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The doom of the Knights of Athena

La condena de los santos

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289 respuestas a este tema

#221 Seph_girl

Seph_girl

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Publicado 08 mayo 2017 - 10:47

Pobre de Enoc, Surt, Gabriel y Ganimedes en medio de tales decisiones jajaja en ambas mueren, supongo que tendrán que buscar un plan C...
 
Creo que hasta ahorita es que entiendo el plan de Prometeo, un mundo donde olviden a los dioses como tales y sólo sean cuentos.
 
Leví de Serpiente, vaya poder el suyo para someter a la gente como perros fieles, y al fin entiendo más las cosas... a veces soy , muuuuy distraida.
 
Fue un cap revelador e intenso, y ademas que nos deja en suspenso total.
¿Tres caps faltan para terminar? Andamos en las mismas XD
 
Suerte con el fic :) 
 
:m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4:

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


#222 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 12 mayo 2017 - 21:00

en este fic todos quieren matarse entre si--XD

 

 

Fue buena la historia del pasado del patriarca


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#223 ALFREDO

ALFREDO

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Publicado 26 mayo 2017 - 16:39

Hola Seph-girl

Spoiler

 

Hola T-800

Spoiler

 

CAPITULO 41.- LA UNCIÓN

 

Por fin el gran ritual de la purificación estaba dando comienzo frente a los aposentos de Athena, sacrificando a los tres guardianes de los tesoros. Mientras los tres elegidos estaban a merced de Leví de Serpiente realizando la ceremonia bajo sus órdenes, Ganimedes experimentaba una fiebre infernal, un calor abrazador que lo incineraba por dentro, perdiendo su conciencia viendo destellos de lo que vagamente podía apreciar, divisaba a sus amigos concentrando el poder de sus reliquias. En su interior sabía que esa fiebre era producto de la maldición de la pulsera de flores en su muñeca que Afrodita le había impuesto.

La pregunta era, ¿Por qué lo afectaba ahora? Sus ojos se cerraron quizás por la agonía o por el horror de no querer seguir contemplando todo eso, estando impotente. En las entrañas de su conciencia tuvo una alucinación. Se vio llegando a una zona alejada del santuario, una isla donde no parecía afectada por la hambruna ni ninguna otra peste que azotaba el mundo.  Parecía ser un oasis por su acogedor olor a rosas, donde el sol era cálido y el clima templado. A su vez, un palacio se imponía en el centro de la isla, donde unas mujeres bailaban alrededor de un gran altar, mientras una mujer cubierta por un velo transparente y de larga melena rubia contemplaba sentada en un trono como danzaban las demás, las cuales estaban con vestiduras bastante provocativas, inclusive algunas descubiertas, denotando sus atributos femeninos.

Aun así algo lo saco de ese trance, antes de que sintiera que su alma llegara a ese lugar. Una voz lo devolvió a su estado normal.

 

 

<No pierdas tu fortaleza>

 

Una desconocida voz le dio ese mensaje para alentarlo a despertarse y que regrese al campo de batalla, el copero sintió como el cosmos de la armadura hizo brotar una corriente helada que devolvió la temperatura estable a su cuerpo poco a poco.

Entretanto el patriarca tomó primero la esfera de Gabriel y miró al pequeño bronceado que no podía emitir palabra alguna, pero seguramente su cuerpo y su mente estaban en un estado catatónico, imperceptible para él darse cuenta de que le estaban arrancando algo que había sido asimilado por su espíritu.

 

El Orbe de la Benevolencia, capaz de expulsar toda energía o entidad hostil, es un purificador que será perfecto para que funcione como el reflejo del escudo de Athena ―dijo al pulverizar la esfera y rosear con sus restos como un polen sobre el circular escudo en la estatua de Athena.

 

El escudo Aegis empezó a transmutarse volviéndose de oro, hasta compactarse en un más pequeño. Para poder sostenerlo, pero no quiso utilizarlo, ya que no le correspondía. Ahora el Orbe de Gabriel se había destruido y él cayo inconsciente, empezando su piel a palidecer y volverse áspera, sin que emanara ningún aliento de vida en él.

Mientras el aire se polarizaba de orbes azules, los cuales eran succionados por Ganimedes. Estos se integraron en su cuerpo, produciendo que se hidratara de nuevo, pero desarrollando una barrera alrededor de él. Hasta que el papa notó como el aire cambiaba la humedad al apreciar unas ondas acuosas.

 

―¿Qué está pasando? ―se cuestionó el pontífice al contemplar cómo se puso de pie, el copero de oro―. Esa energía que nutre el ambiente, se supone que solo el cloth de copa tiene la propiedad de invocar el néctar de la vida para revitalizar el cuerpo humano. ¡Te curaste de la nada!

―Jamás había sido yo el revitalizado, siendo el curandero del santuario es primera vez que experimento sanarme a mí mismo.

 

“Acaso será verdad que en los momentos de vida o muerte existe la posibilidad que vuestra voluntad le haya  permitido alcanzar la fuente de la vida del cosmos y obrar el milagro de restaurarse a sí mismo su salud”

 

El papa se sintió frustrado y confundido, para él era imposible que los humanos usen el cosmos como una energía diferente a la destruir los átomos, se supone que solo los dioses o un medio divino podían crear y estimular la vida, al ver que el cosmos de Ganimedes se engrandecía por sí mismo, lo hacía sentir una amenaza, por lo que detuvo la ceremonia, dejando a los dos elegidos estáticos, con las esferas levitando sobre sus pechos, irradiando una gran energía.

 

―Es la primera vez que siento que tu aura se incrementa tanto. Por primera vez muestras tus colmillos,  Ganimedes.

―Durante la batalla del Laberinto de los dioses, pude despertar el séptimo sentido por unos momentos. Ahora que presencio lo que intenté evitar desde el comienzo de esta cruzada, puedo sentir una gran adrenalina por todo mi cuerpo, me está permitiendo acceder a niveles que nunca antes había alcanzado. Ni con los mejores entrenamientos que tuve.

―Viste esta escena, como un reflejo del agua en el interior de la armadura de Crateris, verdad ―sonrió Leví con malicia―. Eso quiere decir que me espiaste cuando usaba los sellos de Athena para amplificar la visión del futuro. Debes saber, que siempre fue inútil pues este futuro era inevitable.

―¡No estoy tan seguro, si yo lo derroto a usted, salvaré a todos! ―clamó con ímpetu en sus palabras―. Si me gano el favor de Athena, me convertiré en el nuevo pontífice. Con eso podré utilizar la Corpnucía para volver fértil la tierra, liberar la urna que contiene todos los bienes, y salvar a mis amigos.

―Ya veo con que han encontrado el cuerno de Amaltea en la isla de Creta y la Pithos que contiene los Agatho Daimon en el templo de Acuario. ¿Pero dónde están, no los han traído con ustedes?

―Los escondimos, pues no podemos dejar que siga con eso en su poder.  Pues todo este tiempo usted ha podido solucionar los problemas del mundo y de los seres humanos.

―Ya les dije que era necesario que la tierra entrara en un caos, para que Athena despierte ―Leví se puso al frente de las tres reliquias unidas, para protegerlas, emanando un gran cosmos―. ¡No dejaré que interfieras con el ritual, no moriré hasta cumplir mi misión!

 

Leví se desplazó a él nuevamente para perforar con sus colmillos de la Serpiente en su piel, sin embargo Ganimedes se dejó atacar. No obstante esta vez, hizo que su humedad se concentrara arremolinándose alrededor de los dos, tomándolo por el brazo del papa.

El aire le secó la garganta a Leví que quiso retirar su brazo expuesto del pecho del copero, al ver como la piel se le volvía áspera y sólida, su extremidad quedó cubierta de un velo glaciar que lo hizo retroceder.

 

―¿Qué hiciste?

―Lo congele atreves de la sangre, es por eso que su brazo esta adormecido y su veneno no brotó al detener su fluido sanguíneo―explicaba el curandero al concentrar un puñado de hielo en su puño―. Pero ahora toda su piel quedará cubierta de este soplo de aire congelante.

―¡No te atrevas, Ganimedes!

 

El copero dio un golpe centrado de un chorro glaciar, pero cuando el chorro de aire llegó al cuerpo del papa, éste extendió las extremidades hacia los costados y separo las piernas para cubrirse de una negrura que oscureció su silueta, desde un agujero negro en su pectoral hizo succionar todo el soplo glaciar que arrastró con más fuerza el exterior hasta llegar a absorber el cuerpo del santo de acuario, quien se vio sorprendido por la dimensión desconocida que lo engulló en sus tinieblas. Recuperando el santo de bronce su sombra normal, después succionarlo.

Después de eso, Leví sintió dolor en su antebrazo, notó una mancha escamosa muy blanca y rojiza semejante a un tumor, la cual se le había hundido más que el resto de su piel el cual había sido la parte de su brazo que tocó el copero.

 

―¿Esto es lepra? ―se sintió horrorizado al verse como los pelos de esa mancha los tenía blancos―. En qué momento, me infecté.

 

El papa se expulsó todo el cloth, para ver que tenía tumores así por todo el cuerpo, de los pies a la cabeza. Sería un residuo del ataque del curandero, pensó él. Cuando este cayó de rodillas abatido, fue cubierto por la sombra de un ser alado que al levantar la mirada, lo reconoció de inmediato.

 

―Quién lo diría ―dijo el ser bronceado de túnica oscura―. Aquel que se regocijaba de ser tan puro e inmaculado, ahora es un inmundo ante los ojos de los demás.

―¡Prometeo!

 

Leví se enfadó tanto que quiso conjuró una flama sagrada de luz, la cual quiso arrojarle para incinerarlo, pero el titán detuvo el fuego con la palma de su mano, extinguiendo la llama al empuñar sus dedos.

 

―El fuego no tiene secretos para mí ―declaró el titán alado―. Estas perdiendo tu divinidad, debido a tus actos.

―Debe ser la diosa de la victoria, que le concedió suerte debido a su buenas intenciones. Siempre se ha llevado mal conmigo y con Kratos, solo con Bia, es que fueron cercanas ―respondió el dios del fervor al recordar a Nike.

―Vosotros los hijos del titán Palante, el primer dios de la guerra. Merecen ser castigados en el pilar del extremo sur, el cual una vez sostuvo tu ancestro Críos.  Solo ahí vuestra esencia belicosa podrá ser contenida para siempre.

―Si ese es mi juicio, tú deberías ser encerrado dentro del pilar del extremo occidente que sostiene tu hermano Atlas, el cual fue erguido por tu padre el titán Japeto ―Leví intentó darle una latigazo con sus cadenas blanquecinas, para atraparlo, pero el titán alado las esquivó.

 

Acto seguido el titán, sobrevoló el terreno cuando se dio cuenta que al nazír le dolía la piel al emitir su cosmos, una gran dolencia que le hizo desconcentrarse y escupir sangre, para darse cuenta que su condición empeoraba y empezó a enloquecer gritando de horror cuando vio su reflejo en el escudo de oro. Contempló con desprecio como todo su rostro y su tez se hizo más escamosa como las de una víbora tanto que muy pronto todo su torso tenía esa piel áspera y opacada, sus cabellos se volvieron serpiente y sus dientes colmillos, todo su cuerpo término siendo el de una bestia reptil.

 

―Creíste que podrías engañar a Athena, ahora ella te está castigado y te estas convirtiendo en un demonio Gorgonio. El espécimen que más odia Athena, pues la medusa la ofendió de la peor manera. Igual que tú.

―Yo solo me sentí atraído por una mujer antes de fecundar a la diosa ―se dijo tratando de excusarse cuando se dio cuenta como su voz cambiaba y sus piernas se juntaron tomando la forma de un larga cola escamosa, todo su cuerpo se transformó en serpiente―. ¡Athena me ha maldecido!

 

Cuando un fuerte estruendo se originó desde el escudo dorado. Un alumbramiento lo iluminó al monstruo en que se había convertido y le quemo la piel tanto que Leví perdió la conciencia, cayendo a los pies de las escalinatas del templo de Athena.

 

―¡Su espíritu cayo sumergido, producto de lo que más se enorgullecía abrazándolo como una maldición! ―exclamó el titán sobre el techo del templo al ver por el reflejo del escudo que Leví aún mantenía su aspecto nazareo y solo se había inmerso en un trance solamente―. Vuestro dones de profeta que Athena te otorgó y me robo en la era anterior, por fin me serán devueltos en un nuevo intercambio equivalente.

 

Cuando puso su pie en el suelo, el piso se elevó como una plataforma transparente ascendiendo hasta la altura de la cima de Starhill, casi en las nubes sobre los cielos. Conectándola como una plataforma con el pequeño monasterio, pues desde ahí un halo de luz se divisó proveniente del interior. Una figura comenzó a tomar forma, una encapotada cubierta por un velo blanco, emitiendo un aura de luz tan brillosa como un astro de color azul-blanquecino que el titán del fuego solo reconoció expresando una mirada seria y atípica al tenerla a la misma altura.

 

―Ha pasado siglos desde la última vez que nos vimos. Diosa de la guerra.

―He venido para detener tus intenciones ―respondió la diosa del velo blanco.

―No estoy haciendo nada que no me corresponda. Vuestra idea era dejar evolucionar a los humanos y eso te incluye alejarlos de tu presencia también ―respondió Prometeo.

―Mientes se me ha proporcionado cuáles son tus intenciones ―dijo mirando al pequeño búho mecánico, que estaba volando alrededor de la estatua de Athena―. Prometeo, no puedes seguir interfiriendo hasta que mi juicio haya terminado.

 

Athena emanó un cosmos que se expandió como una estela de luz por todo el santuario, recorriendo rápidamente todos los pasillos, cubriendo con su aura toda la montaña de las doce casas. Prometeo se vio enfurecido con su presencia y siendo un cuerpo recién reencarnado, pensó en que podría manejarla, se dispuso a atacarla conformando una esfera aural de fuego demoniaco, arrojándola sobre ella quien no respondió defendiéndose si no que la recibió de lleno en pleno estallido.

 

De entre la gran pila de fuego azul, las llamas se arremolinaron siendo manipuladas hasta ser expulsadas como si nada desde el interior, emergiendo la figura de la diosa con el mismo cosmos gigantesco.

 

―No puedes consumir un alma divina con esas flamas de baja categoría ―respondió la diosa, señalándole con su brazo derecho, extendiendo el dedo índice produciendo un destello―. Vuestro fulgor debiese ser más intenso para alcanzarme, quizás con este grado.

 

Comunicó al manipularlas y regresarle sus llamas con más intensidad, las cuales Prometeo prefirió esquivar trasladándose hacia otra dirección y vio desde un costado, como una gran estela azulada, recorrió los cielos del santuario. Una gran llamarada que siguió su curso como un cometa, despejando las nubes volviéndolas como sustancias grisáceas gaseosas. Todos en el santuario, pensaron que un cometa había surcado los cielos en ese instante.

 

―¿Qué extraño se supone que ella no debiese tener conocimientos de emplear el cosmos si acaba de nacer? ―se cuestionaba Prometeo asombrado―. Sera posible que en este pequeño lapso de tiempo haya aprendido a desarrollarlo parcialmente.

―Jujuju ―un ulular comenzó escucharse desde las cercanías de la colosal estatua de Athena―. Yo soy el culpable.

 

Una lechuza de ornamentos plateados voló para posarse sobre el hombro de la diosa, acariciándola como una mascota.

 

―Noctua, puedes almacenar todo lo que sus ojos han visto y eso abarca desde la primera guerra santa ―aclaró la diosa.

―Solo le mostré una visión simbólica de cómo desarrollar su cosmos, todavía está lejos de usarlo en gran magnitud. Por eso, el sacerdote debe despertar y darse prisa, antes de que sean otros quienes se ganen el favor de Athena.

 

Athena la dejo ir para que fuera con el papa inconsciente, mientras ella enfrentaba al titán. La lechuza parlante le picoteo la cabeza para despertar a Leví, quien al ver que fue engañado no se dispuso a discutir ahora con Noctua y cuando se disponía voltearse, un daga lo atravesó en una pierna, quedando está adherida al suelo. Sintiendo como un frio metal le atravesaba la pierna izquierda. Observó cómo alguien había subido desde la recamara papal.

Una mujer la cual creía muerta, le había enterrado la daga de oro, en su pierna para prohibirle continuar, con una daga que él mismo le había entregado. Su antigua discípula habría recobrado su juicio y ahora se disponía a frustrarle sus planes.

 

―¡Casiel! ―bramó el papa.

―Es tiempo de terminar con esto.

―¡Espera! ―dijo una voz femenina desde las alturas. La cual dio un gran salto para aterrizar frente a la amazona y quedar delante del papa―. La ceremonia debe continuar y estas estorbando.

―¿Quién demonios eres? ―preguntó la antigua amazona que se hacía llamar Pentheselia.

―Soy Pallas. Un descendiente de los nobleza y por lo tanto, también soy una digna doncella de Athena.

―Ahora es mi digna portadora―agregó una voz mecánica, la amazona quedó perpleja al ver como una lechuza de ornamentos de oro y plumaje plateado descendió sobre la doncella.

 

La lechuza se transmuto agrandando su cuerpo en un pelaje platinado y se dividió en varias partes, ensamblándose en la doncella de coleta azabache, tomando la figura de una guerra de armadura platinada con bordados de oro y unas afiladas alas en la parte trasera, trayendo consigo una estola en su cuello.

 

―No llevas mascara. Eso quiere decir que te has convertido en una santia.

―Pallas de Noctua. Una de las ultimas santias al servicio de Athena y por ella es que deberé derrotarte.

―He pasado por mucho para llegar donde estoy, incluso he estado cerca de morir varias veces. Ninguna niña recién adquirida su cloth me va a vencer. Yo tengo órdenes de purgar el santuario.

―Ingenua… ―musitó la muchacha de coleta azabache―. Vosotras las asesinas, no son más que esclavas desechables que hacen el trabajo sucio del santuario. Ahora que está a punto de renacer, debemos eliminar los remanentes  que nos degradan como imagen.

 

La amazona de ropaje resquebrajado, la atacó extendiendo su brazo como un haz cortante, pero su rival la detuvo, bloqueándola con su brazal. El cual para ser una armadura de plata, dejó sorprendida a Casiel. Entonces fue víctima de una patada, que la mandó a retroceder en una voltereta, logrando sacarle sangre en la caída.

 

―Pobre, ya estás acabada.

―¿Qué? ―se cuestionó Casiel sintiéndose humillada al ver que una niña parecía tener más fuerza que ella.

 

Cuando se levantó iracunda para asestarle varios golpes, sin embargo con cada puñetazo que daba, la santia le bloqueaba a la misma velocidad, respondiéndole con una potencia con la misma intensidad en el momento que decidió devolverle toda la serie de ataques, la supero golpeándola con mortíferos golpes que le destellaron como pequeños estallidos por todo su cuerpo, ocasionándole serias fracturas que no le permitieron volver a ponerse de pie, mermando su ira con esa terrible golpiza que recibió de parte de Pallas. Quedó tumbada contra un pilar y cuando intentó elevar su cosmos comenzó escupir sangre al ver que su vista se le distorsionaba y su estado ya no le permitía seguir peleando.

Volteando su atención por unos momentos en Surt que estaba un poco más arriba en el siguiente nivel en el pórtico del templo de Athena. Que a todo esto, la diosa no parecía impórtale que Pallas la matara a pesar de saber su verdadero papel de agente encubierto, solo parecía concentrada en Prometeo.

Pallas cruzó sus brazos por encima a la altura de su cara para encender su cosmos y emanar detrás de ella un aura con forma de Búho, el cual desplegó unos ojos de mirada mortal, plasmando en Casiel un resplandor espectral.

 

―¡Nebulosa del Búho! ―

 

Manifestando una densa y oscura bruma, desde sus palmas. Cubrió el cuerpo de la amazona en una nube tenebrosa, poniéndose el cuerpo de Casiel estática, perdiendo todo vestigio de vida.

***

 

Entretanto en los cielos, los dos benefactores más grandes de la humanidad estaban en discordia. Enfrentándose por el dominio de la tierra. El titán la miraba como si pudiera traspasar ese manto que cubría a la diosa que si no fuese por su brillo que impregnaba sutilmente su piel, no la reconocería.

 

―Recuerdas la última vez que nos vimos. Después de ayudarte a formar la orden de los santos y las cloths, me desechaste y mostraste tu verdadera cara, la de una arrogante diosa olímpica ―le recordó Prometeo.

―La verdad no. No vale la pena guardar malos recuerdos en mi alma que me nublen el juicio ―respondió la diosa de la guerra sin darle importancia―. Solo sé que te convertiste en mi enemigo al querer los tesoros para tu beneficio, ya que eso interrumpe mi coronación como diosa de la tierra.

―Ese cetro te lo otorgué yo, esperando que las reliquias te sirvieran para proteger la tierra de cualquier amenaza exterior, no que aprovecharas su poder para abrir las puertas y llevar la guerra a otros reinos.

―La guerra es inevitable, por eso debo fortalecerme lo suficiente para defender la tierra.

―Descuida yo la protegeré de vuestra divinidad ―respondió Prometeo quien desapareció en una corriente de fuego, para aparecer por detrás de la diosa y sorprenderla clavándole las puntas de sus alas, las cuales se afilaron como espadas, penetrando en sus hombros, tiñendo sus brazos de sangre―. Esto no es sangre azul  o sí.

 

Athena aguantó el dolor apretando los dientes fuertemente, pero recibió  además una gran corriente de energía  que la electrocutó, descargando  además el titán un intenso resplandor que la mando a volar a la diosa, haciendo que perdiera la concentración al caer de la plataforma, esta desapareció. Entretanto Prometeo alzó el vuelo, la diosa fue atrapada por la santia del Búho aterrizando frente al altar, entonces el papa se acercó rápidamente viendo que su sangre le escurría, tomó la esfera naranja, la cual pertenecía a la energía de la espada flamígera de Surt, y se la entregó a la Pallas, sin atreverse ni a mirarla ni tocarla.

 

―Pulveriza la esfera en polvo monoatómico y dáselo de beber, eso le sellará las heridas en su cuerpo purificando su sangre.

 

Pallas la tomó y le obedeció sin chistar, vio que destruir la esfera fue muy sencillo, puesto que se derramo como un polvo muy brilloso sobre el cuerpo de una aturdida diosa que le ofreció el puñado, roseándoselo por sus heridas y ayudándole a que bebiera el resto. Al terminar, fue testigo de cómo provocó algo en su interior que la diosa reaccionó de forma violenta al empujarla, expulsando una ráfaga de cosmos muy ofensiva que hizo retroceder hasta el mismo Leví.

El titán alado se acercó a ella con más precaución, se sintió frustrado por no ver actuado antes y se ocultó detrás de sus alas al cruzarlas por delante de él para protegerse de las ráfagas que la diosa emitía, mientras su cuerpo asimilaba la reacción que había provocado Pallas en su interior.

 

―Aunque hayan depositado la esencia de los tesoros en ella o en el escudo, un alquimista como yo siempre sabrá extraerles esa esencia para aprovechar la energía ilimitada de las reliquias ―explicó al ver como el cuerpo de Surt se opacaba, entrando en un estado de descomposición. Tornándose un cadáver.

―Creo que ya terminó ―musitó la diosa al sacarse el velo y mostrar que por alguna razón traía una diadema que ocultaba sus ojos, como una máscara muy sutil, además del pectoral escamoso en su pecho con el medallón con forma de cabeza de medusa, el cual tocó―. Ahora recuerdo esto.

―Y eso…

―Es una máscara que me protege, brindándome un pequeño velo invisible. Es por eso que mi cuerpo resistió tu abrumadora fuerza, pero también permite que no me afecten ciertos aromas ―dijo para sí misma al empezar a caminar hacia el titán.

―¡Ahora mismo tomaré lo que es mío!

 

El titán se le aceró con ganas sustraerle la esencia del tesoro, tomando la apariencia de una gran víbora escamosa de color azabache, la cual intentó morderla sin que la diosa opusiera resistencia, dejándose morder en un brazo, pero al primer contacto de sustraerle su sangre. El titán serpentino se alejó inmediatamente provocando que Prometeo, volviera a su estado normal, rodando por las escalinatas, comenzando a quejarse, mientras su cuerpo se tensaba y sudaba con mucho calor.

 

―¿Qué este fuego que emana en mi interior como si estuviese incinerándome? ―se cuestionó irritado ni siquiera por poder ponerse de pie―. Todo mi cuerpo padece este mal.

―Creo que me deje morder en el brazo izquierdo no es así ―agregó la diosa mirándose como le escurría la sangre, cayendo una pequeña gota la cual tocó el suelo como un ácido muy fuerte―. La sangre del lado izquierdo es un mortal veneno. Mientras que la del lado derecho tiene facultades curativas.

―Oh no ―musitó sintiéndose horrorizado al abrirse los dos ojos como dos platos redondos estando agonizando en el suelo, parecía reconocer de que estaba hablando―. Sangre de Medusa.

―Es el veneno que ni los dioses pueden extraer.

―La esencia de la espada flamígera entró en mi torrente sanguíneo, despertando mi veneno de la Gorgona ―explicaba la diosa al verlo sufrir―. Al herirme del lazo izquierdo, te has envenenado con él, en el que tu estado inmortal te hará sufrir eternamente.

―¡No! ―exclamó lleno de euforia, incendiando su cosmos, pero se desplomó en un instante al caer con el corazón ardiéndole―. ¿Por qué no preví esto?

―Es cierto, vuestra máxima facultad de adelantarte a los movimiento de los dioses tiene un punto débil, pues no puedes engañar a alguien que ya engañaste una vez. Yo misma he desarrollado un método que heredé a los santos, en el cual un truco no funciona dos veces.

 

Athena recogió su escudo y se lo puso enfrente, encendiendo su resplandor comenzando a emanar de él, una luz tan fuerte que lo impulsó lo bastante como para mandarlo a volar desintegrándose en ese halo de fulgor luminosa.

La diosa al ver que ya no había amenaza, decidió regresar, volviendo a moldear un camino transparente, uno como un puente de arcoíris entre el altar de Athena y Starhill.

 

―Athena espere, todavía no término falta el espejo mágico ―dijo el papa mirando a Enoc.

―Para mí sí, pero para ti me temo que no ―la diosa le dio la espalda deteniéndose un momento―. Vámonos Pallas, quiero ver cómo terminará todo esto desde StarHill.

―¿Qué? ―se confundió encogiéndose de hombros―. No entiendo, pero si todo terminó ―añadió el pontífice al tomar la esfera azul de Enoc, cuando se dio cuenta que algo no le permitió tomarla―. Una barrera...

 

Una espiral de energía verdosa rodeaba al santo de Libra junto a la esfera, como una especie de capullo que le impedía que fuera separado de su reliquia. La cual aquella especie de energía zarandeaba como una bestia que empezó a rugir.

 

―Vuestro trabajo no está terminado, solo cuando esa ofrenda esté lista la aceptaré.

―Solo debo consumir la esfera de la Omnisciencia en su interior y todo terminará.

 

La diosa se fue subiendo por ese puente de múltiples colores junto con Pallas, mientras Leví retrocedió al no poder traspasar esa barrera desconociendo su origen. El escudo se tornó violento y más abundante al proyectarse con más fuerza, al volver a replegar el espejo dentro del cuerpo de Enoc. Mientras se elevaba como un tornado, desde el interior un rayo esmeralda traspasó las nubes, cambiando el clima en una tormentosa lluvia.

El santo de Serpiente, quiso volver cenizas el cuerpo de Enoc con sus flamas sagradas, pero al estirar los brazos sus llamas no se manifestaron, quedando Leví más asombrado todavía.

 

―No puedo provocar mi habilidad natural como dios del fervor.

―Es la danza del Dragón ―respondió al salir de las sombras, el cuerpo de Enoc con una voz más grave―. El escudo mágico, rocía el ambiente como una lluvia sellando vuestro cosmos impidiendo el contacto con el oxígeno para provocar vuestras llamas.

―Tú no eres Enoc…

―Yo soy Seiryu del Dragón ―respondió al abrir los ojos―. Digamos que estuve esperando el momento de emerger, vuestro ritual durmió el alma de Enoc y yo tome el control, aunque ahora que tengo nuevamente el escudo espejo en mi poder, gracias a que potenciaste la reliquia, imprimiendo su máxima potencia. Yo puedo liberar toda su capacidad.

 

El nuevo santo de Libra, emitió un gran pulso de energía al tocar con sus dos manos sobre los corazones de Gabriel y Surt, provocó que en ellos dos un cosmos volviera a nacer, recuperando su vigor, pero más que eso. Un umbral de una energía que parecía ser regocijante para ellos, al volver a ponerse de pie.

 

―Este no es su cosmos original, es más fuerte ―añadió Leví sin comprender―. Parece como si hubiese brotado de la nada.

―El poder del espejo de la Omnisciencia es capaz de hacer recordar lo que un espíritu una vez fue, en pocas palabras he provocado que ellos recuerden como encender su cosmos más allá del límite, esto es el supremo séptimo sentido.

 

Sería posible, realmente estaba contemplándolo atentamente como exista esa fuerza que es una amenaza para los dioses. Leví se vio sumido en la ira, pero más que eso su cuerpo siendo el dios del  fervor, comenzó a sentirse sin ganas de seguir peleando, como si al verlos su ímpetu que lo caracteriza se transformara en todo lo contrario.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


#224 Patriarca 8

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Publicado 27 mayo 2017 - 06:56

Podrias hacer un resumen de quienes conforman los diversos bandos

 

Ganimedes estaba teniendo un sueño subido de tono-XD

 

el patriarca sintio "temor"

 

el duelo de las feminas estuvo bien

 

 

Seiryu del Dragón fue astuto

 


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Publicado 27 mayo 2017 - 11:39

¿Habrá más fic? ¡Qué bien! Pero no imagino de qué será jaja, mucha suerte con lo que venga.
Y por aquello que omitiste de que Leví se salvara por eso de "cambiar la piel" me recordó a Orochimaru de Naruto (no es queja ni que sea malo, solo que pues él hacía algo así, creo recordar  :blink:  )
Parece que Ganimedes ganó una nueva magia curativa para salvarse e interrumpir el ritual que va a 1/3.
Tan guapo el Papa y le dieron lepra, el justo castigo, lo volvieron un reptiliano XD (lastima que haya sido sólo una ilusión jeje).
Era obvio que Prometeo iba a liberarse, no mas que no creí que fuera a ser tan rápido XD... y mucho menos que tan rápido de nuevo alguien más lo fuera a detener xD pobre.
Casiel apareció como prometiste, debió darle en el Pecho al papa asi que al perder el factor sorpresa está condenada... y así fue, petó (quizá, en un descuido se vuelve a levantar jaja)
 
Creo que fue muy buena la escena de Prometeo y Atena la verdad :) Me gustó.
Aunque eso de la sangre de la izquierda y derecha son diferentes ¿de donde salió? ¿algún mito del que no sé? (igual no es que sepa mucho de mitos)
 
Y creo que el Papa está a poco de morir...
 
Lo que no entendí es dónde quedó el Copero O.O ... de pronto peleaba, y ya no salió al ser relevado por Prometeo  :ph34r:
 
Buen cap n__n   :lol:
Nos seguimos leyendo por allí
  :m4:   :m4:   :m4:   :m4:   :m4:   :m4:   :m4:

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


#226 ALFREDO

ALFREDO

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Publicado 16 junio 2017 - 22:52

Podrias hacer un resumen de quienes conforman los diversos bandos

 

Ganimedes estaba teniendo un sueño subido de tono-XD

 

el patriarca sintio "temor"

 

el duelo de las feminas estuvo bien

 

 

Seiryu del Dragón fue astuto

 

Spoiler

 

 

¿Habrá más fic? ¡Qué bien! Pero no imagino de qué será jaja, mucha suerte con lo que venga.
Y por aquello que omitiste de que Leví se salvara por eso de "cambiar la piel" me recordó a Orochimaru de Naruto (no es queja ni que sea malo, solo que pues él hacía algo así, creo recordar  :blink:  )
Parece que Ganimedes ganó una nueva magia curativa para salvarse e interrumpir el ritual que va a 1/3.
Tan guapo el Papa y le dieron lepra, el justo castigo, lo volvieron un reptiliano XD (lastima que haya sido sólo una ilusión jeje).
Era obvio que Prometeo iba a liberarse, no mas que no creí que fuera a ser tan rápido XD... y mucho menos que tan rápido de nuevo alguien más lo fuera a detener xD pobre.
Casiel apareció como prometiste, debió darle en el Pecho al papa asi que al perder el factor sorpresa está condenada... y así fue, petó (quizá, en un descuido se vuelve a levantar jaja)
 
Creo que fue muy buena la escena de Prometeo y Atena la verdad :) Me gustó.
Aunque eso de la sangre de la izquierda y derecha son diferentes ¿de donde salió? ¿algún mito del que no sé? (igual no es que sepa mucho de mitos)
 
Y creo que el Papa está a poco de morir...
 
Lo que no entendí es dónde quedó el Copero O.O ... de pronto peleaba, y ya no salió al ser relevado por Prometeo  :ph34r:
 
Buen cap n__n   :lol:
Nos seguimos leyendo por allí
  :m4:   :m4:   :m4:   :m4:   :m4:   :m4:   :m4:

 

Spoiler

 

Aqui va el ultimo cap que cierra la pelea final con Leví. Antes q me arrepienta, lo posteo..

 

 

CAPITULO 42.- EL DESCENSO DE LOS INMORTALES

 

 

Su cuerpo estaba temblando, solo por estar frente a ellos. Sintiendo como su nueva aura se manifestaba semejante a una energía cósmica muy armónica, que daba el semblante que los cosmos de Gabriel del Cangrejo Menor y Surt de Altar, portando la cloth de su maestro fuesen otros.

Entretanto mientras el aura de los dos otros guardianes se intensificaba, la cosmoenergía del santo de Libra de alguna manera se mermaba gradualmente.

―Debido a que era el antiguo guardián, conozco como usar el espejo, pude despertarlos. Sin embargo, no será por mucho tiempo que puedan mantener ese estado ―explicaba el dueño del espejo mágico. Cuando se arrodilló―. Vosotros, si vencen al papa. Athena les otorgará su bendición.

―Tú no eres Enoc ―respondió Gabriel desconociendo la voz―. Debes ser el alma del santo del Dragón que Enoc tomó en las cuevas Dicte. Ya veo, fue usted el que nos salvó.

―Solo estoy regresándole un favor, pues estoy interpretando las intenciones de Enoc ―respondió el antiguo santo exiliado―. Ahora háganse cargo del papa, pues no podré resistir mucho en el cuerpo de él, debido a que su alma es la verdadera dueña.

―Yo lo haré ―agregó el alquimista al dar un paso al frente―. Por cierto, ¿Dónde está Ganimedes?

―Leví lo tienen encerrado en otra dimensión paralela ―aclaró Seiryu al postrarse en las escalinatas.

―¡No permitiré que ninguno de los tres se mueva! ―exclamó el santo de Serpiente al extender su dedo índice para proyectar un espiral finísimo que envolvió el cuerpo del alquimista―. Esa cadena se alimenta de los astros, como el sol y la luna. Por lo que nunca podrás destruirla.

El muviano se vio inmovilizado, pero antes de que continuara para detener a los demás, una gaseosa niebla envolvió todo el lugar en una nube de vapor que cuando Surt incendió su cosmos la finísima cadena del papa se despedazó.

―No puede ser, tan fuerte te has vuelto.

―Vuestra cadena perdió su energizarte, gracias a que Gabriel cubrió la luz de los astros con esta niebla ―respondió Surt con una leve sonrisa.

―Estando encerrados aquí, no será eficiente ―agregó Gabriel dejándose ver en la densa capa gaseosa que los rodeaba a los tres como en una burbuja de vapor.

―¡Malditos bastardos! ―exclamó Leví dando un paso al frente, se dio cuenta que estaba pisando una sustancia magnética y a la vez gelatinosa que atrajo su cuerpo al suelo, quedando adherido, divisando que el piso se iluminó en un círculo de red como si estuviese en medio de una telaraña―. Mi cuerpo, no puedo moverme.

―Ahora es su turno de estar inmóvil, no intente nada pues esta telaraña tiene las mismas propiedades que el muro de Cristal ―agregó Surt.

 

El santo de Serpiente se sintió irritado, tanto que hizo explotar su cosmos manifestando su fuego ahora que la danza de Seiryu había desaparecido, irradiando un gran estallido vital, pero algo sucedió. Pues de la misma telaraña fue extraído todo el calor y después emitió de sus finos hilos, la misma luz abrazando el cuerpo del pontífice quedando con serias quemaduras infligidas al consumir su propio cuerpo en una explosión inestable, logró quemar la telaraña. Él nazir salió sorprendido de verse su cuerpo con grandes quemaduras, por su brazo izquierdo con su pierna y una mancha ardiente que había desfigurado la mitad de su rostro.

Iracundo decidió sacárselos del camino, abriendo sus extremidades hacia los costados, hizo que su cuerpo se oscureciera originando una grieta dimensional desde su interior, lo cual comenzó absorberlo todo.

―¡Escudo Aegis! ―

 

Arrastrándolo todo en un umbral tenebroso, despejo el sendero de los santos que se interponían en su camino, cuando terminó de proyectar ese agujero espacial. Su cuerpo volvió a normalidad, pero en el momento en que volteó, el alquimista de oro puso sus dos manos sobre su pecho para producirle un intenso resplandor que lo paralizo unos instantes, al sentir como desde el interior le brotaba nuevamente su agujero espacial, logrando que el copero saliera de ahí, cayendo inconsciente a unos cuantos metros.

 

―¡¿Cómo hiciste eso?! ―se cuestionó al verlo que lo tomó por sorpresa.

―La oscuridad de su cloth se ha ido ―dijo Surt al retroceder unos cuantos metros―. Al ver su técnica con estos ojos a nivel subatómico, con verla una vez es suficiente para comprenderla. La alquimia me permitió traer a Ganimedes a cambio de volver su vestimenta obsoleta.

 

Leví se vio así mismo con toda su armadura transmuta en una coraza de piedra, sin vestigio de vida como las armaduras de los santos negros, percibiendo que no era más que un pedazo de metal muy pesado sobre sus hombros.

Cuando el nazir vio una sombra por encima de él, divisó que alguien estaba levitando, como si estuviese conjurando un hechizo. Pudo ver la silueta de un jovial santo con una túnica de oro de casco y hombreras lleno de espinas.

 

―En qué momento has adquirido la armadura de Cáncer y las habilidades de Dante ―se cuestionó Leví al deducir que Gabriel se había trasladado al Yomotsu y puesto la cloth de su maestro para regresar con ella.

―Mi maestro me la otorgó en la ciudad Azul. Desde siempre él vio en mí el potencial para seguir sus disciplinas ―explicaba Gabriel al bajar con su nuevo ropaje―. Sin embargo, yo sellé estas habilidades por considerarlas indignas y me reinventé utilizando las técnicas de un bronceado. Por primera vez, hago brotar lo que se necesita para hacer arder estas habilidades.

 

Decía Gabriel al recordar una escena de su pasado, que le hizo querer nunca seguir las disciplinas de Cáncer, aunque hubiese nacido para seguir ese camino. Pues de cierta manera su maestro Dante, veía en él que tenía ese potencial.

 

—¡Maestro! —exclamó Gabriel. Al encontrarse en una posición muy extenuante con un brazo extendido, empuñando todos los dedos menos el índice del cual se desprendía una corriente neblinosa—. No puedo… Es demasiado para mí, es imposible que pueda igualar su nivel.

—¡Debes hacerlo, no se te ocurra detenerte! —bramó Dante, estando frente a él en la posición contraria, liberando un torrente espectral—. Si detienes o desequilibrios el flujo de las ondas infernales, podrías quedar atrapado en otra dimensión. Deberías poder soportarlo, pues estoy conteniéndome para que puedas liberar a menor medida el sekishiki Meikaiha.

Los dos se encontraban colisionando dos rayos de las ondas infernales, ocasionando una diminuta rotura de la dimensión en el centro del flujo. Gabriel no entendía el significado de este entrenamiento, para resistir y dominar el arte del sekishiki, el secreto no era tener una fortaleza física sino un espíritu inquebrantable, pero Gabriel carecía de eso, pues entre más tiempo pasaba descargando el rayo de las ondas del inframundo, sentía como voces y alaridos en lenguas desconocidas le gritaban por los alrededores, dejando su psique en un estado irritado que él odiaba, pues era la experiencia más desagradable que podía escuchar como los llantos de los muertos en las paredes se avivaban cada vez que colisionaban las ondas infernales en la casa de cáncer.

—¿Cómo ser inmune a esto? —se cuestionaba cuando perdió la concentración y el flujo se desequilibró, dando origen a una amalgama de donde empezaron emerger sombras de cadáveres, escapando de la colina del Yomotsu Hirsaka.

 

¡Seki Shiki Meihitsugi Ha!

“Sufrimiento Infernal”

 

Reuniendo una orbe de energía espiritual en su dedo índice. Dante atrapó a las sombras en un vendaval oscuro que los replegó contra las murallas cuando esté empuño su nudillo, petrificándolos en el acto.

—¿Por qué lo hace? No sería mejor devolverlos a la colina del Yomotsu.

—Ahora no se encuentran ni vivos ni muertos, sino que estarán siendo un alma en pena eternamente lamentándose en este templo. Aquellos que escapan de la colina merecen este castigo, es la pena por intentar evadir el juicio eterno. Piensas que soy malvado, Gabriel. Pues solo sigo la ley.

—Sería poco para describirlo, más lamentos que escuchar. No soporto cada vez que se gritan, es insoportable.

—No lo evadas, asimílalos. Solo cuando aprendas a vivir con el dolor, comprenderás que es la mejor manera de controlar el control del sekishiki. Aunque nutrir el cosmos de esas emociones, es un arte de doble filo.

—Doble filo, acaso puede atraer algo malo —inquirió su discípulo.

—Todo depende de cómo lo absorbas, si nutres tu cosmos de esas emociones teniendo un corazón muy sentimental, sufrirás eternamente. Por eso debes apartar tus emociones, debes vaciar tu alma de cualquier sentimiento de frustración y refinarla al punto de entender que todo el sufrimiento es causado por el deseo, aparta el deseo y entonces no sentirás dolor nunca más.

—Quiere decir que usted ha logrado despejar su mente de cualquier deseo, entonces ese es su secreto —agregó Gabriel, pues siempre veía que su maestro se alejaba de todos encerrándose en su templo, evitaba cualquier contacto con la sociedad para no cultivar un sentimiento que genere un deseo—. Es como perder la humanidad.

—Efectivamente, te haría invulnerable a cualquier engaño y te daría un gran dominio en el arte del sekishiki. Sin embargo ni yo mismo he conseguido dominarlo, pues en lo más profundo de mí ser. Guardo un deseo que yo mismo he sellado.

—¿Qué cosa, por qué no ha podido olvidar ese deseo?

—Es algo irónico, si lo olvido perderé mi humanidad y me nutriré de maldad. Pues mi deseo es no perder la esperanza de que algún día todo esto, terminará.

—Apartar el dolor, sin volverme un ser sin emociones. Solo con una virtud, la esperanza.

—Gabriel este es el legado que mejor te puedo dar, aunque parezca que te pida que te aísles del mundo, eso te llevará a conseguir un poder inimaginable, quizás incluso más grande que el mío. ¡No te aferres a nada en este mundo!

Fue la declaración más profunda que una vez, su maestro le confesó porque lo había elegido a él. Para seguir su camino creciendo como un verdugo que silenciara el sufrimiento. Sin dejarse atraer por eso, conseguiría una iluminación grandiosa.

 

―Usted santo padre, me impregnó de un gran dolor al hacerme gatillar las muertes de mis más grandes maestros ―añadió Gabriel al mirarlo con un semblante sereno―. No obstante, mi deseo de venganza se desvaneció cuando me nutrí del cosmos de la nada, mi espíritu se refinó lo suficiente que soy capaz de emplear las técnicas de Cáncer. Sin dejarme consumir, convirtiéndome en alguien cruel y despiadado como usted.

 

Leví no parecía importarle, a pesar de que las condiciones no le favorecían físicamente. Pues ya no tenía una armadura y estaba frente a dos santos que habían restaurados su cosmos al punto más glorioso que un humano pueda llegar.

 

―Que hayan sobrevivido fue inesperado, pero solo me resta ofrecer la reliquia de Enoc a la diosa para que pueda restaurar todo su cosmos ―vociferó sus intenciones, estando con serias heridas pero con una mirada decidida―. Yo no sucumbiré hasta sacrificarlos.

―Eso fue extraño, estuvimos dormidos en el reino del Hades ―agregó Gabriel reflexionando―. No recuerdo nada, solo que mi vida se apagó por unos momentos y una luz nos atrajo a este mundo nuevamente.

―La llama de la vida, se encendió en nuestros corazones. Quizás se considere una blasfemia con el orden natural, pero si es necesario de librar la tierra de su juicio injusto que así sea ―respondió Surt.

 

Sus habilidades divinas estaban selladas, sus dos ropajes también. Solo con su cosmos hizo explotar de sí mismo una energía que lo desacopló de su coraza de piedra, cayendo en pedazos.

Leví quedo solo con su vestimenta de entrenamiento y desenvainando una pequeña arma de una hoja de oro, una daga la cual había tomado de Casiel al regresar.

 

―¿De dónde saco eso? ―se cuestionó Gabriel sorprendido.

―Es la daga de la diosa. No importa que haya perdido la armadura de la Serpiente y la de Capricornio, solo necesito esto ―espeto lleno de confianza, jugando con la daga haciéndola girar en el aire entre sus manos―. Esta hoja sagrada, la misma Athena se la otorgó al primer Capricornio. Lo que me convierte en su heredero.

 

Los escuderos recordaron el mural que visitaron en una cámara secreta en el templo de la Cabra donde vieron esa escena. Sin embargo algo no encajaba con el recuerdo en la estatua, pues mientras en la escultura, la diosa le entregaba una espada y no una daga.

Lamentablemente no tuvieron tiempo de pensar eso al momento de ver como el nazir decidió tomar una pose desconocida para ellos, donde evidenciaba que pelearía cuerpo a cuerpo al tomar esa forma con los codos ligeramente flexionados y con las manos extendidas como si fuese a lanzar su Excalibur.

Surt nuevamente se lanzó al ataque esta vez, trasladándose al reverso de Leví, sin embargo él salto cuando el muviano desapareció, para dar una voltereta en el aire y que Surt apareciera debajo de él a la altura que Leví posicionara sus pies entre sus axilas y lo mandó a volar con un gran impulso, que lo estrelló contra Gabriel quien lo recibió de forma violenta. Entonces una estaca de hielo lo hirió cerca de sus tobillos para inmovilizar esa habilidad, Ganimedes se armó con dagas de cristal y lo atacó directamente, pero Leví las bloqueó: primero golpeó en la muñeca de su brazo izquierdo, provocando que soltara una y luego contuvo otra con su otra mano libre la cual desenvainó como un haz cortante que dejó los huesos de las manos de Ganimedes fracturadas, para a continuación propinarle una gran patada que lo hizo impulsar varios metros.

Cuando se disponía ir por Enoc que había perdido el conocimiento, alguien lo frenó apartándolo más al embestirlo con un gran torrente espumoso que lo hizo girar en 180 grados hasta que lo desintegró desde adentro al danzar sus extremidades como espadas. Divisó como el responsable permanecía con su brazo extendido, no siendo otro que Gabriel el nuevo santo de Cáncer.

 

―¡Seiken Excalibur! ―

“Espada sagrada de Excalibur”

 

Danzando sus extremidades como si estuviese combatiendo cuerpo a cuerpo, cada vez que lanzaba un corte a distancia o una patada, emitía una fuerza cortante que viajaba hasta Gabriel en múltiples ondas expansivas como si un gran ejercito desenvainara todas sus espadas al mismo tiempo. Gabriel no pudo protegerse y salió con serias heridas que no le permitieron ponerse de pie junto con Surt que cayó a su lado.

 

―Si hubiera sido la fuerza de un dios, creo que hubiese rebanado a mis amigos. Aunque estuviesen portando armaduras doradas ―dijo una jovial voz desde atrás, la cual Leví reconoció como su antiguo escriba―. Enoc, has vuelto finalmente solo para morir por mi mano.

―No tiene caso que continúe, ya vi lo que sucederá por el espejo mágico ―declaró Enoc, cuando tuvo una punzada en su cabeza―. Antes de que todo termine, necesito saber la razón de darme un ascenso.

―Es verdad con los demás elegidos no hubo necesidad de eso ―vociferó Leví al dibujársele una sonrisa―. Vi una oportunidad para recuperar las técnicas selladas de Libra si te convertías en el guardián del espejo de la Omnisciencia, pues necesitaba la llave de la victoria para que los santos puedan vencer a Ares.

―¿Qué esta diciendo? ―Enoc se le hizo una pausa y reflexionó un poco. ―Eso quiere decir que yo solo debía ser el guardián del espejo siendo el santo de Escultor y como usted previo en Starhill quienes serían los tres elegidos, me dio un ascenso.

―¡El arma definitiva! ―declaró el nazir―. Las técnicas de destrucción que el santo de Libra anterior dio a los demás santos de oro para destruir la Atlántida. Como pretendía que Athena no recodase sus memorias para no castigarme, necesitaba asegurar la victoria si hacía que la diosa naciese sin conocimiento de toda su identidad.

―¡Desea destruirlo al costo de que la tierra quede en un estado irrecuperable!

―Es muy tarde solo deseo redimirme ante la diosa. Contigo no hay necesidad pues cualquier ataque que te envié será mortal para tu cuerpo desnudo ―le recordó Leví al estar Enoc descubierto de su armadura y sus armas, además que la reliquia estaba debilitada por usar su máximo potencial―. ¡Ahora que estas vulnerable nadie ni nada te protegerá de mi daga!

 

Leví se aproximó a toda velocidad para propinarle una estocada directamente al corazón, pero fue frenado en seco cuando Enoc uso el mismo escudo imperial que devolvió el ataque al santo de serpiente como un haz cortante de forma directa que salió detrás de la espalda de Leví semejante a que una espada le hubiera perfora el pecho, escurriéndole una gran cantidad de sangre por detrás que lo hizo retroceder medio mareado y sin dirección alguna. No obstante, el espejo mágico también quedó con una hendidura que ocasionó que un aura saliera de ella, la cual voló al cielo hasta fundirse en las nubes y caer como una lluvia tenue de copos de nieve sobre la tierra.

 

―¡No, no es posible! ―exclamó Leví horrorizado―. La sabiduría se perdió para siempre.

―La sabiduría del espejo estaba contenida como una gota en unidad, ahora esa gota volvió a formar parte del océano ―vociferó Enoc frotándose el brazo entumecido―. Las reliquias protegen a sus usuarios hasta el final, lo único que podía hacer ahora es servirme como escudo saliendo de mi cuerpo.

―Es verdad ya antes me había sucedido ―agregó Surt arrodillado.

―Es el fin, ahora ríndase y acepte el castigo de Athena ―le impuso Enoc.

―¡No antes de matarte! ―exclamó el papa al levantar su brazo cuando se disponía a bajarlo, se dio cuenta que toda su extremidad se inmovilizó por la misma humedad concentrada en su brazo―. ¿Qué esto,  de nuevo eres tú Gabriel?

―Las moléculas de agua han sellado todos sus movimientos ―dijo Ganimedes desde atrás extendiendo su brazo con la palma abierta―. ¡Ahora!

 

―¡Sekishiki Mekaiha! ―

 

Exclamó el santo de Cáncer al envolverlo en un espiral fantasmal que desprendió su alma de su cuerpo, para elevarlo en un torbellino hacia el abismo de la colina de los muertos. Sin embargo el alma de Leví no se elevó por completo.

 

―Eso no servirá por mucho tiempo ―dijo Gabriel. Cuando vio que  Surt se situó muy cerca del santo de serpiente.

―¡Starlight Extinction! ―

 

Surt proyecto una ráfaga en forma de átomo gigantesco que desintegró todo el cuerpo de Leví sin dejar rastro de él, partícula por partícula. Quedándose el espíritu del dios sin un cuerpo el cual poder habitar.

 

―¡Ahora regrese por donde vino, dios Zelo! ―clamó Enoc, tomando la daga.

―¡Ustedes, gusanos como se atreven hacerme esto antes de indemnizar mis pecados! ―vociferó el espectro iracundo, cuando vio que una luz lo atrajo desde el monte estrellado, la cual lo arrastró a una dimensión desconocida para los presentes, viendo que ese fue el fin del que una vez fue el sumo pontífice del santuario.

―¿A dónde fue? ―se cuestionó Gabriel.

―Supongo que algún infierno para dioses ―agregó Enoc.

 

Entretanto él se acercó a recoger el escudo mágico, vio que este se disolvió sin dejar rastro de nada, cuando recordó que había dejado a Juno en el templo de la balanza Celestial, decidió bajar inmediatamente.

No obstante Ganimedes invocó su armadura de la Copa para restaurarlos una vez más, ya que todos habían experimentado un gran desgate de energías. Sin saber que sucedería ahora que el santuario no tiene un papa y Athena no se habría presentado ante ellos.

 

***

Entretanto Surt divisó que la silueta de un hada permanecía en la palma de la estatua de la diosa Athena, a pesar de que Leví ya no estaba. Sus maleficios no perdieron su efecto.

 

―“Puedes escucharme, Nike”

―“Aquí estoy, veo que vuestra percepción se ha incrementado tanto que puedes comunicarte hasta este mundo paralelo en el cual permanezco”

―“Parece que ni siquiera Athena puede liberarte de ahí, es una lástima pero creo puedo ofrecerte otra alternativa”

―“Athena ahora es una diosa que deberá evolucionar poco a poco. Pues desde aquí ya no me es posible otorgar la victoria a nadie”

―“Creo que aún puedo  hacer algo por ti. Permíteme transmutarte en un intercambio equivalente”

―“¿Transmutarme? Por qué me ayudarías a mí que te condené a ver muertes muy dolorosas. Aunque ahora me arrepiento de ser tan vanidosa y no haberte ofrecido mi suerte”

―“Júrame por estigia que de ahora en adelante otorgarás la victoria a la justicia y no caprichosamente y yo te otorgaré una nueva forma de vida inanimada, ya que es lo más cercano que un alquimista puede ofrecer a la vida”

―“Yo juro que ya no usaré más mi voz para bendecir o maldecir, a cambio de que siempre permanezca al lado de Athena”

 

Surt conjuró un circulo de transmutación que encerró en su centro la figura humana de la pequeña hada hasta darle la forma de escultura, volviendo su cuerpo de piedra igual que la estatua de Athena, quedando la escultura de un pequeño ser alado con aureola en la palma de la colosal estatua de la diosa.

 

―Ahora por lo menos vuestro cuerpo ya no sufrirás y podrás transmitir tu poder cuando lo desees. Igual que una cloth, puesto que vuestro espíritu habitará en su interior ―explicaba el alquimista.

 

―¿Qué hiciste? ―cuestionó Gabriel desconcertado.

―Aunque la veíamos en carne propia solo era una proyección de su encierro, le he otorgado a la diosa de la victoria, la alquimia para que pueda transformarse en lo que sea con tal de permanecer al lado de Athena, sin importar donde vaya la seguirá de ahora en adelante. A cambio ella me brindo su protección esta vez.

―¡Oye Surt! ―exclamó Ganimedes desde más atrás―. Enoc te llama, él ha encontrado a alguien en templo del patriarca.

 

Surt y los demás descendieron rápidamente hasta bajar a la sala del trono donde estaba Enoc, quien tenía sentado a un hombre que había perdido la conciencia, pero seguía respirando con bastante dificultad, debido a emitía una humeada de sus poros sin poder si quiera moverse.

 

―¡Prometeo!

―La última vez que lo vi lo había dejado aquí, pero por una razón tiene esa fiebre que lo ha hecho perder la conciencia, igual que con Ganimedes.

―No es una fiebre ordinaria, es el producto de la agonía de un veneno que lo ha deteriorado por dentro ―espetó el santo de Copa―. Sus síntomas son claros, reconozco toda clase de padecimientos al ser el curandero del santuario.

―¿Quieres que lo curemos? ―preguntó Gabriel.

―Es imposible ―musitó el cadáver del titán―. Ahora sufro igual que en el Cáucaso, mi única alternativa es morir, pero no puedo hacerlo.

―Yo no puedo realizar otro intercambio equivalente, debido a que intercambie con Nike mi alquimia ―aclaró el muviano―. Solo me quede con las técnicas de reparación.

―Yo puedo hacer que duermas hasta que encontremos una solución ―reveló Ganimedes.

―Yo quería que fuesen los mismos humanos, quienes gobernaran su mundo sin dioses, aunque tenga que sacrificar a algunos cuantos como ustedes, pero también estaba dispuesto a sacrificarme a mí ―explicaba Prometeo, cuando se recostó en el suelo por completo―. Solo les pido que no se dejen guiar por los dioses pues no los necesitan para vivir. ¡Pues existe la forma de alejarlos de la tierra!

―La diosa Themis, mencionó que solo tú sabes cómo hacer eso ―añadió Enoc.

―Todavía no, solo cuando la guerra termine es que se los diré para que lo hagan.

―Eso significaría que ya no tendríamos necesidad de seguir siendo santos una vez que termine la guerra y sellemos la barrera de la tierra del alcance de los dioses ―dedujo Gabriel muy interesado.

―Entonces esperemos ese momento ―musitó Enoc dándole la señal a Ganimedes.

 

El copero de Oro, comenzó elevando su brazo derecho, he hizo brotar cuatro rayos azules iridiscentes que se unen en un rayo azul más grueso, el cual que se dirigen hacia el titán, este último rayo desprende un frío intenso y va formando una cámara de hielo extremadamente resistente en la que encierra a su víctima, en un bloque de hielo rectangular.

 

***

 

Más allá de la tierra, una dimensión superior se extiende antes de llegar al cielo donde reinan los dioses, un paraíso semejante a los campos elíseos conectada a atreves de un puente arcoíris, por el cual había aterrizado el espíritu del fervoroso dios del sequito de Zeus, tomando su espíritu una apariencia física idéntica al último cuerpo en el que reencarnó, se veía a los pies de una gran montaña que tenía en su cima una gloriosa nube que ocultaba su cúspide.

 

―El jardín de las Hespérides ―reconoció Zelo al estar en un prado de flores que se iluminaban como pequeños astros―. Solo una diosa es capaz de traerme hasta aquí en contra de mi voluntad.

 

El lugar parecía solitario, pero pudo percibir un residuo de un cosmos muy familiar que lo hizo aventurarse a subir la montaña para llegar a una zona más elevada donde encontró una cueva. Al entrar por un estrecho sendero, al cabo de unos minutos llegó al interior de la gran montaña donde pudo apreciar como un gigante de cabellos rubios y piel rosada se encontraba sosteniendo sobres sus hombros una pesada carga, la cual solo se apreciaba que era como un planetoide gigantesco donde en su interior se concentraban incontables galaxias.

 

―¡¿Kratos?! ―cuestionó al reconocer a su hermano menor, en harapos de esclavo y encadenado en una posición muy extenuante sosteniendo esa esfera que cubría el cuerpo del gigante con un velo oscuro―. No. No, por qué tu espíritu terminó aquí.

―¡Zelo! ―se alegró al verlo el gigante sin poder moverse―. Que bueno, no estaré solo. Después de morir mi alma llego aquí y fui condenado a cargar la bóveda celeste. Ahora que Atlas ya no está.

―¿quién te condenó a semejante martirio después de todos tus años de servicio?

―Athena ―musitó tristemente sin vacilaciones―. Como después de la guerra me dedique a llevar una vida de pereza, solo hartándome de banquetes y sin preocuparme de nada. Ella decidió ponerme a cargar este gran pilar cósmico para que nunca más olvidara que mientras esté en la tierra debo estar constantemente protegiéndola.

 

El dios del fervor salió corriendo de esa caverna, cuando una figura espectral apareció a la salida envuelta en una densa nube de tinieblas.

―Finalmente aparece mi verdugo ―aclaró el dios―. No es necesario que te ocultes.

―¡Debes descender más, todavía! ―exclamó la encapotada al levantar la palma.

 

Entonces la tierra se abrió en una grieta circular alrededor de Zelo, quien cae en su interior, varios metros en lo profundo del gran monte atlas, cae abruptamente sobre una helada agua muy blanca que lo hace nadar apresuradamente hacia la superficie, divisando que había llegado a un gigantesco pozo en el interior del gran monte.

 

―¿Dónde estoy?

―En la parte más baja del reino de las Hespérides, es el lago de la memoria del universo. Aquí fluye las aguas del Lete ―explicaba la encapotada desde lo alto de un risco.

―Con que fue aquí donde trajiste al espíritu de la diosa Athena antes de que reencarnase, no es así Noctua ―aclaró Zelo al verla sonreír al espectro femenino―. ¿Qué hay del otro lado?

 

Al dios le llamo la atención la gran muralla que tenía del otro lado del pozo. Donde estaba parada la encapotada, cuando su cosmos se encendió en un aura descomunal.

 

―¿Qué es este cosmos? ―se preguntaba Zelo al ver como emitía una gran energía que desplegó en forma de rayos que lo electrocutaron a la orilla del pozo―.  Noctua, ¿Qué vas hacer conmigo?

―Yo, nada ―musitó Noctua―. Ella lo hará.

 

De la niebla que envolvía el lugar, una mujer de cabellos negros y piel opacada con serias cicatrices se hizo presente, portando una túnica negra.

 

―¡Casiel! ¿Qué haces aquí?

―Noctua me trajo aquí o mejor dicho me condenó a este lugar, pero estoy feliz pues me convertiré en tu carcelera por la eternidad.

―¿Qué dices?

 

La amazona desenfundó una hoja de viento cortante que lo arrastró como un ráfaga en espiral sobre las aguas, las cuales se tornaron violentas en un tormentoso viento huracanado que lo despedazaba sin que pudiera moverse, mientras escucha lamentos de mujeres, las cuales reconoció como todas sus amantes que había tenido y lo maldecían, propinándole punzadas como puñales, los cuales le dolían, pero no podían matarlo. Era como si en realidad un montón de mujeres enloquecidas lo apuñalaran en un vendaval de fantasmas.

 

―No me dejes aquí, ¡Noctua! ―exclamó Zelo al ver que toda su divinidad estaba anulada en esas aguas.

―No podrás salir nunca, terminarás sumergiéndote en el olvido pues en la superficie siempre ascenderá este tormento de todas tus almas que merecen castigarte por utilizarlas ―explicaba la amazona complacida―. No aguantarás estar en la superficie viendo tus culpas, hasta que te sumerjas y las aguas del Lete pierdan tu alma en las profundidades.

―Casiel, maldita bastarda… Noctua, ¿Cómo puedes hacer esto? ―le cuestionó mientras escuchaba los lamentos en el ojo de tornado―. ¡¿Quién eres para decretar todo esto?!

―Yo solo soy la vengadora que se encarga de darles a todos su cuota de desmesura, adiós dios del Fervor. Debo irme, en la tierra me esperan otros a los que debo castigar.

 

La encapotada de blanco desapareció dejando a las almas condenadas; maestro y discípula. Cuando le salieron dos alas espeluznantes detrás de su espalda a Noctua, comenzó a volar hacia la superficie riéndose en exceso. Su espíritu astral se elevó al exterior del jardín para seguir el curso de un puente arcoíris el cual conectaba con Starhill.

Donde el espíritu volvió a reposar sobre el tótem de un búho de plata que estaba en su urna en la entrada del recinto en el interior del monte estrellado, donde una doncella de coleta oscura la esperaba, durmiendo postrando su espalda sobre la urna, recobrando el conocimiento cuando sintió un aura que la despertó, viendo que al fin comenzaba el amanecer de un nuevo día.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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el entrenamiento de cancer fue peculiar

 

hasta que por fin eliminaron al sumo pontífice del santuario

 

menos mal que Nike dejara de ser caprichosa

 

pobres Zelo---merecia ser castigado pero no existe peor castigo que la furia de las mujeres XD


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Publicado 17 junio 2017 - 15:11

Buena la pelea contra el Papa, es una pena que haya perdido pero tenía que pasar XD
 
Bien como siempre los pequeños detalles, como el de por qué Nike es una forma inanimada n.n
 
Ay ese pobre Prometeo, me da lástima... Ahora quedará congelado hasta... no sé si para cuando el fanfic termine o para siempre.
 
Y Casiel que ni muerta dejó la historia jaja eso si es despecho contra un hombre XD Adios Papa Leví, que la fuerza te acompañe.
 
Y ahora sólo queda ver qué sigue y en que Athena puede trollear a los protas.
 
Un abrazo y mucha suerte en lo que sigue :D
 
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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 26 junio 2017 - 22:54

el entrenamiento de cancer fue peculiar

 

hasta que por fin eliminaron al sumo pontífice del santuario

 

menos mal que Nike dejara de ser caprichosa

 

pobres Zelo---merecia ser castigado pero no existe peor castigo que la furia de las mujeres XD

Hola t-800

Spoiler

 

 

Buena la pelea contra el Papa, es una pena que haya perdido pero tenía que pasar XD
 
Bien como siempre los pequeños detalles, como el de por qué Nike es una forma inanimada n.n
 
Ay ese pobre Prometeo, me da lástima... Ahora quedará congelado hasta... no sé si para cuando el fanfic termine o para siempre.
 
Y Casiel que ni muerta dejó la historia jaja eso si es despecho contra un hombre XD Adios Papa Leví, que la fuerza te acompañe.
 
Y ahora sólo queda ver qué sigue y en que Athena puede trollear a los protas.
 
Un abrazo y mucha suerte en lo que sigue :D
 
:m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4:

 

Hola Sep-girl

Spoiler

 

Gracias por pasar juju. Ahora biene un nuevo chapter q iva a venir antes, pero no queria retrasar el final de Leví, ahora vendrá un mientras tanto.

 

 

 

 

 

Los santos escuderos se encontraban discutiendo en los aposentos del papa, qué sucedería de ahora en adelante, después de haber contenido a Prometeo en un ataúd de hielo. Ellos se disponían ir a buscar a la diosa Athena, ahora que todo había terminado.

 

―Me pregunto si ahora que la diosa reencarno será necesario un nuevo pontífice ―se cuestionaba Gabriel.

―Nosotros ganamos su favor no es así, significa que solo uno de nosotros tres que somos los guardianes de los tesoros podemos ser papa ―inquirió Surt.

―Me temo que no es así, vosotros ahora son santos normales y además creo supuestamente se debería seguir la línea de la simiente ―agregó Ganimedes.

―Lo dices por ti ―dedujo Enoc―. No sé qué dirá la diosa Athena, pero si debemos escoger a alguien para recuperar las habilidades del papa, pues sus funciones son imprescindibles.

―¡Claro que no, no me gustaría que volviera a ser uno de mi simiente! ―replicó el copero―. Creo que no podría con esa responsabilidad.

―Me pregunto si somos los únicos sobrevivientes ―dijo Gabriel.

 

Fue entonces cuando las puertas se abrieron y un hombre de vestimenta dorada entró. Su rostro no se le veía debido a su casco con forma de pez que traía puesto, dándole un aspecto enigmático. Cuando quiso dar un paso se desvaneció desconcertándolos a todos.

 

―¿Quién es?

―¿A dónde fue?

―¡Miren está en el trono!

―¿En qué momento paso por nosotros?

 

El desconocido santo se había sentado en el asiento del papa por alguna razón se mantuvo en silencio quedándose ahí sin dirigir la palabra, cuando se puso de pie ante ellos.

 

―Solo quería sentir como hubiese sido la vista que tendría si me hubiera quedado en el santuario ―dijo al momento de quitarse su casco y revelar un rostro muy nítido de ojos ámbar y una larga cabellera celeste―. Soy Oannes de Piscis, es un gusto conocerlos.

 

Los cuatro quedaron estupefactos cuando escucharon su nombre al recordarlo como el hombre que intervino en el recuerdo de Afrodita, donde desapareció junto con ella.

 

―¿Cómo osa sentarte en ese trono? ―cuestionó Enoc―. Ademas, ¿Cómo llegaste hasta aquí?

Oannes sonrió levantándose cuando comenzó a relatar su historia tan intrigante para los jóvenes santos escuderos.

 

CAPITULO 43.- LOS ENIGMÁTICOS SANTOS DE ORO; GÉMINIS Y PISCIS.

 

Mientras sucedían incontables batallas en la cima del santuario, al mismo tiempo también había actividad más abajo en uno de los doce templos. Esto aconteció tan solo hace una hora.

 

                                    ***

 

Por unos frondosos senderos, un muchacho de alborotados cabellos marrones y ojos verdosos, de nariz puntiaguda y tez bronceada, descubierto de su torso superior corría rápidamente, cargando una urna de Oro. Con demasiado sudor, su piel algo irritada, producto de algunos golpes y vendajes, lo hacían ver convaleciente.

Un terrible presentimiento lo había despertado de golpe, después de haber sido derrotado por Seiryu del Dragón, Bardo de Sagitario había caído por un rio y terminó siendo salvado por su amante, la doncella Pallas. Quien lo llevó hasta su reino solo para mujeres, en Tesmicira. Donde Ceres, la gran sacerdotisa de las doncellas, le proporcionó unos ungüentos mágicos, que le fueron curando aceleradamente, pero gracias a su cosmos de un santo de Oro, no necesitó esperar que los medicamentos terminaran su trabajo. Después de unas horas, ya se encontraba medianamente bien, y estaba arribando al santuario.

Él sabía que se había perdido la acción, pues grandes cosmos se introdujeron en su ausencia, mientras que otros regresaron. No paso mucho tiempo en que llegara al templo del búfalo gigante, donde esperaba encontrar a su maestro, pero solo vio un enorme cráter en el suelo y un agujero en el techo, se dio cuenta que por primera vez su cuerpo se sentía ligero estando en el centro del recinto. La barrera energética ya no surtía efecto, desde hace un buen rato, solo sentía unos pequeños residuos que lo guiaron hacia el subterráneo. Donde en él, encontró la efigie de la armadura de Tauro, algo chamuscada y apocada, estaba cubierta sutilmente en algunos miembros de un velo grisáceo, al ver ese efecto reconoció de inmediato quien había sido el responsable. Pues su mismo ropaje de sagitario también sufrió el mismo el efecto y gracias a su reposo en su interior se había recuperado o al menos eso dedujo, pues también se recuperó rápidamente. Quizás Seiryu había muerto y eso restableció sus víctimas de sus ataques, pero entonces la armadura de Tauro aún no tenía mucho tiempo de haber sido afectada, pues no parecía un residuo sólido. ¿De dónde hubiese venido?

Por delante del ropaje, vio una compuerta giratoria. La cual flotaba lentamente, mostrando un mundo espacial desde el otro lado, de ahí podía sentir el rastro del cosmos de su maestro, el del Dragón y el de otra persona. Un aura que jamás pensó en volver a percibir, su antigua compañera Euribia. Cuando quiso acercarse hacia la compuerta, esta se destruyó desde el interior, y su edificación voló en mil pedazos. Algo inusual justo cuando iba atravesarla.

Después de analizarlo por unos momentos, decidió continuar, pues sabía que algo sucedía más arriba. Siguió corriendo y no tardó mucho en llegar al templo de los gemelos. Jamás encontraba a nadie ahí, cada vez que bajaba desde su templo al de su maestro. No debiese tener complicaciones en ese lugar abandonado, pero a medida que corría sentía un descarga de emisión de luz, una refracción que afectaba el recinto como señal intermitente entre luz y sombra. Cuando salió, se vio frente a la entrada nuevamente, por primera vez estaba teniendo problemas para salir de ahí, justo en un momento importante, lo que resulto que se desesperara y volvió a introducirse, sintiendo la misma refracción de luz y sombra hasta que se detuvo al ver a un sujeto en vuelto en el ropaje de Géminis, por primera vez estaba frente al guardián del tercer templo. Percibiendo un aura pasiva y enigmática, siendo un poco más alto que él, casi llegando a los dos metros, de su rostro no se podía ver nada debido a su yelmo que ocultaba su aspecto, viéndose solo de la nariz para abajo, una mueca inexpresiva. Su cosmos era silencioso debido a que él era la fuente de esa emisión de refracción, emitiendo ondas que cambiaban la densidad del lugar.

 

―Ya veo, con que finalmente regresaste ―musitó frunciendo el ceño―. Se puede saber qué diablos pretendes, haciendo retrasar a un camarada, justo cuando se siente un gran peligro en la cima de las doce casas.

 

No hubo respuesta de parte de su anfitrión, solo un movimiento sutil de su mano izquierda, extendiendo la palma liberó una onda de energía que lo hizo retroceder violentamente al pobre Bardo, cayendo su urna de su espalda.  Éste se levantó enfadado y ordenó a su ropaje del centauro cubrirlo, ensamblándose en su cuerpo una vestidura alada. Su cosmos dorado, igualó el aura radiante de su aparente camarada.

 

―¡Si no me dejas pasar lo haré a la fuerza!

―Vuestra presencia allá arriba es innecesaria, mejor retírate ―respondió por primera vez con una voz masculina―. Un juicio divino se está llevando a cabo, en el cual ninguno de nosotros debemos interferir, si no somos elegidos―. Yo Andrós de Géminis no permitiré que nadie interrumpa eso.

―¿Qué dices? ―cuestionó sin entenderle―. ¡Tú sabes que está pasando y has decidido permanecer al margen!

―Debemos esperar a que termine ese juicio para ponernos a disposición de la nueva autoridad del santuario, hasta entonces será mejor quedarse lo más alejado del templo de Athena.

―¿Qué?.... Nueva autoridad. Cada vez me confundes más, Géminis ―respondió con desconfianza―. Mejor hazte a un lado, debo ver con mis propios ojos lo que sucede allá arriba, incluso he perdido hasta mi maestro, justo cuando iba a entrar al pasaje estelar para buscar su ultimo rastro de cosmos.

―Yo mismo me he encargado de destruir todas las compuertas estelares, después de todo son mis creaciones. Ya te dije que nadie debe acercarse al templo de Athena, excepto los elegidos.

―Con que fuiste tú ―eso disgustó aún más a Bardo, encendiendo su aura―. ¡Entonces te apartaré a la fuerza con mis puños… ¡Trueno Atómico!

 

Dando un puñetazo en forma extendida, hizo disparar cientos de rayos en forma de meteoros dorados, los cuales avanzaban en dirección frontal contra Géminis, quien se quedó quieto sin defenderse. Pues a medida que impactaban los meteoritos dorados, estos se hundían, desapareciendo en una red invisible hasta que Bardo terminó su ataque, quedando confundido con el resultado.

Entonces, Géminis emitió su refracción y una brecha dimensional se abrió desde su pecho. Originando los mismos meteoros dorados, los cuales salieron disparados en contra de Bardo, quien se cubrió con sus enormes alas como un sólido blindaje, resistiendo todos los impactos.

 

―¿Qué sucedió? ¿Acaso también puede utilizar el trueno atómico?

―Vuelve por donde viniste, si vas con ese nivel allá arriba, solo conseguirás lastimarte más de lo que ya estás.

―¡Maldito! ¡Si no te puedo apartar de un ataque directo, entonces te atacaré por todas partes!

 

Bardo alzó sus alas de oro, llenándose de un aura ígnea. Dio vida a una silueta en forma de centauro, para a continuación, crear a partir de él, cientos de bestias de cuatro patas en un cuerpo etéreo de fuego, los cuales rodearon a Géminis sin que este se inmutara.

 

―Centauros… por más que me rodees no conseguirás nada.

―Estos centauros no son cualquier cosa ―dijo al alzar su brazo derecho, señalando a uno―. ¡Vamos, número uno ataca!

 

Un centauro se movió, corriendo velozmente hacia Géminis para tratar de embestirlo. Sin embargo desapareció cuando llego a él, de la misma manera que los meteoros y volvió a salir cuando Géminis creo una red dimensional, la cual salió en contra de su creador, chocando contra otro centauro y provocando una terrible explosión de combustión ígnea.

 

―Ya veo con que eso hace, ahora solo debo evitar que me toquen.

―Y yo debo encontrar la forma de evitar que retuerzas el espacio, cambiando la dirección de mis ataques.

―Con que al fin lo dedujiste, pero no creas que podrás tocarme mientras me esconda en esta distorsión.

―Eso lo veremos… ¡Centauromaqia!

 

Bardo ordenó a todas sus bestias correr a través de su oponente, lanzándole múltiples flechas de fuego, las cuales devolvía curvando el espacio, entonces cambio de táctica y el alado dirigió a todos los centauros atacarlo en todas las direcciones, para provocar una única explosión. Concentrándose en un solo punto, fue entonces cuando Géminis se puso en una posición erguida y con sus dos manos abrió una gran brecha dimensional en los cielos. La cual succionó a todos los centauros hacia el interior de ese abismo, donde solo se veía la misma nada.

 

¡Another Dimensión!

―Se los llevó a todos… ¡Imposible, los desapareció en ese abismo!

―Ahora es tu turno de caer…

 

Géminis volvió a abrir su gigantesca brecha dimensional en el techo, para que la fuerza de gravedad intente arrastrar a Bardo hacia la oscuridad de ese abismo. No obstante éste clavo su flecha en el suelo y se sujetó fuertemente a ella como un ancla. Mientras trataba de resistir la terrible presión que lo intentaba llevar hacia otro mundo.

 

―Crees que es tan fácil escapar, no me hagas reír ―dijo Géminis cuando estiró su brazo derecho, liberando unas ondas que distorsionaron la estructura del lugar, haciendo que el suelo se desquebraje, levantando algunas rocas junto con el cuerpo de Bardo que salió desprendido hacia arriba, terminó siendo atrapado en ese limbo―. Ni siquiera con tus alas escaparás, debiste retirarte. Ahora permanecerás flotando en el espacio eternamente.

 

Andrós de Géminis cerró la brecha dimensional y se quedó en silencio, mientras empezó a caminar hacia una esquina de su recinto hasta llegar a un balcón donde podía apreciar por una ventana el exterior del santuario, centrando su atención en la cima de las doce casas, se quitó su casco evidenciando una mirada preocupada.

Un confundido y preocupado Andrós de Géminis se hallaba pensando qué debería hacer, estuvo mucho tiempo perdido, por lo que salir al mundo exterior, le parecía bastante extraño y aún no sabía que bando elegir, en su juventud solo seguía las ordenes de su maestro, por eso permaneció al lado del santuario, pero ahora él ya no estaba. Por su sexto sentido sabía que una batalla muy importante se estaba librando en la cima de las doce casas la que decidiría quien gobernaría el santuario. Algo de noción tenía debido a las memorias de su hermana que se fundieron en su interior.

Lo que realmente le molestaba era que al salir más allá de su recinto su estado de ánimo empeoró, ya que desde que destruyo a su hermana tenía una jaqueca y un fuerte dolor en el pecho que le venía cuando intentaba alejarse del templo demasiado.

 

―Desde que regresé no he podido tranquilizarme, a pesar de haber descansado ―razonaba el joven de cabellos cortos, sentándose en el suelo―. ¿Qué me hiciste Gyné?

 

Entrando en un estado de euforia, ya no le toleraba más ese malestar y decidió aplicarse lo único que podía hacer,  destruir su  mente lo suficiente hasta que su cosmos y su cerebro reiniciaran a un estado de inmunidad en su cuerpo, asimilando y retroalimentando una evolución en sí mismo. Se señaló con su dedo índice sobre su frente y un destello palpó su cerebro por unos instantes, produciendo en su interior un agudo dolor craneal.

 

―Espero que esto funcione.

 

Su dolor fue tanto que exclamó un gran alarido, escuchándose su rugido como eco en todo el templo. Su visión se distorsionó y cayó de rodillas, cayéndole gotas de sudor. Cuando escuchó una risa ensordecedora por todo el lugar que rápidamente lo comenzó a hostigar.

 

―¿De dónde viene esa risa? ―se cuestionó cuando miró a un costado y notó como el casco de oro parecía emitir esa risa diabólica, fijándose en el rostro que tiene unos ojos rasgados y una boca torcida en una mueca―. La cara derecha de Géminis se está mofando de mí.

 

Andrós comenzó a enloquecer cuando su propia mano izquierda quiso ahorcarlo, se dio cuenta que no podía controlarla, pero no solo eso. Si no que su pierna diestra tampoco quería ponerse de pie. Algo muy extraño estaba pasándole, pues solo tenía el control de la mitad de su cuerpo. En ese lapso de agonía, de su brazo incontrolable, se alzó hacia arriba y libero un rayo de energía que causo un pequeño cráter en el techo, viendo como caía la luz de la luna como un pequeño pilar de resplandor platinado sobre su cuerpo.

Muy pronto por encima de él, una grieta dimensional hizo caer a alguien, un muchacho de alas de oro totalmente inconsciente por delante de él.

 

―Bardo… No es posible.

―Si es posible. Si tú te hiciste una versión de mi Genromauken. También puedo usar el Another dimensión de forma inversa―dijo una voz femenina muy grave desde su propia boca, quedó totalmente atónito al reconocerla―. ¡Hermana!

―Sí.

―Salvaste a ese tipo, pero yo te destruí.

―No Andrós, en mis últimos momentos deposité un fragmento de mi conciencia en tu cuerpo, en caso de no sobrevivir. Quise trasladar mi conciencia a tu sistema nervioso.

―¡Maldita! ―exclamó lleno de furia al sentirse impotente.

―Estúpido. Tú igual cometiste un error, al aplicarte tú mismo el Genrouken. Debilitaste tu cerebro y eso hizo brotar mi control sobre tu cuerpo, muy pronto regresaré por completo. El dolor que te causaba tu cabeza solo era superficial para adaptarme a tu cuerpo.

―Eres una…

 

Andrós vio como un gancho en el estómago le freno en seco cualquier insulto hacia su hermana y este gritó con todas sus fuerza, expulsando la parte superior de su ropaje, se postro en el suelo con los dos brazos al sentir que su cuerpo se le tensaba, no pudo moverse, mientras sintió como algo le creció por la espalda. Como dos muslos debajo de cada hombro hasta que tomaron forma de brazos que le salieron como extremidades extra y su rostro se empezó a estirar tanto que, por su nuca, que algo sintió y vio por un vitral de una ventana como un nuevo rostro le había brotado.

 

―¡Gyné! ―exclamó horrorizado―. Te has manifestado, cambiando mi fisionomía.

―Más que eso, esto es el resultado de mis estudios sobre el cuerpo humano. Ahora podremos convivir sin pelear por la armadura de Oro.

 

El vio como el ropaje se ensambló, acomodándose en su nuevo cuerpo de cuatro brazos, quedando parcialmente cubierto por su ropaje que hizo lo posible por cubrir todo su nuevo cuerpo. Fue en ese entonces cuando de tantos gritos, un aturdido Bardo despertó, abriendo los ojos contempló la silueta de ese nuevo individuo, poniéndose de pie de sopetón al quedar pasmado por lo que veían sus ojos. Tanto que se los frotó varias veces, sintiéndose amenazado y con un gran pavor.

 

―¿Qué está pasando? ―se cuestionó el recién despertado al alejarse un poco―. ¿Acaso esta es tu verdadera apariencia, Géminis?… ¡Eres un monstruo!

 

Bardo divisó con atención como su cuerpo tenía cuatro extremidades por arriba y por debajo, tenía forma redonda, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías, unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos humanos, y todo lo demás en esta misma proporción.

Su aspecto era más atemorizante y vigoroso, al grado que le pareció que creció en tamaño. Pues sentía que era un enano comparado con él.

 

―Bardo de Sagitario, no es así ―dijo una voz femenina.

―¿Qué?

―Debes salir de aquí, cuanto antes. Ahora vete de aquí antes que sea demasiado tarde.

―¡Eres una abominación! ―respondió al sacar su arco desde atrás de su espalda y una flecha debajo de su hombrera―. No puedo dejar que un alguien como tú salga de aquí.

 

Bardo ensambló su arco y su flecha apuntando a la cabeza del ser de dos sexos que tenía por delante de él. Se armó de valor, elevando su cosmos al máximo. Disparando su flecha como una centella de luz, la cual fue detenida un segundo antes de llegarle al rostro por uno de los brazos de esa bestia de proporciones opuestas.

 

―No puede ser, ¿cómo lo hizo?

―No puedo morir, sin haber experimentado la vida fuera de este templo, por lo menos un día ―respondió Andrós devolviéndole la flecha con una fuerza y velocidad superior a la Bardo imprimió con su arco.

 

Pues le clavó la flecha en un ala que lo dejó adherido a una columna, mientras sagitario veía como caminaba ese ser de forma errática y sin sentido hasta aproximársele al golpearlo con sus brazos a la velocidad de luz, sacándole inclusive astillas de oro que volaron en el proceso como pequeñas plumas, arrastrando a Bardo mucha más atrás al destruirse el pilar de donde estaba enganchado. El santo del centauro quedo tumbado al suelo con bastantes fracturas, aunque con su armadura ilesa.

 

―Su fuerza aumento demasiado… ―dijo al ponerse de pie con dificultad―. No solo eso, también su velocidad, eso quiere decir que su cosmos debe ser ahora inalcanzable.

―¿Qué crees que haces, Andrós?

―Solo quiero impedir que nos mate.

 

Las dos personalidades rápidamente comenzaron a discutir, mientras decidían como moverse. Entretanto Bardo aprovecho el momento y reunió fuerzas una vez más, para alzar su arco y coger la flecha de oro, esta vez pensando en múltiples objetivos.

 

―¡No eres el único que puede multiplicarse! ―exclamó al disparar su flecha y que en el despliegue se dividiera en varias saetas.

 

Cada una tomó varias direcciones hasta impactar en cada extremidad. Bardo al ver ese extraño ser empalado y medio inmóvil, irradio su cosmos almacenando una gran cantidad de energía como una esfera de fuego, la cual hizo estallar para dar nacimiento a varios centauros en llamas. Los cuales se dispersaron hasta impactar en el cuerpo de Géminis.

Muy pronto con cada embestida de los centauros, el ser de cuatro extremidades quedo como una pila de fuego, moviéndose a los costados. Bardo vio estupefacto como expulsó de un gran alarido, todas las flamas que lo quemaban antes de que le causaran serias quemaduras.

 

―Maldición, nada funciona…y ahora qué haré.

Sin verlo venir, fue golpeado por un fuerte rayo de energía que lo paralizó por unos momentos, mientras Géminis recuperaba el aliento.

―No tienes más recursos, Sagitario ―preguntó decepcionado de su oponente―. Esas técnicas no parecen la gran cosa para un santo de Oro. Ahora veo que en realidad eres solo un santo que ha alcanzado el nivel superficial de los caballeros dorados. ¡Observa bien lo impotente que eres!

―Maldito seas, monstruo deforme ―respondió Bardo cuando recuperó su movilidad, trató de alcanzar una flecha cuando se dio cuenta que su arco ya no estaba y divisó como tenía un brazal de plata―. ¿Qué?

 

Él se miró a sí mismo, para notar que su armadura de Sagitario ya no estaba y traía su antigua cloth de plata del Centauro, por alguna razón desconocida. Se sintió asustado y profundamente decepcionado de volverse a mirar con su primera vestimenta sagrada. Como si hubiese retrocedido en el tiempo.

 

―¿Por qué? ¡He vuelto a ser un santo de plata!

―Nunca dejaste de serlo, ni siquiera usabas las técnicas de sagitario. Ya que no las has descifrado, solo utilizaste vuestras técnicas del Centauro potenciadas con el poder de la armadura dorada.

―¡Pero qué demonios está pasando en ese lugar!

―Bardo, definitivamente eres el santo dorado más insignificante entre los doce sí es que realmente recibiste ese título ―respondió su aberrante adversario.

―¡No! ―exclamó enérgicamente al grado herirse el mismo para intentar despertar de esa pesadilla, con un puñetazo en el rostro que hizo brotar una mancha roja en toda su cara.

 

Cuando se miró a si mismo se dio cuenta que aún traía su ropaje dorado y se tranquilizó postrándose en un pilar, totalmente debilitado.

 

―Es suficiente Andrós ―dijo la voz femenina―. Este hombre aún debe comenzar a vivir su vida como santo dorado.

―De todas maneras, solo lo aturdí para centrar toda mi atención en la persona que ha llegado.

 

Un cosmos azulado en forma de niebla envolvió el lugar, como una densa capa de vapor la cual se hizo sentir su presencia al escuchar el marchar de unas botas metálicas, el santo andrógino de Géminis percibió como el nuevo visitante envolvió con su aura toda el templo de los Gemelos, como si él mismo se hubiese convertido en el anfitrión, desterrándolo a él.

Cuando llegó a ponerse a un lado de Bardo, quien divisó su silueta como un niño al ver la figura imponente de un hombre de facciones ligeramente robustas, de armadura de oro con aletas y un casco  con forma de pez, el cual ocultaba la mitad de su rostro, el cual no podía verse con exactitud debido al brilloso cosmos azulado que emitía.

 

―Tú eres… Si has venido con la intención de subir, te recomiendo que unamos fuerzas. Géminis es abominable y nunca podrás pasar por tu cuenta.

―En este lugar, vosotros se han estado perdiendo mucho tiempo en su núcleo el cual es muy engañoso en esta realidad ―vociferó una voz masculina al despejar su propia niebla y verse nuevamente en el templo de géminis―. Ahora me dejarán pasar.

 

Andrós se observó a sí mismo, viendo que había recuperado su aspecto normal. Aunque aún sentía la presencia de su hermana como una voz en su cabeza, la cual le advirtió que no se fiara con ese hombre, pues a diferencia de Bardo, este parecía ser un verdadero caballero dorado.

 

―Conozco a este sujeto, usted es si mal recuerdo. El caballero que debiese defender el templo de los peces Gemelos y lo abandonó hace trece años.

―Aún me recuerdas a mí, Oannes de Piscis. Es verdad ustedes los gemelos fueron los últimos discípulos de mi maestro, Dastan de Escorpio.

―Eso quiere decir que son condiscípulos ―agregó Bardo―. No creas que eso te permitirá pasar con este tipo.

―Muy bien si quieres seguir adelante… ―dijo el santo de Géminis con una mirada cabizbaja hasta que cerró sus ojos―. Pase por aquí por favor.

 

El santo de Géminis se hizo a un lado, para sorpresa del santo de Sagitario, quien reaccionó muy molesto.

―¡¿Qué?! ―exclamó Bardo frunciendo el ceño―. ¿Por qué a él le permites pasar sin siquiera pelear?

―Aunque lo intentara estoy seguro que no podría hacer nada en contra de él ―dijo al abrir los ojos, fijándose en el santo de Piscis―. A cambio deseo pedirle un favor, debido a que usted era considerado el curandero del santuario.

―¿Qué deseas que haga?

―Que me cure de mi estado, tengo a mi hermana metida en mi sistema nervioso. Como consecuencia de haber destruido su cuerpo, para poder permanecer siendo yo durante todo el día.

―Si mal recuerdo, vosotros nacieron aquí. Mi maestro me dijo una vez que quedaron impregnados de la radiación de este lugar donde el tiempo y el espacio fluctúan cambiando la realidad.

―Dices que este templo no cambia producto del cosmos del santo de géminis. Si no que lo hace por su cuenta ―expresó el centauro dorado.

―El centro del recinto es una ventana a otro universo el cual produce cambiar la realidad, mutándose producto de las emociones y sentimientos de sus visitante. Sin embargo al estar impregnado desde su infancia tanto Gyné y Andrós se han fusionado con esta dimensión la cual no permite que salgan pues se han hecho simbióticos, por alguna razón un fuerte lazo los une a este lugar que solo permite que se desprendan de él. Durante el día o la noche.

―Puede ayudarnos, es un injusto que sigamos transfigurándonos tanto que hemos desarrollado una rivalidad con tal de salir cualquiera de los dos. Solo por querer vivir fuera de aquí.

―Creo que podíamos intentar algo, pero los dos tendrían que estar de acuerdo.

―Es lo único en que no nos opondríamos.

―No obstante, ahora es imposible. Cuando termine lo que vengo a hacer, si bienen conmigo, intentaremos que los dos se separen ―respondió Oannes―. Vosotros dos permanezcan aquí, no tiene caso que suban. Yo solo he venido porque tengo que ver a la diosa Athena.

―¿Qué? ¿Por qué hemos de obedecerte? ―cuestionó Bardo enfadado con su orden.

―Será mejor que salgan de aquí, antes que terminen engullidos en esa realidad alucinógena ―recomendó Piscis emanando desde sus codos unos tentáculos acuosos―.

 

¡Ceto of Alrisha!

“Azote del Gran Pez”

 

El santo de Piscis golpea con sus látigos de agua a Bardo y Andrós, engulléndolos en una marejada tan violenta desapareciéndolos en un oleaje que fue los sacó del recinto como un tumultuoso tornado que los elevó hasta los cielos hasta hacerlos caer estrepitosamente fuera del recinto.

                                       ***

 

 

―Eso sucedió ―respondió Piscis al terminar de relatar su llegada al santuario.

―¿Por qué has regresado ahora?

―Todavía no explicas, ¿Dónde fue que estuviste todo este tiempo?

―Solo he venido con la misión de ver a la diosa, y además no les debo tantas explicaciones.

―Eres de la nobleza como yo ―dedujo Ganimedes intrigado por su semblante―. Acaso estuviste con la diosa Afrodita todo este tiempo.

 

Cuando escucho su nombre su cabeza se calentó por unos momentos y permaneció estremeciéndole el pecho, como si algo brotara en él. Encendió su aura rodeándose de un cosmos acuamarina.

 

―¿Qué haces?

―Tú, eres el que ella desea ―dijo Oannes al verlo fijamente con una mirada diferente―. Debes venir conmigo.

 

Oannes quiso capturarlo en una burbuja de agua que creo entre sus manos, pero Enoc la reventó con su espada en múltiples burbujas que explotaron convirtiéndose en una cortina de vapor.

 

―¡A entrado en un trance!

―Vosotros tres apártense de mi camino o los mataré ―exclamó con una voz de estruendo en medio del vapor.

 

Sin que los demás se diesen cuenta, un mortífero golpe tumbo a Gabriel en el suelo y Surt contra un pilar, mientras en un instante se aproximó a Enoc y lo atacó directamente con un gancho sacándole el aire, para a continuación dirigirse al copero. Cuando este sello sus movimientos aprovechándose de la humedad a su favor.

 

―No iré a ningún lado, que no quiera.

―Tienes un control limitado todavía ―respondió con una mueca, cuando hizo hervir su cosmos produciendo un torrente que los ahogó a todos, donde fue cubriendo toda la sala con una agua que se originó del aire―. Sumérjanse en esta burbuja gigante.

 

Piscis ascendió por la obertura en el techo, sellando todo el recinto en una burbuja gigantesca la cual daba vueltas como un remolino en su interior, impulsándolos a los cuatro por distintas partes del templo. Solo Ganimedes logró quedarse quieto, alzando sus extremidades hizo que dos lanzas de hielo salieran desde sus palmas para reventar la burbuja desde el interior. Entonces subió al techo del templo a enfrentar a Oannes.

 

***

Después de haber estado subiendo desde el templo de los Gemelos no le costó mucho llegar a los aposentos del papa en tan solo unos minutos. Gyné se detuvo al ver como por arriba del templo, alguien le cerró el paso aterrizando desde los cielos. La silueta de una mujer de coleta azabache y tez nítida como la nieve, portando una armadura platinada con alas en su espalda.

 

 

―Así que aún quedan otros remanentes que eliminar.

―Tú eres, Pallas.

―¿Cómo sabes mi nombre?

 

Ella permaneció callada al esconder su penoso encuentro con el santo de sagitario, el cual prefirió callar. Mientras comenzaba a recordar, como fue que Bardo se hizo presente deteniéndolas a las dos desde atrás.

 

Cuando Bardo abrió los ojos, se dio cuenta que estaba afuera del recinto de los gemelos y a su lado estaba un inconsciente Andrós, quien por alguna razón se le desacopló su cloth, la cual se ensambló en su forma object. Mientras el cuerpo de Géminis se transformó en el de una mujer, quedando totalmente desnuda ante Bardo.

 

―Supongo que ella debe ser la hermana de Andrós que me salvó ―dijo Bardo ruborizado al mirar su hermosa figura, cuando decidió quitarse su ropaje también―. Las cosas que tengo que hacer, estas cosas solo me pasan a mí.

Sagitario tenía pensado en darle su vestimenta de entrenamiento, quedándose solo con su ropaje, al ver que la armadura de Géminis la había abandonado. Cuando se quitó su vestimenta, se acercó a ella bajando sus dos piernas como si se dispusiese a recostarse sobre ella, pero en realidad buscaba vestirla. Solo que se quedó embrujado mirando su cara, cuando ella despertó y lo vio desnudo a él, respondió ofensivamente de un finísimo golpe a la velocidad de la luz, lo impactó sobre un pilar.

 

―¿Qué haces? ¡Eres un degenerado malagradecido! ―exclamó la rubia de ojos angelicales.

―¡Mis ojos, no puedo ver!

―Que te sirva de lección, debí dejar que Andrós te matara.

―¡Solo quería vestirte con lo único que traía puesto!

Gyné divisó sus vestiduras en el suelo, las cuales recogió vistiéndose al no tener otra prenda a la mano. Mientras Bardo se frotaba los ojos muy adolorido.

―Está bien, te creeré por esta vez. ¡Te regresaré tu vista, pero a cambio te haré olvidar este encuentro inoportuno!

―Puedes nublar la mente… ¡Espera eres una santia!

―¿Qué dices? ―dijo Gyné antes de continuar su lavado del cerebro―. Como osas confundirme con una, yo soy una amazona.

―Es que jamás había visto una mujer tan bella que no fuera de la nobleza, incluso diría que rivalizas con ellas.

―Eso quiere decir que eres de los poco que conoce a una de las doncellas de Athena ―dijo Gyné sintiéndose intrigada por saber sus memorias.

 

Ella lanzó un rayo de energía que le conmocionó el cerebro por unos momentos, mientras husmeaba en la cabeza de Bardo, descubrió que mantenía un romance en secreto con una doncella de Athena, la cual no conocía pero la encontró muy osada para su edad. Sin embargo no le dio mayor importancia y le borro su recuerdo de haberla visto desnuda.

 

―¿Qué sucedió? ―se cuestionó Bardo al abrir los ojos, viendo que Gyné traía sus vestiduras―. ¿Por qué me las has quitado?

Bardo se ocultó sus testículos mientras ocultó su silueta detrás de su armadura de sagitario. Cuando Gyné le contó que tuvo hacerlo debido a que ella no traía ropa.

―Sera mejor que te vistas, debemos subir los doce templos. Athena está en la cima ―dijo Gyné dándole la espalda. Para adelantarse a subir.

―¡Espera, es idea mía o tenías otras intenciones conmigo!

―Estúpido, mejor quédate aquí.

Ella continuo corriendo, mientras él la llamaba cuando se dio cuenta que mejor se diese prisa al vestirse. Mientras Gyné se cuestionaba subiendo por qué la armadura de Géminis no le correspondió, acaso mientras exista su hermano no podrá portarla. Solo Athena podría contestarle esa pregunta.

 

Eso hizo a Gyné permanecer en silencio cuando se vio en medio de los dos amantes en secretos, pero su confusión desapareció cuando recordó las palabras de Pallas.

 

Que quisiste decir con que todavía hay remanentes, acaso te refieres así a los de mi clase.

No tengo por qué explicarte nada vociferó Pallas dispuesta a reanudar la pelea.

¡Espera, Pallas! Exclamó Bardo confundido―. ¿Desde cuando eres una santia?

No hubo respuesta cuando por alguna razón los tres desaparecieron de en medio de las escalinatas que conectaban con el templo del papa. Sin saber quién los había trasladado.


Editado por ALFREDO, 27 junio 2017 - 22:53 .

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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 28 junio 2017 - 10:56

No te apures, esos caps de "Y mientras tanto..." siempre son necesarios XD

 

Cierto, aún quedaban santos dorados por allí.

Los Géminis, de verdad creí que eso ya había pasado peor parece que tendrán su doble dotación de drama.

La verdad no pude imaginarme cómo era la apariencia "monstruosa" de los géminis de 4 brazos, se leía una abominación pero quizá entendí mal ¿pistas? ¿referencias? Así ya podré darle forma en mi cabeza n.n

Ojalá esa Gyne se aguante las calenturas porque sería demasiado incomodo que de pronto tuviera sepso y Andros ahi metido también jajaja.

 

Y ahora se andan liando de quién va a ser el nuevo Papa... No sabría, diría que Enoc pero quien sabe xD

 

Algo raro le pasó a Piscis que quiere llevarse al Copero con Afrodita o.o Parece que lo de ver a Athena faltará rato.

Pero bueno, habrá que estar atenta a los siguientes episodios  :lol: 

 

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 28 junio 2017 - 19:53

fue bueno el combate entre sagitario y geminis

 

pobre Andrós -se volvio una aberración

 

me extraña que Bardo de Sagitario no haya vomitado al ver a semejante criatura

 

El santo de Piscis es misterioso

 

Andrós debe estar mal de la cabeza y drogado  por llamar bella a

alguien que puede convertirse en hombre


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Publicado 24 julio 2017 - 00:40

No te apures, esos caps de "Y mientras tanto..." siempre son necesarios XD

 

Cierto, aún quedaban santos dorados por allí.

Los Géminis, de verdad creí que eso ya había pasado peor parece que tendrán su doble dotación de drama.

La verdad no pude imaginarme cómo era la apariencia "monstruosa" de los géminis de 4 brazos, se leía una abominación pero quizá entendí mal ¿pistas? ¿referencias? Así ya podré darle forma en mi cabeza n.n

Ojalá esa Gyne se aguante las calenturas porque sería demasiado incomodo que de pronto tuviera sepso y Andros ahi metido también jajaja.

 

Y ahora se andan liando de quién va a ser el nuevo Papa... No sabría, diría que Enoc pero quien sabe xD

 

Algo raro le pasó a Piscis que quiere llevarse al Copero con Afrodita o.o Parece que lo de ver a Athena faltará rato.

Pero bueno, habrá que estar atenta a los siguientes episodios  :lol:

 

:m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4:  :m4: 
 

Hola Sep

Spoiler

 

 

 

fue bueno el combate entre sagitario y geminis

 

pobre Andrós -se volvio una aberración

 

me extraña que Bardo de Sagitario no haya vomitado al ver a semejante criatura

 

El santo de Piscis es misterioso

 

Andrós debe estar mal de la cabeza y drogado  por llamar bella a

alguien que puede convertirse en hombre

Hola T-800

 

Spoiler

 

Aqui va el nuevo chapter de transición XD

 

CAPITULO 44.- LOS SENTIMIENTOS DESPUES DE LA GUERRA.

 

1.-Oannes de Piscis

 

El último caballero de Oro finalmente había arribado con intensiones amenazantes para los jóvenes santos escuderos quienes acababan de haber vencido al papa. Ahora intentaban proteger a su amigo Ganimedes, de ser capturado por Piscis quien al parecer se había convertido en vasallo de la diosa de la belleza.

 

―Veamos que pueden hacer con esto ―Piscis alzo un rayo en los cielos en forma vertical, produciendo que las nubes se volvieran grisáceas, las cuales empezaron a llover―. Bajo esta lluvia el campo de batalla está a mi favor.

―Mientras haya humedad, también estará a mi favor ―dijo Ganimedes alzando su extremidad para reunir las partículas de agua. No obstante, nada pasaba―. ¿Qué sucede?

―No creas que puedes aprovechar las moléculas de agua, todo el ambiente está cubierto con mi cosmos. Solo yo puedo utilizar la humedad del aire.

 

El santo de Piscis concentró la humedad en la cabeza de Ganimedes encerrándola en una pequeña burbuja que lo ahogó mientras giraba toda el agua a presión. Hasta que el copero perdió la conciencia, cayendo desmayado. Entonces antes de que Oannes se acercara se vio paralizado de una fuerte presión psíquica en su cuerpo. Mientras los demás santos subieron el techo para acorralarlo, se dio cuenta que el responsable de su inmovilización no era otro más que el santo del carnero.

El alquimista quiso reunir el polvo cósmico en sus manos para atacar, pero por alguna razón no podía concentrar el polvo de estrellas.

 

―¿Qué está pasando? ―se encogió de hombros Surt.

―No podrán liberar sus técnicas mientras exista la danza del Pez ―respondió Oannes.

―¡Déjame intentar! ―añadió el joven cangrejo―. ¡Sekishiki Meikaiha!

Gabriel se dio cuenta que tampoco podía invocar las ondas del Hades, fue en ese momento cuando Piscis alzo las manos para crear una esfera de agua tan grande que tenía el tamaño de un pequeño astro.

―¡Nos va a aplastar a todos! ―exclamó Enoc―. Esta lluvia es igual a la que Seiryu convocó.

 

Fue entonces que una luz de los cielos, pulverizó la esfera de agua en vapor con su luz sagrada e hizo aparecer un halo de energía que detuvo que la torrencial lluvia siguiera cayendo y las nubes se despejaron nuevamente. Bajando en una columna de luz, la silueta de una mujer envuelta en una túnica blanca con un casco y un pectoral escamoso de oro, ocultando su rostro bajo una máscara. Todos fueron bajados del techo del templo lentamente en burbujas en la plataforma de la antesala al templo de Athena.

Ella iluminó todo el santuario con su aura la cual fue recubriéndolo como un sol, solo un cosmos divino y la dueña de esa fortaleza era capaz de eso, pensaron los santos. Quienes estaban estáticos por su presencia, pero cuando hizo aparecer a los demás sobrevivientes, ya no les quedaron dudas, solo la misma diosa Athena podía teletransportar en su propio santuario. Pues todos los sobrevivientes, se habían reunido; Enoc de Libra, Gabriel de Cáncer, Ganimedes de Acuario, Surt de Aries, Bardo de Sagitario, Gyné de Géminis, Pallas de Noctua, Betzabé de Corona Boreal y Oannes de Piscis.

 

―¡Athena! ―exclamó Oannes.

―¡Debes despertar! ―ordenó la diosa al dirigir un rayo de energía que penetró su cabeza―. Eres el santo de Piscis, aquel que desapareció hace trece años.

 

Los demás se quedaron desconcertados la diosa tenía conocimiento de todo lo sucedido aparentemente, quien aterrizó sobre la base del templo, desvaneciendo las burbujas en la que los encerró para trasladarlos. Todos se le acercaron a la diosa, menos Oannes que se quedó arrodillado mientras sudaba con precipitación.

 

―Usted es la diosa de la guerra. No es así, traigo un mensaje de parte de la diosa Afrodita.

―He limpiado tu corazón de su persuasión. Ya no es necesario que transmitas sus órdenes.

―Lamentablemente no son buenas noticias, pues, aunque lo haya hecho creo que debe escuchar la petición de la diosa de la belleza ―dijo Oannes al mirarla cabizbajo―. Afrodita instigará la lujuria y el deseo por encima de la razón para que los humanos de esta época que están teniendo una mentalidad de sobrevivencia primitiva y egoísta que ya no respeta a los dioses se multipliquen y perdure por siempre. Como la última edad de los hombres hasta que los dioses decidan extinguirla.

―Estás diciendo que estimulará la peor raza humana de estos malos tiempos para provocar la ira de los dioses ―agregó Athena al darle la espalda―. Y se hace llamar la diosa del amor.

―Así es, los humanos solo nacerán con sentimientos salvajes, guiados por el instinto y el deseo. Afrodita jura por estigia que si usted le concede de por vida a este joven como su ciervo ―dijo Oannes señalando al copero―. Ella no lo hará y, por el contrario, hará brotar el amor en las personas para que nazca una edad de hombres y mujeres más buena y pura como en la época de oro.

―¡Ganimedes! ―exclamaron los escuderos asombrados.

―Ella lo desea tanto que está dispuesta a todo ―aclaró Piscis.

―Pues bien, mi respuesta es no ―declaró rotundamente la diosa mirando al copero―. Yo misma me encargaré de educar a los humanos para que retornen al camino correcto.

―Athena usted está dispuesta preservarme en el santuario a cambio de tal amenaza ―cuestionó Ganimedes.

―No te confundas. Pues quiero que regreses con Oannes y tomen su vida antes que lo haga ella y provoque esas amenazas ―ordenó la diosa al hacer aparecer un pequeño halo de luz que le brindo en sus manos un puñal de oro―. Creo que con esto podrás hacerlo.

―Pero eso, yo lo había... ―dijo Enoc cuando se dio cuenta que ya no lo tenía.

―¡Es una daga divina! ―exclamó Athena―. Si la apuñalas con esa arma, ten por seguro que, aunque sea una diosa su alma dejará este mundo para siempre.

―Como usted lo ordene, aunque ahora que me ha librado de la persuasión de Afrodita, no recuerdo como encontrarla. Pero también me gustaría llevarme a ella ―volvió a señalar esta vez a la amazona de Géminis que estaba más apartada en el público con los demás―. Le prometí a los gemelos que los ayudaría a separarse de su extraña condición.

―¿Qué condición?

―Cuando entran al templo de los gemelos durante la noche se convierte en mujer y en el día en hombre. Están compartiendo un mismo cuerpo siendo dos humanos inicialmente.

―Es verdad…

―Así es, Athena ―añadió Gyné―. Aunque a mí no me gustaría esperar y preferiría partir de inmediato en búsqueda de mi salvación.

―Existe un misterioso lago en la región de Caria, en Asia menor. Donde una vez se produjo el mismo fenómeno y creo puede ayudar a los gemelos a tener su separación definitiva.

―Ya veo entonces tienes mi autorización, para ir para allá, mientras buscamos la ubicación de Afrodita.

―Athena, por favor a mí no me gustaría ir realmente ―aclaró el copero de oro.

―Lo siento, con tu presencia ella bajará la guardia y Oannes podrán ejecutarla ―Athena empezó a encender su aura―. Pero como no sabemos cómo encontrarla, Oannes y Gyné pueden partir a ese lago. No obstante, ustedes los que heredaron las cloth doradas…

Mágicamente las armaduras de Libra, Acuario, Aries y Cáncer que portaban Enoc, Ganimedes, Gabriel y Surt respectivamente se desacoplaron y se ensamblaron en su forma object.

―¿Qué significa esto?

―Vosotros los santos escuderos, solo fueron protegidos por las armaduras de oro, por la voluntad de los anteriores dueños. Porque peleaban por sus mismos ideales ―dijo la diosa al traer las urnas de oro y guardarlas, moviéndolas psíquicamente―. Pero todavía no pueden tener ese rango oficial debido a que sus cosmos son muy prematuros para un santo dorado.

―Diosa Athena, nosotros durante la búsqueda de los tesoros y todas las batallas desatadas hasta ahora, fuimos despertando el séptimo sentido ―secundó Surt―. Creo que nos hemos ganado el derecho.

―Todavía no se han formado completamente teniendo un adecuado entrenamiento, además que si fueron aumentando su cosmos fue por la ayuda de las reliquias ―explicó la diosa―. Sin embargo, ahora ya no están y deben aprender a desarrollar sus cosmos gradualmente, tal vez en algunos años logren ser elegidos. Hasta ese entonces deberán esperar.

 

Los santos escuderos quedaron algo desanimados al ver como las cloth los abandonaron y volverían a portar sus respectivos ropajes de bronce y de plata, pero el más preocupado parecía ser Ganimedes quien quedó muy afligido al saber que en cualquier momento, tendría que partir a encontrarse con la diosa de la belleza, sirviendo como carnada.

Todos parecían quedar en silencio, cuando el alquimista recordó algo muy importante, se acercó a la diosa Athena.

 

―Entonces por lo menos antes de que Afrodita haga algo, purifiquemos los corazones de los humanos, liberando los Agatho Daimon de la Pithos que encontramos en el templo de Acuario ―añadió Surt al traer su cloth de plata y sacar de su joya la gran tinaja azulada―. Hemos estado esperando este momento, diosa Athena usted es la única que puede sacar el sello y después sanaremos la tierra con esto.

 

Surt también saco otro instrumento con la luz de la teletransportación desde la joya del cloth de Altar. Un cuerno ovalado de un color dorado. El cual depositó encima de la tinaja.

 

―Con estos dos instrumentos usted será capaz volver a los humanos más nobles y eliminar sus malas conductas, además de sanar la tierra de las guerras llenándola de abundancias si sopla el cuerno de Amaltea ―añadió Enoc explicando la utilidad de cada instrumento.

―Es una lástima, pero yo no puedo hacer eso.

 

Los santos quedaron desconcertados al escuchar tal declaración, no solo se quedaron sin un reconocimiento como un ascenso si no lo más importante. Volver el mundo un paraíso, teniendo los recursos les era negado utilizarlos por la misma Athena.

 

―¡¿Por qué?!

―No es el momento indicado, todavía. Antes debemos expulsar Afrodita y Ares de este mundo, junto con todos los seres que no pertenecen a la tierra. Solo entonces podrán renovarla como en la era mitológica. Hasta ese momento yo misma me quedaré con la Pithos y la Cornupcía.

 

Todo parecía haberse aclarado, las nuevas órdenes que determinarían el futuro estaban dadas, solo habría que seguir luchando hasta conseguir esa paz definitiva. Algún día llegaría el momento en que los humanos podrían vivir en armonía sin ninguna influencia maléfica.

 

2.- Enoc de Escultor.

 

Después de eso, todos regresaron a sus aposentos. Enoc se encontraba bajando las escalinatas del templo del Escorpión celestial, después de todo lo sucedido y lo que estaba por venir no había tenido tiempo de regresar al templo de la balanza celestial por Juno, quien no sabía si se encontraba ahí todavía en la cámara secreta del recinto. Cuando entró no divisó su silueta por ningún lado, pero tampoco recordaba haberla visto en la reunión, siendo la única santia que Athena no percibió.

 

―¿Juno a dónde te habrás ido?

 

Fue ahí cuando tuvo una corazonada y partió rumbo a su antiguo hogar de trabajo, el museo del santuario, el cual estaba un poco más alejado de las doce casas cerca del reloj de fuego. Donde al entrar en ese antiguo templo del saber, pudo encontrar su vieja urna de la armadura de bronce del Escultor. Aunque le habían rebajado al último rango después de toda su retribución al santuario, no parecía importarle mucho, pues él guardaba un cariño especial por su antiguo ropaje que rápidamente se lo puso, envistiéndose con su vestimenta grisácea. Cuando en ese instante alguien ascendió desde las escaleras del sótano.

 

―¡Juno!

―¿Por qué portas esa cloth de nuevo?

―Me rebajaron de nuevo, pero eso no es lo importante ahora ―Enoc hizo una pausa para expresar bien sus palabras―. Desde que te deje en el templo de la balanza, me he estado preguntando por qué no se cumplió la sentencia de Themis.

―¿Qué dices?

―La diosa del Equilibrio te posesionó cuando perdiste la conciencia y estabas a punto de decirme algo importante, sin embargo, ya no lo recuerdo muy bien ―dijo Enoc rascándose la cabeza―. Me quede muy preocupado por lo que me dijo, pero como terminaron las cosas he recuperado el alivio, aunque mi curiosidad continúa diciéndome que algo no está aclarado todavía.

―No entiendo muy bien de que estas hablando, yo he venido aquí al sentir que era un buen lugar para esconderse, cuando desperté me di cuenta de que todo había terminado y que regresarías aquí solo para tomarte un respiro.

 

Enoc se asombró de lo bien que lo conocía, pero en el fondo ahora no dejaba de preguntarse qué sucedería por no haber acatado el consejo de Themis, aunque al fin y al cabo no haya sido necesario.

 

―Athena ha regresado por fin y una nueva era para el santuario comenzará a partir de ahora, creo que lo que te irritaba de los hombres del santuario quedará atrás y podrás tener una vida más tranquila.

―Me alegra escuchar eso, pero necesito aclarar mis sentimientos.

―No es necesario que digas nada ―dijo Enoc volteándose―. Al tener el espejo mágico tanto tiempo dentro de mí, algo de su reminiscencia quedó en mi interior que me hace estar seguro de que camino elegir. Lo siento, pero si nos dejamos guiar por nuestros sentimientos una tragedia podría ocurrir.

―Que dices, no te entiendo yo quería… ―la chica de cabellos castaños se dio cuenta que Enoc parecía saber que iba a decirle como si la interpretara cuando la vio a los ojos que quiso ignorarla, generando un gesto de no corresponderla en sus sentimientos―. Estás sugiriendo que es mejor hacer como si nada hubiese pasado.

―Realmente no hubo oportunidad de nada, por lo que creo que es mejor dejarlo así hasta estar seguro de que el juicio de Themis no se cumpla.

―¡¿Qué juicio?!

―Ella me dijo atreves de ti, que si escogía mis sentimientos moriría y no cumpliría mi misión como santo, aunque me ofreció una alternativa para salvar la situación que aun desconoces y preferí no tomar, cosa que me alegro de que no fuera necesario. Pues al final el camino que yo mismo elegí, me brindo una tercera oportunidad de que todo saliera bien hasta ahora. Por eso, es mejor dejar que las cosas sigan así.

―Es muy confuso lo que me dices. ¿Qué alternativa te ofreció?

―Que te matara y me ungiera en tu sangre ―aclaró Enoc sin mirarla―. Para que así ella me otorgara su poder para vencer al papa, pero no fue necesario.

―Entonces ¿Por qué sigues tan preocupado?

―Es extraño que sus palabras no se hayan cumplido, pero tampoco quiero tomar ninguna de las opciones que me dijo, por lo que no debo acercarme a ti, Juno.

―¿Qué podría tener mi sangre?, que te ayude a salvar el mundo.

―No lo sé, lo que sucedió en el templo de Libra es mejor enterrarlo ahí.

―Querrás decir lo que no sucedió ―dijo Juno desilusionada, yéndose del Museo.

 

La santia salió corriendo, sin mirar atrás brotándole unas lágrimas en el camino que, sin darse cuenta, tropezó en un risco y cayó cerca de un arroyo donde se acercó para ver su cara en el agua, pero al ver su reflejo. Sus ojos verdosos, cambiaron a una tonalidad ámbar y su mirada cambio a un más pasiva, haciendo que ella se asustara. Juno retrocedió sin saber que estaba pasando, decidió regresar a Themiscira.

 

 

3.-Ganimedes de Copa

 

Durante tres días, se enterraron a todos los muertos y se inició el proceso de limpieza y reconstrucción en el santuario. Los días tristes de enterrar a los difuntos y las víctimas de las plagas fueron lentos y se hicieron largamente dolorosos.

En el cementerio de los santos, alguien había acostumbrado a venir siempre a la misma ahora, el joven copero quien había vuelto a portar su armadura de plata. Venía en las tardes cerca del atardecer, curiosamente desde que se encontró con cierta persona que no pensaba que conocería en estos días amargos. Es cuando empezó a venir con más frecuencia.

 

―Sabía que te encontraría aquí, Betzabé de Corona Boreal.

―Ganimedes tú también has comenzado a visitar a la misma hora a la tumba del señor David ―respondió la muchacha de rasgos albinos y cabellos rubios, quien tenía una mirada somnolienta.

―Sé que, aún no pasado mucho tiempo, pero esperaba verte mejor con el paso de los días, sin embargo, tu cara no ha cambiado y sigues expresando una gran tristeza.

―No creo que logre recuperarme, estoy pensando en dejar la orden de las santias e irme del santuario, no pensé que la guerra me causaría tanto dolor, no solo por el señor David sino también por mis hermanas ―explicaba la doncella mirando la tumba.

―Quizás al venir aquí te haga mal, de hecho, no esperaba que te causara la misma pena, aunque no estuviese el cuerpo enterrado.

―Eso es lo malo su único recuerdo es esta lapida vacía.

―¡Betzabé, la armadura de Acuario y su filosofía viven en mí! ―declaró Ganimedes―. Estoy seguro de que algún día volveré a heredar la cloth de Acuario y esta vez será para siempre.

―Es cierto, se podría decir que tú eres más un recuerdo más vivo que esta lapida vacía, lo siento ―musitó ella apenada.

―No. No de todas maneras, te pido que reconsideres vuestra decisión no creo que debas irte, no me gustaría que sucediera.

―¿No quieres que me vaya? ―cuestionó abriendo sus ojos marrones―. No creo que sea de utilidad ni me siento con ánimos de continuar siendo una guerrera.

―Yo… ―hizo una pausa antes de continuar―. No creo que una doncella pueda alejarse tan fácilmente de Themiscira. Puede traerte problemas.

―No me importa, si Athena le preocupa mi castidad me esterilizaré o me someteré al lavado de cerebro para olvidar mi vida como santia.

 

A todas las santias o santos que renunciaban al santuario se les borraba la memoria para que puedan adaptarse al mundo normal y puedan recomenzar sus vidas de nuevo. No obstante, Ganimedes nunca había conocido que alguien renunciara, menos una santia. Ni si quiera sabía si era posible, pero se sentía bastante preocupado con la decisión de Betzabé.

 

―¡Déjame hacer algo por tu dolor, antes que renuncies! ―exclamó tomándola de los hombros―. Quizás si hable con Athena u otra persona que nos pueda ayudar.

―Está bien, pero creo que terminaré yéndome de todos modos.

―Solo espérame unos días más. Prometo que encontraré la forma de aliviar tu corazón.

Ganimedes se fue en dirección al templo de la diosa, sabía que con ella debiese empezar, aunque a la vez también le daba algo de miedo hablar con ella, ahora que la estaba conociendo y sabia lo recta que es la diosa con las reglas a diferencia del papa.

 

Así que debiese encontrar las palabras necesarias, por eso antes busco a alguien más para orientarse de cómo pedir la ayuda de Athena.

 

 

 

 

 

 

 

4.-Gabriel del Cangrejo Menor

 

 

Mientras en otra parte del santuario, en el templo del Cangrejo Gigante. Un pequeño niño de rubios cabellos, vistiendo un ropaje celeste se encontraba en silencio meditando frente a una urna de oro, la cual contenía la armadura dorada. A su vez el entorno parecía ir en armonía, debido a que por alguna extraña razón ya no se escuchaban los lamentos de los muertos hasta que alguien llegó interrumpiendo el silencio del lugar, pero este sujeto estaba vivo. Un hombre alado de ropaje dorado, de piel bronceada y lacia cabellera negra.

 

―Gabriel, que haces orando frente a la cloth de Cáncer ―dijo Bardo al ver que no parecía responder al estar inmóvil, éste se le acercó moviéndolo de los hombros―. ¡Gabriel, me escuchas!

―¡Bardo, de nuevo aquí! ―respondió algo molesto―. Intento comunicarme con ella para ganarme su confianza, es por eso que me sumerjo en un trance mientras mi espíritu indaga en su interior.

―Baya, quien lo diría ahora que ya no está Dante te introduces con las disciplinas del Sekishiki que antes detestabas.

―Debo hacerlo, este templo exige constante vigilia.

―Es cierto he notado como hay menos rostros. Has estado trabajando.

―Así es, me he asegurado de que los muertos no se acerquen. Qué te trae de nuevo por aquí.

―Pues he estado pensando mucho como te había dicho, me he sentido bastante intrigado con Gyné de Géminis me pregunto cuándo volverá.

―Debe estar bien si esta con el señor Oannes de Piscis.

―No confió en él, ni menos en su hermano Andrós.

―Pues no te entiendo mucho realmente, solo me dices que Gyné hizo algo en tu cabeza que es la razón, por la que vez en tus sueños.

―Tengo un recuerdo vagamente.  Por eso no he podido dejar de pensar en ella, lo peor no puedo disimularlo bien frente a Pallas y creo que está sospechando.

―No me digas nada, creo que ya lo mencionaste ―respondió Gabriel sin mucho asombro, poniéndose de pie―. Aun no comprendo mucho, será porque todavía no despierto mi interés en las mujeres a mis trece años.

―Ni yo sé, por qué hablo estos temas, con un mocoso. De todas maneras, tampoco me agrada contarles a los demás mis problemas. Solo a ti te he confesado mi relación secreta.

―Lo sé y también me has dejado claro, que me pasará si divulgo vuestras andanzas.

―Solo quiero que vuelva cuanto antes, necesito hablar con ella. Tengo mucha ansiedad.

―No creo que estés pensando en terminar con Pallas para iniciar una relación con Gyné o sí. Además, recuerda que ella tiene un problema con su cuerpo.

―Pallas no lo aceptaría ni tampoco me gustaría dejarla si es que Gyné no me quiere ver, solo espero que regrese separada de su odioso hermano ―dijo Bardo al voltearse y empuñar su diestra―. En estos días es cuando debo mostrar lo que valgo ante Athena para ganarme su favor y se dé cuenta que soy el más acto para ser el nuevo pontífice.

―Pues estarías en los ojos de todos y tú necesitas tener una vida más privada.

―No tendré que seguir llevando una relación clandestina, podre establecer algunos cambios para mis camaradas para darles derecho a tener al menos una mujer para tener hijos y así mantendría a Pallas y Gyné como mis dos mujeres, aunque ellas no quisiesen tendrían que aceptar obligatoriamente ―sonrió Bardo cerrando los ojos tratando de imaginarse ese momento―. Creo que estarían complacidas siendo las únicas, no sería tan abusivo como el papa teniendo un gran número de concubinas para que me satisfagan.

 

Gabriel le pareció gracioso y solo escondió su sonrisa, tragándose un poco la risa que le causo. Creer que complacería a todos solo por dar derechos de casarse y sus caprichos personales no le parecían ser lo suficiente para ser un buen sacerdote sin pensar en los problemas del santuario que ya acarreaban en vez del bien común personal de los hombres.

 

5.- Surt de Altar.

 

En oriente, en las alturas de los abundantes montes rocosos del Tibet. Una comunidad de ermitaños tenía una aldea, donde habitaban unos herreros vestidos como monjes. Los cuales fueron a recibir a un joven viajero que venía caminando desde un camino inclinado muy angosto. Despejando la niebla que rodeaba el sendero hacia la aldea.

 

―Usted es…

―Soy Surt de Altar, he vuelto ―confirmó el joven muviano de cabellos castaños―. He venido para cumplir el sueño de mi maestro Edward. El cual era darles una mejor vida.

―Vuestras cejas están rapadas… eso significa que has sido ungido.

―El espíritu de mi maestro me ha otorgado sus conocimientos alquimistas antes de morir.

―¿Qué hay del santuario? ¿Acaso serás nuestro nuevo capataz? ―cuestionó el viejo el cual parecía ser el patriarca de la aglomeración de ermitaños―. ¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti?

―Seré su nuevo intermediario y velaré por vuestras vidas de ahora en adelante.

―Si quieres convertirte en nuestro nuevo representante, deberás pasar un ritual de compromiso con nuestra comunidad y así asociarte con nosotros.

―Lo haré, solo díganme qué tengo que hacer.

 

Los hombres lo llevaron a un lugar, donde bajaron por unas cavernas cercanas. Las cuales se iluminaban debido a que tenía pequeños orbes brillantes por todos lados. Surt identificó como restos de polvo de estrellas. Muy pronto el calor comenzó a subir a medida que bajaban más y más. Hasta que llegaron a una zona más abierta donde pudo divisar un gran agujero, tapado por una inmensa puerta diamantina.

 

―¿Qué hay del otro lado? ―preguntó el alquimista de plata.

―Un lugar que hemos estado ocultando, esperando algún día reconstruir para volver a nuestras raíces. Es una entrada al interior de la tierra.

―Mi maestro me dijo que los muvianos venían de Mu, una isla en el océano Pacifico que se hundió por un cataclismo. No sabía que vivían en el interior de la tierra, ni siquiera imaginaba que era habitable.

―Estás en lo correcto, pero nuestros ancestros originalmente venían del interior de la tierra. Fue en Mu donde emergieron por primera vez y se quedaron ahí, hasta que se destruyó por un cataclismo y nuevamente tuvimos que emigrar. No obstante, esta vez la raza guerrera se separó yéndose al Cáucaso y los alquimistas al Tibet.

―Ya veo, pero ¿Por qué ahora quieren regresar?

―Hemos descubierto que es posible volver el mundo interior habitable de nuevo, gracias a ti.

―¿Qué?

―En los de nuestra raza no hay secretos, nosotros somos telepatas. Podemos ver y percibir tus sentimientos así conocemos lo que has vivido, sabemos que con la Corpnucia podría volver el interior de la tierra habitable nuevamente.

―Pero solo Athena puede usarla.

―Si nos la traes verás que es posible. No obstante, antes debes consagrarte con nuestro clan definitivamente, brindándonos una nueva esperanza a nuestro pueblo ―aclaró el anciano, alzando el brazo para que entre la multitud dejar pasar a alguien que venía envuelta en una túnica marrón con un velo―. Ella es la última mujer de nuestra raza más pura y fuerte, la nobleza original.

―Entonces ella viene de la misma simiente que Amón del Fénix.

―Así es, si te casas con ella y tienen un hijo. Nacerá un muviano incluso más prodigioso que nuestro antiguo líder, pues tendrá los dos privilegios que unían nuestras razas. La alquimia de los monjes y los genes guerreros.

―¡¿Quieren que me case con ella?! ―cuestionó Surt muy asombrado frunciendo el ceño, tratando de verle el rostro―. ¿Cómo te llamas?

―Mi nombre es Ymir ―dijo ella con una voz bastante jovial al quitarse el velo y revelar un rostro blanco como la nieve, lacios cabellos blancos y ojos ámbar―. He estado esperando al salvador de nuestra raza, por favor hágame su mujer.

Surt se impresionó con tales palabras, parecía estar totalmente dispuesta a convertirse en la nueva reina de una nueva simiente muviana.

―Yo solo tengo 15 años, tú cuantos años tienes ―cuestionó Surt, al notar que parecía una mujer más desarrollada que él.

―No debieras preocuparte por eso, mis genes y mi juventud en la nobleza es prolongadamente longeva mientras practiquemos nuestra Alkahestria.

―¿Alkahestría?

―Es el de la purificación del cuerpo atreves del Cosmos con fines medicinales. Difiere de la alquimia que transmuta atreves del Cosmos para cambiar la materia.

 

Surt empezó a meditar un momento, eso le parecía muy semejante a lo que hacía el difunto pontífice Leví, atreves del néctar que extraía de las manzanas de Oro del Jardín de las Hespérides para conservar su longevidad. Podría ser posible que tuvieran los mismos fines, pero leves diferencias. Es algo que pensó investigar debido a que él consumió una.

En su interior algo inexplicable lo conmocionó que quiso dejarse llevar ligeramente por ese impulso. Al sentir como podía captar los sentimientos de Ymir como si fuesen perceptiblemente aromáticos.

Sintiendo su empatía él correspondió tomándola de las manos y mirándola fijamente a los ojos, por unos momentos todo se redujo a ellos dos viéndose detenidamente.

 

―Muy bien, pues yo juro convertirme en tu esposo si eso trae de nuevo la armonía y levanta la gloria de Mu.

 

Los demás ancianos se alegraron al escuchar eso y todos se emocionaron clamando sus nombres como los nuevos progenitores que ocuparían el trono entre los muvianos. Surt e Ymir, los dos tendrían un hijo que sería el más prodigioso muviano que algún día que guaira su pueblo.

 

Fin del capítulo.


Editado por ALFREDO, 24 julio 2017 - 01:01 .

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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 24 julio 2017 - 14:35

Vaya, Athena salió más rápido de lo que habría imaginado, qué bueno la verdad... Un momento, ¿y qué onda con lo de si ve a un hombre se le va a prender el deseo carnal tambien? XD algo así había por ahí, una maldición, medio recuerdo. Exijo que sea cierto XD
Esta Athena no se anda con rodeos, que bueno XD "Maten a la zorra de Afrodita" quien la verdad no pide mucho para evitar hacer guerra pero pues vale, las mujeres somos complicadas jiji.
Y sigo leyendo y Athena es más bitch de lo que creí sería jaja ay no XD 
 
Pobre Juno, la dejaron recaliente, pero pues si su sangre es especial, seguro veremos algo más de ella en los próximos episodios (hasta ella podría desangrarse sobre Enoc en algun momento)
 
Ese Bardo, quiere ser Papa para poder tener familia y vivir en bigamia , no creo que eso a Athena le guste mucho...
¡Pero que empiecen las elecciones Papales! Presenten a los candidatos.
 
Cuando le dijeron a Surt que tenía que comprometerse con el clan, imaginé que sería en todo el sentido y con boda XD Esperemos nazca un niño varón porque todo se complica cuando dan niñas en las historias jajaja

Buen cap :D

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 24 julio 2017 - 17:17

Athena troleo  a los caballeros al bajarles de rango

 

y luego se queja cuando hay traiciones---XD


Editado por T-800, 24 julio 2017 - 17:17 .

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Publicado 09 agosto 2017 - 13:11

 

Vaya, Athena salió más rápido de lo que habría imaginado, qué bueno la verdad... Un momento, ¿y qué onda con lo de si ve a un hombre se le va a prender el deseo carnal tambien? XD algo así había por ahí, una maldición, medio recuerdo. Exijo que sea cierto XD
Esta Athena no se anda con rodeos, que bueno XD "Maten a la zorra de Afrodita" quien la verdad no pide mucho para evitar hacer guerra pero pues vale, las mujeres somos complicadas jiji.
Y sigo leyendo y Athena es más bitch de lo que creí sería jaja ay no XD 
 
Pobre Juno, la dejaron recaliente, pero pues si su sangre es especial, seguro veremos algo más de ella en los próximos episodios (hasta ella podría desangrarse sobre Enoc en algun momento)
 
Ese Bardo, quiere ser Papa para poder tener familia y vivir en bigamia , no creo que eso a Athena le guste mucho...
¡Pero que empiecen las elecciones Papales! Presenten a los candidatos.
 
Cuando le dijeron a Surt que tenía que comprometerse con el clan, imaginé que sería en todo el sentido y con boda XD Esperemos nazca un niño varón porque todo se complica cuando dan niñas en las historias jajaja

Buen cap :D

 

 

Spoiler

Athena troleo  a los caballeros al bajarles de rango

 

y luego se queja cuando hay traiciones---XD

[spoil='']

Hola t-800

 

Es como una jefa sangrano con los caballeros XD

[/spoil]

 

 

 

El calor abrazador sofocaba intensamente en su cuerpo, su mente y su alma estaban al límite. Su corazón le latía intensamente debido a la tensión de la batalla, más el terrible clima que le acortaba los respiros constantemente. Permanecer ahí, significaba adaptarse para sobrevivir y unirse a los engendros de ese reino, solo gracias a la unión de su cosmos más su armadura es que podía luchar sin ser tentado a dejarse llevar por los impulsos asesinos que le inspiraba ese lugar.

―¿Cuánto más podrá soportar? ―le cuestionó una magnánima voz con ironía al embestirlo con una violenta ráfaga―. Entre más luches, tarde o temprano terminarás cediendo y vuestro espíritu dejará de pertenecer a la tierra.

―¡No mientras siga con vida! ―vociferó con una ferviente voluntad, poniéndose de pie―. No dejaré que alteres el cerebro de los seres humanos.

―Como me complace cuando un alma desquiciada se aferra a los impulsos ―dijo su oponente sonriéndole de una manera sádica―. ¡Adelante atácame con todas tus fuerzas!

―¡No me compares contigo, demonio parasito! ―exclamó el guerrero de vestimenta dorada al lanzarle un fiero puñetazo que su oponente freno sin mucha dificultad.

Acto seguido le dobló el brazo y en un instante le infligió un daño terrible, sin que el santo divisara como recibió tantos golpes a una velocidad superior a la luz, donde le impactó estallidos por todo su cuerpo, agrietándole su ropaje dorado. El santo termino demolido y desplomado en el suelo, saliendo apenas de un derrumbe. Cuando vio la figura de un gigante de blindaje sangriento muy brillante que con la sombra del sol rojo por detrás de él, no pudo vislumbrar su rostro.

El ser abominable se agacho para poner sobre la punta de su nariz su dedo índice, iluminándose la punta como un pequeño destello. Estaba a punto de volarle la cabeza una distancia cercana.

<¡Me va a matar!>

 

Se horrorizó por un instante al sentir que moriría, pero no por miedo sino por sentirse un fracasado que se iría sin poder arreglar la situación en la que se encontraba. Partiría de este mundo, con la noción de haber cometido los mismos errores tanto en su juventud como en los últimos años de su vida. Sin embargo antes de que pueda destruirlo, un gran torrente de energía submarina lo sacó de su camino a su rival, siendo un milagro ver tanta agua reunida en ese mundo desértico, vio como quedó encerrado en una burbuja gigantesca. El ser malvado hizo hervir su gran cosmos para no seguir siendo arrastrado, he hizo evaporar todo el líquido en su cuerpo, ocasionando una nube de vapor por todo el desierto donde estaban peleando a la sombra de una torre.

―Con que aún quedaba una rata con vida ―dijo el ser de vestimenta rojiza al alzar el brazo a un costado y despejar el vapor―. ¡Tú!

―Sorprendido de verme, Ares ―musitó una voz de un nuevo guerrero dorado.

―Creí haberte asesinado ―agregó sorprendido un poco―. Resucitaste de nuevo, no te cansas que siempre sea mi mano la que te quite la vida.

―Esta vez será diferente ―musitó el desconocido de cabello ondulado muy nítido―. ¡Ponte de pie, Enoc!

―Es bueno saber que al menos hay un santo que no me odia.

―Son unos tontos, de nada sirve que se unan ahora. Ya su discordia en la superficie me dio el poder suficiente.

―Tienes razón mientras peleábamos los unos contra los otros, te dimos demasiado tiempo que supiste aprovechar ―dijo Enoc entristecido―. No obstante, vuestra interferencia causo esa hostilidad en el corazón de todos los humanos.

―Esto no puede terminar así, que nosotros mismos nos extingamos y que tú solo termines con los pocos que quedan. Quedando la tierra en ese estado.

―Yo sabré aprovechar la fuerza humana como Athena no la hizo, cuando termine con ustedes ―agregó Ares―. ¡Después de este día el mundo entero renacerá creyendo en mí como su único dios!

Levantando sus brazos por encima de su cabeza, reunió una gran cantidad de orbes azules al abrir los dedos de sus palmas, formando una esfera de líquido del tamaño de su cuerpo con un anillo de energía resplandeciente, frente al dios de ropaje carmesí quien se mantenía confiado.

―¡Azote del Gran Pez! ―

 

El cual al bajar los brazos, provocó que la esfera estallara en una gran ola de cosmos que parecía inundar todo el extremo donde el dios de la guerra se encontraba.

―¿Cómo pudo formar tanta agua? Aquí en este mundo ―se encogió de hombros al presionar con sus manos la colosal ola, tratando de detener el avance que lo abrazo en un tornado cambiando su densidad.

No hubo respuesta a sus interrogantes y termino siendo sumergido en el interior de ese maremoto. Dándole la oportunidad a Enoc de escapar.

―¡Vete ahora a la superficie y arregla esto antes de que Ares cambie al mundo!

Enoc no lo pensó dos veces y se desplazó por un sendero rocoso para dirigirse  a lo más alto de una torre y ascender en forma de dragón esmeralda por los cielos superando la altura de las nubes, atravesó la atmosfera sintiendo un calor extremo al pasar por el  sol. Sintió que su cuerpo era atraído por la gravedad y no podía seguir ascendiendo a pesar de que se acercaba a una ventana con forma de abismo en el cual una luz más acogedora se percibía en la lejanía en los confines de lo más alto. Su cuerpo no pudo seguir subiendo justo cuando estaba a punto de escapar de ese averno, al sofocante calor lo atrapó. Seria engullido en el sol carmesí o ascendería atravesando ese portal a otro mundo, cerró los ojos y apretó los dientes con todas sus fuerzas solo esperando poder superarlo, pero su conciencia se perdió en el fragor de ese calor, recordando por un instante como pudo llegar a esto. 

 

 

CAPITULO 45.- UN NUEVO FUTURO QUE ANHELAR

 

Cuarenta años antes que todo ese infierno sucediera, en el santuario se estaba viviendo una época de transición, solo unos días habían acontecido desde que la purga del santuario había terminado.

 

 

Ahora se estaba llevando a cabo la reconstrucción de algunas propiedades y los pocos santos sobrevivientes se organizaban la restauración. Las plagas como la sequía, el rio de sangre, los insectos y las pandemias habían generado un declive que había afectado la salud de la mayoría de los santos de bronce, llevándoselos en el camino. Mientras que solo algunos plateados sobrevivieron a las enfermedades, les hicieron frente a las plagas posteriores, en su débil condición se sacrificaron protegiendo a los civiles de las plagas de los insectos y de los terribles cambios climáticos que los terminaron liquidando. Para los invasores les fue fácil penetrar y solo atacar a los pocos caballeros de dorados que quedaron en las doce casas.

No obstante, todo este proceso tuvo un gran costo en cuanto a bajas y destrucción. Sin embargo tal y como dijo el patriarca, solo cuando el mundo esté en una crisis es que la diosa de la guerra descendería y ahora por fin estaba en el santuario, esperando el informe de todas las perdidas por el escriba que había retomado sus funciones.

Cuando Enoc entró al templo de la diosa, el lugar más santo de todos. Sintió algo enigmático en el aire,  se arrodillo al divisar el pequeño pórtico donde se eleva el trono, el cual estaba oculto por una cortina roja de lino que no permitía verla, pero su cosmos inundaba el lugar y su voz se escuchaba como eco en el pequeño recinto.

 

―Diosa Athena, he venido a presentar mi informe ―dijo al levantar una pequeña tablilla de lapislázuli―. Lamentablemente no son buenas noticas.

―Adelante escriba ―musitó una voz grave, como una mujer adulta―. Estoy  consciente que no será un diagnostico alentador.

―Bueno comenzaré por las pérdidas de los santos de bronce. De los 24 que éramos ahora solo restan Gabriel del Cangrejo Menor y yo su santo de Escultor, de los caballeros de plata; Surt de Altar el cual ha partido a Jamir, Ganimedes de Copa el curandero encargado de Rodorio y mensajero de Thesmicira que el mismo vendrá a darle el informe de las santias, mas tarde. Mientras que de los santos de Oro; Solo están Bardo de Sagitario.

―Todavía no hay noticias de los demás que salieron.

―Oannes de Piscis, quien partió con Géminis no han arribado y no han establecido contacto a pesar de haber salido hace varios días. Básicamente solo cuenta con los viejos escuderos, por lo que necesitamos ayuda para reconstruir el santuario y algunas armaduras ―agregó Enoc al recordar algo―. Surt me ha dicho que las reservas de Oricalco se han perdido y los alquimistas de Jamir no podrán trabajar así.

―El Oricalco no era refinado y enviado desde la ciudad Azul.

―Según Gabriel, los sobrevivientes de la Atlántida se fueron de ahí y ahora está vacía la ciudad del Domo el cual quedó destruida por la batalla con Ares, del cual no hemos vuelto a saber ni de él ni los daimon.

―Ya veo, con que necesitamos mano de obra ―añadió la diosa desde la cortina―. Debemos encontrar a los atlantes y obtener de ellos la clave para trabajar el Oricalco y así los muvianos que están varados podrán comenzar  a trabajar en la restauración.

―No será tan fácil, ellos son libres ahora. Creo que deberíamos buscar la manera de refinar el Oricalco nosotros mismos.

―Solo los atlantes conocen como trabajar ese material que cayó en su isla extinta. Noctua me ha instruido algunas referencias con mis enemigos del pasado, no deben tener consideraciones ustedes tampoco, búsquenlos y póngalos a trabajar como esclavos de nuevo y esta vez confínelos para siempre.

―Será muy difícil de conseguir, en especial cuando no tenemos mucho con que amenazar a nadie, lo recomendable seria llegar a un acuerdo si es que logramos encontrarlos.

―No seas ingenuo, Enoc ―agregó una voz mecánica desde una ventana―. Desde cuando hemos tenido consideraciones con nuestros enemigos, ellos tampoco tuvieron clemencia en el pasado.

Enoc divisó la llegada de Noctua, el cloth del Búho que tenía la particularidad de hablar y moverse por los cielos como una lechuza vigilante.

―¿Qué sugieres?... Entrar en confrontación siendo nosotros muy pocos.

―Vosotros sois santos y a pesar de ser pocos, se han fortalecido al haber sobrevivido a todas las batallas, los alquimistas muvianos, los atlantes y hasta los santos negros son escorias comparándose con el nivel que han alcanzado ―agregó la lechuza.

―Leí los informes pasados y noté que, durante los últimos años, el santuario abarcó una gran riqueza tanto en Oricalco, Gamanium y polvo de estrellas. Además, que la mano de obra de los muvianos y los atlantes trabajan cumpliendo los plazos y ninguna facción parecía una amenaza, incluso los santos negros que trabajaban más por atreverse a sublevarse hace trece años. Nunca consiguieron causarnos ningún daño significativo, las fronteras jamás fueron traspasadas. No obstante, desde que se inició la búsqueda de los tesoros todo se fue en desgracia ―explicaba Athena con disgusto.

―Es inadmisible que, en tan solo unos días, el trabajo de siglos haya dejado al santuario con tan poca riqueza y mano de obra, las cloth deben repararse, junto con los templos ―reclamó el búho.

―Debemos poner mano dura y no dejarnos ver vulnerables, solo por una pequeña crisis como esta ―dijo la diosa―. Si damos un pequeño brazo a torcer, después las facciones esclavas se darán cuenta que pueden convertirse en un traidor potencial, como los santos negros.

―Athena, Surt se fue muy disgustado como el nuevo representante diplomático entre los muvianos y el santuario, pedirá un mejor trato y mejores condiciones. Los atlantes no volverán encerrarse si no les concede una libertad condicional y se establece un nuevo representante mejor que Dastan de Escorpio. Es cierto que pudimos controlar y diezmar la segunda rebelión de los santos negros y los daimon, pero quedamos muy mal. No estamos en condiciones de entrar en una guerra de nuevo, si vamos imponiendo condiciones, los atlantes y los muvianos incluso podrían unirse y romper las relaciones ―explicó el escriba muy preocupado.

―Necesitamos un nuevo papa que sepa imponer el orden para que el santuario vuelva a sus tiempos de gloria y se mantenga  la paz en la tierra, ahora que no hay santos la población civil es incontrolable y terminarán entrando en guerra si no armamos un nuevo ejército pronto ―replicó la lechuza.

―Las nuevas filas del santuario se están llevando a cabo, pero pasaran años antes de que tengamos un nuevo ejército.

―Necesitamos más santos de Oro y un nuevo sacerdote. Enoc nombra a Gabriel el nuevo diplomático con los atlantes, que los busque y los regrese a trabajar ―ordenó la diosa ―. Dile a Surt que no estamos en condiciones de proveer a los muvianos, pero a futuro podría ser posible, así que es esencial que mantenga a los alquimistas a raya.

―Eso dejaría a Bardo como su único guardián de las doce casas, mientras yo solo podré reportar sus órdenes y hacer de sustituto del papa, mientras se elige uno nuevo.

―Oannes de Piscis es el más antiguo, pero su lealtad lo hace cuestionable y no sería prudente elegirlo ―dijo la diosa muy reflexiva en sus palabras―. Me resta Bardo y Andrós de Géminis, que a pesar de tener la misma edad también eran los discípulos más jóvenes de Dastan y Sansón.

―Es una decisión difícil, requerirá algo de tiempo meditarlo ―agregó el búho―. Aunque ninguno ha demostrado estar a la altura del cargo.

―También está Gyné de Géminis, no sabemos cuándo decida ser ella o él ―expresó una pequeña sonrisa el escriba.

―No puede haber discordia en géminis. Esperamos que se puedan separar, pero si no lo consiguen creo que Bardo será la única opción ―añadió Athena.

―Desde que lo conozco quiere ser patriarca ―dijo Enoc.

―No lo anda escondiendo que digamos, pero también su personalidad es la más inmadura, aunque su compromiso con el santuario ha sido demostrado.

―Enoc tú serias una buena elección temporal, no por nada Leví te dio un ascenso. Sin embargo aunque tengas las condiciones, también está descartada tu elección ―declaró la diosa tajantemente―. Es una lástima, pero todavía debes seguir tu formación como santo.

―Lo sé ―respondió Enoc cabizbajo―. Pido permiso para retirarme y comunicar sus instrucciones.

 

La diosa aceptó que se retirase, Enoc estaba apenado por lo que tendría que decirles a Surt y Gabriel, quienes se habían encariñado con esas personas. Decirle que sean sus nuevos capataces sería algo que les podría llevar a tener problemas e incluso negarse a cumplir sus órdenes. Antes de comunicarles eso decidió pedir un consejo a Ganimedes.

Justo cuando estaba bajando por las escalinatas del templo del papa, cuando llegó a sala de audiencia se asombró al ver a Bardo de Sagitario esperándolo por alguna razón con una mirada no muy amistosa.

 

―¿Qué haces acá?

―Bien. ¡¿Cuáles son las nuevas órdenes?!

―Para ti permanecer en el templo del Centauro. Los demás tienen una nueva misión con el mundo exterior.

―¿Qué? Seguir sin hacer nada ―se cuestionó Bardo decepcionado―. Athena no dio órdenes para dirigir la última batalla con Ares.

―No hay indicios de Ares y primero debemos reabastecernos y enfocarnos en nuestras pérdidas para restaurar el santuario, en eso está enfocado las primeras órdenes a los demás sobrevivientes.

―Esos niños serán nuestros nuevos diplomáticos, siendo que ni siquiera les fue concedido el título de oro. Mientras tú sigues siendo el intermediario con Athena, eso te hace básicamente el segundo al mando.

―No es eso, solo estoy cumpliendo algunas funciones del papa. En cuanto se elija a uno nuevo. Volveré a mi condición de escriba.

―¿Qué hay de los demás santos dorados?

―Como no han vuelto, no hay misiones para ellos. Pero creo que lo siguiente seria que se pongan dirigir los entrenamientos para la nueva generación.

Bardo quedó pensativo, por qué él no fue considerado para eso y en vez de quedarse a proteger el santuario. Nuevamente sentía que se le excluía.

―Yo podría hacer algo más, como salir en la búsqueda del escondite de Ares o buscar nuevos reclutas.

―Es improbable no tenemos un papa que pueda leer los astros, para buscar a nuevos santos dorados, con los entrenamientos solo podremos entrenar a nuevos santos de bronce y algunos nuevos plateados. En cuanto a Ares tendrá que esperar porque tampoco tenemos ninguna pista, además que su amenaza ha desaparecido por el momento. Creo que los daimon solo eran siete y esos mismos murieron en las batallas registradas.

―¡Maldición y yo nunca pude si quiera matar a uno! ―bramó irritado―. Tú por el contrario lograste escalar mucho a pesar de no quedarte como el santo de Libra ahora eres prácticamente el asistente de Athena.

―La verdad no creo que le agrade mucho mi presencia, solo frecuento a la diosa por trabajo y ella es muy directa solo enfocada en la política.

―¡Y así debe ser! ¿Acaso esperas alguna confianza de su parte para trazar estrategias según tu opinión? ―cuestionó Bardo algo interesado en que no sucediera eso―. Solo eres el escriba y no el pontífice.

―No me refería a eso, ni siquiera veo a la diosa directamente. Pero te aseguro que no soy el que más le guste que la frecuente.

 

Enoc trató de calmar a Bardo, quien parecía algo celoso de su supuesta cercanía con la diosa. Sin embargo, decidió dejar la conversación hasta ahí cuando se dio cuenta que podría poner en la mira de Bardo al verdadero santo que Athena llamaba para platicar con más confianza. Fue entonces cuando decidió ir la frontera de Thesmicira en la villa de los santos de plata donde esperaba encontrar a Ganimedes de Copa en la cocina del santuario. Siempre estaba en las reservas de las viñas, donde solía pasar el rato para preparar alguna que otra bebida interesante.

Las viñas del santuario, quedaban en la zona más baja de las villas de los santos de plata. Donde estaban todas las despensas de los alimentos. Ganimedes junto con el difunto santo del Horno, eran los que custodiaban ese lugar, pero ahora solo el copero era la máxima autoridad del establecimiento.

A todos les gustaba visitar el lugar, para probar uno que otro bocadillo o alguna bebida, pero esta vez Enoc venía a buscar a su antiguo compañero para interrogarlo.

 

―Ganimedes finalmente te encontré.

―Enoc ―musitó el copero el cual estaba en una cocina,  preparando unos brebajes―. ¿A qué se debe vuestra visita?

―No te ha vuelto a molestar ese collar de flores que tienes adherido a tu muñeca.

―Para nada, no desde esa última batalla durante la ceremonia como te conté y tú estabas ahí, recuerdas ―respondió el copero, sintiéndose extrañado que le preguntara eso.

―Esa pulsera podría sernos de utilidad, para encontrar a Afrodita. Si pudiéramos captar su esencia de alguna manera, para iniciar una búsqueda.

―¿Qué dices? ―se sorprendió poniéndose en una postura tensa―. Esta pulsera no me molesta en lo más mínimo, la verdad me he llegado a acostumbrar.

―Sabes, Athena me ha dado a informar unas nuevas órdenes que no sé cómo comunicárselas a los involucrados.

 

El escriba se detuvo unos momentos, no supo expresar su problema y se quedó en silencio unos minutos y justo cuando sabia como plantearle su situación, la lechuza de plata que tanto inquietaba a Enoc durante sus reportes con la diosa, apareció sobre la ventana.

 

―Ganimedes de Copa, Athena desea verte para poder tener alguna pista del paradero de Afrodita ―comunicó el perspicaz búho, demostrando que podía ver y oír todo lo que hablaban.

 

El copero se puso nervioso al escuchar eso, pero como orden directa de Athena, no tuvo otra opción más que subir sin retrasar más su demora, por lo que Enoc dejó que subiera sin poder terminar de conversar. No paso mucho tiempo hasta que llegó  al pequeño templo de la diosa donde hizo una elegante reverencia frente a la cortina que ocultaba los aposentos de Athena.

 

―Desea verme, diosa Athena.

―Ganimedes en todo este tiempo creí que usabas esa pulsera solo porque te gustaban las flores, ahora veo que es una obligación de la cual no has podido zafarte ―dijo Athena al acercarse lo más que pudo por detrás de la cortina, poniéndose de pie.

―Yo lamento haberme callado algo tan importante, no creí necesario ahora que ya no siento nada, pues la fiebre que me iba a matar la supere ese mismo día, sin necesidad de ir con Afrodita como ella quería.

―Ella quería verte.

―Así es, pero como usted intervino en todo el santuario. Creo que vuestro poder me alivio para siempre.

―Ya veo, solo es por mi barrera, pero aun sigues teniendo la fuente de ese padecimiento, Ganimedes acércate a mí.

―¿Quiere que suba hasta sus aposentos?

―Solo hasta el último escalón.

 

Ganimedes se puso de pie, camino lentamente subiendo los peldaños hasta llegar al último y notar como Athena estaba frente a él a solo unos centímetros  de proximidad, jamás había estado tan cerca y seguro ningún santo tampoco se había acercado tanto a ella durante todo este tiempo. Se sintió incómodo y algo nervioso, cosa que en sus mejillas rápidamente se notaron al ruborizarse debido al blanco color de su piel.

Aun así más allá de la cortina, percibió el rostro de Athena frente  a sus ojos, notó una mirada fija en él, observándolo de pies a cabeza, ella le pidió extender su brazo en el cual traía la pulsera, para sostenerla. Ahí aprecio como su tez también tenía rasgos como los suyos, pero incluso más radiante aunque su contacto con sus manos fue más cálido y acogedor al sentir una empatía en su interior que lo reconfortaba.

Se sintió adormecido en ese trance al estar sostenido por ella desde su muñeca izquierda, cuando sintió una fuerte corriente que emanó un pulso desde su muñeca. Rápidamente un calor abrumador, brotó de él, perdiendo el balance. Ganimedes retrocedió, entumeciéndosele el pecho y nublándose la vista, no pudo controlarse y cayó de frente, arrastrando la cortina con su caída.

Antes de perder el conocimiento, pudo apreciar la figura de la diosa de forma distorsionada, una joven mujer de cabellos castaños y ojos verdosos tan penetrantes como los de una lechuza, de facciones delgadas y de su misma estatura de un adolecente. Vio que ella se le acercó a él, mientras estaba cerrando los ojos, ella se agacho hasta aproximar su cara hacia él y perderse en su rostro hasta que le cerraron los ojos y lo único que vio fue sus labios carnosos.

En su interior, una adrenalina lo recorrió. Vio una luz, apreciando la silueta de otra mujer en una lejana isla,  en un recinto desconocido donde el agua era cristalina y había un templo de variados jardines que circulaban alrededor del templo. Le recordó a Themiscira, solo que notó como por dentro del templo antes de entrar a la cámara principal bailaban alrededor de un altar. Mientras vio con horror como una mujer de melena rubia y bastante madura, tenía relaciones con un hombre, mientras varias musas danzaban, como si fuese una especie de ritual.

Ganimedes despertó de sopetón y se dio cuenta que estaba en el suelo, frente al pórtico, el cual Athena ya había arreglado la cortina.

 

―¿Qué sucedió?

―Nada, solo hice lo contrario para que la fiebre te volviera y experimentaras una visión compartida. Muchas gracias por tu cooperación, ya tengo una pista.

―Athena usted vio lo mismo que yo.

―Te refieres a ese ritual de prostitución en una isla.

―Sabe dónde queda.

―Es la isla de Chipre. Ahí es donde debemos ir por Afrodita. Esta bastante lejano, pero lo encontraremos. Prepárate Ganimedes tú saldrás en su búsqueda.

―¿Qué? ―el copero se asustó al escuchar eso―. Diosa Athena, por favor mande a otro.

―Lo siento eres la brújula, pero descuida no iras solo, cuando Oannes regrese irás con él, recuerda que como su nuevo representante es tu deber terminar con la maldición de las santias.

 

Al escuchar eso, se sintió responsable al recordar a David de Acuario, quien quería sean tratadas con respeto y que dejaran de ser miradas con deseo. Después de todo al ser de la misma raza, son hermanos.

Ganimedes reflexionó y acepto ir con algo de preocupación y temor en recordar a la imagen de la diosa de la belleza. Pero se prepararía para enfrentar lo que sea.

 

 

 

                                          ***

 

Al caer la noche, llegó la hora de dormir. Ganimedes se sentía muy preocupado, él dormía cerca del territorio de las santias, cuidando el establecimiento de las reservas de alimentos. En un recinto bastante amplio y solitario para él.  Al entrar en sus aposentos personales, se acercó a cerrar la ventana y notó como la luna estaba más grande que nunca, una noche de luna creciente reflejaba un blanquecino resplandor sobre sus aposentos muy cálido. Al recostarse después de sacarse su cloth al cabo de unos minutos ya parecía dormirse al abrigarse con unas sábanas muy calientitas. Quedó sumido en un sueño profundo después de una hora con el silencio de la noche, cuando después de un rato volvió a estar consiente o mejor dicho semi consiente, pues estaba recostado en su dormitorio pero sin abrir los ojos y con su cuerpo inmóvil sin ganas de poder moverlo, debido a lo adormecido que estaba, era como estar a la mitad de un sueño y a la vez consiente con la realidad en un punto intermedio, solo su conciencia se percataba de ese trance, pero su cuerpo seguía durmiendo.

Algo extraño sentía sobre su pecho, un peso de otro cuerpo sobre el suyo. Como si intentase abrazarlo con sus extremidades, emitiéndole un calor y sensación de éxtasis que le implicaba una asfixia y temor intenso al intentar mover su cuerpo indolente con mucho esfuerzo, logró abrir levemente su vista para divisar con dificultad entre la oscuridad, una sombra sobre su pecho, que le provocaba esa incapacidad y lo oprimía de una forma brusca. Nunca se había sentido tan ultrajado y su cuerpo entre más trataba de despertar para sacarse de encima esa sombra, mas ansiedad y temor le causaba. Hasta que después de un brusco movimiento pudo levantar su torso y abrir los ojos completamente a mitad de la noche, encendiendo la luz percatándose de que estaba solo, despertó bastante sudoroso en un estado muy débil, como si sus fuerzas vitales le hubiesen drenado y con todo su ser muy tenso, cuando se levantó las sabanas, notó como su miembro estaba erecto por alguna razón. Se puso de pie para ir al baño y se sentía tan débil que quiso beber del cloth de copa, para restaurar sus energías, aunque ya no volvió a conciliar el sueño, sino que permaneció en la vigilia el resto de la noche.

                                    ***

 

Al día siguiente en el santuario, Enoc fue a ver a Gabriel del Cangrejo Menor al templo del Cáncer, donde al entrar notó como no se escuchaba nada, un lugar sumido en el silencio absoluto, ni siquiera se percibía el contacto con el exterior. Solo un frio a medida que se introducía más y más.

Cuando llegó al centro notó como Gabriel estaba estático por alguna razón, reposando sobre una columna y su cara estaba tan pálida que cuando le tocó su mejilla, sintió que tocaba un cadáver, por lo frio que estaba.

 

―¡Gabriel! ―exclamó preocupado al tratar de despertarlo con brusquedad.

Intentó reanimarlo con su cosmos, y con un pequeño pulso de energía logró traerlo de regreso, al pequeño muchacho de rubios cabellos.

―¿Qué te paso?

―Enoc ―musitó algo somnoliento―. Nada, solo que creo permanecí tanto en el Yomotsu que no me percaté que debía regresar, ¿cuánto tiempo ha pasado?

―Ya amaneció.

―Significa que mi alma estuvo un día entero allá adentro. Nunca había estado tanto que creo que mi propio espíritu comenzó a abandonar mi cuerpo, desligándose completamente de esta realidad.

―¿Qué estabas haciendo allá?

―Interactuó con los muertos, sentía que mi hermano y mi maestro me llamaban.

―¿Cómo es posible, ya no debieran estar ahí, sino en el Hades?

―Es extraño, no recuerdo mucho lo que estaba haciendo solo que llegue a pasar por un jardín y valle de rocas apiñándose para después arribar a un lugar donde había un oscuro pantano y vi a alguien acercándose en una barca a lo lejos.

―Se supone que el Yomotsu Hirasaka solo es una colina donde los muertos hacen fila, por qué recuerdas esos lugares tan distintos. Como sea, vengo a comunicarte algo más importante.

―¡Una orden de Athena!

―Así es, ella quiere que encuentres a los atlantes y los traigas de regreso a trabajar a la ciudad Azul.

―¿Qué? Pero si yo mismo ayude a liberarlos ―replicó el cangrejo de bronce, encogiéndose de hombros―. ¿cómo crees que podría traerlos de regreso? Y más si quiera convencerlos de volver a encerrarse.

―Lo siento mucho, pero necesitamos refinar el Oricalco para restaurar las cloths y el santuario. Si no se vuelve a trabajar la materia prima, no podremos reconstruir nada.

―Es insensato hacer eso Enoc, me traería problemas y tampoco quiero hacerlo, ni si quiera sé dónde podría encontrarlos.

―También he estado pensando en eso ―musitó el escultor rascándose la barbilla―. ¿A dónde podrían haber ido?

―Se fueron en un barco por el océano Ártico ―respondió Gabriel.

―Es probable que hayan ido a alguna isla cercana o quizás estén constantemente viajando dispersándose como tribus nómadas por todo el mundo. Pero estuve investigando como ubicarlos, y encontré que en el pasado se usó la cloth de Brújula para encontrarlos.

―Por qué crees que los traería y con qué argumentos los convencería, no sé cómo hacerlo ni quiero implicarme en algo tan desagradable ―chistó con frustración en sus palabras el pequeño rubio al alejarse unos pasos.

―Lamento mucho imponerte esta orden Gabriel, pero viene de Athena. Podrías prometerles una nueva tierra o un mejor trato si vuelven a trabajar.

―Y quién se les dará. La diosa prometió recompensarlos acaso.

―En el futuro si logran volver al santuario a sus tiempos de gloria, podríamos ofrecerles una vida mejor ―trató de persuadirlo Enoc con una falsa mentira blanca para animarlo.

―Lo intentaré, pero no creo que resulte. Solo traeré a Rudolp del Reno para que converse con la diosa, ya que él es un atlante, ahora dime donde está el cloth de Brújula.

―Está esperándote afuera del recinto, yo mismo la traje. Debo también partir en búsqueda de Surt a Jamir, tengo que encomendarle algo similar.

―¿Cómo puedes ofrecerte a dar esta clase de ordenes? ―cuestionó Gabriel―. Es como si fueras un mensajero de malas noticias, sé que no es tú culpa. Sin embargo, yo no quisiera ser la voz de Athena.

―No lo sé, creía que Athena haría otras cosas, ahora es que veo que Prometeo no estaba tan equivocado, espero que la situación mejore con el tiempo.

Gabriel se fue con su armadura de Bronce, dejando a Enoc abandonado en el templo. Quien tampoco se sintió muy cómodo recordando su ultima vez que estuvo encerrado. Así que también salió rápidamente de ese lugar, muy pronto abandonó el santuario. Dirigiéndose al oriente.

 

 

                           ***

En la cordillera del Himalaya, después de unos días el escriba arribó a la ciudadela en las alturas del Tibet, donde la gente ermitaña lo recibió sin darle importancia a su presencia, señalándole que siguiera el sendero hasta Jamir. Donde esperaría encontrar a su compañero que no veía de hace días.

Cuando llegó a la torre, una mujer lo recibió. Enoc percibió una sensación enigmática en ella, no parecía una muviana cualquiera, vestida con una túnica transparente y de largos cabellos dorados.

 

―¿Quién eres tú?

―Mi nombre es Ymir ―aclaró la muchacha en la puerta―. Estás buscando a mi marido.

―Tu marido…

―Se refiere a mí ―agregó una voz desde las sombras, saliendo un muchacho de cabellos castaños con dos puntos bermellón en la frente, descubierto del torso superior―. Como verás algunas cosas han cambiado en estos días, Enoc.

―¡Surt, te casaste! ―exclamó Enoc estupefacto por la noticia, pero más cuando divisó que vestía el ropaje del carnero de oro a medias, descubierto de la parte superior.―. Sabes muy bien que nosotros, los santos no tenemos ese derecho. ¿Pero qué haces con la armadura de Aries?

―Era necesario que Surt me desposara para que nuestra raza tenga un futuro ―agregó Ymir.

―Además la cloth de Aries me ha aceptado, es la voluntad de mi maestro. No necesito esperar la autorización de Athena para vestirla en nuestra tierra.

―Has estado portándola desde que llegaste aquí.

―No creo que hayas venido por eso o sí.

―No realmente, pero debes saber que si Athena se enterase podría traerte problemas.

―Solo tú le podrías decir. Cosa que no creo que hagas.

 

Enoc notó que su compañero lucia y hablaba diferente, bastante más serio y sensitivo como Gabriel, pues desapareció de su presencia para aparecer por sobre la cima de la torre, sentado en la punta.

 

―¿Qué te trae por aquí?

―La diosa Athena, quiere saber por qué han parado de enviar el polvo de estrellas y manda a saber qué ha pasado con las cloth en reparación.

―Dile a la diosa que muy pronto todos los cloth estarán en el santuario. En cuanto al polvo de estrellas, han sido utilizado como compensación para restaurar y mejorar Jamir.

―¿Qué dices, yo no veo ningún cambio estructural?

Surt sonrió cuando hizo estremecer la tierra, la cual comenzó a iluminarse como si el suelo estuviese descubriendo un cristal recubierto de tierra, el cual parecía desfragmentar toda las piedras y la arena hasta que quedaron en un suelo transparente.

―¿Qué significa esto? ―se cuestionó Enoc asombrado al ver que debajo de sus pies se podía ver una gran ciudadela en su interior en un mundo con un habitad muy distinto―. ¿Cómo lograste construir una ciudad así en otra dimensión?

―Ya te lo dije, usamos todas las reservas del mineral natural del Tibet ―aclaró el muviano―. Estas sobre Shamballa, nuestra nueva nación. La diosa Athena tendrá que esperar unos cuantos años hasta que las minas vuelvan a bastecerse.

―¡Consumieron todo en esta ciudadela futurista! ―el escriba no daba crédito a lo que veían sus ojos―. Surt, ¿Qué has hecho? Necesitábamos el polvo de estrellas para reconstruir el santuario.

―Por siglos nuestra comunidad ha vivido en las alturas de forma sedentaria y en un entorno incivilizado, cuando en sus inicios eran una gran civilización. Solo hemos retornado a vivir de la forma en que solíamos hacerlo, como lo hacían los antiguos muvianos de Mu.

―Olvidas que esa gloriosa civilización llegó a su fin precisamente por eso. Por ser una raza muy adelantada a su época. Están retando a los dioses nuevamente.

―La diferencia es que ahora vivimos en otra dimensión donde ni Athena puede llegar. Debido a que la única forma de entrar es por nuestra mente que está unida al corazón de Shamballa.

―Corazón de Shamballa… ―Enoc no entendió, pero su compañero definitivamente ya no parecía el mismo―. Surt, por qué permitiste esto. Sabías que la diosa utilizaría el polvo de estrella, esto retrasa enormemente las obras del santuario. Athena estará muy molesta.

―Athena no tendrá que lidiar con nosotros por mucho tiempo, dentro de muy poco terminaremos nuestra ciudad y no volveremos a la superficie.

―Surt, ¿Cómo crees que reconstruiremos el santuario ahora?

―Yo puedo crear el Polvo de Estrellas y refinárselo, si me trae la Corpnucia. ¡Esa es mi condición!

―¿Qué? Primero Ganimedes y ahora tú quieres ese cuerno ―recordó Enoc―. Estás muy equivocado si crees que Athena te lo concederá.

―Esa es mi última palabra, ahora regresa al santuario y dales mi mensaje ―declaró Surt al levantar sus brazos, cruzándolos por encima de su cabeza―. Hasta que nos encontremos la próxima vez, quizás seamos enemigos…

 

¡Starlight Extintion!

 

El alquimista, desarrolló un átomo gigantesco entre sus manos que fue expandiéndose hasta recubrir todo el cuerpo de Enoc, empezando a desfragmentarlo átomo por átomo en un halo de luz, que se llevó todo su ser cuando su técnica se desvaneció.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 09 agosto 2017 - 15:45

-Esa Athena es una tremenda hija de

p....... que trata a  sus caballeros como sus sirvientes

 

 

 

-Bardo es un poco paranoico y envidioso

 

 

-El perver de Ganimedes  tuvo un sueño humedo

 

 

-Empezaron a surgir los traidores,aunque esta vez con motivos


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Publicado 09 agosto 2017 - 23:50

 
¡Aja! El truco de poner una escena intensa muy intensa al inicio de  una nueva temporada. Usted señor ALFREDO es diabólico.
 
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Después de la explicación que me diste por mi exigencia de "la maldición" de Afrodita, cada escena de Athena tras la cortina la imagino esforzándose por no lanzarse sobre el desfile de santos apuestos que pasan con ella jajaja
 
Creo que a Ganimedes lo atacó una sucubu XD
 
Shamballa, vaaaaaya, se va a armar con eso de que se acabaron el polvo de estrellas jaja. PEro vaya, en tan pocos días ya hicieron una ciudad en otra dimensión, Surt se casó y de seguro hasta ya preñó a su esposa XD
¡Se va a armar grande! Y más que Athena exige tanta cosa a la mala xD

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 01 septiembre 2017 - 19:01

-Esa Athena es una tremenda hija de

p....... que trata a  sus caballeros como sus sirvientes

 

 

 

-Bardo es un poco paranoico y envidioso

 

 

-El perver de Ganimedes  tuvo un sueño humedo

 

 

-Empezaron a surgir los traidores,aunque esta vez con motivos

 

Hola T-800

-Athena es como la madre de un colegio de monjas a la antigua. 

-Bardo es energico.

-Diria q se lo impusieron

-Creo q todos siempre tuvieron motivos jaja.

 

 
¡Aja! El truco de poner una escena intensa muy intensa al inicio de  una nueva temporada. Usted señor ALFREDO es diabólico.
 
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Después de la explicación que me diste por mi exigencia de "la maldición" de Afrodita, cada escena de Athena tras la cortina la imagino esforzándose por no lanzarse sobre el desfile de santos apuestos que pasan con ella jajaja
 
Creo que a Ganimedes lo atacó una sucubu XD
 
Shamballa, vaaaaaya, se va a armar con eso de que se acabaron el polvo de estrellas jaja. PEro vaya, en tan pocos días ya hicieron una ciudad en otra dimensión, Surt se casó y de seguro hasta ya preñó a su esposa XD
¡Se va a armar grande! Y más que Athena exige tanta cosa a la mala xD

 

Hola Seph

La escena fue un flashfloward, es un vistazo al futuro. Lo contrario al flashback.

 

Por el momento solo hay uno no todos, pero esta protegida con su diadema.

 

Los alquimista se estan convirtiendo en un pueblo libre, igual q los atlantes jaja.

 

Es q athena cree q porq es diosa puede imponer ya después se dara cuenta.

 

Ahora bien el siguiente cap...

 

 

 

CAPITULO 46. SOLO DESEAMOS AQUELLO QUE NO TENEMOS

 

La diosa se encontraba meditando sobre la cima de la montaña estrellada en una noche, de luna llena. Donde el silencio abundaba a esas horas, le daba una tranquilidad subir a media noche, donde su espíritu entraba en una armonía al estar contemplando su santuario desde las alturas. Cuando algo le hizo romper su meditación al presentársele una entidad, la cual se manifestó como una columna de fuego que envolvió la cima de Stars-hill

 

―En todo este tiempo no habías hecho acto de presencia y ahora te apareces de forma improvista en mi templo más prohibido ―añadió la diosa volteando para dirigirse a la columna de fuego al frente de ella―. Veo que de verdad perdiste tu cascaron humano, ya que no puedes manifestarte en una forma corpórea, Ares.

―Athena, reconociste mi cosmos. Yo pensaba que al reencarnar como una humana habías perdido tus memorias ―respondió la voz desde el fuego como un estruendo.

―He recibido un entrenamiento para saber protegerme estando más vulnerable en este estado, sin embargo tú no has tomado tus precauciones y debido a eso, tu presencia es solo una manifestación de tu alma.

―No te equivoques, ya no soy tan impulsivo en algunas cosas, te he estado observando ―declaró la omnipotente voz escuchándosele una leve carcajada―. He venido con intenciones que te sorprenderán.

―¡¿Qué es lo que quieres?

―Nuestros ejércitos están mermados, no tiene caso continuar esta guerra. Yo solo deseo vivir en este mundo impulsándolo por la fuerza a su estado natural ―explicaba Ares, cuando hizo una pausa―. Tú quieres guiar a los humanos para que respeten a los dioses, no es así.

―Para que puedan vivir, deben respetarnos como lo que somos. Una existencia superior.

―Por lo tanto, mi interés en ellos es inspirarlos a su naturaleza más hostil para demostrarte que al fin y al cabo ellos no quieren ser gobernados por nosotros. Por eso debemos volver a moldear una nueva humanidad a nuestra imagen y semejanza.

―Se han hecho tantas razas humanas, ¿Por qué crees que es necesario reiniciar la humanidad?

―Pero ninguna con una simiente incorruptible como la nuestra. Si yo reencarno como tú, y juntos procreamos una nueva estirpe. Estoy seguro que daremos origen a una raza mortal en la cual podremos confiar para que nos sirvan. Pues será nuestro hijo quien se convierta en el príncipe de la nueva humanidad que dará a luz.

 

Athena se sorprendió ante tal propuesta abriendo los ojos enormemente, mientras una gota de sudor le recorrió su mejilla, su hermano y su rival más belicoso, le estaba pidiendo que tengan un hijo. La hizo sentirse repugnante con solo pensarlo, tanto que expulsó un soplo de energía para alejar la presencia ardiente de Ares.

 

―¡¿Cómo osas, crees que aceptaría algo así?! ―cuestionó Athena irritada―. Yo soy una diosa virgen, y ya cree una raza inmaculada sin necesidad de apareamiento.  Seguí la divina concepción de la madre tierra, igual que cuando alumbro a Urano por sí sola.

―¿Qué conseguiste con eso? Solo se comportan de forma hipócrita siguiendo tus principios castos. Igual que Urano se volvieron unos tiranos con los humanos.

―¡¿Qué conseguiste tú dándoles las armaduras Malkhai a los traidores de mi santuario? ―devolvió la pregunta Athena―. Ninguno te sirvió solo aprovecharon la herramienta que les diste para sus propios fines.

―Yo no les pedí nada a cambio, por eso mismo lo hice. Para demostrarte que ellos solo buscan quedarse con tu poder, si les ofreces un recurso ilimitado ellos te abandonarán.

―Depende que tanta confianza le tangas a quien le deposites ese recurso. Por qué buscas tener una descendencia conmigo, cuando tienes a Afrodita que no se negaría ante vuestra carnal propuesta.

―Ella es una diosa que no me aportaría lo que busco en la nueva humanidad, además ya tuve hijos con ella con mi cuerpo original. Athena por primera vez te ofrezco una tregua que nos guie a la paz y te niegas.

―Tú no crees en la paz, a mi no engañas. La vez como una ilusión por eso te complace las batallas y te alimentas de su energía igual que los daimon. Solo te interesa tu supervivencia.

―Pues entonces no me dejas otra opción que llevarte al extremo, corromperé a la humanidad hasta el fin de los tiempos, para que des cuenta de tu error. Entonces lamentarás no haberme escuchado.

―No te lo permitiré, no dejaré que sigas manipulando a los humanos y mucho menos a mis santos.

 

La columna de fuego se alzó como una tormenta llameante para abrazar a la diosa con el terrible calor de sus flamas, las cuales incendiaron los alrededores de Star-Hill. Sin embargo Athena invocó su circular escudo dorado y lo levantó con ambas manos, enfocando su cosmos en el, para que expulsara un terrible resplandor cósmico que se manifestó como una gran ráfaga de energía que repelió las llamas, desintegrándolas en los cielos como una onda expansiva.  Cuando la diosa bajo su escudo y la calma volvió al lugar se dio cuenta que Ares se había ido y esto no fue más que un advenimiento.

 

                                         ***

Entretanto en la región de Asia menor, con un calor tropical, dos viajeros iban recorriendo una zona rural bastante desértica y desprovista de habitantes, sumergidos en una selva, en la cual el guía de los dos parecía bastante extrañado, pues no recordaba que el sendero al lugar que buscaban tenía que atravesar este bosque.

 

―¿Qué sucede, Oannes? ―cuestionó un muchacho de cortos cabellos rubios, cargando una urna en sus espaldas―. Hace rato que estamos dando vueltas en círculos.

―Quizás sea mejor separarnos ―agregó el santo de tez albina y ojos celestes―. De todas maneras, el primero en encontrar el lago Salmacis avisará al otro.

―Realmente será posible encontrarlo…

―Debes tener más esperanza si quieres separarte de tú hermana.

 

Oaanes subió por un sendero recoso y desapareció adelantándose, yéndose por las alturas mientras Andrós prefirió seguir por el bosque, siguiendo un pequeño rio esperando que lo guie a la fuente que está buscando.

 

Después de unos minutos llego a un jardín muy hermoso donde los pétalos se mantenían flotando y el aroma del lugar era bastante exquisito tanto que se detuvo por unos momentos a olerlo.

En el centro del jardín divisó un lago, el cual pensó que finalmente lo había encontrado. Andrós se dirigió rápidamente para acercársele y dejar caer su urna en la orilla para ver su reflejo en el agua. Se comenzó a desprender de sus vestiduras grisáceas de entrenamientos, como los protectores y camisón, quedando desnudo para sumergirse lentamente en el lago milagroso del que le hablo su compañero y esperaba que pudiera separarlo de su hermana definitivamente.

Sin embargo, al dejarse bañar por las aguas, aunque su cuerpo se relajó no sucedía nada, entonces se sumergió por completo quedándose unos minutos adentro, aguantando la respiración. De pronto, algo cambio. El cauce del agua se tornó violenta y comenzó a formarse un remolino que lo estaba ahogando.

Andrós no tuvo más opción que salir a la superficie bastante afligido, en la orilla escupió el agua salada que había tragado, pero se sentía más mareado para ver estado tan poco tiempo adentro, cuando se dio cuenta que su cuerpo era bañado por la luz de la luna, se reincorporó asombrado, viéndola. Ya era la segunda vez que podía resistir la noche, esta vez parecía ser diferente debido a que no estaba en el templo de los gemelos, ver solo la noche estrellada no le importó nada en ese momento, ya que su cuerpo parecía no sufrir cambios, pero por alguna razón su hermana no se manifestaba ni tampoco podía sentirla. Su alivio de ver la noche, se desvaneció al preguntarse por Gyné, acaso la había destruido, pues ella perdió su cuerpo y solo su conciencia permanecía durmiendo dentro de él.

El aroma por alguna razón se había hecho más fuerte, y de repente de los arbustos de un jardín, unas lianas se manifestaron enredándose en el cuerpo de Andrós quien se vio inmovilizado sin poder moverse.

 

―Esto es tu deseo más profundo ―dijo una voz femenina desde atrás.

 

Al voltearse, pudo ver la presencia de una mujer envuelta en una túnica oscura, pero con el rostro descubierto, supo reconocer esos ojos angelicales en cuanto los vio.

 

―¡Gyné! ―exclamó confundido―. ¿Cómo fue que nos separamos no sentí nada?

―Me abandonaste dentro del lago y fue el agua quien me dio un nuevo cuerpo el cual habitar ―respondió la encapotada, al bajarse la capucha para dejar ver sus cabellos ondulados dorados―. Hermanito, esto es lo que buscabas.

―¿Hermanito? ―se confundió con el tono de su voz―. Ahora ya no hay razón de estar en conflicto, por qué me paralizas, desde cuándo puedes controlar la vegetación.

 

Andrós no obtuvo respuesta, solo una leve sonrisa, que le hizo enfadar, queriendo liberarse con su cosmos, hizo expulsar una energía cósmica por todo su cuerpo que desintegró sus lianas que lo aprisionaban, pero su cuerpo aún seguía tenso y le costaba respirar. Por alguna razón su percepción estaba fallando.

 

―Claro esto es una ilusión, es ilógico que de pronto controles la naturaleza ―dijo al mirar su urna de oro, queriendo llamar su cloth que permaneció estática―. ¿Qué?...

―La cloth de Géminis es como nuestra madre y padre, nunca querrá que nos peleemos ―dio al sacarse su túnica, evidenciando un ropaje escarlata―. Hermanito, por fin podemos ponerle una conclusión a nuestra rivalidad.

―Esa vestimenta, es idéntica a la armadura de Géminis ―dijo Andrós viéndola con precisión―. ¿De dónde la sacaste?

 

―¡Mirror of Darkness! ―

“Reflejo Sombrío”

 

Al concentrar su cosmos en su puño derecho y después con los brazos extendidos al centro del cuerpo y unidos con las manos extendidas, lanza su cosmos formado de oscuridad, el cual envuelve a su hermano provocando que este sea víctima de unas densas tinieblas la cual su piel puede palpar, abrazándolo y quedando estático, se vio totalmente ahogado y confundido, pues no reconoció la técnica de su hermana.

 

―Pobre hermanito, esa es la libertad que buscabas.

 

No obstante, antes de que ella se fuera. Algo sucedió desde la bizarra estatua de oscuridad que quedo, una pequeña galaxia apareció en su interior, como un abismo de luz, despejó toda la oscuridad que lo aprisionaba, pero él que salió no fue Andrós si no Gyné, quien al estar con su cosmos encendido, rápidamente su armadura la cubrió por primera vez.

 

 

―¿Qué? Yo había cubierto su cuerpo con mi aroma de la locura para que su cloth no lo reconociera ―dijo la Gyné de vestimenta escarlata.

―¡Tú no eres yo! ―exclamó enfadada de verla con su apariencia―. Estás portando una Leaf, una vestimenta de la diosa Eris. Eso quiere decir que eres una dríade.

―Y tú eres una traidora que se pasa cambiando de bando ―replicó la doble de Gyné―. Yo cubrí este lugar con mi polen mágico, no deberías ser capaz de tener la energía suficiente para enfrentarme, pues su perfume adormece los cinco sentidos.

―Ya veo con que fue eso con lo que engañaste a mi hermano, quizás ahora no puedas verlo, pero mi cuerpo está cubierto por una red que retuerce las dimensiones, es por eso que tú aroma solo me rebota ―explicaba la santo femenino, cuando hizo aparecer detrás de ella un sombrío abismo―. ¡Que esta fantasía se pierda en el infinito!

 

De pronto de los cielos una gigantesca brecha dimensional engulló el jardín, despedazando la tierra con el lago y el aroma se fundieron en ese agujero sin fondo proveniente de la distorsión.

 

―¿Qué es este agujero negro?

Another Dimension ―musitó la santo femenino dorada―. ¡Ahora, muestra tu verdadera cara!

 

Gyné hizo concentrar la fuerza gravitatoria en una sola columna sobre su doble, que empezó a desfragmentar el cuerpo de su víctima hasta revelar un rostro de una mujer con hiedras en las mejillas, pero aun conservando sus ojos, solo que sus cabellos ahora eran negros y mantenía una Leaf con formas de hojas, mostrando una vestidura más atrevida.

 

―¡A mi Mania de Locura, no me gusta mostrar mi rostro! Solo por eso morirás de la peor manera, te venceré igual que tu hermano.

―Solo lo adormeciste, si hubieras conocido su fuerza desde un principio. Hubieras sido eliminada fácilmente, ya que él posee una fuerza superior a la mía ―respondió Gyné.

―Entonces me será más fácil derrotarte.

―Sin embargo, mi especialidad me hace inmune a tus ilusiones. Hiciste que se confiara al mostrarle su más íntimo deseo, para él ver la luna. Es una libertad que no podrías entender. Así como lo es para mí ver el sol. Aunque yo, llevo más tiempo viéndolo.

―Interesante, déjame brindarte ese deseo entonces… ―dijo Mania al levantar su brazo para distorsionar la realidad, nublando los cielos de unas nubes blancas y un sol cálido en una mañana tranquila, volviendo a florecer el jardín―. Que te parece, no querrías verlo eternamente.

 

No obstante, Gyné hizo volver la oscuridad del espacio. Despedazando el suelo, hasta que las dos queden en el vacío de un abismo que se extendía como redes en los suelos que avanzaban paralelamente.

 

―Aquí el tiempo es una constante, si quieres puedes quedarte eternamente aquí si lo deseas.

―¡Maldita, como te atreves! ―exclamó Mania irritada―. Una sucia traidora como tú, no merece encontrar la libertad por haber traicionado a nuestra madre.

―Eris, no era mi diosa. Solo dejé que me manipulara junto con mis compañeras para volver al santuario con la Labrys para dar a luz a la diosa Athena.

―Te atravesaré con mis diamantes de la oscuridad para despedazarte por completo ―añadió Mania al concentrar su cosmos y formar filosos fragmentos de la oscuridad―. ¡Muere!

 

¡Creazy Destruction!

 

Mania extiende sus brazos hacia adelante para lanzar sus fragmentos oscuros como dardos, los cuales antes de impactar en Gyné se detienen y cambian su trayectoria para dirigirse a su creadora quien se ve pasmada al ver como su técnica más fuerte se le regresa, pero cuando intenta moverse para esquivarlo. Un rayo a la velocidad de la luz la paraliza por completo, quedándose como un blanco inamovible, el cual es herida por los fragmentos de la oscuridad, quedando su cuerpo empalado. La dríade, se desintegra como una briza de hojas.

Mientras el entorno vuelve a la normalidad. Gyné percibe que aún seguía la claridad del sol y solo pudo transformarse debido a que su hermano fue engañado creyendo haber recibido la luz de la luna, pero solo fue el reflejo de una ilusión. Cuando vuelve el campo a su normalidad, sus rasgos comienzas a cambiar y cae inconsciente transformado nuevamente en Andrós. Mientras una sombra se acerca, cubre el cuerpo del santo con una telaraña comenzando a arrastrarla como un bulto.

                        ***

 

 

 

Cerca del atardecer, un perdido Oannes se hallaba subiendo la montaña más alta del bosque que rodeaba el valle, bajo una lluvia descomunal. Sin embargo, llegó a una zona más plana donde divisó un montón de lianas y como toda una vegetación cubría el terreno, algo muy extraño que le hizo preguntarse cómo era posible que creciera tanta maleza en un terreno tan elevado y árido. El santo dorado de Malena 0ndulada y tez albina era lo único bello en ese lugar que parecía ser un tétrico bosque encantado en las alturas.

Quiso seguir el sendero caminando con cuidado por algunos minutos, no encontró nada más que una vegetación abundante, que no permitía ver la cima. Fue entonces cuando quiso despejar el camino con una de sus técnicas.

 

—¡Ceto of Alrisha! —

“Azote del gran Pez”

 

Extendiendo sus extremidades concentró una gran cantidad de energía aguamarina con la que al conectar un gancho en vertical provocó que la fuerza tenue y sutil que lo rodeaba como un torrente, se estremeciera y fuese liberado de forma violenta arrastrando todas las lianas a su alrededor como un tifón gigantesco que se elevó hasta los cielos, pero más que eso parecía un gran chorro a presión de una enorme ballena que elevo y despedazó toda las enredaderas, cayendo residuos en pedazos a sus pies.

Fue entonces que después de despejarse el camino, pudo encontrar una cueva que parecía ser el epicentro, donde alguien vivía.

 

 

—Así que esto era lo que ocultaban estas lianas, pero quién se esconde aquí —se preguntó Oannes cuando divisó una sombra saliendo.

—No, me mates por favor —dijo una voz de una vieja envuelta en una capucha grasienta—. Solo soy una pobre anciana.

—Yo diría que eres una bruja si te escondías, haciendo crecer todas estas enredaderas —añadió Piscis—. Tú eres la responsable de que todo este bosque haya crecido de repente debajo de la montaña y en su cima.

 

No hubo una respuesta, solo escucho una leve carcajada que le hizo estar en lo correcto, por lo que el santo se puso en guardia esperando que su decadente oponente mostrara su verdadero aspecto.

 

—¡¿Qué esperas?! —exclamó con exigiéndole—. Por qué no muestras tú apariencia real.

—Esta es mi apariencia real jovencito.

—¿Qué?

 

Oannes percibió como un aura la rodeaba, un cosmos que rápidamente hizo brotar de la nada una gran cantidad de lianas como un jardín mágico nuevamente que volvió a la vida.

 

—A diferencia tuya no poseo una prolongada longevidad.

—Entonces quisiera saber, tu nombre y por qué me detienes.

—El por qué no te lo diré. Solo debes saber que nadie debe acercarse al lago de los deseos. Ya que quien lo haga morirá.

—Una vez conocí este lugar, como una fuente sagrada pero nunca comprobé si era verdad lo que decían los rumores.

—Entonces solo bienes por una vieja leyenda.

—No creo que sea una leyenda, sino alguien como tú no lo protegería perdiéndonos en el camino.

—¡Basta de charla! —ordenó la vieja, cuando unas lianas fueron en dirección a Oannes para golpearlo como un fuerte latigazo.

 

Sin embargo, éste dio una vuelta en el aire y en el proceso hizo que unas aletas de cosmos azul se le extendieran de sus brazales con las que cortó como espadas en múltiples pedazos las lianas.

 

—Ohh… Parece que también eres capaz de forjar tus propias armas, solo con tu cosmos.

—Solo cambio la densidad de la humedad que me rodea, transformándola en hojas a presión, el agua concentrada es incluso capaz de cortar hasta el diamante más duro —explicaba Oannes—. Sin embargo, tú de la misma tierra haces crecer estas lianas como si nada, no eres alguien ordinario.

—Yo soy un ser cercano a la gran madre de la tierra. Es por eso, por lo que me concede su poder —respondió la bruja haciendo brotar hojas verdosas desde las enredaderas—.

No eres el único con habilidades cortantes.

 

Entonces hizo dispararlas cuando las cargó de un finísimo cosmos afilado, al hacerlas girar y lanzarlas como discos esmeraldas, los cuales colisionaron con las aletas de Oannes, produciendo un chirrido como un acero afilándose, sacando hasta astillas brillantes, demostrando que sus dos armas tenían el mismo filo.

Aunque la bruja era capaz de producir cientos de hojas, las cuales fue arrojando una vez cargadas de energía, Oannes las repelía blandiendo sus brazos como espadas para repeler las hojas que lanzaba como discos de energía.

 

—¿Cuánto más podrás aguantar? —se mofo la vieja quien ni se movía, solo veía el espectáculo—. No importa, de cualquier manera, ahora sentirás como tu cuerpo es blanco de mis espinas mortíferas…

 

¡Thorns of ruin!

“Espinas de la Ruina”

 

Haciendo brotar múltiples dardos, desde sus enredaderas disparó espinas negras como una lluvia de flechas. Entonces, el santo supo que esta vez necesitaría una mejor defensa, por lo que levantó un muro de agua a presión dando una estocada en el suelo. Sin embargo, unas tres espinas lograron penetrarle en sus piernas, antes de que su defensa se endureciera por completo.

 

—Jajaja, no importa que hayan sido solo tres espinas —dijo la vieja complacida—. Muy pronto experimentarás un veneno que irá mermando tus fuerzas hasta que tu cuerpo quede sin energías.

—No siento nada… —dijo al momento de retirarse las espinas, las cuales se dio cuenta que habían perforada su cloth, cosa que lo hizo preocuparse—. Antes de que ocurra cualquier algo, terminaré contigo de una buena vez…

 

¡Ceto of Alrisha!

“Azote del Gran Pez”

 

Oannes liberó un golpe concentrado de humedad la cual se convirtió en un chorro horizontal que fue avanzando tomando más fuerza hasta liberar todo su clímax como un chorro submarino rodeando a la anciana en su ojo, cuando inesperadamente percibió que un gran cosmos diferente empezó a emanar, el cual se desintegró con facilidad su maremoto. Solo quedando la cortina de vapor, del que una mujer mucho más joven salió de ahí.

Aquella mujer traía el cabello negro azulado, liso y semi-ondulado hasta poco más abajo de los hombros, estando semi-desnuda poseyendo una falda blanca envuelta en una coraza muy atrevida de color marrón como la tierra. Su piel era blanca y ocultaba la mitad de su rostro por un manchón teniendo dos orejas puntiagudas como si fuese una criatura del bosque mágica.

 

—Hacía mucho tiempo que no rejuvenecía, te gusta mi Leaf. Esta es la prueba de que soy una dríade al servicio de la diosa Eris. Soy Ate de la Ruina.

—Ate. Has rejuvenecido… —dijo Oannes cuando se miró sus brazos y notó como su piel estaba más arrugada, entonces se tocó el rostro—. He envejecido.

—Gracias por compartir tu longevidad.

 

Oannes se dio cuenta muy tarde lo que realmente habían hecho las espinas de Ate sobre él. Quedando disgustado al sentir que su cuerpo ahora era más adulto en un par de años en tan solo un instante. Por lo que se lanzó con sus aletas para rebanarla, pero la dríade se quedó quieta para hacer brotar de la tierra incontables raíces las cuales fueron creciendo arrinconando al santo dorado hasta envolverlo en un capucho.

 

¡Million Hatred!

—¿Qué son estas zarzas?

—Son raíces fortalecidas con el poder de mi madre, no podrás liberarte ya que entre más cosmos uses, más energía te será drenada.

—Estoy seguro de que puedo soportarlo antes de perder toda mi fuerza.

Oannes reunió una gran cantidad de cosmos y se envolvió en un torrente de brillante fulgor, despedazando las zarzas usando su máxima fuerza, dio dos estocadas gigantes desde el interior, exclamando un gran alarido hasta elevarse sobre las alturas.

—¡Estúpido! —dijo Ate al sentir como más fuerzas se le renovaban a ella—. Me pregunto si serás tan veloz ahora.

 

Ate nuevamente disparó desde sus enredaderas múltiples hojas verdosas como discos de energía, los cuales Oannes rechazó con violencia por unos instantes. Aunque paulatinamente, fue perdiendo velocidad y fue retrocediendo comenzando a ser alcanzado por unas cuantas hojas que lo desequilibraron y estrellaron violentamente sobre la tierra que nuevamente lo aprisionó con sus raíces con más fuerza que antes.

Esta vez notó como su cabello se volvía gris y se sintió más cansado, envejeciendo todavía más, parecía ser el final de sus fuerzas al no poder invocar más su cosmos.

 

— ¿Por qué Eris protege este lugar? —cuestionó con una voz más ronca—. Al menos dímelo si me vas a matar.

—Gracias a ti he recuperado mi vigor supongo que puedo concederte ese pequeño favor como compensación antes de matarte —dijo la jovial dríade acercándose a él—. El agua del lago tiene extrañas propiedades que los dioses depositaron cuando el hijo de Hermes y Afrodita, Hermafrodito se convirtió en un ser andrógino. Tomando la apariencia de un hombre y mujer al mismo tiempo, como fueron creados inicialmente los humanos. No obstante, Hermafrodito suplicó a los dioses que cualquiera que se bañara en el agua sufriera el mismo martirio. Sin embargo, los dioses se cansaron de su exigencia y dotaron al lago con la capacidad de que los hombres se volvieran afeminados y masculina a las mujeres.

—Pero ¿qué tiene que ver con Eris?

—La diosa Eris quería reencarnar en una mujer que perdiera su feminidad y presentara aptitudes belicosas como los hombres, por eso nos dejó cuidando este lago, porque su cascaron debe hacerlo por su propia voluntad.

—Ya entiendo, entonces si un andrógino se baña en el lago…

—Pues es posible que el caso contrario, pero se acabó tu tiempo —dijo Ate al lanzarle sus zarzas para penetrar su rostro. Sin embargo, antes de que lograran tocarlo se detuvieron en el último momento—. ¿Qué sucede?

—Creo que ya es suficiente —respondió Oannes—. Ya me aclaraste mis inquietudes, por lo que no necesito seguir dejándome consumir por tu veneno.

 

Las enormes zarzas se replegaron liberando a Oannes de su encierro y se volvieron en contra de su creadora quien quedo confundida al ver que estaba controlando las raíces otorgadas por su madre.

 

—La voluntad tuya ha sido anulada —dijo Oannes al inhalar sutilmente aspirando una cálida briza regocijante para él—. Todo este tiempo, la lluvia que caía en la montaña era obra mía. Por lo que la tierra esta mojada con mi esencia.

—No entiendo, ¿cómo es posible?

—Cada gota de agua dejo incubada de manera microscópica una partícula de mi cosmos, quedando en estado de suspensión, solo estoy expandiendo mi campo de energía igual que tú.

 

Oannes aspiró con más fuerza el aire del ambiente, volviendo a rejuvenecer milagrosamente, llenándose de su cosmos lleno de vitalidad nuevamente y aun con más intensidad que antes.

 

—¡Has recuperado tu condición normal!

—Es producto de mi cercanía extrema con el cosmos, la fuente de la vida. El séptimo sentido en su máximo es capaz de estimular los demás sentidos, produciendo este milagro.

—Esa explosión de cosmos solo fue momentánea, te sirvió solo para recuperarte.

—Es todo lo que necesito, ahora estamos iguales.

—Soy la dríade más cercana a la diosa Eris, jamás sería igual a un humano.

—Te dejé extraer mi juventud efímeramente, a cambio de tus secretos. A cambio te mostré mi secreto para estimular mi cosmos —explico Oannes rodeándose de un gran cosmos aguamarina en forma de torrente sobre su cuerpo—. Déjame ensañarte mi látigo de agua.

¡Rope of life!

“Cuerda de la vida”

 

Oannes extendió sus dedos para comenzar a aspirar desde los poros de ella toda el agua de su cuerpo en forma de pequeños y diminutas moléculas de agua las cuales se fueron fragmentando en una finísima cuerda de agua que se extendieron desde sus venas como una red, que al agitar le dejó seca como una flor marchitada. Quedándose estática y comenzándose a podrir aceleradamente mientras perdía toda su belleza que le robó, cayó volviéndose una anciana nuevamente hasta secarse por completo y quedar sin ningún vestigio de vida.

 

                                  ***

 

Debido a que los santos habían vencido a los obstáculos que le nublaban el camino, el primero en divisar un sendero a la fuente Salmacis original no fue otro más que Andrós, quien ya se había recuperado y ahora caminaba con lentitud con algo de cansancio, viendo desde la lejanía como su camino terminaba llegando a un pequeño pozo a la sombra de un viejo roble.

En los cielos las nubes se habían tornado medias rojizas, debido al ángulo de los rayos del sol en el atardecer, un crepúsculo se prolongaba en esos momentos.

 

—Esta es la verdadera fuente —agregó Andrós con los ojos semi-cerrados—. Puedes escucharme Gyné…

—¡Espera, Andrós! —exclamó Gyné desde el interior—. Antes de entrar en esas aguas, debes estar seguro de que lo quieres.

—Lo que quiero es complementarme a mí mismo sin seguir buscándote para lograrlo —respondió con sinceridad—. ¿Tú qué buscas?

—Ya experimenté la libertad de estar separados y no me hizo sentir completa, ahora en tú interior ya no siento esa necesidad, pero si eso es lo que deseas…

 

Desacoplándose de su ropaje entró en la fuente comenzando a bañarse en sus aguas, las cueles estaban frías y dentro del agua la fisionomía de Andrós comenzó a cambiar, de su nuca un rostro de mujer apareció, mientras dos brazos y dos piernas más le brotaron. Quedando como un humanoide de grandes proporciones.

 

¡Me he vuelto un hermafrodita! —exclamó Andrós sintiéndose confundido, pues pensaba que tal abominación era producto de la radiación del templo de los gemelos—. ¿Por qué Gyné?

—¡Yo no he sido! —vociferó su hermana, bastante irritada también—. ¡Fue la fuente!

—¿Qué dices?

—No puedo cambiar nuestro cuerpo, mi cosmos no hace efecto.

—¿Acaso ese no era su deseo? —cuestionó una voz desde las sombras del árbol, un ulular se escuchó, acercándose un mochuelo de brillantes colores platinados—. La fuente fue maldecida por Hermes y Afrodita en venganza de que su hijo quedara igual que ustedes en esas aguas.

—¡Esa voz! —exclamó Gyné—. ¡Eres Pallas!

 

De pronto de una abertura del roble, una silueta de una mujer de coleta oscura salió. Reconociéndola de inmediato como la doncella de Athena, que Gyné conoció, pero tenía un semblante diferente, pues sus ojos estaban expresando un rostro adormecido. Parándose el búho en su hombro.

 

—Este es su castigo por su desmesura —declaró una voz más fuerte viniendo del búho que se desarmó cubriendo el cuerpo de la doncella—. No debieron haber venido a este lugar.

—¿Qué no es Noctua el búho de Athena, por qué nos siguió? —cuestionaba Andrós.

—Noctua no es más que mi nombre humano, igual que Pallas no son más que identidades marionetas para ocultar mi verdadero ser —dijo al manifestar un gran cosmos que le hicieron extender sus alas—. Yo soy la diosa que castiga a los humanos por desequilibrarse, Némesis la vengadora.

—¿Por qué nos haces esto? —la interrogó Gyné—. ¿Acaso sabes que sucedió con nosotros cuando nacimos?

—Su madre fue una pecadora en contra de los dioses, por eso ustedes merecen este castigo —respondió la diosa—. Quieren revivir el pasado…

La diosa vatio sus alas, expulsando unas plumas oscuras que cubrieron los cielos como si fuesen una parvada de pájaros donde unas nubes fueron tomando la silueta de un remoto lugar en el santuario.

 

Su madre se llamaba Adrasteia, una niña amazona que Dastan de Escorpio salvó en uno de sus viajes exterminando a los sequitos infieles de Athena. En ese tiempo yo solo esperaba a que naciera una mujer fuerte y digna de albergar mí divinidad, pero casta y ella era perfecta. Ya que de las santias en ese tiempo solo estaban Makeda de Andrómeda que había traicionado al santuario al dejarse llevar por las pasiones humanas con Amón y Ceres de Loto, que había sido escogida como la madre que daría luz a Athena. Con el tiempo, Adrasteia creció, pero por alguna razón no siguió sus principios de permanecer virgen y cuando termino su entrenamiento, su maestro la envió a buscar su cloth a la isla de Kanon, donde conoció varón que la dejo embarazada. Se quedo a vivir ahí durante un año a pesar de haber encontrado el cloth desde hace tiempo en su estado de reposo, cuando estaba a punto de dar a luz, la cloth la trasladó al templo de los gemelos, justo cuando quise asesinarla por haberme ofendido con sus actos.

Ella dio a luz en el templo de los gemelos a vosotros dos, pero en mi afán de vengarme, cuando cumplieron la edad la edad suficiente para iniciar un entrenamiento les lance una maldición alterando la realidad del templo de los gemelos le di vida propia para que los bañara con su extraña radiación que los hizo simbióticos al templo. De una forma retorcida a lo que provocan las aguas del lago Salmacis, de forma cíclica, durante el día, la radiación solar trasladaría a Gyné al templo para que su hermano deambulara en el mundo y durante la noche, la luna trasladaría a Andrós al recinto para que su hermana viviera en el mundo exterior. Los dos estarían flotando en ese recinto durante el día o la noche de forma eterna.

 

—¿Qué por eso nos maldijeron? —cuestionó Andrós—. ¿Cómo nuestra madre iba a saber que estaba destinada a ser tu receptáculo?

—Ella quiso tener descendencia es por eso por lo que los separé. Después de todo habían sido escogido por las estrellas para ser el nuevo santo de Géminis, no los podía asesinar y degradar la orden de Athena —explicaba Némesis—. Su deseo fue que permanecieran juntos y se lo cumplí de forma inesperada.

—¡Nos separaste! —exclamó Gyne—. Esta aberración solo nos llevó a distanciarnos.

—Este lago es una maldición que suprime la virilidad en los hombres y en las mujeres su feminidad, al bañarse aquí ustedes obtuvieron una inhibición de ambos sexos a la mitad, es por eso por lo que solo pueden existir así ahora.

—Siendo un andrógino —concluyó Andros decepcionado—. Todo fue por nada, al final nuestra esperanza de libertad fue todo lo contrario.

—No la escuches —espetó Gyné del otro lado de su cuerpo—. No tendríamos necesidad de buscar este lago si pudiéramos dominar el núcleo del templo de los gemelos.

—¿Qué dices?

—Ya entendí que ella nos conjuró su venganza en el templo, pero si nuestro cosmos logra deshacerlo dominando la radiación, está ya no nos alternará trasladándonos durante el día o la noche.

 

Podría ser posible, eso dejo que su hermano lo pensara, mientras la diosa solo permaneció en silencio al elevarse como un ser alado sobre el árbol. Mientras su cosmos lo bordeaba todo, cambiaba la atmosfera del ambiente en una noche tormentosa. La diosa empezó a flotar en el aire alzando sus manos por encima de su cabeza creando entre sus palmas una fuente de energía que irradiaba como una luminosidad tan intensa como un astro, emitiendo ondas que refractaban la luz y la sombra del lugar.

El ser andrógino, la vio desde la orilla del lago con resentimiento preparándose para defenderse, por primera vez estaban en comunión entre ambos hermanos, cuando la diosa liberó ese tremenda descarga de energía como un enorme relámpago, el gigante de cuatro brazos trató de soportarlo o ese parecía al extender sus extremidades, pero en realidad trataba de hacer que su espacio no se resquebrajara y pudiera cambiar la dirección del ataque sobre su propia ejecutora como siempre lo hacía, pero esta vez parecía ser demasiada la carga, a pesar de que su fuerza estaba duplicada debido a su condición. Todo su cuerpo fue sobrecargado por esa densa energía azulada que lo baño en una energía magnética, pero en un alarido de agonía, incontables lenguas de energía salieron del cuerpo andrógino de los gemelos como si estuviese rebotando la descarga por partes, hasta quedarse solo con la suficiente sobre su cuerpo, la cual pudo anular hasta desintegrarla en la palma de sus brazos.

Terminó exhausto, mientras su cuerpo caía de rodillas y humeaba desde su coraza dorada que lo cubría parcialmente. Entretanto Némesis lo observaba sin dar crédito a lo que veían sus ojos.

El gigante cuádruplo se le lanzó saltando directamente hacia ella, pero la sorprendió apareciendo desde atrás para cubrirla con una estampida de golpes a la velocidad de la luz, que multiplicaron en el doble su velocidad habitual sobre la diosa, quien pronunció un chirrido como defensa que lo hizo retroceder tanto que los golpes no lograron alcanzarla, sino que estallaron con la onda destructora que emitía desde sus labios. Hasta que el andrógino se alejó de ella al ver que no pudo tomarla por sorpresa y solo terminó con un zumbido que no le permitía pensar con claridad a ambos hermanos.

La diosa se cubrió de una oscura bruma hasta acumular toda su energía en su palma izquierda de la que hizo chocar con su puño derecho, pero en realidad sonrió con malicia al empezar a extraer de su palma iluminada, una hoja que blandió como una espada curva de cosmos morado.

Gyné y Andrós alzaron sus brazos creando múltiples galaxias mientras Némesis forjaba su espada, el ser andrógino multiplicó la ejecución de su técnica más devastadora en una oleada explosiones cósmicas que dieron origen una mega explosión de galaxias como nunca antes la había liberado, en una gran ola que devastaba estrellas en el procesos, pero la diosa blandió su enorme espada curva, provocando dividir la mega explosión en dos, desviando su máxima capacidad destructora hacia los costados sin que la alcancen, el ser andrógino se vio sorprendido cuando ella apareció sobre él en un parpadeo, mientras estaba estático por tal esfuerzo frustrado. La diosa dio una estocada para cortarlo a la mitad de forma vertical, lo dividió en dos a los gemelos, con la mitad su cuerpo despedazado, cayeron desangrándose en el suelo. En una agonía que parecía ser el llanto de un engendro.

 

—Querían separarse, pues ahora estoy cumpliendo su deseo. Eso les pasa por ser muy desmesurados en su crimen de buscar escapar de la cólera divina.

 

Mientras comenzaba a reír de una forma demencial, la mitad del cuerpo que pertenecía a Gyné alzó un brazo y emitió un rayo de energía muy finísimo sobre el cerebro de Pallas, produciendo no más que una leve herida en ella, que le pareció su último aliento insignificante.

 

—¿Querías vengar a tus hermanas amazonas? —cuestionó la doncella al alzar sus alas—. Pues de todas formas tu castigo será el peor de todos, ahora desaparecerás para siempre…

 

¡Nebulosa del Búho!

 

La diosa extendió su brazo izquierdo y emitió una oscura materia como el ébano que envolvió el cuerpo de Gyné hasta succionarla y desaparecerla en una luz que desintegró la nebulosa desde adentro.

 

—Contigo seré más clemente, morirás sin sufrir más —dijo la diosa al extender su extremidad en forma recta para destruirlo.

 

Cuando en ese momento un lazo dorado detuvo que destruyera a Andrós, al rastrear de donde venia esa cuerda, la diosa divisó la figura de otro individuo, un hombre de hermosa cabellera ondulada como las olas del mar, portando una armadura con aletas en los codos, mientras sostenía ese lazo de cosmos.

 

—Tú —se asombró levemente la doncella de coleta oscura—. Llegas tarde Oannes de Piscis, estoy dándoles el golpe de gracia.

—No lo lograrás con este gemelo —clamó Piscis al alzar su brazo libre y reunir la humedad en el aire en forma de una burbuja—. Mientras aún viva, por lo menos lo salvaré a él.

 

Oannes hizo estallar la esfera brillante en una cortina de vapor, que no significó nada para ella quien lo despejó con el aleteo de sus alas produciendo una ráfaga huracanada que cuando terminó se dio cuenta que había huido sin dejar rastro.

La diosa sabía que no lograría salvarlo en su condición agonizante, así que se envolvió y extendió sus negras alas como los de un cuervo y alzó el vuelo para regresar al santuario.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


#239 Patriarca 8

Patriarca 8

    Miembro de honor

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Cosmos:
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Publicado 02 septiembre 2017 - 15:27

Ese Ares si que sabe formular planes---XD

 

 

Athena le encanta rechazar a todos

 

 

los geminis siempre estan locos

 

 

la dríade deberia haber hecho un favor al mundo y eliminar a ese dorado (a)--XD

 

 

 

buena batalla la de Oannes

 

 

Alguien deberia destruir por completo ese lago que al

parecer es peor que un lago de residuos toxicos

 

 

Pallas  tiene una mente retorcida al lanzar una maldición tan repugnante

sin que ninguno de los gemelos  hubiese ofendido directamente


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#240 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 04 septiembre 2017 - 20:45

No te olvides de inscribir el capitulo de tu fic 

 

en las Clasificatorias

 

 

http://saintseiyafor...s/#entry2548854


Editado por T-800, 04 septiembre 2017 - 20:45 .

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