brazo izquierdo, la respiración del ser que resucitó después de enfrentarse al hielo de Camus.

—¡Haz lo tuyo, maldición! —chilló Loki, y Slange de Jormungandr se ubicó frente a Hyoga. El Guía generó un potente y helado remolino y lo reunió en su puño derecho.

—¡Congelación Ragnarok (Ragnarok Frysing)!

Era como una mezcla entre su Tornado Frío y su Polvo de Diamantes, una ráfaga de hielo concentrado apoyado por un huracán de aire frío y generado por un Cosmos impresionante. El Guía del Mar era temible, y eso que no estaba ni cerca del agua…

En la nueva vasija se hallaba un anillo que me entregaría su poder, y haría que nadie sospechara del cambio” fueron las palabras de Drbal. «¡El anillo!»

—Es la técnica con la que nos separaron antes, Hyoga, ¡ten cuidado! —gritó Milo a través de la ventisca, su voz se oyó difusa pero comprensible. El Santo de Escorpio tenía las manos entrelazadas con Drbal, disputando fuerzas y creando un campo de energía alrededor de ambos. Las piedras bajo sus pies ascendían como proyectiles y el piso temblaba.

Hyoga esquivó el torbellino principal patinando sobre el aire frío generado por su propio Cosmos, y se acercó a Slange. Un segundo ataque lo tomó por sorpresa y lo arrojó al suelo, aprovechando la nube de hielo que se iba formando de a poco a su alrededor. Sin embargo, también poseía esa habilidad, se había acostumbrado hace mucho a ver entre los copos de hielo y las motas de polvo frío.

Calculó el punto exacto donde debía estar Slange mientras los torbellinos lo golpeaban sin cesar como látigos congelados, y luego lanzó su Polvo de Diamantes con todas las fuerzas que tenía en ese momento. Jormungandr alzó una mano y detuvo el rayo de hielo, pero mientras eso ocurría conjuró con su energía una serie de obeliscos de hielo en las cercanías, de distintos tamaños y formas irregulares, pero todas igualmente útiles. La Tierra de Cristal.

—¿Qué haces? —preguntó Slange con rostro impávido, pero lleno de sudor.

—Pasar por encima del poder de un anillo.

Antes de volver a atacar, sintió un Cosmos en su espalda. Uno que ya había percibido antes, furioso e impetuoso, lleno de vigor a pesar de la falta del brazo.

—¡Muere, Cygnus! —Loki descargó su Jauría de Lobos con el brazo zurdo compensando la menor habilidad con un asalto sorpresivo.

—¡Vamos, Hyoga! —le llamó la atención Milo, recibiendo un espadazo en el cuello cerca del hombro, y al mismo tiempo conectando una de sus Agujas en una rodilla de Drbal.

Ese aviso hizo a su cerebro funcionar con mayor velocidad, y aumentó su confianza en sí mismo. Él sería capaz. Recalculó la distancia, la rapidez, la posición de sus contrincantes y la proyección en los obeliscos de su Tierra de Hielo. Usó la técnica por primera vez contra Camus, quien la anuló fácilmente, pero ahora sí sería capaz; solo debía mantener la frialdad y la calma.

—¡Rayo de Diamantes! —Descargó la fuerza de su puño como un latigazo furioso hacia la escultura más cercana, y por un breve segundo le pareció que su brazo brilló con luz amarilla.

El disparo tomó mayor fuerza al rebotar y chocar nuevamente contra otro monolito, desfigurado un segundo antes para que se dividiera en dos impulsos. El primero se reflejó dos veces hasta ir hacia atrás y golpear con fuerza el pecho de Loki, a quien oyó maldecir aunque su Jauría lo alcanzó directamente en la espalda, causándole daño y un dolor agudo. Sintió como sus huesos crujieron y vio la sangre correr por su boca, pero había conseguido su objetivo.

El segundo ataque se refractó y desde tres frentes distintos atrapó a Slange, quien no pudo descifrar más que uno, confundido por la repentina aparición de las esculturas de hielo en el piso. El Marina cayó de rodillas, igual que Hyoga.

 

A su lado, Milo recibía en el rostro una proyección de la mano de Drbal, y éste desapareció de su posición original para después aparecer detrás del Santo de Oro. Éste trató de reaccionar, pero el sable de Drbal se enterró con facilidad en su espalda, a la altura del hombro derecho.

«Atravesó un Manto de Oro, y fue más rápido que Milo. ¿Pudo superar la velocidad de la luz?». Para hacer eso tendría que ser llevado por un impulso divino y básicamente teletransportarse. Ese debía ser el poder del anillo de Poseidón…

Oyó el sonido característico del hielo quebrándose, y vio a Ullr y Rung salir de sus prisiones congeladas con ayuda de una espada llameante y un par de filosos búmeran. Se acercaron amenazantes a Milo, que encendió su Cosmos y tornó de rojo sus dedos índices. Slange se puso de pie e hizo arder su energía también; era blanca como la suya, pero mucho más aterradora.

—Estás perdido, Scorpius, aunque admito que diste una buena lucha —dijo Drbal. Abrió los brazos y de su peto salieron resplandores púrpuras y rojos, como sangre en una noche eterna, más allá de su dimensión—. ¡Serás atrapado junto con mi hija en una prisión de la que jamás lograrás escapar!

De pronto, una humareda gaseosa se expandió por el aire, por encima de la Congelación Ragnarok que se preparaba nuevamente. Hyoga perdió de vista por un instante a Milo y sus enemigos, pero cuando reconoció lo que ocurría, adaptó sus ojos rápidamente al flujo del Cosmos y no a la niebla que se percibía de forma más simple. «La Nube de Gliese».

—No puede ser… ¡váyanse, estúpidos! —gritó Milo al ver como avanzaban por el patio tanto Gliese de Tucán como Ichi de Hidra. Se notaban agotados y temblorosos de frío, pero su Cosmos ardía como llamas—. Les ordené que…

—…Nos encargáramos de los Marinas en los alrededores —completó Gliese la oración con su voz grave, sus ojos brillaban con resplandores rojos a través de la niebla en la que incluso Drbal estaba perdido—. Lo sabemos, pero ya hay gente asegurándose de que no molesten más.

—¡¿Qué dices?! —rugió Slange, perdiendo la compostura.

—Al p-parecer esos dos no son l-l-los únicos Guerreros ¡Achís! Azules —dijo Ichi, y con un gesto de la cabeza apuntó a Ullr, Rung y el manco Loki, quien agonizaba en el piso—. Uno de ellos es de verdad f-f-fuerte, tiene a esos peces de cabeza solo con un arpa, ja, ja.

—¡Imposible! Solo les entregué poder a Ullr y Rung, ¿cómo es que…?

Loki de Fenrir se tuvo que callar cuando Ichi dio un gran salto, cubierto en su propio Cosmos violeta. Se dirigió a Rung como un estúpido, y Hyoga intentó detenerlo hasta que vio un gesto confiado de Milo en el piso congelado, con una sonrisa triunfante.

El gigantón no era capaz de ver, pero debió poderse guiar con el Cosmos. Sin embargo, el rodillazo de Ichi no encontró ninguna traba, y las garras de su armadura se clavaron en el pecho de Thrym, quien rugió de dolor al sentir el Veneno Suave característico de la Hidra en su torrente sanguíneo.

—La señorita Freyja ha logrado convencer a los Guerreros Azules del mal de Drbal, y están acabando con todos los Marinas —explicó Gliese, acercándose a ayudar a Hyoga, sin dispersar su Nube en la que tanto mejoraban sus habilidades.

«Freyja… Fascinante».

—¡Rung! —aulló Drbal, seguramente al sentir el Cosmos de Rung disminuir poco a poco—. ¿Cómo pudo un simple Santo de Bronce derrotarlo así?

Ichi arrojó algo a los pies del gobernante de Sinigrado, quien de pronto empezó a tambalearse y a derramar sangre por la boca. Eran pequeños trozos de algo brillante, del tamaño de una almendra, pero desprovistos de Cosmos; eran los restos del anillo de Poseidón que el viento polar comenzaba lentamente a arrastrar por las piedras congeladas del suelo.

—Ahora s-son tan n-n-normales como nosotros —dijo Ichi con un molesto pero confiado castañeo de dientes. Había conseguido derrotar por sorpresa y con astucia a uno de los Guerreros Azules de un solo golpe; al menos por un mes Ban y Nachi no iban a poder burlarse de él.

—Destruir esa argolla solo podría hacerse con un poder divino, ¿qué pudo lograr algo de ese calibre? —preguntó Slange con el asombro y el miedo marcado en cada vocal.

—Exactamente eso —confirmó Gliese, acercándose a Ullr—. Un hombre con poder divino salió de una de sus prisiones, y partió en dos esa cosa con una espada mágica, como un héroe de leyendas.

—¿Un hombre? —dijo Drbal. De pronto, horrorizado, miró hacia la estatua con una mueca desfigurada en el rostro—. ¡¡¡No puede ser!!!

A la altura de la capa tallada en la roca del colosal Odín, todos pudieron contemplar una escena sorprendente. El corazón de Hyoga se sintió pesado y se le hizo un nudo en la garganta que le costó desatar, mientras luchaba contra lágrimas que amenazaban con caer de sus ojos…

 

No comprendía qué diablos ocurría, no estaba acostumbrado a sentirse así de apenado, pero el héroe que escalaba la estatua con las ropas rasgadas, dejando una ruta escarlata sobre la piedra congelada, era digno de admiración, y conllevaba una suerte de premonición de muerte que no supo explicar.

—¡¡¡Freeeeeeeeeeeeeeyr!!! —rugió Drbal al entender la situación.

—La misión es proteger el mundo, a estas tierras congeladas donde el sufrimiento es superado por el calor del amor, ¡así que acaben con mi padrastro! —gritó Freyr, y su voz hizo un eco que resonó por todo el patio del palacio gracias a las montañas y los muros. En su mano derecha resplandecía una gran espada azul, como si estuviera hecha de zafiros celestiales, que hacían a su amigo de infancia claramente visible a pesar de la noche sobre el cielo de Asgard—. ¡Vamos, peleen, yo salvaré a mi hermana!

—¡Balmung! —dijo Loki, quien se levantó y avanzó a pesar de sus heridas. Drbal se quedó paralizado cuando oyó el nombre de la hoja legendaria que Odín le entregó al gemelo de Freyja—. ¡Vamos, detengan a Freyr!

Tuvieron que moverse rápidamente. Ichi y Gliese detuvieron a Ullr al mismo tiempo, anulando las llamas de su espada, y Milo asesinó rápidamente a Loki con lo que pareció un centenar de Agujas Carmesí. Slange se ubicó frente a Hyoga, pero su Cosmos se había reducido mucho, se asemejaba ahora al de Babel de Centauro, un Santo de Plata.

—¡Freyr, con lo que acabas de hacer nos has traído la ira de Poseidón al que Odín no pudo oponerse, nos has condenado a todos, hemos perdido la única oportunidad de ir a un mundo de sol! —exclamó Drbal, haciendo arder su Cosmos como una furiosa flama roja.

—¡Como puedes ver, en mi mano está la prueba de que Odín ha decidido protegernos, y pidió que destruyera esta estatua que tanto has mancillado, Padre! —Freyr siguió subiendo, enterrando sus pies y mano libre en la roca, dejando la sangre caer al precipicio—. Y cuando libere a mi hermana de la prisión en que la pusiste, ¡ella podrá ganar también la protección de la diosa Athena!

—¡No te atrevas, Freyr! —Drbal lanzó una ráfaga de luz que dirigió hacia el cuerpo desprotegido de su hijastro, pero Milo la desvió usando su cuerpo. Sabía que Drbal aún tenía suficiente poder en su interior como para que no pudiera evitarlo con alguna de sus técnicas.

—¡ no te atrevas, Heimdall! —dijo el Santo de Oro, tambaleándose y con sudor en el rostro. Pero su Cosmos ardía más que antes—. Aunque tengas el poder de Poseidón todavía, no has podido escapar a mis ataques, ¿o acaso no puedes ver tu cuerpo?

Hyoga las contó rápidamente, igual que Drbal. De alguna manera, Milo se las había ingeniado para superar la defensa cósmica de su contrincante más de quince veces, aunque quizás en principio no fue consciente de que acertó tanto.

 

—¡Concéntrate en tu rival! —Slange de Jormungandr avanzó a toda velocidad por el piso congelado, y descargó toda la fuerza de su Congelación Ragnarok sobre él, pero se sentía mucho menos fría y aterradora. Ya estaba demasiado lejos del mar—. ¡No decepcionaré al señor Isaak!

«¿Isaak?». Se dio cuenta que incluso los Marinas tenían razones para luchar y arriesgar sus vidas, tal como había hecho el Isaak que él conocía. Pero eso no evitaba que las peleas tenían que culminar.

—¡Tornado Frío! —Hyoga patinó por el aire congelado y esquivó las zonas más peligrosas del huracán de Slange.

Era imposible de evitar por completo, gran parte de la técnica le dio de lleno en el escudo, entumeciéndole el brazo, y otra parte hizo arder los receptores sensoriales en su cuerpo. Pero Hyoga se escabulló lo suficiente, aguantando el frío de una técnica que en otras condiciones sería temible, y se detuvo frente a él. Descargó la técnica que creó en el frío de Siberia con un puñetazo ascendente que destrozó las Escamas de Jormungandr, y enfrió para siempre la vida de uno de los Guías del mar.

El Tolem cayó de bruces, muerto, mientras Hyoga se tambaleaba y chocaba sus rodillas contra las piedras blancas. Notó que su escudo tenía un rastro amarillo en su superficie congelada, como una mancha de esmalte dorado que pronto se desvaneció, tan sutilmente como apareció. No pudo quedarse pensando en eso cuando puso sus ojos en el resplandor violeta que adornó el cielo y la tierra.

—¡Maldición, él mismo atravesó la Otra Dimensión! —comprendió Milo, antes que Hyoga. Éste lo repensó y puso la mirada en el barco vikingo donde la princesa Hilda estaba paralizada como un adorno. Sobre la quilla, Drbal estaba de pie y reía como un salvaje, a pesar de tener el cuerpo agujereado y la armadura cubierta de rojo.

—¡Hasta aquí llegaste, Freyr! —Resonó su voz como el grito de una bestia, y descargó una potente ráfaga de energía en el cuerpo de su hijastro, quien aulló de dolor y fue elevado por los aires como en cámara lenta, en medio de haces de luz, hasta estrellarse contra el yelmo dorado del rey vikingo.

—¡No, hermanooo! —escuchó que gritó alguien, aunque no supo quién ni de dónde.

—¡¡¡Maldito cobarde, ahora sí que no podrás escapar!!! —Milo concentró su aura roja en su dedo índice y preparó su mejor técnica, una que desarrolló como arma final a cambio de un juramento de corazón—. ¡Aun a esta distancia puedo atravesar tu alma y acabar con tu mísera existencia! Quizás no seas digno como hombre, pero tu poder ya te hace merecedor del corazón de la constelación del Escorpión celestial.

—¿En serio? —Drbal alzó su sable, luego lo bajó hasta que apuntó al cuello de la impávida Hilda, incapaz de defenderse.

—¿Qué rayos haces? —dijo Hyoga, Ichi lo ayudó a levantarse. Al parecer, ya había vencido a Ullr con ayuda de Gliese.

—Si me atacas, la asesinaré, y todo su plan se irá a la basura, ja, ja.

—¡El señor Milo es más rápido que tú! —gritó la Santo de Tucán, con la armadura chamuscada.

—Quizás… ¿pero se arriesgará? ¿Lo hará? ¡Responde eso, Scorpius! ¿Te arriesgarás a sacrificar a una inocente si no eres lo suficientemente veloz y preciso?

«No. No lo hará, Milo jamás lo haría… Pero debe hacerlo» pensó Hyoga. Si fallaba o no era rápido, Hilda estaba muerta. Aunque Drbal no ganaba nada con su situación, tenía una inexplicable ventaja. Y si no hacía nada…

 

No.

La pregunta no era si Milo se arriesgaría.

¡La pregunta era si Drbal valoraría más su vida que su ambición!

—¡Hazlo, Escorpión!

El grito sorpresivo vino de una zona más alta que el barco donde estaban Drbal e Hilda, de un lugar rodeado por un frío aura azul, una energía radiante y calma, llena de divinidad.

Freyr estaba de pie, su túnica destruida, su piel tornada de rojo; pero con su determinación inquebrantable, su Cosmos encendido, y la espada de zafiros con el filo hacia abajo.

—¡No puede ser!

—Freyr…

—¡¡¡Hermanoooo!!!

—¿Cómo diablos sobrevivió?

No supo quién dijo ninguna de esas palabras, pero pudo identificar con claridad el grito desgarrador y desesperado del gobernante de Asgard.

—¡¡¡Freeeeeeeeeeeeeeeeeeeeyr!!!

—¡Termina con él, Escorpión! —El héroe bajó la espada— ¡Por Odííín!

Al mismo tiempo, Drbal dejó de apuntar su sable a Hilda, dispuesto a arrojarlo con todo su Cosmos hacia su hijastro.

Pero Milo era un Santo de Oro, siempre lo había sido, y siempre lo sería.

—¡Antares!

El gobernante puso sus ojos en ellos mientras la espada Balmung penetraba en la cabeza de Odín, desatando destellos azules de tanta intensidad que la noche se transformó en amanecer. Drbal se alejó de Hilda y saltó del navío hacia arriba con el sable frente a él en postura defensiva. Pero obviamente Milo de Escorpio había calculado eso también.

El destello carmesí atravesó tanto la hoja como la Vestidura Azul, y escapó como un misil tras la espalda del gobernante que chocó contra la estatua que empezaba a desbaratarse, y su último respiro fue ocultado por la sombra del risco.

 

Odín comenzó a caer, se derrumbaba hecha pedazos enormes y pequeños, tanto el cinturón como la túnica, la cabeza y el gigantesco escudo. Todo destruido en medio de haces de luz azul, el poder de Balmung que llevaba la estatua en su mano derecha, y también el sacerdote que sacrificaba su vida para acabar con la prisión de su hermana, la única que podría traer paz a un mundo acostumbrado al sufrimiento, al frío, al esfuerzo…

Ichi y Gliese retrocedieron para evitar los escombros que caían de todas partes, y Hyoga intentaba ayudar pero sus piernas no le respondían, como si acabara de pelear con su maestro nuevamente. Se sintió impotente, hasta que recordó que era un Santo de Bronce, y supo por qué existían los Santos de Oro.

El Santo de Escorpión disparaba misiles rojos a discreción, destruyendo las piedras, convirtiendo el hielo en granizo, y dejándole la ruta libre a una esfera de luz azul que descendía desde lo que antes fue un barco de madera. En su interior iba una mujer durmiente y una espada de zafiros…

 

09:30 a.m. del 3 de Enero de 2013.

El cielo en Sinigrado jamás cambiaba, siempre estaba oscuro y cubierto de nubes grises, pero la situación esa mañana era muy distinta a la de la noche, como si existiera en otra parte del mundo.

El viento silbaba y movía los cabellos y la túnica de una sollozante Hilda de Polaris, la estrella guardiana de Asgard, por derecho propio nueva gobernante del mundo azul. La mujer rezaba frente al mar ártico en su altar tras los icebergs, tal como hizo su verdadero padre en el pasado, pidiendo perdón una y otra vez a los dioses por no darse cuenta antes de los planes de Drbal, culpándose de las muertes de los Guerreros Azules y también del Héroe de Sinigrado. Su hermano menor. A su alrededor, los Guerreros Azules sobrevivientes hacían una respetuosa y silenciosa guardia ante el Cosmos casi divino de la chica de cabellos plateados y la espada de majestuosos zafiros que empuñaba.

Freyja, que había visto toda la batalla final, se aferraba al brazo de Hyoga detrás de la nueva líder, mientras los vientos del norte los azotaban y él volvía a sentir el frío como si nunca hubiera entrenado en Siberia. La muchacha tenía en el rostro cicatrices de las lágrimas derramadas, como surcos transparentes bajo sus ojos, pero su mirada era de esperanza.

Milo de Escorpión había regresado al Santuario a informar de la situación, solicitándole que se quedara vigilando en Asgard, ayudando con la reconstrucción del Valhalla mientras reponía fuerzas. Ichi y Gliese iban a tener que trabajar juntos para reordenar las fuerzas rasas de Sinigrado.

—Valió la pena, ¿verdad? —preguntó Freyja.

—¿Hm?

—El sacrificio de mi hermano. ¿Valió la pena?

—Drbal buscaba un mundo de luz para la gente, algo que quizás no debería evitarse; pero también buscaba cumplir su ambición, hacerse con el Santuario aprovechando su debilidad y las armas entregadas por Poseidón. Eso había que detenerlo como fuera posible, y gracias a Freyr, el elegido por Odín, se pudo conseguir. Sin él y Balmung, jamás habríamos podido vencer a nuestros enemigos.

—Me devolvió a mi hermana, pero a cambio de su propia vida. Jamás podré volver a verlo.

—Porque fue un héroe, y eso es lo que los héroes hacen, por eso lo eligió Odín. Y no ver a tus personas queridas no significa que no existan… —Hyoga recordó a su madre, Natassia, que dormía eternamente bajo las aguas de Siberia—. ¿Cómo recuerdas a Frey, Freyja?

—Como el mejor hombre que haya vivido en Asgard —respondió la joven con una sonrisa tierna.

—Entonces atesora esa memoria, guárdala en tu corazón, y no dejes que nadie te la arrebate. No importa lo que te digan, ni tampoco cuántas noches llores recordando a tu hermano, ni tampoco que de vez en cuando consideres injusta su muerte. Y lo harás. Nada de eso es importante, porque ese recuerdo ya existe y es solo tuyo, nunca dejes de lado la imagen de Freyr que tienes ahora.

—Hyoga… —Freyja lo abrazó mientras Hilda dirigía su mirada cálida y justa hacia ellos. De pronto, los tres miraron hacia el cielo cuando las nubes se alejaron unas de otras, y las montañas pálidas y azules tomaban un color blanco y luminoso natural. El frío se desvanecía y el viento que soplaba con ira se convertía en una brisa sobria.

 

El sol había salido.


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#323 Patriarca 8

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Publicado 03 agosto 2015 - 14:03

me agradaron las batallas y la forma como adaptaste la trama de la peli en tu fic

 

milo demostro porque es un dorado  XDD

 

 

 

pero sobre ichi ................................bueno digamos que su participacion me parecio

un poco exagerada

 

 

 


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#324 carloslibra82

carloslibra82

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Publicado 03 agosto 2015 - 18:57

Me gustó el resumen de 4 capítulos q hiciste de la saga de Asgard. Excelente participación de Milo (lo dejaste muy bien parado), de Hyoga y sorprendentemente de Ichi. Me gusta q otros personajes además de los clásicos tengan sus momentos de gloria. Me encanta tu enfoque. Y como siempre, y es lo q más me gusta, no tengo idea q va a pasar ahora en tu fic, jajajajaja!! Saludos!!



#325 ALFREDO

ALFREDO

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Publicado 06 agosto 2015 - 18:08

Hola felipe14, decidi hecharle un vistazo a tú fic haber q tal, pues hasta ahora no habia tenido la oportunidad de leerte, estas son mis espectativas.

 

Capitulo 1

Un muy buen comienzo, comenzando con aioros. Lo que si note que las cosas fueron directas al grano, diste una razón para q aioros apareciera en el balcón de athena, una cualidad característica en los sagitario, la ansiedad que lo llevo a ser testigo de ese momento clave sin darse cuenta.

Me agrado q hayas agregado a deathmask y afrodita, pues siempre se me hizo raro q solo shura haya podido con aioros cuando este es mas experimentado, como q igual pensé q los traidores acuadieron al tiro al llamado del papa. Se noto la desesperación de sagitario, aunque hubiera preferido q alargaras un poco su ultima escenas con shura, pero para ser el primer capitulo ya era suficiente, lo q si no me agrado q de inmediato nos saltamos al presente con seiya ya crecido XD.

Capitulo 2.-Seiya I

Hubiera preferido q siguieras desde ahi un poco mas, pues normalmente todo el mundo q hace un fic de los tiempos modernos, siempre pega un salto. Bueno este cap es mas corto, muy transitivo y cotidiano para la vida de un prota como seiya. Solo vi q se complementa con tapar la verdadera estructura del santuario a los jóvenes, incluso  no recordaba q seiya supiera los 12 templos sino hasta q aparece Tolomeo.

 

La estructura y la narración sigue muy bien, tal parece los primeros caps seguirán siendo cotidianos, tendre q esperar para ver q trama tomaras como la principal para tu fic. Esta muy similar con Saint sho. Hasta ahora en cuanto a la estructura del guion.

Nos vemos.


Editado por ALFREDO, 06 agosto 2015 - 18:11 .

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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


#326 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 07 agosto 2015 - 10:31

me agradaron las batallas y la forma como adaptaste la trama de la peli en tu fic

 

milo demostro porque es un dorado  XDD

 

 

 

pero sobre ichi ................................bueno digamos que su participacion me parecio

un poco exagerada

Sí, y eso que soy un confeso pseudojeiter de Milo xD Pero en gran parte es culpa de Kuru, así que quise reinvindicarlo, el bicho no tiene la culpa de lo que un bebedor de sake haga.

 

En cuanto a lo de IChi... lo sé, y estoy totalmente de acuerdo, fue un gran error pero que me costó evitgar. La idea original era que Hyoga derrotara a Rung, pero luego vi que sería difícil que el pato enfrentara a tantos rivales en sus condiciones, y Milo estaba enfrascado en su lucha con Drbal, así que no me quedó de otra que usar a Ichi y envenenarlo por sorpresa. Ahora que lo pienso, Gliese pudo haber ayudado, quizás lo cambie en la versión PDF.

 

Gracias como siempre :)

 

 

Me gustó el resumen de 4 capítulos q hiciste de la saga de Asgard. Excelente participación de Milo (lo dejaste muy bien parado), de Hyoga y sorprendentemente de Ichi. Me gusta q otros personajes además de los clásicos tengan sus momentos de gloria. Me encanta tu enfoque. Y como siempre, y es lo q más me gusta, no tengo idea q va a pasar ahora en tu fic, jajajajaja!! Saludos!!

Muchas gracias, Carlos. A mí me harta que de 88 Santos solo una veintena hagan algo importante, así que por eso también hice todos estos arcos.

 

 

Hola felipe14, decidi hecharle un vistazo a tú fic haber q tal, pues hasta ahora no habia tenido la oportunidad de leerte, estas son mis espectativas.

 

Capitulo 1

Un muy buen comienzo, comenzando con aioros. Lo que si note que las cosas fueron directas al grano, diste una razón para q aioros apareciera en el balcón de athena, una cualidad característica en los sagitario, la ansiedad que lo llevo a ser testigo de ese momento clave sin darse cuenta.

Me agrado q hayas agregado a deathmask y afrodita, pues siempre se me hizo raro q solo shura haya podido con aioros cuando este es mas experimentado, como q igual pensé q los traidores acuadieron al tiro al llamado del papa. Se noto la desesperación de sagitario, aunque hubiera preferido q alargaras un poco su ultima escenas con shura, pero para ser el primer capitulo ya era suficiente, lo q si no me agrado q de inmediato nos saltamos al presente con seiya ya crecido XD.

Capitulo 2.-Seiya I

Hubiera preferido q siguieras desde ahi un poco mas, pues normalmente todo el mundo q hace un fic de los tiempos modernos, siempre pega un salto. Bueno este cap es mas corto, muy transitivo y cotidiano para la vida de un prota como seiya. Solo vi q se complementa con tapar la verdadera estructura del santuario a los jóvenes, incluso  no recordaba q seiya supiera los 12 templos sino hasta q aparece Tolomeo.

 

La estructura y la narración sigue muy bien, tal parece los primeros caps seguirán siendo cotidianos, tendre q esperar para ver q trama tomaras como la principal para tu fic. Esta muy similar con Saint sho. Hasta ahora en cuanto a la estructura del guion.

Nos vemos.

 

Qué genial tener un nuevo lector, ojalá te guste y puedas mantenerte. Y bueno, la idea del Prólogo fue ir al pasado, y desde ahí al presente, pero en este momento no recuerdo por qué hice los capítulos de Seiya y Shun de flashback xD Aunque quedé conforme, de todas maneras, pero quizás me faltó uno de Shiryu también.

Muchas gracias por pasarte a leer y comentar :D

 

 

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Pasadas ya las aventuras de Seiya/Aiolia, Shaina/Shun y Milo/Hyoga, ahora le toca a Shiryu, pero será solo un capítulo. Sinceramente es uno de los que más me ha gustado escribir.

 

SHIRYU I

 

13:00 p.m. del 2 de Enero de 2013.           

Tuvieron tiempo para comer algo en el puesto de la señora Fan, en el llano bajo el Monte de Ceilán; recuperaron energías y continuaron el ascenso. La Tierra seguía girando y el viento con ella, lo sentía en su rostro, en el aroma de las flores que se llevaba con sus caricias, en el sabor de la brisa del río. Era invierno desde hace un mes, pero ese día era bastante agradable, la buenaventura y la naturaleza le brindaron una jornada parecida a fines de otoño.

Alrededor de la Gran Cascada de LuShan había cinco montañas: el Monte de la Nobleza, el Monte del Balance, el Monte de la Permanencia, el Monte de la Tranquilidad y el Monte del Esplendor, donde se hallaba la humilde casa donde vivía con su maestro y Shunrei. Desde allí subía constantemente al templo en la Cima de la Espada donde entrenó su Dragón Ascendente, y desde donde podía contemplar en silencio la catarata cuyas aguas logró invertir con una patada. Ese era el Monte de la Nobleza, a cuya Cima del Cielo jamás subió, y aun así aprendió su conocimiento: el Dragón Celestial, la técnica suicida del dragón.

Mientras la utilizaba, sujetando firmemente a Shura de Capricornio, pensó que jamás volvería con sus seres queridos, a respirar el aire limpio de LuShan, a oír el relajante sonido de las aguas de la cascada estrellarse contra las rocas y la laguna de abajo. Pensó que nunca volvería a escuchar los consejos tan pacientes y sabios de su maestro; o tocar las manos cálidas de la chica que amaba.

Pero allí estaba, vivo, y no sabía por qué. El Dragón Celestial, una técnica suicida, recordaba alejarse a toda velocidad de la Tierra mientras cruzaba unas últimas palabras con Shura. El Santo de Oro se arrepentía de su error y confesaba sus deseos de salvarlo, pero era imposible a esa velocidad. Luego tuvo —lo que pensó fue— una alucinación, en la que Ikki aparecía a su lado y le encomendaba proteger a Seiya.

Finalmente despertó en el más extraño de los hospitales. Le dijeron que su esqueleto prácticamente se había destrozado por una horrenda caída, pero que se recuperaría con el tiempo. El caso es que jamás debió tener ese tiempo. ¿Cómo pudo escapar del Dragón Celestial? El Manto de Capricornus estaba a su lado cuando lo encontraron inconsciente, y durante ese tiempo pensó que Shura pudo ser el responsable de su supervivencia. ¿Pero cómo pudo hacerlo?

Solo una persona podía conocer la respuesta a ello. Y por eso Saori no lo envió en misiones como a Seiya, Hyoga y Shun, sino que a recuperarse en LuShan e investigar por su cuenta con el recién electo Sumo Sacerdote del Santuario.

—¿Shiryu? —le llamó el pequeño que lo acompañaba a través de salientes, riachuelos y bosques como un lazarillo.

—¿Hm?

—Hace rato que quiero preguntar. La señorita Higía dijo que tu visión volvía poco a poco, que era un milagro. ¿Entonces por qué no abres los ojos?

Le causó gracia la pregunta de Kiki, a pesar de que era totalmente válida. Se dejaba llevar por la voz del discípulo de Muu, por sus recuerdos de la montaña donde había pasado sus años de adolescencia, por los aromas, sonidos, sabores y sensaciones del mundo alrededor. Pero por un breve momento abrió los ojos para observar a su compañero, el que algún día se convertiría seguramente en un Santo de Athena.

—Veo el color rojo de tu pelo. También el blanco de tu ropa, el destello de la argolla en tu brazo, y tu piel bronceada. Pero no percibo el color de tus ojos más que como una borrasca clara, ni veo los detalles de la argolla, ni podría contar tus dientes. Mi vista no se ha recuperado, pero cuando cierro los ojos, mis demás sentidos se agudizan.

—¿Prefieres sentir el mundo con tu piel que con tus ojos? Mi maestro me advirtió que eso sucedería, ja, ja. —El chico rio por lo bajo, pero pudo oírlo con toda claridad.

—Mientras mis ojos no se hayan recuperado completamente, no me sirve de nada tenerlos abiertos. —Volvió a cerrarlos—. Además, si la naturaleza nos entregó tantos medios para percibir el mundo a nuestro alrededor aparte de los ojos, ¿por qué no usarlos?

—No lo sé —contestó el chico con un tono bromista—. Aunque ya debes estar perdiendo la costumbre con tus otros sentidos, ya que de lo contrario no estarías tan distraído con mi voz y podrías contemplar lo que tienes enfrente, je, je.

—¿Qué cos…? —no pudo terminar la oración. Un aroma a jazmín se mezcló con el aire, unos brazos delicados se enroscaron alrededor de su cuello, y unos labios dulces se toparon con los suyos.

Así estuvieron unos minutos que se le hicieron horas. Hacía tiempo que no se agolpaban tantas emociones positivas en su corazón. Sintió el sabor salado de las lágrimas caer desde el rostro junto al suyo hacia sus labios fusionados.

—S-señorita, r-recuerde que él todavía está recuperándose… —dijo Kiki con su voz más avergonzada; oyó como pateaba como por casualidad o curiosidad una piedrita hasta un arroyo cercano.

Ella lo soltó, pero rápidamente le tomó las manos. Sollozaba, pero su piel solo transmitía la felicidad característica del reencuentro.

—Bienvenido, Shiryu.

—Ya estoy en casa, Shunrei.

 

Tardaron media hora más en subir al Monte de la Nobleza y alcanzar la Gran Cascada de LuShan. Había muchas alrededor de los Cinco Ancianos, pero aquella donde normalmente reposaba la armadura que cargaba en su espalda tenía un sonido único. Estruendoso, pero al mismo tiempo relajante.

—¡Padre, Shiryu ya está aquí! —anunció Shunrei, jalándolo de la mano.

Abrió los ojos durante unos segundos. La catarata era tan majestuosa como siempre, de colores celestes y blancos. El sol se reflejaba en su superficie cristalina.

Y frente a ella, dándoles la espalda, había una figura pequeña y encorvada vestida con una túnica verde y un sombrero de paja, sentada en una de las salientes de la montaña. No se volteó, su único movimiento fue agarrar el bastón de madera que tenía a su lado, en el suelo.

—Maestro, he regresado —dijo Shiryu, y se sentó de rodillas también como muestra de respeto. A pesar de su nuevo cargo, decidió referirse a él como sensei en lugar de Sumo Pontífice.

—Shiryu…

Aunque sabía que el maestro de Libra había hablado con los demás Santos de Oro y con Athena telepáticamente, él no había tenido la opción. Era la primera vez que cruzaban palabras desde hace cuatro meses; seguía con la misma voz grave y rasposa, pero pausada y sapiente.

—Lamento si lo preocupé, pero he vuelto sano y salvo.

—Dilos.

—¿Disculpe?

—Los cuatro fundamentos del LuShanRyu. ¿Aún los recuerdas?

No comprendió la razón de la pregunta, pero no era su deber cuestionar a Dohko de Libra. Respondió de inmediato.

—Primero: enfócate en entrenar y condicionar tu cuerpo.

—Y veo que estás más fuerte, tu cuerpo irradia energía a pesar de los huesos rotos —contestó el anciano aunque todavía de espaldas.

—Segundo: sé recto y defiende tu honor.

—Draco todavía te acompaña, eso significa que no has perdido tus valores.

—Tercero… Honra a tu maestro.

—Continúa.

—Cuarto: sé honesto con los demás; trata a tus amigos con lealtad.

—Arriesgaste tu vida… No, sacrificaste tu vida para ayudar a tus compañeros, para salvar a la diosa protectora del mundo. El que sobrevivieras a la técnica que te prohibí que utilizaras es irrelevante en este caso, pues tu intención fue morir para llevar a cabo tu misión. El Dragón Celestial significa que has dejado de lado lo que los dioses nos entregan para proteger algo totalmente humano, los vínculos que se forman con los camaradas, las memorias de las enseñanzas, los valores que nos convierten en lo que los dioses más temen. —El maestro suspiró pesadamente, y alzó la vista al cielo despejado de nubes—. No me has mentido durante toda esta conversación, pero sabes que has incumplido con las leyes. Utilizaste la máxima técnica del dragón aunque te la prohibí expresamente. Sé que te parece injusto, pero la ley es inquebrantable, y por lo tanto mereces un severo castigo.

—M-maestro…

—Pero… ¡padre! —protestó Shunrei. Kiki mantuvo un respetuoso silencio.

 

—Durante una semana completa… tendrás que hacer la cena, y deberá ser siempre la más deliciosa que haya probado.

Su instructor se levantó y finalmente mostró su rostro. Sus cejas tupidas estaban arqueadas sobre sus ojos verdes, entrecerrados y brillantes. Entremedio de su larga y blanca barba consiguió con esfuerzo ver la más divertida de las sonrisas.

—Ja, ja, maestro…

—¡Padre, no haga eso!

—Bienvenido a casa, Shiryu. —El anciano se acercó y le golpeó suavemente el hombro con su bastón, y Shiryu se vio tentado a darle un abrazo, pero no parecía el momento. Después, Dohko se acarició la barba mientras miraba al niño que había traído consigo de Grecia—. Tú debes ser el discípulo de Muu.

—S-sí, maestro. Soy Kiki, ¡es un honor! —El chiquillo se puso recto, parecía casi una tabla inerte.

—Je, je, tienes cierto parecido con mi amigo cuando era joven. Espero que logres llegar a ser como él.

—¿A-amigo?

—Sion de Aries, el maestro de tu maestro. Aunque ahora que veo mejor, no pareces del tipo que se la pasa leyendo libros como hacía él, je, je.

—N-no señor… —admitió Kiki, relajándose un poco, rascándose la nariz.

—Bueno, lo que importa es que tus valores se asemejen para que llegues a ser un gran Santo como fue él. Honor, justicia, bondad, lealtad, compromiso, y finalmente amor. Nunca olvides eso, pequeño.

—No lo haré, señor.

—Bien, entonces Shunrei, querida, ¿podrías traer una botella de sake de la despensa? Esto merece una celebración un poco mejor que con un aburrido te. Y jugo de naranja para Kiki.

 

Bebieron y comieron como antaño, como si nunca hubiera partido a Japón o Grecia, o aún entrenara para obtener el Manto de Dragón. La Gran Cascada era perfecta como ruido de fondo, y Dohko parecía más alegre de lo acostumbrado, como si fuera un anciano común y corriente que habla de las experiencias de la vida, y no un Santo guerrero, líder de los Ochenta y Ocho protectores del mundo. Shunrei le contó que había llegado una carta de Genbu unas semanas atrás; su amigo de infancia estaba contento de que estuviera vivo después de lo ocurrido, aunque el papel no decía si volvería algún día, ni tampoco qué estaba haciendo o donde vivía. Shiryu no supo si tomar eso como una buena o una mala señal.

Dohko le explicó que la recuperación de su sentido visual pudo deberse al incremento tan brusco de su Cosmos durante la realización del Dragón Celestial, o quizás incluso antes. Era una técnica que superaba los límites físicos, y quizás eso llevó a que su cuerpo buscara mejorar rápidamente con ayuda de la Fuente, para adaptarse a la nueva vida.

—De todas formas, la Fuente siempre ha conseguido sucesos misteriosos —dijo Dohko después de tragar unos granos de arroz.

—Sí —asintió Shiryu—. Shun perdió toda su sangre, Hyoga tenía congelado su cuerpo, y a Seiya lo hicieron trisas. Ninguno de nosotros debió sobrevivir.

—La Rosa Sangrienta, el Cero Absoluto, el poder de Saga… —Su maestro tenía un rostro pensativo, incluso confuso, pero rápidamente cambió a uno mucho más alegre y relajado—. Sea como sea podemos agradecerle a Athena este cúmulo de milagros. No fue su destino caer en esta guerra.

—Lamentablemente no fue igual para Ikki…

—No, quizás no…

—¿Maestro?

Un súbito temblor remeció los platos y los vasos, e hizo que la catarata se estremeciera con un ruido enfurecido, vibrante y nervioso. Otro temblor más, el último lo sintió apenas pisaron China.

—¿Otra vez? —se quejó Shunrei, sujetándose firmemente de él—. ¡Cada vez son más frecuentes!

—Hm… ya pasará, Athena se encargará de ello. —El anciano se puso de pie y con ayuda de su bastón se preparó para retirarse—. Mi niña, no temas, aquí no han venido Marinas, y no creo que lo hagan.

—Pero están en muchas otras partes, ¿o no? Sigue siendo terrible.

—Exactamente —sonrió Dohko, para luego alejarse lentamente de ellos.

—¿Maestro? ¿A dónde va?

—A la cima. Necesito ver. —Esa era la respuesta habitual de Dohko ante la misma pregunta que nunca podía evitar hacer. Fuera antes o después de comer, de día o de noche, con lluvia o nieve, su maestro pasaba la mayor parte del tiempo en la parte alta de la cascada, mirando hacia el oeste a algún punto muy interesante, quizás algún recuerdo, o tal vez solo era una forma de meditación.

—¡Espere, maestro! Una pregunta más…

—¿Sí? —-contestó sin dejar de caminar, se acercaba a la escalinata junto a la Gran Cascada.

—¿Cómo… pude sobrevivir?

¿Necesitaba saberlo? Dohko o Shunrei le podrían haber respondido que lo importante era que estuviera vivo, Kiki habría dicho que no preguntara tonterías, y él estaba de acuerdo, pero aun así… debía saber.

—¿Cómo pudiste escapar del Dragón Celestial? Se supone que una técnica suicida debería matarte junto con tu oponente por definición, pero aquí estás, en carne y hueso. No tengo todas las respuestas, Shiryu, pero sí puedo hacer teorías con mucha más facilidad que otros. Tengo buenas teorías, algunas son famosas.

No esperó que siguiera. Él ya tenía una.

—¿Shura?

—Hm… No lo sé. Si la persona que usa el Dragón Celestial suelta a su presa antes de quemarse en el espacio, se dice que ambos son sacrificados al Dios Dragón como castigo por la debilidad mental de uno y la debilidad física del otro. Pero quizás… —En ese momento Dohko volvió a alzar la mirada, perdido en sus infinitos recuerdos—. Sí. Quizás si la presa es quien desea salvar al que utiliza la técnica, entonces el Dios Dragón podría salvarle la vida en honor al justo sacrificio de la presa, el enemigo que decide honrar el valor de quien se sacrifica por los buenos de corazón. Quizás con un poder enorme y una voluntad inquebrantable pueda lograr algo así.

—¿Es eso posible? —preguntó Shiryu, sorprendido por sus palabras.

—¡Cómo voy a saber! Es solo una teoría —contestó divertido el anciano de Libra—. Yo nunca he usado la técnica, aparentemente.

Y dicho eso, el maestro se alejó con más prisa, y cuando eso ocurría Shiryu sabía que no importaba qué le preguntara. Ya se había ido.

—Así que ese es el Santo de Oro de Libra… —dijo Kiki, entre asombrado y divertido por la forma de ser del maestro.

—Voy a limpiar todo esto —dijo Shunrei, guardando los platos y vasos en una cajita de mimbre y paja—. Shiryu, deberías dar un paseo, acostumbrarte a ver las cosas bellas de estas tierras nuevamente. No te molestaré esta vez, ji, ji.

—Sabes que no me molestas, Shunrei.

—Aun así. Kiki, ¿me acompañarías? —preguntó la chica inclinándose hasta poner su rostro a la altura del alumno de Muu, quien se sonrojó vívidamente.

—C-claro, señorita Shunrei.

 

17:20 p.m.

La Laguna del Pez Azul siempre le había transmitido tranquilidad cuando era niño. Después de una jornada de duro entrenamiento se iba a esa zona tras el Monte de la Permanencia, un valle pequeño rodeado de árboles altísimos junto a una laguna de aguas transparentes. Se recostaba en la hierba, miraba las formas de las nubes y sentía que sus heridas sanaban más rápidamente. Efecto placebo, notó años después.

Como siempre, estaba desolado, y nuevamente se recostó en la cálida cama verde que le tendía la naturaleza. Pero esta vez no miraría las nubes ni contaría las aves que se posaban en las copas de los árboles, sino que escucharía. Tanto a su alrededor como a sus propios pensamientos.

«Shura. Capricornus Shura, ¿acaso tú salvaste mi vida?». El Santo de Oro que tomó la vida de Aiolos tenía treintaitrés años cuando murió, y veinte en total como guardián del Templo de la Cabra. Se decía que su nobleza le había llevado a sacar la espada de la piedra, y que por eso los enemigos temían encontrarse con él en el campo de batalla, ya que nunca fallaba. Su mayor hazaña fue la de acabar con la vida de uno de los doce Titanes que se manifestaron en la Tierra diez años atrás, Críos de Astros, forjando su espada como Excallibur en el proceso.

Por lo demás, el mismísimo Aiolos había supervisado los últimos años de su entrenamiento, y los dos habían formado una relación de respeto mutuo. Asesinarlo debió haber sido muy difícil, pero cumplió con su deber. Se preguntó si asesinaría a un compañero si Saori se lo ordenaba.

«No». Él no era un soldado. Era un Santo.

 

Unas hormigas paseaban por su mano derecha, y la hierba acariciaba sus dedos con calidez. El viento silbaba una tonada sencilla, y podía oír hasta las hojas que caían sobre la laguna, o tal vez solo las sentía. El Cosmos.

De pronto el viento empezó a soplar hacia el lado contrario y algunas gotas de roció cayeron sobre sus ojos en lugar de sus mejillas. Abrió los ojos, pero arriba solo había una tela celeste con algunos manchones blancos y esponjosos. Shiryu se puso de pie y cerró su mirada otra vez.

Una piedrita cayó del Monte, chocando tres veces en su superficie. Un ave solitaria se posó en una rama. Una gota cayó desde algún árbol alto en la laguna.

«Uno, dos, tres… diez. Dieciséis».

 

Al primero de ellos que se acercó lo suficiente le rompió el cuello con una patada, justo cuando intentó quebrarle la espalda con una enorme ancla azul. Los ataques sorpresas solo funcionaban cuando no se topaban con el de otro.

Eran Marinas. Todos vestidos con sencillas armaduras azules y armados con anclas, cadenas, lanzas, y uno grandote llevaba un hacha. Atacaron a la vez y Shiryu tuvo que verse nuevamente envuelto en una batalla que no tenía prevista cuando solo trataba de descansar. Su vida se llenaría de batallas, no podría evitarlo.

Eran más fuertes que los soldados rasos del Santuario, aunque quizás se debía a estar tan cerca del agua como les habían alertado cuando se entregaron las misiones. El grandote logró pasar a través de su Dragón Eterno, y varios de los demás le hicieron cortes y heridas mientras trataba de quitárselos de encima con las artes marciales del dragón del Monte Lu. Vitoreaban en un idioma extraño a la vez que atacaban, y repetían constantemente las palabras “Mabelmok” y “Makit”.

—¿¡Por qué están aquí!?

—¡Libra Dohko! ¿Dónde? —clamó uno de los Marinas, antes de que su cara fuera azotada por un puñetazo.

—¿Qué? ¿Están buscando a mi maestro?

«Uno de los doce Santos de Oro, el Sumo Sacerdote del Santuario». No. No dejaría que nadie le hiciera daño. Derribó a tres Marinas al suelo y le dio una patada a un cuarto mientras se protegía con el brazo izquierdo de los golpes de un quinto. En el derecho concentró su aura esmeralda...

—¡Tontos! —gruñó alguien, no supo cuál de ellos.

Cuando todos estuvieron amontonados cerca de él, desató el rugido del dragón que despierta de su letargo. El Dragón Ascendente, la técnica ancestral de los Santos de Dragón.

Pero cometió una tontería irresponsable. Shiryu mantuvo su atención en los enemigos que se elevaban impulsados por la energía de su puño, sangrando, con las Escamas rotas y las vidas extinguiéndose, pero debió estar alerta ante posibles ataques externos. ¿Qué pasaba si uno de los Marinas no se había acercado?

—¡Destrucción de la Bestia! (Pengrusakan Binatang)

Lo descubrió cuando después de un grito como el de un monstruo furioso o un animal enjaulado, recibió lo que pareció un cañonazo en el vientre, un rayo de energía o un potente puñetazo que lo arrastró varios metros hasta un árbol, el cual se quebró tras su espalda.

—¡Ah! —exclamó Shiryu cuando trató de hablar. El ataque le había cortado el aire, y sintió algunos órganos internos dañados en la zona del abdomen. Trató de abrir la boca nuevamente, pero lo único que salió fue sangre, roja y abundante.

—Descuidaste tu defensa, ¡qué novato! —dijo alguien con voz grave y casi retumbante. Shiryu abrió los ojos pero enfrente solo había una figura borrosa, grandota y rojiza.

—¿Q-quién…? —logró balbucear Shiryu.

Esh dol Aktirak Kaldur, Geran din Tos Tolem —contestó el extraño antes de reírse unos segundos—. Apuesto que no entendiste nada de lo que dije, ja, ja.

—¿Qué es…? ¡¡¡Ah!!! —Lo último que vio antes de cerrar los ojos y sentir el agudo dolor de la nariz rota fue una mancha púrpura parecida a una piedra. Debía ser su mano, el puño del enemigo.

—Soy Kaldur de Behemot, Guía del océano Antártico de nuestra Armada —repitió el Marina esta vez en griego. Pudo verlo un poco mejor esta vez, era un hombre de tez oscura con un enorme casco con largos cuernos.

«Kaldur».

—El que… Milo vio… —Le dolía mucho hasta hablar. ¿Cómo podía estar tan débil aún? Se cansó demasiado luchando con esos cadáveres que había alrededor.

—Escorpión. Luché con él, y admito que cometí el error de subestimarlo, es algo que no ocurrirá con el viejo de Libra.

El nombre de la constelación le dio fuerzas a sus piernas. Logró levantarse y aunque una de sus manos estaba pegada a su estómago, la otra la alzó en postura defensiva. También encendió su Cosmos.

No dejaré que te acerques al maestro —dijo en su primera oración hilada desde que comenzó el combate.

—¿No me dejarás? Ja, ja, ja, mira, sé quién eres. Aquel chico que acabó con dos Santos de Oro durante su guerra civil, pero como supuse, solo eres un Santo de Bronce con mucha suerte. Mírate, apenas eres capaz de ponerte de pie después de recibir mi Destrucción de la Bestia.

—No me subestimes… —Saltó y se impulsó con el Dragón Volador. Si su objetivo era tan grande le costaría mucho esquivar su ataque, pero el Behemot lo bloqueó con ambas manos—. ¿¡Qué!?

—Oh, qué interesante. Pero te recuerdo que estamos muy cerca de lagos, ríos y una cascada gigante. El poder que me entrega mi makit Poseidón me pone por encima de ti sin siquiera esforzarme. Ahora dime, ¿dónde está tu maestro?

Shiryu dirigió una patada a su sien, pero el yelmo escamoso lo detuvo sin ningún problema. Trató con sus puños, pero Kaldur se defendía perfectamente. Era enorme, con una mano le bastaba para bloquear las dos suyas. Sus golpes eran lo suficientemente potentes para hacer que perdiera el equilibrio, una patada le causó rápidamente un esguince en el tobillo izquierdo.

—Ni siquiera llevas tu Manto, ¿qué pensabas lograr? —preguntó Behemot. Con un manotazo lo envió al suelo, la hierba bajo su rostro se tornó roja—. Con mi próxima técnica quedarás aplastado como una lagartija bajo la bota de un gigante.

—Qué… ¿Qué es eso?

Kaldur levantó la mano, y ésta se llenó un Cosmos aplastante, imponente, generaba una presión difícil de tolerar. Sobre su cabeza apareció una esfera roja de energía, pero a Shiryu le causaba la misma precaución que si estuviera bajo un enorme yunque. Cuando se levantó, cayó de rodillas como si la gravedad hubiera aumentado diez o veinte veces.

—Llegó tu hora… ¡Martillo Celestial!

—¡Dragón Eterno!

Cuando Kaldur bajó la mano, Shiryu escuchó un trueno en las lejanías. Al mismo tiempo levantó el brazo izquierdo concentrado con su Cosmos defensivo, y el brazo del Marina aterrizó sobre él como un rayo. La tierra bajo sus rodillas se despedazó y la hierba se deshizo por el gran peso del ataque; y el brazo de Shiryu tronó como si lo hubieran partido en dos con un hacha, aunque seguía en su lugar. El radio y el cúbito, ambos se quebraron mientras ahogaba un grito de dolor, igual que cuando Shura lo cortó con Excallibur.

—¡Ja, ja, ja, ja!

—Maldición… —se quejó Shiryu, agarrando su antebrazo con su otra mano, ni siquiera podía mover sus dedos—. Qué ataque más bestial.

—Soy el más fuerte de los Guías de Poseidón, nunca lo olvides. Te daré la opción de conservar tu vida si me llevas con Dohko de Libra.

—¡Nunca!

—¿Qué? ¿Acaso tengo que romperte los demás huesos también?

«Si fuera una pelea diferente quizás habría soportado, pero este hombre se especializa en atacar justo aquello que tengo más débil». Pero eso no lo detendría, ya había salido de situaciones mucho peores en el pasado, y se negaba a perder contra alguien que necesitaba estar cerca del agua para combatir decentemente.

Shura no le había salvado la vida para que la perdiera allí.

—No permitiré que llegues con mi maes… —Shiryu se tuvo que interrumpir para vomitar sangre nuevamente, el primer golpe lo había perjudicado muchísimo.

—Ya que te sigues negando no me queda opción más que aplastarte como la cucaracha ateniense que eres. ¡Al menos vengaré a mis subordinados!

Antes de desatar otra vez su Martillo Celestial, una gigantesca roca surgió de la nada y se quebró en mil pedazos al hacer contacto con uno de los cuernos en su cabeza. La fuerza para arrojar una piedra de ese tamaño tuvo que ser tremenda, pero no causó más que un rasguño en el yelmo de Kaldur.

Eso sin contar el despertar de su ira.

—Quién… ¿¡Quién demonios me lanzó esooooo?! —-exclamó, y su voz hizo un eco grave en las montañas y los árboles. En uno de éstos, un niño sacaba su lengua en actitud de mofa, y otra roca flotaba como por arte de magia en su mano.

—¡Kiki!

—¡No lastimes más a Shiryu, cobarde! ¿No ves que aún no se recupera por completo? —El valiente discípulo de Muu de Aries estaba preparado para arrojar otro ataque con ayuda de su telequinesis—. ¡Shiryu acabaría contigo en segundos si estuviera en buenas condiciones!

—¿Quién diablos eres, enano? —El Guía se quitó las piedrecillas de una de sus hombreras, y luego realizó un movimiento increíblemente rápido. Extendió un brazo, y la roca flotante de destruyó cayendo sobre el pequeño alumno, quien no pudo hacer más que gritar.

—¡Raaaaayos!

—¡Kiki, sal de aquí!

De repente, aquel que Seiya tomaba por un duende desapareció de su vista en medio de un breve chispazo. Se desvaneció y pareció que nunca estuvo allí. Al instante después, apareció encima de Kaldur que miraba al lado contrario, con un aura blanquecina rodeándolo, y un árbol flotando cerca de su mano. Un árbol que había arrancado previamente, al parecer.

—¡Te atrapé, ja, ja!

—¡Mocoso insolente!

Behemot encendió su Cosmos de golpe a pesar de no enfrentar de frente a su presa, y el monstruo mitológico despedazó el árbol con su rugido, mientras el pequeño Kiki era arrojado por los aires como si fuera un muñeco de trapo.

Shiryu trató de levantarse, pero el esguince lo detuvo en el acto, y la fuerza que había reunido para saltar fue anulada por su propio peso.

«No. Ahora no». Encendió su Cosmos y se impulsó con su brazo izquierdo para suplir la pierna; calculó que con ese tiempo perdido no lograría salvar a Kiki de la caída, así que cambió de rumbo y se dirigió a Kaldur. Éste ya estaba listo de antemano, y alzó el brazo que era como el martillo de un juez del Más Allá.

—¡Martillo Celestial!

El choque de sus brazos generó un ruido seco y una onda expansiva tan potente que los restos de las piedras y los árboles salieron volando en todas las direcciones como si fueran proyectiles. Shiryu sintió un molesto dolor en el brazo derecho, pero ni de cerca tan horrendo como el que tenía en el zurdo. De hecho, pudo ver un aura amarillenta rodear su extremidad cuyos huesos estaban intactos, y comprendió de pronto que estaba mirando mucho mejor.

El rostro compungido y dolorido de Kaldur era cuadrado y duro, y sus ojos eran negros y furiosos. Su brazal derecho era un montón de polvo que se llevaba el viento, y su piel estaba amoratada en esa zona.

—I-imposible…

—¿Pude superar su técnica? —se preguntó Shiryu en voz alta, tan confuso como su oponente.

—Rompió mi Martillo Celestial con su brazo desnudo… ¡Imposible! Había roto el izquierdo sin problemas, ¿cómo puede haber tanta diferencia de fuerza entre ellos? ¿¡Cómo!? —Kaldur le dio un manotazo con la mano izquierda que lo arrojó volando varios metros.

Pero al estrellarse no le dolió ni un poco. Fue como si lo hubieran tomado al vuelo y recostado suavemente en una cama de plumas.

—Esto es… —Shiryu notó un aura dorada a su alrededor. «Telequinesis» comprendió de pronto, pero no era cosa de Kiki.

—Puede que mis habilidades mentales no sean tan buenas como las tuyas, pequeño Kiki, y pueden estar oxidadas también, pero veo que aún sirven, je, je.

—¿Quién ha interferido? Oh… ¡Tú! —gruñó Kaldur, sobándose el brazo.

 

Shiryu miró hacia atrás, y sus ojos cada vez más claros se toparon con un anciano de pequeña estatura y barba cana, dejando en el suelo con sus brazos a un infinitamente sorprendido Kiki. Su bastón de madera estaba en la hierba unos metros más atrás.

—¡Ma-maestro!

—A ti es a quien vine a matar —dijo el Guía, sonriendo con aires de triunfo renovado—, me ahorraste el tener que buscarte… ¡Dohko de Libra!

—¡Espere, maestro! Este hombre es peligroso, no se...

—No te preocupes, Shiryu, todo saldrá bien —dijo su maestro, caminando con lentitud hacia su oponente, con el cuerpo cansado y encorvado pero el rostro absolutamente seguro de sí mismo—. Dice que yo soy su objetivo, ¡pues bien! Un hombre es responsable de sus propias batallas, así que no interfieras.

—Pero maestro… —No importaba qué tan fuerte fuese cuando joven, a esa edad ya no podría con él. Kaldur de Behemot era un guerrero totalmente físico, lo iba a hacer pedazos con el primer descuido.

Sin embargo, no podía desobedecerlo.

—Estás herido. ¿No prefieres descansar? —preguntó Dohko al detenerse.

—No seas engreído, viejo, eres tú quien descansará… ¡para siempre! —El Guía no perdió tiempo y arrojó su Destrucción de la Bestia sobre el anciano, que conjuró un escudo de energía a su alrededor a altísima (pero visible) velocidad.

—¡Cuidado, maestro!

La barrera rápidamente se rompió y Dohko fue derribado con las ropas rasgadas sobre la hierba, en completo silencio y sin poder hacer nada para evitarlo.

—Ja, ja, ja, ¿eso es todo? Y este es el Sumo Sacerdote del Santuario. Ja, el señor Poseidón me dará una gran recompensa por sacarle de encima al líder de los Ochenta y Ocho, el único que posee las memorias de la última aparición de mi rey y sus consecuencias.

—Solo soy un líder nominal… —dijo Dohko, poniéndose de pie con notorias dificultades—. Athena es quien nos dirige, a todos en el mundo.

—¡Qué tontería! —Con un nuevo ataque con su puño izquierdo, el maestro cayó al suelo nuevamente, pero se levantó con rapidez. Su rostro estaba lleno de sudor, y un hilillo de sangre caía desde su boca manchando su barba—. El reino de Athena es una burla a la humanidad, es una niña sin conocimientos de la vida; mi rey es el único capaz de hacerse cargo de la humanidad y sacarla de la suciedad en que navega desde hace miles de años.

—Por esas creencias tan ingenuas… es que hoy perderás.

—¡Viejo ridículo! —Kaldur creó un nuevo Martillo Celestial con su mano izquierda, y con él aplastó a Dohko a pesar de que éste creó una nueva barrera de Cosmos que fue fácilmente rota otra vez. El maestro tardó, pero se puso de pie—. De qué hablas, acabo de hacer pedazos al primer Santo de Bronce en derrotar a dos de Oro en la historia; Milo de Escorpio no pudo superarme; y tú pronto te convertirás en fiambre por desafiar a Poseidón en nombre de Athena. ¡Fuiste tú quien ordenó todas esas ridículas misiones en todo el mundo!

—Insensato. Milo no te habría dejado escapar si no fuera por la cobardía de ustedes los Marinas; y mi discípulo ya tiene el poder suficiente para derrotarte de no ser por sus heridas anteriores. Y en cuanto a mí… puedo vencerte también, hay una razón obvia para saber eso.

—¿¡Qué te crees, viejo!? ¡Recibe la Destrucción de la Bestia y reúnete con tus viejos compañeros en el infierno!

Mientras Kaldur arqueaba el codo, preparando su ataque, Dohko cerró los ojos y su aura salió de cada uno de sus poros de golpe, a la velocidad de la luz. Shiryu no fue capaz de percibir el cambio, de un momento para otro había una gran flama dorada a su alrededor, cuando el brazo del Guía todavía no terminaba de estirarse, ni su Cosmos de canalizarse.

Su maestro fue más veloz, y agarró el puño de Kaldur después de acercarse con dos pasos rápidos. Pero Shiryu veía tres manos chocando ahí en vez de dos. La pequeña de Dohko apenas se veía comparada con la grandota del Behemot, pero alrededor de ésta, como flotando desde un brazo y un cuerpo invisible, había una grandiosa y brillante mano dorada; la silueta de una más precisamente, varias líneas del color del sol que sus ojos y su cerebro unían para generar la ilusión de una mano sin brazo alrededor de las de los contendientes.

—¡Pero qué demonios! —protestó Kaldur, quien no pudo mover su brazo ni alejarse aunque se notaba que lo intentaba.

—Te di tres oportunidades para que me golpearas con tu verdadera fuerza, pero en cada una utilizaste el poder que te entregan estas aguas mancilladas por el Emperador de los Mares, ¡es una vergüenza!

—¿Dices que te dejaste golpear? ¡No digas tonterías! —Behemot usó su otra mano para tratar de jalar de su brazo, pero la mano gigante a su alrededor tenía un poder impresionante y se lo impedía sin problemas—. ¿Qué rayos es esto?

—¿Creíste que con tu fuerza física y ese poder prestado sería suficiente para vencer a un Santo de Athena? ¡Estúpido! —Dohko liberó a su presa y un segundo después empezó a flotar en el aire con una postura relajada, confiada y al mismo tiempo humilde—. Eso no basta en una batalla entre guerreros elegidos por los dioses, ¿no te lo enseñaron?

—No te des tantos aires de superioridad, viejo, ¡deja esos trucos ilusorios y pelea como un hombre! —gruñó Kaldur, quien retrocedió dos pasos quizás llevado por un instinto de alerta, de advertencia y supervivencia.

—¿Tienes miedo?

—¡Como voy a tenerle miedo a un anciano! Tus huesos son casi polvo, tus músculos son débiles como los de un niño, ¡todavía necesitas de un bastón!

—Como dije, eres un estúpido —De pronto, una figura empezó a formarse alrededor del maestro suspendido en el aire.

Al igual que la mano de antes, eran líneas de intensa luz dorada que se unían para generar una imagen reconocible, en este caso un cuerpo humanoide, musculoso, desprovisto de rasgos faciales o ropas, pero era claramente un cuerpo humano de luz semitransparente que en el centro de su pecho cargaba el cuerpo de aquel que había sido como un padre para Shiryu.

—¿Qué es este poder? ¡Con ese cuerpo decrépito, ¿de dónde saca este tipo tanta fuerza entonces?

—Aunque mi cuerpo esté cansado y frágil, el Cosmos, la fuente de pelea de todos los guerreros de los dioses, viene del interior. —La figura de luz crecía a cada segundo, expandiéndose desde el centro que era su maestro, en postura inmóvil todavía con excepción de su barba que se movía a juego con sus labios—. Viene de las memorias, la experiencia, los lazos, la determinación, la confianza, los valores, y los sentimientos… ¡Espíritu del Gigante Ancestral! (Jù Zǔ Líng)

Alrededor de Dohko había ahora un enorme gigante de luz dorada, y para sorpresa de los presentes, cuando el anciano alzó su pequeña mano magullada, el ser luminoso le imitó levantando su propio brazo semitransparente. Su estatura ya superaba la mayoría de los árboles de alrededor.

—¡Maestro! —«¿Acaso este es el poder de su Cosmos? Increíble».

—¡No me amedrentas con esa ilusión! Mi misión es acabar con el líder de los Ochenta y Ocho, y tengo el poder de mi makit a mi lado.

—Ese rey quiere ir contra las leyes de la naturaleza. Según la mitología de mi tierra, Pan Gu fue el primer ser vivo en el universo, que creó todo lo que existe a la vez que crecía y se volvía un gigante del tamaño del planeta. Fuera él o quien sea que creó este mundo, se hizo para que nadie lo destruyera, ni a los seres vivos que lo pueblan. —Dohko se inclinó amenazante hacia el Guía que ahora parecía un animal pequeño y asustado en comparación—. Alguien con fuerza prestada de un dios no podrá vencernos. Lo más importante: ¡El Cosmos viene del corazón!

—¡Destrucción de la Bestia!

Por alguna razón, el ataque del Guía se veía excesivamente lento. Y aunque Dohko se movía con fluidez y tranquilidad, su velocidad era claramente superior a la de cualquiera de ellos.

—Deja que yo, Libra Dohko, te enseñe algunas cosas antes de llevarte a la tierra de los muertos, ¡con la proyección de verdadero Cosmos!

El anciano golpeó el aire hacia abajo. El gigante lo imitó, y aplastó a Kaldur en menos de un segundo. Los trozos de sus Escamas volaron por todos lados, mas no quedó rastro del Guía del océano Antártico, y el temblor generado por ese furioso pero sabio golpe en la naturaleza fue mayor que cualquiera causado por los Marinas en los últimos días. Sin embargo, la sensación de miedo fue reemplazada por una de eterna gratitud…

 

Kiki lo ayudó a levantarse, pero ambos estaban con los ojos puestos en ese ser de luz que se hacía progresivamente más pequeño, y en el aparentemente frágil anciano que vivía en su interior. Pero Shiryu, aparte de conmovido y sorprendido por la escena que acababa de contemplar, se sintió estúpido por un momento. Decía que protegería a su maestro fuese como fuese, pero obviamente el Santo de Oro de Libra no necesitaba ninguna clase de protección.

Todavía estaba a años luz del poder de su maestro.

—Llevarán estos cadáveres al océano, Shiryu, Kiki. Será nuestra manera de advertirle al Emperador que no vuelva a acercarse a estas tierras, la naturaleza no será molestada por su capricho —dijo al volver a la normalidad, de nuevo a una apariencia frágil, sudorosa, cansada y con sangre en el rostro.

—S-sí, m-maestro.

—Shunrei no estaría contenta si sigue viniendo esta gente, ¿verdad? —dijo el maestro con una sonrisa divertida—. Y yo diría, Shiryu, que va siendo hora de que vayas cumpliendo con tu castigo, recuerda que debe ser lo más delicioso que haya probado. Mañana retomaremos el entrenamiento, en particular de ese brazo tuyo.

Kiki aún no era capaz de cerrar la boca.


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#327 Rexomega

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Publicado 07 agosto 2015 - 17:12

Saludos

 

La habilidad de Ichi de Hidra es probablemente el mayor desperdicio de entre el grupo de los otros santos de bronce, supongo que por considerarse el veneno como un arma deshonrosa... o porque Ichi no es precisamente un carismático príncipe de Dorne.   

 

Por mi lado, aconsejo que se conserve esta muerte para Rung. El veneno es un arma para el asesinato, y el asesinato es un "arte" que no suele moverse en la misma frecuencia que los niveles de poder. 

 

Dicho esto, admito que en realidad vine a dejar una acusación del fiscal:

http://objection.mrd...o.php?n=8010816


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Publicado 08 agosto 2015 - 20:57

-pobre dragon al parecer esta destinado a que su vista aparezca y desaparezca al menos no termino en la zona friends como los demas protas

 

lastima que Shunrei en el futuro le seria infiel con shun
 
- si Shiryu fuera fans de star wars confundiria con frecuencia a dohko con yoda por su condicion
de semi ciego XD :s46:
 
-Ese dohko es un loquillo por un momento pense que diria que  uno de los
fundamentos era ser heroico Jajaja
 
—Bien, entonces Shunrei, querida, ¿podrías traer una botella de sake de la despensa? 
 
-Este no te lo tomes a mal pero quieres darle mala fama al viejo,sabio y
extremadamente poderoso maestro? o dohko intentaba imitar al viejo kuru XDDD
 
¡Cómo voy a saber! Es solo una teoría —contestó divertido el anciano de Libra—. Yo nunca he usado la técnica, aparentemente.
 
-En palabras de un respetable compañero de foro el pasado del dohko de nd es mas heroico que el pasado del dohko de fail canvas  Jajaja
 
 -No se si Kaldur de Behemot era valiente o muy tonto para emfentarse al dorado que inspira temor incluso a los olimpicos segun la opinion de los espertos de saint seiya foros XD
 
-PD:me agrado mucho el capitulo fue en parte gracioso y heroico pero que me late que pedistes asesoria creativa a uno de los mas representativos expertos sobre dohko
 

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#329 Presstor

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Publicado 10 agosto 2015 - 15:41

sobre el arco de hyoga,si me bien ha gustado... esperada mas lucimiento del pato que es uno de mis personajes favoritos de la serie

me gusta que incluyas a los personajes de asgard espero que les bolilla de vez en cuando sobre todo a hilda que fue casi como

mi amor platonico

 

muy buen el capi de shirryu,es curioso como vuelan las noticias en tu fic...vamos que medio planeta sabe

que es el unico caballero de bronce que mato dos dorados...y sin embargo es el considerado el mas debil

de los 5 XD

 

bueno esperando el arco del fenix en la reina de la muerte...que digamos que es mi mas esperado

a ver con quien le juntas..con algun dorado o con cierta agullucha molona que anda por ahi

 

un saludo...



#330 -Felipe-

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Publicado 14 agosto 2015 - 10:57

Saludos

 

La habilidad de Ichi de Hidra es probablemente el mayor desperdicio de entre el grupo de los otros santos de bronce, supongo que por considerarse el veneno como un arma deshonrosa... o porque Ichi no es precisamente un carismático príncipe de Dorne.   

 

Por mi lado, aconsejo que se conserve esta muerte para Rung. El veneno es un arma para el asesinato, y el asesinato es un "arte" que no suele moverse en la misma frecuencia que los niveles de poder. 

 

Dicho esto, admito que en realidad vine a dejar una acusación del fiscal:

http://objection.mrd...o.php?n=8010816

¡Culpable! xD

Y sí , Dohko hizo algo. Pude haber mantenido el misterio hasta que alguna obra aparte del Canvas le hiciera hacer algo digno, pero no veo razón de respetar tanto eso jaja

 

En cuanto a lo demás, gracias por el consejo. Tienes razón en tu punto, de todas formas fue un ataque sorpresa, pero se que para algunos igual es chocante ver a Ichi matando a un enemigo de nivel (o siquiera matando a alguien). A ver qué sucede en el futuro.

 

Gracias por el comentario Rexo :D

 

 

 

-pobre dragon al parecer esta destinado a que su vista aparezca y desaparezca al menos no termino en la zona friends como los demas protas

 

lastima que Shunrei en el futuro le seria infiel con shun
 
- si Shiryu fuera fans de star wars confundiria con frecuencia a dohko con yoda por su condicion
de semi ciego XD :s46:
 
-Ese dohko es un loquillo por un momento pense que diria que  uno de los
fundamentos era ser heroico Jajaja
 
—Bien, entonces Shunrei, querida, ¿podrías traer una botella de sake de la despensa? 
 
-Este no te lo tomes a mal pero quieres darle mala fama al viejo,sabio y
extremadamente poderoso maestro? o dohko intentaba imitar al viejo kuru XDDD
 
¡Cómo voy a saber! Es solo una teoría —contestó divertido el anciano de Libra—. Yo nunca he usado la técnica, aparentemente.
 
-En palabras de un respetable compañero de foro el pasado del dohko de nd es mas heroico que el pasado del dohko de fail canvas  Jajaja
 
 -No se si Kaldur de Behemot era valiente o muy tonto para emfentarse al dorado que inspira temor incluso a los olimpicos segun la opinion de los espertos de saint seiya foros XD
 
-PD:me agrado mucho el capitulo fue en parte gracioso y heroico pero que me late que pedistes asesoria creativa a uno de los mas representativos expertos sobre dohko

 

1. Sí, Shiryu tuvo buena fortuna en eso, de hecho como se ha mencionado con anterioridad, lleva una relación con Shunrei desde el principio de la historia, y se mantendrá. Se lo merece, a pesar de que él la ve apenas como una mancha ahora jaja Ahora, ¿le será infiel con Shun en la parte de "Omega"? Pues quién sabe, en la serie tenía un marido casi vegetal, y la chinita también tiene necesidades xD

 

2. Probablemente, pero hasta ahora el único que se ha confirmado ha visto Star Wars es Aiolia (no sé si recuerdas su discusión con Asterion y sus trucos jedi lol)

 

3. Te seré sincero: estuve tentadísimo a poner algo similar al heroismo entre los fundamentos (así como que su técnica se llamara XXXX de Jade o Emperador de XXXX), pero los cuatro fundamentos ya los había puesto en la batalla con Shura y no quise cambiarlos. Una lástima jajaja.

 

4. Nah, es un viejito, que se de sus gustos!! En cuanto a lo otro, recuerda que el pasado de este Dohko está basado en el del Cavas, no el de ND (guiño guiño)

 

5. Kaldur... no era ninguno de los dos. No era tan estúpido, ni tampoco fue valiente. Simplemente le dieron una orden, y pensó en llevarla a cabo al considerar a Dohko, por más poderoso que fuera en su juventud, un débil y senil Santo retirado. Diría que hasta fue válido su pensamiento, por más errado que resultara xD

 

Qué bueno que disfrutaste el capítulo! Gracias como siempre :D

 

 

sobre el arco de hyoga,si me bien ha gustado... esperada mas lucimiento del pato que es uno de mis personajes favoritos de la serie

me gusta que incluyas a los personajes de asgard espero que les bolilla de vez en cuando sobre todo a hilda que fue casi como

mi amor platonico

 

muy buen el capi de shirryu,es curioso como vuelan las noticias en tu fic...vamos que medio planeta sabe

que es el unico caballero de bronce que mato dos dorados...y sin embargo es el considerado el mas debil

de los 5 XD

 

bueno esperando el arco del fenix en la reina de la muerte...que digamos que es mi mas esperado

a ver con quien le juntas..con algun dorado o con cierta agullucha molona que anda por ahi

 

un saludo...

Paso a explicar. Hyoga no lució porque no era realmente el protagonista. Al igual que en Sudáfrica donde Seiya fue tan secundario como Jabu para la historia de Aiolia (e incluso de Kitalpha) o en las islas donde Shun quedó relegado a solo ser testigo de los acontecimientos cuyo protagonismo fue de Shaina, en este arco el prota fue Milo de Escorpio. Hice estos capítulos para desarrollar un poco más a los Santos de Oro y darles enfrentamientos contra rivales de nivel (no Santos de Bronce o debiluchos espectros... o muy muy overpower espectros). En el caso de Milo era necesario, tuvo una sola pelea decente en todo el manga (contra Hyoga, y solo al final de la misma), así que ese es el motivo :)

En todo caso, te prometo que Hilda volverá a aparecer (así como Freyja). Como un f.anboy de la saga original de Asgard, me considero en obligación de seguirlas metiendo en una que otra parte.

 

En cuanto al capítulo reciente, sí, las noticias vuelan rápido especialmente a través de las olas. Shiryu es reconocido ya como el que mató a dos dorados, aunque personalmente no lo considero el más débil. Lo considero (en la obra de Kuru, no en la mía donde tengo otro ranking de poder) el tercero, donde Seiya e Ikki son los puntos altos y Hyoga es el más bajo. Aunque es cosa de gustos, supongo.

 

Y sobre Ikki... esto es algo incómodo xD Jamás planee (ni se me ocurrió) meter un arco de Ikki. Y sencillamente no sabría con quién ponerlo ni en qué circunstancias, ya que Muu solo saldrá a lulcirse en la saga de Hades, Shaka ya ha tenido (y tendrá) mucha cámara, y Alde anda en otra cosa (se verá en pocos capítulos). Marin... Marin ya tendrá su momento, lo prometo, pero hay mucho sobre ella que no puedo revelar todavía, y si la pongo de protagonista me arriesgaría demasiado a ello :(

Por otro lado, Ikki esta ahora en completo reposo, así que siento decir que por ahora no saldrá el gran Fénix.

 

Gracias por el review, Presstor :D

 

***************************************************************************************************

 

 

Y ahora... ya ha pasado casi un mes...

 

 

MIKHAIL I

 

20 de Enero de 2014.

No podía dormir, apenas había descansado durante esas semanas; pero en cambio Salem de Dragón Marino, su maestro, estaba tan tranquilo como siempre, quizás más que antes, sin importar cuántas malas noticias recibiera. Cuando aún era su discípulo le encantaba fallar en sus pruebas para ver su cara de decepción, de ira y frustración, por más que ya se estuviera convirtiendo en un Marina más poderoso que él. Pero desde que acabó con Jano, el irritante guardián del Templo, se llenó de confianza, como si matar al traidor ese fuera meritorio.

Según Mikhail recordaba, le había dado permiso a Jano para descansar un minuto ese día a mitad de Octubre. Luego sintió un extraño Cosmos y salió a las afueras del Templo esperando que Salem estuviese peleando con invasores de la superficie, pero ya todo había culminado. Solo su maestro estaba de pie allí, había convertido a Jano en polvo después de que trató de atacarlo a traición. ¿Para qué? No es que le importaran los motivos de por qué la gente hacía cosas tan estúpidas.

Ahora nada le molestaba, y además era menos fanático, otra cosa por la que lo odiaba. Poseidón era un dios que consideraba a los humanos como insectos sin valor, ¿de qué servía andar arrodillándose por él, besando el suelo que iba a pisar? Con seguir peleando, a Mikhail de Leviatán le bastaba.

 

Esta vez podría ver la reacción de todos los demás Generales o Bipan como les dicen los soldados con ese horrible idioma extinto. Se reunieron en el Salón de Honor en el ala oeste del Templo apenas el sol desapareció tras su peculiar cielo submarino; era una habitación pequeña de forma octogonal con muros de piedra azul, adornados con perlas grises cerca del techo negro. Una mesa de ébano con igual forma se hallaba al centro, brillaba con matices multicolores como los corales cuando la luz atravesaba la única ventana detrás de la silla principal, circular y con delgados barrotes que simulaban la silueta de un tridente.

Los Siete Generales se quitaron las capas y las lanzaron sobre la mesa, era una muestra de humildad ante el Emperador Poseidón, quien aunque ausente de forma física, mostraba su presencia con la manifestación de su poder en todos los mares: sus criaturas causaban estragos en cada esquina del planeta.

Detrás de cuatro de los siete se mantuvieron de pie Mikhail y los otros tres Guías que habían sobrevivido; ninguno tenía permiso para hablar a menos que alguien pidiera su opinión.

—Bienvenidos, señores —saludó Salem con su voz grave habitual. Se había quitado el yelmo, y su cabello blanco (de herencia atlante) caía liso en su espalda, poco más abajo del cuello. Tenía ojos celestes desprovistos de otras emociones más que absoluta calma y confianza en la victoria de su ejército, su Geran, y su rostro era delgado y huesudo, como el más duro de los metales—. Damos inicio a la última asamblea antes de que nuestro Señor finalmente se haga presente y tome su lugar al frente del mundo.

Miró hacia el sillón vacío que parecía hecho de zafiros, solo por las gemas diminutas que había incrustadas en su madera tallada de color negro. Los demás Generales y Guías lo imitaron, menos Mikhail que ya había visto eso muchas veces mientras cuidaba el Templo en reemplazo de Jano.

—Hay mucho que hablar esta vez, ¿verdad? —preguntó con desgano Escila, el Togdewil, mientras se rascaba la barbilla puntiaguda. No sabía su verdadero nombre, nadie preguntaba el de nadie; allí solo tenían los títulos de las criaturas representadas por su Escamas Superiores o Medias.

Escila decía haber nacido en una isla al sur del océano Pacífico, era de tez bronceada y rasgos elegantes, con cabello rojizo claro que por delante se veía muy corto, pero por detrás caía hasta el final de la espalda. Tenía los ojos pequeños, casi enterrados en el rostro, de color café amarillento; era muy alto en realidad, pero estaba tan inclinado sobre la mesa que parecía más bajo que los demás. Su armadura era un montón de piezas con forma animal organizadas de manera irregular en todo el cuerpo.

Detrás de él, en perpetuo silencio, su leal perro faldero: Caribdis, que decía venir de la misma isla que su maestro, y a quien Mikhail consideraba tal vez el más confiable entre los Tolem. Era de piel morena, robusto, con largo y rizado pelo negro, del mismo tono que sus ojos ligeramente rasgados.

—Contigo en particular no, pero ya llevamos mucho tiempo sin que nadie dé explicaciones de lo que ocurre —contestó el Shomdewil, Salem.

—Hay miles de Cetos sueltos por todo el planeta, pero los Santos se han organizado bien y han aprendido a defenderse —dijo el Alishmakit, “hijo del rey”, con su habitual tono serio, lento y sabiondo—. Es una vergüenza que ya ni siquiera los Santos de Oro sean necesarios para enfrentarlos y derrotarlos.

Chrisaor era de piel negra como ébano, con ojos diminutos de tono cobalto y una larga melena mohicana tan blanca como la espuma desde el centro de su cabeza rapada. Era tal vez el mejor entrenado de los Siete, con un cuello grueso a juego con la amplia espalda, y brazos enormes bajo las piezas de metal; pero era totalmente lampiño de rostro, ni siquiera se dejaba cejas, una tradición de su gente, al parecer. Sus Escamas incluían un aro gigante que se elevaba por sobre su cabeza desde las hombreras, pero no parecía molestarle en lo más mínimo.

—Lo es, pero también es cierto que los Cetos no son más que una etapa previa, una preparación para cuando se manifieste el rey y conjure el Mabelmok, así que no debería molestarnos —declaró Nishlish, la Sirena, un hombre mucho mayor de lo que su apariencia femenina y delicada demostraba. Y también mucho más peligroso, se le consideraba solo inferior a Salem.

«Pero cuando conoces sus trucos es una basura, yo lo haría pedazos» pensó. Aunque debía admitir que su apariencia era una gran ventaja, podía llevar al rival a confiarse de más. Tenía rasgos suaves y piel blanca, era bajo y casi escuálido, solo sus alas le daban mayor presencia; tenía una nariz pequeña, ojos dorados, casi cristalinos, con cabello rubio rizado que caía en bucles sobre sus mejillas. Nunca lo había visto sin su sonrisa de niña en la cara, parecía que todo le era positivo.

Detrás de él, con el porte más elegante y respetuoso posible, la Nereida, la primera en llegar al Templo poco después de la muerte de Jano. La detestaba, era tan fiel y obediente que dudaba que tuviera cerebro o sentimientos propios, hacía todo lo que le ordenaban sin rechistar, una chica que habían elegido para que estuviera lo más cerca posible de Poseidón cuando reviviera. Había traído además el tridente desde el continente perdido. Tenía una figura esbelta y curvilínea, con ojos verdes y larga cabellera rubia y rizada; era guapa sin duda, pero un perro también podía ser lindo, decían.

—¡Ya vamos a matar a todos esos Santos, demonios! —exclamó el Meldewil, Caballo Marino, con un ruidoso golpe sobre la mesa. El más dado a expresiones exageradas entre los Siete tenía cabello castaño, sucio a pesar de estar bajo el agua, se extendía enmarañado hasta debajo de la cintura; contaba con una barba mal cuidada, afeitada con desgano, dejando más pelos en un lado que en el otro. Era robusto y grandote, con ojos grises expresivos y sinceros, a diferencia del jovencito escuálido tras él que tenía una mirada triste y misteriosa, lo que según su maestro era entrenado, un estilo que serviría para que el oponente no leyera alguno de sus movimientos. No. Para Mikhail, el Tritón era simplemente lo mejor que se pudo encontrar en el océano pacífico, la opción para llenar el puesto de Guía de Sey.

—No hasta que nuestro Señor se siente con nosotros. Para eso existen los Guías, tientan el terreno y nos indican las debilidades del enemigo —dijo Salem.

—Pero algunos no son capaces de entender eso —murmuró con pausa pero absoluta seriedad (y un toque de divertida amenaza) Chrisaor, dirigiéndose de reojo al hombre más extraño del salón, el que estaba sentado a su derecha.

Siempre encorvado, con Escamas que parecían haber tomado gigantes con sus manos, deformándolas hasta que quedaron como los corales submarinos, tan horribles como su rostro. Sihkaden, el monstruo Lymnades, era de piel tan pálida como la luna; completamente calvo, de ojos caídos y negros; con una barbilla prominente y una larga nariz puntiaguda.

—¿Te refieres a mí? —dijo el más viejo de los Bipan haciendo un ademán desinteresado con su mano blanca en la que se destacaban sus largas uñas rojas, y una sonrisa burlesca y confiada—. Solo fui a hacerle una visita a uno de los Santos de Bronce, el menor rango de ese ejército, nada importante. Obtuve secretos en abundancia de él, je, je.

—Incumpliste con las órdenes del Gran General —recriminó Chrisaor otra vez mientras Escila soltaba una risa por lo bajo. A Mikhael le estaba costando no imitarlo—. ¡Eso es una falta grave, no te rías!

—Lo importante es que salí ileso de ese terrible enfrentamiento, amigo, ja —Lymnades alzó la mirada hasta encontrarse con la suya, y luego con las de Tritón, Caribdis y la Nereida—. No soy un simple actor de color que se muere al principio de la película. O un Guía.

Chrisaor cerró el puño con fuerza y dejó salir una pizca de su singular aura oscura, pero una mirada de Dragón Marino y un gesto de su mano lo calmó de inmediato. Debía reconocer que Salem era el mejor en esas cosas…

—Tranquilos, señores, no estamos aquí para pelear entre nosotros, como imagino recuerdan. Nuestro deber es preparar la llegada de nuestro Señor y llevar a cabo la limpieza de este inmundo planeta… Pero Lymnades tiene un buen punto en todo caso. ¡Lotan! —le llamó sin voltear la cabeza hacía atrás ni un milímetro, remarcando el término atlante de Leviatán, a sabiendas seguramente de preferir cualquier otro idioma.

—¿Señor? —preguntó sonando exitosamente con respeto.

—Hace unas semanas, y en un solo día, perdimos tres Guías. Me encantaría saber el motivo de ello.

Sabía que le iría a preguntar eso en algún momento, así que ya había alistado su respuesta.

—Mi deber como Mok Tolem es organizar las defensas del Templo y las misiones de los Guías, entregándoles los soldados más aptos para cumplir con las necesidades específicas de cada misión —recitó, soltando cada palabra igual a las que había creado en su mente—. Por eso envié a Náyade a las islas Egeas, ya que era la más apta a camuflarse entre la multitud; y ordené que dadas las habilidades de hielo de Jormungandr, fuera a vigilar a Drbal para que no arruinara nuestros planes; y Behemot quería demasiado su venganza contra los Santos de Oro. Con su fuerza no debía ser problema destrozar al anciano, lento y débil Sacerdote del Santuario… Pero si las cosas no salieron como fueron planeadas, humildemente debo decir que no fue mi culpa, sino que el entrenamiento de los caídos no fue el mejor para sobrevivir a misiones perfectamente adecuadas a sus habilidades.

Chrisaor le dirigió una mirada de fuego silencioso; el Lymnades soltó una risita aprobadora; y el Kraken, que se había mantenido en silencio, no abrió su único ojo.

—¿Estás sugiriendo que la culpa es de los maestros de los caídos? —inquirió Sirena, siempre con su sonrisa inocente.

—No respondas, Lotan —se adelantó Salem, y luego se dirigió a sus pares otra vez—. Entiendo el punto, y puede que haya razón allí. ¿Qué nos pueden decir sus maestros? El príncipe Eolo, un semidiós en toda regla, renació en un cuerpo anciano pero poderoso, y se requirió del héroe de la Titanomaquia para acabar con él; y Drbal, el gobernante de Asgard, tenía parte del poder de nuestro Señor para que se encargara del Santuario de Atenas en nuestro nombre por un tiempo, y en agradecimiento por asistirnos en la recuperación del ánfora; pero a pesar de ello fue derrotado, aunque también por un Santo de Oro. Sin embargo Lymnades, tu alumno fue derrotado por un viejo decrépito, y algunos testigos vieron un niño y a un Santo de Bronce herido involucrados. ¿Qué excusa tienes?

—¿Qué me dices a mí? Yo no iba a entrenar a un muchacho tan débil como ese por tantos años, nunca aprendió mis habilidades, así que la mayor parte del tiempo se entrenó por sí solo —se excusó el viejo encorvado con la misma sonrisa burlesca de siempre; como a Mikhael, poco le importaba el gigantón descerebrado que se tragaron las olas y lo llevaron al interior de la cúpula—. Ja, ja, pensar que se enorgullecía de ello, hasta me dio las gracias una vez. No me eches la culpa de su ineptitud, Dragón Marino.

Antes del incidente de Jano, Salem podría haber demostrado el poder dado por los dioses atemorizando a Lymnades, quizás hiriéndolo, pero ya no se dejaba llevar por emociones. Ahora era aburrido.

—Bien. ¿Y tú, Chrisaor? Náyade fue vencida por una sola Santo de Plata.

—Seguramente se confió y no aprovechó bien sus habilidades y ventajas. De todas maneras acabó con un ex Santo, con decenas de soldados encerrados, y ayudó a los Cetos a despertar. No tengo nada que recriminarle a su alma inmortal.

«Bah, otro aburrido».

—Ciertamente no lo hizo tan mal, aunque perder con un solo oponente del rango medio del ejército ateniense aún es desconcertante. —Salem giró la cara hasta encontrarse con el único que quedaba por interrogar…

…Pero este empezó a hablar antes que le preguntaran cualquier cosa. El Krakem era el más joven de los Generales, aún menor que su propio pupilo, pero no lo aparentaba. Tenía un rostro duro, de rasgos rectos y nariz hundida; cejas tupidas, largas patillas, y cabello castaño y alborotado. Su ojo derecho era celeste, frío y severo, pero el izquierdo había desaparecido en alguna aventura pasada no contada jamás, y solo quedaba un hueco oscuro del que caía una simpática cicatriz que cruzaba toda la mejilla izquierda.

—Slange fue derrotado por un Santo de Bronce, pero no cualquiera, sino por el que venció a uno de los Santos de Oro. No hay que confiarse con ninguno de esos que recorrieron el Zodiaco; estarás de acuerdo, ¿no, Dragón Marino?

—Pegaso, Cisne, Andrómeda y Dragón —rememoró Salem con un tono de indiferencia que cambió a su habitual de certeza—. Los milagros solo ocurren una vez; siguen siendo Santos de Bronce.

—Se ha logrado bastante en todo caso, ¿no? —intervino Escila. Estaba cada vez más recostado sobre la mesa—. Los Cíclopes revivieron en las tierras de Mu, causaron los terremotos, y recuperamos el tridente, ¿qué mejor?

—Por más que los Santos se defiendan, terminarán siendo aplastados por las criaturas despertadas por nuestro rey —siguió Caballo Marino, sonriendo con aires de triunfo premeditado, como si hubiera tenido una mísera pelea—. No hay manera de que ganen.

—Hay que ser cuidadosos, no subestimemos a los Santos de Oro, pueden aparecer en cualquier momento y darnos problemas —dijo Chrisaor, cerrando los ojos con aires de divinidad y alzando la voz.

—Tengo un plan para esto. —Salem se puso de pie y golpeó su capa sobre la mesa con las palmas de sus manos. Tenía la más sobria y elegante de las Escamas Superiores, toda radiante de brillos dorados y anaranjados—. Disminuiré el ataque de los Cetos y las demás criaturas.

—¿Qué?

—¿¡Qué cosa!?

Lymnades y Caballo Marino se pusieron de pie, exaltados. Chrisaor tenía la boca abierta, y Escila arqueó una ceja desde su refugio pegado a la tabla.

—También ordenaré a los kokas que se concentren en los alrededores de Grecia —añadió Salem con calma ante la mirada atónita de los demás, excepto el Kraken que seguía impávido, y Sirena que sonreía como si nada pasara. Era una escena de verdad digna de contemplar.

—¿¡Por qué hacer algo así!? ¿No crees que es un poquitín cobarde? —dijo Lymnades con sorna, pero había perdido su sonrisa.

—¿¡Pretendes que nos rindamos, Dragón Marino!? No es el momento de guardar fuerzas, ¡y centrar el ataque en un solo lugar en vez de una fortaleza mundial (como corresponde a los tres cuartos del planeta que gobernamos) es muestra de debilidad! —rugió el Caballo Marino, rechinando los dientes.

—¿Cuál es tu plan? —preguntó el Kraken, tal vez ya captando el secreto que solo Mikhael conocía. Tal vez Sirena también, dada su sonrisa.

Y se hizo evidente cuando Salem se dirigió a él.

Nishlish, encontraste al receptáculo de nuestro Señor, ¿verdad?

—Sí —asintió el General sonriente, Mikhail vio como sus alas se movieron cuando levantó un brazo—. La oportunidad perfecta será aproximadamente en dos meses, y mi discípula se encargará de despertarlo.

—¿De qué diablos hablan? —musitó Escila.

—El señor Poseidón ha elegido el cuerpo en el que renacerá, los guardianes de Sha lo han encontrado. En estos dos meses disminuiremos los ataques para que el Santuario baje la guardia, ya que sabemos la fecha exacta en que nuestro makit volverá a este mundo, cuando nadie se lo esperaría sin contar a los oráculos. Vive en Grecia, ¿no es así?

Esta vez incluso Kraken fue consternado por la información.

—Sí. La Nereida ya ha hablado con el humano, así podrá facilitar la entrada de Poseidón en su cuerpo. —Sirena volteó el rostro y la Nereida, siempre bella y elegante, hizo una ligera y respetuosa inclinación, con una sonrisa leve que no escapó a los ojos de Mikhael—. Además, quizás la misma diosa Athena se acerque a él ese día.

—¿Qué, Athena? —Escila se levantó al fin. Todos se estaban dando cuenta de lo perfecto de todo el plan.

—Ya me estoy preparando para conocerla —añadió Sirena, feliz como un chiquillo—, la traeré para que conozca el Templo.

—Eso desviará las miradas, ya que el Santuario no espera algo así, tan cerca. Además podremos mantener a los Santos de Oro al interior de su base, y cuando el momento llegue, dispersaremos nuevamente los ataques. —Salem levantó los brazos como hablando a los dioses, como hacía ridículamente antaño, aunque los otros Generales también estiraron los cuellos como si el gesto tuviera sentido—. ¡Cuando nuestro Emperador del Océano convoque el Mabelmok, los Santos de Oro quedarán incapacitados y paralizados! Dejaremos libres a los Cetos, los Cíclopes y todos los demás seres que sigan a nuestro rey, y ni siquiera tendremos que dejar nuestras guardias para iniciar la limpieza del mundo. Sin Athena y los doce del Zodiaco, los demás nada podrán hacer, y solo quedará a disposición de Poseidón el elegir a los habitantes del nuevo mundo.

—Je, je, je, je, no debí dudar —asintió Lymnades, tapándose la boca para no reír a carcajadas. Mikhail deseaba hacer lo mismo.

—¡Le pediré al Emperador que me deje al menos salir unos días a eliminar a esos ridículos Santos! —gruñó Caballo Marino con una sonrisa de oreja a oreja.

—Es un excelente plan —concluyó Chrisaor, sentándose con sobriedad.

—Cuando ese día llegue… ¡Leviatán, Caribdis, Tritón! Ustedes dirigirán las primeras filas de ataque, dejarán limpio el último tramo del regreso de nuestro Señor —dijo Salem de Dragón Marino, colocándose la capa azulada. Los otros Generales lo imitaron.

—¡Sí! —contestaron los tres al unísono. Eso era lo que esperaba, no podía vivir lejos del campo de batalla, oculto en ese aburrido desierto submarino. Sería el verdugo para todos los soldados sobre la Tierra.

—La reunión concluye.

 

 

 

 

 

Por cierto, ¿alguien podría ser tan amable de explicarme como hacer que el foro pegue lo escrito en el word respetando la maldita sangría?  <_<


Editado por Felipe_14, 14 agosto 2015 - 11:00 .

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#331 Killcrom

Killcrom

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Publicado 14 agosto 2015 - 18:20

Me alegra mucho volver a tu tema, Felipe. Hoy tenía pensado acostarme por temas de salud. Necesito dormir de noche, no de día, pero creo que te debo más de una muestra de respeto y la verdad, tampoco me voy a demorar tanto en leer un capítulo de tu maravillosa historia. Sin más, continúo. 

 

Veo que ya has arreglado al menos el prólogo y añadido un archivo. Podría ser un buen momento para imprimir tu pdf y leerlo a mi ritmo. La verdad, sería mucho más cómodo para mí. Pero viendo que también añadiste un índice, ahora puedo seguir la historia sin volverme loco buscando dónde me quedé. 

 

En este caso, lo último que leí fue Seiya III. Así, ahora toca Shaina (bruja) I

 

Me gusta cómo introduces la aldea Rodorio (Rodrio en tu fic, da igual. Me entiendes). Sin extenderte demasiado, nos pones en situación. Aprendo de esto, que es justo lo que estoy poniendo en práctica en los capítulos que escribo actualmente. Necesito más dinamismo y de tu historia puedo sacar ejemplos. 

 

Muy buena acotación en la que explicas que los Kido pueden controlar los medios, pero no tapar cada agujerito de información. Eso demuestra que Shaina es avispada, tal y como se le ve en la historia original.

 

Si bien este párrafo es bueno, siento que podría ser mucho más claro: " Shaina estaba sentada en una fuente cerca del mercado decorada con estatuas de bronce representando héroes y doncellas de la mitología. El agua que salía a chorros de la boca de un delfín no era tan fuerte ni tampoco el cuchicheo delágora[1] para no oír bien, mas no logró advertir cuándo se sentó él a su lado."

 

 

1) esta proposición debe ir entre comas, pues es una acotación. 

2) Añadiría una coma entre "fuerte" y "ni"

3) Se te juntaron las palabras al poner en cursiva "ágora". Y pensándolo bien, "ágora" es mucho más correcto que "foro", que utilicé yo... creo.

 

Con estos arreglitos, en mi opinión, solucionarías la dificultad para leer el párrafo. 

 

Sobre la nariz de Algol, utilizaría otro adjetivo. Convexa parece aplicable a otros contextos... ¿no? Y sobre la palabra "puzle" que mucha gente piensa que está mal escrita, no. Está bien. Precisamente, para la RAE es cuando se escribe con dos zetas cuando está mal. Así que bien hecho.
 
Luego, la forma de redactar la soberbia de Algol me gusta. Ciertamente es irritante, es un vanidoso, y eso lo has podido reflejar rápido y bien. Y para la aparición de Mosca igual, muy bien. En general, este capítulo me está gustando bastante, tanto por organización como por contenido.
 
Mosca es muy listo, es el tipo de enemigo que no me gustaría tener. Si bien Algol destacó por ser especialmente rápido comprendiendo y asumiendo cosas, este tipo, Dio, es sin duda superior a él. Y un reflejo mucho mejor de lo que se puede esperar de un santo de plata. Habrá que ver cómo manejas en los combates a los santos que fueron mera carne de cañón. 
 
Por cierto, quiero pedirte disculpas, pero no recuerdo que derrotasen a Cerbero en tus anteriores capítulos. ¿Podrías refrescarme la memoria, por favor? Si me olvidé de algo, te pido disculpas, pero creo que esto es algo que pasó en segundo plano... ¿correcto?
 
Por ponerte un pero, simplemente por molestar, te diría que necesitas personajes que hablen de otra forma. Comprendo que el trasfondo que pareces dar a Mosca no le hace ideal para que hable de forma más llana, pero casi todos tus personajes se expresan... como doctos. Yo cometo ese error, no te preocupes. Y además, veo que intentas solucionarlo con muletillas (je, je, je) en el caso de Dio y con el mal humor propio de Shaina. Sin embargo, me gustaría ver a un caballero más sencillo en ese sentido. Alguien que hable como una persona analfabeta. Que sea directa, llana, e incluso diga cosas mal. 
 
Y bueno, aunque esta etapa de escribir fics es precisamente para hacernos con un estilo, encuentro similitudes entre Dio y Varis (ya tú sabes) y expresiones como que "los muros tienen oídos". Estamos de acuerdo en que las palabras no tienen copyright, pero creo que la influencia de don Martin destaca en esta parte del capítulo más que el propio estilo que estás (o más bien estabas en 2014, imagino) desarrollando. Seguro que eso ya cambió.
 
Ese Saga de Géminis sí que tiene estilo escribiendo cartas y no Kishut. Debería aprender de él... ¿Tiene relación con los "cuervos" de Martin? Si es así, en este caso la jugada te salió perfecta. Me gustó mucho el detalle. 
 
Y para el cierre del capítulo, esa mirada de Algol, esa forma de decirlo... sublime. 
 
Al margen de lo que te he criticado en el capítulo, me ha parecido excelente. Muy bueno. Y por eso me gusta leerte aunque solo lo haga una vez cada guerra santa. Siempre aprendo algo de ti. 
 
Sin más, un abrazo y siento no darte más comentarios. Todo se andará. 

Editado por Killcrom, 14 agosto 2015 - 18:22 .

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Publicado 14 agosto 2015 - 21:16

asi que los que fueron derrotados eran discípulos de los generales

 

bueno al menos no les fue tan mal como los plateados que enviaba saga XD

 

 

sobre el plan no entendi de que trataba el Mabelmok


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Publicado 21 agosto 2015 - 10:09

 

Me alegra mucho volver a tu tema, Felipe. Hoy tenía pensado acostarme por temas de salud. Necesito dormir de noche, no de día, pero creo que te debo más de una muestra de respeto y la verdad, tampoco me voy a demorar tanto en leer un capítulo de tu maravillosa historia. Sin más, continúo. 

 

Veo que ya has arreglado al menos el prólogo y añadido un archivo. Podría ser un buen momento para imprimir tu pdf y leerlo a mi ritmo. La verdad, sería mucho más cómodo para mí. Pero viendo que también añadiste un índice, ahora puedo seguir la historia sin volverme loco buscando dónde me quedé. 

 

En este caso, lo último que leí fue Seiya III. Así, ahora toca Shaina (bruja) I

 

Me gusta cómo introduces la aldea Rodorio (Rodrio en tu fic, da igual. Me entiendes). Sin extenderte demasiado, nos pones en situación. Aprendo de esto, que es justo lo que estoy poniendo en práctica en los capítulos que escribo actualmente. Necesito más dinamismo y de tu historia puedo sacar ejemplos. 

 

Muy buena acotación en la que explicas que los Kido pueden controlar los medios, pero no tapar cada agujerito de información. Eso demuestra que Shaina es avispada, tal y como se le ve en la historia original.

 

Si bien este párrafo es bueno, siento que podría ser mucho más claro: " Shaina estaba sentada en una fuente cerca del mercado decorada con estatuas de bronce representando héroes y doncellas de la mitología. El agua que salía a chorros de la boca de un delfín no era tan fuerte ni tampoco el cuchicheo delágora[1] para no oír bien, mas no logró advertir cuándo se sentó él a su lado."

 

 

1) esta proposición debe ir entre comas, pues es una acotación. 

2) Añadiría una coma entre "fuerte" y "ni"

3) Se te juntaron las palabras al poner en cursiva "ágora". Y pensándolo bien, "ágora" es mucho más correcto que "foro", que utilicé yo... creo.

 

Con estos arreglitos, en mi opinión, solucionarías la dificultad para leer el párrafo. 

 

Sobre la nariz de Algol, utilizaría otro adjetivo. Convexa parece aplicable a otros contextos... ¿no? Y sobre la palabra "puzle" que mucha gente piensa que está mal escrita, no. Está bien. Precisamente, para la RAE es cuando se escribe con dos zetas cuando está mal. Así que bien hecho.
 
Luego, la forma de redactar la soberbia de Algol me gusta. Ciertamente es irritante, es un vanidoso, y eso lo has podido reflejar rápido y bien. Y para la aparición de Mosca igual, muy bien. En general, este capítulo me está gustando bastante, tanto por organización como por contenido.
 
Mosca es muy listo, es el tipo de enemigo que no me gustaría tener. Si bien Algol destacó por ser especialmente rápido comprendiendo y asumiendo cosas, este tipo, Dio, es sin duda superior a él. Y un reflejo mucho mejor de lo que se puede esperar de un santo de plata. Habrá que ver cómo manejas en los combates a los santos que fueron mera carne de cañón. 
 
Por cierto, quiero pedirte disculpas, pero no recuerdo que derrotasen a Cerbero en tus anteriores capítulos. ¿Podrías refrescarme la memoria, por favor? Si me olvidé de algo, te pido disculpas, pero creo que esto es algo que pasó en segundo plano... ¿correcto?
 
Por ponerte un pero, simplemente por molestar, te diría que necesitas personajes que hablen de otra forma. Comprendo que el trasfondo que pareces dar a Mosca no le hace ideal para que hable de forma más llana, pero casi todos tus personajes se expresan... como doctos. Yo cometo ese error, no te preocupes. Y además, veo que intentas solucionarlo con muletillas (je, je, je) en el caso de Dio y con el mal humor propio de Shaina. Sin embargo, me gustaría ver a un caballero más sencillo en ese sentido. Alguien que hable como una persona analfabeta. Que sea directa, llana, e incluso diga cosas mal. 
 
Y bueno, aunque esta etapa de escribir fics es precisamente para hacernos con un estilo, encuentro similitudes entre Dio y Varis (ya tú sabes) y expresiones como que "los muros tienen oídos". Estamos de acuerdo en que las palabras no tienen copyright, pero creo que la influencia de don Martin destaca en esta parte del capítulo más que el propio estilo que estás (o más bien estabas en 2014, imagino) desarrollando. Seguro que eso ya cambió.
 
Ese Saga de Géminis sí que tiene estilo escribiendo cartas y no Kishut. Debería aprender de él... ¿Tiene relación con los "cuervos" de Martin? Si es así, en este caso la jugada te salió perfecta. Me gustó mucho el detalle. 
 
Y para el cierre del capítulo, esa mirada de Algol, esa forma de decirlo... sublime. 
 
Al margen de lo que te he criticado en el capítulo, me ha parecido excelente. Muy bueno. Y por eso me gusta leerte aunque solo lo haga una vez cada guerra santa. Siempre aprendo algo de ti. 
 
Sin más, un abrazo y siento no darte más comentarios. Todo se andará. 

 

Wooo, gracias por pasarte, Kill, como siempre tus reviews son de lo más agradable de leer, uno aprende mucho con eso.

Sí, han cambiado muchas cosas xD Fue para hacer más amena la lectura.

...Vaya, qué cantidad de errores tuve allí jajaja Gracias por notarlo, pensé que le había puesto suficiente atención a la revisión por lo menos para evitar palabras pegadas.

Convexa... sí, tienes razón, suena raro, pero me parece que en ese momento no se me ocurrió (y me dio flojera buscar) algún sinónimo o palabra relacionada.

 

Como dije en su momento, este fue uno de los capítulos que más me gustó escribir, y parte de eso es gracias a la aparición y actitud de tanto Algol como Dio. Uno, un inteligente y orgulloso arrogante con razón para serlo, y el otro, un ser desesperante e irritante como una mosca que no se va por más que la espantes con la mano. Me alegra que te gustaran los personajes.

 

Sobre Cerbero, no te preocupes, es normal olvidar ese tipo de detalles. En mi historia no hay ningún Santo de Cerbero, pues utilizo solo las 88 constelaciones modernas. Dante es el discípulo de Shaina que Seiya vence para obtener la armadura de Pegaso, reemplazando a Cassios en ese papel (aunque Seiya igual peleó con Cassios antes, con lo de la oreja cortada y todo).

 

Un analfabeto... hm, sí, ¡buena idea! Creo que voy a robártela xD

 

 

Es extremadamente curioso que menciones lo de Dio y Varys. Hace unas semanas Rexo apuntó unas similitudes de dichos entre mis personajes y los de Martin. Uno estaba bien, ya que fue intencional (Quaithe e Hilda), pero del otro todavía no sé a qué se refería jaja. En este caso explicitas a qué te refieres, pero no tuve la intención de plasmarlo así. Eso significa que al ser la última saga de libros que leí (en cuanto a que Danza lo leí hace no mucho), y probablemente la que más me gustó, inconscientemente me quedó todo eso y lo plasmé en los personajes. O quizás es una coincidencia sabiendo ustedes que me gusta Canción y basé en ella el estilo de este fic, pero definitivamente no fue intencional jaja

 

En cuanto a los cuervos... rayos, tampoco fue mi plan jajaja Desde el principio tuve en mente que Jamian fuera el cartero del Santuario así que, lamento decepcionarte, pero no lo saqué de Martin tampoco... conscientemente jajaja

 

Así que muchas gracias por el review, al ser quizás una de las personas que mejor desarrolla fanfics aquí (si no el que más), me alegra que te haya gustado el capítulo en general. Un saludo, Killcrom :D

 

 

 

asi que los que fueron derrotados eran discípulos de los generales

 

bueno al menos no les fue tan mal como los plateados que enviaba saga XD

 

 

sobre el plan no entendi de que trataba el Mabelmok

Sí, fueron sus discípulos hasta que se encontraron con el pato ártico (quien aprovechó que Slange no tenía powerup), Shaina (con una estrategia), y Dohko (con heroismo y sensualidad senil).

El Mabelmok... ya lo verás jaja

 

Gracias por pasar a comentar, como siempre, T-800 :D

 

***********************************************************************************************************************************

 

Y ahora AL FIN comenzamos con la saga de Poseidón como la conocemos. Espero les guste.

 

SAORI III

 

20:00 p.m. del 21 de Marzo de 2014.

Le costó mucho decidir si podía darse ese momento de relajo o no. Los Santos de Plata y Bronce se habían separado por todo el mundo para vigilar, pero en las últimas semanas varios se habían reunido en los alrededores de Grecia para defender a la gente de los débiles ataques de los Marinas, que parecían haberse rendido de un día para otro. Los monstruos también habían desaparecido en gran parte, y siempre eran controlados rápidamente por los Santos u otros ejércitos diversos. Era de esperarse. Aiolia, Seiya y su grupo controlaron a los Cíclopes y un semidiós en Sudáfrica; el equipo de Milo puso nuevamente a los Guerreros Azules del lado del Santuario y vencieron al gobernante, aunque lamentablemente no se enteraron de la ubicación del ánfora; el grupo de Shun venció a varios Cetos, y Shaina reportó que había un prisión extraña en el cabo de Sunión, así que Saori envió investigadores para saber la identidad del misterioso prisionero de Saga (además de un nuevo alcaide tras el triste deceso de Al-Marsik, ex Santo de Plata), pero no hubo resultados positivos.

Tres Guías del Mar habían caído ya a manos de Dohko, Hyoga y Shaina. Era una lástima, solo seguían el sueño de hacer del mundo algo mejor aunque a través de un método extremista, pero fueron muertes necesarias para proteger a la mayor cantidad de gente. Y los terremotos se habían detenido, así que todo le decía que podía darse esa noche de descanso y diversión. Mu y Milo no estaban de acuerdo, le repitieron varias veces que no había que bajar la guardia; Aiolia y Aldebarán le instaron a que se relajara alguna vez, llevando una escolta; y Shaka llevaba semanas meditando sin decir una palabra.

Al final se decidió por la promesa que le hizo a Tatsumi de ir juntos a la celebración de cumpleaños. Sophía, la más cercana de sus doncellas, una joven de dieciocho años de piel bronceada, cabello castaño y ojos negros llenos de gracia y serenidad, le confeccionó un largo y precioso vestido azul de estilo griego, cuya parte alta se unía a un collar plateado del que caía una segunda tela que caía al piso con el resto de la falda. Por supuesto, ató la cadena de flores en su muñeca derecha. Aldebarán, vestido con un terno muy elegante diseñado por Europa (la mayor de las cuatro, quien tenía corto cabello rojizo y casi veinte años pero una mirada azul, infantil y soñadora, destacaba por su osadía y creatividad) se ofreció a ser su escolta, además de las dos otras doncellas: Marmara, una chica grácil, rubia y de ojos azules que siempre estaba sonriendo y alegrándola, y Phedra, la más joven, con largo cabello negro y ojos café, que era algo tímida pero absolutamente leal a su causa.

Antes de salir, Europa se acercó a Aldebarán y le ofreció una flor blanca que ató en su chaqueta negra, ante la timidez adorable del Toro dorado quien se quedó con la mano tras la cabeza, nervioso.

Su fiel mayordomo los pasó a buscar en una limosina a las afueras de Rodrio, y después de un emotivo abrazo (que cada día se le hacía a Tatsumi más fácil) viajaron juntos a la residencia de la familia Solo.

 

A las ocho de la noche llegaron al acantilado frente al mar mediterráneo, cerca del cabo de Sunión (zona que Shun estaba vigilando con June, ahora debían estar en una de las islas Egeas). Sobre un promontorio se hallaba la lujosa mansión del heredero de la fortuna de los Solo, los más ricos de Grecia, que gobernaban gran parte del negocio naval en el mundo. Julian era el único miembro de la familia después de la muerte de sus padres cuatro años atrás en un accidente, y cumplía diecinueve años. La última vez que lo vio fue durante el funeral, en el cual se mantuvo tranquilo y silencioso.

Tan cerca del mar daba para sospechar de la presencia del enemigo, pero Aldebarán (quien se quedó en el patio frontal), le rogó que se divirtiera y le dejara las preocupaciones a él, en ese momento no sintió ninguna presencia hostil.

 

—¡Propongo un brindis en honor al señor Julian Solo en motivo de su decimonoveno cumpleaños! —dijo una joven muy arreglada y elegante, de larga cabellera rubia y grandes ojos azules, en lo alto de un estrado, y la gente reunida alzó sus copas y aplaudió.

—¡Salud! —En ese momento la orquesta se puso a tocar. Había de todo, músicos muy famosos y jóvenes talentos, como una arpista que rasgueaba las cuerdas con encanto y dulzura; un pianista en el estrado que entonaba una suave y relajante melodía, y un flautista de ojos soñadores y apariencia femenina que sonreía detrás de su instrumento dorado.

Pero el magnate no aparecía. La mansión, decorada con toda clase de cuadros marinos y pinturas sobre barcos y paisajes submarinos, seguía tan ausente del cumpleañero como cuando llegaron.

Phedra iba justo detrás de Saori mientras Marmara se acercaba a las mesas diversas con la excusa de vigilar más de cerca los posibles enemigos, aunque la notó varias veces riéndose de las bromas de los invitados más jóvenes. Era bueno que se divirtieran también, pasaban demasiado tiempo encargándose de ella, y aunque era su trabajo, un descanso y tiempo para ellas mismas no era nada malo. Tatsumi iba delante, escoltándola mientras Saori saludaba a los que conocía o la conocían, personas de la clase económica más alta con las que había entablado una mínima relación desde que era niña, en sus numerosos viajes con su abuelo. Una señora italiana (que aparentemente la conocía, aunque Saori no la recordaba) le preguntó cómo lo había pasado en esos viajes con su novio de lo que se hablaba tanto en la prensa rosa, pero se limitó solo a reír como respuesta. ¿Podía decirles que era la encarnación humana de la diosa Athena y que en eso pasaba la mayor parte del tiempo ocupada en lugar de chicos? Claro, pero no parecía la mejor de las ideas todavía.

—Es sorprendente, se ha reunido toda la clase alta del mundo en este lugar, está lleno. Veo incluso celebridades muy conocidas —dijo Tatsumi, comiéndose un trozo de pastel con prisa.

—Sí, este cumpleaños es el más concurrido al que he asistido en mucho tiempo —asintió Saori.

—Pero aun así me parece una exageración, al final es solo un muchacho, hace muy poco tiempo que tomó las riendas de la empresa.

—Mide tus palabras, Tatsumi, recuerda que tengo dieciséis, soy incluso más joven que él, y aun así también estoy a cargo de la fortuna familiar Kido, pero no parece molestarte.

—Oh, lo siento mucho, señorita, hablé de más. —Su mayordomo bajó la cabeza con humildad y la boca llena, pero le entendió bien.

—Ja, ja, tranquilo, tranquilo. Desde siempre los miembros de la familia Solo se han destacado por su poder, su estrategia y perspicacia. No creo que Julian sea la excepción.

—Me halagan sus comentarios, señorita Kido —dijo una voz, y Saori volteó la cabeza. Entre la multitud, como si nada, apareció Julian Solo, el cumpleañero a quien nadie había visto hasta ese momento.

Los gestos de asombro no se hicieron esperar, y tampoco los saludos de los presentes, que lo llenaron de halagos, de apretones de mano y algunos besos, pero el magnate solo tenía ojos para ella. Era un hombre apuesto, de piel blanca, muy alto, esbelto y de hombros anchos; tenía una nariz delgada y puntiaguda, pómulos rectos y una barbilla partida. Su cabello era castaño muy claro, peinado hacia atrás, y sus ojos de color aguamarina, claros y seguros.

Julian avanzó entre los invitados y le tendió la mano, que Saori estrechó ante el asombro (y algunos comentarios negativos por lo bajo) de los presentes que tenían relación con que la consideraban bonita y a él prácticamente un mujeriego. Saori todavía no era capaz de comprender las actitudes de algunas personas...

—Quería agradecerle que asistiera a esta fiesta, señorita Saori —dijo Julian con una sonrisa cautivadora y en un claro y experto inglés—. Hacía mucho que no nos veíamos cara a cara.

—Sí, estoy muy honrada por la invitación —saludó Saori con una inclinación de cabeza—. Muy feliz cumpleaños, Julian.

—Su belleza es el mejor regalo que he recibido esta noche, y es tal como la recuerdo. —Julian se inclinó y le besó la mano.

—Es muy halagador…

—Bueno, se lo merece. Nuestras familias siempre han trabajado juntos, mi padre hablaba mucho y muy bien de su abuelo, el difunto Mitsumasa Kido.

—Sí, se formó una buena relación entre ambas empresas.

—Pero no desee invitarla para hablar de negocios, ja, ja. —Julian le puso una mano en la espalda y Saori escuchó un gemido de Phedra detrás de ella—. A la vez que empezamos a tutearnos, me halagaría mucho que habláramos a solas, tengo interés en saber qué ha hecho la heredera de la familia Kido en todo este tiempo. ¿Te importaría acompañarme a la terraza?

«Vaya, no pierde tiempo». A Tatsumi le dio un repentino ataque de tos y los murmullos incrementaron su intensidad. Julian hizo un gesto con la mano y el flautista entonó una melodía un poco más entretenida, mientras la empujaba con sutileza y suavidad hacia la terraza cruzando el salón. Quizás con una conversación sobre las experiencias de vida podría olvidarse de los problemas del Santuario y los Marinas por un rato.

—Tatsumi, chicas, espérenme un poco, ya vuelvo.

—V-vuelva pronto, por favor, s-señorita —tartamudeó Tatsumi.

 

La noche era preciosa, estaba llena de estrellas que reflejaba el mar Mediterráneo. Un barco solitario navegaba por el horizonte y el viento silbaba con cálidas caricias. Bajaron por las escalas de la terraza hasta un pequeño patio verde iluminado con un par de faroles y adornado con algunos árboles aromáticos y arbustos floreados. La luna estaba invisible.

Julian estaba silencioso y pensativo. Quizás, como ella, podía disfrutar de un paisaje hermoso y una música relajante en paz… Su compañía tenía una edad similar, y tal vez en unos minutos podrían conversar de algo interesante.

Pero finalmente, ella empezó la conversación.

—Es un lugar muy bonito, Julian, gracias por invitarme aquí.

—Saori… —Julian clavó su mirada penetrante en ella, algo melancólica pero llena de seguridad en sus palabras, esta vez en japonés para aparentemente hacerla sentir más cómoda—. Como sabes, hace siglos que la familia Solo amansó una inmensa fortuna al extender su poder desde el Mediterráneo, por lo cual mi padre solía decir que era el dueño del mundo.

—¿Dueño del mundo? —Bueno, no recordaba a su padre, pero mientras su hijo no pensara lo mismo, Saori supuso que todo estaba bien. Quizás tenía ganas de cambiar la forma en que los Solo actuarían en el mundo de los negocios.

—Tenía sentido, ya que los mares cubren tres cuartas partes del globo. Mi deseo es hacerme con los siete mares. Quiero regir el mundo para mejorarlo, para que todos puedan tener las mismas oportunidades.

«… ¿Qué?» Debía ser una broma.

—¿Hacerte con el mundo? Vaya, no te recordaba tan gracioso, Julian, ji, ji.

—Me pregunto si te apetecería compartir el mundo conmigo —dijo el último de los Solo, haciendo caso omiso de su comentario.

—¿C-cómo dices?

—Sé que es repentino, Saori, temo que te hagas una mala imagen de mí, es una sorpresa y hasta una locura, pero es lo que siento en mi alma. Incluso si son reales esos rumores que dicen que ya estás con alguien, no me detendré. Desde que te vi por primera vez me siento así, y cuando cruzaste tus esmeraldas con mis ojos me di cuenta que no era algo que pudiera tardarse o arreglarse con citas vacías y conversaciones insulsas. Saori, deseo que me hagas el honor de ser mi esposa, y dominemos juntos los siete mares.

«¿Su esposa?». Al principio no supo qué decir, y se le subieron los colores a las mejillas; jamás alguien se le había declarado, y nunca pensó que sería de esa forma. En su vida ni siquiera había tenido… No, debía ser otra cosa. Saori decidió tomárselo como lo que sabía (o creía saber) que era.

—Ja, ja, ja, ya, deja de bromear, ja, ja.

—No es ninguna broma, Saori. —Julian adoptó un tono muy serio de voz, demasiado para su gusto—. Desde que te conocí supe que estábamos destinados el uno para otro, por más cliché que suene. ¿Acaso no lo sientes también? Sé que es raro, pero no haría esto si no fuera porque jamás me he sentido así con otra mujer antes. Con nuestras fortunas unidas sería muy fácil, y juntos nos haríamos cargo de que el mundo funcione como debe funcionar, somos perfectos para ello. —Por alguna razón, a Saori le sonaba muy sincero, como si Julian realmente creyera en lo que decía—. Tengo la impresión de que nos conocemos desde antes de nacer. Y no nos hemos encontrado solo una vez, sino en múltiples ocasiones, una y otra vez a través de las eras, ¡desde los orígenes en la era mitológica!

 

El viento sopló más fuerte, y la música adentro se calló de repente. La cara de Julian era apuesta y sincera, pero de repente a Saori, tan confundida, le pareció que tenía el cabello más oscuro, que sus ojos eran de otro color, y que en lugar de su elegante traje de gala blanco llevaba una camisa roja…

—Vaya, me halagas mucho, de verdad, y eso que en Japón los matrimonios rápidos no son algo poco común, ja, ja —bromeó Saori, pero quería dejar las cosas en claro. Tenía un mal presentimiento que le recorría todo el cuerpo—. Suenas sincero, pero lamentablemente no obtendrás de mí más que una rotunda negativa.

—¿Q-qué?

¿Qué era esa sensación? Saori se sentía pésimo, como si diversos Cosmos se estuvieran debilitando cerca de ella, uno tras otro. Sentía la necesidad urgente de volver adentro, y no tenía intenciones de pasar mucho tiempo más con ese hombre que quería ser su esposo de un momento para otro.

—Ha sido un viaje muy largo desde Japón hasta aquí, y creo que ni tú ni yo hemos descansado lo suficiente, ji, ji. Con tu permiso debo retirarme, me quedaré en un hotel cercano. —Saori se volteó mientras subía las escaleras y le dedicó la más dulce de sus sonrisas a ese rostro confundido e impactado. Sintió pena, pero fue lo correcto, no había ninguna forma de que pensara siquiera en la posibilidad remota de aceptar algo así—. Te deseo buenas noches y una gran velada, Julian, espero nos volvamos a ver pronto.

 

Al entrar se encontró con una escena aterradora. Había copas derramadas por toda la alfombra, y todos los invitados estaban cayendo uno por uno, como si se desmayaran; algunos aún se tambaleaban mientras otros estaban inconscientes en el piso. Entre ellos, Marmara, Phedra y Tatsumi daban algunas muestras de consciencia, y Saori corrió rápidamente a socorrerlos.

—¡Chicas, qué les pasa! —les dijo tratando de ayudarles a levantarse, pero las dos tenían ya nulas fuerzas, ni siquiera tomadas de la mano podían ponerse de pie.

—Señorita Athena… cuidado… —musitó Phedra en voz baja y débil.

—Váyase de aquí, señorita… por favor… —-suplicó Marmara.

—¡Tatsumi! —dijo Saori, negándose a hacer caso a esa petición—. ¡Dime qué pasó, por favor! ¡Tatsumi!

—E… Él… —con sus últimas fuerzas, el mayordomo alzó una mano y apuntó con uno de sus dedos hacia el estrado.

 

La banda estaba allí también, aunque inconscientes, con excepción de dos personas. Una era la bella joven que ofreció el brindis cuando llegaron, y el otro era el elegante flautista. Ambos sonreían como si hubieran recién cometido la más divertida de las travesuras.

—Ya, yo me encargo de ella, ve a cumplir con tu deber, Tethys.

—Sí, señor. —La joven desapareció en un abrir y cerrar de ojos, como si se hubiera desplazado a otro punto a velocidad sobrehumana.

—¿Por qué hiciste esto?

—Es un honor conocerla finalmente, señorita Athena —respondió en griego. Tenía cabello rubio que caía en bucles a lados de su cara, era delgado y bajo, y sus ojos eran dorados y tan sonrientes como sus labios. Sorpresivamente su elegante traje negro empezó a cambiar frente a sus ojos, como si hubiera sido una ilusión, y ante Saori había ahora un hombre armado y con alas, sosteniendo una linda flauta traversa en su mano, y emitiendo un increíble Cosmos desde todo su ser.

Eran Escamas obviamente, pero en lugar de ser rojas o azules, eran doradas y anaranjadas. Una armadura muy bella que cubría íntegramente su cuerpo desde el cuello hasta la punta de los pies. Estaba llena de detalles florales; tenía un casco de frontis romboide del que salían un par de alitas brillantes. También alas en su espalda, grandes y con plumas como de pájaro, diferentes a las de Sagittarius. Sus hombreras eran redondeadas e iban conectadas al segundo peto dorado que iba por encima del anaranjado a la altura solo de los pectorales, mientras que el otro se unía con un cinturón a la larga falda de cuatro piezas en fila que llegaban hasta las rodillas. Tanto los brazales como las perneras eran esbeltas, se adaptaban perfectamente al cuerpo delgado del muchacho.

—¿Eres un Marina?

—Soy un General, señorita, uno de los líderes del mundo submarino solo superados por el Emperador Poseidón. Mi nombre es Sorrento de Sirena, quien se encarga de vigilar Dut, el océano Atlántico del sur.

—Un General —dijo Saori, sorprendida al ser la primera en ver a uno entre sus amigos—. ¿Eso significa que has venido a asesinarme? Si es así, ¿por qué les hiciste daño a todas estas personas?

—Tranquila, señorita —contestó Sorrento con una sonrisa gentil y dócil—. Ellos estarán bien en un par de horas, incluidas sus doncellas y su mayordomo. Mi Flauta Mágica solo los golpeó mentalmente. Por lo demás, no tengo intenciones de hacerle daño alguno a usted tampoco.

—¿Qué dices?

—Vengo a escoltarla al reino submarino. El Mok Bipan, el líder de nosotros siete, la estará esperando allí, antes de su arribo.

—¿Qué? ¿Por qué crees que haría eso? —Saori notó como Phedra gemía y transpiraba en el suelo, parecía estar teniendo una horrible pesadilla.

Saori sintió su Cosmos salir producto de una repentina ira.

 

Sorrento levantó la flauta rápidamente y desplegó las alas de oro, su rostro se distorsionó hasta alcanzar el punto del terror. De pronto se veía tan pequeño…

—Q-qué… ¿Este es el Cosmos de Athena? Increíble, aunque quiero ir hacia usted, mis piernas… ¡no puedo mover mis piernas!

—Tendré que pedirte que te largues de aquí y vuelas al mar, General de Sirena, no dejaré que me lleves ni hagas más daño a las personas. —Saori se acercó a Sorrento quien al fin logró moverse, pero dando un paso hacia atrás.

—¡Qué presión tan temible! Es s-superior al Cosmos de c-cualquiera de los Siete, hasta podría igualarse al del señor Poseidón. Si se resiste… tendré que hacer que cambie de opinión a la fuerza. —Sorrento lanzó un silbido, y un ejército de hombres de azul, soldados rasos del mar, entrando por todas las puertas del salón. Ninguno venía armado, pero sus Cosmos indicaban que iban a pelear si era necesario para llevársela… aunque ninguno fue capaz de acercársele ni a ella ni a nadie en el suelo, se quedaron paralizados apenas pusieron un pie en la alfombra. Eran seres asustados, tenían nula voluntad ante sus ojos.

—No les tengo miedo. Pueden venir si quieren, ¡pero no permitiré que les toquen un solo pelo a estas personas!

—Acaso… ¿A-acaso tendré que atacarla personalmente, Athena? —preguntó Sorrento, cuyo rostro ya se veía húmedo y afligido. Se llevó la embocadura de la flauta a los labios y puso los dedos sobre las llaves.

—¿¡CÓMO TE ATREVES A AMENAZAR A LA DIOSA ATHENA!?

 

En ese momento, uno de los ventanales se quebró en mil pedazos y diez cadáveres de Marinas cayeron sobre las mesas (y afortunadamente sobre ninguna persona). Los platos y vasos salieron volando junto con floreros y utensilios, mientras los manteles se manchaban de rojo. Un hombre gigantesco, vestido de oro y con un yelmo asimétrico, puso su pie en el marco, y luego ingresó al salón principal causando un estruendo con su Cosmos enfurecido.

—A… ¡Aldebarán! —clamó Saori, más alegre que nunca de tener de escolta a uno de los doce Santos de Oro.

—Esos peces me retrasaron un poco, y casi me quedo dormido por culpa de la música de este infeliz… ¡pero jamás caería de una manera tan idiota!

—Ya veo —sonrió Sorrento cuando pudo moverse con libertad—. Debí tener más precauciones contigo, después de todo eres un Santo de Oro. Quizás no vuelva a subestimar a alguno de ustedes.

«¿Subestimar? ¿Quién podría subestimar a un Santo de Oro?»

—Veo que te tienes mucha confianza, pero te daré un consejo, chico. Dile a tus merluzas que se larguen, tal como ordenó la señorita, y yo también tendré un poco de piedad por su estupidez. Váyanse de aquí antes que las cosas resulten peores y más dolorosas. —Aldebarán se cruzó de brazos entre ella y el enemigo.

—No me digas que tendré que derrotarte para poder llevarme a Athena. ¡Qué fastidio! Me tardaré más de la cuenta en volver al Templo.

—O quizás no vuelvas. Pero no quiero poner en riesgo la vida de esta gente, así que con tu permiso…

 

Saori no fue capaz de percibir movimiento alguno, pero de un segundo a otro tanto Sorrento como todos los soldados salieron volando por otro de los ventanales y cayeron en la terraza y el patio bajo éste. La seguidilla de estruendos casi la dejó sorda, y la mansión tembló ante los impactos. Ninguno fue capaz de oponer resistencia a la fuerza de Aldebarán.

—Señorita, debería pedirle que salga de aquí, pero no me arriesgaré a que haya más soldados. Quédese cerca, no permitiré que sufra herida alguna.

El Santo de Tauro salió afuera y Saori lo siguió. Para su sorpresa, Julian ya no estaba ahí, aunque no lo vio entrar con ella. No le dio importancia cuando el General del Mar se puso de pie.

—Vaya, vaya, vaya, es cierto lo que dicen del Toro dorado. Debes tener el poder de ataque más grande entre los Santos de Oro, ¿verdad? —preguntó Sorrento limpiándose el polvo sobre la Escama con una sonrisa dulce y confiada.

—Lo repetiré una vez más: váyanse de aquí o perderán la vida.

—Como digas. Pero… tal vez no se dé la oportunidad. —Sorrento se llevó la flauta a los labios tranquilamente—. Todo humano que escucha mi Sinfonía sin Escapatoria (Dead End Symphony) termina muriéndose.

Para evitar que Aldebarán lo detuviera, los soldados rasos del mar atacaron sin piedad y en masa al Santo de Oro, quien se vio retrasado unos segundos.

—¡Fuera de mi camino! —Usó su Gran Cuerno, una técnica que según Seiya era como si una manada de toros gigantes le pasara por encima al enemigo.

Venció a los soldados cuando la Sinfonía ya estaba sonando. Era la tonada más hermosa que Saori hubiera escuchado en su vida, suave y relajante, bella y melancólica; sintió que su espíritu se dormía y las estrellas le cantaban.

 

Aldebarán de Tauro cayó con una rodilla al suelo; estaba paralizado y se quejaba débilmente.

—¡Aldebarán!

—¿Qué es esto? Esta música es tan enternecedora… pero siento mi cuerpo tan pesado desde que comenzó…

—¡Hasta nunca, Toro!

Y con un rápido movimiento de muñeca de Sorrento, para terror de Saori, la cabeza de Aldebarán salió volando en medio de un mar de sangre que cayó sobre el césped tornándolo rojo.

—¡No, Aldebarán! ¡Nooo! —Las lágrimas se agolparon en sus ojos y cayeron al mismo césped escarlata mientras veía el cuerpo inmóvil, borroso y tembloroso del Santo de Oro aún de pie, pero sin cabeza. Por la espalda de Taurus caía un sinfín de lágrimas carmesí.

—¿Estos son los Santos de Oro? —dijo Sorrento aunque seguía tocando la flauta, como si hablara telepáticamente—. Qué patético, su fuerza es de verdad algo insignificante, no están ni cerca de nuestro nivel. Y ahora, señorita Athena, antes que haga lo mismo con los invitados, venga conmigo… ¿Qué es esta…?

 

—¡Nunca le des la espalda al enemigo, Sirena! —De repente, el brazo de un Aldebarán que volvía a tener cabeza, atravesó el pecho de Sorrento (quien se volteó muy tarde) y salpicó de sangre la hierba que había estado verde otra vez.

—¿Q-qué rayos…? ¿Una ilusión?

Saori notó que lo que estaba en el suelo no era la cabeza, sino solo el yelmo de un solo cuerno de Aldebarán.

—Lamento mucho usar esos trucos, pero un Santo hace cualquier cosa para defender a su diosa.

—Lo que yo lamento es que por culpa de esa diosa, quien por una décima de segundo se quedó mirando tu cuerpo con cabeza otra vez, logré salvar mi vida…

—¿Qué dices?

Sorpresivamente, Sorrento desapareció en un halo brillante, y volvió de la misma manera a aparecer a dos metros de Aldebarán, cerca del precipicio.

—Parece que los dos logramos sobrevivir, ¡qué buen ejercicio! —dijo Sirena, cuyo cabello se movía grácilmente mientras sus alas lo elevaban ligeramente del suelo verdoso, sin mancha alguna.

—O sea que evitaste mi Brazo de Acero con una ilusión —premió el Toro con una sonrisa sincera—. Me alegro, así este combate se hará más interesante.

—Basta de charla, estimado Aldebarán. Si no puedo con ilusiones, será solo cosa de que mi Sinfonía te lleve definitivamente al reino de la muerte.

—¡No si impido que la uses! —Aldebarán usó otra vez su Gran Cuerno, y Sorrento no pudo impedirlo. El General fue arrastrado por el suelo y salió por el límite del acantilado, pero sus alas lo salvaron y se elevó en el aire como la sirena mitológica que representaba.

—Ufff, ese sí fue buen golpe, ja, ja —dijo Sorrento, sobándose el estómago y uno de los brazos con sudor en la frente—. Me dolió mucho, je, je.

—¡Imposible! ¿Mi Gran Cuerno solo le causó daños leves?

—Aldebarán… —Saori quería ayudarlo, pero tampoco entendía nada. Y esa música que no dejaba de ser bella, también era tan angustiante… ¿Pero por qué seguía sonando? De repente tuvo una corazonada—. ¡Aldebarán, la Sinfonía!

—¿Qué?

—Ja, ja, ja, muy bien, Athena, como corresponde a la diosa de la sabiduría y la guerra estratégica. —El Sorrento volador apuntó con su dedo hacia la terraza por arriba de sus cabezas, y allí había un segundo Sorrento, cómodamente tocando su Sinfonía recostado en el barandal.

—¡¡¡Una ilusión!!!

—Sí, en realidad la flauta está allá, tomando la forma de su dueño; la que tengo aquí es falsa. —Y así sin más, la flauta traversa desapareció de sus dedos; solo continuó la que tomó la forma de Sorrento dándoles la espalda en la terraza—. Está encantada, suena por sí sola mientras encienda mi Cosmos.

—¿Eso significa que tu Cosmos se ha incrementado y el de Aldebarán se ha reducido por la cercanía de este lugar al mar?

—Claro que no, señorita Athena, eso solo es útil para los Guías. Ese poder prestado por nuestro rey les entregaba un nivel muy alto, pero ni siquiera con ello se acercaba al nuestro, el de los siete Generales. Que Poseidón nos entregara poder también solo sería debilitarlo sin razón.

—Pero…

—La Sinfonía sin Escapatoria reduce el Cosmos del oponente, lo debilita gradualmente hasta que quede con el mínimo de su energía. Estás confundido y con un dolor de cabeza, Aldebarán, ¿verdad? Además pierdes poco a poco tus cinco sentidos primarios.

Sorrento bajó a tierra nuevamente y Aldebarán de Tauro trató de mantener el equilibrio, pero era evidente que se le estaba dificultando. La melodía seguía sonando, incesante.

—Es como el canto de las sirenas, los seres monstruosos que seducían a los marineros navegando por las costas de Sicilia con sus bellas voces para hacerlos saltar al mar y devorarlos —dijo Aldebarán, temblando de pies a cabeza.

—Y como llevas tocando desde la fiesta, el Cosmos de Aldebarán ya había sido reducido, ¡no es una pelea justa!

—Quizás no, pero quién sabe, posiblemente de todas formas soy superior al Toro dorado. Aunque debo admitir que de ser usado a toda potencia, ese Gran Cuerno de antes quizás me hubiera hecho muchísimo daño.

 

Saori se acercó a Aldebarán y puso sus manos sobre sus hombros, pero el Santo se las apartó con gentileza, para luego taparse los oídos.

—No se acerque por favor, mi querida diosa. ¡No voy a oír esa música!

—¿En serio crees que sería tan fácil?

Saori también se cubrió los oídos. Aunque el ataque no iba dirigido a ella, también se sentía mareada y adolorida… pero descubrió que por más fuerte que pusiera sus manos contra sus orejas, seguía escuchando la melodía del silencioso segundo Sorrento con la misma claridad.

—¿Qué diablos sucede? ¡Mi cuerpo se entumece, no puedo dejar de oír esa Sinfonía del demonio!

—Llegaste muy debilitado a esta pelea, ¿verdad, Toro? La Sinfonía no se puede bloquear con las manos, nadie puede escapar de su influjo mágico.

Aldebarán cayó al suelo y lo hizo temblar.

—Esta batalla no está decidida… Tampoco mi muerte, ¡seguiré combatiendo hasta el final aunque todo esté en mi contra!

—¡No, Aldebarán, por favor!

 

El gigantesco, dulce y honorable Santo de Tauro se reventó los tímpanos con un solo golpe de sus dedos al interior de sus orejas. La sangre manchó esta vez de verdad el césped iluminado por las cada vez menos estrellas. El cielo se estaba nublando rápidamente.

—Iluso Santo de Oro… ¿Crees que con romperte los oídos te escaparás del encanto de las Sirenas?

—No… ¡No puede ser! —Empezaron a aparecer magulladuras en la piel de Aldebarán, y su cara reflejaba confusión y frustración, pero no miedo. Una astilla dorada cayó de una de las hombreras de Taurus.

—¿Qué está pasando? ¡Aldebarán! —Saori quiso encender su Cosmos, pero se le estaba haciendo imposible, se sentía sumamente débil.

—¡NO DEJO DE OÍRLA! —gritó Aldebarán con todas sus fuerzas, como un trueno que rompe la atmósfera o el clamor de una bestia.

—La Sinfonía no pasa a través del aire, su timbre resuena directamente en tu cerebro, y a través de ella también lo hace mi voz, ¿verdad, Toro?

—M-maldición… ¡Maldita sea! —Aldebarán lanzó una descarga de Cosmos que Sorrento bloqueó con un rápido movimiento de sus alas. Saori no sabía cómo ayudar, se sentía cada vez más adormecida.

—Cuando termine contigo me llevaré a Athena, lo quiera o no. Y después acabaremos con todos los Santos del Santuario, apenas inicie el mabelmok en unos… cinco o diez minutos más, ja, ja. En particular me han dado la orden de vencer a los cuatro Santos de Bronce que dieron problemas durante la guerra civil.

—¡Eso sí que no! —Aldebarán se puso de pie sacando fuerzas de la nada. Su Cosmos empezó a brillar como una llama incandescente, incluso sus músculos se incrementaron a juego con su aura—. ¡A ellos no les harás nada, y tampoco a mi diosa, Sirena!

—Vaya, ¿por qué te preocupas tanto por esos chicos? A decir verdad, no sé tampoco por qué el Mok Bipan los quiere muertos también, son solo chicos de baja jerarquía.

—Esos chicos son nuestros sucesores, quienes continuarán nuestro legado. ¡Son los verdaderos guardianes de Athena elegidos por Aiolos! Como te atrevas a ponerles un dedo encima…

El piso empezó a temblar. Saori escuchó las mareas agitándose, y vio las hojas de los árboles salir volando por los fuertes vientos que salían del aura furiosa del valiente Toro. Las escaleras se agrietaron, algunas rocas se desprendieron de bajo el césped manchado de sangre, y la cara de Sorrento se congestionó otra vez.

—¡Imposible! A estas alturas su Cosmos debería ser nulo… ¿de dónde saca tanta fuerza?

—Con mi Máximo Cuerno… te mostraré el orgullo de los Santos de Athena, ¡Sorrento de Sirena!

—¡Maldición! ¡Clímax sin Escape! (Dead End Climax)

Un resplandor incandescente e inesperado salió del cuerpo de Aldebarán a la vez que un estruendo como el de una decena de truenos. El Santo extendió las manos hacia adelante, y su aura empezó a proyectarse hacia el enemigo.

Sorrento vio acercarse el rayo y se hizo a un lado a una velocidad increíble, evadiendo la trayectoria del primer embate. Al mismo tiempo, arrojó una esfera de energía rosácea con la mano, en el aire, y éste tomó una curva. El contragolpe iba rápidamente hacia Saori.

 

Aldebarán frenó de golpe su técnica y la cubrió justo a tiempo, recibiendo la esfera de energía contenida directamente en la espalda.

—¡No, Aldebarán, resiste! ¡Aldebarán!

—P-Por todos los d-d-dioses… E-esa técnica era de verdad una b-bestialidad. Si la realizaba completamente tal vez no habría… —Sorrento se acercó tembloroso a ambos, y agarró el brazo de Saori, quien abrazaba al debilitado Toro dorado.

La música dejó de sonar al fin.

—Me atacaste a mí para que él me defendiera… ¡Fue un acto cobarde!

—La v-verdad mis órdenes no eran hacerle d-daño, señorita Athena, nunca lo fueron —confesó Sorrento, y sonó completamente sincero—. Lancé ese ataque para que siguiera el rastro de e-e-energía de Aldebarán de Tauro, y por la curva, él pensó que iba dirigido a usted, pero siempre fue él el único objetivo. P-prometo que si me acompaña al Templo bajo las aguas, n-no lo mataré.

—No te… atrevas… —Aldebarán clavó sus ojos grises en el enemigo, pero el hechizo de la flauta y su Máximo Cuerno fallido lo dejó sin una pizca de energías.

—Eres un hombre digno de tu título, Aldebarán —reconoció Sorrento de Sirena, poniendo más fuerzas en el agarre de su brazo—. Incluso sin fuerzas sigues protegiendo a tu diosa, es lo que cualquier guerrero de dios que se precie haría. Mi último ataque fue una versión reducida de mi Clímax, la nota final de mi melodía, fatal para cualquiera. Si estás vivo… supongo que usted es la explicación, ¿verdad, señorita Athena?

 

Sí. Probablemente fue así, inconscientemente, pero eso también la casi dejó sin fuerzas. Aunque no sin determinación.

—Llévame con Poseidón, Sorrento de Sirena.

—M-mis órdenes son llevarla con el Gran General, Athena; el Emperador aún no estará…

—-¡Me llevarás directamente con Poseidón! —Saori se levantó, no estaba dispuesta a seguir jugando—. ¿Me oíste bien? No quiero hablar con sus vasallos, con soldados rasos, Guías o con ustedes, sino con él en persona para que esto se acabe de una vez, ¿entendido?

—¿Q-qué es esta presión? ¿Acaso le queda Cosmos? No… es…

—Y mientras estoy en camino… —añadió Saori, haciendo caso omiso de las palabras y el temblor de labios de Sorrento—, ninguno de ustedes atacará al Santo de Oro de Tauro, lo dejarán en paz, igual que al resto de mis guerreros. Si vamos a continuar esta guerra, que así sea, pero primero voy a dejar en claro sus términos con el líder de esta ridícula invasión. ¿Está claro?

—A-Athena… —musitó Aldebarán, aunque posiblemente no oyó ninguna de sus palabras. Había arriesgado mucho por ella, ya era hora de terminar con eso.

—Sí… sí, diosa Athena —dijo Sorrento.


Editado por Felipe_14, 21 agosto 2015 - 10:11 .

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Publicado 21 agosto 2015 - 12:32

Saludos

 

Lo de Aioros-Tywin Lanninster es por un recuerdo de Aioria cuando pelea con Eolo, creo. SPOILER  Hay una escena en la serie, quizá también en el libro, en la que Tywin le recuerda a Jofredo que un rey que tiene que decir que es el rey, realmente no lo es, llegando a compararle con Aerys Targaryen. Aioros, según, le dijo algo similar a Aioria en esta historia. SPOILER

 

Creo que no lo puse en su día porque no me acuerdo de cómo poner spoiler en el foro. 

 

Aprovecho para mencionar que es afortunado que este remake se saltara dos de las más destacadas barbaridades del MO:

-Quince días de diluvio, cuatro ciudades hundidas, un millón de muertes, y la diosa Atenea decide que debe ser algo sobrenatural porque... ¡porque Tatsumi ha preguntado a los servicios meteorológicos, por supuesto!

-Saori siendo salvada por Aioria de un soldado marino. Esto no sé si no ocurrió o sí pasó pero olvidé leerlo. 

 

También fue una buena idea usar la fiesta de Julián Solo para conectar tu reinvención de la Saga de Poseidón, con el mítico Sorrento Vs Aldebarán, que no podía faltar. Jano, sea el Kanon que todos conocemos o alguna sorpresa, parece estar más implicado con los movimientos de la Armada que simplemente despertar a Poseidón, decirle que es el Dragón Marino, y quedarse ahí, esperando cual malo de James Bond a ver si los Estados Griegos de Atenea y la Unión de Mares Socialistas de Poseidón se destruyen mutuamente. No digo que su plan vaya a ser distinto, sólo que lo siento más activo. 

 

Y hablando de Julián, ¿qué enfoque se usará para él y el dios de quien será avatar? Julián parece de esos personajes con buenas intenciones y medios extremos, pero recuerdo que el Guía de Leviatán piensa en Poseidón como alguien que piensa en los humanos como insectos. ¿Qué será el Diluvio... Mabelmok? ¿Castigo divino y futura utopía, o mera conquista?

 

 

Esas doncellas... No sé si son sólo un guiño o tienes algo pensado con ellas... Uhm. Momento... ¡Felipe está fomentando el shipping! ¡Con aumento de edad para que el Santo de Oro más bonachón de la franquicia no sea malinterpretado por las mentes sucias de Internet!

 

Desvaríos, desvaríos. Pongámonos serios... A ver... ¿Quién dedicará más tiempo a estar sentado, Shaka o Dohko? 

 

Mejor me voy yendo :lol:. 


Editado por Rexomega, 21 agosto 2015 - 12:48 .

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Publicado 24 agosto 2015 - 12:25

-Lo bueno: :lol: 
 
-cuando saori mando a la zona friend a Julian XD
-la aparicion con estilo de Tethys y Sorrento
-la actitud de saori al inicio de desplegar su cosmos y atemorizar al general marino
-el combate entre el toro y el flautista
-que saori  sirviera para algo y disminuyera la tecnica letal del general
 
 
Spoiler

 

 

 


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Publicado 28 agosto 2015 - 19:55

Saludos

 

Lo de Aioros-Tywin Lanninster es por un recuerdo de Aioria cuando pelea con Eolo, creo. SPOILER  Hay una escena en la serie, quizá también en el libro, en la que Tywin le recuerda a Jofredo que un rey que tiene que decir que es el rey, realmente no lo es, llegando a compararle con Aerys Targaryen. Aioros, según, le dijo algo similar a Aioria en esta historia. SPOILER

 

Creo que no lo puse en su día porque no me acuerdo de cómo poner spoiler en el foro. 

 

Aprovecho para mencionar que es afortunado que este remake se saltara dos de las más destacadas barbaridades del MO:

-Quince días de diluvio, cuatro ciudades hundidas, un millón de muertes, y la diosa Atenea decide que debe ser algo sobrenatural porque... ¡porque Tatsumi ha preguntado a los servicios meteorológicos, por supuesto!

-Saori siendo salvada por Aioria de un soldado marino. Esto no sé si no ocurrió o sí pasó pero olvidé leerlo. 

 

También fue una buena idea usar la fiesta de Julián Solo para conectar tu reinvención de la Saga de Poseidón, con el mítico Sorrento Vs Aldebarán, que no podía faltar. Jano, sea el Kanon que todos conocemos o alguna sorpresa, parece estar más implicado con los movimientos de la Armada que simplemente despertar a Poseidón, decirle que es el Dragón Marino, y quedarse ahí, esperando cual malo de James Bond a ver si los Estados Griegos de Atenea y la Unión de Mares Socialistas de Poseidón se destruyen mutuamente. No digo que su plan vaya a ser distinto, sólo que lo siento más activo. 

 

Y hablando de Julián, ¿qué enfoque se usará para él y el dios de quien será avatar? Julián parece de esos personajes con buenas intenciones y medios extremos, pero recuerdo que el Guía de Leviatán piensa en Poseidón como alguien que piensa en los humanos como insectos. ¿Qué será el Diluvio... Mabelmok? ¿Castigo divino y futura utopía, o mera conquista?

 

 

Esas doncellas... No sé si son sólo un guiño o tienes algo pensado con ellas... Uhm. Momento... ¡Felipe está fomentando el shipping! ¡Con aumento de edad para que el Santo de Oro más bonachón de la franquicia no sea malinterpretado por las mentes sucias de Internet!

 

Desvaríos, desvaríos. Pongámonos serios... A ver... ¿Quién dedicará más tiempo a estar sentado, Shaka o Dohko? 

 

Mejor me voy yendo :lol:. 

Hola Rexo, gracias por pasar :D

Sobre lo de Tywin... WOW, debió haber sido inconsciente, gran detalle xD

Cuando estaba escribiendo el capítulo y leía el manga, me topé con esa escena de Tatsumi y dije "WTF es esto???" y tuve que ajustar la historia rápidamente. Era un absurdo, así que empecé a juntar todo en la fiesta de Julian jaja

Y lo de Aioria sí ocurrió en el manga, justo en la noche después de dejar a Julian en la friendzone, mientras dormía hospedada allí. Un absurdo que no se a qué vino, aunque en este caso nunca tuve planeado meterlo en ninguna parte.

Sí, Janon es mucho más activo. En sí todos en el ejército de Poseidón están en menor o mayor medida exagerados o repotenciados en uno o más aspectos. Esto no significa que Jano sea un personaje conocido ni nada de eso... de hecho Jano está muerto, lo mató Salem, ¿de qué rayos estoy hablando? muajajaja

 

¡No! NO estoy fomentando el shipping... tanto jaja. A Sophía ya la había metido en la historia unos capítulos atrás junto a las otras doncellas, tomando el nombre de la Athena en mi otro fic, pero no me había bautizado a las otras tres. De repente me puse a buscar significados de nombres y todo eso, llamé a Phedra y Marmara, y de repente escribí esa parte del terno de Alde. En segundos ya estaba llamando a la doncella que lo diseñó como Europa, me enorgullecí, todo iba calzando sin esfuerzo xD Y por supuesto, a diferencia de algunos Santos de Sagitario en otros fics, Aldebarán actúa dentro de lo legal jaja

Sobre su participación, tal como menciona Aiolia en la reunión dorada, se le acaba de ocurrir que deberían entrenarse para proteger personalmente a Athena. No sé si se conviertan en las primeras Saintias o no, pero sí es un guiño, puesto que en el futuro (antes de lo que sería la saga de pseudo-Omega) tengo pensado escribir una saga Saintia. Por eso, aunque no se haya notado, Mii de Delfín ya salió xD

 

Como sea, muchas gracias Rexo.

 

 

 

-Lo bueno: :lol: 
 
-cuando saori mando a la zona friend a Julian XD
-la aparicion con estilo de Tethys y Sorrento
-la actitud de saori al inicio de desplegar su cosmos y atemorizar al general marino
-el combate entre el toro y el flautista
-que saori  sirviera para algo y disminuyera la tecnica letal del general
 
 
Spoiler

 

Muchas gracias, T-800 :D

Qué bueno que te hayan gustado tantas cosas en el capítulo, especialmente la batalla entre el toro y la sirena, puesto que le puse mucho empeño. También la actitud principal de Saori.

 

En cuanto a lo otro... sí, quizás tienes razón en cuanto a que es un cambio importante, pero debo decir unas cuantas cosas. Primero: no me gusta la Saori clásica, mezcla entre robot y hippie que no tiene más emociones y pensamientos que "proteger al mundo" y "los Santos pelean por mí". Saori ya ha pasado por mucho, ya está bien que saque fuerzas y algo de personalidad, que Kuru no fuera capaz de darle desarrollo no es mi culpa xD

La cosa es que, y es lo segundo, en el manga en esa escena puntual, Saori interviene en el hospital en la pelea entre Tauro y Sorrento, y lo hace exactamente con la actitud con la que la retraté en este capítulo jajaja. De hecho es una escena extraña, ya que Saori no se habia mostrado así antes, ni tampoco lo vuelve a hacer después, pero es muy similar a como la retraté en este capítulo. Como dije, Kuru no se tomó la molestia en darle coherencia al desarrollo de Saori Kido, sino que la convirtió en una princesa en apuros cualquiera sin más emociones que Oliver Atom.

De todas formas, intentaré que no se noten cambios tan bruscos en el futuro :)

 

 

 

 

 

JULIAN I

 

20:35 p.m. del 21 de Marzo de 2013.

“Suenas sincero, pero lamentablemente no obtendrás de mí más que una rotunda negativa”. ¿Pero qué clase de tontería era esa? Julian estaba seguro de sus palabras: se habían conocido en incontables reencarnaciones, estaban destinados a encontrarse una y otra vez a través de las eras. Lo sentía en el alma, lo vio en sus sueños, lo había presenciado hasta en las estrellas.

—¿Cómo es posible que ella no sienta lo mismo? —balbuceó, totalmente confundido. Además, proponerse de esa manera… ¿Cómo era posible que una mujer lo rechazase?—. Debe ser una broma, sí. ¡Siempre obtengo todo lo que me propongo y esta vez no será diferente!

—Señor Julian, no se sienta tan mal; si no aceptó, es porque usted se merece algo mucho mejor, ¿no lo cree? —dijo alguien por encima.

Desde la terraza que segundos antes cruzó Saori Kido, se asomó una mujer de largo cabello rubio, figura curvilínea con un ajustado vestido, ojos azules tan brillantes como las estrellas, y labios rojos como sangre.

Tardó en reconocerla.

—Oh… es usted, señorita… Ariel, ¿si no me equivoco?

—Me halaga que me recuerde —contestó la chica bajando las escaleras con gracia y elegancia por igual. Ariel Oldenburg era parte de la familia real danesa, y la había conocido unos meses atrás en un viaje por las islas egeas para ayudar a los damnificados por los extraños monstruos que la gente juraba habían aparecido en esa zona. No había pruebas explícitas, y las autoridades adujeron que fue culpa de las olas y los terremotos que transformaron la histeria colectiva en una historia fantástica, pero no por eso no iban a ayudar.

—¿Cómo podría olvidarla? Fue usted la que… convocó el brindis en mi… —«Vaya, excelente momento para que me duela la cabeza». Se sintió mareado al tiempo que un aroma dulzón se propagaba por el aire.

—¿Se siente bien? Lamento admitirlo, pero oí parte de su conversación con la señorita Kido. —Ariel puso sus manos sobre su pecho y lo miró dulcemente a los ojos. Por alguna razón, Julian no se sentía capaz de moverse siquiera.

—Disculpe, señorita, no me siento bien… ¿podemos dejar nuestra conver…? Ah… —Julian empezó a sentir una fuerte somnolencia, las piernas y los párpados le pesaban por igual.

El rostro de Ariel se acercó al suyo cada vez más.

—Esa mujer no sabe lo que se pierde. ¿Le parece si le ayudo a olvidarse de todos sus problemas… señor Posei…?

 

***

21:12 p.m.

Julian abrió los ojos lentamente. El aire era cálido y el viento intenso, pero una llovizna suave caía sobre su rostro. Escuchaba el tronar de las olas muy cerca, como bramidos de leones.

Estaba en un suelo pedregoso de espaldas, y su mirada se topó con el cielo nublado y gris de Grecia. No podía recordar casi nada aparte del ridículo rechazo de Saori Kido y…

«¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí?» Julian se inclinó y sentó para poder distinguir mejor dónde estaba, ya que no sentía que estuviera en su hogar. Tenía la ropa empapada, y sus cabellos despeinados le caían sobre los ojos. Se los quitó y alzó la mirada…

—¿Q-qué es esto?

Frente a él había una imagen de lo más extraña. Océano infinito hasta el horizonte donde se conectaba con el cielo gris. Y en primer plano, a un metro de su rostro, un majestuoso tridente dorado clavado en el suelo de lo que parecía un cabo, al borde de un precipicio. Se puso de pie para contemplarlo mejor.

El arma tenía un bastón dorado alrededor del cual giraba una cinta blanca; los filos resplandecían con tonos celestes, y estaban decorados con lo que parecían ser runas antiguas de tono dorado. Emitía un aura muy extraña, un halo como si tuviera una lámpara fosforescente al interior del metal, pero que emitía un candor suave que lo reconfortaba como el arrullo de una madre, una sensación al menos nostálgica y sobrecogedora.

—Ese tridente le ha pertenecido desde la era de los mitos, mi señor.

—¿Qué? —Julian se volteó y se encontró con una muchacha en postura de reverencia, con una rodilla en tierra. Estaba vestida completamente de blanco, con una armadura de color púrpura y plateado encima como hacían los caballeros medievales, pero que al mismo tiempo asemejaban escamas de pez: llevaba un yelmo integral decorado con símbolos florales y una franja blanca al medio; un peto que se acomodaba a sus pechos y que se conectaba a una falda sencilla pero elegante; en su brazo derecho llevaba una hombrera doble, y tres placas para cubrir enteramente el brazo; lo mismo en el izquierdo, igualmente ornamentado, pero solo con una hombrera; tenía musleras triples y gruesas perneras con aletas. La llovizna caía por las piezas de metal sin humedecerla ni un poco—. Usted es la señorita Ariel —recordó de pronto—, ¿no estaba conmigo en…?

Julian miró a todos lados. Detrás de Ariel había un gigantesco templo en ruinas que reconocía perfectamente. A lo lejos había montañas, riscos, islas y mar, y la luz de su mansión era perfectamente reconocible aún a la distancia.

«Cabo de Sunión».

—Le pertenece, señor Julian Solo —dijo Ariel, haciendo caso omiso de su perplejidad—. O debería decir, señor Poseidón.

—Espere, ¿Poseidón? Creo que se equivoca, yo me llamo…

«¿Poseidón? El dios de los océanos… ¿Qué le pasa a esta mujer?»

—Usted es Poseidón, nuestro dios y el próximo gobernante de este planeta, tal como es su deseo, ¿o me equivoco?

—¡Pero y-yo n-n-no soy Poseidón! E-e-ese es un mito g-griego, ¡una leyenda olvidada! —replicó Julian, aunque sintió un nudo en la garganta y las palabras le salieron algo entrecortadas, no se creyó ninguna de ellas, sintió que mentía.

—Usted es la reencarnación de Poseidón en esta era, el dios que domina los mares desde que empezó el mundo como lo conocemos.

—¡E-este debe ser un sueño! Un extraño sueño… la verdadera Ariel debió haberme d-drogado para que… para que…

—No me llamo Ariel, mi señor —sonrió la mujer—. Mi verdadero nombre es Tethys, soy una de las siete Guías bajo sus órdenes, representada por las Escamas de Nereida. Usted es Poseidón, y ha llegado la hora de que despierte.

—¿Cómo podría creerme algo así? —A esas alturas ya debía estar despierto, pero la droga debía ser muy fuerte… si es que era un sueño.

—La primera prueba es que usted no se cree que no lo es —respondió ella, quien ahora se hacía llamar Tethys, como si leyera su mente—; la segunda es que está lloviendo desde que usted se acercó a su tridente, que ha guiado su espíritu a través del camino de los dioses, desde el Olimpo a este lugar exacto. Y la tercera…

Tethys se puso de pie y lo abrazó. Julian no entendía nada y tampoco trató de resistirse… hasta que ella empezó a correr y él no pudo evitar mover también sus pies. Iban en dirección al precipicio.

—¿¡Q-qué rayos haces?!

Tethys agarró el tridente al vuelo y juntos se arrojaron al mar. El impacto contra el agua fue doloroso, y no pudo zafarse del fuerte abrazo de la chica.

 

«Me ahogo…»

 

Siguieron bajando. El agua estaba fría y le dolía todo el cuerpo.

 

«Voy a perder otra vez el conocimiento…»

 

***

 

Al abrir los ojos nuevamente, todo estaba claro. Había luz, ya no llovía y podía respirar perfectamente, aunque sus ropas estaban mojadas. ¿Acaso la chica Tethys se había arrepentido a último segundo y lo había llevado a una orilla? Ya estaba harto de los juegos y que lo durmieran.

Pero había rocas oscuras, el cielo era azul en lugar de gris; había plantas de múltiples colores en vez de árboles… y no había mar por ninguna parte. No estaba ya en el cabo de Sunión. «¿Dónde demonios estoy esta vez?»

—Ya hemos llegado, mi señor.

—¿Qué? ¡Eres Tethys! —dijo Julian al ver a la mujer todavía vestida con su armadura escamosa—. ¿Qué es lo que tramas?

—Este es su mundo, mi señor. Aquí usted es rey. —Tethys apuntó con su dedo hacia atrás de Julian, y éste se volteó.

Jamás estuvo tan impactado en su vida.

—¡I-i-imposible!

 

Había un gigantesco monumento de estilo griego frente a ellos. Un templo de varios niveles, lujosamente decorado con decenas de columnas antiguas y estatuas de caballos marinos, sirenas, Cetos y tritones, y ornamentado con dibujos florales e imágenes en relieve de batallas pasadas. Estaba lleno de escaleras, sus alas se alargaban mucho más de veinte metros, y de altura casi alcanzaba el cielo… ¡que no era tal! Eso solo lo sorprendió aún más. Lo que había encima era el mar, estaba flotando por encima de ellos, se notaba tanto el oleaje como algunas burbujas en su relieve sinuoso, no había ni nubes ni sol.

¡Estaban bajo el agua!

—Al atravesar el fondo del mar se llega a este lugar, el Templo antiguo de Poseidón, desde donde maneja su reino bajo el Mediterráneo, mi señor. Tiene que empezar a recordar…

—¿Mi reino? Bajo el agua… ¡pero puedo respirar!

—Desde hace meses que su presencia en el mundo está creando una cúpula de aire en gran parte del océano. Aquí puede moverse libremente, mi señor, como si estuviera en la superficie. ¡Recuerde!

—¿Recordar? Pero no entiendo nada…

—Ahora lo entenderá todo, Emperador —dijo una voz grave en lo alto de las escaleras. Julian, llevado por un instinto inconsciente, subió hasta el pórtico del Templo adornado con imágenes de tridentes.

 

Allí dos cosas lo sorprendieron. Había un hombre de pie frente a él que le sonreía, aparentemente quien había hablado. Tenía ojos azules y cubría su cabeza con un casco alado con cresta. Así como Tethys, llevaba una armadura con piezas escamosas, pero de colores anaranjados y detalles dorados. Estaba lleno de aletas en los brazos y piernas, usaba hombreras dobles, triangulares y muy amplias, ornamentadas con detalles florales. El peto le daba un aspecto fornido, y de ahí salía un segmento escalonado en puntas que se conectaba con la falda de la que caían escarcelas doradas.

A su lado, una estatua de una armadura de los mismos colores, pero más majestuosa, bella y relajante para Julian. Representaba al busto de un hombre con el mismo tridente de la superficie en la mano. Tenía perneras y un par de brazales puntiagudos de tono anaranjado; una falda del mismo color con una pieza central dorada en forma de T; un peto lleno de joyas como zafiros y rubíes del que salían correas que ataban las hombreras gruesas, curvadas de forma cóncava, pero con un lomo recto; llevaba una gola azul, y un casco coronado sobre una máscara barbuda, de tres puntas y dibujado con la imagen de un tridente.

—¿Tú…? ¿Qué es…? —Por alguna razón, Julian se sentía unido a esa estatua dorada, como si le perteneciera; la contemplaba con añoranza y nostalgia.

—Mi nombre es Salem de Dragón Marino, y estas son sus Escamas, mi rey —respondió el hombre misterioso—. Solo tóquelas.

Y Julian lo hizo como le dijeron. Los mares eran suyos, igual que ese extraño tridente y esas piezas escamosas, y ese Templo titánico. Todo eso le pertenecía, lo sentía en su corazón. No sabía hacía cuánto los había perdido, pero ya era hora de recuperarlos.

 

La armadura se separó en medio de un resplandor incandescente de tonos aguamarina y entonces se dio cuenta de lo obvio de toda la situación, y de lo ridículamente humano que había actuado durante esas horas.

Porque sus brazos eran los ríos del mundo.

Sus piernas eran los lagos.

Su pecho era el Mediterráneo desde el que podía admirar cada océano.

Sus ojos alcanzaban a divisar cada pez, alga y criatura marina que existiera, existió y existiría.

El mar era tan gigantesco, imponente, solitario y lleno de misterios que le pertenecían por derecho. Lágrimas cayeron de sus ojos, y por supuesto, al mismo tiempo la lluvia empezó a inundar el sucio y deteriorado planeta en que había estado sobreviviendo su cuerpo, lleno de muerte, aberraciones, suplicio, torturas, sufrimiento sin fin a través de las eras que se hacían tan largas para los humanos.

 

Por milenios turbulentos había tratado de acabar con ese desastre en que Zeus había dejado el mundo antes de perderse entre las nubes, pero siempre se lo impedía esa chiquilla tonta y egoísta, que era su hija favorita. Tragó saliva y sintió que un barco se hundió en el océano índico, destrozado por los colmillos de uno de sus Cetos.

«¿Esposa? Qué tontería pensé mientras estuve dormido». Se encontraron una y otra vez, pero como enemigos. Era su sobrina, y uno de los seres que más odiaba en su alma, aquella que había guiado la historia del planeta Tierra a su fin autodestructivo, a su humillación frente a los otros dioses, a su inmundicia.

—¿Mi señor? —llamó Tethys de Nereida, su mensajera y guía.

—¿Está bien? —preguntó Salem de Dragón Marino, líder de su ejército. Recordaba perfectamente su voz desde el pasado.

«Solo unos pocos se salvarán».

—¿Cómo no voy a estarlo? Es momento de que iniciemos la limpieza. —Oyó su propia voz, y aunque sonaba distinta, humana, también era capaz de escuchar la que sonaba de fondo, la suya, que había dormido por tantas épocas—. ¿Está Athena aquí?

—Está pronta a llegar, Emperador, la trae el Nishlish.

—¿Nishlish? —Buscó en su memoria esa palabra en un idioma casi tan viejo como el tiempo—. Sirena.

—Sí, mi señor.

—Perfecto. Ella verá con sus propios ojos que todo lo que ha hecho es un sinfín de niñerías.

«Este poder que recorre mis venas… por supuesto que…». Ella sería testigo principal de la Gran Inundación.

—¡Sí, señor!

 

De pronto, un sin número de soldados rasos vestidos con Escamas azules aparecieron en la parte baja de las escaleras. Innumerables, fuertes, leales, salvados por su poder. Se extendían como el mismo mar, y aclamaron su nombre. No el falso, Julian, sino su verdadero nombre.

 

«Gran Inundación, el Mabelmok. Por supuesto que debo ser el Emperador de los Océanos. ¡Poseidón!»


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#337 Patriarca 8

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Publicado 30 agosto 2015 - 08:26

-Julian actua como un joven rico al que por primera vez le han negado algo y esta impactado

de que lo envien a la zona friends XD

 

-cree que lo drogaron,A lo mejor al final del fic,Julian se despierta en una clinica de rehabilitacion y le cuentan que se interno  por que se volvio adicto despues del rachazo de saori  y todo fue un sueño  :lol:

 

 

-No entendi si pose desperto o solamente Julian adquirió su poder

 

lo digo porque ya recuerda que athena es su sobrina (o sea era un pervet) y otras cosas relacionadas a la mitologia


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Publicado 04 septiembre 2015 - 10:26

-Julian actua como un joven rico al que por primera vez le han negado algo y esta impactado

de que lo envien a la zona friends XD

 

-cree que lo drogaron,A lo mejor al final del fic,Julian se despierta en una clinica de rehabilitacion y le cuentan que se interno  por que se volvio adicto despues del rachazo de saori  y todo fue un sueño  :lol:

 

 

-No entendi si pose desperto o solamente Julian adquirió su poder

 

lo digo porque ya recuerda que athena es su sobrina (o sea era un pervet) y otras cosas relacionadas a la mitologia

No, Julian no actúa. Julian ES un joven rico al que por primera vez le negaron algo y se fue a la friendzone jaja

 

Aquí te faltó que al despertar se encontrará sin piernas xD

 

Sobre el despertar total o no total de Poseidón (o siquiera despertar), habrá que esperar y ver...  :)

 

Muchas gracias como siempre por pasar :D

 

 

 

 

MIKHAIL ii

09:00 a.m. del 22 de Marzo de 2014.

«Sí. Al fin llueve con fuerza».

Grecia sobrevivía bajo un millar de nubes grises, al igual que el resto del planeta, que lloraba ahora que los humanos alcanzaban su tiempo límite. Poseidón limpiaría el planeta de lo que consideraba era la maldad, el horror, la perversión…

 

Pero a Mikhail no le interesaba ninguna de esas cosas. En su opinión, esas cosas seguirían existiendo incluso si mataba a todos esos humanos “no elegidos”, ya que los “buenos” terminarían corrompiéndose de todas maneras. En cualquier caso, él estaría en el campo de batalla deshaciéndose de los más débiles, oyendo esas melodías de muerte que tanto le gustaban. Y pronto escucharía una nueva pieza, cuando pisara al fin el terreno sagrado de la diosa Athena, que ya estaba en el Templo complaciendo a su tío.

Sin embargo, primero debía pasar por Rodrio, la ciudad que abastecía con víveres y esclavos al Santuario. Al igual que el resto del planeta, estaba llenándose de agua: las calles estaban anegadas, la mitad de las casas habían desparecido bajo una capa barrosa, y la gente estaba albergada en la iglesia, uno de los puntos más altos de la ciudad. Pero el mabelmok no tenía límite, y pronto hasta las más altas torres desaparecerían bajo una lluvia que duraría treinta días. Se pudieron adentrar sin problemas en zona enemiga gracias a las investigaciones que hizo su maestro, Salem de Dragón Marino.

Para ellos, los Marinas de Poseidón, viajar bajo el agua no era problema, y el hecho de que estuviera toda sucia y con barro le daba un aspecto bélico a todo el asunto que le encantaba. A su lado izquierdo iba el más confiable y directo de los Guías, Ohiro de Caribdis, discípulo de Escila y guardián de la zona sur del océano Pacífico, satisfecho de participar en el plan en que sí creía. Su casco incluía una cola que se elevaba graciosamente bajo el agua. A su derecha iba el discípulo del Caballo Marino, Thalos de Tritón, que se encargaba del norte del mismo mar. Sus Escamas tenían varias joyas y un par de colmillos en el peto que le darían un aspecto intimidante si no fuera porque su portador era un debilucho.

Detrás de ellos, un ejército de kokas golpeaba espadas contra escudos, se oía perfectamente a pesar de estar bajo el agua. Y estaban fortalecidos por estar cerca de la misma, todo estaba a su favor.

—¿Esa es la iglesia? —preguntó Ohiro, mirando hacia arriba. Sobre sus cabezas se veía la superficie del agua dejando ondas por doquier gracias a las miles de gotas que caían solo porque a Poseidón le dio hambre y bajó del Olimpo a prepararse un refrigerio.

A través de ella, frente a su armada, se veía un edificio grande que en la punta tenía una cruz. En los techos de tejas había una decena de soldados rasos del Santuario, pero ningún Santo… a la vista.

—Si. Llegamos al fin, causemos algo de alboroto.

—¿Empezarás tú?

—No, te daré el placer de comenzar, Caribdis. Yo tengo que encargarme de alguien que cree que no puedo verlo, ja, ja. ¡Oye, Thalos!

—¡S-sí!

—Trata de ayudar un poco a este tipo, ¿quieres? ¡Intenta no morirte, ja, ja!

 

Mikhail salió del agua con un gran salto y subió a un edificio de tres pisos cuyo techo estaba lleno de luces de neón apagadas. No había rastro del sol en el cielo, sobre las nubes solo había más nubes, y la lluvia era una ducha refrescante para su Cosmos.

Los soldados rasos del Santuario lo vieron y gritaron algo en voz alta pero poco importaba, Caribdis rápidamente salió también y envió a los kokas para que los acabaran. Mikhail tenía los ojos puestos en el Santo que corría hacia él con su aura encendida de color índigo, igual que su Manto Sagrado. Saltaba por las cimas de las casas sumergidas e intentaba intimidarlo.

—¡Alerta! ¡Protejan a los refugiados, los Marinas ya están aquí! —gritó a toda voz con su enorme boca que parecía más grande que su rostro.

—¡Ja, ja, ja, ja! Vamos, ¡ven, bastardo!

 

El Santo aterrizó al otro extremo del edificio. Llevaba una armadura que asemejaba a un pez, la boca era la gigantesca hombrera izquierda.

—Preséntate antes que te saque de aquí a patadas.

—Ja, ja, ja, no veo por qué debería decirle mi nombre a un muerto.

—Si muero será llevándote conmigo, ¡así que di tu nombre!

A su alrededor, la batalla entre los soldados de Athena y los de Poseidón ya había comenzado. Aunque cada vez salían más desde los edificios cercanos, los perros de la diosa caían como moscas, especialmente bajo el Gran Ciclón (Big Cyclone) de Ohiro. Había uno que aguantaba especialmente bien; tenía una bola con púas atada a una cadena y la manejaba con bastante experticia. Quizás tardaría un segundo más en morir que los demás…

—Ja, ja… Soy Mikhail de Leviatán, guardián del Océano Atlántico y líder de los Guías de Poseidón.

—Nesra, Santo de Bronce de Piscis Austrinus. Aclarado eso, me dirás ahora mismo dónde se encuentra mi diosa, Mikhail.

—Te propongo algo, pececito. Tócame al menos una vez y te lo diré.

—¡Maldito arrogante! —Los ojos de Nesra brillaron y movió las manos con lentitud. La lluvia a su alrededor empezó a hacerse más abundante, y las gotas se reunieron alrededor de su puño como si fuera una esfera de Cosmos.

—¿Hm?

—¡En un ambiente así tengo una ventaja mucho mayor!

Pez Austral arrojó su puño y descargó una sorprendente cantidad de fuerza cósmica en forma de una esfera que destrozó una chimenea del edificio, Mikhail lo evadió justo a tiempo.

—Jo, jo, vaya, vaya, casi, casi.

—¡No cantes victoria! —Los ojos del idiota seguían brillando, y Mikhail sintió de pronto como si lo atacaran por la espalda.

Saltó muy alto y vio pasar la esfera de agua acumulada que Nesra parecía estar controlando sin tocarla.

«¡Telequinesis!»

—¡Te tengo! —gritó Pez Austral. La esfera explotó pero no se desparramó, sino que se convirtió en una catarata que subía en vez de bajar, como el chorro de una ballena. Lo golpeó de lleno y con bastante fuerza.

Mikhail trató de resistirla y pronto salió de la órbita, cayendo rápidamente en el edificio otra vez. Tenía una grieta en sus Escamas y se sentía algo mareado.

—¿Puedes controlar la materia?

—Tengo un manejo básico de la telequinesis, pero gracias a mi Manto, esta habilidad se fortalece especialmente con el agua. —Nesra creó una nueva masa de agua entre sus manos gracias a la lluvia que no dejaba de estrellarse—. Mi Cascada Ascendente (Epáno Katarrákti) tiene la fuerza del agua a presión acompañado de mi propio Cosmos, no lo podrás soportar muchas veces. Defenderemos este sitio.

—¿Y acaso esa es tu misión? Estos soldados de tercera no aguantarán una pelea contra dos Guías del Mar.

—Esos soldados darán todo de sí mismos… ¡y no están solos!

 

Repentinamente Thalos cayó en el agua a un metro de distancia, dejando algunas manchas rojas en la superficie. Mikhail se volteó a la iglesia y se encontró con una escena mucho más interesante.

Cuatro Santos de Bronce más aparecieron alrededor de los kokas y Ohiro, quien seguía reuniendo remolinos de Cosmos en sus manos. Todo aquel que se acercaba a su Zona (como le decía), era devorado por el Gran Ciclón de Caribdis.

—¡Tranquilo, Nesra, ya llegamos! —anunció un sujeto con Manto con garras como de gato.

—Él está tranquilo, Ban, eres tú el que llegó demasiado nervioso —replicó un chico con yelmo de perro.

—¡Cállate, Nachi!

—Concéntrense, muchachos —dijo un tercero, el que dada su aura parecía haber golpeado al Guía de Tritón. Su armadura morada contaba con un par de pequeñas alas transparentes—. En todos lados el mundo se está ahogando, así que debemos resistir mientras nuestros compañeros salvan vidas.

El cuarto, un chico de cabello blanco y armadura celeste, estaba en silencio absoluto. Ninguno se veía realmente superior a Ohiro, ni siquiera a Thalos, quizás lo golpearon por sorpresa.

—¡Olly, Nachi, ustedes vayan por el que cayó al agua! —gritó Pez Austral a viva voz—. ¡Ban, Kitalpha, contra el otro! Yo me ocupo de este…

El estúpido volvió a lanzar su esfera de agua. Mikhail la volvió a esquivar y repitió la jugada unas cuantas veces mientras estudiaba cómo mataría al enemigo.

Mientras tanto, a su alrededor los Santos de Bronce y soldados rasos combatían contra Ohiro, los kokas y Thalos, quien tardó demasiado en salir del agua otra vez. Poco a poco empezaron a oírse esos deliciosos gritos de débiles al interior de la iglesia, pudo ver algunos rostros en los ventanales mientras esquivaba esa pelota que se convertía en cascada.

«¿Acaso debo atravesarle el corazón? ¿O sería mejor destruir su alma de una sola vez?»

 

—Intenten acercarse a mí, serán cortados en mil pedazos —dijo Caribdis, la bestia que atacaba los barcos en las costas de Sicilia junto a Escila. El Gran Ciclón giraba a su alrededor con velocidad despiadada.

—¡No necesitamos hacer eso! Mi Bombardero te quemará mientras sigues dando vueltas.

El otro fue más rápido. Reunió un gran poder cósmico entre sus manos y formó lo que parecía ser una bomba gigante. El que llevaba armadura de león lanzó ráfagas de energía ardiente, que hicieron estallar la bomba apenas tuvo contacto con Ohiro.

Al otro lado, Thalos finalmente pidió su arma a uno de los soldados. Una enorme guadaña con un filo temible que si fuera más fuerte podría usar con éxito. Su técnica se llamaba Guillotina del Príncipe (Prince’s Guillotine), y aducía cortar lo que fuera. Pero claro, para eso tenía que acertar, y tanto el pez con alas como el vestido de perro lo evadían con cierta facilidad.

 

Y mientras tanto, la Cascada Ascendente lo volvía a atrapar en un descuido y le rompió parte del brazal con el que intentó protegerse. Mikhail ya no se estaba divirtiendo tanto. Así que gritó.

—¡¡¡AAAHHHHHHHH!!!

—¿Qué demonios es esto?

Vio a los soldados rasos caer a los techos (y al agua) bajo el embrujo de su Rugido Castigador (Katarel’ Rev), que emitía un chillido que nadie podía evitar ni tapándose los oídos con todas sus fuerzas; las potentes ondas de sonido dañaban los órganos internos de las víctimas que lo oyeran, y finalmente morían cuando sus almas no eran capaces de sobrevivir en cuerpos tan castigados.

Los Santos de Bronce trataron de resistir un poco más, y como sabía, eran capaces de bloquear parte de su técnica con su Cosmos. Pero eso no fue lo que buscó en primer lugar al gritar…

—¡¡¡AHHHHHHora, Thalos, haz algo útil, ja, ja!

El Guía de Tritón voló a través de las cuchilladas de aire que lanzaba el debilitado Santo de ojos pequeños y casco de perro, lo golpeó con el bastón de su guadaña sobre el rostro, y gracias a ello se impulsó con una inteligencia inusual sobre el chico de las alas transparentes que trató de retroceder, pero se encontró con el vacío más allá del techo del primer piso adelantado de la iglesia.

—¡Maldición!

—¡No, Olly!

La Guillotina del Príncipe, el semidiós Tritón hijo mitológico de Poseidón, se enterró en el cuello y llegó la zona contraria del estómago de un sujeto sin importancia que no lograría ni salvarle los pies a su diosa de una hormiga enemiga.

—¡Explosión Supernova!

—¡Bombardero!

El gato y el caballo atacaron al mismo tiempo, furiosos e impulsivamente idiotas, pero Ohiro aprovechó muy bien sus bajas defensas y distracción cuando fueron atrapados por el Rugido, los golpeó casi al mismo tiempo y destrozó parte de sus armaduras. Los hubiera asesinado de no ser por el guardia con la cadena que saltó con todas sus fuerzas y trató de romperle la cabeza al monstruo Caribdis.

 

Qué estúpido fue. Ohiro solo tuvo que levantar su Gran Ciclón y hacerlo girar un poco más fuerte para que la bola con púas resbalara sobre su cuerpo y lo atrajera con la fuerza centrípeta.

—¡Cuidado, Dante! —bramó el Santo vestido de anaranjado.

—¡Maldita sea, no! —gritó el Santo con armadura de perro atrapando el cadáver del de alitas antes que cayera al agua. Al final sería lo mismo para todos.

El golpe fatal que recibió el tal Dante lo arrojó a través del ventanal de la iglesia ante los gritos horrorizados en su interior. Los guardias corrieron a socorrer a la gente… pero tener poder por estar cerca del mar tenía sus ventajas.

Mikhail arribó con tres saltos a la iglesia después de dejar atrás con un empujón al Santo de Pez Austral. Éste trató de darse prisa, pero no pudo evitar que asesinara a unos cuantos soldados rasos. El mismo evento se estaba dando en todas partes del globo, donde los Cetos y las demás criaturas de Poseidón debían estarse dando un festín aprovechando el golpe sorpresa.

 

¡Qué divertido día!

 

—Te mataré… ¡vengaré a mis compañeros, lo juro! —dijo Nesra al aterrizar detrás suyo. Su Cosmos ardía como un fuego fatuo, y su barbilla temblaba.

—Oye, se me ocurrió una idea. Llevaré esta gente ante las puertas de la famosa Elíptica, ¡será grandioso!

Ohiro y Thalos se acercaron, pero correctamente se quedaron inmóviles. No era necesario que hicieran nada.

—Parece que no eres tan listo como piensas. Con que te acerques un poco bastará para que el Carnero los haga pedazos a todos ustedes juntos.

—¿En serio? Dime, ¿por qué crees que ninguno de los Santos de Oro ha mostrado su brillante y amarilla carita por aquí?

—¿Qué? —Nesra clavó su mirada al oeste, donde se veía la montaña que refugiaba a los Santos más fuertes. La lluvia caía también sobre ella a pesar de que su cima tocaba las nubes, pero era evidente que tomaba una forma extraña en las cercanías al Zodiaco.

 

Parecía una cúpula de agua que corría a su alrededor, las gotas curvaban su ruta doblándose hacia afuera a medida que se bajaba la mirada por la montaña. Los Santos de Oro serían los testigos de lujo de la limpieza del mundo, mientras se frustraban mirando y descubrían que nada podrían hacer.

—No sé qué tramas, pero no lograrás vencer a Athena, ¡ni a nosotros! —El Santo de Pez Austral manipuló psíquicamente una gran masa de agua que sacó de abajo y la lluvia, y la arrojó con todas sus fuerzas hacia él.

Pero el Rugido Castigador ya había hecho su efecto, eso no cambiaría.

 

Atravesó su pecho después de avanzar con tres zancadas, incluso aunque se le rompió parte del peto y las hombreras. ¿Qué importaba eso? La sangre era algo curioso, mucho más espesa que el agua a su alrededor, manchando su mano.

—Ja, ja, ja, Danza de Serpiente (Zmeya Tenets). De todas formas, pececito, me entretuviste un buen rato.

—Ah… ah… maldito… —Nesra vomitó sangre, pero alzó su mano para darle un lento, débil y absurdo golpe en la mejilla.

—¡Nesra, aguanta, AGUANTA! —gritó uno de los Santos sobrevivientes, tal vez el vestido de gato, o el de perro. Ninguno de esos podía ponerse de pie.

—¿Qué haces?

—Te golpee —El Santo que asesinaba poco a poco sonrió; Mikhail había olvidado su acuerdo—. Ahora dime donde tienen a Athena.

—Je, je, je, muy bien. Debe estar en la cama de Poseidón, a punto de morir.

—¿Q-qué? ¡Eres un hijo de…!

Le destruyó el cráneo con la otra mano, y finalmente se liberó de su cuerpo empapado, que cayó al agua. Los soldados rasos del Santuario se acercaron con timidez, al fin se daban cuenta de su lugar.

—¿Los matamos a todos? —preguntó Ohiro, de cuyo rostro caía la lluvia como el grifo de una ducha.

—No, llevaré a cabo mi idea —replicó—. Hagan lo que quieran con esos Santos debiluchos y aten a la gente de este pueblo. Consigan unos botes y llévenlos frente al primer Templo, en el coliseo del Santuario.

—Estando en pleno territorio sagrado de Athena, seguramente no está bajo el agua —reflexionó Thalos, limpiando la hoja de su guadaña mientras aplastaba bajo sus botas al impotente y gritón Santo de León Menor.

—Muy bien que uses la cabeza. Yo me adelantaré.

 

El primer Templo se veía gigantesco (aunque ni de cerca como el Templo del dios Poseidón), en la parte alta de unas largas escaleras. Mikhail se adentró al coliseo donde algunos Santos conseguían sus armaduras, anegado y húmedo. El aire estaba pesado y daba un color gris al telón de fondo de su idea.

—Me muero de ganas de ver al Santo de Aries bajar las escaleras, ¡por favor date prisa! —dijo en voz alta, a punto de reírse a carcajadas.

—Da un paso más y te destruiré en mil pedazos —replicó una voz furiosa, llena de odio y frustración.

Mikhail miró hacia atrás y vio un Santo bajando las escaleras del coliseo, aproximándose desde la dirección del titánico reloj cuyas llamas no podían arder bajo esa lluvia. El extraño tenía una armadura color mostaza, con garras en las hombreras, un casco felino e iracundos ojos rasgados.

—Y tú serías… ¿mi próxima víctima?

—Santo de Bronce, Lynx Retsu —respondió con la lluvia resbalando por su rostro como si fueran sus lágrimas.

Tal parecía que se divertiría un poco más antes de contemplar en todo su esplendor la frustración de los Santos de Oro a través de la cúpula que Poseidón había construido.

De todas maneras, el Santuario ya había perdido.


Editado por -Felipe-, 04 septiembre 2015 - 10:26 .

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Publicado 05 septiembre 2015 - 09:39

LO BUENO:
 
-me agrado el enfrentamiento entre los soldados de ambos bandos, le da un toque de realismo  a esa 
guerra
-Mikhail demostro ser un rival poderoso por poco acaba con todos los caballeros de bronce de aquel sitio
-La pelea de Nesra fue muy emotiva
-Tiene sentido que ataquen a  Rodrio ya que ayuda al santuario

 

 

Spoiler


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#340 ALFREDO

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Publicado 05 septiembre 2015 - 14:29

Hola felipe, lento pero seguro aqui he avanzo dos capitulos mas. Así q ya voy en el quinto XD

 

Me agrado el capitulo de Shun, sobre sus dias en la isla de andromeda, me resulta raro q uses a daidalos y no albiore como la mayoria prefiere, incluso pusiste a la maestra de june, pero siempre se intuia q el maestro de todos en la isla de andromeda era el santo de cefeo, aca pusiste una tal Cap invalida creo como santa de casiopea?

 

Me parecio raro q Shun interfiriera en la prueba de Leda, al menos eso fue lo q entendi, me hubiera gustado q muriese y q frenaran la intervencion de Shun, pero por lo q lei se entiende que apenas lo libera las cadenas se aferran a él....

 

Otra cosa durante el capitulo me deja la duda, si la isla de la reina muerte y la de andromeda son considerados dos de los tres infiernos en la tierra, donde queda el tercero?

 

 

Con el capitulo de aioria, nuevamente vemos otra de las pruebas de los protas, esta vez con la de seiya, me parece acertada la desision de poner a un rival mas digno a seiya q cassios, pues este no conocia el cosmos, y en sí, fue incoherente por parte de kuru o no lo vio venir. Poner a él como el ultimo rival siendo entrado por shaina y no le haya enseñado lo basico. Aunque me deja la duda si es el dante de cerbero o no, ojala q no XD.

 

Seguire avanzando con estos capitulos cotidianos, espero llegar pronto a la trama principal, aunque se q basicamente se trata de cubrir los agujeros, pero creo q hay una trama personal que desarrollaras, no?


Editado por ALFREDO, 05 septiembre 2015 - 14:31 .

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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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